1 Corintios 16. CONCLUSIÓN: Instrucciones Acerca De La Ofrenda Para Los Pobres, Planes Para Una Visita A Corintio… Vers. (1-9) Exhortación para aliviar las necesidades de los hermanos de Jerusalén. (10-12) Pablo recomienda a Timoteo, (13-15) y después de algunas admoniciones amistosas (16-24) concluye su epístola con diversos saludos.
1 En Cuanto a la ofrenda para los
santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de
Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,
según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan
entonces ofrendas. 3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por
carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. 4 Y si
fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.
5 Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. 6 Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. 7 Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. 8 Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés. 9 porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.
10 Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace obra del Señor así como yo. 11 Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos. 12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.
13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor. 15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.
16 Os ruego que os sujetéis a
personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. 17 Me regocijo con la
venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra
ausencia. 18 Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a
tales personas.
19 Las iglesias de Asia os
saludan. Aquila y Priscila, con la
iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. 20 Os saludan
todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.
21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. 22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.
23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. 24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén. (1 Corintios 16).
1. En cuanto a la ofrenda. Pablo tenía a su cargo una misión
especial en favor de los creyentes necesitados de Jerusalén (cf. 2 Cor. 8 y 9).
Años antes había sido el portador de una dádiva especial para los afectados por
el hambre en la iglesia de Antioquía (cf. com. Hech. 11:28-30; 12:25). Pablo sentía una profunda preocupación por
sus hermanos cristianos de origen judío (cf. Gál. 2:10).
Las condiciones económicas y los
gravámenes en Palestina eran opresivos para judíos y para cristianos. Se ha
calculado que los impuestos combinados -los civiles y los religiosos-
alcanzaban al asombroso total de casi el 40 por ciento de los ingresos de una
persona. El pueblo no tenía ninguna esperanza de escapar de la pobreza. Además,
la iglesia de Jerusalén sufría mucho por las persecuciones.
La mayoría de los creyentes eran
pobres, algunos de ellos por haberse hecho cristianos (cf. Hech. 4:34-35; 6:1;
8:1; 11:28-30). Necesitaban ayuda de sus hermanos más afortunados que vivían en
otros lugares (ver Hech. 8:1; HAp 58).
Pablo estaba empeñado en la responsabilidad de solicitar ayuda para ellos de otras iglesias que visitaba, y se dirigió a los corintios para que hicieran su parte; por eso les presentó el ejemplo de sus iglesias hermanas de Acaya y Macedonia.
(ver Rom. 15:25-26; 2
Cor. 8:1-7).
De la manera. Los creyentes corintios debían aceptar esa
obligación así como lo habían hecho los gálatas. La iglesia ha recibido la
misión de ayudar a los pobres en todos los siglos, para que sus miembros puedan
fomentar la simpatía y el amor y revelar a otros el poder del Evangelio de
Jesucristo (ver Luc. 14:13-14; 2JT 499, 507, 511, 516-518; 4T 619-620; DTG 337-338).
Nuestro proceder frente a los
miembros menos afortunados de la sociedad es un factor muy importante para
determinar nuestro último destino (ver Isa. 58:6-8; Mat. 25:34-46; 2JT 255).
Jesús mismo dio el ejemplo en esta obra de aliviar las necesidades de la
humanidad doliente: empleaba más tiempo en curar a los enfermos que en predicar
el Evangelio (ver 3TS 267; DTG 316).
2. Primer día de la semana. Ver com. Mat. 28:1.
Ponga. La construcción del griego indica que debían hacer
esto regularmente cada primer día de la semana.
Aparte. Gr. par' heautÇ, literalmente "consigo mismo",
equivalente a "en su casa". "Reserve en su casa" (BJ);
"reserve en su poder" (BC).
Según haya prosperado. Dar en proporción a cómo uno haya
prosperado puede implicar un cuidadoso ajuste de cuentas, tarea que Pablo
difícilmente aconsejaría hacer en un día de sagrado reposo.
Este versículo se
cita a menudo para apoyar la observancia del domingo; pero cuando se examina
esta afirmación en relación con la misión del apóstol en favor de los pobres de
Jerusalén, se ve que es una exhortación a una planificación sistemática de
parte de los miembros de la iglesia de Corinto para hacer su parte en la
ofrenda. No hay nada en el versículo que remotamente sugiera que hay algo de
sagrado en el primer día de la semana (ver ET 231; cf. F. D. Nichol, Answers to
Objections, pp. 218-219).
Si todos los creyentes adoptaran
ahora el principio de ser sistemáticos en sus ofrendas, habría abundantes
recursos para llevar rápidamente el mensaje de salvación al mundo (ver 1JT
368).
Guardándolo. Literalmente "atesorándolo",
"acumulándolo", quizá en algún recipiente especial o en un lugar
seguro de la casa.
Ofrendas. Gr. logéia, "colecta",
"contribución". Pablo pedía que la ofrenda estuviera lista para cuando
él llegara.
3. Por carta. Literalmente "cartas" (BJ, BC, NC). Hay
alguna diferencia de opinión entre los comentadores en cuanto al autor de las
"cartas" que aquí menciona Pablo. Esta diferencia se advierte al
comparar, por ejemplo, el texto de la BJ con el de la RVR.
Cuando me halle ahí, enviaré a
los que hayáis considerado dignos, acompañados de cartas, para que lleven a
Jerusalén vuestra liberalidad (BJ).
Los que sostienen el punto de
vista que se refleja en la traducción de la RVR razonan que las cartas fueron
escritas por los dirigentes de la iglesia de Corinto, y que por medio de ellas
se nombraba y autorizaba a los portadores como representantes de la iglesia.
Los que siguen la interpretación
que concuerda con la BJ, creen que Pablo se ofreció para escribir cartas de
recomendación para los representantes de los hermanos corintios ante los
hermanos de la iglesia de Jerusalén; sin embargo, no hay nombres de corintios
en la lista de Hech. 20:4.
4. Si fuere propio. Gr. áxios, "digno", "adecuado"; "si vale la pena" (BJ); "si valiere la pena" (BC). Si la cantidad que iba a ser llevada, justificaba su presencia, o si se pensaba que sería mejor que él acompañara a los mensajeros, Pablo estaba dispuesto a viajar a Jerusalén para que no hubiera dudas ni sospechas acerca de la ofrenda enviada por la iglesia de Corinto.
Esta es una ilustración del sumo cuidado del apóstol
para evitar cualquier motivo de incomprensión u ofensas (cf. Rom. 14:13,16,21;
1 Cor. 8:9,13).
5. Macedonia. Ver com. Hech. 16:9.
6. Con vosotros . . . pase el invierno. Pablo quería
permanecer por un tiempo prolongado en Corinto, y no estar sólo de paso
mientras iba a otros lugares (vers. 7); por eso se proponía completar primero
su itinerario por Macedonia (vers. 5), y después quería pasar los meses del
invierno con la iglesia de Corinto.
Me encaminéis. Ver com. Hech. 15:3; cf. cap. 20:38; 21:16.
7. Si el Señor lo permite. Cf. com. Hech, 18:21; 1 Cor. 4:19.
8. Éfeso. Ver com. Hech. 18:19.
Pentecostés. Ver com. Hech. 2:1.
9. Abierto. Pablo se refería a las extraordinarias
oportunidades que se le habían presentado en Éfeso para la predicación del
Evangelio, como la razón por la cual deseaba permanecer allí por algún tiempo
en vez de seguir inmediatamente a Macedonia y Corinto (vers. 7-8).
Éfeso era un importante centro de
culto pagano en la provincia romana de Asia; la diosa Diana (o Artemisa) era su
principal deidad (ver com. Hech. 19:24). En esa ciudad, casi completamente
entregada a la idolatría, la superstición y los vicios, Dios manifestó su poder
mediante Pablo para la conversión de los pecadores y la confusión de los
adversarios (ver Hech. 19:8-12, 18-20).
Adversarios. Cuando surgió la oposición en Éfeso, Pablo no
abandonó la ciudad, sino que trabajó aun más fervientemente para la difusión
del reino de Dios. Una oposición tal generalmente puede ser considerada como la
evidencia de que Satanás está alarmado, pues ve en peligro su dominio sobre las
almas de los hombres y una indicación de que está actuando el Espíritu de Dios.
10. Timoteo. Uno de los conversos de Pablo y ayudante de él en
la obra de Dios (ver com. Hech. 16:1). Había sido enviado a la iglesia de
Corinto para ayudar a los hermanos a resolver sus problemas (ver com. 1 Cor.
4:17).
Pablo procuraba prepararle el
camino al solicitar la hospitalidad y la bondad de los corintios para con él,
de modo que el joven Timoteo no se viera en aprietos cuando tuviera que
instruir a los cristianos influyentes de esa importante iglesia.
11. Le tenga en poco. Gr. exouthenéÇ,"no tomar en
cuenta", "tratar con menosprecio". "Le menosprecie"
(BJ, BC).
Encaminadle. Esto es, proveerle con lo necesario para el viaje. "Procuradle
los medios necesarios" (BJ); "preparada el viaje en paz" (BC).
En paz. O con la buena voluntad de los corintios. Pablo
esperaba que no hubiera puntos de incomprensión entre Timoteo y los creyentes
corintios.
Le espero. Pablo estaba esperando noticias de los asuntos en Corinto
(ver com. cap. 4:17). Fue en Macedonia donde Timoteo sin duda se encontró con
Pablo, pues estaba con el apóstol cuando se escribió 2 Corintios (ver com. 2
Cor. 1:1; cf. HAp 260).
12. Apolos. Ver com. Hech. 18:24; cf. Hech. 19:1; 1 Cor. 1:12.
De ninguna manera tuvo voluntad. Ver com. cap. 1:12.
13. Velad. Es decir, manteneos despiertos, estad vigilantes
como los centinelas apostados alrededor del campamento de un ejército están
alerta en cada momento ante la menor insinuación de peligro.
El hecho de que esta exhortación
se encuentre en diversos lugares del NT destaca la necesidad de que el
cristiano esté en guardia contra los esfuerzos del enemigo para destruirlo (ver
Mat. 24:42; 25:13; Mar. 13:35; Hech. 20:31; 1 Tes. 5:5-6).
La admonición tenía aquí una
aplicación especial ante los peligros peculiares que rodeaban a los creyentes
corintios. Debían cuidar que su salvación no fuera puesta en peligro por
disensiones, falsas doctrinas, falsos maestros, prácticas falsas y el
predominio de la idolatría que los rodeaba.
Estad firmes en la fe. En cuanto a "fe" como se usa aquí, ver com. Hech. 6:7. Jesús advirtió que habría muchos falsos maestros y falsos profetas que procurarían desviar a la gente de la pureza del Evangelio y la inducirían a aceptar doctrinas que se originaron con Satanás (Mat. 24:4-5, 11, 23-24, 26).
Se necesita la decidida determinación de aferrarse sin
vacilaciones a la genuina Palabra de Dios (ver Isa. 8:20; Mat. 24:13; Fil. 1:27;
4:1; 1 Tes. 5:21; Apoc. 2:10).
Portaos varonilmente. Ser cristiano exige valor,
intrepidez, perseverancia, ánimo, en fin, todas las cualidades de un verdadero
hombre. No hay lugar para la cobardía, la timidez o el temor. Un carácter noble
sólo es desarrollado por los que se colocan sin reservas bajo el liderazgo del
Salvador (ver Efe. 6:10).
14. Amor. Gr. ágap', "amor" como principio (ver com. 1 Cor. 13:1). En cuanto al verbo agapáÇ, ver com. Mat. 5:43-44. El amor es la cualidad que todo lo puede, la solución máxima para todos los problemas.
El consejo que aquí se da puede ser considerado como el elemento supremo de la enseñanza de Pablo para los creyentes corintios y para todos los cristianos en todo tiempo y lugar. El amor supremo hacia Dios y el amor desinteresado hacia el prójimo aniquilan toda contienda, lucha, orgullo y males afines (ver Prov. 10:12; Mat. 22:37-40; Rom. 13:10). Este atributo básico del carácter de Dios (1 Juan 4:8) debe estimular a cada hijo de Dios, de modo que su vida sea una demostración del poder del amor y una prueba de la verdad del Evangelio de Jesucristo (cf. Juan 14:23; 15:9-10, 12; 1 Juan 3:14,18, 23-24; 4:7-8, 11-12, 16,18, 20-21; 5:2).
15. Familia de Estéfanas. Familia influyente, cuyos
miembros habían sido bautizados por Pablo (cap. 1:16).
Primicias. Es decir, eran el principio de una gran cosecha de
almas en Acaya.
Acaya. Provincia compuesta por el Peloponeso y Grecia, al
sur de Macedonia. Su capital era Corinto.
16. Ruego. Gr. parakaléÇ, "exhortar", "amonestar"
(ver com. Juan 14:16). "Os hago una
recomendación, hermanos" (BJ); "os recomiendo, hermanos" (BC);
"un ruego voy a haceros, hermanos" (NC).
Os sujetéis. Es decir, mostrad deferencia y respeto por los que
son fieles en el servicio de la iglesia. Su opinión y consejo deben ser
considerados como dignos de ser tenidos muy en cuenta. Todos los que ayudan en
la gran obra de Dios en la tierra deben ser tratados con respeto y debe
dárseles cualquier ayuda que puedan necesitar.
17. La venida de. Los tres mensajeros nombrados
indudablemente procedían de Corinto. Fortunato y Acaico no son mencionados en
ninguna otra parte. Los tres eran los portadores de la carta con las preguntas
de los corintios para Pablo (cap. 7:1), y posiblemente también llevaron la
respuesta de Pablo a los corintios, hoy conocida como Primera Corintios.
18. Confortaron. La presencia y las palabras de
estos enviados de Corinto habían reanimado y consolado a Pablo. Es evidente que
le habían dado informaciones acerca de la iglesia de Corinto (vers. 17). Esa
información le ayudó a comprender más claramente la situación (ver Prov. 15:30).
Reconoced. Es decir, dadles reconocimiento. "Sabed apreciar" (BJ, NC).
19. Asia. Ver com. Hech. 2:9; Nota Adicional de Hech. 16.
Aquila y Priscila. Ver com. Hech. 18:2.
Iglesia . . . en su casa. Los primeros cristianos se
reunían en casas de Familia. No hubo templos hasta fines del siglo II.
20. Todos los hermanos. Sin duda los creyentes de Éfeso.
Es evidente que estaban interesados en la iglesia de Corinto y deseaban que sus
hermanos supieran de su amor y preocupación por ellos. Este mismo espíritu
mueve a todos los que aman al Señor y a su pueblo; se interesan en todos los
otros miembros de la gran familia de Dios. Este espíritu de amante compañerismo
que prevalece entre los Hijos de Dios es motivo de asombro para los que no
conocen el amor de Dios y una evidencia de la verdad del Evangelio (ver Juan
17:23; 3T 446-447; CC 111).
Osculo. Forma común de saludo en el Medio Oriente. El ósculo santo era una prueba de afecto cristiano entre los creyentes (cf. Rom. 16:16; 2 Cor. 13:12; 1 Tes. 5:26; 1 Ped. 5:14). Parece que Pablo deseaba que los creyentes corintios se saludaran mutuamente de esa manera cuando recibieran su carta, como una demostración de haber renovado su unidad y amor cristianos. Esta costumbre, por lo menos como, se ordena en las Constituciones apostólicas (2:57; 8:11), era que los hombres saludaran así a los hombres, y las mujeres a las mujeres. De acuerdo con la costumbre de Palestina, el beso se daba en la mejilla, la frente, la barba, las manos o los pies, pero no en los labios.
21. Propia mano. Es evidente que Pablo empleaba los servicios de un secretario para escribir
sus cartas a las iglesias. Daba autenticidad a la epístola firmándola y
expresando sus saludos a los hermanos (cf. Col. 4:18; 2 Tes. 3:17).
La firma era una prueba de que el
contenido de la carta provenía realmente del apóstol, y también era una
demostración de su amante consideración por la iglesia. Había sido perturbado
por los que habían fraguado cartas que supuestamente eran del apóstol (ver com.
2 Tes. 2:2). Su firma personal tenía el propósito de frustrar los designios de
tales hombres.
22. Amare. Gr.filéÇ, "amar con afecto humano". "El que no quiera al Señor"(BJ). "Si alguno no ama al Señor" (BC, NC). Para una comparación con agapáo, ver com. Mat. 5:43-44.
Aquí el significado es: "Si alguno ni aun tiene amor humano por el Señor
Jesucristo".
Anatema. Transliteración del Gr. anáthema, que significa
"maldito" o "dedicado a la destrucción". Los que no creen
en Cristo ni lo aman, no pueden tener esperanza de salvación. Estos, por su
proceder de rechazar el único medio de salvación, eligen la ruina eterna (ver
Mar. 16:16; Juan 12:48; Hech. 16:30-32; 1 Juan 5:11-13; cf. Gál. 1:8-9).
El Señor viene. "Maran atha" (BJ, NC);
"Marana tha" (BC), transliteración del Gr. marana tha, a su vez una
transliteración del arameo maten 'athah, que significa: "nuestro Señor ha
venido". También podría dividirse marana' tha, que se traduciría como
"nuestro Señor ¡ven!" Sólo
aquí aparece esta frase en el NT.
La carta a los corintios fue
escrita en griego, como lo fueron todas las otras epístolas de Pablo; pero
Pablo era bilingüe y le era familiar el arameo, idioma vernáculo de la gente de
Palestina. Al aproximarse a la conclusión de su enérgica exhortación a los
corintios para que dejaran sus divisiones, falsas doctrinas y prácticas falsas,
y se entregaran plenamente al Señor, culmina sus argumentos con esta poderosa
proclama acerca de la venida del Señor.
Parece que la expresión
"maran-atha" era usada por los creyentes como un saludo en los
primeros años de la iglesia (ver Didajé 10:6). La venida de Jesús debiera ser
el tema de la vida de cada cristiano (ver 3JT 13; MM 322; PE 58).
23. La gracia. Pablo termina su carta con la bendición
acostumbrada (ver Rom. 16:24; 2 Cor. 13:14; Gál. 6:18).
24. Amor. ¿Qué bendición más hermosa podía seguir a la severa
reprensión dirigida a los que rechazan el amor de Dios? Esta epístola, que
contiene mucho que podría ser considerado como áspero al ocuparse con franqueza
de ciertos abusos que había en la iglesia, termina con una expresión de amor y
de interés en el bienestar eterno de los que recibieron la carta.
Amén. La evidencia textual se inclina por la omisión del
"Amén". Antes de la revisión de la RVR en 1960, al terminar el cap.
16 se leía a manera de apéndice y con letra más pequeña: "La primera a los
Corintios fue enviada de Filipos con Estéfanas, y Fortunato, y Achaico [Acaico]
y Timoteo". Esta nota tampoco aparece en ningún manuscrito antiguo. Su
contenido es incorrecto, por lo menos en parte, pues presenta a
"Filipos" como el lugar de donde se escribió la epístola cuando en
ella se dice que fue escrita en Éfeso (cap. 16:8).
La posdata en un manuscrito
uncial (P) del siglo IX dice: "desde Éfeso" y no desde Filipos. En
vista de que la información en cuanto al lugar de donde se escribió está equivocado,
se despierta la duda en cuanto a si Estéfanas, Fortunato y Acaico fueron los
portadores de la carta a Corinto (ver com. vers. 17). La posdata mencionada fue
una adición posterior que no es parte del manuscrito original. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-2. 1JT 378.
TESOROS EN LA TIERRA. Cristo nos
ordena que busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia. Tal es
nuestro primero y más alto deber. Nuestro Maestro amonestó expresamente a sus
siervos a que 378 no acumularan tesoros en la tierra; porque al hacerlo su
corazón se fijaría en las cosas terrenales antes que en las celestiales. Por
esta razón muchas pobres almas han dejado naufragar su fe. Contrariaron directamente
las órdenes expresas de nuestro Señor, y permitieron que el amor al dinero
llegase a ser la pasión dominante de su vida. Son intemperantes en sus
esfuerzos para adquirir recursos. Están tan embriagados con su insano deseo de
riquezas como el borracho por la bebida.
Los cristianos se
olvidan de que son siervos del Maestro; de que le pertenecen ellos mismos, su
tiempo y todo lo que tienen.
Muchos son tentados y la mayoría
se deja vencer por las engañosas incitaciones que Satanás les presenta para invertir
su dinero en lo que les reportará el mayor provecho en pesos y centavos. Sólo
unos pocos consideran las obligaciones que Dios les ha impuesto de hacer que su
principal ocupación consista en suplir las necesidades de su causa, y de
atender sus propios deseos en último término. Son pocos los que invierten
dinero en la causa de Dios en proporción a sus recursos. Muchos lo han
inmovilizado en propiedades que deben vender antes de poder invertirlo en la
causa de Dios y darle así un uso práctico. Se valen de ello como una excusa
para hacer tan sólo poco en la causa de su Redentor. Han enterrado su dinero
tan literalmente como el hombre de la parábola. Roban a Dios el diezmo, que
reclama como suyo, y al robarle, se despojan del tesoro celestial.
PARA BENEFICIO DEL HOMBRE. El plan de la
benevolencia sistemática no oprime penosamente a ningún hombre. "Cuanto a
la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en
las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros
aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiera; para que
cuando yo llegara, no se hagan entonces colectas." (1 Cor.16:1,2.) Los
pobres no quedan excluídos del privilegio de dar. Ellos, tanto como Los
pudientes, 379 pueden tener una parte en esta obra. La lección que Cristo dio
con respecto a las dos blancas de la viuda, nos demuestra que la ofrenda
voluntaria más ínfima de los pobres, si se da con un corazón lleno de amor, es
tan aceptable como los mayores donativos de los ricos.
En las balanzas del santuario,
los donativos de los pobres, presentados por amor a Cristo, no se estiman según
la cantidad dada, sino según el amor que motiva el sacrificio. Las promesas de
Jesús llegarán a ser tan ciertamente una realidad para el pobre generoso, que
tiene poco que ofrecer, pero lo da con liberalidad, como para el pudiente que
da de su abundancia. El pobre hace un
sacrificio de lo poco que posee y lo siente en realidad. Se niega algunas de
las cosas que necesita para su comodidad, mientras que el rico da de su
abundancia y no siente ninguna necesidad, no se niega nada de lo que realmente
le hace falta. Por lo tanto, tiene la ofrenda del pobre un carácter sagrado que
no se encuentra en la ofrenda del rico, porque éste da de su abundancia. La providencia
de Dios organizó todo el plan de la benevolencia sistemática para beneficio del
hombre. Su providencia nunca se paraliza. Si los siervos de Dios entran por las
puertas que él les abre, todos trabajarán activamente.
Los que retienen lo que pertenece
a la tesorería de Dios, y acumulan sus recursos para sus hijos, ponen en
peligro el interés espiritual de estos últimos. Ponen su propiedad, que es una
piedra de tropiezo para ellos, en el camino de sus hijos, para que también
tropiecen con ella para perdición. Muchos cometen una gran equivocación
respecto de las cosas de esta vida.
Economizan, privándose a sí mismos y a otros del bien que podrían
recibir por el uso correcto de los medios que Dios les ha prestado, y se tornan
egoístas y avarientos. Descuidan sus intereses espirituales, y su desarrollo
religioso se atrofia; todo por el afán de acumular riquezas que no pueden usar.
Dejan su propiedad a sus hijos, y en nueve casos de cada diez es para sus
herederos una maldición aun mayor de lo que ha 380 sido para ellos. Los hijos,
confiados en las propiedades de sus padres, con frecuencia no alcanzan a tener
éxito en esta vida, y generalmente fracasan completamente en lo que respecta a
obtener la vida venidera.
El mejor legado que los padres
pueden dejar a sus hijos es un conocimiento del trabajo útil y el ejemplo de
una vida caracterizada por la benevolencia desinteresada. Por una vida tal
demuestran el verdadero valor del dinero, que debe ser apreciado únicamente por
el bien que realizará al aliviar las necesidades propias y ajenas y al
adelantar la causa de Dios.
1JT 368, 390. EL SISTEMA DEL DIEZMO. El ha dado a su
pueblo un plan para obtener sumas suficientes con qué financiar sus empresas.
El plan de Dios en el sistema del diezmo es hermoso por su sencillez e
igualdad. Todos pueden practicarlo con fe y valor porque es de origen divino.
En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de
conocimiento para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que son
capaces de hacer una parte para llevar a cabo la preciosa obra de
salvación. Cada hombre, mujer y joven
puede llegar a ser un tesorero del Señor, un agente para satisfacer las
demandas de la tesorería. Dice el 368 apóstol: "Cada uno de vosotros
aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere." (1Cor. 16:2.)
Por este sistema se alcanzan
grandes objetos. Si todos lo aceptasen, cada uno sería un vigilante y fiel
tesorero de Dios, y no faltarían recursos para llevar a cabo la gran obra de
proclamar el último mensaje de amonestación al mundo. La tesorería estará llena
si todos adoptan este sistema, y los contribuyentes no serán más pobres por
ello. Mediante cada inversión hecha, llegarán a estar más vinculados a la causa
de la verdad presente. Estarán "atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir," a fin de "que echen mano a la vida eterna." (1 Tim.
6:19.)
Al ver los que trabajan con
perseverancia y sistemáticamente que sus generosos empeños tienden a alimentar
el amor a Dios y a sus semejantes, y que sus esfuerzos personales extienden su
esfera de utilidad, comprenderán que reporta una gran bendición el colaborar
con Cristo. La iglesia cristiana, por lo general, no reconoce el derecho de
Dios de exigirle que dé ofrendas de las cosas que posee, para sostener la
guerra contra las tinieblas morales que inundan al mundo. Nunca podrá la causa de Dios progresar como
debiera hacerlo antes que los seguidores de Cristo trabajen activa y
celosamente.
Cada miembro individual de la
iglesia debe sentir que la verdad que él profesa es una realidad, y todos deben
trabajar desinteresadamente. Algunos
ricos se sienten inclinados a murmurar porque la obra de Dios se extiende y se
necesita dinero. Dicen que no acaban
nunca los pedidos de recursos, y los motivos por solicitar ayuda se presentan
uno tras otro. A los tales queremos
decir que esperamos que la causa de Dios se extienda de tal manera que haya
mayores, ocasiones y pedidos más frecuentes y urgentes de que la tesorería
supla lo necesario para proseguir la obra.
Si el plan de la
benevolencia sistemática* fuese adoptado 369 por cada persona y llevado
plenamente a cabo, habría una constante provisión en la tesorería.
Los ingresos afluirían como una
corriente constantemente alimentada por rebosantes fuentes de generosidad. El
dar ofrendas es una parte de la religión evangélica. ¿Acaso la consideración
del precio infinito pagado por nuestra redención no nos impone solemnes
obligaciones pecuniarias, así como el deber de consagrar todas nuestras
facultades a la obra del Maestro?
Tendremos una deuda que saldar
con el Maestro antes de mucho cuando él diga: "Da cuenta de tu mayordomía."
(Luc. 16:2.) Si los hombres prefieren poner a un lado los derechos de Dios y
retener egoístamente todo lo que él les da, él callará por el momento y
continuará probándolos con frecuencia aumentando sus bendiciones, dejando que
éstas continúen fluyendo; y aquellos hombres seguirán tal vez recibiendo
honores de sus semejantes, sin que la iglesia los censure; pero antes de mucho
Dios les dirá: "Da cuenta de tu mayordomía." Dice Cristo: "En
cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis."
(Mat. 25:45) "No sois vuestros. Porque comprados sois por
precio," y estáis bajo la
obligación de glorificar a Dios con vuestros recursos, así como en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, que son suyos.
"Comprados sois por precio," no con cosas corruptibles, como
oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo." (1Cor. 6:20; 1 Ped.
1:18,19.) El pide, en compensación de los dones que nos ha confiado, que
ayudemos en la obra de salvar almas. El dio su sangre y nos pide nuestro
dinero. Mediante su pobreza somos hechos
ricos, y ¿nos negaremos a devolverle sus propios dones?
* Dios pide talentos de influencia y recursos. ¿Nos negaremos a obedecer?
Nuestro Padre celestial concede dones y solicita que le sea devuelta una
porción para probarnos si somos dignos de recibir el don de la vida eterna.
Las ofrendas de los niños pueden
ser aceptables y gratas a Dios. De acuerdo con el espíritu que impulsa a los
donativos será el valor de la ofrenda. Los pobres, al seguir la regla del
apóstol de apartar una pequeña suma cada semana, ayudan a llenar la tesorería,
y sus dones son completamente aceptables para Dios; porque ellos hacen
sacrificios tan grandes, y aún más grandes que sus hermanos ricos. El plan de
la benevolencia sistemática guardará a toda familia contra las tentaciones de
gastar recursos en cosas inútiles; y beneficiará especialmente a los ricos al
evitar que cometan despilfarros.- 1875, tomo 3, Pág. 412. 1JT390
13. 2JT 229.
SE NECESITAN MAESTROS BIEN
PREPARADOS. El obrero debe ser preparado para emplear las más excelsas energías
mentales y morales con que la naturaleza, la cultura y la gracia de Dios le
hayan dotado; pero su éxito será proporcional al grado de consagración y
sacrificio con que haga la obra, más bien que a sus dotes naturales y
adquiridas. Necesitamos hacer los esfuerzos más fervientes y continuos para
adquirir cualidades que nos hagan útiles; pero a menos que Dios obre con los
esfuerzos humanos, nada lograremos. Cristo dijo: "Porque sin mí nada
podéis hacer." (Juan 15:5.) La gracia divina es el gran elemento del poder
salvador; y sin ella nada valdrán todos los esfuerzos humanos; su cooperación
es necesaria aun en el caso de los esfuerzos más arduos y fervientes para inculcar
la verdad.
La causa de Dios necesita
maestros que tengan altas cualidades morales , y a los cuales se pueda confiar
la educación de otros hombres de fe sana, que tengan tacto y paciencia; que 229
anden con Dios, y se abstengan de la misma apariencia del mal; que estén tan
íntimamente relacionados con Dios que puedan ser conductos de luz - en fin,
caballeros cristianos. Las buenas impresiones que harán los tales no se
borrarán nunca; y la educación así impartida perdurará durante toda la
eternidad. Lo que se descuide en este proceso de educación permanecerá
probablemente sin hacerse. ¿Quién quiere emprender esta obra?
UN MINISTERIO
MEJOR EDUCADO. Cuánto quisiéramos que hubiese jóvenes fuertes,
arraigados y afirmados en la fe, que tuviesen tal comunión viva con Dios que
pudieran, si así se lo aconsejasen nuestros hermanos dirigentes, entrar en los
colegios superiores de nuestro país, donde tendrían un campo más amplio de
estudio y observación. El trato con diferentes clases de mentes, el
familiarizarse con los trabajos y los métodos populares de educación, y un
conocimiento de la teología como se enseña en las principales instituciones del
saber, serían de gran valor para tales obreros, y los prepararían para trabajar
en favor de las clases educadas y para hacer frente a los errores que
prevalecen en nuestros tiempos. Tal era el método seguido por los antiguos
valdenses; y, si fuesen fieles a Dios, nuestros jóvenes, como los suyos,
podrían hacer una buena obra, aun mientras adquirieran su educación, sembrando
la semilla de la verdad en otras mentes.
"Portaos varonilmente, y
esforzaos." (1 Cor. 16:13.) Preguntad a Aquel que sufrió oprobio, burlas e
insultos por causa nuestra: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hech.
9:6.) Nadie está demasiado educado para ser un humilde discípulo de Cristo. Los
que sienten que es un privilegio dar lo mejor de su vida y aprender de Aquel
del cual lo recibieron todo, no rehuirán trabajo ni sacrificio alguno para
devolver a Dios los talentos que les confió sirviéndole en la forma más elevada.
En la gran batalla de la vida, muchos de los obreros pierden de vista la
solemnidad y el carácter sagrado de su misión. La mortífera maldición del
pecado continúa agostando y borrando 230 en ellos la imagen de Dios, porque no
trabajan como Cristo trabajó.
Vemos la necesidad de estimular
ideas superiores de educación y emplear más hombres preparados en el
ministerio. Los que no obtienen la debida clase de educación antes de entrar en
la obra de Dios no son competentes para aceptar su cometido santo ni para
llevar a cabo la obra de reforma. Sin embargo, todos pueden continuar
educándose después que han entrado en la obra.
Deben tener la Palabra de Dios morando en sí. Necesitamos más cultura,
refinamiento y nobleza de alma en nuestros obreros. Una mejora tal daría
resultados en la eternidad.
"Os escribo a vosotros,
padres, porque habéis conocido a aquel que es desde el principio."
"Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de
Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno." (1 Juan 2:13,14.) El
apóstol liga aquí la experiencia de los padres con la de los jóvenes;
igualmente hay un vínculo entre los discípulos de más edad en esta causa y los
más jóvenes, que no han tenido experiencia en los primeros sucesos de este
mensaje. Los que eran jóvenes cuando el mensaje nació, tendrán que ser educados
por los viejos portaestandartes. Estos maestros deben darse cuenta de que no
pueden esmerarse demasiado para preparar hombres para su cometido santo,
mientras los viejos abanderados pueden todavía sostener en alto el estandarte.
Y, sin embargo, los que han peleado durante tanto tiempo en las batallas,
pueden todavía ganar victorias. Han
conocido tan cabalmente las astucias de Satanás que no serán arrebatados
fácilmente de las antiguas sendas. Recuerdan los tiempos antiguos. Conocen a
Aquel que es desde el principio. Pueden ser siempre portadores de luz, fieles
testigos por Dios, epístolas vivas, conocidas y leídas de todos los hombres.
Por lo tanto, demos gracias a
Dios porque quedan algunos, como quedaba Juan, para relatar su experiencia en
el comienzo de este mensaje y la recepción de lo que ahora nos es tan caro. 231
Pero uno tras otro están cayendo en sus puestos, y no es sino prudente que
preparemos a otros para reanudar la obra donde ellos la dejan.
Deben hacerse esfuerzos para
preparar jóvenes para la obra. Deben adelantarse al frente, para llevar cargas
y responsabilidades. Los que son ahora
jóvenes deben llegar a ser hombres fuertes. Deben ser capaces de hacer planes y
dar consejos. La Palabra de Dios, morando en ellos, los hará puros y los
llenará de fe, esperanza, valor y devoción. La obra está ahora grandemente
atrasada porque hay hombres que llevan responsabilidades para las cuales no
están preparados. ¿Continuará y aumentará esta gran necesidad? ¿Habrán de caer
estas grandes responsabilidades de las manos de los obreros ancianos y expertos
en las manos de los que son incapaces de manejarlas? ¿No estamos descuidando
una obra muy importante al dejar de educar y preparar a nuestra juventud para
ocupar puestos de confianza?
Edúquense los obreros, pero al
mismo tiempo sean mansos y humildes de corazón. Elevemos la obra al más alto
nivel posible, recordando siempre que si hacemos nuestra parte, Dios no dejará
de hacer la suya. 232
Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario