martes, septiembre 08, 2020

REFLEXIÓN 384. PROFECÍA SOBRE ETIOPIA O NUBIA (ISAÍAS 18).

Isaías 18. Es la profecía sobre etiopia o Nubia. Un pueblo que influyo sobre el pueblo de Dios entre los años 715-663 AC. Aproximadamente.  Que invadió y gobernó Egipto, conocidos como los faraones negros. (XXV Dinastía) Comprende los tiempos del rey Ezequías y Manases. Cuando venían peligros como los asirios invadiendo Judá, miraban estos a Egipto como su esperanza suprema.

(Vers. 1-6). Dios, que cuida a su pueblo, destruirá a los etíopes, (7), por lo cual habrá un aumento del pueblo de Dios.

1 ¡AY DE la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía; 2 que envía mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas!  Andad, mensajeros veloces, a la nación de elevada estatura y tez brillante, al pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos. 3 Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad. 4 Porque Jehová me dijo así: Me estaré quieto, y los miraré desde mi morada, como sol claro después de la lluvia, como nube de rocío en el calor de la siega. 5 Porque antes de la siega, cuando el fruto sea perfecto, y pasada la flor se maduren los frutos, entonces podará con podaderas las ramitas, y cortará y quitará las ramas. 6 Y serán dejados todos para las aves de los montes y para las bestias de la tierra; sobre ellos tendrán el verano las aves, e invernarán todas las bestias de la tierra.

7 En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion. (Isaías 18). 

1. La tierra que hace sombra con las alas. Literalmente, la "tierra de grillos alados", o "tierra de susurro de alas" (BJ). La palabra hebrea tselatsal aparece sólo aquí y en Deut. 28: 42, donde se traduce como "langosta". Una palabra emparentado, proveniente de la misma raíz, se traduce como "címbalos" en 2 Sam. 6: 5; Sal. 150: 5. El verbo significa "tintinear", "batir". Aquí se designa a Etiopía (ver com. Gén. 10: 6). El disco solar con unas alas extendidas era un emblema popular egipcio. En este capítulo y en el siguiente, Etiopía y Egipto se consideran juntos. La 25.ª dinastía reinó sobre todo Egipto desde aproximadamente el año 715 hasta el año 663 a.C., después de lo cual Egipto fue gobernado por una sucesión de reyes "etíopes", que eran en realidad nubios (ver t. II, pp. 53-55). Taharka, quien ocupó el trono desde más o menos el año 690 al 664, es el mismo Tirhaca a quien Senaquerib esperaba hacer frente cuando interviniera en Judá (2 Rey. 19:9). Cuando los "etíopes" avanzaron arrolladoramente saliendo de lo que es ahora el Sudán, y extendieron su dominio sobre todo Egipto y amenazaron a las huestes de Asiria que por esa época estaban invadiendo el territorio de Judá, aquellos israelitas que tendían a confiar en los hombres y en los caballos, antes que en Dios, buscaron ayuda en Etiopía. El Señor deseaba que su pueblo comprendiera que encontraría su verdadera defensa en él y no en las fuerzas egipcias. Después de todo, los egipcios eran sólo hombres y, además, impíos. Ahora correspondía que se pronunciaran ayes contra ellos. Era mejor confiar en las alas del Todopoderoso (Sal. 17: 8; 57: 1; 91: 4) que en las susurrantes alas egipcias. Ese país podía tener una apariencia formidable, pero su fuerza se acabaría cuando Dios pronunciara su sentencia sobre él (ver com. Isa. 19: 1).

2. Que envía mensajeros. Parece que esos embajadores o mensajeros habían sido enviados para invitar a Judá a que se uniera con los egipcios en una alianza contra Asiria.    El mar. Posiblemente se refiera al río Nilo. Como ocurre en el árabe moderno, parece haberse empleado esta designación para los grandes ríos como el Nilo y el Eufrates (cf. Isa. 19: 5; 21: 1; Nah. 3: 8). En el Nilo se usaban naves construidas con haces de papiro.

Andad, mensajeros veloces. El hebreo del resto de este versículo es oscuro, y se han sugerido diversas interpretaciones en cuanto a su traducción. Según la RVR los mensajeros irían a un pueblo fuerte y temible; según la VM irían a un pueblo despojado y hollado. La RVR parecería concordar mejor con el hebreo; la BJ, con la LXX.

3. Todos los moradores. Todas las gentes deben saber que Jehová rige los asuntos terrenales (ver  com. Dan. 4: 17, 37). Es Dios quien ordena los asuntos de las naciones. En 221 forma figurada, es Dios quien levanta bandera (Isa. 5: 26) en la cima de los montes de la tierra, para indicar a las naciones lo que deben o no deben hacer.

4. Me estaré quieto. En el vers. 4 se presenta un cuadro notable de la manera tranquila y sin precipitaciones en que Dios hace cumplir su voluntad entre las naciones (Ed 169).         Todo lo ve y todo lo controla. Con reflexión equilibrada imparte castigo o bendición, tratando a todos los pueblos según lo indiquen su infinita sabiduría y justicia. Nada puede ocurrir sin que él lo sepa; no habrá ningún castigo sin que él lo permita. Cuando el grano maduro está listo para ser cosechado, envía a sus segadores para cumplir su misión.

5. Cortará y quitará. En este versículo sigue la descripción del trabajo de los segadores divinos (cf. Mat. 13: 39; Apoc. 14: 14-20). La tierra es un vasto campo. Cuando en su infinita sabiduría el Señor ve que una nación está madura para la destrucción, envía a sus segadores para segarla (Dan. 4: 13-15; 5: 25-31).

6. Dejados todos para las aves. Cuando Dios ha realizado su obra y una nación ha recibido el castigo divino, es como si las ramitas y los gajos hubieran sido cercenados, desparramados sin cuidado, y dejados a las bestias de la tierra y a las aves.

7. Será traída ofrenda. Se representa a la nación destruida como una "ofrenda" para el Señor. La guerra ocasionaría sufrimiento, desolación y angustia. La nación de Judá sería herida, esparcida, pisoteada y saqueada por sus enemigos, pero finalmente de allí surgiría una nación que reconocería a Dios y le serviría. (4CBA). Ministerio Hno. Pio

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