jueves, octubre 14, 2021

REFLEXIÓN 873. SALUDO Y SECCIÓN DOCTRINAL: Bendiciones Y Oración (EFESIOS 1).

Efesios 1. SALUDO Y SECCIÓN DOCTRINAL: Vers. (1-2) Después del saludo y (3) de dar gracias por los efesios, (4-5) Pablo habla de la elección y (6-10) adopción por la gracia, (11-12) la cual es la verdadera fuente de la salvación del hombre. (13-15) Y como la profundidad de este misterio no puede humanamente sondearse, (16-17) él ora para que ellos lleguen (18-19) al pleno conocimiento y, (20-23) por lo tanto, a la posesión de Cristo.

1 PABLO, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,

6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. 15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,

20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 

22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Efesios 1).

1. Pablo. Ver com. Rom. 1:1.

Apóstol. Gr. apóstolos (ver com. Hech. 1:2).

Jesucristo. Ver com. Mat. 1:1 en cuanto al significado de este vocablo.

Voluntad de Dios. Cf. 1 Cor. 1:1; 2 Cor. 1: 1; Col. 1:1; 2 Tim. 1:1; ver com. 1 Cor. 1:1. Pablo no estaba tratando de aumentar su autoridad personal, sino de expresar un claro sentido de vocación y obligación (cf. 2 Cor. 8:5). Su llamamiento procedía directamente de Dios (ver com. Gál. 1:15-16). Su firme convicción respecto al llamamiento divino era el secreto de su poderoso ministerio y consagrada vida cristiana, y la raíz de su valor y fe en medio del sufrimiento.

Santos. Gr. hagios, "santo" (ver com. Rom. 1:7; 1 Cor. 1:2). La palabra griega denota la idea de haberse separado de todo lo común.

Fieles. Gr. pistós, "fiel", "creyente".

En Cristo Jesús. Esta frase, así como cualquiera de sus similares -"en Cristo", "en él", "en quien", "en el Señor", "en el amado"-, puede ser considerada como la frase clave de la epístola. Estas expresiones ocurren frecuentemente en la epístola para señalar a Cristo Jesús como la esfera o medio, en el cual el creyente vive y actúa. Esas palabras destacan la estrecha unidad que existe entre el cristiano y su Señor. Todo lo que el cristiano hace lo realiza con referencia a su Señor.

En Éfeso. Si bien la frase "en Éfeso" es omitida por algunos de los más importantes manuscritos antiguos, la crítica textual se inclina (cf. p. 10) por su inclusión en el texto (ver p. 991). Si se omite la frase en cuestión, la última parte del versículo podría traducirse: "a los santos quienes también son fieles en Cristo Jesús". Sin embargo la BJ prefiere la exclusión no sólo de la frase "en Éfeso" sino también del antecedente "que están", considerando a esta última una muy antigua adición que se supone estaba seguida de un espacio en blanco para incluir el nombre de la iglesia a la cual se enviaba una copia de la carta. Siguiendo este criterio, la BJ traduce de la siguiente manera: "a los santos y fieles en Cristo Jesús".

2. Gracia y paz. En cuanto al significado de este saludo, ver com. Rom. 1:7.

Dios. . . Jesucristo. Cuando Pablo señala al Padre y al Hijo como el origen de una bendición espiritual, puntualiza la igualdad que existe entre ellos (cf. com. Rom. 1:7).

3. Bendito sea el Dios. Esta expresión de alabanza introduce uno de los más sublimes pasajes de la Escritura, algunas veces denominado como "el portal de la alabanza". Los vers. 3-14 se ocupan de la manera en la cual la gracia divina es revelada, y presentan promesas del amor redentor de Dios y los gloriosos privilegios de la iglesia. Se puede considerar que estos versículos presentan un bosquejo del plan de salvación.

Bendijo. Gr. eulogéÇ, "bendecir". La flexión del verbo es afín del adjetivo eulog'tós, "bendito".

Toda bendición espiritual. La bendición que pertenece o es producida por el Espíritu.

En los lugares celestiales. Gr. en tóis epouraníois, "en los celestiales". Esta frase, característica de Efesios, es usada cinco veces en la epístola (cap. 1:3,20; 2:6; 3:10; 6:12). En el cap. 6:12 la frase se traduce "en las regiones celestes"; sin embargo, la palabra traducida "celeste" aparece en otros pasajes (Juan 3:12; 1 Cor. 15:48; Fil. 2:10; etc.). En Efe. 1:20 la frase en tóis epouraníois es utilizada como sinónimo de cielo, pues se refiere al lugar donde Cristo se sienta a la diestra del Padre.

Este parece ser también el significado de la frase en el cap. 2:6. Si somos ensalzados junto con Cristo, y estamos "en Cristo Jesús", y Cristo está a la diestra de Dios Padre en los cielos, entonces nosotros también, en sentido figurado, estamos sentados con Cristo en los cielos. La frase en tóis epouraníois es también utilizada por el apóstol para describir la morada de las potencias angélicas, refiriéndose (cap. 3:10) probablemente a los ángeles buenos y a los ángeles caídos (cap. 6:12). En este pasaje la frase parece calificar a "bendición espiritual", al designar al cielo como su fuente de origen.

En Cristo. Ver com. vers. 1.

4. Según. Los vers. 4-6 han sido utilizados en algunas ocasiones como una evidencia en favor de la doctrina de que algunos son elegidos para salvación y otros para perdición, sin que nada puedan hacer las personas involucradas para alterar el resultado final. Es cierto que estos versículos se refieren a la predestinación o designación de ciertos elegidos desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados como Hijos de Dios; pero nada dice respecto a elegidos para perdición.

También se llama "nosotros" a los elegidos, es decir a los cristianos que por la fe han aceptado al Señor Jesucristo. Cuando se trazó el plan de salvación antes de la fundación del mundo, se decidió que quienes se ajustaran a las condiciones de dicho plan serían considerados nuevamente como Hijos. El deseo de Dios era que todos aceptaran el plan y fueran salvos (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9). Sobre el tema de la predestinación, ver com. Rom. 8:29.

Nos escogió. El comentario sobre Gén. 1:3 del Midrash Rabbah, dice que Dios eligió a Israel antes de la creación. Pablo expresa aquí una idea similar con relación a la iglesia o Israel espiritual. Es una elección general, no individual.

En él. Toda la vida espiritual del cristiano se centra en Cristo, por lo tanto constituye la esfera en la cual puede hacerse la elección. El que se acerca a Cristo es elegido para salvación, así como quien se une a un coro es elegido o escogido para cantar. Por esta razón no hay una elección arbitraria. El propósito de Dios es salvar a todos los que por fe aceptan a Cristo como su Redentor. Antes de la fundación. El plan de salvación fije trazado antes de la fundación del mundo. En ese momento Dios se propuso salvar a quienes aceptaran su plan (cf. com. Apoc. 13:8).

Santos. Gr. hágio (ver com. Rom. 1:7; cf. HAp 42). Ser santo es reflejar la imagen divina, porque Dios es santo (1 Ped. 1:16). El propósito del plan de salvación es restaurar la imagen divina en el hombre (Ed 121).

Sin mancha. Gr. ámÇmos, "sin mancha", "sin culpa". La RVR siempre traduce ámÇmos como "sin mancha". En la LXX ámomos se traduce de la palabra hebrea tamim, "completo", "intacto", "sin mancha". La palabra tamim era utilizada en el contexto del sistema de sacrificios para describir las víctimas que debían ser sin mancha o defecto (Lev. 1:3; etc.). AmÇmos es utilizada en el NT para describir el perfecto sacrificio de Cristo (Heb. 9:14; 1 Ped. 1:19).

5. En amor. La sintaxis del original griego permite unir esta frase con su antecedente, "sin mancha delante de él", y también con su conclusión, "habiéndonos predestinado". La BJ, BC y NC siguen la primera posibilidad, mientras que la RVR sigue la segunda. Debemos recordar que los manuscritos griegos poco ayudan a entender la división exacta de las ideas o frases, porque no tienen signos de puntuación ni división de palabras. De todas maneras "en amor [caridad]" tiene significado teológico aceptable en los dos casos posibles. Todo acto divino surge del atributo básico del carácter de Dios: el amor. En cuanto a la idea de amor (agáp'), ver com. Mat. 5:43-44; 1 Cor. 13:1.

Predestinado. Gr. proorizÇ (ver com. Rom. 8:29; cf. com. Efe. 1:4).

Adoptados Hijos. Gr. huiothesía, "adopción" (ver com. Rom. 8:15).

Por medio de Jesucristo. Cristo es el instrumento del plan de salvación, es el Mediador entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5). Pero no era un Dios iracundo que exigía que lo apaciguaran, pues el Padre actúa para lograr su propósito mediante Cristo: la salvación del hombre. Cf. Gál. 4:3-5.

El puro afecto. Gr. eudokía, "agrado", "beneplácito", "buena voluntad". "El beneplácito" (BJ, BC, NC) transmite mejor la idea del original griego. Frases como "beneplácito de su voluntad", que combinan dos ideas abstractas, son características del estilo de esta epístola. El beneplácito de Dios fue idear y llevar a feliz término el plan de salvación, para que todos los que ejercieran firmemente su fe en Cristo Jesús fueran adoptados como Hijos en la familia de Dios (Juan 3:16; Apoc. 22:17).

6. Para alabanza. Como resultado de la revelación de la gracia de Dios en la adopción, el universo tendrá un verdadero concepto del carácter y propósitos de Dios, y consecuentemente responderá con expresiones de alabanza. Uno de los propósitos del plan de salvación es la vindicación del carácter de Dios ante el universo (PP 55; cf. DTG 578-580; Efe. 3:10-11).

Gloria de su gracia. La abundancia y plenitud de la gracia divina es un tema sobresaliente en esta epístola, el cual es presentado como el motivo principal de confianza y esperanza. Sobre el concepto de gracia, ver com. Rom. 3:24.

Hizo aceptos. Gr. jaritóÇ, "favorecer", "llenar de gracia". "Nos agració en el Amado" (BJ, BC). La idea que se expresa es la de gracia gratuitamente otorgada por medio de la cual hemos sido enriquecidos y adornados. Aquel que entregó a su Hijo a una muerte ignominiosa también proporciona abundantemente sus otras riquezas (Rom. 8:32). La misericordia, el favor y la bondadosa disposición de Dios hacia nosotros permiten una relación con él que de otra manera sería imposible. A Dios no se lo puede comprar, sobornar ni adular. Lo que Dios hace es el resultado del ejercicio de su propia buena voluntad y del propósito divino.

En el Amado. He aquí otra forma de expresar la frase clave de la epístola (ver. com. vers. 1). La designación del Hijo como el Amado es apropiada en este contexto. Somos atraídos a Dios por el Amado, y como resultado podemos ser llamados Hijos amados (cap. 5:1), Dios ama a quienes reciben su gracia de la misma manera como ama a su propio Hijo.

7. En quien. La redención se efectúa por algo más que una cierta cooperación con Cristo o una simple unión mística con él. Cristo es la "esfera viviente" de la redención; en su persona tiene lugar esa gran obra. Cristo es el Arquitecto, el Constructor y la Piedra angular de la redención. Él es no sólo el Pastor sino también la Puerta del aprisco (Juan 10:1-14).

Redención. Gr. apolútrÇsis, "redención", "remisión", "liberación mediante pago de rescate" (ver com. Rom. 3:24).

Por su sangre. La vida está en la sangre (Lev. 17:11). La sangre derramada de Cristo representa la vida que fue entregada para redimir a la humanidad.

Perdón de pecados. Redención es liberación de la esclavitud en que cayó el hombre por transgredir la voluntad divina, liberación hecha a un costo infinito. El derramamiento de la sangre de Cristo fue "para remisión de pecados" (ver com. Mat. 26:28).

Riquezas de su gracia. Compárese con las riquezas de su benignidad (Rom. 2:4) y las riquezas de su gloria (Efe. 3:16; Fil. 4:19; Col. 1:27), etc.

8. Sobreabundar para con nosotros. O "ha prodigado sobre nosotros" (BJ); "que superabundantemente derramó sobre nosotros" (NC); "que hizo desbordar sobre nosotros" (BC). Las riquezas de la gracia de Dios no sólo son suficientes para cada necesidad, sino que proporcionan además nuevos dones. Toda la creación testifica de cuán generosamente ha dotado el Creador a sus obras. Quien suplica la gracia divina, descubre que Dios no es menos generoso con sus dones espirituales.

En toda sabiduría e inteligencia. Esta frase puede unirse tanto con lo que antecede como con lo que sigue. Si se considera como parte del vers. 8, se refiere a la esfera en la cual la gracia de Dios nos es conferida; de esta forma "sabiduría" e "inteligencia" son dones divinos para el hombre. Pero si se considera como la primera parte del vers. 9, "sabiduría" e "inteligencia" se refieren a cualidades de Dios. Ambas interpretaciones son posibles porque en los manuscritos antiguos no hay signos de puntuación ni división de las palabras (ver com. "En amor").

9. Misterio. Gr. musterion (ver com.  Rom. 11:25). Había llegado el tiempo de revelar el misterio de la voluntad de Dios. 

El mundo se había estado preparando durante mucho tiempo para esta hora, y el apóstol Pablo había sido sumamente honrado al ser uno de los portadores de un secreto "que había estado oculto desde los siglos y edades" (Col. 1:26; cf. Efe. 3:3). 

La superabundancia de la gracia de Dios había sido un "misterio" hasta su proclamación en la vida y muerte de Cristo, y su extensión y aplicación a los gentiles sólo comenzaba a ser conocida ahora. Esta extensión y aplicación es el motivo principal de esta epístola de Pablo.

Algunos han afirmado que Pablo usa en este pasaje tres palabras de las religiones paganas dadas a lo misterioso: "misterio", "conocimiento" y "sabiduría"; pero el uso de estas palabras y los conceptos que representan no estaban restringidos a dichas religiones. 

Sus equivalentes hebreos, que representan conceptos propios de la mentalidad judía, son utilizados tanto en el Antiguo Testamento (cf. Job 12:13; Sal. 73:11; 111:10; Isa. 11:2; Dan. 2:18,28) como en los Rollos del Mar Muerto. Como el apóstol Pablo conocía bien el Antiguo Testamento y lo consideraba como revelación divina, es muy posible que hubiera tomado estos antiguos conceptos y los acomodara de acuerdo a la idea sublime que el cristianismo tiene acerca de Dios.

Voluntad. Ver com. vers. 5. El bondadoso propósito de Dios era proporcionar esta revelación. La entrada del pecado en el mundo no fue un dilema para Dios, ni hizo que él, de mala gana, pusiera en marcha la sublime aunque angustiosa obra de redención. Dios no tuvo que ser obligado ni convencido por circunstancias externas. El hace con agrado su obra en favor de la humanidad. La idea que representa a Dios como de carácter renuente para ceder a las súplicas del hombre o de Cristo antes de estar dispuesto a perdonar el pecado o de auxiliar a sus criaturas que sufren, no es ni cierta, ni reverente.

Sí mismo. La crítica textual establece (cf. p. 10) la lectura "él", quizá refiriéndose a Cristo. "Que en él se propuso de antemano" (BJ); "se propuso en él" (BC, NC).

10. Reunir. Gr. anakefalaióÇ, "resumir", "recapitular", "reunir". Esta palabra se usa en el NT sólo aquí y en Rom. 13:9, en donde Pablo presenta la ley como sintetizada en el amor.

Todas las cosas en Cristo. Este es el propósito divino: la restauración de la unidad perdida. Esto tiene que ser hecho necesariamente en Cristo, pues él es el centro de todas las cosas. Todo fue hecho por él; él sustenta el universo por el poder de su palabra; él es el centro de la iglesia y su suprema esperanza. La vida cristiana no es una marcha solitaria hacia el reino de Dios.

El cristiano es miembro de una comunidad, el cuerpo de Cristo, la iglesia. La unidad del universo de Dios fue rota por el pecado. El misterio de la voluntad de Dios se refiere al plan de restaurar dicha unidad cuando la ocasión fuera propicia, restauración que se haría mediante Cristo. Este misterio llegará a su culminación cuando finalice el gran conflicto cósmico entre el bien y el mal, cuando todas las cosas en los cielos y en la tierra sean reunidas en Cristo y el carácter de la divinidad sea vindicado.

Dispensación. Gr. oikonomía, "administración", "orden", "plan". Pablo parece referirse al plan de salvación, el cual finalmente llevará a cabo la unidad que aquí se describe.

Cumplimiento de los tiempos. El plural sugiere una sucesión de períodos u ocasiones (cf. com. 1 Cor. 10:11). Esta expresión parece abarcar toda la edad apostólica. Así como hay momentos apropiados para sembrar la semilla y recoger la cosecha, también hay momentos propicios para la actividad divina en relación con la redención de la humanidad. Hay cosas que sólo pueden ser hechas en determinado momento, porque Dios trata con seres morales libres a los cuales ni siquiera intentará forzar para que cumplan los propósitos divinos. A través de los siglos ha habido continuas revelaciones de los planes de Dios, etapas sucesivas de una marcha que conduce a la consumación final cuando se alcanzará la unidad universal.  El apóstol procederá a ampliar este tema a medida que escribe su epístola.

11. Tuvimos herencia. Gr. kl'róÇ, "ser llamado o elegido", palabra que aparece únicamente aquí en el NT.  Kl'róÇ contiene la idea de "determinación" o "designación" que afecta a la naturaleza del ser humano, incluyendo el matiz particular de significación que implica que el llamamiento imparte "algo" al que es llamado. Ese "algo" impartido por el llamamiento al ser humano es la meta o el propósito para la vida. Esta última connotación del texto griego se destaca en la traducción "tuvimos herencia" (RVR). Cada creyente se halla en posesión de su herencia por medio de la promesa. La herencia es para el cristiano un derecho adquirido por medio de la adopción mencionada en el vers. 5. Esta herencia es en Cristo, quien la compró por me dio de su sangre.

Habiendo sido predestinados. Gr. proorízÇ, "predestinar", "determinar de antemano", "predefinir" (ver com. vers. 4-5). El apóstol menciona nuevamente la predestinación, probablemente con el propósito de recordarnos que la herencia no se obtiene por accidente o casualidad, sino que está en armonía con el propósito que Dios predeterminó.

Designio de su voluntad. El hecho de que Dios actúe de acuerdo con su voluntad y no de acuerdo con la del hombre, proporciona seguridad, pues la voluntad humana es voluble e impredecible. Los hombres desafían o cuestionan los actos de Dios hasta atreverse a atribuirle la misma mutabilidad propia del género humano, olvidando que cada acto divino está respaldado por la perfección y el amor infinito de Dios. El Altísimo no actúa bajo presión o necesidad, pues posee sabiduría y amor infinitos y voluntad soberana.

12. Alabanza de su gloria. Cf. com. vers. 6.

Los que primeramente esperábamos en Cristo. Literalmente "quienes han esperado antes [y aún esperan] en Cristo". "Los que ya antes esperábamos en Cristo" (BJ); "los que antes habíamos esperado en Cristo" (BC). Estas palabras tenían una importancia especial para los judíos cristianos, quienes, mediante sus padres, fueron los que primero participaron de la herencia esperando al Mesías desde el tiempo de Abrahán. Para el pueblo judío constituyó un gran privilegio el que se le diera la oportunidad de vivir y trabajar para "alabanza de su gloria". Los cristianos, que tienen hoy la verdad evangélica también se constituyen en los mayordomos de la gracia divina para el mundo incrédulo.

Cuando la esperanza cristiana se fundamenta en las promesas de Dios en Cristo, es más que un simple anhelo relacionado con el futuro. La Escritura nos habla de la "plena certeza de la esperanza" (Heb. 6:11), "una esperanza viva" (1 Ped. 1:3), la esperanza que "no avergüenza" (Rom. 5:5), "el Dios de esperanza" (Rom. 15:13). En el ser humano hay un instinto profundamente enraizado, implantado por Dios mismo, que lo persuade a buscar un final feliz para los trágicos acontecimientos de la vida.

Los judíos conversos al cristianismo fueron los primeros que tuvieron el privilegio de colocar su esperanza en Cristo. Pablo menciona a sus parientes Andrónico y Junias, que llegaron a ser cristianos antes que él (Rom. 16:7).

Pablo sin duda siempre tuvo que sentir dolor por haber malgastado los primeros años de su juventud. Felices aquellos que se acercan a Cristo desde sus primeros años para ofrendarle su vida entera en lugar de consagrarle sólo el resto de una vida desperdiciada. La esperanza es como una cuerda que se arroja a quien se está ahogando. ¡Cuán necio sería que dudara de las intenciones de quien le arroja la cuerda o de la resistencia de ésta!  El que perece se aferra de la "bendita esperanza", y descubre que lo sostiene y lo lleva a Cristo quien le ofrece vida eterna.

13. La palabra de verdad. La palabra de verdad se define aquí como el "evangelio de vuestra salvación" (cf. Rom. 1:16).

 Se nos insta a tomar en serio esta palabra (Mar. 4:24), a recibirla con humildad (Sant. 1:21) y con fe (Heb. 4:2), porque es el medio para obtener vida eterna. Existen diversas teorías filosóficas acerca de la naturaleza de la verdad. 

Sin embargo, en las Sagradas Escrituras se concibe como estrechamente vinculada con la salvación del ser humano. Según este último concepto, "verdad" es mucho más que una simple colección de afirmaciones que, como es obvio, no pueden tener en sí mismas la salvación. Finalmente, la verdad debe llevarnos a Aquel que es "el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6).

Todo impulso noble que surge en el alma, ya sea de cristianos o de paganos, deriva de esa Fuente. Para que haya una verdadera recepción de la verdad, es necesaria la influencia del Espíritu Santo (1 Cor. 2:12-15). La palabra escrita o hablada, como la semilla que cae en tierra poco fértil, no tiene poder para cambiar la vida a menos que esté acompañada por la Palabra viviente.

Sellados. Gr. sfragízÇ (ver com. 2 Cor. 1:22; cf. com. Juan 6:27). El cambio en la vida del creyente se produce en forma ordenada: primeramente es el oír, luego el creer, y finalmente el sellamiento, que pone sobre él, por así decirlo, una marca indeleble.

El Espíritu Santo de la promesa. El Espíritu Santo fue prometido desde los días del Antiguo Testamento (Isa. 32:15; Eze. 36:26; Joel 2:28), y también por Cristo (Juan 14:16-17). El que sella o identifica a quienes pertenecen a Cristo es el Espíritu Santo (2Tim. 2:19), guardándolos hasta el día de la redención final (Efe. 4:30). El Espíritu Santo es identificado aquí como el Ser que hace el sellamiento. Los que son sellados reciben el testimonio espiritual interno de que son hijos de Dios (1 Juan 5:10). El sello se coloca sobre todos aquellos que deciden de todo corazón servir a Cristo. El Espíritu Santo nos asegura que las promesas de Dios son verdaderas. Sobre esta base el creyente las acepta por fe.

14. Arras. Gr. arrabón (ver com. 2 Cor 1:22). La idea general de este pasaje es que Espíritu Santo había sido prometido en la palabra de Dios, y cuando los creyentes aceptaron esa Palabra recibieron el Espíritu Santo y fueron sellados. Este sellamiento es a su vez una garantía adicional del cumplimiento final de todas las promesas divinas hechas al hombre.

El hijo de Dios tiene el privilegio de participar inclusive en esta vida de los gozos celestiales; porque si no fuera así bien podría uno preguntarse acerca de la autenticidad de su experiencia cristiana. El cristiano puede gozar de una profunda certeza de la resurrección corporal, la segunda venida de Cristo, la recepción de la inmortalidad y todas las realidades eternas, pues han sido garantizadas personalmente por Dios mediante su Santo Espíritu.

Redención. Ver com. vers. 7. Se presenta la redención como algo futuro, aunque el creyente ya ha sido salvado al aceptar a Cristo como su Salvador personal; aunque aún esperamos ser completamente liberados del pecado y de sus consecuencias, pues hay una gloria que se revelará.

Posesión adquirida. Gr. peripói'sis, "adquisición", "posesión". Peripói'sis se traduce con el mismo sentido en 1 Ped. 2:9: "pueblo adquirido". Algunos comentadores sostienen que el apóstol Pablo con esta expresión se refiere a los santos como posesión adquirida por Dios; otros opinan que está hablando de la herencia en los santos (ver com. Efe. 1:18). La última opinión parece concordar mejor con el contexto. Los santos anticipan la posesión futura, de la cual el Espíritu Santo es "las arras".

Alabanza de su gloria. Ver com. vers. 6. La notable introducción de Efesios termina con esta nota de alabanza. El pensamiento de Pablo abarca desde "antes de la fundación del mundo" hasta "la redención de la posesión adquirida". Pablo ve a Cristo en todo este amplio proceso como el centro de todo. Todo es "en él". Pablo no presenta esta idea como una abstracción teológico, sino como un tema de gran importancia práctica. No está entretejiendo una filosofía ni escribiendo un tratado sobre el problema de la predestinación y el libre albedrío, pues considera que Cristo resuelve cada problema moral e intelectual que el hombre debe enfrentar.

15. Por esta causa también yo. Debido a las bendiciones descritas en los vers. 1-14, el apóstol ahora expresa una oración de alabanza y agradecimiento.

Habiendo oído. Durante su encarcelamiento Pablo frecuentemente recibía informes y mensajes de las iglesias que había fundado, los cuales a veces lo alegraban y a veces lo entristecían. La fe de los efesios era un gran motivo de ánimo para él.

Amor para con todos. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la inclusión de la palabra "amor" en el texto. 

En otros pasajes Pablo relaciona la fe y el amor (1 Cor. 13:13; 1 Tes. 1:3; etc.), características que distinguen a todo verdadero cristiano. Amar a los santos es el resultado natural de la fe en Cristo. Es imposible amar a Dios y no amar a los santos (1Juan 4:20) y también a los que no son tan santos. El amor que Pablo ensalza es amplio; incluye a todos los santos y aun a aquellos a quienes nos resulta difícil amar debido a sus hábitos y a su temperamento.

16. Dar gracias. Declaraciones similares de agradecimiento se encuentran en Rom. 1:8; 1 Cor. 1:4; Fil. 1:3; Col. 1:3; 1 Tes. 1:2; 2 Tes. 1:3; 2 Tim. 1:3; File. 4-5. 

El permanente espíritu de gratitud de Pablo encontraba muchas oportunidades para manifestarse. La frecuencia de las expresiones de agradecimiento del apóstol es una señal de la naturaleza rebosante de alegría y gozo de su espíritu, sin la cual nunca podría haber soportado sus muchos padecimientos. 

La nota de regocijo y agradecimiento -es triste decirlo- no vibra en la vida de muchos llamados cristianos. El remedio puede encontrarse parcialmente compartiendo con otros las experiencias felices de la vida religiosa. Haciendo memoria. Un estudio de las oraciones de Pablo revela que sus peticiones eran mayormente en favor de sus iglesias y de determinadas personas (Rom. 1:9; Fil. 1:4).

17. El Dios. El hecho de que Dios el Padre sea descrito como "el Dios de nuestro Señor Jesucristo", de ninguna manera implica subordinación del Hijo al Padre (ver com. Juan 14:28). Al orar a Dios, nos identificamos con nuestro hermano mayor, aun cuando sólo comprendemos parcialmente el significado de esa relación.

Padre de gloria. Cf. com. Hech. 7:2. La expresión podría referirse a la gloria que pertenece al Padre como una cualidad característica. Para un comentario sobre el término "gloria", ver com. Rom. 3:23. 

Así como el Padre glorificó al Hijo con la gloria que el Verbo tenía con Dios antes de la fundación del mundo Juan 17:24), de la misma manera el Altísimo glorificará a aquellos que se alleguen a él por medio de Cristo (2Cor. 3:18). 

Espíritu. Es obvio que en este contexto "espíritu" no se refiere al Espíritu Santo, sino que más bien puede indicar la iluminación que el Espíritu Santo concede al cristiano que sinceramente busca el conocimiento de Dios (cf. Luc. 12:12; Juan 14:26; 1 Cor. 2:9-10). 

Sabiduría. Gr. sofía (ver com.  Luc. 2:52). Su equivalente hebreo es jokmah cuya definición se comenta en Prov. 1:2.

Revelación. Probablemente Pablo no se refiere aquí a una comunicación directa de Dios al ser humano, sino más bien a la concesión de la capacidad necesaria para comprender lo que Dios ha revelado. La razón no es suficiente para lograr un correcto conocimiento de Dios. Se debe poseer la ayuda especial de la iluminación divina, por la cual el creyente obtiene la visión espiritual necesaria para el estudio de la revelación de Dios en su Palabra.

Conocimiento. Gr. epígnÇsis, "conocimiento pleno", "conocimiento cabal". No se trata sólo de reconocer a Dios, sino de conocerlo perfectamente. Este conocimiento lo poseen quienes voluntariamente aceptan la revelación que Dios hace de sí mismo. No se trata de un conocimiento teórico o de un mero asentimiento intelectual, sino más bien de un conocimiento íntimo de aquellos cuyas facultades espirituales han sido vivificadas, y han llegado a ser sensibles a las verdades espirituales. Este conocimiento es progresivo; Dios revela cada día nuevos aspectos de su carácter, que conmueven el alma e inspiran para una vida más santa.

De él. Es decir de Dios, como se presenta en los vers. 18-20.

18. Ojos de vuestro entendimiento. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la variante "ojos de vuestro corazón". Esta sorprendente frase sólo se usa aquí en el NT. La palabra "corazón" representaba para la mentalidad hebrea la sede de los pensamientos, la voluntad y las emociones (ver com. Rom. 1:21). 

Este parece ser el sentido que Pablo le dio aquí a esta expresión. El sustantivo "ojos" equivale a perspicacia y visión clara, conocimiento espiritual y entendimiento moral. Las "cosas que ojo no vio, ni oído oyó" son vistas por ojos espiritualmente perceptivos (ver com. 1 Cor. 2:9-10). Se experimenta una nueva y profunda comprensión que afecta lo más íntimo de la personalidad. No es una nueva facultad o don, sino más bien una nueva visión o perspectiva.

Sepáis. El apóstol enumera tres aspectos del conocimiento experimentado por aquellos cuyos ojos son abiertos a la luz (vers. 18-19).

Esperanza. Ver com. Rom. 5:2-5; 8:24. Algunos comentadores opinan que en este pasaje Pablo no se refiere a lo que se anhela, sino al principio de esperanza que es inspirado en la vida del creyente por el llamamiento divino. Poseer esta esperanza es una experiencia preciosa e invalorable. Como los efesios no comprendían todavía el pleno significado del llamamiento cristiano, Pablo anhelaba mostrarles que la esperanza del cristiano se basa en los hechos de la redención: "Cristo, en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1:27-28).

Los efesios habían recibido el perdón de los pecados y ahora eran hijos de Dios; sin embargo su visión espiritual aún era limitada. Pablo quería que poseyeran la esperanza que les abriera horizontes jamás soñados por ellos. La esperanza es una combinación de fe y seguridad que espera su plenitud en el futuro. El creyente debe saber que si es llamado por Dios por intermedio del Espíritu, experimentará en todos los aspectos de su vida la bendita esperanza.

Otros comentadores sostienen que con "esperanza" Pablo se refiere al propósito final del llamamiento divino: la cumbre de las adquisiciones espirituales a la cual Dios llama a sus santos, y la glorificación postrera cuando los santos serán restaurados al estado original de perfección del cual cayó el hombre.

Llamado. Ver com. Rom.  8:30.

Herencia. Se ha entendido que este término se refiere a los santos como herencia de Dios o a los privilegios que disfrutan los santos como herederos de Dios. En otros pasajes se habla de los redimidos como el tesoro, la riqueza o la herencia de Dios (Exo. 19:5). Ellos son de Dios por creación y por redención; fueron "comprados por precio" (1 Cor. 6:20), y por lo tanto Dios se deleita en su herencia.

La herencia, considerada como el privilegio de los santos, se describe en términos de "riquezas" y "gloria", pues "el que venciera heredará todas las cosas" (Apoc. 21:7). Las riquezas de la gracia de Dios, de su amor, poder, misericordia y reino, son compartidas con sus hijos fieles (cf. Fil. 4:19).

19. Poder para con nosotros. El apóstol no sólo pide en oración un conocimiento de la "esperanza" y de las "riquezas" (vers. 18), sino también un conocimiento personal del poder de Dios en la vida. Al experimentar la conversión y la santificación, nuestra débil naturaleza es revitalizada y transformada por la energía divina. El ofrecimiento de "la esperanza" (vers. 18) a que Dios nos ha llamado sería algo atormentador e insatisfactorio si no fuera por el poder que la acompaña.

Los que creemos. La fe es el medio que hace posible que actúe el poder divino (ver com. Rom. 4:3-5).

Según la operación. La característica permanente del poder de Dios consiste en que es ejercido o realizado en Cristo (vers. 20).

Poder. Gr. krátos, "poder", "fuerza". Esta palabra se usa en el NT sólo en relación con Dios o su Palabra. Cuando un pecador es transformado en santo, se manifiesta el grandioso poder de Dios. Un cambio tan notable no es producido por procedimientos psicológicos educativos o la realización de buenas obras, sino que es un acto del poder divino y de la gracia de Dios.

20. Operó en Cristo. Ver com. vers. 19.

Resucitándole. Es maravilloso que el mismo poder que efectuó la resurrección de Cristo sea el que obra hoy en el corazón de los creyentes. El poder divino actuó sobre el cuerpo muerto de Cristo, y actúa siempre de nuevo en quienes están muertos en "delitos y pecados" (Efe. 2:1; cf. Rom. 8:11; 2 Cor. 4:14). Cristo resucitó con un cuerpo glorificado y recibió autoridad a la diestra de Dios. Su resurrección es una seguridad de la resurrección de los santos (Rom. 4:25; 1 Cor. 15:20-22), y su ensalzamiento es una garantía del ensalzamiento final que tendrán los santos (cf. Efe. 1:18).

Diestra. La "diestra" indica una posición de autoridad. La idea de que Cristo comparte la autoridad con el Padre está claramente expuesta en otros pasajes bíblicos (Juan 1:1; 17:5; Hech. 7:55; Apoc. 3:21). Lugares celestiales. Ver com. vers. 3.

21. Todo principado. . . señorío. Generalmente se entiende que esta enumeración se refiere a poderes angélicos (cf. com. Efe. 6:12; Rom. 8:38), posiblemente tanto buenos como malos. Cristo es superior a todos los poderes celestiales y terrenales. 

Él es Señor Soberano con autoridad suprema y universal (ver com. Rom. 8:38; cf. 1Cor. 15:24; Efe. 3:10; 6:12; Col. 1:16). 

Pablo siempre quiere dejar en claro que Cristo no debe ser considerado como una deidad subordinada, concepto que fácilmente podía ser aceptado debido a la creciente influencia de la herejía gnóstica. El utiliza términos frecuentes en las enseñanzas judías de aquella época (ver el libro pseudoepigráfico de Enoc 61:10), y destaca la verdad de que Cristo está por sobre todos los otros seres, no importa cuál sea su jerarquía supuesta o real.

Todo nombre. Estas palabras abarcan todo. Están usadas para llevar a su clímax la enumeración precedente. No hay nombre que pueda compararse con el de Cristo porque no existe ser alguno que pueda compararse con él.

Siglo. Gr. aión, "edad", "era", "siglo" (ver com. Mat. 13:39); "mundo" (BJ). "Este siglo" significa el presente orden tanto en el cielo como en la tierra, y que el siglo o "mundo" "venidero" se refiere a la era futura del universo. Como resultado de su humillación y ensalzamiento, Cristo será reconocido universalmente como Supremo no sólo en esta era presente sino también en la venidera.

22. Bajo sus pies. Ver com. 1 Cor. 15:24-28. 

Cabeza sobre todas las cosas. Esta relación implica más que gobierno. Ser "cabeza", en el sentido que se le da en la epístola, incluye las ideas de unión vital y relación (Efe. 4:15-16; Col. 2:19). La cabeza es el centro de todas las funciones del cuerpo. Así destaca Pablo la idea de unidad, bien ilustrada por la estrecha relación que existe entre la cabeza y el cuerpo. Iglesia. Gr. ekkl'sía (ver com. Mat. 18:17).

23. Su cuerpo. Cristo, la Cabeza, es la sede de toda autoridad para la iglesia.

 La analogía entre la iglesia y el cuerpo humano es muy estrecha. Así como el cuerpo es uno y la iglesia es una, ambos están compuestos de diversos miembros, cada uno de los cuales posee características y funciones particulares. La existencia de una gran diversidad de dones no es impedimento para la asociación y operación armoniosas. En realidad, sólo cuando los miembros actúan en estrecha relación pueden desempeñar las funciones propias de cada uno.

Plenitud. Gr. pl'rÇma, "plenitud", "abundancia", "cumplimiento", también "complemento". Esta palabra se refiere en sentido pasivo a lo que es llenado o a la condición de plenitud de algo, una vez que se llenó (cf. com. Col. 1:19). Pablo ve a la iglesia como el cuerpo de Cristo rebosante de la plenitud de Dios (Efe. 3:19). 

Cristo ha obsequiado sus características y su plenitud en la iglesia, colmándola así de vida santa y abundante. 

En Colosenses Pablo destaca la naturaleza divina de la Cabeza; 

en Efesios, los privilegios del cuerpo.

Llena. Ver com. cap. 4:10.

COMENTARIOS DE EGW

3-7. 2JT 326. EL DON INESTIMABLE. "BENDITO el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: según nos escogió en él, . . . para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo sí mismo, . . . para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado: en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia." (Efe. 1:3-7.)

"Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, no dio vida juntamente con Cristo; ... y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. (Efe. 2:4-7).

Tales son las palabras con que "Pablo el anciano," "prisionero de Cristo Jesús," escribiendo desde su cárcel de Roma, se esforzó por presentar a sus hermanos, aquello para cuya presentación plena el lenguaje le resultaba inadecuado: "las inescrutables riquezas de Cristo," el tesoro de la gracia que se ofrecía sin costo a los caídos hijos de los hombres. El plan de la redención se basaba en un sacrificio, un don, Dice apóstol: "Porque ya sabéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor de vosotros se, hizo pobre, siendo rico para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos." "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito." Cristo "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad." Y tenemos como bendición culminante de 327 la redención, "la dádiva de Dios" que "es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." (2 Cor. 8:9; Juan 3:16; Tito 2:14; Rom. 6:23). "Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman." Por cierto que nadie, al contemplar las riquezas de su gracia, podrá menos que exclamar con el apóstol:  "¡Gracias a Dios por su don inefable!" (1 Cor. 2:9; 2 Cor. 9:15.)

9. HAp 129. LAS LABORES DE PABLO EN ANTIOQUÍA, EN UNIÓN CON BERNABÉ, le fortalecieron en su convicción de que el Señor le había llamado a hacer una obra especial en el mundo gentil. En ocasión de la conversión de Pablo, el Señor había declarado que había de ser ministro a los gentiles, para abrir "sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados." (Hech. 26:18.)

El ángel que le apareció a Ananías le había dicho de Pablo: "Instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel." (Hech. 9:15.) Y Pablo mismo, más tarde en su vida cristiana, mientras oraba en el templo de Jerusalén, había sido visitado por un ángel del cielo, que le ordenó: "Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles." (Hech. 22:21.)

ASÍ EL SEÑOR HABÍA MANDADO A PABLO Que Entrase En El Vasto Campo Misionero Del Mundo Gentil.  A fin de prepararlo para esta extensa y difícil tarea, Dios le había atraído en estrecha comunión consigo y había abierto ante su arrobada visión las bellezas y glorias del cielo. Se le había confiado el ministerio de hacer conocer el "misterio" que había estado "encubierto desde los tiempos eternos," "el misterio de su voluntad, . . . el cual misterio en los otros siglos no se dio a conocer a los hijos de los hombres como ahora es revelado a sus santos apóstoles y 130 profetas en el Espíritu: Que los Gentiles sean juntamente herederos, e incorporados, y consortes de su promesa en Cristo por el evangelio:

Del cual ­declara Pablo, ­ yo soy hecho ministro. . . A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, es dada esta gracia de anunciar entre los Gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que crió todas las cosas. Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la iglesia a los principados y potestades en los cielos, conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor." (Rom. 16:25; Efe: 1:9; 3:5-11).

14. CS 733. "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado." (Apocalipsis 21: 1, V.M.) El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.

Sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: "Su resplandor es como el fuego, y salen de su mano rayos de luz; y allí mismo está el escondedero de su poder." (Habacuc 3: 4, V.M.) En sus manos, y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el escondedero de su poder." "Poderoso para salvar" por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder. 733 "¡Oh, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, a ti te llegará; sí, a ti vendrá el dominio anterior!" (Miqueas 4: 8, V.M.) Llegó el momento por el cual suspiraron los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primera pareja del paraíso -el tiempo de "la redención de la posesión adquirida." (Efesios 1: 14.) La tierra dada al principio al hombre para que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el gran plan de la redención. Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido restaurado. "Así dice Jehová, . . . el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó." (Isaías 45: 18, V.M.) El propósito primitivo que tenía Dios al crear la tierra se cumple al convertirse ésta en la morada eterna de los redimidos. "Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella." (Salmo 37: 29.)

EL TEMOR de hacer aparecer la futura herencia de los santos demasiado material ha inducido a muchos a espiritualizar aquellas verdades que nos hacen considerar la tierra como nuestra morada. Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para ellos en la casa de su Padre. Los que aceptan las enseñanzas de la Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se refiere a la patria celestial. Y sin embargo son "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano las cosas grandes que ha preparado Dios para los que le aman." (1 Corintios 2: 9, V.M.) El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los justos. Sólo la conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteligencia limitada puede comprender la gloria del paraíso de Dios.

DTG 768. LAS INAGOTABLES PROVISIONES DEL CIELO ESTÁN A SU DISPOSICIÓN. Cristo les da el aliento de su propio espíritu, la vida de su propia vida. El Espíritu Santo despliega sus más 768 altas energías para obrar en el corazón y la mente.

LA GRACIA DE DIOS AMPLÍA y multiplica sus facultades y toda perfección de la naturaleza divina los auxilia en la obra de salvar almas. Por la cooperación con Cristo, son completos en él, y en su debilidad humana son habilitados para hacer las obras de la Omnipotencia. El Salvador anhela manifestar su gracia e imprimir su carácter en el mundo entero. Es su posesión comprada, y anhela hacer a los hombres libres, puros y santos.

17. TM 101. Debemos llegar a una posición tal en que toda diferencia sea eliminada. Si yo creo que tengo luz, cumpliré mi deber en presentarla. Suponed que yo haya consultado a otros con respecto al mensaje que el Señor quiere darme para el pueblo; la puerta puede cerrarse de manera que la luz no llegue a las personas a quienes Dios la ha enviado. Cuando Jesús cabalgó hacia Jerusalén, "toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo! Entonces algunos fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán" (Review and Herald, 18 de febrero de 1890).

Hermanos míos, en su gran misericordia y amor, Dios os ha dado gran luz, y Cristo os dice: "De gracia recibisteis, dad de gracia".  Ojalá que la luz concedida a vosotros brille iluminando á los que se encuentran en tinieblas. Regocijémonos y alegrémonos de que Cristo no solamente nos ha dado su palabra, sino que nos ha dado también el espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Dios, y de que en su fuerza podemos ser más que vencedores.  Cristo dice: "Venid a mí.  A mí me pertenece el consejo y el juicio sano. Tengo comprensión y fuerza para vosotros". Por la fe debemos descansar en Jesús, recordando las palabras de uno que fue inspirado por Dios para escribir: "Tu benignidad me ha acrecentado". Pedid a Dios que os dé mucho del aceite de su gracia. Considerad cuidadosamente cada palabra, ora sea escrita o hablada (Review and Herald, 22 de diciembre de, 1904). 102

17-19. CS 11. En favor de los creyentes de Efeso, el apóstol rogó así: "Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; siendo iluminados los ojos de vuestro entendimiento, para que conozcáis cuál sea la esperanza de vuestra vocación, . . . y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros que creemos." (Efesios 1: 17-19, V.M.) Que el ministerio del Espíritu divino iluminara el entendimiento y revelara a la mente las cosas profundas de la santa Palabra de Dios, tal era la bendición que San Pablo pedía para la iglesia de Efeso.

2JT 337. Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan sólo como una gota del ilimitado océano, cuando se comparan con el amor infinito e inagotable de Dios.

La lengua no lo puede expresar, la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre celestial; y aún queda su infinidad. Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente.

Sin embargo, cuando estudiemos la Biblia y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento. Y alcanzaremos la bendición que Pablo deseaba para la iglesia de Éfeso, cuando rogó: "El Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de, sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de, su poder para con nosotros los que creemos." (Efe. 1: 17-19.)

3JT 155. Hermanos míos que ocupáis puestos de responsabilidad, ¡ojalá que el Señor no sólo unja vuestros ojos para que vean, sino que derrame en vuestro corazón el aceite santo que de las 155 dos olivas fluye por conductos de oro al recipiente de oro que alimenta las lámparas del santuario! ¡Ojalá que él "os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, . . . y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos"! (Efe. 1:17-19.)

Como fieles padres de familia, dad alimento en sazón a los miembros de la casa de Dios. Presentad la verdad a la gente. Obrad como quienes están en plena vista del universo entero del cielo. No tenemos tiempo que perder, ni un momento. Pronto habrá que hacer frente a crisis importantes, y necesitaremos hallarnos ocultos en la hendidura de la roca, para poder ver a Jesús y ser vivificados por su Espíritu Santo.

20-21. DTG 731. PARA EL CREYENTE, CRISTO ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA. En nuestro Salvador, la vida que se había perdido por el pecado es restaurada; porque él tiene vida en sí mismo para vivificar a quienes él quiera. Está investido con el derecho de dar la 731 inmortalidad.

LA VIDA QUE ÉL DEPUSO EN LA HUMANIDAD, LA VUELVE A TOMAR Y LA DA A LA HUMANIDAD. "Yo he venido -dijo- para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." "El que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: más el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero." (Juan 10:10; 4:14; 6:54).

PARA EL CREYENTE, LA MUERTE ES ASUNTO TRIVIAL. Cristo habla de ella como si fuera de poca importancia. "El que guardaré mi palabra, no verá muerte para siempre," "no gustará muerte para siempre."

PARA EL CRISTIANO, LA MUERTE ES TAN SÓLO UN SUEÑO, un momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios y "cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria." (Juan 8:51,52; Colosenses 3:4).

LA VOZ QUE CLAMÓ DESDE LA CRUZ: "CONSUMADO ES," FUE OÍDA ENTRE LOS MUERTOS. Atravesó las paredes de los sepulcros y ordenó a los que dormían que se levantasen. Así sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz penetrará en las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán.

EN OCASIÓN DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, UNAS POCAS TUMBAS FUERON ABIERTAS; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero. DTG/EGW

22-23. DTG 382. "SOBRE ESTA PIEDRA --DIJO JESÚS-- EDIFICARÉ MI IGLESIA". En la presencia de Dios y de todos los seres celestiales, en la presencia del invisible ejército del infierno, Cristo fundó su iglesia sobre la Roca viva. Esa Roca es él mismo -- su propio cuerpo quebrantado y herido por nosotros. Contra la iglesia edificada sobre ese fundamento, no prevalecerán las puertas del infierno.

CUÁN DÉBIL PARECÍA LA IGLESIA CUANDO CRISTO PRONUNCIÓ ESTAS PALABRAS. Se componía apenas de un puñado de creyentes contra quienes se dirigía todo el poder de los demonios y de los hombres malos; sin embargo, los discípulos de Cristo no debían temer. Edificados sobre la Roca de su fortaleza, no podían ser derribados.

DURANTE SEIS MIL AÑOS, LA FE HA EDIFICADO SOBRE CRISTO. Durante seis mil años, las tempestades y los embates de la ira 382 satánica han azotado la Roca de nuestra salvación; pero ella sigue inconmovible.

PEDRO HABÍA EXPRESADO LA VERDAD QUE ES EL FUNDAMENTO DE LA FE DE LA IGLESIA, y Jesús le honró como representante de todo el cuerpo de los creyentes. Dijo: "A ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos."

"LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS" SON LAS PALABRAS DE CRISTO. Todas las palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluidas en esa frase. Esas palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran las condiciones bajo las cuales los hombres son recibidos o rechazados. Así la obra de aquellos que predican la Palabra de Dios tiene sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos.

EL SALVADOR NO CONFIÓ LA OBRA DEL EVANGELIO A PEDRO INDIVIDUALMENTE. En una ocasión ulterior, repitiendo las palabras que fueron dichas a Pedro, las aplicó directamente a la iglesia. Y lo mismo fue dicho en substancia también a los doce como representantes del cuerpo de creyentes. 

Si Jesús hubiese delegado en uno de los discípulos alguna autoridad especial sobre los demás, no los encontraríamos contendiendo con tanta frecuencia acerca de quién sería el mayor. Se habrían sometido al deseo de su Maestro y habrían honrado a aquel a quien él hubiese elegido.

En vez de nombrar a uno como su cabeza, Cristo dijo de los discípulos: "No queráis ser llamados Rabbí;" "ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo." (Mateo 23:8,10). "Cristo es la cabeza de todo varón." Dios, quien puso todas las cosas bajo los pies del Salvador, "diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.' (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22,23).

LA IGLESIA ESTÁ EDIFICADA SOBRE CRISTO COMO SU FUNDAMENTO; ha de obedecer a Cristo como su cabeza. No debe depender del hombre, ni ser regida por el hombre. Muchos sostienen que una posición de confianza en la iglesia les da autoridad para dictar lo que otros hombres deben creer y hacer. Dios no sanciona esta pretensión. El Salvador declara: "Todos vosotros sois hermanos.' Todos 383 están expuestos a la tentación y pueden errar. No podemos depender de ningún ser finito para ser guiados.

LA ROCA DE LA FE ES LA PRESENCIA VIVA DE CRISTO EN LA IGLESIA. De ella puede depender el más débil, y los que se creen los más fuertes resultarán los más débiles, a menos que hagan de Cristo su eficiencia. "Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo." El Señor "es la Roca, cuya obra es perfecta." "Bienaventurados todos los que en él confían.' (Jeremías 17:5; Deuteronomio 32:4; Salmos 2:12).

Ministerio Hno. Pio

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