1 Corintios 7. ENSEÑANZA ACERCA DEL MATRIMONIO: (1). Se ordena el reconocimiento recíproco de los derechos matrimoniales. Vers. 1-6.
(2). Se recomienda el celibato en
ciertas circunstancias. Vers. 7-11.
(3). El problema de los
casamientos con incrédulos. Vers. 12-16.
(4). La aceptación de Cristo no
debe cambiar la condición social. Vers. 17-24.
(5). Instrucciones acerca de las vírgenes. Vers. 25-40.
1 En Cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; 2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 6 Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento.
7 Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. 8 Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; 9 pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. 10 Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; 11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.
12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. 15 Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. 16 Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?
17 Pero cada uno como el Señor le
repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las
iglesias. 18 ¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue
llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide.
19 La Circuncisión Nada Es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios. 20 Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede. 21 ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más. 22 Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 23 Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. 24 Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.
25 En cuanto a las vírgenes no
tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado
misericordia del Señor para ser fiel. 26 Tengo, pues, esto por bueno a causa de
la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. 27
¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures
casarte. 28 Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no
peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar.
29 Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que
tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30 y los que lloran, como si no
llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran,
como si no poseyesen; 31 y los que disfrutan de este mundo, como si no lo
disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.32 Quisiera, pues, que
estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de
cómo agradar al Señor; 33 pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo,
de cómo agradar a su mujer.
34 Hay asimismo diferencia entre
la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para
ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las
cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 35 Esto lo digo para vuestro
provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin
impedimento os acerquéis al Señor. 36 Pero si alguno piensa que es impropio
para su hija virgen que pase ya de edad, y es necesario que así sea, haga lo
que quiera, no peca; que se case.
37 Pero el que está firme en su corazón, sin tener necesidad, sino que es dueño de su propia voluntad, y ha resuelto en su corazón guardar a su hija virgen, bien hace. 38 De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor. 39 La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. 40 Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios. (1 Corintios 7).
1. Las cosas de que me
escribisteis. Con este versículo comienza una nueva sección de la epístola, en la cual se
tratan ciertas preguntas que la iglesia de Corinto había hecho a Pablo. La
carta que las contenía se perdió, de modo que sólo es posible hacer conjeturas
en cuanto a su alcance. Sería sumamente útil, por ejemplo, saber con exactitud
cuáles eran las preguntas en cuanto al matrimonio. La interpretación del
capítulo depende en parte de la naturaleza del problema presentado en la carta
dirigida al apóstol. En vista de la ferviente advertencia de Pablo contra la
fornicación (cap. 5-6), parece apropiado que en su respuesta tratara en primer
lugar el tema del matrimonio. En Corinto
quizá también había quienes se preguntaban si las rígidas reglas judaicas que
hacían obligatorio el matrimonio, al menos para los hombres, eran también aplicables
a los cristianos (ver Mishnah Yebamoth 6: 6).
En la iglesia tal vez había
algunos que no sentían el deseo de casarse, y pudieron haber preguntado a Pablo
si les era lícito permanecer solteros. Si esta pregunta fue la razón de esta
afirmación de Pablo (cap. 7:1), entonces el apóstol no estaba dando un consejo
en términos generales acerca de la moral del matrimonio, sino que sencillamente
estaba informando a ese grupo particular que era perfectamente correcto
permanecer solteros. Algunos cristianos creían sin duda que el matrimonio era una
condición pecaminosa que debía ser evitada y disuelta, de ser posible. Esta
sería una reacción comprensible contra el libertinaje que era tan común en
Corinto en esos días. Su celo por evitar cualquier cosa que se relacionara con
la fornicación, puede haberlos inducido a ir al otro extremo de abstenerse
completamente del matrimonio.
Bueno. Gr. kalós, "propio",
"apropiado". La palabra no denota bondad en sentido moral (cf. vers.
28,36); por lo tanto, esta declaración no se puede usar para justificar el celibato
como una práctica moralmente superior (ver Mat. 19:4-6; Rom. 7:2-4; Efe. 5:22-32;
1 Tim. 4:1-3; Heb. 13:4). Sería extraño que Pablo enseñara que de ninguna
manera un hombre debía casarse, y que después, en una epístola dirigida a otra
iglesia, usara el matrimonio como una ilustración de la íntima unión que existe
entre Cristo y su iglesia (Efe. 5:22-27). Ver sobre esto el comentario de
"las cosas de que me escribisteis".
No tocar mujer. Una forma delicada para referirse
a la relación sexual (ver Gén. 20:4,6; 26:11; Prov. 6:29). La expresión aquí
quizá sea sinónimo de matrimonio. La instrucción debe ser interpretada a la luz
de su contexto y no como una prohibición del matrimonio.
2. Pero. Aunque el matrimonio no es
obligatorio, es perfectamente correcto.
A causa. Debido a que en Corinto abundaba la inmoralidad, era aconsejable que se casaran todos los cristianos. En los países en donde el matrimonio ha sido considerado con liviandad, ha abundado la inmoralidad, y siempre será así. La pureza y la virtud están estrechamente relacionadas con la preservación del voto matrimonial. La recomendación que hace Pablo del matrimonio como una protección contra la fornicación ha sido considerada por algunos como un concepto que rebaja el matrimonio; pero tales personas no se dan cuenta que Pablo, debido a la situación particular de Corinto, trató sólo el aspecto negativo del asunto.
Él no dice aquí que expone
la única razón para casarse. No niega el elemento positivo ni las bendiciones
que proporciona el matrimonio (ver com. Mat. 19:12). Neander escribió en cuanto
a este pasaje: "No debemos ignorar el hecho de que Pablo no está tratando
aquí del matrimonio en general, sino sólo de su relación con el estado de cosas
en Corinto, donde temía el efecto de los prejuicios morales concernientes al
celibato" (Lange´s Commentary, 1 Cor. 7:2).
Fornicaciones. El plural sin duda se refiere a
las muchas formas de vicios sexuales que se practicaban abiertamente en la
ciudad de Corinto.
Propia mujer. . . propio marido. Esta orden destaca la práctica
cristiana de la monogamia.
3. El deber. Este versículo presenta el deber
mutuo del esposo y la esposa en los asuntos conyugales, específicamente en
cuanto a la relación matrimonial. Ambos están unidos entre sí por toda la vida,
y en toda forma posible cada uno debe mostrar bondad y consideración por el
otro. Este consejo era necesario debido a que algunos cristianos evidentemente
creían que había una virtud especial en que el esposo y la esposa vivieran
separados, lo que les negaba los legítimos privilegios del matrimonio y los
exponía a ser tentados por la inmoralidad.
4. No tiene potestad. Aquí se presentan en forma clara
los derechos iguales de ambos cónyuges. Ninguno de los dos tiene derecho de
negar al otro la relación íntima matrimonial pero esto no sanciona ninguna
forma de abuso o exceso, al contrario, los cristianos deben reconocer la
necesidad de la temperancia en todas las cosas (ver cap. 9:25; 3JT 107; MJ
459-560; 1JT 266). Las personas casadas deben considerarse como ligadas por una
unión sumamente íntima y con los vínculos más tiernos.
Por lo tanto, cuando se presente
la tentación a la infidelidad, cada, uno debiera pensar espontáneamente en el
lazo místico y sagrado que lo une con su cónyuge, y decididamente debiera negarse
a quebrantar esa unión. Crisóstomo lo expresa: de esta manera: "Por lo
tanto, cuando ves que una ramera te tienta, di: "Mi cuerpo no es mío sino
de mi esposa". Lo mismo también diga la mujer a los que quisieran manchar
su castidad: "Mi cuerpo no es mío, sino de mi esposo" (Homilías xix.
2, 1 Cor. 7:3).
No debe olvidarse que esta
presentación del deber y los privilegios de los casados en las relaciones
íntimas del matrimonio, se originó en las preguntas hechas por la iglesia de
Corinto (vers. 1). Como ya se dijo, quizá había creyentes que mantenían puntos
de vista ascéticos que los inducían a pensar que aunque estuvieran casados
estaban obligados a abstenerse de las relaciones sexuales.
Este versículo muestra que la misma naturaleza del matrimonio implica que la complacencia o la negación de la unión íntima no debe someterse al antojo de una de las partes, pues cada una tiene derecho a la unión conyugal.
Sin embargo, siempre debe tenerse en cuenta
el requisito divino de que Dios debe ser honrado en todas las cosas (cap. 10:31).
El creyente, que sabe que su cuerpo es templo del Espíritu Santo (cap. 6:19-20),
no permitirá que los privilegios matrimoniales se conviertan en una causa de
violación de la orden de presentar su cuerpo sin defecto ante el Señor (ver
Rom. 12:1; cf. MJ 459). El cuerpo siempre debe mantenerse bajo la sujeción de
la razón santificada.
5. No os neguéis. Gr. apostaré "robar",
"privar de". Este verbo aparece en Exo. 21:10 (LXX), donde se
aconseja a un hombre que no disminuya el alimento, la ropa y el deber conyugal
que corresponden a su primera esposa. Se les dice a los cristianos que no deben
privarse mutuamente de la unión íntima matrimonial, a no ser por un tiempo
limitado, en circunstancias especiales y por mutuo consentimiento. La siguiente
declaración presenta la razón para que por acuerdo mutuo haya una abstención
transitoria de las relaciones íntimas: la participación sin trabas en prácticas
religiosas especiales, aunque esto no pretende de ningún modo fomentar el
ascetismo en la vida marital. No se puede deducir de este consejo que dicha
abstención de las relaciones conyugales sea necesaria para poder entregarse a
momentos diarios y regulares de oración, sino que es un plan admisible sólo
cuando uno siente la necesidad de un período de devoción especialmente intensa
como el que se sugiere aquí con las palabras: "para ocuparos sosegadamente
en la oración" (cf. Exo. 19:14-15).
Volved a juntaros. Después de terminar el motivo del
período de abstinencia planificado mutuamente, el esposo y la esposa deben
volver a la conducta normal de la vida marital. Se da claramente la razón para
esta admonición de volver a las relaciones normales: evitar el mal
comportamiento sexual. Cualquier intento de introducir largos períodos de
abstención en las relaciones sexuales entre esposo y esposa, tendería a
eliminar la salvaguardia establecida por el matrimonio contra la fornicación
(ver PP 27). Además, corresponde señalar que la satisfacción y el placer
derivados por ambos cónyuges del acto matrimonial forman parte de la razón por
la cual Dios instituyó el matrimonio. Ver Prov. 5:18-19; Ecl. 9:9.
6. Esto. No se puede determinar cuánto se
abarca con este pronombre: si sólo la sugerencia del vers. 5, o toda la
instrucción de los Vers. 1-5.
Por vía de concesión. Gr. suggnóm',
"convenio", "opinión mutua", "juicio mutuo",
"concesión". El apóstol no tiene el propósito de dar la impresión de
que las personas casadas están obligadas a practicar períodos variables de
abstinencia, aunque sea por mutuo acuerdo. Sólo explica que si así lo desean,
están perfectamente libres de llegar a esos acuerdos; pero no se les ordena que
lo hagan. Algunos han entendido que el contenido de este versículo sugiere que
el consejo del vers. 5 no era inspirado por el Espíritu Santo. Esta
interpretación refleja una comprensión equivocada de la forma como actúa la
inspiración. Ver Material Suplementario de EGW sobre 2 Tim. 1:21 y 1MS 24. Por
otra parte si se considera detenidamente los vers. 1-5, entonces también se
verá que Pablo no está dando una orden en cuanto al asunto de casarse o no.
Cada uno debe decidir qué desea hacer.
7. Como yo. Es decir, que poseyeran el don
que hace que el matrimonio no sea necesario (ver Mat. 19:10-12). No se puede
demostrar en forma concluyente que Pablo estuviera casado previamente. Pablo
dio su voto contra los santos (Hech. 26:10), lo que se ha interpretado como que
era miembro del sanedrín (cf. HAp 92), cuyos componentes tenían que ser casados
(ver Talmud Sanhedrin 36b); y lo más natural es suponer que Pablo, un estricto
fariseo, no habría pasado o por alto lo que los judíos consideraban como una
obligación sagrada: a saber, casarse (ver Mishnah Yebamoth 6.6). Su detallado
consejo en este capítulo sugiere un conocimiento íntimo de problemas, que sólo
se puede tener estando casado. Por lo tanto, son pocas las dudas que hay de que
Pablo estuvo casado por algún tiempo antes de que escribiera la Primera
Epístola a los Corintios.
Su propio don. Aquí se reconoce el hecho de que
todos los hombres no son iguales en este asunto de casarse o no casarse.
Algunos prefieren permanecer solteros, y pueden vivir satisfactoriamente; pero
otros deciden seguir el plan normal de la vida en esta tierra, y se casan.
Ambos procederes son aprobados por el Señor cuando se llevan a cabo en armonía con
el consejo divino.
8. Solteros. Como este vocablo griego está en
masculino, podría indicar que Pablo se refiere únicamente a solteros y viudos.
Las jóvenes se mencionan en el vers. 25.
Bueno. Gr. kalós. (ver com. vers. 1).
Como yo. Ver com. vers. 7.
9. Don de continencia. Pablo destaca la importancia de
ser continente, pero también reconoce que todos los hombres no son como él (ver
com. vers. 7). Además, los que han estado acostumbrados al matrimonio pueden encontrar
que les es más difícil mantener una completa continencia (ver 1 Tim. 5:11,14).
Estarse quemando. Pablo aconseja a los que tienen
excesiva dificultad en ejercer dominio sobre sus deseos sexuales, que se casen
antes que estar sometidos a la excitación de un deseo insatisfecho. La
enseñanza es clara y está en armonía con el tenor general de los versículos
precedentes, a saber: la preservación de la pureza y la mejor actitud hacia el
matrimonio (cf. vers. 2-3, 5). Aunque se tengan en cuenta los problemas
relacionados con la vida matrimonial durante un período de persecución y
angustia (vers. 26), es mejor casarse que consumirse interiormente sufriendo
una perturbación mental, emocional y física por un deseo insatisfecho.
10. El Señor. Pablo refuerza su orden inspirada
refiriéndose a la clara enseñanza dada por Cristo. Puesto que Jesús había
hablado específicamente de este tema, el apóstol podía hacer una referencia
tal. Cuando no había una instrucción específica procedente de Jesús, el apóstol
podía añadir su propio consejo (ver com. vers. 12).
El Salvador declaró que el
vínculo matrimonial era sagrado e inmutable (Mat. 5:31-32; Mar 10:2-12; Luc.
16:18). La orden de Jesús no deja lugar para las muchas razones que se
presentan para una separación legal, y que son aceptadas hoy día por los
tribunales civiles, como incompatibilidad de caracteres, crueldad mental y
otras de una naturaleza más trivial. Las leyes griegas y romanas permitían la
separación del esposo y la esposa por razones baladíes, y lo mismo sucedía entre
los judíos (ver com. Mat. 5:32). Esta condición de la sociedad influía sin duda
para que los cristianos levantaran la cuestión de la legitimidad de la
separación entre los creyentes. La respuesta se da con claridad: el divorcio no
está dentro del perfecto plan de Dios para la humanidad, y el adulterio es la
única razón por la cual se permite el divorcio (ver com. Mat. 19:9).
La mujer no se separe. O "no sea separada"
(voz pasiva), es decir, "no se deje separar". En el Imperio Romano,
tanto el hombre como la mujer podían iniciar el divorcio. Aquí se insta a la
mujer, no sólo a no iniciar la separación, sino a no dejar que las
circunstancias la separen de su marido. Se ha pensado que posiblemente la
pregunta a la cual responde Pablo (ver com. vers. 1) tuviera que ver con una
hermana que estaba pensando separarse de su marido, quizá un no cristiano.
11. Si se separa. O "en el caso de
separarse" (BJ); "y caso que llegare a separarse" (BC). Esta
declaración es virtualmente una admisión de que la orden dada en el versículo
anterior no sería obedecida plenamente debido a la imperfecta condición de la
iglesia. Había casos de diferencias matrimoniales que no podrían ser superadas
mediante el afecto y la tolerancia cristiana y se produciría la separación; y
en estos casos la esposa rechazada o separada no debía casarse con otro, sino
buscar la reconciliación con su esposo.
No abandone. Gr. afi'mi que mejor se
traduciría "no despida a su mujer" (BJ), o "no repudie a su
mujer" (NC). Este verbo es diferente del que se traduce "no se
separe" en el vers. 10. Además, está en la voz activa y no en la pasiva
como el primer caso. Aquí el marido inicia la separación, despidiendo a la
esposa.
12. A los demás. Los deberes de las personas célibes en la iglesia, han sido tratados especialmente en lo que se refiere a si es correcto y aconsejable que se casen (vers. 1-9). También ha sido claramente presentada la orden del Señor acerca de los creyentes casados y cómo debieran proceder frente a las cuestiones de separación y divorcio (vers. 10-11).
Pablo da instrucciones ahora en cuanto a la situación de un cónyuge
cristiano y otro que no lo es. Surge la pregunta: En circunstancias tales,
¿sería aconsejable y correcta una separación voluntaria? El esposo creyente o
la esposa creyente podrían desear no permanecer en estrecho contacto con su
cónyuge pagano. Y para estos casos también se da consejo.
No el Señor. Cristo dio instrucciones en
cuanto a la naturaleza sagrada e indestructible del vínculo matrimonial (Mat.
19:4-6, 9). Pablo trata ahora casos acerca de los cuales Jesús no dio una
enseñanza explícita; por eso usa la expresión "Yo digo, no el Señor".
Algunos han pensado que éste no es un consejo inspirado, pero no debe
entenderse que el Espíritu Santo no había inspirado esta amonestación.
Sencillamente Pablo no basaba sus palabras en ninguna declaración previamente
registrada que hubiera hecho Jesús (cf. com. 1 Cor. 7:10).
No la abandone. Podría haber casos en los cuales
una esposa no cristiana fuera tan opuesta al Evangelio y tan violenta en su
actitud, que no quisiera vivir con su esposo cristiano. En tales casos éste no
podría evitar la separación. Pero si la esposa incrédula deseaba vivir con su
esposo creyente, él no estaba en libertad de buscar la separación.
El voto matrimonial es sagrado, y
no puede ser desechado por un cambio en las creencias religiosas de cualquiera
de los cónyuges. El único efecto de la conversión de ellos debiera ser el de
hacerlo más tierno, bondadoso, amante y leal que antes. El cónyuge creyente
debe considerar en vigencia el casamiento con un incrédulo siempre y cuando
éste no se separe voluntariamente de su cónyuge creyente y establezca otros
vínculos matrimoniales.
13. No lo abandone. Gr. afi'mi. El consejo de este
versículo es similar al de los vers. 11 y 12, pero se aplica a la esposa. La
ley judía reconocía en ciertas circunstancias el derecho de la esposa de
divorciarse de su esposo. Así como el esposo cristiano no está en libertad de
divorciarse de su esposa incrédula debido únicamente a diferencias religiosas,
tampoco la esposa cristiana debe por esa razón divorciarse de su esposo
incrédulo.
14. Santificado. Gr. hagiázÇ, "santificar"
(ver com. Juan 17:11,17). La causa de esta declaración es sin duda el temor en
el corazón de algunos creyentes -cuyos cónyuges no eran cristianos- de que se
produjera una contaminación o corrupción si permanecían en íntima relación
conyugal con un incrédulo. Pablo no quiere decir que un cónyuge incrédulo se
volvería santo o se convertiría al cristianismo sólo porque seguía viviendo en
matrimonio con un cristiano, o que el incrédulo gradualmente se inclinaría
hacia el cristianismo al advertir el efecto del cristianismo sobre su cónyuge.
Ese punto se tratará después (ver com. vers. 16).
El apóstol se refiere a la
situación que se producía tan pronto como uno de los esposos se hacía
cristiano, y no de algo que ocurriría en el futuro. "Santificado"
sencillamente describe lo contrario de "contaminación". El cónyuge
incrédulo era santificado en lo que se refiere a la legitimidad de que los
paganos y los cristianos vivieran juntos en matrimonio. Si el matrimonio era
legal y así lo reconocía la iglesia, los dos estaban unidos por el vínculo
matrimonial en una sola carne y quedaban indisolublemente ligados (ver Gén.
2:24; Mat. 19:56; Efe. 5:31). En estas condiciones era correcto que ambos
vivieran juntos. No tenían por qué divorciarse.
Hijos. . . inmundos. Es decir, engendrados de un
matrimonio no santificado, y por lo tanto, en cierto sentido, ilegítimos. Si se
recomendaba el divorcio por el motivo de que uno de los esposos era pagano,
esto implicaría que un matrimonio tal era indebido. Los corintios mismos no creían que los hijos
de los matrimonios mixtos fueran ilegítimos. Por lo tanto, aun de acuerdo con
sus propias ideas, el matrimonio debía ser correcto.
Ahora son santos. Es decir, en la misma forma en
que el esposo incrédulo es santificado por la esposa creyente. Son santos en el
sentido de que han nacido de una unión santificada.
15. El incrédulo. Se usa el adjetivo masculino
porque se refiere a ambos esposos, como se verá posteriormente en el versículo.
No está. . . sujeto a
servidumbre. Si el consorte que no es cristiano no desea permanecer con el que lo es, y
voluntariamente abandona a su cónyuge, el cristiano no debe sentirse obligado a
mantener unido el matrimonio a cualquier precio. El consorte incrédulo que
desea dejar a su cónyuge, no debe ser impedido de hacerlo. El cristiano no está
obligado a vivir con un cónyuge incrédulo contra la voluntad de éste.
A paz. Literalmente "en paz" (BC, BJ). Procure el cristiano vivir fervientemente en armonía con el cónyuge incrédulo, sin claudicar en los principios (ver Rom. 12:18; Heb. 12:14).
El
cristianismo es una religión de paz, que procura prevenir o evitar la contienda
y la discordia (ver Juan 14:27; Rom. 14:19; 2 Cor. 13:11; Fil. 4:7). Si no se
puede mantener la paz mientras el cristiano y el que no lo es están viviendo
juntos en legítimo matrimonio, y el incrédulo insiste en marcharse, deben
llegar a un acuerdo para una separación pacífica.
16. Harás salvo. La razón por la cual el consorte
creyente no debe dejar al otro ni desear separarse del incrédulo, es que se
perdería la oportunidad de que el que no es cristiano pudiera ser inducido a
aceptar a Cristo como su Salvador mediante el ejemplo y la influencia del que
es creyente. La conversión del incrédulo traería gran felicidad y bendiciones
al conjunto de la familia, y en particular al incrédulo. Este propósito es tan
importante, que el cristiano debe estar dispuesto a ser paciente y tolerante
para lograrlo. Nunca debe dejar de vivir ni por un momento una verdadera vida
cristiana, no importa qué provocación pudiera surgir para inducirlo a proceder
de otra manera. Debe haber una continua comunión con Dios en oración para que
el consorte no cristiano pueda ser sacado de la incredulidad a una vida de
pacífica, armoniosa y feliz preparación para el hogar celestial.
17. Como el Señor le repartió. Ver com. vers. 7.
Así haga. La aceptación del cristianismo no
significa necesariamente que debe haber un cambio en la condición económica,
social o profesional del creyente. Las gozosas nuevas proclamadas por los
mensajeros del Evangelio en algunos casos producían gran entusiasmo entre los
que las creían, tanto judíos como gentiles. La vislumbre presentada de una vida
más elevada, más feliz y más santa daba como resultado que algunos se volvieran
indiferentes a este mundo y sus asuntos; procuraban vivir únicamente para las
cosas espirituales, y trataban de renunciar a sus ocupaciones regulares (ver 2
Tes. 3:6-12).
El Evangelio no tiene el
propósito de aniquilar súbitamente el orden de cosas existente, sino de
penetrar lentamente en todos los asuntos de la vida de cada uno y producir un
cambio mediante un proceso lento y ordenado. Neander presenta adecuadamente la
enseñanza de este versículo: "Aquí aprendemos el hecho general de que el
cristianismo no altera las relaciones existentes, siempre que no sean
pecaminosas; sólo procura infundirles un nuevo espíritu" (Lange´s Commentary,
1 Cor. 7:17).
18. Quédese circunciso. Los judíos circuncidados que se
convertían al cristianismo no debían tratar de ocultar el hecho de que lo eran,
como hacían algunos que abandonaban el judaísmo y se hacían paganos (ver
Josefo, Antigüedades xii. 5.1; 1 Mac. 1:15).
No se circuncide. El rito de la circuncisión,
practicado por los judíos de acuerdo al mandato de Dios dado a Abrahán, no
debía exigirse a los gentiles que aceptaban el cristianismo (Hech. 15:24-29).
19. La circuncisión nada es. Ni el cumplimiento del rito judío
de la circuncisión, ni el dejar de hacerlo, podían afectar la relación
individual con Dios por medio de la fe en Jesús. Aquí se pone énfasis en la
verdad de que las ceremonias externas y los ritos no tienen valor sin la fe en
Cristo (ver Gén. 5:6; 6:15). El hijo de Dios que ha nacido de nuevo es aceptado
por el Señor, no en razón de la obra u obras que pudiera haber cumplido, sino
debido a su fe en la gran obra efectuada a favor de él por Cristo en la cruz
(ver Juan 3:16; Rom. 4:5; Efe. 2:8-9). Abrahán, cuya fe se presenta como un
ejemplo para todos los que creen en Cristo, es llamado el padre de todos los
que tienen una fe similar en Jesús, hayan sido circuncidados o no (ver Rom.
4-9, 11-12).
Sino el guardar. Cf. Gál. 5:6; 6:15. La idea es:
lo que importa es la observancia de los mandamientos de Dios. Él no estima la
religión de un hombre por el cumplimiento de ceremonias rituales, sino por su
relación con los principios de la ley divina (ver Ecl. 12:13; Juan 14:15,21,23;
15:10; 1 Juan 2:4-6). Un hombre puede guardar los mandamientos, esté
circuncidado o no.
20. En él se quede. Ver com. vers. 24. Se aconseja a
los hombres a que permanezcan en la condición o las circunstancias de la vida
en que se encuentran cuando responden a la invitación de Jesús para servirle.
La aceptación de Cristo y la forma de vida que él dispone no da a nadie
autoridad para rebelarse contra el orden de cosas existente ni para procurar
escapar de su ambiente o de su tarea, a menos que haya un conflicto entre ese
ambiente y esa tarea y los principios de la verdad. Pablo explica su posición en el vers. 21.
21. Esclavo. Gr. dóulos, "esclavo"
(ver com. Rom. 1:1). Los esclavos que aceptaban al Salvador no por eso quedaban
liberados de su condición de esclavitud ante sus amos terrenales.
No te dé cuidado. No permitas que eso sea causa de preocupación y aflicción; no lo consideres como una desgracia. No permitas que la libertad espiritual en Jesús, que acabas de descubrir, te haga despreciar tu esclavitud material, sino aprende a estar contento en la condición en que te hallabas cuando te encontró el Salvador (ver Fil. 4:11; 1 Tim. 6:6,8; Heb. 13:5).
Se instruye al esclavo indicándole que cumpla con su deber para con su amo
terrenal. Así testifica del poder transformador del Evangelio (ver Efe. 6:5-8;
Col. 3:22-24; 1 Tim. 6:1; Tito 2:9-10; 1 Ped. 2:18-19). Dios cuida de todos sus
hijos cualquiera que sea su condición en la vida, y da gracia y fuerza a cada
uno de acuerdo con sus necesidades y circunstancias (ver Fil. 4: 19).
Procúralo más. Los comentadores dan dos interpretaciones a la segunda parte de este versículo, dependiendo de cuál sea el antecedente de "lo": la esclavitud o la libertad. Esta diferencia se ve en las siguientes traducciones: "Aprovecha más bien tu condición de esclavo" (BJ). "Usa con preferencia la libertad" (VM).
De
acuerdo con la primera interpretación, se aconsejaba a los esclavos convertidos
que no se preocuparan por su condición social; que aun cuando pudieran
legítimamente obtener su libertad no deberían estar muy ansiosos de hacerlo,
sino permanecer en la esclavitud sabiendo que libres y esclavos son uno en
Cristo (ver 1 Cor. 12:13; Gál. 3:27-28; Col. 3:11).
Además su condición de
servidumbre pronto debería terminar con la segunda venida de Jesús (ver 1 Cor.
7:26,29), y entonces todos los creyentes que eran esclavos serían libres tanto
física como espiritualmente. La otra interpretación presenta el pasaje como una
exhortación a los esclavos creyentes para que aprovechen el ofrecimiento de
libertad, si tienen oportunidad de hacerlo. Esta última interpretación está en
armonía con el consejo de Pablo acerca de los matrimonios mixtos (vers. 15). No
es posible determinar en forma concluyente qué quiso decir Pablo.
22. Liberto. El esclavo convertido quedaba
libre debido a su conversión; es decir, se le concedía libertad de la
esclavitud del pecado mediante el Señor Jesucristo. Parece que se presenta este
argumento con el fin de consolar al esclavo, a quien se ha exhortado a que esté
contento con su suerte y no trate de huir de ella. La esclavitud del pecado,
que antes mantenía al esclavo entre sus horribles garras, era mucho peor que la
esclavitud corporal a un amo terrenal. Pero el esclavo ahora queda libre de la
esclavitud del pecado y de este modo su condición, aunque continúa siendo la de
un esclavo, es mucho mejor de lo que era antes. Ahora es realmente un liberto,
un hombre hecho libre por el Señor.
Otros, que no han experimentado la conversión, quizá el mismo amo del esclavo, están en una condición de servidumbre mucho peor que la del esclavo. Por lo tanto, éste debe regocijarse por su liberación del mal mayor.
La bendición máxima que un hombre puede
recibir es liberarse del pecado; si la disfruta no debe estar indebidamente preocupado
en cuanto a las circunstancias externas de esta vida (ver Mat. 6:25-31, 33-34;
Juan 8:32,34,36; Rom. 7:14-20, 23-24; 8:2; Gál. 5:1).
Esclavo. Gr. dóulos, como en el vers. 21 y en la primera parte de este versículo.
El ciudadano libre que acepta la
invitación de Cristo para seguirlo y que entrega su corazón al Señor sin
reservas, se convierte en "esclavo" de Jesús. La independencia
absoluta no existe. El hombre es el desdichado esclavo del pecado, o el feliz y
voluntario siervo de su Creador y Salvador. Toda sociedad civilizada está
gobernada por leyes, y nadie se degrada por obedecer las leyes aceptadas por la
sociedad en la cual vive, con tal de que esas leyes estén en armonía con la
Palabra de Dios.
Los tres compañeros de Daniel
obedecieron la orden del rey caldeo de que fueran a la llanura de Dura donde se
había erigido la gran imagen de oro, pero se negaron a inclinarse delante de
ella porque contradecía una clara orden de Dios (Dan. 3:14; 16-18; cf. Exo. 20:4-5).
La obediencia a la ley de Dios, ya sea como esclavo o como liberto, es la forma
suprema de reverencia y la prueba de discipulado, tanto como el dictado máximo
de la razón y de la conciencia (ver 1 Cor. 7:19; CM 86; CC 60; DMJ 119-120; HAp
403). El apóstol muestra que tanto el esclavo cristiano como el liberto
cristiano están en un mismo nivel, pues a ambos se les pide que obedezcan la
ley de Dios.
23. Comprados. El precio de la compra es la infinitamente
preciosa sangre de Jesús (Juan 3:16; Rom. 5:8, 18-19; 1 Ped. 1:18-19; 3:18).
Los esclavos que aceptan el Evangelio, aunque estén sometidos a sus amos
humanos y privados de la libertad civil, son de valor incalculable ante los
ojos de Dios. Son los siervos de Jesucristo, y pueden servirle continuando
sometidos a sus amos terrenales, porque Cristo considera como hecho para él ese
servicio, si lo cumplen fielmente (Efe. 6:5-8; Col. 3:22-24).
Esclavos de los hombres. El significado de la orden
"no os hagáis esclavos de los hombres" no es del todo claro en este
contexto. Algunos lo entienden como un consejo para los libres o libertos, que
no se dejaron esclavizar. Otros consideran que se trataba de un consejo para
todos los cristianos -siervos o libres -, para que se guiaran por los
principios de la verdad mientras cumplían con sus deberes según su condición
civil en la vida. No debían transgredir la ley de Dios bajo ninguna
circunstancia, para satisfacer los requerimientos de los hombres (ver Hech. 5:29).
Debían reconocer que Dios, que ha
pagado el precio de su salvación, exige completa consagración y lealtad
indivisa (ver Luc. 10:27). No debían permitir que nadie interfiriera en sus
derechos y deberes de adorar a Dios según los dictados de su propia conciencia.
El Espíritu Santo es guía y maestro del cristiano (Juan 16:13; Rom. 8:14). La
conciencia es del Señor; debe ser guiada por él y no ser puesta bajo el dominio
de un hombre o un grupo de hombres. La vida pertenece a Dios, y él debe regirla
y usarla de acuerdo con su voluntad.
El cristiano es propiedad de Dios
en todo sentido (cf. PVGM 253). Esta transacción es una compra de parte de
Dios, y de parte del creyente es una voluntaria y feliz consagración. El hecho
de que Dios sea dueño de los creyentes mediante Cristo es la garantía de que
quedan liberados de la servidumbre a los hombres en todo lo que se relaciona
con la voluntad y la conciencia, y es la prueba de que el servicio de Cristo es
perfecta libertad (ver Juan 8:32,36; Rom. 6:14,18,22).
24. Así permanezca. Este versículo repite la exhortación
del vers. 20. ¿Por qué? Sin duda para destacar el hecho de que el cristiano no
procura derribar ni abolir ningún orden social establecido, La iglesia del Dios
viviente no ha sido colocada en el mundo para desorganizar la sociedad, sino,
por el contrario, para afirmarla. Los cristianos pueden y deben correctamente
considerar que la esclavitud es una práctica inhumana y que no debe existir en
los pueblos civilizados; sin embargo, fue permitida por Dios en sus leyes para
el antiguo Israel (Lev. 25:44-46; ver com. Deut. 14:26). Que Dios permita algo
no quiere decir que lo aprueba. Es típico su consentimiento del divorcio:
"Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres" (Mat. 19:8).
El misionero cristiano en países
paganos no trata de derribar violentamente costumbres y prácticas establecidas
aun cuando sean contrarias a las enseñanzas de Jesús, pues sabe que semejante
proceder no ayudaría a la causa de la verdad, sino que cerraría el camino para
una mayor obra misionera. La fiel proclamación del Evangelio, acompañada por el
poder del Espíritu Santo, efectuará una reforma en las vidas de todos los que
la aceptan, y entonces se verá un cambio en el sistema social que lo pondrá en
armonía con la verdad.
La enseñanza de este versículo no
debe ser considerada como una prohibición de que el cristiano procurara ser
liberado de la esclavitud, si podía hacerlo legalmente. Lo que sugiere es que
se conformara a esperar que el Señor lo dirigiera en su problema. Si el Señor
no veía oportuno abrir el camino para la libertad, entonces el esclavo creyente
debía contentarse con servir al Señor donde estaba, y recordar que podía servir
a Dios eficazmente mientras servía a su amo terrenal (ver 1 Cor. 7:22). No
debía causar escándalo en la iglesia dando la impresión entre los incrédulos de
que el espíritu del cristianismo es de insubordinación. Todos pueden vivir
plenamente la fe de Jesús en todo momento, testificando para él delante de
aquellos con quienes se relacionan, difundiendo así el conocimiento de la
verdad (ver CC 81-82).
Para con Dios. Lo hermoso de la religión de
Jesucristo es que el creyente no es abandonado para que vaya solo por el camino
de la vida, sino que es aceptado en la familia de Dios mientras está en la
tierra, y disfruta de la compañía de los ángeles celestiales y del Señor mismo
(ver Mat. 28:20; Juan 14:16-18, 21; 15:7). No importa por cuáles experiencias
haya de pasar, tiene el consuelo de saber que no está solo, que está con él Uno
que conoce y comprende todos sus problemas y sus angustias.
A todos los que aman a Dios y confían
en él, se les da la seguridad de que aun en las situaciones de máxima
perplejidad no serán dejados sin ayuda (ver Isa. 43:2; Heb. 13:5). Cuando el
creyente comprende esto, está contento con permanecer en el lugar asignado para
él en la vida, cualquiera que sea ese lugar. El creyente, como resultado de su
comunión con Jesús, aprende a considerar que su obra consiste principalmente en
hacer la voluntad del Señor y que todas sus posesiones son medios para servir
más efectivamente a Dios; entonces disfruta de una paz mental y de una
satisfacción que no conocen los que no creen (ver Isa. 26:3; Juan 14:27).
25. En cuanto a las vírgenes. Ahora Pablo trata otro tema
acerca del cual los corintios evidentemente le habían pedido consejo (ver com.
vers. 1).
No tengo mandamiento. El apóstol no disponía de una
declaración previa de las Escrituras ni de las enseñanzas de Jesús, como
fundamento de su autoridad en cuanto a lo que estaba por decir sobre el tema
del celibato. En su consejo dirigido a "los que están unidos en
matrimonio" (ver com. vers. 10) citó la orden dada por Cristo. El que
Jesús no hubiera dado ningún mandato acerca de las vírgenes, no disminuye en
nada la fuerza del consejo inspirado que Pablo da sobre el tema.
Fiel. Así expresa Pablo su autoridad
para la opinión que está por dar. Su conversión y consagración habían sido
aceptadas, y el Señor lo había honrado con instrucciones especiales. El
propósito único de su vida era honrar a Dios y cumplir la voluntad divina.
Constantemente procuraba alcanzar la perfección en Cristo (ver Fil. 3:13-14); y
debido a esto es seguro que no daría consejos movido por ninguna consideración
egoísta o terrenal. Lo que escribía había de ser aceptado como la voluntad de
Dios acerca del tema que estaba tratando.
26. Tengo, pues. O "pienso",
"Entiendo que" (BJ). "Creo, pues" (NC).
Necesidad. Gr. anágk', que significa
"necesidad" (como se ha traducido en el cap. 7:37; 1 Tes. 3:7; etc.),
o "calamidad", como en Luc. 21:23, donde anágk' se usa para describir
la angustia que vendría sobre el país en relación con la destrucción de
Jerusalén. Pablo se estaba refiriendo sin duda a la inminencia de un tiempo de
gran angustia y perplejidad para la comunidad cristiana.
Que apremia. "Presente" o
"pronto a venir". "Inminente" (BJ); "urgente"
(BC).
Bien. Gr. kalós (ver com. vers. 1).
Cuando el creyente estudia el consejo acerca del matrimonio debe recordar que
al organizar su conducta es necesario prestar atención no sólo a lo que es
correcto sino también a lo que es conveniente (cap. 6:12; 10:23).
Hombre. Gr. ánthrÇpos, ser humano, ya sea
varón o mujer.
Quedarse como está. Estas palabras pueden entenderse
de dos maneras: (1) como un consejo de permanecer como estaban; compárese con
el consejo dado en cuanto al cambio de actividades al aceptar a Cristo (vers.
17-18, 20,24); (2) como una referencia a lo que viene después; es decir, que
los creyentes deben ser guiados en los asuntos relativos a los célibes por la
enseñanza dada en los vers. 27-38. En vista de las calamidades inminentes, se aconseja
a los creyentes que eviten entrar en alguna situación que haya de aumentar su
perplejidad y angustia.
27. Ligado. Gr. déÇ, "atar",
"ligar". Hoy se habla con frecuencia del matrimonio como un vínculo,
para destacar la naturaleza permanente de la unión en la cual participan dos
personas que se casan.
Soltarte. Es decir, por medio de la
separación o del divorcio. El apóstol enseña que aun en tiempos de crisis o de
emergencia no se debe descuidar la responsabilidad que recae sobre las personas
casadas. Se requiere de ellas que continúen en la relación matrimonial y que
cumplan con su deber como personas casadas. Aunque puedan encontrar
dificultades crecientes en tiempos de persecución y prueba, no deben pensar en
romper el vínculo del deber con el objeto de evitar inconvenientes y
sufrimientos, sino en cumplir con su deber y confiar en que Dios las cuidará.
¿Estás libre? Es decir, ¿estás liberado del
vínculo matrimonial? Estas palabras se aplican a los solteros y los viudos.
No procures casarte. Se aconseja a los viudos y
solteros que no estén afanosos por casarse (cf. com. vers. 1). Este versículo
no enseña que Pablo desaprobaba el matrimonio o que lo declaraba ilegítimo
(como quizá pensaban algunos de los creyentes corintios, ver com. vers. 28),
sino que procuraba salvar a los cristianos de complicaciones innecesarias en
tiempos de emergencia (ver com. vers. 26). No hay duda de que un soltero tiene
menos problemas al hacer frente solo a situaciones difíciles.
28. No peca. Cada individuo debe decidir por sí
mismo el asunto del matrimonio, de acuerdo con su propia inclinación y
necesidad. El consejo que da Pablo en este capítulo tiene el propósito de ser
una salvaguardia para todos los que se enfrentan a la cuestión del matrimonio,
especialmente en circunstancias adversas. Pero la decisión final, después de
todo, está en las manos de cada persona. Cada uno puede elegir el proceder que
mejor convenga con su situación particular, pues sabe que ambos estados -el
matrimonio y el celibato- son aceptables delante de Dios. Hay momentos cuando
parece imprudente casarse, pero a nadie se le impone el celibato; es un asunto
que depende enteramente de la decisión individual.
Aflicción de la carne. Las preocupaciones del esposo, la
esposa, los hijos y otros deberes de la vida matrimonial, producen una
perplejidad especial en tiempos de persecución y apremio (ver Mat. 24:19; cf.
Luc. 23:28-30). Las palabras "aflicción de la carne" ("tribulación
en la carne", BJ) se refieren a la vida terrenal con todos sus intereses,
e indican aquí, en forma particular, la vida doméstica con sus muchos cuidados
en cuanto al alimento, el vestido y la protección de la familia y de sus
posesiones. En los días de persecución que sobrevendrían a la iglesia, algunos
creyentes serían encarcelados, torturados y muertos. Las familias serían
divididas y sus miembros enviados al exilio por causa de su fe. En esas
circunstancias, dice Pablo, sería mejor permanecer soltero.
Os la quisiera evitar. En cuanto al significado de esta
frase hay diferencia de opiniones entre los comentadores: (1) "No me
extenderé acerca de estos males para ahorraros el dolor de oír en cuanto a
ellos". (2) "Os estoy dando esta instrucción para salvaros de estas
dificultades". La segunda es la más probable.
29. Tiempo. Gn kairós, un momento o período
determinado, "tiempo oportuno" (ver com. Rom. 13:11). El Señor mismo
instaba a los creyentes a que vivieran a la expectativa de su segunda venida y
del fin del mundo (Mat. 24:42,44; 25:13; Mar. 13:32-37). Las enseñanzas de
Jesús y sus apóstoles demuestran que la principal tarea de la vida es
prepararse para un hogar en el reino de Dios de gloria eterna (ver Mat.
6:19-21, 33; 10:38-39; Mar. 10:21).
El tiempo en el cual puede
hacerse esta preparación siempre ha sido presentado como corto (ver com. Rom.
13:11). Para nosotros, el juicio investigador se está acercando rápidamente a
su terminación, y cuando concluya será demasiado tarde para alcanzar la
idoneidad para el cielo. Por lo tanto, todos deben asegurar su aceptación como
candidatos para el reino de gloria (ver Isa. 55:6-7; Dan. 8:14; 9:24-27; Rom.
9:28; 2 Cor. 6:2; Heb. 3:13; 2 Ped. 1:10; Apoc. 22:10-12).
Todos tienen que vivir en tan
íntima comunión con el cielo, que cuando llegue el momento de dejar las fatigas
de esta vida, nada pueda sorprenderlos desprevenidos (ver Mar. 13:35-37; Luc.
18:1; 21:34-36; 1 Tes. 5:1-6, 17, 22-23). El cristiano que está atento a este
importantísimo hecho -que siempre debe estar listo para encontrarse con Dios-,
no pone sus afectos en las cosas terrenales, sino que siempre tiene en cuenta
la incertidumbre de la vida y la naturaleza fugaz y transitoria de este mundo,
y vive en un estado de continua preparación para la venida del Señor (ver Col.
3:1-2).
Resta, pues. En vista de la brevedad del
tiempo disponible para que los hombres se preparen para la eternidad en el
mejor de los casos este período no es mayor que el corto lapso de la vida-, los
cristianos no se atarán indebidamente a los vínculos y posesiones terrenales.
No permitirán que nada, ni aun las relaciones familiares, interfieran con su
determinación de estar listos para el cielo.
No la tuviesen. El argumento previo lleva a la
conclusión de que no queda otra opción para los que tienen esposa, excepto no
permitir que el estado matrimonial los induzca a olvidar su obligación de estar
siempre en armonía con el cielo. En otras palabras, que las responsabilidades,
las satisfacciones y los cuidados matrimoniales deben ser puestos en segundo
lugar ante el gran propósito de la vida, que es una constante comunión con el
Señor y una ferviente preparación para su venida, Este versículo destaca la
verdad de que en todas las circunstancias y en todo tiempo el amor a Dios y la
obediencia a sus mandatos deben ocupar el primer lugar en la vida del creyente
(ver Deut. 6:5; 10:12; Ecl. 12:13; Mat. 22:37-38). No debe entenderse que este
versículo enseña que debe haber falta de afecto o de bondad en la relación
matrimonial, o que contradice la enseñanza específica de Pablo en los primeros
versículos de este capítulo.
30. Como si no llorasen. Aquel cuya mente está llena del
Espíritu Santo no será indebidamente afectado por las vicisitudes de esta vida
terrenal. Los que están afligidos mitigarán su dolor ante la segura esperanza
de la vida futura en gloria. La fe en Dios y en sus promesas calma el corazón
turbado (ver Isa. 26:3).
Como si no se alegrasen. Los que están felices con sus
posesiones y sus bendiciones terrenales, son amonestados a que no busquen en
ellas su verdadera felicidad. El éxito y la fama del mundo que los hombres
logran, no deben ser considerados como motivos de excesivo gozo. Debe tenerse
en cuenta la fragilidad de todas las cosas terrenales, comprendiendo que la
felicidad permanente nunca se puede encontrar en la dedicación a alguna forma
de conquista terrenal (ver Sant. 4:14; 1 Ped. 4:2-4; 1 Juan 2:15-17). Pero es
perfectamente correcto que sintamos agradecimiento por las buenas cosas de la
vida y seamos felices por todo lo que nuestro amante Padre nos ha
proporcionado.
Como si no poseyesen. Es correcto adquirir propiedades
y negociar; pero debe reconocerse que toda la riqueza material es de duración
incierta y que pronto tendrá que ser dejada. Todo lo que el hombre tiene deberá
dejarlo a otros cuando sea llamado por la muerte (ver Luc. 12:20-21). Además,
el Señor vendrá para sacar a los suyos de esta tierra. Por lo tanto, ¿por qué
tienen que concentrar su afecto en las posesiones materiales? (Ver Luc. 12:15;
Col. 3:2; 1 Tes. 4:16-17; 1 Juan 2:15, 17.) Un día, muy pronto, todas las cosas
terrenales pasarán; y por eso los creyentes deben concentrar su atención en
acumular tesoros en el cielo (ver Mat. 6:19-21).
31. Disfrutan. Gr. jráomai, "usar",
"aprovechar", "disponer de". Mientras estemos en este mundo
caído, será necesario que usemos de las cosas que están en el mundo para
satisfacer las necesidades de la vida, como alimento, vestido y vivienda. Es,
pues, perfectamente adecuado que con esas cosas disfrutemos "de este
mundo", pues fue creado con ese propósito (ver Gén. 1:26-31; Isa. 45:18).
Como si no lo disfrutasen. La flexión verbal griega que se
traduce "disfrutasen" deriva del verbo katajráomaí,
"aprovecharse", "consumir", pero este último es un sentido
secundario. Básicamente, en este caso jráomai y katajráomai son sinónimos, tal
como lo indica la traducción de la RVR (así también las de la BJ y NC). Se
exhorta a los cristianos a que usen sabiamente de las cosas de este mundo, no
empleando su libertad en el uso de los bienes de su Señor con el propósito de
complacer deseos egoístas o para glorificar a los hombres. Deben estar en
guardia para que su interés en las cosas de este mundo no supere a su interés
en las cosas del reino de Dios. Deben permitir que presida la razón
santificada, subordinando los deseos egoístas del corazón natural a las demandas
más elevadas de su bienestar espiritual (ver Mat. 6:31-34; 13:22; Luc. 21:34).
Apariencia. Gr. sj'ma,
"apariencia", "forma", "figura". Se refiere al
mundo en su condición actual.
Se pasa. El mundo que hoy conocemos
llegará a su fin (2 Ped. 3:10; 1 Juan 2:17; Apoc. 21:1), por lo tanto es
insensatez apegarse a las cosas transitorias de la vida. Los padres necesitan
estar especialmente alerta para evitar ser entrampados por Satanás, dedicando
su tiempo y energías a la tarea de adquirir riquezas mientras descuidan el
desarrollo mental y la formación moral de sus hijos.
32. Sin congoja. Del Gr. amérimnos, "sin preocupación"
(cf. com. Mat. 6:25). "Libres de preocupaciones" (BJ); "sin
preocupaciones" (BC), "libres de cuidados" (NC). El contexto de
este pasaje demuestra que este consejo se aplica específicamente a tiempos de
crisis o emergencia, como la persecución que se desató en el Imperio Romano en
el siglo I contra los que creían en Cristo. En tiempos semejantes no conviene
que los cristianos hagan algo que aumente la dificultad y preocupación que
inevitablemente deben enfrentar. Por esta razón podría ser mejor que se
abstuvieran de casarse. El casado está expuesto a tener más responsabilidades
materiales que el soltero; pero esto no significa necesariamente que no pueda
entregarse plenamente al Señor como puede hacerlo el que está soltero. Cuando
ambos cónyuges están plenamente consagrados a Dios, el resultado será una mayor
dedicación al Señor.
Las cosas del Señor. Es decir, las cosas que son propias
de la religión, los asuntos espirituales, en contraste con lo que incumbe a
esta vida terrenal. El "soltero" no sobrelleva el peso de las
responsabilidades familiares. Su tiempo y energía no se emplean en hacer frente
a las necesidades materiales de una familia, especialmente en días de pruebas y
persecuciones. Está en libertad de prestar su total atención a las cosas que se
refieren al progreso del reino de Dios.
Pablo prefería personalmente ese
estado civil. De modo que el hombre tiene el derecho, si así lo desea, de
permanecer soltero y entregarse totalmente a la obra del Señor. Pero él ya ha
explicado (vers. 2-9) que el matrimonio es mejor para la gran mayoría (ver com.
Mat. 19:10-12). El celibato no es en sí mismo un estado de mayor pureza u honor
que el matrimonio. Debe destacarse bien este hecho para no llegar a la falsa
conclusión a que algunos han llegado en su estudio de este capítulo siete.
Pablo -que en algunos versículos de este capítulo parece que describiera el
celibato como más honorable- en otros lugares ensalza los valores y las
virtudes del matrimonio y del hogar cristiano (Efe. 5:21-32; cf. Hech. 13:4).
33. Agradar a su mujer. Esto es correcto. Sin embargo, el
casado por su gran deseo de agradar a su mujer, podría dejar de cumplir debidamente
sus deberes religiosos obvios (ver 1T 436; 2JT 120).
34. Hay asimismo diferencia. En este pasaje hay múltiples
variantes textuales; todas ellas presentan algunas dificultades de sentido o
gramática. La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto que se refleja en
la BJ, en el cual aparecen unidos los vers. 33 y 34: "El casado se
preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto
dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las
cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu". No importa
cómo se entienda, la enseñanza general es la misma, a saber: que la persona
soltera -hombre o mujer- tiene la ventaja de estar menos propensa a ser
afectada por "la necesidad que apremia" (vers. 26).
La doncella. Lo que es cierto acerca de la
superioridad del celibato en tiempos de crisis, es aplicable a ambos: a la
mujer y al hombre.
Santa. No debe concluirse que la casada,
debido a su casamiento, es menos santa que la soltera (ver com. vers. 32). No
se dice que la mujer soltera tiene ventaja sobre la casada en pureza y
espiritualidad, sino en estar libre de las responsabilidades inherentes de la
vida matrimonial.
Cuerpo. Ver com. Rom. 12:1.
Casada. Cf. vers. 33.
35. Provecho. Pablo ahora procede a asegurar a
los creyentes que todo lo que ha dicho hasta aquí en relación con el
matrimonio, es para el beneficio de ellos. No tiene el deseo ni la intención de
instarlos al celibato, aunque para él sí era lo mejor para la obra a la cual el
Señor lo había llamado. No hay obligación de ninguna clase. Cada uno debe pesar
cuidadosamente el consejo que ha sido dado, y luego tomar su propia decisión.
El cristiano tiene que escoger el proceder que presente menos obstáculos para
su completa consagración al servicio del Señor.
Lazo. Gr. brójos, "lazo",
"cuerda con nudo corredizo". Pablo no procuraba entrampar la
conciencia ni les pedía que se privaran de lo que es lícito y que generalmente
es para el bien de la sociedad en tiempos normales. No tenía el deseo de impedirles
que siguieran un proceder que contribuiría a su verdadera felicidad, sino más
bien se esforzaba por ayudarles en un tiempo difícil.
Decente. Gr. eusj'mÇn, "digno"
(BJ); "decoroso" (NC, VM). El apóstol Pablo se refiere a lo que
contribuye al decoro.
Sin impedimento. Ver com. vers. 32.
36. Si alguno. Los comentadores presentan dos
diferentes interpretaciones de los vers. 36-38. Algunos aplican el pasaje al
que tiene una "hija virgen" (RVR), o a un tutor que tiene a una menor
bajo su tutela; otros, a un joven y su novia. La VM se ciñe al texto griego, en
donde sólo aparece la palabra "virgen"; "su doncella" (BJ,
1966; BC).
En favor de la primera interpretación está lo siguiente: (1) La expresión "su virgen (o doncella)" es un término extraño para designar a una novia; (2) la expresión "da en casamiento" (del verbo Gr. gamízÇ, que generalmente significa "dar en casamiento") representa el acto de un padre y no de un novio. Los que sostienen este punto de vista explican que los griegos, en común con la costumbre del Medio Oriente, creían que el padre tenía autoridad absoluta sobre sus hijas solteras, y que por lo tanto le correspondía decidir el casamiento de ellas.
Se consideraba que era una deshonra para ella y para su
familia que una joven se quedara soltera después de haber alcanzado cierta
edad. Por esta razón los padres del Cercano Oriente anhelaban encontrar esposos
adecuados para sus hijas antes de que pasaran "de edad" ("la flor
de su edad", BJ).
En favor de la segunda
interpretación -que se refiere a un joven y a su novia-, se argumenta lo siguiente: (1)
La frase "que se case" no tiene sujeto expreso si es que el padre y
su hija son el sujeto de la primera parte del versículo; (2) frases como
"sin tener necesidad", "es dueño de su propia voluntad"
(vers. 37) parecen describir una lucha más intensa y de diferente naturaleza
que la que experimentaría un padre al dar a su hija en casamiento.
En cuanto a la objeción de que
gamízÇ sólo significa "dar en casamiento" y no "casarse",
puede notarse que los verbos griegos que terminan en -ízÇ con frecuencia
pierden su claro significado causal. Tal podría haber sido el caso con gamízÇ,
aunque en otras partes del NT claramente tiene el significado "dar en
casamiento" (Mat. 22:30; 24:38; Mar. 12:25; Luc. 17:27).
Algunos comentadores que afirman
que aquí se trata de un joven y su novia, explican las palabras "su
doncella" (BJ, 1966; BC) suponiendo que Pablo se está refiriendo al
matrimonio espiritual, en el cual jóvenes piadosos se asociaban con doncellas y
vivían con ellas en una unión espiritual haciendo un voto de celibato. Hay
referencias históricas a esto en El pastor de Hermas, Similitud ix. 11, Visión
i. 1; Ireneo, Contra herejías i. 6.3; Tertuliano, Acerca del ayuno 17; Acerca
de cubrir con velo a las vírgenes 14. Esta interpretación debe ser rechazada
porque hace que Pablo tácitamente apruebe una costumbre que no tiene la menor
base bíblica.
Que pase ya de edad. El griego, al igual que el
castellano, no indica el género de quien pasa ya de edad. Dice: "Cuando
haya pasado de la edad". Si se toman como paralelos los vers. 36 y 37,
sería el varón el que no es más joven (vers. 36), concordando con el varón que
no tiene necesidad (vers. 37). Generalmente los comentadores aplican la frase a
la doncella.
Es necesario. Según la primera interpretación,
el consejo se refiere al padre, pues es evidente que sería desacertado que no
diera su consentimiento para el casamiento de la joven, fuera por la razón
indicada, o por cualquier otra que tuviera validez. Según la segunda
interpretación, el consejo es para el joven que está dominado por fuertes
pasiones (cf. com. vers. 9).
Lo que quiera. Ya se trate del padre o del joven
(ver arriba).
No peca. Ver com. vers. 9, 28.
Que se case. "Cásense" (BC, BJ). Si
el pretendiente y su prometida son el tema de este versículo, su sentido es muy
claro; si se trata del padre y su hija doncella, entonces el sujeto de la
cláusula está tácito (ver arriba).
37. Pero. Este versículo presenta las
circunstancias opuestas a las presentadas en el vers. 36, y tiene su
explicación en términos de ese versículo. El consejo del vers. 36 fue dado
"por vía de concesión no por mandamiento" (vers. 6). Cualquier
decisión a la que se llegara y se ejecutara, ya fuera en términos del vers. 36
o del vers. 37, no sería considerada por el Señor como un quebrantamiento de su
ley.
Bien. Gr. kalÇs, el adverbio
relacionado con el adjetivo kalós y del mismo significado (ver com. vers. 1).
38. De manera que. Este versículo resume lo tratado
en los vers. 36 y 37. No es una falta dar una hija en casamiento, ni tampoco
que un joven se case con su prometida, ni es pecaminoso permanecer soltero.
Hace mejor. Es decir, teniendo en cuenta
"la necesidad que apremia" (ver com. vers. 26).
39. Ligada. Gr. déÇ, como en el vers. 27 (ver
el comentario respectivo).
Su marido vive. Dios tenía el propósito de que
nada, excepto la muerte, separara al esposo de su esposa (ver com. Mat. 19:5-9; cf. DMJ 56-58).
Libre es. No es pecado que una mujer se
case por segunda vez, siempre que siga la enseñanza dada por el Señor en cuanto
a la elección de un cónyuge (ver Gén. 2:24; Mat. 19:6; Rom. 7:1-3; Efe. 5:31).
En el Señor. Ni la mujer ni el hombre están en
libertad de casarse con un incrédulo, ni aun después de la muerte de su
cónyuge. El deber hacia Dios debe estar por encima de toda otra consideración,
y no es correcto seguir ningún plan en el cual él no sea glorificado (ver 2
Cor. 6:14-16; 5T 110; MJ 453, 459).
Entre las razones por las cuales los cristianos no debieran casarse con incrédulos están las siguientes: (1) La relación íntima con un incrédulo, ya sea pagano o cristiano nominal, interferirá grandemente con el cumplimiento de la orden de "apartarse", de ser un "pueblo adquirido" y de no conformarse con "este siglo" (2 Cor. 6:17; 1 Ped. 2:9; Rom. 12:2). (2) No podría haber verdadera simpatía y compañerismo con un cónyuge cuya Filosofía de la vida, especialmente en las cosas más importantes, es tan diametralmente opuesta a la verdadera religión.
(3) El hecho de vivir
con una persona cuya vida diaria muestra falta de respeto y aprecio por el
Evangelio de Jesucristo, podría hacer que el cónyuge fiel perdiera su piedad y
se apartara de la fe sencilla que tiene en el mensaje y en las normas de Dios
para su pueblo (ver MJ 450-451). Satanás sabe que el casamiento entre creyentes
e incrédulos es una de las formas más eficaces para arruinar la felicidad y la
utilidad de los individuos, por lo tanto hace el máximo esfuerzo para que la
gente se aparte del buen consejo y siga los impulsos de su impío corazón,
creando así situaciones que pueden significar una desgracia que durará toda la
vida y finalmente la pérdida eterna (ver MJ 449; 2JT 121-123).
40. A mi juicio. Ver com. vers. 10,12. Más dichosa. Gr. makariÇtéra, comparativo femenino de makários, "feliz", "dichoso" (ver com. Mat. 5:3). A causa de los tiempos difíciles (ver com. 1 Cor. 7:26), aun si una viuda podía volver a casarse con un creyente, sería aconsejable que permaneciera sola.
Tengo el Espíritu. Aquí parece haber una alusión a
ciertos dirigentes de la iglesia de Corinto que creían que eran inspirados. El
apóstol afirma su creencia de que él también estaba bajo la inspiración del
Espíritu Santo. Por lo tanto, esta declaración es una afirmación de que sus
cartas debían ser recibidas no como las opiniones de un hombre, sino como la
sabiduría divinamente ordenada por el Dios viviente. Era necesario que Pablo
presentara con claridad su derecho a afirmar que tenía la inspiración divina.
Sólo así podía contrarrestar la enseñanza de los falsos maestros en Corinto, y
establecer normas para la conducción de los creyentes de esa iglesia, normas
que podrían fortalecerles contra las tentaciones especiales a las que estaban expuestos.
(6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
23. 1JT 268. FRUTOS DE LOS EXCESOS. Ningún hombre puede amar de veras
a su esposa cuando ella se somete pacientemente a ser su esclava para
satisfacer sus pasiones depravadas. En su sumisión pasiva, ella pierde el valor
que una vez él le atribuyó. La ve envilecida y rebajada, y pronto sospecha que
se sometería con igual humildad a ser degradada por otro que no sea él mismo.
Duda de su constancia y pureza, se cansa de ella y busca nuevos objetos que
despierten e intensifiquen sus pasiones infernales. No tiene consideración con
la ley de Dios. Estos hombres son peores que los brutos; son demonios con forma
humana. No conocen los principios elevadores y ennoblecedores del amor
verdadero y santificado. La esposa también llega a sentir celos del esposo, 267
y sospecha que, si tuviese oportunidad, dirigiría sus atenciones a otra persona
con tanta facilidad como a ella. Ella ve que no se rige por la conciencia ni el
temor de Dios; todas estas barreras santificadas son derribadas por las
pasiones concupiscentes; todas las cualidades del esposo que le asemejarían a
Dios son sujetas a la concupiscencia brutal y vil.
El mundo está lleno de hombres y
mujeres de esta clase; y muchas casas aseadas, de buen gusto y aún costosas, albergan
un infierno en su interior. Imaginaos,
si os es posible, lo que debe ser la posteridad de tales padres. ¿No se
hundirán los hijos a un nivel aún más bajo? Los padres graban en sus hijos la
imagen de su carácter. Por lo tanto, los hijos nacidos de tales padres heredan
de ellos cualidades bajas y viles. Satanás fomenta todo lo que tiende a la
corrupción. La cuestión que se ha de decidir es ésta: ¿Debe la esposa sentirse
obligada a ceder implícitamente a las exigencias del esposo, cuando ve que sólo
las pasiones bajas lo dominan y cuando su propio juicio y razón la convencen de
que al hacerlo perjudica su propio cuerpo, que Dios le ha ordenado poseer en
santificación y honra y conservar como sacrificio vivo para Dios?
No es un amor puro y santo lo que
induce a la esposa a satisfacer las propensiones animales de su esposo, a costa
de su salud y de su vida. Si ella posee verdadero amor y sabiduría, procurará
distraer su mente de la satisfacción de las pasiones concupiscentes hacia temas
elevados y espirituales, espaciándose en asuntos espirituales interesantes. Tal
vez sea necesario instarlo con humildad y afecto aún a riesgo de desagradarle,
y hacerle comprender que no puede ella degradar su cuerpo cediendo a los
excesos sexuales. Ella debe, con ternura y bondad, recordarle que Dios tiene
los primeros y más altos derechos sobre todo su ser y que no puede despreciar
esos derechos, porque tendrá que dar cuenta de ellos en el gran día de Dios.
"¿0 ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad
pues 268 a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios." "Por precio sois comprados; no os hagáis siervos de los hombres."
(1 Cor. 6:19,20; 7:23)
Si ella elevara sus afectos, y en
santificación y honra conservara su dignidad femenina refinada, podría la mujer
hacer mucho para santificar a su esposo por medio de su influencia juiciosa y
así cumplir su alta misión. Con ello puede salvarse a sí misma y a su esposo, y
cumplir así una doble obra. En este asunto tan delicado y difícil de tratar, se
necesita mucha sabiduría y paciencia, como también valor moral y fortaleza.
Puede hallarse fuerza y gracia en la oración. El amor sincero ha de ser el
principio que rija al corazón. El amor hacia Dios y hacia el esposo deben ser
los únicos motivos que rijan la conducta.
Si la esposa decide que es
prerrogativa de su esposo tener pleno dominio de su cuerpo, y resuelve amoldar
su mente a la de él en todo respecto, para pensar igual que él, renuncia a su
individualidad y pierde su identidad, pues ésta se funde con la de su esposo.
Ella es una simple máquina que la voluntad de él ha de mover y controlar, un
ser destinado a su placer. Piensa,
decide y actúa por ella. Ella deshonra a Dios al ocupar esta posición pasiva,
pues delante del Señor tiene una responsabilidad que debe asumir.
Cuando la esposa entrega su
cuerpo y su mente al dominio de su esposo, y se somete pasiva y totalmente a su
voluntad en todo, sacrificando su conciencia, su dignidad y aún su identidad,
pierde la oportunidad de ejercer la poderosa y benéfica influencia que debiera
poseer para elevar a su esposo. Podría suavizar su carácter severo, y podría
ejercer su influencia santificadora de tal modo que lo refinase y purificase,
induciéndole a luchar fervorosamente para gobernar sus pasiones, a ser más
espiritual, a fin de que puedan participar juntos de la naturaleza divina,
habiendo escapado de la corrupción que impera en el mundo por la
concupiscencia.
El poder de la influencia puede
ser grande para inspirar a la mente temas elevados y nobles, por encima de las
complacencias 269 bajas y sensuales que procura por naturaleza el corazón que
no ha sido regenerado por la gracia. Si la esposa considera que, a fin de
agradar a su esposo debe rebajar sus normas, cuando la pasión animal es la base
principal del amor de él y controla sus acciones, degrada a Dios, porque deja
de ejercer una influencia santificadora sobre su esposo. Si le parece que debe
someterse a sus pasiones animales sin una palabra de protesta, no comprende su
deber con él ni con Dios. Los excesos sexuales destruirán ciertamente el amor
por los ejercicios devocionales, privarán al cerebro de la substancia necesaria
para nutrir el organismo y agotarán efectivamente la vitalidad. Ninguna mujer
debe ayudar a su esposo en esta obra de destrucción propia. No lo hará si ha
sido iluminada al respecto y le ama de verdad.
ABNEGACIÓN Y TEMPERANCIA. Cuanto más se
satisfacen las pasiones animales, tanto más fuertes se vuelven y más violentos
serán los deseos de complacerlas. Comprendan su deber los hombres y mujeres que
temen a Dios. Muchos cristianos profesos sufren de parálisis de los nervios y
del cerebro debido a su intemperancia en este sentido. Hieden de podredumbre
los huesos y tuétanos de muchos que son considerados como hombres buenos, que
oran y lloran, que ocupan puestos elevados, pero cuyos cuerpos contaminados no
cruzarán los portales de la ciudad, celestial.
¡Ojalá que pudiese hacer
comprender a todos, su obligación hacia Dios en cuanto a conservar en la mejor
condición el organismo mental y físico, para prestar servicio perfecto a su
Hacedor! Evite la esposa cristiana, tanto por sus palabras como por sus actos,
excitar las pasiones animales de su esposo. Muchos no tienen fuerza que
malgastar en este sentido. Desde su
juventud han estado debilitando el cerebro y minando su constitución por la
satisfacción de las pasiones animales.
La abnegación y la temperancia debieran ser la consigna en su vida
matrimonial. 270
24. CC 81. No necesitamos
ir a tierras de paganos, ni aún dejar el pequeño círculo del hogar, si es ahí a
donde el deber nos llama a trabajar por Cristo. Podemos hacer esto en el seno
del hogar, en la iglesia, entre aquellos con quienes nos asociamos y con
quienes negociamos. Nuestro Salvador pasó la mayor parte de su vida terrenal
trabajando pacientemente en la carpintería de Nazaret. Los ángeles
ministradores servían al Señor de la vida mientras caminaba con campesinos y
labradores, desconocido y no honrado. Él estaba cumpliendo su misión tan
fielmente mientras trabajaba en su humilde oficio, como cuando sanaba a los
enfermos o caminaba sobre las olas tempestuosas del mar de Galilea. Así, en los
deberes más humildes y en las posiciones mas bajas de la vida, podemos andar y
trabajar con Jesús.
El apóstol dice: "Cada uno
permanezca para con Dios en aquel estado en que fue llamado" (1Corintios
7:24). El hombre de negocios puede dirigir sus negocios de un modo que
glorifique a su Maestro por su fidelidad. Si es verdadero discípulo de Cristo,
pondrá en práctica su religión en todo lo que haga y revelará a los hombres el
espíritu de Cristo. El obrero manual puede ser un diligente y fiel
representante de Aquel 82 que se ocupó en los trabajos humildes de la vida
entre las colinas de Galilea. Todo aquel que lleva el nombre de Cristo debe
obrar de tal modo que los otros, viendo sus buenas obras, sean inducidos a
glorificar a su Creador y Redentor.
PVGM 15. El propósito
que Cristo tenía al enseñar por parábolas corría parejas con su propósito en lo
referente al sábado. Dios dio a los
hombres el recordativo de su poder creador, a fin de que lo vieran en las obras
de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la gloria del Creador en sus
obras creadas. Y a causa de que Jesús quería que lo hiciéramos, 15 relacionó
sus preciosas lecciones con la hermosura de las cosas naturales. En el santo
día de descanso, más especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar
los mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar las
parábolas del Salvador allí donde las pronunciara, en los prados y arboledas,
bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando nos acercamos
íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo hace que su presencia sea real
para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor.
Y Cristo ha vinculado su
enseñanza, no sólo con el día de descanso, sino con la semana de trabajo. Tiene
sabiduría para que dirige el arado y siembra la simiente. En la arada y en la siembra, el cultivo y la cosecha, nos
enseña a ver una ilustración de su obra de gracia en el corazón. Así, en cada
ramo de trabajo útil y en toda asociación de la vida, él desea que encontremos
una lección de verdad divina. Entonces nuestro trabajo diario no absorberá más
nuestra atención ni nos inducirá a olvidar a Dios; nos recordara continuamente
a nuestro Creador y Redentor. El pensamiento de Dios correrá cual un hilo de
oro a través de todas nuestras preocupaciones del hogar y nuestras labores.
Para nosotros la gloria de su rostro descansará nuevamente sobre la faz de la
naturaleza. Estaremos aprendiendo de continuo nuestras lecciones de verdades
celestiales, y creciendo a la imagen de su pureza. Así seremos "enseñados
de Jehová"; y cualquiera sea la suerte que nos toque permaneceremos con
Dios. Isaías 54:13; 1Corintios 7:24.
39. 2JT 121. El Señor ordenó al
antiguo Israel que no se relacionara por casamientos con las naciones idólatras
que lo rodeaban: "Y no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo,
ni tomarás a su hija para tu hijo." Se da la razón de ello. La sabiduría
infinita, previendo el resultado de tales uniones, declara: "Porque
desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de
Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá presto." "Porque
tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle
un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la 121
tierra. "Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda
el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta
las mil generaciones; y que da el pago en su cara al que le aborrece,
destruyéndolo: ni lo dilatará al que le odia, en su cara le dará el pago."
(Deut. 7:3,4,9,10.)
En el Nuevo
Testamento hay prohibiciones similares acerca del casamiento de los cristianos con
los impíos. El apóstol Pablo, en su
primera carta a los corintios declara: "La mujer casada está atada a la ley,
mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien
quisiere, con tal que sea en el Señor." También en su segunda epístola
escribe: "No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía
tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?
¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué
concierto el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del
Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos,
y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos,
dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros
Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso."
(1 Cor. 7:39; 2 Cor. 6:14-18.)
Ministerio
Hno. Pio
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