2 CORINTIOS 2.
EXPLICACIÓN
DEL CAMBIO EN LOS PLANES DE VIAJE: Vers. (1-4) Después de mostrar la razón
por la cual no los había visitado.
CONSEJO PARA QUE EL OFENSOR INMORAL SE VOLVIERA A CRISTO: (5-9) les aconseja que perdonen y ayuden a la persona separada, (10-11)
como él también la ha perdonado debido a su arrepentimiento.
ANSIEDAD POR TENER NOTICIAS DE CORINTO, Y GOZO POR HABERLAS RECIBIDO: (12-13) Declara por que viajó de Troas a Macedonia, y (14-17) del gran éxito que Dios le ha dado en la predicación del Evangelio en todas partes.
1 ESTO, pues, determiné para
conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. 2 Porque si yo os contristo,
¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé?
3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. 4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.
5 Pero si alguno me ha causado
tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar)
a todos vosotros. 6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 7
así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para
que no sea consumido de demasiada tristeza.
8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. 10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
12 Cuando llegué a Troas para
predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, 13 no
tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así,
despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo
Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su
conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se
salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para
muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es
suficiente? 17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de
Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios,
hablamos en Cristo. (2 Corintios 2).
1. Otra vez. En el griego no es claro si esta expresión se
relaciona con el sustantivo "tristeza" o con el verbo "ir".
La última parte del vers. 1 dice en griego: "Decidí no otra vez en
tristeza a vosotros venir". Si "otra vez" corresponde con
"tristeza", el significado es: "No os haría una segunda visita
penosa".
Según esta interpretación, Pablo
ya había hecho una triste visita a la iglesia de Corinto después de su primera
visita de Hech. 18:1-18. Si "otra vez" se relaciona con
"ir", el significado es: "No deseo que mi segunda visita a
vosotros sea penosa". Según esta interpretación, Pablo no había ido a
Corinto desde su primera visita.
En favor de la opinión de que hubo dos visitas previas, la segunda de las cuales tal vez fue hecha "con tristeza", por lo general se cita 2 Cor. 12:14; 13:1; sin embargo, la construcción de esos pasajes en griego no es concluyente.
En favor de que sólo hubo una visita previa, podría notarse que ni Lucas ni Pablo mencionan o hacen una clara alusión a una segunda visita previa.
No hubo nada triste -en el sentido que se
le da aquí- en la visita de Hech. 18:1-18; y los otros pasajes (Hech. 19:8,10;
20:31) son bastante definidos en cuanto a que no hubo interrupción en el
ministerio de Éfeso -la única vez durante la cual podría haberse hecho una
segunda visita- para un viaje a Corinto. Si hubiese habido una visita tal,
parecería lógico esperar, por lo menos, una mención breve y clara de ella en
Hechos o Corintios.
En 2 Cor. 1:19 Pablo habla de su
primera visita a Corinto como si no hubiera estado allí desde ese tiempo. En el
vers. 15 menciona una visita que desde entonces quiso hacer -pero que parece haber
pospuesto- como una segunda gracia.
En este pasaje (cap. 2:1-4) Pablo
continúa la explicación que comenzó (cap. 1:15) en cuanto a su decisión de no
ir directamente de Éfeso a Corinto. Los
corintios podrían haberse imaginado que Pablo procuraba enseñorearse de ellos
(ver com, cap. 1:24), pero todo ese tiempo estuvo apesadumbrado por los pecados
de ellos y por su frialdad hacia él. El único pensamiento del apóstol era el
bienestar de los corintios, como individuos y como iglesia.
2. Si yo os contristo. Pablo estaba apenado por los
males que abundaban en la iglesia, y sin duda su carta anterior de reproche
había entristecido a los miembros de corazón sincero, pero había disgustado a
otros (cf. cap. 10:9-10). En tales circunstancias una segunda visita habría
sido penosa para él y para ellos, y se hubieran comunicado mutuamente su
tristeza. Pero si su carta cumplía su primer propósito, otra visita iba a
resultar mutuamente gozosa.
3. Esto mismo. Gr. tóuto autó, que podría traducirse como
"esta misma cosa", también, "por esta misma razón". Pablo
había escrito esa carta previa de reproche y admonición con la esperanza de que
la misma podría efectuar una reforma (ver com. vers. 2).
Os escribí. Quizá Pablo se refiere a 1 Corintios, aunque tal
vez a la carta mencionada en 1 Cor. 5:9. No son convincentes las razones por
las que se afirma que el contexto de este pasaje (2 Cor. 2:3-4) y el del cap.
7:8-12 eliminan la posibilidad de que haya una referencia a 1 Corintios (ver p.
818; 1 Cor. 3 a 6).
Me debiera gozar. El gozo supremo de Pablo era ver
que hombres y mujeres experimentaran el nuevo nacimiento y crecieran en Cristo.
Su gozo dependía del estado de la salud espiritual de ellos. No podía sentirse
feliz mientras estuvieran débiles o abatidos. La obra del ministerio evangélico
es proporcionar gozo y no pesar. Cristo deseaba que su propio gozo se reflejara
en los corazones y en las vidas de sus discípulos (Juan 17:13).
En vosotros todos. Pablo creía que lo que le
proporcionaba gozo a él también lo proporcionaría a ellos.
4. Angustia. Gr. sunoj', "pena", "angustia";
literalmente, "un mantener juntos", es decir un estado de
tensión. La idea es que el corazón
parece estar bajo una gran presión que produce dolor.
Os escribí. Ver com. vers. 3.
Muchas lágrimas. Pablo había reprendido duramente
a los corintios y había aplicado una severa disciplina, no con ira sino con
dolor. Cristo lloraba debido al intenso anhelo que sentía por los suyos (Mat.
23:37-38). La reprensión que tiene el propósito de rescatar al descarriado nunca
debe hacerse con aspereza o con una actitud despótico, sino con gran ternura y
compasión. Pablo estaba movido por un valor sin límites ante el peligro, la
persecución y la muerte; pero lloraba cuando se sentía obligado a censurar a sus
hermanos en Cristo (Hech. 20:31; Fil. 3:18).
El éxito en el trato con los pecadores no se logra mediante duras censuras, usando de mofa o sarcasmo, o divulgando sus pecados. Lo que esas ásperas armas no pueden lograr quizá pueda alcanzarse con afectuoso interés, con muchas lágrimas.
El desventurado espectáculo de un miembro de iglesia que cae en el pecado, despierta angustia y congoja en cada verdadero seguidor de Cristo. Un interés piadoso y un amor semejante al de Cristo unen a la iglesia e impiden diferencias de opiniones en cuanto a los que son disciplinados. El ministerio necesita hombres que no disimulen o excusen el pecado, ni rehuyan reprender el mal (cf. Eze. 9:4). Son hombres que a medida que se ocupan valientemente del mal en la iglesia, están apremiados por el amor de Cristo (2 Cor. 5:14). En un sentido especial son reparadores "de portillos" y restauradores "de calzadas para habitar" (Isa. 58:12; cf Heb. 13:7,17).
Pasar por alto el pecado no es
nunca una demostración de amor. El amor a veces necesita ser severo. El amor en
la iglesia no significa demostrar compasión y paciencia con los obstinados en
perjuicio de la integridad de la iglesia o la seguridad de los otros miembros.
Considerar el amor como algo que siempre es necesariamente suave, es identificarlo
con debilidad y falta de iniciativa, de vigor y de valor.
El amor del ministro por sus
feligreses significa más que un sentimiento de tierna emoción por ellos;
significa también una continua actitud de preocupación por su bienestar, gozo
en su crecimiento espiritual, pesar por sus pecados, un liderazgo vigoroso y
firme, y valor a toda prueba cuando el enemigo de las almas procura esparcir la
grey. Pablo, como ministro del Evangelio eterno, estaba preparado para pasar
por cualquier clase de sufrimientos, aun hasta el sacrificio de su vida por la
salvación de otros. En su amor no había nada de debilidad o blanda
condescendencia.
Ni Jesús ni Pablo cubrieron su
amor con un sentimentalismo enfermizo. Ambos revelaban continuamente capacidad
para vencer en nobles y difíciles propósitos, y demostraban que tenían vigor
para vencer el mal en cualquier forma en que se presentara para atacar a la
iglesia. Ver com. Mat. 5:43-44.
Supieseis . . . el amor. El propósito de Pablo al escribir
no era causar dolor, sino expresar, de ser posible, el ardiente amor que lo
guiaba en todas sus relaciones con los corintios (ver com. cap. 5:14). Si
primero podían comprender que todo lo que él decía era pronunciado con amor,
tanto mejor podrían aprovechar el mensaje.
5. Causado tristeza. Hay diversidad de opiniones en
cuanto a si Pablo se refiere aquí a la persona incestuoso de 1 Cor. 5:1, o al
cabecilla de los que se oponían al apóstol. No son concluyentes las razones en
que se apoyan ambas suposiciones. Sin embargo, debido a que no hay una
referencia específica en las Escrituras al cabecilla -como la hay a la persona
incestuosa-, este Comentario se inclinara a creer que Pablo se refiere al
incestuoso.
Parece que desde la primera
epístola este caso de inmoralidad había sido el problema más agudo en la
iglesia corintia. La situación se había agravado porque se había tolerado
abiertamente al ofensor, y porque por un tiempo y obstinadamente nadie quiso
ocuparse eficazmente de él. Sin embargo, este pasa e (2 Cor. 2:5-11) revela que
para entonces la iglesia había obrado de acuerdo con las instrucciones de Pablo
apartando de su seno al culpable. Este proceder evidentemente había llevado al
ofensor a un genuino arrepentimiento, por lo cual Pablo aconseja que sea
restaurado y reintegrado a la iglesia.
El método de Pablo para tratar a
un miembro extraviado proporciona un magnífico ejemplo para los casos similares
en todo tiempo y lugar. La firmeza de Pablo y su severidad con ese hombre
mientras permanecía en el pecado, fueron sustituidas por una gran ternura una
vez que se arrepintió. Entonces Pablo procuró mitigar el peso de culpabilidad y
condenación del hombre arrepentido, y trató de que recuperara el favor de sus
hermanos en Cristo. Ni una sola vez lo menciona por nombre, aunque repetidas
veces se refiere a él (vers. 7). No hay una innecesaria repetición de los
pecados del culpable, lo que heriría sus sentimientos. Su nombre lo conoce hoy sólo Dios.
Este es el espíritu y el método de Cristo al tratar con casos semejantes.
(ver Juan 8:10-11; com. Mat. 18:1-35).
¡Cuán diferente de aquellos casos en que se propagan los nombres de los
pecadores y así se abruma con deshonra y dolor innecesario! Cuando hay genuino
arrepentimiento debe darse por terminada la dificultad sin más referencias al
episodio, y aceptarse de todo corazón a la persona perdonada.
No me la ha causado a mí. Ningún motivo personal había
estado implicado en las severas medidas recomendadas por Pablo. Su tristeza se
debía al dolor y a la vergüenza que había sufrido la iglesia.
Sino en cierto modo. La última parte del versículo
podría traducirse así: "Sino en cierta medida a todos vosotros, para que
yo no sea demasiado severo [para con el pecador arrepentido]". El pecado
no era tanto contra Pablo como contra toda la iglesia de Corinto.
Exagerar. Gr. epibaréÇ, poner una carga encima. Ahora que el
caso había quedado resuelto, deliberadamente Pablo evitaba herir al pecador
dando la apariencia de que exageraba la ofensa.
6. Le basta. El propósito de la disciplina de la iglesia había sido
logrado: el culpable se había arrepentido, y había llegado el momento de que
recuperara la confianza y la comunión de sus hermanos. La disciplina cristiana
es una obra de amor, no de venganza. Su propósito no es desquitarse, sino
restaurar. Deben mantenerse en alto los mandamientos de Dios y el orden de la
iglesia. Se debe proteger a los otros miembros de la iglesia así como el buen
nombre de ella, pero hasta donde sea posible también se debe inducir al pecador
al arrepentimiento. Debe servir como una advertencia para otros posibles
transgresores y como un medio para que no se repita la falta.
Reprensión. O "castigo" (BJ), lo que implica una
merecida sanción.
Por muchos. Es decir, por la mayoría. La iglesia había llevado
a cabo la recomendación de Pablo en este caso, pero la decisión no había sido
unánime. La minoría opuesta sin duda incluía a algunos que tendían a ser más
liberales en asuntos morales, a miembros del bando judaizante y a unos pocos
que se sintieron agraviados porque Pablo intervenía en el caso.
Todos ellos desafiabais la
autoridad del apóstol o ponían objeciones a un castigo tan severo. La
disciplina que corrige, en contraste con la disciplina punitiva, requiere
paciencia y comprensión. En este caso se había convertido en responsabilidad de
toda la iglesia (ver 1 Cor. 12:20-27). Pablo podría haber tomado la oposición
de la minoría disidente como una ofensa personal y haber respondido a sus
calumnias y críticas con un espíritu de amargura y venganza pero no lo hizo.
7. Así que, al contrario. Después de que el cirujano hace
la incisión y cumple con su deber, sutura la herida y procura que el paciente
recobre la salud. El pecador de Corinto se había visto privado del compañerismo
cristiano de la mayoría de los miembros de la iglesia; pero una vez que se
arrepintió, una medida disciplinaria posterior habría tenido un carácter de
venganza y de castigo que lo hubiera impulsado a desanimarse y a actuar en
contra de su lealtad a sus nuevos propósitos.
Consolarle. El perdón no era suficiente. La iglesia debía
recibir a este pecador que volvía al redil como Dios acepta al pecador
arrepentido. La falta debe ser perdonada y olvidada. El deber de la iglesia es
tratar con bondad a todo el que verdaderamente se ha arrepentido (ver com. Luc.
15:7; Efe. 4:32).
Consumido. O "abrumado", como si se estuviera
ahogando. "Hundido" (BJ); "devorado" (BC). Una desgracia o
un dolor excesivos con frecuencia se comparan con una inundación (Sal. 69:1;
124:2-5; Isa. 8:7-8). Solemos hablar de que estarnos abrumados de dolor o que
el pesar nos sofoca. Pablo estaba genuinamente preocupado por el alma del
arrepentido. Los miembros de la iglesia no debían manifestarle rechazo
prolongado ni desdén, para que el dolor excesivo no lo abrumara e impulsara a
volver al pecado.
8. Confirméis. Gr. kuróÇ, "ratificar", "confirmar",
"reafirmar" (cf Gál. 3:15). Era un término legal usado para dar
validez a un convenio. Aquí significa ratificar o confirmar mediante un decreto
o acuerdo de la iglesia (ver com, Mat. 18:18). Esta, mediante una acción tomada
en conjunto, debía revocar su acuerdo anterior y recibir de nuevo a ese hombre
en su seno. La medida disciplinaría se había cumplido mediante un acuerdo
formal de parte de la iglesia, y el regreso del pecador arrepentido a la
feligresía no debía ser menos público y oficial. El hombre debía tener la plena
seguridad del apoyo moral de sus hermanos de la iglesia. De ese modo no podría
levantarse en el futuro ninguna duda en cuanto a la validez de su retorno a la
comunión de la iglesia.
9. Os escribí. Ver com. vers. 3.
La prueba. Otra razón para que Pablo diera instrucciones
acerca de ese pecador en su epístola anterior, era su deseo de poner a prueba
la obediencia y lealtad de los miembros de iglesia. Los acontecimientos habían
demostrado que eran leales. Habían estado a la altura de la prueba al tratar
fielmente con el pecado en la iglesia; sin embargo, esa prueba no significaba
tanto obediencia a la autoridad de Pablo Como a la de Cristo. se sometían a
Pablo como apóstol, un representante directo de Jesucristo, a uno de quien dijo
el Señor: "El que a vosotros oye, a mí me oye" (Luc. 10:16).
10. Al que vosotros perdonáis. Debido a que la iglesia corintia
había demostrado plenamente su lealtad a los principios, Pablo se une ahora con
sus miembros en el voto de confianza propuesto. Reconoce plenamente la
autoridad de la iglesia, que depende de Cristo, para tratar con sus propios
problemas (ver Mat. 16:19; 18:17-18; Juan 20:23). Cristo ha delegado autoridad
a la iglesia en su conjunto, cuando actúa bajo la dirección y la presidencia,
por así decirlo, del Espíritu Santo.
Varios eruditos han notado que
éste es el único caso específico registrado en el NT en el que se ve en función
la autoridad eclesiástica de retener y remitir pecados, y que aquí ese poder es
ejercido por Pablo y no por Pedro. Este poder fue dado por Cristo a los
apóstoles colectivamente y como representantes de la iglesia cristiana (Juan
20:23).
Presencia de Cristo. No hay ninguna base para llegar a
la conclusión de que el apóstol o la iglesia tenían poder para liberar al
hombre de la responsabilidad de su pecado ante Dios. Sólo Dios podía hacerlo
(Mar. 2:7-11). si se había arrepentido sinceramente, Dios ya lo había perdonado
de acuerdo con su promesa en Jer. 31:34, 1Juan 1:9. El voto de Pablo en favor
del perdón era sólo el reconocimiento humano de que Dios ya lo había perdonado
(ver com. Mat. 16:19). Dios ha autorizado a sus representantes en la tierra
para asegurar el perdón del cielo a toda alma arrepentida.
11. Para que Satanás no gane. Pablo había instruido a los
corintios a que entregaran al pecador "a Satanás" (1 Cor. 5:4-5) con
el propósito de que finalmente se salvara.
Pero si la iglesia no perdonaba ni recibía de nuevo en su seno al
pecador arrepentido, Satanás todavía podría salir ganando. Sale ganando no sólo
cuando induce a la gente al pecado, sino también cuando no perdonamos a os
arrepentidos.
Maquinaciones. O "propósitos" (BJ, NC). Satanás procura
contrariamente dañar y destruir las almas. Sus ardides se dirigen especialmente
contra la iglesia y contra los que quieren seguir a Cristo. A veces triunfa
pervirtiendo aun los mejores y más puros planes y esfuerzos de las personas y
de la iglesia Cuando se pierde de vista la salvación del individuo, los
corazones se amargan o caen en la desesperación y la iglesia es perjudicada por
luchas y divisiones.
Las trampas de Satanás funcionan
cuando hay un celo apresurado y extraviado en los miembros de iglesia, cuando
hay pretensiones ásperas y rígidas de perfección, cuando hay un espíritu
crítico y duro, cuando aparece una fría indiferencia ante la suerte de los
hombres, cuando se diezman la menta, el eneldo y el comino, pero se pasa por
alto lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe (Mat.
23:23). Entonces el carácter de Dios es calumniado e incomprendido; se deshonra
su causa y se perjudica gravemente el nombre de la iglesia.
En el caso del hermano que peca,
el cristiano no trata simplemente con un error de juicio y de conducta, sino
con un enemigo personal (ver com. Mat. 4:1). Un demonio fue el que tentó a
nuestro Señor en el desierto (Mat. 4:1-11).
Pablo había sido abofeteado Por
"un mensajero de Satanás" (2 Cor. 12:7), y sabía por experiencia
propia la clase de adversario que tenía que enfrentar. Reconocía al diablo por
lo que es. Su clara percepción espiritual penetraba el disfraz usado por
Satanás, y lo venció con la espada del Espíritu, la Palabra de Dios (Efe.
6:16-17; 1 Juan 2:14). La victoria sobre nuestro adversario se conquista
siguiendo el consejo de vestirnos "de toda la armadura de Dios, para
que" podamos "estar firmes contra las asechanzas del diablo"
(Ele. 6:11). Compárese con CS 570.
12. Llegué a Troas. Los vers. 12 y 13 revelan el
profundo afecto personal de Pablo por los creyentes corintios y su interés
inalterable en el bienestar de ellos. Había enviado a Tito a Corinto
evidentemente para que trabajara en favor de la restauración de la armonía
entre los corintios, y para que le llevara un informe completo de cómo habían
recibido su carta de amonestación (cf. HAp 260).
Parece que habían convenido en
encontrarse en Troas, pero sin duda Tito no había podido cumplir con esa cita.
Pablo fue abrumado por la ansiedad al imaginarse que lo que temía en cuanto a
la iglesia de Corinto se había cumplido. Esta condición mental le impidió
trabajar con eficacia en Troas. Acerca de la ciudad de Troas y la visita previa
de Pablo a ella, ver coro. Hech. 16:8-11. Pablo visitó de nuevo a Troas al
regresar de Corinto en viaje a Jerusalén (Hech. 20; 6-12), y también después de
haber sido liberado de su primer encarcelamiento en Roma (ver com. 2 Tim. 4:13).
El evangelio de Cristo. Es decir, el Evangelio que
proviene de Cristo. Al salir de Efeso, Pablo había intentado dedicar mucho
tiempo a la obra de evangelización en Troas.
Puerta. Es evidente que la predicación de Pablo en Troas obtuvo una pronta respuesta. El símbolo de una puerta para representar una oportunidad también aparece en 1 Cor. 16:9 (ver com. Apoc. 3:8).
La divina providencia había abierto muchas puertas para
Pablo, incluso la puerta para escapar de la muerte (ver 2 Cor. 1:8-10).
Pablo veía la mano de Dios en la
luz y en la oscuridad, cuando había buen tiempo y durante la tormenta. Vio
inclusive la mano de Dios que transformaba para su buen propósito el "aguijón"
de su "carne" (cap. 12:7). El cristiano siempre debe estar alerta a
fin de distinguir las providencias de Dios en su camino; para ello ha de velar
con fervor, esperar con paciencia, obedecer prontamente y regocijarse con
agradecimiento.
13. No tuve reposo. La preocupación de Pablo continuó hasta que finalmente se encontró con Tito en Macedonia. Tan abrumadora era su ansiedad, que no pudo detenerse para predicar en Troas, a pesar de que las perspectivas eran brillantes. Esto demuestra el intenso interés personal que Pablo tenía en sus conversos. No se registra otro caso en que Pablo se hubiera alejado de una puerta abierta. El obrero que tiene más éxito para el Señor no siempre está por encima de profundas emociones que pueden perturbarle e imposibilitarle para continuar su obra durante un tiempo. Mientras la obra en Corinto sufriera una crisis, Pablo no podía ni reposar ni concentrar sus facultades en otras actividades.
Para Macedonia. Macedonia quedaba en el camino a
Corinto, y Pablo podía esperar encontrarse allí con Tito antes que en Troas.
14. A Dios gracias. La ansiedad incontenible de Pablo
es sustituida por un gozo exuberante cuando llega a Macedonia y se encuentra
con Tito. Comienza aquí Pablo una larga exposición de los motivos y del poder
espiritual del ministerio evangélico, tal como se ejemplificaban en su propia
vida. Este es el tema de su carta hasta el cap. 7:4. Ningún pasaje de las Escrituras
presenta una descripción tan ferviente y apasionada de las experiencias más
íntimas de un verdadero embajador de Cristo (cf. cap. 5:20).
Nos lleva . . . en triunfo. Gr. thriambéuÇ,
"triunfar", es decir, celebrar un triunfo o presidir en una procesión
triunfal. Este es el sentido con que Pablo usa este verbo en Col. 2:15 y el que
siempre se le da en los papiros. Su traducción es, pues, correcta: "nos
lleva siempre en triunfo".
Pablo y sus colaboradores no son
los que triunfan, sino que ellos, como cautivos del Señor Jesucristo, son
conducidos por él en una procesión triunfal a medida que van por el mundo
proclamando el Evangelio como ejemplos vivientes del triunfo de Cristo sobre
las potestades de las tinieblas (Col. 2:15).
ThriambéuÇ se relaciona con thríambos,
un himno que se cantaba en los desfiles con que se celebraban las grandes
victorias militares. El famoso "triunfo romano" era conferido por el
senado de Roma a los generales triunfantes para celebrar alguna victoria o
campaña militar de renombre. El general victorioso recibía la bienvenida de los
funcionarios gubernamentales en las puertas de la ciudad imperial, donde
comenzaba la marcha triunfal.
Primero venían los senadores,
precedidos por un conjunto de magistrados; después de los senadores desfilaban
los trompeteros que anunciaban que se aproximaba el vencedor; luego seguía una
larga procesión de carrozas cargadas con los despojos de la guerra, de los
cuales se exhibían especialmente los artículos de gran valor, exotismo o
belleza. También había toros y bueyes blancos destinados al sacrificio, y aquí
y allá los portadores de incienso agitaban sus insensatos para perfumar el
ambiente.
Con frecuencia aparecían en el
desfile leones, tigres, elefantes y otros extraños animales de los países conquistados.
A continuación marchaban los reyes, príncipes o generales cautivos y un largo
desfile de prisioneros de menor jerarquía, atados y engrillados.
Por último venía el gran vencedor
de pie en una espléndida carroza. Sobre la cabeza llevaba una corona de
laureles o de oro. En una mano sostenía una rama de laurel, emblema de la
victoria, y en la otra su bastón de mando en serial de autoridad. Detrás de él
marchaban muchos de los que habían combatido bajo sus órdenes -oficiales,
jinetes, soldados-, cada uno sosteniendo en alto una lanza adornada con ramas
de laurel. El desfile continuaba a través de las calles atestadas, a lo largo
de la Vía Sacra, pasando por el arco del triunfo, y llegando a la colina del
Capitolio. Allí se detenía, y algunos de los cautivos eran ejecutados a sangre
fría o encarcelados para esperar la muerte en el Coliseo. Otros, considerados
dignos de perdón, eran liberados. Se ofrecían sacrificios de animales a los
dioses Romanos, y comenzaba el festín triunfal.
Pablo describe a Cristo
como a un gran vencedor que precede a los vencidos en un desfile triunfal. Si bien se esperaría que el
apóstol, sus colaboradores y todos los que fueron ganados para Cristo por ellos
fueran los soldados del general victorioso, según el griego son los cautivos
del gran desfile triunfal de Dios. Esto parecería ser una paradoja. Pablo no
habla de sí mismo como del comandante vencedor del ejército de Dios, sino da a
Dios toda la gloria.
Para Pablo el ser conducido en triunfo como un trofeo de la gracia divina, concuerda con su acostumbrada actitud y sus sentimientos (1 Cor. 4:9-10; 2 Cor. 4:10: 11:23; Col. 1:24).
Aquí
destaca cómo Dios lo usó en su exitoso evangelismo. Dios está llevándolo al
triunfo, así como a sus colaboradores.
El Evangelio estaba ganando
victorias y triunfos por doquiera, como los que habían sido obtenidos en la
iglesia corintia. Todos los verdaderos cristianos son esclavos de Dios (Rom. 6:16),
trofeos de la victoriosa campaña del Redentor contra el pecado.
Ver a Pablo como a un cautivo
encadenado a la carroza de Cristo, era ver lo que Cristo podía hacer por los
malvados. Dios lo estaba conduciendo por el mundo a través de altibajos, como
un empleo del poder vencedor divino y de su gracia incomparable.
La victoria más la victoria sobre
el pecado mediante el poder de Cristo. El que vence a los enemigos espirituales
y morales del alma, logra un triunfo mucho más grandioso que el que vence a un
ejército enemigo en el campo de batalla (cf.
Prov. 16:32).
En todo lugar. Es decir, dondequiera Pablo había estado. Menos de
35 años después de la crucifixión, el Evangelio había sido extensamente
predicado por todo el mundo mediterráneo (Hech. 19:10, 26- 27; Rom. 1:8; 15:18-19).
Olor. "Buen olor" (BJ); "fragancia"
(BC); "aroma" (NC). Es decir,
la fragancia esparcida por los portadores de incienso a lo largo de la ruta del
desfile. Nubes de incienso se elevaban de los altares que estaban a lo largo
del camino, de los incensarios y de los templos abiertos. Toda la ciudad se
llenaba con el humo de los sacrificios y la fragancia de las flores y del
incienso. Pablo se ve a sí mismo como un portador de incienso en el desfile
triunfal de Cristo.
Conocimiento. En el texto griego este vocablo está en aposición
de "olor". De ese modo el conocimiento de Cristo se convierte en la
fragancia de la cual habla Pablo. Por medio del ministerio de Pablo y el de sus
colaboradores y de Injusticia de Cristo manifestada en las vidas de sus
seguidores, ese olor espiritual se hacía sentir en todo lugar, en la iglesia de
Corinto y, en realidad, en toda Acaya.
15. Grato olor. Gr. euÇdía, vocablo formado de
dos palabras que significan "buen" y "olor". EuÇdía se usa
para personas o cosas que agradan a Dios (Efe. 5:2; Fil. 4:18). En la LXX se
usa para el incienso del tabernáculo (Exo. 29:18; Lev. 1:9; 2:2; etc.).
Pablo todavía está pensando en el
aroma del incienso en las calles de Roma durante un desfile triunfal; pero la
figura cambia un poco, En 2 Cor 2:14 el olor representa el conocimiento de
Dios, difundido mediante representantes humanos.
En el vers. 15 Pablo y sus
colaboradores constituyen el aroma de Cristo. Cristo es el medio principal a
través del cual Dios difunde el conocimiento que viene de lo alto. Pablo y sus
colaboradores son el medio secundario, los cuales se vuelven u no con Cristo,
el cual vive en ellos (Gál. 2:20) y manifiesta por medio de ellos la fragancia
de las cosas espirituales.
Los que se salvan. Mejor "los que están siendo
salvados". Los que son salvados lo son por la gracia de Cristo; los que se
pierden son personalmente responsables por su propia perdición.
Volvamos a la figura del triunfo
romano. Algunos de los que marchaban en el desfile estaban en camino a ser
ejecutados, otros a ser liberados o a triunfar.
Ambos grupos respiraban el perfume mientras marchaban. Para unos era el
recordativo de la muerte; para los otros, de la vida. Así sucede también con el
Evangelio. Para los que lo aceptan se convierte en una garantía de un futuro
feliz; pero para los que lo rechazan, en una advertencia de muerte.
La predicación del Evangelio
nunca deja a un hombre en el mismo estado en que lo encontró: o lo conduce a la
vida eterna, o lo endurece de modo tal que rechaza esa vida (ver com. vers.
16). Subyuga o endurece, separa o reconcilia. El Evangelio no cambia, siempre
es el "poder de Dios para salvación" (Rom. 1:16); pero los que lo
rechazan son condenados por él (ver com. Mat. 7:21-27; Mar 16:16; Juan 3:17-21).
El que vino para ser la piedra angular de las vidas de los hombres, se
convierte en una "piedra de tropiezo" para los que lo rechazan (1
Ped. 2:8).
16. A éstos. Cristo es vida o muerte para los hombres cuando lo
aceptan o lo rechazan. Y así es
inevitablemente porque él es la única y exclusiva fuente de vida. Una vez que
el hombre se ha enfrentado con la verdad tal como es en Cristo, le es imposible
dejar de hacer una decisión. Este contraste entre el efecto salvador que debe
ejercer el Evangelio y su efecto opuesto de condenación, es presentado con
frecuencia en el NT (Juan 3:19; 15:22; 1 Cor. 1:18, 23-24).
El sol, que imparte vida a un
árbol plantado en buena tierra, lo descompone y destruye si es arrancado y
queda expuesto en la superficie del terreno. La luz del sol derrite la cera,
pero endurece la arcilla. La diferencia está en las sustancias. Así también
sucede con los corazones humanos, algunos son ablandados, otros endurecidos:
todo depende de la respuesta individual al Evangelio.
¿Quién es suficiente? Es obvia la respuesta negativa a
esta pregunta. Pablo comprende la solemnidad de la responsabilidad que recae sobre
él por la salvación de los hombres. Este sentido de responsabilidad era un
factor importante para el éxito del apóstol. Esto fue lo que hizo que se
sintiera tan profundamente preocupado por la situación en Corinto (ver com.
vers. 13). Un sentimiento de preocupación tal emana de un profundo sentido de
la importancia de la obra y del valor de las almas. El ministro que
verdaderamente cree en las verdades de la Palabra de Dios -particularmente las
que se refieren a la proximidad del fin del tiempo-, no puede ser indiferente
para con los hombres y las mujeres que se pierden.
El ministro del Evangelio es
responsable por la forma como vive, por lo que predica y por la fiel
presentación de su mensaje. La responsabilidad de ser embajador de Dios
sobrepasa cualquier otra vocación. El embajador de Cristo puede esperar ser
"suficiente" para estas cosas, sólo cuando es un templo viviente del
mensaje que predica, sólo si vive continuamente relacionado con Aquel a quien representa.
17. Muchos. Gr. "los muchos", es decir los
adversarios de Pablo. Sin duda una gran cantidad de miembros de la iglesia de
Corinto habían llegado a la conclusión de que "la mayoría" (BJ) no
podía estar equivocada. Para ellos la única pregunta importante era: ¿Cuál es
el lado de la mayoría?
Que medran. "Comerciantes", "mercachifles",
"traficantes". "Que negocian" (BJ); "que
trafican" (NC). Esta palabra siempre se usa en sentido despectivo. Se usaba, por ejemplo, para un revendedor de
vino o vinatero, que adulteraba el vino añadiéndole agua o haciendo una mezcla
de calidad inferior para aumentar su ganancia. También llegó a usarse en un
sentido intelectual. Platón la usaba para los filósofos que, según él,
adulteraban la verdadera filosofía.
Pablo ahora habla de los que
adulteran la Palabra de Dios o la usan engañosamente. La mayoría en Corinto
eran como fraudulentos taberneros e inescrupulosos revendedores de vino, que
propagaban un Evangelio corrompido con teorías y tradiciones humanas. Según
Apoc. 17:2, la iglesia apóstata hace que los habitantes de la tierra beban el
vino de su fornicación, que es el vino de doctrinas adulteradas y falsas.
Los falsos maestros se satisfacen
con la falsificación, con un sustituto de calidad inferior, con una obediencia
superficial, con tratar de alcanzar la justificación por las obras, Venden la
Palabra para beneficiarse, a un precio bajo de sacrificio personal de parte del
que compra. Con frecuencia en las Escrituras se hace alusión a los métodos y
las prácticas de tales mercachifles de la religión (Isa. 50:11; 2 Cor.
10:12-13; 11:13-15; 2 Tim. 4:3; 2 Ped. 2:1-18).
Un hombre corrompe la Palabra de
Dios citando la considera principalmente como un medio de ganarse la vida,
cuando atenúa ya sea su bondad o su severidad, cuando hace más fáciles los
elevados principios que ella impone a los cristianos, o cuando predica de sí
mismo, su inteligencia o sus propios conocimientos. Pone así la Palabra a su
servicio y no se coloca a sí mismo al servicio de la Palabra.
Con sinceridad. El ministro evangélico de éxito
sabe íntimamente que Dios lo ha enviado, conoce a fondo que Dios lo ve, sabe
muy bien que el Espíritu de Cristo habita en él. El verdadero predicador está
libre de todo egoísmo, de toda duplicidad e hipocresía, de todo motivo mercenario,
de todo anhelo de popularidad y fama. Predica la Palabra teniendo a Cristo como
centro de ella. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
4. HAp 243. Por Entonces Llegaron A Éfeso algunos
miembros de la casa de Cloé, familia cristiana de excelente reputación en
Corinto. Pablo les preguntó en cuanto al estado de las cosas, y ellos le 243 dijeron
que la iglesia estaba desgarrada por divisiones. Las disensiones que
habían prevalecido en el tiempo de la visita de Apolos habían aumentado
grandemente.
ALGUNOS
FALSOS MAESTROS estaban induciendo a los
miembros a despreciar las instrucciones de Pablo. Las doctrinas y los ritos del
Evangelio habían sido pervertidos. El orgullo, la idolatría, y la sensualidad
estaban creciendo constantemente entre aquellos que habían sido una vez celosos
en la vida cristiana.
Cuando
se le presentó este cuadro, Pablo vio que sus peores temores se realizaban con
creces. Pero no por eso dio rienda suelta al pensamiento de que su trabajo
había sido un fracaso. Con "angustia del corazón" y "con muchas
lágrimas," pidió consejo a Dios. De buena gana hubiera visitado en seguida
a Corinto, si éste hubiera sido el proceder más sabio.
PERO
SABÍA QUE EN LA CONDICIÓN en que
estaban entonces, los creyentes no serían beneficiados por sus labores, y por
lo tanto envió a Tito a fin de que preparara el terreno para una visita suya
ulterior. Entonces, dejando de lado todo sentimiento personal sobre el
proceder de aquellos cuya conducta revelaba tan extraña perversidad, y
conservando su alma apoyada en Dios, el apóstol escribió a la iglesia de
Corinto una de las más ricas, más instructivas, más poderosas de todas sus
cartas.
CON
NOTABLE CLARIDAD Procedió A Contestar Las Diversas Preguntas Que Le Hizo La
Iglesia, y a sentar principios generales que, si los
seguían, los conducirían a un plano espiritual más elevado. Ellos estaban
en peligro, y él no podía soportar el pensamiento de que dejara de alcanzar sus
corazones en ese tiempo crítico. Les advirtió fielmente de sus peligros y
los reprendió por sus pecados. Les señaló de nuevo a Cristo, y trató de
despertar nuevamente el fervor de su primera devoción.
EL
GRAN AMOR DEL APÓSTOL a los creyentes corintios se reveló en su tierno saludo a
la iglesia. Se refirió a lo que habían experimentado al
volverse de la idolatría al culto y servicio del Dios verdadero. Les
recordó los dones del Espíritu Santo que habían recibido, y les mostró que era
privilegio de ellos progresar 244 continuamente en la vida
cristiana hasta alcanzar la pureza y la santidad de Cristo.
11. 1JT 103. Podemos negarle
en nuestro aspecto exterior, conformándonos al mundo, o mediante un porte
orgulloso o atavíos costosos. Únicamente por la vigilancia constante y tenaz y
la oración perseverante y casi incesante podremos manifestar en nuestra vida el
carácter de Cristo y la influencia santificadora de la verdad. Muchos ahuyentan
a Cristo de sus familias por abrigar un espíritu impaciente y apasionado. Los
tales deben vencerse en este respecto.
Me fue presentado el actual
debilitamiento de la familia humana. Cada generación se ha estado debilitando
más y la enfermedad, bajo todas sus formas, aflige a la especie humana. Miles
de pobres mortales, con cuerpos enfermizos, deformados, con nervios destrozados
y mentes sombrías, arrastran una mísera existencia. El poder de Satanás sobre
la familia humana aumenta. Si el Señor no viniese pronto a quebrantar su poder,
la tierra quedaría despoblada antes de mucho.
Se me reveló que el poder de
Satanás se ejerce especialmente sobre los hijos de Dios. Muchos me fueron
presentados en una condición de duda y desesperación. Las enfermedades del
cuerpo afectan la mente. Un enemigo astuto y poderoso acompaña nuestros pasos,
y dedica su fuerza y habilidad a tratar de apartarnos del camino recto. Y
demasiado a menudo sucede que los hijos de Dios no están en guardia y por lo
tanto, ignoran sus designios. Satanás obra por los medios que mejor le permiten
ocultarse, y a menudo alcanza su objeto.
*404. HERMANOS MÍOS, Dios os llama,
como seguidores suyos, a andar en la luz. Tenéis que alarmaros. El pecado está
entre nosotros, y no se reconoce su carácter excesivamente pecaminoso. Los
sentidos de muchos están embotados por la complacencia del apetito y por la
familiaridad con el pecado. Necesitamos acercarnos más al Cielo. Podemos crecer
en gracia y en el conocimiento de la verdad. El andar en la luz, corriendo en
el camino de los mandamientos de Dios, no da la idea de que podemos permanecer
quietos sin hacer nada. Debemos avanzar.
En el amor al yo, la exaltación
propia y el orgullo, hay gran debilidad; pero en la humildad hay gran
fuerza. Nuestra verdadera dignidad no se
mantiene cuando más pensamos en nosotros mismos, sino cuando Dios está en todos
nuestros pensamientos, y en nuestro corazón arde el amor hacia nuestro Redentor
y hacia nuestros semejantes. La sencillez de carácter y la humildad de corazón
darán felicidad, mientras que el engreimiento producirá descontento, murmuraciones
y continua desilusión. Lo que nos infundirá fuerza divina será aprender a
pensar menos en nosotros mismos y más en hacer felices a los demás.
En medio de nuestra separación de
Dios, nuestro orgullo y tinieblas, estamos tratando constantemente de elevarnos
a nosotros mismos, y nos olvidamos de que el ánimo humilde es poder. La fuerza
de nuestro Salvador no residía en un gran despliegue de palabras agudas que
penetraran hasta el alma; era su amabilidad y sus modales sencillos y sin
afectación lo que le conquistaba los corazones. El orgullo y la importancia
propia, cuando se comparan con la humildad y la sencillez, son ciertamente una
debilidad. Se nos invita a aprender de Aquel que era manso y humilde de
corazón; entonces experimentaremos el descanso y la paz que tan deseables
resultan. 405
12-13. HAp 260. Desde Éfeso, Pablo Emprendió Otra Gira Misionera, durante
la cual esperaba visitar una vez más los escenarios de sus anteriores labores
en Europa. Deteniéndose por un tiempo en Troas, para predicar "el
evangelio de Cristo," encontró algunos que estaban dispuestos a escuchar
su mensaje.
"Me
fue abierta puerta en el Señor," declaró más tarde respecto a sus
labores en ese lugar. Pero a pesar del éxito de sus esfuerzos en Troas, no
podía permanecer mucho tiempo allí. "La solicitud de todas las
iglesias," y particularmente de la iglesia de Corinto, pesaba
sobre su corazón.
HABÍA
ESPERADO ENCONTRARSE CON TITO EN TROAS, y
enterarse por él de cómo habían sido recibidas las palabras de consejo y
reprensión enviadas a los hermanos corintios; pero se chasqueó. "No
tuve reposo en mi espíritu -escribió concerniente a este incidente, por no
haber hallado a Tito, mi hermano." Partió de Troas, y cruzó a Macedonia,
donde, en la ciudad de Filipos, encontró a Timoteo.
DURANTE
ESTE TIEMPO DE ANSIEDAD concerniente
a la iglesia de Corinto, Pablo esperaba lo mejor; sin embargo, a veces se le
llenaba el alma de sentimientos de profunda tristeza, por temor a que sus
consejos y amonestaciones fuesen mal comprendidos.
"NINGÚN
REPOSO tuvo nuestra carne escribió más tarde; antes, en todo fuimos
atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro, temores. Mas Dios, que
consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito." Este
fiel mensajero le trajo las alegres nuevas de que se había realizado un maravilloso
cambio entre los creyentes corintios. Muchos habían aceptado la
instrucción de la carta de 261 Pablo, y se habían arrepentido
de sus pecados. La vida que ahora llevaban no era ya un oprobio para el
cristianismo, sino que ejercía una poderosa influencia en favor de la piedad
práctica.
LLENO
DE GOZO, EL APÓSTOL ENVIÓ OTRA CARTA A LOS CREYENTES CORINTIOS, expresando
la alegría de su corazón por la buena obra realizada entre ellos: "Porque
aunque os contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí." Cuando
estaba torturado por el temor de que sus palabras fueran despreciadas, había
lamentado a veces haber escrito tan decidida y severamente. "Ahora me gozo
continuó, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis
contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios,
para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor
que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que
arrepentirse."
Ese
arrepentimiento producido por la influencia de la gracia divina en el corazón,
induce a la confesión y al abandono del pecado. Tales fueron los primeros
frutos que el apóstol declaró que se habían visto en la vida de los creyentes
corintios. "¡Cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun
enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo!"
14-16. HAp 262. Por Algún Tiempo, Pablo
había sentido honda preocupación por las iglesias, una preocupación tan pesada
que apenas podía soportarla. Algunos falsos maestros habían tratado de
destruir su influencia entre los creyentes y de introducir sus propias
doctrinas en lugar de la verdad evangélica. Las perplejidades y
desalientos con que Pablo estaba rodeado se revelan en las palabras:
"Sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas, de tal manera que
estuviésemos en duda de la vida."
PERO
AHORA SE HABÍA QUITADO UNA CAUSA DE ANSIEDAD. Al
oír las buenas nuevas de la aceptación de su carta a los corintios, Pablo
prorrumpió en palabras de regocijo: "Bendito sea el Dios y Padre
del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación,
el cual nos consuela en todas nuestras 262 tribulaciones, para
que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia,
con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios. Porque de la
manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también
por el mismo Cristo nuestra consolación. Más si somos atribulados, es por
vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas
aflicciones que nosotros también padecemos: o si somos consolados, es por
vuestra consolación y salud; y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando
ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la
consolación."
AL
EXPRESAR SU GOZO POR LA RECONVERSIÓN y el
crecimiento de ellos en la gracia, Pablo atribuye a Dios toda la alabanza por
esa transformación del corazón y la vida. "Más a Dios gracias exclamó,
el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús, y manifiesta el olor de su
conocimiento por nosotros en todo lugar. Porque para Dios somos buen olor
de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden."
ERA
COSTUMBRE de entonces que un general victorioso en la
guerra trajera consigo al volver una caravana de cautivos. En esas
ocasiones se señalaban personas que llevaban incienso, y mientras el ejército
regresaba triunfalmente, el fragante olor era para los cautivos condenados a
muerte, un sabor de muerte, que mostraba que estaba próximo el tiempo de su
ejecución; pero para los prisioneros que habían obtenido el favor del
conquistador, y cuyas vidas iban a ser perdonadas, era un sabor de vida, por
cuanto mostraba que su libertad estaba cerca.
PABLO
ESTABA AHORA LLENO DE FE Y ESPERANZA. Sentía que
Satanás no había de triunfar sobre la obra de Dios en Corinto, y con palabras
de alabanza exhaló la gratitud de su corazón. Él y sus colaboradores
habrían de celebrar su victoria sobre los enemigos de Cristo y la verdad
avanzando con nuevo celo para extender el conocimiento del Salvador. Como el
incienso, la fragancia del Evangelio habría de difundirse por el
mundo. Para aquellos que aceptaran a Cristo, el mensaje sería un
sabor 263 de vida para vida; pero para aquellos que
persistieran en la incredulidad, un sabor de muerte para muerte.
16. HAp 202. Pero Los Judíos De Corinto cerraron
sus ojos a la evidencia tan claramente presentada por el apóstol, y rehusaron
escuchar sus llamamientos. El mismo espíritu que los había inducido a rechazar
a Cristo, los llenó de ira y furia contra su siervo, y si Dios no le hubiera
protegido especialmente, para que continuase llevando el mensaje evangélico a
los gentiles, le habrían ultimado. "Mas contradiciendo y blasfemando
ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea
sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los Gentiles.
Y PARTIENDO DE ALLÍ, entró en casa
de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la
sinagoga." Silas y Timoteo "vinieron de Macedonia" para ayudar a
Pablo, y juntos trabajaron por los gentiles. A los paganos, tanto como a los
judíos, Pablo y sus compañeros predicaron a Cristo como el Salvador de la
humanidad caída.
EVITANDO
RAZONAMIENTOS COMPLICADOS Y REBUSCADOS, los mensajeros de la cruz se
espaciaron en los atributos del Creador del mundo, supremo Gobernante del
universo. Con corazones rebosantes de amor hacia Dios y su Hijo, invitaron a
los paganos a contemplar el infinito sacrificio hecho en favor del hombre.
Sabían que si aquellos que habían andado mucho tiempo a tientas en las
tinieblas del paganismo pudieran tan sólo ver la luz que irradiaba de la cruz
del Calvario, serían atraídos al Redentor. "Y yo, si fuere levantado de la
tierra, a todos traeré a mí mismo," había declarado el Salvador. (Juan
12:32).
LOS OBREROS
EVANGÉLICOS DE CORINTO comprendían los terribles peligros que amenazaban a las
almas de aquellos por quienes trabajaban; y con conciencia de la
responsabilidad que descansaba sobre ellos, presentaban la verdad como es en
Jesús.
CLARO, SENCILLO Y
DECIDIDO ERA SU MENSAJE: sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Y no
sólo en sus palabras, sino en su vida diaria, se revelaba el Evangelio. Los
ángeles cooperaban con ellos, y la gracia y el poder de Dios se manifestaban en
la conversión de muchos. "Crispo, el prepósito de la sinagoga, 203 creyó al Señor
con toda su casa; y muchos de los Corintios oyendo creían, y eran
bautizados."
EL ODIO Con Que Los
Judíos Habían Considerado Siempre A Los Apóstoles Se Intensificó Ahora.
HAp 297, 338, 406, 440.
*PVGM 220. JUAN EL BAUTISTA vino
predicando la verdad, y mediante su predicación los pecadores quedaban
convictos y convertidos. Estos habían de entrar en el reino de los
cielos antes que aquellos que en su justicia propia resistían la solemne
amonestación. Los publicanos y rameras eran ignorantes, pero estos
hombres instruidos conocían el camino de la verdad. Sin embargo,
rehusaban caminar en la senda que va al Paraíso de Dios. La verdad
que debiera haber sido para ellos un sabor de vida para vida, se convirtió en
un sabor de muerte para muerte. Los pecadores manifiestos que se
menospreciaban a sí mismos, habían recibido el bautismo de las manos de Juan;
pero estos maestros eran hipócritas. Su corazón obstinado era el
obstáculo para que recibieran la verdad. Resistían la convicción del
Espíritu de Dios. Rehusaban obedecer los mandamientos de Dios.
CRISTO NO LES
DIJO: NO PODÉIS ENTRAR EN EL REINO DE LOS CIELOS;
sino que les mostró que el obstáculo que les impedía entrar era creado por
ellos mismos. La puerta estaba todavía abierta para esos dirigentes
judíos. Se les extendía todavía la invitación. Cristo
anhelaba verlos convictos y convertidos.
LOS SACERDOTES Y
ANCIANOS DE ISRAEL pasaban su vida en
ceremonias religiosas, a las cuales consideraban demasiado sagradas para
asociarías con los negocios seculares. Por consiguiente se esperaba
que sus vidas fueran enteramente religiosas. Pero realizaban sus
ceremonias para ser vistos de los hombres, para que el mundo los considerara
piadosos y devotos. Mientras pretendían obedecer, rehusaban prestar obediencia
a Dios. No eran hacedores de la verdad que profesaban enseñar.
*239. El
Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás mostrando
los resultados de la obediencia a los principios rectos. Esos
principios se han de manifestar en el cristiano individualmente, en la familia,
en la iglesia, y en cada institución establecida para el servicio de
Dios. Todos éstos 239 han de ser símbolos de lo que se puede hacer para
el mundo. Han de ser representaciones del poder salvador de las verdades del
Evangelio. Todos son agentes en el cumplimiento del gran propósito de
Dios para la especie humana.
LOS DIRIGENTES
JUDÍOS CONSIDERABAN CON ORGULLO SU MAGNÍFICO TEMPLO Y LOS IMPONENTES RITOS DE
SUS SERVICIOS RELIGIOSOS; pero les faltaba
la justicia, la misericordia y el amor de Dios. La gloria del templo, el
esplendor de sus servicios, no podían recomendarlos a Dios; pues no le ofrecían
lo único que es de valor a su vista. No le presentaban el sacrificio de
un espíritu humilde y contrito. Cuando los principios vitales del reino
de Dios se pierden, las ceremonias se aumentan y se hacen extravagantes.
CUANDO SE DESCUIDA LA EDIFICACIÓN DEL CARÁCTER, cuando faltan los adornos del alma,
cuando se pierde de vista la sencillez de la piedad, entonces el orgullo y el
amor a la ostentación demandan magníficos templos, espléndidos adornos, y
ceremonias imponentes. En todo esto no se honra a Dios.
Una religión a la moda que consiste en
ceremonias, exterioridades y ostentación, no es aceptable ante él. Los
servicios de tal religión, no obtienen respuesta de los mensajeros celestiales.
LA IGLESIA ES MUY
PRECIOSA A LA VISTA DE DIOS. El la aquilata,
no por sus ventajas externas, sino por la sincera piedad que la distingue del
mundo. La estima de acuerdo con el crecimiento de los miembros en el
conocimiento de Cristo, de acuerdo con su progreso en la vida espiritual.
Cristo anhela recibir de su viña el fruto de santidad y abnegación. Busca
los principios de amor y bondad. Toda la belleza del arte no puede
compararse con la belleza del temperamento y del carácter que se han de revelar
en los que son representantes de Cristo. La atmósfera de la gracia que
rodea el alma del creyente, el Espíritu Santo que trabaja en la mente y el
corazón, son los que hacen de él un sabor de vida para vida, y permiten que
Dios bendiga su obra.
*245. El Pecado Del Mundo De Hoy Día Es El Mismo Que Acarreó La Destrucción De
Israel. La
ingratitud a Dios, el descuido de las oportunidades y bendiciones, el
aprovechamiento egoísta de los dones de Dios: todo esto estaba comprendido en
el pecado que hizo caer la ira sobre Israel. Estos males están trayendo
la ruina al mundo actual.
LAS LÁGRIMAS QUE CRISTO
DERRAMÓ SOBRE EL MONTE DE LAS OLIVAS al
contemplar la ciudad escogida, no lo derramó solamente por Jerusalén. En
la suerte de esta ciudad, él contempló la destrucción del mundo. "¡Si
también tú conocieses, a lo menos en éste tu día lo que toca a tu paz! mas
ahora está encubierto a tus ojos".*Lucas 19:42.
"EN ÉSTE TU
DÍA". El día
está llegando a su fin. Casi ha 244 terminado el tiempo de misericordia y
privilegios. Se están reuniendo las nubes de venganza. Los que han
rechazado la gracia de Dios, están por ser envueltos en una ruina súbita e
irreparable.
Sin embargo, el mundo duerme. Sus
habitantes no conocen el tiempo de su visitación.
¿DÓNDE SE HA DE
ENCONTRAR LA IGLESIA EN ESTA CRISIS? ¿Están cumpliendo sus miembros con las
demandas de Dios? ¿Están cumpliendo la comisión divina y presentando el
carácter de Dios al mundo? ¿Están llamando con insistencia la atención de sus
prójimos al último misericordioso mensaje de amonestación?
LOS HOMBRES
ESTÁN EN PELIGRO. LAS MULTITUDES PERECEN.
¡Pero cuán pocos de los profesos seguidores de Cristo sienten anhelo por esas
almas! El destino de un mundo se halla en juego en la balanza; pero esto
apenas si conmueve a los que pretenden creer las verdades más abarcantes que
jamás hayan sido dadas a los mortales. Hay falta de aquel amor que indujo
a Cristo a abandonar su hogar celestial y tomar la naturaleza humana a fin de
que la humanidad pudiera tocar a la humanidad, y llevarla a la divinidad.
Hay Un Estupor, Una Parálisis Sobre El Pueblo De
Dios, Que Le Impide Entender El Deber De La Hora.
CUANDO LOS
ISRAELITAS ENTRARON EN CANAÁN, NO CUMPLIERON EL PROPÓSITO DE DIOS DE POSEER
TODA LA TIERRA. Después de hacer una
conquista parcial, se establecieron para disfrutar de los resultados de sus
victorias. En su incredulidad y amor a la comodidad, se congregaron en
las porciones ya conquistadas en vez de proseguir y ocupar nuevos
territorios. Así comenzaron a apartarse de Dios. Al no cumplir el
propósito divino, hicieron imposible que Dios cumpliera su promesa de
bendecirlos.
¿NO ESTÁ
HACIENDO LO MISMO LA IGLESIA DE HOY? Teniendo
ante ellos a todo el mundo necesitado del Evangelio, los profesos cristianos se
congregan donde puedan gozar de los privilegios evangélicos. No sienten
245 la necesidad de ocupar nuevos territorios, llevando el mensaje de salvación
a las regiones remotas.
Rehúsan
cumplir el mandato de Cristo: "Id por todo el mundo; predicad el
Evangelio a toda criatura".*Marcos 16:15. ¿Son menos culpables de
lo que fue la iglesia judía?
LOS PROFESOS
SEGUIDORES DE CRISTO ESTÁN SIENDO PROBADOS ante el universo celestial; pero la
frialdad de su celo y la debilidad de sus esfuerzos en el servicio de Dios los
señalaba como infieles. Si lo que están haciendo fuera lo máximo que
pueden hacer, no caería la condenación sobre ellos; pero si su corazón
estuviera ocupado en la obra, podrían hacer mucho más.
ELLOS
SABEN, Y EL MUNDO TAMBIÉN LO SABE, que han perdido en gran medida el espíritu
de abnegación y sacrificio.
Hay
muchos frente a cuyos nombres se encontrará escrito en los libros del cielo lo
siguiente: No son productores, sino consumidores. Muchos de los que llevan el
nombre de Cristo, oscurecen su gloria, velan su belleza, lo privan de su honor.
Hay muchos
cuyos nombres están en los libros de la iglesia, pero que no están bajo el
dominio de Cristo. No hacen caso de sus instrucciones ni cumplen con su
obra. De aquí que están bajo el dominio del enemigo. No están
haciendo un bien positivo; por lo tanto, están realizando un daño
incalculable. Debido a que su influencia no es un sabor de vida para
vida, es un sabor de muerte para muerte.
El
Señor dice: "¿No había de hacer visitación sobre esto?"*Jer.
5:9. Por cuanto los hijos de Israel no cumplieron con el propósito de
Dios, fueron puestos a un lado, y el Señor extiende su invitación a
otros. Si éstos también son infieles, ¿no serán rechazados de la misma
forma?
*271-272, 275. Mediante
un esfuerzo diligente todos pueden adquirir la habilidad de leer
inteligiblemente y hablar en un tono de voz fuerte, claro, sonoro, de un modo
distinto e impresionante. Haciendo esto podemos aumentar grandemente nuestra
eficiencia como obreros de Cristo. 271
Todo
cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de
Cristo; por lo tanto debiera procurar la perfección en el habla. Debiera
presentar la Palabra de Dios de un modo que la recomendara a sus oyentes. Dios
no desea que sus intermediarios sean incultos. No es su voluntad que el hombre
rebaje o degrade la corriente celestial qué fluye por medio de él al mundo.
Debiéramos
mirar a Jesús, el modelo perfecto; debiéramos orar por la ayuda del Espíritu
Santo, y con su fuerza tratar de educar todo órgano para hacer una obra
perfecta.
Esto
es especialmente cierto con respecto a aquellos que son llamados al ministerio
público. Todo ministro y todo maestro debe recordar que está dando a
la gente un mensaje que encierra intereses eternos. La verdad que prediquen los
juzgará en el gran día del ajuste final de cuentas. Y en el caso de
algunas almas, el modo en que se presente el mensaje, determinará su recepción
o rechazamiento. Entonces, háblese la palabra de tal manera que despierte el
entendimiento e impresione el corazón. Lenta, distinta y solemnemente debiera
hablarse la palabra, y con todo el fervor que su importancia requiere.
La
debida cultura y el uso de la facultad del habla es parte de todo ramo de
servicio cristiano; entra en la vida familiar y en toda nuestra relación mutua.
Hemos de acostumbrarnos a hablar en tonos agradables, a usar un lenguaje puro y
correcto, y palabras bondadosas y corteses. Las palabras dulces, amables, son
como el rocío y la suave lluvia para el alma.
La
Escritura dice de Cristo que la gracia
fue derramada en sus labios, para que pudiera "hablar en sazón
palabra al cansado". *Salmos 45:2; Isa. 50:4. Y el Señor nos
insta: "Sea vuestra palabra siempre con gracia", "para
que dé gracia a los oyentes". *Col. 4:6; Efes. 4:29.
Al
tratar de corregir o reformar a otros, debiéramos cuidar nuestras palabras.
Ellas serán un sabor de vida para 272 vida o de muerte para muerte. Al dar
reprensiones o consejos, muchos se permiten un lenguaje mordaz y severo,
palabras no apropiadas para sanar el alma herida. Por estas expresiones
imprudentes se crea un espíritu receloso, y a menudo los que yerran son
incitados a la rebelión. Todos los que defienden los principios de verdad
necesitan recibir el celestial aceite del amor. En toda circunstancia la
reprensión debe ser hecha con amor. Entonces nuestras palabras reformarán, sin exasperar.
Cristo proporcionará por medio de su Espíritu Santo la fuerza y el poder. Esta
es su obra.
No
debiera pronunciarse imprudentemente ninguna palabra. Ninguna conversación
maliciosa, ninguna charla frívola, ninguna expresión de descontento o insinuación
impura escapará de los labios del que sigue a Cristo. El apóstol Pablo, al
escribir inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Ninguna palabra
torpe salga de vuestra boca".* Efes. 4:29. Esto quiere significar
no sólo palabras viles, sino cualquier expresión contraria a los santos
principios y a la pura e inmaculada religión. Incluye las sugestiones impuras y
las ocultas insinuaciones al mal. A menos que éstas sean resistidas
inmediatamente, conducirán a pecados mayores.
Sobre
cada familia, sobre cada cristiano individual, descansa el deber de cerrar el
camino a las conversaciones impuras. Cuando estamos en compañía de aquellos que
se permiten una conversación frívola, es nuestro deber cambiar, si es posible,
el tema. Con la ayuda de la gracia de Dios debiéramos tranquilamente dejar caer
una palabra o introducir un tema que cambie el giro de la conversación hacia un
cauce provechoso.
Es
obra de los padres inculcar en sus hijos la costumbre de hablar correctamente.
La mejor escuela para obtener esta cultura es el hogar. Desde sus tempranos
años se debiera enseñar a los niños a hablar respetuosa y amablemente con sus
padres y unos con otros. Debe enseñárseles que solamente 273 palabras amables,
veraces y puras debieran traspasar sus labios. Sean los padres mismos alumnos
diarios en la escuela de Cristo. Entonces, por precepto y ejemplo, pueden
enseñar a sus hijos el uso de toda "palabra sana e
irreprensible". Tito 2:8. Este es uno de sus deberes mayores y que
implica más responsabilidad.
Como
seguidores, de Cristo hemos de hacer que nuestras palabras sean motivo de ayuda
y ánimo mutuos en la vida cristiana. Necesitamos hablar mucho más de lo que
solemos de los capítulos preciosos de nuestra experiencia. Debiéramos hablar de
la misericordia y la amante bondad de Dios, de la incomparable profundidad del
amor del Salvador. Nuestras palabras debieran ser palabras de alabanza y
agradecimiento. Si la mente y el corazón están llenos del amor de Dios, éste se
revelará en la conversación. No será un asunto difícil impartir aquello que
forma parte de nuestra vida espiritual. Los grandes pensamientos, las nobles
aspiraciones, las claras percepciones de la verdad, los propósitos altruistas,
los anhelos de piedad y santidad, llevarán fruto en palabras que revelarán el
carácter del tesoro del corazón. Cuando Cristo sea así revelado por nuestras
palabras, éstas poseerán poder para ganar almas para él.
Hemos
de hablar de Cristo a aquellos que no lo conocen. Hemos de obrar como lo hizo
Cristo. Doquiera él estuviera: en la sinagoga, junto al camino, en,
un bote algo alejado de tierra, en el banquete del fariseo o en la mesa del
publicano, hablaba a las gentes de las cosas concernientes a la vida superior.
Relacionaba la naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria con las palabras
de verdad. Los corazones de sus oyentes eran atraídos hacia él; porque él había
sanado a sus enfermos, había consolado a los afligidos, y tomando a sus niños
en sus brazos, los había bendecido. Cuando él abría los labios para hablar, la
atención se concentraba en él, y cada palabra era para algún alma sabor de vida
para vida. 274
Así
debe ser con nosotros. Doquiera estemos, hemos de procurar
aprovechar las oportunidades que se nos presenten para hablar a otros del
Salvador. Si seguimos el ejemplo de Cristo en hacer bien, los corazones se nos
abrirán como se le abrían a él. No bruscamente, sino con tacto impulsado por el
amor divino, podremos hablarles de Aquel que es "señalado entre
diez mil", y "todo él codiciable".*Cantares 5:10,16. Esta
es la obra suprema en la cual podemos emplear el talento del habla. Dicho
talento nos ha sido dado para que podamos presentar a Cristo como el Salvador
que perdona el pecado.
LA INFLUENCIA. La vida de Cristo era
de una influencia siempre creciente, sin límites; una influencia que lo ligaba
a Dios y a toda la familia humana. Por medio de Cristo, Dios ha investido al
hombre de una influencia que le hace imposible vivir para sí. Estamos
individualmente vinculados con nuestros semejantes, somos una parte del gran
todo de Dios y nos hallamos bajo obligaciones mutuas. Ningún hombre
puede ser independiente de sus prójimos, pues el bienestar de cada uno afecta a
los demás. Es el propósito de Dios que cada uno se sienta necesario para el
bienestar de los otros y trate de promover su felicidad.
Cada
alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede estar
cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y endulzada
por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del
descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un
pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionarnos queda, consciente
o inconscientemente, afectada por la atmósfera que nos rodea.
Es
ésta una responsabilidad de la que no nos podemos librar. Nuestras palabras,
nuestros actos, nuestro vestido, nuestra conducta, hasta la expresión de
nuestro rostro, tienen influencias. De la impresión así hecha dependen
resultados 275 para bien o para mal, que ningún hombre puede medir. Cada impulso
impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha. Es un
eslabón de la larga cadena de los acontecimientos humanos, que se extiende
hasta no sabemos dónde. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar
buenos principios, les damos poder para hacer el bien. Ellos a su vez ejercen
la misma influencia sobre otros, y éstos sobre otros más. De este modo, miles
pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente.
Arrojad
una piedrecita al lago, y se formará una onda y otra y otra, y a medida que
crecen éstas, el círculo se agranda hasta que llega a la costa misma. Lo mismo
ocurre con nuestra influencia. Más allá del alcance de nuestro
conocimiento o dominio, obra en otros como una bendición o una maldición.
El
carácter es poder. El testimonio silencioso
de una vida sincera, abnegada y piadosa, tiene una influencia casi
irresistible. Al revelar en nuestra propia vida el carácter de Cristo,
cooperamos con él en la obra de salvar almas. Solamente revelando en nuestra
vida su carácter, podemos cooperar con él. Y cuanto más amplia es la esfera de
nuestra influencia, mayor bien podemos hacer.
Cuando
los que profesan servir a Dios sigan el ejemplo de Cristo practicando los
principios de la ley en su vida diaria; cuando cada acto dé testimonio de que
aman a Dios más que todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos, entonces
la iglesia tendrá poder para conmover al mundo.
Pero
nunca ha de olvidarse que la influencia no ejerce menos poder para el mal.
Perder la propia alma es algo terrible, pero ser la causa de la pérdida de
otras almas es más terrible aún. Resulta terrible pensar que nuestra influencia
pueda ser un sabor de muerte para muerte; no obstante es posible. Muchos de los
que profesan recoger con Cristo están alejando a otros de él. Por esto la
iglesia es 276 tan débil. Muchos se permiten criticar y acusar a otros
libremente. Al dar expresión a las suspicacias, los celos y el
descontento, se convierten en instrumentos de Satanás. Antes de que se den
cuenta de lo que están haciendo, el adversario ha logrado por medio de ellos su
propósito. La impresión del mal ha sido hecha, la sombra ha sido arrojada, las
flechas de Satanás han dado en el blanco. La desconfianza, la incredulidad y un
escepticismo absoluto han hecho presa de aquellos que de otra manera hubieran
aceptado a Cristo. Entre tanto, los siervos de Satanás miran complacidos a
aquellos a quienes han conducido al escepticismo, y que están hoy endurecidos
contra la reprensión y la súplica. Se jactan de que en comparación con esas
almas ellos son virtuosos y justos. No se dan cuenta de que estos pobres
náufragos del carácter son la obra de sus propias lenguas irrefrenadas y de sus
rebeldes corazones. Mediante su propia influencia esas almas tentadas han
caído.
Ministerio Hno. Pio
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