martes, julio 13, 2021

REFLEXIÓN 764. (V). MINISTERIO, DE PASCUA A PASCUA, 30-31 D. C/ En la fiesta de los tabernáculos 30 d. C: Jesús El Juez Justo Y Luz Del Mundo (JUAN 8).

Juan 8. Vers. (1-11) Cristo perdona a la mujer adúltera. (12-32) Enseña que él es la luz del mundo, y fundamenta su doctrina. (33-58) Responde a los judíos que se jactan de ser hijos de Abrahán, (59) y se aparta de ellos para no ser apedreado 

1 Y JESUS se fue al monte de los Olivos. 2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndole en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices? 6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 

7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.

 15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. 17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. 19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre?  Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. 22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? 23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres?  Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. 27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. 29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. 30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertara, seréis verdaderamente libres. 

37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.

41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.

44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. 48 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? 49 Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. 50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.

51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. 52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? 54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. 55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.

56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. (Juan 8).

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.

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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1-24

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1. Jesús se fue. [La mujer sorprendida en adulterio, Juan 7:53 a 8:11.]

Toda esta sección (cap. 7:53 a 8:11) aparece sólo en uno de los manuscritos unciales antiguos (el códice de Beza del siglo V ó VI), aunque Jerónimo afirma que estaba en una cantidad de manuscritos griegos. La gran mayoría de los antiguos manuscritos latinos no la tienen. El pasaje no se comenta en ninguno de los escritos existentes de los primeros padres de la iglesia. Los primeros comentarios se encuentran en el Occidente después del tiempo de Jerónimo, y no antes del siglo X en el Oriente. Unos pocos manuscritos ubican la narración después de Luc. 21:38. Estas y algunas otras consideraciones -tales como una supuesta diferencia de estilo- han llevado a los eruditos a la conclusión de que este relato no estuvo en el ejemplar escrito directamente por Juan.

Sin embargo, admiten que el relato parece ser auténtico y que está en plena armonía con lo que Jesús hacía y enseñaba. Este Comentario toma la posición de que el relato es auténtico.

Monte de los Olivos. Ver com. Mat. 21:1; 26:30.

2. Por la mañana. "De madrugada" (BJ). Esto ocurrió a la mañana siguiente, en el 8º día de la fiesta de los tabernáculos (ver com. cap. 7:37).

Sentado. En cuanto a esta posición mientras enseñaba, ver com. Mat. 5:1.

Enseñaba. O "se puso a enseñarles" (BJ), como lo había hecho antes (cap. 7:14).

3. Le trajeron. Correspondía que estos casos fueran llevados a los tribunales. Los escribas y fariseos habían tramado un complot para entrampar a Jesús, a fin de asegurar su condenación. Este proceder era despreciable. No se necesitaba hacer semejante exhibición pública del caso ante las multitudes congregadas en el templo. La humillación a que se vieron sometidos posteriormente (vers. 9) fue completamente merecida.

5. Apedrear. La ley de Moisés dictaminaba pena de muerte para adulterio cuando estaba implicada una mujer casada, pero no especificaba la forma de la ejecución. Según la Mishnah, en esos casos se mataba por estrangulación (Sanhedrin 11. 1). 

La ley dictaminaba pena de muerte mediante apedreamiento cuando estaba implicada una mujer comprometida (Deut. 22:23-24). Esta es también la regla de la Mishnah (Sanhedrin 7. 4. 9). Por lo tanto, parece probable que en este caso se trataba de una mujer comprometida.

Tú, pues, ¿qué dices? En griego, el pronombre "tú" resalta como enfático. Se puso a Jesús en conflicto con Moisés. A los fariseos les preocupaba más entrampar a Jesús que castigar a la mujer. Creían que cualquiera fuese la respuesta de Jesús, podrían hacerlo caer en condenación. Sin duda, conocían su buena voluntad para perdonar, y quizá esperaban que recomendara lenidad. En este caso, podrían acusarlo de poner de lado la ley. Si aconsejaba que se cumpliera el castigo, podrían acusarlo de que usurpaba la autoridad de Roma, que en ese tiempo se había reservado la determinación de los casos de pena capital.

6. Tentándole. Ver com. vers. 5.

Escribía. Este es el único caso en el que se consigna que Jesús escribía. Se ha escrito mucho acerca de él, pero no se ha preservado nada de lo que él escribió. Los caracteres que escribió sobre el polvo del pavimento pronto fueron borrados por el tránsito en el templo. De acuerdo con la tradición, escribió los pecados de los acusadores (cf. DTG 425). En la Mishnah se hace referencia a la práctica de escribir en la arena (Shabbath 12. 5).

7. Sin pecado. Jesús dio a los persistentes inquiridores una respuesta que no esperaban y para la cual no estaban preparados. Ninguno de ellos podía pretender no tener pecados. Quizá ante el tribunal del cielo algunos de ellos eran más culpables que la mujer (cf. DTG 425). Ninguno de ellos aceptó el desafío.

Con esto Jesús no estableció un principio general, según el cual se necesitaría una impecabilidad absoluta como condición necesaria para participar en el castigo de la culpa; esto anularía la ley, pues no se podría encontrar a nadie calificado para cumplir con una ejecución. Aquí se trata de un caso cuando los hombres se erigieron a sí mismos como jueces de alguien a quien no debían condenar a menos que ellos mismos estuvieran sin pecado. Jesús aborrecía el adulterio (ver com. Mat. 5:27-32), pero también aborrecía el juicio farisaico (ver com. Mat. 7:1-5).

Primero. Es decir, el primero del grupo en arrojar una piedra.

En arrojar la piedra. Según Deut. 17:7 (cf. cap. 13:9), los testigos debían ser los primeros en arrojar una piedra sobre el condenado. El procedimiento para apedrear se describe así en la Mishnah: "El lugar del apedreamiento era dos veces la altura de un hombre. Uno de los testigos lo empujaba por las caderas, [de modo que] se lo hacía caer sobre su corazón. Entonces era dado vuelta sobre su espalda. Si esto le ocasionaba la muerte, había cumplido [su deber]; pero si no, el segundo testigo tomaba la piedra y se la arrojaba sobre el pecho. Si así moría, había hecho [su deber]; pero si no, él [el criminal] era apedreado por todo Israel, pues está escrito: La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo [Deut. 17:7]" (Sanhedrin 6. 4).

8. Siguió escribiendo. Ver com. ver. 6.

9. Acusados. Habían venido para acusar a la mujer. Se fueron, acusados por su propia conciencia. Abandonaron la escena temiendo sin duda que las faltas secretas de sus vidas, y especialmente su complicidad en este caso (DTG 425), quedarían de manifiesto ante la multitud. Su derrota no podría haber sido más dramática.

10. Mujer. Ver com. cap. 2:4.

11. Señor. Gr. kúrios, aquí sencillamente como una expresión de respeto (ver com. cap. 4:11). Sin embargo, es posible que ella hubiera oído antes de Jesús y supiera algo de lo que él decía ser. De ser así, podría haberlo llamado "señor" con un significado más profundo, en reconocimiento de que era el Hijo de Dios. No intentó defenderse. Tampoco pidió perdón.

No peques más. Cf. cap. 5:14. "No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (cap. 3:17). Hasta la trémula mujer llegaron las palabras de Jesús como palabras de misericordia, en pronunciado contraste con las iracundas palabras de sus acusadores. Jesús le indicó cuál era su mayor necesidad: el abandono inmediato de sus pecados. 

Su arrepentimiento debía ser honrado y sincero. No sólo debía sentir pesar por su pecado; debía apartarse de él. A la vista de Dios es completamente inútil el arrepentimiento que consiste nada más que en sentimientos, palabras, deseos, esperanzas. Hasta que un hombre no deja de hacer el mal y se aparta de sus pecados, no se ha arrepentido realmente (ver com. Sal. 32:1,6; 1 Juan 1:7,9).

12. Yo soy. [La luz del mundo, Juan 8:12-30.] Ver com. cap. 1:4-9; 6:20.

Luz del mundo. Así como la afirmación de Jesús acerca del agua viva (cap. 7:37-38) se refería a la ceremonia de la libación de agua de la fiesta de los tabernáculos, así también su afirmación en la que se declaraba como la luz del mundo, sin duda estaba relacionada con la ceremonia de las luces. Esta ceremonia se describe así en la Mishnah: "A la terminación del primer día de la fiesta de los tabernáculos descendían al atrio de las mujeres donde se había efectuado una gran promulgación. Había allí candelabros de oro con cuatro tazones áureos encima de cada uno de ellos y cuatro escaleras [según el Talmud, los candelabros tenían 50 codos de alto: unos 25 m] para cada uno, y cuatro jóvenes tomados del linaje sacerdotal llevaban en sus manos frascos de aceite que contenían ciento veinte logs que derramaban en los tazones.

"De los calzoncillos y cintos gastados de los sacerdotes hacían mechas y con ellas encendían las lámparas; y no había ningún patio en Jerusalén que no estuviera iluminado con la luz del lugar donde se sacaba agua.

"Hombres piadosos y de buenas obras solían danzar delante de ellas, con antorchas encendidas en las manos, entonando cantos y alabanzas. E innumerables levitas con arpas, liras, címbalos y trompetas y otros instrumentos musicales estaban sobre los quince peldaños que descienden del atrio de los israelitas al atrio de las mujeres, correspondientes con los quince cánticos graduales [cf. t. III, p. 631] de los Salmos [Sal. 120-134]. Era allí donde estaban los levitas con sus instrumentos de música y donde cantaban sus cantos" (Sukkah 5. 2-4; cf. DTG 428). En cuanto al significado de Jesús como "la luz verdadera", ver com. cap. 1: 4; cf.  DTG 429-430.

En tinieblas. En uno de sus comentarios acerca del libro del Exodo, los judíos representan las palabras de la Torah (Ley) como que iluminaban al que estaba ocupado en el estudio de ellas. Acerca del que no se ocupaba en el estudio de esas palabras o las ignoraba, dice el comentario: "El tropieza contra una piedra; después da contra un canal, cae en él, y se golpea el rostro en la tierra. Y todo porque no tiene una lámpara en su mano. Lo mismo sucede con cualquier individuo que no tiene la Torah en él; golpea contra el pecado, tropieza, y muere" (Midrash Rabbah, com. Exo. 27:20).

En medio de los judíos estaba Aquel que era mayor que la Torah, pues él mismo la había dado. El era la fuente de la luz de la Torah (ver PP 381). Pero los rabinos habían oscurecido aquella luz con sus tradiciones de tal manera, que el que intentaba caminar a la luz de la Torah, como la interpretaban los rabinos, estaba realmente caminando en tinieblas.

Luz de la vida. Esta frase puede interpretarse como la luz que es vida, o que da vida, o que tiene su fuente en la vida. Jesús no sólo es la luz; también es la vida (cap. 11:25; 14:6; ver com. cap. 1:4). El que lo recibe, recibe vida. "El que tiene al Hijo, tiene la vida" (1 Juan 5:12). En Jesús "hay vida original, que no proviene ni deriva de otra" (DTG 489). Vino a esta tierra para que los hombres "tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). "Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5:11).

13. Tu testimonio no es verdadero. Después del caso de Betesda, Jesús mismo presentó los principios a los que aquí recurrían los judíos (cap. 5:31). La ley de Moisés claramente estipulaba que, en los casos graves, el testimonio de un solo hombre era insuficiente para una acusación (Núm. 35:30; Deut. 17: 6). El principio aparece también en la Mishnah: "Nadie puede testificar acerca de sí mismo" (Kethuboth 2. 9). "Un individuo no está autorizado [a decir 'santificado'] por sí mismo" (Rosh Hashanah 3. 1).

14. Mi testimonio es verdadero. El testimonio que un hombre da de sí mismo no es necesariamente falso. Sería digno de confianza el testimonio de un hombre honrado. Jesús, siendo quien era -un Ser divino- y procediendo de Dios -que no puede mentir (Tito 1:2)-, naturalmente hablaba la verdad. Pero los discípulos lo estimaron como un hombre cualquiera. No reconocieron su origen divino ni su destino. Además, si se necesitaba un testigo adicional, tenía uno. El Padre que lo había enviado, estaba con él (Juan 8:16,18; ver com. cap. 5:31-39).

15. Según la carne. Juzgaban el lado humano de Jesús, sin discernir su divinidad. 

Esta expresión aparece también en 1 Cor. 1:26; 2 Cor. 5:16. Cf. Juan 7:24.

 Yo no juzgo a nadie. La obra que Jesús hacía no era de juicio sino de salvación (ver com. cap. 3:17). 

Tan sólo al fin de los siglos "juzgará a los vivos y a los muertos" (2 Tim. 4:1; cf. Hech. 10:42; 2 Cor. 5:10).  

16. Mi juicio. Ver com. vers. 14.

17. Vuestra ley. Esta expresión aparece otra vez en cap. 10: 34; y la expresión similar "su ley", en cap. 15:25.  Estos pasajes no significan que Jesús se desligaba de la ley o estaba en contra de ella. No había venido a destruir la ley ni los profetas (Mat. 5:17). 

El mismo había entregado los sagrados preceptos a Moisés. Con las palabras "vuestra ley" Jesús se refería a la ley que ellos pretendían exponer, defender y guardar, o a la interpretación tradicional de ella (ver com. Mar. 7:5-13).

Testimonio de dos hombres. Ver Deut. 17:6; 19:15; cf. Núm. 35:30.

18. Doy testimonio. Ver com. vers. 14.

19. ¿Dónde está tu Padre? Quizá estas palabras fueron pronunciadas en son de mofa, y con una posible alusión a las circunstancias del nacimiento de Jesús.

Ni a mi Padre. Jesús rastreó hasta su verdadera causa el hecho de que ignoraran al Padre. Se debía a que habían descuidado el medio por el cual el Padre había elegido para revelarse. El medio estaba a su alcance en ese momento. Jesús estaba revelando ante ellos el carácter y la personalidad del Padre (ver com. cap. 1:14). Si hubiesen conocido correctamente a Jesús, hubieran conocido a su Padre. Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais" (cap. 14:6-7).

20. Lugar de las ofrendas. "El Tesoro" (BJ). En cuanto a la ubicación del "tesoro" donde Jesús enseñaba, ver com. Mar. 12:41. Quizá Jesús estaba en el atrio de las mujeres, porque el relato señala la presencia de éstas (Mar. 12:41). 

Ver Josefo, Guerra v. 5. 2.

No había llegado. Ver com. vers. 6.

21. Me buscaréis. Ver com. cap. 7:34.

En vuestro pecado moriréis. Muchos de los oyentes de Jesús lo buscarían demasiado tarde al descubrir, también demasiado tarde, que él era el Mesías a quien deberían haber recibido mientras habían tenido la oportunidad de hacerlo. Pero la puerta de la misericordia estaría cerrada para ellos. Buscarían en vano. El resultado sería que perecerían en sus pecados, sin perdón (ver com. Jer. 8:20).

22. ¿Se matará a sí mismo? La forma de la pregunta en griego indica que se esperaba una respuesta negativa.  Lo que se sugiere es muy diferente del cap. 7:35. Algunos han conjeturado que los judíos hacían referencia al "más oscuro lugar del Hades" en el cual van a parar los suicidas, según Josefo (Guerra iii. 8. 5). Ese lugar sería inaccesible para los vivientes.

La pregunta de ellos no era del todo desacertada. Jesús moriría, y su muerte lo colocaría más allá del alcance de ellos. Pero iría al cielo, un lugar al que nunca llegarían ellos debido a su impenitencia, y no al Hades, como ellos habían tratado de insinuar. La pregunta de ellos del cap. 7:35 también era vagamente profético. Después de la muerte de Cristo, sus emisarios habían de ir a los judíos dispersos entre los gentiles, y también debían enseñar a los gentiles (Hech. 1:8).

23. De abajo. Ver com. cap. 3:31. El contraste se establece entre este mundo actual y el cielo (cf. Col. 3:1). Ellos procedían de este mundo inferior. Por lo tanto estaban influidos por consideraciones que emanaban de lo terrenal, sensual, superficial y transitorio. Jesús provenía del cielo como Redentor del hombre, el largo tiempo esperado Mesías. Jesús procuraba hacerles comprender este gran hecho.

24. Moriréis en vuestros pecados. La salvación de los judíos dependía de que aceptaran al Libertador a quien Dios había enviado. En ningún otro hay salvación (Hech. 4:12). Al rechazar al Salvador quedaron sin excusa por sus pecados (Juan 15:22).

Yo soy. Gr. egÇ eimí. Varias veces se repite esta expresión (vers. 28,58; cap. 13:19). En la LXX egÇ eimí representa el Heb. 'ani hu', literalmente "Yo soy él" (Deut. 32:39; Isa. 43:10). Comparar con la expresión "YO SOY EL QUE SOY" (Gr. egÇ eimí ho on) (Exo. 3:14). Puede haber sido una alusión directa a Isa. 43:10, donde las palabras son llamativamente similares a las de este pasaje: "para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy" (ver com. Juan 6:20).

25. ¿Tú quién eres? Literalmente "tú, ¿quién eres tú?" Había cierta vaguedad en la declaración de Jesús, por lo que esta pregunta quizá tenía el propósito de que dijera algo que pudiera servir de base para una acusación formal. Pero Jesús eludió dar una respuesta definida a la pregunta.

Desde el principio. Gr. t'n arj'n. Se ha debatido mucho acerca de la traducción de esta frase, pero en su conjunto la traducción que aparece en la RVR, la VM, etc., parece preferible y se puede defender. 

Otros sugieren la traducción: "En primer lugar" o "en esencia" (BJ). Sin embargo, el contexto favorece la traducción "desde el principio". En esencia, dijo Jesús: "Os he estado informando acerca de esto todo el tiempo".

26. Muchas cosas tengo. La primera parte de este versículo podría traducirse así: "Mucho podría hablar y condenar en vosotros" (BJ). Esta traducción proporciona una explicación mejor para la conjunción adversativo "pero" que la traducción común.

De vosotros. Literalmente "acerca de vosotros".

El que me envió. Cf. vers. 16; cf. cap. 12:49; ver com. cap. 3:17.

27. No entendieron. Debido a que sus pensamientos estaban oscurecidos espiritualmente (ver com. Ose. 4:6).

28. Levantado. Aquí la referencia es a la crucifixión, aunque la palabra traducida "levantado" también se usa para el ensalzamiento de Cristo a la diestra del Padre (Hech. 2:33; ver com. Juan 3:14; cf. Juan 12:32). Esta afirmación era enigmática para los judíos, aunque, evidentemente, algunos de los presentes la entendieron después de la crucifixión. Es significativo que el vergonzoso levantamiento en la cruz fuera el preludio del verdadero ensalzamiento de Cristo (Fil. 2:9).

Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1:1; Mar. 2:10.

Entonces conoceréis. Los acontecimientos relacionados con la crucifixión y la resurrección demostraron que Jesús era todo lo que afirmaba ser. La destrucción de Jerusalén confirmó la profecía de Jesús.

Yo soy. Ver com. vers. 24.

29. No me ha dejado. Otra vez Jesús hace resaltar su unión con el Padre (cf. cap. 17:21). Siempre había cooperado con el Padre en el propósito de Dios y en el plan divino, y siempre había hecho lo que agradaba al Eterno. Nunca fue dejado solo. 

El Padre había testificado de su complacencia en el Hijo (Mat. 3:17).

30. Creyeron. Mejor "comenzaron a creer", o "llegaron a creer".

31. Dijo entonces Jesús. [El debate acerca de descender de Abrahán, Juan 8:31-59.]

En él. Literalmente "a él" (Gr. autÇ). En cambio las palabras del vers. 30 "en él", traducen literalmente el Gr. eis autón. Es posible que se haya querido hacer una distinción entre el grupo mencionado en el vers. 30 y el mencionado aquí. Hay una diferencia entre creer en un hombre y creer a un hombre (ver com. cap. 1:12; cf. cap. 3:16). En el segundo caso, uno meramente puede creer que ciertas cosas que él dice son verdaderas. Si la distinción es válida, el cambio de actitud de los "creyentes", que es evidente en el resto del capítulo, se explica más fácilmente.

Permaneciereis. Gr. ménÇ. La misma palabra también se traduce como "permanecer" en el cap. 15:4-7. Continuar en la doctrina de Jesús es una evidencia de la sinceridad de la profesión de fe original en Jesús.

Verdaderamente. Gr. alethÇs, que se ha traducido también como "verdaderamente" en otros pasajes (Mat. 26:73; 27:54; 1 Juan 2:5), y como "en verdad" (Luc. 9:27). 

La paciente perseverancia en la palabra ante las pruebas y la oposición es la señal del verdadero discipulado. Jesús exhortaba a los que habían depositado su fe en él a que permanecieran firmes. Había el peligro de que muchos de ellos fueran como los oyentes junto al camino o los de los pedregales (ver com. Mat. 13:4-5).

32. Verdad Palabra frecuente en Juan. En su significado básico, verdad es lo que corresponde con la realidad. Como en este caso, Juan con frecuencia usa la palabra en un sentido más amplio para indicar lo que es verdadero en las cosas que atañen a Dios y a los deberes del hombre, o, en un sentido más restringido, las realidades enseñadas en la religión cristiana acerca de Dios y la ejecución de los propósitos divinos mediante Cristo. Esta revelación había sido dada por Jesús (cap. 1:17). 

En realidad, él era "la verdad" (cap. 14: 6). Estaba "lleno de gracia y de verdad" (cap. 1:14). Estas realidades concernientes a la religión cristiana también son reveladas por el Espíritu, el cual en sí mismo es verdad (1 Juan 5:6; cf. Juan 14:17,26) y por la Palabra (Juan 17:17; ver com. cap. 1:14).

Os hará libres. Las gloriosas verdades del Evangelio habían sido anticipadas en los escritos de Moisés y los profetas.  Pablo describe la era del AT como una era de "gloria", y advierte que la nueva era la sobrepujará grandemente (2 Cor. 3: 9).

Pero muchas de las verdades concernientes a la religión de Jehová habían sido oscurecidas por las innovaciones de los judíos.

La mente del pueblo estaba cegada, y un velo cubría su corazón cuando leía el AT (2 Cor. 3:14-15). Estaban atados por las pesadas tradiciones de los ancianos (Mat. 23:4; ver com. Mar. 7:1-13) y por sus pecados (Rom. 2:17-24; cf. Rom. 6:14; Gál. 4:21). Jesús vino para libertarlos. Declaró que su ministerio era "pregonar libertad a los cautivos" (Luc. 4:18) y prometió libertad a los que aceptaban la verdad (cf. 2 Cor. 3:17; Gál. 5:1).

33. Linaje de Abraham. En cuanto a la jactancia de los judíos por ser descendientes de Abrahán, ver com. Mat. 3:9; Juan 3:3-4.

Jamás hemos sido esclavos. Esta era una falsedad si se hace referencia a esclavitud literal. Egipto les había sido "casa de servidumbre" (Exo. 20:2). El período de los jueces se había caracterizado por repetidas opresiones bajo el dominio de extranjeros. Posteriormente, la nación había sido humillada por los asirios y babilonios. Sin embargo, es posible que los judíos se refirieran a la libertad espiritual del alma, de la cual aquí, sin duda, se jactaban que nunca habían perdido. Esto puede reflejarse en una afirmación de Eleazar, caudillo de un grupo de judíos que se resistió contra los romanos después de la caída de Jerusalén: "Desde hace mucho, mis bravos varones, nos determinamos a no servir a los romanos ni a nadie sino a Dios, porque él es el único verdadero y justo Señor del hombre" (Josefo, Guerra vii. 8. 6).

34. De cierto. Ver com. Mat. 5:18; Juan 1:51.

Hace pecado. Es decir -según el texto griego-, habitualmente (ver com. 1 Juan 3:9).

Esclavo. Gr. dóulos, "esclavo". En la Biblia, los doúloi frecuentemente contrastan con los libres (1 Cor. 12:13; Gál. 3:28; Efe. 6:8; Col. 3:11; Apoc. 19:18). Onésimo, el esclavo prófugo, es llamado dóulos, y Pablo recomienda que ya no se lo trate como a un dóulos (File. 16). En Juan 8:33, la expresión "hemos sido esclavos" deriva del verbo douléuÇ que significa lo mismo que el sustantivo dóulos. En el texto griego se ve claramente la relación entre los vers. 33-34. Los judíos dijeron: "jamás hemos sido esclavos". Jesús les replicó: "Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado".

Pablo también emplea la figura de la esclavitud al pecado (Rom. 6:16-20).

35. El esclavo. La posesión del esclavo no es permanente. En cualquier momento puede desagradar a su amo y ser expulsado. No pasa así con el hijo. La sangre de su amo corre por sus venas. Es el heredero y permanece en casa mientras viva. 

Los judíos se jactaban de ser descendientes de Abrahán (ver com. vers. 33). Pero Abrahán tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre (ver la alegoría de Gál. 4). Los judíos eran esclavos (ver com. Juan 8:34), y, por lo tanto, estaban en peligro de ser rechazados. 

Pero el Hijo podía emanciparlos cambiándoles su condición (ver com. cap. 3:3-4; 8:36).

36. Verdaderamente libres. Los judíos se consideraban a sí mismos como hijos libres de Abrahán y se jactaban de su libertad (ver com. vers. 33). No estaban dispuestos a reconocer su esclavitud, ya fuera literal o espiritual. Pero su decantada libertad era espuria. Jesús había venido para ofrecerles libertad genuina (Rom. 8:2; 2 Con 3:17; Gál. 5:1). Sólo es libre el que es libertado del pecado. Los que desean esa libertad deben recurrir al Señor Jesucristo, y deben cumplir con las condiciones. Cristo se deleita en su misión peculiar de Libertador de todos los que lo aceptan. Sólo mediante la libertad espiritual podía la nación alcanzar la libertad política que tan ardientemente deseaba (ver t. IV, pp. 32-34).

37. Descendientes de Abraham. No podía negarse que éste era un hecho literal (cf. vers. 33).

Matarme. Cf. cap. 7:1, 19, 25; etc. El hecho de que los judíos tramaran un asesinato era una prueba de que eran esclavos del pecado (ver com. Juan 8:34; cf. Rom. 6:16).

Mi palabra no halla cabida. Comparar con la frase "permanecierais en mi palabra" (vers. 31). Los judíos no estaban dispuestos a aceptar el mensaje de Jesús, un mensaje que los habría liberado de la esclavitud del pecado (ver com. vers. 32).

38. Cerca del Padre. "Mi Padre" (BJ). En cuanto a la estrecha relación de Cristo con el Padre, ver com. cap. 1: 1; 5: 19.

Hacéis. Es decir, habitualmente, de acuerdo con el texto griego. Es natural que los hijos reflejen las características de sus padres y obedezcan sus órdenes.

Vuestro padre. Posteriormente, Jesús lo identifica con el diablo (vers. 44), la verdadera antítesis del Padre de amor infinito.

39. Nuestro padre es Abraham. Ya habían afirmado esto (ver com. vers. 33). Tal vez habían comprendido lo que Jesús quiso decir en su afirmación del vers. 38, y esperaban contrarrestarlo. Jesús procedió a mostrarles que no era una ventaja ser meramente descendientes literales del patriarca. Dios da valor a las cualidades del carácter. Comparar con el razonamiento de Pablo en Rom. 2:28-29; 9:6-7.

Obras de Abraham. Literalmente, los judíos eran descendientes de Abrahán, pero no eran hijos espirituales. Un verdadero hijo lleva la impronta moral del padre.

 La Mishnah describe a los discípulos de Abrahán de esta manera: "Los discípulos de Abrahán, nuestro padre, [poseen] un buen ojo, un espíritu humilde y un alma sumisa" (Aboth 5. 19).

40. Matarme. Cf. vers. 37; cap. 7:1,25.

Hombre. Gr. ánthropos, que aquí se usa en el sentido genérico de personas.

Verdad. Ver com. vers. 32. El único "crimen" de Jesús era que había venido a presentar la verdad que había recibido de Dios.

No hizo esto Abraham. Abrahán estaba dispuesto a obedecer la voz divina. Cuando se le pidió que dejara su parentela y la casa de su padre, "obedeció . . . y salió sin saber a dónde iba" (Heb. 11:8; cf. Gén. 12:1). Al caminar siempre con fe, se ganó el título de "padre de todos los creyentes" (Rom. 4:11). Cuando Cristo visitó a Abrahán en el encinar de Mamre, Abrahán no lo trató mal, sino que lo recibió como a un huésped distinguido (Gén. 18: 1-5).

41. Vuestro padre. Jesús ya había informado a los judíos que su Padre no era el padre de ellos (vers. 38), pero todavía no había identificado al padre de ellos como el diablo (vers. 44). Quizá vieron lo que decía tácitamente, y se apresuraron a negarlo.

De fornicación. Este es sin duda un vituperio debido a las circunstancias en que se suponía que nació Jesús. Se pretendía que era hijo de fornicación.

Dios. Si Jesús se refería a una ascendencia espiritual, entonces los judíos pretendían tenerla tanto como Jesús. No era nueva la idea de que Dios era el padre de Israel (Deut 32:6; Isa. 64:8; etc.).

42. Si vuestro padre fuese Dios. Es evidente que los judíos no eran los hijos de Dios. Si lo hubieran sido, habrían aceptado a Aquel a quien Dios había enviado. Se afirma este principio en 1 Juan 5:1-2.

De mí mismo. Este es un tema frecuentemente repetido en el Evangelio de Juan. Jesús niega que hubiera ambición personal alguna de su parte (ver cap. 7:16, 18; etc.).

43. Porque no podéis escuchar. Quizá con el sentido de "no podéis sufrir mi palabra" (Straubinger), o "no estáis en disposición de oír mis palabras" (BC). El resultado fue incomprensión comprensión y tergiversación de las palabras de Jesús. Si hubieran sido verdaderos hijos del Padre celestial, habrían entendido el lenguaje de lo alto.

44. El diablo. Literalmente "el calumniador" (ver com. Mat. 4:1).

Deseos. Gr. epithumía, "deseo", ya sea bueno (Luc. 22:15; Fil. 1:23), o, con más frecuencia, malo (Rom. 1:24; 6:12; 7:7-8; etc.). Con epithumía se relaciona el verbo epithuméõ que corresponde con el "codiciarás" del décimo mandamiento, tal como lo cita Pablo en Rom. 7:7; 13:9. Los "deseos de vuestro padre" son los malos deseos que lo caracterizan, o los deseos que él instila en los que le obedecen.

Queréis hacer. O "queréis cumplir" (BJ).

Desde el principio. Con frecuencia, se ha considerado que es una alusión al primer asesinato registrado, el de Abel (Gén. 4:1-8). Pero el espíritu de homicidio se remonta al origen del pecado. Con su rebelión, Lucifer atrajo la sentencia de muerte sobre sí mismo y sobre los ángeles que se le unieron en su rebelión (2 Ped. 2:4). Cuando indujo a nuestros primeros padres a que pecaran, atrajo la sentencia de muerte sobre ellos y sobre toda la familia humana (Rom. 5:12). El deseo de los judíos de matar a Jesús demostraba su estrecha afinidad con el gran asesino.

No ha permanecido. Referencia a la caída original de Lucifer (Jud. 6; 2 Ped. 2:4; ver com. Isa. 14:12-14; Eze. 28:12-14).

En la verdad. En cuanto a una definición de la verdad, ver com. vers. 32.

No hay verdad. Es decir, veracidad. La verdad y Satanás no tienen nada en común.

De suyo. Más literalmente, "dice lo que le sale de dentro" (BJ); es decir, de su naturaleza íntima. Miente por naturaleza. Por el otro lado, Jesús no hablaba de sí mismo sino de la verdad que había oído de su Padre (vers. 38).

Es mentiroso. Su carrera de mentiras comenzó en el cielo, donde primero tergiversó el carácter y los propósitos de Dios ante los ángeles. Con sus insinuaciones y mentiras en el huerto del Edén provocó la caída de nuestros primeros padres (ver com. Gén. 3:4).

El Talmud (Sanhedrin 89b) registra la leyenda de que antes del sacrificio de Isaac, Satanás trató de instilar dudas en la mente de Abrahán en cuanto a Dios, y que Abrahán lo rechazó con las palabras: "Es el castigo de un mentiroso que aun cuando diga la verdad, no se le escucha".

Padre de mentira. Según el texto griego, esto podría significar padre del mentiroso o el padre de la mentira. En ambos casos se presenta correctamente al gran originador de las falsedades. Como mentiroso, Satanás fue expulsado del cielo y nunca podrá morar otra vez allí. Tampoco sus hijos, pues "los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira" (Apoc. 22:15).

45. Porque. Jesús se está presentando como un contraste, haciendo resaltar enfáticamente el hecho de que él dice la verdad y Satanás es mentiroso. Los judíos ávidamente creyeron las mentiras fraguadas por el gran engañador. Fue él quien les había sugerido falsos conceptos en cuanto al Mesías (ver com. Luc. 4:19). 

Los aceptaron fácilmente porque esas falsas ideas halagaban sus ambiciones personales. La verdad que Jesús les presentaba no era atrayente para su corazón inclinado a pecar, de modo que la rechazaron (cf. Juan 3:19).

46. Me redarguye. Gr. elégjo, "acusar", "reprobar", aquí en el primer sentido. " ¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? " (BJ). Este verbo se ha traducido como "acusados" en el vers. 9, y también podría traducirse así en cap. 16:8, donde en la RVR la traducción es "convencerá" (ver allí el comentario). Jesús recurrió a su vida impecable, que bien conocían los judíos. El mismo había dado testimonio de su completa conformidad con la voluntad del Padre (cap. 8: 29). A pesar del continuo espionaje de los dirigentes religiosos, no habían detectado una sola mancha de pecado. Su silencio en esta ocasión confirmó el testimonio de Jesús. Ya que reconocían tácitamente la pureza de la vida de Jesús, quedaba de manifiesto lo irracional de la conducta de ellos.

La absoluta impecabilidad de Jesús resalta varias veces (2 Cor. 5:21; Heb. 4:15; 7:26; 1Ped. 1:19; 2:22; 1 Juan 3:5).

47. De Dios. Cf. Juan1:13; 1 Juan 3:10; 4:6.

Oye. La inclinación a prestar atención a la Palabra de Dios es el verdadero indicador de la condición del corazón. Alguien ha hecho notar: "No hay una característica más segura de una naturaleza no santificada que el disgusto por la Palabra de Dios".

48. ¿No decimos bien? Es decir "¿no decimos, con razón?" (BJ). 

Samaritano. En cuanto a los sentimientos de los judíos para con los samaritanos, ver cap. 4: 9.

Demonio. Una vieja acusación (Mat. 12:24; Juan 7:20; 10:20).

49. Yo no tengo demonio. Jesús no hizo caso de la acusación: "Tú eres samaritano", quizá porque no valía la pena prestarle atención. En realidad, no era una deshonra ser samaritano, pues Dios "no hace acepción de personas" (Rom. 2:11). "No hay judío ni griego" (Gál. 3:28), "sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (Hech. 10:35). Por medio de una parábola, posteriormente Jesús presentó a un samaritano como un prototipo de amor al prójimo (Luc. 10:33-37). También hizo notar que de los diez leprosos que fueron limpiados, el único que volvió a dar gracias era samaritano (Luc. 17:16; ver com. Mat. 12:22-30).

Jesús negó la acusación de que tenía demonio. Dijo a los litigiosos judíos que más bien honraba a su Padre, mientras que ellos, por su parte, lo denigraban.

50. Mi gloria. Cf. cap. 5:41; 7:18; 8:54.

Hay quien la busca. Es decir, Dios. Él es quien procura honrar al Hijo (vers. 54).

Juzga. El Padre es quien juzgará en este conflicto. Vindicará a su Hijo y condenará a sus adversarios.

51. De cierto, de cierto. Ver com. Mat. 5:18; Juan 1:51.  

Nunca verá muerte. El pensamiento de este versículo sin duda está relacionado con el del precedente. Jesús había introducido el tema del juicio que hace su Padre. En ese juicio se concederá vida eterna a los que perseveren en el mensaje de Cristo. La muerte a la que se hace referencia aquí no es la muerte física, que sobreviene tanto a justos como a impíos, sino la muerte segunda, que finalmente aniquilará a los impíos (Apoc. 20:6,14-15). Lo opuesto de la segunda muerte es vida eterna (Juan 3:16), que en las Escrituras se dice que es dada al creyente en el momento en que acepta a su Señor (1 Juan 3:14; 5:11-12; cf. DTG 352). Esta dádiva que se da al vencedor nunca se pierde.  La descomposición física que se produce con la muerte y el estado de inconsciencia entre la muerte y la resurrección no lo priva de esa dádiva. Su vida continúa "escondida con Cristo en Dios" (Col. 3:3) para convertirse en inmortalidad gloriosa en la mañana de la resurrección.

52. Ahora conocemos. Creían que tenían una prueba convincente de que Jesús estaba bajo el control de un demonio (ver com. Mat. 12:24).

Abraham murió. Una tradición judía posterior nombraba a nueve que entraron en el paraíso sin ver la muerte, pero Abrahán no estaba en la lista. Sin embargo, los judíos entendieron mal la afirmación de Jesús. Pensaban que Jesús hablaba de la muerte física cuando dijo "nunca verá muerte" (vers. 51). Ciertamente Abrahán debería haber sido preservado de los estragos de la muerte, pues Jesús mismo había testificado de su rectitud (vers. 39-40).

Nunca sufrirá muerte. Una figura de dicción común (Mat. 16:28; Heb. 2:9). Su significado esencial no es diferente del de la expresión: "verá muerte" (Juan 8:51), otra figura empleada por Jesús. Por lo tanto, los judíos en realidad no estaban tergiversando las palabras de Jesús como podría parecer.

53. ¿Eres tú acaso mayor? La construcción en griego indica que se espera una respuesta negativa.  Probablemente, sospechaban que Jesús presentaría la pretensión de que era el Mesías (cf. cap. 5:18).  En una, tradición posterior, los judíos no se oponían al pensamiento de que el Mesías fuera mayor que Abrahán (Midrash Sal. 18, sec. 29), y una objeción tal podría no haber existido. Sin embargo, no estaban dispuestos a conceder que Jesús fuera el verdadero Mesías. El no cumplía con lo que esperaban acerca del papel del Mesías. Comparar con la pregunta de la mujer samaritana: "¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob?" (cap. 4:12).

54. Glorifico a mí mismo. Los judíos habían preguntado: "¿Quién te haces a ti mismo?" La pregunta decía tácitamente que a Jesús le faltaba base para sus pretensiones. Sin embargo, repetidas veces había negado que hubiera venido por sí mismo (cap. 7:28; 8:28,38,42,50), y una vez más ahora asegura que su gloria provenía de su Padre.

El que vosotros decís. Cf. vers. 41.  

55. No Le Conocéis. Si hubiesen conocido a Dios, hubieran guardado sus mandamientos (1 Juan 2:4). Hubieran aceptado a Jesús pues él venía de Dios (Juan 8:42). Yo le conozco. Ver com. cap.1:18; cf. cap. 8:42.

 Mentiroso como vosotros. Profesaban conocer a Dios, y, sin embargo, lo negaban con sus hechos (cf. 1 Juan 2:4).

56. Ver mi día. Una antigua tradición judía en relación con el caso registrado en Gén. 15:9-21, enseñaba que Abrahán recibió una revelación del futuro. El libro apócrifo 4 de Esdras contiene lo siguiente: "Elegiste para ti uno entre aquellos cuyo nombre era Abrahán; a él lo amaste, y sólo a él le revelaste el fin de los tiempos secretamente por la noche" (3: 14, ed.  R. H. Charles).

Lo vio, y se gozó. Los judíos se resintieron porque Jesús se aplicara a sí mismo la visión de Abrahán acerca del futuro. Abrahán anhelaba fervientemente ver al Salvador prometido, y se regocijó cuando le fue dada la revelación. Por el contrario, los judíos que en realidad tuvieron el privilegio de ver los días del Mesías, estaban turbados y enojados.

57. Cincuenta años. Según Núm. 4:3, los hijos de Coat debían prestar su servicio entre las edades de 30 y 50 años. Por lo tanto, en un sentido, la edad de 50 años era la edad de su jubilación. Más allá de ella, cesaba el servicio obligatorio, pero podían ayudar en el tabernáculo de acuerdo con sus capacidades (Núm. 8:25-26). Sin duda, los judíos hablaban en números redondos. En realidad, Jesús sólo tenía unos 33 años (ver p. 233; com. Luc. 3:23).

58. De cierto. Ver com. Mat. 5:18. La declaración siguiente era solemnísima y estaba impregnada de significado eterno.

Antes que Abraham fuese. "Antes que naciese Abrahán" (BJ, 1966). El verbo es gínomai ("aparecer", "llegar a ser") como en el cap. 1: 6, y no eimí ("ser") como aparece posteriormente en este versículo (ver com. cap. 1:1). La misma combinación de verbos aparece en la LXX (Sal. 90:2).  "Antes que naciesen ["aparecieron", gínomai] los montes . . . desde el siglo y hasta el siglo, tú eres [eimí] Dios" (ver com. Juan 1:1).

Yo soy. Gr. ego eimí, que aquí se usa en su sentido absoluto y que fue entendido por los judíos como una afirmación de su divinidad (ver com. vers. 24). En el t. I, pp. 179-182, hay un estudio de los títulos de la Deidad.

59. Tomaron entonces piedras. Si se preguntara de dónde pudieron conseguir piedras en el templo, se podría responder que el templo de Herodes todavía estaba en construcción. Unos pocos meses más tarde los judíos intentaron otra vez apedrear a Jesús por haber proclamado su divinidad (cap. 10:30-33).

Se fue. Su hora todavía no había llegado (ver com. cap. 7:6). 5CBA

COMENTARIOS DE EGW

1-11. DTG 424-427. "ENTRE TRAMPAS Y PELIGROS"

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-50-entre-trampas-y.html

12-59. DTG 428-441. "LA LUZ DE LA VIDA"

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-51-la-luz-de-la-vida.html

Ministerio Hno. Pio


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