Lucas 19:1-27. El último viaje a
Jerusalén. Vers. (1-10) Zaqueo el publicano.
(11-27) La parábola de las diez
minas (monedas).
1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos,
y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo
en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban,
diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo
he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido
la salvación a esta casa; por cuanto él
también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino
a buscar y a salvar lo que se había
perdido.
11 Oyendo ellos estas cosas,
prosiguió Jesús y dijo una parábola,
por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y
ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 12 Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano,
para recibir un reino y volver. 13 Y llamando a diez siervos suyos, les
dio diez minas, y les dijo: Negociad
entre tanto que vengo.
14 Pero sus conciudadanos le
aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste
reine sobre nosotros. 15 Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino,
mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que
había negociado cada uno.
16 Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez
minas. 17 Él le dijo: Está bien, buen
siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez
ciudades.
18 Vino otro, diciendo: Señor, tu
mina ha producido cinco minas. 19 Y también a éste dijo: Tú
también sé sobre cinco ciudades.
20 Vino otro, diciendo: Señor, aquí
está tu mina, la cual he tenido
guardada en un pañuelo; 21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas
lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te
juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse,
y que siego lo que no sembré; 23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver
yo, lo hubiera recibido con los intereses?
24 Y dijo a los que estaban
presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25 Ellos le dijeron: Señor, tiene
diez minas. 26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al
que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos
acá, y decapitadlos delante de mí. (Lucas 19).
EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO 1-28.
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EVANGELIO SEGÚN SAN
MARCOS 1-16
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1. Habiendo entrado Jesús en Jericó. [Jesús y
Zaqueo, Luc. 19:1-10]. Con referencia al tiempo, a las circunstancias y al marco
histórico de este incidente, ver com. Mar. 10:46. Es probable que el encuentro
de Jesús con Zaqueo ocurriera la semana antes de la pascua del año 31 d. C.,
cuando Jesús iba rumbo a Jerusalén.
2. Zaqueo. Gr. Zakjáios, que deriva del Heb. Zakkai, y
significa "puro". En el AT aparece una persona de nombre
"Zacai" (Esd. 2:9; Neh. 7:14), que corresponde con Zakkai. No hay
razón para pensar que el relato de Zaqueo sea tan sólo otra versión del relato
del llamamiento de Mateo, como lo han afirmado algunos comentadores modernos, y
menos aún porque Lucas registra ambos episodios (cap. 5:27-32).
Es evidente que
Zaqueo era judío (cap. 19:9). Los presentes protestaron porque Jesús se
asociaba con él por ser pecador, y no porque fuera gentil (ver com. vers. 7;
com. Mar. 2:14-15).
Jefe de los publicanos. Gr. arjitelÇn's, palabra
compuesta que significa "jefe de recaudadores de impuestos". Compárese
con la palabra arjieréus, "sumo sacerdote" (Mar. 2:26). Quizá
podríamos decir hoy que Zaqueo era el director de la recaudación de impuestos
de la región y que, como tal, estaba encargado de recaudar los impuestos y los
derechos aduaneros en la importante ciudad fronteriza de Jericó, que era la
entrada de todo el tránsito que cruzaba el río Jordán desde el este. El vado
del Jordán que se encuentra a unos 8 km al este de Jericó, era uno de los tres
puntos importantes entre el mar de Galilea y el mar Muerto, donde se podía
cruzar el río aun en primavera. Lucas
menciona con frecuencia a los recaudadores de impuestos (cap. 3:12; 5:27; 7:29;
15:1; 18:10), y siempre habla favorablemente de esos parias de la sociedad, en
armonía con su característico énfasis en el hecho de que Jesús era amigo de los
pobres, los oprimidos y los desechados de la sociedad.
Rico. Los recaudadores de impuestos, respaldados por el
poder de Roma, solían exigir a la gente más de lo que era legal (ver p. 68; com.
cap. 3:12).
3. Procuraba ver quién era Jesús. Es posible que
Zaqueo por algún tiempo hubiera estado sintiendo deseos de ver a Jesús, de
saber quién era esa persona tan renombrada. El comienzo del ministerio de Juan
el Bautista se había desarrollado en Betábara o "Betania, al otro lado del
Jordán" (BJ), probablemente no lejos de Jericó (ver com. Mat. 3:2; Juan
1:28). Zaqueo había sido uno de los muchos que habían ido a oírle predicar (DTG
507). Es también factible que hubiera estado entre los publicanos que
preguntaron a Juan: "Maestro, ¿qué haremos?" (Luc. 3:12).
Zaqueo
quedó impresionado con el mensaje de Juan, y aunque en ese momento no estuviera
plenamente convertido, las palabras de Juan comenzaron a actuar como levadura
en su corazón (DTG 507). Zaqueo había oído hablar antes de Jesús y comenzó
entonces su obra de confesión y restitución (DTG 507-508).
Sentía un intenso
anhelo de tener la oportunidad de ver a Jesús y de aprender más perfectamente
del Maestro el camino de la vida. Hasta cierto punto ya había puesto en
práctica el Evangelio en su propia vida actuando en armonía con los preceptos
enunciados en Lev. 25:17, 35-37 (ver com. Luc. 19:8). Compárese con el caso de
Mateo (ver com. Mar. 2:13-14).
No podía a causa de la multitud. Las estrechas calles de las
antiguas ciudades, muchas veces apenas más anchas que una braza, habían hecho
más difícil la solución del problema de Zaqueo. Pero éste de ninguna manera se
daría por vencido.
4. Corriendo delante. Zaqueo oyó la noticia de la
llegada de Jesús cuando el Maestro entró en la ciudad de Jericó (DTG 507). Debido
a que las multitudes pasaban por la ciudad en camino a la celebración de la
pascua, el jefe de los recaudadores de impuestos (ver com. vers. 2), sin duda
había estado con más trabajo que de costumbre. Sin embargo, abandonó todo para
poder ver a Jesús.
Subió. Este procedimiento no era del todo correcto para un
caballero bien vestido como Zaqueo. Sin embargo, estuvo dispuesto a ser
considerado raro con tal de no perder la oportunidad de contemplar, aunque
fuera por un momento, al que tanto había deseado ver. Es probable que el árbol
al cual subió Zaqueo estuviera en el lado occidental de la ciudad (ver com.
Mar. 10:46) y no en una de las angostas calles (ver com. Luc. 19:3).
Sicómoro. Gr. sukomoréa, Ficus sycomorus,
"sicómoro". Se cree que sukomoréa deriva de súkon, "higo",
y de moréa, "morera", porque las hojas de este árbol se parecen a las
hojas de la morera y su fruto al de la higuera. Es un árbol de ramas bajas y
extendidas que da buena sombra. Sería raro encontrar árboles como éste en las
angostas calles de las antiguas ciudades, pero era común encontrarlos junto al
camino a la puerta de la ciudad (ver com. Mar. 10:46). Ver com. Amós 7:14; Luc.
17:6.
5. Le vio. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la
omisión de "le vio".
Pose yo. El verbo empleado en el griego puede referirse a
una visita de cierta duración en el día, o a pasar la noche, Esta es la única
vez que se registra que Jesús se invitara a sí mismo a casa de alguien. Un
hombre de la posición de Zaqueo seguramente tenía amplias comodidades para
recibir visitas, y Jesús sabía que Zaqueo no se sentiría molesto aunque las
visitas le llegaran inesperadamente. No se nos dice cómo reconoció Jesús a
Zaqueo para poder llamarlo por su nombre. Es muy posible que alguno de los que
estaban allí le diera la información, pero lo más probable es que se trata de
un caso de conocimiento sobrenatural similar al que se presenta en Juan 1:47.
Jesús sabía que recibiría una calurosa bienvenida. Zaqueo había deseado
ardientemente tener la oportunidad de ver a Jesús (Luc. 19:3), y tuvo que
haberse sentido muy honrado y satisfecho al tener el privilegio de recibir en
su propia casa al gran Maestro. Jesús sabía todo esto, y fue a la casa del
recaudador de impuestos con el propósito específico de instruirlo en el camino del reino
(DTG 509-510).
6. Gozoso. Literalmente "regocijándose", del Gr.
jáirÇ (ver com. cap. 1:28).
7. Murmuraban. Gr. diagoggúzÇ, forma enfática del verbo goggúzÇ,
también traducido como "murmurar" (ver com. Mat. 20:11; Luc. 5:30). Sin
duda estaban presentes en la multitud muchos habitantes de Jericó a quienes
Zaqueo o sus agentes virtualmente habían robado, y que lo consideraban como
ladrón.
8. Puesto en pie. Según parece, Zaqueo iba
caminando con Jesús, pero al oír las airadas protestas de la multitud (vers. 7)
se dio vuelta para hacer frente a sus acusadores, y se dirigió a Jesús.
La mitad de mis bienes. La disposición a desprenderse
voluntariamente de la riqueza que había adquirido en forma injusta era una de
las mejores evidencias posibles que podría haber dado de su conversión.
"Ningún arrepentimiento que no obre una reforma
es genuino" (DTG 509).
Compárese lo que hizo
voluntariamente Zaqueo con la negativa del joven rico de desprenderse de sus
riquezas cuando se le pidió que lo hiciera (ver com. Mat. 19:21-22).
El caso de
Zaqueo demostró que un rico sí podía entrar en el reino de los cielos (ver
com. Mat. 19:23-26).
Los pobres. Entre los judíos se consideraba que socorrer a los
pobres era un acto importantísimo de piedad y de religión práctica. Dios había
dado instrucciones específicas para que los pobres fueran socorridos (Lev.
19:10, 15; 25:35-43; Est. 9:22; Rom. 15:26; ver com. Mat. 5:3).
He defraudado. Zaqueo ya había comenzado a devolver sus ganancias
fraudulentas (ver com. vers. 3); y ahora se propuso restituir cabal y
sistemáticamente todo lo que había obtenido ilícitamente. Esto superaría lo que
sus peores acusadores en la multitud -los sacerdotes, escribas y fariseos-
pudieran decir de su propia conducta. El comercio del templo proporcionaba a
éstos innumerables oportunidades para defraudar a todos los que venían a rendir
culto (ver com. Mat. 21:12).
Lo devuelvo cuadruplicado. Si la restitución era voluntaria,
la ley de Moisés demandaba que sólo se añadiera un quinto de la cantidad que se
había defraudado (Lev. 6:5; Núm. 5:7). Pero una restauración cuatro veces mayor
era uno de los castigos extremos en caso de hurto, pues equivalía, además, a la
pérdida del valor de los bienes robados (Exo. 22:1; ver com. 2 Sam. 12:6).
La suma que debía devolverse era,
por lo general, el doble de lo robado, si la propiedad o el dinero robado se
hallaban en poder del ladrón (Exo. 22:4, 7).
La cantidad que
Zaqueo prometió devolver era la mejor evidencia posible de que su corazón había
experimentado un cambio.
9. Hoy. Esto quizá se refiera a la decisión reflejada en la
confesión y la promesa de Zaqueo (vers. 8), en vista de la transformación que
ya había ocurrido en su vida.
Esta casa. Los miembros de la casa de Zaqueo se beneficiaron
por la decisión que él tomó. El también. Cf. cap. 13:16. La sociedad judía había catalogado
a Zaqueo como a un ser despreciable; lo había tildado de pecador (cap. 19:7), y
por lo tanto incapacitado para recibir las recompensas que los judíos
consideraban automáticas para todos los descendientes literales del padre
Abrahán. Pero Jesús, con palabras que todos podían entender, lo inscribe ahora en
el libro del favor divino. Con referencia al concepto judío acerca de la
importancia y del valor de ser descendiente literal de Abrahán, ver com. Mat. 3:9; Juan 8:39.
10. El Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1:1; Mar. 2:10.
A buscar y a salvar. Ver com. Mat. 1:21; 10:6; Luc.
15:6, 9, 20.
Lo que se había perdido. Ver com. Mat. 1:21. Uno bien
podría esperar encontrarse aquí con la frase "los que se habían
perdido", es decir todos los pecadores.
Pero Jesús no sólo
vino a rescatar al hombre, sino también a todo lo que se perdió por causa del
pecado del hombre. El mundo será restaurado a su hermosura edénica y será
habitado por una raza sin pecado, y todo lo que se había perdido también será
renovado "en los tiempos de la restauración de todas las cosas"
(Hech. 3:21).
11. Oyendo ellos. [Parábola de las diez minas, Luc.
19:11-28. Cf. com. Mat. 25:14-30; con referencia a las parábolas, ver pp.
193-197.] Estas palabras indican la estrecha relación que hay entre la parábola
de las minas y lo que Jesús había dicho en casa de Zaqueo (vers. 9-10). Por lo
tanto puede deducirse que quizá fue presentada en la casa de Zaqueo o cerca de
allí, en Jericó, o tal vez poco después en alguna pausa en el camino de Jericó
a Betania, distante unos 24 km. Es probable que para este tiempo transcurriera
la semana anterior a la pascua del año 31 d. C. Con referencia a las
circunstancias y los acontecimientos que precedieron la presentación de esta
parábola, ver com. Mat. 20:17.
Prosiguió Jesús y dijo. Literalmente "añadiendo
dijo". Esta expresión aparentemente redundante era característica en el
hebreo, y en varios casos aparece en el griego del NT quizá como una indicación
de la influencia del hebreo en los Evangelios (Luc. 20:11-12; Hech. 12:3; etc.;
cf. Gén. 4:2; 8:12; 25:1; Job 29:1).
Cerca de Jerusalén. A pesar de que Jesús había dicho
repetidamente a sus discípulos que iba a Jerusalén para morir (ver com. Mat.
16:21; 20:17-19; Mar. 9:31; Luc. 18:31), éstos seguían acariciando la esperanza
de que él sería proclamado como rey de Israel y aceptaría el trono de David.
Esta
falsa esperanza había causado continuas discusiones entre ellos acerca de quién
sería el primero en el reino (ver com. Mar. 9:33-40; Mat. 20:20).
Un año antes se había hecho en
Galilea un intento popular de coronar a Jesús como rey (ver com. Mat. 14:22;
Mar. 6:42; Juan 6: 15; DTG 340-341). El sentimiento popular favorecía cada vez
más tal proceder, y sin duda los discípulos fomentaban esta idea como lo habían
hecho en aquella ocasión anterior. La base de este concepto equivocado acerca
de los propósitos de Cristo, era la falsa esperanza mesiánica enseñada por los
rabinos, esperanza que se basaba, a su vez, en la falsa interpretación de las
profecías mesiánicas del AT (t. IV, pp.
28-36; ver com. Luc. 4:19; cf. Rom. 11:25; 2 Cor. 3:14-16).
Ellos pensaban. El falso concepto del reino
mesiánico, tan anhelado por los discípulos de Jesús y también por sus
compatriotas en general, proporcionó la ocasión para el relato de esta
parábola. Los discípulos esperaban confiadamente que el reino se establecería
durante la próxima pascua, fiesta que conmemoraba la liberación de Israel de
Egipto y que, más que cualquier otra fiesta nacional, señalaba el nacimiento de
la nación hebrea.
El reino de Dios. Con referencia a la verdadera
naturaleza del reino de Cristo, ver com.
Mat. 3:2-3; 4:17; 5:2-3; y en cuanto al falso concepto referente a ese
reino, ver com. Luc. 4:19. Cada una de las parábolas de Cristo fue pronunciada
con el propósito de ilustrar alguna verdad específica respecto a su reino, y
más frecuentemente acerca del reino de la gracia divina en el corazón de los
hombres; pero también, como lo hizo aquí, con referencia al establecimiento del
reino de gloria.
Se manifestaría inmediatamente. La emoción de los discípulos
aumentaba con cada paso rumbo a Jerusalén. Jericó dista unos 27 km de
Jerusalén, y como Jesús y sus discípulos viajaban desde esta ciudad a Jerusalén
es evidente que estaban relativamente cerca de la ciudad. Es probable que los
discípulos consideraban que ésta era la marcha triunfal a Jerusalén, y que allí
tomarían el reino y colocarían a su Maestro en el trono de Israel. Se sentían
seguros de este acontecimiento debido a varias declaraciones recientes de Jesús
(ver com. cap. 18:31).
12. Un hombre noble. Jesús se está refiriendo aquí
evidentemente a sí mismo. Hay mucho parecido entre esta parábola, conocida como
la parábola de las minas, y la parábola de los talentos, registrada en Mat.
25:14-30; pero hay también diferencias igualmente notables. Algunos han
sugerido que se trata de dos versiones de un mismo relato, pero las diferencias
entre las dos parábolas y las circunstancias en las cuales fueron presentadas
hacen que esta conclusión sea insostenible (ver com. Mat. 25:14). Con
referencia a los parecidos entre las dos parábolas, ver comentario de la parábola
de los talentos (Mat. 25:14-30). Las observaciones que aquí se hacen de Lucas
se refieren mayormente a aquellos aspectos que difieren de la parábola de los
talentos.
Fue a un país lejano. Quizá Jesús basó esta parábola en
uno o más episodios históricos bien conocidos por sus oyentes (ver com. cap.
15:4). El primer episodio probable es un viaje hecho por Herodes el Grande a
Roma en el año 40 a. C. para hacer frente a las ambiciones de Antígono y para
conseguir que fuera instituido como rey de Judea.
El senado romano rechazó las
pretensiones de Antígono y confirmó a Herodes como rey (Josefo, Antigüedades,
xiv. 14. 1-5; Guerra i. 14. 2-4). Pero hay un paralelo más cercano en un
segundo episodio que muchas veces se sugiere como la base histórica de esta
parábola. Se trata del viaje de Arquelao, hijo de Herodes el Grande, a Roma,
para conseguir la confirmación de que sería rey de Judea en lugar de su
padre. Pero su derecho al título real le
fue negado por César Augusto (Josefo, Antigüedades xvii. 8.1;9. 3; 11.4; Guerra
ii. 1. 1; 6. 1-3).
Volver. Ver com.
Mat. 20:14.
13. Diez siervos suyos. Los siervos representan a
los discípulos y a todos los cristianos a quienes Cristo ha confiado sus
intereses en la tierra durante su ausencia en el "país lejano" (ver
com. Mat. 16:19). El número diez que Jesús emplea aquí, y que utilizó en
repetidas ocasiones, no tiene ningún significado especial (ver com. Luc. 15:8).
Minas. Gr. mn~, palabra que deriva del Heb. maneh, "mina"
(ver t. 1, pp. 172-173). En tiempos de Cristo, la mn~, "mina" era una
sesentava parte de un talento de plata, y equivalía a 100 dracmas (ver com.
cap. 15:8), o sea el Jornal de 100 días de trabajo (ver com. Mat. 20:2). La
mina pesaba 385 g de plata. Compárese
con los "talentos" de la otra parábola (ver com. Mat. 25:15).
Negociad entre tanto que vengo. La cantidad de 385 g de plata
parece representar un capital muy pequeño. Cuando el hombre regresó se refirió
a una mina como "poco" (Luc. 19:17); sin embargo, éste era el medio
de probar la habilidad de cada siervo con el fin de asignarle más tarde mayores
responsabilidades.
La declaración "entre tanto que vengo",
indica que el hombre pensaba estar ausente por un período indefinido.
Jesús indicaba por medio de estas
palabras que él también permanecería ausente por un tiempo considerable antes
de regresar para recompensar a los suyos (cf. Mat. 25:15).
14. Sus conciudadanos le aborrecían. En la
aplicación de esta parábola al reino de los cielos (vers. 11), el hombre
representa a Jesús y los ciudadanos representan a los judíos. No había, pues, motivo alguno para el odio
que los judíos sentían hacia Jesús (ver com.
Sal. 69:4; Juan 1:11). Con referencia a las razones por las cuales lo
odiaban, ver com. Juan 6:60-61,66.
No queremos. Los judíos no querían aceptar a Cristo como su rey
Cuando declararon ante Pilato: "No tenemos más rey que César" (Juan
19:15), su rechazo de Cristo fue completo.
15. Vuelto él. La parábola de los talentos presenta la conducta de
los siervos durante la ausencia del patrón (Mat. 25:16-18), y también menciona
que el amo regresó "después de mucho tiempo" (vers. 19).
Mandó llamar. Mateo añade que el propósito del señor al llamarlos
era ajustar cuentas. Pero el hombre de
los talentos deseaba saber cómo se habían desempeñado sus siervos en la
administración de su propiedad, pues tenía planes de asignarles
responsabilidades como magistrados en su reino, a cada uno según la habilidad
que hubiera demostrado.
16. El primero. Cf. Mat. 25:20. Aquí se presentan
sólo tres de los diez, como ejemplos de los diferentes grados de éxito que
habían alcanzado.
El primero tenía
mucho que informar, el segundo algo que informar, y el tercero nada que
informar. En la parábola de los talentos sólo aparecen tres siervos desde el
principio, y los tres tuvieron que rendir cuentas.
Tu mina. Cada uno de los siervos reconoce que la mina que le
fue confiada aún es propiedad de su señor.
Ha ganado diez minas. Mejor "ha ganado diez minas
más". Hubo una ganancia de mil por ciento sobre el capital invertido. En
vez del capital inicial de una mina (385g de plata), el siervo tenía ahora once
minas (4.235 g de plata), o sea el equivalente de 1.100 días de trabajo (ver
com. vers. 13).
El primer siervo
había demostrado habilidades poco comunes en sus negocios; esto reflejaba su
dedicación a su señor y su diligencia en el trabajo.
17. Está bien, buen siervo. El siervo de la parábola de los
talentos recibe el calificativo de "fiel" y de "bueno"
(Mat. 25:21). Pero es probable que con esto no se quisiera indicar una
verdadera diferencia, pues el "señor" de inmediato elogia así al
primer siervo: "sobre poco has sido fiel" (ver com. Mat. 25:21).
Autoridad sobre diez ciudades. La habilidad administrativa
demostrada por el primer siervo era una evidencia de que se le podían confiar
los asuntos de una pequeña provincia del reino del señor. Ni fue jubilado, ni
se le asignó una pensión, ni se le concedió ninguna recompensa material.
Su recompensa
consistió en una responsabilidad mayor, fue promovido a un puesto más elevado,
y sin duda de mayor jerarquía. Había pasado la prueba con notable éxito (ver
com. Luc. 19:13; cf. com. Mat. 25:21).
18. Cinco minas. Es decir, una ganancia de 500 por
ciento (ver com. vers. 17).
El segundo siervo ahora tenía seis minas, o sea
2.310g de plata.
19. Sobre cinco ciudades. Su promoción fue proporcional a
la capacidad que había demostrado (ver com. vers. 17).
20. Vino otro. Es decir, otro de los diez (Luc. 19:13; cf. Mat.
25:24).
Aquí está tu mina. Pero en la parábola de los
talentos el tercer siervo dijo: "aquí tienes lo que es tuyo" (ver
com. Mat. 25:25).
He Tenido Guardada. Había cuidado muy bien la mina que le había sido confiada; ni la había
perdido ni la había despilfarrado.
Pañuelo. Gr. soudárion, del latín sudarium, de la raíz
latina sudor, "sudor". Este "lienzo" (BJ) era parte de la
indumentaria personal, y probablemente corresponda a lo que hoy llamamos
"pañuelo". En algunos papiros se menciona el soudárion como parte del
ajuar de una novia.
21. Tuve miedo. La causa principal del miedo de
este siervo era su actitud equivocada hacia su señor, quien evidentemente había
esperado que cada siervo hiciera lo mejor de su parte, y no quería aceptar nada
menos. No había duda de que el siervo era perezoso.
La prueba a la cual
lo había sometido su amo era de tal naturaleza, que si la hubiera aprovechado
le habría ayudado a vencer ese defecto.
Severo. Gr. aust'rós, "estricto", "exigente",
"severo", "austero". La pereza de este siervo, ¿cómo podía
causar en el señor una reacción diferente?
Tomas lo que no pusiste. Lo que el siervo en realidad dice
es, "de todos modos vas a tomar cualquier cosa que yo haya ganado y no
recibiré ninguna recompensa por mis esfuerzos. Por lo tanto, ¿de qué valía que
me molestara?"
Las
recompensas que se dieron al primero y al segundo siervo, demuestran que la
dificultad se debía al tercer siervo y no a su señor (ver com. Mat. 25:24).
22. Mal siervo. Había abusado de la confianza de
su señor y descuidado las oportunidades que se le dieron para triunfar.
Quienes no hagan
nada con los talentos que les han sido confiados son siervos malos delante de
Dios, y, sin duda, cosecharán la recompensa de los impíos.
En la parábola de
los talentos el tercer siervo es censurado por ser negligente y
"malo" (ver com. Mat. 25:26).
Por tu propia boca. No hacía falta examinar más los
hechos. El tercer siervo había demostrado que era totalmente indigno de
confianza. Los que siempre culpan a otros por sus fracasos, manifiestan
claramente sus propios defectos de carácter. Demuestran que no se les puede
confiar ningún tipo de responsabilidades importantes.
Te juzgo. Es decir, "te condeno" (ver com. Mat. 7:1).
Sabías. El resto del versículo podría considerarse como una
pregunta: "¿sabías tú ... ?"
El fracaso de
este siervo no se debió a ignorancia, sino a pereza.
Sabía lo que tenía que hacer pero
no lo hizo. Sabía que su señor le exigiría estrictas cuentas del uso que había
dado a la oportunidad que se le había concedido; y si lo sabía ¿por qué no hizo
nada? Evidentemente podría haberlo hecho. En esto estaba su culpa (ver com.
Sant. 4:17).
23. ¿Por qué, pues? Ya que sabía lo que le esperaba
cuando volviera su señor, lo menos que podría haber hecho era poner el dinero a
trabajar para él, aunque él mismo no estuviera dispuesto a hacerlo. ¿Por qué aceptó
el dinero si no tenía intenciones de hacer algo con él? Podría habérselo dado a
otro siervo que pudiera haberlo usado en forma útil.
El banco. Gr. trápeza, "mesa"; la mesa del cambista
o prestamista (Mat. 21:12; Mar. 11:15; Juan 2:15), que, por tanto, equivale a
"banco". La palabra "banco" para referirse a una
institución bancaria también deriva del lugar en donde se hacían las
transacciones. Al siervo le habría costado muy poco esfuerzo llevar el dinero a
uno de los prestamistas de la ciudad.
Por lo tanto, su manera de proceder no sólo lo
identificaba como insensato y perezoso sino que además daba la impresión de que
deliberadamente se había propuesto privar a su amo de la ganancia que le
correspondía (ver com. Mat. 25:27).
Intereses. Con referencia a la enseñanza bíblica acerca del
pago y cobro de intereses, ver com. Exo. 22:25.
24. Los que estaban presentes. Quizá algunos de los acompañantes
del hombre, y no los otros siervos. Estar delante de un superior significaba estar
en su servicio (1 Rey 10:8; ver com. Dan. 1:19). Quitadle la mina. Evidentemente no se le infligió
ningún castigo excepto el de la sanción de obligarlo a devolver el capital
improductivo que le había sido confiado (ver com. vers. 26).
Dadla al que tiene. El talento no utilizado le fue
dado al primer siervo, no tanto como recompensa sino porque había demostrado
que haría más con él que los otros. Que el hombre entregara su dinero y sus
intereses en manos de quienes supieran aprovechar mejor las oportunidades que
se les daban, sencillamente mostraba que tenía la habilidad de manejar bien los
negocios. El primer siervo tenía ahora 12 minas, o sea 4.620 g de plata. Esto
era el doble de lo que tenía el segundo siervo. El rey no exigió la devolución
del capital ni de los intereses, sino que los dejó en manos de estos siervos
para que siguieran aumentándolos (cf. Mat. 25:28).
25. Le dijeron. No es bien claro si los que
protestaron fueron los que acompañaban al hombre (ver com. vers. 24), o si
fueron los que escucharon la parábola de labios de Jesús. Si fue esto último, todo el vers. 25 sería
entonces una especie de paréntesis en la narración.
26. A todo el que tiene. Con referencia a este principio
presentado en forma de paradoja, ver com. Mat. 13:12; 25:27. Esta es la explicación
del hombre en cuanto a la razón por la cual entregó la mina improductiva al que
ya tenía más que cualquiera de los otros siervos.
Se le quitará. Al siervo perezoso sencillamente se lo priva del
capital que se le había confiado; pero su análogo en la parábola de los
talentos fue además castigado severamente (ver com. Mat. 25:30).
27. Aquellos mis enemigos. Es decir, los que se habían
rebelado en ausencia del noble y habían procurado impedir que recibiera su
reino (ver com. vers. 14).
Decapitadlos. Gr. katasfasÇ "matar",
"degollar". Es claro que los que se habían opuesto al noble no se
habían reformado, que aún se oponían a su gobierno, y la única forma de
salvaguardar la paz y la seguridad del reino era deshacerse de ellos totalmente.
(5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
Vers. 1-10. DTG 506-510. ZAQUEO. (Basado en
San Lucas 19:1-10).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-61-zaqueo.html
Vers. 5. PVGM 188. Mediante los agentes humanos que cooperen con los divinos serán
reivindicados muchos pobres perdidos, quienes a su vez tratarán de restaurar la
imagen de Dios en el hombre. Hay quienes han tenido muy escasas oportunidades,
y han transitado por los caminos del error porque no conocían ningún camino
mejor, a los cuales les llegarán los rayos de la luz. Como vinieron a Zaqueo
las palabras de Cristo: "Hoy es necesario que pose en tu casa"(Lucas
19:5)* así vendrá a ellos la palabra; y se descubrirá que aquellos a quienes se
suponía pecadores endurecidos tienen un corazón tan tierno como el de un niño
porque Cristo se ha dignado tenerlos en cuenta. Muchos se volverán de los más
groseros errores y pecados, y tomarán el lugar de otros que han tenido
oportunidades y privilegios pero que no los han apreciado. Serán considerados
los elegidos de Dios, escogidos y preciosos; y cuando Cristo venga en su reino,
estarán junto a su trono.
Pero "mirad que no desechéis al que habla"(Hebreos 12.25).* Jesús
dijo: "Ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi
cena". Habían rechazado la invitación, y ninguno de ellos fue invitado de
nuevo. Al rechazar a Cristo, los judíos estaban endureciendo sus corazones, y
entregándose al poder de Satanás, hasta que les era imposible aceptar su
gracia.
Así es ahora. Si no se aprecia el amor de Dios, ni llega a ser un
principio perdurable que ablande y subyugue el alma, estaremos completamente
perdidos.
El Señor no puede
manifestar más amor que el que ha manifestado.
Si el amor de Jesús no subyuga el
corazón, no hay medios por los cuales podamos ser alcanzados.
Cada vez que rehusáis escuchar
el mensaje de misericordia,
os fortalecéis en la
incredulidad.
Cada vez que dejáis de abrir
la puerta de vuestro corazón a Cristo,
llegáis a estar menos
y menos dispuestos a escuchar su voz que os 189 habla.
Disminuís vuestra oportunidad de
responder al último llamamiento de la misericordia. No se escriba de vosotros
como del antiguo Israel: "Efraim es dado a los ídolos;
déjalo"(Oseas 4:17).* No llore Cristo por vosotros como lloró
por Jerusalén, diciendo: "¡Cuántas veces quise juntar tus
hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí,
os es dejada vuestra casa desierta"(Lucas 13: 34,35).*
Estamos viviendo en
un tiempo cuando el último mensaje de misericordia, la última invitación, está
sonando para los hijos de los hombres.
La orden: "Ve
por los caminos y por los vallados", está alcanzando su cumplimiento
final. La invitación de Cristo será dada a cada alma. Los mensajeros están
diciendo: "Venid, que ya está todo aparejado".
Los ángeles del cielo están cooperando aún con los
agentes humanos.
El Espíritu Santo está presentando todo incentivo posible
para constreñiros a venir. Cristo está velando
para ver alguna señal que presagie que serán quitados los cerrojos y que la
puerta de vuestro corazón será abierta para que entre.
Los ángeles están aguardando para llevar al cielo las nuevas de que otro
perdido pecador ha sido hallado.
Las
huestes del cielo están aguardando, listas para tocar sus arpas, y
entonar un canto de regocijo porque otra alma ha aceptado la invitación al
banquete evangélico. Amen (Palabras de Vida del Gran Maestro 173-189) EGW
Vers. 13, 16, 20. CMC 122, 118,131.
A CADA HOMBRE
SEGÚN SUS APTITUDES. 117-136
https://elaguila3008.blogspot.com/2018/10/consejos-sobre-mayordomia-cristiana-egw.html
Ministerio Hno. Pio