1 Corintios 10. RESPUESTAS A PREGUNTAS: AMONESTACIÓN CONTRA LA IDOLATRÍA: Vers. (1-5) Las
experiencias religiosas de los judíos (6) son símbolos para nosotros; (7-10) y
sus castigos, (11-13) ejemplos. (14-20) Debemos huir de la idolatría. (21-23)
No debemos hacer de la mesa de Dios la mesa de los demonios;
EL DEBIDO USO DE LA LIBERTAD CRISTIANA: Vers. (23-33) En las cosas de menor importancia tenemos que tener consideración con nuestros hermanos.
1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito. Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? 20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.
21 No Podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios;
No Podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.
22 ¿O provocaremos a celos al
Señor? ¿Somos más fuertes que él?
23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica, 24 Ninguno Busque Su Propio Bien, Sino El Del Otro.
25 De todo lo que se vende en la
carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26 porque del
Señor es la tierra y su plenitud. 27 Si algún incrédulo os invita, y queréis
ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de
conciencia. 28 Mas si alguien os dijera: Esto fue sacrificado a los ídolos; no
lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia;
porque del Señor es la tierra y su plenitud. 29 La conciencia, digo, no la
tuya, sino del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la
conciencia de otro? 30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser
censurado por aquello de que doy gracias?
31 Si, Pues, Coméis O Bebéis, O Hacéis Otra Cosa,
Hacedlo Todo Para La Gloria De Dios.
32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; 33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. (1 Corintios 10).
1. Porque. Esta conjunción causal establece la debida relación
entre los cap. 9 y 10. Luego de mostrar la posibilidad de que él fuera
eliminado, el apóstol destaca el peligro de que otros también fueran
rechazados. Aunque los israelitas que salieron de Egipto fueron muy favorecidos
por Dios, no recibieron la recompensa de la entrada en la tierra prometida. Si
el pueblo -escogido aquellos para quienes Dios había hecho tantos milagros y
prodigios- fracasó, los corintios no debían envanecerse de orgullo espiritual,
cegados ante el peligro de correr la misma suerte.
Ignoréis. Los miembros de la iglesia de Corinto sin duda
conocían bien, por lo menos parcialmente, el relato de las vicisitudes de los
antiguos israelitas durante su éxodo, cuando salieron de Egipto; pero Pablo
quería que recordaran esas cosas y permitieran que el ejemplo de los israelitas
influyera positivamente en su conducta.
Padres. La iglesia de Corinto estaba compuesta por
idólatras convertidos y cristianos de origen judío; por lo tanto, esta
referencia a los "padres" -que indudablemente se refiere a los
israelitas de los días de Moisés- demuestra que la iglesia cristiana es la
continuación del pueblo de Dios, y tiene derecho a ser descendiente del linaje
de los verdaderos adoradores, que se remonta a través de los siglos en la
historia de Israel (ver Rom. 2:28-29; Gál. 3:28-29).
Nube. La presencia visible de Dios con su pueblo mientras éste peregrinaba en el desierto de Egipto a Canaán.
Durante el día una nube iba
delante de las huestes de Israel mientras avanzaban, y por la noche se
convertía en una columna de fuego (ver com. Exo. 13:21).
Mar. Una referencia al momento cuando los hijos de
Israel cruzaron el mar o Rojo por un camino milagrosamente preparado para ellos
por el Señor (Exo. 14:21-22). Esta fue una prueba adicional de la protección y
del favor de Dios. Pablo recordó a los
creyentes corintios todas esas intervenciones especiales que el Señor había
hecho a favor del antiguo Israel, y mostró que los Hijos de Israel habían
tenido tantas protecciones evidentes contra la apostasía como aquéllas de las
cuales se jactaba tanto la iglesia de Corinto.
2. En Moisés. Fueron guiados por la nube hasta la orilla del mar
Rojo, y cuando Moisés ordenó que avanzaran, Dios les abrió el camino y pasaron
a salvo hasta la orilla. Debido a este episodio, fueron entregados a Moisés
como su guía (Exo. 14:13-16, 21-22), reconocieron su autoridad y se
comprometieron a obedecer sus instrucciones. Moisés, como su "conductor
visible", dio al pueblo leyes y reglamentos de Dios. Por esta razón podría
decirse que una vez que fueron bautizados "en Moisés" se
comprometieron a obedecer a Dios y a servirle (ver PP 391).
Durante su largo lapso de servidumbre en Egipto, los israelitas habían perdido de vista en cierta medida al verdadero Dios y a su culto; muchos no lo conocían, y el propósito evidente de Jehová era liberarlos de la servidumbre para que pudieran servirle (ver Exo. 3:13-15, 18; 5:1; 6:6-7; 7:16: 8:1, 20; 9:1,13; PP 263).
Dios nombró a Moisés
para que sacara a su pueblo de Egipto y para que lo instruyera acerca de sus
leyes y planes para ellos (ver Exo. 3:10; PP 252, 257-258). La evidencia de que
Dios aceptaba a Moisés como su representante fue comprobada por los israelitas
cuando cruzaron el mar Rojo.
Bautizados. La experiencia de los hijos de Israel era una
figura del bautismo. Los israelitas estaban envueltos en agua cuando cruzaron
el mar Rojo, pues la nube los cubría y tenían el mar a ambos lados; y en este
sentido fueron bautizados. Este episodio puede ser considerado como un símbolo
de que habían sido limpiados de su condición pecaminosa pasada durante las
tinieblas de su servidumbre en Egipto, y como una manifestación de lealtad a
Dios mediante Moisés, su representante escogido.
3. Alimento espiritual. "Espiritual" significa
alimento que no les fue dado en forma natural. Además, Pablo quizá también
estaba pensando en el significado espiritual del maná (Juan 6:32-33, 35) en la
misma forma en que identificó a la roca espiritual con Cristo (1
Cor. 10:4).
Todos los israelitas fueron alimentados y nutridos en esa forma milagrosa en el desierto. Su alimento les fue dado directamente por Dios. De esa manera a todos les fue dada una prueba impresionante de que estaban protegidos y cuidados por Dios.
En ese lugar árido
no había otro alimento para ellos; dependían absolutamente del pan que descendía
del cielo (ver Exo. 16:3). El que se negaba a comer el maná perecía.
Tampoco hay otra fuente de alimento para el cristiano excepto la que proviene del cielo y está personificada por el Salvador. El maná transitorio proporcionó sustento material suficiente para las necesidades terrenales de los israelitas; pero su efecto fue pasajero, y los que participaron de él finalmente murieron.
Los que participan de la
Palabra de Dios -de Jesucristo- no perecerán, sino que vivirán para siempre
(ver Juan 6:48-51, 53-54, 58,63).
Los hombres se esfuerzan en el desierto de esta tierra por alimentar su mente con filosofías e invenciones humanas, pero no hay esperanza de paz ni de felicidad fuera de Cristo (ver Mat. 11:28-29; Juan 10:10; 15:6; 1 Cor. 1:21,25,30).
Así como el maná tenía que ser
recogido cada día en cantidad suficiente para las necesidades diarias, así
también los hombres deben tomar la adecuada ración diaria de alimento de la
Palabra de Dios para mantener una experiencia cristiana viva y pujante (ver
Exo. 16:16,21; Job 23:12; Mat. 6:11).
4. Bebida espiritual. La "bebida espiritual",
como el "alimento espiritual" (vers. 3), recibió ese nombre debido a
su origen sobrenatural. Fue proporcionada por el Señor a los israelitas para
hacer frente a su urgente necesidad cuando estaban sin agua en el desierto (ver
Exo. 17:1,6; Núm. 20:2,8). Dios no desechó a su pueblo desagradecido a pesar de
sus irrazonables quejas, sino que le dio lo que necesitaba por intermedio de
Moisés, su siervo escogido (ver PP 304, 436).
Roca espiritual. Algunos comentadores creen que Pablo se refiere aquí a la tradición rabínica de la roca que seguía a los Hijos de Israel a través de sus peregrinaciones por el desierto proporcionándoles agua. Pero esta explicación da tanta validez a esa tradición como la que Jesús dio a la doctrina del estado consciente de los muertos con la parábola del rico y Lázaro (ver com. Luc. 16:19).
La Tosefta (ver t. V, p. 101) presenta esa
tradición de esta manera: "Fue así también con el pozo que estuvo con los
Hijos de Israel en el desierto; él era como una roca llena de agujeros,
parecida a una zaranda de la cual se escurría el agua y salía como de la boca
de un frasco. Ascendía con ellos a la cima de las montañas y descendía con
ellos a los valles; doquiera que Israel se quedaba también se quedaba frente a
la entrada del tabernáculo" (Sukkah 3.11). Cf. PP 436-446.
Era Cristo. Aquí se simboliza al Salvador con la roca segura,
de la cual los pecadores que han tropezado pero se han arrepentido pueden
depender para vivificarse tomando la bebida que apagará su candente sed de la
verdad divina (ver Sal. 42:1-2; 63:1; Juan 7:37).
La gran verdad enseñada por este
versículo es que Jesús está siempre con su pueblo a través de toda esta vida
terrenal, y vigila constantemente para responder a sus necesidades cuando
claman a él. El mundo es un desierto árido y triste que no proporciona ni
alimento ni agua al alma hambrienta y sedienta de la verdad espiritual; pero el
inmutable Salvador está siempre dispuesto, y puede apoyar, sostener y
fortalecer a su desfalleciente pueblo si éste clama a él (ver Sal. 46:1; 91:15).
Históricamente Cristo fue el conductor de Israel no sólo durante sus peregrinaciones por el desierto sino a través de toda su historia nacional.
Todas las relaciones de Dios con la
humanidad caída han sido, en realidad, mediante Cristo (ver PP 320,381,390,418;
DTG 35).
5. De los más. Aunque Israel fue muy favorecido por Dios con
grandiosas manifestaciones del poder divino, de la gran muchedumbre que salió
de Egipto guiada por Moisés sólo unos pocos estuvieron dispuestos a obedecer al
Señor. El relato nos informa de las repetidas murmuraciones y rebeliones aun después de que cruzaron el
mar Rojo en forma tan milagrosa (Exo. 16:2-3, 27-28; 17:3; 32:1,6; Núm, 11:1-2,
4,10,13; 14:2, 26-30). Repetidos actos de desobediencias atrajeron los juicios
del Señor sobre ese pueblo sumamente favorecido, hasta que al fin Dios decretó
que perecieran en el desierto (ver com. Núm. 14:29). Él había tenido él
propósito de que todos los que salieron rumbo a Canaán se establecieran en
aquella tierra que fluía leche y miel (ver Exo. 3:8,17; 13:5). Había prometido
claramente que todos guiaría, protegería, instruiría y sustentaría sin embargo,
se negaron a creer y obedecer, y perdieron su heredad. Pero a sus Hijos se
les dio la oportunidad de que heredaran la tierra.
Postrados. Gr. katastrÇnnumi, "esparcir",
"desparramar", "humillar". Este verbo sólo aparece aquí en
el NT, pero se encuentra en Núm. 14:16, LXX. Los israelitas incrédulos y
desobedientes quedaron "esparcidos" por el desierto durante sus
peregrinaciones, porque se negaron a confiar en el amor y la conducción de su
Padre celestial, y también porque se entregaron a la complacencia de los deseos
y las pasiones carnales (ver Núm. 11:5-6, 32-33; 16:31-35, 49; 25:1-5,9).
El apóstol muestra aquí a los
creyentes corintios que sus bendiciones y privilegios no les conferían una
inmunidad incondicional frente a la tentación. Era necesario que siempre
estuvieran alerta para evitar el pecado. Los favores y las bendiciones que Dios
le dio a su pueblo no lo salvaron del merecido castigo por la desobediencia
voluntaria y por el rechazo de las claras instrucciones divinas.
6. Ejemplos. Es decir, ejemplos que no debemos imitar. Los
castigos que les sobrevinieron a los israelitas con su viaje de Egipto a
Canaán, fueron ilustraciones de lo que seguramente le sucederá al pueblo de
Dios -que disfruta de tan abundantes bendiciones y favores en su viaje hacia la
Canaán celestial- si comete las mismas faltas y desobedece a Dios como lo
hicieron las huestes de Israel en el desierto.
Los cristianos que desobedecen al Señor serán castigados tan ciertamente como lo fueron los israelitas por sus actos de rebeldía. Un mayor conocimiento de Dios que el que poseen otros, no autoriza a dejar de lado cualquiera de los mandamientos divinos; por el contrario, tal conocimiento significa una responsabilidad mayor de responder estrictamente a todas las enseñanzas de Dios.
La desobediencia en semejantes
circunstancias es mucho más grave que en el caso de los que no tienen tanta luz
(ver Luc. 12:47-48; Sant. 4:17).
Codiciemos. Literalmente "para no ser nosotros codiciadores de cosas malas"; "para que no fuéramos codiciadores de lo malo" (BC). Los israelitas eran habitualmente dominados por el deseo desordenado. No eran guiados serenamente por la razón, sino por los impulsos de pasiones y apetitos pervertidos (ver Exo. 16:3; Núm. 11:4-5).
Hay peligro de
que el pueblo de Dios repita el error de Israel en este respecto. Esto es
evidente por las amonestaciones que se encuentran los pasajes como Mal.
24:37-39; Luc. 17:26-30.
Codiciaron. Gr. epithuméÇ, "desear ardientemente",
"tener un deseo desordenado", desear algo más allá del límite de lo
que es legítimo.
7. Ni seáis. Este imperativo podría traducirse: "no sigáis
siendo idólatras", lo que sugiere que algunos de la iglesia de Corinto
todavía practicaban la idolatría, como lo habían hecho sus antepasados
israelitas.
Idólatras. Se refiere principalmente a la adoración del becerro de oro mientras Moisés estaba en el monte con Dios (ver Exo. 32:1-5).
La amonestación era particularmente adecuada para los corintios, algunos de los
cuales indudablemente se sentían en libertad de asistir a festines en los
templos de los ídolos (ver com. 1 Cor. 8:10; cf. cap. 10:20-21).
A comer y a beber. Ver com. Exo. 32:6.
Jugar. "A divertirse" (BJ). Es una cita de Exo.
32:6. Los israelitas, ahora al pie del Sinaí, no habían olvidado las cosas que
habían visto y practicado en Egipto, en donde la idolatría era la religión del
Estado. Conocían muy bien los actos sensuales y pasionales característicos del
culto a los dioses falsos, y sin duda los imitaron en su adoración del becerro
de oro. La glotonería y la embriaguez nublaron su mente, de modo que no
pudieron seguir discerniendo entre el bien y el mal, y fueron esclavizados por
las pasiones carnales, exponiéndose así a las sutiles tentaciones del enemigo.
8. Ni forniquemos. Esta orden podría traducirse: " cesemos de cometer fornicación". En ese tiempo había un caso notable de fornicación en Corinto (cap. 5).
Se hace aquí referencia al
vergonzoso episodio de los israelitas en Sitim, donde Satanás se valió de las
mujeres moabitas para seducir a muchos hombres del campamento de Israel y para
lograr que muchos de ellos participaran en el culto idólatra de los moabitas
(Núm. 25:1-5).
Dios había dado instrucciones
enfáticas a los israelitas de que no se relacionaran con los pueblos paganos
que los circundaban. Los había amonestado contra el peligro de dejarse apartar
de él, para rendir culto a los dioses falsos (ver Deut. 7:1-5).
Veintitrés mil. Ver com. Núm. 25:9.
9. Tentemos. Gr. ekpeirázÇ, "tentar hasta el límite",
"tentar completamente", "poner a prueba hasta lo sumo". EkpeirázÇ,
sólo reaparece en el NT en Mat. 4:7; Luc. 4:12; 10:25, y siempre se refiere a las
tentaciones o pruebas de Cristo. La orden podría traducirse: "cesemos de
tentar".
Pablo alude al episodio registrado
en Núm. 21:4-6, cuando el pueblo, que se había cansado y desanimado por el
largo viaje a través del desierto, reprochó a Moisés por haberlo sacado de Egipto,
y se quejó contra el maná. Su queja y disgusto por el alimento que Dios les
daba, hizo sobrevenir la plaga de "serpientes ardientes" que mataron
a muchos de ellos (Núm. 21:6).
Señor. Cristo estuvo con los israelitas en el desierto, y
su paciencia fue puesta a prueba hasta lo sumo con sus rebeliones y
murmuraciones. Cristo está siempre presente con su pueblo mediante su Espíritu
para enseñarlo, protegerlo, guiarlo y liberarlo (ver Mat. 28:20; Juan 14:16-18;
16:13). Que se cuiden los creyentes de la necedad de poner a prueba la
paciencia del Salvador insistiendo en sus antiguos apetitos, costumbres y deseos,
en vez de abandonar gozosamente todo lo que tenga que ver con la vida antigua,
depravada, para poder recibir, en cambio, todo lo que el Señor en su amor les
concede.
10. Ni murmuréis. O "ni continuéis muro
murmurando". En el AT se presentan dos casos de murmuración castigados con
la muerte: uno, en relación con los diez espías (Núm. 13;14); el otro, cuando
la rebelión de Coré, Datán y Abiram (Núm. 16).
11. Ejemplo. Esto no significa que los israelitas pasaron por
sus muchas y variadas vicisitudes con el sólo fin de proporcionar ejemplos a
los cristianos, sino que sus tristes experiencias sirven simplemente como un
ejemplo adecuado para impresionar a la iglesia con la importancia de evitar las
faltas que ellos cometieron.
Para amonestarnos a nosotros. Para amonestar a todos los
cristianos de todos los siglos que no confíen en su propia fortaleza o
sabiduría. La necedad de los israelitas al desobedecer a Dios los hizo morir en
el desierto y, posteriormente en su historia, hizo que fueran llevados cautivos
a Babilonia (ver Jer. 17:23,27; 25:4-11).
La amonestación que se hace a los
cristianos de que aprendan la lección del episodio de los israelitas en el
desierto, es particularmente apropiada debido a la proximidad de la segunda
venida de Cristo. Muchos de los israelitas perecieron cuando ya casi habían
terminado su viaje a Canaán (ver Núm. 25:9).
Eran el pueblo a quien Dios había
favorecido especialmente dándole a conocer su ley y a sí mismo, conocimiento
muy superior al que pudiera poseer otro pueblo en el mundo; sin embargo, no
permanecieron fieles a Dios. Los cristianos, a quienes ha sido confiado el
Evangelio de Jesucristo y el conocimiento profético de su pronta venida,
debieran tener cuidado de no permitir que los engaños de la pecaminosa
naturaleza humana interfieran de tal modo que no lleguen a entrar en la Canaán
celestial (ver Rom. 11:20; 1 Cor. 10:12; Heb. 3:12-14).
Fines de los siglos. Gr. tél' tÇn aíÇnÇn, "fines
de las eras, [o de los siglos]", es decir, la expiración de los grandes
períodos pasados del trato de Dios con el hombre. "Plenitud de los
tiempos" (BJ); "postrimerías de los siglos" (BC). En Heb. 9:26
se presenta el primer advenimiento de Cristo como si hubiera ocurrido "en
la consumación de los siglos" (Gr. "epísunteleia tÇn aiÇnÇn, que
corresponde literalmente con la RVR; "plenitud de los tiempos" (BJ).
El mensaje del apóstol Pablo
tenía gran importancia en sus días, como se ve por el uso del pronombre
"nosotros". Ese mensaje es aún más importante hoy, pues los que
vivimos ahora tenemos la ventaja del registro acumulado de las épocas
precedentes de la historia sagrada, y estamos viviendo en el tiempo cuando el
propósito de Dios debe llegar a su clímax con la segunda venida de Jesús.
12. Así que. Comienza ahora la deducción que se debe sacar de
las admoniciones presentadas en los vers. 6-11, en donde se destaca la
necesidad que tienen los cristianos de prestar especial atención a la historia
de las peregrinaciones de los hijos de Israel a través del desierto hasta entrar
en Canaán. Por el relato de los trágicos resultados de la autoconfianza de
Israel, los corintios debieran aprender a no depender de su propia fuerza, ya
sea mental o física.
Firme. Aunque el axioma que aquí se presenta puede tener
una aplicación general, la primera sería para los creyentes de Corinto, que
consideraban que estaban firmes en cuanto al uso de alimentos ofrecidos a los
ídolos y en la participación en festividades idólatras (cap. 8:2,4,7,9).
Pensaban que no tenían por qué temer la influencia de su relación con la
idolatría; pero esta confianza propia podría ser la precursora de una fatal
caída (cf. Prov 16:18).
Caiga. La confianza propia es peligrosa. Este
peligro queda ilustrado por la experiencia de Pedro, quien pensaba que nada lo
podía apartar de su lealtad a Cristo (Mar. 14:31,50, 67-68, 70-72). Todos deben
prestar atención a la advertencia y estar en guardia continuamente, para que no
sean engañados por la insinuación de que han alcanzado un estado tal de
fortaleza espiritual que nada puede inducirlos a pecar.
La verdadera seguridad radica únicamente en el reconocimiento de que uno, apartado de Cristo, es absolutamente impotente, y que necesita siempre la presencia íntima del Espíritu Santo, para ser liberado del pecado (Juan 14:26; 15:4-7; 16:7-11, 13; 2 Cor. 12:9-10).
La admonición contenida en la flexión verbal "mire",
debe ser repetida con frecuencia, pues el hombre se convence fácilmente de que
puede valerse por sí mismo.
El orgullo espiritual es un gran
engaño, al cual es fácil que el tentador lleve al creyente que confía en sí
mismo, haciéndolo caer en algún pecado funesto (cf. 2 Sam. 11:1-4; Rom. 11:20).
La exhortación a estar constantemente alerta contra el peligro del orgullo
espiritual, es particularmente apropiada para los que viven en este período de
la historia del mundo, cuando los hombres se están enfrentando diariamente a
múltiples tentaciones a caer en la complacencia de los apetitos carnales (Luc.
21:34-36).
13. Humana. Es decir, tentación normal para los seres humanos,
que pueden sobrellevar. Los corintios no debían pensar que las condiciones bajo
las cuales se esperaba que vivieran vidas rectas fueran excepcionales, y que
tenían que enfrentar dificultades peculiares. Sus pruebas y tentaciones no eran
diferentes a las experimentadas por sus semejantes. Esta afirmación parece
haberse añadido como un estímulo a la admonición del versículo anterior. Los
corintios estaban en peligro de caer, y por lo tanto debían velar; pero podían
ser reanimados porque la tentación no superaría sus fuerzas para soportarla con
éxito.
Fiel. Dios es fiel a sus promesas y a la invitación que
ha extendido a los seres humanos para que le sirvan. Si hubiera permitido que a
su pueblo le sobrevinieran tentaciones mayores que sus fuerzas para superarlas,
entonces habría parecido que sus promesas no eran dignas de confianza (ver Sal.
34:19; 1 Cor. 1:9; 2 Ped. 2:9).
La fidelidad de Dios es la base de la seguridad del cristiano contra el enemigo.
Es completamente inseguro
depender del yo, pero el creyente estará a salvo si depende enteramente de las
promesas de nuestro Dios, que es fiel a su pacto. Pero debe recordar que Dios
no lo librará si deliberadamente entra en el terreno del enemigo, donde es
seguro que se encontrará con la tentación (ver Mat. 7:13-14, 24-25; 1 Cor.
9:25, 27; 10:14; Gál. 5:24; 2 Tim. 2:22; PE 124-125; DMJ 100).
No os dejará. Para el cristiano debe ser motivo de gran ánimo que
Dios, en quien él confía, no permitirá que el enemigo tiente a sus hijos más de
lo que sus fuerzas puedan soportar. Dios no desea que sufran los seres humanos,
ni tampoco los tienta (ver Sant. 1:13).
LAS SITUACIONES que
afligen a los hombres son a veces el fruto de su desobediencia (ver Gén.
1:27,31; 3:15-19; Ecl. 7:29; Rom. 6:23). Dios, en estas circunstancias, usa
estas vicisitudes para desarrollar el carácter humano de acuerdo con la
voluntad divina (ver 1 Ped. 4:12-13; MC 373-374, 379-380).
Por lo tanto, cuando los hombres
son tentados deben recordar que la tentación se presenta porque Dios la
permite, no porque la envía; y si se le hace frente correctamente, con la
fuerza que Dios proporciona, puede ser el medio de acelerar el crecimiento del
cristiano en la gracia. El hombre sabe que Dios le ha dado la seguridad de que
las tentaciones nunca serán superiores a su fortaleza, por lo tanto es
completamente responsable si cae en el pecado.
La salida. El artículo "la" indica que para cada
tentación Dios proveerá el medio de escape. Esta "salida" no es un
camino para evitar la tentación, sino una vía de escape de la tragedia de caer
en el pecado, de ser vencido por la tentación. Dios permite que venga la prueba
o la tentación, pero también prepara al mismo tiempo los medios por los cuales
podamos ganar la victoria y evitar el pecado. Jesús, el ejemplo de vida
correcta del cristiano, encontraba esa "salida" en la Palabra de Dios
(Luc. 4:4,8,12).
Nosotros, seguidores de Cristo,
podemos también encontrar la "salida" en Jesús, la Palabra viviente
(ver Juan 1:1-3, 14). Él siempre está listo y dispuesto a liberar a los que lo
buscan, y los guardará para que no caigan en el pecado (Sal. 9:9; 27:5; 41:1;
91:15; 2 Ped. 2:9; Apoc. 3:10).
14. Por tanto. Considerando los peligros a los cuales estarían
expuestos los corintios al participar en los festines de los idólatras, y en
vista de las medidas dispuestas para que cada fiel seguidor del señor logre la
victoria sobre todos los esfuerzos de Satanás para hacerlo pecar, se da el
consejo de evitar completamente todo contacto con la idolatría.
Huid. O huid siempre. La orden sugiere urgencia, rapidez,
inmediata y continua atención de apartarse todo lo posible de todo contacto con
la idolatría. No debe haber ninguna transigencia con cualquier práctica
relacionada con los ídolos.
Idolatría. El consejo de Pablo a los corintios que discutían
hasta dónde les era permitido al seguidor de Cristo tener relación con los
templos de los ídolos, sus diversiones y sus alimentos, es también una buena
recomendación para los cristianos de todos los tiempos. La idolatría puede
presentarse bajo muchas formas, incluso la codicia de ganancias, el deseo de
dominar a nuestros semejantes, la complacencia de los diversos apetitos
carnales y la desmedida locura de buscar placeres (ver HAp 255).
Los peligros implicados en
relacionarse con los que no aman ni obedecen a Dios son tan grandes, que el
Señor exhorta a su pueblo a que se separe del estrecho contacto con ellos (ver
2 Cor. 6:14-17; cf. Apoc. 18:1-4). Nadie es suficientemente fuerte para
exponerse deliberadamente y sin necesidad a un contacto con la "idolatría"
en cualquiera de sus formas, y no contaminarse.
15. Sensatos. Gr. frónimos, "inteligente",
"prudente", "razonable", es decir, los que son capaces de
entender lo que se dice y llegar a conclusiones correctas. Pablo recurrió a la
perspicacia de los creyentes corintios y a su buen juicio, que los hacía
capaces de juzgar por si mismos en cuanto a la corrección de lo que él estaba
por decir.
El apóstol demostró al presentar
esta exhortación, que él mismo estaba plenamente convencido de la verdad de su
parecer. Las razones que estaba por presentar en cuanto a su posición en el
asunto de participar en las diversiones de los idólatras eran tales, que
merecían la aprobación de los sensatos. Esas razones ocupan el resto del capitulo. Todas las órdenes y los consejos de Dios son de tal naturaleza que
hallan eco en los sensatos. El Señor nos invita a que razonemos con él, pues
sabe muy bien que su posición es siempre correcta.
Juzgad vosotros. En este consejo puede haber un
matiz de sarcasmo; es una manera amable de recordar a los corintios sus
pretensiones de que poseían conocimiento (cap. 1:5; 8:1-2, 10). Se exhorta a
cada miembro a que use su intelecto para examinar cuidadosamente toda la
enseñanza dada por el señor mediante su siervo Pablo, y se dé cuenta si es o no
perfectamente razonable y justa.
16. Copa de bendición. Es decir, la copa sobre la cual
se pronuncia la bendición durante la celebración de la Cena del Señor. Cuando
Jesús instituyó este rito durante la última cena pascual que comió con sus
discípulos inmediatamente antes de ser arrestado, "tomando la copa, y
habiendo dado gracias" la pasó a los discípulos, y les ordenó que participaran
de ella (ver. Mat. 26:27; 1 Cor. 11:25; DTG. 123,609).
Pablo continúa hablando del
peligro de comer cosas ofrecidas a los ídolos. Su argumento se basa en el hecho
de que cuando los creyentes participan en el servicio de la comunión,
participan del cuerpo y de la sangre de Cristo, y así se convierten en un
cuerpo con Cristo (Mat. 26:26-28; Juan 6:51, 53-56; 1 Cor. 11:23-26; DTG
615-616).
Después de demostrar de esta
manera la unidad de ellos con Cristo, ¿no sería inconsecuente que participaran
de los festines de los ídolos entrando en comunión con los espíritus satánicos
a quienes se presentaban las ofrendas? (1 Cor. 10:21).
Que bendecimos. Cristo dio "gracias" (Mat. 26:27) por la copa, acto cuyo paralelo es nuestra oración de gratitud por la sangre derramada de Jesús, oración que ofrecemos antes de participar del vino en el servicio de la comunión.
Cuando los cristianos beben de ésta copa
dan gracias a Dios en su corazón por todas las bendiciones que él ha
proporcionado por medio de la sangre de Jesús. Silenciosamente lo alaban por
rescatarlos de la esclavitud del pecado y por haberles dado la libertad
gloriosa de hijos e hijas de Dios.
Comunión. Gr. koinÇnía, "compañerismo",
"participación".
De la sangre. La sangre representa la muerte del Hijo de Dios, y
por la fe los creyentes participan de esa muerte. Así también los que
participan en un sacrificio pagano se convierten en copartícipes de ese
sacrificio. La razón por la cual Pablo menciona la copa antes del pan -el orden
inverso de Mat. 26:26-27 y 1 Cor. 11:23-25-, es porque Pablo quizá deseaba
colocar el tema de la participación del pan al lado del tema de las carnes
sacrificadas a los ídolos. Aquí no se trata el significado de la Cena del
Señor, ni se está presentando el orden regular en que los emblemas deben ser servidos.
Pan. El pan es partido en el servicio de la comunión
antes de que sea dado a los participantes, porque el cuerpo del Salvador fue
quebrantado en favor de todo el mundo; pero sólo los que confiesan sus pecados
y buscan el perdón se benefician con el sacrificio ofrecido por Cristo (ver Mat.
26:26; 1Cor. 11:23-24, 26,29; 1Juan 1:9; 2:1-2).
17. Siendo. Gr. hóti, que aquí significa "siendo
que", "debido a", "porque". Con esta conjunción
comienza una nueva sentencia, que podría traducirse: "Porque es un sólo
pan, los muchos somos un cuerpo".
Uno solo el pan. Una alusión al hecho de que el
pan de la comunión es quebrado en muchos pedazos que son comidos por los
creyentes; y así como todas las partes son de un mismo pan, así también todos
los creyentes que participan del servicio de la comunión se unen a Aquel cuyo
cuerpo quebrantado se simboliza con el pan quebrado. Cuando los cristianos
participan juntos de este rito, muestran públicamente que están unidos y
pertenecen a una gran familia cuya cabeza es Cristo.
El pan material es uno de los principales alimentos de la humanidad, así también Cristo es el alimento espiritual del cual todos deben participar para mantener la salud espiritual (ver Juan 6:50-51, 56-57). Hay muchas clases de pan, hechas de diferentes de cereales como trigo, cebada, centeno, maíz; pero hay un solo pan espiritual para el sustento espiritual.
No hay muchos diferentes señores y salvadores,
sino solo Uno, y el hombre no puede hallar su camino a la vida eterna por otros
medios, sino participando del pan que descendió del cielo en la persona de
Jesucristo (ver Mat. 24:5,24; Juan 6:33, 53-54; Hech. 4:12; 1 Tim. 2:5-6).
18. Mirad a Israel. Se recurre al registro de las
prácticas del pueblo a quien Dios había favorecido con instrucciones directas
acerca del método que había de seguirse al adorar al Señor.
Según la carne. O los que eran descendientes
naturales de Abrahán. Aunque fracasaron al no reconocer a Jesús como el Mesías,
y en algunas cosas básicas se apartaron del consejo de Dios, permanece el hecho
de que la enumeración de las leyes y disposiciones relativas al servicio del
templo -dadas por el Señor a los Judíos mediante Moisés mientras estaban
acampados en el Sinaí-, es una declaración fidedigna de la forma de culto que
Dios exigía de ellos. Ese registro contiene muchos principios de verdad,
relativos a cristianos y también a judíos, y uno de los más importantes que
Dios desea ver entre su pueblo es el de la unidad.
Partícipes. Sacerdotes y laicos se convertían en uno en su
culto unido ante el altar; esa unidad era su medio visible de comunión con
Dios, y era allí donde estaban todos en el mismo nivel delante de Dios y
compartían la comunión de la familia divina. Esta unión en los sacrificios
ceremoniales del altar los identificaba como miembros del pueblo de Israel,
adoradores de Jehová, el único Dios verdadero.
19. ¿Qué digo, pues? Es decir, ¿cuál es el significado
de los que os he estado diciendo? ¿justifica mi razonamiento la creencia de que
un ídolo tiene verdadera existencia? La respuesta es negativa. Pablo no deseaba
que se entendiera que un ídolo tenía alguna importancia, o que el alimento que
se le ofrecía era diferente de cualquier otro sólo porque había sido usado en
esa forma.
Destacar la verdad de que los
ídolos no tienen importancia en este mundo llevaría naturalmente a la
conclusión de que las cosas ofrecidas a los ídolos son nada, deducción que es
cierta. Pero Pablo advirtió en cuanto a la verdadera naturaleza de la idolatría
(vers. 20) para que los creyentes no llegaran a la conclusión de que en
determinado caso si podían participar con los idólatras en sus festines paganos
sin comprometer los principios cristianos.
20. Antes digo. ¿Cuál, pues, es la verdadera
importancia de todo lo que ha sido dicho en cuanto al peligro de tener
cualquier tipo de contacto con los ídolos y su culto?
Pablo rechaza la idea de que por
no ser nada los ídolos ni los sacrificios ofrecidos a ellos, desaparece la
objeción de participar en los festejos en los templos de los idólatras.
Demonios. Gr. dáimÇn, "demonio". En Sal. 96:5, LXX,
esta palabra se usa para traducir el vocablo Heb. ´elilim, que significa
"nada", ("dioses", RVR); y en Deut. 32:17, LXX, traduce
el Heb. shedim, "malos
espíritus", "demonios". Siempre se usa en el NT para referirse a
los malos espíritus (Mat. 7:22, Mar. 1:34,39; 1 Tim. 4:1; etc.; cf. Efe. 6:12).
Ver com. Mar. 1:23; Nota adicional de Mar. 1.
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/enlace-sobre-los-evangelios-de-mateo.html
Partícipes con los demonios. Conociendo la verdadera naturaleza del culto a los ídolos, que es comunión con Satanás y sus ángeles malignos, Pablo amonesta con urgencia a los corintios a que eviten la idolatría. Los cristianos están solemnemente consagrados a Cristo; le pertenecen por creación y por redención, y por esto no pueden aprobar en lo más mínimo un culto que honre a otro que no sea el único Dios verdadero (ver Exo. 20:3-5; Mat. 4:9-10).
Es también incorrecto que los
cristianos dediquen su tiempo o afecto a algo o a alguien antes que a Dios y a
su servicio. El Altísimo debe ser siempre primero y su servicio debe ocupar en
todo momento el primer lugar (ver Mat. 22:37).
21. No podéis. Lo que los creyentes no pueden hacer debido a su
conocimiento de la naturaleza real de la idolatría, no es un impedimento de
orden físico sino moral. Los que están consagrados al verdadero Dios, ¿cómo
podrían participar de libaciones ofrecidas a Satanás y a sus ángeles?
Copa del Señor. Una referencia al vino de la
comunión (Mat. 26:27-28). Esta copa pertenece al Señor, ha sido consagrada a él
y es la comunión de su sangre; por lo tanto, pone en comunión con él a todos
los que de ella participan.
Copa de los demonios. Un símbolo de todos los festines en honor de los dioses paganos. Satanás y sus seguidores siempre se oponen al gobierno de Dios, que es bueno y sabio, para derribarlo y establecer el dominio del pecado y de la rebelión. Nunca podrá haber comunión o vinculación entre estos dos estilos de vida.
No puede haber convivencia entre Dios y Satanás, la
verdad y el error, la rectitud y el pecado. A cada uno se le pide que elija a
quién de los dos servirá. Es imposible tener comunión con Dios y con Satanás al
mismo tiempo; hay que renunciar a uno o al otro (ver Gén. 35:2-4; Jos.
24:14-16; 1 Rey. 18:21; Mat. 6:24).
22. Provocaremos. Los cristianos, que poseen toda
la luz del Evangelio, cuyos ojos están abiertos a la verdad concerniente a la
naturaleza del culto a los ídolos, ¿correrán el riesgo de despertar la ira del
Señor participando en los festines de los idólatras? ¿Permitirán que sus
apetitos y pasiones sensuales nublen su razón hasta el punto de desafiar a su
Señor, complaciéndose en festividades de idólatras?
La advertencia que hay en el
seguido mandamiento es suficiente para indicar la actitud de Dios hacia la idolatría,
pues demuestra que considera dicho culto como un insulto directo contra él (ver
Exo. 20:5).
Nuestro Dios es un Dios celoso
que no comparte el homenaje y la obediencia de los suyos con ningún otro poder
(ver Exo. 20:4-5; 34:12-16; Jos. 24:19; Mat. 6:24).
Unirse en el culto de los ídolos
participando en sus festines sería tener parte en lo que Dios siempre ha
considerado con aborrecimiento especial y que, más que ninguna otra cosa, es un
motivo de provocarlo a ira (ver Lev. 19:4; 26:30; Deut. 18:10-12; 1 Cor. 6:9;
Efe. 5:5; Apoc. 21:8; 22:15).
Cualquier práctica nuestra que tenga el efecto de apartar nuestra devoción de Dios para concentrarla en otros seres o cosas, es un pecado similar al de los corintios cuando participaban de las fiestas y orgías de los ídolos.
Cualquier inclinación exagerada a amigos,
propiedades, fama, popularidad o éxito material, que induzca a una persona a
dedicarles tiempo y atención hasta el punto de descuidar el culto de Dios, es
de naturaleza idólatra y sólo merece el reproche y la ira de Dios (ver Mat. 10:37-39;
Luc. 14:26).
Celos. Dios ilustra su amor por la humanidad por medio de
la figura del matrimonio (ver, Jer. 6:2; 2 Cor. 1:2). Los profetas describen
como adulterio el apartarse de Dios para adorar ídolos (ver Ose. 4:12-15; 8:14;
9:1,15,17).
Dios, como el esposo de su
iglesia, anhela que su esposa sea exclusivamente de él, y es muy celoso de todo
lo que le quita el afecto de ella. Ningún cristiano que ama verdaderamente al
Señor jamás permitirá que alguien, o cosa alguna, despierte los celos de Dios.
Por lo tanto, ningún seguidor de Cristo jamás debe relacionarse con algo que
sea de naturaleza idólatra.
Más fuertes. La construcción de la pregunta en griego pide una
respuesta negativa. Nadie puede tener éxito en una lucha con Dios; por eso es
completa necedad ocuparse en cualquier forma de actividad contraria a las
órdenes divinas y esperar escapar del castigo divino. Este principio debe ser
tornado en consideración por los que aman el pecado y continúan entregados a
él, y al mismo tiempo dan la impresión de que aman y sirven a Dios. Sin
embargo, este hecho de la certidumbre del castigo no debe ser el principal
motivo de nuestro servicio, sino más bien nuestro reconocimiento del amor
maravillas so de Dios y de su fidelidad (ver Rom. 8:35; 1 Cor. 10:13).
23. Me es lícito. Ver com. cap. 6: 12.
Conviene. Gr. sumférÇ, "unir", "juntar";
en forma impersonal, como aquí, "convenir", "ser útil".
Aunque el cristiano tiene derecho a hacer legalmente cualquier cosa que no vaya
en contra de la voluntad de Dios, hay veces cuando no es conveniente hacer
ciertas cosas, ni serviría para atraer o unir en la creencia de la verdad a
otros que pudieran estar observando el comportamiento del cristiano.
El creyente debe meditar en cómo
comportarse de modo que ayude a otros en sus esfuerzos para vivir
correctamente. Si su comportamiento "lícito" coloca una piedra de
tropiezo en el camino de otro, entonces debe abstenerse de una práctica que
confunda a su hermano (ver Mat. 18:7-10; Rom. 14:13,15; 1 Cor. 8:9; 1 Juan 2:10).
El cristiano debe dirigir su conducta a favor del bienestar de otros y no de su
propia conveniencia, si es que quiere hacer bien todas las cosas.
Edifica. Gr. oikodoméÇ, "construir". Este verbo
explica lo que Pablo quiere decir con "conviene". El comportamiento
del cristiano debe ser gobernado por el principio aquí establecido; a saber que
todas las cosas se hagan teniendo en cuenta la gloria de Dios y la bendición de
nuestros prójimos. Los que no siguen este principio, sino se sienten libres
para hacer cualquier cosa que deseen, aunque en sí misma no sea pecaminosa, con
frecuencia hacen lo que perjudica a otros. Las circunstancias podrían hacer
inapropiado algo que en sí no es pecado.
Aunque podía admitirse que de por
sí no era pecado comer carne ofrecida a los ídolos, había razones de peso para
que en ciertas circunstancias no se comiera. No todas las cosas tienden a
edificar la iglesia y favorecer la propagación del Evangelio. Pablo
constantemente procuraba promover el bien de la iglesia con el propósito de
salvar almas. Cualquier cosa legal que ayudara en ese sentido, era correcta y
propia; pero debía evitarse todo lo que fuera un obstáculo, no importa cuán
lícita fuese.
Los que aman al Señor anhelan
hacer todo lo que pueden para influir en hombres y mujeres a que se aparten del
pecado y sirvan a Dios, y se conducirán de tal manera que su influencia siempre
sea de ayuda. Comen, se visten, conversan, amueblan su hogar y ordenan su vida
de tal manera que puedan hacer el bien hasta el máximo de su capacidad. Quizá no puedan citar determinado pasaje de
las Escrituras que condene cierto proceder, pero perciben que no es propicio
para los intereses espirituales de otros, y por lo tanto no conviene (ver Rom.
14:21-23; 1 Cor. 6:12).
24. Su propio bien. El creyente no debe complacer
primero sus propios deseos, placeres y conveniencias, sino poner en primer
lugar el bien de otros. Se preguntará: "La complacencia de mi propio gusto
y de mis inclinaciones, ¿ayudará o perjudicará a otros?"
Muchas cosas pueden ser
permitidas, pero su práctica podría dañar espiritualmente a otros; por lo
tanto, el deber del cristiano es abstenerse de ellas. En los casos cuando
cierta práctica no está explícitamente prohibida, pero el ejemplo podría
influir sobre otros, el cristiano debiera ser guiado en su conducta no por sus
propios deseos, comodidad o convivencia, sino por la consideración del efecto
de su conducta sobre otros.
El del otro. El verdadero cristiano procura ser como su Maestro,
quien "anduvo haciendo bienes" (Hech. 10:38). En él no influyen
motivos egoístas, sino el espíritu de Jesús, el cual lo mueve a poner en
práctica el principio de la regla de oro (ver Mat. 7:12; Rom. 13:10).
25. Carnicería. Gr. mákellon, del latín macellum,
"mercado de carne". En Corinto fueron desenterradas las ruinas de un
gran mercado con columnatas y pequeños locales que rodean un patio pavimentado.
Una loza de mármol dentro del pavimento de uno de los locales tiene una
inscripción latina que se refiere a la venta de pescado, y en ella se usa la
palabra macellum, "mercado" Este quizá fue el mercado al cual aquí se
hace referencia.
Cuando se ofrecían sacrificios en
los templos de los ídolos, con frecuencia se vendían partes de esos animales en
el mercado, y como esa carne no se separaba de las otras carnes que se vendían,
un cristiano podía comprar, sin saberlo, carne que se había ofrecido a ídolos.
El consejo del apóstol es: esta carne podría ser comprada sin inconvenientes
por los cristianos.
Por motivos de conciencia. Es decir, "por cansa de la conciencia". No era necesario que el cristiano preguntara al vendedor si la carne había sido ofrecida a ídolos.
Ver com. cap. 8:7.
26. Del Señor. Cita de Sal. 24:1. Los judíos usaron posteriormente
este pasaje como una ración común de agradecimiento antes de comer (Talmud
Shabbath 119a). No se sabe si la costumbre ya existía en Corinto en el tiempo de
Pablo. Dios hace que se produzcan todas las cosas. Suple la necesidad de sus
hijo (ver com. 1 Tim. 4:4).
27. Algún incrédulo. Es decir, algún amigo, o
pariente, u otro que no fuera cristiano
Os invita. El contexto aclara que
la invitación es a una comida en un hogar privado, no una fiesta acompañada de
sacrificios e un templo pagano.
Sucede con frecuencia que quienes
no son cristianos ofrecen su hospitalidad a los cristianos, y éstos no está
obligados a rechazar tal invitación. Cristo aceptaba las invitaciones de
quienes no era sus seguidores (ver Luc. 11:37). El cristianismo no impone que
los creyentes se conviertan en ermitaños, que se abstengan de toda relación
social con sus prójimos (ver Rom. 12:13; Tito 1:8; Heb. 13:2; 2T 645).
Queréis ir. Se pueden perder muchas buenas oportunidades por no
querer aceptar las invitaciones de los incrédulos. La invitación a compartir
una comida es, en todo el mundo, una demostración de amistad, e indica una
disposición de buena voluntad para prestar atención a lo que pueda decir el
invitado. El cristiano debe aprovechar todas esas ocasiones para testificar por
el Señor y llamar la atención al amor de Dios y a su plan de salvación para los
hombres. Jesús aceptaba invitaciones de los incrédulos teniendo en cuenta este
propósito (ver DTG 124-125).
De todo lo que se os ponga delante. Estas palabras
deben interpretarse dentro de su contexto. El tema es si es lícito comer carnes
sacrificadas a los ídolos. Acerca de esto se le dice al invitado que ponga a un
lado sus escrúpulos y participe con alegría del alimento que se le da. No debe
desconcertar a su anfitrión o ponerlo en un aprieto haciéndole preguntas en
cuanto a si la comida que se le ha servido había sido ofrecida antes a los
dioses falsos adorados por quien lo había invitado.
Pero esta afirmación no sanciona
que se participe de los alimentos prohibidos en otras partes de la Biblia.
La carne debe ser de tal
naturaleza que el cristiano pueda comerla a conciencia sin transgredir los
requerimientos de Dios acerca de carnes limpias e inmundas (Ley. 11). Si el
alimento cumple con los requisitos, el cristiano puede comerlo con cortesía y
agradecimiento, sin levantar preguntas (cf. com. Rom. 14:1). La enseñanza se
refiere a la cuestión de comer alimento ofrecido a los ídolos y no a si el
alimento es adecuado desde el punto de vista de la nutrición y la salud. El
cristiano debe saber que se espera que use su buen juicio acerca de los
alimentos dañinos que serían un peligro para su bienestar físico (ver Rom.
12:1-2; 1 Cor. 6:19-20).
28. Si alguien. Pablo no identifica a quién se
está refiriendo. Algunos creen que es a un pagano invitado; otros, que se trata
de otro cristiano presente en la comida, y es "débil" (ver com. Rom.
14:1). En favor de la primera opinión está el hecho de que las palabras que se
traducen "fue sacrificado a los ídolos", significan "sacrificado
a los dioses", expresión que usaría un pagano pues no llamaría
"ídolos" a sus dioses; en favor de la segunda opinión está la
observación de que difícilmente la conciencia del pagano sería tomada en cuenta
(ver 1Cor. 10:29).
No lo comáis. El motivo de este rechazo es el efecto de esta
acción sobre otros (ver com. vers. 23-24). Los cristianos se abstienen de
comportarse de una manera que ofenda innecesariamente a alguien, en particular
a otro creyente.
Conciencia. No hay necesidad de comer nada de origen dudoso. No
hay por qué apoyar a los idólatras comiendo a sabiendas tal alimento, o poner
tropiezo a otros cristianos para que coman cuando no comprenden plenamente el
asunto y dudan de la legitimidad de un acto tal. Los cristianos que aman a Dios
y conocen su ley no hacen deliberadamente nada que ofenda la conciencia de
otros.
Del Señor. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10)
la omisión de la frase "porque del Señor es la tierra y su plenitud'; pero
su presencia en el vers. 26 está establecida por la crítica textual. La omiten
la BJ, BC y NC.
29. Del otro. La exhortación de Pablo se basa en que el amor
cristiano no hiere a sabiendas, innecesariamente, los sentimientos de alguien,
ni crea una falsa impresión que induzca a alguien al pecado (cf. cap. 13:4-6).
El hermano más débil, que no
comprende plenamente el problema, quizá censure y condene al otro como alguien
que está dispuesto a transigir con los idólatras. En tal circunstancia, ¿por
qué habría de proceder uno de tal manera que se exponga a tal acusación? ¿No
sería mejor abstenerse de comer la carne para evitar que hubiera cualquier
incomprensión o se ofendiera a alguien innecesariamente?
Nuestros derechos y privilegios
deben ponerse rápidamente a un lado para que un hermano no sufra perjuicio alguno
(ver Rom. 15:1-2; 1 Cor. 10:24,33; 13:5; Fil. 2:4). Los cristianos deben
precaverse para que el ejercicio de su libertad no sea una piedra de tropiezo
en el camino de otros, o que ellos mismos sean reprobados.
Mi libertad. El vers. 29 (segunda parte) y el vers. 30 podrían
representar la protesta del hermano fuerte, a quien Pablo parece estar
presentando en un plan de protesta contra la restricción de su libertad. Ver
com. vers. 30.
30. Con agradecimiento. Referencia a la oración de agradecimiento
por las comidas. En cuanto a la base de esta afirmación, ver com. vers. 29. Si
un hombre da gracias a Dios por lo que come y puede hacerlo sin temor
remordimiento de conciencia, ¿por qué tiene que ser criticado?
Censurado. Gr. blasf'meÇ, "vilipendiar",
"denigrar", "infamar".
31. Si, pues. Para concluir Pablo presenta una regia que es
sencilla, fácil de comprender y sin embargo, abarcante, profunda y de amplios
alcances. El cristiano debe hacer todo con pleno conocimiento de causa y con
determinación inmutable, aun los asuntos rutinarios de la vida diaria, en forma
tal que Dios sea honrado y no el hombre. Un proceder tal demanda una dedicación
constante a Dios de todas las Facultades de la mente y del cuerpo, y una
entrega diaria de todo el ser al Espíritu del Señor (ver Prov. 18:10; 1 Cor.
15:31; 2 Cor, 4:10; Col. 3:17).
Coméis o bebéis. La aplicación es, en primer
lugar, a la cuestión de comer o beber en lo que se refiere al culto de los
ídolos; la admonición tiene además una aplicación general a alimentos y bebidas
de todas clases. A los hombres se les da la facultad de elegir, pero el cristiano
ejerce siempre esa libertad en una forma que reciba la aprobación de Dios. La
salud y el carácter deben ser protegidos (CRA 150; Ed 191).
Lo que se come y se bebe es de
gran importancia en relación con la conservación de la salud. Muchas enfermedades
que afligen a la humanidad son causadas por errores en la alimentación (ver MC
227; CRA 145-146).
Dios requiere que los hombres
cuiden de su cuerpo y lo conserven en forma adecuada para que sea templo de su
Espíritu (ver 1 Cor. 6:19-20). Por lo tanto, los cristianos deben aprender a
elegir comidas y bebidas que no dañen el cuerpo, sino que promuevan la salud
mental y física (ver CRA 140-141).
A los antiguos israelitas se les
enseño que Dios los mantendría sanos si obedecían sus instrucciones (ver Exo.
15:26; Deut. 7:12-15; cf. cap. 28:58-61); y esto mismo hará por los suyos ahora
si siguen su consejo y consumen sólo aquellas cosas que están en armonía con
las leyes divinas (ver Gén. 1:29; 3:18; Lev. 11:2-31; Ecl. 10:17; 1 Cor. 10:6;
CRA 144; MC 76; DTG 764; CH 168). El ideal cristiano es el régimen alimentario
original proporcionado por el Creador en el Edén (Gén. 1:29).
O hacéis otra cosa. Se amplía la orden para incluir todas las acciones y los planes de la vida. Los cristianos no están en libertad de seguir los impulsos del corazón natural inverso y del cuerpo no regenerado. Están obligados a hacer que armonicen con la voluntad revelada de Dios todos los pensamientos, palabras y actos (ver Col. 3:17; 1Ped. 4:11; HAp 384-385; 2T 590-591). La religión de Cristo tiene que ver con todos los asuntos del hombre, ya se trate de lo físico, lo mental o lo espiritual. La redención que proporciona Cristo es completa, se aplica a todo el ser humano (ver Rom. 8:5-9, 13-14; 1 Cor. 9:27; Gál. 5:16, 24; 1 Tes. 5:23; CH 67-68).
Gloria. U "honor" (ver com. Rom. 3:23). El primer motivo para que el
cristiano viva en armonía con las leyes de Dios debe ser promover el honor de
Dios. Este motivo surge de su amor hacia Dios y su deseo de agradar a su
Hacedor (ver Juan 14:15; 1 Juan 5:3). Todas las energías del alma deben usarse
en provecho del reino de Dios, para así honrarlo.
32. No seáis tropiezo. Los cristianos nunca deben
proceder de tal manera que otros sean inducidos al pecado por su influencia
(ver Rom. 14:13). Se mencionan tres clases de personas, y se advierte a que no
se ofenda a ninguna de ellas. Esas tres clases incluyen a toda la comunidad en
cualquier lugar: judíos, cristianos y paganos.
Los creyentes corintios debían
evitar ofender a los judíos al relacionarse con la idolatría, pues éstos
aborrecían a los ídolos y su culto. Los cristianos no debían hacer nada que los
indujera a pensar que disimulaban o aprobaban el culto a los ídolos. Hacer eso
habría sido crear más prejuicios en los judíos contra el cristianismo y los
hubiera fortalecido en su oposición.
Por esto, los creyentes debían
mantenerse alejados de toda festividad dedicada a los ídolos. Los gentiles, es
decir, todos los que no eran ni judíos ni cristianos, practicaban el culto
a los ídolos y procuraban justificarlo por todos los medios posibles.
Los cristianos no debían hacer
nada que los estimulara en ese sentido. Muchos miembros de la iglesia de
Corinto no estaban tan plenamente convencidos de la verdadera naturaleza de la
idolatría como debieran haberlo estado, y los hermanos más fuertes eran
amonestados a ser cuidadosos y a evitar toda conducta que confundiera el
pensamiento de esa clase de miembros.
Este principio es de aplicación
perpetua: Un cristiano nunca debe hacer nada que innecesariamente ofenda a
alguien, ya sea judío, pagano u a otro cristiano. Su objetivo es procurar guiar
a los que no conocen a Dios para que reconozcan la bondad, la sabiduría y el
amor del Señor, cumpliendo así el gran propósito de la redención de ellos, que
es la sabiduría de Dios (ver Isa. 43:25; Eze. 36:22-23; Juan 17:23). El mundo
busca paz mental, pero sólo hay una forma segura de encontrar la verdadera paz:
seguir el consejo de Pablo.
33. Agrado a todos. El propósito dominante de Pablo
era salvar a los hombres, y estaba listo para hacer cualquier cosa correcta con
el fin de alcanzar esa meta. Por lo tanto, había decidido colocar los intereses
de aquéllos por encima de los suyos para poder llevarlos a Cristo. Procuraba
evitar que se levantaran prejuicios, no insistiendo innecesariamente en sus
derechos ni despertando oposición.
El reino de Cristo está
establecido sobre principios completamente diferentes a aquellos sobre los
cuales se establecen los reinos de este mundo. Los pensamientos de los hombres
son naturalmente opuestos a los de Dios debido a la pecaminosa naturaleza
humana (ver Sal. 51:5; Rom. 8:6-7). El hombre trata de ensalzarse, de imponer
sus propias ideas y opiniones, sin tener en cuenta los sentimientos y las
creencias de otros; pero el cristiano se niega a sí mismo, ensalza a Cristo y
dedica su vida a la salvación de otros (ver Mat. 16: 25; Mar. 8:35; DTG 504).
Muchos. Literalmente "los muchos", o sea la
mayoría. Pablo no hacía discriminación ni buscaba únicamente el bien de los que
cumplían con sus enseñanzas, pues, como todo verdadero cristiano, estaba
interesado en la salvación de todos los hombres de todas las razas y de todas
las condiciones sociales. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
PABLO
SEÑALÓ A LOS CORINTIOS LA EXPERIENCIA DEL ANTIGUO ISRAEL, las
bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus
transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron
guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de
fuego de noche. Así fueron conducidos con seguridad a través del mar Rojo,
mientras los egipcios, intentando cruzar de la misma manera, se ahogaron todos.
Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia.
TODOS
ELLOS "comieron la misma vianda espiritual;
y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra
espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo." Los hebreos,
en todos sus viajes, tenían a Cristo como su jefe. La piedra herida
representaba a Cristo, que había de ser herido por las transgresiones de los
hombres, para que pudiera fluir a todos la corriente de la salvación.
A
PESAR DEL FAVOR QUE DIOS LES MOSTRÓ A LOS HEBREOS, por
causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y
rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a
los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia
de Israel. "Empero estas cosas fueron en figura de nosotros
-declaró,- para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron."
MOSTRÓ
CÓMO EL AMOR A LA COMODIDAD y al placer
los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta
venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y
al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido
al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para
representar a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso
relacionado con el culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en
la licencia. Se despertó la ira de Dios, y a su orden, "veinte y tres
mil" fueron muertos en un día por la plaga.
EL
APÓSTOL ADVIERTE A LOS CORINTIOS: "Así
que, el que piensa estar firme, mire no caiga." Si se
vanagloriaban y confiaban en sí mismos, descuidando la vigilancia y la oración,
caerían 255 en grave
pecado, provocando la ira de Dios contra ellos. Sin embargo, Pablo no
quería que se entregasen al desaliento. Les aseguró: "Fiel es
Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar."
PABLO
INSTÓ A SUS HERMANOS A PREGUNTAR qué
influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada,
por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u
ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. "Si
pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de
Dios. Sed sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la iglesia de Dios."
LAS
PALABRAS DE AMONESTACIÓN del apóstol
a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a
nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los
ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de
los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un
jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre.
Una religión
que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que
sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo. HAp.
Ministerio Hno. Pio
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