jueves, octubre 07, 2021

REFLEXIÓN 864. PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO; EXHORTACIÓN A LOS IMPENITENTES: Exhortación Final A Los Impenitentes/ Conclusión (2 CORINTIOS 13).

2 Corintios 13. EXHORTACIÓN FINAL A LOS IMPENITENTES: Vers. (1-4) Amenaza severamente y con el poder de su apostolado contra los pecadores obstinados. (5-6) Los aconseja a probar su fe (7-10) y a apartarse de sus pecados antes de que él llegue. (11-14) Concluye su carta con una exhortación general y una oración.

1 Esta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto. 2 He dicho antes, y ahora digo otra vez como si estuviera presente, y ahora ausente lo escribo a los que antes pecaron, y a todos los demás, que si voy otra vez, no seré indulgente; 3 pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros. 4 Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con el poder de Dios para con vosotros.

5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? 6 Mas espero que conoceréis que nosotros no estamos reprobados.

7 Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados. 8 Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad. 9 Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por vuestra perfección. 10 Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción.

11 Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. 12 Saludaos unos a otros con ósculo santo. 13 Todos los santos os saludan. 14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. (2 Corintios 13).

1. La tercera vez. Ver com. cap. 2:1; 12:14.

De dos o de tres testigos. Este capítulo es el último mensaje conocido que Pablo escribiera a los corintios. Aún prevalecía en un sector de la iglesia un grave decaimiento espiritual (cap. 12:20-21), frente a lo cual las cartas anteriores (ver com. cap. 2:3), una posible segunda visita (ver com. cap. 12:14) y la obra de Tito (cap. 2:13; 7:6, 13-14; 12:18), parecían haber logrado poco o nada.

Por eso Pablo advierte a los miembros acerca de ese grupo extraviado (cap. 13:14). Sólo quedaba un camino: tratarlos con firmeza y sin contemplaciones con el poder y la autoridad de Cristo. Anticipando el proceder que él sugería, Pablo cita una conocida ley judaica (Núm. 35:30; Deut. 17:6; 19:15), ley a la que recurrió Cristo (Mat. 18:16).

Es evidente que en una visita previa Pablo había tratado a ese grupo rebelde con lenidad y había evitado tomar medidas drásticas contra ellos, lo cual se había interpretado como debilidad, y aun como cobardía de parte de Pablo. Él se refirió a esa visita como un episodio humillante (cap. 2:1, 4; 12:21). Esa minoría insubordinada, en forma descomedida v continua, le pedía pruebas de su autoridad apostólica. 

Ver com. cap. 2:1; 12:14.

2. He dicho antes. Es decir, en sus cartas anteriores (ver com. 2 Cor. 2:3; cf. 1 Cor. 4:13-19). En la visita anterior hizo lo mismo personalmente (ver com. 2 Cor. 12:14). Habían sido amonestados repetidas veces y durante un largo lapso.

Digo otra vez. Pablo vuelve ahora a amonestarlos en anticipación de su inminente visita. Todos los demás. El apóstol dirige esta amonestación a la iglesia en conjunto, no fuera que alguno que no estuviese directamente implicado simpatizara con los culpables. El castigo sin duda incluiría la expulsión (cf. 1 Cor. 5:5; 1 Tim. 1:20).

La muerte de Ananías y Safira (Hech. 5:1-11) y la ceguera de Elimas (cap. 13:8-11) eran ejemplos del ejercicio de la autoridad apostólica acompañado de actos divinos de castigo de un carácter especial. Pablo quizá pudo haber anticipado la posibilidad de una demostración milagrosa similar en Corinto.

No seré indulgente. Habían tenido su oportunidad para arrepentirse. Si seguían empecinados en su conducta, serían sometidos a la más severa disciplina eclesiástica.

3. Buscáis una prueba. Los enemigos de Pablo lo habían desafiado para que cumpliera lo que ellos preferían considerar como amenazas. Cuando los miembros de ese grupo extraviado contemplaban a Pablo, veían sólo lo que a ellos les parecía que era: un hombre débil y despreciable (ver com. cap. 10:10,12). Se negaban a aceptarlo como embajador de Cristo (cap. 5:20). Pablo estaba dispuesto a admitir que desde el punto de vista humano era "débil" (cap. 11:21,29); pero insistía en que su fortaleza era "con demostración del Espíritu y de poder" (1 Cor. 2:3-5; 2 Cor. 12:10).

En mí. Pablo había sido poderoso en la verdad, en la doctrina, en guiar a los hombres por el camino de la liberación del pecado, en instruirlos para que fueran regenerados espiritualmente, para que realizaran milagros (cap. 12:12), hasta el punto de que entre los mismos corintios había epístolas vivientes para Cristo (cap. 3:3).

La evidencia de su apostolado era manifiesta para todos los que la examinaran con sinceridad (ver com. cap. 12:11-12). Tenían pruebas abundantes de que Cristo había hablado mediante Pablo. Sin embargo, los inclinados al mundo no se impresionan con tales evidencias (1 Cor. 2:14-16). Los enemigos de Pablo en realidad no lo estaban desafiando a él sino a Cristo.

4. Crucificado en debilidad. Pablo se solazaba con el pensamiento de que nunca nadie pudo parecer más débil e impotente que Cristo cuando en agonía y oprobio colgaba de la cruz; pero a pesar de todo Cristo vive y es supremamente enaltecido (Fil. 2:6-9). Todos los que viven en Cristo pueden esperar que compartirán no sólo su humillación, sino también su fortaleza que "se perfecciona" en la debilidad humana (2 Cor. 12:9; cf. Rom. 6:3-6).

Vive. Los rebeldes corintios tenían que vérselas con un Cristo viviente "por el poder de Dios", y no solamente con un Pablo "débil", como ellos pensaban.

Nosotros somos débiles. Pablo admite su debilidad con toda sencillez; pero se gloria en el poder de Cristo que obra en él y por medio del (cap. 11:30; 12:9-10), a pesar de su debilidad. El poder de Dios. Los corintios habían sido testigos de ese poder, lo habían experimentado, y no podían negar su realidad.

5. Examinaos. En el vers. 5 Pablo comienza a desviar la atención de él, y exhorta a los corintios a que se examinen en forma crítica. ¿Son ellos verdaderos cristianos? Todo seguidor de Cristo puede examinar con provecho cada día su propia vida. Si nos examináramos más a nosotros mismos, criticaríamos menos a los demás.

Vosotros mismos. En griego esta palabra es enfática; es como si Pablo dijera: "Es a vosotros mismos a quienes debéis examinar". La segunda oración también podría leerse así: "Es a vosotros mismos a quienes debéis probar".

Muchos de los corintios estaban más dispuestos a constituirse en Jueces de otros que de sí mismos (ver 1 Cor. 11:31-32; cf. Gál. 6:4). Los hombres deben primero someterse a sí mismos a la prueba para poder ser Jueces competentes de otros. 

Debemos estar dispuestos a que se nos aplique la prueba que aplicamos a los demás (ver com. Mat. 7:1-5). La viga tiene que ser quitada de nuestros ojos. 

Los seres humanos por lo general se examinan o miran a sí mismos muy favorablemente, y también su carácter y su importancia. Evitan el examen propio para no descubrir que no son todo lo que quisieran ser o piensan que son. Hay pocos que pueden soportar verse como realmente son, pues tal espectáculo con frecuencia es demasiado perturbador para su yo.

Esas revelaciones personales, sin el remedio del amor y del perdón de Dios, pueden llevar a los seres humanos a la locura y hasta el suicidio. Pero en lugar de enfrentarse con lo que realmente son, se concentran en las faltas de otros; y al hacerlo pierden de vista sus propias faltas y llegan a convencerse de que son mucho mejores que sus prójimos. Cf. com. 2 Cor. 10:12. En cuanto a los pasos que se pueden debidamente seguir después del examen propio, ver com. cap. 7:9-11.

La fe. No en forma doctrinal, sino en un sentido práctico. Pablo se refiere a una profunda convicción respecto a la relación personal que uno tiene con Dios, a la confianza y al santo fervor que nacen de la fe en Cristo como Señor y Salvador. Muchos cristianos nominales piensan que es suficiente probarse a sí mismos en ciertos puntos de menor importancia, como su feligresía en la iglesia, su asistencia a los cultos, diezmos y ofrendas y la observancia del día de reposo. Por supuesto, nada de esto se debe descuidar; pero hay asuntos de mayor importancia que exigen consideración (ver com. Miq. 6:8; Mat. 19:16-22; 23:23).

Las cosas de mayor importancia incluyen: experimentar personalmente la gracia salvadora y transformadora de Cristo, la absoluta lealtad a toda la voluntad revelada de Dios, la sinceridad de motivos, y el interés abnegado en nuestros prójimos así como en el hecho de ayudarlos.

Probaos. Gn dokimázÇ, "probar", "escudriñar íntimamente". Este es un verbo mucho más significativo que "examinar". DokimázÇ se emplea cuando se trata de examinar oro y plata (cf. Job 23:10).

Jesucristo está en vosotros. Es decir, si estáis viviendo los principios de la vida perfecta de Cristo en vuestras vidas (ver com.  Rom. 8:3-4; Gál. 2:20).

Reprobados. Gr. adókimos, literalmente "fracasados en la prueba". El fracaso, al no pasar la prueba, era una evidencia de que Cristo no estaba en ellos y que no eran cristianos genuinos.

6. Nosotros no estamos reprobados. Pablo sinceramente esperaba que en el concepto de los corintios pasaría la prueba del apostolado.

7. Oramos. No hay muchos ejemplos, ni aun en la Biblia, de un amor para otros tan desinteresado, tan semejante al de Cristo, como el que Pablo revela aquí (cf. Exo. 32:31-32; Luc. 23:34; Hech. 7:59-60; Rom. 9:3). Había presentado la evidencia de su apostolado, y confiaba en que los corintios creerían que había pasado bien la prueba (ver com. 2 Cor. 12:11-12). Pablo quedaba vindicado en amor, conocimiento, paciencia, servicio, ministerio y los frutos del Espíritu. La autoridad y el poder de Cristo se habían manifestado por medio de él.

No para que nosotros aparezcamos aprobados. El motivo de Pablo al exhortar a los corintios a que no procedieran mal no era para que así él apareciera como un apóstol genuino (cf. 1 Cor. 9:2), sino para que ellos pudieran pasar la prueba y demostraran que eran leales cristianos.

Aunque nosotros seamos como reprobados. Aunque no podían ver en él la evidencia de su genuino apostolado, esperaba que dieran la evidencia de ser cristianos verdaderos. Estaba dispuesto a ser considerado como fracasado, si eso podía ayudarles a lograr el éxito.

8. La verdad. Es decir, la verdad como es en Cristo Jesús, la verdad de la salvación como se presenta en la Palabra de Dios (Juan 1:14,17; 8:32; Gál. 2:5,14). La verdad eterna permanece inmutable a pesar de lo que puedan hacer los hombres. Los enemigos de la verdad siempre han fracasado. Si los corintios seguían fielmente la verdad, no tenían nada de qué temer, pues la verdad hace invencibles a los hombres. Cuando los seres humanos se colocan al lado de la verdad, Dios se hace responsable de su seguridad y de su triunfo eterno.

9. Nos gozamos. En los vers. 7-10 Pablo anima a la iglesia de Corinto a proseguir hasta obtener una completa restauración. Esta era la meta de la esperanza de apóstol para ellos y el motivo principal de su epístola.

Seámos nosotros débiles. Pablo se sentía gozoso de aparecer como débil en el uso de su poder para disciplinar, si de esa manera ellos eran fuertes en las virtudes del Espíritu (ver com. vers. 6) y reflejaban el carácter de Cristo.

Perfección. O "sanidad", "integridad"; perfeccionamiento" (BJ). Pablo anhelaba que sus conversos alcanzaran madurez cristiana, y que cada don, talento, facultad, tendencia y apetito estuvieran en su debido lugar. Deseaba que la iglesia se unificara en amor, que cada miembro del cuerpo funcionara debidamente bajo la dirección del Espíritu que moraba en ellos (1 Cor. 12:12-3l).

10. Para no usar. Ver com. cap. 10:2; 13:2.

Me ha dado para edificación. El propósito de la autoridad del Evangelio es la edificación de la iglesia, la perfección de los santos (Juan 3:17; 20:21-23). Aunque sea necesario el ejercicio de una facultad tal por causa de la disciplina, necesariamente queda en segundo lugar. No sería del agrado de Pablo expulsar a un miembro de la iglesia, y sólo como último recurso tomaría una medida severa.

Satanás y los seres humanos han estado en rebelión contra la autoridad suprema de Dios desde la entrada del pecado. El propósito de Pablo era que los hombres quedaran cautivos bajo el poder de Cristo (ver 2 Cor. 10:5); pero esto no puede ser hecho por la fuerza, sino implantando en ellos la mente de Cristo.

11. Por lo demás, hermanos. Las últimas palabras de Pablo incluyen una tierna despedida, una admonición final (vers. 11), un saludo de despedida (vers. 12) y una bendición. Su exhortación final incluye cuatro manifestaciones de un verdadero espíritu cristiano, que serían una salvaguardia para los corintios contra los males que los acosaban. Tened gozo. Cf. Fil. 3:1; 4:4.

Perfeccionaos. Literalmente "sed arreglados", "sed puestos en orden", "sed compuestos". Todo lo que estaba fuera de su lugar debía ser restaurado. 

Ver com. Mat. 5:48.

Consolaos. Gr. parakaléisthe, "sed amonestados", "sed exhortados" (ver com. Mat. 5:4), es decir, aceptad el consejo que os he dado; "animaos" (BJ). El verbo parakaleÇ, una de cuyas flexiones es parakaléisthe, y el sustantivo afín parák'lsis, aparecen 28 veces en esta epístola. Los corintios debían animarse y fortalecerse mutuamente para el bien; al hacerlo, no tendrían tiempo para devorarse mutuamente.

Sed de un mismo sentir. Esta frase es particularmente característica de Pablo (Rom. 12:16; 15:6; Fil. 2:2; 3:16; 4:2). La unidad cristiana fue uno de los motivos principales de la última oración de Cristo a favor de sus discípulos (Juan 17:11, 21-23). 

La suprema necesidad de la iglesia corintia era "la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efe. 4:27).

Vivid en paz. O "vivid en armonía". La paz es uno de los grandes legados que Cristo dejó a su iglesia (Juan 14:27; 16:33; cf. cap. 20:21, 26; Hech. 10:36); siempre ha sido una parte esencial del Evangelio cristiano y una prueba de la experiencia cristiana (Rom. 5:1; 10:15; 14:17,19; 1 Cor. 14:33; Efe. 2:14). Hasta donde le sea posible al cristiano, debe vivir "en paz con todos los hombres" (Rom. 12:18). 

Si la paz exterior no es posible debido a factores sobre los cuales el cristiano no tiene dominio, aún puede disfrutar de paz en su corazón.  "Bienaventurados los pacificadores " (ver com. Mat. 5:9).

El Dios de paz. Ver com. Rom. 15:33.

Y de amor. Ver com. 1 Juan 4:8.

12. Osculo santo. En la antigüedad y en diversas partes del mundo hasta el día de hoy, éste ha sido un saludo cordial. Ese beso se daba en la mejilla, la frente, las manos o aun los pies, pero nunca en los labios; los hombres saludaban así a los hombres, y las mujeres a las mujeres. La costumbre se originó en los días del AT (Gén. 29:13). Expresaba afecto (Gén. 27:26-27; 1 Sam. 20:41), reconciliación (Gén. 45:15), despedida (Rut 1:9, 14; 1 Rey. 19:20) y homenaje (1 Sam. 10:1). Según Justino Mártir, su uso estaba difundido en relación con la observancia de la Cena del Señor (Primera apología 65). Se generalizó entre los primeros cristianos como una muestra de paz, buena voluntad y reconciliación (Rom. 16:16; 1 Cor. 16:20; 1 Tes. 5:26).

13. Los santos. Ver com. Hech. 9:13; Rom. 1:7. Así se llama a los cristianos por lo común en el NT porque eran llamados a vivir vidas santas. Sin duda Pablo tenía en cuenta especialmente a los cristianos de Macedonia, donde estaba cuando escribió esta epístola.

14. Gracia. Ver com. Rom. 3:24; 2 Cor. 1:2. Este versículo es único, porque en todo el NT sólo aparece aquí en su forma completa lo que más tarde se llegó a conocer como la bendición apostólica. Desde los primeros tiempos de la iglesia cristiana se convirtió en parte de la liturgia de la iglesia, y también era pronunciado en el bautismo de los nuevos creyentes y en la despedida de las asambleas cristianas.

Este versículo junto con Mat. 28:19 proporciona el resumen más completo y explícito de la doctrina de la Trinidad (ver Nota Adicional de Juan l); sin embargo, el orden de los nombres de la Deidad se da aquí en forma diferente del de Mateo. 

En las epístolas de Pablo el nombre del Padre por lo general precede al del Hijo (Rom. 1:7; 1 Cor. 1:3; 2 Cor. 1:2); pero aquí se invierte el orden. La bendición de despedida en el AT -la bendición aarónica- también era de naturaleza triple (Núm. 6:24-26). La prueba de toda verdadera experiencia cristiana es compañerismo y comunión con Dios por medio del Espíritu Santo.

Poco después de enviar esta carta, Pablo hizo otra visita a Corinto, donde pasó tres meses (Hech. 20:1-3). Durante ese tiempo escribió Romanos y Gálatas. El hecho de que pudiera hacerlo Sugiere que los creyentes de Corinto aceptaron su segunda epístola y procedieron de acuerdo con los consejos dados en ella. 

En Romanos, Pablo da a entender que recibió una bondadosa bienvenida en Corinto (Rom. 16:23); además, la colecta de Corinto para los pobres de Jerusalén tuvo éxito (Rom. 15:26-28). Los registros de los primeros cristianos no dan más informaciones acerca de la iglesia de Corinto sino hasta fines del siglo I, donde Clemente Romano dirigió una carta a los corintios.

En la RVA aparecía a manera de apéndice y con letra más pequeña la siguiente adición:  "La segunda Epístola a los Corintios fue enviada de Filipos de Macedonia con Tito y Lucas". Esta nota sólo aparece en manuscritos posteriores al siglo VIII. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

5. DTG 281. El Señor dice: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos." Tal es nuestra obra. "Que si nos examinásemos a nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados." (2 Corintios 13:5; 1 Corintios 11:31).

POR SUS FRUTOS. El buen árbol producirá buenos frutos. Si el fruto es desagradable al paladar e inútil, el árbol es malo. Así también el fruto que se produce en la vida atestigua las condiciones del corazón y la excelencia del carácter. Las buenas obras no pueden comprar la salvación, pero son una evidencia de la fe que obra por el amor y purifica el alma. Y aunque la recompensa eterna no nos es concedida por causa de nuestros méritos, estará, sin embargo, en proporción con la obra hecha por medio de la gracia de Cristo.

Así expuso Cristo los principios de su reino, y demostró que eran la gran regla de la vida; y para grabar la lección, añadió una ilustración.

“COMO EDIFICAMOS” No es suficiente, dijo, que oigáis mis palabras. Por la obediencia debéis hacer de ellas el fundamento de vuestro carácter. El yo no es sino una arena movediza. Si edificáis sobre teorías e inventos humanos, vuestra casa caerá. Quedará arrasada por los vientos de la tentación y las tempestades de la prueba. Pero estos principios que os he dado permanecerán. Recibidme; edificad sobre mis palabras. "Cualquiera pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó; porque estaba fundada sobre la peña." DTG/EGW

1JT 91. Debemos andar en la luz que resplandece sobre nosotros. De otra manera esa luz se trocará en tinieblas. Dios exige que manifestemos al mundo, por medio; de nuestro carácter y nuestras obras, una medida del espíritu de unión que esté de acuerdo con las verdades sagradas que profesamos, y con el espíritu de las profecías que se están cumpliendo en estos; postreros días. La verdad que hemos comprendido y la luz que ha resplandecido sobre nuestra alma nos juzgarán y condenarán si nos apartamos de ellas y nos negamos a ser guiados por ellas.

8. CS 109. Hus no cesó de trabajar; viajó por los países vecinos predicando a las muchedumbres que le escuchaban con ansia. De modo que las medidas de que se valiera 109 el papa para suprimir el Evangelio, hicieron que se extendiera en más amplia esfera. "Nada podemos hacer contra la verdad, sino a favor de la verdad." (2 Corintios 13: 8, V.M.)

"El espíritu de Hus parece haber sido en aquella época de su vida el escenario de un doloroso conflicto. Aunque la iglesia trataba de aniquilarle lanzando sus rayos contra él, él no desconocía la autoridad de ella, sino que seguía considerando a la iglesia católica romana como a la esposa de Cristo y al papa como al representante y vicario de Dios. Lo que Hus combatía era el abuso de autoridad y no la autoridad misma. Esto provocó un terrible conflicto entre las convicciones más íntimas de su corazón y los dictados de su conciencia. Si la autoridad era justa e infalible como él la creía, ¿por qué se sentía obligado a desobedecerla? Acatarla, era pecar; pero, ¿por qué se sentía obligado a pecar si prestaba obediencia a una iglesia infalible? Este era el problema que Hus no podía resolver, y la duda le torturaba hora tras hora.

La solución que por entonces le parecía más plausible era que había vuelto a suceder lo que había sucedido en los días del Salvador, a saber, que los sacerdotes de la iglesia se habían convertido en impíos que usaban de su autoridad legal con fines inicuos. Esto le decidió a adoptar para su propio gobierno y para el de aquellos a quienes siguiera predicando, la máxima aquella de que los preceptos de la Santas Escrituras transmitidos por el entendimiento han de dirigir la conciencia, o en otras palabras, que Dios hablando en la Biblia, y no la iglesia hablando por medio de los sacerdotes, era el único guía infalible."- Wylie, lib. 3, cap. 3.

Cuando, transcurrido algún tiempo, se hubo calmado la excitación en Praga, volvió Hus a su capilla de Belén para reanudar, con mayor valor y celo, la predicación de la Palabra de Dios. Sus enemigos eran activos y poderosos, pero la reina y muchos de los nobles eran amigos suyos y gran parte del pueblo estaba de su lado. Comparando sus enseñanzas puras y elevadas y la santidad de su vida con los dogmas degradantes 110 que predicaban los romanistas y con la avaricia y el libertinaje en que vivían, muchos consideraban que era un honor pertenecer al partido del reformador.

11. 1JT 449. EL TESTIMONIO DE UNA IGLESIA UNIDA. Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad estricta y trabajaban con fervor para alcanzarla. Pablo exhortó a sus hermanos con estas palabras: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer." (1Cor. 1:10).

También escribió a sus hermanos filipenses: "Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros: no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús." (Filip. 2:1-5.)

A los romanos escribió: "Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según 449 Cristo Jesús; para que concordes, a una boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros, como también Cristo nos sobrellevó, para gloria de Dios." "Unánimes entre vosotros: no altivos, mas acomodándoos a los humildes. No seáis sabios en vuestra opinión." (Rom. 15:5-7; 12:16.)

Pedro escribió así a las iglesias dispersas: "Finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia." (1 Ped 3:8, 9). Y Pablo en su epístola a los corintios, dice: "Resta, hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el Dios de paz y de caridad será con vosotros." (2 Cor. 13:11)

En cuanto sea posible, debéis andar en armonía con vuestros hermanos y hermanas. Debéis entregaros a Dios y cesar de manifestar severidad y disposición a censurar. Debéis renunciar a vuestro propio espíritu y recibir en su lugar el espíritu del amado Salvador. Extended vuestra mano y asíos de la suya, para que su contacto os electrice y os cargue con las dulces características de su propio carácter incomparable. Podéis abrir vuestro corazón a su amor, y dejar que su poder os transforme y su gracia sea vuestra fuerza.  Entonces ejerceréis una poderosa influencia para el bien. Vuestra fortaleza moral estará a la altura de la prueba más estrecha del carácter. Vuestra integridad será pura y santificada. Entonces vuestra luz resplandecerá como la mañana. - 1876, tomo 4, pág.63.

La religión de Cristo no exige de nosotros que perdamos nuestra identidad de carácter, sino meramente que nos adaptemos, 450 en cierta medida, a los sentimientos y modalidades de los demás. Muchas personas se pueden vincular en una unidad de fe religiosa aunque sus opiniones, hábitos y gustos no armonicen en asuntos temporales; pero si arde en su seno el amor de Cristo, y fijan sus ojos en el mismo cielo como su morada eterna, pueden tener la comunión más dulce y más inteligente y la más admirable unidad. Habrá escasamente dos personas que experimenten exactamente lo mismo en todo detalle. Las pruebas de una no son tal vez las pruebas de otra, y nuestros corazones deben estar siempre abiertos a la simpatía bondadosa y debe arder en ellos el amor que Jesús sintió por todos sus hermanos. - 1876, tomo 4, págs. 65, 66. 451

2JT 89. El apóstol añade una recomendación a los independientes que confían en sí mismos: "Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.... Porque cada cual llevará su carga." (Gál. 6: 3,5.) El que se considera superior a sus hermanos en juicio y experiencia, y desprecia su consejo y amonestación, demuestra que está peligrosamente seducido. El corazón es engañoso. Debe probar su carácter 89 su vida por la norma bíblica. La Palabra de Dios derrama una luz infalible sobre la senda de la vida humana. No obstante las muchas influencias que surgen para desviar y distraer la mente, los que piden honradamente a Dios sabiduría serán guiados en el debido camino.  Cada hombre deberá al final subsistir o caer por sí mismo, no según la opinión del partido que le sostiene o se le opone, ni según el juicio de hombre alguno, sino según sea su verdadero carácter a la vista de Dios. La iglesia puede amonestar, aconsejar y advertir, pero no puede obligar a nadie a seguir el camino recto. Todo aquel que persista en despreciar la Palabra de Dios, deberá llevar su propia carga, dar cuenta de sí a Dios, y sufrir las consecuencias de su propia conducta.

El Señor nos ha dado en su Palabra instrucciones definidas e inequívocas, por cuyo acatamiento podemos conservar la armonía y la unión en la iglesia.  Hermanos y hermanas, ¿estáis prestando atención a estas recomendaciones inspiradas? ¿Leéis la Biblia y obráis de acuerdo con ella? ¿Estáis esforzándoos por cumplir la oración de Cristo, de que sus discípulos estuviesen unidos? "Más el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según Cristo Jesús; para que concordes, a una boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo." (Rom. 15:5,6.) "Resta, hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el Dios de paz y de caridad será con vosotros." (2 Cor. 13:11). 2JT/EGW

Ministerio Hno. Pio

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