AUNQUE Pablo tenía
cuidado de presentar a sus conversos las sencillas enseñanzas de las Escrituras
en cuanto al debido sostén de la obra de Dios y reclamaba, como ministro del
Evangelio, la "potestad de no trabajar" (1 Cor. 9: 6) en empleos
seculares como medio de sostén propio, en diversas ocasiones durante su
ministerio en los grandes centros de civilización, trabajó en un oficio manual
para mantenerse.
EL TRABAJO MANUAL ES VITAL PARA TODOS
Entre Los Judíos No Se Consideraba El Trabajo Físico Como Cosa
Extraña O Degradante. Mediante
Moisés se había enseñado a los hebreos a desarrollar en sus hijos hábitos de
laboriosidad; y se consideraba como un pecado permitir que los jóvenes
crecieran sin conocer el trabajo físico.
Aun cuando se educará a un hijo para un cargo sagrado, se consideraba
esencial un conocimiento de la vida práctica.
A todo joven, ya
fueran sus padres ricos o pobres, se le enseñaba un oficio.
Se consideraba que
los padres que descuidaban el impartimiento de esa enseñanza a sus hijos se apartaban
de la instrucción del Señor. De acuerdo
con esta costumbre, Pablo había aprendido temprano el oficio de tejedor de
tiendas.
Antes de llegar a ser
discípulo de Cristo, Pablo había ocupado un alto puesto, y no dependía del
trabajo manual para su sostén. Pero más
tarde, cuando hubo usado todos sus medios para promover la causa de Cristo,
recurrió algunas veces a su oficio para ganarse la vida. Especialmente hacía eso cuando trabajaba en
lugares donde podían entenderse mal sus motivos.
TESALÓNICA es el primer lugar acerca del cual leemos que
trabajó Pablo con sus manos para sostenerse mientras predicaba la Palabra. Escribiendo a la iglesia de creyentes de
allí, les 280 recordó que podía haberles sido "carga," y
añadió: "Hermanos, os acordáis de nuestro trabajo y fatiga: que
trabajando de noche y de día por no ser gravosos a ninguno de vosotros, os
predicamos el evangelio de Dios." (1 Tes. 2: 6, 9.) Y de nuevo, en
su segunda Epístola a los Tesalonicenses, declaró que él y sus colaboradores,
durante el tiempo que habían estado con ellos, no habían comido "el
pan de ninguno de balde." Noche y día trabajamos, escribió,
"por no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos
potestad, sino por daros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis."
(2 Tes. 3: 8, 9.)
(2 Tes. 3: 8, 9.)
EN TESALÓNICA Pablo había encontrado personas que se negaban a trabajar
con las manos.
Respecto a esta clase escribió
más tarde: "Andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en
nada, sino ocupados en curiosear. Y a los
tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando con
reposo, coman su pan." Mientras
trabajaba en Tesalónica, Pablo había tenido cuidado de presentar a los tales un
ejemplo correcto. "Porque aun
estando con vosotros escribió, os denunciábamos esto: Que si alguno no
quisiere trabajar, tampoco coma." (2 Tes. 3:11,12,10.)
EN
TODO TIEMPO SATANÁS Ha
Tratado De Perjudicar Los Esfuerzos De Los Siervos De Dios Introduciendo En La
Iglesia Un Espíritu De Fanatismo. Así era en los días de Pablo, y así fue en los siglos
ulteriores, durante el tiempo de la Reforma.
WICLEF, LUTERO,
y muchos otros que beneficiaron al mundo por su influencia y fe, afrontaron los
ardides por los cuales el enemigo procura arrastrar a un fanatismo excesivamente
celoso las mentes desequilibradas y profanas.
CIERTAS ALMAS
EXTRAVIADAS han enseñado que la
adquisición de la verdadera santidad eleva la mente por encima de todo
pensamiento terrenal e induce a los hombres a abstenerse enteramente del
trabajo.
OTROS, INTERPRETANDO
CON EXTREMISMO cierto texto de la
Escritura, han enseñado que es un pecado trabajar, que los cristianos no
debieran preocuparse de su bienestar temporal y del de sus familias, sino que
deberían dedicar sus días enteramente a las cosas espirituales. 281
La Enseñanza Y El Ejemplo Del Apóstol Pablo Son Un Reproche
Contra Semejantes Conceptos Extremos.
PABLO No Dependía Enteramente De La Labor De Sus
Manos Para Sostenerse En Tesalónica. Refiriéndose ulteriormente a lo que le
sucedió en esa ciudad, escribió a los creyentes filipenses en reconocimiento de
los dones que había recibido de ellos mientras estaba allí: "Aun a
Tesalónica me enviasteis lo necesario una y dos veces." (Fil. 4: 16).
NO OBSTANTE el hecho de que había recibido esta ayuda, tuvo
cuidado de presentar a los tesalonicenses un ejemplo de diligencia, de modo que
nadie pudiera acusarlo con razón de codicia, y también para que aquellos que
tenían conceptos fanáticos en cuanto al trabajo manual recibieran una
reprensión práctica.
NO POR GANANCIA PECUNIARIA
Cuando Pablo visitó
por primera vez a Corinto, se encontró entre gente que desconfiaba de los
motivos de los extranjeros. Los griegos de la costa del mar eran hábiles
traficantes. Tanto tiempo habían seguido sus inescrupulosas prácticas
comerciales, que habían llegado a creer que la granjería era piedad, y que el
obtener dinero, fuera por medios limpios o sucios, era encomiable. Pablo estaba familiarizado con sus
características, y no quería darles ocasión para decir que predicaba el
Evangelio a fin de enriquecerse. Hubiera
podido con justicia pedir a sus oyentes corintios que le sostuvieran; pero
estaba dispuesto a renunciar a este derecho, no fuera que su utilidad y éxito
como ministro fueran perjudicados por la sospecha injusta de que predicaba el
Evangelio por ganancia. Trataba de eliminar toda ocasión de ser mal
interpretado, para que su mensaje no perdiera fuerza.
EN CORINTO
Poco después de
llegar a Corinto, Pablo encontró "a un Judío llamado Aquila, natural del
Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su
mujer." Estos eran "de su
oficio." Desterrados por el decreto
de Claudio, que ordenaba a todos los judíos que abandonaran Roma, Aquila y
Priscila habían ido a Corinto, donde establecieron un negocio como fabricantes
de tiendas. Pablo averiguó en cuanto a
ellos, 282 y al descubrir que temían a Dios y trataban de evitar las
contaminadoras influencias que los rodeaban, "posó con ellos, y
trabajaba.... Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a
Judíos y a Griegos." (Hech. 18: 2-4.) Más tarde, Silas y Timoteo se
unieron a Pablo en Corinto. Estos
hermanos trajeron consigo fondos para el sostén de la obra, contribuidos por
las iglesias de Macedonia.
EN
SU SEGUNDA CARTA a los creyentes
de Corinto, escrita después que se hubo levantado una fuerte iglesia allí,
Pablo reseñó su manera de vivir entre ellos. "¿Pequé yo preguntó,
humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis ensalzados, porque os he
predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado las otras iglesias,
recibiendo salario para ministraros a vosotros. Y estando con vosotros y
teniendo necesidad, a ninguno fui carga; porque lo que me faltaba, suplieron
los hermanos que vinieron de Macedonia: y en todo me guardé de seros gravoso, y
me guardaré. Es la verdad de Cristo en mí, que esta gloria no me será cerrada
en las partes de Acaya." (2 Cor. 11: 7-10.)
PABLO
DICE por qué había obrado así en
Corinto. Era para no dar ocasión de
crítica a "aquellos que la desean." (2 Cor. 11:12.). Mientras
trabajaba haciendo tiendas, actuaba también fielmente en la proclamación del
Evangelio. Declara respecto a sus
labores: "Con todo esto, las señales de apóstol han sido hechas entre
vosotros en toda paciencia, en señales, y en prodigios, y en maravillas."
Y añade: "Porque ¿qué hay en que habéis sido menos que las otras iglesias,
sino en que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria. He aquí
estoy aparejado para ir a vosotros la tercera vez, y no os seré gravoso; porque
no busco vuestras cosas, sino a vosotros.... De muy buena gana desprenderé y
seré desprendido por vuestras almas." (2 Cor. 12: 12-15.)
EN ÉFESO
Durante el largo
período de su ministerio en Efeso, donde por tres años realizó un agresivo
esfuerzo evangélico en esa región, Pablo trabajó de nuevo en su oficio. En Efeso, como 283 en Corinto, el apóstol fue
alegrado por la presencia de Aquila y Priscila, quienes le habían acompañado en
su regreso al Asia al fin de su segundo viaje misionero.
Algunos criticaban a
Pablo porque trabajaba con las manos, declarando que era incompatible con la
obra del ministro evangélico.
¿Por Qué Pablo, Un
Ministro De La Más Elevada Categoría, Vinculaba Así El Trabajo Mecánico Con La
Predicación De La Palabra? ¿No Era El Obrero Digno De Su Salario? ¿Por Qué
Dedicaba A Hacer Tiendas El Tiempo Que A Todas Luces Podía Dedicarse A Algo
Mejor?
PABLO NO CONSIDERABA
PERDIDO EL TIEMPO ASÍ EMPLEADO. Mientras
trabajaba con Aquila se mantenía en relación con el gran Maestro, sin perder
ninguna oportunidad para testificar a favor del Salvador y ayudar a los necesitados. Su mente estaba constantemente en procura de
conocimiento espiritual. Daba
instrucción a sus colaboradores en las cosas espirituales, y ofrecía también un
ejemplo de laboriosidad y trabajo cabal. Era un obrero rápido y hábil, diligente en los negocios, ardiente
"en espíritu; sirviendo al Señor." (Rom. 12:11.)
MIENTRAS TRABAJABA EN SU OFICIO, el apóstol tenía acceso a una clase de gente que de
otra manera no hubiera podido alcanzar. Mostraba a sus asociados que la habilidad en las artes comunes es un don
de Dios, quien provee tanto el don como la sabiduría para usarlo
correctamente. Enseñaba que aun en el
trabajo de cada día, ha de honrarse a Dios. Sus manos encallecidas por el trabajo no menoscababan en nada la fuerza
de sus patéticos llamamientos como ministro cristiano.
PABLO TRABAJABA ALGUNAS VECES NOCHE Y DÍA, no solamente para su propio sostén, sino
para poder ayudar a sus colaboradores.
Compartía sus ganancias con Lucas, y ayudaba a Timoteo. Hasta sufría hambre a veces, para poder aliviar
las necesidades de otros. La suya era
una vida de abnegación. Hacia el fin de
su ministerio, en ocasión de su discurso de despedida a los ancianos de Éfeso,
en Mileto, pudo levantar ante ellos sus manos gastadas por el trabajo, y decir:
"La plata, o el 284 oro, o el vestido de nadie he codiciado.
Antes, vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están
conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando
así, es necesario sobrellevar a los enfermos, y tener presente las palabras del
Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir."
(Hech. 20: 33 - 35.)
Si Los
Ministros Sienten Que Están Sufriendo Durezas Y Privaciones En La Causa De Cristo, visiten con la imaginación el taller donde Pablo
trabajaba. Recuerden que mientras ese
hombre escogido por Dios confeccionaba tiendas, trabajaba por el pan que ya
había ganado con justicia por sus labores como apóstol.
El trabajo es una bendición, no una maldición. Un espíritu de indolencia destruye la piedad
y entristece al Espíritu de Dios. Un
charco estancado es repulsivo, pero la corriente de agua pura esparce salud y
alegría sobre la tierra.
PABLO sabía que aquellos que descuidan el trabajo
físico se debilitan rápidamente. Deseaba
enseñar a los ministros jóvenes que, trabajando con sus manos y poniendo en
ejercicio sus músculos y tendones, se fortalecerían para soportar las faenas y
privaciones que los aguardaban en el campo evangélico. Y comprendía que su propia enseñanza
carecería de vitalidad y fuerza si no mantenía todas las partes de su organismo
debidamente ejercitadas.
EL
INDOLENTE SE PRIVA de la
inestimable experiencia que se obtiene por el fiel cumplimiento de los deberes
comunes de la vida. No pocos, sino miles
de seres humanos, existen solamente para consumir los beneficios que Dios en su
misericordia les concede. No traen al
Señor ofrendas de gratitud por las riquezas que les ha confiado. Olvidan que negociando sabiamente con los
talentos a ellos concedidos, han de ser productores tanto; como
consumidores. Si comprendieran la obra
que el Señor desea que hagan como su mano ayudadora, no rehuirían las
responsabilidades.
LA UTILIDAD DE LOS HOMBRES JÓVENES que sienten que son llamados por Dios a predicar,
depende mucho de la forma en que 285 empiezan sus labores. Los que son escogidos por Dios para la obra
del ministerio darán pruebas de su alta vocación, y por todos los medios de que
dispongan se esforzarán para desarrollarse como obreros capaces. Tratarán de adquirir una experiencia que los
haga aptos para planear, organizar y ejecutar. Al apreciar la santidad de su vocación, llegarán a ser, por la
disciplina propia, más y aun más semejantes al Señor revelando su bondad, amor
y verdad. Y mientras manifiesten fervor
en el desarrollo de los talentos a ellos confiados, la iglesia debe ayudarles
juiciosamente.
No todos los que
sienten que han sido llamados a predicar, deberían ser animados a depender
inmediatamente ellos y sus familias de la iglesia para su continuo sostén
financiero. Hay peligro de que algunos,
de experiencia limitada, sean echados a perder por la adulación y por el
imprudente aliento a esperar pleno sostén, independiente de todo serio esfuerzo
de su parte. Los medios dedicados a la
extensión de la obra de Dios no deben ser consumidos por hombres que desean
predicar solamente para recibir sostén y satisfacer así la egoísta ambición de
una vida fácil.
Los Jóvenes Que Desean Ejercer Sus Dones En La Obra Del
Ministerio, Hallarán Una Lección Útil En El Ejemplo De Pablo En Tesalónica, Corinto, Éfeso Y Otros Lugares.
Aunque era un orador elocuente y había sido escogido por Dios
para hacer una obra especial, nunca desdeñó el trabajo, y nunca se cansó de
sacrificarse por la causa que amaba. "Hasta esta hora escribió a los corintios, hambreamos, y tenemos sed, y estamos
desnudos, y somos heridos de golpes, y andamos vagabundos; y trabajamos,
obrando con nuestras manos; nos maldicen, y bendecimos: padecemos persecución,
y sufrimos." (1 Cor. 4:11,12.)
Aunque era uno de los
mayores maestros humanos, Pablo cumplía alegremente los deberes más humildes
tanto como los más sublimes. Cuando en
su servicio por el Señor las circunstancias parecían requerirlo, trabajaba
voluntariamente en su 286 oficio. Sin embargo, siempre se mantuvo dispuesto a
abandonar su trabajo secular a fin de afrontar la oposición de los enemigos del
evangelio o aprovechar alguna oportunidad especial para ganar almas para
Jesús. Su celo y laboriosidad son un
reproche contra la indolencia y el deseo de comodidad.
PABLO
DIO UN EJEMPLO contra el
sentimiento, que estaba entonces adquiriendo influencia en la iglesia, de que
el Evangelio podía ser predicado con éxito solamente por quienes quedaran
enteramente libres de la necesidad de hacer trabajo físico. Ilustró de una manera práctica lo que pueden
hacer los laicos consagrados en muchos lugares donde la gente no está enterada
de las verdades del Evangelio. Su
costumbre inspiró en muchos humildes trabajadores el deseo de hacer lo que
podían para el adelanto de la causa de Dios, mientras se sostenían al mismo
tiempo con sus labores cotidianas.
Aquila y Priscila no fueron llamados a dedicar todo su tiempo al
ministerio del Evangelio; sin embargo, estos humildes trabajadores fueron
usados por Dios para enseñar más perfectamente a Apolos el camino de la
verdad.
EL OBREO EVANGÉLICO
El Señor emplea diversos instrumentos para el cumplimiento de su
propósito; mientras algunos con talentos especiales son escogidos para dedicar
todas sus energías a la obra de enseñar y predicar el Evangelio, muchos otros,
a quienes nunca fueron impuestas las manos humanas para su ordenación, son
llamados a realizar una parte importante en la salvación de las almas.
Hay un gran campo
abierto ante los obreros evangélicos de sostén propio. Muchos pueden adquirir una valiosa
experiencia en el ministerio mientras trabajan parte de su tiempo en alguna
clase de labor manual; y por este método pueden desarrollarse poderosos obreros
para un servicio muy importante en campos necesitados.
El abnegado siervo
de Dios que trabaja incansablemente en palabra y doctrina, lleva en su corazón
una pesada carga. No mide su trabajo por horas. Su salario no influye en su
labor, ni abandona su deber por causa de las condiciones desfavorables. 287
Recibió del cielo su comisión, y del cielo espera su recompensa cuando haya
terminado el trabajo que se le ha confiado.
Es el propósito de
Dios que tales obreros estén libres de ansiedades innecesarias, y que puedan
tener plena oportunidad para obedecer la orden de Pablo a Timoteo: "Medita
estas cosas: ocúpate en ellas." (1 Tim. 4:15.) Si bien deberían cuidar de
hacer suficiente ejercicio para mantener con vigor su mente y su cuerpo, no es
el plan de Dios que sean obligados a dedicar una gran parte de su tiempo al
trabajo secular.
Estos fieles obreros,
aunque dispuestos a gastar y ser gastados por el Evangelio, no están exentos de
tentación. Cuando están impedidos y cargados por ansiedades porque la iglesia
no les da el debido sostén financiero, algunos son acosados fieramente por el
tentador. Cuando ven que se aprecian tan
poco sus labores, se deprimen. Es verdad
que esperan recibir su justa recompensa en el tiempo del juicio y esto los
sostiene; pero entretanto sus familias deben recibir alimento y ropa.
Si se pudieran sentir relevados de su divina
comisión, trabajarían voluntariamente con sus manos. Pero comprenden que su tiempo pertenece a
Dios, no obstante la miopía de aquellos que deberían proveerles suficientes
fondos. Se sobreponen a la tentación de
entregarse a ocupaciones por las cuales pronto se verían libres de necesidades;
y continúan trabajando para el progreso de la causa que les es más cara que la
misma vida. Para hacer esto, pueden, con
todo, verse obligados a seguir el ejemplo de Pablo, y dedicarse por un tiempo a
la labor manual mientras continúan realizando su obra ministerial. Hacen esto, no para fomentar sus propios
intereses, sino los intereses de la causa de Dios en la tierra.
HAY
OCASIONES cuando le parece
imposible al siervo de Dios hacer la obra que necesita hacerse, por causa de la
falta de medios para realizar un trabajo vigoroso y sólido. Algunos temen que con las facilidades puestas
a su disposición no pueden hacer todo lo que sienten que es su deber hacer.
Pero si avanzan por fe, se revelará la salvación de Dios, y la prosperidad
acompañará 288 sus esfuerzos.
El que ha ordenado a sus siervos ir por todas partes del mundo,
sostendrá a todo obrero que en obediencia a su mandato procure proclamar su
mensaje.
En la edificación
de su obra, el Señor no aclara todas las cosas a sus siervos. Algunas veces prueba la confianza de su
pueblo, haciéndolo pasar por circunstancias que lo obliguen a avanzar por fe. A menudo guía a sus hijos por lugares estrechos y
difíciles, y les ordena avanzar cuando parece que sus pies penetran en las
aguas del Jordán. En tales ocasiones, cuando las oraciones de sus siervos
ascienden a él con ardiente fe, Dios abre el camino ante ellos y los lleva a
lugares amplios.
Cuando los mensajeros
de Dios reconozcan sus responsabilidades para con las porciones necesitadas de
la viña del Señor, y con el espíritu del obrero Maestro trabajen
incansablemente por la conversión de las almas, los ángeles de Dios prepararán
el camino ante ellos, y serán provistos los medios necesarios para llevar
adelante la obra. Los que sean
iluminados darán liberalmente para el sostén del trabajo hecho en su
Favor. Responderán liberalmente a todo
pedido de ayuda, y el Espíritu de Dios moverá sus corazones para que sostengan
la causa del Señor no solamente en los campos locales, sino en las regiones
lejanas. Así las fuerzas que trabajan en otros lugares serán corroboradas, y la
obra del Señor avanzará de la manera por él señalada. 289
Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación
Del Evangelio De Jesucristo.
(EGW).
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