martes, enero 05, 2021

REFLEXIÓN 529. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN II. 6.º año, 6.º mes, 5.º día/Set. Del Año 592/591 a. C). DISCURSOS QUE REVELABAN LA CAUSA E INMINENCIA DE LOS CASTIGOS ANUNCIADOS: Contra los buscadores idólatras de oráculos (EZEQUIEL 14).

Ezequiel 14. Es el Testimonio contra los buscadores idólatras de oráculos. Vivian una doble vida. entre los ídolos y el aparente temor a Jehová. Y Dios promete directamente castigarlos.

No hay mayor ofensa de los hijos de Dios a su Creador, que vivir una doble vida, entre Dios y el amor al mundo. Ayer lo fue en el pueblo de Israel, y las consecuencias que les sobrevino… ¿y el Israel espiritual de hoy, seguirá el mismo derrotero?

Vers. (1-5) Dios responde a los idólatras conforme a sus pensamientos. (6-11) Exhortados a arrepentirse por temor a los juicios debido a los falsos profetas. (12-14) Hambre debido a la irrevocable sentencia de Dios, (15-16) y bestias feroces, (17-18) y espada, (19-21) y pestilencia. (22-23) Quedará un remanente como ejemplo para los demás.

1 VINIERON a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí. 2 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 3 Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos? 4 Háblales, por tanto, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, 5 para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos.

6 Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones. 7 Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere. puesto sus ídolos en su corazón, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por mí, yo Jehová le responderé por mí mismo; 8 y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por escarmiento, y lo cortaré de en medio de mi pueblo; y sabréis que yo soy Jehová. 9 Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta; y extenderé mi mano contra él, y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel. 10 Y llevarán ambos el castigo de su maldad; como la maldad del que consultaré, así será la maldad del profeta, 11 para que la casa de Israel no se desvíe más de en pos de mí, ni se contamine más en todas sus rebeliones; y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios, dice Jehová el Señor.

12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 13 Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extenderé yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, 14 si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. 

15 Y si hiciere pasar bestias feroces por la tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo que no haya quien pase a causa de las fieras, 16 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría desolada.

17 O si yo trajere espada sobre la tierra, y dijere: Espada, pasa por la tierra; e hiciere cortar de ella hombres y bestias, 18 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos serían librados.

19 O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella hombres y bestias, 20 y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas. 21 Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: ¿Cuánto más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar de ella hombres y bestias?

22 Sin embargo, he aquí quedará en ella un remanente, hijos e hijas, que serán llevados fuera; he aquí que ellos vendrán a vosotros, y veréis su camino y sus hechos, y seréis consolados del mal que hice venir sobre Jerusalén, de todas las cosas que traje sobre ella. 23 Y os consolarán cuando viereis su camino y sus hechos, y conoceréis que no sin causa hice todo lo que he hecho en ella, dice Jehová el Señor. (Ezequiel 14).

1. Ancianos de Israel. Es probable que fueran los mismos ancianos de Judá que aparecen en el cap. 8: 1. Se estaba usando más y más el nombre de Israel para referirse a la nación existente, aunque se empleaba la palabra Judá cuando se deseaba hacer una clara distinción. No se dice qué venían a preguntar los ancianos, ni siquiera se dice específicamente que venían a preguntar algo. Aparentemente tenían la costumbre de sentarse delante del profeta aguardando cualquier mensaje que el Señor pudiera enviarle (cap 33: 31).

3. Ídolos. Heb. gillulim, palabra predilecta de Ezequiel (ver com. cap. 6:4). La LXX dice diano'mata, "pensamientos", quizá para expresar que añoraban la idolatría de tiempos anteriores. Instruido por el Espíritu, el profeta leyó lo que estaba en el corazón de los que se sentaban delante de él. Es probable que no se refiriera a una franca idolatría entre los cautivos, sino a la condición pecaminosa y al enajenamiento de su corazón.

Tropiezo. Heb. mikshol, "motivo [u ocasión] de tropiezo", "obstáculo". Aquí, la ocasión que lleva a la iniquidad.

En modo alguno. La construcción hebrea de infinitivo absoluto que aquí se emplea indica que la pregunta debe responderse con un no rotundo.

4. Al que viniere. Así se traduce de acuerdo con la tradición masorética. El texto hebreo es difícil de interpretar. En los tárgumes se lee: "por mí mismo". La forma verbal traducida como "responderé" puede entenderse como reflexiva, lo cual daría la idea de que Dios se propone responder por sí mismo sin la intervención del profeta.

Nadie puede esperar conocer plenamente lo que Dios quiere que haga a menos que su propio corazón esté verdaderamente sometido a la voluntad divina. Esto ocurre porque el corazón que no ha sido regenerado ni regido por el Espíritu Santo no puede entender las cosas de Dios (1 Cor. 2: 14). Aunque la mente carnal recibiera instrucción, entendería mal, aplicaría mal, distorsionaría lo que oye, pues los hombres creen sólo lo que quieren creer. Dios, quien nunca fuerza la voluntad humana, permite que estos seres voluntariosos se aferren a sus engaños (ver Juan 7: 17; 2 Tes. 2: 11-12).

6. Convertíos, y volveos. Estas dos palabras se traducen de diferentes formas de una misma raíz verbal. En combinación dan un mayor énfasis. Lo que se ha presentado en los versículos anteriores forma la base de una fervorosa exhortación al verdadero arrepentimiento. No puede haber esperanza para Israel si sólo hay en él una reforma exterior.  La nación tendrá que enfrentarse con el que escudriña los corazones, el cual puede aceptar como único arrepentimiento aquel que alcanza hasta lo más recóndito del alma.

Volveos. Literalmente, "volved vuestros rostros".

7. Extranjeros. Compárese con Lev. 17: 10; 20: 1-2; etc. Los extranjeros residentes habían compartido la luz y los privilegios que le habían sido confiados a Israel, y serían tenidos por tan culpables como los israelitas.

8. Señal. Su castigo sería un ejemplo que serviría para que otros no siguieran el mismo camino.

9. El profeta. Refiérese aquí a los falsos profetas cuyas prácticas fueron condenadas en el cap. 13.

Yo Jehová. Es decir, el Señor permite que el profeta impío sea engañado, así como también endureció el corazón de Faraón permitiendo que la semilla de la obstinación brotara y diera fruto (ver com. Exo. 4: 21; 1 Rey. 22: 22).

Lo destruiré. El pecador ocasiona su propia destrucción por causa de su propia impenitencia (ver 5T 120). Una vez que la persona deja de prestar atención a las invitaciones, las reprensiones y las advertencias del Espíritu de Dios, su conciencia comienza a cauterizarse, y cuando vuelve a recibir la advertencia, le resulta más difícil obedecer que antes. Se asemeja a una persona que está sucumbiendo ante la enfermedad, pero se niega a tomar el remedio. Sin embargo, en las Escrituras, Dios, el médico, con frecuencia aparece simbólicamente como el que también envía los resultados de la enfermedad sobre los que se niegan a aceptar su remedio. Por ejemplo, se dice que puso un espíritu de 652 mentira en boca de los profetas a fin de que aconsejaran al rey que emprendiera el mal camino que ya estaba decidido a seguir (1 Rey 22: 19-23). Así ocurrió también, cuando el corazón de Saúl se apartó de Dios, y el "Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová" (1 Sam. 16: 14). Sin embargo, no debe entenderse que Dios pueda ser el autor del pecado y del engaño. En su plan, sencillamente no realiza el milagro necesario para impedir los resultados del pecado. Retira su Espíritu del corazón que le rechaza, y entrega la persona a sus propios engaños, permitiendo que el pecado produzca su inevitable fruto: la muerte. "Te perdiste, oh Israel, más en mí está tu ayuda"(Ose. 13: 9; CS 40-41; ver com. 2 Crón. 22: 8).

10. Así será. Tanto los falsos profetas como los que los habían consultado habían participado del pecado, y ambos serían tenidos como culpables.

11. No se desvíe más. Un rayo de esperanza en la oscura noche de la apostasía: el pueblo de Dios que una vez más anda en la verdad. Aquí puede discernirse el propósito de la disciplina: que Israel fuera inducido al verdadero arrepentimiento, que su pueblo se reuniera y que le fueran devueltos sus privilegios anteriores.

13. La tierra. Heb., "una tierra". Este pasaje parece contradecir la creencia popular de que Jerusalén no sería destruida por causa de los justos que en ella había, así como Sodoma y Gomorra no habrían sido destruidas si allí se hubieran encontrado diez justos.

14. Noé, Daniel y Job. Todos ellos fueron ejemplos de verdadera piedad. Fueron rectos en su generación (Gén. 6: 9; Job 1: 1; Dan. 1: 8; 6: 22). El hecho de que a Daniel se lo mencione antes de Job no justifica la conjetura de que este versículo se refiere a algún otro Daniel, anterior al que figura en el libro del mismo nombre, cosa que sugieren muchos eruditos modernos, quienes piensan que Ezequiel está hablando del Dan'el de los textos ugaríticos. Esos textos hablan de un Dan'el que fue un piadoso rey en tiempos muy antiguos, que defendía a las viudas y a los huérfanos. Sencillamente, el profeta no estaba preocupado por el orden cronológico.

Cabe señalar que estos hombres habían sido el medio por el cual se habían salvado otros. Por amor de Noé, toda su familia se había salvado (Gén. 6 :18). Gracias a Daniel, se salvaron sus compañeros (Dan. 2: 18). Job evitó el castigo de sus amigos con su intercesión (Job 42: 7-8).  Aunque habían podido salvar a algunos, no habían podido salvar a la generación en la cual vivieron. Noé no pudo salvar a la raza impía que vivió antes del diluvio, y Daniel, a pesar de ocupar un alto puesto en la corte babilónica, evidentemente no había podido influir en Nabucodonosor a fin de que salvara al pueblo de Judá ni a su ciudad capital. Si los judíos depositaban cualquier clase de confianza en la posición y la influencia de Daniel, esta esperanza debía ser desechada. Compárese con Jer. 15: 1.

15. Feroces. Heb. ra'ah, "malas".

16. Estos tres varones. La afirmación del vers. 14 se repite aquí como también en los vers. 18 y 20, con ligeras variaciones en las palabras empleadas. Con referencia a los cuatro castigos de los vers. 13, 15, 17, 19, ver Lev. 26: 22, 25-26.

21. Cuatro juicios terribles. La presencia de hombres justos no podría haber evitado uno solo de estos castigos. ¡Cuánto menos podrían hacerlo cuando todos esos castigos cayeran juntos sobre Jerusalén!

22. Seréis consolados. Cuando los exiliados observaran la conducta y el proceder de los recién llegados, sabrían que Dios no había obrado sin causa al permitir la destrucción de Jerusalén. 

Por otra parte, el cambio de comportamiento de algunos de los que habían escapado demostraría su arrepentimiento (vers. 11), lo cual ayudaría a los cautivos a ver que los castigos de Dios habían sido una disciplina y no una venganza. (4CBA) Ministerio Hno. Pio

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