jueves, septiembre 16, 2021

REFLEXIÓN 841. RESPUESTAS A PREGUNTAS HECHAS POR LOS CREYENTES DE CORINTIOS: Acerca De Lo Sacrificado A Los Ídolos (1 CORINTIOS 8).

1 Corintios 8. INSTRUCCIONES ACERCA DE LO SACRIFICADO A LOS ÍDOLOS: Vers. (1-7) Debemos abstenemos de carnes ofrecidas a los ídolos. 

 (8-10) No debemos abusar de nuestra libertad en Cristo haciendo tropezar a nuestros hermanos, (11-13) sino que debemos manejar nuestro conocimiento con amor.

1 En Cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. 3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.

4 Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. 7 Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina.

8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. 9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?

11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. 12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano. (1 Corintios 8).

1. En cuanto a. Con este versículo comienza otro tema acerca del cual la iglesia de Corinto había pedido consejo a Pablo, a saber: si era lícito comer alimentos que los adoradores paganos habían presentado ante sus ídolos.

Buena parte de la carne que se vendía en el mercado de las ciudades del Imperio Romano en el siglo I venía de los templos.

Cuando se realizaba allí un sacrificio en honor a un dios, el que sacrificaba preparaba con parte de la carne un banquete para sus amigos. Otra parte era presentada ante el ídolo y dada a los sacerdotes. Con frecuencia ellos la vendían y así llegaba al mercado carne de animales sacrificados a ídolos.

 Esto llevaba a dos preguntas: ¿Era lícito comprar esas carnes en los mercados públicos y comerlas? ¿Era correcto comer ese alimento cuando se visitaba el hogar de un amigo pagano? (En cuanto a la decisión a que llegó el concilio de Jerusalén acerca de lo sacrificado a los ídolos, ver com. Hech. 15:20.)

Todos tenemos conocimiento. Los creyentes corintios quizá se habían jactado de eso en la carta en que hicieron la pregunta (ver com. cap. 7:1), pues comprendían la verdadera naturaleza de los ídolos: que no tenían ninguna importancia (cap. 8:4).

Envanece. "Hincha" (BJ, NC); "infla" (BC); es decir, induce al orgullo, a una idea exagerada de nuestra propia opinión, y a actos carentes de amor hacia otros.

Amor. Gr. agáp', "amor" en su forma más elevada; no una atracción sensual o biológica, sino amor basado en principios, con un verdadero interés en nuestro prójimo debido a su valor ante Dios, como un ser por quien murió Cristo (ver com. Mat. 5:43). Un amor tal "no se envanece" (1 Cor. 13:4). En lugar de derribar, edifica; por lo tanto, procura constantemente hacer aquellas cosas que ayudarán a otros (ver cap. 13). 

El puro conocimiento es insuficiente para la acción cristiana cabal. Esto había quedado demostrado en los bandos y luchas que había en la iglesia como resultado de la pretendida sabiduría de los corintios (cap. 1:11-12; 3:3-4).

Pablo les recuerda que no es seguro depender de una guía tan defectuosa como es la sabiduría humana. Si el corazón no mantiene la debida relación con Dios, el conocimiento o la ciencia llenan al ser humano de orgullo y lo envanecen con una inútil confianza en sus propias facultades; lo descarrían con frecuencia de la religión genuina y le confunden la mente (ver cap. 1:20-21).

La respuesta a la pregunta acerca de los alimentos ofrecidos a los ídolos no debía basarse sólo en un conocimiento abstracto, sino en lo que impone el verdadero amor por otros, amor que se concentra principalmente en la consideración de lo que contribuye mejor a la paz, pureza, felicidad y salvación de nuestros prójimos. Este amor es la respuesta a todo problema doctrina, moral y social.

2. No sabe nada. Pablo condena el orgullo basado en las dotes intelectuales propias que inducen a despreciar y descuidar los intereses de los que tienen menos conocimiento. El que está tan orgulloso de su conocimiento que desprecia a otros e ignora sus verdaderos intereses, demuestra que aún no ha aprendido los rudimentos del verdadero conocimiento. El verdadero sabio es humilde, modesto y considerado con otros. No se envanece y no descuida la felicidad ajena. Si una persona no usa su conocimiento para contribuir a la felicidad o al bienestar de otros, demuestra que no toma en cuenta uno de los propósitos fundamentales del conocimiento, que es el beneficio de la humanidad en general.

Así como un avaro atesora su riqueza y no la emplea correctamente para bendecir y ayudar a otros, de la misma manera el que no reconoce la responsabilidad que resulta de la adquisición de conocimientos, pisotea los intereses de los que lo rodean. Usa su conocimiento para su propio beneficio, sin tener en cuenta las necesidades de la humanidad. Esto se ha visto repetidas veces en la historia del mundo.

El conocimiento, a semejanza de la luz del sol, no tiene valor a menos que se esparza sobre la tierra. Debemos recordar siempre que Dios es quien nos da la capacidad para adquirir conocimiento, y nuestro deber es, como mayordomos suyos, usarlo para beneficio de todos (ver Prov. 2:1-6; Sant. 1:5). Sólo los que conocen y practican el amor poseen un pleno conocimiento que es realmente valioso (ver 1 Cor. 13:2). 

La enseñanza de este versículo es que el conocimiento sin sentimiento no vale nada, porque pone a un lado lo más necesario, a saber: la correcta aplicación de ese conocimiento a los intereses de nuestros prójimos.

3. Ama a Dios. El creyente que obedece el primer gran mandamiento posee la verdadera sabiduría -"amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón"- (Mat. 22:37; cf. Prov. 1:7). Este amor se revela en una acción de amor desinteresado a favor de nuestros prójimos (ver 1 Juan 4:19-21).

Es conocido por él. La persona que ama a Dios de verdad es conocida por el Señor de un modo especial. Podría argumentarse que Dios conoce a todos los hombres, ¿entonces, por qué tenía que especificar Pablo a una cierta clase de hombres que es conocida por él? 

Porque Dios está en íntima comunión sólo con los que lo aman. Responde a su amor prodigándoles una comunión más estrecha con él, considerándolos como sus amigos especiales (ver Juan 10:14; Gál. 4:9; 2 Tim. 2:19). Y además Dios declara que no conoce a los que no lo aman ni le obedecen (ver Mat. 7:23).

4. Acerca. Pablo aparentemente se ha apartado del tema principal comenzado en el vers. 1, para mostrar que el problema no podría resolverse únicamente con el conocimiento; que era necesario algo más, a saber: el amor (vers. 1-3). Ahora reanuda el examen de si es lícito que el cristiano participe de alimentos que han sido ofrecidos a los ídolos.

Nada. La sintaxis griega pone énfasis en este adverbio, para destacar que el ídolo realmente es nada en absoluto. El ídolo está hecho de madera, piedra o metal inertes, y no tiene ningún significado ni en el cielo ni en la tierra. Debe tenerse en cuenta que la palabra "ídolo" no se refiere únicamente a la imagen, sino al dios que se supone que representa. La declaración de Pablo niega totalmente la realidad a ese dios. La creencia de que diversas deidades moran en los ídolos hechos por el hombre, es sólo una fantasía de sus adoradores. Uno de los nombres que se da en el AT a los dioses paganos es 'elilim, plural de "nada".

No hay más. Las Escrituras destacan muchas veces la verdad fundamental de que sólo hay un Dios, el Creador y Padre de toda la humanidad (Neh. 9:6; Isa. 43:10; 44:6,8; Mal. 2:10; Mar. 12:29-30; 1 Cor. 8:6; Efe. 4:6).

5. Se llamen dioses. Los pueblos paganos creen en muchos seres imaginarios que llaman dioses, y los adoran; pero, en realidad, no son dioses, ni siquiera existen (ver com. vers. 4). El pagano, carente de la revelación inspirada que el cristiano posee en la Biblia, no conoce que hay sólo un Dios, que es el Creador; y en su ignorancia atribuye cualidades divinas a muchas cosas, ya imaginarias, ya reales.

Los pueblos paganos deificaban al sol, la luna, las estrellas, el fuego, el agua, la tierra, ciertos animales y aves, así como a señores mitológicos, como Apolo, Júpiter, Venus, Baco, etc. Pablo afirma aquí que aunque hay representaciones de cosas del cielo y de la tierra que los paganos llaman dioses, éstos no tienen poder divino. Pero a pesar de que el creyente de la Biblia desecha la idea de que esos dioses sean reales, no por eso niega la existencia de seres sobrenaturales que pueden afectar el destino humano. Satanás y sus ángeles tienen Poder para manifestarse a los hombres en diversas formas (ver 2 Cor. 11:13-15). Y el diablo puede, mediante ese poder, engañar y esclavizar a millones de personas en el culto a los dioses falsos.

Dioses. . . señores. Los paganos creían que el cielo y la tierra estaban poblados por dioses y señores de muchas categorías y poderes diferentes; pero sólo eran deidades imaginarias.

6. Para nosotros. Los cristianos, a despecho de lo que puedan hacer o pensar los paganos, deben creer que hay sólo un Dios, y que únicamente él tiene el derecho a gobernarlos. No hay un Dios que gobierna una parte de la familia humana y otros dioses que rigen en otras regiones del mundo, pues sólo un Dios creó todas las cosas, y en virtud de ese acto tiene poder y autoridad sobre toda la tierra.

Padre. Este título destaca el contraste entre los puntos de vista del cristiano y del pagano. El creyente cristiano conoce a Dios como a su Padre amoroso y comprensivo. Él creó a todos los hombres, y les proporciona todas las cosas para su feliz existencia; los protege como un padre protege a sus hijos, y se compadece de ellos en sus dolores; los ayuda a soportar sus pruebas, y se revela en todo como su amante amigo (ver Sal. 68:5; 103:13; Jer. 31:9). El pagano no tiene idea de Dios como, un Padre, sino sólo entiende de seres poderosos cuya ira debe ser aplacada o cuyo favor debe ser conquistado. Del cual. Ver com. Rom. 11:36.

Para él. Dios es la meta de nuestra existencia.

Por medio. Mediante el Hijo llegaron a la existencia todas las cosas del mundo materia (Juan 1:1-3,14; Col. 1:16-17; Heb. 1:2). Los paganos afirmaban que había muchos gobernantes y señores del universo, pero los cristianos decían que sólo había Uno. Pablo presenta la gran verdad de que Dios, y sólo Dios creó "todas las cosas", y que lo hizo mediante Jesucristo, el Hijo, la segunda persona de la Deidad, e instrumento activo en la creación.

Por medio de él. No sólo somos creados por intermedio del Señor Jesucristo, también somos redimidos del pecado mediante él. Todas las cosas, tanto la creación como la salvación y todo lo que está incluido en esos términos, provienen del Padre a través de la mediación de Cristo el Hijo.

7. Este conocimiento. Aunque la mayoría de los creyentes corintios ciertamente podrían entender que un ídolo no era absolutamente nada y que hay sólo un Dios, era difícil que algunos se desprendieran inmediatamente de sus antiguas supersticiones y sentimientos.

Habituados hasta aquí a los ídolos. Entre los miembros de la iglesia había algunos que no podían considerar el alimento que había sido ofrecido a los ídolos como un alimento común, aunque ya no creían en la existencia de los dioses representados por los ídolos. Como resultado de una costumbre de toda la vida, no podían desligarse completamente del pasado. El participar de ese alimento les hacía vivir nítidamente sus convicciones anteriores, situación que no podían superar.

Siendo débil. La conciencia no era suficientemente fuerte para que esas personas pudieran vencer todos sus antiguos prejuicios y creencias supersticiosas.

Se contamina. Se contamina porque es violada. Todo lo que se hace con una conciencia que no es clara, es pecado (ver com. Rom. 14:23).

8. No nos hace más acentos. La evidencia textual establece (cf. p. 10) que el verbo se encuentra en futuro: "no nos hará más aceptos" o "no nos acercará a Dios" (BJ). 

El favor de Dios no se alcanza por participar de alimentos que han sido ofrecidos a ídolos ni por abstenerse de ellos. Dios mira el corazón y toma nota de los pensamientos y motivos que impulsan las acciones del hombre. El no hace que su favor dependa de cosas sin importancia como el comer o no comer alimentos ofrecidos a los ídolos. El culto aceptable a Dios no depende de tales asuntos; es más espiritual.

Seremos más. Es decir, no somos "mejores" (VM) porque comamos. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la inversión del orden de las oraciones. 

Si así fuese, Pablo presenta primero el caso de los que no comen. (Se sigue al griego en la BJ, BC, NC y VM.)

Seremos menos. Los creyentes no aumentan su valor espiritual o excelencia moral porque se nieguen a comer dicho alimento. Pablo está hablando de alimentos "sacrificados a los ídolos" y, por lo tanto, sus afirmaciones no se dejan aplicar más allá de dicho tema, como si el comer o el beber en nada pudieran afectar nuestra relación con Dios. Esta enseñanza no se podría aplicar a situaciones en que es evidente que ciertas comidas o bebidas son nocivas para el organismo, o en el caso de alimentos estrictamente prohibidos por nuestro Dios.

9. Mirad. Conocer la verdad de que el "ídolo nada es" no constituye una continua excusa para complacer nuestro apetito sin pensar en la influencia de nuestros actos sobre otros.

Libertad. Gr. exousía, "derecho" o "autoridad" para comer "lo sacrificado a los ídolos". Es cierto que el cristiano a menudo tiene autoridad o derecho para hacer algo, pero no es sensato ni considerado hacia otros ejercer ese derecho indiscriminadamente (ver com. cap. 6:12; cf. cap. 10:23).

No venga a ser. Debe tenerse cuidado para que la conducta de los que entienden plenamente el tema, no induzca a otros, menos inteligentes en el asunto, a hacer algo indebido. Cumplir la regla de oro (Mat. 7:12) en asuntos de menor importancia es un principio general del comportamiento cristiano,

Tropezadero. Es decir, cualquier práctica que induzca a otro a alejarse de la senda de la verdad y a cometer pecado. Había peligro de que aquellos cuyas conciencias no estaban perturbadas por el hecho de comer alimentos ofrecidos a los ídolos, pudieran ser la causa de que otros pecaran al despertarse en ellos una inclinación a complacerse en un proceder que estaba en conflicto con sus escrúpulos de conciencia (ver Mat. 18:6-9; Rom. 14:13,20),

Débiles. Ver com. 1 Cor. 8:7; cf. com. Rom. 14:1. El creyente siempre debe recordar que es guarda de su hermano (Gén. 4:9). Su deber es vivir de tal manera que ninguna palabra o acto suyo hagan en forma alguna más difícil que otro viva en armonía con la voluntad de Dios. No se deben poner en primer lugar la conveniencia personal ni las inclinaciones, sino que se debe tener en cuenta el efecto de nuestros actos sobre otros.

10. Sentado a la mesa. Es decir, asistiendo a un banquete. Quizá se refiera al desempeño de alguna función oficial, debido a lo cual se servía una comida dentro de los predios de los templos dedicados a los ídolos.

En un lugar de ídolos. Era común ofrecer, en ocasiones especiales, una comida en el templo. La persona que agradecía al ídolo por algún bien recibido, invitaba a sus familiares y amigos a dicha comida. Se consideraba un honor ser invitado a tales fiestas. Algunos han pensado que el que Pablo usara este ejemplo indica la degradación y laxitud de los cristianos de Corinto.

Sin embargo, pareciera más bien que Pablo aquí simplemente usa un hecho común para ilustrar su argumento. Afirma que el que tiene conocimiento, y sabe que el ídolo no es nada, asiste a una fiesta con la conciencia tranquila. Pero el hermano débil, que no comprende con claridad que el ídolo nada es, y cuya conciencia no le permite participar en tal comida, ve a su hermano participando de la fiesta en el templo y se siente tentado a volver a sus viejas costumbres (ver com. vers. 7).

Estimulada. Gr. oikodoméÇ, literalmente" edificar sobre algo"; verbo usado quizá irónicamente. El grupo de corintios que se jactaban de su libertad cristiana quizá argumentaba que con su proceder fortalecían las conciencias de sus hermanos débiles. Pablo responde que en vez de "edificar" estaban destruyendo a los débiles (vers. 11).

11. Se perderá. Ver com. Rom. 14:15. Este horrible resultado demuestra la gravedad del tema que se está tratando.

Hermano débil. Ver com. Rom. 14:1; 1 Cor. 8:9. El hermano débil es aquel que, antes que cualquier otro, debe ser tratado con consideración, paciencia e indulgencia. Es un hermano en la fe que está unido al Señor por el mismo tierno vínculo familiar que une a aquellos cuya fe es más fuerte. Tiene derecho al amor y a la tierna ayuda de todos los demás de la iglesia. Debe hacerse todo lo posible para evitar que la vida espiritual de tal persona peligre.

Cristo murió. Este es el argumento más poderoso contra el indebido uso de la libertad, si al ejercer dicha libertad se pone en peligro la salvación de otro. No debe hacerse nada que invalide el derramamiento de la sangre de Cristo por un alma. Aquí se presenta esa posibilidad, y esto debe ser suficiente para convencer a cualquiera de no hacer algo que pueda producirla. El cristiano que tiene un concepto claro de lo que el Salvador ha hecho por él, no insistirá jamás en ser tan egoístamente indiferente ante el bienestar de otros creyentes, haciendo algo que induzca al hermano "débil" a violar su conciencia.

12. Pecando. El que tiene el amor de Jesús en su corazón, no hace uso de su libertad para extraviar a sus hermanos; por el contrario, se alegra de negarse a sí mismo prerrogativas y placeres si con esto puede evitar que alguien se desanime. Algunos tienen la falsa idea de que todos tienen derecho a hacer lo que les plazca sin tener en cuenta el efecto de su conducta sobre otros, mientras no hagan nada contrario a la ley (cf. Rom. 14:13,16,21; 1 Ped. 2:15-16).

Los cristianos firmes deben ser cuidadosos para no hacer lo que escandalice a los creyentes débiles, ni poner tropezadero en su senda.  

Cuando se ejerce sobre otros una mala influencia, se viola la ley que enseña a los cristianos a amar a sus hermanos y a buscar su bienestar (ver Mat. 22:39; Juan 15:12,17; Rom. 13:10; Gál. 5:14; Sant. 2:8).

Hiriendo. Gr. túptÇ, "golpear", "pegar", "castigar"; aquí, "maltratar".

Débil conciencia. Ver com. vers. 7.

Contra Cristo. Cristo se identifica con los suyos, incluso con sus hermanos más débiles. Jesús le dijo a Saulo en el camino a Damasco, que perseguir a los santos era como perseguirlo a él (Hech. 9:5; cf. Mat. 25:40).

13. Carne. Gr. kréas, "carne". Palabra que sólo aparece aquí y en Rom. 14:21. 

La carne era uno de los sacrificios especiales a los ídolos. Pablo estaba dispuesto a abstenerse de un alimento que podría haber comido correctamente, antes que poner un tropiezo en el camino de un hermano débil. La libertad es valiosa, pero la debilidad del prójimo debe inducir a los creyentes a renunciar a esa libertad por amor a dichos hermanos. El amor al prójimo debe ser el principio guiador en tales asuntos.

La complacencia de nuestros deseos es, sin duda, mucho menos importante que la salvación del hermano débil que puede tropezar si ejercemos esa libertad. Este principio es aplicable a muchos aspectos de la vida, como las recreaciones, el vestido, la música; en realidad, se aplica a la vida en general. La abnegación por amor al bien de otros, es una característica destacada en la vida del genuino seguidor de Jesús (ver Mat. 16:24; Juan 3:30; Rom. 12:10; 14:7,13, 15-17; Fil. 2:3-4). Este principio es la esencia del espíritu de Jesús, en cuya vida terrenal se manifestó constantemente.

Jamás. Ver com. Mat. 25:41. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

5. 3JT 309. Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones providenciales del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se derramará en rayos claros y poderosos, como en los días apostólicos, y muchas almas se apartarán del error a la verdad. La tierra será alumbrada con la gloria del Señor.

Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colaboración de los agentes humanos -de los miembros de la iglesia- en la gran obra que debe hacerse. Ellos os están 309 esperando. Tan vasto es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.

Al mismo tiempo obrará una potencia infernal. Mientras los agentes de la misericordia divina obren secundados por corazones humanos abnegados, Satanás pondrá en actividad a sus propios agentes, haciendo tributarios suyos a todos aquellos que acepten su dominación. Habrá muchos señores y muchos dioses. Se oirá el grito: "Aquí está el Cristo, o allí." En todas partes se verán las astutas maquinaciones de Satanás, para apartar la atención de los hombres y las mujeres del cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá señales y prodigios. Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas manifestaciones las señales precursoras de un pavoroso porvenir, y el preludio del triunfo prometido al pueblo de Dios.

¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por hacer.  De toda boca sincera debe subir esta oración: "Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las gentes tu salud." (Sal. 67:1,2)

Quienes comprendan, aunque sea en un grado limitado, lo que la redención significa para ellos y para sus semejantes, los tales andarán por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las necesidades de la humanidad. Sus corazones se conmoverán ante la abarcante miseria del mundo, la indigencia de las multitudes que sufren por falta de alimentos y de ropa y la indigencia moral de los millares a quienes amenaza un juicio terrible, ante el cual los sufrimientos físicos se desvanecen en la insignificancia.

Recuerden los miembros de la iglesia que el solo hecho de tener su nombre escrito en un registro no bastará para salvarlos; deben ser aprobados por Dios, obreros que no tengan de qué avergonzarse. Día tras día, deben edificar su carácter 310 conforme a las direcciones divinas. Deben morar en él y ejercer constantemente fe en él. Así crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y mujeres en Jesucristo; serán cristianos sanos, animosos, agradecidos, conducidos por Dios en una luz siempre más pura. Si su vida no es tal, se encontrarán un día entre quienes exhalarán esta amarga lamentación: "¡Pasóse la siega, acabóse el verano; y mi alma no se salvó! ¿Por qué no busqué un refugio en la Fortaleza? ¿Por qué juzgué con la salvación de mi alma y desprecié al Espíritu de gracia?"

"Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso." (Sof. 1:14.) Calcémonos las sandalias del Evangelio y estemos listos a cada momento para emprender el viaje.  Cada hora, cada minuto es precioso.  No tenemos tiempo para buscar nuestra propia satisfacción.  En todo nuestro derredor hay almas que están pereciendo en el pecado.  Cada día hay algo que hacer para nuestro Señor y Maestro.  Cada día debemos conducir a las almas al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

"Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis."  (Mat. 24:44.) Por la noche, no os acostéis sin antes haber confesado vuestros pecados.  Así hacíamos en 1844, cuando esperábamos ir al encuentro del Señor.  Ahora ese acontecimiento está más cercano que cuando por primera vez creímos.  Estad siempre apercibidos, por la tarde, por la mañana y al medio día, para que cuando repercuta el clamor: "¡He aquí, el esposo viene, salid a recibirle!" podáis, aun si este grito os despertase del sueño, ir a su encuentro con las lámparas aderezadas y encendidas. 311

Ministerio Hno. Pio


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