jueves, julio 22, 2021

REFLEXIÓN 776. (VI). MINISTERIO FINAL. PASCUA, 31 D. C/ Oración de intercesión de Jesús (JUAN 17).

Juan 17. Oración de intercesión de Jesús. Vers. (1-5) Cristo ruega a su Padre que lo glorifique, (6-10) que guarde a sus apóstoles (11-16) en la unidad (17-19) y la verdad, (20-26) para que sean glorificados con él en el cielo, y también todos los otros que crean.

1 ESTAS cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.

3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.

7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17 Santificalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos. (Juan 17).

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.

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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1-24

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1. Estas cosas habló Jesús. [La oración de intercesión de Jesús, Juan 17:1-26.] Con esta oración terminan los consejos de despedida que Jesús comenzó en el aposento alto y continuó en el camino al Getsemaní.

Esta oración es la más extensa de las oraciones de Jesús que se registran.

Bengel dice respecto al cap. 17, que de todos los capítulos de las Escrituras es el más fácil en cuanto a las palabras; el más profundo en cuanto a las ideas. Esta oración se divide claramente en tres partes: (1) Oración por Cristo mismo (vers. 1-5); (2) oración por los discípulos (vers. 6-19); (3) oración por todos los creyentes (vers. 20-26).

Levantando los ojos. Ver com. cap. 11:41. Padre. Ver com. cap. 11:41.

Glorifica. Ver com. cap. 13:31; cf. cap. 12:16,23. Jesús sería glorificado al ser levantado en una muerte victoriosa, que era el preludio necesario de su gloriosa resurrección.

2. Potestad. Gr. exousía, "autoridad" (ver com. Mat. 28:18).

Carne. Es decir, seres humanos (cf. Mar. 13:20; Luc. 3:6; etc.).

Vida eterna. Ver com. Juan 1:4; 3:16; 8:51; 10:10; cf. Rom. 6:23.

Los que le diste. Ver com. cap. 6:37.

3. Te conozcan. Un conocimiento experimental y viviente conduce a la vida eterna. No hay salvación en sólo conocer, pero tampoco puede haber salvación sin conocimiento (Rom. 10:13-15). Aquí se define el conocimiento salvador como el que se centra en el "Dios verdadero" -en contraste con los dioses falsos- y en Jesucristo.

Fue muy notable la ausencia del conocimiento de Jesucristo en la religión de los judíos.

En el día final los hombres serán rechazados porque despreciaron el conocimiento esencial (ver com. Ose. 4:6). En cuanto a la importancia del conocimiento en el desarrollo del carácter cristiano, ver com. Juan 17:17; cf. 2 JT 331.

4. Te he glorificado. La segunda parte de la sentencia amplía la primera. Dios fue glorificado cuando fue completada la obra que Jesús vino a hacer para la salvación del hombre.

5. Glorifícame tú. Cf. vers. 1. Jesús pide volver a su antigua gloria. En cuanto a la preexistencia de Cristo, ver com. cap. 1:1,14; cf. cap. 8:58. Pablo describe el cumplimiento de esta oración: "Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre" (Fil. 2:9).

6. Tu nombre. "Nombre" aquí -como en otros casos- significa carácter. En cuanto a Jesús como la revelación personal del carácter de su Padre, ver com. cap. 1:14,18. 

Me diste. Ver com. cap. 6:37. Se hace resaltar la unidad del Padre y del Hijo (ver com. cap. 10:30).

Han guardado tu palabra. Lo que equivale a "han guardado tus mandamientos". Esto no implica una perfecta obediencia, pero hace resaltar el hecho de que, en contraste con la mayoría de los judíos, los discípulos habían echado su suerte con Jesús y habían procurado cumplir con los requisitos del discipulado.

7. Han conocido. Es decir, de acuerdo con el griego, "han llegado a conocer y ahora están enterados". La relación de Cristo con el Padre -el Dios al cual los judíos adoraban- era un punto de énfasis constante en las enseñanzas de Jesús (cap. 8; 10; etc.). Los judíos lo acusaban de blasfemia y lo tildaban de impostor porque afirmaba que Dios era su Padre, pero los discípulos estaban persuadidos del verdadero origen y la verdadera identidad de Jesús.

8. Que me diste. Un énfasis adicional de que Cristo dependía del Padre durante la encarnación (cap. 1:14; 5:19,30). Las recibieron. Ver com. vers. 7.

9. Yo ruego por ellos. Ya habían sido presentados los discípulos (vers. 6-8). Ahora comienza la oración por ellos.

No ruego por el mundo. Es decir, en esa ocasión. En ese momento Jesús se ocupaba de sus discípulos. Jesús no quiere decir que el mundo esté fuera del alcance del cuidado de él o de su Padre. Dios ama al mundo, y gratuitamente ofrece salvación a todos (Juan 3:16; Apoc. 22:17). Después Jesús incluye en su oración a "los que han de creer en mí por la palabra de ellos" (Juan 17:20). 

Los que me diste. Ver com. cap. 6:37.

10. Lo mío es tuyo. La propiedad mutua hace resaltar más la unidad del Padre y del Hijo (ver com. vers. 6). Glorificado. El Padre fue glorificado por la obediencia de Cristo (ver com. vers. 4). Así también el Hijo fue glorificado por la obediencia de los discípulos, pero más por el hecho de que fueran sus mensajeros al mundo.

11. Ya no estoy. El futuro inmediato es considerado como presente. De acuerdo con el cómputo judío, ya había comenzado el día de la crucifixión.

Yo voy a ti. Un presente futurista que se refiere al regreso de Jesús al Padre, no a su acercamiento a Dios en oración.

Padre santo. Este título sólo aparece aquí en el NT. En los vers. 1 y 5 la forma de dirigirse a Dios es "Padre" y en el vers. 25 "Padre justo". Sin duda se emplea esta expresión en vista del pedido que sigue. El tema de los vers. 17-19 es la santificación.  La palabra que aquí se usa en griego para "santificalos" es el verbo hagiázÇ (vers. 17), "hacer santo", y la palabra para "santo" en el título que se le da a Dios es hágios, que con toda corrección se traduce como "santo". La petición para que los discípulos sean santos se eleva al Padre Santo. En cuanto a la santidad de Dios, ver Lev. 11:44; cf. 1Ped. 1:16. El título "Padre Santo" también aparece en una oración eucarística de la Didajé 10:2.

Los que me has dado. La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la variante "lo que", es decir el "nombre". Esta variante implica el pensamiento de que Dios dio su nombre al Hijo. Este concepto debiera entenderse de acuerdo con otros pasajes (1:18; 14:9). Jesús vino a representar el nombre, o carácter de su Padre, y durante el tiempo de su encarnación actuó bajo la autoridad de su Padre.

Guárdalos. Jesús estaba por irse. Por eso confió los discípulos al cuidado de su Padre (cf. vers. 11-12). Ellos quedarían en un mundo malvado y necesitarían de una gracia especial en su lucha contra el pecado. Cada cristiano puede pedir ese poder protector. Dios no permitirá que un hijo suyo sea tentado más allá de lo que pueda soportar (1Cor. 10:13). El cristiano será inexpugnable ante los ataques de Satanás mientras luche con la fortaleza y la luz del cielo. Sin embargo, Dios protege sólo a los que eligen ser protegidos. Cuando los hombres, yendo en contra del consejo divino, se colocan voluntariamente en el terreno del enemigo, no pueden esperar ser preservados por el poder de Dios.

12. Yo los guardaba. Ver com. vers. 11.

Los que me diste. Ver com. cap. 6:37.

Hijo de perdición. Es decir, Judas Iscariote. Esta expresión describe a uno destinado a la perdición o destrucción. Esto se aplica al anticristo en 2 Tes. 2:3. La palabra griega traducida como perdición (apÇleia) se usa con frecuencia en el NT y muchas veces describe la destrucción final de los impíos (ver Mat. 7:13; Rom. 9:22; Fil. 3:19; Heb. 10:39; Apoc. 17:8,11; etc.). Por su propia elección Judas se convirtió en un hombre destinado a la destrucción (ver com. Juan 3:17-20).

Se cumpliese. Sin duda, esta cláusula debiera entenderse como una consecuencia o un resultado, y no como un propósito. En el texto griego puede entenderse de una forma u otra (ver com. Mat. 1:22; Juan 9:3). 

Judas no estaba predestinado a traicionar a Jesús (ver com. Juan 6:71; 13:18). Su acto aborrecible fue fruto de su propia elección. El pasaje aludido probablemente es Sal. 41:9, que se menciona en Juan 13:18.

13. Voy a ti. Una referencia de que Jesús regresaría al Padre, como en el vers. 11 (ver allí el comentario). Gozo cumplido. Ver com. cap. 15:11; cf. cap. 16:24.

14. Les he dado. Cf. vers. 8,17. Los discípulos habían guardado (vers. 6) la palabra que les fue dada. Los aborreció. Ver com. cap. 15:18-21.

No son del mundo. Estaban en el mundo (vers. 11,15), pero no participaban del espíritu del mundo. Fueron enviados al mundo (vers.18) para que pudieran persuadir a otros a que renunciaran al mundo (Mar. 16:15).

15. Quites del mundo. Podría haberse pensado que ése era el medio más eficaz para que fueran preservados del mal del mundo. 

Pero los discípulos tenían una misión para cumplir en el mundo, así como Jesús había venido al mundo a cumplir su obra (vers. 4).

Del mal. "Del Maligno" (BJ). En griego puede entenderse como una referencia al mal como un principio, o al maligno (ver com. Mat. 6:13). Ambos significados encuadran bien con el contexto. La misma palabra aparece en 1 Juan 5:18, donde, debido a una diferencia gramatical, se identifica el adjetivo como masculino, lo que hace que se vea con claridad que se trata del maligno.

16. No son del mundo. Ver com. vers. 14.

17. Santifícalos. Gr. hagiázÇ, "considerar como santo", "apartar para fines sagrados", "consagrar", "hacer santo". Los discípulos debían ser consagrados para su tarea. La santidad es uno de los atributos de Dios (1 Ped. 1:16). Por lo tanto, ser hecho santo es llegar a ser semejante a Dios. El plan de salvación tuvo el propósito de que se cumpliera esta obra (2 Ped. 1:4; Ed 121).

En tu verdad. Hay una definición de la verdad en com. cap. 8:32. La Palabra de Dios es declarada la "verdad". Las Escrituras nos revelan el carácter de Dios y de Jesucristo. Llegamos a ser nuevas criaturas haciendo de las verdades de la Palabra de Dios una parte de la vida.

18. Me enviaste. Ver com. cap. 3:17.

Los he enviado. Los había enviado antes (Luc. 9:1-2), y otra vez los enviaría antes de irse de este mundo (Juan 20:21-22).

19. Me santifico a mí mismo. "Me consagro a mí mismo" (BJ, 1966). Aquí el significado "me consagro a mí mismo" o "me dedico a mí mismo" parece ser la definición más apropiada (ver com. vers. 17). Jesús se dedicó a sí mismo para completar la tarea que había venido a cumplir en este mundo. Ante él estaba la cruz, y en el acto de ofrecerse a sí mismo hizo posible la santificación de todos los creyentes (Heb. 10:10).

20. Sino también. Aquí comienza la oración por todos los creyentes (ver com. vers. 1) hasta el fin del tiempo.

Por la palabra de ellos. Es decir, por medio de su predicación, su enseñanza y sus escritos.

21. Sean uno. Habría diversidad de dones (1 Cor. 12), pero debía haber unidad de espíritu, propósito y creencia. No debiera haber contiendas por la supremacía, como las que hacía poco habían contaminado a los doce (Luc. 22:24-30). La unidad que emanara de la mezcla armoniosa de las vidas de los cristianos impresionaría al mundo con el origen divino de la iglesia cristiana.

22. Gloria. Aquí, probablemente, la gloria del Cristo encarnado. Esa gloria había de relucir en el creyente. Bengel observa: "¡Cuán grande es la majestad de los cristianos!" Cf. Rom. 8:30.

23. En ellos. Se hace resaltar más la unidad íntima entre el creyente y los miembros de la Deidad.

Sean perfectos. Ver com. Mat. 5:48. Sólo puede efectuarse el crecimiento hacia la perfección cuando el creyente permanece en Cristo (Juan 15:1-5).

El mundo conozca. Ver com. vers. 21.

24. Estén conmigo. Es decir, en el cielo. Jesús ora por la culminación del plan de redención en la glorificación de la iglesia de Dios, en el tiempo de su segunda venida. Por mucho tiempo la familia humana ha estado en tierra extranjera (Heb. 11:13-14), alejada de la casa del Padre (Apoc. 14:2-3). "Toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto... esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo" (Rom. 8:22-23). La redención acontecerá cuando el Señor descienda del cielo y reúna a sus hijos de los cuatro "vientos" de la tierra (Mat. 24:31; 1 Tes. 4:16). En ese tiempo, los fieles irán para estar "siempre con el Señor" (1 Tes. 4:17). Jesús oró por la llegada de ese feliz momento. Todo cristiano debería orar para que se cumpla prontamente la promesa (Apoc. 22:20). 

Antes de la fundación. La misma frase aparece en Efe. 1: 4; 1 Ped. 1:20. Ver com. Juan 1:1,14.

25. Padre justo. Comparar con la expresión "Padre santo" (vers. 11). El mundo no había reconocido al Padre a pesar de que Jesús lo reveló.

26. He dado a conocer. Ver com. cap. 1:18. Nombre. Es decir, el carácter. 

Lo daré a conocer. Por medio de nuevas revelaciones del Espíritu (ver com. 14:26; 16:13). 5CBA

COMENTARIOS DE EGW

1-3. Con Palabras Enérgicas Y Llenas De Esperanza, El Salvador Terminó Sus Instrucciones. Luego volcó la cara de su alma en una oración por sus discípulos Elevando los ojos al cielo, dijo: "Padre la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que también 635 tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado."

Cristo había concluido la obra que se le había confiado. Había glorificado a Dios en la tierra. Había manifestado el nombre del Padre. Había reunido a aquellos que habían de continuar su obra entre los hombres. Y dijo: "Yo soy glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo, más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. ¡Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que ellos sean uno, así como nosotros lo somos!"*(San Juan 17:10,11).

ASÍ, CON EL LENGUAJE de quien tenía autoridad divina, Cristo entregó a su electa iglesia en los brazos del Padre.

COMO CONSAGRADO sumo sacerdote, intercedió por los suyos.

COMO FIEL PASTOR, reunió a su rebaño bajo la sombra del Todopoderoso, en el fuerte y seguro refugio.

A ÉL Le Aguardaba La Última Batalla con Satanás, y salió para hacerle frente. DTG/EGW

10-11; 20-23. DTG 635. "NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN" 

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-73-no-se-turbe-vuestro.html

4. DMJ 18. Jesús se vació a sí mismo, y en todo lo que hizo jamás se manifestó el yo.  Todo lo sometió a la voluntad de su Padre. Al acercarse el final de su misión en la tierra, pudo decir: "Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que mediste que hiciese".  Y nos ordena: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo";*Juan 17:4; Mat. 11:29; 16:24. 

Renuncie a todo sentimiento de egoísmo para que éste no tenga más dominio sobre el alma. 
Quien contemple a Cristo en su abnegación y en su humildad de corazón, no podrá menos que decir como Daniel: "Mi fuerza se cambió en desfallecimiento". Dan. 10:8.

El espíritu de independencia y predominio de que nos gloriamos se revela en su verdadera vileza, como marca de nuestra sujeción a Satanás. La naturaleza humana pugna siempre por expresarse; está siempre lista para luchar.  
Más el que aprende de Cristo renuncia al yo, al orgullo, al amor por la supremacía, y hay silencio en su alma. El yo se somete a la voluntad del Espíritu Santo. 

No ansiaremos entonces ocupar el lugar más elevado. No pretenderemos destacarnos ni abrirnos paso por la fuerza, sino que sentiremos que nuestro más alto lugar está a los pies de nuestro Salvador. Miraremos a Jesús, aguardaremos que su mano nos guíe y escucharemos su voz que nos dirige. El apóstol Pablo experimentó esto y dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí". Gal. 2:20.

Cuando recibimos a Cristo como huésped permanente en el alma, la paz de Dios que sobrepuja a todo entendimiento guardará nuestro espíritu y nuestro corazón por medio de Cristo Jesús. La vida terrenal del Salvador, aunque 19 transcurrió en medio de conflictos, era una vida de paz. Aun cuando lo acosaban constantemente enemigos airados, dijo: "El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada". Ninguna tempestad de la ira humana o satánica podía perturbar la calma de esta comunión perfecta con Dios.  

Y él nos dice: "La paz os dejo, mi paz os doy". "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso". Juan 8:29; 14:27; Mat. 11:29. Llevad conmigo el yugo de servicio para gloria de Dios y elevación de la humanidad, y veréis que es fácil el yugo y ligera la carga. Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra paz. Mientras viva el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los insultos y la mortificación; pero cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida esté escondida con Cristo en Dios, no tomaremos a pecho los desdenes y desaires.

4-6. MC 360.

https://elaguila3008c.blogspot.com/2019/12/38-importancia-del-verdadero.html

20-26. "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, más yo te he conocido; y éstos han conocido que tú me enviaste; y yo les he manifestado tu nombre, y manifestarélo aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos." (Juan 17: 20-26.)

El propósito de Dios es que sus hijos se fusionen en la unidad. ¿No es vuestra esperanza vivir juntos en el mismo cielo? ¿Está Cristo dividido contra sí mismo? ¿Dará él éxito a sus hijos antes que hayan apartado de su medio toda discordia y toda crítica, antes que los obreros, en una perfecta unidad de intención, hayan consagrado sus corazones, sus pensamientos y sus fuerzas a una obra tan santa a la vista de Dios? La unión hace la fuerza. La desunión causa debilidad. Trabajando juntos y con armonía para la salvación de los hombres, debemos ser en verdad "coadjutores . . . de Dios." Los que se niegan a trabajar en armonía con los demás deshonran a Dios. El enemigo de las almas se regocija cuando ve a ciertos hermanos contrariándose unos a otros en su trabajo. Los tales necesitan cultivar el amor fraternal y ternura en su corazón. Si pudiesen apartar el velo que cubre el porvenir y percibir las consecuencias de su desunión, ciertamente se arrepentirían.

El mundo mira con satisfacción la desunión de los cristianos.  Los incrédulos se regocijan. Dios desea que se realice un cambio en su pueblo. La unión con Cristo y los unos con los otros constituye nuestra única salvaguardia en estos últimos días. No dejemos a Satanás la posibilidad de señalar con el dedo a los miembros de nuestra iglesia, diciendo: "Mirad cómo éstos, que se hallan bajo el estandarte de Cristo, se aborrecen unos a otros. Nada necesitamos temer de ellos, puesto que gastan más energías luchando unos contra otros que combatiendo a mis fuerzas."

Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos 245 salieron para proclamar al Salvador resucitado, poseídos del único deseo de salvar almas. Se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran afectuosos, atentos, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio en favor de la verdad. En sus relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban el amor que Cristo les había ordenado revelar al mundo. Por sus palabras y sus acciones desinteresadas, se esforzaban por encender este amor en otros corazones.

Los creyentes debían continuar cultivando el amor que llenaba el corazón de los apóstoles después del derramamiento del Espíritu Santo.  

Debían proseguir adelante y obedecer gustosos al nuevo mandamiento: "Como os he amado, que también os améis los unos a los otros." (Juan 13:34). Debían vivir tan unidos con Cristo que se verían capacitados para cumplir sus requerimientos.  Debían ensalzar el poder de un Salvador que podía justificarlos por su justicia. 3JT 244-245.

Ministerio Hno. Pio


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