viernes, julio 02, 2021

REFLEXIÓN 747. CONCLUYE EL MINISTERIO EN JERUSALÉN, PASCUA, AÑO 31 DC/ Enfrentamiento Con Los Escribas Y Fariseos: La Ofrenda de la Viuda (LUCAS 21:1-4).

Lucas 21:1-4. Cristo alaba a la viuda pobre.

1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. (Lucas 21).

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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1. Levantando los ojos. [La ofrenda de la viuda, Luc. 21:1-4 = Mar. 12:41-44. Comentario principal: Marcos.]

COMENTARIOS DE EGW

CRISTO NO ESCATIMÓ LA CONDENACIÓN DE LOS ABUSOSpero se esmeró en no reducir las obligaciones. Reprendió el egoísmo que extorsionaba y aplicaba mal los donativos de la viuda.

AL MISMO TIEMPO, ALABÓ A LA VIUDA QUE HABÍA TRAÍDO SU OFRENDA A LA TESORERÍA DE DIOSEl Abuso Que Hacía El Hombre Del Donativo No Podía Desviar La Bendición Que Dios Concedía A La DadoraJesús estaba en el atrio donde se hallaban los cofres del tesoro, y miraba a los que venían para depositar sus donativos. Muchos de los ricos traían sumas elevadas, que presentaban con gran ostentación. Jesús los miraba tristemente, pero sin hacer comentario acerca de sus ingentes ofrendas.

LUEGO SU ROSTRO SE ILUMINÓ AL VER A UNA POBRE VIUDA ACERCARSE CON VACILACIÓN, como temerosa de ser observada. Mientras Los Ricos Y Altaneros Pasaban Para Depositar Sus Ofrendas, ella vacilaba como si no se atreviese a ir más adelante. Y sin embargo, anhelaba hacer algo, por poco que fuese, en favor de la causa que amaba. Miraba el donativo que tenía en la mano. Era muy pequeño en comparación con los que traían aquellos que la rodeaban, pero era todo lo que tenía. Aprovechando su oportunidad, echó apresuradamente sus dos blancas y se dio vuelta para irse. Pero al hacerlo, notó que la mirada de Jesús se fijaba con fervor en ella. 

El Salvador llamó a sí a sus discípulos, y les pidió que notasen la pobreza de la viuda. Entonces sus palabras de elogio cayeron en los oídos de ella: "De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos." 

Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado. Muchos le habrían aconsejado que guardase su pitanza para 567 su propio uso. Puesto en las manos de los bien alimentados sacerdotes, se perdería de vista entre los muchos y costosos donativos traídos a la tesorería.

PERO JESÚS COMPRENDÍA EL MOTIVO DE ELLA. Ella creía que el servicio del templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y su gozo en la eternidad. Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción.

JESÚS DIJO ACERCA DE LA POBRE VIUDA: "ECHÓ MÁS QUE TODOS." Los ricos habían dado de su abundancia, muchos de ellos para ser vistos y honrados de los hombres. Sus grandes donativos no los habían privado de ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían requerido sacrificio alguno y no podían compararse en valor con las blancas de la viuda.

Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso.

LA POBRE VIUDA DIO LO QUE NECESITABA PARA VIVIR AL DAR LO POCO QUE DIO. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador. Entre los pobres hay muchos que desean demostrar su gratitud a Dios por su gracia y verdad. Anhelan participar con sus hermanos más prósperos en el sostenimiento de su servicio. Estas almas no deben ser repelidas. Permítaseles poner sus blancas en el banco del cielo. Si las dan con corazón lleno de amor por Dios, estas aparentes bagatelas llegan a ser donativos consagrados, ofrendas inestimables que Dios aprecia y bendice.

CUANDO JESÚS DIJO ACERCA DE LA VIUDA: "ECHÓ MÁS QUE TODOS" 568 sus palabras expresaron la verdad no sólo en cuanto al motivo, sino acerca de los resultados de su don. Las "dos blancas, que son un maravedí," han traído a la tesorería de Dios una cantidad de dinero mucho mayor que las contribuciones de aquellos judíos ricos. 

La influencia de ese pequeño donativo ha sido como un arroyo, pequeño en su principio, pero que se ensancha y se profundiza a medida que va fluyendo en el transcurso de los siglos. Ha contribuido de mil maneras al alivio de los pobres y a la difusión del Evangelio. 

El ejemplo de abnegación de esa mujer ha obrado y vuelto a obrar en miles de corazones en todo país, en toda época. Ha impresionado tanto a ricos como a pobres, y sus ofrendas han aumentado el valor de su donativo.

LA BENDICIÓN DE DIOS SOBRE LAS BLANCAS DE LA VIUDA HA HECHO DE ELLAS UNA FUENTE DE GRANDES RESULTADOS. Así también sucede con cada don entregado y todo acto realizado con un sincero deseo de glorificar a Dios. Está vinculado con los propósitos de la Omnipotencia. Nadie puede medir sus resultados para el bien.

EL SALVADOR CONTINUÓ DENUNCIANDO A LOS ESCRIBAS Y FARISEOS: "¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Cualquiera que jurare por el templo es nada; mas cualquiera que jurare por el oro del templo, deudor es. ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; más cualquiera que jurare por el presente que está sobre él, deudor es. ¡Necios y ciegos! porque, ¿cuál es mayor, el presente, o el altar que santifica al presente?"

LOS SACERDOTES INTERPRETABAN LOS REQUERIMIENTOS DE DIOS SEGÚN SU PROPIA NORMA FALSA Y ESTRECHA. Presumían de hacer delicadas distinciones en cuanto a la culpa comparativa de diversos pecados, pasando ligeramente sobre algunos, y tratando a otros, que eran tal vez de menor consecuencia, como imperdonables. Por cierta consideración pecuniaria, dispensaban a las personas de sus votos. Y por grandes sumas de dinero, pasaban a veces por alto crímenes graves. Al mismo tiempo, estos sacerdotes y gobernantes pronunciaban en otros casos severos juicios por ofensas triviales.

 "¡AY DE VOSOTROS, ESCRIBAS Y FARISEOS, HIPÓCRITAS porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia 569 y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro."!

EN ESTAS PALABRAS Cristo Vuelve A Condenar El Abuso De La Obligación Sagrada. No descarta la obligación misma.

EL SISTEMA DEL DIEZMO ERA ORDENADO POR DIOS y había sido observado desde los tiempos más remotos. Abrahán, padre de los fieles, pagó diezmo de todo lo que poseía. Los gobernantes judíos reconocían la obligación de pagar diezmo, y eso estaba bien; pero no dejaban a la gente libre para ejecutar sus propias convicciones del deber. Habían trazado reglas arbitrarias para cada caso. Los requerimientos habían llegado a ser tan complicados que era imposible cumplirlos. Nadie sabía cuándo sus obligaciones estaban satisfechas. Como Dios lo dio, el sistema era justo y razonable, pero los sacerdotes y rabinos habían hecho de él una carga pesada. Todo lo que Dios ordena tiene importancia. Cristo reconoció que el pago del diezmo es un deber; pero demostró que no podía disculpar la negligencia de otros deberes. Los fariseos eran muy exactos en diezmar las hierbas del jardín como la menta, el anís y el comino; esto les costaba poco, y les daba reputación de meticulosos y santos. Al mismo tiempo, sus restricciones inútiles oprimían a la gente y destruían el respeto por el sistema sagrado ideado por Dios mismo. Ocupaban la mente de los hombres con distinciones triviales y apartaban su atención de las verdades esenciales. Los asuntos más graves de la ley: la justicia, la misericordia y la verdad, eran descuidados. "Esto --dijo Cristo,-- era menester hacer, y no dejar lo otro." DTG 566-569

Ministerio Hno. Pio 


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