Romanos 15:1-13: LA NECESIDAD DE TOLERANCIA MUTUA ENTRE LOS CRISTIANOS: Vers. (1) Los fuertes deben soportar a los débiles. (2) No debemos agradarnos a nosotros mismos, (3-6) pues Cristo no lo hizo. (7) Debemos aceptarnos mutuamente como Cristo lo hizo con todos, (8) tanto judíos (9-13) como gentiles.
1 ASÍ que, los que somos fuertes
debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros
mismos.
2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.
3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. 4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. 8 Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres,
9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu nombre. 10 Y otra vez dice: Alegraos, gentiles con su pueblo. 11 Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle todos los pueblos. 12 Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él. 13 Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15)
1. Así que, los que somos fuertes. En griego dice:
"Pero debemos, nosotros los fuertes, soportar". Se recalca el deber
de los "fuertes", los que son "capaces" o
"poderosos", los que son espiritualmente fuertes. Estos creyentes no
sólo se mantienen firmes, sino que deben ayudar a otros a que también sean
firmes.
Soportar. Gr. bastázÇ, "sobrellevar",
"cargar", "llevar". Este verbo tiene a veces el sentido de
"tener paciencia con", "soportar pacientemente", lo cual concuerda
aquí (ver Mat. 20:12; Apoc. 2:2).
Flaquezas. O "debilidades", "defectos", aquí específicamente los actos que revelan debilidad de fe, tales como escrúpulos innecesarios o juicios equivocados. Los fuertes pueden soportar tales cosas, y en realidad es su deber hacerlo con bondadosa paciencia. Agradarnos. En vez de insistir en nuestros derechos y deseos debemos estar dispuestos a subordinarlos al bienestar de nuestro hermano, no importa cuán débil o lleno de prejuicios pueda parecernos (ver 1 Cor. 9:19,22; cf. 1 Cor. 10:24,33; 13:5,7; Fil. 2:4).
2. Prójimo. Quizá se use con el fin de que sea un término más amplio que "débil" (vers. 1), para incluir también al fuerte. Para edificación. Es decir, para beneficiar espiritualmente al prójimo y para ayudarle en su crecimiento hacia la perfección. Pablo no quiere decir que el fuerte debe agradar al débil concordando con sus opiniones y prácticas, o condescendiendo débilmente con lo que ellos, equivocadamente quizá, piensen que es bueno.
3. Ni aun. . . se agradó a sí mismo. Pablo ilustra y
destaca el deber de sacrificar lo que nos agrada en beneficio del bien de
nuestros hermanos, presentando el ejemplo supremo de amor abnegado. Cristo
estuvo dispuesto a renunciar aun a su gloria celestial por causa del hombre
caído, y espera también abnegación y sacrificio de aquellos a quienes vino a
salvar y a bendecir (ver 5T 204). Sus siervos (cap. 14:4) nunca debieran
considerarse demasiado grandes como para condescender como lo hizo su Maestro
(ver Fil. 2:5-8; 1 Ped. 2:21).
Como está escrito. La cita es de Sal. 69:9 (ver
comentario respectivo).
4. Para nuestra enseñanza. Mejor "para nuestra
instrucción" (cf. 1 Cor. 10:11; 2 Tim. 3:16). Pablo destaca la naturaleza
permanente del AT. No obstante la revelación complementaria del NT -en ese
momento en proceso de formación-, el AT continuaba reteniendo su lugar como guía
e instructor de moral.
Paciencia. Gr. hupomon', "resistencia", perseverancia"
(ver com. cap. 5:3).
Consolación. Gr. parákl'sis, "estímulo",
consuelo". Para proporcionar estas bendiciones fue que "el Dios de la
paciencia y de la consolación" (vers. 5) ordenó que se escribieran las
Sagradas Escrituras.
De las Escrituras. Más bien "que dan las
Escrituras" (BJ). Según la sintaxis del texto en griego, es posible que
estas palabras se relacionen únicamente con "consolación". Por lo
tanto, es posible traducir esta parte del versículo: "a fin de que por la
paciencia, y por el consuelo que dan las Escrituras tengamos esperanza".
Esperanza. Las Escrituras inspiran esperanza en aquellos que
soportan el sufrimiento por causa de Dios y de sus prójimos. La fortaleza que
el cristiano puede demostrar y el consuelo que recibe en su aflicción, confirman
y fortalecen esa esperanza. En cuanto a la relación entre la paciencia y la
esperanza, ver Rom. 5:3-5; 1 Tes. 1:3.
5. El Dios de la paciencia. Compárese con las expresiones
"el Dios de esperanza" (vers. 13), "el Dios de paz" (Rom.
15:33; Fil. 4:9; 1 Tes. 5:23; Heb. 13:20), "Dios de toda consolación"
(2 Cor. 1:3), "el Dios de toda gracia" (1 Ped. 5:10).
Un mismo sentir. Literalmente "el mismo
pensar" (ver com. cap. 12:16). Pablo no ora para que haya idénticas
opiniones en asuntos insignificantes, sino para que haya espíritu de unidad y
armonía a pesar de la diferencia de opiniones.
Según Cristo Jesús. Lo que Pablo desea para sus
hermanos cristianos no es simplemente unidad o unanimidad, sino un espíritu de
unidad a la semejanza del perfecto modelo de Aquel cuyo único propósito fue
hacer no su propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que lo envió (Juan
6:38). Ese mismo pensar que hubo en Cristo Jesús debe existir en cada uno de
sus seguidores (Fil. 2:5).
6. Unánimes. Gr. homothumadón, "de un solo acuerdo".
Una unidad tal era característica de la primera iglesia (Hech. 1:14; 2:46).
A una voz. La unidad de pensar y de sentir da como resultado
la armonía en la alabanza y la adoración.
Dios y Padre. Cf. Juan 20:17; Efe. 1:17.
7. Recibíos. O "aceptaos" (cf. cap. 14:1). Esta es una
conclusión general de todo el tema que se comenzó en el cap. 14. Los creyentes
deben reconocerse mutuamente como cristianos y tratarse como tales, aun cuando
pueda haber diferentes opiniones en asuntos menores. Si Cristo estuvo dispuesto
a recibirnos con todas nuestras debilidades (Luc. 5:32; 15:2), no hay duda de
que debemos estar listos para aceptarnos los unos a los otros.
Los unos a los otros. Pablo dirige esta exhortación tanto a los fuertes como a los débiles. Nos. La evidencia textual (cf. p. 10) favorece el texto "os".
Para gloria de Dios. Gramaticalmente estas palabras
podrían referirse a la recepción que Cristo ofrece a los pecadores, o a nuestra
aceptación mutua. Ambos actos sirven
para promover la gloria de Dios.
8. Vino a ser. La evidencia textual (cf. p. 10) establece el uso
del tiempo perfecto: "ha venido a ser". La implicación es que se
convirtió en siervo y siguió siendo siervo.
Siervo. Gr. diákonos, "servidor" (ver com. cap.
13:4).
De la circuncisión. Literalmente "de
circuncisión". Algunos comentadores entienden con esta frase que Jesús fue
"ministro de circuncisión" en el sentido de que fue ministro del
pacto del cual la circuncisión era la señal y el sello. Otros interpretan que
el pasaje significa que Cristo vino para ministrar a "los que habían sido
circuncidados", los judíos.
En cuanto a este significado de
"circuncisión", ver Rom. 3:30; 4:12; Gál. 2:7; Efe. 2:11. En primer
lugar, Cristo vino para ministrar a los de "la casa de Israel" (Mat.
15:24).
El propósito de Pablo en Rom. 15:7-12
es destacar la universalidad de la gracia de Dios en tal como se manifestó con
los judíos y los gentiles. Cristo estuvo dispuesto a someterse a todo lo que
fuera necesario para encontrarse con sus criaturas caídas donde estuvieran,
para hacer todo lo posible a fin de restaurarlas y salvarlas. Por lo tanto, los
cristianos -judíos o gentiles, débiles o fuertes- deben estar dispuestos a
recibirse mutuamente como Cristo los ha recibido (vers. 7), a ser considerados
los unos con los otros en sus debilidades y faltas (vers. 1) y a hacer
cualquier cosa que edifique y construya (vers. 2).
9. Para que los gentiles. La construcción griega es
difícil. El significado parece ser que Cristo vino a ser "ministro de la
circuncisión" con el propósito de confirmar las promesas, y para que los
gentiles pudieran glorificar a Dios. La manifestación proporcionada por Cristo
de la veracidad de Dios al cumplir las promesas hechas a Israel, es también el
fundamento de la misericordia de Dios hacia los gentiles. Él fue "ministro
de la circuncisión" a fin de que pudieran salvarse no sólo los judíos sino
también los gentiles. Por lo tanto, los cristianos de origen judío debían estar
dispuestos a recibir a los conversos gentiles y a tratarlos como a hermanos. Así
también los cristianos gentiles deberían tener consideración con los creyentes
de origen judío, comprendiendo que la misericordia de Dios les había llegado
cuando se produjo el rechazo de los judíos como nación (ver com. cap. 11:15).
Glorifiquen. Gr. exomolegéÇ, "confesar",
"profesar manifiestamente", pero también "alabar" o "glorificar"
(ver com. cap. 14:11).
Como está escrito. Esta cita es de Sal. 18:49. La
cita de los vers. 9-12 muestra que el plan de salvación de Dios desde el mismo
principio ha incluido tanto a los gentiles como a los judíos.
10. Alegraos, gentiles. Cita de Deut. 32:43. En cuanto al
propósito de la cita, ver com. Rom. 15:9.
11. Alabad al Señor. Cita de Sal. 117:1. En cuanto al
propósito de la cita, ver com. Rom. 15:9.
12. Dice Isaías. Cita de Isa. 11:10 (ver
comentario respectivo).
La raíz. En el sentido de "el retoño que surge de la
raíz" (cf. Apoc. 5:5; 22:16). Este versículo muestra explícitamente que el
Mesías de los judíos sería el Deseado y la esperanza de los gentiles.
A regir. Como Rey de los reinos de la gracia y de la gloria
(ver com. Mat. 4:17; 5:3).
Esperarán. Gr. elpízÇ, "tener esperanza". En cuanto
a la relación de la esperanza con la salvación, ver com. cap. 8:24.
13. Esperanza. Gr. elpís, "esperanza",
"expectación", de elpizÇ, "tener esperanza". La
denominación "de esperanza" es sugerida por la frase final del vers.
12: "los gentiles esperarán en él".
En el crecer. Pablo ora para que la fe de ellos pueda darles una
vida llena de gozo, paz y esperanza, todo lo cual resulta de la verdadera fe y
de la presencia del Espíritu, habrá amor y armonía entre los creyentes. Judíos
y gentiles, fuertes y débiles, todos vivirán juntos en gozo y paz en la común
esperanza de compartir la gloria de Dios (Rom. 5:2). 6CBA
COMENTARIOS DE EGW
DTG 407. EN EL CEREMONIAL DEL TEMPLO, se añadía sal a todo
sacrificio. Esto, como la ofrenda del incienso, significaba que únicamente la
justicia de Cristo podía hacer el culto aceptable para Dios. Refiriéndose a
esta práctica dijo Jesús: "Todo sacrificio será salado con
sal." "Tened sal en vosotros, y paz unos con otros."
Todos los que quieran presentarse "en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios," (Rom. 12:1). Deben recibir la sal que
salva, la justicia de 407 nuestro Salvador. Entonces vienen a ser "la
sal de la tierra" *(Mateo 5:13).
Que restringe el mal
entre los hombres, como la sal preserva de la corrupción. Pero si la sal ha
perdido su sabor; si no hay más que una profesión de piedad, sin el amor de
Cristo, no hay poder para lo bueno. La vida no puede ejercer influencia
salvadora sobre el mundo. Vuestra energía y eficiencia en la edificación de mi
reino --dice Jesús,-- dependen de que recibáis mi Espíritu. Debéis participar
de mi gracia, a fin de ser sabor de vida para vida. Entonces no habrá rivalidad
ni esfuerzo para complacerse a sí mismo, ni se deseará el puesto más alto.
Poseeréis ese amor que no busca lo suyo, sino que otro se enriquezca.
FIJE EL PECADOR
ARREPENTIDO SUS OJOS EN "EL CORDERO DE DIOS, que quita el pecado
del mundo;' y contemplándolo, se transformará. Su temor se trueca en gozo, sus
dudas en esperanza. Brota la gratitud. El corazón de piedra se quebranta. Una
oleada de amor inunda el alma. Cristo es en él una fuente de agua que brota
para vida eterna. Cuando vemos a Jesús, Varón de dolores y experimentado en
quebrantos, trabajando para salvar a los perdidos, despreciado, escarnecido,
echado de una ciudad a la otra hasta que su misión fue cumplida; cuando le
contemplamos en Getsemaní, sudando gruesas gotas de sangre, y muriendo en
agonía sobre la cruz; cuando vemos eso, no podemos ya reconocer el clamor del
yo. Mirando a Jesús, nos avergonzaremos de nuestra frialdad, de nuestro
letargo, de nuestro egoísmo. Estaremos dispuestos a ser cualquier cosa o nada,
para servir de todo corazón al Maestro. Nos regocijará el llevar la cruz en pos
de Jesús, el sufrir pruebas, vergüenza o persecución por su amada causa. "Así
que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos,
y no agradarnos a nosotros mismos." (Romanos 15:1).
A NADIE QUE CREA EN
CRISTO SE LE DEBE TENER EN POCO, aun cuando su fe sea débil y sus
pasos vacilen como los de un niñito. Todo lo que nos da ventaja sobre otro
--sea la educación o el refinamiento, la nobleza de carácter, la preparación
cristiana o la experiencia religiosa-- nos impone una deuda para con los menos
favorecidos; y debemos servirlos en cuanto esté en nuestro poder.
SI SOMOS FUERTES, DEBEMOS CORROBORAR LAS MANOS DE LOS DÉBILES. Los ángeles de gloria, que contemplan 408 constantemente el rostro del Padre en el cielo, se gozan en servir a sus pequeñuelos. Las almas temblorosas, que tienen tal vez muchos rasgos de carácter censurables, les son especialmente encargadas.
Hay siempre ángeles
presentes donde más se necesitan, con aquellos que tienen que pelear la batalla
más dura contra el yo y cuyo ambiente es más desalentador. Y los verdaderos
seguidores de Cristo cooperarán en ese ministerio. Si alguno de estos
pequeñuelos fuese vencido y obrase mal contra nosotros, es nuestro deber
procurar su restauración. No esperemos que haga el primer esfuerzo de
reconciliación. DTG 406-408.
ESFUERZO Y SIMPATÍA POR LOS QUE
YERRAN. Pero entre nosotros como pueblo hace falta una simpatía profunda y
ferviente, que conmueva el alma, y necesitamos tener amor por los tentados y
los que yerran. Muchos han manifestado
gran frialdad y la negligencia pecaminosa que Cristo representó por el hombre
que se pasó de un lado; se han mantenido tan alejados como podían de aquellos
que necesitan ayuda. El alma recién convertida tiene con frecuencia fieros
conflictos con costumbres arraigadas, o con alguna forma especial de tentación,
y, siendo vencida por alguna pasión o tendencia dominante, comete a veces
alguna indiscreción o un mal verdadero. Entonces es cuando se requieren
energía, tacto y sabiduría de parte de sus hermanos, a fin de que pueda serie
devuelta la salud espiritual. A tales casos se aplican las instrucciones dé la
Palabra de Dios: "Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de
mansedumbre; considerándote a ti mismo, porque tú no seas también
tentado." "Así que, los que 248
somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no
agradarnos a nosotros mismos." (Gál. 6:1; Rom. 15:1.)
¡Pero cuán poca de la compasiva
ternura de Cristo manifiestan los que profesan seguirle! Cuando uno yerta, con
frecuencia los otros se sienten con libertad para hacer aparecer el caso tan
malo como sea posible. Los que son tal vez culpables de pecados tan grandes en
otra dirección tratan a su hermano con severidad cruel. Los errores cometidos
por ignorancia, irreflexión o debilidad, son exagerados hasta presentarse como
pecados voluntarios y premeditados. Al ver a las almas extraviarse, algunos
cruzan las manos y dicen: "Ya le dije. Sabía que no se podía fiar en
ellas." Así adoptan la actitud de Satanás, regocijándose en espíritu de
que sus malas sospechas resultaron correctas.
Debemos esperar encontrar y
tolerar grandes imperfecciones en aquellos que son jóvenes inexpertos. Cristo
nos ha invitado a tratar de restaurar a los tales con espíritu de mansedumbre,
y nos tiene por responsables si seguimos una conducta que los impulse al
desaliento, a la desesperación y la ruina. A menos que cultivemos diariamente
la preciosa planta del amor, estamos en peligro de volvernos estrechos y
fanáticos, faltos de simpatía y criticones, estimándonos justos cuando distamos
mucho de ser aprobados por Dios. Algunos son descorteses, bruscos y rudos. Son
como erizos de castañas; pinchan cuandoquiera que se les toque. Los tales
causan un daño incalculable representando falsamente a nuestro amante Salvador.
Debemos alcanzar una norma más
elevada o seremos indignos de llamarnos cristianos. Para salvar a los que
yerran, debemos cultivar el espíritu con que Cristo trabajó. Ellos le son tan caros como nosotros. Son
igualmente capaces de ser trofeos de su gracia y herederos del reino. Pero
están expuestos a las trampas del astuto enemigo, expuestos al peligro y a la
contaminación, y sin la gracia salvadora de Cristo, a la ruina segura. Si nosotros considerásemos este asunto en su
debida 249 luz, ¡cómo se vivificaría
nuestro celo, se multiplicarían nuestros esfuerzos fervientes y abnegados, a
fin de acercarnos a aquellos que necesitan nuestra ayuda, nuestras oraciones,
nuestra simpatía y nuestro amor!
LABOR ABNEGADA
PARA OTROS. Consideren aquellos que han sido remisos en esta obra la orden del gran
mandamiento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mat. 22:39.)
Esta obligación recae sobre todos. Se requiere de todos que trabajen para
disminuir los males y multiplicar las bendiciones de sus semejantes. Si somos
fuertes para resistir la tentación estamos bajo mayor obligación de ayudar a
los que son débiles y ceden a ella. Si tenemos conocimiento, debemos instruir
al ignorante. Si Dios nos ha bendecido con bienes de este mundo, es nuestro
deber socorrer a los pobres. Debemos trabajar para beneficio de los demás. Que
todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia participen de
cualquier excelencia que poseamos. Nadie debe contentarse con alimentarse del
pan de vida sin compartirlo con los que le rodean.
Viven tan sólo para Cristo y
honran su nombre aquellos que son fieles a su Maestro, tratando de salvar lo
que se había perdido. La piedad genuina se manifestará ciertamente mediante el
anhelo profundo y la ferviente labor del Salvador crucificado para salvar a
aquellos por quienes murió. Si nuestro corazón está enternecido y subyugado por
la gracia de Cristo, si está iluminado con un sentido de la bondad y el amor de
Dios, habrá un flujo natural de amor, simpatía y ternura hacia los demás. La
verdad ejemplificada en la vida ejercerá su poder, como la levadura oculta, en
todos aquellos con quienes sea puesta en contacto.
Dios dispuso que
para crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo, los hombres deben seguir
su ejemplo y trabajar como él trabajó.
Ello requerirá con frecuencia una
lucha para dominar nuestros propios sentimientos y para refrenarnos de hablar
250 de una manera que desaliente a los que están luchando con la tentación. Una
vida de oración y alabanza diarias, una vida que derrame luz sobre la senda de
los demás, no puede mantenerse sin esfuerzo ferviente. Pero un esfuerzo tal
dará preciosos frutos, bendiciones para el receptor y para el dador.
El espíritu de labor abnegada en
favor de otros da al carácter profundidad, estabilidad y amabilidad como las de
Cristo, infunde paz y felicidad a su poseedor. Las aspiraciones son elevadas. No
hay cabida para la pereza o el egoísmo. Los que ejercitan las gracias
cristianas crecerán. Tendrán nervios y músculos espirituales y serán fuertes
para trabajar por Dios. Tendrán claras percepciones espirituales, una fe
constante y creciente, y poder prevaleciente en la oración.
Los Que Velan Por Las Almas, Los
Que Se Consagran Plenamente A La Salvación De Los Que Yerran, Están Ciertamente
Obrando Su Propia Salvación. 2JT 247-250.
Ministerio Hno. Pio
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