Hechos 10. CONVERSIÓN DE CORNELIO. Vers. (1-8) Un ángel ordena a Cornelio, un gentil devoto, que mande a buscar a Pedro, (9-16) a quien el Señor le enseña en una visión, que no debe rechazar a los gentiles. (17-43) Pedro va a Cesarea e instruye a Cornelio. (44-48) Al predicar acerca de Cristo a Cornelio y a sus huéspedes, el Espíritu Santo desciende sobre ellos y son bautizados.
1 HABÍA en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, 2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. 3 Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. 4 El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. 5 Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. 6 Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas. 7 Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían; 8 a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo.
9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. 10 Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; 11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; 12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. 13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.
17 Y mientras Pedro estaba
perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres
que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de
Simón, llegaron a la puerta. 18 Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón
que tenía por sobrenombre Pedro. 19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres
hombres te buscan. 20 Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos,
porque yo los he enviado. 21
Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados
por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por
la que habéis venido?
22 Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y
temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos,
ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para
oír tus palabras. 23 Entonces, haciéndoles entrar, los hospedó. Y al día
siguiente, levantándose, se fue con ellos; y
le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.
24 Al otro día entraron en
Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y
amigos más íntimos. 25 Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. 26 Mas
Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. 27 Y hablando con él, entró, y halló a
muchos que se habían reunido.
28 Y les dijo: Vosotros sabéis
cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero;
pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo;
29 por lo cual, al ser llamado,
vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? 30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro
días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en
mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, 31 y dijo: Cornelio, tu oración ha
sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32 Envía, pues, a Jope, y haz venir a
Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un
curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. 33 Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora,
pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que
Dios te ha mandado.
34 Entonces Pedro, abriendo la
boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino
que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.
36 Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. 37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40 A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por juez de vivos y muertos. 43 De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
44 Mientras aún hablaba Pedro
estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. 47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? 48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días. (Hechos 10).
1. Cesarea. Ver com. Hech. 8:40. Cesarea era la capital de la
provincia romana de Judea y residencia habitual del procurador romano. Sin duda
era una ciudad cosmopolita e importante centro comercial.
Cornelio. Posiblemente Lucas conoció los detalles de este
relato durante las veces que estuvo en Cesarea (cap. 21:8; 23:33; 24:27). La
conversión de Cornelio señaló una nueva etapa en la expansión del crecimiento
de la iglesia. Cornelio, oficial romano, no era totalmente pagano. Era
"piadoso y temeroso de Dios" y daba "limosnas al pueblo"
(ver com. cap. 10:2).
De todos modos, según los judíos
era un gentil e incircunciso; por lo tanto, su admisión en la iglesia marca una
nueva etapa en la expansión del cristianismo. Puede entenderse por lo tanto que
los apóstoles de Jerusalén prestaran atención especial a este caso (cap.
11:1-18). Las notables circunstancias sobrenaturales de la conversión de
Cornelio tuvieron que ser un factor importante que indujo a los apóstoles a
aceptar el hecho de que un gentil no circuncidado podía llegar a ser cristiano.
Sin embargo, la iglesia tardó varios años más antes de llegar a comprender
plenamente que los gentiles debían estar exactamente en el mismo nivel de los
judíos y disfrutar de los mismos privilegios de ellos (Hech. 15:1-31; Gál. 2:12).
Centurión. Ver com. Luc. 7:2. Un centurión tenía bajo su mando
aproximadamente a cien hombres. Era considerado como un oficial subalterno que
tenía la responsabilidad de vigilar que sus soldados cumplieran con sus deberes
y mantuvieran la disciplina. Los centuriones por lo general no ascendían a
jerarquías más elevadas en el ejército romano. Lo más probable es que Cornelio
fuera ciudadano romano.
De la compañía. El griego indica claramente que
Cornelio era de la compañía, pero no dice que fuera su comandante. La
"compañía" -unidad administrativa de las fuerzas auxiliares romanas-,
tenía 500 ó 1.000 hombres.
La Italiana. Es probable que ésta fuera la Cohors II. Itálica,
la cual estuvo en Siria durante la guerra entre judíos y romanos. Parece que
estaba desde antes, según se puede deducir por este relato. Se piensa que la
compañía la Italiana estaba compuesta mayormente de libertos, o por lo menos de
personas que no eran de origen romano. Era una compañía auxiliar de arqueros.
2. Temeroso de Dios. Esta frase, el adjetivo "piadoso" y el verbo "temer" aparecen en Hechos en relación con Dios (cap. 10:22,35; 13:16,26,50; 16:14; 17:4,17; 18:7) para referirse a gentiles que, como Cornelio, habían aceptado el judaísmo y adoraban a Jehová. En algunos casos también significaba que guardaban el sábado y se abstenían de alimentos prohibidos por la ley. Pero estos gentiles no se habían identificado plenamente con el judaísmo, pues no se habían sometido a la circuncisión ni guardaban minuciosamente todo lo que debía observar un judío piadoso. Ver t. V, pp. 63-64.
Las expresiones mencionadas han
sido muy debatidas entre los eruditos. En 2 Crón. 5:6 (LXX) aparecen, además de
la congregación de Israel, "los que temían", lo cual induce a pensar
que éstos no eran considerados como miembros de la congregación de los judíos.
Josefo (Antigüedades xiv. 7.2) habla también de los judíos y de
"adoradores de Dios" que enviaban sus ofrendas al templo desde todas
partes del mundo.
Se ha sugerido además que los que
"temían a Dios" o "adoraban a Dios", que aparecen en
Hechos, son los "prosélitos de la puerta", de quienes se dice que
eran medio prosélitos porque aunque adoraban a Jehová y observaban parte de la
ley judía no habían sido circuncidados, y por lo tanto no eran considerados
completamente judíos. Algunos dudan de esta explicación.
Por eso podría decirse que las
expresiones "temeroso de Dios" o "adorador de Dios" pueden
haber sido frases convencionales en el período del NT para referirse a un
determinado grupo de semiprosélitos del judaísmo, quienes, como muchas veces se
ha sugerido, eran reconocidos hasta cierto punto en la sinagoga. Es posible que
un término similar, "temerosos del cielo", pudiera haber representado
al mismo grupo en el judaísmo posterior. Los que temían a Dios difícilmente
podrían haber sido reconocidos formalmente dentro de la comunidad judía, y su
relación con el judaísmo no debe haber tenido un carácter legal; sin embargo,
el hecho de que existieran esos varones piadosos en todo el Imperio Romano
proporcionaba a los predicadores cristianos un público de gentiles que, aunque
no estaban atados al legalismo judío, eran sinceros buscadores de Dios y
conocían algo de las Escrituras de los judíos (especialmente la LXX) y las
creencias judías.
Con toda su casa. Cornelio no estaba satisfecho con
haber encontrado una verdad superior, sino que procuraba impartírsela a su
familia, a sus siervos y a los que estuvieran bajo su influencia. El soldado
que fue enviado a buscar a Pedro es llamado "devoto" (vers. 7).
Muchas limosnas. Cornelio era generoso como el otro centurión de quien los judíos dijeron: "ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga" (Luc. 7:5).
Al pueblo. El pueblo judío, no los gentiles.
Oraba. La combinación de la generosidad y la oración era común en cl judaísmo y también en el cristianismo primitivo (cf. Mat. 6:2,5; Hech. 10:4; 1 Ped. 4:7-8; Tobías 12:8). La visión que se relata a continuación indudablemente puede considerarse como una respuesta a las oraciones de Cornelio, por esta razón es lógico pensar que él estaba buscando cómo conocer más ampliamente la voluntad de Dios (cf. Hech. 11:14).
3. Una visión. Gr. hórama, "lo que se ve", y especialmente, como aquí, lo que la Divinidad permite que se vea. El artículo no aparece en griego; podría traducirse sencillamente: "en visión". Ver com. 1 Sam. 3:1. La hora novena. Las 3 de la tarde era la hora de la oración vespertina en el templo (ver com. Mat. 27:45; Hech. 3:1). Según parece, Cornelio se había habituado a las horas judías de oración, pues estaba orando cuando le fue dada esta visión (cap. 10:30).
4. Atemorizado. Cornelio describió al ángel como
"un varón con vestido resplandeciente" (vers. 30; cf. cap. 1:10). La
repentina aparición del ángel atemorizó a Cornelio al comienzo. Los soldados
romanos que vigilaban la tumba de Jesús, pero que no tenían la experiencia
espiritual de Cornelio, temblaron y quedaron como muertos ante la presencia de
la resplandeciente gloria del ángel de la resurrección (Mat. 28:2,4; cf., Dan.
10:7-11).
¿Qué es? Esta pregunta de Cornelio indicaba que la visión
implicaba más de lo que él podía comprender; y sus palabras dan a entender que
estaba listo para seguir la conducción divina.
Compárese con la respuesta de Santo cuando Cristo se le apareció cerca
de Damasco (cap. 9:6).
Señor. La palabra griega kúrios, "señor", no es
más que un título de cortesía cuando se aplica a las personas (cap. 16:30); sin
embargo, los judíos usaban el término kúrios para referirse a Jehová, y los
cristianos lo utilizaron para indicar la soberanía y la divinidad de Jesús. No
se sabe si Cornelio usó este término como una expresión de respeto, o si
comprendió que estaba hablando con un ser celestial y lo usó como una señal de
devoción y piedad. La segunda interpretación es más probable.
Mis oraciones y tus limosnas. Ver com. vers. 2. Las limosnas de
Cornelio eran una expresión concreta de la sinceridad de su vida espiritual
íntima, fortalecida por sus constantes oraciones.
Han subido. La oración se considera como un incienso que asciende
al trono de Dios (Apoc. 5:8; 8:3-4) o como el humo del holocausto que en hebreo
era llamado 'olah, "lo que sube". Esta expresión era especialmente
apropiada para referirse a una oración ofrecida a la hora del sacrificio vespertino
(ver com. Hech. 10:3).
Memoria. Gr. mn'mósunon, "memoria", palabra que
se usa repetidas veces en la LXX para referirse a la parte de la ofrenda de
granos que el sacerdote quemaba sobre el altar (Lev. 2:2,9,16; 5:12; 6:15). El
humo que subía de la ofrenda quemada representaba las oraciones de Israel. La
misma palabra aparece en Tobías 12:12, LXX: "Era yo el que presentaba y
leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones" (BJ). Las
oraciones de Cornelio eran aceptables a Dios, pues seguía "aquella luz
verdadera, que alumbra a todo hombre" (Juan 1:9), y compartía esa fe que
desde la fundación del mundo abrió el camino a la justificación: la fe de que
el verdadero Dios existe "y que es galardonador de los que le buscan"
(Heb. 11:6).
5. Envía, pues, ahora hombres. Dios anhelaba que Cornelio
hiciera un esfuerzo intenso para obtener el conocimiento del Evangelio. Las
verdades que se aprenden como resultado de la búsqueda personal, muchas veces
son consideradas más preciosas que las que se nos enseña a aceptar.
Haz venir a Simón. Sin duda, el centurión podría
haber descubierto que Simón el apóstol estaba alojado con Simón el curtidor;
pero Dios, el Omnisapiente, sabía dónde estaba Pedro y dio a Cornelio la
dirección exacta. Dios conoce los detalles más íntimos de la vida de cada
persona. Cuando el hombre comprende
esto se siente convencido de que no debe pecar; pero aún más: se siente animado
a vivir una vida piadosa. Dios conocía las andanzas y las tristezas del
salmista (Sal. 56:8). El Señor se da cuenta hasta de la caída de un pajarillo y
tiene contados los cabellos de cada persona (Mat. 10:29-31). Es notable el
paralelo que hay entre los casos de Cornelio, de Ananías y de Saulo (Hech. 9:10-12).
6. Simón curtidor. Ver com. cap. 9:43.
Él te dirá. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
omisión de la última frase del versículo. Sin embargo, esta idea está implícita
en el relato que hizo Pedro de su visita a Cornelio: "él te hablará
palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa" (cap. 11:14). Este
es uno de varios casos que aparecen en algunos manuscritos tardíos de Hechos,
donde aparentemente se intentó presentar una narración completa en los primeros
capítulos juntando y cotejando declaraciones que aparecían originalmente sólo
en capítulos posteriores (cf. cap. 9:6).
Respecto a la posición de los
prosélitos y de los "temerosos de Dios", que habían aceptado
parcialmente la fe judía, ver t. V, p. 63-64.
7. Un devoto soldado. El adjetivo "devoto"
sugiere que este hombre era, como el centurión que lo mandaba, adorador del
verdadero Dios; pero es difícil pensar que ya fuera un prosélito circuncidado
(ver t. V, p. 64).
8. A Jope. De Cesarea a Jope había unos 50 km. Jope era la
ciudad de donde huyó Jonás cuando fue llamado a predicar a los gentiles un
mensaje que los salvó. En esta ocasión se llama a Pedro en esta misma ciudad
para que fuera a predicar el Evangelio a los gentiles.
Haberles contado todo. Es evidente la confianza que
Cornelio tenía en quienes estaban bajo su mando, pues les contó franca e
inmediatamente todo lo relacionado con su visión. Sin duda ya conocían sus
esperanzas y oraciones, y ahora estaban listos para compartir la respuesta
prometida. Todo esto proyecta luz sobre el carácter de Cornelio e indica que,
hasta donde le fue posible hacerlo, había tratado de compartir con los que
estaban al alcance de su influencia la verdad que lo había llevado a él a una
vida mejor.
9. Se acercaban. Los acontecimientos que
precedieron a la visión de Pedro ocurrieron de tal modo que la culminación de
la visión se produjo justamente cuando llegaron los mensajeros (vers. 17-20).
La azotea. Gr. dôma, "casa", "edificio". Estar
"sobre la casa" (dôma), como dice en el griego, equivalía a estar
sobre el techo de la casa, es decir, en la "azotea" o
"terrado" (BJ), pues los techos solían ser planos. Este era un lugar
apropiado para la oración y la meditación. En una ciudad como Jope y en la casa
de un curtidor, la azotea era quizá el único lugar apropiado para un propósito
tal. En 1 Sam. 9:25; 2 Rey. 23:12; Jer. 19:13; Sof. 1:5; Mat. 10:27 aparecen
otros usos que se daba a las azoteas.
La hora sexta. A mediodía. Entre los judíos ésta no era
probablemente una de las horas regulares de oración; la literatura judía más
antigua nada dice al respecto. Es posible que las personas muy piadosas pudieran
haberla observado (Sal. 55:17), y quizá pueda interpretarse que así ocurría en
el caso de Pedro (ver com. Hech. 3:1); sin embargo, también son posibles otras
explicaciones. La oración matutina, que regularmente se ofrecía a las 9 de la
mañana podía elevarse en cualquier momento antes del mediodía; por lo tanto,
Pedro podría muy bien haber estado haciendo la oración matutina. Un reglamento
judío que se remonta por lo menos al siglo III d. C. sugiere otra posibilidad
interesante: Si una persona no había comido hasta mediodía, entonces debía ofrecer
primero su oración vespertina antes de comer, porque la oración vespertina
(normalmente alrededor de las 3 de la tarde) no debía pronunciarse poco después
de haber comido. Como se dice que Pedro tenía "gran hambre" (cap. 10:10),
es posible que ese día aún no hubiera comido, y por lo tanto quizá estaba
ofreciendo su oración vespertina en una hora temprana.
Cualquiera que sea la explicación
que se dé al hecho de que Pedro estaba orando a esa hora, es claro que su
meditación y su devoción abrieron la puerta para que recibiera la visión
exactamente en el momento apropiado que lo prepararía para recibir a los
mensajeros enviados por Cornelio, un gentil.
10. Gran hambre. Pedro no estaba ayunando porque
tenía intenciones de comer. El apetito que sintió antes de mediodía lo preparó
para recibir la orden de comer que le sería dada en relación con su visión. En
estas circunstancias la orden tenía un significado especial.
Un éxtasis. Gr. éktasis, tiene la idea de estar fuera de sí,
indica que la mente se ha alejado de su ambiente natural. En el cap. 22:17 Lucas
emplea de nuevo la palabra éxtasis para describir lo que Pablo vio en el
templo. La LXX usa este mismo vocablo para describir el sueño profundo de
Abrahán (Gén. 15:12). Durante el éxtasis se presenta un estado en el cual la
captación natural de los sentidos queda en suspenso, de modo que la visión es
sólo mental, como en sueños (cf. 2 Cor. 12:3). El éxtasis de Pedro fue un medio
para recibir la revelación de la voluntad divina.
11. El cielo abierto. Esto indica que la visión y su mensaje
eran de Dios (cf. cap. 7:56).
Algo. "Una cosa" (BJ). Gr. skéuos, "vasija",
"tiesto", palabra empleada para describir muchos tipos de utensilios.
Aquí es un término general que describe algún tipo de recipiente.
Atado. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el
texto: "era bajado de las cuatro puntas". En el griego se habla de "los cuatro
comienzos del lienzo", y lógicamente se entiende que son sus puntas. Parece
que lo que el apóstol vio fue un lienzo extendido que bajaba sostenido por sus
cuatro puntas, lo que podría compararse con los cuatro extremos o puntos
cardinales del cielo abierto.
12. De todos los cuadrúpedos. En la visión había toda clase de
animales, tanto los que eran permitidos comer a los judíos como los que les
eran prohibidos, pero los comían los gentiles.
13. Mata y come. Pedro
tenía hambre, y lo que su apetito lo impulsaba a hacer fue confirmado por una
voz del cielo. Pedro se negó a comer por causa de su conciencia; aún no había aprendido
que la distinción entre judío y gentil había sido eliminada en Cristo (Gál.
3:28-29). Y es evidente que Pedro no lo aprendió plenamente ni aun después de
esta visión, pues más tarde en Antioquía procedió hipócritamente, y Pablo tuvo
que reprenderlo en forma pública (Gál. 2:9-21).
14. Señor, no. La enfática negación de Pedro aun ante la orden del
cielo, concuerda bien con su carácter (cf. Mat. 16:22; Juan 13:8). Esta
exclamación suya recuerda la de Ezequiel cuando vio a Israel comiendo alimentos
inmundos (cap. 4:14). Abstenerse de las carnes inmundas era una de las
características más resaltantes de los judíos, y una distinción a la cual se
ceñían rigurosamente. Este había sido uno de los problemas básicos entre judíos
y sirios durante la guerra de los Macabeos (2 Mac. 6:18-31), y por cumplirlo
los judíos más fieles habían estado dispuestos a sacrificar sus vidas.
Sin embargo, la distinción entre
animales limpios e inmundos, presentada claramente en Lev. 11, era anterior a
la nación judía. Esta distinción fue establecida por Dios y respetada por Noé
cuando supervisó la entrada de los animales en el arca (Gén. 7:2; cf. cap.
8:20).
La alimentación original del
hombre se componía de frutas, cereales y leguminosas (Gén. 1:29). Antes que la
carne se añadiera a este régimen alimentarlo (Gén. 9:2-3), ya se había
presentado claramente la distinción entre animales limpios e inmundos; por lo
tanto, no tiene una base sólida la posición de que la prohibición de los
alimentos inmundos fue quitada cuando la ley ceremonial judía terminó en la
cruz.
En la visión de Pedro estas restricciones alimentarias
se referían en forma simbólica a las distinciones que hacían los judíos, entre
ellos y los gentiles, y a la abrogación de esas distinciones. Esta diferencia
era lo que se estaba destacando en ese momento (ver com. Gén. 9:3; Lev. 11;
Hech. 10:15; Nota Adicional de Lev. 11).
Gen. 9:3. Os será para mantenimiento. No significaba que el hombre por primera vez hubiera comenzado a comer
carne de animales, sino tan sólo que Dios por primera vez lo autorizaba, o
mejor le permitía hacer lo que el diluvio había convertido en una necesidad. Los
impíos antediluvianos eran carnívoros (CH 109).
Pero no fue la voluntad original del Creador que sus criaturas se comieran
entre sí. El le había dado al hombre plantas para comer (cap. 1: 29). Con la
destrucción de toda vida vegetal durante el diluvio y con el agotamiento de las
reservas de alimentos que fueron llevados al arca, surgió una emergencia a la
que Dios hizo frente dando permiso para comer la carne de animales. Además, el
comer carne acortaría las vidas pecaminosas de los hombres (CRA 445).
Este permiso no implicaba un
consumo sin restricciones y sin límites de toda clase de animales. La frase
"todo lo que se mueva sobre la tierra" excluye claramente el comer
cadáveres de animales que habían muerto o habían sido muertos por otras
bestias, lo que más tarde prohibió específicamente la ley mosaica (Exo. 22:31;
Lev. 22:8). Aunque aquí no se presenta la distinción entre animales limpios e
inmundos respecto al alimento, eso no significa que era desconocida para Noé. Que
Noé conocía esa distinción resulta claro por la orden previa de llevar más
animales limpios que inmundos al arca (Gén. 7:2), y porque ofreció tan sólo
animales limpios como holocausto (cap. 8:20).
La distinción debe haber sido tan
perfectamente conocida por los primeros hombres, que fue innecesario que Dios
llamara especialmente la atención de Noé a ella. Tan sólo cuando esta
distinción se había perdido a través de los siglos de alejamiento del hombre de
Dios, se promulgaron nuevas directivas escritas acerca de animales limpios e
inmundos (Lev. 11; Deut. 14). La inmutabilidad del carácter de Dios (Sant. 1:17)
excluye la posibilidad de interpretar este pasaje como un permiso para sacrificar
y comer cualquier animal. Los que eran inmundos para un propósito no podían ser
limpios en otro.
Plantas verdes. Esto implica la novedad del permiso de comer carne, además de verduras y
frutas que originalmente habían sido destinadas como alimento del hombre. No
sólo fue por la ausencia temporal de vida vegetal, como resultado del diluvio,
por lo que Dios permitió que el hombre complementara su régimen vegetariano con
carne, sino también posiblemente porque el diluvio había cambiado tan
completamente la forma externa de la tierra y había disminuido su fertilidad
hasta el punto de que en algunas regiones, tales como las del extremo norte, no
producirían suficiente alimento vegetal para sostener la raza humana. 1CBA
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Común. El uso de la palabra "común" para
referirse a lo "impuro" según la ley mosaica, reflejaba la actitud
judía hacia los gentiles. Se consideraba que todos los que no eran judíos eran
gente "común" que estaba excluida del pacto de Dios. Las prácticas de
esos parias espirituales, diferentes de las del pueblo escogido, eran llamadas
"comunes" y como estas cosas "comunes" eran generalmente
las que prohibía la ley, todas las costumbres o actos prohibidos se denominaban
"comunes". Cuando las manos de una persona estaban ceremonialmente
impuras también se las llamaba "manos comunes" (en Mar 7:2
literalmente en griego, "inmundas").
15. Lo que Dios limpió. Nótese que en la visión todos los
animales -limpios e inmundos- estaban en un mismo nivel, pues se los había
hecho descender del cielo en un mismo lienzo. Representaban una mezcla general, de la cual ninguna parte debía
llamarse "común o inmunda". Al
interpretar la visión, debe reconocerse que aunque fue dada cuando Pedro sintió
verdadera hambre (vers. 10), sin embargo no tenía nada que ver con comida sino
con personas. Pedro debía llegar a sentir hambre por las almas de las personas
de toda raza y lugar Después de haber aprendido esta lección, al menos en
parte, Pedro declaró: "Me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común
o inmundo" (vers. 28). Los gentiles, a quienes solía considerarse
"inmundos", estaban aguardando el ministerio espiritual de Pedro. Él
no debía vacilar en brindarles ese ministerio. Ya no debían ser considerados
"inmundos".
16. Se hizo tres veces. La visión se repitió tres veces,
sin duda para que pudiera ser fijada en la mente del apóstol. El sueño de
Faraón también se le repitió dos veces (Gén. 41:32), y Jesús había repetido a
Pedro tres veces la orden de alimentar sus "corderos" y sus "ovejas"(Juan
21:15-17), orden que ahora debía cobrar un significado nuevo y más amplio para
el apóstol.
17. Estaba perplejo. Esta misma expresión se emplea
para describir la perplejidad de Herodes cuando la gente decía de Cristo que
era Juan el Bautista que había resucitado (Luc. 9:7). Cuando Pedro sale del
éxtasis, no sabe cómo aplicar lo que ha visto y oído; pero los enviados por
Cornelio, que en ese momento lo llaman, le traen la respuesta. Ver Hech. 10:28.
Llegaron a la puerta. A Cornelio se le había dado en
términos generales la dirección de la casa de Simón (vers. 6). Cuando los
mensajeros comprobaron que los detalles eran correctos, sin duda sintieron
confianza en que su misión tendría éxito. No fue por coincidencia que Cornelio
recibiera la visión con el momento exacto de anticipación, para que la llegada
de los mensajeros a la casa de Pedro después de caminar unos 50km -(ver com.
vers. 8)-, coincidiera con el momento preciso de la visión de éste.
19. Pedro pensaba. Pedro meditaba en su dificultad y
se preguntaba qué era lo que Dios había querido enseñarle mediante la visión. Mientras
estaba en esta condición, vino la respuesta.
Le dijo el Espíritu. Pedro ya no estaba en éxtasis. El
Espíritu divino le habló en lo más íntimo de su alma. Estas instrucciones
implicaban que Pedro debía relacionar la llegada de la delegación que lo
buscaba con la visión que había tenido.
Tres hombres. Los dos siervos y el soldado a quienes Cornelio
había enviado (7). Algunas versiones dicen: "dos hombres"; sin
embargo la evidencia textual se inclina (cf. p.10) por el texto
"tres".
20. Desciende. Pedro estaba todavía en la azotea.
No dudes. "Ve con ellos sin vacilar" (BJ). Como en
una ocasión anterior, Pedro aún no sabía lo que estaba haciendo su Señor, pero
pronto lo conocería (Juan 13:7). El y los mensajeros de Cornelio actuaban movidos
por el Espíritu Santo. En la visión no se le había ordenado a Pedro que debía
hacer un viaje; pero ahora se le informó que tenía que hacerlo, y comprendió
que la orden "no dudes en ir" significaba que al viajar no debía
hacer diferencias de ninguna clase entre judíos y otras personas. Por lo tanto,
la visión se hizo poco a poco más comprensible y se disipó su perplejidad.
21. Que fueron enviados por Cornelio. Si bien es
cierto que los hombres habían sido enviados por Cornelio, la evidencia textual
establece (cf. p. 10) la omisión de esta frase.
¿Cuál es la causa? El Espíritu le había dicho a
Pedro que los hombres lo aguardaban y que debía ir con ellos; pero no se le
había informado en cuanto a la razón por la cual habían venido. Era, pues,
natural que su primera pregunta se refiriera al propósito de la visita de
ellos.
22. Cornelio el centurión. La descripción que dan los
mensajeros parecería implicar que Cornelio no era del todo desconocido en Jope.
Pedro bien pudo haber recordado aquel otro centurión cuyo nombre no se
registra, que estaba en la guarnición de Capernaúm y había construido una sinagoga
para los judíos (Luc. 7:5). Al recordar ese caso también pudieron venir a su
mente las palabras de su Maestro cuando alabó la fe del centurión, y dijo que
vendrían "muchos del oriente y del occidente" y se sentarían
"con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos" (Mat. 8:11).
Temeroso de Dios. Ver com. vers. 2.
Que tiene buen testimonio. Tenía buen testimonio por las
limosnas que había dado y por su evidente reverencia hacia el verdadero Dios. La
piedad de Cornelio no sólo era conocida por la población de Cesarea, sino
también entre todos los judíos.
Ha recibido instrucciones. Gr. jr'matízÇ,
"advertir", se usa con frecuencia para señalar las instrucciones
dadas por Dios. Los autores paganos lo emplean para referirse a los oráculos de
las divinidades paganas. Josefo lo usa varias veces para indicar que Dios habla
a las personas. En el NT se aplica para describir las advertencias dadas a los
magos (Mat. 2:12) y a José (Mat. 2:22), para la revelación dada a Simón (Luc.
2:26) y los mensajes divinos enviados a Moisés (Heb. 8:5) y a Noé (Heb. 11:7).
Para oír tus palabras. Es decir, para aprender de Pedro
lo que Dios quería que Cornelio hiciera (cap. 11:14).
23. Haciéndoles entrar. Cuando Pedro invitó a estos
gentiles a entrar en la casa, dio el primer paso hacia la eliminación de los
escrúpulos que los judíos tenían contra los gentiles.
Al día siguiente. Alrededor del mediodía
"Pedro subió a la azotea para orar"; por lo tanto, la llegada de los
mensajeros, después de la visión, debe haber ocurrido en las primeras horas de
la tarde. Como ya era muy tarde para que llegaran ese mismo día a Cesarea, a
unos 50 km de distancia, Pedro no emprendió el viaje en seguida. Además, sin
duda los mensajeros necesitaban descansar de su viaje hasta Jope.
Algunos de los hermanos. Según el relato del apóstol (cap.
11:12) fueron seis los hermanos, sin duda cristianos judíos (vers. 45), que lo
acompañaron. Es probable que Pedro recordara las palabras de Cristo: "Toma
aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra" (Mat. 18:16). Deseaba que ellos informaran a la iglesia de cualquier
cosa que él hiciera. En Hech. 11:12 se alude a la utilidad del testimonio que más
tarde dieron en Jerusalén. Seguramente Pedro les informó de su visión y del
mensaje que habían traído los siervos de Cornelio. La buena reputación de
Cornelio tuvo que haber sido de importancia para ellos y los impulsó a ir con
Pedro.
24. Al otro día. Parece que Pedro y sus compañeros
se hospedaron en algún lugar entre Jope y Cesarea, lo que también pudieron
haber hecho los mensajeros de Cornelio cuando viajaban a Jope (vers. 7-9,17). El
camino corría a lo largo de la costa del Mediterráneo.
Los estaba esperando. Los preparativos de Cornelio
demuestran cuán convencido estaba de que su visión había sido real y que Dios
estaba a punto de dar respuesta a sus oraciones.
Sus parientes y amigos más íntimos. Indudablemente, entre éstos había soldados que estaban bajo el mando de Cornelio, que más o menos simpatizaban con su creencia religiosa, y también amigos de la comunidad; y procuró que la nueva luz que estaba por recibir, llegara a tantos como fuera posible.
25. Adoró. Gr. ProskunéÇ, significa "arrodillarse
delante". Puede significar "rendir homenaje" o
"adorar", según sea el caso y el objeto del homenaje. La BJ traduce
literalmente: "Cayó postrado a sus pies". Caer a los pies de alguien
era la forma más apropiada de rendirle homenaje. Así se postraron Jairo (Mat.
9:18) y Juan (Apoc. 22:8) delante de Jesús y del ángel, respectivamente. Esta actitud de Cornelio, oficial romano,
demuestra que aceptaba a Pedro como un mensajero de Dios. Un acto tal sin duda
no era común entre los soldados romanos, y mucho menos para con un judío.
26. Le levantó. La respuesta de Pedro indica que
el homenaje y la adoración deben reservarse sólo para Dios. Nunca es correcto
que una persona exija o reciba tal homenaje de parte de otro ser humano. Las
palabras de Pedro son similares a las de Pablo en Listra (cap. 14:15). Al
adorar a los santos o aun a los ángeles se borra la distinción que siempre debe
existir entre Dios y el hombre (Apoc. 22:9).
27. Hablando con él. Lo que sigue indica que Cornelio
le dijo al apóstol muchas cosas que no se mencionan específicamente en el
texto.
Entró. Parece que la recepción tuvo lugar cerca de la entrada
de la casa de Cornelio. La acción de Cornelio al salir a recibir a Pedro
mostraba algo del espíritu del centurión que dijo a Jesús: "No soy digno
de que entres bajo mi techo" (Luc. 7:6).
Muchos. La personalidad y la conducta de Cornelio le habían
ganado muchos amigos. Su entusiasmo y su fe lo habían inducido a reunirlos para
que vieran y escucharan a un hombre acerca del cual él nada sabía (ver com.
vers. 24).
28. Cuán abominable es. El apóstol dio por sentado que
quienes le escuchaban sabían que un judío no podía juntarse con un gentil. Los
autores clásicos conocían el exclusivismo judío.
Juvenal (60?- 122 d. C.)
escribió: "Ellos, acostumbrados a desobedecer las leyes de Roma, aprenden,
y practican, y reverencian la ley judía, y todo lo que Moisés les entregó en su
tomo secreto, prohibiéndoles que señalen el camino a cualquiera que no adore
los mismos ritos y que no conduzcan a nadie a la fuente deseadas sino a los
circuncidados" (Sátiras xiv. 100-104).
Tácito escribió algo similar:
"Los judíos son extremadamente leales el uno con el otro, y siempre están listos
para mostrar compasión; pero para con todo otro pueblo no sienten sino odio y
enemistad. Se sientan aparte en las comidas, y duermen aparte" (Historia
v. 5).
Por supuesto, Pedro hablaba desde
el punto de vista del fariseísmo tradicional y no de la ley en sí; pero se
hacía amplio alarde de tales sentimientos y se manifestaban en las rigurosas
formas cada vez que se relacionaban judíos y paganos. Un judío estricto
vacilaría en vivir en casa de un gentil.
En la Mishnah se lee: "Las moradas de los paganos son inmundas" (Oholoth 18.7).
En un antiguo
comentario judío sobre Levítico, aparece un notable ejemplo de contaminación
ceremonial por contacto con un gentil. "Se relata que Simeón, hijo de
Kimjith salió a hablar con un rey árabe, y un chorrillo de saliva de la boca de
éste cayó sobre las vestiduras de aquél y lo contaminó. [Entonces] su hermano
Judas entró, y ministró como sumo sacerdote en su lugar" (Midrash Rabbah,
Lev. 20:11). El sistema hindú de castas, según el cual las castas superiores no
deben tener nada que ver con las inferiores -algo que va desapareciendo
lentamente bajo la presión de la ley y los sentimientos liberales-, presenta un
paralelo moderno muy semejante al sentimiento judío para con los gentiles.
Juntarse. Es decir, tener contacto directo. Ver com. cap.
9:26. Aunque el trato de la vida diaria obligaba a los judíos a estar
constantemente en compañía de los gentiles, debían evitar un estrecho contacto
para no contaminarse desde el punto de vista ceremonial.
A ningún hombre llame común. El apóstol mostró de esta manera
que había aprendido la enseñanza de la visión. La humanidad había sido redimida
por la encarnación, el sacrificio y la ascensión de Cristo, y hasta el pagano
más humilde ya no era común o inmundo. Dios estaba dispuesto a recibir a todos
los hombres, y por medio de Jesús lo sigue haciendo. El pecado es lo único que
puede separar al hombre de Dios (Isa. 59:2).
La impureza debe considerarse
como una tacha moral, no física ni racial. El seguidor de Dios debe aprender a
ver en cada pecador la posibilidad de que llegue a ser una persona justificada,
santificada y redimida.
Puesto que cada persona puede
llegar a experimentar esta magnífica transformación, debe ser respetada como
alguien en quien la imagen de Dios no se ha borrado totalmente y en quien puede
restaurarse (1 Ped. 2:17). El orgullo de clase social que sólo se basa en
diferencias de cultura o de oportunidad, y se manifiesta en hechos y palabras
de desprecio, es, desde cierto punto de vista, aun menos excusable que las
diferencias que tienen una base religiosa. Estas últimas tienen más
posibilidades de remediarse.
De este versículo se deduce
claramente que la lección que Dios le enseñó a Pedro tenía que ver con gente y
no con animales. El Evangelio debía alcanzar a todas las personas. Finalmente
serían inmundos sólo quienes rechazaran los esfuerzos de Dios para su
salvación.
29. Sin replicar. Pedro había ido a Cesarea sin
vacilar, y sin discutir la orden que había recibido; había seguido por fe la
conducción del Espíritu aunque sólo veía vislumbres de lo que Dios quería que
hiciera.
30. Hace cuatro días. Este es un claro ejemplo de
cómputo inclusivo (ver. t. I, 191-192; t. II, pp. 139-141; t. V, pp.
240-241). Cornelio recibió la visión y envió a sus siervos el primer día (vers.
3,7-8); llegaron a Jope al segundo día (vers. 9,17); y junto con Pedro y sus
compañeros partieron de Jope al tercer día (vers. 23); y todos llegaron a
Cesarea al cuarto día (vers. 24).
Puesto que se encontraron con
Cornelio aproximadamente a la misma hora en que había tenido su visión (ver
com. "a esta hora"), el período total difícilmente habría sido mayor
de 72 horas. Sin embargo, como en ese lapso se incluían partes de cuatro días,
Cornelio dijo que habían transcurrido "cuatro días".
Estaba en ayunas. La evidencia textual sugiere (cf.
p. 10) la omisión de esta frase.
A la hora novena. Este versículo aparece en los
manuscritos antiguos en diversas formas. En el griego dice: "estaba orando
la novena", es decir, la oración de la hora novena. Quizá la forma más
sencilla de traducir este pasaje sea la siguiente: "Hace cuatro días,
alrededor de esta misma hora, estaba yo orando la [oración de la hora] novena
en mi casa".
Con vestido resplandeciente. Cf. cap. 1:10. La frase griega
aquí empleada es la misma que se traduce como "ropa espléndida" en
Sant. 2:2-3. El mismo adjetivo es empleado por Juan para describir la
vestimenta "resplandeciente" de los ángeles (Apoc. 15:6) y de la
esposa (Apoc. 19:8).
31. Tu oración. En el pasaje paralelo (vers. 4)
se habla de "oraciones" en plural; aquí aparece en singular. Se
insinúa aquí que Cornelio había presentado un pedido específico, que había
orado por algo definido. Sin duda en esa oración había pedido mayor luz y un
conocimiento más pleno de la verdad (ver com. vers. 2).
Tus limosnas. Ver com. vers. 4.
Han sido recordadas. En el griego aparece aquí una
forma verbal del sustantivo que se traduce "memoria" en el pasaje
paralelo (ver com. vers. 4).
32. Jope. Ver com. cap. 9:36; 10:8.
Simón, un curtidor. Ver com. cap. 9:43.
33. Tú has hecho bien. Cornelio expresa no sólo
aprobación sino profunda gratitud (ver Fil. 4:14).
Todos nosotros estamos aquí. Estas palabras indican que los
amigos reunidos con Cornelio compartían su ansiedad por ampliar su conocimiento
de la verdad, y estaban dispuestos a cumplir con cualquier condición que les
fuera revelada como la voluntad de Dios.
Para oír. Esta expresión incluye también la intención de
creer y de obedecer (ver com. Juan 5:24). El centurión esperaba escuchar de
Pedro palabras por medio de las cuales él y toda su casa pudieran ser salvos.
34. Abriendo la boca. Expresión que se usa como
introducción para dichos importantes (ver com. cap. 8:35).
Acepción de personas. Gr. prospolémptes, "el que
recibe la cara", es decir, uno que distingue entre las personas según las
apariencias externas. En hebreo se encuentra un paralelo interesante en la
frase naÑa´fanim "levantar el rostro", que en el uso común
significaba hacer distinciones injustas entre los hombres. Ver t. V, p. 108. Pedro
había visto que su Señor no hacía "acepción de personas", es decir,
no tomaba en cuenta distinciones ni de posición social, ni de conocimiento, ni
de riqueza. Esto lo admitieron hasta sus enemigos (Mat. 22:16). Santiago
subraya este mismo rasgo de carácter como algo esencial en todos los que
quieren ser verdaderos discípulos de Cristo (cap. 2:1-9). Pedro necesitaba
aprender que la total aplicación de este gran principio exigía que los
cristianos judíos aceptaran a los de otras razas como iguales a ellos. Pablo,
paladín del cristianismo entre los gentiles, destaca este principio en Rom.
2:9-11. Pedro estaba aprendiendo de la visión de Cornelio, semejante a la que
él mismo había tenido, que Dios se hace conocer de todos los que aspiran a la
justicia, ya sean judíos o gentiles, cf. Deut. 10:17; 1 Sam. 16:7.
35. En toda nación. Pedro vagamente comprendía que el
cristianismo no debía ser una religión nacional. En su trato con Cornelio
comenzó a comprender cómo podría ocurrir esto, aunque aún no lo entendía
cabalmente. Pablo declararía poco después que delante de Dios no importan ni
raza, ni sexo, ni posición social (Gál. 3:28; Col. 3:10-11). Los judíos habían
llegado a considerarse como el pueblo exclusivo del interés, del cuidado y de
la misericordia de Dios. Antes del cautiverio babilónico habían amoldado su
vida, sus creencias y prácticas religiosas a las de las naciones paganas que
los rodeaban (ver t. IV, p. 33); pero cuando regresaron del cautiverio se
esforzaron hasta el máximo por aislarse de sus vecinos gentiles. Se desarrolló
en ellos un espíritu de exclusivismo que los llevó a despreciar a los que no
eran israelitas y a negar que pudieran ser aceptados por Dios.
Al principio este espíritu
exclusivista constituyó el principal obstáculo para el avance del Evangelio
entre los que no eran judíos. Si el cristianismo hubiera seguido siendo sólo
una secta judía -según lo concebían los primeros cristianos de origen judío-
nunca podría haberse difundido entre toda clase de gente, por todas partes. Por
lo tanto, la primera gran tarea de la iglesia fue romper las estrechas ataduras
del judaísmo. Por medio de la conversión de Cornelio, el Espíritu Santo hizo
que la naciente iglesia diera su primer paso importante en esa dirección.
Se agrada. "Le es grato" (BJ). Dios acepta a todos. Ya
no tiene una raza o un pueblo escogido. El llama a todos que se arrepientan, y
acepta a los que lo hacen con sinceridad.
Le teme. Puede pensarse que esta frase y la siguiente
abarcan, respectivamente, las dos tablas de la ley: la primera, referente al
deber del hombre para con Dios; la segunda, a su deber para con sus prójimos. Ver
com. Miq. 6:8; Mat. 22:34-40.
36. Mensaje. Este era el mensaje del Mesías, que traía paz a la
tierra por medio de un Salvador, Cristo el Señor (Luc. 2:14). Este mensaje fue
predicado en primer lugar a Israel como pueblo escogido de Dios; pero en esta
ocasión Pedro reconoció que Dios perdona los pecados de todos los que creen en
él (Hech. 10:43). El mensaje de paz no sólo sería dado por Dios a la raza
escogida, sino también a los gentiles.
Anunciando el evangelio. Gr, euaggelízomai, "dar
buenas nuevas"; en el sentido cristiano, "predicar el Evangelio"
(cf. Isa. 52:7).
Paz. Se dice que Dios da paz al que está lejos como
también al que está cerca, tanto al gentil como al judío (ver com. Isa. 57:19;
cf. cap. 49:6). Cristo predicó esta paz entre Dios y todas las naciones sin
distinción (Mat. 8:11; Juan 12:32; cf. Mat. 28:19). Los apóstoles llevaron
estas buenas nuevas al mundo. Hablando a los gentiles, Pablo dijo:
"Vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos
por la sangre de Cristo" (Efe. 2:13).
Los apóstoles siempre predicaban
que no había otro nombre debajo del cielo, fuera del de Cristo, por el cual puedan
ser salvos los hombres (Hech. 4:12), y que para los judíos y también para los
griegos, Cristo era el todo y en todos (Col. 3:11). Por lo tanto, en esta
doctrina de la paz por medio de Cristo, hay armonía entre el AT y el NT, entre
profetas y apóstoles. Cristo es Señor de todos (Rom. 3:29).
La paz que se ha prometido no es
en primer lugar paz entre los hombres, sino entre Dios y cada persona, y se la
obtiene cuando se recibe la expiación por medio de Jesucristo por la fe (Rom.
3:24-26; 5:1). Jesucristo es el mensajero de paz; la base de la paz es su obra
expiatorio; los términos de la paz son la fe; la bendición de la paz es la
remisión de los pecados; el fruto de la paz es la santidad.
Señor de todos. Puesto que Jesucristo es Señor de
todos, ante él cada persona debe ser considerada como igual. Al decir esto,
también Pedro quería evitar que Cornelio pensara que el Jesús a quien él
consideraba como Mesías era sólo profeta y maestro.
37. Lo que se divulgó. Es decir, todas las nuevas de
salvación mediante Cristo que se habían esparcido después de la predicación de
Juan el Bautista acerca de Jesús. Parece que Cornelio y sus amigos conocían
estas cosas, quizá por medio de la enseñanza que ya había llegado a Cesarea
(cap. 8:40). El contenido de esta enseñanza era que aunque Jesús había vivido
como hombre en Nazaret, era el Ungido de Dios, el Mesías, y lo comprobaban las
maravillas que había hecho (cap. 10:38). Esto demuestra que la historia de
Jesús era ampliamente conocida, que las nuevas acerca de él habían sido
divulgadas en forma fervorosa y efectiva por apóstoles y laicos.
Comenzando desde Galilea. Después que Jesús fue bautizado
en el Jordán, comenzó a predicar en Galilea (Mar. 1:14).
38. Ungió. Gr. jríÇ, "ungir"; de este mismo verbo
deriva la palabra jristós, "ungido", o sea Mesías o Cristo (ver com.
cap. 4:26). Como esta palabra está poco después de la referencia de Pedro a
Cristo (cap. 10:36), parece implicar que fue durante su bautismo cuando Jesús
recibió el Espíritu y se convirtió en el Mesías en forma pública y oficial
(Mat. 3:16-17), en el "Ungido", aunque era el "Cordero que fue
inmolado desde el principio del mundo" (Apoc. 13:8).
Espíritu Santo. Jesús fue ungido en su bautismo,
no con aceite, sino con el Espíritu Santo (Mat. 3:13-17).
Con poder. Cuando el Hijo de Dios se humilló en la
encarnación, dejó a un lado el ejercicio independiente de sus atributos como la
Segunda Persona de la Deidad (cf. t.V, pp. 895-896). Todo lo que realizó en la tierra lo hizo,
como deben hacerlo todos los hombres, dependiendo del poder de lo alto (ver DTG
117; cf., Juan 5:19,30; 8:28).
Anduvo haciendo bienes. La vida de Jesús fue un ejemplo
consecuente de dedicación al servicio de la humanidad (cap. 2:22; DTG 51).
Oprimidos por el diablo. Toda enfermedad y todo sufrimiento
en cierto sentido vienen de Satanás; hasta la espina que Pablo tenía en la
carne era un "mensajero de Satanás" que lo abofeteaba (2 Cor. 12:7). Además,
también existe la posesión demoníaca específica, no siempre reconocida como tal
por el diagnóstico médico moderno.
Esta posesión se manifestó con
todo su espanto y horror durante los primeros años de la proclamación del
Evangelio. Jesús venció esta fuerza todas las veces que le hizo frente. Vez
tras vez echó fuera demonios. Ver Nota Adicional de Mar. 1.
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/enlace-sobre-los-evangelios-de-mateo.html
Dios estaba con él. Nicodemo confesó: "No puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él" (Juan 3:2).
39. Nosotros somos testigos. Pedro había estado con Jesús
desde el principio de su ministerio (Juan 1:40-42). El apóstol reconocía que el
objetivo principal de su misión era ser testigo de Cristo ante los hombres, así
como el Señor lo había ordenado (Hech. 1:8, 21-22; cf. Mat. 28:19-20; Luc. 24:48).
La tierra de Judea. Mejor "la región de los
judíos". La palabra griega jóra significa "distrito", o algunas
veces "campiña", haciendo notar la distinción entre campo y ciudad. Probablemente
aquí pueda dársele este segundo significado (cf. Luc. 2:8; Hech. 26:20).
Mataron colgándole. Ver com. cap. 5:30. Como lo hiciera antes (cap. 2:23), Pedro
presenta la crucifixión principalmente como un acto de los dirigentes y del
pueblo de Jerusalén, y no del gobernador romano.
40. Al tercer día. Este es un ejemplo de cómputo exclusivo. Este método de computar el tiempo se estudia en el t. I, p. 191; t, II, pp. 139-141; t. V, pp. 240-241; cf. com. vers. 30. con referencia al tiempo que pasó Cristo en la tumba, ver Mat. 16:21; Luc. 23:53 a 24:6. Hizo que se manifestase. Jesús no se dejó de ver de todos (vers. 41), pero mediante muchas pruebas fue claro para los que lo vieron que era el mismo Jesús, ahora vivo y glorificado, que había estado colgado en la cruz.
41. No a todo el pueblo. Los judíos en general, que no habían reconocido a Jesús como el Mesías predicho en las profecías del AT, difícilmente habrían sido testigos voluntarios de su resurrección (Luc. 16:31).
El hecho de que aun algunos de sus discípulos al principio no estuvieron
dispuestos a aceptar al Cristo resucitado (Mat. 28:17; Mar. 16:14), ilustra de
cuán poco valor habría sido una presentación pública ante todos los judíos.
Testigos que Dios había ordenado. Los discípulos
habían sido escogidos desde el principio no sólo para ayudar a Jesús en su
ministerio, sino aún más: para ser testigos de lo que habían visto y oído después
que él se fuera (Mat. 28:19-20; Juan 17:6-8; Hech. 1:8; 2 Ped. 1:16-18).
A nosotros. Cf. Hech. 1:3; 1 Cor. 15:5-8.
Comimos y bebimos. Luc. 24:42-43; Juan 21:13-15. El
hecho de que Jesús comiera y bebiera era una prueba segura de que no era un
fantasma fruto de la imaginación de sus discípulos.
42. Nos mandó que predicásemos. Esta orden está implícita en Mat. 28:18-20 y también en las instrucciones de Hech. 1:8 dar testimonio del reino de Dios (cf. 1:2).
Dios ha puesto. Bajo las condiciones del pacto eterno, Cristo efectuaría la salvación del hombre. Por esto es apropiado que también fuera el juez de los hombres, en pleno cumplimiento del pacto.
Vivos. Pablo (cap. 17:31) concuerda con Pedro al relacionar la resurrección con la seguridad de que el que había resucitado sería el futuro juez de todos los hombres.
El hecho de que Jesús fuera hombre,
pero un hombre victorioso sobre el pecado y la muerte, y de que al mismo tiempo
era Dios, el autor de la ley por la cual los hombres serán juzgados, hacen que
sea lógico y apropiado que sea él quien juzgue a todos los hombres (ver com.
Juan 5:22, 27).
43. Todos los profetas. Pedro, como lo había hecho en sus discursos anteriores (cap. 2:16, 30; 3:18), aquí también revela que comprende el significado de las profecías del AT en cuanto a Cristo y a su obra. Sin duda gran parte de esta comprensión era el resultado de la enseñanza que él y los otros apóstoles habían recibido de Cristo en el intervalo entre la resurrección y la ascensión (Luc. 24:27,44). En esta ocasión es probable que Pedro se estuviera refiriendo a pasajes como Isa. 49:6; Joel 2:32.
El hecho de que Pedro empleara las Escrituras del AT para reforzar su argumento es una evidencia de que sabía que Cornelio y su casa conocían esos escritos. Todos los que en él creyeren. Esta es la promesa de Juan 3:16.
Pedro la repite como lo hará Pablo
más tarde (Hech. 16:31). La salvación se obtiene por la aceptación de la gracia
de Dios por medio de Jesucristo (Efe. 2:5,8), y no por medio de las obras de la
ley (Gál. 2:16, 20-21). Las obras son el
fruto de recibir la dádiva de la salvación (Efe. 2:10; Fil. 2:12-13).
Perdón de pecados. Cf. cap. 2:38; 3:19.
Por su nombre. Estas palabras deben haber impresionado
profundamente a los que atentamente escuchaban a Pedro. Esta era la respuesta a
sus dudas y perplejidades. Debían encontrar la salvación sin someterse a la
circuncisión, ni a las tradiciones de los judíos, ni a todo lo que estas
obligaciones implicaban, sino mediante el sencillo acto de fe en Cristo y en el
poder de su nombre (ver com. cap. 3:16). La salvación de ellos dependía del
poder de los atributos divinos de Cristo, de los cuales su nombre era un pleno
símbolo. Por medio de Jesucristo de Nazaret, ellos, a pesar de ser gentiles,
recibirían el perdón de sus pecados. Su conciencia sensibilizada les enseñaría
que esa era la condición necesaria para tener paz con Dios. La satisfacción de
sus anteriores anhelos los colocaría en la condición espiritual apropiada para
participar en el maravilloso acontecimiento que se va a narrar en el versículo
siguiente.
44. El Espíritu Santo cayó. El descenso del Espíritu Santo
sobre el gentil Cornelio y su familia antes de que fueran bautizados cumplió
directamente ante los compañeros de Pedro la promesa de Cristo de que el
Espíritu Santo los guiaría "a toda la verdad" (Juan 16:13). A pesar
de la visión de Pedro, "los fieles de la circuncisión" aún no estaban
preparados para aceptar plenamente a los gentiles en la iglesia (Hec. 10:45),
hasta que el derramamiento del Espíritu Santo demostró que los gentiles eran
aceptados por Dios.
Muchos cristianos afirman que la
recepción del Espíritu Santo viene después del bautismo. Enseñan que el bautismo tiene una virtud
sacramental y que, por lo tanto, es un rito que produce gracia divina en el que
lo recibe. Pero Cornelio y su familia recibieron el don del Espíritu Santo
antes de ser bautizados, lo que demuestra que la recepción del Espíritu no
depende del bautismo (ver com. vers. 47). El bautismo más bien es un símbolo
visible de una regeneración espiritual interior, y deriva su significado de esa
experiencia (ver pp. 44-46; com. Mat. 3:6; Rom. 6:3-6).
45. Los fieles de la circuncisión. Es decir los
seis cristianos judíos ya mencionados (cap. 11:12; cf. cap. 10:23) que
acompañaron a Pedro. Su asombro es una prueba de la realidad del don que
recibieron Cornelio y su familia. Los cristianos habían supuesto hasta este
momento que si los gentiles habían de ser cristianos, debían, en primer lugar,
convertirse en prosélitos judíos.
Es probable que el eunuco etíope
bautizado por Felipe no fuera una excepción a esta regla; pero Cornelio y su
familia eran gentiles y los compañeros de Pedro, cristianos judíos, no pudieron
entender cómo tales personas podían recibir el don del Espíritu Santo sin antes
haber sido prosélitos judíos. Otra razón más por la cuales estuvieran atónitos
posiblemente pueda sugerirla el Talmud, el cual dice que el rabino José había
afirmado que en los días del Mesías no se recibirían en Israel más prosélitos
(Talmud Abodah Zarah 3b). Como los compañeros de Pedro creían que los tiempos
del Mesías habían llegado, bien pudieron haber sentido la influencia de tal
actitud exclusivista hacia los prosélitos.
Sobre los gentiles. Los compañeros de Pedro,
cristianos de origen judío, vieron el claro cumplimiento de la visión del
apóstol. Cornelio y su familia, henchidos del Espíritu Santo, demostraban que
desde ese momento nadie debía llamar a los gentiles comunes o inmundos. Sin duda esta evidencia fue suficiente para
los cristianos que acompañaban a Pedro.
46. Hablaban en lenguas. En esta ocasión se vio una
manifestación de los dones de Dios, similar a la que se había visto en
Jerusalén en el día de Pentecostés (ver com. cap. 2:4). Estas palabras implican
una repentina emoción de gozo y ensalzamiento espiritual que se manifestó en un
estallido de alabanza espontánea. En la historia de la iglesia apostólica hay
varios casos registrados de la manifestación del Espíritu Santo por medio del
don de lenguas (cf. Hech. 19:6; cf. cap. 2:4; ver com. 1 Cor. 14). Este don fue
dado con un propósito útil. En el día de Pentecostés permitió que los apóstoles
predicaran el Evangelio a las multitudes reunidas para la fiesta, que no
hablaban arameo. En el caso de los conversos de Apolos que fueron rebautizados
por Pablo en Éfeso, es razonable suponer que esto los preparó para una
eficiencia cristiana más amplia (ver com. Hech. 19:6). Del mismo modo, en este
caso el don de lenguas fue una señal y un testimonio para los compañeros de
Pedro que no estaban preparados para recibir a los gentiles en la iglesia.
47. Entonces respondió Pedro. No se registra la pregunta que
Pedro respondió, pero es evidente que sus palabras responden las preguntas de
los atónitos cristianos de origen judío en cuanto a lo que debía hacerse en
vista de que el gentil Cornelio y su familia habían recibido el Espíritu Santo.
Pedro había seguido la dirección de Dios al viajar a Cesarea a predicarles; ¿se
atrevería también a bautizarlos ahora?
Impedir el agua. ¿Podía negárseles a estos gentiles
la señal visible, cuando la gracia invisible y espiritual a la cual simbolizaba
había sido concedida por Dios tan directa y manifiestamente? Como había ocurrido en el caso de los
samaritanos (cap. 8:15-17), el bautismo por lo general era seguido por la
imposición de las manos, acompañada por el don del poder espiritual. Pero en
este caso el don del Espíritu había sido concedido primero, y lo único que
quedaba era realizar el acto visible de hacer que estos creyentes formaran
parte de la sociedad de la iglesia. Este acontecimiento mostró que Dios da sus
dones en forma directa y en la medida en que los hombres estén listos para
recibirlos (ver com. cap. 10:44). Pero demostró de forma igualmente clara que
ningún don espiritual, no importa cuán maravilloso sea, hace innecesario seguir
ciertas formas visibles, tales como el bautismo. En verdad, el don excepcional
fue concedido para que quitara cualquier escrúpulo que pudieran tener los de la
circuncisión en cuanto a bautizar a esos gentiles. El don del Espíritu abrió el
camino y siguió el bautismo.
También como nosotros. Pedro reconocía que Dios había
escogido a los gentiles tanto como a los judíos y concedido a ambos la misma
gracia.
48. Mandó bautizarles. La construcción sintáctica de esta frase parece sugerir que Pedro no bautizó a estos conversos. Jesús (Juan 4:1-2) y Pablo (1 Cor. 1:14-16) no bautizaron a sus conversos, y según parece, Pedro hizo lo mismo en esta ocasión. Pablo afirma que, por lo general, no bautizaba para que no surgieran diferentes grupos y se rompiera la unidad cristiana, pues los conversos se dividían según el que los había bautizado. Esta también pudo haber sido la razón que movió a Pedro en este caso (cf. 1 Cor. 1:12). No se dice quién fue el que bautizó. Quizá bautizaron los compañeros de Pedro. Es posible que ya hubiera una congregación organizada en Cesarea como resultado de la obra de Felipe, y los ancianos o diáconos de esta congregación, o Felipe mismo, pueden haber actuado siguiendo instrucciones de Pedro.
Señor Jesús. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el
texto: "Jesucristo".
Que se quedase. Es probable que Pedro hubiera
aceptado la invitación (cf. cap. 11:3), y de este modo hubiera mostrado que
estaba preparado para actuar de acuerdo con la enseñanza de su visión. Pedro
debe haberse juntado sin traba alguna con los nuevos conversos, comiendo y
bebiendo con ellos (vers. 2-3), sin temor de contaminarse.
Lucas le da tanta importancia al
episodio de Pedro en Cesarea, que debe considerarse como un momento decisivo en
la vida del apóstol, quien demostró que, en esencia, concordaba con Pablo. Aunque
Pedro más tarde vaciló en su trato con los gentiles cristianos (Gál. 2:11-13),
y fue reprendido por Pablo, el relato de esa dura reprensión demuestra que
Pedro había abandonado en gran parte sus prejuicios judíos; pero había actuado
así porque fue presionado por la influencia de ciertos judíos muy estrictos que
habían ido de Jerusalén a Antioquía.
Algunos días. Ver com. cap. 9:19. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-48. HAp 108-115. UN INVESTIGADOR DE LA VERDAD.
https://elaguila3008.blogspot.com/2013/01/capitulo-14-un-investigador-de-la-verdad.html
Ministerio Hno. Pio
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