martes, julio 27, 2021

REFLEXIÓN 783. MINISTERIO EN JERUSALÉN: En Espera Del Poder Del Espíritu (HECHOS 1:12-26).

Hechos 1:12-26. En Espera Del Poder Del Espíritu: Vers. (12-13) Los discípulos regresan a Jerusalén (14-26) y, dedicándose a la oración, escogen a Matías como sucesor de Judas.

12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.* 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.

14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 

15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos:  Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; Y 'Tome otro su oficio'.

21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. (Hechos 1).

12. Volvieron. Los discípulos se alejaron de la cruz profundamente tristes y completamente frustrados. Después de cada aparición del Maestro resucitado, quedaban perplejos aunque esperanzados. Sin embargo, ahora, después de haber visto que su Señor ascendía al cielo, volvieron con gozo y con la firme seguridad de que volvería. A Jerusalén. Obedeciendo la orden del vers. 4.

Del Olivar. El lugar de la ascensión. El monte de los Olivos está al este de Jerusalén, aproximadamente a mitad de camino a Betania (ver com. Mat. 21:1). Betania queda a unos 15 estadios (Gr. stádion, t. V, p. 52), o sea a unos 3 km de Jerusalén (1 Juan 11:18). Lucas explica que después de la última reunión con los discípulos en Jerusalén, Jesús "los sacó fuera hasta Betania" (Luc. 24:50); lo hizo posiblemente porque quería estar otra vez en un lugar que le era familiar y que tanto amaba. Desde allí, recorriendo un corto camino sobre "el monte que se llama del Olivar", llegarían de regreso Jerusalén.

Camino de un día de reposo. Esta frase sólo aparece aquí en la Biblia; indica la distancia que había entre Jerusalén y el monte de los Olivos (ver com. Exo. 16:29; t. V, p.52). Josefo registra que la distancia era de 5 ó 6 estadios (Antigüedades xx. 8.6; Guerra v. 2.3), o sea poco más de un kilómetro. La Mishnah concuerda con estas cifras, porque dice que el "límite sabático" era de 2.000 codos: "Si un hombre salía [más allá del límite sabático] para hacer algo permitido [dar testimonio de la luna nueva o salvar una vida] y entonces se le decía que esa acción ya se había realizado, tiene el derecho de moverse dentro de dos mil codos en cualquier dirección; si estaba dentro del límite sabático es como si no hubiera salido, porque cualquiera que sale para librar [a uno que está en peligro] puede volver a su lugar [de donde partió]" (Erubin 4.3). Había maneras para superar los inconvenientes causados por ese límite: "Si un hombre estaba de viaje [a su casa] y lo sorprendía la noche, y reconocía un árbol o un cerco y decía, 'sea mi lugar de descanso sabático debajo de él, no ha dicho nada; pero si dijera: 'sea mi lugar de descanso sabático en su raíz, puede caminar desde donde está hasta su raíz [hasta la distancia de] dos mil codos y desde su raíz a su casa [hasta la distancia de] dos mil codos. De este modo puede viajar cuatro mil codos después de que haya oscurecido. Si no reconoce [ningún árbol o cerco]... y dice: 'Sea mi lugar de descanso sabático donde estoy parado', su posición le da el derecho a caminar hasta dos mil codos en cualquier dirección como [si estuviera] en un círculo... Pero los sabios dicen: como [si estuviera] en un cuadrado, como una tablilla cuadrada, para que aproveche el beneficio de las esquinas" (Mishnah, Erubin 4.7-8).

"Los sabios no han ordenado la regla del límite sabático para añadir restricciones, sino para que sean menos rigurosas" (Erubin 5.5). Se dice que el origen del límite de los dos mil codos puede hallarse en la tradición de que la distancia desde la tienda más apartada del campamento de Israel, en el desierto, hasta la tienda de la reunión o tabernáculo (Núm. 35:5), era la mayor distancia que podía caminar un hebreo sin que se dijera que había salido de su lugar en el séptimo día (Exo. 16:29). Pero con más probabilidad, era la distancia que Josué especificó que debía haber entre el pueblo y los levitas que llevaban el arca durante el cruce del Jordán (Jos. 3:4).

Crisóstomo (Homilía III, Hechos 1:12) suponía que la ascensión tuvo que haber ocurrido en sábado, porque de otro modo no tendría razón la mención del "camino de un día de reposo".  Sin embargo, esta conclusión no es necesaria. Es probable que la ascensión ocurriera un jueves (ver Nota Adicional de Mat. 28).

13. Aposento alto. Este aposento alto no estaba en el templo (Luc. 24:53), donde los discípulos aún rendían culto a Dios (cf. Hech. 3:1), sino en el piso alto de una casa particular, en un lugar privado (ver com. Mat. 26:18; Mar. 14:15; Luc. 24:33; Juan 20:19). 

Pedro. Con referencia a la lista de los apóstoles, ver com. Mat. 10:2-5; Mar. 3:13-19.

14. Perseveraban unánimes. Es notable el contraste con el espíritu de rivalidad manifestado durante la última cena (Luc. 22:24). ¡Cuán diferente por su calma y solemne gozo fue este período de espera! Aquí comenzó el espíritu de unanimidad que dio resultados tan maravillosos pocos días más tarde (Hech. 2:1,41).

En oración. Gr. t' proseuj', "en la oración". Estas palabras pueden interpretarse por lo menos en dos formas: (1) "en oración", o (2) "en el lugar de oración", sentido que tienen las mismas palabras en otro pasaje (cap. 16:16). Algunos comentadores sugieren que los discípulos no permanecieron siempre en el aposento alto, sino que iban de vez en cuando al templo, y que tales visitas están incluidas en el significado de Luc. 24:53: "y estaban siempre en el templo".

Y ruego. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras. Sin embargo, permanece el hecho de la unanimidad en la oración de los discípulos. Durante los días antes de Pentecostés, los 120 (vers. 15) reverentemente suplicaron que se cumpliera la promesa de que vendría el Espíritu, el Consolador (Juan 14:16), con poder (Hech. 1:8) "dentro de no muchos días" (vers. 5; cf. HAp 29-30). Este texto contiene una excelente fórmula para la oración eficaz: (1) el pedido: oraron; (2) la perseverancia: continuaron orando; (3) la unanimidad: oraron con un mismo espíritu. Ver com. Mat. 18:19-20; Luc. 18:1-8.

Con las mujeres. Literalmente "con mujeres", lo cual podría referirse a las esposas de los hombres allí reunidos. Esta interpretación se apoya en el hecho de que "María, la madre de Jesús", que no era la esposa de ninguno de los presentes, se menciona en otro lugar. Sin embargo, la interpretación más común es que estas mujeres eran las que servían a Jesús, entre las cuales estaban María Magdalena, Juana, Susana, y "muchas otras" (ver Nota Adicional de Luc. 7; com. Luc. 8:23).

María. Esta referencia a la madre de Jesús es muy significativa. Su relación especial con el Señor que acababa de ascender justifica que se la mencione en forma especial; pero no se le asigna ninguna preeminencia indebida.

En esta ocasión -la última vez que se menciona en las Escrituras- María es una de las personas que se ha unido para perseverar "unánimes en oración y ruego". Las leyendas que se refieren a su vida posterior y a su posición después de muerta, no tienen base ni bíblica ni histórica.

Sus Hermanos. Jacobo, José, Simón y Judas (Mat. 13:55; ver com. Mat. 12:46; Mar. 6:3). Ellos se habían distanciado de Jesús (Juan 7:5; DTG 413-415), y no se los menciona entre los que se reunieron junto a la cruz (Juan 19:25-27). 

Pero las escenas finales de la vida terrenal de Jesús los habían convertido, y ahora formaban parte de sus discípulos. De Simón y de José no se sabe más nada; pero Jacobo probablemente llegó a ser dirigente en la iglesia (ver com. Hech. 12:17; cf. Hech. 15:13; 1 Cor. 15:7; Gál. 1:19; t. V, p. 73); y muchos piensan que fue el autor de la Epístola de Santiago (ver Introducción a la Epístola de Santiago, t. Vll). Judas quizá fue el autor de la breve epístola que lleva su nombre (ver com. Mar. 6:3; Introducción a la Epístola de Judas, t. VII).

15. En aquellos días. Entre la ascensión y Pentecostés. La ascensión ocurrió 40 días después de la resurrección (vers. 3). 

Por lo tanto, quedaban diez días hasta Pentecostés, el día quincuagésimo, el día de la fiesta de las semanas (ver com. Lev. 23:16; Hech. 2: 1). Cf. t. V, p. 223.

Pedro. Con referencia a su llamamiento, posición y carácter, ver com. Mar. 3:14-16. Las lecciones que había recibido de Jesús (Luc. 22:32; Juan 21:15-17; DTG 752-754) ahora daban buen fruto. Sus dones naturales habían sido santificados por la conversión, y surge ahora como un dirigente de la iglesia. Pero en su liderazgo no hay nada dictatorial. Estimula a sus hermanos a la acción concertada, y las decisiones subsiguientes proceden de todo el grupo y no de un hombre. Desempeña un papel prominente en los asuntos de la iglesia primitiva. Su sermón en el día de Pentecostés es el único que se registra (Hech. 2:14-40); otros sermones suyos también reciben mención específica (cap. 3:12-26; 4:8-12; 10:34-43). El, junto con Juan, hace el primer milagro de curación que se registra en Hechos (cap. 3:1-11); su don de hacer milagros se menciona en forma especial (cap. 5:15; 9:32-41), y cumple el papel principal en la reprensión de Ananías y de Safira (cap. 5:3-11). No hay duda de que desempeñó una posición destacada en la iglesia primitiva; pero desaparece del relato de Lucas después del cap. 15:7, y a partir de entonces éste concentra la atención en Pablo. Con referencia a la supuesta supremacía de Pedro, ver com. Mat. 14:28; 16:16-19.

Los hermanos. Estos hermanos no son únicamente los hermanos de Cristo (Hech. 1:14), pues había como 120 personas presentes.  Es evidente que fue una reunión formal, convocada para elegir al duodécimo apóstol en reemplazo de Judas Iscariote.

Ciento veinte. La palabra "como" indica que se trataba de un número aproximado; sin embargo, el grupo era suficientemente grande para constituir un cimiento firme de la joven iglesia en Jerusalén. 

El número no incluye a todos los que habían creído, porque "más de quinientos hermanos" habían visto a Jesús después de su resurrección (1 Cor. 15:6).

16. Varones hermanos. Algunos han sugerido que Pedro se dirigió específicamente a los hombres reunidos, y que sólo ellos participaron en la elección del duodécimo apóstol.

Era necesario que se cumpliese. No se trata de que los acontecimientos fueron dispuestos para que coincidieran con las Escrituras, sino que las Escrituras, inspiradas por el Espíritu Santo, predijeron los acontecimientos. Mateo emplea muchas veces citas del AT de la misma manera (ver com. Mat. 1:22).

La Escritura. La Escritura que se cita en el vers. 20. Nótese cómo, desde su mismo comienzo, la iglesia apostólica basó su autoridad en el AT.

Espíritu Santo. Pedro revela ahora la convicción de los discípulos en cuanto a la inspiración de los salmos de David. Creían que David había hablado (o escrito) como portavoz del Espíritu. Esta enseñanza concuerda con 2 Tim. 3:16 y 2 Ped. 1:21.

Judas. Nótese la manera en que el apóstol aplica la Escritura. El ve el cumplimiento del suceso de acuerdo con la predicción de la Escritura, y lo aplica categóricamente a una persona: a Judas, aunque David no menciona el nombre del traidor.

Que fue guía. O "que llegó a ser guía" (ver com. Mat. 26:3,14,47). ¡Qué cambio tan terrible! El que había sido ordenado para guiar a los hombres a Cristo a fin de que fueran salvos, prefirió guiar a los hombres a Cristo para que el Salvador fuera destruido. Sin embargo, nótese la delicadeza con la cual se describe a Judas. A pesar del horror que Pedro y los otros apóstoles deben haber sentido, no hay recriminaciones. Deja el juicio de Judas en las manos de Dios.

17. Era contado con nosotros. Había sido del grupo apostólico (Mat. 10:4; Mar. 3:19; Luc. 6:16). No hay registro alguno de que fuera llamado como discípulo; se ofreció para ser uno de los doce (DTG 260-261).

Tenía. Mejor "obtuvo un puesto" (BJ). Se destaca el hecho de que Cristo lo aceptó como discípulo. Parte. Gr. kl'ros, "suerte", "porción", "parte". De esta palabra deriva "clero". 

Este ministerio. Gr diakonía, "servicio", "ministerio", y más tarde "diaconado". 

Quienes trabajaron en la iglesia primitiva sintieron profundamente la responsabilidad del ministerio (diakonía) del Evangelio (Hech. 12:25; 20:24; 1 Cor. 16:15; Col. 4:17; 2Tim. 4:5).

18. Adquirió. Es posible que los vers. 18 y 19 sean la explicación de Lucas intercalada en el discurso de Pedro. Difícilmente habría necesitado Pedro dar a los 120, detalles acerca de la muerte de Judas. No es necesario deducir de este relato que Lucas creía que Judas había comprado el "campo de sangre" antes de morir. Con el dinero mal habido de Judas se compró el campo, y su sepultura allí fue la recompensa de su iniquidad. El registro de Mateo es explícito: Cuando Judas vio que Jesús había sido condenado a ser crucificado y no hacía ningún esfuerzo por salvarse, sintió remordimiento por su traición. Devolvió las treinta piezas de plata a los sacerdotes con quienes había hecho su infame trato, y luego se ahorcó. Con ese dinero los principales sacerdotes compraron el campo del alfarero -donde se tiraban los desechos de las alfarerías-, y allí enterraron a Judas. Por causa de esto, o debido a que el dinero era el precio de "sangre inocente", el lugar fue llamado "campo de sangre" (ver com. Mat. 27:3-10; DTG 669-670). La diferencia entre los relatos de Mateo y de Lucas es asunto de retórica, no de hechos. Todo lo que recibió Judas como recompensa fue una vergonzosa sepultura en un campo baldío.

Cayendo de cabeza. Se ha sugerido que las palabras que así se traducen podrían haber significado "hinchado"; pero la evidencia es insuficiente para apoyar tal traducción. Judas, que quizá fue el discípulo que tuvo más ambición personal, había procurado alcanzar altos niveles de poder mundanal identificándose con el reino que creía que Jesús establecería sobre la tierra. Su horrible muerte parece señalar en forma notable los trágicos resultados de una ambición tal. En vez de alcanzar las alturas a las cuales traicioneramente ambicionaba, "cayendo de cabeza", pereció.

19. Fue notorio a todos. A medida que se divulgó el relato de la traición de Judas y su suicidio, probablemente influyó en la gente de Jerusalén en favor de Cristo, porque comprendió que él había sido la víctima de las intrigas sacerdotales y de la traición de un discípulo. Además, las escenas de la crucifixión habían sido vistas por las multitudes (Luc. 23:27,35; Juan 19:19-20; DTG 690, 720-723). Los que resucitaron después del gran terremoto, se aparecieron a muchos (Mat. 27:52-53; DTG 730). Los acontecimientos que rodearon el sacrificio de Cristo en favor de los pecadores no ocurrieron en secreto; no se ocultaron en un rincón (Hech. 26:26).

Se llama. Algunos han sugerido que la forma verbal traducida "se llama", proporciona una evidencia natural de que Lucas escribió el libro de Hechos antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., pues luego de esto los nombres de los lugares, salvo los más significativos, se perdieron en gran medida.

Su propia lengua. Mejor "su propio dialecto [dialéktos]". Esto sugiere que el arameo no era la lengua de Lucas y que no era judío.

Acéldama. Una transliteración a través del griego de las palabras armaras jaqel dema, "campo de sangre". La tradición asocia el lugar con Hakk ed-Dumm, en la orilla sur del valle de Hinom, al sur de Jerusalén (ver com. Mat. 5:22). En el campo comprado con las treinta piezas de plata se sepultaba a los extranjeros que no tuvieran parientes o amigos que los enterraran (Mat. 27:6-10; cf. Zac. 11:12-13).

20. Está escrito. Debe notarse y mantenerse la relación con el vers. 17. Después de la explicación de los vers. 18-19, Pedro cita Sal. 69:25 (de la LXX, con ligeras modificaciones) y Sal. 109:8 (también de la LXX). El Sal. 69 incluye imprecaciones sobre los enemigos de David, pero también declaraciones proféticas que se refieren al Mesías, como puede verse en los vers. 7-21. El vers. 25 es mayormente una maldición sobre los enemigos de David, y por extensión sobre los del Mesías; por lo tanto, puede aplicarse a judas. El Sal. 109 también es imprecatorio, con palabras aún más ásperas que el otro; y el vers. 8 es un ruego para que el enemigo aludido, al cual se maldice, tenga una vida corta y sea quitado de su cargo (ver com. Sal. 69; 109). Judas y sus terribles acciones concuerdan con lo que se describe en estos salmos, y su merecida suerte corresponde con la de los enemigos que se describen en estos pasajes. Este es un tipo de exégesis empleado con frecuencia en el NT para interpretar y aplicar el AT (cf. 1 Ped. 1:10-11; cf. com. Deut. 18:15). Pedro ha tomado la cita y la ha aplicado al campo que judas compró (ver com. vers. 18), previendo que no sería habitado.

Tome otro su oficio. El apóstol emplea Sal. 109:8 como autoridad para la elección de otro que ocupara el lugar dejado vacante por judas.

21. Es necesario. Gr. dei, "es necesario" (cf. vers. 16). Parece que Pedro pensaba que se debía mantener el número original de discípulos. Sin duda, los apóstoles tenían el concepto de que el número 12 representaba plenitud, siguiendo el ejemplo de las 12 tribus de Israel. En verdad, se les había prometido 12 tronos desde los cuales gobernarían a las tribus (Mat. 19:28), promesa que recuerda las 12 estrellas en la corona de la iglesia (Apoc. 12:1), y los 12 cimientos de los muros de la nueva Jerusalén, donde están inscritos los nombres de los 12 apóstoles (Apoc. 21:14). Jesús había ordenado un grupo de 12 de los cuales se había perdido uno. Pedro pensó que era necesario tener el número completo para dar testimonio concerniente a todos los aspectos de la vida y de las obras del Señor. Delante de los apóstoles había una gran tarea, y se necesitaba el número completo de testigos para llevarla a cabo. El número de los 12 fue discontinuado cuando Jacobo murió como mártir alrededor del año 44 dC. (cap. 12:2); pero no hay registro alguno de que se hubiera nombrado a otro para reemplazarlo.

Estos hombres. Parece que entre los creyentes había más de un individuo que tenía las cualidades imprescindibles para ser el sucesor de Judas, pero sólo uno fue escogido.

Han estado juntos con nosotros. Pedro describe aquí las cualidades que se deseaba que tuviera el candidato. Debía haber estado con los discípulos durante el ministerio terrenal del Señor, desde los días de Juan el Bautista hasta el día de la ascensión de Cristo.

Entraba y salía. Hebraísmo para referirse a las actividades diarias, como las que Jesús había compartido con sus discípulos.

22. Comenzando. Compárese con el "principio" de Mar. 1:1.

Bautismo de Juan. Podría referirse a los días cuando Juan bautizaba y predicaba, o al día específico cuando bautizó a Jesús.

Uno sea hecho testigo. O "sea constituido testigo". Con referencia al testimonio que debería dar, ver com. vers. 8. Se destaca el testimonio del hecho histórico de la resurrección (ver com. Luc. 24:48).

23. Señalaron. Es probable que quienes hicieron este señalamiento fueran los 120, aunque el contexto inmediato de los vers. 21-22 posiblemente podría sugerir que sólo fueron los once apóstoles.

Señalaron a dos. Gr. ést'san dúo, lo cual podría traducirse como "pusieron a dos delante" o "se pusieron de pie dos". En el primer sentido, se entendería que José y Matías fueron propuestos por los discípulos como candidatos para los cuales podía echarse suerte. Si se entiende en la segunda forma, indicaría que cuando Pedro hubo presentado cuáles eran las cualidades necesarias para que un hombre ocupara el puesto de Judas, preguntó si había entre los presentes alguien con esas cualidades, y José y Matías se pusieron de pie.

José. Nombre común judío (ver com.  Gén. 30:24).

Barsabás. Gr. barsabbás, transliteración del arameo, quizá de bar shabba, sea, "hijo del sábado", es decir, uno nacido en sábado; o de bar Ñeba' o bar sa'b<, ambos de significado dudoso. Algunos han tratado de identificar a este Barsabás con Bernabé, el levita de Chipre que fue compañero de Pablo (cap. 4:36; 9:27; 11:22,24), pero no hay base bíblica para hacerlo. Es posible que fuera el hermano de Judas Barsabás mencionado en otro pasaje (cap. 15:22).

Justo. Un apellido latino. En los tiempos de los romanos muchos judíos adoptaron tales apellidos.

Matías. Quizá una forma abreviada de Matatías, que deriva del Heb. Mattithyah, "don de Jehová". Fuera del vers. 26 no se lo menciona más en el NT, ni tampoco hay ninguna tradición fidedigna en cuanto a su vida posterior. Eusebio (Historia eclesiástica i. 12.3; iii. 25.6) lo incluye entre los setenta, y menciona el evangelio apócrifo que se le atribuía. Se dice que murió como mártir en Etiopía o en Judea (p. 38).

24. Orando. ¡Qué oración debe de haber sido esa, la cual brotaba pura de una fe sencilla y perseverante! La joven iglesia recurría espontáneamente a la oración en cada momento de dificultad. No lo hacían sólo por hábito, aunque el hábito era bueno; ni tampoco como un ritual, porque aún no habían organizado la liturgia de la iglesia, sino porque a los apóstoles les parecía que era tan natural hablar por medio de la oración con su Señor celestial como lo habían hecho cara a cara con Jesús en la tierra. Así debería haber ocurrido siempre en las vicisitudes de la iglesia, y así también debería ocurrir hoy.

Señor. Puesto que Jesús había instruido a sus discípulos que debían dirigir sus pedidos al Padre en su nombre, es decir, el de Jesús, debe suponerse que aquí el nombre Señor se refiere al Padre.

Conoces los corazones. Cf. 1 Sam. 16:7; Sal. 139:1-4; Juan 2:25.

Muestra. Los 120 habían recurrido a su mejor criterio al proponer los nombres de Barsabás y de Matías. Ahora pidieron al Señor que hiciera la decisión final.

25. Parte. La evidencia textual (cf. p. 10) favorece el texto "el lugar".

Este ministerio y apostolado. Los apóstoles estaban plenamente conscientes de la dignidad espiritual de su llamamiento (ver com. vers. 17).

Cayó... por transgresión. Mejor "que judas desertó" (BJ) o "se apartó", o "se desvió", como rezan otras versiones.

Su propio lugar. "Adonde le correspondía" (BJ). Se le pedía al Señor que escogiera a uno para reemplazar al que había preferido la apostasía y había hallado "su propio lugar" en el desastre y la muerte. Tal lugar pertenecía a judas por su propia elección. Los acontecimientos habían probado lo que el Señor ya había previsto (Juan 6:70-71; 13:2,21,26): que a judas no le correspondía un lugar entre los doce.

26. Les echaron suertes. Podría entenderse de dos formas: (1) que el grupo echó suertes por los dos, o (2) que los candidatos mismos echaron suertes. No importa cuál fuera el método empleado, fue elegido Matías. 

Los judíos del AT conocían bien el método de echar suertes como algo habitual para tomar decisiones: (1) para escoger los machos cabríos en las muy significativas ceremonias del día de la expiación (Lev. 16:5-10); (2) para distribuir la tierra de Canaán entre las tribus (Núm. 26:55; Jos. 18:10), y al volver del exilio (Neh. 10:34; 11:1); (3) para determinar casos de crímenes en los cuales había duda (Jos. 7:14, 18; 1 Sam. 14:41-42); (4) para elegir los combatientes para una batalla (juec. 20:8-10); (5) para designar a uno que debía ocupar un puesto de jerarquía (1 Sam. 10:19-21); y (6) para designar las ciudades de los sacerdotes y levitas (1 Crón. 6:54-65).

 En 1 Cron. 24 a 26 se ve cómo se aplicaba este método. Se entendía que el Señor era el que decidía cuando se echaba suerte (Prov. 16:33). Los soldados echaron suertes en el Calvario para quedarse con el manto sin costura del Señor (Mat. 27:35; ver com.  Juan 19:23-24). Pero la elección de Matías, echando suertes, es el único caso del empleo de este método entre los cristianos del NT. Con referencia a los peligros que implica el de pender de tales métodos hoy, ver com. Jos. 7:14; Prov. 16:33. 

Hasta donde lo indica el registro, se aceptó sin discusión la propuesta de Pedro de que se usara el método de echar suertes.  Parece que después de Pentecostés, la dirección directa del Espíritu Santo hizo que el echar suertes estuviera de más (Hech. 5:3; 11:15-18; 13:2; 16: 6-9). En la iglesia posterior a los apóstoles hay un caso en donde se usó el echar suertes para elegir a un obispo en el tercer canon del Concilio de Barcelona, España, en el año 599 d.C.

Fue contado. Del Gr. sugkataps'fízomai, de sun, "con", katá, "abajo", y ps'fos, "piedrecita". Se refiere al antiguo método de elegir a una persona echando una piedrecita en una urna. Puede traducirse "fue designado", "fue elegido por votación".

Con los once. A los ojos del mundo Matías había ocupado una posición muy modesta: ser uno de los dirigentes de un insignificante grupo de humildes personas que pronto serían perseguidas. Pero para los creyentes, la posición a la cual Matías había sido comisionado representaba inconmensurables posibilidades para el futuro. No hay razón para negarle a Matías su dignidad como sucesor de Judas en el cuerpo apostólico. Si alguien afirma que no se dice nada en la Biblia en cuanto a la obra posterior de Matías, recuérdese que tampoco se menciona nada de la obra posterior de Andrés, Felipe (el Felipe del cap. 8 era el diácono), Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo el menor, Simón Zelote, y Judas Lebeo Tadeo.

No se registra que los discípulos hubieran impuesto las manos a Matías (cf. cap. 6:6; 13:3).  Evidentemente la iglesia creía que el Espíritu Santo había demostrado su aprobación en la elección mediante suertes. En esta elección de Matías tenemos importantes y antiguas evidencias de organización eclesiástica: (1) una reunión oficial de creyentes, (2) el tratar un importante asunto eclesiástico, (3) la decisión y su ejecución. La iglesia estaba organizada y ahora aguardaba el poder divino.

Algunos hacen de Pablo el duodécimo apóstol. Sin embargo, aunque Pablo se llamó a sí mismo apóstol vez tras vez (Rom. 1:1; 1 Cor. 1:1; 2 Cor. 1:1, y en otras epístolas), nunca pretendió ser uno de los doce, ni se lo designa de esa manera en ninguna parte. En verdad, reconocía y destacaba que ser de los doce era una distinción (1 Cor. 15:5-8). Decía claramente que no había recibido su conocimiento del Evangelio de los doce (Gál. 1:11-12, 15-19), y siguió un programa diferente al de ellos (Rom. 15:20-21). En PE 199 y HAp 84 se afirma que Pablo ocupó el lugar de Esteban. (6CBA). 

COMENTARIOS DE EGW

14. EC 101. LA OBEDIENCIA a cada palabra de Dios es otra de las condiciones del éxito. Las victorias no se obtienen por ceremonias u ostentación sino por la sencilla obediencia al supremo General: Jehová, Dios de los cielos. El que confía en este Jefe, jamás sabrá lo que es derrota. La derrota proviene de depender de los métodos humanos, de las invenciones humanas, relegando lo divino a un segundo lugar. La obediencia fué la lección que el Capitán de las huestes del Señor trató de enseñar a los vastos ejércitos de Israel; obediencia a cosas en que ellos no podían ver éxito. Cuando se preste obediencia a la voz de nuestro Jefe, Cristo dirigirá sus batallas en forma que ha de sorprender a los mayores poderes de la tierra.

Somos soldados de Cristo y se espera de los que se alisten en su ejército que lleven a efecto trabajo dificultoso, trabajo que exigirá el máximo de sus energías. Debemos comprender que la vida de un [101] soldado es una vida de lucha agresiva, de perseverancia y de aguante. Por Cristo, hemos de soportar pruebas. No estamos empeñados en batallas simuladas. Tenemos que hacer frente a los adversarios más poderosos, por cuanto “no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”. Efesios 6:12. Tenemos que encontrar nuestra fortaleza precisamente donde la hallaron los primeros discípulos: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. “Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes”. Hechos 1:14; 4:31, 32.—Testimonies for [102] the Church 6:137-140.

3JT 193. No comprendemos suficientemente el gran conflicto que pone frente a frente los ejércitos invisibles de los ángeles buenos y de los ángeles desleales. Los ángeles buenos y los malos luchan alrededor de cada hombre. No es un conflicto imaginario; no son batallas simuladas aquellas en que estamos empeñados. Tenemos que hacer frente a los adversarios más poderosos y nos incumbe decidir quiénes vencerán. Debemos hallar nuestra fuerza precisamente donde hallaron la suya los primeros discípulos.  "Perseveraban unánimes en oración y ruego."  "De repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados." "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo." (Hech. 1:14; 2:2, 4).

21-26. 3JT 411-412. En el primer capítulo de los Hechos, se nos dan igualmente instrucciones en cuanto a la elección de los obreros que deben llevar responsabilidades en la iglesia. 

La traición de Judas había dejado una vacante en las filas de los apóstoles, y era necesario elegir un reemplazante. Pedro se expresó de esta manera: "Conviene, pues, que de estos hombres que han estado junto, con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día que fue recibido arriba de entre nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 

Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál escoges de estos dos, para que tome el oficio de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse a su lugar. Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles." (Hech. 1:21-26.)

Estos pasajes nos enseñan que el Señor destina a ciertos 412 hombres para ocupar puestos determinados. Enseñará a su pueblo a usar de circunspección y a elegir juiciosamente a hombres que no traicionarán los cometidos sagrados. Si en los días de Cristo era necesario que los creyentes usasen de prudencia para la elección de los hombres que habían de asumir las responsabilidades, cuánto mayor será en este tiempo nuestra necesidad de obrar con gran discreción.  Debemos presentar a Dios cada caso, y en oración ferviente pedir al Señor que elija por nosotros.

Ministerio Hno. Pio


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