martes, octubre 12, 2021

REFLEXIÓN 870. EXHORTACIONES MORALES Y ESPIRITUALES: La Esclavitud Del Legalismo Incompatible Con La Libertad En Cristo/La Libertad Cristiana No Es Una Excusa Para El Libertinaje (GÁLATAS 5).

Gálatas 5. 

LA ESCLAVITUD DEL LEGALISMO INCOMPATIBLE CON LA LIBERTAD EN CRISTO. Vers. (1-2) Los aconseja a permanecer en su libertad (3-12) y a no circuncidarse.

LA LIBERTAD CRISTIANA NO ES UNA EXCUSA PARA EL LIBERTINAJE: El Amor Es El Cumplimiento De La Ley: (13-18). Las Obras De La Carne Y Las Obras Del Espíritu (19-24) Y Los Exhorta A Andar Bajo La Dirección Del Espíritu (25-26).

1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.

3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. 16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. (Gálatas 5).

1. Estad, pues, firmes. Continúa sin interrupción el curso del pensamiento que se comenzó en el cap. 4:22. Pablo exhorta a los gálatas a que se mantengan fieles al Evangelio como él se lo presentó originalmente (cap. 1:6-9), y que no se dejen influir en lo más mínimo por el falso evangelio de los judaizantes.

Esta admonición es de suprema importancia para hoy debido a las innumerables teorías no bíblicas acerca de la justificación por la fe y la salvación (cf. Efe. 4:14).

Para que uno pueda estar "firme", debe estar sobre una base sólida. Para los cristianos esta base es la verdad como se presenta en las Sagradas Escrituras. El cristiano diligente perseverará en su examen de las escrituras (2 Tim. 3:16-17; 2JT 315), y luego se examinará así mismo para que si está "firme" en la fe (2 Cor. 13:5).

No importa cuánto pueda saber una persona acerca de las Escrituras y de su interpretación, debe continuar siempre buscando nuevas verdades.

El propósito de Dios es que el cristiano continuamente crezca "en la gracia y el conocimiento" de Cristo (2 Ped. 3:18), comprendiendo que "la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov. 4:18).

Libertad. Es decir, la libertad de la salvación por la fe directamente en Cristo, sin tener en cuenta los requisitos del sistema ceremonial (ver 3:25; 4:5,31).

Nos hizo libres. Ver com. cap. 3:22-29; 4:4-5, 31.

No estéis otra vez sujetos. O "no seáis entrampados" ' Los gálatas habían salido de la esclavitud a los ídolos cuando recibieron el Evangelio de Pablo; pero aceptar los principios del judaísmo sería volver a un estado similar de servidumbre (ver coro. cap. 4:3,9). Significaba virtualmente renunciar por completo a Cristo. Negar o abandonar la verdad es hacerse vulnerable al error y al pecado. Es pecado no hacer lo que sabemos que es correcto (ver Sant. 4:17).

2. Yo Pablo. El apóstol habla en primera persona y se expresa con plena autoridad apostólica. Si permanecía en silencio ante esa crisis, se habría convertido en traidor a Cristo, quien le había confiado el cuidado de las iglesias (cf. 2 Tim. 4:1-2). 

El recibió su autoridad de Cristo (ver com. Gál. 1:11-12), y esperaba ser reconocido como representante de Dios y portavoz del Señor (ver coro. 2 Cor. 5:19-20). 

Cuando la ocasión lo demandaba, Pablo defendía su autoridad sin temor ni jactancia (cf. 1 Cor. 5:3-5; 2 Cor. 13:1-4).

Si os circuncidáis. Es como si Pablo les estuviera diciendo: "Vosotros sabéis que una vez fui judío estricto, firme creyente en los ritos y en las ceremonias de judaísmo" (cf.Hech. 26:5). Lo que estaba en peligro era importante; la situación era crítica. Pablo consideraba que era necesario e ejercer firmeza para impedir que algunos que estaban a punto de practicar ritos judaizantes lo hicieran.

El apóstol no quería decir que el que había sido circuncidado no podía hacerse cristiano, pues él mismo estaba circuncidado. Si algunos de los gálatas ya habían aceptado la circuncisión, podían, como él, considerar su circuncisión como "incircuncisión" (cf 1 Cor 7:18-20). Pero los que querían practicar la circuncisión con la esperanza de disfrutar de una experiencia más rica de justificación por la fe, tenían que ser advertidos. Ver com. Rom. 4:9-13.

De nada os aprovechará. Las promesas de Dios pertenecen sólo a los que las aceptan por fe, no a los que se proponen ganarlas por sus propios méritos. Las obras de justicia del hombre no tienen valor en el banco del cielo (ver Isa. 64:6).

La justificación por las obras es diametralmente opuesta a la justificación por la fe. Lo que se ha ganado no puede recibirse como si fuera un regalo (Rom. 4:4-5; 11:6). Pablo procura con mucha insistencia que se reconozca este hecho. Las "obras de la ley" (ver com. Rom. 2:12; Gál. 2:16) son completamente inútiles como medio de salvación (ver com. Gál. 3:19). En cuanto a la aplicación del principio aquí presentado, para los cristianos de hoy día, ver p. 932.

3. Otra vez testifico. Cf. cap. 3:10. Está obligado. Tal persona se pone a las órdenes de la ley. Pablo lo afirma teniendo en cuenta que "la ley" coloca a un hombre "bajo maldición" si descuida sólo una de sus ordenanzas (ver com. cap. 3:10). Los judaizantes que estaban intranquilizando a las iglesias de Galacia aparentemente sólo habían puesto énfasis, por lo menos hasta ese momento, sobre la circuncisión y algunos otros ritos legales específicos (ver cap. 4:10; 5:2-3).

Pero la ley no admite que se haga una selección: o todo o nada. El que aceptaba la circuncisión, de esa manera expresaba su creencia en todo el sistema y concordaba en someterse a todas sus exigencias; pero al mismo tiempo expresaba desconfianza en la eficacia de la expiación hecha para él por Jesucristo. A los gálatas les iba a resultar imposible ser fieles al Judaísmo y al cristianismo al mismo tiempo (ver com. Mat. 6:24).

Pablo no tenía el propósito de enseñar que es pecado que alguno se circuncidara. Había consentido en que Timoteo fuera circundado, aunque en circunstancias muy diferentes. Timoteo era medio judío, y Pablo permitió que fuera circuncidado como una concesión ante los prejuicios de los judíos entre quienes tenía que trabajar (ver Hech. 16:1-3). En lo que concernía a Pablo y a Timoteo, ese acto fue sólo una conveniencia. Lo que Pablo continuamente negaba y combatía era la insistencia de los judaizantes en la necesidad de la circuncisión como un medio para la salvación y como un requisito en las iglesias cristianas. Toda la ley. Ver com. cap. 2:16. 

4. De Cristo os desligasteis. O "rompisteis relaciones con Cristo". "Rompisteis con Cristo" (BC). La relación del pacto exige fe absoluta de parte del creyente (ver com. vers. 1). El que mezcla las obras para la justificación con su fe, viola su parte en el convenio, y de ese modo Cristo queda liberado de toda obligación con él. Las "obras" realizadas para lograr salvación son una negación de la fe.

Los gálatas se llamaban a sí mismos cristianos; sin embargo, habían sido persuadidos de que sólo los que aceptaban "la ley podían ser verdaderos cristianos. Con su proceder estaban negando precisamente lo que Cristo había hecho por ellos y se habían despejado de los méritos del Salvador.

No hay duda de que si podían ganar la salvación, ¿para qué necesitaban a Cristo? 

La obra en favor de ellos se había vuelto superflua, pues habían hallado el modo de arreglar sus cuentas con Dios por sí mismos. Si podían encontrar la justificación fuera de Cristo, entonces no lo necesitaban. Pero Jesús había declarado que nadie podía ir al Padre sino mediante él (Juan 14:6; cf. Hech. 4:12). 

El énfasis de Jesús en la verdad de que él es "el camino", es tan prominente en sus enseñanzas, que en años posteriores sus seguidores se llamaron a sí mismos la gente del "Camino" (ver Hech. 9:2; 22:4).

Por la ley os justificáis. Es decir, pensando que podían lograr la justificación medio de las obras de la ley (ver p. 931; com. Rom. 3:20; Gál. 3:19,24). Lo más que puede hacer "la ley" es mostrarle a un hombre su necesidad de justificación y señalarle el camino a Cristo. Pablo había presentado claramente en su Evangelio el plan de Dios para la salvación del hombre, que es el mismo plan por el cual Abrahán recibió la justificación (ver com. Gál. 3:6), quien sólo después de que fue declarado justo recibió el rito de la circuncisión.

La circuncisión -una de "las obras de la ley"- no produjo su justificación, sino que fue una señal de que él aceptaba la justificación por la fe (ver Rom. 4:9-11). Las obras que después recomendó (Gál. 5:13; 6:15) son el "fruto del Espíritu" (cap. 5:22), y así demuestran el poder de Cristo para la salvación (Rom. 1:16); pero en ninguna forma son un recurso para ganar la salvación.

De la gracia habéis caído. En cuanto al significado de "gracia", ver com. Rom. 3:24. Los gálatas habían recibido el Espíritu de Dios (cap. 3:2-3), habían experimentado la justificación por la fe (cap. 1:6), habían disfrutado en verdad de la libertad del Evangelio (cap. 5:1), habían corrido "bien" por un tiempo (cap. 5:7); si ahora buscaban la salvación por "las obras de la ley" (ver com. cap. 2:16) estarían renunciando a la gracia de Cristo, de la cual habían disfrutado hasta ese momento (ver coro. cap. 5:1-4; cf. com. cap. 3:19).

Estos dos métodos de alcanzar la salvación se excluyen mutuamente; aceptar uno es rechazar el otro.

Algunos sostienen que Pablo afirma aquí el retiro arbitrario de la gracia de Dios debido a ciertos actos pecaminosos; pero esta suposición carece de base bíblica. La falta del favor divino resulta del acto voluntario del que renuncia a él. 

Dios no exceptúa a nadie de las bendiciones de la salvación, salvo a aquellos que se exceptúan a sí mismos (ver Eze. 18:23,31; 33:11; 2 Ped. 3:9; com. Juan 3:17-20; Efe. 1:4-6). El contexto de esta afirmación muestra claramente que la responsabilidad recae completamente sobre los que deliberadamente rechazan la salvación por la fe a cambio de la salvación por las obras.

Dios no abandona al hombre, es éste el que se aparta del Señor y rechaza sus ofrecimientos de misericordia. Dios promete perdón a todos los que se aparten de sus caminos caprichosos (ver Juan 3:16; 1 Juan 1:9).

El único que cae de la gracia de Dios es el que voluntariamente ha elegido un proceder que sabe que es contrario a la voluntad divina. Esta es la deplorable condición de muchos llamados cristianos hoy día.

Esta condición es el resultado del deseo de seguir las inclinaciones naturales del corazón humano disfrutar de los placeres del pecado en vez de prestar atención a las insinuaciones del Espíritu de Dios. Hasta que estas personas no cometan el pecado imperdonable, que consiste en resistir persistentemente las insinuaciones del Espíritu (ver com. Mat. 12:31,32, 43-45), hay esperanza de que puedan ser restauradas a la gracia.

Pablo niega aquí específica y enfáticamente otra enseñanza popular que carece de base bíblica, y que comúnmente se expresa con estas palabras: "Una vez salvado, salvo para siempre". Esta enseñanza se basa en otra que tampoco es bíblica: que Dios ha predestinado a unos para que sean salvos y a otros para que se pierdan, sin tener en cuenta la libre elección de cada uno en este asunto. La verdadera naturaleza de la predestinación bíblica se trata en el comentario de Juan 3:17-20; Efe. 1:4-6.

Según el concepto común de la predestinación, aquellos a quienes Dios ha escogido para la salvación, es imposible que caigan de la gracia divina porque su derecho a ella ha sido garantizado por Dios; por lo tanto, con razonamiento semejante, quienes han sido predestinados por Dios para la condenación, nunca podrán alcanzar la gracia divina, y por lo mismo nunca pueden caer de ella.

La deducción es que los que parecen haber caído de la gracia sólo cayeron en apariencia, pues en realidad nunca estuvieron en ella. Sobra decir que únicamente cuando se sacan las palabras de Gál. 5:4 completamente fuera de su contexto, es posible que den la apariencia de que apoyan dicha conclusión (ver com. vers. 1-4).

Esta teoría -la de los llamados decretos divinos-ignora en realidad las claras afirmaciones de las Escrituras de que la voluntad humana es el factor decisivo en la salvación de cada uno. Ver pasajes de las Escrituras como Isa. 55:1; Eze. 18:21-30; 33:12-13; Luc. 5:32; Juan 6:37; cf. Juan 7:37; 12:32; Rom. 10:13; 11:20-23; 1 Cor. 9:27; Apoc. 22:17.

La doctrina de que Dios predestina a unos para la salvación y a otros para la destrucción, desconociendo así la elección individual en este asunto, es evidentemente incompatible con estas afirmaciones de las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, la enseñanza de que una persona no puede caer de la gracia porque "una vez salvada, salva para siempre" es sencillamente una invención humana.

5. Pues nosotros. El pronombre "nosotros" es enfático: "nosotros" que procuramos la salvación por la fe, en contraste con aquellos a quienes se alude en los vers. 1-4, que la buscan por las obras de la ley (ver com. cap. 2:16).

Por el Espíritu. El Espíritu Santo tuvo a su cargo la misión de continuar la obra que Cristo había comenzado (Juan 14:16), y mediante la acción del Espíritu los hombres participarían de la salvación por la fe en Cristo (cap. 16:7-9).

La presencia del Espíritu en las vidas de los creyentes es un recordativo constante, una garantía, de que Dios cumplirá todas sus promesas (ver com. 2 Cor. 1:22). Esto es cierto particularmente en cuanto a las promesas del regreso de Jesús y de la herencia de los santos (Efe. 1:13-14; cf. Col. 1:27; Tito 2:13).

La dádiva de la justificación es comunicada a los seres humanos por medio de la acción del Espíritu Santo (ver Juan 16:8). Aquí radica la diferencia entre la justificación ineficaz que el hombre busca por medio de las obras y la justificación eficaz que viene por la fe. En la primera no tiene parte el Espíritu, pues el esfuerzo es puramente humano y, por lo tanto, independiente de la gracia divina.

Aguardamos. Gr. apekdéjomai, "esperar pacientemente". En otros seis casos donde aparece esta palabra (Rom. 8:19,23,25; 1 Cor. 1:7; Fil. 3:20; Heb. 9:28) se la usa para referirse a la espera de la venida de Jesús y la resurrección.

Por fe. No por "obras".

La esperanza de la justificación. Es decir, la esperanza hecha posible por la justificación Pablo no insinúa que los que han recibido el Espíritu deben esperar la justificación. Aguardan "la esperanza" impartida por la justificación, la esperanza de que se complete el plan de salvación con el regreso de Jesús y la resurrección de los muertos (Rom. 8:23; Tito 2:13). Pablo habla finalmente de la justificación como de una obra ya completa en la vida del cristiano (Rom. 5:1; etc.; ver com. Mat. 5:48).

6. En Cristo Jesús. Pablo describe la condición el que ha sido justificado por la fe en Cristo, del que ha llegado a ser cristiano no de nombre sino de verdad.

Circuncisión. Ver com. Gén. 17:10 -11; Rom. 4:11. Pablo no condena en ningún sentido a los que han sido circuncidados; sólo advierte que cuando una persona está "en Cristo Jesús" la circuncisión no establece ninguna diferencia. El factor decisivo es la fe. La circuncisión en sí misma no hace diferencia para los cristianos, excepto las consecuencias físicas implícitas; pero el cristianismo siempre estará en pugna contra el supuesto valor religioso del rito y el concepto implicado de la justificación por las obras.

La fe que obra. No hay duda de que la fe tiene o produce "obras"; pero no "las obras de la ley" (ver com. cap. 2:16); por lo tanto se excluyen todas las "obras" hechas con el propósito de ganar la justificación (ver p. 932).

Las "obras" que acompañan a la fe genuina son inspiradas debido al sentimiento de aprecio por el don de la gracia divina, por el amor a Dios y a nuestros prójimos (ver Gál. 5:14; com. Mat. 22:34-40). Santiago habla de esta clase de obras cuando declara que "la fe sin obras está muerta" (Sant. 2:26; cf. cap. 1:17).

En este punto concuerdan las enseñanzas de Pablo y Santiago. Las dos no están en conflicto como algunos apresuradamente lo han supuesto. La fe que no produce "el fruto del Espíritu" en la vida es una falsificación (Gál. 5:22-23). La supuesta fe que induce a una persona a creer que está eximida de obedecer la voluntad de Dios tal como se expresa en el Decálogo, que es un compendio de cómo se debe expresar el amor a Dios y al hombre, es una falsificación (ver com. Mat. 5:17-18; 7:21-27).

Una profesión de amor es pura hipocresía si no hay obediencia. La obediencia al deber conocido es el resultado inevitable de la justificación que proviene de la fe, y es la prueba suprema de que esa justificación es genuina (ver Sant. 2:18).

Pablo declara enfáticamente que el propósito de Dios al dar a su Hijo para salvar a los pecadores (ver com. Juan 3:16) fue hacer posible que los principios de su santa ley se cumplieran en las vidas de los seres humanos (ver com. Rom. 8:3-4). En el pasaje de Gál. 5:13 a 6:15 Pablo se refiere a la clase de "obras" que él recomienda a los gálatas cristianos.

Por el amor. El amor a Dios y al hombre es el espíritu que impulsa las "obras" que acompañan a la fe. 

7. Corríais bien. Pablo compara repetidas veces la vida cristiana como una carrera (1Cor. 9:24,26; Fil 2:16; 2 Tim. 4:7; Heb.12:1). Los Gálatas habían corrido "bien" hasta la llegada de los judaizantes (ver com. Gál. 1:6-7; 3:1); habían emprendido una carrera cristiana con ardor y celo.

Estorbó. Gr. anakóptÇ, "impedir", "frenar", como a un navío en su viaje. En la terminología militar significa, por ejemplo, romper un camino o destruir un puente, o poner un obstáculo en el camino del enemigo para detener su avance. Es obvio que había quienes perturbaban a los gálatas (cap. 1:7) y los fascinaban (cf. cap. 3:1); eran, por supuesto, los judaizantes (ver p. 930).

8. Esta persuasión. Es decir, persuasión para que aceptaran las enseñanzas de los judaizantes.

Aquel que os llama. Es decir, Pablo, o quizá Dios que hablaba por medio de Pablo (ver com. Gál. 1:6; cf. 2 Cor. 5:19-20). Dios no podría haberlos persuadido así, ni tampoco Pablo. Debe haber habido algo peculiarmente fascinante en la enseñanza de los judaizantes, pues fueron seducidos tantos cristianos y Pablo tuvo que escribir tan extensamente para advertir contra ella (ver pp. 34-35, 930). A estas alturas parece casi tan extraño que los cristianos fueran seducidos por los judaizantes como lo fueron los judíos por la idolatría en los tiempos del AT.

9. Levadura. Ver com. Mat. 13:33; 1 Cor. 5:6; cf. 2 Tim. 2:17. La influencia de los judaizantes había comenzado en forma aparentemente pequeña, pero había alcanzado grandes proporciones. Cuando Pablo cita este proverbio en su carta a los corintios (1Cor. 5:6) se refiere al ejemplo contagioso de unos pocos miembros cuya conducta él se sentía obligado a reprender. Si se permitía que continuara el movimiento de Galacia, con el tiempo toda la iglesia cristiana podría volver a la práctica de los ritos y de las ceremonias del judaísmo.

10. Confío respecto de vosotros. El progreso de la apostasía en Galacia, aunque era alarmante, no era todavía completo (ver com. cap. 1:7; 3:10; 4:10; 5:3). Pablo confiaba en que por lo menos la mayoría reconociera su error y no se apartaran (cf. 2 Cor. 2:3; 7:16; 8:22). Esta expresión de confianza refleja bien juicio de parte de Pablo como dirigente de iglesia, pues la confianza inspira confianza y estimula a la acción. Los que dirigen siempre deben hacer resonar una nota de esperanza y ánimo, aun bajo pruebas difíciles.

No pensaréis de otro modo. Es decir, se sentirían inclinados a aceptar su consejo y a prestar atención a su advertencia (ver com. vers. 1-6). Pablo evita con tacto no ejercer presión sobre sus lectores para que creyeran lo mismo que él. Les presenta los hechos en forma honrada y lógica, y los exhorta para que hagan su propia decisión teniendo en cuenta la evidencia presentada. Espera que haya unidad en la iglesia de Galacia, y puesto que la única conducta razonable que se debía seguir es la que él aconseja, cree que los gálatas verán las cosas como él las ve. Los alaba de antemano por su buen juicio.

El que os perturba. Ver com. cap. 1:7. Los gálatas eran vacilantes; indudablemente se hallaban en un estado de incertidumbre y perplejidad. Más de una persona era responsable de la apostasía en Galacia (cap. 1:7; 4:17). El hecho de que Pablo utilice el singular -"el que-, quizá no signifique que se refiera a un solo caudillo sino individualmente a cada maestro de herejía; de lo contrario ese singular podría reflejar el hecho de que sólo unos pocos eran responsables de las dificultades de la iglesia.

Sentencia. Gr. kríma, "sentencia", juicio", "pena". "Castigo" (BJ, NC); "condenación" (BC). Los que perturbaban las iglesias de Galacia tendrían que responder ante Dios por su reprensible conducta y aceptar el castigo que seguramente el Señor les impondría (ver Hech. 17:31; Rom. 14:10; 2 Cor. 5:10). 

Pablo cree en el triunfo de la verdad y la justicia, y que nada puede impedir la marcha triunfal del Evangelio (ver 2 Cor. 13:8; Fil. 1:12).

11. Predico la circuncisión. Los judaizantes evidentemente habían acusado a Pablo de que hacía esto, probablemente porque había permitido que Timoteo fuera circuncidado y tal vez otros más (Hech. 16:1-3). Sin duda procuraban que Pablo apareciera como inconsecuente. Ver com. Gál. 5:2-4.

¿Por qué padezco persecución? Pablo responde a la infundada acusación presentando una pregunta que demuestra que el cargo es falso. Si es cierto, pregunta: ¿por qué entonces aún lo persiguen los judaizantes? (ver 2 Cor. 11:26; Gál. 2:4).

 El mayor número de persecuciones que sufrió Pablo fue de parte de los judíos.

 (ver com. cap. 4:29). 

Por dondequiera que iba se levantaba la persecución, casi invariablemente porque en su Evangelio no había lugar para el legalismo judaico. Por supuesto, se trataba de una acusación falsa, pues Pablo continuamente citaba a Moisés para fundamentar su Evangelio. Como la circuncisión era el distintivo peculiar del judaísmo, hubiera sido sin duda muy extraño que los judíos lo persiguieran si realmente hubiese creído que él favorecía la circuncisión.

Se ha quitado. La "circuncisión" es incompatible con la "cruz" (ver com. vers. 1-2). Si Pablo predicaba la "circuncisión" era indudablemente porque ya no predicaba la "cruz". Ambas se excluyen entre sí: o la una o la otra.

Tropiezo. Gr. skándalon, el palo que, a manera de gatillo o disparador, hace que funcione una trampa (ver com. 1 Cor. 1:23). Un skándalon podía ser metafóricamente cualquier movimiento que, como una zancadilla, hiciera tropezar a una persona. Para los judíos la cruz era un skándalon, un "tropezadero" (1 Cor. 1:23).

Pensaban así porque esperaban que el Mesías vendría como un gran caudillo político y militar para liberarlos de la tiranía de los Romanos (ver com. Luc. 4:19). Cuando Jesús se sometió a las crueldades que le infligieron, los judíos llegaron a la conclusión de que no podía ser el Mesías prometido. Interpretaron su humildad como debilidad. Si hubieran aceptado la profecía de Isa. 53 no habrían cometido ese error. En su mente y corazón no había lugar para un Mesías sufriente.

12. ¡Ojalá! Pablo no deseaba el mal a sus adversarios. Sólo quiere decir que era natural y lógico que los judaizantes hicieran lo que él les sugería, pues de haberlo hecho se habrían presentado como lo que en realidad eran: fanáticos.

Mutilasen. Gr. apokóptÇ, "cortar", "trozar "separar", como en el caso de Hech. 27:32; "amputar", "mutilarse", como en Mar. 9:43; Juan 18:10; "castrarse", "convertirse en eunuco", como aquí y en Deut. 23:1, en la LXX, y por lo general en los papiros. La palabra nunca se usa en sentido figurado, como cortar (separar) a una persona de la feligresía de la iglesia, o quitarle la vida.

La ciudad de Pesino, en la Galacia central (ver mapa p. 928), era la sede del culto de Cibeles, la diosa madre de la naturaleza de la antigua Anatolia. Los hombres que consagraban su vida al culto y servicio de Cibeles tenían la costumbre de convertirse en eunucos. Pablo sugiere que los judaizantes que abogaban por la circuncisión podían también castrarse. Si se podía lograr una cierta medida de virtud mediante la circuncisión, podría lograrse aún más castrándose. Debido a la deliberada tergiversación de las enseñanzas de Pablo por parte de los judaizantes (vers. 11), éstos demostraban que no eran mejores que los paganos.  Ver pp. 34-35; com. Hech. 16:6.

Este es el clímax del tema de Pablo contra los judaizantes y su última referencia a ellos en el libro de Gálatas. judaizar equivalía a convertirse al paganismo, y la circuncisión tenía tanto valor como medio de salvación como la costumbre pagana de castrarse. La circuncisión como rito religioso para los cristianos estaba tan desprovista de significado como la mutilación del cuerpo.

13. A libertad fuisteis llamados. Es decir, la "libertad" de la salvación por la fe en Cristo, en contraste con la fingida salvación por las obras de la ley (ver com. vers. 1). Acerca de la relación entre la "libertad" del Evangelio y la ley de Dios, ver com. vers. 6. Comparar con las enseñanzas de nuestro Señor en cuanto al tema de la libertad cristiana (Juan 8:31-36).

La libertad no debe confundirse con libertinaje. El verdadero amor a Dios induce a tratar de comprender y hacer la voluntad de Dios. El amor y la gracia de Dios no eximen a una persona de la lealtad y la obediencia al Señor (ver com. Mat. 7:21-27; Gál. 5:6). La "libertad" de que Pablo habla es la liberación de la "esclavitud" del sistema ceremonial (ver com. cap. 5:1). En cuanto a la relación de la libertad cristiana con la ley divina, ver com. Rom. 3:31 (cf. com. Gál. 3:19,24). Una persona no puede experimentar un gozo mayor que el que se deriva de una inteligente cooperación de todo corazón con el propósito divino que dio existencia a tal persona.

Ocasión para la carne. La libertad del Evangelio no es una licencia para que se practiquen las "obras de la carne" (ver com. vers. 19-21). La libertad es una posesión segura sólo cuando hay dominio propio para equilibrarla.  Dios libera a los hombres del pecado y después "produce" en ellos "así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13; cf. com. Rom. 8:3-4).

Servíos... los unos a los otros. Es decir, en lugar de intentar aprovecharse unos de otros.  Las últimas dos frases constituyen una antítesis. El que da "ocasión para la carne" se sirve a sí mismo y no a sus prójimos. El amor hacia otros se manifiesta por la buena disposición para servirles (ver com. Mat. 22:39-40).

Pablo con frecuencia se llama a sí mismo "siervo" (ver Rom. 1:1; Tito 1:1); pero su servidumbre era voluntaria y el fruto del amor. El amor a Dios halla su más sublime y mejor expresión en el amor y el servicio para nuestros prójimos (ver 1 Juan 4:20-21). En Gál. 5:13 a 6:15.

Pablo destaca la verdad de que la única evidencia válida de que Dios nos ha aceptado y adoptado como hijos de él, es la vida transformada (cap. 6:15) en la cual "el fruto del Espíritu" (cap. 5:22-23) alcanza la madurez y hace "bien a todos" (cap. 6:10; cf. cap. 5:13). Esa clase de amor cumple la ley (Rom. 13:10).

14. La ley. En el griego de este pasaje se halla el artículo definido "la" (com. Rom.2:12). Pablo se refiere a la Torah, es decir a toda la voluntad revelada de Dios para el hombre, pero especialmente a la ley moral, como lo implica el contexto.

Esta sola palabra. Es decir, amor (ver com. Mat. 5:43-44).

Amarás a tu prójimo. Este es el tema del pasaje (cap. 5:13 a 6:15). Los últimos seis Mandamientos del Decálogo se ocupan del amor al prójimo (ver com. Mat. 22:39-40); los seis rigen las relaciones del hombre con el hombre, así como los primeros cuatro rigen las relaciones del hombre para con Dios.

El hecho de que Pablo no mencione aquí los cuatro primeros Mandamientos no implica que en ninguna manera hayan perdido su valor para el cristiano. El tema de la epístola hasta aquí ha sido las correctas relaciones entre el cristiano y Dios. Pero para que los gálatas no erraran pensando que la religión consiste únicamente en una correcta relación con Dios, Pablo les hizo notar que también consistía en las correctas relaciones con los prójimos. La cita es de Lev. 19:18.

15. Os mordéis y os coméis. "Os devoráis mutuamente" (BJ). Expresiva metáfora que sugiere una especie de canibalismo. Los gálatas se comportaban como bestias feroces y salvajes, con sus palabras y sus hechos se devoraban mutuamente. Sin duda se incluyen las murmuraciones, las calumnias y los tratos ásperos.

Os consumáis unos a otros. La historia eclesiástica registra la triste suerte de sucesivos grupos religiosos en los cuales se cumplió la funesta advertencia de Pablo.  La unidad en la fe y la unidad de los creyentes dentro de la unidad de la fe, fueron el tema de la oración de nuestro Señor registrada en Juan 17. Cuando prevalece una situación como la que aquí describe Pablo, ningún grupo cristiano puede disfrutar de una vida cristiana saludable.

16. Andad en el Espíritu. Literalmente "andad en Espíritu", es decir, en armonía con ideales espirituales (ver com. Rom. 8:1,14). Pablo usa esta expresión repetidas veces en sus epístolas. El Espíritu Santo es el instrumento establecido por Dios para conducir a los hombres a la vida eterna (ver com. Juan 16:8-11).

Deseos. Gr. epithumía, "pasión", "concupiscencia" (BC, NC); "apetencias" (BJ). Ver com. Mar. 4:19. En cuanto a la expresión "deseos de la carne", ver com. Rom. 13:14. Satisfacer "los deseos de la carne" es aceptar el predominio de las pasiones, sentimientos y deseos carnales; la antítesis de caminar reír el Espíritu". El comportamiento del Espíritu conduce a la vida, pero el de la carne lleva a la muerte (ver Rom. 8:6-8). La palabra "carne" significa la naturaleza humana corrupta.

17. Contra el Espíritu. Prosigue la contienda aparentemente interminable: la lucha entre la inclinación de hacer lo correcto y la inclinación a hacer lo malo. Cuando Pablo analizó este conflicto en su propia vida pasada, vio que la victoria sólo era posible por medio de Jesucristo (Rom. 7:24 a 8:2).

Estos se oponen. Algo inevitable e inmutable; no hay transigencia del uno frente al otro. Nunca viene el bien si se transige con el mal.

Lo que quisiereis. Ver com. Rom. 7:21-24. La enseñanza de Pablo acerca de la debilidad de la carne no concuerda con la creencia de que en el ser humano hay una fuerza latente, por medio de la cual puede vencer sus malas tendencias.

18. Guiados por el Espíritu. Ver com. Rom. 8:14.

No estáis bajo la ley. Pablo advierte a los gálatas que el Espíritu Santo nunca conduce a los hombres a buscar la salvación mediante el cumplimiento de los preceptos del sistema ritual judío, o mediante cualquier sistema de justificación propia (ver p. 932). Los que se someten a una religión legalista siempre están en guerra con el Espíritu Santo. Ver com. cap. 2:16.

19. Manifiestas. La lista de pecados que a continuación presenta el apóstol son sólo algunos ejemplos, pues no agotan el tema. Aparecen la sensualidad, la superstición, el egoísmo y la intemperancia. Cuando los gálatas renunciaron a la conducción del Espíritu Santo, esos malos frutos sin duda aparecieron en sus vidas.

Obras de la carne. Es decir, los hechos que resultan de la acción sin trabas de las pasiones, los sentimientos y los deseos humanos. Ver com. vers. 16. El apóstol Pablo presenta una lista parcial de esas "obras" en los vers. 19-21.

Adulterio. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de esta palabra. (No aparece en la BJ, BC ni NC.) "Fornicación", es decir, inmoralidad en general, por supuesto incluiría "adulterio".

Fornicación. O "inmoralidad" (ver com. Mat. 5:32).

Inmundicia. O "impureza" (BJ, BC, NC). Ver com. 2 Cor. 12:21.

Lascivia. O "concupiscencia desenfrenada" (ver com. 2 Cor. 12:21). "Libertinaje" (BJ, BC).

20. Idolatría. Todo lo que ocupa el lugar de Dios en nuestros afectos se convierte en un ídolo. El culto pagano incluía por lo general prácticas inmorales y estimulaba a sus feligreses a practicarlas (ver t. II, pp. 41-42; com. Deut. 23:17).

Hechicería. Gr. farmakéia, literalmente, "veneno", "poción mágica", "administración de drogas", y por lo tanto, "brujería" (ver com. Exo. 7:11), la pretendida capacidad de producir embelesas mágicos. Pablo se enfrentó a la brujería en Éfeso (ver com. Hech. 19;19). La brujería antigua y el espiritismo moderno tienen mucho en común. Juan incluye la hechicería entre los pecados de los que finalmente quedarán excluidos de la presencia de Dios (Apoc. 21:8; cf. cap. 9:21; 18:23).

Enemistades. U "hostilidades"; "odios" (BJ, NC).

Pleitos. O "envidia"; "discordias" (BJ, NC).

Disensiones. O "divisiones" (NC).

Herejías. Gr. háiresis (ver com. 1 Cor. 11:19), aquí con el significado de "disensiones" (BJ); "sectas" (BC). Compárese con la situación en la iglesia de Corinto (1 Cor. 1:12-13). 

El verdadero espíritu cristiano es siempre de unidad (ver com. Juan 17:21).

21. Homicidios. La evidencia textual (cf. p. 10) sugiere la omisión de esta palabra.

Orgías. O "francachelas". Festines en los que se come y bebe sin moderación y se cometen otros excesos.

No heredarán. Ver com. 1 cor: 6:9; cf. Apoc. 21:27.

Reino de Dios. Osea el futuro reino de la gloria divina (ver com. Mat. 4:17; 5:2).

22. Fruto del Espíritu. Lo que naturalmente se produce en la vida cuando está dirigida por el Espíritu (cf. vers. 18). Los resultados de este predominio son un contraste con las obras de la carne (vers. 19-21). El fruto del Espíritu no es un producto espontáneo de la naturaleza humana, sino de un poder completamente diferente al del hombre.

Es digno de tener en cuenta que "fruto" está en singular y "obras" (vers. 19) está en plural. No hay sino un solo "fruto del Espíritu", y ese único fruto incluye todas las gracias cristianas enumeradas en los vers. 22-23. En otras palabras, todas esas gracias o virtudes deben estar presentes en la vida del cristiano, y no se puede decir que él da el "fruto del Espíritu" si falta una de ellas.

Pero hay muchas maneras en que puede manifestarse el mal, y sólo es necesario que se presente en la vida uno de los malos rasgos de la lista de los vers. 19-21 para que la persona sea clasificada con los que practican las "obras de la carne". Se necesitan todas las virtudes cristianas para que una persona sea un verdadero seguidor de Cristo; pero basta sólo una de las "obras de la carne" para que el que la practica sea un seguidor del maligno.

Amor. Ver com. Mat. 5:43-44; 1 Cor. 13.

Gozo. Ver com. Rom. 14:17.

Paz. Ver com. Juan 14:27.

Paciencia. O "resignación". Ver com. 1 Cor. 13:4; 2 Cor. 6:6.

Benignidad. O "afabilidad" (BJ, NC). Gr. jr'stót's (ver com. 2 Cor. 6:6). Una persona afable es de temperamento suave, tranquilo y apacible. Un cristiano nunca debe ser áspero ni hosco, sino siempre alegre, considerado y cortés.

Bondad. Es decir, rectitud en el corazón y en la vida, en los motivos y en la conducta. Ver com. Mat. 7:12; 12:33; 19:17; Juan 7:12.

Fe. Gr. pístis, que significa tanto "fe" como "fidelidad" (BJ). La "fe" es una actitud de confianza en otras personas o en verdades respecto a las cuales la evidencia objetiva es incompleta, entre tanto que la "fidelidad" es una cualidad de la conducta que permite que otros tengan confianza en nosotros. La fe es una actitud mental; la fidelidad es una norma de conducta. "Fidelidad" sería en este pasaje una característica más apropiada, pues se aproxima más a los otros aspectos del "fruto" del Espíritu que se hallan en la lista. Ver com. Heb. 11:16.

23. Mansedumbre. O "apacibilidad", "dulzura". En cuanto a este rasgo del carácter, ver com. Mat. 5:5; 11:29

Templanza. Mejor "dominio propio". Implica mucho más que abstenerse de bebidas embriagantes. Significa moderación en todas las cosas y un dominio completo de cada pasión y apetito, quedando excluidos los excesos de toda especie. Es posible ser intemperante aun en el trabajo para el Señor al descuidar las leyes de la salud. En cuanto al ideal cristiano de perfección, ver 1 Cor. 10:31; cf. com. Mat. 5:48. Aunque en algunos MSS se añade "pureza" a la lista de virtudes, la evidencia textual (cf. p. 10) establece su omisión.

No hay ley. No hay ninguna condenación contra los que dirigen su vida de esta manera. "Obras" como éstas son dignas de toda alabanza (ver com. vers. 6, 13-14), así como se desechan las "obras" del sistema ceremonial (vers. 1,4). Los que reflejan en su vida estas características del Espíritu son los únicos que están verdaderamente libres y pueden disfrutar de genuina felicidad. Sólo ellos están completamente en paz con Dios y con el hombre.

24. Crucifícado la carne. Es decir, han renunciado completa e irrevocablemente a cada tendencia natural que no está en armonía con la voluntad de Dios. En cuanto a "con Cristo estoy juntamente crucificado", ver com. Gál. 2:20; cf. com. Rom. 6:2-16; y en cuanto a "la carne", ver com. Gál. 5:13,17,19.

La lucha del cristiano contra las tendencias naturales desordenadas, los apetitos y las pasiones consta de dos etapas. La primera es una decisión bien meditada, firme, estable e irrevocable de rendir el corazón y la voluntad a Cristo para que él elimine cada mala tendencia de la vida. 

Esta decisión debe ser reafirmada cada día, y durante el día con tanta frecuencia como surjan las tentaciones o cada vez que se advierta que no se ha alcanzado la meta de la perfección. Sólo así puede el cristiano llevar a cabo la orden de presentar su cuerpo a Dios "en sacrificio vivo, santo, agradable" (ver com. Rom. 12:1).

Dios acepta esta resucita decisión de la voluntad, y él continúa con la obra celestial de transformar la vida (Rom. 12:2) y de reformarla a la semejanza de Cristo. 

Este es el proceso de santificación, de alcanzar "la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4:13). 

En cuanto a la condición del cristiano durante este proceso, ver com. Mat. 5:48.

El cristiano quizá todavía cometa faltas (ver MJ 336), aunque no deliberadamente; pero mientras acuda a Cristo genuinamente arrepentido (Heb. 4:15-16; 1 Juan 2:1) y reafirme su voto original de lealtad, sigue siendo reconocido como hijo de Dios y se le concede el privilegio de llevar el manto de la justicia de Cristo (ver com. Mat. 22:1-14).

Es posible que nos desanimemos debido a los fracasos cuando tratamos de vencer el pecado con nuestro propio poder y no con el de Dios, o cuando no cooperamos con Dios (ver Fil. 2:12-13). También hay peligro de quedar satisfechos con lo que hemos logrado, peligro de medir nuestro progreso por el de los que nos rodean. La crucifixión de la carne es una lucha que no admite treguas en esta vida. Sin embargo, la vida del cristiano puede ser de una victoria continua en Cristo Jesús, y levantarse inmediatamente cada vez que cayere. Ver com. Rom. 7:25 a 8:4; 1 Juan 5:4. 

Deseos. Ver com. vers. 16.

25. Si vivimos. Si hemos aceptado la conducción del Espíritu Santo, demostrémoslo en forma efectiva en nuestra vida diaria.

26. No nos hagamos vanagloriosos. O "presuntuosos", "ególatras". Los cristianos no deben jactarse ni aun en su corazón de sus triunfos espirituales (vers. 25), sino que con humildad deben considerar que otros son mejores que ellos (Fil. 2:3).

Irritándonos unos a otros. Nada es más ofensivo para los demás que la presunción de que somos más virtuosos o superiores que ellos.

Envidiándonos unos a otros. Algo opuesto a "irritándonos unos a otros". Es tan fatal para el carácter cristiano envidiar a los que, en cierto sentido, quizá sean superiores a nosotros, como lo es el sentirnos superiores a los demás. Afectar superioridad es con frecuencia sólo un esfuerzo para ocultar sentimientos de inferioridad debidos a la comprensión de que en realidad otros son superiores a nosotros. La envidia conduce al odio, y éste a su vez lleva a la venganza. La humildad permanece siempre como una de las virtudes cristianas cardinales. Ver Fil. 2:3. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1. HAp 311; 22-23. HAp 311. EN SU ESFUERZO POR RECUPERAR LA CONFIANZA DE SUS HERMANOS GÁLATAS, Pablo vindicó hábilmente su posición como apóstol de Cristo. Se declaró apóstol, "no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos." Él no había recibido su comisión de los hombres, sino de la más alta autoridad del cielo. Y su posición había sido reconocida por un concilio general en Jerusalén, cuyas decisiones Pablo había cumplido en todas sus labores entre los gentiles. A los que procuraban negar su apostolado, Pablo les presentó así pruebas de que "en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles" (2 Cor. 11:5), no para exaltarse a sí mismo, 311 sino para magnificar la gracia de Dios.

LOS QUE PROCURABAN EMPEQUEÑECER SU VOCACIÓN Y SU OBRA, estaban luchando contra Cristo, cuya gracia y poder se manifestaban por medio de Pablo. El apóstol se vio forzado, por la oposición de sus enemigos, a defender decididamente su posición y autoridad.

PABLO ROGÓ a los que habían conocido una vez el poder de Dios en sus vidas, a volver a su primer amor de la verdad evangélica. Con argumentos irrefutables les presentó su privilegio de llegar a ser hombres y mujeres libres en Cristo, por cuya gracia expiatoria todos los que se entregan plenamente son vestidos con el manto de su justicia. Sostuvo que toda alma que quiera ser salvada debe tener una experiencia genuina y personal en las cosas de Dios.

LAS FERVIENTES PALABRAS de ruego del apóstol no fueron estériles. El Espíritu Santo obró con gran poder, y muchos cuyos pies habían sido descarriados por caminos extraños, volvieron a su primera fe en el Evangelio.

DESDE ENTONCES SE MANTUVIERON FIRMES en la libertad con que Cristo los había hecho libres. En sus vidas se revelaban los frutos del Espíritu: "Caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza." El nombre de Dios fue glorificado, y muchos fueron agregados al grupo de creyentes por toda esa región.312

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/08/capitulo-36-apostasia-en-galacia.html

6. DMJ 49. "CUALQUIERA QUE QUEBRANTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS MUY PEQUEÑOS, Y ASÍ ENSEÑE A LOS HOMBRES, MUY PEQUEÑO SERÁ LLAMADO EN EL REINO DE LOS CIELOS". Eso significa que no tendrá lugar en el reino, pues el que deliberadamente quebranta un mandamiento no guarda ninguno de ellos en espíritu ni en verdad. "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos". * Santiago 2:10.

No es la magnitud del acto de desobediencia lo que constituye el pecado sino el desacuerdo con la voluntad expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque demuestra que todavía hay comunión entre el alma y el pecado. El corazón está dividido en su servicio. Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su gobierno.

Si los hombres estuviesen en libertad para apartarse de lo que requiere el Señor y pudieran fijarse una norma de deberes, habría una variedad de normas que se ajustarían a las diversas mentes y se quitaría el gobierno de las manos de Dios. La voluntad de los hombres se haría suprema, y la voluntad santa y altísima de Dios, sus fines de amor hacia sus criaturas, no serían honrados ni respetados.

Siempre que los hombres escogen su propia senda, se oponen a Dios. No tendrán lugar en el reino de los cielos, porque guerrean contra los mismos principios del cielo. Al despreciar la voluntad de Dios, se sitúan en el partido de Satanás, el enemigo de Dios y de los hombres. No por una palabra, ni por muchas palabras, sino por toda palabra que ha hablado Dios, vivirá el hombre. No podemos despreciar una sola palabra, por pequeña que nos parezca, y estar libres de peligro. No hay en la ley un mandamiento que no sea para el bienestar y la felicidad de los hombres, tanto en esta vida como en la venidera. Al obedecer la ley 49 de Dios, el hombre queda rodeado de un muro que lo protege del mal. Quien derriba en un punto esta muralla edificada por Dios destruye la fuerza de ella para protegerlo porque abre un camino por donde puede entrar el enemigo para destruir y arruinar.

Al osar despreciar la voluntad de Dios en un punto, nuestros primeros padres abrieron las puertas a las desgracias que inundaron el mundo.  Toda persona que siga su ejemplo cosechará resultados parecidos. El amor de Dios es la base de todo precepto de su ley, y el que se aparte del mandamiento labra su propia desdicha y su ruina.

"SI VUESTRA JUSTICIA NO FUERE, MAYOR QUE LA DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS, NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS." Los escribas y los fariseos habían acusado de pecado no solamente a Cristo sino también a sus discípulos, porque no respetaban los ritos y las ceremonias rabínicas. A menudo los discípulos se habían sentido perplejos y confusos ante la censura y la acusación de aquellos a quienes se habían acostumbrado a venerar como maestros religiosos. Mas Jesús desenmascaró ese engaño. Declaró que la justicia, a la cual los fariseos daban tanta importancia, era inútil. La nación judaica aseveraba ser el pueblo especial y leal que Dios favorecía; pero Cristo representó su religión Como privada de fe salvadora. Todos sus asertos de piedad, sus ficciones y ceremonias de origen humano, y aun su jactancioso obediencia a los requerimientos exteriores de la ley, no lograban hacerlos santos. No eran limpios de corazón, ni nobles ni parecidos a Cristo en carácter.

Una religión formalista no basta para poner el alma en armonía con Dios. La ortodoxia rígida e inflexible de los fariseos, sin contrición, ni ternura ni amor, no era más que un tropiezo para los pecadores. Se asemejaban ellos a sal que hubiera perdido su sabor; porque su influencia no tenía poder para proteger al mundo contra la corrupción. La única fe verdadera es la que "obra por el amor" *Gálatas 5:6, para Purificar el alma. Es como una levadura que transforma el carácter. 50 
Los judíos debían haber aprendido todo esto de las enseñanzas de los profetas. Siglos atrás, la súplica del alma por la justificación en Dios había hallado expresión y respuesta en las palabras del profeta Miqueas:
"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de: carneros, o de diez mil arroyos de aceite?. . . Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios". *Miq. 6:6-8.

El profeta Oseas había señalado lo que constituye la esencia del farisaísmo, en las siguientes palabras: "Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí misma". *Oseas 10:1. En el servicio que profesaban prestar a Dios, los judíos trabajaban en realidad para sí mismos. Su justicia era fruto de sus propios esfuerzos para observar la ley, conforme a sus propias ideas y para su propio bien egoísta. Por lo tanto, no podía ser mejor que ellos. En sus esfuerzos para hacerse santos, procuraban sacar cosa limpia de algo inmundo. 
La ley de Dios es tan santa como él, tan perfecta como él. Presenta a los hombres la justicia de Dios. Es imposible que los seres humanos por sus propias fuerzas, observen esta ley; porque la naturaleza del hombre es depravada, deforme y enteramente distinta del carácter de Dios. Las obras del corazón egoísta son "como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia". * Isaías 64:6.

Aunque la ley es santa, los judíos no podían alcanzar la justicia por sus propio esfuerzos para guardarla. Los discípulos de Cristo debían buscar una justicia diferente de la justicia de los fariseos, si querían entrar en el reino de los cielos. Dios les ofreció, en su Hijo, la justicia perfecta de la ley. Si querían abrir sus corazones para recibir plenamente a Cristo, entonces la vida misma de Dios, su amor, moraría en ellos, transformándolos a su semejanza; así, por el don generoso, de Dios, poseerían la justicia exigida por la ley.  Pero los fariseos rechazaron a Cristo; "ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia", * Romanos 10:3.  no querían someterse a la justicia de Dios.51 Jesús procedió entonces a mostrar a sus oyentes lo que significa observar los mandamientos de Dios, que son en sí mismos una reproducción del carácter de Cristo. Porque en él, Dios se manifestaba diariamente ante ellos.

9. 1JT 569. El amor que debe existir entre los miembros de la iglesia 569 es con frecuencia reemplazado por críticas y censuras; y éstas se manifiestan hasta en los servicios religiosos, en reproches y severas alusiones personales. Los ministros, los ancianos o los hermanos no deben apoyar estas cosas. Los servicios de la iglesia deben llevarse a cabo con un sincero deseo de glorificar a Dios. Cuando los hombres, con sus peculiaridades, se reúnen en la iglesia, a menos que la verdad de Dios suavice y subyugue los rasgos duros del carácter, aquélla quedará afectada y su paz y armonía serán sacrificadas a causa de estos rasgos egoístas no santificados. Muchos, al tratar de descubrir las faltas de sus hermanos, descuidan la investigación de su propio corazón y la purificación de su propia vida. Esto desagrada a Dios. Cada miembro de la iglesia debe ser celoso de su propia alma y debe vigilar atentamente sus propias acciones, no sea que obre por motivos egoístas y sea una causa de tropiezo para sus hermanos débiles.

Dios toma a los hombres tales como son, con el elemento humano de su carácter, y luego los educa para su servicio si quieren dejarse disciplinar y aprender de él. La raíz de amargura, de envidia, de desconfianza, de celos y aun de odio que existe en el corazón de algunos miembros de la iglesia, es obra de Satanás. Tales elementos tienen una influencia perniciosa sobre la iglesia. "Un poco de levadura leuda toda la masa." (Gál. 5:9.) El celo religioso que se manifiesta al acusar a los hermanos, es un celo que no es conforme al conocimiento. Cristo no tiene nada que hacer con un testimonio tal. 570

12-16. 2JT 84. Debemos buscar la verdadera bondad más bien que la grandeza. Los que poseen el ánimo de Cristo tendrán humilde opinión de sí mismos. Trabajarán por la pureza y prosperidad de la iglesia, y estarán listos para sacrificar sus propios intereses y deseos antes que causar disensión entre sus hermanos.

Satanás está tratando constantemente de sembrar desconfianza, enajenamiento y malicia entre el pueblo de Dios. Con frecuencia estaremos tentados a sentir que nuestros derechos han sido invadidos, sin que haya verdadera causa para tener esos sentimientos.

LOS QUE SE AMAN A SÍ MISMOS más que a Cristo y su causa, pondrán sus intereses en primer lugar, y recurrirán a casi cualquier expediente para guardarlos y mantenerlos. Cuando se consideren perjudicados por sus hermanos, algunos acudirán a los tribunales, en vez de seguir la regla del Salvador. 84

Aun muchos de los que parecen cristianos concienzudos son disuadidos por el orgullo y la estima propia de ir privadamente a aquellos a quienes creen errados, para hablar del asunto con el espíritu de Cristo y orar uno por otro. Las contenciones, disensiones y pleitos entre hermanos deshonran la causa de la verdad. Los que siguen tal conducta exponen a la iglesia al ridículo de sus enemigos, y hacen triunfar las potestades de las tinieblas. Están abriendo de nuevo las heridas de Cristo y exponiéndole al oprobio. Desconociendo la autoridad de la iglesia, manifiestan desprecio por Dios, quien dio su autoridad a la iglesia.

PABLO ESCRIBE A LOS GÁLATAS: "Ojalá fuesen también cortados los que os inquietan. Porque vosotros, hermanos, a libertad habéis sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión a la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en aquesta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y si os mordéis y os coméis los unos a los otros, mirad que también no os consumáis los unos a los otros. Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne." (Gál. 5:12-16).

Algunos falsos maestros habían presentado a los gálatas doctrinas opuestas al Evangelio de Cristo. Pablo trataba de exponer y corregir estos errores. Deseaba mucho que los falsos maestros fuesen separados de la iglesia, pero su influencia había afectado a tantos de los creyentes que parecía azaroso tomar una decisión contra ellos. Había peligro de ocasionar contiendas y divisiones ruinosas para los intereses espirituales de la iglesia. Por lo tanto trataba de hacer ver a sus hermanos la importancia de ayudarse unos a otros con amor.

Declaró que todas las demandas de la ley que presentan nuestros deberes hacia nuestros semejantes se cumplen al amarse unos a otros. Les advirtió que si se entregaban al odio y a la contención, dividiéndose en partidos, y mordiéndose y devorándose unos a otros como las bestias, atraerían sobre sí mismos desgracia inmediata y ruina futura. Había tan sólo una manera 85 de evitar estos terribles males, a saber, como les recomendó el apóstol, andando "en el Espíritu." Mediante constante oración debían buscar la dirección del Espíritu Santo, que los conducirla al amor y la unidad.

Una casa divida contra sí misma no puede subsistir. Cuando los cristianos contienden, Satanás acude para ejercer el dominio.

¡Con cuánta frecuencia ha tenido éxito en destruir la paz y armonía de las iglesias! ¡Qué fieras controversias, qué amarguras, qué odios han comenzado con un asunto pequeño! ¡Cuántas esperanzas han sido marchitadas, cuántas familias han sido divididas por la discordia y la contención!

17. CRA 465. Disminuye El Vigor Mental. Los que usan carne en abundancia, no siempre tienen un cerebro despejado y una inteligencia activa, debido a que el uso de carne tiende a causar una tosquedad o pesadez 465 en el cuerpo, y a entorpecer las facultades más delicadas de la mente.

Dios quiere que las facultades perceptivas de sus hijos sean claras y capaces de arduo trabajo.  Pero si estáis viviendo a base de un régimen de carne, no necesitáis esperar que vuestra mente sea fructífera. Los pensamientos deben ser limpiados; entonces la bendición de Dios descansará sobre su pueblo.

Es imposible que quienes hacen copioso consumo de carne tengan un cerebro despejado y un intelecto activo.

Existe un letargo alarmante sobre el tema del sensualismo inconsciente. Es costumbre comer carne de animales muertos. Esto estimula las bajas pasiones del organismo humano.

Un régimen a base de carne cambia la disposición y fortalece la animalidad. Nos componemos de lo que comemos, y el comer mucha carne disminuirá la actividad intelectual.  Los estudiantes lograrían mucho más en sus estudios si nunca probaran la carne. Cuando la parte animal del agente humano es fortalecida por el consumo de carne, las facultades intelectuales disminuyen proporcionalmente. Una vida religiosa puede obtenerse y mantenerse con mayor éxito si se descarta la carne, porque este régimen estimula las tendencias sensuales a una actividad intensa, y debilita la naturaleza moral y espiritual. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne" (Gál. 5:17) 466

19-21. 2JT 85. PABLO ENCARGÓ A SUS HERMANOS que tuviesen cuidado, no fuese que al tratar de corregir las faltas ajenas, estuviesen ellos mismos cometiendo pecados igualmente graves. Les advierte que el odio, la emulación, la ira, las contiendas, las sediciones, las herejías y las envidias son tan ciertamente obras de la carne como la lascivia, el adulterio, la borrachera y el homicidio, y tan seguramente negarán a los culpables la entrada al cielo.

Cristo declaró: "Y cualquiera que escandalizara a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar." (Mar. 9:42.) Quienquiera que por engaño voluntario o por su mal ejemplo extravía a un discípulo de Cristo, es culpable de un grave pecado. Quienquiera que le haga objeto de calumnia o ridículo, insulta a Jesús. Nuestro Salvador nota todo daño hecho a los que le siguen.

¿Cómo fueron castigados antiguamente los que se mofaron de aquello que Dios había elegido como sagrado para sí? Belsasar y sus príncipes profanaron los vasos de oro de Jehová y alabaron los ídolos de Babilonia. Pero el Dios a quien desafiaron era testigo de la escena profana. En medio de su alegría sacrílega, se vio una mano sin sangre que trazaba caracteres misteriosos en la pared del palacio. Llenos de terror, oyeron su suerte anunciada por el siervo del Altísimo.

RECUERDEN los que se deleitan en formular palabras de 86 calumnia y mentira contra los siervos de Dios que él es testigo de sus acciones. Sus calumnias no están profanando vasos sin alma, sino el carácter de aquellos que Cristo compró con su sangre. La mano que trazó los caracteres sobre las paredes del palacio de Balsasar, registra fielmente cada acto de injusticia u opresión cometido contra el pueblo de Dios.

21. DTG 746. La iglesia tiene el deber de amonestar, instruir y si es posible restaurar a aquellos que caigan en el pecado. "Redarguye, reprende, exhorta --dice el Señor,-- con toda paciencia y doctrina." (2Timoteo 4:2).

Obrad fielmente con los que hacen mal.

Amonestad a toda alma que está en peligro.

No dejéis que nadie se engañe.

Llamad al pecado por su nombre.

Declarad Lo Que Dios Ha Dicho Respecto De La Mentira, La Violación Del Sábado, El Robo, La Idolatría Y Todo Otro Mal: "Los Que Hacen Tales Cosas No Heredarán El Reino De Dios."*(Gálatas 5:21).

Si Persisten En El Pecado, el juicio que habéis declarado por la Palabra de Dios es pronunciado sobre ellos en el cielo. Al elegir pecar, niegan a Cristo; la iglesia debe mostrar que no sanciona sus acciones, o ella misma deshonra a su Señor. Debe decir acerca del pecado lo que Dios dice de él. Debe tratar con él como Dios lo indica, y su acción queda ratificada en el cielo.

El que desprecia la autoridad de la iglesia desprecia la autoridad de Cristo mismo.

PP 493. Los pecados que cometió Israel en Beth-peor atrajeron los juicios de Dios sobre la nación, y aunque ahora no se castiguen los mismos pecados con idéntica presteza, recibirán su retribución tan seguramente como la recibieron entonces. "Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal." (1 Cor. 3:17.)

LA NATURALEZA ha vinculado a estos crímenes terribles castigos que, tarde o temprano, se aplicarán a todos los transgresores. Estos pecados, en mayor medida que cualesquiera otros, son los que han causado la terrible degeneración de nuestra raza y la carga de enfermedades y miseria que afligen al mundo. Podrán los hombres ocultar sus transgresiones a los ojos de sus semejantes, pero no por eso dejarán de segar las consecuencias, en forma de padecimientos, enfermedades, degeneración mental, 493 o muerte. Y más allá de esta vida les aguarda el tribunal del juicio, con su galardón de consecuencias eternas. "Los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios," sino que con Satanás y los malos ángeles, recibirán su parte en aquel "lago de fuego" que es "la muerte segunda." (Gál. 5:21; Apoc. 20:14.).

"Los labios de la extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo; agudo como cuchillo de dos filos." "Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; porque no des a los extraños tu honor, y tus años a cruel; porque no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño, y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo." "Su casa está inclinado a la muerte." "Todos los que a ella entraron, no volverán." "Sus convidados están en los profundos de la sepultura." (Prov. 5:3,4, 8-11; 2:18,19; 9:18.) 494

22-23. CC 57. Cuando el corazón ha sido renovado por el Espíritu de Dios, el hecho se manifiesta en la vida. Al paso que no podemos hacer nada para cambiar nuestro corazón, ni para ponernos en armonía con Dios, al paso que no debemos confiar para nada en nosotros ni en nuestras buenas obras, nuestras vidas han de revelar si la gracia de 57 Dios mora en nosotros. Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones. La diferencia será muy clara e inequívoca entre lo que han sido y lo que son.

El carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecutan, sino por la tendencia de las palabras y de los actos en la vida diaria. Es cierto que puede haber una corrección del comportamiento externo, sin el poder regenerador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de la estimación de otros pueden producir una vida muy ordenada. El respeto propio puede impulsarnos a evitar la apariencia del mal. Un corazón egoísta puede ejecutar obras generosas.

¿De qué medio nos valdremos, entonces, para saber a qué clase pertenecemos? ¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías?

Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con él y nuestros más gratos pensamientos son para él. Todo lo que tenemos y somos lo hemos consagrado a él. Deseamos vehementemente ser semejantes a él, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo. Los que son hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús manifiestan los frutos del Espíritu: “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza". (Gálatas 5:22,23).

24. CRA 51. Cuando La Santificación Es Imposible. Una gran proporción de todas las enfermedades que afligen a la familia humana es resultado de sus propios hábitos erróneos, debido a su deliberada ignorancia, a su descuido de la luz que Dios ha dado con respecto a las leyes de su ser. No es posible que glorifiquemos a Dios mientras vivamos violando las leyes de la vida. El corazón no puede de ninguna manera mantener su consagración a Dios mientras se complace el apetito carnal.

Un cuerpo enfermo y un intelecto desordenado, debido a la continua complacencia de la lujuria perniciosa, hace que la santificación del cuerpo y del espíritu sean imposibles. El apóstol entendía 51 la importancia de una condición saludable del cuerpo para lograr el éxito en el perfeccionamiento del carácter cristiano. Él dice: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Cor. 9:27). Menciona el fruto del Espíritu, en el cual está incluida la temperancia. "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gál. 5:24)

[Imposibilidad de obtener la perfección cristiana mientras se da rienda suelta al apetito - 356]

La Ignorancia Voluntaria Aumenta El Pecado. Es un deber saber cómo preservar el cuerpo en la mejor condición posible de salud, y es un deber sagrado vivir de acuerdo con la luz que Dios misericordiosamente ha dado. Si cerramos nuestros ojos a la luz por temor a ver nuestros errores, que no estamos dispuestos a abandonar, nuestros pecados no resultan disminuidos, sino aumentados. Si uno se aparta de la luz en un caso, será descuidado en otro. Es tan pecaminoso violar las leyes de nuestro ser como violar uno de los Diez Mandamientos, porque no podemos hacer ni una cosa ni la otra sin quebrantar la ley de Dios. No podemos amar al Señor con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas mientras amemos nuestros apetitos y nuestros gustos mucho más de lo que amamos al Señor. Estamos disminuyendo diariamente nuestra fuerza para glorificar a Dios, cuando él exige toda nuestra fuerza, toda nuestra mente. Por medio de nuestros malos hábitos estamos disminuyendo el dominio que tenemos de la vida, y sin embargo estamos profesando ser seguidores de Cristo, preparándonos para el toque final de la inmortalidad. CRA/EGW

Ministerio Hno. Pio


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