sábado, septiembre 19, 2020

REFLEXIÓN 396. LA RAZÓN DE LA DESDICHA DE JERUSALÉN Y SU FUTURO GLORIOSO (ISAÍAS 29).

Isaías 29. Como consecuencia de su apostasía, Jerusalén es sitiada y humillada por sus enemigos “los asirios”. Se dan las razones del porqué de estas aflicciones. Pero también se le vislumbra un futuro glorioso para el remante fiel.

Vers. (1-6) Es el riguroso juicio de Dios sobre Jerusalén. (7-8) La insaciabilidad de sus enemigos, que ya se sienten triunfantes. (9-12) La necedad de Jerusalén en entender los propósitos divinos (13-17) por una religión formalista, que se centra en la hipocresía. Pero (18 -24) Se promete santificación a los piadosos.

1 ¡AY DE Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso. 2 Mas yo pondré a Ariel en apretura, y será desconsolada y triste; y será a mí como Ariel. 3 Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes. 4 Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo. 5 Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa; y será repentinamente, en un momento. 6 Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor.

7 Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su fortaleza, y los que la ponen en apretura. 8 Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, Se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion. 9 Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegaos; embriagaos, y no de vino; tambaleas, y no de sidra. 10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró los ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros videntes. 11 Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado. 12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: lee ahora esto; él dirá: No sé leer. 

13 Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; 14 por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. 15 ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce? 16 Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió? 17 ¿No se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque?

18 En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. 19 Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. 20 Porque el violento será acabado, y el escarnecedor será consumido; serán destruidos todos los que se desvelan para hacer iniquidad, 21 los que hacen pecar al hombre en palabra; los que arman lazo al que reprendía en la puerta, y pervierten la causa del justo con vanidad. 22 Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido; 23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. 24 Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina. (Isaías 29). 

1. Ariel. Un nombre simbólico que se aplica aquí a Jerusalén o a una parte de la ciudad. No se conoce exactamente la etimología ni el sentido de esta palabra. Posiblemente fue acuñada por Isaías, o puede haber sido una palabra enigmática semejante a "Sesach" (Jer. 25: 26, RVA), que representaba a Babilonia (ver com. Jer. 51: 41). Es probable que Ariel signifique "altar de Dios" (en Eze. 43: 15-16 la misma palabra se traduce como "altar").  Otros han sugerido que debe traducirse como "león de Dios". Este capítulo y los siguientes parecen referirse a la invasión de Judá realizada por Senaquerib y su infructuoso asedio de Jerusalén. Antes de la invasión asiria, Dios dio claras advertencias acerca del terror que pronto sobrevendría. A los judíos se les reprendió por su hipocresía, su terquedad y su falta de comprensión de la importancia de los acontecimientos futuros.

Añadid un año a otro. La gente atendía sus asuntos sin preocuparse por el futuro, como si un año siguiera al otro sin que se alterara la placentera rutina de la vida. Cumplían con la celebración de las fiestas anuales y, seguían adorando en el templo, pero al mismo tiempo participaban en crímenes que amenazaban con destruir la nación (cap. 1: 4; 10-13, 21-23).

2. Será a mí como Ariel. El Señor había pronunciado sentencia sobre Jerusalén, y la ciudad sería como "Ariel", quizá como un "altar" (ver com. vers. 1), sobre el cual sus propios habitantes serían el sacrificio (Eze. 11: 3,7).

3. Acamparé contra ti. Se representa a Jerusalén como si estuviera sitiada. Escenas como la que aquí se describe aparecen muchas veces en las esculturas asirias (ver com. Eze. 4: 2; t. II, ilustración frente a la p. 64). Se levantaban rampas contra los muros de la ciudad y se acercaban máquinas de guerra para derribar las defensas (Jer. 33: 4; Eze. 4: 2). He aquí una buena descripción del método que Senaquerib se proponía emplear para tomar la ciudad de Jerusalén (2 Rey. 19: 32).

4. Serás humillada. Aunque Jerusalén no sería tomada, habría de ser abatida hasta el polvo. Completamente humillado, Ezequías envió sus mensajeros al rey asirio, admitiendo su error, implorando su protección y expresando su disposición para aceptar las demandas que se le hicieran (2 Rey. 18: 14). Se compara a Jerusalén con un enemigo cautivo, humillado ante su apresador, caído en tierra, balbuceando votos de sumisión con la esperanza de salvar la vida (ver com. Lev. 19: 31; Deut. 18: 11).

5. En un momento. Ver el relato de la liberación repentina e inesperada de Jerusalén (37:36).

6. Serás visitada. Jerusalén sería visitada con los castigos divinos. Con frecuencia se emplean palabras similares para describir los momentos cuando Dios se revela (Exo. 19:16; Sal. 77:18; Heb. 12:18-19; Apoc. 8: 5; 11:19; 16:18). Aquí quizá las palabras sean una representación figurada de las atrocidades de la guerra, o pueden ser una descripción literal de algún terrible cataclismo natural que azotó a los  ejércitos asirios (ver com. 2 Rey. 19:35).

7. Como sueño. Un sueño se va tan pronto como viene. Las fuerzas asirias se desvanecerían como un sueño (Sal. 73: 19-20).

8. El que tiene hambre. En su imaginación, los asirios ya habían devorado a Jerusalén. Senaquerib estaba seguro de que triunfaría, pero de pronto Dios frustró sus esperanzas destruyendo al ejército sitiador, e hizo que él volviera a su país sin botín alguno (37:36-37).

9. Deteneos. Isaías invita a los moradores de Jerusalén a que se detengan en sus actividades, y consideren su verdadera situación. Marávillaos. Heb. "Miraos atónitos". Ofuscaos y cegaos. El verbo aquí no es claro, lo cual ha permitido más de una traducción: "cegaos y quedad ciegos" (BJ) o "mirad en torno a vosotros (con temor y ansiedad)".

Embriagaos, y no de vino. Isaías ya no habla de los ejércitos asirios, sino que se dirige una vez más al pueblo de Jerusalén. Les había presentado un mensaje que debería haberlos hecho temblar, pero estaban como en un estupor y eran incapaces de comprender la solemne importancia de la advertencia. Habían perdido el juicio y la razón, no por la embriaguez del vino, sino porque estaban tan ocupados con las cosas terrenas que no 255 podían comprender el mensaje del cielo (ver com. vers. 1).

10. Cerró los ojos. En los días de Isaías no fue Dios quien cegó los ojos del pueblo o entorpeció su corazón. Ellos mismos provocaron esa situación por haber rechazado las advertencias que Dios les enviaba. Con cada rechazo de la verdad, el corazón se endurece más, y la percepción espiritual se embota más, hasta que al final es completamente imposible percibir las cosas espirituales. Dios no se deleita con la muerte de los impíos, y hace todo lo posible para apartarlos de sus malos caminos, a fin de que puedan vivir y no morir (Eze. 18: 23-32; 33: 11; 1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3: 9).

El pueblo de Judá andaba a tientas, como dormido (ver com. vers. 9). Los ojos de su entendimiento estaban enceguecidos. Sus dirigentes, que tenían el deber de guiar a la nación, habían perdido todo sentido de dirección. Sus profetas, que profetizaban por dinero, estaban totalmente ciegos. Dios les había enviado mensaje tras mensaje, pero cada vez que rechazaban la luz del cielo se enceguecían más y su percepción de la verdad se embotaba más. En este sentido el Señor había "cerrado" sus ojos (ver com. Exo. 4: 21).

11. Toda visión. Es decir, todo lo que Isaías les había dicho. Libro sellado. En la antigüedad, los documentos comúnmente se enrollaban y luego se los sellaba (ver com. Neh. 9: 38; cf. t. III, ilustración frente a la p. 96). Los solemnes mensajes de Isaías no tenían más valor, para los habitantes de Jerusalén, que si el profeta los hubiera escrito en un libro que hubiera sellado para que no se pudiera leer el contenido. La incredulidad y la desobediencia habían impedido tan efectivamente, que les llegara la luz del cielo, como si nunca les hubiera sido revelada. Para los hombres que se niegan a estudiarla, o que rehúsan creer en sus solemnes advertencias, la Biblia es un libro sellado. Los profetas han dado al mundo mensajes inspirados de luz y esperanza, pero hoy, como entonces, el mundo anda en tinieblas porque se niega a ver (ver com. Ose. 4: 6).

12. Que no sabe leer. O sea, que no profesa comprender los caminos de Dios como lo pretendían los profetas del vers. 10. Una persona puede ser sabia en las cosas de este mundo, pero ignorante en las cosas de Dios; viceversa, se puede ser novato en los conocimientos mundanos y sin embargo ser sabio en las cosas de Dios. El prejuicio y la incredulidad cierran los ojos del discernimiento espiritual del hombre a las cosas que Dios ha revelado para el esclarecimiento y la bendición del mundo.

13. Con su boca. La gente de Jerusalén hacía gran gala de religiosidad, pero en su corazón ni siquiera conocía a Dios. Lo mismo ocurrió en los días de Cristo (ver com. Mat. 7: 21-23; 15: 8-9; 23: 4; Mar. 7: 6-9). Eran hipócritas (ver com. Mat. 6:2). Su culto consistía en seguir un ritual enteramente despropósito de verdadera comunión con el cielo (cf. 2 Tm. 3: 5). Consideraban que el cumplimiento externo satisfacía los requerimientos divinos, y pensaban que de ese modo merecerían el favor de Dios (ver com. Miq. 6: 6-8).

14. La sabiduría de sus sabios. Cuando los hombres no toman en cuenta a Dios, su sabiduría se transforma en necedad. Por cuanto no aman la luz, se los deja que anden en tinieblas (2 Tes. 2: 12; cf. Ose. 4: 6). Este fue el caso de los dirigentes, Judíos. Oscurecieron el consejo con "palabras sin sabiduría" (Job 38: 2), y la luz de la nación quedó condenada a transformarse en oscuridad.

15. ¿Quién nos ve? Procuraban ocultar su hipocresía, sus motivos y sus acciones, con la esperanza de que ni los hombres ni Dios pudieran descubrir su verdadero carácter.

16. Vuestra perversidad. "¡Qué error el vuestro!"(BJ). Estaban intentando, por así decirlo, que el alfarero obedeciera al barro. Se creían poseedores de una sabiduría mayor que la del Creador. Estos dirigentes espirituales eran virtualmente ateos; la religión que practicaban era sólo un disfraz.

17. A muy poco tiempo. Isaías no era sólo profeta de castigos sino también de esperanza. Era un verdadero optimista. No sólo veía la oscuridad del presente sino también la gloriosa luz del futuro (ver com. cap. 9: 2). Aunque Judá pereciera y sus fértiles campos no dieran más fruto, vendría el tiempo cuando la tierra sería otra vez fructífera, cuando el desierto se transformaría en "campo fructífero, y el campo fértil" fuera "estimado por bosque" (cap. 32: 15; cf. cap. 35: 1; 41: 17-19; 55: 13).

18. Los ciegos verán. …Ver com. cap. 6: 9-10. Isaías anticipa el tiempo cuando se invertiría la situación descrita en los vers. 10-12. Compárese con Isa. 35: 5-6; 42: 7; 52: 15; 60: 1-5; Luc. 1: 79; 4: 18; Juan 8: 12; Hech. 26: 17-18; 2 Cor. 4: 4; Efe. 1: 13.

19. Los humildes. Llegaría el momento cuando el Evangelio sería proclamado a todos los pueblos de la tierra, tanto a los pequeños como a los grandes, a los pobres como a los ricos (pp. 30-32). Eso sucedió más completamente en los tiempos de la era cristiana. Con Jesús y sus discípulos…

20. El violento. El enemigo de Dios y de su pueblo. Quizá se refiera a Senaquerib y a su mensaje arrogante (vers. 5; cf. cap. 25: 4-5). La verdad que aquí se presenta se aplica a todo enemigo que se oponga al progreso de la obra de Dios.

21. Los que hacen pecar al hombre. Por 256 causa de sus mensajes de reprensión y de advertencia, posible Isaías fue acusado de ser poco patriota. Los que son reprendidos se vuelve hostiles contra quienes los amonestan, y procuran inventar medios, por injustos que sean, para entrampar a esos representantes así acallar su voz de reprobación. Pervierten la causa del justo. Es decir, maquinan deliberadamente para pervertir la justicia (cf. Exo. 23: 6; Amós 5: 12; Mal. 3: 5). Vanidad. Heb. tóhu, que tiene la idea de algo "vacío", "que no existe" (ver com. Gén. 1: 2). Las acusaciones con las cuales se procuraba que el reprensor apareciera como un delincuente carecían en realidad de toda base.

22. No será ahora avergonzado. Abrahán y Jacob representan aquí a todo el verdadero pueblo de Dios. Así como el Señor había liberado a los padres de la nación, también libraría a sus descendientes, de todos sus enemigos. El ataque de Senaquerib ocasionaría temor y vergüenza, pero Isaías preveía un día más luminoso en el futuro, que los fieles podían aguardar con certeza.

23. Temerán al Dios de Israel. Aquí se revela el triunfo final. El "violento" (vers. 20) ha sido destruido, Jacob ya no se avergüenza (vers. 22), y sus hijos, por largo tiempo perdidos, han sido devueltos al redil. Cuando los fieles de toda la tierra sean traídos al redil, se unirán a Jacob en la adoración y el servicio del Señor.

24. Los murmuradores. Isaías proclama que hay esperanza para los más endurecidos rebeldes de su época, así como la hubo para los tales en el desierto.(Exo. 17:2, 7; Núm. 14:22; 20: 3; Deut. 1: 27; 6: 16; Sal. 95: 10- 11; 106: 25).

Aprenderán doctrina. Muchos de los que han errado (cap. 28: 7; 29: 10-13) saldrán de la oscuridad (cap. 29: 18) y aprenderán de las vicisitudes por las cuales han pasado. Aunque la gran mayoría del pueblo no aprovecharía de los mensajes de consejo y advertencia que había recibido en repetidas ocasiones por medio del mensajero de Jehová, habría un pequeño "remanente" (cap. 1: 9; 11: 11, 16; etc.) cuyos corazones responderían, y se volverían al Señor. (4CBA). Ministerio Hno. Pio


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