Oseas
11:1-11. La
misericordia de Dios y su amor para Israel. Las profecías de Oseas
frecuentemente alternan amenazas y promesas, y a veces las mezclan.
* En los vers. 1-4 de este capítulo se presentan las bendiciones que el pueblo de Israel había recibido del Señor desde el tiempo del éxodo, y la posterior ingratitud de Israel a pesar de esas bendiciones. Dios tenía sobrada razón para estar irritado contra Israel debido a su reacción frente al amor y al cuidado que él mismo le había prodigado desde su infancia (Eze. 16: 1-8; PR 231). Su interés por ellos y para ellos era, sin duda, el de un padre para con su hijo; interés que no compartió ninguna nación en el mismo grado (Deut. 7: 6-8).
Óseas
se refiere a esa relación que comenzó cuando Moisés dio a Faraón el mensaje del
Señor de que dejara salir a su pueblo (ver com. Exo. 4: 22-23). En Ose. 11: 1
se señala que uno de los principales propósitos de la Biblia es destacar ante
los pecadores la bondad y la gracia de Dios (8T 275). "Toda la Escritura
-dice Lutero- tiene como principal propósito que no dudemos, sino que
ciertamente esperemos, confiemos y creamos que Dios es bondadoso,
misericordioso y paciente".
* Si el amor de Dios cuando comenzó su interés por Israel fue algo grande y excelso (vers. 1-4), es mayor ahora, pues se ha transformado en compasión (vers. 8-9) en el sentido de que Dios se resiste a abandonar a su pueblo, aunque éste ha llegado a ser completamente indigno del amor que le ha demostrado.
Versículos
(1-4) La ingratitud de Israel para con Dios a pesar de sus beneficios. (5-7)
juicio divino. (8-11) La misericordia de Dios para con ellos.
1 Cuando Israel era muchacho, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. 2 Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. 3 Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. 4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.
5 No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir. 6 Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos. 7 Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer.
8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. 9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad. 10 En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente. 11 Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová. (Oseas 11).
1. Muchacho. En los vers. 1-4 de este capítulo se presentan las
bendiciones que el pueblo de Israel había recibido del Señor desde el tiempo
del éxodo, y la posterior ingratitud de Israel a pesar de esas bendiciones.
Dios tenía sobrada razón para estar irritado contra Israel debido a su reacción
frente al amor y al cuidado que él mismo le había prodigado desde su infancia
(Eze. 16: 1-8; PR 231). Su interés por ellos y para ellos era, sin duda, el de
un padre para con su hijo; interés que no compartió ninguna nación en el mismo
grado (Deut. 7: 6-8). Óseas se refiere a esa relación que comenzó cuando Moisés
dio a Faraón el mensaje del Señor de que dejara salir a su pueblo (ver com.
Exo. 4: 22-23). En Ose. 11: 1 se señala que uno de los principales propósitos
de la Biblia es destacar ante los pecadores la bondad y la gracia de Dios (8T
275). "Toda la Escritura -dice Lutero- tiene como principal propósito que
no dudemos, sino que ciertamente esperemos, confiemos y creamos que Dios es
bondadoso, misericordioso y paciente".
LLamé a mi hijo. Mateo, inspirado por el Espíritu Santo, declara en
su Evangelio que la liberación de Israel de Egipto fue un símbolo o profecía de
lo que le aconteció al niño Jesús en Egipto y de su regreso a Palestina (ver
com. Mat. 2: 15). Aunque la referencia
de Mateo no pueda considerarse como una cita textual ni del hebreo ni de la LXX
de Ose. 11: 1, no hay duda de que el escritor evangélico tuvo en cuenta la
comparación entre ambos casos.
2. Los llamaba. Probablemente una referencia a los diversos profetas
y a otros mensajeros que Dios utilizó para que su pueblo conociera la voluntad
divina.
Se alejaban de mí. Israel no quiso reconocer la invitación de Dios, y
se entregó a la idolatría, especialmente a los baales, a las diversas
representaciones del dios Baal (2: 17).
3. De los brazos. Hermosa figura del amante cuidado de Dios hacia
Efraín. Así como un padre amoroso enseña a su hijo a caminar tomándolo de los
brazos cuando tropieza o cae, así el Señor había enseñado a su hijo Israel
(Deut. 1: 31; 33: 27; Jer. 31: 32). Así como un padre amante tolera
pacientemente a un hijo que aún no ha llegado a tener uso de razón, así también
el Señor había soportado pacientemente a su pueblo inmaduro; pueblo que
ignoraba los misterios espirituales del reino de los cielos (Deut. 32: 10).
Yo le cuidaba. Heb. "Yo los sané". Parece ser una alusión
a Exo. 15: 26 (cf. Isa. 57: 18).
4. Cuerdas. Una figura de lenguaje más en cuanto a la conducción
paternal del Señor para con Israel (Jer. 31: 3).
Cuerdas de amor. "Lazos de amor" (BJ). Una expresión
significativa que muestra que esas cuerdas eran muy diferentes de las que
emplean los hombres para amansar a los animales salvajes. A veces debe usarse
la violencia para domar a los animales a fin de domesticarlos para un trabajo
útil. Pero Dios no fuerza a los hombres. No usa de cuerdas duras ni de anillos
de hierro, sino que nos atrae por medios razonables, ejercitando nuestra
inteligencia y despertando nuestros afectos (ver com. Isa. 1: 18). Dios nos
atrae a él de una manera adecuada a la dignidad de nuestra naturaleza, pues
fuimos hechos a la imagen de Dios (Gén. 1: 26-27). Cuando trabajamos por los
demás, siempre debiéramos seguir este método de amor (1 Cor. 9: 19-23; 1 Tes.
2: 7-8; 3: 12; Heb. 5: 2). Cristo nos atrajo hacia él con cuerdas humanas
cuando se hizo hombre y vivió y se sacrificó por nuestro bien (Juan 12: 32;
Hech. 10: 38). Una de las razones por las cuales el Hijo de Dios se hizo hombre
fue para atraer a los hombres con cuerdas de simpatía, participando de la misma
naturaleza de ellos.
Comida. A pesar de las frecuentes deslealtades de Israel, el
Señor le concedió su misericordia salvadora y su tierna compasión, junto con
abundante sustento (Sal. 23: 5). Esto hizo aun más inexcusable que buscaran
otros dioses para recibir dádivas más grandes.
5. A tierra de Egipto. Israel había sido tributario de Asiria desde el
tiempo de Manahem (2Rey. 15: 17-20); pero se sublevó y procuró la ayuda de
Egipto (2 Rey. 17: 1-4). Sin embargo, no se permitiría que recibiera ayuda de
Egipto. Israel sería obligado a someterse al yugo de Asiria. La servidumbre
impuesta por este imperio sería un castigo por los pecados de los cuales no se
había arrepentido.
6. Espada. No habría manera de escapar de la invasión y de sus
efectos.
Aldeas. "Barras de sus puertas" (VM).
Literalmente, "palos", 'báculos" o "tallos". De
acuerdo a este sentido era algo para ayudar en la defensa de las ciudades, como
las barras de las puertas de la ciudad. También podría entenderse figuradamente
como fotalezas fronterizas o aldeas cercanas dependientes de las ciudades como
un tallo o las ramas de un árbol.
Consejos. La causa de todas esas aflicciones venideras eran
los malos consejos que la nación recibía y que llevaban al pueblo a la
transgresión y apostasía (cf. Sal. 5:
10).
7. Mi pueblo. ¡Cuán expresivamente señala esta frase que a pesar
de toda la culpa de Israel por su apostasía persistente, la nación aún era para
Dios... "mi pueblo"!
Me llaman. Texto hebreo problemático. Se ha sugerido:
"Aunque los profetas los llaman hacia arriba" (VM). Aunque Israel era
llamado a tener comunión con el Altísimo, parece que nadie procuraba participar
de esta excelsa experiencia. La corrupción se había arraigado tanto en Israel,
que por lo general el pueblo no respondía a las súplicas de los profetas para
que participaran de una vida espiritual más elevada.
8. Abandonarte. El pensamiento del vers. 8 es una transición de
terribles predicciones de severo castigo a promesas de consoladora
misericordia. Las profecías de Oseas frecuentemente alternan amenazas y promesas,
y a veces las mezclan. Aunque Efraín merecía una completa destrucción debido a
sus iniquidades, el Señor, a causa de su amor y misericordia perdurables,
continuaba esforzándose para que hubiera arrepentimiento y reforma entre su
pueblo (Jer. 31: 20).
Zeboim. Adma y Zeboim estaban entre las ciudades de la
llanura que fueron destruidas por Dios (Gén. 14: 8; Deut. 29: 23). Aunque
Israel era tan culpable como esas ciudades y merecía ser castigado en la misma
forma (Mat. 11: 23-24), Dios manifiesta su deseo de no entregar el reino del
norte en manos de sus enemigos o abandonarlo a la destrucción.
9. No ejecutaré. El profeta describe un glorioso cuadro de la obra
del amor divino. El Señor no ejecutaría el ardor de su ira ni destruiría
completamente a Efraín. Si el amor de Dios cuando comenzó su interés por Israel
fue algo grande y excelso (vers. 1-4), es mayor ahora, pues se ha transformado
en compasión (vers. 8-9) en el sentido de que Dios se resiste a abandonar a su
pueblo, aunque éste ha llegado a ser completamente indigno del amor que le ha
demostrado.
Destruir a Efraín. El hombre puede castigar para destruir, pero Dios
castiga para corregir y enmendar (Jer 29: 11). La ira de Dios fluye en una
dirección muy diferente de la del hombre. Este tiene el propósito de vengarse;
Dios, de reconciliar.
Dios soy. Esta es la causa fundamental de la misericordia
divina que se acaba de expresar: el carácter de Dios, santo por su misma
naturaleza, sólo puede cumplir y hacer honor a su pacto de amor eterno con
Israel. Él es Dios, y por eso debe ser medido por la norma divina de ese amor
(Rom. 8: 37- 39; 1 Juan 4: 16), y no por la norma vengativa del hombre.
El Santo. Esto explica por qué Dios castiga la iniquidad, y
sin embargo continúa mostrando misericordia. La santidad que no puede tolerar
la culpabilidad es también la santidad de verdad y fidelidad.
En la ciudad. Estas palabras significan que Dios no entraría como
un enemigo para destruir completamente, como había ido a las ciudades de la
llanura de Sodoma (vers. 8).
10. Rugirá como león. Una comparación que denota tanto la sonoridad del
pregón como la pavorosa majestad del Señor cuando convoca a su pueblo para que
retorne. Este rugir también puede
significar la orden terminante que da Dios a los enemigos de Israel, cuando el
Señor llama a su pueblo para que regrese de su cautiverio. La voz majestuosa e
imperativa con que el Señor se dirige a los que obran iniquidad, aunque está
llena de amor (Rom. 2: 4), también está llena de la solemne posibilidad del
castigo. Dios invita a los pecadores no sólo a que se refugien en su
misericordia, sino también para que huyan de la ira venidera (Mat. 3: 7-8).
11. Como ave. Sin duda es una referencia al regreso de los judíos después de los 70 años de cautiverio (Jer. 29: 10). Aquí se mencionan específicamente a Egipto y a Asiria, porque los judíos estuvieron sometidos y oprimidos en ambos países. (4CBA)
LA APOSTASÍA DE ISRAEL se había
desarrollado gradualmente. De generación en generación, Satanás había hecho
repetidas tentativas para inducir a la nación escogida a que olvidase "los
mandamientos, estatutos, y derechos" (Deut. 6: 1.) que había prometido
guardar para siempre. Sabía él que si tan sólo podía inducir a Israel a
olvidarse de Dios, y a andar "en pos de dioses ajenos" para servirlos
y postrarse ante ellos, "de cierto" perecería. (Deut. 8: 19.)
Sin embargo, el enemigo de la
iglesia de Dios en la tierra no había tenido plenamente en cuenta la naturaleza
compasiva de Aquel que "de ningún modo justificará al malvado," y sin
embargo se gloría en ser "misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y
grande en benignidad y verdad; que guarda la misericordia en millares, que
perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado." (Exo. 34: 6, 7.)
A pesar de los esfuerzos hechos
por Satanás para estorbar el propósito de Dios en favor de Israel, el Señor se
reveló misericordiosamente aun en algunas de las horas más sombrías de su
historia, cuando parecía que las fuerzas del mal estaban por ganar la victoria.
Recordó a Israel las cosas destinadas a contribuir al bienestar de la nación.
Declaró por medio de Oseas: "Escribíle las grandezas de mi ley, y fueron
tenidas por cosas ajenas." "Yo con todo eso guiaba en pies al mismo
Ephraim, tomándolos de sus brazos; y no conocieron que yo los cuidaba."
(Ose. 8: 12; 11: 3.) El Señor los había tratado con ternura, instruyéndolos por
sus profetas y dándoles renglón sobre renglón, precepto sobre precepto.
Si Israel hubiese escuchado los
mensajes de los profetas, se le habría ahorrado la humillación que siguió. Pero
el Señor se vio obligado a dejarlo ir en cautiverio porque persistió en
apartarse de su ley. El mensaje que le mandó por Oseas fue éste: "Mi
pueblo está destruído por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado
con desprecio el conocimiento de Dios, yo también te rechazaré, . . . puesto
que te has olvidado de la ley de tu Dios." (Ose. 4: 6, V.M.)
En toda época, la transgresión de la ley de Dios fue seguida por el mismo resultado. En los días de Noé, cuando se violó todo principio del bien hacer, y la iniquidad se volvió tan arraigada y difundida que Dios no pudo soportarla más, se promulgó el decreto: "Raeré los hombres que he creado de sobre la faz de la tierra" (Gén. 6: 7.) En los tiempos de Abrahán, el pueblo de Sodoma desafió abiertamente a Dios y a su ley; y se manifestó la misma perversidad, la misma corrupción y la misma sensualidad desenfrenada que habían distinguido al mundo antediluviano. Los habitantes de Sodoma sobrepasaron los límites de la tolerancia divina, y contra ellos se encendió el fuego de la venganza.
EL TIEMPO QUE PRECEDIÓ AL CAUTIVERIO DE LAS DIEZ TRIBUS DE ISRAEL se destacó por una desobediencia y una perversidad similares. No se tenía en cuenta para nada la ley de Dios, y esto abrió las compuertas de la iniquidad sobre Israel. Oseas declaró: "Jehová pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres." (Ose. 4: 1, 2.) PR.
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Ministerio
Hno. Pio
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