1 Corintios 4. SE DEFINE LA DEBIDA ACTITUD ANTE LOS DIRIGENTES ESPIRITUALES: Vers. (1-6) En que concepto debe tenerse a los ministros. (7-8) Nada tenemos que no hayamos recibido. (9-12) Los apóstoles, espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres, (13-14) son considerados la escoria y el desecho del mundo; (15) sin embargo, son nuestros padres en Cristo, (16-21) y debemos imitarlos.
1 ASÍ, pues, tengamos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. 3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. 6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorias como si no lo hubieras recibido? 8 Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!
9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. 10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, más vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, más vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. 11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos. 14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados.
15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. 16 Por tanto, os ruego que me imitéis. 17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseñó en todas partes y en todas las iglesias. 18 Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. 19 Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. 20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre? (1 Corintios 4).
1. Téngannos los hombres. Pablo aconseja a los corintios
que lo consideren a él y a sus colaboradores como servidores y administradores,
no de los hombres, sino de Dios. Como eran llamados por Dios para su obra en el
ministerio del Evangelio, no debían ser considerados dirigentes de diversas
facciones dentro de la iglesia ni caudillos de bandos en disputa. Cristo ha
dado a sus obreros la responsabilidad de predicar su palabra al mundo (ver Mat.
28:19-20). No se les permite que presentes y enseñen las opiniones y las
creencias de los hombres, sino que se les encarga que den a los hombres el
mensaje puro de salvación, incontaminado por la filosofía del mundo (ver 1 Tim. 6:20-21; 2
Tim. 4:13).
Servidores. Gr. hup'rét's,"servidor",
"asistente", "ministro". Esta palabra originalmente se
usaba para los remeros de las galeras de guerra, y distinguía a esos remeros de
los soldados que combatían en la cubierta. Después comenzó a usarse para
cualquier subordinado que se ocupaba de no trabajo pesado, y en la terminología
militar para los ordenanzas que servían al comandante en jefe. . . Este uso de
hup'rét's como los ordenanzas militares cuyo deber era servir a los oficiales
de más alta graduación en el ejército, puede reflejarse en el uso que le da
Pablo en este versículo. Aquellos a quienes se les ha confiado la obra del
ministerio evangélico, son en un sentido especial los ordenanzas del gran
Comandante en Jefe, Jesús; son los representantes oficiales humanos de Cristo,
los funcionarios regios de su reino espiritual. Ver Juan 18:36, donde esta
palabra también se ha traducido como "servidores" (RVR) y "mi
gente" (BJ).
Administradores. Gr. oikonómos,
"administrador", "mayordomo". Los griegos usaban esta
palabra en relación con la administración de propiedades, ya fuera de una
familia o de un patrimonio, y la aplicaban a los esclavos o libertos a quienes
se les confiaba el cuidado y el manejo de la casa y de la tierra pertenecientes
a su amo. El mayordomo no sólo presidía en los asuntos de la casa, sino que
también era responsable de proveer lo que la casa necesitaba. Era un cargo de
gran responsabilidad. Es singularmente apropiada la aplicación de esta palabra
a los ministros de Cristo. El ministro evangélico tiene a su cargo la iglesia
de Dios en la tierra y debe proporcionar todo lo necesario para el bienestar de
ella (ver Juan 21: 15-17; 1 Ped. 5: 13).
LA FIDELIDAD es de
importancia suprema en la mayordomía. El hombre no tiene la propiedad absoluta de nada en
este mundo, ni aun de su fuerza física y mental, pues "todas las
facultades que poseen los hombres pertenecen a Dios" (5T 277).
Es un ser creado, y como tal pertenece a su Creador. También es un ser redimido, comprado por la sangre de Cristo (Hech. 20:28); por lo tanto, en un doble sentido, el hombre no se pertenece a sí mismo. La tierra y todo lo que hay en ella pertenecen a Dios; él es el dueño supremo. Él ha confiado al hombre el cuidado de su propiedad. De ese modo el hombre ha llegado a ser el mayordomo del Señor, el encargado de la responsabilidad de usar los bienes de su Amo, de tal manera que el beneficio se aumente para Dios. El reconocimiento de esta relación entre el hombre y su Creador debiera producir en nosotros una determinación de ejercer gran cuidado en el uso de todo lo que nos ha sido confiado durante el período de nuestra peregrinación en esta tierra. El verdadero creyente en Cristo constantemente procura glorificar a Dios en el manejo de las cosas colocadas bajo su cuidado, ya sean físicas, mentales o espirituales. Reconoce que no está en libertad de usar sus bienes o sus talentos para la satisfacción de los deseos y las ambiciones naturales de su propio corazón. Siempre está bajo la obligación de colocar en primer lugar los intereses de Dios en todas las actividades de la vida.
La parábola de los talentos ilustra esta verdad (ver com. Mat. 25:14-30;
PVGM 263-264).
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/enlace-sobre-los-evangelios-de-mateo.html
Misterios. Gr. mustérion (ver com. Rom. 11:25; 1 Cor. 2:7).
Los planes de Dios para restaurar la armonía del hombre con la Divinidad, en lo
pasado sólo fueron entendidos indistintamente, pero ahora se han revelado
mediante Jesucristo (Efe. 3:9-11; Col. 1:25-27; 1 Tim. 3:16). Los obreros de
Cristo tienen la misión de presentar con claridad las sublimes verdades del
Evangelio a todos los hombres (Mat. 28:19-20; Mar. 16:15); deben trabajar para
que se satisfagan las necesidades de cada alma que esté buscando la salvación.
Esta responsabilidad de impartir la buena nueva de la salvación descansa sobre
cada creyente, pues todos somos mayordomos a quienes se ha confiado el pan de
vida para un mundo hambriento y desfalleciente (ver CMC 119; Ed 134).
2. Fiel. Gr. pistós, "digno de confianza",
"fiel". La cualidad de ser digno de confianza es una de las más
valiosas que puede poseer un hombre. Dios la estima en gran manera. Fracasar en
este sentido significa no alcanzar la vida eterna (ver Luc. 16:10-12; PVGM
290-291). Sólo recibirán una heredad en la tierra nueva aquellos en quienes
Dios pueda confiar en todas las circunstancias. Demostramos que somos fieles
mayordomos si continuamente procuramos glorificar a Dios en todos los detalles
de nuestra vida.
3. En muy poco tengo. Pablo se está refiriendo a las
críticas que habían sido dirigidas contra él y contra sus métodos de trabajo
por algunos que se llamaban a sí mismos "sabios" (cap. 1:20,27) en la
iglesia de Corinto. En su calidad de mayordomo de los "misterios de
Dios" (cap. 4:1), Pablo no era responsable ante los hombres, sino ante
Dios por el desempeño de, su mayordomía. No le molestaban las opiniones de los
hombres en este respecto mientras tuviera la alabanza de Dios. No despreciaba
el consejo y el buen juicio de sus prójimos (ver 1 Tes. 4:12; 1 Tim. 3:7), pero
su principal meta y propósito en la vida era servir y agradar a Aquel que lo
había llamado para ser apóstol (ver Fil. 3:13-14; 2 Tim, 2:4).
Tribunal humano. Literalmente "día
humano", entendiéndose "de juicio". Pablo contrasta el juicio humano con el
juicio de Dios en el día del Señor (cf. cap. 3:13).
A mí mismo. Pablo ni siquiera consideraba como valiosa la
opinión que tenía de sí mismo. Sólo Dios puede apreciar correctamente a los
hombres. Si el apóstol comprendía que no podía justipreciarse correctamente, no
debía esperarse que diera mucho valor a las opiniones de sus críticos, no ni
porta cuán capacitados estuvieran para juzgar. Nadie está calificado para
apreciar debidamente los motivos y las actitudes de sus prójimos, porque no
puede leer el corazón de ellos ni conocer sus pensamientos. Por lo tanto, nadie
debe criticar a otros (ver com. Rom. 2:1-3; DMJ 106).
4. Mala conciencia. El apóstol no tenía conciencia de
ningún error en su forma de trabajar ni de ningún defecto en su forma de vivir
(ver Hech. 20:18-21, 26; 2 Cor. 7:2). Cada ministro del Evangelio debiera poder
presentar así la integridad de su conducta. Pablo conocía el peligro de
complacer el espíritu de confianza propia y de ese modo ser inducido a creer
que uno está en lo correcto, cuando en realidad está equivocado. No había
jactancia farisaico alguna en él cuando declaró que no tenía memoria de ninguna
falta en su servicio. Esto se aclara por la afirmación con que continúa:
"no por eso soy justificado". Sabía que sólo era un ser humano
falible, proclive a juzgar erróneamente, por lo que destacó que en ningún sentido
estaba justificado o presentado como justo. Entendía que el hecho de que no
pudiera encontrar ningún indicio de infidelidad en su mayordomía de los
"misterios de Dios", no era suficiente para declararlo libre de
culpa. Sabía que Dios podría ver imperfecciones donde él no podía verlas, y que
la opinión que tenía de sí mismo fácilmente podía estar distorsionada por ser
parcial.
El Señor. Sólo Dios podía hacer una investigación completa de
la vida y la mayordomía del apóstol. Sólo él puede leer el corazón y entender
los motivos que impulsan cada palabra y cada acto (ver 1 Crón. 28:9; 1 Juan 3:20).
A Pablo no le preocupaba la forma en que lo juzgaban sus críticos, ni dependía
de su autoestimación, sino sometía dócilmente su caso ante el Señor, sabiendo que
el juicio de Dios sería infaliblemente correcto. Esta declaración de confianza
en el juicio de Dios podría haber sido considerada por los corintios como un
consejo sabio para ellos. Estaban demasiado inclinados a aceptar su propio
juicio acerca de sus prójimos, sin comprender que "Jehová no mira lo que
mira el hombre" (1 Sam. 16:7).
5. No juzguéis. Pablo muestra que es erróneo acariciar una opinión
dura o despiadada en cuanto a nuestros prójimos. Como somos imperfectos no
estamos en condiciones de estimar correctamente el carácter de otros (ver Mat.
7:1-3; Rom. 2:1-3; Sant. 4:11-12; DMJ 106; DTG 745; HAp 223-224; 2JT 116; 9T
185-186). Es particularmente peligroso complacerse en una crítica destructivo
de los obreros de Dios (ver 1 Tim. 5:1,17,19; cf. Núm. 16:3, 13-14, 29-35; 2JT
199-200; TM 416). El cristiano no puede menos que advertir defectos de conducta
en sus prójimos, pero debe refrenarse de juzgar los motivos y emitir juicios
sobre sus prójimos en la esfera de la relación espiritual de ellos para con
Dios.
Tiempo. Gr. kairós, "ocasión adecuada", "tiempos
oportunos" (ver com. Mar. 1:15). Pablo se refiere al tiempo establecido
por Dios para el juicio. Es posible que los hombres oculten ante sus prójimos
sus verdaderos caracteres, pero en el momento oportuno de Dios, cuando Cristo
vuelva, nada permanecerá oculto, ni aun los pensamientos y propósitos más
cuidadosamente guardados en secreto que se albergan en la mente de los hombres
(ver Sal. 44:21; Ecl. 12:14; 1JT 449; 2JT 37).
Alabanza. Literalmente "la alabanza" (BJ), es decir, la recompensa. En el tiempo cuando los planes y propósitos de los hombres sean revelados, cada obrero de Dios recibirá su justa medida de aprobación. Con confianza podemos esperar que el juez que nunca yerra dará a los justos la medida de alabanza que les corresponda.
Los hombres deben evitar
dar alabanza a los siervos de Dios (ver 1JT 532; PVGM 125-126). Los ministros
de Dios son sólo los instrumentos del Señor, y es él quien los usa para cumplir
sus propósitos; por lo tanto, sólo él debiera ser alabado y ensalzado.
6. Lo he presentado. Las cosas que Pablo ha escrito
acerca de los dirigentes religiosos (cap. 3:5-6, 21-22), las aplica a sí mismo
y a Apolos, quien estaba estrechamente relacionado con el apóstol. Los principios
que él había expuesto son aplicables en términos generales, pero no
universalmente se aplican en la práctica. Pero Pablo y Apolos eran ejemplos de
los ideales presentados. Eso no era verdad en cuanto a los caudillos de los
partidos divisionistas de Corinto.
Pensar. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el
texto: "aprendáis: 'no más allá de lo escrito' ". Esto significaría
que los corintios deben conducirse de acuerdo con las reglas establecidas en la
Palabra de Dios.
Lo que está escrito. Es decir, las instrucciones
generales de las Escrituras, en este caso el AT. En todo lo que se refiere a la
religión, las Sagradas Escrituras deben ser siempre la autoridad final.
Os envanezcáis. Del Gr. fusióÇ,
"inflar", derivado de fúsa, "fuelle"; en su forma
reflexiva, "inflarse", "enorgullecerse". Pablo condena el
orgullo de los que ensalzaban su partido por encima de los otros, o al caudillo
de su partido por encima de los otros caudillos. Los cristianos deben estimar
que están al mismo nivel que los demás, y ninguno debe considerar que otros son
inferiores a él o que merecen desprecio.
7. ¿Quién te distingue? Es decir, ¿consideras que hay
preeminencia en ti?
Que no hayas recibido. Nadie tiene motivos para jactarse,
pues todo lo debe a Dios. Los talentos que posee provienen de Dios, quien da
facultades y sabiduría para que se desarrollen; por lo tanto, ningún maestro
dentro de la iglesia tiene base alguna para enorgullecerse o ensalzarse. Sus
dones y la facultad para que se desarrollen se originan en Dios.
Glorias. Del Gr. kaujáomai, que también significa
"Jactarse", tal como se ha traducido en Rom. 2:23; 11:19; 1 Cor. 1:29;
etc. Desde la entrada del pecado en el mundo ha sido natural que los hombres se
complazcan en gloriarse, especialmente en lo que tiene que ver con sus propias
realizaciones. En esta tendencia están siguiendo el ejemplo de Satanás, el cual
cayó de su elevada posición en el cielo debido a su intolerable orgullo (Isa.
14:12-14; Eze. 28:15,17). El cristiano siempre debe estar en guardia contra
este defecto. Especialmente sutil es la tentación a entregarse al orgullo
espiritual. Únicamente Dios debe ser glorificado y ensalzado (ver Jer. 9:23-24).
8. Saciados. Del Gr. korénnumi, "saciar". Este vocablo
aparece sólo una vez más en el NT, en Hech. 27:38. Esta afirmación es irónica y
también lo son las dos siguientes. El propósito de Pablo era forzar a los
cristianos de Corinto a que reconocieran su verdadera condición, preparando su
mente para que pudieran estar listos a admitir, con espíritu de verdadera
humildad, los consejos y la ayuda de los dirigentes experimentados, como lo era
Pablo. Hay otros ejemplos del uso de la ironía en la Biblia en 1 Rey 18:27; Job
12:2. Los creyentes corintios estaban muy satisfechos con su propio
conocimiento, y no sentían necesidad de nada más. No se daban cuenta de que
podían ser ayudados por Pablo mucho más de lo que ya habían sido ayudados por
otros maestros en Corinto.
Ricos. Pablo continúa con su ironía, pero en una forma
diferente. Dice que los corintios se creían
ricos en cosas espirituales. Cf. Ose.
12:8; Apoc. 3:17.
Sin nosotros. Es decir, sin Pablo y sus colaboradores. Los
creyentes corintios se creían bien calificados para manejar sus vidas con éxito
y para cuidar de los intereses de la iglesia. No habían hecho caso de la
autoridad de Pablo, y suponían que podían seguir adelante con él o sin él.
Reináis. Mejor "comenzasteis a reinar". Con esta
afirmación se llega al clímax de este pasaje irónico. Pablo compara a sus
lectores, llenos de suficiencia propia, con los que han alcanzado la cumbre,
donde no hay nada más encumbrado a lo cual llegar o desear.
Ojalá. Gr. ófelon, palabra usada para expresar un deseo
vano. El resto de este versículo se puede entender de dos maneras: (1) como una
expresión de un ferviente deseo de que el reino de gloria pudiera ser
establecido, cuando todos los redimidos de Dios reinen como reyes y sacerdotes
con Jesús (Apoc. 20:4,6); (2) como una continuación de la ironía de la primera
parte del versículo. Pablo está diciendo: "Ojalá vuestro reinado
imaginario como reyes fuera un hecho real, y pudiéramos unirnos con vosotros en
esa felicidad".
9. Los apóstoles como postreros. Esta figura de lenguaje se
relaciona con el anfiteatro, donde los participantes que eran exhibidos cuando
terminaba el programa, tenían que luchar entre sí hasta que morían o eran
despedazados por las fieras. Para ellos no había escapatoria. Esos juegos
inhumanos se celebraban en muchos lugares del Imperio Romano, y una alusión
como ésta podía entenderse fácilmente. Pablo empleaba con frecuencia ilustraciones
de los juegos (1 Cor. 9:24-26; 15:32; 1 Tim. 6:12; 2 Tim. 4:7-8). Se presenta a
los apóstoles como si hubieran estado reservados para proporcionar la máxima
diversión a los crueles espectadores.
Sentenciados a muerte. Cf. Rom. 8:36; 1 Cor. 15:30-31.
Espectáculo. Gr. théatron, "exhibición",
"espectáculo". Nuestra palabra "teatro" deriva de théatron.
El vocablo se refiere al lugar de diversión o a lo que se exhibe.
Los siervos de Dios que fielmente
testifican para él se convierten en un centro de interés para los habitantes de
este pequeño mundo y del cielo (ver Heb. 10:32-33; 12:1; CRA 76-77). Todo
nuestro mundo es un escenario en el cual se está llevando a cabo el conflicto
entre el pecado y la justicia, la verdad y el error, ante una audiencia
intensamente interesada, compuesta por los habitantes del universo (ver CV
209). El deber de cada creyente es hacer que la luz de la verdad sea vista por
todos aquellos con quienes se relaciona. Si los cristianos comprendieran que
los ojos del universo están enfocados sobre ellos, habría un reavivamiento del
fiel testimonio que caracterizó las vidas de los apóstoles (ver 7T 296).
10. Insensatos. "La palabra de la cruz es
locura a los que se pierden" (cap. 1:18). Debido a que los apóstoles
persistían en presentar la buena nueva de la salvación mediante la sencilla fe
en Jesucristo, eran considerados como estúpidos y tardos de entendimiento; sin
embargo, no se atrevían a mezclar la sabiduría mundana con la sencillez del Evangelio.
Estaban contentos de depender del poder de Dios antes que de la sabiduría de
este mundo (ver Rom. 1:16-17). Los cristianos fieles deben esperar ser mal
comprendidos por el titulado pero esto no debe perturbarlos, pues saben que los
caminos de Dios difieren de los caminos del hombre y, por lo tanto, deben
parecer extraños para el corazón carnal (ver Isa. 55:8-9; Rom. 8:7-8; Sant.
4:4; 1 Juan 2:15-17).
Vosotros prudentes. Pablo habla irónicamente como en
el vers. 8 (ver comentario).
Vosotros fuertes. ¡Qué contraste entre el apóstol
que no confiaba en sí mismo y era humilde y consagrado, que había llegado a la
iglesia de Corinto "con debilidad y mucho temor y temblor" (cap. 2:3),
y los creyentes de Corinto, llenos de confianza propia y arrogantes, que creían
que eran fuertes y sabios en Cristo!
Vosotros honorables. Como pensaban que tenían sabiduría
terrenal y hacían ostentación de sus victorias espirituales, tenían una alta
estima de sí mismos. Los apóstoles, que no llamaban la atención hacia sí mismos
ni hacia sus excelentes cualidades, eran despreciados. El propósito de Pablo
con estos contrastes era destacar la necedad de la lisonja y el ensalzamiento
propios, e inducir a los corintios a que pensaran humildemente de sí mismos y
ensalzaran a Cristo (cf. Mat. 23:12).
11. Hasta esta hora. Estas palabras indican que a
través de su ministerio los apóstoles habían experimentado todas las pruebas
enumeradas en los vers. 11-13. Gozosamente aceptaban todo lo que les sucedía,
pues sabían que estaban siendo usados por Dios para la predicación del
Evangelio y la salvación de los pecadores (ver 1 Tes. 3:3-4, 7-9; 1 Ped. 2:20-21).
Esta tierra maldita por el pecado es el territorio del enemigo, y no debe
esperarse que a los cristianos se les permita vivir vidas libres de
dificultades si son testigos fieles de su Señor y Maestro (ver 2 Tim. 3:12).
Satanás dirige su ira contra los que procuran escapar de sus garras para
refugiarse en Cristo. Esto es particularmente cierto respecto a la iglesia
remanente (Apoc. 12:17).
Desnudos. Es decir, escasamente vestidos (ver com. Mar. 14:52).
Abofeteados. Gr. kolafizÇ, "golpear con el puño",
"maltratar".
Morada fija. "Andamos errantes"(BJ). Los apóstoles
iban de un país a otro y aceptaban la hospitalidad de aquellos entre quienes
trabajaban. No tenían el privilegio de disfrutar de las comodidades de un
hogar. Amaban al Señor y estaban gozosos de ir errabundos por la tierra a fin
de que pudiera avanzar la obra de la predicación del Evangelio. Este es el
espíritu que mueve a todos los verdaderos obreros de la viña del Señor.
12. Nuestras propias manos. Pablo se sostenía con su trabajo
manual aunque había sido llamado por Dios para entregarse al ministerio del
Evangelio (Hech. 18:3; 20:34; 1Tes. 2:9; 2 Tes. 3:8-9).
Nos maldicen, y bendecimos. Los apóstoles ponían en práctica la enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte (Mat. 5:11-12, 44). Cuando eran maltratados no se desquitaban, sino sufrían pacientemente. No sólo se abstenían de vengarse, sino que devolvían bien por mal (ver Hech. 27:33-36). La virtud de soportar los malos tratos pacientemente y de hacer el bien a los que nos persiguen, es un rasgo notable del verdadero cristianismo. Es una evidencia de que el Espíritu Santo rige al individuo (ver Gál. 5:22). Un proceder tal es contrario a la filosofía del mundo, que enseña la defensa de los derechos propios y una inmediata venganza por los perjuicios o desdenes recibidos de otros (ver Mat. 5:38-42).
A los seguidores de Cristo se les enseña que dejen la venganza a
Injusticia de Dios (Deut. 32:35; Sal. 94:1, 4-7, 21-23; Rom. 12:19-21; DMJ
64-65). Hay circunstancias en las cuales no está mal acariciar un sentimiento
de justa indignación, pero es necesario destacar que tales sentimientos sólo
son permitidos cuando uno ve que "Dios es deshonrado y su servicio puesto
en oprobio" (DTG 277). El corazón natural, inconverso, debe ser mantenido
en sujeción sin permitírsela nunca que trate de justificarse (ver DTG 319).
13. Difaman. Gr. dusfeméo, "denigrar",
"calumniar", "difamar".
Rogamos. Gr. parakaléo, vocablo que tiene varios significados
(ver com. Juan 14:16). Aquí quizá signifique "hablar en forma
amigable". Compárese con el uso de parakaléo en Luc. 15:28; Hech. 16:39.
Escoria. Gr. perikátharma, "suciedad que se junta al limpiar algo". El mundo, inspirado por Satanás y cegado por él, mira con odio y disgusto a los fieles testigos de Cristo y los considera como la hez de la tierra (ver Lam. 3:45). Esto era especialmente cierto en el caso de Pablo (ver 2 Cor. 11:23-27).
El Salvador procuró preparar a sus discípulos para semejantes experiencias cuando les advirtió que el mundo no los recibiría bondadosamente sino que los sometería a muchos maltratos (ver Mat. 10:16-18, 21-22, 36; Juan 15:18-19; 3JT 398). No se debe esperar que un mensaje que es diametralmente opuesto a las prácticas del mundo y a los planes y propósitos de Satanás reciba una cordial bienvenida. Si el cristiano encuentra que en todo le va bien, que no es turbado por el adversario, haría bien en comenzar a preguntarse si algo no anda mal en su relación con Dios (ver Luc. 6:26; Juan 15:19).
Pablo se regocija en las tribulaciones (Rom. 5:3; 2 Cor. 7:4). El
sufrir por causa de Cristo regocija al verdadero creyente porque sabe que su
testimonio para Cristo está dando frutos, como lo demuestra el hecho de que
Satanás está airado. Esto no significa que los cristianos deliberadamente deben
provocar la persecución. Debieran evitar dificultades innecesarias, pero de
ninguna manera rehuir el deber por el hecho de que haya obstáculos y pruebas
(ver OE 342-343; DTG 321).
Desecho. Gr. períps'ma, la suciedad que se recoge en el
proceso de limpieza. Es un vocablo sinónimo de perikátharma,
"escoria" (ver "Escoria").
14. Para avergonzamos. Pablo temía que hubiera hablado con demasiada aspereza, y procuraba mitigar sus severas observaciones. Había razón para que los miembros de iglesia de Corinto se avergonzaran debido a sus disputas y luchas de bandos, y por el engreimiento que demostraban atribuyéndose importancia.
Con verdadera cortesía cristiana, Pablo tuvo en cuenta los sentimientos
de ellos, no deseando Hacerles perder su respeto propio. Cuando los que están
en el error son inducidos a ver su pecado, debe tenerse cuidado de que se evite
la pérdida de su respeto propio (ver MC 124-125).
Para amonestaros. También "haceros
recordar" o "exhortaros". Las cosas presentadas en los vers.
7-13 no fueron escritas con un espíritu de áspera severidad para reprochar a
los corintios. No tenían el propósito de desanimarlos, sino de impartirles el
sabio consejo de un padre amante que anhelaba que sus hijos se salvaran del
desastre y que se efectuara una reforma en la iglesia. Un cristiano nunca
debiera reprender a su hermano con el propósito de ponerlo en aprietos y
avergonzarlo (ver Rom. 14:10,13; MC 123). El reproche o admonición debiera
darse con un espíritu de tierna compasión con el que yerta y con el propósito
de ayudarte a que se reoriente poniéndose en armonía con Dios (ver Gál. 6:1-2;
DTG 408; MC. 395). Un ministerio fiel, amante y lleno de simpatía para los que
han tropezado y se han descarriado, tendrá mucho más éxito que la fría
condenación y el reproche insensible (ver Sant. 5:20; 2JT 87-88).
Hijos míos amados. Pablo reclamaba el derecho de
considerar a los creyentes de Corinto como a sus hijos espirituales por quienes
había trabajado. Se dirigía a ellos como un padre que sólo deseaba su bien y no
quería hacerlos sufrir. Todos los pastores subalternos que tienen el mismo
sentir del Pastor Supremo constantemente procuran aliviar los sufrimientos de
las ovejas, vendan sus heridas y mitigan su dolor (ver Sal. 147:3; Isa. 61:1-2;
Juan 10:11).
15. Ayos. Gr. paidagÇgós, "preceptor",
"guardián". El paidagÇgós de una familia griega era el esclavo cuyo
deber consistía en llevar a los niños a la escuela y cuidar de ellos fuera del
horario escolar; no era necesariamente un maestro, sin embargo algunos
enseñaban. Se encargaba esta tarea a hombres de diversas ocupaciones. En
castellano el término "pedagogo" se ha aplicado a los docentes en
general. Como el paidagÇgós era un esclavo, sólo podía ejercer la autoridad que
le delegaba el jefe de la familia, a saber, la de ser guardián de los niños.
Pablo destaca que a pesar de que los corintios pudieran haber tenido muchos
ayos, ninguno de ellos podría haber tenido una relación con los corintios como
la tenía él. Ninguna otra persona pretendía tener autoridad paterna sobre
ellos. Esa era la prerrogativa especial del apóstol. Sólo él tenía derecho de
amonestarles como un padre y de recibir su respeto especial.
Os engendré. Materialmente sólo puede haber un padre; así
también en la iglesia de Corinto sólo podía haber un padre espiritual: el
apóstol Pablo, pues en respuesta a su predicación ellos habían sido inducidos a
abandonar la idolatría y a volverse al Dios viviente (ver Hech. 18:10-11, 18; 1
Cor. 3:6). Él había sido el medio para la conversión de ellos.
16. Me imitéis. Literalmente "imitadores de
mí haceos". Esta es una atrevida declaración en labios de cualquier
ministro cristiano; pero es cierto que todo el que trabaja para Dios debe vivir
una vida que refleje la imagen de, Jesús, de modo que con confianza pueda
exhortar a aquellos para quienes ejerce su ministerio a que sigan su ejemplo.
Es natural que los hijos imiten a sus padres y copien su manera de vivir. Como
los corintios eran los hijos espirituales de Pablo, era lógico que se esperara
que imitaran al apóstol en su relación con Dios. Los hijos copian la conducta
de sus padres, por lo tanto cada ministro siempre debe preocuparse por la
pesada responsabilidad que descansa sobre él de dar el debido ejemplo de una
piadosa manera de vivir ante aquellos a quienes está presentando el Evangelio.
La consagración de Pablo era tan completa, tan sin reservas, que podía decir:
"Vive Cristo en mí" (Gál. 2:20). Esto le daba la seguridad que lo
capacitaba a exhortar para que lo imitaran aquellos a quienes conducía al
Salvador (ver Fil. 3:17; 2 Tes. 3:7). Es cierto que los miembros de la iglesia
deben mirar a Cristo como su ejemplo, pero la humanidad es frágil y las
personas tienden a mirar a sus dirigentes. Esto hace imperativo que los
ministros sean extremadamente cuidadosos en dar un correcto ejemplo a los
hermanos (ver Tito 2:6-8; 1T 446; 2T 336, 548-549).
17. Os he enviado. Los griegos al escribir sus cartas a veces usaban los verbos en tiempo pasado para describir una acción presente, porque cuando la carta era leída ya la acción estaba en el pasado.
Timoteo probablemente estaba en camino (cf. cap. 16:10), pero aún no había
llegado e indudablemente no se esperaba su llegada antes de la carta. La carta
sin duda contribuyó al fin de recomendar a la iglesia que diera la debida
bienvenida al representante del apóstol y prestara atención al consejo y a las
instrucciones de Timoteo como si hubiera sido él mismo.
Timoteo. Timoteo era un fiel colaborador en quien Pablo
confiaba para su obra de cuidar de las iglesias que había establecido (Hech.
16:1; 19:22; Fil. 2:19; 1 Tes. 3:2; 1Tim. 1:2).
Mi hijo amado. Pablo veía en el joven Timoteo a alguien que podía
desarrollarse y convertirse en un útil obrero para Dios; por eso lo eligió para
que fuera su ayudante y uno de sus compañeros de viajes (ver Hech. 16:1-4; 1
Tim. 1:2; HAp 149-150; 164-165; OE 455). El apóstol se había dirigido a los
corintios como a "hijos", literalmente "niños" (1 Cor. 4:14).
Por lo tanto era muy apropiado que enviara como su representante a uno a quien
había engendrado en Cristo mediante su predicación, así como lo habían sido los
corintios. Timoteo, como íntimo compañero de Pablo en sus viajes y en su obra
de evangelización, estaba bien capacitado para repasar las enseñanzas de Pablo
y llamarles la atención a la forma en que vivía el apóstol.
En todas las iglesias. El mensaje de Pablo era el mismo dondequiera que predicaba. No había enseñado a los corintios algo diferente de lo que había enseñado a los efesios o a los bereanos. Su predicación pública y su conducta personal eran las mismas en todas partes.
Anhelaba que la iglesia
de Corinto estuviera en armonía con todas las otras iglesias. Cristo oró para
que hubiera unidad entre sus seguidores (Juan 17:21-23), y la unanimidad
doctrinal contribuye a esta unidad (ver Rom. 15:5-6; 1 Cor. 1:10; Efe. 4:3-6;
Fil. 2:2; 1T 210).
18. Envanecidos. Sustancialmente Pablo está
diciendo: "Debido a que me he demorado en mis planes de visitaros, algunos
de vosotros os habéis hinchado de orgullo creyendo que no me atrevo a llegar a
Corinto. Sin duda creéis que vuestra declaración de lealtad a otros dirigentes
me ha intimidado, y que todo lo que haré será escribir cartas de reprobación y
amonestación". El hecho de que enviara a Timoteo y a Tito (2 Cor. 7:6-7,
14-15) a Corinto quizá influyó para que sus enemigos creyeran que Pablo temía
llegar hasta ellos.
19. Pero iré. Tenía el plan de quedarse hasta después de Pentecostés (cap. 16: 8). En 2 Cor. 1: 23 explica la inesperada demora en su llegada.
Si el Señor quiere. El constante deseo de Pablo era hacer sólo lo que estuviera en armonía con la voluntad de su Maestro. Todos sus planes estaban sometidos a la aprobación divina. Consideraba que el asunto de viajar dependía de la voluntad de Dios, y estaba dispuesto a ir o a quedarse como el Señor se lo indicara (cf. Hech. 18:21; 1 Cor. 16:7; Heb. 6:3). Este es un ejemplo de conducta cristiana que todos deben imitar. Todos nuestros planes deben ser hechos teniendo en cuenta que continuarán o serán puestos a un lado, de acuerdo con la voluntad de Dios (ver Prov. 27:1; Sant. 4:15).
El poder. El apóstol visitaría a Corinto para comprobar el
verdadero poder y no las vanas jactancias de los que confiadamente afirmaban
que él tenía temor de ir. Estas palabras revelan el confiado valor del apóstol,
valor que emanaba del conocimiento de que estaba haciendo la voluntad de Dios y
enseñando la verdad. Los ministros de Dios deben tener esa misma confianza e
intrepidez en el cumplimiento de su deber. Sin tener en cuenta la oposición
individual de un hombre o de un grupo de hombres -dentro o fuera de la
iglesia-, deben cumplir fielmente con su deber (ver Deut. 1:17; Isa. 50:7;
Hech. 5:29).
20. Reino de Dios. En este caso el reino de la
gracia, como en Col. 4:11; etc. (ver com. Mat. 3:2; 4:17; 5:3).
No consiste en palabras. El reino espiritual de Dios en la
tierra no se establece ni se promueve mediante las jactanciosas pretensiones y
las vanas palabras de los hombres. Se necesita más que las confiadas
afirmaciones de autoridad de los que no están dispuestos a ceñirse a la
sencillez del mensaje evangélico, y le añaden su propia interpretación de la
verdad y se ensalzan a sí mismos para ocupar cargos de liderazgo y autoridad
(ver Dan. 7:25; 11:36; 2 Tes. 2:3-4; Apoc. 13:5-6).
Poder. Gr. dúnamis, "fuerza", "poder",
"vigor". "Dinamita" deriva de dúnamis. La iglesia de Dios
está sostenida por el poder del Espíritu Santo que opera en las vidas de los
creyentes completamente consagrados. Todo incremento que haya en la iglesia de
Dios es producido por el poder regenerador del Espíritu Santo (ver Juan 3:5;
16:13). Los dirigentes de la iglesia son guiados por el Espíritu de Dios y
reciben poder del Señor para la sabia administración de su reino en la tierra
(ver Hech. 1:8; 2:17-18; 13:1-4).
21. ¿Qué queréis? Esta es la exhortación de Pablo a
los creyentes indóciles. Revela la repugnancia del apóstol a tomar medidas
severas en su trato con los miembros indóciles de la iglesia de Corinto.
Vara. El símbolo de la severidad paterna. Demuestra que Pablo, como apóstol y como su primer maestro en el Evangelio, comprendía que tenía autoridad para disciplinar a la iglesia rebelde.
La "vara" que
usaría -de ser necesario- sin duda serían sus palabras. Hay ocasiones cuando es
necesario que los siervos de Dios demuestren severidad para corregir a los
miembros indóciles de la iglesia (ver Núm. 16:8-11,26, 28-30; Mat. 18:15-17;
Hech. 5:3-4, 8-9).
Amor. La corrección siempre debe aplicarse con amor,
teniendo en cuenta el bienestar final y la felicidad del que ha errado (cf.
Gál. 6:1-2). Aunque quizá sea necesario proceder con firmeza y severidad para
preservar a la iglesia de confusión y luchas, sin embargo, todo debe ser
mitigado mediante una verdadera consideración de los mejores intereses
espirituales de las personas implicadas. El amor -que tiene como meta los
mejores intereses de los amados- debiera ser la razón fundamental de cada fase
de la vida cristiana y del deber cristiano, pues Dios mismo es la personificación
del amor (1 Juan 4:8,16).
Espíritu de mansedumbre. Es decir, suavemente, con un
espíritu de ternura. Pablo revela ahora que deseaba evitar la necesidad de
emplear una disciplina severa. Esperaba que sus corazones "envanecidos"
se suavizarían y que fácilmente aceptarían su amante consejo para que no le
fuera necesario recurrir a duras medidas disciplinarias.
El apóstol termina esta parte de
la epístola con una anhelante exhortación. En esta sección Pablo ha tratado con
toda franqueza los diversos factores de la situación, y los pone en contraste
con el orgullo y el fingimiento que nublaban la visión espiritual de muchos
miembros de la iglesia de Corinto. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
Vers. 1-7. HAp 223.
11-15. HAp 224, 285.
LOS
SIERVOS DE DIOS HAN DE TRABAJAR JUNTOS, fusionando
sus personalidades en una forma bondadosa y cortés, previniéndose con honra los
unos a los otros. (Rom. 12:10). No debe haber crítica, falta de bondad; no
debe hacerse trizas el trabajo de otros, ni ha de haber distintos
partidos. Cada hombre a quien el Señor ha encomendado su mensaje tiene su
trabajo específico. Cada uno tiene su propia individualidad que no debe
fundirse en la de ningún otro. Sin embargo, cada uno debe trabajar en armonía con
sus hermanos.
EN SU SERVICIO, LOS
OBREROS DE DIOS HAN DE SER ESENCIALMENTE UNO. Ninguno
ha de erigirse en modelo ni debe hablar despectivamente de sus colaboradores o
tratarlos como inferiores. Bajo Dios, cada uno ha de hacer su trabajo
señalado, respetado, amado y animado por los otros obreros. Juntos han de
llevar adelante la obra hasta completarla.
Estos
principios se exponen extensamente en la primera epístola de Pablo a la iglesia
de Corinto.
EL
APÓSTOL SE REFIERE A LOS "MINISTROS DE CRISTO" como
"dispensadores de los misterios de Dios;" y de su trabajo declara:
"Se requiere en los dispensadores, que cada uno sea hallado fiel. Yo en
muy poco tengo el ser juzgado de vosotros, o de juicio humano; y ni aun yo me
juzgo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado;
mas el que me juzga, el Señor es. 224 Así que, no juzguéis
nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual también aclarará lo
oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones: y entonces
cada uno tendrá de Dios la alabanza." (1 Cor. 4:1-5).
Ningún
ser humano ha sido autorizado para juzgar a los diferentes siervos de
Dios. Sólo el Señor es el juez de la obra del hombre, y él dará a cada uno
su justa recompensa.
EL
APÓSTOL, CONTINUANDO, Se Refirió Directamente A Las Comparaciones que
se habían hecho entre sus labores y las de Apolos: "Esto empero, hermanos,
he pasado por ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros; para que en
nosotros aprendáis a no saber más de lo que está escrito, hinchándoos por causa
de otro el uno contra el otro. Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no
hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como sino hubieras
recibido?" (1 Cor. 4:6,7).
PABLO
EXPUSO CLARAMENTE A LA IGLESIA los peligros
y las penurias que él y sus asociados habían soportado pacientemente en su
servicio por Cristo. "Hasta esta hora declaró él, hambreamos, y tenemos
sed, y estamos desnudos, y somos heridos de golpes, y andamos vagabundos; y
trabajamos, obrando con nuestras manos: nos maldicen, y bendecimos: padecemos
persecución, y sufrimos: somos blasfemados, y rogamos: hemos venido a ser como
la hez del mundo, el desecho de todos hasta ahora. No escribo esto para
avergonzaros: mas amonéstoos como a mis hijos amados. Porque aunque tengáis
diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; que en Cristo Jesús yo os
engendré por el evangelio." (1 Cor. 4:11-15).
EL
QUE ENVÍA A LOS OBREROS EVANGÉLICOS como
embajadores suyos es deshonrado cuando se manifiesta entre los oidores una
fuerte adhesión hacia algunos pastores favoritos, al punto de haber mala
voluntad para aceptar las labores de otros maestros. El Señor envía ayuda
a sus hijos, no siempre de acuerdo con el agrado de ellos, sino según la
necesitan; porque los hombres tienen una visión limitada y no pueden discernir
lo que es para 225 su más alto bien.
ES
MUY RARO QUE UN MINISTRO POSEA TODAS LAS CUALIDADES necesarias
para perfeccionar una iglesia según todos los requerimientos del cristianismo;
por lo tanto, Dios a menudo le envía otros pastores, cada uno de los cuales
posee algunas cualidades de que carecían los otros. La
iglesia ha de aceptar con agradecimiento a estos siervos de Cristo, tal como
aceptaría al Maestro mismo. Ha de tratar de sacar todos los beneficios posibles
de la instrucción que de la Palabra de Dios le dé cada ministro.
LAS VERDADES Que Los Siervos De Dios Presenten
Han De Ser Aceptadas Y Apreciadas Con La Mansedumbre Propia De La Humildad,
Pero Ningún Ministro Ha De Ser Idolatrado.
POR
LA GRACIA DE CRISTO, los ministros de
Dios son hechos mensajeros de luz y bendición. Cuando por oración
ferviente y perseverante sean dotados por el Espíritu Santo y avancen cargados
con la preocupación de la salvación de las almas, con sus corazones llenos de
celo por extender los triunfos de la cruz, verán el fruto de sus labores.
REHUSANDO
RESUELTAMENTE desplegar
sabiduría humana o exaltarse a sí mismos, realizarán una obra que soportará los
asaltos de Satanás. Muchas almas se volverán de las tinieblas a la luz, y se
establecerán muchas iglesias. Los hombres se convertirán, no al
instrumento humano, sino a Cristo. El yo se mantendrá oculto; sólo Jesús,
el Hombre del Calvario, aparecerá.
AQUELLOS
QUE TRABAJAN POR CRISTO hoy día pueden revelar las mismas excelencias distintivas
reveladas por los que en el tiempo apostólico proclamaron el Evangelio.
Dios Está Tan Dispuesto A
Dar El Poder A Sus Siervos Hoy Como Estaba Dispuesto A Darlo A Pablo Y Apolos,
A Silas, A Timoteo, A Pedro, A Santiago Y Juan.
EN
EL TIEMPO DE LOS APÓSTOLES había algunas mal inspiradas almas que pretendían
creer en Cristo, pero rehusaban manifestar respeto a sus
embajadores. Declaraban que no seguían al maestro humano, sino que eran
enseñadas directamente por Cristo, sin la ayuda de los ministros del
Evangelio. Eran 226 independientes de espíritu, y no estaban dispuestos a
someterse a la voz de la iglesia. Tales hombres estaban en grave peligro de ser
engañados.
DIOS
HA PUESTO EN LA IGLESIA, como sus ayudadores señalados, hombres de diversos
talentos, para que por la sabiduría combinada de muchos, pueda cumplirse la
voluntad del Espíritu. Los hombres que proceden de acuerdo con sus propios
rasgos fuertes de carácter, y rehúsan llevar el yugo con otros que han tenido
larga experiencia en la obra de Dios, llegarán a cegarse por la confianza
propia y a incapacitarse para discernir entre lo falso y lo verdadero.
NO
ES SEGURO ELEGIR A LOS TALES como dirigentes de la iglesia; porque seguirían su
propio juicio y plan, sin importarles el juicio de sus hermanos. Es fácil
para el enemigo trabajar por medio de aquellos que, necesitando consejo ellos
mismos a cada paso, asumen el cuidado de las almas por su propia fuerza, sin
haber aprendido la humildad de Cristo.
LAS
IMPRESIONES SOLAS NO SON UNA GUÍA SEGURA DEL DEBER. A menudo el enemigo induce
a los hombres a creer que es Dios quien los guía, cuando en realidad están
siguiendo sólo el impulso humano. Pero si vigilamos cuidadosamente, si
consultamos a nuestros hermanos, se hará comprender la voluntad del Señor; porque
la promesa es: "Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los
mansos su carrera." (Sal. 25:9). HAp. 223-226
https://elaguila3008.blogspot.com/2019/04/capitulo-26-apolos-en-corinto.html
LA
UTILIDAD DE LOS HOMBRES JÓVENES que sienten
que son llamados por Dios a predicar, depende mucho de la forma en que 285 empiezan
sus labores. Los que son escogidos por Dios para la obra del ministerio
darán pruebas de su alta vocación, y por todos los medios de que dispongan se
esforzarán para desarrollarse como obreros capaces. Tratarán de adquirir una
experiencia que los haga aptos para planear, organizar y ejecutar. Al apreciar
la santidad de su vocación, llegarán a ser, por la disciplina propia, más y aun
más semejantes al Señor revelando su bondad, amor y verdad. Y mientras
manifiesten fervor en el desarrollo de los talentos a ellos confiados, la
iglesia debe ayudarles juiciosamente.
No todos los que sienten que han sido llamados a predicar, deberían ser animados a depender inmediatamente ellos y sus familias de la iglesia para su continuo sostén financiero. Hay peligro de que algunos, de experiencia limitada, sean echados a perder por la adulación y por el imprudente aliento a esperar pleno sostén, independiente de todo serio esfuerzo de su parte. Los medios dedicados a la extensión de la obra de Dios no deben ser consumidos por hombres que desean predicar solamente para recibir sostén y satisfacer así la egoísta ambición de una vida fácil.
Los
Jóvenes Que Desean Ejercer Sus Dones En La Obra Del Ministerio, Hallarán Una
Lección Útil En El Ejemplo De Pablo En Tesalónica, Corinto, Éfeso Y
Otros Lugares.
Aunque era un orador elocuente y había sido escogido por Dios para hacer una obra especial, nunca desdeñó el trabajo, y nunca se cansó de sacrificarse por la causa que amaba. "Hasta esta hora escribió a los corintios, hambreamos, y tenemos sed, y estamos desnudos, y somos heridos de golpes, y andamos vagabundos; y trabajamos, obrando con nuestras manos; nos maldicen, y bendecimos: padecemos persecución, y sufrimos." (1 Cor. 4:11,12.)
Aunque
era uno de los mayores maestros humanos, Pablo cumplía alegremente los deberes
más humildes tanto como los más sublimes. Cuando en su servicio por el Señor
las circunstancias parecían requerirlo, trabajaba voluntariamente en su 286 oficio.
Sin embargo, siempre se mantuvo dispuesto a abandonar su trabajo secular a fin
de afrontar la oposición de los enemigos del evangelio o aprovechar alguna
oportunidad especial para ganar almas para Jesús. Su celo y laboriosidad
son un reproche contra la indolencia y el deseo de comodidad. HAp.
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/03/capitulo-33-trabajos-y-dificultades-el.html
2. Ed 134; MJ 317; 9T 246
5. CC 22; CS 535, 719; DMJ
106; HAp 61; 1JT 110, 588; PP 405; 2T 626
7. DMJ 52; 2JT 332; MC 123
9. Ed 149. 2.- LA VICTORIA
POR LA FE. El caso de Israel ilustra la verdad de que el hombre "cuál es su pensamiento en su corazón,
tal es él”. * Prov. 23:7. Cuando se encontraban en la frontera de la tierra
de Canaán, los espías, después de recorrerla, presentaron su informe. Perdieron
de vista la belleza y la fertilidad de la tierra, por temor a las dificultades
que presentaría la invasión. Las ciudades rodeadas de altas murallas, los
guerreros gigantescos, los férreos carros de guerra, debilitaron su fe. Al
excluir a Dios, la multitud se hizo eco de la decisión de los espías
incrédulos: "No podremos subir
contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros". *Núm. 13:31.
Sus palabras resultaron ciertas. No pudieron subir y consumieron sus vidas en
el desierto.
Sin embargo, entre los doce que
vieron la tierra, hubo dos que razonaron de otro modo. "Más podremos nosotros que
ellos" *Núm. 13:30, decían, considerando que la promesa de Dios era
superior a los gigantes, las ciudades amuralladas o los carros de hierro. Para
ellos, su palabra era cierta. Aunque compartieron con sus hermanos los cuarenta
años de peregrinación, Caleb y Josué entraron en la tierra prometida., El
primero, tan valiente como cuando salió de Egipto con las huestes del Señor,
pidió y recibió como porción suya la fortaleza de los gigantes. Gracias al poder de Dios, expulsó a los
cananeos. Fue dueño de los viñedos y bosquecillos de olivos que sus pies habían
pisado. Aunque los cobardes y rebeldes perecieron en el desierto, los hombres
de fe comieron las uvas de Escol. 150
No hay verdad que la Biblia presente tan claramente como la del peligro de apartarse, aunque sea una vez, de la justicia, peligro que afecta tanto al culpable de la mala acción como a todos los que están al alcance de su influencia. El ejemplo tiene un poder extraordinario y cuando se pone del lado de las malas tendencias de nuestra naturaleza, su poder llega a ser casi irresistible. ED
11-15. 1T 447
12-13. Ed 64. Moisés no sólo
pensaba en Dios, sino que lo veía. Dios era la visión constante que tenía
delante de sí. Nunca perdía de vista su rostro. Para Moisés la fe no era una
conjetura, sino una realidad. Creía que Dios regía su vida en particular, y lo
reconocía en todos sus detalles. Confiaba en él a fin de obtener fuerza para
resistir todas las tentaciones. 64
Quería obtener el mayor éxito
posible en la obra que se le había asignado, y depositaba toda su confianza en
el poder divino. Sentía su necesidad de ayuda, la pedía, se aferraba a ella por
la fe, y seguía adelante contando con la seguridad de una fuerza sostenedora. Tal
fue la experiencia que adquirió Moisés durante los cuarenta años de educación
en el desierto. La sabiduría infinita no consideró este período como demasiado
largo, ni como demasiado grande el precio que costaba impartir una experiencia
semejante.
Los resultados de esa educación,
de las lecciones allí enseñadas, están ligados, no sólo con la historia de
Israel, sino con todo lo que desde ese día hasta hoy ha resultado para progreso
del mundo. El mayor testimonio dado acerca de la grandeza de Moisés, el juicio
pronunciado sobre su vida por la Inspiración, es: "Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya
conocido Jehová cara a cara". Deut. 34:10.
HAp 240. LAS LABORES DE PABLO EN ÉFESO
TERMINARON. Su ministerio había sido una época de labor incesante, de muchas
pruebas y 240 profunda angustia. Él había enseñado a la gente en público y de
casa en casa, instruyéndola y amonestándola con muchas lágrimas. Había
tenido que hacer frente continuamente a la oposición de los judíos, quienes no
perdían oportunidad para excitar el sentimiento popular contra él.
MIENTRAS BATALLABA
ASÍ contra la oposición, impulsando con celo incansable la obra del Evangelio y
velando por los intereses de una iglesia todavía nueva en la fe, Pablo sentía
en su alma una preocupación por todas las iglesias.
LAS NOTICIAS DE QUE
HABÍA APOSTASÍA en algunas de las iglesias levantadas por él, le causaban profunda
tristeza. Temía que sus esfuerzos en favor de ellas pudieran resultar
inútiles. Pasaba muchas noches de desvelo en oración y ferviente meditación al
conocer los métodos que se empleaban para contrarrestar su trabajo. Cuando
tenía oportunidad y la condición de ellas lo demandaba, escribía a las iglesias
para reprenderlas, aconsejarlas, amonestarlas y animarlas.
EN ESTAS CARTAS, el apóstol no
se explaya en sus propias pruebas; sin embargo, ocasionalmente se vislumbran
sus labores y sufrimientos en la causa de Cristo. Por amor al Evangelio
soportó azotes y prisiones, frío, hambre y sed, peligros en tierra y mar, en la
ciudad y en el desierto, de sus propios compatriotas y de los paganos y los
falsos hermanos. Fue difamado, maldecido, considerado como el desecho de todos,
angustiado, perseguido, atribulado en todo, estuvo en peligros a toda hora,
siempre entregado a la muerte por causa de Jesús.
En medio de la
constante tempestad de oposición, el clamor de los enemigos y la deserción de
los amigos, el intrépido apóstol casi se descorazonaba. Pero miraba hacia
atrás al Calvario, y con nuevo ardor se empeñaba en extender el conocimiento
del Crucificado. No estaba sino hollando la senda manchada de sangre que Cristo
había hollado antes. No quería desistir de la guerra hasta que pudiera
arrojar su armadura a los pies de su Redentor. HAp. 241
3JT 398. Perspectivas De Persecución. Cristo anunció
a sus discípulos lo que les esperaba en su trabajo de evangelización. Sabía
cuáles serían sus sufrimientos, y cuáles las pruebas y tribulaciones que
tendrían que sobrellevar. No quiso ocultarles lo que iba a sucederles, no fuese
que las dificultades, al sobrevenir repentinamente, hiciesen vacilar su fe.
"Desde ahora os lo digo antes que se haga -dice él,- para que cuando se
hiciere, creáis que yo soy." (Juan 13:19.) La prueba, en vez de mimar su
fe, debía afirmarla. Unos a otros debían repetirse: "Nos había dicho que
esto vendría y cómo hacerle frente."
"He aquí -dijo Jesús,- yo os
envío como ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y
sencillos como palomas." "Y seréis aborrecidos de todos por mi
nombre; más el que soportara hasta el fin, éste será salvo." (Mat.
10:16,22.) Cristo fue aborrecido sin
causa. ¿Causará sorpresa que sean aborrecidos los que llevan su señal y le
están sirviendo? Son considerados como
las escorias del mundo. "Más cuando os persiguieron en esta ciudad, huid a
la otra." Dios no quiere que vuestra vida sea sacrificada
inconsideradamente. "De cierto os digo, que no acabaréis de andar todas
las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre." (Mat. 10:23.)
Debe darse al mundo la verdad, una verdad clara, nítida, positiva. Pero debe ser presentada en el espíritu de Cristo. Debemos ser como ovejas en medio de lobos. Perderán preciosas ocasiones de trabajar por el Maestro los que no estén dispuestos, por el amor de Cristo, a conformarse a las reglas de prudencia que él nos recomendó, y a permanecer pacientes, dueños de sí mismos.
El Señor no ha encargado a
su pueblo 399 que injurie a los que traspasan su ley. Nunca debe atacarse a las
demás iglesias. Recordemos que como pueblo al que se confió una verdad sagrada,
hemos sido negligentes y positivamente infieles. La obra ha quedado restringida
a unos pocos centros, cuyos habitantes han acabado por endurecerse contra el
Evangelio. Es difícil hacer impresión en los que han oído tanta presentación de
la verdad y que, no obstante, la han rechazado. . .
De ello sufrimos las
consecuencias ahora. La obra estaría mucho más adelantada hoy si hubiésemos
hecho esfuerzos enérgicos para alcanzar a las personas que, una vez
convertidas, habrían demostrado fielmente lo que la verdad presente puede hacer
para los seres humanos. No es justo que unos pocos centros disfruten de todas
las ventajas mientras que otros quedan descuidados.
Ministerio Hno. Pio
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