jueves, noviembre 19, 2009

13 EVENTOS DE LOS ULTIMOS DIAS "La Lluvia Tardía"


13. La Lluvia Tardía 
La obra del Espíritu se asemeja a la lluvia
"Y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía". En el Oriente la lluvia temprana cae en el tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla germine. Gracias a la influencia de estas lluvias fertilizantes, aparecen los tiernos brotes. La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor emplea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del Espíritu Santo.*

Así como el rocío y la lluvia caen al principio para que la semilla germine, y luego para que la cosecha madure, se da el Espíritu Santo para que lleve a cabo a través de sus etapas el proceso del crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Mediante el póder del Espíritu Santo se ha de perfeccionar en el carácter la imagen moral de Dios. Debemos ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo. 188

La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá vida; la hoja verde no aparecerá. A menos que los primeros aguaceros hayan hecho su obra, la lluvia tardía no podrá perfeccionar ninguna semilla. TM 506 (1897).


A. LA APLICACION HISTORICA A LA IGLESIA COMO CONJUNTO
La lluvia temprana vino en Pentecostés en el año 31 DC. 
En obediencia a la orden de Cristo, [los discípulos] aguardaron en Jerusalén la promesa del Padre, el derramamiento del Espíritu. No aguardaron ociosos. El relato dice que estaban "de continuo en el templo, alabando y bendiciendo a Dios" (Luc. 24: 53)... Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad ... Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo. Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano. HAp 29-30 (1911).

El Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado. 3JT 210-211 (1904). 189 El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel. HAp 45 (1911).

Consecuencias de la lluvia temprana en Pentecostés. 
Bajo la influencia del Espíritu, las palabras de arrepentimiento y confesión se mezclaban con cantos de alabanza por el perdón de los pecados... Miles se convirtieron en un día... El Espíritu Santo... los habilitaba para hablar con facilidad idiomas antes desconocidos para ellos... El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. HAp 31-32 (1911).

Sus corazones estaban sobrecargados con una benevolencia tan plena, tan profunda, de tanto alcance, que los impelía a ir hasta los confines de la tierra, para testificar del poder de Cristo. HAp 37-38 (1911).

¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? 
 Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas a las más alejadas partes del mundo habitado... La iglesia veía afluir a ella conversos de todas direcciones. Los apóstatas se reconvertían... La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino. HAp 39-40 (1911). 190

La promesa de la lluvia tardía
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue "la lluvia temprana", y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante. 3JT 211 (1904).

Cerca del fin de la siega de la tierra, se promete una concesión especial de gracia espiritual, para preparar a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Este derramamiento del Espíritu se compara con la caída de la lluvia tardía. HAp 45 (1911).

Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el poder de Dios serán derramados sobre sus hijos. CS 517 (1911).

Esta obra será semejante a la que se realizó en el día de Pentecostés. 
 Como la "lluvia temprana" fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la "lluvia tardía" será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha. CS 669 (1911).

La lluvia tardía producirá el fuerte clamor. 
En ese tiempo, descenderá la "lluvia tardía" o refrigerio de la presencia del Señor para dar poder: a la voz fuerte del tercer ángel, y preparar a los santos para que puedan subsistir durante el plazo cuando las siete postreras 191 plagas serán derramadas. PE 86 (1854). 

Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados .. Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: "Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel". PE 271 (1858).


B. LA APLICACION PERSONAL A LOS CRISTIANOS COMO INDIVIDUOS 
La lluvia temprana produce conversión; la lluvia tardía desarrolla un carácter semejante al de Cristo. 
En ningún momento de nuestra experiencia podemos prescindir de la ayuda que nos capacitó para comenzar. Las bendiciones recibidas en ocasión dé la lluvia temprana nos son necesarias hasta el mismo fin... Al buscar a Dios para que nos conceda el Espíritu Santo, él producirá en nosotros mansedumbre, humildad de mente, y una consciente dependencia de Dios con respecto a la lluvia tardía que trae perfección. TM 507, 509 (1897).

El Espíritu Santo busca morar en cada alma. 
 Si se le da la bienvenida como a un huésped honrado, los que lo reciban serán hechos completos en Cristo. La buena obra que ha sido comenzada, será terminada; pensamientos santos, afectos celestiales y acciones semejantes a las de Cristo reemplazarán a los pensamientos impuros, los sentimientos perversos y los actos rebeldes. CH 561 (1896). 192

Podemos haber recibido cierta medida del Espíritu de Dios, pero mediante la oración y la fe debemos tratar de obtener una porción más abundante. No debemos cesar nunca en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no asumimos la actitud necesaria para recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad será solamente nuestra... Las convocaciones de la iglesia, tales como las asambleas generales, las reuniones de la iglesia local y todas las oportunidades en que se trabaja personalmente por las almas, son las ocasiones señaladas por Dios para dar la lluvia temprana y la tardía. TM 508 (1897).

Cuando el caminó esté preparado para el Espíritu de Dios, vendrá la bendición. Así como Satanás no puede cerrar las ventanas del cielo para que la lluvia venga sobre la tierra, así tampoco puede impedir que descienda un derramamiento de bendiciones sobre el pueblo de Dios. 1MS 144-145 (1887).

Debiéramos orar fervientemente por el descenso del Espíritu Santo. 
Debiéramos orar tan fervientemente por el descenso del Espíritu Santo como los discípulos oraron en el Día de Pentecostés. Si ellos lo necesitaban en aquel entonces, nosotros lo necesitamos más hoy en día.-5T 158 (1882). 
El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo, y el cielo está esperando concederlo. Ev 508 (1895). 193

La medida del Espíritu Santo que recibamos estará en proporción a la medida de nuestro deseo de recibirlo y de la fe que ejerzamos para ello, y del uso que hagamos de la luz y el conocimiento que se nos dé. RH Mayo 5, 1896.

No estamos suficientemente dispuestos a importunar al Señor con nuestras peticiones y pedirle el don del Espíritu Santo. El Señor quiere que lo importunemos con este asunto. Quiere que insistamos con nuestras peticiones ante el trono.
 FE 537 (1909).

Debemos humillar nuestros corazones en verdadero arrepentimiento. 
La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debiera ser nuestra primera obra. Debe haber esfuerzos fervientes para obtener las bendiciones del Señor, no porque Dios no esté dispuesto a conferirnos sus bendiciones, sino porque no estamos preparados para recibirlas. Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Sin embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales ha prometido Dios concedernos su bendición. Sólo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento. 1MS 141 (1887).

Debe haber un reavivamiento cabal entre nosotros. 
Debe haber un ministerio convertido. Debe haber confesiones, 194 arrepentimiento y conversiones. Muchos que están predicando la Palabra necesitan la gracia transformadora de Cristo en sus corazones. No debieran permitir que nada les impida hacer una obra cabal antes que sea demasiado tarde para siempre. Carta 51, 1886.

La reforma debe acompañar al reavivamiento. 
Deben producirse un reavivamiento y una reforma bajo el ministerio del Espíritu Santo. El reavivamiento y la reforma son dos cosas diferentes. El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento de las facultades de la mente y el corazón, una resurrección de la muerte espiritual. La reforma significa una reorganización, un cambio en ideas y teorías, en hábitos y prácticas. La reforma no producirá el buen fruto de justicia a menos que esté conectada con el reavivamiento del Espíritu. El reavivamiento y la reforma han de hacer su obra designada, y al hacerlo, deben fusionarse. RH Febrero 25, 1902.

Debemos desechar toda lucha y disensión. 
Cuando los obreros tengan un Cristo que more permanentemente en sus almas, cuando todo egoísmo esté muerto, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando se santifiquen a sí mismos, de modo que se vea y sienta el amor mutuo, entonces las lluvias de gracia del Espíritu Santo vendrán sobre ellos tan ciertamente como que la promesa de Dios nunca faltará en una jota o tilde. Pero cuando es rebajada la obra de otros, para que los obreros puedan mostrar 195 su propia superioridad, demuestran que su propia obra no lleva la señal que debiera. Dios no puede bendecirlos. 1MS 206 (1896).

Si subsistimos en el gran día del Señor, con Cristo como nuestro refugio y nuestra fortaleza, debemos abandonar toda envidia y toda contienda por la supremacía. Debemos destruir completamente la raíz de estas cosas impías para que no puedan surgir de nuevo a la vida. Debemos ponernos plenamente del lado del Señor. CDCD 258 (1903).

Desechen los cristianos todas las disensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición prometida, y ella les vendrá. 3JT 211 (1904).

Amaos unos a otros. 
El cristianismo se ha de revelar en el más tierno afecto mutuo... Cristo ha de recibir supremo amor de parte de los seres que ha creado. Y requiere que el hombre fomente una consideración sagrada por sus prójimos. Cada alma salvada lo será por el amor que comienza con Dios. La verdadera conversión es un cambio del egoísmo al amor santificado para Dios y al amor mutuo entre los hombres. 1MS 134-135 (1901).

Los atributos que Dios más aprecia son la caridad y la pureza, 
y debieran ser estimados por todo cristiano. 5T 85 (1882).

 El argumento más poderoso en favor del Evangelio 
es un cristiano amante y amableMC 373 (1905). 196 

Se requiere una entrega total. Dios no aceptará nada menos que una entrega sin reservas.
 Los cristianos indiferentes y pecaminosos nunca podrán entrar en el cielo. No encontrarían felicidad en él, porque no saben nada de los principios elevados y santos que gobiernan a los miembros de la familia real. El verdadero cristiano mantiene abiertas hacia el cielo las ventanas del alma. Vive en compañerismo con Cristo. Su voluntad se conforma a la de Cristo. Su mayor deseo es llegar a ser más y más semejante a él. RH Mayo 16, 1907.

No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. 
 Por el Espíritu obra Dios en su pueblo "así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13). Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. DTG 626 (1898).

Hay que despejar el camino para la lluvia tardía. 
Vi que nadie podrá participar del "refrigerio" a menos que haya vencido todas las tentaciones y triunfado del orgullo, el egoísmo, el amor: al mundo y toda palabra y obras malas. Por lo tanto, debemos acercarnos más y más al Señor y buscar anhelosamente la preparación necesaria que nos habilite para permanecer firmes en la batalla, en el día del Señor. PE 71 (1851) 197

Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés.
 2JT 69 (1882).

No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el camino quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia decaída y una congregación impenitente... Cada tentación, cada influencia opositora, ya sea manifiesta o secreta, puede ser resistida con éxito, "no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac. 4:6). 1MS 144-145 (1887).

Vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del Espíritu Santo. 1MS 223 (1892).

Convertíos en obreros activos en el servicio de Cristo. 
Cuando las iglesias lleguen a ser iglesias vivientes y laboriosas, se les dará el Espíritu Santo en respuesta a su sincero pedido... Entonces se abrirán las ventanas del cielo para los aguaceros de la lluvia tardía. RH Febrero 25, 1890.

El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ilumina toda la tierra con su gloria, no acontecerá hasta 198 que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos hayamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu; pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios. SC 314 (1896).

Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones providenciales del Señor de los ejércitos. 3JT 308 (1909).

"Mantener limpio el recipiente y ponerlo boca arriba" 
No necesitamos preocuparnos por la lluvia tardía. Todo lo que debemos hacer es mantener limpio el recipiente y ponerlo hacia arriba, listo para recibir la lluvia celestial, y perseverar en oración: "Haz que la lluvia tardía llene mi vasija. Que la luz del ángel glorioso que se une con el tercer ángel brille en mí: dame una parte en la obra; déjame proclamar el mensaje; permíteme ser el colaborador de Jesucristo". Al buscar así a Dios, permítanme decirles que él está permanentemente preparándolos, dándoles su gracia. ATO 281 (1891).

La respuesta puede venir con celeridad repentina y con poder abrumador, o puede demorarse por días y semanas, y nuestra fe ser probada. Pero Dios sabe cómo y cuándo contestar nuestra oración. Nuestra parte del trabajo es ponernos en conexión con el canal divino. 199 Dios es responsable por su parte del trabajo. Fiel es el que ha prometido. El asunto grande, e importante para nosotros es ser de un corazón y mente, desechando toda envidia y malicia y, como humildes suplicantes, velar y esperar. Jesús, nuestro Representante y Cabeza, está listo para hacer por nosotros lo que hizo por los que estaban orando y velando en el Día de Pentecostés. 3SP 272 (1878).

No tengo ningún tiempo específico del cual hablar, cuando se efectuará el derramamiento del Espíritu Santo, cuando descenderá del cielo el ángel poderoso y se unirá con el tercer ángel en la terminación de la obra en este mundo. Mi mensaje es que nuestra única seguridad radica en estar listos para el refrigerio celestial, con nuestras lámparas despabiladas y encendidas. 1MS 225 (1892).

No todos recibirán la lluvia tardía. 
Se me mostró que si el pueblo de Dios no hace esfuerzos de su parte, sino que espera que el refrigerio descienda sobre ellos y elimine sus faltas y corrija sus errores; si depende de eso para limpiarse de la inmundicia de la carne y del espíritu, y alistarse para participar en el fuerte clamor del tercer ángel, será hallado falto. 1T 619 (1867).

¿Esperamos ver que se reavive toda la iglesia? Ese tiempo nunca llegará.
 Hay personas en la iglesia que no están convertidas y que no se unirán a la oración ferviente y eficaz. Debemos hacer la obra individualmente. Debemos orar más y hablar menos. 1MS 142 (1887). 200

Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu Santo sea derramado, los que no recibieron y apreciaron la lluvia temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía. TM 399 (1896).

Sólo los que estén viviendo a la altura de la luz que tienen, recibirán más luz.
 Amenos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones de los que están en torno de nosotros, pero no lo percibiremos ni lo recibiremos. TM 507 (1897).

Los que no hacen esfuerzos decididos, sino que simplemente esperan que el Espíritu Santo los fuerce a obrar, perecerán en las tinieblas. No habéis de sentaros tranquilamente y permanecer ociosos en la obra de Dios. SC 283 (1903). 201 (Eventos De Los Últimos Días) EGW

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