jueves, noviembre 19, 2009

13 !MARANATA EL SEÑOR VIENE¡ "La Juventud, Instrumento de Dios" (IV. ANUNCIAD SU VENIDA 23-30)


IV. ANUNCIAD SU VENIDA (23-30)
23. LA JUVENTUD, INSTRUMENTO DE DIOS
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. (Lam. 3:27).

Dios llama a los jóvenes en el vigor y la fuerza de su juventud a compartir con él la abnegación, el sacrificio y el sufrimiento. Si aceptan el llamado, los convertirá en instrumentos suyos para salvar las almas por las cuales murió. Pero quiere que consideren el costo y asuman su obra con pleno conocimiento de las condiciones bajo las cuales sirven a un Redentor crucificado...

Nuestra primera obra debe consistir en poner nuestro corazón en armonía con Dios, y entonces estaremos preparados para trabajar por los demás. En lo pasado nuestros fieles obreros hacían a menudo examen de conciencia. Se reunían para aconsejarse mutuamente y para elevar humildes y fervientes plegarias en procura de la dirección divina... La venida de Cristo está más cerca ahora que cuando creímos. Cada día que pasa nos deja uno menos para proclamar el mensaje de amonestación al mundo. Ojalá hubiera hoy más ferviente intercesión delante de Dios, más humildad, más pureza y más fe.*

Tenemos una grandiosa obra que hacer por el Maestro, la de abrir la Palabra de Dios a los que están en las tinieblas del error. Jóvenes amigos, obrad como si tuvierais un cometido sagrado. Debéis ser estudiosos de la Biblia, siempre listos para dar a todo hombre que os lo demande razón de la esperanza que hay en vosotros. Por medio de una verdadera dignidad cristiana dad evidencia de que sabéis que tenéis una verdad que a la gente le interesa escuchar. Si esa verdad está grabada en el alma, se manifestará en el semblante y en el comportamiento, en un noble y tranquilo dominio propio, y en una paz que sólo el cristiano puede poseer.*

Aquellos que tienen humildad genuina y cuyas mentes se han desarrollado por las verdades reveladas en el Evangelio, ejercerán una influencia que podrá sentirse, producirán impresión en las mentes y los corazones.*

No tengo ambición más alta que la de ver a nuestra juventud imbuida del espíritu de la religión pura que la inducirá a tomar la cruz y seguir al Señor. Salid, jóvenes discípulos de Cristo, regidos por los principios, revestidos con los mantos de la pureza y la justicia. Vuestro Salvador os guiará al lugar que mejor se adapte a vuestros talentos y donde podáis ser más útiles.* 120

24. UNA OBRA PARA TODAS LAS EDADES
Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. (1 Juan 2:14).

Hay muchas maneras en las cuales la juventud puede encontrar oportunidad para un esfuerzo útil... En esta obra final del Evangelio hay un vasto campo que ha de ser ocupado; y, más que nunca antes, la obra consiste en alistar ayudantes entre la gente común. Tanto los jóvenes como los mayores serán llamados del campo, de la viña y del taller y enviados por el Maestro para dar su mensaje. Muchos de éstos pueden haber tenido muy poca oportunidad para educarse, pero Cristo ve en ellos cualidades que los capacitarán para cumplir su propósito. Si ellos ponen sus corazones en la obra y continúan aprendiendo, él los preparará para trabajar por él.*

Sean muchos o pocos vuestros talentos, recordad que lo que tenéis es sólo un depósito que se os ha confiado. Dios os está probando de esta manera y os da la oportunidad de demostrar vuestra fidelidad. . . A él pertenecen las facultades de vuestro cuerpo, vuestra mente y vuestra alma, y para él deben ser usadas. Vuestro tiempo, vuestra influencia, vuestra capacidad, vuestras habilidades: de todo deberéis dar cuenta a Aquel que lo da todo.*

El joven que halla gozo y felicidad en leer la Palabra de Dios y en la hora de la oración, es constantemente refrescado por las corrientes de la Fuente de la vida. Alcanzará una altura de excelencia moral y una amplitud de pensamiento que otros no pueden concebir. La comunión con Dios estimula los buenos pensamientos, las aspiraciones nobles, la percepción clara de la verdad, y los elevados propósitos de acción. Los que así ponen sus almas en comunión con Dios son reconocidos por él como sus hijos e hijas. Se elevan cada vez más, obteniendo visiones más claras de Dios y de la eternidad, hasta que Dios hace de ellos conductos de luz y de sabiduría para el mundo.*

Con semejante ejército de obreros, como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podría proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir! ¡Cuán pronto vendría el fin: El fin del sufrimiento, del dolor y del pecado!* 121

25. ¿POR QUÉ HAY TANTOS OCIOSOS?
Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hech. 1:8).

En la comisión dada a los primeros discípulos, se hallan incluidos los creyentes de todas las edades. Todo el que aceptó el Evangelio, recibió una verdad sagrada para impartirla al mundo. El pueblo fiel de Dios fue siempre constituido por misioneros activos, que consagraban sus recursos al honor de su nombre y usaban sabiamente sus talentos en su servicio...

Los miembros de la iglesia de Dios deben ser celosos de buenas obras, renunciar a las ambiciones mundanales, y caminar en los pasos de Aquel que anduvo haciendo bienes. Con corazones llenos de simpatía y compasión, han de ministrar a los que necesitan ayuda, y comunicar a los pecadores el conocimiento del amor del Salvador. Semejante trabajo requiere empeñoso esfuerzo, pero produce una rica recompensa. Los que se dedican a él con sinceridad de propósito verán almas ganadas para el Salvador...

"Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven" (Apoc. 22:17). A toda la iglesia incumbe el deber de dar esta invitación. Todo el que la ha oído ha de hacer repercutir este mensaje por valles y montes: "Ven"...

Cientos, sí, miles que han oído el mensaje de salvación, están todavía ociosos en la plaza, cuando podrían estar empleados en algún ramo de servicio activo. A los tales Cristo les dice: "¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?" y añade: "Id también vosotros a la viña" (Mat. 20: 6, 7). ¿Por qué muchos más no responden al llamado? ¿Es porque se consideran excusados por el hecho de no predicar desde el púlpito? Ojalá entiendan que hay una obra que debe hacerse fuera del púlpito, por miles de consagrados miembros laicos.

Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria. "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mat. 24: 14).* 122

26. TODOS NUESTROS TESOROS PARA DIOS
De gracia recibisteis, dad de gracia. (Mat. 10:8).

Todo lo que los hombres reciben de la bondad de Dios, sigue perteneciendo a Dios. Todo lo que él nos ha otorgado...
 ha sido colocado en nuestras manos para probarnos, para medir la profundidad de nuestro amor hacia él y nuestro aprecio por sus favores. Tanto los tesoros de las riquezas como los del intelecto, han de ser puestos como ofrenda voluntaria a los pies de Jesús.*

Al dar a sus discípulos la orden de ir por "todo el mundo" y predicar "el evangelio a toda criatura", Cristo asignó a los hombres una tarea: La de sembrar el conocimiento de su gracia. Pero mientras algunos salen al campo a predicar, otros le obedecen sosteniendo su obra en la tierra por medio de sus ofrendas.*

No todos pueden hacer grandes ofrendas ni cumplir hechos extraordinarios; pero cada cual puede practicar el renunciamiento y manifestar el desinterés del Salvador. Los hay que pueden traer dones abundantes al Señor; otros pueden dar sólo un pequeño óbolo; pero el Señor acepta todo don hecho con sinceridad.*

Muchos se sorprenderán al ver cuánto podrían economizar para la causa de Dios mediante actos de renunciamiento. 
 Las sumitas ahorradas por actos de sacrificio contribuirán más para edificar la causa de Dios que las donaciones cuantiosas que no son el fruto de la abnegación.*

La generosidad es el espíritu del cielo. El abnegado amor de Cristo se reveló en la cruz. El dio todo lo que poseía y se dio a sí mismo para que el hombre pudiese salvarse. La cruz de Cristo es un llamamiento a la generosidad de todo discípulo del Salvador. El principio que proclama es de dar, dar siempre... El principio de la gente del mundo es: Ganar, ganar siempre...

La luz del Evangelio que irradia de la cruz de Cristo condena el egoísmo y estimula la generosidad... Muchos de los hijos de Dios están en peligro de dejarse prender en la trampa de la mundanalidad y la avaricia. Deberían comprender que es la misericordia divina la que multiplica las solicitudes de recursos... Hace así del hombre su intermediario para distribuir sus bendiciones en la tierra. Dios ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre pueda llegar a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y desinteresado, y para que al fin pueda participar con Cristo de una eterna y gloriosa recompensa.* 123

27. UNA VIDA DOBLE
Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1:3).

Nada es más necesario en nuestro trabajo que los resultados prácticos de la comunión con Dios. Debemos mostrar con nuestra vida diaria que tenemos paz y descanso en el Salvador. Su paz en el corazón se reflejará en el rostro. Dará a la voz un poder persuasivo. La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. Los hombres verán que hemos estado con Jesús como lo notaron en los primeros discípulos. Esto comunicará al obrero un poder que ninguna otra cosa puede dar. No debe permitir que cosa alguna lo prive de este poder. Hemos de vivir una vida doble: Una vida de pensamiento y de acción, de silenciosa oración y fervoroso trabajo.*

Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. . . Cada uno de nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. Él nos dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46: 10). Esta es la preparación eficaz para toda labor para Dios. En medio de la presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá nuevo caudal de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de un poder dividno que alcanzará a los corazones de los hombres.*

Muchos, aun en sus momentos de devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios. Están demasiado apremiados. Con pasos presurosos penetran en la amorosa presencia de Cristo y se detienen tal vez un momento dentro de ese recinto sagrado, mas no esperan consejo. No tienen tiempo para permanecer con el divino Maestro. Vuelven con sus preocupaciones al trabajo.

Estos obreros jamás podrán lograr el mayor éxito hasta que aprendan cuál es el secreto de la fuerza. Tienen que dedicar tiempo a pensar, orar, esperar que Dios renueve su poder físico, mental y espiritual. Necesitan la influencia elevadora de su Espíritu. Al recibirla, serán vivificados con nueva vida. El cuerpo gastado y el cerebro cansado se refrescarán, y el corazón abrumado se aliviará.* 124
 
28. CELO EQUIVOCADO
Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. (Rom. 10:2).

Hay un celo ruidoso, sin objeto ni propósito, que no obra de acuerdo con el conocimiento, sino que actúa ciegamente y, como resultado, destruye. No es el celo cristiano, pues éste se rige por principios y no es esporádico. Es ferviente, profundo y fuerte, embarga toda el alma y pone en ejercicio la sensibilidad moral. Para él, la salvación de las almas y los intereses del reino de Dios son asuntos de la más alta importancia. 

¿Qué objeto hay que exija mayor fervor que la salvación de las almas y la gloria de Dios? Hay en esto consideraciones que no se pueden pasar por alto livianamente. Son de tanto peso como la eternidad. Los destinos eternos están en juego. Hombres y mujeres se deciden para bien o para mal. El celo cristiano no se agotará en palabrerías, sino que será sensible y actuará con vigor y eficiencia. Sin embargo, el celo cristiano inducirá a orar fervientemente y con humildad, y a la fidelidad en los deberes del hogar. En el círculo del hogar se verá la amabilidad y el amor, la benevolencia y la compasión, que son siempre frutos del celo cristiano...

¡Oh, cuán pocos aprecian el valor de las almas! ¡Cuán pocos están dispuestos a sacrificarse para llevar almas al conocimiento de Cristo! Se habla mucho, se profesa gran amor por las almas que perecen, pero el hablar cuesta poco. 
Lo que se necesita es ferviente celo cristiano, un celo que se manifiesta en obras. Todos deben trabajar ahora para sí mismos, y cuando tengan a Jesús en su corazón, lo confesarán a otros. Más fácil es impedir que las aguas del Niágara se despeñen por las cataratas, que impedir a un alma poseedora de Cristo que lo confiese.*

La vida eterna debiera despertar el más profundo interés de todo cristiano. ¡Ser colaborador de Cristo y de los ángeles celestiales en el gran plan de salvación! ¿Qué obra puede compararse con ésta? De toda alma salvada asciende a Dios una ofrenda de gloria que se refleja sobre el salvado y sobre el que fue instrumento para su salvación.* 125

29. UN FUNDAMENTO FIRME
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; 
y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. (2 Tim. 2:19).

El Señor tendrá un pueblo tan leal como el acero y de fe tan firme como el granito. Sus miembros han de ser sus testigos en el mundo, instrumentos que han de realizar una obra especial y gloriosa en el día de su preparación...

Los ministros que han predicado la verdad con todo celo y fervor pueden apostatar y unirse a las filas de nuestros enemigos; acaso ¿transforma esto la verdad de Dios en mentira? "Pero -dice el apóstol- el fundamento de Dios está firme"... Pueden cambiar la fe y los sentimientos de los hombres; pero nunca la verdad de Dios...

Es tan cierto que tenemos la verdad como que Dios vive; y Satanás, con todas sus artes y todo su poder infernal, no puede cambiar la verdad de Dios en mentira. Aunque el gran adversario procure anular hasta lo sumo la Palabra de Dios, la verdad fulgurará como una lámpara encendida.

El Señor nos ha elegido, y nos ha hecho objetos de su misericordia maravillosa. ¿Nos dejaremos hechizar por las charlas de los apóstatas? ¿Nos colocaremos de parte de Satanás y de su hueste? ¿Nos uniremos con los transgresores de la ley de Dios? Sea más bien nuestra oración: "Señor, pon enemistad entre mí y la serpiente". Si no estamos en enemistad con sus obras tenebrosas, nos circundarán sus poderosos brazos, y su aguijón estará listo para penetrar en cualquier momento hasta nuestro corazón. Debemos tenerle por enemigo mortal. Debemos oponernos a él en nombre de Cristo. Nuestra obra consiste en seguir adelante. Debemos defender cada pulgada de terreno. Todos los que llevan el nombre de Cristo revístanse de la armadura de justicia.*

Ha llegado el tiempo cuando debemos saber por nosotros mismos por qué creemos lo que creemos. . . Debemos estar revestidos de la justicia de Cristo si queremos permanecer firmes frente a la iniquidad que prevalece. Debemos mostrar nuestra fe por medio de nuestras obras. Pongamos un buen fundamento para el porvenir, a fin de que podamos asirnos de la vida eterna. Debemos trabajar, no con nuestra propia fuerza, sino con la fortaleza de nuestro resucitado Salvador. 
¿Qué estamos dispuestos a hacer por Jesús?* 126

30. EL CIELO NOS ESTA ESPERANDO
Como me envió el Padre, así también, yo os envío. (Juan 20:21).

De los apóstoles está escrito. "Ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían" (Mar. 16: 20). Así como Cristo envió a sus discípulos, envía hoy a los miembros de su iglesia. El mismo poder que los apóstoles tuvieron es para ellos. Si desean hacer de Dios su fuerza, él obrará con ellos, 
y no trabajarán en vano.

 Comprendan que la obra en la cual están empeñados es una sobre la cual el Señor ha puesto su sello. 
 Dios dijo a Jeremías: " No digas: Soy niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
 No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte". Luego el Señor extendió su mano y tocó la boca de su siervo, diciendo: "He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (Jer. 1: 7-9). Y nos envía a seguir anunciando las palabras que nos ha dado, sintiendo su toque santo sobre nuestros labios.

Cristo dio a la iglesia un encargo sagrado. Cada miembro debe ser un medio por el cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que el Salvador desee tanto como la manifestación del amor del Salvador por medio de los seres humanos. Todo el cielo está esperando a los hombres y las mujeres por medio de los cuales pueda Dios revelar el poder del cristianismo.

La iglesia es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad, facultada por él para hacer una obra especial; y si le es leal y obediente a todos sus mandamientos, habitará en ella la excelencia de la gracia divina. Si manifiesta verdadera fidelidad, si honra al Señor Dios de Israel, no habrá poder capaz de resistirle.

El celo por Dios y su causa indujo a los discípulos a ser testigos del Evangelio con gran poder. ¿No debería semejante celo encender en nuestros corazones la determinación de contar la historia del amor redentor, del Cristo crucificado? 
 Es el privilegio de cada cristiano, no sólo esperar, sino apresurar la venida del Salvador.* 127 (MARANATHA) EGW

 

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