Hechos 19. Vers. (1) Apolos en Corinto. Y Pablo en Éfeso. (2-7) Pablo rebautiza a conversos de Juan el Bautista. El Espíritu Santo desciende por la imposición de las manos de Pablo.
EVANGELIZACIÓN DE ÉFESO. vers. (8-12) Los judíos blasfeman contra la doctrina, la cual es confiada con milagros. (13-18) judíos exorcistas, son golpeados por el maligno. (19-23) Los libros de magia son quemados en Éfeso. (24-34) Demetrio, Por su codicia, levanta un tumulto contra Pablo, (35-41) Pero es apaciguado por el escribano de la ciudad.
1 Aconteció que entre tanto que
Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores,
vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos
oído si hay Espíritu Santo. 3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados?
Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo
de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría
después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos y vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Eran por todos unos doce hombres.
8 Y entrando Pablo en la
sinagoga, habló con denuedo Por espacio de tres meses, discutiendo y
persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Pero endureciéndose algunos y no creyendo,
-maldiciendo el Camino delante de la
multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada
día en la escuela de uno llamado Tirano. 10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que
todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor
Jesús.
11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12 de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
13 Pero algunos de los judíos,
exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los
que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica
Pablo. 14 Había siete hijos de un tal Esceva,
judío, jefe de los sacerdotes, que
hacían esto.
15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17 Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús.
18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. 19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata.
20 Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.
21 Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. 22 Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia.
23 Hubo por aquel tiempo un
disturbio no pequeño acerca del Camino. 24 Porque un platero llamado Demetrio,
que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los
artífices; 25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo:
Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 26 pero veis y
oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado
a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con
las manos.
27 Y no solamente hay peligro de
que este nuestro negocio venga desacreditarse, sino también que el templo de la
gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad
de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero.
28 Cuando oyeron estas cosas, se
llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! 29 Y la
ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo
y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. 30 Y queriendo Pablo salir al
pueblo, los discípulos no le dejaron. 31 También algunas de las autoridades de
Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase
en el teatro. 32 Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la
concurrencia estaba confusa, y los más
no sabían por qué se habían reunido.
33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empuñándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. 34 Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
35 Entonces el escribano, cuando
había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe
que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y
de la imagen venida de Júpiter?
36 Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente. 37 Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa.
38 Qué si Demetrio y los
artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden,
y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. 39 Y si demandáis alguna otra
cosa, en legítima asamblea se puede decidir. 40 Porque peligro hay de que
seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la
cual podamos dar razón de este concurso. 41 Y habiendo dicho esto, despidió la
asamblea. (Hechos 19).
1. Entre tanto que Apolos estaba en Corinto. Después de
terminar el paréntesis concerniente a Apolos, la narración continúa ahora con
Pablo.
Apolos encontró que Corinto era
un centro muy favorable para su obra en Acaya, y parece que estableció allí su
base de operaciones por un tiempo. Entre tanto Pablo viajó hacia el oeste (cap.
18:23) cruzando Asia Menor rumbo a Éfeso.
Regiones superiores. Eran parte de una zona grande
(ver com. cap. 13:50, y estaban más hacia el interior. El apóstol viajó a
través de Licaonia, Galacia y Frigia, lugares que había visitado antes.
Vino a Éfeso. Esta visita fue en cumplimiento a su promesa cuando
salió de la ciudad en su viaje anterior (cap. 18:21).
Ciertos discípulos. Se los llama
"discípulos" porque, como Apolos, habían aprendido algunas cosas
relativas a Jesús, y debido a esto se habían sentido atraídos a escuchar a
Pablo, quien podía enseñarles más.
2. Cuando creísteis. O "habiendo creído". Es
decir, cuando creísteis o por cuanto creísteis. Pablo se dirigió a ellos como a
creyentes. Como acababa de llegar, no
conocía los antecedentes de todos los que estaban en la congregación. Pero es
posible que Pablo hubiera descubierto en estos creyentes la falta de dones
espirituales, y quizá carencia de la paz, gozo y alegría que se manifiestan en
los que han recibido plenamente el mensaje del Evangelio.
Si hay Espíritu Santo. La
posición de estos discípulos es tan semejante a la de Apolos cuando llegó a Éfeso,
que es razonable pensar que se convirtieron por la predicación de él. Por
supuesto, debieron haber conocido al Espíritu Santo como un nombre en el AT y
en la enseñanza de Juan el Bautista (Mat. 3:11); pero fuera de esto ignoraban
la naturaleza del Espíritu.
Habían recibido el
bautismo como señal de arrepentimiento, y sin duda vivían correctamente, pero
no estaban arraigados en la experiencia de "justicia, paz y gozo" que
les pertenecía "en el Espíritu Santo" (Rom. 14:17) Es evidente que
esos discípulos eran judíos y no gentiles.
3. ¿En qué? Ver com. cap. 2:41; 8:38. La frase del NT es
"bautizar en" para expresar la íntima unión de los hombres con Dios,
unión a la cual son conducidos por el acto simbólico de la inmersión en el
bautismo.
Las respuestas de estos creyentes
demostraban una instrucción incompleta que no satisfacía la norma de lo que los
candidatos al bautismo generalmente recibían, y también una experiencia
espiritual deficiente debido a su falta de conocimiento. Seguramente no se
daban cuenta de lo que les faltaba, y es probable que se consideraban
completamente calificados para pertenecer a la congregación de los creyentes.
En el bautismo de Juan. Posiblemente Apolos los bautizó
antes de que él fuera completamente enseñado por Aquila y Priscila, o tal vez
fueron bautizados por alguno que tenía el mismo conocimiento de Apolos. Esta
referencia y la que aparece en el versículo siguiente, son las últimas que hay
respecto a Juan el Bautista en el NT.
4. Bautismo de arrepentimiento. Pablo resumió lo que Juan había enseñado: el bautismo
de arrepentimiento y fe en Aquel que vendría tras él, pero estos discípulos de Éfeso
no sabían nada del bautismo del Espíritu Santo, ni de los dones del Espíritu y
muy poco de las doctrinas de la fe en Cristo.
5. Cuando oyeron esto. La evidencia textual establece la
omisión de la palabra "esto". Lo que escucharon estos conversos sin
duda no fueron las sencillas declaraciones de que Jesús era el Mesías, sino los
argumentos con citas del AT con los cuales Pablo demostró que eso era verdad,
comprobando que en Jesús se había cumplido el AT. Aunque la descripción es
breve en el relato, la convicción de ellos no fue necesariamente repentina o
sin una completa instrucción.
En el nombre. En cuanto al significado de "nombre", ver
com. Hech. 3:16; 4:12. Aquí tenemos un ejemplo de personas rebautizadas después
de recibir una verdad vital, pero nueva para ellos; sin embargo, esto no
autoriza para rebautizar con frecuencia.
El rebautismo debería ser
administrado raras veces. La purificación de los pecados que comete el
cristiano, en su diario caminar en un mundo de pecado, se origina en la
perdonadora gracia de Dios por medio de Cristo (1 Juan 1:9; 2:1-2), y se
expresa mediante el rito del lavamiento de los pies que simboliza la purificación
del pecado (Juan 13:4-10).
Cuando uno ha sido bautizado en
Cristo sólo debe rebautizarse si ha habido una apostasía definida de las
creencias y normas que acompañan a la comunión con Cristo. Las excepciones a
esta regla general deberían ser casos como el que aquí se describe. El bautismo
en el nombre de Cristo es la manifestación de haber entrado en el pacto de
salvación, y se espera que sea una experiencia permanente.
6. Impuesto Pablo las manos. Ver com. cap. 6:6.
Vino sobre ellos el Espíritu Santo. Esta fue una
experiencia que compartieron varios cuyo bautismo está registrado en el libro
de los Hechos.
En esta ocasión descendió el
Espíritu a fin de que se realizase la gran obra que haría de Éfeso -una ciudad
totalmente consagrada al culto de la diosa Artemisa (Diana)- un lugar
conquistado para Cristo. De ese modo se transformó en un centro del
cristianismo en todo ese territorio durante varios siglos.
Hablaban en lenguas. O "comenzaron a hablar en
lenguas". Este fue un derramamiento pentecostal. Así como en Jerusalén el
don cumplió su propósito en los judíos que de todas partes del imperio se
habían reunido para la fiesta, así también en este momento el Espíritu
derramado en Éfeso, centro del mundo gentil, tendría un resultado semejante,
pues el asombro de las personas ante tal poder llamaría la atención al mensaje
y ganaría conversos para Cristo. "Así quedaron capacitados para trabajar
en Efeso y en sus alrededores, y para salir a proclamar el Evangelio en Asia
Menor" (EGW RH 31-8-1911).
Profetizaban. O "comenzaron a profetizar". La
"profecía" no es sólo predicción de acontecimientos futuros, cosa que
podría haber sido de poca ayuda a la causa de Cristo en ese tiempo. "Profetizar"
es también proclamar un mensaje de origen divino, por medio del cual los oyentes
quedarían convencidos de la verdad acerca de Cristo.
7. Eran por
todos unos doce hombres. La narración sugiere que estos 12 formaban un
grupo que tal vez asistía a las reuniones de la iglesia, pero sin compartir
plenamente la vida de ella hasta este momento.
8. Sinagoga. De acuerdo con la costumbre del apóstol (ver com.
cap. 9:20). Estas visitas sin duda eran principalmente en día sábado; en primer
lugar porque Pablo guardaba el sábado (cap. 13:14; 16:13), además porque Pablo
trabajaba durante la semana (Hech. 18:3; 20:34; 1 Tes. 2:9; 2 Tes. 3:8), y
porque los sábados le daban una oportunidad inmejorable para relacionarse con
los ' judíos.
Habló con denuedo. Ver com. cap. 9:27.
Por espacio de tres meses. Estas breves palabras comprenden
la historia de un intenso período de trabajo. Sin duda Pablo continuó
trabajando diariamente en hacer tiendas (cf. cap. 20:34), mientras que los
sábados, por lo menos, estaba en la sinagoga predicando que Jesús era el
Cristo, y manifestando la naturaleza de su obra y las eternas leyes de su
reino.
Discutiendo. Ver cap. 17:2; 18:4, 19; com. cap. 20:7.
Persuadiendo. O "intentando persuadir".
Reino de Dios. Ver com. cap. 1:6.
9. Endureciéndose algunos y no creyendo. O "pero
algunos se endurecían y se resistían a creer". Ver coro. cap. 14:2.
Maldiciendo el Camino. Es decir, a los cristianos y al
cristianismo. Los judíos incrédulos actuaron en Éfeso como sus compatriotas en
Tesalónica. Probablemente mostraron su
odio a Pablo intentando que los gentiles se volvieran contra él.
Se apartó. Pablo dejó de tomar parte en los servicios públicos
de la sinagoga.
Separó a los discípulos. Todos los cristianos que formaban
parte de la congregación en la sinagoga se retiraron, así como los judíos que
estaban interesados en las enseñanzas de Pablo.
Este es el primer registro que
tenemos de que un grupo completo de creyentes cristianos se separó de la
sinagoga judía. Este proceso de separación debe haberse acelerado durante el
período de las guerras judías entre los años 68 a 135 d. C., cuando no sólo no
convenía, sino que era realmente peligroso en algunos lugares, relacionarse con
los judíos (ver t. Vg P. 81).
Cada día. No se puede saber cuán a menudo enseñó Pablo en la
sinagoga durante sus primeros tres meses en Éfeso, aunque sin duda lo hacía
cada sábado y tal vez con más frecuencia. Finalmente, Pablo se ocupó ahora de
un programa intenso de evangelismo público, al cual dedicó, por lo menos, una
parte de cada día. Es posible que al mismo tiempo continuara trabajando para
sostenerse (ver coro. vers. 8).
La escuela. Gr. sjolê, palabra que tiene una historia
interesante. Originalmente significó "holganza"; más tarde, se aplicó
al tiempo libre empleado en debates que implicaban erudición y estudio;
después, como aquí, al lugar en el cual se estudiaba.
Finalmente llegó a ser un término
común para los seguidores de un maestro particular, como "la escuela de
Zenón". En este versículo probablemente significa una sala de clases, la
cual, como propiedad privada, era prestada o alquilada al apóstol por su dueño.
Uno Llamado Tirano. La evidencia textual favorece
(cf. p. 10) el texto: "la escuela de Tirano", lo cual sugiere que Tirano
pudo haber sido una persona bien conocida. Nada más se sabe con certeza acerca
de él. Pudo haber sido un maestro de
filosofía o de retórica; pero difícilmente habría sido completamente pagano,
pues es probable que no hubiera permitido que su aula de clases fuera usada por
el maestro de una nueva fe que era ridiculizada en ciertos círculos (cap. 17:32).
Por lo tanto, algunos piensan que
era una escuela judía, una beth-hammidrash, en la cual habría sido más factible
que se reunieran los oyentes judíos. Evidentemente la audiencia era en parte
gentil y en parte judía.
No hay duda de que en Éfeso había
suficientes judíos, lo que hacía necesaria la existencia de tales
"escuelas" para su educación; y es posible que el dirigente de una
escuela tal podría haber adoptado un nombre gentil además del judío. Así que
este Tirano posiblemente era judío.
10. Por espacio de dos años. Cuando Pablo habló más tarde a
los ancianos de la iglesia de Éfeso, en Mileto, declaró que había amonestado
por "tres años" a la iglesia de Éfeso (cap. 20:31).
No hay conflicto entre estas dos
declaraciones. A los dos años que aquí se mencionan deben añadirse los tres
meses del vers. 8 y el tiempo que pudo haber precedido a su enseñanza en la
sinagoga (ver HAp 236).
Todos... en Asia. Para una explicación del término
"Asia", ver com. cap. 2:9. Evidentemente Éfeso llegó a ser el centro
del trabajo de Pablo, y sin duda desde allí visitaba las ciudades vecinas.
Por esto es posible que las
iglesias mencionadas en el Apocalipsis (cap. 2; 3) deban su origen a Pablo,
aunque dicha posibilidad se debilita debido a la afirmación de que algunos no
habían visto el rostro de Pablo (Col. 2:1; cf. com. Hech. 18:23).
El crecimiento de la nueva
comunidad cristiana en Éfeso, cuyos miembros eran judíos y griegos, llegó a ser
un hecho muy conocido. El número de ofrendas para Artemisa (Diana) y la venta
de recuerdos de ella disminuyeron en forma notable.
Las declaraciones de Lucas
implican que los oyentes que Pablo atrajo no provenían sólo de quienes se
radicaban en Éfeso, sino también de los que visitaban la ciudad y llevaban las
nuevas del predicador y de su mensaje por todos los rincones de ese territorio.
Filemón, de Colosas, pudo haber sido uno de los conversos de Pablo durante este
período (ver com. File. 19).
11. Hacía. La inflexión del verbo griego sugiere que esas
manifestaciones del poder de Dios continuaron durante la permanencia del
apóstol en Efeso. No fue una manifestación fugaz como resultado de algún
poderoso sermón aislado.
Milagros extraordinarios. Literalmente "maravillas no
las [que] sucedían por casualidad", es decir "milagros no de los
corrientes". Eran de tal naturaleza que iban más allá de lo rutinario (cf.
coro. cap. 28:2). El sustantivo griego que se traduce "milagro" es
dúnamis (ver t. V, p. 198). Dios hizo la obra; Pablo fue el instrumento.
Por mano. Reproducción literal de una frase idiomática hebrea
que expresa la presencia de un instrumento (ver com. cap. 5:12).
12. De su cuerpo. Las palabras griegas traducidas
"paños" y "delantales" son transliteraciones del latín. Los
"paños" (soudárion) se usaban para enjugar el sudor del rostro; los
"delantales" (simikínthion) eran delantales cortos que usaban los
artesanos.
Parece algo extraño que Lucas, después de
resumir dos años de ministerio en unas pocas palabras, se detenga en estos detalles.
Puede ser que como médico naturalmente le llamaron mucho la atención las
curaciones sobrenaturales. Parece que
personas sinceras fueron hasta donde trabajaba el apóstol y recibían los paños
o delantales que él usaba. La eficacia de estos medios de curación se puede
comparar con la del borde del vestido del Señor (ver com. Mar 5:27-28) y el
barro que él usó en la curación del ciego (ver com. Juan 9:6).
NO HAY SINO DOS
CONDICIONES Indispensables En Todo Lugar Para Que Haya Actos Sobrenaturales De
Curación Divina: El Poder De Dios Y La Fe Del Individuo.
Las cosas materiales que puedan
vincular el poder divino y la fe humana no son más que vehículos para el
ejercicio de la fe.
Las enfermedades se iban. En la ciudad de Éfeso, donde se
hacía gala de exorcismo y de extrañas artes de magia y encantamientos ante los
ojos del pueblo, como se ve en este capítulo, parece que Dios hizo esas
curaciones milagrosas para que quedaran como demostraciones especiales del
poder de la fe.
13. Algunos. Mejor "también algunos".
judíos, exorcistas ambulantes. O "judíos, exorcistas
itinerantes". Los impostores estaban tratando de beneficiarse usando los
nombres de Pablo y Jesús. Estos
judíos se jactaban de curar enfermedades mediante magia y ensalmos (ver com. cap.
8:9; 13:6). Josefo, el historiador judío, escribiendo acerca de la supuesta
arte de Salomón contra los demonios y del uso de exorcismos, añade: "Esta
clase de curación es de gran poder entre nosotros hasta este día"
(Antigüedades viii. 2.5).
Invocar el nombre. La literatura tradicional de los
judíos desde fecha muy antigua atribuía grandes resultados a la pronunciación
del indecible nombre de la Deidad.
Afirmaban que en esa forma Moisés
mató al egipcio, y que Eliseo "en el nombre de Jehová" causó la
destrucción de los niños que se burlaban de él. Es fácil entender que estos
"judíos ambulantes", después de ver los resultados del uso del nombre
de Jesús cuando lo pronunciaba Pablo, intentaran efectuar curaciones usando el
mismo nombre (ver com. cap. 3:16).
14. Judío, jefe de los sacerdotes. Se sugiere que
puede haber sido jefe de uno de los 24 turnos en los cuales estaban divididos
los sacerdotes (ver com. Mat. 2:4; Luc. 3:2). Si así fue, es posible que este
hombre, por alguna razón, hubiera perdido su lugar, pero que al llegar a Éfeso
aún se autodenominara principal sacerdote, y así lo describe Lucas.
Hacían esto. Los siete Hijos de Sceva empleaban para su
exorcismo la forma de las palabras citadas, como una fórmula que les daba una
apariencia de respetabilidad.
15. Respondiendo. Los exorcistas se enfrentaron con
un endemoniado tan loco y fuerte como el que se enfrentó con Jesús en Gadara
(Mar. 5:3-4; cf. Mat. 8:28).
A Jesús conozco. Gr. ton Iêsóun ginôskõ, conozco o
reconozco a Jesús". Ginóskô implica aquí no sólo conocimiento personal
sino reconocimiento de autoridad.
Sé quién es Pablo. Gr. ton Páulo epístamai,
"estoy familiarizado con Pablo". Epístamai puede implicar una
relación familiar o el conocimiento de un hecho.
¿Quiénes sois? Literalmente "¿pero vosotros, quiénes
sois?" El endemoniado se identificó con el demonio (cf. Mar. 5:7-12). Tenía
temor al nombre de Jesús cuando lo pronunciaba un hombre como Pablo, pero no se
sintió aterrorizado ante estos fingidores.
16. Saltando sobre ellos. La posesión demoníaca como ésta y
la de los gadarenos daba a sus víctimas una fuerza sobrenatural. Los impostores
huyeron espantados ante la furia demoníaca del hombre.
Dominándolos. La evidencia textual (cf. p. 10) establece el texto
"dominando a ambos", lo cual da a entender que en este caso estaban
implicados únicamente dos de los siete Hijos de Sceva; sin embargo, por los
papiros es evidente que la palabra griega traducida generalmente como
"ambos" puede también significar "todos" (más de dos).
Desnudos. Esto podría significar que sólo su vestido exterior
o capa fue destrozada, dejándoles únicamente las cortas túnicas interiores (ver
coro. Mat. 5:40).
El relato termina aquí. Si el
autor estuviera inventando cosas extraordinarias, podría haber continuado la
narración hasta el clímax de la curación del hombre por Pablo después del fracaso
de los Hijos de Sceva. Pero el relato de Lucas es auténtico.
17. Fue notorio a todos. Literalmente "llegó a
conocerse". El relato sin duda se propagó rápidamente. Los Hijos de Sceva
probablemente tenían poco que decir acerca del episodio.
Era magnificado el nombre del Señor Jesús. La flexión del
verbo implica una continua magnificación. La narración muestra que el nombre de
Jesús se destacó muy por encima de cualquiera de los nombres que los exorcistas
habían usado en sus ensalmos. También fue notorio que era peligroso usar el
Nombre imprudentemente, sin fe en lo que éste implicaba. Los habitantes de Éfeso
respetaron el Nombre como nunca antes, cuando fueron testigos del castigo que
cayó sobre los que lo habían profanado.
18. Muchos de los que habían creído venían, confesando. Como en el vers. 2, el verbo "creer" probablemente se usa para
referirse a todo el proceso de conversión, incluyendo el bautismo (cf. vers.
3). Estos creyentes habían hecho profesión de fe, pero es claro que aún tenían
una experiencia imperfecta. Ahora hubo confesiones de hechos malos, en algunos
casos quizá con respecto a prácticas de ocultismo en que habían caído después
de haber sido bautizados.
La iglesia, movida por el
Espíritu, pasó por una experiencia de un completo escudriñamiento del corazón.
No es claro si las confesiones fueron hechas en privado a Pablo y a los otros
predicadores, o públicamente en presencia de la congregación. Esto último es lo
más probable, así como ocurrió en el caso de las confesiones hechas a Juan el
Bautista (ver com. Mat. 3:6).
Ellos habían visto lo que el
diablo podía hacer con el que abusaba del nombre de Jesús, y se preguntaron si
no estaban también abusando de este nombre al autodenominarse cristianos. Comprendieron
que debían enfrentar a Cristo como el juez supremo. Sus conciencias fueron
fuertemente sacudidas. Confesaron sus pecados, quedando así amparados por el
generoso perdón y la intercesión de Cristo (1 Juan 1:9; 2:1; ver HAp 233).
19. Muchos. La oración literalmente dice: "Muchos de los
que habían practicado cosas superfluas", es decir las artes mágicas,
supersticiones. Estas artes eran en Éfeso casi una especialidad. Había muchos
magos y astrólogos que se ocupaban de un activo comercio en encantamientos,
libros de adivinación y reglas para interpretar los sueños.
Los llamados, "hechizos de Éfeso"
o "escritos efesios" (efesía grámmata) eran tiritas de pergamino
guardadas en bolsas de seda, sobre las cuales estaban escritas palabras
antiguas o de oscuro significado.
Clemente de Alejandría (Stromata
v. 8) enumera esas palabras, y a pesar de ser oscuras aun para su análisis
lingüístico, las interpreta dándoles el significado de tinieblas y luz, tierra
y año, sol y verdad. Sin duda representaban una reliquia del antiguo culto
frigio a la naturaleza, que era anterior a la diosa griega Artemisa. Este culto
más tarde se combinó con supersticiones provenientes de otras religiones.
Trajeron los libros. Debe referirse a la recolección
de las tiras en que estaban escritos los ensalmos y encantamientos, los
"escritos efesios" y los libros publicados como tratados de estas
"artes" ocultas. Se afirmaba que algunos de estos
"escritos" eran muy antiguos. Probablemente también trajeron
talismanes o amuletos.
Los quemaron. Probablemente haya una relación entre esta
incineración de libros y las curaciones por medio de Pablo, las cuales fueron
seguidas por el triunfo del demonio sobre los falsos exorcistas (vers. 12,16). Aquellos
que "habían creído" comprendieron claramente que el poder del
cristianismo era superior a la "magia". Fue evidente que los
encantamientos, los nombres simbólicos, las fórmulas y las cartas eran vanas
pretensiones.
Por lo tanto, fueron quemados los
encantamientos y los libros donde se los explicaba. El tiempo imperfecto del
verbo griego Puede significar o que hubo una quemazón continua por algunas
horas, mientras libro tras libro iba siendo arrojado al fuego, o repetidos
actos de incineración. Una demostración tal tuvo que haber llamado mucho la
atención de la gente.
Hecha la cuenta de su precio. El sacrificio hecho por los
creyentes no sólo significaba el costo de los libros que Lucas menciona, sino
también la pérdida de posibles ganancias debidas a la práctica de la magia y la
adivinación.
Cincuenta mil piezas de plata. Como esta extraordinaria
incineración de libros que muchos estimaban muy valiosos tuvo lugar en el
centro de una ciudad griega, es probable que Lucas con las "piezas de
plata" se haya referido a dracmas griegas. Si así fue, 50.000 de estas
monedas equivaldrían a unos 190 kg de plata. En el siglo 1 d. C. la dracma
equivalía al salario de un día. Algunos
de los libros sin duda se hubieran podido vender a un alto precio (ver t. V, p.
51).
20. Así crecía... poderosamente la palabra del Señor. Literalmente "poderosamente continuaba creciendo la palabra del Señor". "Poderosamente" puede entenderse
como con fuerza y fortaleza irresistibles, a las que nada podía hacer frente.
Prevalecía. O "continuaba fortaleciéndose".
21. Pasadas estas cosas. En Éfeso deben haberse
incorporado muchas personas a la iglesia. Por medio de estos episodios
resaltantes Dios se había manifestado en las actividades de la iglesia y de la
ciudad. Aquellos que "habían creído" experimentaron una reforma. Se había producido una destrucción
espectacular de los instrumentos del mal. Esto atrajo la atención de toda la
ciudad. Ahora la obra estaba bien establecida, y Pablo pensó que podía dejar la
ciudad.
Se propuso en espíritu. La expresión es ambigua en el
texto griego. Puede significar el espíritu de Pablo, o que Pablo fue inspirado
por el Espíritu Santo para hacer lo que decidió (ver com. cap. 17:16).
Ir a Jerusalén. Para llevar la contribución
mencionada anteriormente. Pablo se había referido a las "fieras" de
Efeso (1 Cor. 15:32) y a la "puerta grande y eficaz" que se le había
"abierto" en Efeso (1 Cor. 16:9). Los serios problemas por los que
había pasado en aquella ciudad sin duda eran para Pablo puertas de oportunidad
y también amenazas mortales. Pero el
apóstol podía ahora salir de Éfeso, visitar las iglesias de Grecia, y después
ir a Jerusalén.
Macedonia y Acaya. La Primera Epístola a los
Corintios nos da los antecedentes del propósito de Pablo. Hubo una comunicación
más o menos frecuente con las iglesias de Macedonia y Acaya durante los años
que Pablo pasó en Éfeso, y él tenía razones para sentirse preocupado. Fue
necesario que escribiera una carta a los Corintios -que no se han conservado-
amonestándolos en cuanto al grave pecado de fornicación que había entre ellos
(1 Cor. 5:9-11).
Miembros de la familia de Cloé le
habían llevado noticias de divisiones, y también le informaron de graves
desórdenes, de que no había disciplina en la iglesia y hasta de un adulterio
incestuoso (1 Cor. 1:11; 5:1; 11: 18-22). Estos asuntos debían ser atendidos
personalmente por Pablo. También deseaba visitar de nuevo a Jerusalén para
llevar la contribución de las iglesias gentiles a los necesitados creyentes de
origen judío en Palestina (1 Cor. 16:1-2; 2 Cor. 8:1-4).
Ver también a Roma. Esta es la primera expresión que
se registra del deseo de Pablo de ir a Roma. Su anhelo de visitar a Roma (Rom.
1:13; 15:23) demuestra que había sentido este deseo durante muchos años,
posiblemente desde el momento que se le dijo que sería el apóstol a los
gentiles (Hech. 22:21). su deseo de llegar a la capital del imperio fue sin
duda fortalecido por el hecho de que tenía un gran número de amigos en roma, a
quienes había conocido en otras partes (Rom. 16:1-15).
Su obra no le parecía completa
hasta que hubiera dado testimonia en el gran centro del imperio. Pero hasta ese
momento estas esperanzas se habían frustrado. Por eso, cuando estaba a punto de
partir de Éfeso, declaró que tenía el firme plan de ir a Roma y también a
España (Rom. 15:28).
22. Enviado a Macedonia. Sin duda para que las
contribuciones que se iban a recoger en las iglesias fueran hechas con buena
voluntad, y para que no hubiera necesidad de colectas cuando él llegara, como
escribió a los Corintios (1 Cor. 16:2).
Ayudaban. Gr. diakonéo, "ministrar",
"servir". De este verbo se deriva el sustantivo "diácono".
Ver p. 27.
Timoteo. En 1 Cor. 4:17 se informa en cuanto a la misión de
Timoteo. Fue enviado antes de amonestar y aconsejar a los creyentes, y en esa
forma ahorrarle a Pablo la necesidad de ser excesivamente severo cuando
visitase Corinto. Pablo exhortó a los creyentes de Corinto para que recibieran
a Timoteo con respeto (1 Cor. 16:10); luego recibió la instrucción de que regresara junto a Pablo (vers. 11),
por eso estuvo con el apóstol cuando éste escribió la Segunda Epístola a los
Corintios (2 Cor. 1:1).
Erasto. En Corinto se encontró un trozo de pavimento que
data de la mitad del siglo 1 d. C., con esta inscripción: "Erasto en
recompensa por su edilidad, puso el pavimento en sus propias expensas".
Los eruditos generalmente identificaban a este Erasto con el que se menciona
aquí (ver com. Rom. 16:23; cf. 2 Tim. 4:20).
23. Disturbio no pequeño. Frase pequeña para dar énfasis.
Camino. Ver com. cap. 9:2.
24. Demetrio. Su nombre, que era común entre los griegos, sólo
aparecen en este capítulo.
Templecillos. Gr. naós (ver com. Mat. 4:5). Esta palabra que
comúnmente se traduce "templo", siempre se refiere al santuario
interior donde se suponía que estaba la presencia divina, y, por lo tanto, aquí
debe significar el santuario interior donde estaba la estatua de la diosa.
La pequeña presentación de plata
(o de terracota) del templo quizá tenía en su interior una estatuilla de la
diosa. Estas figuras podían colocarse en la casa o usarse como amuleto.
Diana. Gr. Artemis. "Artemisa" (BJ, NC),
"Artemis" (BC). En la RVR se traduce Diana, nombre de la diosa romana
que aproximadamente se identificaba con la diosa de Efeso. La adoración de
Artemisa, originalmente un culto asiático, se había centrado desde tiempos
antiguos en la ciudad de Éfeso.
Cuando los griegos fundaron
colonias en el Asia Menor encontraron allí esta forma de religión y por alguna
semejanza que descubrieron en ese culto le dieron a la divinidad asiática el
nombre de la diosa griega Artemisa.
La magnificiencia del cuarto
templo erigido en honor de Artemisa se debió en gran parte a Creso. Se dice que
incendiado la noche de su nacimiento de Alejandro Magno en 356 a. C. por
Herostrato, quien cometió este acto impulsado por el desatinado deseo de lograr
renombre inmortal, o tal vez notoriedad.
El templo fue reconstruido más
imponente que antes en los tiempos de Alejandro Magno, se llego a considerar
como una de las siete maravillas del mundo. Sus pórticos estaban adornados con
pinturas y esculturas de los grandes maestros del arte griego. Tenía su
personal de sacerdotes, sacerdotisas y de acólitos.
Los niños empleados en los
servicios del templo reciben educación, y los sacerdotes y sacerdotisas
disfrutaban de una pensión después de 60 años (cf. 1 Tim. 5:9). Una clase de
sacerdotes, conocida como la de los Theologoi, tenía la misión de interpretar
los misterios del culto que se le rendía a la diosa Diana.
Se hicieron grandes
contribuciones para el sostén del templo, y a los benefactores se les otorgaban
los mayores honores que la ciudad podía conferir. de todas partes del mundo
llegaban peregrinos para rendir culto, y compraban recuerdos hechos de plata,
bronce, mármol o arcilla. Estos recuerdos representaban el santuario y la
imagen de Diana que estaba adentro.
La parte superior de la imagen de
Diana era una figura femenina con muchos pechos. Desde la cintura para abajo
era simplemente una columna cuadrada adornada con símbolos misteriosos, que
incluían abejas, mazorcas y flores extrañamente entremezcladas. Estaba tallada
en madera, pero se había ennegrecido con los años.
En el Museo Vaticano hay una
reproducción de esta figura. en el museo de Éfeso hay dos notables esculturas
de Diana en marfil.
El primer golpe efectivo que la
idolatría recibió en Éfeso durante siglo fue el que Pablo le asestó cuando
predicó en esa ciudad.
Aunque parezca raro, el siguiente
golpe se lo propinó el demente Nerón, quien saqueó el templo de Artemisa como
había saqueado otros en Grecia y Asia (Tácito, Anales XV. 45), para adornar su
casa dorada en Roma con esos tesoros de arte. Trajano envió más tarde las
puertas del templo artísticamente esculpidas como un obsequio para un templo en
Bizancio, que más tarde sería la ciudad de Constantinopla.
Al extenderse el cristianismo, el
culto de Artemisa naturalmente declinó, y antes de mucho tiempo sus altares
quedaron casi abandonados. Cuando los godos desvastaron el Asia menor alrededor
del año 262 d. C., saquearon el templo de Diana y siglos más tarde los turcos
completaron su destrucción.
En el siglo VI, cuando el
emperador Justiniano reconstruía en Constantinopla la Basílica de la santa
sabiduría hizo llevar desde Efeso 8 columnas del templo de Diana, junto con
columnas y esculturas y otros templos paganos, para hermosear esta iglesia
cristiana. Se señala en estas columnas en lo que es hoy el museo de Santa Sofía
en Estambul.
La ciudad de Éfeso cayó en un
estado tal de decadencia que el lugar donde estuvo el templo fue olvidado, y no
fue sino hasta el siglo pasado se supo a ciencia cierta donde había estado.
Desde entonces las escavaciones han puesto al descubierto el lugar del templo y
han sacado a luz muchas de las descripciones ocasionas con él.
Ganancia. Gr. ergasía, "trabajo",
"negocio"; también, "ganancia producida por trabajos", o
sea utilidades. Esta palabra se usa dos veces en el cap. 16:16, y 19,
aplicándola a la "ganancia" que hacían en Filipos los amos de la muchacha
que tenía espíritu de adivinación. Los artífices de Éfeso produjeron el
alboroto porque sus utilidades estaban desapareciendo.
Demetrio, el más frenético de
todos los alborotadores, quizá no hacia ningún trabajo; pero al emplear a
muchos obreros recibía gran parte de las ganancias. Todo el simbolismo y la
fantasía de Artemisa proporcionaba una excelente oportunidad para que los
plateros y artífices desplegaran su arte.
25. Reunidos. El arte de Demetrio posiblemente consistía en
tallar y grabar los templecillos, como se deduce por la palabra que se traduce
"plateros".
Pero antes de que el trabajo
fuera terminado, el material tenía que pasar por muchas manos en el proceso de
preparación, hasta que llegaba al experto artífice que le daba los toques
finales de adorno y bruñido. Por supuesto, todos estaban preocupados con la
amenaza de la pérdida de su negocio.
De este oficio. La palabra que se traduce
"oficio" es la misma que se traduce "ganancia" en el vers.
24; y en ambos lugares puede significar "ocupación". Las palabras de
Demetrio revelan con una sencillez casi ingenua, que la religión a menudo
amenaza intereses económicos arraigados, lo que a veces puede conducir a la
persecución.
Esta situación aumentó; mucho las
dificultades con las cuales tenían que verse los evangelistas. Cada ciudad
tenía sus templos y sacerdotes, sus oráculos y santuarios. Los sacrificios u
las fiestas creaban un mercado para una industria que de otra manera hubiera
faltado.
Por esto en los primeros tiempos
del cristianismo, la interferencia económica que esto representaba a menudo
despertaba la ira de aquellos que sentían que sus ingresos estaban amenazados.
26. Veis y oís. El platero les recordaba que ellos eran testigos de lo que estaba sucediendo en Efeso: la disminución de la venta de los productos relacionados con el culto a medida que la predicación y los predicadores del cristianismo se extendían más y más. Este Pablo. Si la presencia corporal de Pablo era tan "débil" como él la describe (2 Cor. 10:10; Gál. 4:13-15), fácilmente podemos imaginarnos cuánto desprecio puso Demetrio en sus palabras cuando se refirió a "este Pablo".
En casi toda Asia. El discurso de Demetrio,
exagerado sin duda por sus propios temores, confirma la declaración del vers.
10 en cuanto al éxito de las labores de Pablo. Como se ha destacado
anteriormente, es posible que los escritos de Pablo, si no su misma presencia,
hubieran llegado hasta Colosas, Laodicea y Hierápolis. En el Apocalipsis se
mencionan las iglesias de Pérgamo, Esmirna, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea, que corresponden a ciudades no muy distantes de Éfeso.
El Evangelio se había extendido
ampliamente en diferentes formas a través de la región ahora llamada Asia
Menor. Plinio, en su carta al emperador Trajano (Cartas x. 96) casi medio siglo
más tarde, usa un lenguaje similar al de Demetrio. Habla de templos "casi
abandonados" y "sólo pocos compradores" de víctimas para
sacrificar en la región del Ponto, precisamente al noreste de Éfeso.
Ha apartado a muchas gentes. Se habían apartado de su devoción
a Artemisa, y por lo tanto de la compra de los templecillos y de otros
materiales relacionados con el templo.
No son dioses. Ver com. Hech. 14:14-15, 1 Cor. 8:4. Demetrio,
lleno de ira, virtualmente se entregó a la idea opuesta: que el ídolo era un
dios. Los filósofos paganos siempre insistían en que las imágenes eran sólo
representaciones ideales y simbólicas.
27. Negocio. Gr. méros, "parte", "porción" o sea una rama del negocio u ocupación. La palabra que se traduce "oficio" en el vers. 25 no es méros. Gran diosa. El adjetivo "grande" (mégas) se usaba especialmente para la diosa Artemisa de Efeso. Aparece en muchas de las monedas y medallas de la ciudad.
Sea estimado en nada. Literalmente "sea contado
por nada". Esto es lo que iba a suceder si los hombres comenzaban a pensar
que los dioses representados por la obra de las manos del hombre no eran
verdaderos dioses.
Demetrio se olvidó, en su
vehemencia, de presentar lo que el escribano de la ciudad mencionó más tarde
(vers. 35): que se suponía que la imagen había descendido del cielo. El sólo
estaba interesado en las ganancias que obtenía con el culto de la diosa. El
platero de Éfeso inconscientemente había llegado a ser profeta de la futura
ruina del paganismo.
Ser destruida la majestad. Mejor "estar a punto de ser
derribada la grandeza de ella". La gran diosa estaba a punto de ser
despojada de su grandeza. La palabra griega traducida "majestad" se
usa frecuentemente para expresar la majestad de Dios.
Toda Asia, y el mundo entero. Asia era una de las provincias
proconsulares, y la palabra "mundo" se usa en sentido figurado como
en Luc. 2:1 para designar al Imperio Romano. La riqueza del Cercano Oriente así
como la de Grecia y aun la de los habitantes de Roma, se dedicaba a este
suntuoso templo.
28. Llenaron de ira. Demetrio había soliviantado a los
presentes en tal forma que los excitaba más y más con cada argumento adicional.
Las arengas fueron hábilmente dirigidas, primero al interés de ellos, y después
a su orgullo y superstición.
Gritaron. Literalmente "gritaban". Esta inflexión
verbal también podría traducirse, "comenzaron a gritar en forma
continua".
¡Grande es Diana! La turba, incitada por el
discurso de Demetrio, aparentemente usó esta exclamación como una consigna para
reunirse, y gritaba vez tras vez a medida que crecía su excitación y se
enajenaba su mente arrastrada por una psicosis colectiva.
29. Y la ciudad. Aparentemente la ciudad no estaba
tan interesada en las ganancias de los plateros como en la gloria y
magnificencia de que gozaba Éfeso como sede del culto de Artemisa. Por lo
tanto, el alboroto que comenzó en la reunión convocada por Demetrio se extendió
a todos los habitantes de Éfeso.
Al teatro. Sin duda se refiere al anfiteatro de Éfeso. Sus
ruinas aún permanecen y demuestran que podían entrar en él hasta 24.500 personas.
No se registra que a Gayo y a Aristarco les hubieran hecho algo más, excepto
llevarlos al teatro. Tal vez se pensó que dirían el lugar donde se escondía
Pablo.
A Gayo y a Aristarco. Puede ser que la multitud trató
de encontrar a Pablo, y como no pudieron hallarlo, echaron mano de estos dos
hombres. La inclusión de estos conversos macedonios en el grupo de los creyentes demuestra
el efecto permanente de las labores de Pablo en aquel país durante su viaje
anterior.
La brevedad del relato de los
Hechos da más significado a estas indicaciones incidentales, intercaladas como
de paso. "Gayo", representa el nombre romano "Cayo", un nombre
latino muy común (Hech. 20:4; Rom. 16:23; 1 Cor. 1:14; 3 Juan 1). Aristarco era
de Tesalónica (Hech. 20:4; 27:2), y pudo haber sufrido antes actos de violencia
semejantes al que ahora estaba soportando (cf. 1 Tes. 2:14).
Aparece como uno de los
compañeros de Pablo en el viaje a Jerusalén (Hech. 20:4), probablemente como
delegado de las iglesias de Macedonia. Tal vez compartió la prisión de Pablo en
Roma (Col. 4:10), como compañero de celda o, lo que es más probable, para
atender a Pablo en lo que fuera menester.
Compañeros de Pablo. No se sabe cuándo Gayo y
Aristarco fueron "compañeros de Pablo" en sus viajes. Quizá habían
sido los que lo llevaron desde Berea hasta Atenas (cap. 17:15). Probablemente
su viaje con él fue en relación con alguna labor misionera no registrada, fuera
de Éfeso, durante el período de la permanencia del apóstol allí.
30. Y queriendo Pablo salir. Pablo, movido por su celo, no podía soportar que sus compañeros sufrieran solos el ímpetu del ataque. Siempre estaba listo para ir al frente de batalla. No le dejaron. El temor y la angustia por la seguridad del apóstol indujeron a los hermanos a impedir que Pablo diera un paso que pondría en peligro su propia vida sin poder ayudar a sus dos amigos. Es difícil decir hasta qué extremos de ferocidad puede llegar una turba cuando se excita.
31. Autoridades de Asia. O "asiarcas", título
oficial que se daba a los que eran elegidos anualmente en las principales
ciudades de la provincia de Asia para presidir los festivales religiosos y los
juegos públicos. Se escogían diez asiarcas de entre el gran número de los
representantes de las ciudades; y el procónsul nombraba a uno de ellos como
presidente. Sus deberes los obligaban a ir a las ciudades donde se estaban
celebrando juegos o festivales.
Como los asiarcas estaban
relacionados con el teatro y con el culto a Artemisa, así como con el culto al
emperador, probablemente fueron informados del alboroto y de sus causas. Se ha
pensado que las referencias al servicio de la pascua en 1 Cor. 5:6-8 sugieren
que Pablo escribió la epístola cerca del tiempo de esa fiesta. Como
probablemente se fue de Corinto pocas semanas después (2 Corintios fue escrita
desde Macedonia) y su partida fue poco después del alboroto (Hech. 20:1), puede
ser que el tumulto ocurrió muy poco después de la pascua, en la primavera.
En este caso el pueblo estaba
guardando o anticipando el gran festival en honor de Artemisa en el mes llamado
Artemistón (abril-mayo), en honor de la diosa: Por lo tanto estaban más
inclinados a responder al desafío de Demetrio. En esa estación del año los
asiarcas también habrían podido estar en Éfeso.
Sus amigos. El tacto y la cortesía, unidos al fervor y a la intrepidez de Pablo, aparentemente le ganaron la atención y el respeto de las autoridades. Esto ocurrió en el caso de los asiarcas y en otro tiempo frente a Sergio Paulo (cap. 13:7-12), Galión (cap. 18:14-17), Festo (cap. 25:9-12), Agripa (cap. 26:28,32) y el centurión Julio (cap. 27:3,43). Los asiarcas le aconsejaron lo mismo que los discípulos, aunque por motivos diferentes. Comprendieron que la presencia del apóstol sólo serviría para excitar aún más las pasiones de la multitud. No se presentase. Estos funcionarios amigables se interesaron personalmente en la seguridad de Pablo.
32. Gritaban. O "continuaban gritando". La vivacidad
del relato sugiere que el narrador fue testigo ocular. Aristarco y Gayo,
compañeros de Pablo en una parte del trayecto de su viaje a Jerusalén (cap. 20:4),
pudieron haber relatado la historia a Lucas.
Concurrencia. Gr. ekklêsía, un grupo "llamado", "escogido". La turba que se había reunido en el anfiteatro no era una ekklêsía en el sentido de una asamblea legal o gubernamental, según el significado que tenía en su uso clásico (ver com. Mat. 18:17; cf. com. Hech. 19:39). Ekklêsía se usa aquí en un sentido no tan definido, para referirse a una multitud. Confusa. Literalmente "arrojada junta", "mezclada". Una turba que no razona, sigue ciegamente a sus caudillos.
No sabían por qué. Esto no habría sido tan trágico
si el éxito del Evangelio no hubiera estado en juego. La descripción que hace
Lucas de una gran multitud gritando y arremolinándose en el anfiteatro sin que
la mayoría supiera con seguridad por qué estaba allí, destaca lo ridículo de la
situación.
33. Y sacaron. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto:
"y algunos de la multitud instruyeron a Alejandro". El verbo también
puede traducirse "aconsejaron" o "convencieron".
Alejandro. Este Alejandro fue posiblemente el
"calderero" (2 Tim. 4:14) que le hizo "mucho mal" al
apóstol en Éfeso.
Hablar en su defensa. Gr. apolegéomai,
"justificarse". El alboroto era de origen netamente pagano. Demetrio
era un pagano fabricante de ídolos, y su acusación contra Pablo sólo podía
tener significado para los paganos. Sin duda se sabía que Pablo era judío, y
los judíos de Éfeso, que también se negaban a adorar a Artemisa, indudablemente
temían que el motín se convirtiera en una matanza de judíos.
Por lo tanto, la
"defensa" que Alejandro sin duda trató de presentar consistió en
hacer que los paganos no relacionaran a los judíos de Éfeso con Pablo y los
suyos.
34. Conocieron. O "lo percibieron". Sus rasgos judíos y su vestido sólo parecieron irritar más a la turba, pues recordaban cuánto aborrecían los judíos la idolatría. Se acusaba a los judíos de comerciar con bienes robados de los templos (ver com. Rom. 2:22). El lenguaje del escribano (Hech. 19:37) sugiere el mismo pensamiento, pues señalando a Aristarco y a Gayo, declaró enfáticamente: "Estos hombres" no son "sacrílegos".
Todos a una voz. La multitud tenía ahora en qué
centrar su alboroto, y durante dos horas repitieron su clamor. Esto demuestra
que los judíos no eran populares. La ira que el discurso de Demetrio había
producido contra el judío Pablo, estaba ahora a punto de volcarse contra todos
los judíos de Éfeso.
35. Escribano. Gr. grammatéus, que se traduce "escriba" en los Evangelios. Era el que custodiaba los archivos de la ciudad, y tenía mucha influencia en Éfeso. Por medio de él se hacían todas las comunicaciones públicas a la ciudad y se daban las respuestas. Este título griego aparece en muchas inscripciones de Éfeso, a menudo junto con las de los asiarcas y el procónsul. Los escribas y los asiarcas eran todos ciudadanos de Éfeso (ver com. vers. 1). El lenguaje de este funcionario estaba lleno de meditada prudencia; pero el de Demetrio había sido impetuoso. Como los asiarcas, trató a Pablo y a sus compañeros con evidente respeto. No era fanático, ni tampoco tenía la intención de convertirse en perseguidor. No se opuso a la multitud, sino que procuró apaciguarla demostrando afecto por su religión.
Guardiana. Gr. neõkóros, "guardador de templo", y
por extensión el devoto de un dios y su santuario. Se presenta a toda la ciudad
como consagrada al servicio de la diosa. La palabra neõkóros se encuentra en
monedas de Asia Menor, y expresa la devoción de ciertas ciudades a un dios o a
un emperador.
El pueblo de Éfeso consideraba a
Artemisa como su protectora y guardiana. En una inscripción, la ciudad reclama
el honor de ser su "nodriza" '
Gran diosa Diana. En el griego dice simplemente
"la grande Artemisa". En algunas inscripciones de Éfeso se la
describe como "la máxima", "la altísima".
Imagen venida de Júpiter. Gr. diopetês, "caída de Zeus
[o del cielo]", nombre que se daba a menudo a imágenes antiguas, como por
ejemplo la de Palas Atenea, de Atenas, y la de Paladio, de los troyanos
(Virgilio, Eneida ii. 183).
En este caso la palabra puede
haber tenido un significado más literal, refiriéndose a un aerolito que fue
adorado en su forma original o usado para tallar la antigua escultura.
Por lo tanto, no necesariamente
se refiere a la imagen de Artemisa (ver com. vers. 24), la cual, según varios
autores antiguos, no fue hecha de piedra sino de madera de olivo, de ébano, de
cedro o de vid, o tal vez de oro.
36. Contradecirse. El escribano alegó que nadie podía disputar lo que él acababa de decir. Su discurso tenía el tono de una declaración oficial concerniente a un culto establecido antes que el de su propia devoción a dicho culto.
Os
apacigüéis. O "estéis tranquilos".
Nada hagáis precipitadamente. O "nada precipitado
hagáis". El adjetivo griego que se usa describe bien el obstinado y
violento alboroto para el que no había una razón y del cual nada bueno podía
resultar, así como la conducta impulsiva de la multitud al echar mano de dos
personas que no eran delincuentes y contra las cuales era obvio que no podía
iniciarse un proceso.
37. Sin ser
sacrílegos. O "robadores de templos". El fabuloso templo de Éfeso
tenía una cámara grande de tesoros, por lo tanto, el delito no podía ser desconocido
por el pueblo. Cualquier cosa que se colocaba en el templo quedaba bajo la
tutela de la diosa; por consiguiente durante ese tiempo era propiedad del
templo, y robar cualquier cosa que le perteneciera sería un sacrilegio (ver
com. vers. 34).
Vuestra diosa. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto:
"la diosa de nosotros". En un discurso popular lo natural sería que
el orador se identificara con sus conciudadanos. Por este versículo podemos
entender que el lenguaje de Pablo y sus compañeros había sido cuidadosamente
elegido cuando hablaron acerca del culto especial de Éfeso.
Habían presentado los grandes
principios de que los dioses hechos con manos no eran dioses, y dejado que esta
declaración hiciera su obra (vers. 26). Pablo ejerció en Atenas la misma
prudencia, aunque se conmovió mucho cuando vio "la ciudad entregada a la
idolatría" (cap. 17:16).
38. Tienen pleito. O sea, si tienen acusaciones específicas,
que las presenten. Si los cargos eran como se alegaba, podía haber base para
una acción legal; pero no había excusa para el alboroto levantado por el
platero y sus amigos.
Audiencias se conceden. Esta traducción da el sentido
general. Las palabras griegas están en plural, y pueden significar "días
señalados de audiencia", "días de foro se celebran", o sea
ocasiones específicas ya fijadas para tratarse tales asuntos; o tal vez mejor,
"las audiencias continúan ahora", puesto que el tiempo del verbo
implica que estaba abierta la oportunidad para una acción legal inmediata.
Procónsules. Gr. anthúpatos, "procónsul" (cf. cap. 13:7-8, 12; 18:12, donde también se traduce "procónsul"). Asia era una provincia proconsular (ver com. cap. 6:9).
La dificultad estriba aquí en el
uso del plural, porque a una provincia correspondía un solo procónsul, y por lo
tanto, cuando el escribano estaba hablando, en Éfeso había sólo uno.
Hay varias explicaciones: (1) Los
asesores (consiliarii) del procónsul con propiedad podían haber sido
considerados como representantes del procónsul. (2) El escribano podía estar
recordando al pueblo la disposición existente en las instituciones del imperio
para obtener justicia en el caso de ser perjudicado; es como si dijera:
"Hay procónsules en la institución imperial.
En cada provincia como la nuestra
existe un magistrado supremo, y por lo tanto no hay temor en cuanto a lograr
una indemnización si hubo perjuicios". (3) Poco antes había sido
envenenado el procónsul Silano (Tácito, Anales xiii. l), y Celer y Helius, que
estaban a cargo de la administración imperial en Asia, podrían haber sido
aludidos en ese título en plural. (4) Podía haber estado presente en Éfeso
algún otro procónsul de una provincia vecina como Cilicia, Chipre, Bitinia u
otra. La explicación más posible parece ser la segunda.
Acúsense. Gr. egkaléõ, "traer una acusación". Demetrio
y sus seguidores deberían presentar una declaración formal del cargo que tenían
contra los acusados. Estos presentarían una respuesta y, con el asunto así
encarado, cada parte podría presentar sus testigos.
39. Y si demandáis alguna otra cosa. O "si
tenéis algún otro asunto".
En legítima asamblea. En las ciudades griegas había
tradicionalmente asambleas populares de los ciudadanos en las cuales se
discutían las transacciones de los asuntos públicos. El escribano da a entender
aquí que la multitud a la que se está dirigiendo no es esa "legítima"
asamblea, legalmente constituida. Según Crisóstomo (Homilía xiii, com. Hech.
19:21,23), tales asambleas se reunían tres veces por mes.
40. Concurso. Gr. sustrofê, "conspiración",
"conmoción", "alboroto".
41. Despidió la asamblea. Esto lo pudo hacer debido a su
cargo oficial. El último argumento que probablemente usó fue el de más peso
ante sus oyentes. Si se informaba a Roma de una conducta sediciosa como la que
había habido, podía resultar en una reducción de los privilegios de su ciudad. El
escribano había serenado a la multitud hasta el punto de que tranquilamente se
dispersaron. (6CBA)
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-41. HAp 228-240. ÉFESO. Basado en
Hechos 19:1-20. (228-235)
https://elaguila3008.blogspot.com/2019/07/capitulo-27-efeso.html
DÍAS DE TRABAJO Y
DE PRUEBA. Basado en Hechos 19:21-41; 20:1. (236-240)
https://elaguila3008.blogspot.com/2019/07/capitulo-28-dias-de-trabajo-y-de-prueba.html
Ministerio Hno. Pio
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