miércoles, octubre 13, 2021

REFLEXIÓN 871. EXHORTACIONES MORALES Y ESPIRITUALES Y CONCLUSIÓN: El amor fraternal cumple con la ley de Cristo (GÁLATAS 6).

Gálatas 6. 

EL AMOR FRATERNAL CUMPLE CON LA LEY DE CRISTO: Vers. (1) Exhortación a cómo tratar al que ha resbalado, (2-5) a sobrellevar mutuamente las cargas, (6-8) a ser generosos con sus maestros, (9-10) y a no cansarse de hacer el bien.

CONCLUSIÓN: (11-13) Muestra qué intentan quienes predican la circuncisión. 

(14-18) No se gloria sino en la cruz de Cristo.

1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3 Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo y no en otro; 5 en cada uno llevará su propia carga.

6 que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. 7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

11 Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano. 12 Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. 13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.

14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. 17 De aquí en adelante nadie me cause molestia; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. 18 Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. (Gálatas 6).


1. Si alguno fuere sorprendido. Es decir, si cae porque la tentación es muy fuerte. El pensamiento del cap. 5 continúa sin interrupción. Pablo se refiere al hecho de que un cristiano puede ser sorprendido en un momento de debilidad o de descuido espiritual, por hallarse desprevenido (ver com. cap. 5:24). No es un hipócrita obstinado, pues su propósito era caminar "por el Espíritu" (vers. 25); pero cayó vencido por la tentación.

Había procurado que "el fruto del Espíritu" (vers. 22-23) fuera evidente en su vida; pero para angustia suya descubrió que había en él algunas de las antiguas "obras de la carne" (vers. 19-21). Había recibido el Espíritu (cap. 3:2), había "comenzado por el Espíritu" (cap. 3:3), había comenzado su marcha bajo la conducción del Espíritu (cap. 5:18) para dar el "fruto del Espíritu" (vers. 22-23) y sus intenciones habían sido buenas; pero, como Pablo (ver Rom. 7:19-24), había descubierto para su desaliento que la carne es débil.

Espirituales. Es decir, los que son "guiados por el Espíritu" (cap. 5:18). Había un grupo representativo en las iglesias de Galacia que evidentemente no habían abandonado el Evangelio de Pablo para seguir las enseñanzas de los judaizantes. Es muy difícil que Pablo hubiera llamado "espirituales" a los que estaban apostatando, pues tales personas renunciaban a la conducción del Espíritu (cap. 3:3).

Restauradle. Gr. katartízÇ, "reparar", "adecuar", "restaurar", "poner en forma". Los escritores griegos de temas médicos usaban este término cuando se referían al entablillamiento de una articulación o un hueso dislocados.  Los que continuaban siendo "espirituales" no debían sentirse envanecidos frente al hermano caído ante los ataques de la tentación. No debían desanimarlo ni tampoco inducirlo mediante críticas o censuras para que siguiera complaciéndose en las "obras de la carne" (ver com. cap. 5:19,26). El caído necesitaba muchísimo que una mano movida por la simpatía lo ayudara a salir del pozo de pecado en que había caído. 

En su desengaño y desilusión necesitaba que alguien se acercara a él con paciencia, bondad y amabilidad (vers. 22-23); alguien que comprendiera que algún día él mismo podría ser vencido por la tentación y necesitar de una ayuda similar.

Cuando se habla con los que se han descarriado, se debiera practicar la regla de oro más que en cualquier otra circunstancia (ver com. Mat. 7:12). Este es el deber y el privilegio de los que son conducidos por el Espíritu y caminan por sendas de justicia.

Otros no están capacitados para una tarea tan delicada. Dios exhorta a los que son "espirituales" para que lleven de nuevo a las ovejas extraviadas a los pastos verdes de la verdad y la rectitud.

Pablo hablaba resuelta y categóricamente con los que persistían abiertamente en el pecado (ver 1 Cor. 5:3-5), pero tierna y pacientemente con los que demostraban el deseo de ser restaurados (2 Cor. 2:5-11). La disciplina de la iglesia exige una equilibrada mezcla de firmeza y bondad. Pablo nunca rebajó las elevadas normas del Evangelio; su propósito fue siempre la salvación de hombres y mujeres y su restauración a Cristo cuando se apartaban. Ver Mat. 6:14-15; 7:1-5; 18:10-35.

Mansedumbre. Ver com.  Mat. 5:5-, Gál. 5:23. Jesús fue un ejemplo de mansedumbre (ver Mat. 11:29), y los que siguen su ejemplo serán bondadosos y compasivos al tratar con sus hermanos. No criticarán, ni condenarán, ni se apresurarán a hacer que caiga despiadadamente la disciplina de la iglesia sobre los que verán. Su celo para que haya justicia será atemperado por la misericordia. Su propósito principal será restaurar al culpable. Sus propuestas decisiones serán para sanar y no para castigar. El mantenimiento de la autoridad de la iglesia no ocupará el primer lugar.

Considerándote a ti mismo. No podemos restaurar a otros a menos que nosotros seamos rectos, y no podemos saber si somos rectos a menos que constantemente comparemos nuestra vida con la norma divina y participemos diariamente de la vida de Jesús. Cuando procuramos enmendar los defectos ajenos debemos observarnos a nosotros mismos, Los que desean rescatar a su prójimo de la repentina corriente del pecado, deben tener los pies bien asentados sobre terreno firme. La preocupación por nuestra condición espiritual ante Dios es un requisito indispensable antes de que nos dediquemos a quienes necesitan nuestra ayuda. También debemos tener presente que somos proclives a caer. Esta comprensión nos librará de mostrar la actitud del que cree que es más santo que otros, cuando procuramos ayudar a un hermano que ha caído.

2. Cargas. Gr. báros, "peso", "carga". La regla de oro (Mat. 7:12) exige que cada seguidorde Cristo considere los problemas de otro como si fueran suyos. La aplicación de este principio en las relaciones personales, en el hogar, en la comunidad, en la escuela y en la iglesia, y en una escala nacional e internacional, resolvería los males del mundo. La gracia de Cristo es lo único que hace posible aplicar este principio en todas las circunstancias. Ver com. Mat. 5:43-47,

La ley de Cristo. La ley o el principio que motivaba la vida de Cristo era llevar las cargas de otros. Cristo vino a la tierra como el gran portador de las cargas del hombre (Isa. 53:6).

El único "mandamiento" mencionado como tal, que nuestro Señor dio a sus discípulos mientras estuvo en la tierra, fue que se amaran "unos a otros" (Juan 13: 34). En cuanto al sentido en que ese mandamiento fue "nuevo", ver com. Juan 13:34. Cristo declaró también que "toda la ley y los profetas", o sea toda la voluntad revelada de Dios (ver com. Luc. 24:44), se basa en el amor a Dios y el amor al prójimo.

Pablo escribió a los Romanos que el amor es el cumplimiento de la ley (cap. 13:10). Por lo tanto, "la ley de Cristo" es el resumen de los Diez Mandamientos, pues cuando cumplimos realmente esas leyes es porque verdaderamente amamos a Dios y al prójimo (ver com. Mat. 22:34-40). Para un estudio más amplio de las enseñanzas de Jesús en cuanto al amor al prójimo, ver com. Mat. 5:43-44; Luc. 10:30-37.

3. El que se cree. Es decir, se considera superior a los que han caído ante los ataques de la tentación (vers. 1). Ver com. Rom. 12:3; 1 Cor. 8:2. Para un estudio del orgullo en contraste con la humildad cristiana, ver com. Luc. 14:7-11; 18:9-14.

A sí mismo se engaña. El que valora más de lo justo su obra o sus méritos, "se engaña". El peligro de la presunción propia radica en el hecho de que anula el examen propio y el sentimiento de necesidad. Antes de que Dios pueda hacer algo por nosotros, debemos sentir nuestra necesidad (ver com. Mat. 5:3). La persona más desvalida del mundo es la que se engaña a sí misma hasta el punto en que la domina una completa suficiencia propia. Dios no puede hacer nada por nosotros a menos que estemos dispuestos a aceptar lo que él nos ofrece. El que no siente su necesidad nunca pedirá la gracia de Dios.

4. Someta a prueba su propia obra. Es decir, examine cuidadosamente su propia conducta y motivos, y déles un valor, justo de acuerdo con "la ley de Cristo" (vers. 2), Ver com. 2 Cor. 13:5. El Espíritu Santo tiene la misión de ayudar en esta tarea (ver com. Juan 16:8-15). Es mejor (que el cristiano someta su vida a ese examen crítico ahora y no que lo posponga hasta que sea demasiado tarde para que tenga provecho, cuando el gran juez de toda la humanidad le ordene comparecer ante el tribunal de Injusticia divina. Este proceso de prueba es esencial para crecer en la gracia, para el proceso de la santificación. El cristiano hará bien si cada día pesa sus preferencias y ambiciones bajo la iluminación del Espíritu Santo y a la luz del propósito y el plan divino de Dios revelados para él, y bajo la conducción del Espíritu de Dios.

Sólo respecto de sí mismo. Cuando hay que hacer un análisis del carácter, lo mejor es que cada uno se concentre en sí mismo y no en los demás. Cuán insensato sería si se esforzara para remediar los defectos de otras personas y se quedara sin ver sus propias faltas. Ver com. Mat. 7:1-5. ¿De cuánto gozo disfrutaría al final si contemplara la perfección del carácter de otros y él fuera reprobado? Cuánto mejor le es dedicar su tiempo y sus esfuerzos para remediar los defectos de su propio carácter. En el gran día del juicio tendrá entonces razón para regocijarse. Ver com. Gál. 6:7-9.

5. Carga. Gr. fortíon, "peso", "carga", algún objeto que se debe cargar. La "carga" del vers. 2 pueden ser puestas a un lado con cierta facilidad si fuera necesario, mientras que la "carga" del vers. 5 es de tal naturaleza que, no importa cuáles son las circunstancias, debe siempre llevarse. Cada soldado tiene que cargar su propio equipo; esta es su responsabilidad. A veces quizá ayude a otros a llevar su carga, pero se le pedirán cuentas por su propia "carga" y no necesariamente por las de otros. Es digno de alabanza el que lleva las cargas ajenas junto con la suya, pero no hay ninguna excusa si se descuida la propia carga. No debemos imponer cargas sobre otros, no importa cuánta carga se nos imponga a nosotros.

Pablo no insinúa que Dios deja al hombre que lleve solo sus cargas. Jesús se ofrece para ayudar a llevarlas (ver com. Mat. 11:30). 

Algunos cristianos cometen el error de no compartir sus cargas con Jesús. El invita a todos para que acudan a él, y promete alivio del cansancio que nunca podríamos soportar con nuestra propia fuerza (ver Mat. 11:28-30).

Siembra para el Espíritu. Es el equivalente de ser guiado "por el Espíritu" (ver com. Rom. 8:14; Gál. 5:16).

 No se puede citar un mejor ejemplo de esto que la vida del apóstol Pablo, pues sabía por experiencia propia lo que decía (cf. Hech. 13:1-2; 16:6-7).

6. Enseñado en la palabra. O "recibe instrucción en la Palabra".

Haga partícipe. Gr. koinÇnéÇ, "tener comunión con", "compartir con", "ser copartícipe con" (ver Rom. 15:27; 1 Tim. 5:22; Heb. 2:14; 1 Ped. 4:13; 2 Juan 11). Los gálatas bien podían tener esa clase de compañerismo con Pablo. El que "es enseñado" en el Evangelio debe proponerse hacer "partícipe de toda cosa buena" a los maestros que le han impartido ese conocimiento. Eso le ayudará a someter "a prueba su propia obra" y a llevar "su propia carga". También se ha sugerido que Pablo pide aquí el sostén del ministro evangélico por parte de los que se benefician de él. Si esto fue lo que quiso decir el apóstol, su afirmación parece tener poca relación directa con su contexto.

Al que lo instruye. Es decir, cada maestro cristiano, aunque sin duda Pablo se está refiriendo a sí mismo.

7. No os engañéis. Dios hace responsable a cada persona por "toda cosa buena" que le hayan impartido sus maestros cristianos (vers. 6). Responsabilizará a los gálatas por la instrucción que Pablo les había dado.

Burlado. Gr. mukt'rízÇ, "mofarse", "mirar con desprecio". Los que se burlan de Dios, tomando livianamente los consejos que él les envía, tendrán que sufrir las consecuencias de su conducta.

Todo lo que. Este principio es tan cierto en el reino espiritual y en las relaciones sociales como en el mundo físico. Es una ley inmutable que los seres se reproduzcan según su género (ver com.  Gén. 1:12). El que siembra "excesos en su juventud", no puede esperar una abundante cosecha de buena salud en su vejez.

8. Su carne. Ver com. cap. 5:13,17,24. Pablo se refiere a los que no tratan de refrenar sus deseos e inclinaciones carnales (cf. cap. 5:19-21). El que resiste el mal es el único que puede esperar verse libre de su influencia y resultados. En el versículo anterior la atención se centra en la clase de semilla sembrada; aquí, en el terreno en que se siembra.  Compárese con la parábola del sembrador (ver com. Mat. 13:3-9). Cuando el terreno es "la carne", el fruto sin duda se marchitará.

9. No nos cansemos, pues, de hacer bien. Es decir, de avanzar doquiera nos guíe el Espíritu (ver com. vers. 8), y de seguir llevando "el fruto del Espíritu" (cap. 5:22-23). Los cristianos, especialmente, nunca deben cansarse de llevar las "cargas" de sus prójimos (cap. 6:2). Este servicio, impulsado por el amor, nunca cansa. El ejemplo de nuestro Señor al ocuparse de las necesidades de aquellos que lo rodeaban, es el ideal supremo del servicio cristiano.

A su tiempo. Es decir, en el tiempo de la cosecha. Aunque el amor es el espíritu que motiva el servicio cristiano, se prometen recompensas (ver Apoc. 22:12). Cristo ilustró la entrega de recompensa eternas comparándola con la cosecha (ver Mat. 13:39-43). Dios ya ha explicado cuándo será el tiempo para la cosecha de la tierra (Hech. 17:31).

Los que siembran buena semilla en esta vida, semilla que ahora parece haber sido malgastada en un suelo estéril, con seguridad serán tomados muy en cuenta en el gran día de la cosecha. Entonces cada uno recibirá su recompensa merecida, la cual será de acuerdo y en proporción con lo que le corresponda (Mat. 16:27; Apoc. 22:12). En cuanto a la base por la cual Dios determina las recompensas, ver com. Mat. 20:1-16.

Si no desmayamos. Los que perseveren hasta el fin son los únicos que pueden esperar que recibirán una recompensa por el bien que hicieron. Con demasiado frecuencia muchos que parecían ser soldados de la cruz han renunciado en la lucha cristiano y desmayado. Vencidos por la tentación, o desanimados en su marcha, o acosados por la fatiga, han dejado de seguir a su Maestro.

Pablo cita el caso de Demas, uno de sus fieles colaboradores, quien fue atraído por las cosas de este mundo y volvió a su forma anterior de vida (2 Tim. 4:10; cf. Col. 4:14). ¡con cuanta frecuencia se ha repetido esto desde los días de Pablo! ¡Pero qué cuadro de heroísmo se presenta en el proceder valiente de miles de mártires cristianos, que se enfrentaron a las más crueles formas de muerte antes que renunciar a su firme confianza en Aquel que los redimió de sus pecados!

10. Oportunidad. Pablo extrae una conclusión de su metáfora de la siembra y la siega (vers. 7-9). Hay tiempo para sembrar y tiempo para cosechar. El tiempo de la cosecha está en las manos de Dios; el de la siembra, en las nuestras. La persona guiada por el Espíritu puede esperar constante dirección y consejo para que pueda aprovechar hasta el máximo las oportunidades del tiempo de la siembra (vers. 8).

Se necesita una sabiduría superior a la humana para evaluar las oportunidades de este tiempo a la luz de la eternidad, y para saber cómo aprovechar al máximo las oportunidades que se nos presentan. Como colaboradores en la viña del Maestro (ver com. Mat. 20:1-16), debemos orar en busca de entendimiento para saber cuándo y cómo trabajar más eficazmente. Por lo tanto, el cristiano es responsable ante Dios no sólo por servir sino también por la forma en que sirve.

Familia de la fe. Es decir, la iglesia (ver 1 Sam. 3:15; Efe. 2:19; 1 Ped. 4:17). La iglesia tiene una obligación con todos los hombres en todo lugar (ver Mat. 28:19-20); pero en primer lugar con sus propios miembros. Esto es cierto en los asuntos espirituales y también en los materiales. La iglesia no puede servir al mundo en forma aceptable, a menos que tenga en orden su propia casa.

11. Con cuán grandes letras. No es claro si Pablo se está refiriendo a toda la epístola o solo a los vers. 11-18 del cap. 6. La mayor parte de las epístolas de Pablo fueron dictadas a un secretario o amanuense (cf. Rom. 16:22).  

Sin embargo, algunos años antes de este tiempo él comenzó la costumbre de añadir una breve sección con su puño y letra, como garantía de la autenticidad de sus cartas (ver 1 Cor. 16:21; Col. 4:18).

Es evidente que se habían escrito algunas falsas cartas en su nombre (ver 2 Tes. 2:2; 3:17). Los que consideran que Pablo escribió toda la epístola sin la ayuda de un amanuense, sugieren que no había disponible ningún amanuense cristiano, adecuado para esa tarea. Pero por lo general se acepta que la Epístola a los Romanos fue escrita más o menos en el mismo tiempo de la de los Gálatas, y que cuando Pablo escribió Romanos utilizó los servicios de un amanuense llamado Tercio (Rom. 16:22).

La suposición más aceptada es que Pablo sólo escribió personalmente la sección final de Gálatas. Si toda esta epístola fue escrita directamente por el apóstol, éste sería, a no dudarlo, el único caso -excepto la Epístola a Filemón-, y por lo tanto la probabilidad de que la escribiera es mínima. El hecho de que Pablo escribiera con "grandes letras" insinúa, cuando menos, que en el tiempo cuando escribió a Gálatas escribía con dificultad.

La gran erudición de Pablo excluye la posibilidad de que el apóstol no supiera escribir bien. Algunos han sugerido que su mala caligrafía era el resultado de tener una visión deficiente (ver com. 2 Cor. 12:7-9; Gál. 4:15); otros, que sus manos habían quedado afectadas de una manera más o menos permanente por causa de los maltratos que le infligieron sus perseguidores (cf. 2 Cor. 11:24-27).

Os escribo. El texto griego usa el tiempo aoristo (pretérito simple) "os escribí". Quienes consideran que Pablo escribió toda la epístola, utilizan esta flexión del verbo para probar que así fue. Sin embargo, lo que aquí aparece es un "aoristo epistolar"; pretérito, porque cuando la epístola fuera leída su redacción ya estaría en el pasado. Hay ejemplos similares en File. 19; 1 Ped. 5:12; 1 Juan 2:14,21,26.

12. Todos los que. Pablo identifica a los falsos maestros con aquellos de cuyas enseñanzas ya se ha ocupado en toda la epístola.

Agradar en la carne. Querían una prueba concreta del éxito de sus esfuerzos. Podían obtenerlo haciendo que los cristianos volvieran a ciertas observancias de la ley, especialmente a la circuncisión, que había llegado a su fin con el Evangelio.

Para no padecer. Este aparente celo de los falsos maestros no se debía tanto a un genuino amor por la causa que defendían como al deseo de evitar ser perseguidos por sus hermanos, los judíos. Si manifestaban su lealtad a las ceremonias judaicas, como la circuncisión, básicamente no serían diferentes de otros judíos, y así podrían evitar la persecución que habían sufrido Pablo y otros líderes cristianos. Con esa claudicación quizá procuraban mezclar cristianismo y judaísmo.

La notable difusión que alcanzó este sistema en las iglesias de Galacia, es un sobresaliente ejemplo del efecto de las componendas religiosas en el siglo I. Desde entonces se han venido buscando acomodos similares entre la verdad y el error, con resultados más permanentes. El temor al ridículo y a la persecución sigue siendo la causa de componendas en enseñanzas y en prácticas. El Evangelio puro nunca es popular entre la mayoría que se satisface sólo con una forma de piedad que carece de su poder (ver 2 Tim. 3:5).

13. Los mismos. Es decir, los judaizantes.

Guardan la ley. Ver com. cap. 2:16. Pablo quiso sin duda decir que no guardaban toda la ley.  Ya había observado que el que se circuncida está obligado a guardar toda la ley (cf. cap. 3:10; 5:3). Los falsos apóstoles no eran sinceros ni consecuentes. En realidad, hubiera sido imposible que observaran escrupulosamente cada detalle de la ley viviendo en un ambiente gentil.

Gloriarse en vuestra carne. Si los judaizantes tenían éxito en conseguir prosélitos, recibirían alabanza y gloria de los judíos ortodoxos. Su propósito era evidentemente convencer a sus piadosos compatriotas judíos de que, como cristianos, todavía eran buenos judíos, y de esa manera conseguirían el favor de las autoridades judías. Demostrando celo por la ley, esperaban evitar la persecución.

14. Lejos esté de mí. Una afirmación muy vigorosa.

Gloriarme. Compárese con 2 Cor. 5:12; 11:18; 12:1; etc.

Sino en la cruz. Pablo escribió a los corintios que su propósito era que la cruz fuera suprema en su vida y en su ministerio (1 Cor. 2:2). En esa epístola se destaca la cruz en contraste con las "palabras persuasivas de humana sabiduría" (1 Cor. 2:4), de las cuales el apóstol había dependido algo en Atenas. La cruz se destaca en este pasaje en contraste con el sistema legal judío (Gál. 6:13). Pablo podría haberse jactado de sus antecedentes judíos y de sus capacidades que excedían en mucho a las de sus adversarios (2 Cor. 11:22). En las pocas ocasiones cuando Pablo mencionó sus antecedentes judíos lo hizo con el propósito de defender su apostolado y no para ensalzarse.

Esto no significaba que le repugnara identificarse como judío. 

Aunque no apoyaba las enseñanzas ni la conducta de los fariseos, sin duda una vez consideró su afiliación anterior a esa secta como una razón para tener confianza en la carne (ver Fil. 3:4-6; cf. Hech. 23:6). 

Pablo reconocía de buena gana las ventajas del judaísmo (ver com. Rom. 3:1-2). Había habido ventajas en las formas de culto instituidas por Dios en relación con las ceremonias del santuario, pero todas ellas tenían el propósito de inducir al adorador a tener una comprensión más clara de Dios y de sus demandas. 

Ahora se estaba influyendo en los gálatas para que regresaran a esas formas como no medio de salvación. Para mayores explicaciones en cuanto a la "gloria" de la cruz, ver com. Juan 3:16; Fil. 2:6-8.

El mundo me es crucificado. "Mundo" equivale aquí a "carne" (cap. 5:16-21). Ni el uno ni la otra tenían influencia sobre el pensamiento y la conducta de Pablo. Era como si hubieran dejado de existir. En cuanto a la crucifixión en relación con el "mundo" y la "carne" ver com. cap. 5:24; com. Fil. 3:8-11.

Yo al mundo. Ver com. cap. 2:20.

15. En Cristo Jesús. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de estas palabras.

Circuncisión. Ver com. Gál. 5:6; cf. 1 Cor. 7:19. Los ritos externos y las formas no son de importancia para el cristiano.

Nueva creación. Una "nueva creación" significando el acto de la creación o el ser creado como "nueva criatura". Ver com. 2 Cor. 5:17; cf. 1 Cor. 7:19. Por lo tanto, lo que tiene importancia suprema es: (1) La fe que obra por el amor; (2) el resultado de la fe, una nueva persona en Cristo Jesús; (3) la evidencia externa y visible de esa transformación, a saber, obediencia a la voluntad de Dios como se expresa en su ley. La circuncisión no obra ningún cambio en el carácter; pero una nueva creación hace que surja una nueva persona.

16. Todos los que anden. Es decir, todos los que vivan de acuerdo con los principios de los vers. 14 y 15, ya sean judíos o gentiles (ver com. cap. 3:27-29; 5:16). No hay grupos privilegiados en la iglesia cristiana. Esta buena nueva de igualdad espiritual había causado mucho gozo a todos los gentiles dondequiera que Pablo predicaba. El crecimiento cristiano depende de un conocimiento de la verdad y de la voluntad para "andar" en armonía con ella (ver 2 Ped. 3:18; com. Mat. 7:21-27).

Regla. Gr. kanÇn, "regla", "principio", "ley", "norma". Pablo se refiere a la "regla" o "norma" de rectitud en Cristo, presentada en los vers. 14 y 15.

Paz. Ver com. 2 Cor. 1:2; cf. Mat. 10:13.

Israel de Dios. Es decir, el Israel espiritual que incluye tanto a judíos como a gentiles (ver Gén. 32:28; Rom. 2:28-29; Gál. 3:7-8). Son parte integral de mi único organismo: la iglesia de Jesucristo.

17. Me cause molestias. Pablo daba por terminado el asunto. Había dicho en esta epístola todo lo que tenía que decir sobre el tema. No tenía nada más que añadir.  Había enfrentado claramente todos los argumentos de sus opositores. No merecía más consideración la idea de hacer una componenda entre cristianismo y judaísmo combinando elementos de ambos, y él se negaba a dedicar más tiempo o atención a esa propuesta (ver com. vers. 12-13).

Marcas. Gr. stígma, "marca" hecha con fuego en los esclavos o en otras propiedades con el nombre o símbolo que identificaba al propietario. Los cautivos a veces eran marcados así, y con frecuencia los soldados se hacían marcar con el nombre de su comandante.

Los esclavos de un templo o los devotos de una deidad se hacían marcar así para demostrar su devoción. Con "las marcas del Señor Jesús" Pablo sin duda se refiere a las cicatrices dejadas en su cuerpo por la persecución y los sufrimientos (ver 2 Cor. 4:10; 11:24-27). Sus opositores insistían en obligar a los conversos gentiles del apóstol a que aceptaran la marca de la circuncisión como una demostración de sumisión al judaísmo.  Pero Pablo tenía marcas que indicaban de quién se había hecho esclavo, y para él no había otra lealtad sino la que rendía a Cristo (ver com. Gál. 6:14).

Las cicatrices de Pablo hechas por sus enemigos mientras servía a su Maestro, hablan con suma elocuencia de su consagración a Cristo. La mayoría de esas cicatrices testificaban del odio inveterado de los judíos (ver com. cap. 5:11).

18. Hermanos. La misma forma de dirigirse a ellos con que comenzó su epístola (cap. 1:2). Tenía en estima la comunión con ellos, plenamente confiado de que aceptarían su consejo (ver com. cap. 5:10). El hecho de que no se oyera nada más de dificultades en Galacia en cuanto al tema de los judaizantes, es un testimonio silencioso del éxito que logró con esta exhortación.

Gracia. Ver com. Rom. 1:7; 3:24; 2 Cor. 13:14; cf. 2 Tim. 4:22; File. 25. Pablo ha destacado en toda la epístola el hecho de que la salvación sólo se alcanza por medio de la gracia, y que nunca puede ganarse por obras. No hay otra forma de estar en paz con Dios. La gracia es más que un atributo pasivo de Dios: es el amor divino y la bondad divina en acción. Así concluye Pablo su exhortación a las iglesias de Galacia, a cuyos miembros amaba y por los cuales sentía una solícita preocupación. Ojalá dejaran las ceremonias externas desprovistas de significado, no importa cuáles fueran, y aceptaran la redención que sólo se alcanza por la fe en Jesucristo.

Vuestro espíritu. Es decir, vosotros (cf. com. Sal. 16:10).

Amén. Ver com. Mat. 5:18.

En la RVA aparecía a manera de apéndice y con letra más pequeña esta adición: "Enviada de Roma a los Gálatas". Esta nota no aparece en ningún manuscrito antiguo ni es parte del texto original. Se cree que esta epístola fue escrita en Corinto durante el tercer viaje misionero de Pablo (ver p. 364). Cf. com. Rom. 16:27; 1 Cor. 16:24; y los epígrafes de algunos Salmos (ver t. III, p. 621). 6CBA

COMENTARIOS DE EGW

1,3,5. 2JT 88. RESTAURAD AL CAÍDO. "Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo. (Gál. 6:1,2.) Aquí se nos vuelve a presentar claramente nuestro deber. ¿Cómo pueden los que profesan seguir a Cristo considerar tan livianamente estas recomendaciones inspiradas?

No hace mucho recibí una carta que me describía una circunstancia en la cual un hermano había manifestado indiscreción.  Aunque esto ocurrió hace años, y era un asunto baladí que apenas merecía ser recordado, la persona que escribía declaraba que ello había destruido para siempre su confianza en aquel hermano. Si después de examinarla, la vida de aquella hermana no revelase mayores errores, sería de veras una maravilla, porque la naturaleza humana es muy débil. Yo he tenido y sigo teniendo comunión con hermanos que fueron culpables de graves pecados, y aun ahora no ven sus pecados como Dios los ve. Pero el Señor tolera a esas personas, 88 ¿y por qué no las habría de tolerar yo? Todavía hará él tal impresión por su Espíritu en su corazón, que el pecado les parecerá, como a Pablo, excesivamente pecaminoso.

Conocemos muy poco nuestro propio corazón y poca necesidad sentimos de la misericordia de Dios. Esta es la razón por la cual albergamos tan poco de aquella dulce compasión que Cristo manifiesta para con nosotros, y que deberíamos manifestar unos hacia otros. Debemos recordar que nuestros hermanos son como nosotros, débiles mortales que yerran. Supongamos que un hermano, por no ejercer bastante vigilancia, quedó vencido por la tentación; y contrariamente a su conducta general, cometió algún error, ¿qué proceder debemos seguir para con él? Por la historia bíblica sabemos que algunos hombres a quienes Dios había usado para hacer una obra grande y buena, cometieron graves errores. El Señor no los dejó sin reprensión, ni desechó a sus siervos. Cuando ellos se arrepintieron, él los perdonó misericordiosamente, les reveló su presencia y obró por medio de ellos. Consideren los pobres y débiles mortales cuánta compasión y tolerancia de Dios y de sus hermanos necesitan ellos mismos. Tengan cuidado acerca de cómo juzgan y condenan a los demás. Debemos prestar atención a las instrucciones del apóstol: "Vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado." (Gál. 6:1.) Podemos caer bajo la tentación, y necesitar toda la paciencia que se nos llama a ejercer hacia el ofensor. "Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a medir." (Mat. 7:12.)

EL APÓSTOL AÑADE UNA RECOMENDACIÓN a los independientes que confían en sí mismos: "Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.... Porque cada cual llevará su carga." (Gál. 6:3,5.) El que se considera superior a sus hermanos en juicio y experiencia, y desprecia su consejo y amonestación, demuestra que está peligrosamente seducido. El corazón es engañoso. Debe probar su carácter 89 su vida por la norma bíblica. La Palabra de Dios derrama una luz infalible sobre la senda de la vida humana. No obstante las muchas influencias que surgen para desviar y distraer la mente, los que piden honradamente a Dios sabiduría serán guiados en el debido camino.  Cada hombre deberá al final subsistir o caer por sí mismo, no según la opinión del partido que le sostiene o se le opone, ni según el juicio de hombre alguno, sino según sea su verdadero carácter a la vista de Dios. La iglesia puede amonestar, aconsejar y advertir, pero no puede obligar a nadie a seguir el camino recto. Todo aquel que persista en despreciar la Palabra de Dios, deberá llevar su propia carga, dar cuenta de sí a Dios, y sufrir las consecuencias de su propia conducta.

El Señor nos ha dado en su Palabra instrucciones definidas e inequívocas, por cuyo acatamiento podemos conservar la armonía y la unión en la iglesia. Hermanos y hermanas, ¿estáis prestando atención a estas recomendaciones inspiradas? ¿Leéis la Biblia y obráis de acuerdo con ella? ¿Estáis esforzándoos por cumplir la oración de Cristo, de que sus discípulos estuviesen unidos?  "Más el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según Cristo Jesús; para que concordes, a una boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo." (Rom. 15:5,6.) "Resta, hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el Dios de paz y de caridad será con vosotros." (2 Cor. 13:11.)

7-10. 1JT 200. La sangre preciosa de Jesucristo puede limpiarle de toda impureza, eliminar toda su contaminación, y hacerle perfecto en él. Las misericordias de Cristo están todavía a su alcance si Ud. quiere aceptarlas… Lo que Ud. siembre, eso también segará. Si siembra para la carne, de la carne cosechará corrupción. Si siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.

8. PVGM 23, 62. "EL SEMBRADOR SIEMBRA LA PALABRA". Aquí se presenta el gran principio que debe gobernar toda obra educativa. "La simiente es la palabra de Dios". 
Pero en demasiadas escuelas de nuestro tiempo la Palabra de Dios se descarta. Otros temas ocupan la mente. 
El estudio de los autores incrédulos ocupa mucho lugar en el sistema de educación.  
Los sentimientos escépticos se entretejen en el texto de los libros de estudio. Las investigaciones científicas desvían, porque sus descubrimientos se interpretan mal y se pervierten. Se compara la Palabra de Dios con las supuestas enseñanzas de la ciencia, y se la hace aparecer como errónea e indigna de confianza. Así se siembran en las mentes juveniles semillas de dudas, que brotan en el tiempo de la tentación. Cuando se pierde la fe en la Palabra de Dios, el alma no tiene ninguna guía, ninguna seguridad. La juventud es arrastrada a senderos que lo alejan de Dios y de la vida eterna.

A ESTA CAUSA DEBE ATRIBUIRSE, en sumo grado, la iniquidad generalizada en el mundo moderno.  Cuando se descarta la Palabra de Dios, se rechaza su poder de refrenar las pasiones perversas del corazón natural. Los hombres siembran para la carne, y de la carne siegan corrupción.

ADEMAS, en esto estriba la gran causa de la debilidad y deficiencia mentales. Al apartarse de la Palabra de Dios para alimentarse de los escritos de los hombres no inspirados, la mente llega a empequeñecerse y degradarse. No se pone en contacto con los profundos y amplios principios de la verdad eterna.

La inteligencia se adapta a la comprensión de las cosas con las cuales se familiariza, y al dedicarse a las cosas finitas se debilita, su poder decrece, y después de un tiempo llega a ser incapaz de ampliarse. Todo esto es falsa educación.
 La obra de todo maestro 24 debe tender a afirmar la mente de la juventud en las grandes verdades de la Palabra inspirada. Esta es la educación esencial para esta vida y para la vida venidera.

* LOS NIÑOS EXENTOS DE AFECTACIÓN Y QUE ACTÚAN CON NATURALIDAD SON LOS MÁS ATRACTIVOSNo es prudente darles atención especial, y repetir delante de ellos sus agudezas. No se debe estimular la vanidad alabando su apariencia, sus palabras o sus acciones.  Ni deben vestirse de manera costosa y llamativa. Esto aumenta el orgullo en ellos y despierta la envidia en el corazón de sus compañeros.

DEBE CULTIVARSE EN LOS PEQUEÑOS LA SENCILLEZ DE LA NIÑEZ. Debe enseñárseles a estar contentos con los pequeños deberes útiles, y el placer y los incidentes propios de sus años. La niñez corresponde a la hierba de la parábola, y la hierba tiene una belleza peculiarmente suya.

NO SE DEBE forzar a los niños a una madurez precoz, sino que debe 62 retenerse tanto tiempo como sea posible la frescura y la gracia de sus primeros años.

LOS NIÑITOS PUEDEN LLEGAR A SER CRISTIANOS aunque tengan una experiencia proporcionada a sus años.  Esto es todo lo que Dios espera de ellos.  Deben ser educados en las cosas espirituales; y los padres deben darles toda la oportunidad que puedan para la formación de su carácter a semejanza del de Cristo.

EN LAS LEYES POR LAS CUALES DIOS RIGE LA NATURALEZA, EL EFECTO SIGUE A LA CAUSA CON CERTEZA INFALIBLELa siega testificará de lo que fue la siembra. El obrero perezoso será condenado por su obra. La cosecha testifica contra él. Así también en las cosas espirituales: se mide la fidelidad de cada obrero por los resultados de su obra. El carácter de su obra, sea él diligente o perezoso, se revela por la cosecha. Así se decide su destino para la eternidad.

CADA SEMILLA SEMBRADA PRODUCE UNA COSECHA DE SU ESPECIE. Así también es en la vida humana.  Todos debemos sembrar las semillas de compasión, simpatía y amor, porque hemos de recoger lo que sembramos.  Toda característica de egoísmo, amor propio, estima propia, todo acto de complacencia propia, producirá una cosecha semejante.  El que vive para sí está sembrando para la carne, y de la carne cosechará corrupción.

DIOS NO DESTRUYE A NINGÚN HOMBRE. Todo hombre que sea destruido se habrá destruido a sí mismo. Todo el que ahogue las amonestaciones de la conciencia está sembrando las semillas de la incredulidad, y éstas producirán una segura cosecha.

AL RECHAZAR LA PRIMERA AMONESTACIÓN DE DIOS, El Faraón De La Antigüedad Sembró Las Semillas De La Obstinación, Y Cosechó Obstinación. Dios no lo forzó a la incredulidad. 63 La semilla de la incredulidad que él sembró, produjo una cosecha según su especie. De aquí que continuara su resistencia, hasta que vio a su país devastado y contempló el cuerpo frío de su primogénito y los primogénitos de todos los que estaban en su casa y de todas las familias de su reino, hasta que las aguas cubrieron sus caballos, sus carros y sus guerreros.

SU HISTORIA ES UNA TREMENDA ILUSTRACIÓN de la verdad de las palabras de que "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". Gálatas 6:7.

SI LOS HOMBRES COMPRENDIERAN ESTO, Tendrían Cuidado De La Semilla Que Siembran. Puesto que la semilla sembrada produce una cosecha, y ésta a su vez es sembrada, la cosecha se multiplica.

ESTA LEY SE CUMPLE EN NUESTRA RELACIÓN CON OTROSCada acto, cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación, se reproducirá en otros, y por medio de ellos, todavía en otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión es una semilla que brotará en "raíz de amargura", Hebreos 12:15.

Con la cual muchos serán contaminados. ¡Y cuánto mayor será el número de los envenenados por los "muchos"!  Así prosigue la siembra del bien y del mal para el tiempo y la eternidad.

9. OE 529. La Recompensa Del Servicio. "Cuando haces comida o cena -dijo Cristo- no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, porque también ellos no te vuelvan a convidar, y te sea hecha compensación.  Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir; más te será recompensado en la resurrección de los justos." *Luc. 14:12-14.

En estas palabras Cristo presenta un contraste entre las prácticas egoístas del mundo, y el ministerio desinteresado del cual dio un ejemplo en su propia vida. Para el tal misterio, no ofrece ninguna recompensa de ganancia o reconocimiento mundanales. "Te será recompensado en la resurrección de los justos," dice. Entonces los resultados de cada vida serán puestos de manifiesto, y cada uno segará lo que sembró. 

Este pensamiento debiera proporcionar estímulo y aliento a cada obrero de Dios. En esta vida el trabajo que hacemos por Dios parece a menudo casi infructuoso. Nuestros esfuerzos para hacer bien pueden ser fervientes y perseverantes, sin que podamos ver sus resultados. El esfuerzo puede parecernos perdido. Pero el Salvador nos asegura que nuestra obra queda anotada en el cielo, y que la recompensa no puede faltar. El apóstol Pablo escribiendo inspirado por el Espíritu Santo, dice: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado."*Gal. 6:9. Y en las palabras del salmista 530 leemos: "Irá andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas." Sal. 126:6.

AUNQUE LA GRAN RECOMPENSA FINAL SE DARÁ CUANDO CRISTO VENGA, el servicio fiel hecho de todo corazón para Dios reporta una recompensa, aun en esta vida. El obrero tendrá que afrontar obstáculos, oposición y amargos desalientos y descorazonamientos. Tal vez no vea los frutos de su labor. Pero aun con todo esto encuentra en su labor una bienaventurada recompensa. Todos los que se entregan a Dios en un servicio abnegado para la humanidad están cooperando con el Señor de gloria. Este pensamiento dulcifica toda labor, fortalece la voluntad, sostiene el ánimo para cuanto haya de acontecer. Trabajando con corazón abnegado, ennoblecido por ser participantes de los padecimientos de Cristo, y compartiendo su simpatía, contribuyen a aumentar su gozo, y reportan honor y alabanza a su exaltado nombre. En comunión con Dios, con Cristo y con los santos ángeles, están rodeados por una atmósfera celestial, una atmósfera que da salud al cuerpo, vigor al intelecto y gozo al alma.

TODOS LOS QUE CONSAGRAN CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU AL SERVICIO DE DIOS, estarán recibiendo constantemente una nueva dotación de fuerza física, mental y espiritual. Las inagotables provisiones del cielo están a su disposición.  Cristo les da el aliento de su propio espíritu, la vida de su propia vida.  El Espíritu Santo pone sus más elevadas energías por obra en el corazón y la mente. "Entonces nacerá tu luz como el alba; y tu salud se dejará ver presto. . . . Invocarás, y oírte ha Jehová; clamarás, y dirá él: "Heme aquí.... En las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía; 531 y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de agua, cuyas aguas nunca faltan."*Isa. 58:8-11.

14. HAp 171. LA CRUZ NOS ACERCA A DIOS, y nos reconcilia con él. Con la perdonadora compasión del amor de un padre, Jehová contempla los sufrimientos 171 que su Hijo soportó con el fin de salvar de la muerte eterna a la familia humana, y nos acepta en el Amado. Sin la cruz, el hombre no podría unirse con el Padre. De ella depende toda nuestra esperanza. De ella emana la luz del amor del Salvador; y cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarle, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados.

AL POSTRARSE CON FE JUNTO A LA CRUZ, alcanza el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre. Mediante la cruz podemos saber que el Padre celestial nos ama con un amor infinito.

¿DEBEMOS MARAVILLARNOS DE QUE PABLO EXCLAMARA: "Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gál. 6:14). Es también nuestro privilegio gloriarnos en la cruz, entregarnos completamente a Aquel que se entregó por nosotros. Entonces, con la luz que irradia del Calvario brillando en nuestros rostros, podemos salir para revelar esta luz a los que están en tinieblas. 172

15. HAp 166.  EN TIMOTEO, PABLO vio uno que comprendía la santidad de la obra del ministerio; uno que no desmayaba frente al sufrimiento y la persecución; y que estaba dispuesto a ser enseñado. 

Sin embargo, el apóstol no se atrevió a asumir la responsabilidad de darle a Timoteo, un joven inexperto, una preparación en el ministerio evangélico, sin satisfacerse antes plenamente respecto a su carácter y su vida.

El padre de Timoteo era griego y su madre judía. Desde la niñez había conocido las Escrituras. La piedad que vio en su vida de hogar era sana y cuerda. La fe de su madre y de su abuela en los oráculos sagrados era para él un constante recuerdo de la bendición que acarrea el hacer la voluntad de 166 Dios. La palabra de Dios era la regla por la cual esas dos piadosas mujeres habían guiado a Timoteo. El poder espiritual de las lecciones que había recibido de ellas conservó puro su lenguaje y evitó que le contaminaran las malas influencias que le rodeaban. Así las que le instruyeron en el hogar habían cooperado con Dios en prepararlo para llevar responsabilidades.

PABLO VIO A TIMOTEO FIEL, FIRME Y SINCERO, y le escogió como compañero de labor y de viaje. Las que habían enseñado a Timoteo en su infancia fueron recompensadas viendo al hijo de su cuidado unido en estrecho compañerismo con el gran apóstol.

TIMOTEO ERA SÓLO UN JOVEN cuando fue escogido por Dios como maestro; pero sus principios habían sido tan bien establecidos por su primera educación que era digno del puesto de ayudante de Pablo. Y aunque joven, llevó sus responsabilidades con mansedumbre cristiana.

Como Medida De Precaución, Pablo aconsejó prudentemente a Timoteo que se circuncidase, no porque Dios lo requiriese, sino para eliminar del pensamiento de los judíos algo que pudiera llegar a ser una objeción contra el ministerio de Timoteo.

EN SU OBRA, PABLO había de viajar de ciudad en ciudad, en muchas tierras, y con frecuencia tenía oportunidad de predicar a Cristo en las sinagogas de los judíos, como también en otros lugares de reunión.

Si llegaban a saber que uno de sus compañeros era incircunciso, su obra quedaría grandemente estorbada por los prejuicios y el fanatismo de los judíos. Por doquiera el apóstol afrontaba resuelta oposición y severa persecución.

DESEABA IMPARTIR A SUS HERMANOS JUDÍOS, tanto como a los gentiles, el conocimiento del Evangelio; y por eso procuraba, en la medida consecuente con su fe, quitar todo pretexto de oposición.

SIN EMBARGO, mientras condescendía así con el prejuicio judío, creía y enseñaba que la circuncisión y la incircuncisión nada eran, y que el Evangelio de Cristo era todo. Pablo amaba a Timoteo, su "hijo en la fe." (1 Tim. 1:2).

Ministerio Hno. Pio


No hay comentarios.:

Publicar un comentario