lunes, octubre 11, 2021

REFLEXIÓN 869. EL CRISTIANO QUEDA LIBRE DE LA TUTELA DE "LA LEY": De La Inmadurez De "La Ley" A La Madurez Del Evangelio Y El Insensato Proceder De La Iglesia De Galacia (GÁLATAS 4).

GÁLATAS 4. 

DE LA INMADUREZ DE "LA LEY" A LA MADUREZ DEL EVANGELIO. 4:1-7. 

La condición de subordinación de un heredero durante su minoría de edad (1-3). 

Se confieren los privilegios plenos de la herencia mediante Cristo (4-7).

EL INSENSATO PROCEDER DE LA IGLESIA DE GALACIA. 8-31. 

La insensatez de judaizar (8-12). La sinceridad de Pablo y su solícito interés en las iglesias de Galacia (13-20). La alegoría de los dos hijos (21-31).

1 PERO también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. 3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.

4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

8 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros. 12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho.

13 Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14 y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos.

16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? 17 Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos. 18 Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros. 19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros. 

21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.

25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. 28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre. (Gálatas 4).

1. El heredero. En este capítulo Pablo amplía e ilustra la verdad que presentó en el cap. 3:17-29, por medio de dos analogías: el heredero (cap. 4:1-9) y los dos hijos (vers. 21-31), separadas por un paréntesis exhortativo y biográfico (vers. 10-20). 

El heredero (cf. cap. 3:29) representa todo el linaje espiritual de Abrahán (cf. cap. 3:7-9, 26-29).

Niño. Un heredero puede ser niño, pero eso no impide que sea heredero; y a su debido tiempo se encargará de los bienes de su padre. Mientras es niño tiene derecho a la herencia; pero no tiene autoridad sobre ella. No es claro si Pablo está presentando al padre del heredero como si aún viviera o si ya hubiera muerto; pero esto no tiene importancia. Como lo demuestra el contexto (vers. 2-7), la niñez o período de minoría de edad, representa la condición de Israel como pueblo mientras vivía "bajo la ley" (cap. 3:17-19, 23-25).

Esclavo. Mientras el heredero no llegara a la mayoría de edad no tenía más autoridad sobre su herencia que uno de los esclavos de su padre. Estaba bajo la supervisión de un ayo (cf. cap. 3:24), a quien debía obedecer. Como carecía de madurez de entendimiento y de juicio, no disfrutaba de la libertad que tendría cuando llegara a ser un adulto. Este fue el caso de los judíos "bajo" el sistema legal.

Cuando los israelitas salieron de Egipto demostraron que eran increíblemente torpes y necios, y progresaron poco a través de toda su historia (Exo. 32:9-10; 33:3; Eze. 20:1-38; Mal. 1:6; 3:7; Mat. 21:33-43; 23:29-38; t. IV, pp. 32-34). "La ley" (ver com. Gál. 2:16) que Dios les dio cuando salieron de Egipto estaba adaptada a su capacidad y comprensión.

Los reglamentos elementales del sistema ceremonial tenían el propósito de capacitarlos para que comprendieran los principios fundamentales del plan de salvación e inducirles a apropiarse de las bendiciones de ese plan (ver com. cap. 3:19,24). El propósito de Dios era que al estar bajo esa tutela alcanzaran madurez espiritual (ver t. IV, pp. 28-30) y heredaran todas las promesas hechas a Abrahán (ver pp. 30-32; com. cap. 3: 6-8, 14).

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Señor de todo. Pablo parece insinuar que el heredero se está acercando a la edad viril y está ansioso, tal vez impaciente, de manejar su herencia; pero todavía es menor de edad y su autoridad sobre ella no es superior a la de un esclavo de su padre.

2. Tutores. Es decir "guardianes [de menores]".

Curadores. O "administradores" (BJ), "mayordomos", "encargados". Pablo destaca la completa dependencia de un heredero durante su minoría de edad, quien está vigilado continuamente para impedir que malgaste su herencia (cf. Luc. 15:11-32). En la época del AT Dios colocó a Israel "bajo" la tutela del sistema legal, sistema que tenía el propósito de prefigurar al Mesías venidero y de inducir a los israelitas a tener fe en él (ver com. Gál. 3:19).

El tiempo señalado. Para la recepción de la herencia como lo había dispuesto el padre; lo que quizá sucedía cuando el heredero llegaba a la mayoría de edad. Pablo se refiere al tiempo cuando Israel debiera haber comenzado a disfrutar plenamente de los privilegios del pacto (ver t. IV, pp. 28-30; com. cap. 3:19,24; 4:4).

3. Nosotros. Pablo habla como judío (ver com. cap. 2:15). Cuando se dirige de nuevo a los gálatas, usa el pronombre "vosotros" (cap. 4:8-21). Finalmente se refiere a sí mismo como si hubiera sido uno con los gálatas (cap. 4:27-31; cf. com. cap. 2:15,17).

Cuando éramos niños. O antes de la cruz.

En esclavitud. Durante todo el tiempo del AT los judíos estuvieron sometidos a "la ley" (ver com. cap. 2:16) como un esclavo está sometido a su amo. Dios les exigía que cumplieran los preceptos legales como se espera que un menor de edad obedezca a sus tutores Cuán extraño era que los "gálatas insensatos" quisieran volver a ese estado de servidumbre (cap. 3:1; 4:9; 5:1).

Nunca podrían liberarse de la condenación que era lo único que les ofrecía la ley (cap. 3:13). Todo el que confía en sus propios esfuerzos para salvarse está hoy en la misma condición de esclavitud en que estuvieron los judíos de los tiempos del AT, y como estuvieron los gálatas mientras se sometieron a los judaizantes (ver p. 931). Cualquier deber que uno mismo se imponga, o que sea ordenado por una autoridad eclesiástica, da como resultado esclavitud espiritual, si ocupa el lugar de la fe en Dios y de la sumisión a su voluntad.

Rudimentos. "Elementos" (BJ, BC, NC). Gr. stoijéia, que al principio significó "cosas colocadas en hileras", y posteriormente "el alfabeto" porque sus letras estaban escritas en una hilera: A B C . . . Stoijéia llegó a significar en sentido literal los "elementos" básicos que componen el mundo y el universo (como en 2 Ped. 3:10,12); en un sentido cosmológico, los seres espirituales del universo (cf Col. 2:15); y en sentido metafórico, los rudimentos del conocimiento (Gál. 4:3,9; Col. 2:8,20). La frase "así también" enlaza la afirmación de Gál. 4:3 con la del vers. 2, por lo cual son equivalentes los "rudimentos del mundo" (vers. 3) con los "tutores y curadores" (vers. 2) (ver comentario respectivo).

Pablo se refiere al sistema ceremonial como a un abc de la religión y a sus preceptos como a instrucciones elementales acerca del plan de salvación. "La ley" (ver com. cap. 2:16) era sólo el abecé de la verdad revelada, adaptado a la comprensión de los niños espirituales (ver com. cap. 3:24; 4:1). Según Pablo, el sistema ceremonial y sus reglamentos aparecían ya como pueriles, "débiles" y "pobres" (vers. 9).

Las reglas ceremoniales le fueron dadas por Dios a un pueblo sumamente ignorante que acababa de salir de la esclavitud, y los servicios del santuario fueron simplificados de modo que pudieran comprender su significado. Dios nunca tuvo la intención de que los judíos quedaran satisfechos con ese enfoque elemental del gran tema de la redención. Las ceremonias y los sacrificios no eran sino sombras o símbolos. Nunca hubo el propósito de que ocuparan el lugar de la verdadera confesión y del abandono del pecado (ver Col. 2:17; Heb. 10:1,4).

Mundo. Gr. kósmos, quizá con el significado del "mundo" de la humanidad, como en Juan 3:16-17, 19; Rom. 5:12; 11:12; etc. La expresión "rudimentos del mundo" podría, pues, traducirse, "principios religiosos elementales para la raza humana".

4. Cumplimiento del tiempo. El tiempo exacto de la venida del Mesías había sido predicho por los profetas (ver com. Dan. 9:24-25). En los concilios del cielo, había sido determinado de antemano el tiempo de ese acontecimiento (ver Hech. 17:26).

El Mesías no sólo vino en el tiempo indicado por la profecía de Daniel, sino que vino en el momento histórico más favorable de todos. El mundo estaba en paz y bajo un solo gobierno.  Los viajes por tierra y mar eran relativamente seguros y factibles. El griego era un idioma ampliamente difundido, sobre todo en el Cercano Oriente. Las Escrituras ya estaban en griego -la LXX- desde hacía unos doscientos años.

Muchos estaban insatisfechos con sus creencias religiosas y anhelaban conocer la verdad en cuanto a la vida y el destino humano. 

Los judíos estaban dispersos por dondequiera y, aunque quizá en forma imperfecta, daban testimonio del Dios verdadero. Desde todas partes del mundo acudían para celebrar las festividades en Jerusalén, y a su regreso podían llevar la noticia de la venida del Mesías (ver t. V, pp. 61-65; DTG 23-28).

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La Providencia no pudo haber escogido otro lugar ni otro tiempo más adecuados para dar comienzo a la predicación del mensaje evangélico al mundo, que la Palestina en ese período de la historia.

"Cumplimiento" también implica que todos los sucesos predichos que precederían al advenimiento se habían cumplido o estaban a punto de cumplirse. 

Dios es perfecto en sabiduría y conocimiento, y tenemos razón para creer que, en su gran plan cósmico, todos los sucesos se desarrollarán en orden exacto y en los tiempos señalados (cf. DTG 24). Esta precisión es evidente en toda la creación, desde el movimiento de los planetas y las estrellas hasta la estructura del más diminuto átomo. No hay razón válida para dudar de que existe la misma precisión en el gran plan de Dios para salvar a la humanidad.

Envió a su Hijo. Aquí está implícita la existencia previa de Jesús, y con la declaración previa destaca su naturaleza divino-humana. Era Hijo del Hombre y también Hijo de Dios, una gran verdad proclamada también por los santos profetas de la antigüedad (ver Isa. 7:14; 9:6-7). 

Bajo la ley. Ver com. cap. 2:16. Como judío Jesús cumplió los requisitos de "la ley" hasta donde le eran aplicables a él; fue un ser sin pecado.

 (ver Mat. 17:24-27; Luc. 2:21-38; cf. Mat. 23:1-3).

5. Para que redimiese. Mejor "para rescatar" (BJ, BC). El contexto inmediato sugiere que Pablo pensaba especialmente en redimir de la "esclavitud" a los que estaban sometidos a "tutores y curadores" (ver com. vers. 2-3). El cumplimiento en Cristo de los símbolos del sistema ceremonial, además de redimir a los seres humanos del pecado -la obra más importante- también liberó a los judíos de seguir sometidos a ese sistema, y de la "maldición" que recaía sobre todos los que habían procurado salvarse mediante el cumplimiento de sus requisitos (ver com. cap. 3:10,13).

Bajo la ley. Literalmente "bajo ley" (ver com. Rom. 2:12; Gál. 2:16). Que Pablo no se refería a estar bajo la condenación de la ley moral -los Diez Mandamientos- es evidente por el pasaje del cap. 4:21. Nadie podría jamás escoger o querer estar bajo la condenación del Decálogo, pues todos son pecadores y el oficio del Decálogo es señalar el pecado. "Bajo la ley" sólo se puede referir a estar "bajo" la jurisdicción del sistema legal de los judíos (ver com. Rom. 6:14).

Recibiésemos. Pablo habla otra vez como judío (ver com. vers. 3). Los creyentes gentiles nunca habían estado "bajo la ley" en el sentido que aquí se le da.

La adopción de hijos. O "adopción como hijos". Los judíos dejarían de ser niños inmaduros cuando por fe aceptaran a Jesús como el Mesías prometido (ver com. Juan 1:12-13). La fe en él los liberaría de depender de los símbolos del sistema ceremonial y les daría plenos derechos como herederos de la herencia prometida (Gál. 4:1-3; cf. cap. 3:6-9, 14,16,24). Antes de que "viniese la fe" (ver com. vers. 23-25) los judíos eran herederos en potencia, pero no en la realidad.

6. Sois Hijos. Pablo se dirige directamente a los gálatas. 

Aunque eran gentiles habían sucumbido ante el falso evangelio de los judaizantes (cap. 1:6-8) y estaban entrampados bajo el "yugo de esclavitud" (cap. 5:1), el sistema legal judío (cap. 4:9,21) del cual Dios había liberado inclusive a los cristianos de origen judío (ver com. cap. 3:24-25).

Algunos creyentes de Galacia quizá también eran judíos, y habían sido atraídos de nuevo al legalismo de los judaizantes. Pero los gálatas, ya fueran judíos o gentiles, se habían convertido en hijos de Dios por la fe (cap. 3:2, 6-9, 14). Que volvieran a los símbolos de la ley ceremonial que anticipaban precisamente la experiencia que ya disfrutaban en comunión con el Salvador resucitado, habría sido negar la realidad y la validez de tal experiencia (ver com. 1 Juan 3:1-2).

A vuestros corazones. Los gálatas habían experimentado las "arras" del Espíritu (ver com. 2 Cor. 1:22) que habían confirmado su aceptación como hijos de Dios.

El Espíritu. Ver com. Juan 14:16-18; 16:6-11.

Abba, Padre. Ver com. Rom. 8:15.

7. No eres esclavo. Ver coma. vers. 1. El Espíritu es el que da esta seguridad. El creyente, como miembro de la familia de Dios, como hijo y heredero, puede ahora acercarse a Dios; y puede hacerlo con la plena seguridad del solícito interés del Padre.  Pero por causa de la influencia de los judaizantes, los gálatas no tomaban en cuenta el significado y el valor de la libertad que Dios tan generosamente les brindaba en Jesucristo. Compárese con la parábola del hijo pródigo (Luc. 15:11-32).

Heredero. Ver com. cap. 3:29; 4:1.

8. No conociendo a Dios. Pablo se dirige ahora evidentemente y en forma particular a los miembros gentiles de las iglesias de Galacia, y les recuerda lo que habían sentido cuando se hicieron cristianos.

 Dios no se les había revelado personalmente ni les había dado su ley. 

Esto no significaba que hubieran estado completamente sin conocimiento de Dios (ver com. Rom. 1:18-21); pero él se había revelado en una forma especial a los judíos, quienes, por lo tanto, habían disfrutado de una innegable ventaja (ver Rom. 3:1-2). Dios había "pasado por alto" la anterior relativa ignorancia de los gentiles (Hech. 17:30).

No son dioses. Eran ídolos o falsos dioses; no eran dioses en absoluto (ver 1 Cor. 8:4; cf. cap. 10:20). Antes de que los gentiles conocieran a Cristo, habían estado sometidos a sus falsos dioses; pero no sucedía así con los cristianos de origen judío, pues no habían adorado ídolos antes de conocer a Cristo.

9. Mas ahora. Los gentiles creyentes de Galacia no estaban más en la ignorancia (cf.  Hech. 17:30); por lo tanto, no tenían excusa.

Conociendo a Dios. En griego estas palabras implican más que una percepción mental. Participaban de un conocimiento personal y experimental de Dios. Habían disfrutado directamente del conocimiento de la salvación.

Más bien. Pablo se apresura a impedir cualquier posibilidad de que los gálatas se jactaran de conocer al verdadero Dios. No tenían razón para atribuirse el mérito.  Después de todo, la salvación consiste en que Dios busca al hombre, y no el hombre a Dios (Juan 3:16; ver com. Luc. 15:2,4).

Conocidos por Dios. Se habían convertido en el objeto de la atención favorable del Señor. Es cierto que Jesús vino a buscar y a salvar a todos los perdidos (Luc. 19:10); pero Dios puede ser hallado sólo por los que lo buscan diligentemente (Jer. 29:13).

¿Cómo es que os volvéis? Pablo anhela fervientemente penetrar el nebuloso pensamiento de los gálatas, pues estaban hechizados, y se dirige a ellos directamente interrumpiendo en cierto sentido la corriente lógica de su argumento.

El tiempo presente del verbo indica que aún continuaba el proceso de volverse a los "rudimentos", que aún no lo habían completado. 

El verbo griego epistréfo, "volverse", comúnmente se traduce como "convertirse" o "ser convertido" (ver Mat 4:12; Juan 12:40; Hech. 3:19. 

La traducción "una vez vuelto" (Luc. 22:32) equivale a "una vez que te hayas convertido").

Débiles y pobres rudimentos. Ver com. vers. 3. Habían sido liberados de la esclavitud a los imperfectos y rudimentarios conceptos y prácticas del paganismo; pero ahora se apresuraban a regresar a una forma de esclavitud que difícilmente era mejor que aquella de la cual habían sido liberados por el Evangelio.

Cada uno de esos sistemas era una tentativa inútil de alcanzar la justificación por las obras. ¿Habían abandonado los gálatas los ritos y las ceremonias del paganismo sólo para adoptar en su lugar los del judaísmo? En realidad el judaísmo había degenerado convirtiéndose en un sistema de requisitos externos, en algunos respectos difícil de diferencia de las religiones paganas. (ver t. IV. 966 pp. 34-36), "La ley" (ver com. cap. 2:16) era "débil" en el sentido de que no tenía poder para salvar aun a sus más devotos adherentes, y era "pobre" porque carecía de la chispa inicial de la vida.

Además, al añadir tantas tradiciones a "la ley", los judíos habían oscurecido su propósito original, convirtiéndola en una carga para los que procuraban cumplir con sus requisitos como medio de ganar la salvación (ver com. Mar. 7:3). Los gálatas estaban renunciando a todos los beneficios del Evangelio, pero sin recibir nada en cambio.

Os queréis. Su conversión al judaísmo era voluntaria. Parecían anhelar el cambio de su inapreciable libertad por las penurias de la esclavitud.

Esclavizar. Ver com. vers. 3.

10. Guardáis. El griego implica un cuidado minucioso. "Andáis observando" (BJ, BC).

Los días, los meses. Pablo probablemente se refiere a los siete días de reposo ceremoniales y a las nuevas lunas del sistema ceremonial (Lev. 23; Núm. 10:10; 28:11-15). También podría estar hablando de los días de ayuno (ver com. Luc. 18:12; R. Dederen, On Esteeming One Day Better than Another, Andrews University Seminary Studies, enero, 1971, pp. 16-35). 

No hay base en las Escrituras para suponer, como algunos lo hacen, que los días que Pablo menciona aquí se refieren al sábado semanal. La Biblia nunca habla del sábado o séptimo día de la semana con este lenguaje. Además, el sábado fue instituido en la creación (ver com. Gén. 2:1-3 cf. com. Exo. 20:8-11), antes de que entrará el pecado y unos 2.500 años antes del comienzo del sistema ceremonial en el Sinaí. Si la observancia del sábado semanal somete a esclavitud a un ser humano, entonces el mismo Creador se sometió a esa esclavitud cuando observó el primer sábado que hubo en el mundo. Esta conclusión es, pues, absurda.

Tiempos. "Ocasiones establecidas". En este caso, el conjunto de fiestas anuales del calendario religioso judío (ver com. Núm. 28:2).

Años. El año sabático y el año del jubileo (Exo. 23:10-11; Lev. 25:8-12).

11. Me temo de vosotros. Mejor "temo por vosotros". Parecía increíble que los gálatas pudieran haber abandonado tan fácilmente la libertad para volver a la esclavitud. ¿Podría ser que entendieran realmente lo que estaban haciendo y se propusieran seguir adelante a cualquier precio? Su proceder era insensato desde cualquier ángulo que se observara.

Trabajado en vano. Si el máximo esfuerzo abnegado de Pablo en favor de ellos (vers. 13-14) iba a resultar sólo en el cambio de una forma de esclavitud por otra, sin duda se habían malgastado esos esfuerzos.

12. Os ruego. Pablo deja de razonar, y ahora ruega. Os hagáis como yo. Pablo había sido un judío celosamente consagrado al sistema legalista como sólo podía serlo un fariseo intransigente y fanático (Hech. 26:5); pero había renunciado a ese sistema que una vez tanto amara, y para los fines prácticos se había "convertido" en gentil a fin de poder ganar a los gentiles para Cristo (1 Cor. 9:20-23; 10:32-33). ¿Por qué tenían ahora que adoptar los gálatas gentiles el judaísmo? Si él había renunciado al judaísmo por causa de ellos, ¿no podían ellos abandonarlo por él?

Me hice como vosotros. Pablo se había amoldado a las costumbres de los gentiles mientras no estuvieran en peligro los principios del Evangelio. Su forma de vivir entre ellos había sido ejemplar.

Ningún agravio me habéis hecho. O "no me perjudicasteis". La flexión del verbo en griego vincula esta afirmación con los vers. 13-15 antes que con el vers. 12. Esta declaración afirma el excelente trato que los gálatas le habían dado a Pablo cuando los visitó por primera vez. No debían entender mal el tono de su carta (cf. cap. 1:6-9; 3:1-4; 4:10-11; etc.), como si reflejara una queja personal contra ellos.

No tenía nada de qué quejarse en cuanto a la forma en que lo habían tratado, pues el espíritu que manifestaron era digno de toda alabanza (vers. 13-15). Pablo también procuraba sin duda reavivar el anterior espíritu de dedicación y prontitud de ellos para seguir las enseñanzas del apóstol. Al principio habían prestado atención a cada indicación que les hiciera, ¿por qué no lo hacían ahora también?

13. A causa de una enfermedad. Es evidente que Pablo no había tenido el plan de evangelizar a Galacia en esa oportunidad, pero se había visto obligado a permanecer allí por un tiempo debido a su precaria salud. Se ha sugerido que contrajo malaria o alguna otra enfermedad en la zona baja costera, y que había buscado alivio en la zona más alta del interior. Esa "enfermedad" quizá era el "aguijón" en la "carne" de que habla en su segunda carta a los corintios, y por el que había orado fervientemente a Dios para que lo liberara (ver 2 Cor. 12:7-9).

Al principio. Tal vez se indique que hubo una anterior visita a los gálatas. Se piensa generalmente que se hace referencia a la primera de dos visitas previas. De acuerdo con la teoría llamada de "Galacia del Sur" (ver P. 930; Nota Adicional de Hech. cap. 16), ésta sería la visita registrada en Hech. 13:14 a 14:21.

Sin embargo, nada de lo que hay del relato de ese viaje sugiere que Pablo sufriera de mala salud en ese tiempo. Según la teoría de "Galacia del Norte" (ver p. 930), éste sería el viaje narrado en Hech. 16:1-6. 

La brevedad del relato del último viaje permite suponer que la "enfermedad" corresponde con ese tiempo. Si se acepta la teoría de "Galacia del Norte", la declaración de Gál. 4:13 podría ser considerada como una alusión a las visitas que Pablo hizo a Galacia en su segundo y en su tercer viaje misionero, con una referencia específica a la visita del segundo viaje. Ver com. Hech. 16:6.

14. No me despreciasteis ni desechasteis. La aflicción de Pablo podría haber dado a los gálatas una excusa para tratarlo con desprecio. En la antigüedad se consideraba comúnmente que una aflicción, o enfermedad, era un castigo directo de Dios por algún gran pecado (cf. Hech. 28:4). Hubiera sido natural que los gálatas consideraran que Pablo había ofendido a los dioses y creyeran que su mensaje era de poco valor; pero no lo hicieron. Su respuesta había sido cordialmente favorable, aunque dentro de circunstancias que lógicamente podrían haberlos inducido a estar contra él. ¿Qué razón -personal o de otra índole- podían tener acaso para volverse ahora contra Pablo? La conducta anterior de ellos testificaba contra su proceder de ese momento.

La prueba que tenía. Esto significaría que las debilidades (o "enfermedades") de Pablo eran una tentación para que los gálatas lo rechazaran. El contexto tiende a favorecer este significado, que concuerda con la conducta habitual de Pablo ante el sufrimiento (ver 2 Cor. 4:8-11; 12:9-10).

Como a Cristo Jesús. No podrían haber sido más bondadosos con Pablo. Su generosa hospitalidad no había dejado nada que desear.

15. Esa satisfacción. "¿En qué ha quedado vuestro regocijo?" "Los parabienes" (BJ, BC); "felicitaciones" (NC). El cambio de la actitud de ellos no había traído un aumento de su satisfacción. Habían preferido sus propias obras antes que la confianza en el poder de Cristo. No hay ningún gozo ni satisfacción que puedan igualarse con los que se derivan de una vida enteramente entregada a Jesucristo (cf. com. Mat. 11:28-30).

Sacado vuestros propios ojos. No podría haber una prueba más convincente de su afecto por Pablo. No había nada demasiado grande ni difícil que no hubieran hecho por él. Por esta razón algunos han llegado a la conclusión de que los ojos de Pablo eran la causa de su gran "prueba" (vers. 14). Esta era, sin duda, la causa de la aflicción permanente de Pablo, aunque esta afirmación sola no es suficiente prueba para comprobar ese hecho (ver Material Suplementario de EGW de 2 Cor. 12:7-9).

16. Vuestro enemigo. Pablo les decía la verdad ahora como en ocasiones anteriores (cf. cap. 1:8-9). Él no había cambiado; su Evangelio no había cambiado. ¿Por qué debía entonces cambiar la actitud de ellos hacia él? Pablo procuraba ahora liberarlos de su esclavitud al judaísmo, así como anteriormente los había liberado de su esclavitud al paganismo (ver com. cap. 4:9).

Pablo era en realidad su mejor amigo; aun estaba dispuesto a arriesgar la pérdida de su amistad por tratar de rescatarlos de "los débiles y pobres rudimentos" del, judaísmo (vers. 9). "Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece" (Prov. 27:6). Es evidente que la exhortación de Pablo a los gálatas tuvo un efecto positivo (cf.  HAp 310-311). El hecho de que conservaran su carta sugiere que respondieron a su exhortación y la atesoraron como el instrumento de su salvación. Esta actitud indica el aprecio que tenían por su interés en ellos y su aceptación de la verdad que les había presentado.

17. Celo por vosotros. O "ávidamente os siguen". Los judaizantes fingían un gran interés en el bienestar de los gálatas, y evidentemente les daban gran importancia a éstos para convencerlos de sus puntos de vista en cuanto al judaísmo y la circuncisión. Querían que los gálatas se convirtieran en sus seguidores. Esos dirigentes habían ejercido sin duda una presión considerable. No podemos dejar de condenar sus motivos; pero tenemos, que alabar su celo (ver com. Luc. 16:8).

La falta de entusiasmo de los cristianos con frecuencia origina en los que no son cristianos la falta de interés en las enseñanzas de la iglesia. Si estuviéramos verdaderamente llenos de fervor, nuestro celo sería espontáneo. Los esfuerzos esporádicos, forzados o artificiales para presentar nuestra religión, producen una débil impresión. El entusiasmo superficial a la larga se desenmascara a sí mismo. El mejor testimonio en favor de las creencias religiosas es su demostración en una vida plenamente consagrada a los principios que ellas reflejan. Lo que realmente vale es la vida. No para bien. Sus motivos eran dudosos (ver com. "celo por ellos").

Quieren apartaros. Quizá de las solícitas atenciones de Pablo y de su Evangelio. Esta declaración tal vez también se refiera a los deseos de los judaizantes de excluir a los gálatas de la feligresía de la iglesia hasta que se circuncidaran. Esos hombres astutos posiblemente también trataban de evitar que los creyentes de Galacia se relacionaran con otras iglesias que eran leales a Pablo, con la esperanza de convertir a esa región en el centro de sus actividades entre los gentiles.

Celo por ellos. El verdadero motivo de los judaizantes al prestar tanta atención a los gálatas era convertirse ellos mismos en el centro de atención de los gálatas. Esperaban que así fuera como resultado de su pretendido interés en el bienestar de la iglesia.

18. Mostrar celo. El celo en sí mismo es digno de alabanza si refleja motivos dignos.  Pablo una vez alabó a los corintios porque su celo había animado a otros a hacer el bien (2 Cor. 9:2). El celo anterior del apóstol por el judaísmo lo había inducido a perseguir a la iglesia cristiana (Fil.3:6).

Es evidente que los gálatas habían confundido el celo que tenían en su nuevo proceder con una evidencia de que ese celo era genuino, sin darse cuenta de que el celo nunca puede ser por sí mismo un sustituto del pensamiento santificado y correcto. El celo del judaísmo y de los judaizantes no era "conforme a ciencia" (Rom. 10:2).

Pablo estaba muy afligido por el celo de los judíos contra el cristianismo cuando escribió la Epístola a los Romanos. Su ceguera no se debía a la carencia de una oportunidad de conocer, sino porque no estaban dispuestos a asimilar lo que se les había enseñado (ver Ose. 4: 6; t. IV, pp. 32-34). Ahora prevalecía entre las iglesias de Galacia esa misma confusión mental.

Cuando estoy presente. Pablo no demostraba su celo, para que los gálatas no fueran más celosos en su ausencia que cuando él estaba con ellos.

19. Hijitos míos. Esta forma afectuosa de comunicarse, común en Juan, no aparece en ningún otro pasaje de los escritos de Pablo, No sólo expresa su tierno sentimiento para con ellos, sino que también implica la inmadurez espiritual de los gálatas.

Puesto que Pablo consideraba como hijos espirituales suyos a todos los que habían recibido el Evangelio por medio de él, esta expresión difícilmente podría ser considerada como un reproche de su parte, como piensan algunos comentadores. Sólo podría ser como un recordativo de lo que le debían a él. 

Como su padre espiritual, era correcto y adecuado que manifestara preocupación por el bienestar de ellos. Esta misma preocupación la expresa por los corintios, a quienes se dirige como su padre (1 Cor. 4:15).

Vuelvo a sufrir dolores de parto. Pablo había escrito a los corintios: "Yo os engendré por medio del evangelio" (ver 1 Cor. 4:15). Cuando llevó a los gálatas a Cristo había sentido, por así decirlo, dolores de parto; ahora, cuando estaban abandonando su fe, tenía que pasar de nuevo por ese amargo trance.

Hasta que Cristo sea formado. Pablo persistiría en sus esfuerzos hasta que Cristo otra vez reinara en el corazón de ellos por la fe (ver com. cap. 2:20). La figura literaria del nacimiento aún persiste en la mente del apóstol. Jesús habló del trance del nuevo nacimiento a Nicodemo (Juan 3:5), y Pablo habla de Cristo como formándose de nuevo en los que lo aceptan (ver Col. 1:27). Cuando Cristo vive en lo íntimo de una persona, su vida perfecta se manifiesta por medio de la vida del cristiano (ver com. Rom. 8:3-4; Gál. 2:20). La mente del cristiano es como la mente de Cristo (Fil. 2:4), y el amor de Cristo lo domina (2 Cor. 5:14). Ese proceso continúa hasta que el cristiano alcanza la "estatura" plena de Cristo (Efe. 4:13).

20. Estar con vosotros. El anhelo de Pablo era presentar su mensaje personalmente. Lo que a continuación escribe podría entenderse mal y aplicarse mal. Si él hubiera estado presente podría haber contestado todas las preguntas que seguramente surgirían cuando se leyera la carta. Sus enemigos la iban a tergiversar en la peor forma posible. Pedro inclusive encontraba que algunas declaraciones de las cartas de Pablo eran difíciles de entender (2 Ped. 3:16). Y en nuestros días muchos oscurecen el significado de las palabras de Pablo en su Epístola a los Gálatas por no estudiarlas ni entenderlas dentro de su contexto, y por no tener en cuenta el ambiente real de la situación que existía entonces en las iglesias de Galacia.

Cambiar de tono. "Acomodar el tono" (BJ); "matizar las inflexiones de mi voz" (BC). Pablo hubiera preferido cambiar su concepto acerca de ellos; pero los hechos son los hechos. Cuán placentero hubiera sido para Pablo que los gálatas hubieran cambiado de actitud para hacer posible que él pudiera expresarles confianza en vez de pronunciar palabras de queja, desconfianza y censura. Esto es lo que hubiera hecho estando presente, cuando cambiaran su proceder y volvieran a su anterior lealtad al Evangelio.  Pablo anticipa aquí su cambio de corazón cuando recibieran su carta.

Estoy perplejo. "No sé cómo habérmelas con vosotros" (BJ). "No sé qué hacerme con vosotros" (BC). La perplejidad de su alma (ver com. vers. 19) explica el motivo de las cosas severas que les dice en su carta. Antes de llegar a este punto de la lectura, quizá ya se habrían arrepentido. Pero debido a las circunstancias tenía que decirles lo que consideraba que era su deber. Habían demostrado insinceridad e inconstancia, y sin embargo el apóstol no quería agravar las cosas mediante una severidad indebida. Por eso estaba perplejo; no sabía cómo tratarlos. No veía con claridad hasta dónde debía llegar en lo que decía.

21. Queréis. Ver com. vers. 9. En los vers. 21-31 Pablo comienzo su exhortación final contra la necedad del legalismo judío como un medio de salvación. 

Bajo la ley. Literalmente "bajo ley"; es decir, bajo el sistema legal (ver com. Rom. 2:12; Gál. 2:16), buscando la salvación por obras. 

Es evidente que Pablo no puede referirse a la condenación de "la ley", pues nadie "desearía" estar bajo condenación (ver com. vers. 5).

Oído. Es decir, hacer caso, prestar atención (ver com. Mat. 7:24).

La ley. Pablo usa ahora la palabra "ley" en un sentido diferente. La ilustración del vers. 22 proviene del Pentateuco, al cual los judíos generalmente se referían como a "la ley" o "la ley de Moisés" (ver com. Luc. 24:44).

Para convencer a los "gálatas insensatos" (Gál. 3:1) de su error al recurrir a las obras de la ley ritual para la salvación, Pablo se dirigió en busca de una evidencia a "la ley" de Moisés, que contiene la ley ritual.

La pregunta de Pablo tenía el propósito de despertar en los gálatas el deseo de investigar la Palabra revelada de Dios. Si lo hacían con sinceridad, iban a descubrir por sí mismos precisamente lo que él había procurado explicarles, a saber: que "la ley" señala a Jesús como Aquel de quien debían depender para su salvación. Pablo citaba continuamente el Pentateuco para apoyar sus enseñanzas acerca del mensaje de Jesús y de su misión.

22. Dos Hijos. Ismael e Isaac (Gén. 16:15; 21:3). Pablo recurre ahora a "la ley" (ver com.  Gál. 4:21) para utilizar una ilustración de la diferencia entre esclavitud a "la ley" y la libertad en Cristo. Cada sábado se leían en la sinagoga porciones del Pentateuco (ver t. V, p. 59), por lo tanto los libros de Moisés eran bien conocidos por todos los judíos y los gentiles que asistían a los servicios de las sinagogas. El relato que se narra era un sencillo caso de la historia judía; pero Pablo lo usa en un sentido alegórico (vers. 24) para mostrar la diferencia entre estar esclavizado al sistema ceremonial y disfrutar de la libertad que deriva de la fe en Jesucristo.

En realidad, Abrahán tuvo más de dos Hijos (Gén. 25:1-2); pero Ismael e Isaac fueron sus Hijos mayores y más importantes. Los falsos maestros habían destacado sin duda la bendición de ser Hijos de Abrahán (ver com. Gál. 3:7). Pablo les recuerda a los gálatas que Abrahán tenía dos Hijos, pero que sólo uno fue el heredero de las promesas del pacto (Gén. 17:19-21). El hecho de ser "Hijos" de Abrahán no garantizaba, pues, que se recibirían las promesas del pacto.

La esclava. Agar era una esclava egipcia (ver com. Gén. 16:1-4), y su hijo Ismael era hijo de Abrahán - en realidad el primogénito de éste-; pero por el hecho de que Agar era esclava, su hijo, por así decirlo, era esclavo también.

La libre. Es decir, Sara, cuyo hijo Isaac heredaría la libertad de ella.

23. Según la carne. Ismael era el hijo del plan humano, sin duda, un testimonio viviente de la falta de fe de Abrahán.

Por la promesa. Isaac fue el hijo de la promesa, el hijo de la fe (Gén. 12:3; 13:14-16; 15:4; 17:3-6, 19-21). El relato de su nacimiento demuestra una notable intervención divina (ver Gén. 18:10; 21:1-2; Heb. 11:11-12). Cada circunstancia del nacimiento de Isaac destaca la fe. La fe de Abrahán es un ejemplo de fe cristiana (ver Rom. 4:16-25), pues creyó en las promesas de Dios cuando su cumplimiento parecía humanamente imposible; e Isaac fue, por sobre todas las cosas, el hijo de la promesa de Dios y de la fe de Abrahán. Pablo pone énfasis en el hecho de que el hijo que nació de la esclava nace en una condición de inferioridad y esclavitud, y que el hijo de la libre nació en una vida de libertad.

24. Una Alegoría. Una Alegoría Es Una Narración En La Que Las Personas, Las Cosas Y Las Acciones Tienen Evidentemente Un Significado Metafórico O Simbólico, Implícito, Pero No Expresamente Explicado.

Con esta alegoría Pablo explica e ilustra la condición de esclavitud espiritual en la cual habían caído los gálatas, situación que parece que habían deseado. Los acontecimientos históricos no eran alegóricos cuando sucedieron, y ni siquiera cuando Moisés los registró. Pablo es el que elabora una alegoría con ellos con el expreso propósito de ilustrar la lección de fe y libertad, en oposición a las obras y la esclavitud.  Pablo no dice que todo eso fue una alegoría, sino que es alegoría; es decir, extrae de esos sucesos una alegoría para estructurar su relato.

Este método era común en los discursos en días de Pablo. Compárese con el empleo de parábolas tan generalizado en las enseñanzas de Jesús (ver t. V, pp. 193-194). Una de las formas más eficaces para comunicar la verdad es ilustrarla mediante un relato apropiado e interesante.

Dos pactos. Uno era el pacto de la fe, representado por Sara; el otro, el pacto de las "obras", representado por Agar (ver com. Eze. 16:60; Gál. 3:15, 17-19; Heb. 8:8-10).

Monte Sinaí. Ver com. Exo. 19:5-8; 24:7-8. Da Hijos para esclavitud. Mientras el hombre dependa de las obras de la ley para salvarse, no podrá librarse de la esclavitud. A pesar de todo lo que pueda hacer para ganar la salvación, nunca podrá tener éxito. Se ha autoimpuesto una tarea imposible. El legalismo, la observancia fastidiosa de la letra de la ley -de cualquier ley- mata (ver com. 2 Cor. 3:6).

25. Es el monte Sinaí. Es decir, representa el monte Sinaí en la alegoría de Pablo (ver com. vers. 24). Agar representa aquí el pacto de las obras del Sinaí (ver com. cap. 3:19).

 Abrahán intentó una vez llevar a cabo el plan de Dios por medio de Agar y su hijo Ismael. Esa fue su manera de hacerlo pero no la de Dios. No es el plan de Dios que la salvación del hombre se alcance por las obras de la ley, por la sencilla razón de que es imposible hacerlo.

Corresponde a. O "es comparable con". Siempre dentro de la alegoría de Pablo.

La Jerusalén actual. Es decir el Israel literal, como nación. Israel aún estaba cometiendo el mismo error de Abrahán con Agar e Ismael: tratar de llevar a cabo el propósito de Dios de acuerdo con un plan hecho por el hombre. Los gálatas, al sustituir la fe en las promesas de Dios por las obras, como Abrahán lo había hecho, estaban recurriendo precisamente a la clase de culto que había hecho que la nación de Israel cayera en esclavitud, ruina y rechazo.

Sus Hijos. Es decir, los judíos y los prosélitos.

En esclavitud. Ver com. 2 Cor. 3:14-15; Gál. 4:3.

26. Jerusalén de arriba. Así como la Jerusalén literal representa a la nación de Israel, así también "la Jerusalén de arriba" representa a la iglesia cristiana (ver Heb. 12:22,23), la nueva nación escogida (1 Ped. 2:9). La nueva Jerusalén es la capital del reino de la gloria (ver Apoc. 21:2; Heb. 11:10); pero Pablo utiliza a Jerusalén en un sentido figurado: establece el contraste entre el judaísmo y el cristianismo. El primero está "en esclavitud"; el segundo es "libre".

Madre. Los judíos con frecuencia se referían en lenguaje figurado a la Jerusalén literal llamándola la "madre" de la generación de israelitas que en ese momento constituían la nación, con lo que se referían al pueblo de Israel. La iglesia cristiana histórica es también la "madre" de los cristianos que viven en este tiempo.

Todos nosotros. Quizá sea una referencia al "todos" del cap. 3:26, que significa gentiles y judíos. Cristo había quitado la muralla de separación entre judíos y gentiles (Efe. 2:12-22). Esa buena nueva de unidad mediante la fe en Cristo produjo gran gozo entre los gentiles, pues ya eran aceptados como iguales a los judíos (ver Hech. 13:44-48).

Libre. Es decir, "libre" del "ayo" del cap. 3:24-25, de la esclavitud del cap. 4:3 y de la condición de esclavitud de los vers. 22-25.

27. Está escrito. Esta cita es de Isa. 54:1 (ver t. IV, pp. 28-32).

Regocíjate, oh estéril. El Israel literal había sido "estéril" en los días de Isaías porque no había dado frutos de justicia (ver Isa. 5:1-7), y no había hecho nada para evangelizar al mundo. La perspectiva de un éxito glorioso ahora pertenece a la iglesia cristiana. Pablo aplica a la iglesia cristiana esta promesa - originalmente dada a los israelitas literales- del glorioso cumplimiento de la voluntad de Dios para ellos como una nación de portaluces para la humanidad (ver t. IV, pp. 31, 37-38).

La mujer del Cercano Oriente que no tenía hijos se regocijaba mucho al tenerlos; los gentiles también podían regocijarse porque los privilegios del Evangelio ofrecidos antes a Israel, ahora les pertenecían (ver Hech. 11:18). Los judíos habían perdido el derecho a su oportunidad de ser los heraldos del Mesías a todo el mundo. En realidad, de parte de los judíos fue que se produjo la más obstinada y persistente oposición a la obra del apóstol entre los gentiles.

Más son los hijos. Se trata del gran número de gentiles convertidos que estaban respondiendo al mensaje evangélico de Pablo y de los otros apóstoles. Cuando Pablo regresaba a la iglesia de Jerusalén para informar a sus dirigentes, invariablemente narraba su éxito entre los gentiles (ver Hech. 15:12; 21:17-19).

Los judíos estaban ansiosos de ganar prosélitos (ver Mat. 23:15) y sin duda tenían éxito (ver t.V, p. 64). En casi cada sinagoga donde predicaba Pablo había gentiles, ya fueran prosélitos ganados para la fe judía o gentiles temerosos de Dios, como Cornelio cuando Pedro lo encontró por primera vez (Hech. 10:1-2), atraídos por los ideales del judaísmo que eran comparativamente muy superiores.

Pero muchos gentiles vacilaban antes de aceptar la circuncisión, por lo que eran excluidos de la plenitud de los beneficios del culto judío. Cuando esos gentiles oían la proclamación del Evangelio, aceptaban con gozo las buenas nuevas que les concedían iguales oportunidades que a los judíos de recibir todos los beneficios de la salvación proporcionados por Jesucristo. Muchos de los primeros gentiles conversos de Pablo, provenientes de varias ciudades, quizá procedían de este grupo. Pablo proclamaba la universalidad del Evangelio (ver Rom. 1:15-17; Gál. 3:26).

La desolada. Esta es la "libre" de los vers. 22-23; "desolada" porque una vez fue "estéril". La que tiene marido. Agar, en la alegoría de Pablo.

28. Hijos de la promesa. Ver com. vers. 23. Pablo se refiere a los cristianos cuyo privilegio es el de participar de todas las promesas originalmente hechas a Abrahán y a su descendencia (ver t. IV, p. 37). Los judíos no pudieron entrar "en su reposo" debido a su incredulidad (Heb. 3:19 a 4:2), y quedó para el pueblo escogido de todas las naciones el entrar en el "reposo" ordenado por Dios para todos los que se acercan confiadamente "al trono de la gracia" (Heb. 4:9,16).

Los gálatas habían creído y se regocijaban en la gran verdad de la justificación por la fe, hasta que los falsos maestros procedentes de Jerusalén los habían persuadido de que trataran de lograrla por medio de las obras. Pero aunque estaban en el proceso de volverse a "otro Evangelio" (Gál. 1:6-7), Pablo no había renunciado a la esperanza de que regresaran a la senda de la fe.

29. Nacido según la carne. Históricamente éste era Ismael (ver com. vers. 22). En la alegoría de Pablo (ver com. vers. 24) Ismael representa a los judíos y a los cristianos judaizantes de los días de Pablo, que procuraban lograr la salvación por medio de las ordenanzas literales de la letra de la ley (ver com. 2 Cor. 3:6).

Perseguía. En cuanto a las circunstancias históricas a las que aquí se hace alusión, ver com. Gén. 21:8-11; cf. cap. 16:4-5. La presencia de Ismael hacía difícil la condición de Isaac y amenazaba con privarlo del derecho de la primogenitura. Los judíos y los cristianos judaizantes también perseguían a los cristianos gentiles y trataban de privarlos de la promesa del pacto de la justificación por la fe.

Nacido según el Espíritu. Una referencia histórica a Isaac, como el hijo de la promesa (cf. vers. 23). Pablo alude a los cristianos que participan de la promesa de salvación por la fe en Cristo mediante el nuevo nacimiento (ver com. Juan 3:3,5; Gál. 3:2-3).

Ahora. Todos conocían bien las persecuciones que Pablo había sufrido, ya fuera directamente de parte de los judíos o por instigación de éstos (ver Hech. 16:19; 19:24-28; com. 2 Cor. 11:24, 26). Pablo muy rara vez fue molestado por los gentiles por iniciativa de éstos. Su último encarcelamiento y ejecución fueron el resultado de falsos informes que se originaron entre los judíos. Las más terribles persecuciones que han tenido que sufrir los cristianos siempre han sido aquellas en las que los falsos cristianos han procurado exterminarlos debido a diferencias en fe y en práctica.

30. La esclava. Históricamente se trata de Agar (ver com. Gén. 21:10; Gál. 4:24). En esta alegoría la "esclava" representa el antiguo pacto, el sistema ceremonial, el principio de la justificación por las obras (ver com. vers. 24-25).

Su hijo. Históricamente es Ismael (ver com. vers. 22), y en la alegoría de Pablo simboliza todos los judíos y los cristianos judaizantes que sostenían que la salvación consistía en reconocer al Israel literal como si todavía fuera el pueblo escogido de Dios, y en cumplir con los reglamentos del antiguo pacto y del sistema ceremonial. En cuanto a la aplicación del consejo de Pablo para nuestros días, ver p. 932.

No heredará... con. La solución del problema que afrontaba la iglesia en Galacia y en otras partes no consistía en mezclar el judaísmo con el cristianismo, sino en echar "fuera" los principios de los judaizantes, junto con todos los que los promovían. 

La salvación por las obras es completamente incompatible con la salvación por la fe (ver com. Rom. 11:6; Efe. 2:8-9). Es imposible una mezcla de ambas, porque una vez que la fe se diluye con las obras, deja de ser una fe pura. Compárese con las enseñanzas de Cristo acerca de este tema (ver com. Mar. 2:21-22).

31. De manera. Es decir, teniendo como base la alegoría de los vers. 22-30.

Hermanos. A pesar de su error, Pablo, anticipando que los gálatas aceptarían su consejo, pensaba en ellos como "hermanos" en la fe.

Somos. La forma plural del verbo indica que están incluidos tanto los judíos como los gentiles (ver com. vers. 28).

La libre. Históricamente es Sara (ver com. vers. 22). En la alegoría de Pablo es el conjunto de los que aceptan por fe la salvación ofrecida por Jesús (ver com. vers. 26).  Sólo los hijos de la "libre" tenían derecho a los privilegios de la primogenitura (vers. 30). Los cristianos tienen acceso por la fe a todas las promesas hechas a Abrahán y al Israel de la antigüedad (ver t. IV, pp. 37 -38). 6CBA

COMENTARIOS DE EGW

4-5. DTG 23. "MAS VENIDO el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, . . . para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos." (Gálatas 4:4,5).

LA VENIDA DEL SALVADOR HABÍA SIDO PREDICHA EN EL EDÉN. Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador.

PERO EL CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA TARDÓ. Los que la recibieron primero murieron sin verlo. Desde los días de Enoc, la promesa fue repetida por medio de los patriarcas y los profetas, manteniendo viva la esperanza de su aparición, y sin embargo no había venido.

LA PROFECÍA DE DANIEL REVELABA EL TIEMPO DE SU ADVENIMIENTO, pero no todos interpretaban correctamente el mensaje.

TRANSCURRIÓ UN SIGLO TRAS OTRO, y las voces de los profetas cesaron. La mano del opresor pesaba sobre Israel, y muchos estaban listos para exclamar: "Se han prolongado los días, y fracasa toda visión." (Ezequiel 12:22.VM).

Pero, Como Las Estrellas En La Vasta Órbita De Su Derrotero Señalado, Los Propósitos De Dios No Conocen Premura Ni Demora.

POR LOS SÍMBOLOS DE LAS DENSAS TINIEBLAS y el horno humeante, Dios había anunciado a Abrahán la servidumbre de Israel en Egipto, y había declarado que el tiempo de su estada allí abarcaría cuatrocientos años. "Después de esto -dijo Dios,- saldrán con grande riqueza." (Génesis 15:14). Y contra esta palabra se empeñó en vano todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. "En el mismo día" señalado por la promesa divina, "salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egipto." (Éxodo 12:41). ASÍ TAMBIÉN FUE DETERMINADA EN EL CONCILIO CELESTIAL la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén. "Más venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo." (Gálatas 4:4,5).

PR 516. Las muchas profecías concernientes al advenimiento del Salvador inducían a los hebreos a vivir en una actitud de constante expectación. Muchos murieron en la fe, sin haber recibido las promesas; pero, habiéndolas visto desde lejos, creyeron y confesaron que eran extranjeros y advenedizos en la tierra. Desde los días de Enoc, las promesas repetidas por intermedio de los patriarcas y los profetas habían mantenido viva la esperanza de su aparición.

AL PRINCIPIO DIOS no había revelado la fecha exacta del primer advenimiento; y aun cuando la profecía de Daniel la daba a conocer, no todos interpretaban correctamente el mensaje. Transcurrieron los siglos uno tras otro; finalmente callaron las voces de los profetas. La mano del opresor pesaba sobre Israel. Al apartarse los judíos de Dios, la fe se empañó y la esperanza casi dejó de iluminar el futuro. Muchos no comprendían las palabras de los profetas; y aun aquellos cuya fe se había conservado vigorosa estaban a punto de exclamar: "Se van prolongando los días, y fracasa toda visión."(Eze. 12:22, V.M.) Pero en el concilio celestial había sido determinada la hora en que Cristo había de venir; y llegado "el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, . . . para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos."(Gál. 4:4,5.)

LA HUMANIDAD DEBÍA RECIBIR LECCIONES EN SU LENGUAJE. El Mensajero del pacto debía hablar. Su voz debía oírse en su propio templo. El, que es Autor de la verdad, debía separarla del tamo de las expresiones humanas, que la habían anulado. Los principios del gobierno de Dios y el plan de redención debían ser definidos claramente. Las lecciones del Antiguo Testamento debían presentarse a los hombres en toda su plenitud.

Cuando finalmente apareció el Salvador "hecho semejante a los hombres"(Fil. 2:7), e inició su ministerio de gracia, 517 Satanás pudo tan sólo herirle el calcañar, mientras que con cada acto que le humillara e hiciera sufrir, Cristo hería la cabeza de su adversario. La angustia que el pecado había producido se derramó en el seno del que era sin pecado; y sin embargo mientras Cristo soportaba la contradicción de los pecadores, pagaba la deuda del hombre pecaminoso y deshacía la servidumbre en la cual la humanidad había estado sujeta. Toda angustia y todo insulto que sufría obraba para liberar la humanidad.

Si Satanás hubiese logrado que Cristo cediese a una sola tentación, o que manchase su pureza perfecta por un solo acto o aun por un pensamiento, el príncipe de las tinieblas habría triunfado sobre el Garante del hombre y habría ganado para sí toda la familia humana. Pero si bien Satanás podía afligir, no podía contaminar; podía ocasionar angustia, pero no profanar. Hizo de la vida de Cristo una larga escena de conflicto y prueba; y sin embargo, con cada ataque iba perdiendo su dominio sobre la humanidad.

EN EL DESIERTO DE LA TENTACIÓN, en el huerto de Getsemaní y en la cruz, nuestro Salvador cruzó armas con el príncipe de las tinieblas. Sus heridas llegaron a ser los trofeos de su victoria en favor de la familia humana. Mientras Cristo pendía agonizante de la cruz, mientras los malos espíritus se regocijaban, y los hombres impíos le escarnecían, su calcañar fue en verdad herido por Satanás. Pero ese mismo acto aplastaba la cabeza de la serpiente. Por la muerte destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo."(Heb. 2:14.) Este acto decidió el destino del jefe de los rebeldes, y aseguró para siempre el plan de la salvación. Al morir, Cristo venció el poder de la muerte; al resucitar, abrió para sus seguidores las puertas del sepulcro. En esa última gran contienda vemos cumplirse la profecía: "Esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar."(Gén. 3:15.)

"Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él 518 apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es."(1 Juan 3:2.) Nuestro Redentor abrió el camino, para que aun el más pecaminoso, el más necesitado, el más oprimido y despreciado, pueda hallar acceso al Padre.

"Jehová, tú eres mi Dios: te ensalzaré, alabaré tu nombre; porque has hecho maravillas, los consejos antiguos, la verdad firme."(Isa. 25:1.) 519

12. HAp 169. PABLO Y SUS COLABORADORES proclamaron la doctrina de la justicia por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo. Presentaban A Cristo como Aquel que, al ver la impotente condición de la especie caída, vino a redimir a los hombres y mujeres viviendo una vida de obediencia a la ley de Dios y pagando la penalidad de la desobediencia. Y a la luz de la cruz, muchos que nunca habían conocido antes al Dios verdadero empezaron a comprender la grandeza del amor del Padre.

ASÍ SE LES ENSEÑARON A LOS GÁLATAS las verdades fundamentales concernientes a "Dios el Padre," y a "nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro." "Por el oír de la fe," recibieron el Espíritu de Dios, y llegaron a ser "hijos de Dios por la fe en Cristo." (Gál. 1:3,4; 3:2,26).  

Pablo vivió de tal manera entre los gálatas que pudo decir más tarde: "Os ruego, sed como yo." (Gál. 4:12). Sus labios habían sido tocados con un carbón encendido del altar, y fue habilitado para sobreponerse a las debilidades corporales y presentar a Jesús como la única esperanza del pecador. Los que lo oían sabían que había estado con Jesús.

Ministerio Hno. Pio

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