Basado en Hechos 24.
CINCO
DÍAS DESPUÉS DE LA LLEGADA DE PABLO A CESAREA, llegaron sus
acusadores de Jerusalén, acompañados por Tértulo, orador que habían contratado
como abogado. Se dio pronto audiencia al caso. Pablo fue traído delante de la
asamblea, y Tértulo comenzó a acusarlo. Considerando que la adulación tendría
más influencia en el gobernador romano que la simple declaración de la verdad y
la justicia, el astuto orador comenzó su discurso alabando a Félix: "Como
por causa tuya vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el
pueblo por tu prudencia, siempre y en todo lugar lo recibimos con todo
hacimiento de gracias, oh excelentísimo Félix."
TÉRTULO descendió aquí a la mentira
descarada, porque el carácter de Félix era vil y despreciable. Se
dice de él, que "en la práctica de toda clase de concupiscencia y maldad,
ejerció el poder de un rey con el temperamento de un esclavo." Tácito,
History cap. 5, párr. 9.
LOS
QUE ESCUCHABAN A TÉRTULO sabían que sus palabras de adulación no eran
ciertas; pero su deseo de asegurar la condenación de Pablo era más fuerte que
su amor por la verdad.
EN
SU DISCURSO, Tértulo Acusó A Pablo De Crímenes que, si hubiesen sido probados, habrían dado
como resultado su condenación por alta traición al gobierno. "Porque hemos
hallado que este hombre es pestilencial -declaró el orador,- y levantador de
sediciones entre todos los Judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta de
los Nazarenos: el cual también tentó a violar el templo."
TÉRTULO
DECLARÓ
entonces que Lisias, el comandante de la guarnición de Jerusalén, había
arrebatado 336 violentamente a Pablo
de manos de los judíos cuando estaban por juzgarlo por su ley eclesiástica, y
los había forzado así a traer el asunto delante de él. Estas declaraciones
fueron hechas con el propósito de inducir al procurador a entregar a Pablo al
tribunal judío. Todas las acusaciones fueron vehementemente sostenidas por los
judíos presentes, los cuales no hicieron ningún esfuerzo por ocultar su odio al
preso.
FÉLIX
Era Bastante Perspicaz Para Discernir La Disposición Y El Carácter De Los
Acusadores De Pablo. Sabía con qué motivo le habían adulado, y notó
también que no habían probado sus cargos contra Pablo. Así que volviéndose
hacia el acusado le hizo señas de que se defendiese.
PABLO NO DESPERDICIÓ PALABRAS EN ADULACIONES, pero
declaró sencillamente que podía defenderse gustosamente ante Félix, puesto que
éste había sido durante tanto tiempo procurador que comprendía las leyes y
costumbres de los judíos.
REFIRIÉNDOSE
A LAS ACUSACIONES QUE LE HACÍAN, mostró claramente que ninguna era verdadera. Declaró
que no había provocado disturbio en parte alguna de Jerusalén, ni había
profanado el templo. "Ni me hallaron en el templo disputando
con ninguno, ni haciendo concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la
ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan."
SI
BIEN CONFESÓ QUE "conforme a
aquel Camino que llaman herejía," había adorado al Dios de sus padres,
aseveró que había creído siempre en "todas
las cosas que en la ley y en los profetas están escritas," y que de
acuerdo con las enseñanzas claras de las Escrituras, tenía fe en la
resurrección de los muertos.
Y DECLARÓ ADEMÁS que el propósito dominante de su vida era tener "siempre
conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres."
CON
CANDIDEZ Y SINCERIDAD declaró el objeto de su visita a Jerusalén, y
las circunstancias de su arresto y juicio: "Mas
pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi nación, y ofrendas, cuando me
hallaron purificado en el templo (no con multitud ni con alboroto) unos Judíos
de Asia; los cuales 337 debieron
comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo. O digan estos
mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando yo estuve en el
concilio, si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de
la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros."
EL
APÓSTOL HABLÓ CON FERVOR Y EVIDENTE SINCERIDAD, y sus palabras eran
convincentes. Claudio Lisias, en su carta a Félix, había dado testimonio similar
en cuanto a la conducta de Pablo. Además, Félix conocía mejor la religión judía
de lo que muchos suponían. La sencilla declaración de Pablo sobre los hechos
del caso, capacitó a Félix para entender aún más claramente los móviles que
regían a los judíos al acusar al apóstol de sedición y conducta traidora.
EL GOBERNADOR no iba a complacerlos condenando injustamente a un ciudadano romano, ni entregándolo para que lo mataran sin un juicio imparcial. Sin embargo, Félix no conocía ningún móvil más elevado que el interés propio, y estaba dominado por el amor a la alabanza y el deseo de ascender. El temor de ofender a los judíos le impidió hacer plena justicia al hombre que reconocía inocente. Y decidió, por lo tanto, suspender el juicio hasta que Lisias estuviera presente, diciendo: "Cuando descendiere el tribuno Lisias acabaré de conocer de vuestro negocio."
EL APÓSTOL PERMANECIÓ PRESO, pero Félix mandó al centurión que aliviara a Pablo de las prisiones, "y que no vedase a ninguno de sus familiares servirle, o venir a él."
NO
MUCHO TIEMPO DESPUÉS, Félix y su esposa Drusila hicieron traer a
Pablo, a fin de que en una entrevista privada pudiesen oír de él "la fe
que es en Jesucristo." Estaban deseosos y hasta ansiosos de oír esas
nuevas verdades, verdades que posiblemente nunca volverían a oír, y que, si las
rechazaban, darían sumario testimonio contra ellos en el día de Dios.
PABLO
CONSIDERÓ QUE ÉSTA ERA UNA OPORTUNIDAD DADA POR DIOS, y la aprovechó
fielmente. Sabía que estaba en presencia de alguien que tenía facultad de
quitarle la vida o de libertarlo; sin embargo, no se dirigió a Félix y Drusila
con alabanza o 338 adulación. Sabía
que sus palabras serían para ellos sabor de vida o de muerte, y olvidando todas
las consideraciones egoístas, trató de despertar en ellos la conciencia de su
peligro.
El apóstol comprendía que
el Evangelio imponía responsabilidades a cualquiera que oyese sus palabras; que
algún día ellos estarían entre los puros y santos alrededor del gran trono
blanco, o con aquellos a quienes Cristo diría: "Apartaos de mí, obradores
de maldad." (Mat. 7:23.)
SABÍA que habría de
encontrarse con cada uno de sus oyentes ante el tribunal del cielo, y allí
rendir cuenta, no sólo de todo lo que hubiera dicho y hecho, sino aun de los
motivos y del espíritu de sus palabras y hechos.
TAN VIOLENTO Y Cruel Había Sido El Proceder De Félix, Que Pocos
Se Habían Atrevido Antes A Insinuar Siquiera Que Su Carácter Y Conducta No Eran
Intachables.
PERO
PABLO NO TEMÍA AL HOMBRE. Expuso claramente su fe en Cristo y las razones
de esa fe, y fue inducido así a hablar particularmente de las virtudes
esenciales del carácter cristiano, de las cuales la arrogante pareja se hallaba
tan notablemente desprovista.
REVELÓ A FÉLIX Y DRUSILA El Carácter De Dios: Su Justicia, Su Equidad
Y La Naturaleza De Su Ley.
Mostró claramente que es el deber del
hombre vivir una vida sobria y temperante, teniendo las pasiones bajo el
dominio de la razón, de acuerdo con la ley de Dios, conservando sanas las facultades
físicas y mentales.
Declaró que vendría seguramente un día
de juicio en el cual todos serían recompensados de acuerdo con las acciones
hechas en el cuerpo, y cuando se revelaría claramente que las riquezas, la
posición o los títulos son impotentes para conquistarle al hombre el favor de
Dios, o librarlo de los resultados del pecado.
Mostró que esta vida es el tiempo
concedido al hombre para prepararse para la vida futura. Si descuidara los
actuales privilegios y oportunidades, sufriría una pérdida eterna; no se le
daría un nuevo tiempo de gracia.
Pablo se explayó
especialmente en las abarcantes exigencias de la ley de Dios.
Explicó que alcanza a los profundos
secretos de la naturaleza moral del 339
hombre y derrama un raudal de luz sobre lo que se ha ocultado de la vista y el
conocimiento de los hombres. Lo que las manos pueden hacer o la lengua puede
declarar, lo que la vida entera revela, no muestra sino imperfectamente el
carácter moral del hombre.
La Ley Discierne Los Pensamientos,
motivos y propósitos. Las obscuras pasiones que yacen ocultas de la vista de
los hombres, como el celo, el odio, la concupiscencia y la ambición, las malas
acciones meditadas en las obscuras reconditeces del alma, aunque nunca se hayan
realizado por falta de oportunidad: todo esto lo condena la ley de Dios.
Pablo
trató de dirigir los pensamientos de sus oyentes hacia el
gran sacrificio hecho por el pecado. Señaló los sacrificios que eran sombra de
los bienes venideros, y presentó entonces a Cristo como la realidad prefigurada
por todas esas ceremonias: el objeto al cual todas señalaban como la única
fuente de vida y esperanza para el hombre caído.
LOS SANTOS HOMBRES De La
Antigüedad Se Salvaron Por La Fe En La Sangre De Cristo. Mientras
miraban las agonías de muerte de las víctimas sacrificadas, contemplaban a
través del abismo de los siglos al Cordero de Dios que habría de quitar el
pecado del mundo.
DIOS RECLAMA con derecho el amor y la obediencia de todas sus criaturas. Les ha dado en su ley una norma perfecta de justicia.
PERO
MUCHOS OLVIDAN A SU HACEDOR, y en oposición a su voluntad eligen seguir
sus propios caminos. Retribuyen con enemistad el amor que es tan alto como el
cielo, tan ancho como el universo. Dios no puede rebajar los requerimientos de
su ley para satisfacer la norma de los impíos; ni pueden los hombres, por su
propio poder, satisfacer las demandas de la ley. Solamente por la fe en Cristo
puede el pecador ser limpiado de sus culpas y capacitado para prestar
obediencia a la ley de su Hacedor.
DE ESE MODO, PABLO, el
preso, recalcó con insistencia lo que la ley divina exigía a judíos y
gentiles, y presentó a Jesús, el
despreciado Nazareno, como el Hijo de
Dios, el Redentor del mundo. 340
LA
PRINCESA JUDÍA Entendía Bien
el carácter sagrado de esa ley que tan desvergonzadamente había transgredido;
pero su prejuicio contra el Hombre del Calvario endureció su corazón contra la
palabra de vida.
PERO FÉLIX NUNCA
antes había escuchado la verdad; y cuando el Espíritu de
Dios convenció su alma, se conmovió profundamente. La conciencia, despierta ahora,
dejó oír su voz y Félix sintió que las palabras de Pablo eran verdaderas.
La Memoria
le recordó su culpable pasado. Con terrible nitidez recordó los secretos de su
vida de libertinaje y de derramamiento de sangre, y el obscuro registro de sus
años ulteriores. Se vio licencioso, cruel, codicioso. Nunca antes la verdad
había impresionado de esta manera su corazón. Nunca antes se había llenado así
su alma de terror. El pensamiento de que todos los secretos de su carrera de
crímenes estaban abiertos ante los ojos de Dios, y que habría de ser juzgado de
acuerdo con sus hechos, le hizo temblar de miedo.
PERO En Vez De Permitir que sus
convicciones lo llevaran al arrepentimiento, trató de ahuyentar estas
reflexiones desagradables.
La Entrevista Con Pablo Fue Suspendida. "Ahora Vete Dijo; Mas En Teniendo
Oportunidad Te Llamaré."
¡CUÁNTO
CONTRASTABA EL PROCEDER DE FÉLIX CON EL DEL CARCELERO DE FILIPOS! Los siervos
del Señor fueron conducidos en cadenas al carcelero, como Pablo a Félix. La
evidencia que dieron de ser sostenidos por un poder divino, su regocijo bajo el
sufrimiento y la desgracia, su valentía cuando la tierra temblaba por el
terremoto, su espíritu perdonador semejante al de Cristo, produjeron convicción
en el corazón del carcelero, y temblando confesó sus pecados y halló perdón.
FÉLIX
TEMBLÓ PERO NO SE ARREPINTIÓ. El carcelero dio alegremente la bienvenida
al Espíritu de Dios en su corazón y en su hogar; Félix pidió al mensajero
divino que se fuera.
El uno escogió llegar a
ser hijo de Dios y heredero del cielo; el otro echó su suerte con los obradores
de iniquidad.
DURANTE
DOS AÑOS No Se Siguió El Juicio Contra Pablo, Pero Quedó Preso. Félix le
visitó varias veces y escuchaba 341
atentamente sus palabras. Pero el verdadero motivo de esta amistad aparente era
un deseo de lucro, pues insinuó que
por el pago de una gran suma de dinero Pablo podría obtener su libertad.
EL APÓSTOL, SIN EMBARGO, era de una naturaleza demasiado noble para librarse por cohecho. No era culpable de ningún crimen, y no quería rebajarse a cometer un mal para obtener la libertad.
Además, aunque hubiese estado dispuesto a hacerlo, era demasiado pobre para pagar un
rescate tal, y no habría recurrido para ello a la simpatía y generosidad de sus
conversos. También sentía que estaba en
las manos de Dios, y no quería malograr
los propósitos divinos respecto a él.
AL FIN, FÉLIX FUE LLAMADO A ROMA a causa de graves injusticias cometidas contra los judíos. Antes de salir de Cesarea en respuesta a este llamamiento, pensó "ganar la gracia de los Judíos" dejando a Pablo en la cárcel. Pero Félix no tuvo éxito en su tentativa de recobrar la confianza de los judíos. Fue destituído, y Poncio Festo le sucedió, con sede en Cesarea.
Se permitió que un rayo de luz iluminase
a Félix desde el cielo, cuando Pablo razonó con él en cuanto a la justicia, la
temperancia y el juicio venidero. Esa fue la oportunidad que el Cielo le
concedió para que viera y abandonara sus pecados. Pero dijo al mensajero de
Dios: "Ahora vete; más en teniendo oportunidad te llamaré." Despreció
el último ofrecimiento de gracia. Nunca
más recibiría otro llamamiento de Dios. 342
Los Hechos
De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
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