Hechos 16. Vers. (1-3) El llamado de Timoteo en Listra. Pablo circuncida a Timoteo. EL MINISTERIO EN GALACIA: Vers. (4-5) El cuidado de las iglesias. (6-7) El Espíritu les impide ir a Asia y Bitinia. (8-10) El llamado macedónico en Troas.
EL EVANGELIO EN EUROPA: MACEDONIA/FILIPOS. Vers. (11-13) Es guiado por el Espíritu para ir de un País a otro. (14-15) Lidia se convierte (16-18) y una muchacha es librada de un espíritu de adivinación, (19-25) razón por la cual Pablo y Silas son azotados y encarcelados. (26-30) Las puertas de la cárcel se abren. (31-36) Conversión del carcelero, (37-40) y liberación de Pablo y Silas.
1 Después llegó a Derbe y a
Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer
judía creyente, pero de padre griego; 2 y daban buen testimonio de él los
hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3 Quiso Pablo que éste fuese con
él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos
lugares; porque todos sabían que su padre era griego.
4 Y al pasar por las ciudades,
les entrega las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que
estaban en Jerusalén, para que las guardasen. 5 Así que las iglesias eran
confirmadas en fe, y aumentaban en número cada día.
6 Y atravesando Frigia y la
provincia de Galacia les fue prohibido
por el Espíritu hablar la palabra en Asia; 7 y cuando llegaron a Misia,
intentaron ir a Bitinia, pero el
Espíritu no se lo permitió. 8 Y pasando junto a Misia, descendieron a
Troas.
9 Y se le mostró a Pablo una
visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a
Macedonia y ayúdanos. 10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir
para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos
el evangelio. 11 Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a
Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; 12 y de allí a Filipos, que es la
primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en
aquella ciudad algunos días.
13 Y un día de reposo* salimos
fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y
sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.
14 Entonces una mujer llamada LIDIA, vendedora de púrpura, de la
ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el
corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15 Y cuando fue
bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel
al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.
16 Aconteció que mientras íbamos
a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de
adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17 Esta, siguiendo
a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios
Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. 18 Y esto lo hacía por
muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te
mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma
hora.
19 Pero viendo sus amos que había
salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los
trajeron al foro, ante las autoridades; 20 y presentándolos a los magistrados,
dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21 y enseñan
costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
22 Y se agolpó el pueblo contra
ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas.
23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al
carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato,
los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
25 Pero a medianoche, orando
Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 Entonces
sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la
cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas
de todos se soltaron. 27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las
puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos
habían huido.
28 Mas Pablo clamó a gran voz,
diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29 El entonces,
pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo
y de Silas;
30 y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor
a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma
hora de la noche, les lavó las heridas; y en
seguida se bautizó él con todos los suyos. 34 Y llevándolos a su casa, les
puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
35 Cuando fue de día, los
magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres. 36 Y el
carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a
decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz. 37 Pero Pablo
les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo
ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan
encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos.
38 Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos. 39 Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad. 40 Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron. (Hechos 16).
1. Llegó. Gr. katantáÇ, "llegar", "arribar"
a un lugar determinado. Con referencia al uso del singular, ver com. cap. 15:41.
La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto: "Llegó también a Derbe
y Listra" (BJ), lo cual sugeriría la continuidad entre el cap. 15:41 y 16:1.
La división de capítulos quedaría mejor entre los vers. 35 y 36 del cap. 15.
A Derbe y a Listra. Así continúa la visita a las
iglesias ya organizadas (cap. 15:36). Ver com. cap. 14:6, donde el orden está
invertido de acuerdo con la geografía. Aquí, naturalmente, Pablo y Silas llegan primero a Derbe (ver mapa p.
314). Para llegar a esta región desde Cilicia, Pablo y sus compañeros tuvieron
que pasar por las Puertas de Cilicia, en las montañas Tauro, por donde habían
pasado Jerjes, y más tarde Alejandro Magno, con sus ejércitos.
Había allí. El texto no dice específicamente si Timoteo era de
Listra o de Derbe; sin embargo, suele favorecerse la idea de que era de Listra.
Por otra parte, algunos, apoyándose en el cap. 20:4, dicen que era de Derbe
(ver com. cap. 14:6). Por lo menos se sabe que era de la región de Derbe y
Listra, y que era conocido por las iglesias de esa zona como discípulo de buen
testimonio.
Timoteo. Este nombre griego común significa "honrado de
Dios". Es probable que se hubiera convertido cuando Pablo estuvo en Listra
y en Derbe durante su primer viaje misionero (ver com. cap. 14:6). De este modo
Pablo bien pudo llamarlo "mi hijo amado" (1 Cor. 4:17) y "verdadero
hijo en la fe" (1 Tim. 1:2). Era joven (1 Tim. 4:12; HAp 165), quizá no
tenía más de 18 a 20 años, puesto que se sigue hablando de su juventud unos
doce años más tarde (1 Tim. 4:12).
Pero durante el tiempo que había
transcurrido desde que Pablo partió de Listra (ver Cronología en pp. 103-105), Timoteo
había dado buen testimonio por su consagración y su "fe no fingida"
(2 Tim. 1:5). Desde su niñez se le había inculcado el conocimiento de las Escrituras
del AT (2 Tim. 3:15). El hecho de que tenía buena fama entre los hermanos de
Iconio, como también entre los de Listra (Hech. 16:2), sugiere que Timoteo se
ocupó de que hubiera buenas relaciones entre las dos iglesias.
Pablo le escribe a él -y se
refiere a él- como si no fuera fuerte físicamente, y quizá como adulto tuvo
mayores problemas físicos debido a su intenso programa misionero (1 Tim. 5:23).
Parecería haber sido emotivo (2 Tim. 1:4), y sin embargo estuvo dispuesto a
hacer frente a dificultades y responsabilidades con la fuerza de Cristo (1Cor.
16:10).
Se dice que Timoteo fue
colaborador de Pablo (Rom. 16:21), y su compañero de trabajo en el segundo
viaje, y en el tercero, por lo menos hasta Troas (Hech. 20:4-5). Por 1 Cor. 4:17
nos enteramos de que fue mensajero de Pablo a Corinto, y en 2 Cor. 1:1 saluda,
junto con Pablo, a la iglesia.
También fue mensajero de Pablo a
la iglesia de Tesalónica (1 Tes. 3:2,6), y debe haber estado en Roma con Pablo
durante su primer encarcelamiento, porque aparece en la Epístola a los
Filipenses (cap. 1:1; 2:19), en Colosenses (cap. 1:1) y en Filemón (vers. 1). Aparece
como librado de la cárcel (Heb. 13:23) pero no se sabe ni la fecha ni el lugar
de ese encarcelamiento. Eusebio
(Historia eclesiástica iii. 4.5) dice que fue el primer obispo de Efeso. Según
la tradición, murió mártir a manos del populacho de Éfeso.
Una mujer judía creyente. Unos pocos manuscritos tardíos
añaden la palabra "viuda". Si el padre de Timoteo ya había muerto y a
esto se añade la probable diferencia de religión, se explicaría la importancia
de la madre en el relato de Timoteo. Se llamaba Eunice (Gr. Euník', "buena
victoria"). Parece que Loida y Eunice eran cristianas piadosas (2 Tim. 1:5)
y habían dado a Timoteo una educación religiosa basada en un conocimiento
personal de las Escrituras (2 Tim. 3:15).
Padre. Lucas no dice nada en cuanto a la religión del
padre de Timoteo. Era "griego", lo que podría indicar que era un
gentil pagano, en cuyo caso su casamiento con Eunice no habría sido reconocido
por los judíos. También podría haber sido un gentil "temeroso de
Dios" (ver com. cap. 10:2). Pero parece que no era un prosélito en todo el
sentido de la palabra, pues no había hecho circuncidar a su hijo Timoteo.
2. Daban buen testimonio de él. Se emplean expresiones similares
para referirse a Cornelio (cap. 10:22) y a Ananías (cap. 22:12). Este informe
influyó en Pablo para que escogiera al joven como compañero.
Hermanos. Es decir, los miembros de las iglesias cristianas
de la región. Durante los años que habían pasado desde la visita anterior de
Pablo (cap. 14:6-7; ver Cronología pp. 103-105), la nueva congregación había
crecido y el carácter del fervoroso Timoteo era bien conocido. Era fácil la
comunicación entre las iglesias de Listra y de Iconio, pues se encontraban a
unos 32 km de distancia.
3. Quiso Pablo. Según parece, Pablo quiso que
Timoteo fuera su "ayudante" (cap. 13:5), que ocupara el lugar que
había dejado Juan Marcos, y que así comenzara su "obra de
evangelista" (2 Tim. 4:5). El apóstol vio que Timoteo podría ser un
compañero muy útil; pero comprendió que si no era circuncidado sería un motivo
de dificultades en vez de ser de ayuda.
Le circuncidó. Es probable que Pablo mismo realizara el rito. A primera
vista, esta acción parecería estar en desacuerdo con la actitud de Pablo para
con Tito, a quien no quiso circuncidar (ver com. Gál. 2:3), y con su enseñanza
general en cuanto a la circuncisión (ver com. 1 Cor. 7:18-19; Gál. 5:2-6).
Pero hay una diferencia notable
entre el caso de Tito y el de Timoteo. Tito era griego, y el obligarlo a
circuncidarse habría sido ceder en un principio en el que Pablo no estaba
dispuesto a transigir.
Pero Timoteo era considerado como
judío, pues según las leyes rabínicas el hijo de una madre judía era considerado
judío (Talmud Yebamoth 45b). Si ambos padres hubieran sido judíos fieles,
habría sido circuncidado al octavo día (Lev. 12:3); pero evidentemente la
diferencia religiosa entre sus padres impidió que esto se hiciera.
Pero ahora el joven Timoteo estaba a punto de entrar en la obra pública, y estaría en íntima relación con los judíos. Si quedaba incircunciso, sería un motivo de tropiezo para los judíos, que pensaban que un mal judío no podía ser un buen guía cristiano.
Por
lo tanto, Pablo no consideró que era una inconsecuencia suya oponerse a la
enseñanza de que la circuncisión era espiritualmente necesaria, esencial para
la salvación, pero que al mismo tiempo circuncidaba a este joven de raza judía para
que no fuera un tropiezo. Este proceder estaba en armonía con su filosofía
explícita (ver com. 1 Cor. 9:20). Según Lucas, lo hizo "por causa de los
judíos".
4. Las ordenanzas. Gr. dógma, "opinión",
'juicio", del verbo dokéÇ, "dar una opinión". Las ordenanzas eran las
"decisiones" (BJ) a que había llegado el concilio de Jerusalén (cap.
15:22-31). En las iglesias que Pablo antes había fundado quizá se entregaron
copias de esta "epístola" (cap. 15:30) o sencillamente se explicó el
contenido del pronunciamiento del concilio.
Los apóstoles redactaron esas
"decisiones" para los cristianos de origen gentil con el fin de que
se guiaran por ellas y las observaran. No contenían nada que los cristianos de
origen judío se sintieran inclinados a no prestar atención, y la libertad que
se concedía era específicamente para los gentiles.
Estas "decisiones"
debían ser para los gentiles un estatuto en el cual podían basarse en el caso
de una disputa con los judaizantes. Estas mismas "decisiones" también
pueden haber ayudado a muchos gentiles para que se decidieran a entrar en la
iglesia cristiana, sabiendo que no se les obligaría a llevar una pesada carga
de ceremonias.
5. Eran confirmadas. "Se afianzaban" (BJ),
La iglesia, a punto de salir de la infancia, se está preparando para hacer
grandes progresos, y los misioneros están fortaleciendo sus miembros para esa
evolución.
Aumentaban en número. Se había quitado una gran barrera
para la admisión de los gentiles, y el número de cristianos iba en aumento
diario. Sin embargo, aquí posiblemente no sólo se aluda a un aumento del número
de creyentes, sino también al aumento del número de congregaciones. No se da ninguna
información adicional. Tres siglos más tarde, después de que se legalizó el
cristianismo, una iglesia comprendía a todos los creyentes de una ciudad,
organizados en diversas congregaciones.
Las congregaciones de las aldeas
vecinas también estaban incluidas en esa "iglesia", siguiendo el
modelo de la ciudad-estado de los griegos. En ese tiempo el principal anciano
de la congregación central ya se había convertido en obispo y llevaba pesadas
responsabilidades en la iglesia (ver pp. 28,39-40). En los días de Pablo, y
durante los siglos posteriores, hasta que el cristianismo se convirtió en la
religión estatal, los cristianos no tuvieron edificios de iglesia.
6. Atravesando Frigia. La sintaxis del griego de los
vers. 5 y 6 sugiere que en este punto debe hacerse una división en la
narración, lo que muestra claramente el subtítulo de la RVR. Frigia es una zona
no bien definida del occidente de Asia Menor.
El nombre tenía un sentido
etnológico más que político, y no circunscribía en esta época a ninguna
provincia romana. Es posible que el mensaje evangélico ya hubiera sido llevado
allí por habitantes de la región que estuvieron en Jerusalén durante el día de
Pentecostés, después de la ascensión de Jesús. Frigia es de especial interés para los cristianos porque más tarde
estuvieron allí las iglesias de Colosas y Laodicea, en el valle del Lico. Ver
Nota Adicional al final del capítulo.
Galacia. Gr. "la región galatik's", es decir,
"la región gala, o gálata". Un gran sector del pueblo galo se había
instalado en la Europa occidental, en lo que se llamó Galia, y que corresponde
aproximadamente con lo que ahora es Francia. En el siglo III a. C., otra rama
del mismo pueblo se había desplazado hacia el sur: pasó por Grecia, penetró en
el Asia Menor, se asentó en la zona central, y absorbió a muchos de los
frigios. A su vez, los gálatas más tarde fueron conquistados por los romanos, y
en el año 25 a. C., durante el reinado de Augusto César, su territorio fue
convertido en provincia romana (ver t. V, p. 25).
Los habitantes hablaban un
dialecto céltico similar al de los galos en Europa occidental, y retuvieron la
vivacidad de las emociones y la tendencia a cambios repentinos que caracterizaban
el temperamento céltico. Adoptaron fácilmente la religión frigia, con su
adoración orgiástico de la gran diosa madre Cibeles, en cuyos templos había
sacerdotes eunucos consagrados al servicio de ella (ver com. Gál. 5:12). El
principal centro de este culto se encontraba en la ciudad de Pesinonte.
En Gál. 4:13-15 (ver com.) Pablo
se refiere a su visita a Galacia, donde parece haber sido detenido por una
seria enfermedad, quizá alguna afección ocular. Muchos comentadores han entendido que la "espina en la carne"
(2 Cor. 12:7; cf. com. Hech. 9:18) que
sufría Pablo era una afección a la vista.
Es probable que su enfermedad lo
hubiera obligado a permanecer más tiempo en esta región que lo que había
calculado. Durante esta enfermedad, los gálatas tuvieron la oportunidad de
mostrarle su gran afecto. Pablo declara que ellos, si hubiesen podido hacerlo,
se hubieran sacado los ojos para dárselos (Gál. 4:15) con el fin de aliviar su
sufrimiento. Se habían sentido sumamente satisfechos de tenerlo entre ellos y
lo habían recibido "como a un ángel de Dios" (vers. 14).
El recuerdo de esa acogida hizo
que la tristeza del apóstol fuera mayor cuando más tarde supo que los gálatas
habían sido descarriados por maestros judaizantes, y tuvo que reprenderlos por
haber abandonado su primer amor.
Les fue prohibido. La traducción literal de este
versículo es la siguiente: "Y atravesaron Frigia y la región de Galacia,
habiendo sido impedidos por el Santo Espíritu de hablar la Palabra en
Asia". Según parece, la prohibición del Espíritu les fue dada poco después
de haber partido de la región de Iconio y antes de entrar en Frigia. Ver Nota
Adicional al final del capítulo.
Espíritu Santo. Lucas no dice cómo instruyó el
Espíritu a Pablo, si fue por impresiones recibidas, por visiones nocturnas o
por profecías dadas por quienes tenían ese don (cf. cap. 21:4; cf. com. cap.
2:4; 8:29,39; 13:2). No importa cuál fue el método que Dios empleó para
comunicarse con Pablo; éste comprendió que el Espíritu le prohibía predicar en
Asia e ir a Bitinia (cap. 16:7), y obedeció esas prohibiciones.
Debido a esto no entró en Asia,
en donde había ciudades populosas como Éfeso, Esmirna y Sardis, que albergaban
grandes comunidades, judías y también importantes centros de culto idólatra. Esas
ciudades debieron ejercer una gran atracción sobre Pablo; pero obedeció fielmente
las órdenes del Espíritu. De este modo el grupo misionero fue guiado hacia la
costa noroeste, sin saber exactamente dónde sería su siguiente campo de labor.
En Asia. Ver com. cap. 2:9; ver Nota Adicional al final del
capítulo.
7. Misia. Ver Nota Adicional al final del capítulo.
Bitinia. En Bitinia, al norte de la ruta de Pablo, había
grandes ciudades como Nicomedia y Nicea, y una numerosa población judía. Era
natural que Pablo y su grupo quisieran trabajar allí; pero el Señor tenía otros
planes para sus siervos dóciles y obedientes, y fueron conducidos no hacia el
norte, sino hacia el oeste (ver Nota Adicional al final del capítulo). No hay
registro de que hubieran hecho obra alguna en esta etapa de su viaje, y es
probable que sólo pasaron por algunas aldeas poco importantes.
El Espíritu. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto:
"Espíritu de Jesús" (BJ). Esto concuerda con el concepto de que el
Espíritu tiene la misma relación con el Hijo que con el Padre, y por lo tanto
puede hablarse de él como Espíritu de Dios, o Espíritu de Cristo (o de Jesús).
Cf. com. Rom. 8:9.
No se lo permitió. Es posible que Pedro trabajara en
"Pronto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia", pues es a los
cristianos de esas regiones a quienes dirige su primera epístola (1 Ped. 1:1). Es
posible que hubiera desempeñado este ministerio después de su "simulación"
en Antioquía (Gál. 2:11-16).
Por lo tanto, algunos han
sugerido la posibilidad de que mientras Pablo estaba predicando en Frigia,
rumbo a Europa, y Bernabé -que había actuado como Pedro en Antioquía (Gál. 2:13)-
lo hacía en Chipre (Hech. 15:39), Pedro bien pudo haber estado trabajando en
aquellas mismas regiones, entre las cuales estaba Galacia del norte, adonde el
Espíritu le dijo a Pablo que no entrara. No se sabe si para este momento Pablo
y Pedro habían arreglado sus diferencias; pero es posible que en esta forma se
haya evitado a estos dos grandes hombres de Dios el dolor de mayores
incomprensiones, al no permitir que se encontraran en el campo misionero.
Además, Pablo pudo decir después
que había evitado construir sobre el fundamento puesto por otro (Rom. 15:20). Sin
embargo, es muy probable que la razón principal por la cual se prohibiera la
obra en Bitinia y en Asia hubiera sido el propósito divino de que en ese
momento se llevara el Evangelio a Europa.
8. Pasando junto a Misia. No se detuvieron allí. Misia era considerada generalmente como parte
de Asia, donde el Espíritu les había prohibido predicar (ver Nota Adicional al
final del capítulo).
Descendieron. Desde las montañas del interior de Asia Menor.
Troas. Finalmente su viaje lo llevó hasta la costa, y
contemplaron hacia el occidente las aguas del mar Egeo. La ciudad de Alexandria
Troas, llamada así en honor de Alejandro Magno, era considerada en ese tiempo
como colonia romana y ciudad libre.
El sitio de la antigua Troya estaba a unos pocos kilómetros al norte de Troas. Pero es poco probable que Pablo hubiera tenido interés alguno en el relato que escribió Homero del asedio de la antigua ciudad griega. Lo que le preocupaba era el mejor medio de proclamar a Cristo como Salvador, para que los habitantes de Troas pudieran hallar la vida eterna. Tales pensamientos sin duda fueron expresados en las oraciones de Pablo, y en respuesta a esas oraciones recibió la visión registrada en el vers. 9.
No se dice que Pablo hubiera hecho alguna obra misionera en Troas en esta ocasión; pero hay amplia evidencia bíblica de que más tarde se estableció allí una iglesia (ver com. Hech. 20:5-12; 2 Cor. 2:12-13; 2 Tim. 4:13).
9. Visión. Gr. hórama, "lo que se ve", "panorama", "visión". Lucas emplea la palabra hórama once veces en los Hechos. En el resto del NT sólo aparece en Mat. 17:9. Con referencia a "visiones", ver com. Hech. 2:17. Compárese con la visión anterior de Pablo registrada en el cap. 22:17-21. Rogándole. Gr. parakaléÇ, "llamar a uno al lado", es decir, "llamar a alguien", "rogar", "pedir". Este verbo le da cierto sentido de urgencia al llamamiento macedónico. Ver com. Mat. 5:4. Pasa. Gr. diabáinÇ, "pasar", "cruzar a".
Macedonia. Originalmente era un país al norte de la Grecia
clásica. Bajo el gobierno de Filipo
(359-336 a. C.) y Alejandro Magno (336-323) logró gran poder. Sin embargo, en el año 142 a. C. se convirtió
en provincia romana y permaneció en esa condición hasta después de los días de
Pablo (ver t. V, pp, 25-30). Muchas de sus ciudades importantes tenían grandes
comunidades judías, las cuales podrían proporcionar excelentes bases para el
evangelismo cristiano.
Algunos se han preguntado cómo
sabía Pablo que el hombre a quien vio en visión era macedonio. Una respuesta
podría hallarse en las mismas palabras del hombre: quien se identifica con
Macedonia. Otra respuesta podría ser que Lucas no necesariamente da un informe
completo de la visión, sino que registró sus puntos principales, omitiendo
detalles que sólo complementan el bosquejo presentado.
Ayúdanos. Gr. bo'théÇ, "acudir al clamor [del que está
en peligro]", "socorrer", "ayudar". El varón macedonio
usa la primera persona del plural porque habla en nombre de sus compatriotas. Desde
el punto de vista moderno se puede dar a este llamamiento una interpretación
más amplia, pues el hombre estaba en Europa y llamaba a Pablo a que entrara en
ese gran continente para predicar el Evangelio. Este es uno de los momentos
cruciales de la historia.
El futuro de Europa dependía en
gran medida de la respuesta que Pablo diera a ese pedido. Europa debe agradecer
que el valiente apóstol no vaciló en responder al llamamiento que se le hacía. Hasta
este momento se le había impedido cumplir su gran deseo de predicar el
Evangelio en Asia y en Bitinia (ver com. vers. 6-7); pero ahora lo llama todo
un continente, y sin duda tuvo que haber visto la razón básica de la
prohibición divina que tan fielmente había obedecido.
El llamamiento macedónico, el
clamor de quienes no conocen a Cristo, ha impulsado a incontables millares a
abandonar sus hogares para llevar el Evangelio a tierras extrañas, donde han
trabajado en medio de incomodidades, en la soledad, la enfermedad y aun la
sombra de muerte. Este servicio abnegado ha fortalecido a la iglesia. Cuando ésta ha cerrado sus oídos a los
llamamientos macedónicos, ha comenzado a hacerse sentir su debilidad
espiritual.
Es posible que este llamamiento
no sea expresado por los que están en necesidad, pues puede ser que no se den
cuenta de su miseria espiritual; pero su necesidad impresiona intensamente al
cristiano, y éste se ha apresurado, como lo hizo Pablo, para ir en ayuda de
quienes no comprenden que están perdidos.
10. En seguida. Debido a la urgencia del
llamamiento, Pablo hizo inmediatamente los preparativos para viajar a
Macedonia. En vista de que anteriormente se le había impedido que predicara, es
probable que estuviera más deseoso que de costumbre para presentar a otros el
mensaje de Cristo.
Procuramos. En este pasaje (vers. 10-17) el autor escribe por
primera vez en primera persona de plural, con lo cual se incluye en el relato. También
se incluye en otros pasajes (cap. 20:5 a 21:18 y 27: 1 a 28:16). Estas
referencias sugieren que Lucas viajó con Pablo en estas ocasiones (ver t. V, p.
649). Cuando se relata algo en tercera persona y de pronto se cambia a la
primera, se deduce que el autor ha comenzado a participar en los
acontecimientos que narra.
La mayoría de los comentadores
bíblicos llegan a la conclusión de que Lucas, autor de los Hechos (ver
Introducción), se unió al grupo de misioneros en Troas, y que no escribió como
observador directo sino basándose en la información que recibió de Silas o de
Timoteo. Puesto que Lucas no menciona su propia conversión, es razonable
suponer que había ocurrido algún tiempo antes de este episodio en Troas. Como
se incluye en la frase "Dios nos llamaba para que les anunciásemos el
evangelio", también debe entenderse que Lucas era uno de los evangelistas.
Procuramos partir. Los misioneros buscaron una
manera para ir desde Asia hasta Macedonia, país desconocido para ellos; sin
embargo, corresponde señalar que entonces no existía la distinción entre Europa
y Asia que hoy se hace entre Turquía y Grecia. En las dos regiones prevalecía
la cultura griega la cual producía un ambiente común.
Dando por cierto. Gr. sumbibázÇ (ver com. cap.
9:22). Los misioneros quedaron "persuadidos" (BJ). Mediante un
razonamiento santificado decidieron cuál era la voluntad de Dios para con
ellos.
11. Zarpando. La forma en que emplea Lucas los términos náuticos
se trata en la Nota Adicional del cap. 27.
Vinimos con rumbo directo. Gr. euthudroméÇ , "correr en
línea recta", y como término náutico, "navegar a barlovento", es
decir, a favor del viento. El hecho de que viajaran con "rumbo
directo" significa que Pablo y sus compañeros fueron ayudados por el
viento. La corriente debe haber estado contra ellos, pues corre hacia el sur
del Helesponto y al este entre Samotracia y la costa de Grecia. El viaje de
Troas a Filipos, de unos 200 km, les llevó cinco días (cap. 20:6).
Samotracia. Esta isla queda en la parte norte del mar Egeo,
frente a la costa de Tracia, aproximadamente a mitad de camino entre Troas y el
puerto de Neápolis, en Tracia. Quizá pasaron cada una de las noches del viaje
en algún puerto, como era la costumbre de la época.
Neápolis. El nombre significa "ciudad nueva", y era
común dondequiera que se hablaba griego. Se ha perpetuado en dos casos
conocidos: Nápoles, en Italia, y Nablús, en Palestina. La ciudad de Neápolis
estaba en Tracia, pero servía como puerto de Filipos, a unos 15 km al noroeste.
Se ha identificado a Neápolis con la ciudad que hoy se llama Kavalla, donde se
encuentran un acueducto romano y columnas e inscripciones griegas y latinas que
testifican de la importancia que tuvo esta ciudad ahora en ruinas. Era el
extremo oriental de la Vía Egnatia, que unía el Egeo con el Adriático.
12. De allí a Filipos. El viaje por mar terminó en
Neápolis. Los apóstoles siguieron a Filipos, ciudad que originalmente se había
llamado Crenides, que significa "pequeñas fuentes"; pero que había
sido reconstruida por Filipo de Macedonia (359-336 a. C.), padre de Alejandro
Magno. Esta ciudad había recibido el nombre de Filipos en honor de su
reconstructor. Entre Neápolis y Filipos hay una cadena montañosa en la cual
había minas de oro y de plata.
La primera ciudad de la provincia de Macedonia. Esta afirmación
ha producido algunas dificultades, pues Filipos no era en tiempos de Pablo
capital de la provincia de Macedonia, ni tampoco de una de las cuatro
subdivisiones de esa provincia romana. Sin embargo, corresponde señalar que el
texto griego dice que Filipos "era primera ciudad de la región de
Macedonia", sin el artículo, por lo cual la BJ traduce correctamente:
"es una de las principales ciudades de la demarcación de Macedonia".
El adjetivo griego protos,
"primer", aparece en monedas acuñadas en ciudades importantes que no
eran capitales de determinado territorio.
Por otra parte, la palabra griega merís se traduce mejor como "región",
"distrito" o "parte". Aunque Anfípolis era la capital de
esa región, Filipos era un importante centro comercial, donde había un
destacamento militar romano por causa de las turbulentas tribus de Tracia.
Colonia. Filipos fue convertida en colonia romana después de
que Bruto y Casio fueron derrotados por Octavio y Antonio en el año 42 a. C.
Después de la batalla de Acción, en el 31 a. C., se afianzó esta condición, y
tal como lo demuestran monedas encontradas, el nombre completo de la ciudad fue
Colonia Augusta Julia Philippensis. Una "colonia" romana no
correspondía con el concepto que tenemos ahora de esa palabra. La colonia era
un sector de territorio conquistado que se asignaba a ciudadanos romanos,
quienes con frecuencia eran veteranos de guerra. Estos ex soldados eran enviados bajo la
autoridad de Roma, y marchaban hasta su destino como un ejército.
Dondequiera que iban, implantaban
las características de la vida civil y social romana. Estas colonias a menudo se establecían en las
fronteras para protegerlas, o tenían la función de vigilar a los magistrados
locales de las provincias. Los nombres de los colonizadores permanecían en las
listas de las tribus de Roma. Ellos llevaban consigo el latín y las monedas
romanas.
Muchas veces sus principales
magistrados eran designados desde Roma, y eran independientes de los
gobernadores de la provincia donde se encontraba la colonia. De este modo, la
colonia estaba estrechamente ligada con Roma. Algunas veces se describía a las
colonias como "baluartes del imperio" (Cicerón, De lege agraria ii.
27,73) o "algo así como miniaturas o, en cierto modo, copias" de la
ciudad de Roma (Aulo Gelio, Noches áticas xvi. 13. 9).
El espíritu de una colonia era,
pues, sumamente romano. De ese modo, en esta ciudad macedonio, Pablo, que era
ciudadano romano, se relacionó directamente con un floreciente modelo de
organización imperial romana.
Algunos días. Ver com. cap. 9:19. Esta frase parece referirse a
menos de una semana, pues parece que el sábado del cap. 16:13 fue el primero
que pasaron en Filipos.
13. Un día de reposo. El griego es más específico;
dice: "El sábado" (BJ). Pablo, Silas, Timoteo y Lucas se hallaban en
una ciudad extraña de un país extraño. Habían estado allí algunos días, pero
cuando llegó el sábado era natural que quisieran estar con otros judíos, con
quienes pudieran rendir culto a Dios para poder impartirles las buenas nuevas
de la salvación (ver com. cap. 13:14).
Fuera de la puerta. Salieron de la ciudad buscando
quizá un lugar donde celebrar un culto, pues en la ciudad no había sinagoga. Además,
podrían haber estado enterados de que los judíos se reunían fuera de la ciudad,
junto al río.
Junto al río. Gr. pará potamón, "junto a un río". Sin
duda era el arroyo Gangites, que desembocaba en el río Strimón.
Donde solía hacerse la oración. Si bien el sentido de la frase es
claro, es imposible determinar cómo decía en el original griego ya que hay un
sinnúmero de variantes. La evidencia textual (cf. p. 10) sugiere el texto:
"donde pensábamos oración [lugar de oración] estar [haber]", aunque
reconoce como posibles otras variantes.
La oración. Gr. proseuje, "oración", o quizá en este
caso, "lugar de oración" (ver 3Mac. 7:20; cf. com. Hech. 1:14;
16:16). Si no había sinagoga en Filipos, los pocos judíos que allí residían
pudieron haber establecido un lugar de reunión a orillas del río, donde podían
realizar sus abluciones rituales (Cf. Esd. 8:15,21; Sal. 137:1).
Juvenal (Sátiras iii. 13-14) señala
como un ejemplo de la decadencia de la antigua religión de Roma, el hecho de
que "la santa fuente y el bosque y el santuario" fueran alquilados a
los judíos. La palabra proseuj' aparece como lugar de oración en otro pasaje
del mismo autor: "¿Dónde está tu puesto? ¿En qué lugar de oración
[proseuj'] te he de encontrar?" (Id. 296).
Estos lugares de oración, u
oratorias, eran a menudo circulares y sin techo. La práctica de tener tales
lugares de oración parece haberse continuado hasta los días de Tertuliano, pues
este autor habla de las oraciones "junto al río" (oraciones
litorales) de los judíos (Ad nationes i. 13).
Sentándonos. Esta era la posición comúnmente adoptada por los maestros judíos (ver t.V, pp. 59-60). Hablamos. También podría traducirse como lo hace la BJ: "Empezamos a hablar". El verbo en plural sugiere que no fue uno solo el que habló.
Las mujeres que se habían reunido. Alguien ha
dicho que el "varón macedonio" (vers. 9) se convirtió en un grupo de
piadosas mujeres judías. Algunos predicadores hubieran considerado que tal
congregación podría ser atendida descuidadamente, pero Pablo y sus compañeros fueron
diligentes en su tarea. El hecho de que se reunieran sólo mujeres en el lugar
de la oración, sugiere que no había hombres judíos en la población.
Esto podría explicar por qué no
había una sinagoga, pues para esto tenía que haber un mínimo de diez hombres. Algunas
de las mujeres a quienes encontraron los misioneros, pueden haber sido
prosélitos, como Lidia (ver com. vers. 14). Sería natural que tales mujeres
dieran la bienvenida a extranjeros judíos que venían a darles instrucciones. Las
mujeres en Macedonia parecen haber gozado de mayor libertad de la que era
habitual para su sexo en esos tiempos.
14. Lidia. Era un nombre femenino común en tiempos de los
romanos. Pero también es posible que ella, como lo hacían muchos libertos con
sus nombres, lo hubiera tomado de su país de origen, el antiguo reino de Lidia,
que era una colonia macedónica.
Vendedora de púrpura. Vendía tela de color púrpura (ver
com. Luc. 16:19). Ella, y no su marido, es presentada como vendedora. Esto
sugiere que Lidia dirigía sus propios negocios y quizá era bastante pudiente.
Tiatira. Ciudad lidia de la provincia de Asia. Fue fundada
como colonia de Macedonia después de la conquista de la monarquía persa por
Alejandro Magno. Esta ciudad aparece entre las siete iglesias del libro de
Apocalipsis (cap. 1:11; 2:18-29).
Tiatira, como muchas otras
ciudades del Asia Menor, era famosa por sus tintorerías, que rivalizaban con
las de Tiro y de Mileto. Se han encontrado inscripciones en los alrededores de
Tiatira, que indican que allí había un gremio de tintoreras que usaban púrpura,
al cual pudo haber pertenecido Lidia.
Adoraba a Dios. Ver com. cap. 10:2.
El Señor abrió el corazón de ella. El Señor había
llamado a los evangelistas para que predicaran el Evangelio en Macedonia, y no
perdieron tiempo en cumplir con esa misión. Ahora el Señor coopera con sus
esfuerzos abriendo el corazón de una importante persona que escucha su
predicación. Lucas reconoce la necesidad de esa cooperación divina. Sabe que sin la obra del Espíritu en el
corazón de la persona que escucha, la predicación de ellos es vana.
Estuviese atenta. El verbo griego sugiere
"prestar atención" (BC), e incluso "aceptar". BJ traduce:
"El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de
Pablo". Por el contexto puede verse que aceptó el mensaje de los
apóstoles.
15. Fue bautizada. Quizá en el mismo río junto al cual
"solía hacerse la oración". Ver com. Mat. 3:6; Hech. 8:38. No es
necesario saber que el bautismo tuvo lugar ese mismo sábado. La frase verbal
"estaba oyendo" (vers. 14) bien puede sugerir una acción repetida. Lidia
fue instruida, y transcurrido algún tiempo desde la primera reunión entre las
mujeres y los apóstoles, fue bautizada.
El que hayan sido bautizados
miembros de "su familia" ("los de su casa", BJ) no indica
que los apóstoles hubieran bautizado a niños pequeños. Además de sus Hijos,
Lidia sin duda tenía en su "casa" esclavos y empleados (cf. com. cap.
10:2; 16:32-33). Posiblemente ellos también eran prosélitos (ver com. cap.
10:2). Para estas personas el judaísmo había sido como un "ayo" que
los había llevado a Cristo (Gál. 3:24).
Es posible que entre las mujeres
del vers. 13 se hubieran encontrado Evodia y Síntique y otras mujeres de
Filipos, a quienes Pablo consideró más tarde como colaboradoras en la
proclamación del Evangelio (Fil. 4:2-3). Este grupo de mujeres constituyó la
primera iglesia cristiana fundada por Pablo en Europa. Por causa de su amable
hospitalidad y su firme permanencia en la fe, esa congregación ganó un lugar
especial en el afecto de Pablo.
Si habéis juzgado. La sintaxis del griego sugiere
que se espera una respuesta afirmativa a la invitación. También podría
traducirse: "Puesto que habéis juzgado que yo soy fiel". Los
predicadores habían reconocido la calidad de su fe, y la bautizaron. Si Lidia
estaba preparada para esa bendita ceremonia, ¿no lo estaría también para
recibirlos en su casa?
Posad. Lidia, como los dos discípulos que habían seguido a
Jesús Juan 1:37-39), anhelaba retener a los maestros cuyas lecciones tanto
habían ayudado a su corazón poco antes abierto al Evangelio. Es probable que
los cuatro misioneros se hubieran estado manteniendo mediante su propio trabajo
privado: Pablo como fabricante de tiendas (ver com. Hech. 18:3; 1 Tes. 2:9; 2
Tes. 3:8; etc.), y Lucas quizá como médico. Ahora Lidia los insta a ser
huéspedes en su casa.
Nos obligó. Gr. parabiázomai, "obligar",
"instar". Lucas se incluye entre quienes se hospedaron en casa de
Lidia; esto sugeriría que Filipos no era la ciudad de Lucas, como lo han
afirmado algunos.
16. A la oración. Es decir, al lugar "donde solía hacerse la oración" (ver com. vers. 13). Es probable que el episodio que se describe aquí hubiera ocurrido en un sábado algún tiempo después del que se menciona en el vers. 13, después del bautismo de los primeros conversos (vers. 15) y de que la obra de los misioneros se hubo conocido en la ciudad. Una muchacha. Gr. paidísk', una joven esclava.
Espíritu de adivinación. En el griego dice "un espíritu pitón".
En la mitología griega Pitón era una serpiente que se
decía que había guardado el oráculo en Delfos, pero que había sido muerta por
Apolos, y que, en consecuencia, pasó a denominarse Apolo pítico.
En Delfos se adoraba a Pitón como
símbolo de la sabiduría. Plutarco (m. c. 126 d. C.), que era sacerdote del
Apolo pítico, dice que se le daba el nombre de "pitón" a los expertos
en ventriloquia, porque eran considerados como poseedores de facultades
extraordinarias (De la cesación de los oráculos 9).
El hecho de que Lucas emplee aquí
este adjetivo poco común, sugiere que esta era la manera en que los filipenses
designaban a la muchacha, o que él reconoció en las contorsiones y gritos
estridentes de ella una semejanza con los movimientos y las palabras de las
sacerdotisas de Delfos.
Es evidente que los pobladores
del lugar creían que la esclava poseía habilidades sobrenaturales, y sin duda
sus alaridos eran recibidos como oráculos. Sus amos aprovechaban su supuesta
inspiración, y obligaban a la muchacha a responder a los que le hacían
preguntas.
Gran ganancia. Cf. com vers. 19.
Sus amos. Sus dueños habían descubierto el extraño poder de
la muchacha, y lo estaban explotando para su propio beneficio.
Adivinando. Gr. mantéuomai, "adivinar",
"augurar", empleado sólo aquí en el NT. En la LXX este verbo siempre
se emplea para referirse a las palabras de los falsos profetas (Deut. 18:10; 1
Sam. 28:8; Eze. 13:6; etc.). Aquí también puede interpretarse con el mismo
sentido: "pretender predecir el futuro".
17. Siguiendo. Gr. katakolouthéÇ, "seguir de cerca".
La
muchacha, gritando fuertemente, seguía de cerca a los misioneros (cf. vers.
18). Compárese con la publicidad que le dieron a Jesús los espíritus inmundos o
demonios (Luc. 4:33-37; 8:26-36).
Y a nosotros. Aquí aparece por última vez en esta parte del
relato el pronombre de primera persona de plural. No vuelve a usarse hasta el
cap. 20:5, cuando Pablo está otra vez en Filipos; por lo tanto, es probable que
Lucas hubiera permanecido en Filipos, posiblemente para predicar el Evangelio
en ese distrito. Volvió a unirse con los apóstoles cuando Pablo pasó por esa
ciudad en su tercer viaje misionero. Esto podría sugerir que Lucas permaneció
en Filipos unos seis años (ver p. 105), aunque indudablemente pudo haber hecho
otros viajes durante ese período.
Dios Altísimo. Gr. ho theós ho húpsistos, "el dios el altísimo". Para comprender correctamente este calificativo es necesario recordar el ambiente dentro del cual fue empleado y el significado de la palabra húpsistos.
Este vocablo es un adjetivo superlativo que comúnmente se
empleaba para indicar jerarquías es paganos (con frecuencia a Zeus, dios supremo
del panteón griego), o para referirse al Dios de los judíos (Yahweh). En la LXX
húpsistos reemplaza al vocablo hebreo 'elyon, "altísimo",
calificativo que se le daba a Dios (Gén. 14:18-22; Núm. 24:16; Deut. 32:8; 2
Sam. 22:14 -etc.; ver t.1, p. 182).
Este calificativo llegó a ser tan
conocido debido a las actividades misioneras de los judíos de la diáspora, que
fue aplicado a la Deidad por pueblos que habían asimilado algunas enseñanzas
judías sin aceptar plenamente la religión hebrea. Inscripciones del siglo I d. C. procedentes
del reino del Bósforo, al norte del mar Negro, y, por lo tanto, contemporáneas
de Pablo, testifican ampliamente en cuanto a este empleo de húpsistos.
El calificativo húpsistos fue
empleado en el caso que nos ocupa por una esclava de quien se dice que tenía
"espíritu pitón" (ver com. Hech. 16:16); por lo tanto, sus palabras
deben considerarse teniendo en cuenta su origen pagano. Al hablar del
"Dios altísimo" podía estarse refiriendo en primer lugar a la
divinidad suprema del panteón griego, generalmente denominada Zeus.
Por otra parte, quizá había oído
algo acerca del Dios a quien adoraban los judíos. De todos modos, sus palabras
expresaban una gran verdad. Los cristianos a quienes ella seguía eran
verdaderamente siervos del único y altísimo Dios. Con referencia a situaciones
algo parecidas, ver com. Mar. 1:24; 5:7.
El camino de salvación. Ver com. Juan 14:6; Hech. 4:12,
donde se revela que Jesucristo es el único camino de salvación. La mente
entenebrecido de la muchacha anhelaba compartir ese "camino de
salvación"; pero el demonio que la poseía estaba contradiciendo ese
"camino", y sus palabras impedían la obra de los misioneros.
18. Muchos días. La esclava quizá les salió al
encuentro en sábados sucesivos, mientras se dirigían al lugar de la oración, o,
además, los siguió en otros días.
Desagradando a Pablo. Ver com. cap. 4:2. Lo que un
cristiano puede tolerar pasivamente cuando se está impidiendo que se haga la
obra de Dios tiene un límite.
Espíritu. Se identifica el origen de la facultad de
adivinación de la esclava. Con referencia a la posesión demoníaca, ver Nota
Adicional de Marcos 1.
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/enlace-sobre-los-evangelios-de-mateo.html
Te mando. Pablo siguió el ejemplo de su Maestro al expulsar los demonios en Gadara (Luc. 8:29; ver com. Mar. 5:7). En el nombre. Ver com. cap. 3:6,16.
Salió. En cumplimiento de la promesa del Maestro (Mar. 16:17). El espíritu maligno no pudo resistir la orden, y obedeció de inmediato (cf Mar 9:26; ver com. Mat. 15:28; Mar 1:31; Juan 4:53). Aquí termina el registro relacionado con la muchacha; sin embargo, es difícil pensar que se le hubiera permitido volver a la ignorancia y a la incredulidad, o quizá a algo peor. Es muy lógico pensar que se hubiera hecho cristiana (HAp 173) y que encontrara albergue con las mujeres que colaboraban con el apóstol (Fil. 4:3).
19. Había salido. El empleo del mismo verbo del
versículo anterior, donde se traduce "salió", indica que tanto la
ganancia de los dueños como el espíritu de adivinación de la muchacha habían
desaparecido.
Ganancia. Gr. ergasía (ver com. cap. 19:24-25). Los hombres
pueden tolerar religiones extrañas o las especulaciones de los filósofos, pero
si alguna cosa amenaza la fuente de sus ganancias, reaccionan con violencia
(ver com. cap. 19:23-28). Circunstancias similares deben haber motivado muchas
de las persecuciones contra la iglesia primitiva.
A Pablo y a Silas. Ambos eran los miembros más
destacados del conjunto misionero, y los dos eran judíos (cf. vers. 20). Lucas
y Timoteo quizá se libraron por su apariencia de gentiles (ver t. V, p. 650;
vers. 1).
Los trajeron. Gr. hélkÇ , "arrastrar" (así se traduce
en Hech. 21:30; Sant. 2:6).
Al foro. Gr. agorá, "ágora" (ver com. Mat. 11:16).
El agorá, o foro, era el centro no sólo de la vida social y económica, sino de
la administración de justicia.
Las autoridades. Gr. árjÇn, "principal",
"jefe", "comandante". En el plural, como aquí, designa a
las autoridades en general. En el versículo siguiente se designa
específicamente a una categoría de autoridades.
20. Magistrados. Gr. strat'gós "comandante
civil" o "gobernador". El título romano para este cargo era
praetor, "pretor". Estos eran los magistrados supremos, los que
tenían autoridad para castigar a los transgresores.
En Filipos -colonia romana- no
correspondía en rigor emplear la palabra strat'gós para designar a los
magistrados, porque su título oficial en una colonia, era el de duumvir,
"duunviro". Pero se han encontrado inscripciones en Filipos que
muestran que sus habitantes usaban incorrectamente el término stratgós (pretor)
cuando deberían haber usado el término duumvir, como muestra de respeto por sus
magistrados. Este detalle es otro indicio más de la precisión con la cual Lucas
emplea los títulos oficiales.
Siendo judíos. La situación era similar a las muchas que acompañaron a las persecuciones sufridas por la iglesia primitiva. Estaban expuestos a la hostilidad de los judíos, pero al mismo tiempo con frecuencia eran identificados como judíos por los paganos. Por eso a veces sufrían doblemente: por ser judíos y por ser cristianos. Si el emperador Claudio ya había decretado la expulsión de los judíos de la ciudad de Roma (ver com. cap. 18:2; p. 101), su edicto sin duda se conocía en la colonia romana de Filipos (ver com. cap. 16:12-13), y habría servido para tornar más difícil la acusación contra los apóstoles.
Alborotan. Gn ektarássÇ, forma intensiva del verbo traducido
como "alborotar" en el cap. 17:8. En el vers. 6 se acusa a los
misioneros de trastornar el mundo entero; "revolucionar" (BJ),
"revuelven" (BC).
21. Enseñan. Mejor "anuncian", "proclaman".
Costumbres. La acusación de los dueños de la esclava alude no sólo a lo que Pablo enseñaba, sino al ritual y las costumbres sociales de los judíos, lo que creían que Pablo predicaba (ver com. cap. 15:1). No nos es lícito. O "No podemos aceptar" (BJ).
Pues somos romanos. Aquí se destaca el orgullo
nacional. Los habitantes de Filipos,
como miembros de una colonia, tenían derecho a la ciudadanía romana, lo que no
poseían automáticamente los habitantes de otras ciudades griegas como
Tesalónica o Corinto (ver p. 96; com. vers. 12).
22. Se agolpó el pueblo. Simpatizaban con aquellos cuya
ganancia peligraba por la liberación de la esclava del poder de los demonios.
Rasgándoles las ropas. Violentamente les quitaron la
ropa a Pablo y a Silas, en preparación para los azotes que les darían.
Azotarles con varas. Gr. rabdízÇ, correctamente
traducido por la RVR y NC. Este castigo era característico de los romanos. Los "magistrados" (ver com. vers.
20) o pretores tenían ayudantes, llamados lectores, quienes llevaban las
fasces, haces de varillas que simbolizaban la autoridad del pretor. Dichas
varas quizá se emplearon para azotar a los misioneros. Es posible que Lucas
hubiera visto el cruel castigo que recibieron. Pablo fue azotado en otras dos
ocasiones (2 Cor. 11:25).
Surge en seguida la pregunta: ¿por qué no se libró de un castigo tan doloroso y degradante alegando que era ciudadano romano, como más tarde lo hizo en Jerusalén (Hech. 22:25)? Por esto algunos han puesto en duda la legitimidad de su afirmación de ser ciudadano romano.
Otros han sugerido que sólo podría haberse librado él, dejando que
Silas sufriera el castigo. Pero es probable que Silas también fuera ciudadano romano
(ver com. cap. 16:37). Ninguna de las razones parece tener suficiente valor. La
violencia de la turba hizo que quizá fuera imposible que se oyera lo que decía
(ver com. vers. 37).
23. Azotado mucho. Los judíos se limitaban a dar 39
azotes (ver com. Deut. 25:3; 2Cor 11:24),
pero los romanos hacían como le parecía al funcionario del lugar, y no tenían
un límite fijo. Pablo dice que en Filipos lo ultrajaron (1 Tes. 2:2).
Los echaron en la cárcel. Esto impediría que los dos apóstoles cristianos siguieran enseñando. Según lo que se lee en el vers. 35, parece que las autoridades tenían la intención de encarcelarlos por una noche y luego despacharlos de la ciudad al día siguiente. Carcelero. Gr. desmofúlax, "guarda cárcel". No era un ayudante del carcelero, sino un funcionario, quizá un ex soldado.
24. El calabozo de más adentro. Las cárceles romanas tenían
comúnmente una sección externa y otra interna. En la primera se encontraba una
sala de guardia donde entraban luz y aire. Más adentro estaba la cárcel
interior, en la cual, cuando se cerraba la puerta, no entraban ni luz ni aire.
Las condiciones en tales celdas eran atroces y el castigo de los presos era
terrible.
El cepo. Gr. xúlon, "madera", "palo". Esta
misma palabra se emplea en el NT para referirse a un "árbol" (Luc.
23:31; Apoc. 2:7; 22:2,14; a la "cruz" ("madero" en Hech.
5:30; 10:39; 13:29; Gál. 3:13; 1 Ped. 2:24); y a "palos" (Mat. 26:47;
etc.). En el caso de Pablo y Silas la palabra se refiere a un "cepo"
instrumento de madera en el cual se metían las extremidades del preso, y se
apretaban para evitar su fuga, y como un medio de tortura.
El cepo aparece ya en el libro de
Job (13:27; 33:11), sugiriendo que su uso era conocido desde hacía muchos
siglos. La posición en la cual quedaron los apóstoles, con los pies asegurados
en el cepo, sin poder moverse, tuvo que haber sido dolorosa, especialmente
porque habían sido cruelmente azotados.
25. A medianoche. Como les era imposible dormir,
los apóstoles pasaron la noche cantando y orando.
Orando... cantaban himnos. Los firmes hábitos religiosos de
los misioneros prevalecieron en las circunstancias más desanimadoras. Aun
cuando estaban en el calabozo, con los pies en el cepo, Y no podían
arrodillarse para orar, siguieron alabando a su Señor. El himno posiblemente
era uno de los salmos que a la vez es una oración.
Pero aparte de lo
que hayan cantado, las palabras de Tertuliano son acertadas: "Aunque el
cuerpo está encarcelado, aunque la carne está en prisión, todas las cosas están
abiertas al espíritu... La pierna no siente la cadena cuando la mente está en el
cielo" (Ad Martyras 2).
A Dios. Ellos eran
siervos del Dios altísimo; estaban sufriendo por él, y de todo corazón alababan
su santo nombre. Dios, a su vez, les brindó su consuelo y su fortaleza en una
forma incomprensible para los que no le sirven.
Los oían. O "los estaban escuchando". En el
calabozo de más adentro había otros presos, criminales y excluidos de la
sociedad, que nunca antes habían oído tales sonidos en un lugar donde solían
oírse violentas maldiciones y expresiones groseras.
26. Gran terremoto. El terremoto demostró la intervención
divina (cf Mat. 28:2; Apoc. 16:18, ver com.
Hech. 4:31), porque los ángeles vinieron a libertar a los fieles siervos
de Dios (HAp 175). Los efectos de la sacudida sísmica no se limitaron a la
cárcel; el sismo se sintió en toda la ciudad, e impresionó tanto a los
magistrados como a los habitantes de la ciudad cuando comprendieron la relación
entre el terremoto y el encarcelamiento de los cristianos.
Se abrieron todas las puertas. El terremoto fue tan violento que
se abrieron las puertas. Los fundamentos de la cárcel fueron sacudidos y las
puertas quedaron abiertas (cf. com. cap. 5:19; 12:10).
Las cadenas de todos se soltaron. Es probable que
los presos estuvieran encadenados a la pared. La violencia del terremoto fue
tal que se soltaron esas cadenas y los presos quedaron libres. Esta liberación
también podría haber sido realizada por ángeles (HAp 175), aunque no se los
menciona como en los cap. 5:19; 12:7.
27. Despertando el carcelero. Despertó sobresaltado por el
terremoto. O dormía en un lugar desde donde, al despertar, podía ver
inmediatamente si las puertas estaban bien cerradas, o por causa del terremoto
corrió a ver si se habían escapado los presos.
Se iba a matar. El carcelero sabía que, según la
ley romana, tendría que responder con su vida si los presos escapaban (ver com.
cap. 12:19). Bajo tales circunstancias el suicidio parecía ser lo mejor. Algunos
de los grandes filósofos del mundo clásico afirmaban que tal suicidio era
justificable y hasta digno de alabanza.
28. Pablo clamó. Desde la oscuridad del calabozo
Pablo vio u oyó al carcelero, y se dio cuenta de la intención del aterrorizado
guardián; comprendió la conclusión a la cual había llegado el carcelero y quiso
impedir que se suicidara. Aun en medio de su propio sufrimiento, Pablo pensó en
la salvación de otro. Anhelaba que ni siquiera el que lo había echado en la
terrible prisión pereciera impulsado por su angustia.
No te hagas ningún mal. El sonido de la voz de Pablo fue
suficiente para detener la mano del carcelero. Por lo menos uno de sus presos
no había escapado. El mensaje de Pablo era aún más reconfortante: ninguno
faltaba. Parece que los otros presos aún no habían pensado en la posibilidad de
escapar, y también se tranquilizaron por el sereno ejemplo de Pablo.
29. Pidiendo luz. Mejor "pidió luces". Quizá
para poder contar los presos.
Temblando. La rápida sucesión de los extraordinarios
acontecimientos quebrantó su impasibilidad profesional, y lo llenó de espanto.
Se postró. Posiblemente el carcelero había oído a la muchacha
endemoniada cuando afirmaba que eran siervos del Dios altísimo (vers. 17). Por
las instrucciones que había recibido (vers. 23), sabía que eran presos poco
comunes, y como no habían huido, pensó que quizá fueran algo más que hombres.
30. Sacándolos. Los sacó de la oscura cárcel
interior y de la compañía de los otros presos. Hizo esto a pesar de las
instrucciones que se le habían dado (vers. 23), porque los apóstoles habían
demostrado que no tenían intenciones de huir.
Señores. Plural de kúrios, palabra que puede ser
sencillamente un título cortés, o referirse a Dios o a Jesús (vers. 31; ver
com. Juan 13:13; Hech. 9:5).
¿Qué debo hacer? Es poco probable que el
carcelero hubiera entendido plenamente su propia pregunta, y debemos tener
cuidado de no atribuirle a sus palabras un sentido completamente moderno. Pero
bajo la influencia del Espíritu Santo lo dominó un sentimiento de una gran
necesidad espiritual y, además de sus otros temores, ahora tenía miedo de estar
en la presencia de un Dios justo. El temor de las consecuencias terrenales
había desaparecido ante la realidad de su condición frente a Dios.
La mente con miedo es incapaz de
clasificar sus temores separándolos en categorías. El terror que exigía la
certeza de una seguridad presente también despertó el deseo de recibir la
salvación final. Compárese la pregunta del carcelero con la de Saulo en el
camino a Damasco (cap. 9:6). Poco sabía el carcelero pagano de cuán efectiva
sería su pregunta para ayudar a un incontable número de personas a encontrar la
vida eterna.
31. Ellos dijeron. El carcelero había dirigido su pregunta a los dos misioneros, y los dos le respondieron. Cree. Las circunstancias no permitían una profunda explicación teológica. El carcelero atemorizado necesitaba instrucciones concisas para llegar a la salvación. Su situación podría compararse con la del ladrón en la cruz (ver com. Luc. 23:39-43). Los presos cristianos se ocuparon eficazmente de la urgente necesidad del carcelero. Resumieron la enseñanza cristiana en una fórmula simple que su afligido interlocutor podía comprender fácilmente. Esta fórmula no representaba toda la enseñanza apostólica; sin embargo, en ese momento quisieron inculcar en el suplicante la verdad de que la salvación depende de la creencia personal en la obra y vida redentoras de Jesús. Con respecto a la importancia de creer en las enseñanzas cristianas, ver com. Mat. 9:28; Juan 1:7, 12; 3:18; Hech. 10:43.
Señor Jesucristo. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) el texto: "Señor Jesús".
Serás salvo. Nótese la certeza de la respuesta. No había duda ni
vacilación, sino confianza y seguridad. El apóstol y su compañero habían
encontrado que la fórmula era segura. Gozaban de la salvación por haber creído
en el Señor Jesús y, por lo tanto, estaban calificados para asegurarle a otro
pecador que él también, creyendo, podía encontrar la redención. La promesa se
amplió hasta incluir a todos los de su "casa", es decir sus allegados
que estuvieran dispuestos a creer en Jesús.
32. Hablaron. Después de haber respondido en forma tan breve a la urgente pregunta del carcelero, ahora explican con más detalles el mensaje cristiano (ver com. cap. 8:5,12; 10:35-38). Su casa. El carcelero no se conformó con asegurar sólo su propia salvación; deseaba que otros también compartieran el regalo divino; por lo tanto cooperó con los siervos de Dios y reunió a los miembros de su casa para que todos pudieran aprender el camino de la vida. Esta fue, sin duda, una congregación poco común, reunida en un lugar insólito; pero los resultados fueron bendecidos.
33. Tomándolos. En cuanto el carcelero reconoció
su necesidad de ser salvo, demostró un cambio de corazón, El endurecido
funcionario pagano se convirtió en un amable cristiano, solícito por el
bienestar de los lastimados evangelistas. No tenía autoridad para soltar a los
presos, pero hizo lo que pudo para aliviar sus dolores lavándoles la espalda
lacerada. Este tierno ministerio fue una
prueba práctica de su conversión.
En seguida. No se perdió tiempo: la cárcel fue sacudida entre
la medianoche y el amanecer (vers. 25,35), los presos quedaron libres, se
presentó la pregunta vital, se le dio respuesta, se produjo la conversión, y se
celebró el bautismo.
Se bautizó. Es claro que las instrucciones dadas por Pablo y Silas fueron abarcantes. Fueron recibidas de todo corazón por el carcelero y su casa y esto provocó en ellos el deseo de recibir el bautismo. El que acababa de lavar las heridas de los presos, junto con los suyos fue lavado de las manchas del pecado.
Este ministerio recíproco es típico de la genuina comunión
cristiana. Es posible pensar que en la cárcel hubiera una fuente o una cisterna
donde pudiera realizarse el bautismo por inmersión. Ver com. Mat. 3:6.
34. A su casa. El carcelero recién convertido manifestó una amable
hospitalidad. Sacó a los misioneros de la temible cárcel y los llevó a la
relativa comodidad de su casa.
Les puso la mesa. Es probable que Pablo y Silas no
hubieran comido desde la mañana del día anterior, y que estarían más que
dispuestos a servirse alimentos después de lo que habían sufrido. Sin embargo,
sus primeros pensamientos se habían enfocado en las necesidades espirituales de
los inconversos; sus propias necesidades físicas ocupaban un segundo lugar.
Se regocijó. Gr. agalliáÇ, indica un regocijo intenso. La frase
"con toda su casa" puede aplicarse tanto al gozo como a la creencia,
o a los dos: toda la casa se regocijó y creyó.
De haber creído a Dios. El carcelero creyó profunda y
completamente, de una vez por todas, y con gozo casi inexpresable anticipaba su
nueva vida con Cristo.
Este capítulo presenta un cuadro gráfico del comienzo de la obra cristiana en Europa. Las conversiones registradas fueron dramáticas y de tipos totalmente diferentes. Se convirtió Lidia, oriunda de Asia, al parecer una mujer culta y pudiente. Es probable que también se convirtiera la muchacha esclava, liberada de la posesión demoníaca (ver com. vers. 18). Aquí se ha relatado la conversión de un carcelero pagano, sin duda ciudadano romano, severo y endurecido, de quien se creería que difícilmente pudiera responder al Evangelio. En este grupo tan dispar de conversos estaba contenida una promesa de los futuros triunfos del Evangelio en el continente europeo.
35. Magistrados. Ver com. vers. 20.
Alguaciles. Gr. rabdóujos, "portador de varas", o sea
"lector" (ver com. vers. 22). Posiblemente fueran los mismos que
habían azotado a los apóstoles el día anterior.
Suelta a aquellos hombres. No se da ninguna razón para esta
orden. Los magistrados pueden haber considerado que el castigo había sido
suficiente, o que habían actuado apresuradamente al castigar a los acusados sin
que se hiciera un juicio o se investigara lo ocurrido. Es probable que el terremoto
los hubiera alarmado. Algunos han pensado que personas de influencia, quizá
Lidia, pudieran haberlos inducido a liberar a los apóstoles. Indudablemente el
Espíritu Santo les hizo sentir que habían actuado mal. De todos modos querían
soltar a los dos presos tan silenciosa y rápidamente como fuera posible.
36. El carcelero. Ver com. vers. 23.
Hizo saber. Sin duda el carcelero, lleno de gozo, llegó con la
noticia esperando que Pablo y Silas aceptarían inmediatamente su liberación.
En paz. Es probable que esta fuera una expresión
convencional, pero pudo haber tenido un significado más profundo a la luz de la
fe que el carcelero acababa de hallar.
37. Pablo les dijo. Dirigió sus palabras a los que
habían sido enviados por los magistrados. Su respuesta es una concisa
condenación de la injusticia cometida por los magistrados, porque cada palabra
tenía un significado judicial.
Azotarnos públicamente. Probablemente habían sido atados
al palus, donde se ataba a los que iban a ser azotados delante de los
habitantes de la ciudad. Según la Lex Valeria de 509 a. C. y la Lex Porcia de
248 a. C., los ciudadanos romanos estaban exentos del castigo de ser azotados. El
hecho de que Verres, gobernador de Sicilia, hubiera quebrantado esta ley motivó
una de las más serias acusaciones que le hiciera Cicerón: "Atar a un
ciudadano romano es un crimen; azotarlo es una abominación" (Contra Verres
v. 66.170). La declaración de que uno era ciudadano romano surtía, con
frecuencia, como un encantamiento que detenía la injusta violencia de los
magistrados provinciales.
Sin sentencia judicial. No se había hecho un juicio
formal. La multitud había arrastrado a los misioneros ante los magistrados, pero
no se les había dado oportunidad para que se defendieran (vers. 22). Se había
castigado sumariamente a unos presos que no habían sido declarados culpables.
Siendo ciudadanos romanos. Los dueños de la joven esclava
habían basado su razonamiento en un argumento similar (vers. 21). Pablo declara
ahora que también Silas era ciudadano romano, y pretender falsamente que se era
un ciudadano tal, era un delito capital. El tipo de desafío que Pablo lanzó a
las autoridades de la ciudad puede hacerlo sólo un cristiano consagrado, guiado
por el Espíritu. Este método no aprueba una belicosa autodefensa de parte de
los creyentes cuando son acusados.
Vengan ellos. Los magistrados habían cometido un serio error al
castigar públicamente a una persona que no había sido sentenciada, y Pablo
insiste ahora en que ellos mismos hagan la expiación por su injusticia. Al
hacer esto quizá puede haber esperado asegurar que los conversos filipenses
fueran bien tratados, porque muchos de ellos probablemente eran ciudadanos
romanos. Estaba en juego el honor del Evangelio; no el de Pablo.
38. Tuvieron miedo. Tenían una buena razón para
temer, pues el castigo injusto de un ciudadano romano podría haberles causado
la pérdida de su cargo, su degradación y la inhabilitación para desempeñar cargos
de responsabilidad. Esto explica por qué estuvieron tan dispuestos a encontrar
una solución tranquila para esta dificultad. Para explicar su acción ilegal no
bastaría que alegaran que no sabían que las víctimas eran ciudadanos romanos. Sólo
podían esperar persuadir a Pablo y a Silas a que aceptaran una solución
discreta por la injusticia que se les había hecho. Poco conocían el carácter
abnegado de los hombres a quienes habían maltratado con tanta violencia.
39. Les rogaron. Gr. parakaléÇ (ver com. vers. 9). Hay varios manuscritos griegos que añaden detalles en este versículo, pero la evidencia textual establece (cf p. 10) el texto que aparece en la RVR. El Códice Alejandrino dice que los magistrados presentaron sus excusas. Otros MSS dicen que los magistrados afirmaron haber desconocido la identidad y la naturaleza de los apóstoles. Todo esto no varía el desarrollo básico del relato. Sacándolos. Los magistrados mismos los sacaron de la cárcel, haciendo un intento por apaciguarlos.
Les pidieron. Gr. erÇtáÇ, "pedir", "rogar". Mejor
"les pedían"; el tiempo imperfecto del verbo denota una acción
repetida o continua. Los magistrados tenían mucho deseo de que los apóstoles
abandonaran la ciudad sin que surgieran nuevos problemas.
40. Saliendo. Cuando los misioneros lograron lo que se habían
propuesto -mostrar a los magistrados el serio error cometido y vindicar
públicamente el Evangelio-, manifestaron una magnanimidad ejemplar. No
presentaron exigencias embarazosas que los hicieran aparecer como personas
importantes, sino que calladamente accedieron al pedido de los magistrados.
En casa de Lidia. Parece que la casa de Lidia no
era sólo el lugar donde se alojaban los misioneros, sino también donde se
reunían los hermanos. Es probable que los misioneros se hayan hospedado en casa
de Lidia hasta estar en condiciones de continuar su viaje.
Los hermanos. Los de la casa de Lidia y la del carcelero.
Los consolaron. También podría traducirse
"los animaron" (BJ). A pesar de sus sufrimientos y de que estaban
convaleciendo, la principal preocupación de los misioneros era el bienestar de
los cristianos a quienes habían guiado al cristianismo.
Se fueron. La narración concluye en tercera persona, por lo
cual es evidente que Lucas permaneció en Filipos. No se dice específicamente
qué hizo Timoteo. Pudo haberse quedado con Lucas, pues no reaparece sino hasta
el cap. 17:14, cuando se queda en Berea con Silas. Por otra parte, pudo haber
acompañado a Silas en sus viajes posteriores.
Lucas aparece de nuevo en la
narración en el cap. 20:5, donde comienza la segunda sección del libro de
Hechos, en la cual se emplea la primera persona de plural (ver com. cap.
16:10). Es probable que hubiera quedado en los alrededores de Filipos (cap. 20:6)
hasta que Pablo pasó de nuevo por Macedonia durante su tercer viaje
misionero. En esta forma los dos obreros
cristianos habrían estado separados durante unos seis años (ver p. 105).
Podemos pensar que Lucas empleó
esos años en esparcir el Evangelio en la necesitada Macedonia, y que fue un
sólido dirigente de la iglesia de Filipos. La calidad de la iglesia de Filipos era tal que no merecía reproche, a
juzgar por la carta que Pablo escribió a sus miembros. La iglesia estaba
agradecida por el ministerio de Pablo e hizo todo lo posible por pagar su deuda
con el apóstol por medio de actos de hospitalidad (Fil. 4:14-18, y posiblemente
2 Cor. 11:9).
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 16.
La narración de Lucas registrada
en Hech. 16:6-8 suscita dos problemas estrechamente relacionados entre sí. El
primero tiene que ver con la ruta que Pablo tomó al viajar por el centro del
Asia Menor; el segundo se refiere a la situación geográfica de las iglesias de
Galacia. El estudio de estos dos asuntos ha resultado en la formación de la
teoría de la Galacia del Norte y la de la Galacia del sur.
Según la teoría de la Galacia del
sur, la Epístola de Pablo a los Gálatas fue escrita a las iglesias que habían
sido fundadas en la Galacia meridional durante el primer viaje misionero. Quienes
aceptan la teoría de la Galacia del norte, dicen que la epístola fue escrita a
las iglesias que surgieron como resultado del ministerio de Pablo en Galacia
del norte durante su segundo viaje misionero, según se registra en los vers.
6-8. Es posible que nunca pueda hallarse una explicación satisfactoria para
estos problemas; pero la consideración de las frases claves del pasaje podría
llevar a un entendimiento más claro de los problemas implicados.
1."Atravesando Frigia y la provincia de Galacia" (vers. 6). Gr. Frugía kái galatik' jÇra, "Frigia y la región gálata". Se ha
discutido mucho el verdadero significado de esta frase, y los eruditos siguen
sosteniendo posiciones divergentes. Sin embargo, la evidencia gramatical y
contextual parece sugerir que Lucas se estaba refiriendo aquí a dos distritos
estrechamente relacionados: Frigia, y una región menos definida, habitada por
galos o gálatas. La historia de Frigia puede rastrearse hasta el segundo
milenio a. C., cuando los invasores frigios provenientes de los Balcanes,
vencieron a una parte del pueblo hitita del occidente del Asia Menor, y
establecieron su propio distrito étnico. Unos mil años después, en el año 278
a. C., los galos llegaron al Asia Menor desde el norte, tomaron lo que quedaba
de Frigia y pusieron el fundamento de lo que más tarde se conoció como Galacia
(ver com. vers. 6). En los días de Lucas la provincia romana de Galacia
abarcaba una franja del Asia Menor, de norte a sur, en la cual estaban
incluidas zonas que no formaban parte de Galacia.
El hecho de que Lucas usara la
palabra jÇra, que significa "región", "distrito",
país" o "tierra", y que no se empleaba para designar a una
división política específica, indica que Lucas no se estaba refiriendo a la
provincia de Galacia, división política del Imperio Romano. Por lo tanto, es probable que después de
visitar las ciudades de Derbe, Listra,Iconio y otras localidades de Licaonia
(cap. 16:1-4; cf. cap. 14:6; ver mapa p. 314), Pablo y sus compañeros viajaran
al oeste de Frigia, y al norte hacia una región que se designaba localmente
como Galacia. En ambas regiones habrían predicado el Evangelio a los habitantes
paganos y establecido grupos de creyentes que se convirtieron más tarde en las
iglesias de Galacia (HAp 169-170.
2."Asia". Este término puede interpretarse
de diversas maneras, pero en este contexto las que interesan se reducen a dos:
(1) la provincia romana de Asia, que comprendía la parte occidental de la
península del Asia Menor; (2) la región costera de esa provincia, que bordeaba
la orilla oriental del mar Egeo, donde se encontraban ciertas ciudades griegas
como Efeso, Esmirna, Pérgamo y Laodicea (cf.
Apoc. 1-3).
Al intentar decidir cuál de estas
posibilidades es la que indica Lucas, se encuentra un problema gramatical en la
narración que necesita ser aclarado. La construcción griega de Hech. 16:6 puede
entenderse como que Pablo y sus compañeros fueron a Frigia y a la región gálata
porque el Espíritu les había prohibido predicar en Asia (ver com. vers. 6). Esto
ubicaría la prohibición antes de que abandonaran la región de las ciudades en
las cuales ya habían establecido iglesias, e indicaría que "Galacia",
tal como se emplea aquí, es una zona diferente.
Según esta interpretación,
habrían pensado pasar a Asia saliendo de la zona donde estaban trabajando. En
tal caso "Asia" podría referirse a la provincia, puesto que su
frontera estaba cerca de las ciudades que acababan de visitar (vers. 1-2, 4). A
la objeción de que más tarde pasaron por la provincia de Asia al ir a Troas
(vers. 8), puede responderse que el Espíritu les prohibió predicar la palabra
en Asia (vers. 6), pero no que pasaran por la región.
Por otra parte, Laodisea, la más
oriental de las ciudades griegas, también estaba cerca de los viajeros (ver
mapa frente p. 33), y Pablo pudo haber tenido la intención de visitar esa zona.
Por las limitaciones causadas por el idioma, el plan habitual de Pablo parece
haber sido el de predicar en las zonas de habla griega antes que intentar la
tarea de predicar el Evangelio, por medio de traductores, en idiomas que él
mismo no hablaba.
Además, cualquiera que hubiera
sido la ruta precisa que más tarde tomó, es evidente que en esta ocasión no
pasó por esas ciudades griegas, por lo cual la segunda alternativa permite una
explicación aceptable. Esto lo sugiere también el cap. 2:9-10 donde se dice que
Asia y Frigia eran regiones separadas, mientras que la provincia romana de Asia
sin duda incluía parte de Frigia.
Por lo tanto, puede suponerse que
los evangelistas cumplieron con el mandato divino pasando por las fronteras
orientales de la provincia romana de Asia sin detenerse a predicar, o no yendo
a la región urbana griega densamente poblada, que se extendía tierra adentro
partiendo de la costa del mar Egeo.
3."Misia" (vers. 7). Misia estaba situada en el
extremo noroeste del Asia Menor, con el Helesponto y el mar de Mármara por el
norte y el mar Egeo por el oeste. Estaba
dentro de los límites de la provincia de Asia. Lucas emplea la frase katá t'n
Musían, "frente a Misia", para mostrar que estaba cerca de Misia,
pero no necesariamente en ese territorio.
Esto concuerda con la declaración
de Pablo en el sentido de que quería ir a Bitinia, limítrofe con Misia por el
este. Parece, pues, que el grupo de cristianos se había dirigido al oeste desde
Frigia y la región gálata, cerca del lugar donde se juntan Bitinia y Misia, con
la intención de evangelizar primero Bitinia.
Pero el Espíritu intervino una
vez más y les prohibió la entrada en Bitinia. El grupo viajó entonces hacia el
oeste, pasando cerca de la frontera sur de Misia, y finalmente entró en ese
distrito en camino a Troas, puerto principal de la región.
Ahora es necesario fijar la
atención en el problema gálata.
Quienes sostienen la teoría de la
Galacia del sur, creen que durante el primer viaje misionero, cuando Pablo
trabajó en las ciudades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe y en
sus alrededores, estableció iglesias que legítimamente podrían llamarse
iglesias "gálatas", pues todas ellas estaban dentro de las fronteras
de la provincia romana de Galacia.
Pero esa teoría no concuerda con
la acostumbrada precisión de Lucas. Habla de Antioquía de Pisidia (ver com.
cap. 13:14), pero no ubica a Iconio en ninguna división política (cap. 13:51;
14:1), y dice específicamente que Listra y Derbe eran ciudades de Licaonia
(cap. 14: 6). En ningún momento relaciona estas ciudades con Galacia.
Por otra parte, introduce el
término "Galacia" en el relato del segundo viaje misionero, y al parecer
distingue la región de todas las zonas mencionadas antes. Como ya se señalara, Pablo partió de Licaonia
y fue a Frigia, distrito que se diferencia de Galacia (cap. 16:6; 18:23),
aunque pueden relacionarse estrechamente los dos lugares. Por lo tanto, parece
probable que las "iglesias de Galacia" (Gál. 1:2) fueron las que
estableció el apóstol después de partir de Frigia y antes de llegar a las
fronteras de Bitinia y Misia.
Algunos de los que proponen la
teoría de la Galacia del norte pretenden extender los viajes de Pablo hasta los
distritos del norte de la provincia de Galacia, en los alrededores de Ancira
(hoy Ankara), la capital. Tal extensión es posible, aunque no necesaria. Es
razonable limitar la obra de Pablo a una región inmediatamente al sur de
Bitinia.
Esto induce a aceptar una forma
modificada de la teoría de la Galacia del norte. La divergencia de opinión en
cuanto a este problema no afecta la integridad del libro de Hechos. Sin
embargo, es provechoso tener una idea tan clara como sea posible en cuanto a la
ubicación de las iglesias a las cuales Pablo escribió su conmovedora Epístola a
los Gálatas.
Después de Troas no hay duda en
cuanto a la ruta que siguió el apóstol.
La mayor y más fructífera parte de su segundo viaje misionero está por
delante, y Europa está a punto de recibir el Evangelio. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-3. HAp 165-166
4-5. HAp 168
6. HAp 169
9-18. HAp 172
17. HAp 176
19-25. HAp 173.
25. HAp 174
26-27. HAp 175
28-30. HAp 175
30. HAp 170.
31-40. HAp 175-177.
1-40. HAp 164-179. PABLO EXALTA LA CRUZ.
Basado en Hechos 15:36-41; 16:1-6. (164-171)
https://elaguila3008.blogspot.com/2017/08/capitulo-20-pablo-exalta-la-cruz.html
EN LAS REGIONES
LEJANAS. Basado en Hechos 16:7-40. (172-179)
https://elaguila3008.blogspot.com/2017/08/capitulo-21-en-las-regiones-lejanas.html
Ministerio Hno. Pio
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