El Salmo 51, es un canto de Arrepentimiento,
Confesión, Perdón Y Restauración. Donde David, aprende la lección que lo acompañaría
para el resto de su vida.
“David lo escribió "después
de cometer su gran pecado [con Betsabé], en la angustia del remordimiento y la
repugnancia de sí mismo" (Ed 160).
"Es una expresión del arrepentimiento de David, cuando le llegó el
mensaje de reprensión de parte de Dios; . . . un himno que había de cantarse en
las asambleas públicas de su pueblo . . . [para] que otros se instruyeran por
el conocimiento de la triste historia de su caída" (PP 784, 785). Es una oración en procura de perdón y de
santificación mediante el Espíritu Santo.
Acompañan a la petición votos de gratitud por la misericordia de Dios y
promesas para el futuro. Quizá ningún
otro pasaje del AT pinte un cuadro tan patético del pecador verdaderamente
arrepentido que confía en el poder de Dios para perdonar y restaurar como esta
descripción de la reacción de David.
Este salmo debiera estudiarse en relación con 2 Sam. 12: 1-13 y Sal. 32.
El Sal. 51 fue uno de los
preferidos de Juan Bunyan. Poco antes de
ser ejecutada (1554), Lady jane Grey recitó este salmo de rodillas ante el
cadalso”. 3CBA
1 Ten Piedad
De Mí, Oh Dios,
Conforme A Tu Misericordia;
Conforme A Tu Misericordia;
Conforme
a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.
borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque Yo Reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante
de mí.
4 Contra Ti, Contra Ti Solo He Pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus
ojos;
Para que seas reconocido justo en
tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
Y tenido por puro en tu juicio.
5 HE
AQUÍ, en maldad
he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré
limpio;
Lávame, y seré más blanco que la
nieve.764
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has
abatido.
9 Esconde tu rostro de mis
pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 CREA EN MÍ, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y NO
QUITES de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, Oh Dios,
Dios de mi salvación; Cantará mi
lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio,
que yo lo daría; No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, oh Dios.
18 Haz bien con tu benevolencia a
Sión;
Edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u
ofrenda del todo quemada; Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar. (Salmo 51)
*LA BIBLIA tiene poco que decir en
alabanza de los hombres. Dedica poco espacio a relatar las virtudes
hasta de los mejores hombres que jamás hayan vivido. Este silencio no
deja de tener su propósito y su lección. Todas las buenas cualidades
que poseen los hombres son dones de Dios; realizan sus buenas
acciones por la gracia de Dios manifestada en Cristo. Como
lo deben todo a Dios, la gloria de cuanto son y hacen le
pertenece solo a él; ellos no son sino instrumentos en sus manos.
Además,
según todas las lecciones de la historia bíblica, es peligroso
alabar o ensalzar a los hombres; pues si uno llega a perder de vista
su total dependencia de Dios, y a confiar en su propia fortaleza,
caerá seguramente. El hombre lucha con enemigos que son más fuertes que él.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6:12.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6:12.
ES IMPOSIBLE que
nosotros, con nuestra propia fortaleza, sostengamos el conflicto; y todo
lo que aleje a nuestra mente de Dios, todo lo que induzca al
ensalzamiento o a la dependencia de sí mismo, prepara
seguramente nuestra caída. El tenor de la Biblia está destinado
a inculcarnos desconfianza en el poder humano y a fomentar nuestra confianza en
el poder divino.
El
espíritu de confianza y ensalzamiento de sí mismo fue el
que preparó la caída de David. La adulación y las
sutiles seducciones del poder y del lujo, no dejaron de tener su
efecto sobre él. También las relaciones con las naciones vecinas ejercieron en
él una influencia maléfica. Según las costumbres que prevalecían entre los
soberanos orientales de aquel entonces, los crímenes que no se
toleraban en los súbditos quedaban impunes cuando se trataba del rey; el
monarca no estaba obligado a ejercer el mismo dominio sobre sí mismo que el
súbdito. Todo esto tendía a aminorar en David el
sentido de la perversidad excesiva del pecado. Y en
vez de confiar humilde en el poder de Dios, comenzó a
confiar en su propia fuerza y sabiduría. Tan pronto como Satanás pueda
separar el alma de Dios, la única
fuente de fortaleza, procurará despertar los deseos
impíos de la naturaleza carnal del hombre. La obra del
enemigo no es abrupta; al principio no es repentina ni sorpresiva; consiste en
minar secretamente las fortalezas de los principios. Comienza en
cosas aparentemente pequeñas: la negligencia en cuanto a ser fiel a
Dios y a depender de él por completo, la tendencia a seguir
las costumbres y prácticas del mundo. PP
707, 708.
El texto completo de la caída
y arrepentimiento de David está en 2 Samuel Capítulos 11 y 12.
MUCHOS, LEYENDO LA HISTORIA
DE LA CAÍDA DE DAVID, han preguntado:
¿Por qué se hizo público este relato?
¿Por qué consideró Dios conveniente descubrir al mundo este pasaje oscuro de la vida de uno que fue altamente honrado por el cielo?
DE LA CAÍDA DE DAVID, han preguntado:
¿Por qué se hizo público este relato?
¿Por qué consideró Dios conveniente descubrir al mundo este pasaje oscuro de la vida de uno que fue altamente honrado por el cielo?
El
profeta, en el reproche que hizo a David, había declarado tocante a su
pecado: “Con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová”.
A través de las generaciones sucesivas, los incrédulos han señalado
el carácter de David y la mancha negra que lleva, y
han exclamado en son de triunfo y burla: “¡He aquí el hombre según el
corazón de Dios!” Así se ha echado oprobio sobre la religión;
Dios y su palabra han sido blasfemados; muchas almas se han endurecido
en la incredulidad, y muchos, bajo un manto de piedad, se
han envalentonado en el pecado.
PERO LA HISTORIA DE DAVID no
suministra motivos por tolerar el pecado. David fue llamado hombre
según el corazón de Dios cuando andaba de acuerdo con su
consejo. Cuando pecó, dejó de serlo hasta que, por arrepentimiento,
volvió al Señor. La Palabra de Dios manifiesta claramente:
“Esto que David había hecho, fue desagradable a los ojos de Jehová”.
Y el Señor le dijo a David por medio del profeta: “¿Por qué pues
tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo
delante de sus ojos? [...] Por lo cual ahora no se apartará
jamás de tu casa la espada; por cuanto me menospreciaste”.
AUNQUE DAVID SE
ARREPINTIÓ DE SU PECADO, y fue perdonado y aceptado
por el Señor, cosechó la funesta mies de la siembra
que él mismo había sembrado. Los juicios que cayeron sobre él y sobre su casa
atestiguan cuanto aborrece Dios al pecado.
DURANTE UN AÑO ENTERO
DESPUÉS DE SU CAÍDA, David vivió en seguridad
aparente; no había evidencia externa del desagrado de Dios.
Pero la sentencia divina pendía sobre él. Rápida y seguramente se
aproximaba el día del juicio y del castigo, que ningún arrepentimiento podía
evitar, es decir, la agonía y la vergüenza que ensombrecía
toda su vida terrenal. Los que, señalando el ejemplo de David,
tratan de aminorar la culpa de sus propios
pecados, deben aprender de las lecciones del relato bíblico que el
camino de la transgresión es duro. Aunque, como David, se
arrepientan de sus caminos impíos, los resultados del pecado, aun en
esta vida, serán amargos y difíciles de soportar.
DIOS QUISO QUE LA HISTORIA DE LA CAÍDA DE DAVID sirva
como una advertencia de que aun aquellos a quienes él ha bendecido y
favorecido grandemente no han de sentirse seguros ni tampoco
descuidar el velar y orar. Así ha resultado para los que con humildad han
procurado aprender lo que Dios quiso enseñar con esa
lección. De generación en generación, miles han sido así inducidos a
darse cuenta de su propio peligro frente al poder tentador del
enemigo común. La caída de David, hombre que fue
grandemente honrado por el Señor, despertó en
ellos la desconfianza de sí mismos. Comprendieron que
solamente Dios podía guardarlos por su poder mediante la fe. Sabiendo
que en él estaba la fortaleza y la seguridad, temieron dar
el primer paso en tierra de Satanás. Aun antes de que
se hubiera dictado la sentencia divina contra David, este ya
había comenzado a cosechar el fruto de su transgresión. Su
conciencia no tenía paz. En el salmo 32 presenta la agonía que su
espíritu soportó entonces... PP 713, 714.
ASÍ EN UN HIMNO SAGRADO QUE DEBÍA CANTARSE EN LAS ASAMBLEAS
PÚBLICAS DE SU PUEBLO, en presencia de la corte,
los sacerdotes y jueces, los príncipes y guerreros, y que iba a preservar
hasta la última generación el conocimiento de su
caída, el rey de Israel relató todo lo concerniente a su pecado, su
arrepentimiento, y su esperanza de perdón por la misericordia de Dios.
En lugar de ocultar la culpa, quiso que otros se
instruyeran por el conocimiento de la triste
historia de su caída.
EL ARREPENTIMIENTO DE DAVID fue
sincero y profundo. No hizo ningún esfuerzo para aminorar su crimen. Lo que
inspiró su oración no fue el deseo de escapar a los castigos con que
se le amenazaba. Pero vio la enormidad de su transgresión
contra Dios; vio la depravación de su alma y aborreció su
pecado. No oró pidiendo perdón solamente, sino también pidiendo
pureza de corazón. David no abandonó la lucha en
su desesperación. Vio la evidencia de su perdón y
aceptación, en la promesa hecha por Dios a los pecadores
arrepentidos.
“Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Vers. 16, 17.
Aunque David había caído, el Señor lo levantó.
no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Vers. 16, 17.
Aunque David había caído, el Señor lo levantó.
Estaba ahora en armonía íntima con Dios
y en unidad con sus semejantes.
En el gozo de su liberación cantó:
“Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Confesaré mis rebeliones a Jehová [...]
Tu eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
con cánticos de liberación me rodearás”. Salmos 32:5-7.
MUCHOS MURMURAN CONTRA LO QUE LLAMAN LA INJUSTICIA DE DIOS AL SALVAR A DAVID, cuya culpa era tan grande, después de haber rechazado a Saúl por lo que a ellos les parece ser pecados mucho menos flagrantes. Pero David se humilló y confesó su pecado, en tanto que Saúl menospreció el reproche y endureció su corazón en la impenitencia.
y en unidad con sus semejantes.
En el gozo de su liberación cantó:
“Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Confesaré mis rebeliones a Jehová [...]
Tu eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
con cánticos de liberación me rodearás”. Salmos 32:5-7.
MUCHOS MURMURAN CONTRA LO QUE LLAMAN LA INJUSTICIA DE DIOS AL SALVAR A DAVID, cuya culpa era tan grande, después de haber rechazado a Saúl por lo que a ellos les parece ser pecados mucho menos flagrantes. Pero David se humilló y confesó su pecado, en tanto que Saúl menospreció el reproche y endureció su corazón en la impenitencia.
Este
pasaje de la historia de David rebosa de significado
para el pecador arrepentido. Es una de las ilustraciones más
poderosas que se nos hayan dado de las luchas y las
tentaciones de la humanidad, y de un verdadero arrepentimiento
hacia Dios y una fe sincera en nuestro Señor Jesucristo. A
través de todos los siglos ha resultado ser una
fuente de aliento para las almas que, habiendo caído en el pecado,
han tenido que luchar bajo el peso agobiador de su culpa.
Miles de los hijos de Dios han sido los que,
después de haber sido entregados traidoramente al pecado y cuando
estaban a punto de desesperar, recordaron como el arrepentimiento
sincero y la confesión de David fueron aceptados por
Dios, no obstante haber tenido que sufrir las consecuencias de su
transgresión; y también cobraron ánimo para arrepentirse y procurar nuevamente
andar por los senderos de los mandamientos de Dios.
QUIENQUIERA QUE
BAJO LA REPRENSIÓN DE DIOS HUMILLE SU ALMA con la confesión
y el arrepentimiento, tal como lo hizo David, puede estar
seguro de que hay esperanza para él. Quienquiera que acepte
por la fe las promesas de Dios, hallará perdón. Jamás
rechazará el Señor a un alma verdaderamente arrepentida. Él ha dado esta
promesa: “¡Que haga conmigo paz!, ¡sí, que haga la paz conmigo!”
“Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual
será amplio en perdonar”. Isaías 27:5; 55:7. PP 716,
717
*LA CAÍDA DE DAVID ES
UN LLAMADO A NO DESCUIDAR LA ORACIÓN—Dios
quiso
que la historia de la caída de David sirviera
como una advertencia de que aun aquellos a quienes él ha bendecido y
favorecido grandemente no han de sentirse seguros ni tampoco
descuidar el velar y orar. Así ha resultado para los que con humildad han
procurado aprender lo que Dios quiso enseñar con esa lección. De generación
en generación, miles han sido así inducidos a darse cuenta de su
propio peligro frente al poder tentador del enemigo
común. La caída de David, hombre que fue grandemente
honrado por el Señor, despertó en ellos la desconfianza de sí
mismos. Comprendieron que sólo Dios podía guardarlos por su poder
mediante la fe. Sabiendo que en él estaba la fortaleza
y la seguridad, temieron dar el primer paso en
tierra de Satanás.—Patriarcas y Profetas,
783, 784.
DIOS RESPONDIÓ LA ORACIÓN DE DAVID. —Una de las
más fervientes oraciones registradas en la Palabra de Dios
es la de David cuando suplicó: “Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio”. La respuesta de Dios frente a una oración
tal es: Te daré un corazón nuevo. Esta es una obra que ningún hombre finito
puede hacer. Los hombres y mujeres deben comenzar por el principio: buscar a
Dios con sumo fervor en procura de una verdadera experiencia
cristiana. Deben sentir el poder creador del Espíritu Santo. Deben recibir el
nuevo corazón, es decir tienen que mantenerlo dócil y tierno
por la gracia del cielo. Debe limpiarse el alma del espíritu egoísta.
Deben trabajar fervientemente y con humildad de corazón, acudiendo
cada uno a Jesús en busca de conducción y valor. Entonces el
edificio, debidamente ensamblado, crecerá hasta ser un templo santo en el
Señor. 4CBA 1186.
Ministerio
Hno. Pio
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