Oseas
11:12; 12. La ingratitud
e impiedad de Efraín contrastadas con el caso de Jacob.
Vers. (12; 1-2)
Reproches para Efraín, Judá y Jacob. (3-6) Dios, por los favores que ha
concedido, exhorta al arrepentimiento. (7-14) Los pecados de Efraín irritan a
Dios.
12 Me rodeó Efraín de mentira, y la casa de Israel de engaño. Judá aún gobierna con Dios, y es fiel con los santos. (Oseas 11). 1 EFRAÍN se apacienta de viento, y sigue al solano; mentira y destrucción aumenta continuamente; porque hicieron pacto con los asirios, y el aceite se lleva a Egipto. 2 Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras. 3 En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.
4 Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros. 5 Mas Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová es su nombre. 6 Tú, pues, vuélvete a tu Dios; guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre.
7 Mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión, 8 Efraín dijo: Ciertamente he enriquecido, he hallado riquezas para mí; nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis trabajos. 9 Pero yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; aún te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta.
10 Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas. 11 ¿Es Galaad iniquidad? Ciertamente vanidad han sido; en Gilgal sacrificaron bueyes, y sus altares son como montones en los surcos del campo. 12 Pero Jacob huyó a tierra de Aram, Israel sirvió para adquirir mujer, y por adquirir mujer fue pastor.
13 Y por un profeta Jehová hizo subir a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado. 14 Efraín ha provocado a Dios con amarguras; por tanto, hará recaer sobre él la sangre que ha derramado, y su Señor le pagará su oprobio. (Oseas 12).
11:12. Me rodeó. El profeta presenta la manifiesta idolatría de
Israel en contraste con la condición espiritual de Judá, el reino del sur, que
en apariencia era leal al Señor.
Gobierna. "Es aún inconstante con su Dios" (VM). Quizá
esa "inconstancia" indicaba que Judá adoptaba una posición vacilante,
indecisa, en relación con el Señor, el Santo y fiel.
La condición de Judá en el tiempo cuando cayó Israel, el reino del norte, está reflejada en el vers. 2 (ver también las pp. 32-33 y com. cap. 4: 15). El último versículo del cap. 11 es él primero del cap. 12 en la Biblia hebrea y también en la BJ.
1. Efraín. Aquí es un sinónimo de Israel, el reino del norte.
Se apacienta de viento. En vez de buscar al Señor para su seguridad, Israel
recurrió a alianzas con extranjeros para que lo ayudaran a sostener su poder
desfalleciente. "Viento" se usa figuradamente para indicar algo
vacío, vano, sin valor real o práctico. Alimentarse
de viento es, pues, complacerse o buscar alimento en lo que no puede
proporcionar ni lo uno ni lo otro.
Solano. Ver com. Jer. 18: 17. Ir tras el
solano (o viento oriental) es perseguir vanas esperanzas y planes
impracticables. Pero en mayor medida aquí se hace alusión al poder destructor
del solano, y representa algo que es sumamente vano y vacío, lo que es dañino y
destructor. El viento oriental de Palestina que pasa sobre grandes extensiones
de desierto arenoso, es abrasador, ardiente; destruye la vegetación, sofoca al
hombre, es tormentoso en el mar (Sal. 48: 7) y en la tierra (Job 27: 21;
Jer. 18: 17). Por lo tanto, ir en pos
del solano representa destrucción. La
primera parte de Ose. 12: 1 se traduce así en la LXX: "Pero Efraín es
espíritu malvado persiguió al viento oriental todo el día".
Mentira... aumenta. Algunos explican esto como una descripción del falso
culto de Israel y sus efectos dañinos (Amós 2: 4). Otros consideran que es una
referencia a la conducta de Efraín con sus prójimos en cuanto a la violencia y
el robo (cf. Jer. 6: 7; Amós 3: 10). Toda la vida del reino del norte fue, en
realidad, una mentira. Su población había renunciado a la autoridad divina. Se
habían sublevado contra la dinastía de David. Habían rechazado el sacerdocio de
los hijos de Aarón. Adoraban los becerros de oro. Renunciaron al Señor para
rendir homenaje a los baales y a Astarot. Rebajaban las normas de moral en su
vida social. No buscaban ayuda del Señor en momentos de angustia nacional, sino
de Asiria en un período, y de Egipto en otro (ver com. Ose. 11: 5). Sin
embargo, durante todo este tiempo se jactaban de que eran el pueblo de Dios, de
que Jacob era su padre, lo cual explica por qué se cita la vida de Jacob (cap.
12: 3-4) como un reproche para sus descendientes.
Y destrucción. Es significativo que se unan aquí la mentira y la
destrucción. Dios siempre une los pecados por los que no ha habido
arrepentimiento, y su castigo. Multiplicar los primeros es, pues, multiplicar
lo segundo. El pecado es la causa cuyo efecto es el castigo, un efecto que trágicamente
la mayoría de los hombres parecen pasar por alto hasta que ya es demasiado
tarde (Rom. 2: 4-6).
Hicieron pacto. En otros pueblos antiguos, como entre los griegos y
los romanos, el sacrificio de animales también ratificaba las cláusulas de un
convenio entre las partes contratantes. El anhelo de hacer alianzas con
extranjeros se presenta como una prueba positiva de la apostasía de Israel. El
pago de grandes tributos de Israel a Asiria, no sólo no impidió las invasiones
de los asirios sino que estimuló a éstos para que invadieran a Israel en busca
de mayores riquezas (cf. Ecl. 5: 10). Las ambiciones políticas, económicas y
territoriales de los poderes imperiales, como era el caso de Asiria, nunca
quedaban satisfechas. Una vez que Israel comenzara a pagar tributo a esa
potencia de Mesopotamia, ya no podría detener la irresistible demanda de ese
imperio que pediría más y más. Así se consumó la ruina de Israel.
Aceite. Generalmente se refiere al aceite de oliva, producto
abundante de Palestina (Deut. 8: 7-8; Eze. 27: 17). Este aceite quizá fue
enviado a Egipto como un tributo para granjearse la simpatía de ese país y su
ayuda contra Asiria.
2. Pleito. Ver com. cap. 4: 1. Aquí se incluye a Judá en la queja de Dios contra su pueblo. La
transgresión de Judá no era tan grave como la de Israel en ese tiempo, pues aquella nación externamente todavía era leal a
Jehová (cap. 11: 12) y no fue tan abiertamente culpable de apostasía como
Israel. Sin embargo, Judá tenía que enfrentarse al castigo.
Jacob. Jacob se refiere aquí en forma particular al reino
del norte, en contraste con Judá. Sin embargo, en un sentido más amplio y
general, el nombre comprendía tanto a las diez tribus que constituían a Israel
como a las dos tribus que formaban a Judá.
3. Por el calcañar. La mención del nombre de Jacob (vers 2) introduce
una referencia en el vers. 3, a dos acontecimientos importantes en la vida de
ese patriarca. El propósito de Oseas era, sin duda, amonestar a su pueblo para
que imitara la conducta de su progenitor y recordarle la distinción que había
obtenido, a fin de que se animara a hacer lo mismo. Cuando Jacob estaba
naciendo se aferró al calcañar de su hermano mayor, incidente que sirvió para
que fuera llamado "Jacob" (ver com. Gén. 25: 26). La segunda frase
del vers. 3 nos dice cómo Jacob, en la plenitud de su virilidad, luchó con
Dios, el Ángel del pacto (Gén. 32: 22-32) y prevaleció, por lo que su nombre le
fue cambiado de Jacob a Israel. La palabra "Israel" en realidad
significa "él lucha con Dios", o "él prevalece sobre Dios",
o "él rige con Dios" (ver com. Gén. 32: 28). Jacob comenzó esa noche
luchando, pero terminó suplicando. El fin de toda la lucha no es vencer a Dios, sino vencer el yo.
El reconocimiento de nuestra debilidad constituye nuestro poder, y los que
presentan la súplica "no te dejaré, si no me bendices", descubren que
les da acceso al poder de Dios.
4. Prevaleció. La experiencia de Jacob, que es un ejemplo que debe seguir el pueblo de Dios, se describe y se trata más plenamente en este versículo, con el propósito de estimular al Israel de los días de Oseas a que lo imitara. Esa experiencia destaca ciertas lecciones importantes: (1) La eficacia de la oración ferviente y perseverante en esta lucha (Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tes. 5: 17). Jacob no se rindió ante los peligros que lo amenazaban ni sucumbió bajo las dificultades de su caso. Hizo frente con valor a los motivos de desánimo que lo rodeaban, pero no con su propia fuerza. Mediante el poder que el Señor le dio, prevaleció con Dios. Con el vigor de esa fuerza luchó con el Ángel del pacto, y triunfó. La lucha simboliza el intenso fervor y la energía que desplegó; el propósito de su lucha fue recibir la bendición de Dios. Los medios utilizados fueron oraciones, lágrimas y fervientes súplicas. La persistencia con que oró y suplicó se expresa en las palabras: "No te dejaré, si no me bendices".
(2) Sólo por medio de la ayuda de Dios podemos
vencer el mal en nuestra vida. El golpe que descoyuntó el muslo de Jacob y lo
privó de su fuerza, reveló de una vez y para siempre la incapacidad humana para
prevalecer en el conflicto con el pecado y demostró, con certeza, lo que Dios
puede hacer si nos colocamos en sus manos (Mat. 1:21; Juan 15:5; Fil. 4:13;
Hech. 13:20- 21).
Bet-el. Bet-el fue el escenario de dos ocasiones memorables de la vida espiritual de Jacob (Gén. 28: 11-22; 35: 1-15). En ambas el patriarca se consagró allí a Dios. Oseas exhorta ahora a los descendientes de Jacob para que limpien su vida de toda idolatría y cesen de convertir a Bet-el en un centro de un culto falso (ver com. Ose. 4: 15).
Habló con nosotros. Ver com. vers. 5.
5. Mas. "Y" (VM). La primera mitad del vers. 5 es
una frase yuxtapuesta a la parte final del vers. 4. De manera que el
pensamiento del pasaje es: "Y allí él, el mismo Señor Dios de los
ejércitos, habló con nosotros" ("con él" según algunos MSS de la
LXX y la siríaca). Algunos han interpretado que este pasaje significa que
cuando Dios le dijo a Jacob que su nombre no sería más Jacob sino Israel, no
sólo habló al patriarca sino a través de él, como su representante, a todos sus
descendientes. Esta interpretación explicaría por qué Oseas dice a su pueblo
que en Bet-el el Señor "habló con nosotros" (vers. 4).
Jehová es Dios de los ejércitos. Ver com. Jer. 7: 3. El pacto y la promesa fueron
confirmados para Israel por Aquel que tiene el poder y la autoridad para
hacerlo, Jehová Dios de los ejércitos, el Señor Dios de los ejércitos del
cielo, Aquel que guía y rige todos los acontecimientos y gobierna todo el
universo (Sal. 103: 19). La palabra "ejércitos" es muy adecuada en
relación con Jacob, debido al ejército angelical que lo encontró antes de que
luchara con Dios (ver com. Gén. 32: 2).
Nombre. Es decir, el nombre de Dios con el cual Israel
habría de recordarlo (Exo. 3: 15; Sal. 135: 13). Para animar al pueblo de Dios
a que tenga plena confianza en el Señor y en su poder para salvar, el profeta
añade la frase: "Jehová es su nombre". Cuando se menciona el nombre
de una persona, inmediatamente la memoria recuerda la clase de carácter que
tiene, si la persona es buena o mala, si se le puede tener confianza o si es
indigna de ella. Así también en el caso de Dios, su nombre hace acudir a
nuestra mente su carácter, sus atributos, la forma en que trata a los hijos de
los hombres. Aquí Dios exhorta a sus hijos para que consideren que su nombre
debe ser un recuerdo precioso de lo que él es para ellos y lo que ha hecho en
su favor; que su nombre está repleto de recuerdos de bendiciones pasadas y por
eso debería ser una garantía para los suyos de que los caminos de Dios son los
mejores. La inmutabilidad de Dios, que no sólo aceptó a Jacob sino que lo bendijo
y lo prosperó, se destaca ante los descendientes del patriarca como una
garantía de bendiciones similares en caso de que volvieran al Señor y dieran
frutos apropiados de arrepentimiento.
6. Vuélvete. Debido a que la rectitud de carácter es inherente en
Dios, y debido a la fidelidad de su proceder para con Jacob y sus
descendientes, ésta es una exhortación al arrepentimiento y a la confianza. La
prueba de que se acepta con sinceridad esta exhortación primero debe ser
demostrada para con los prójimos, guardando "misericordia y juicio".
En segundo lugar para con Dios, confiando siempre en él. La traducción literal
del hebreo de esta primera frase es sumamente expresiva: "Y tú en tu Dios
volverás". Esto señala el hecho fundamental de que en nuestra débil y desvalida
condición, sólo mediante la ayuda de Dios podemos desarrollar el carácter que
debiéramos poseer (cf. Juan 15: 4-5). Podemos tener el deseo de volver a Dios,
y eso está bien; pero no basta a menos que nuestra voluntad esté sujeta a la
voluntad y al poder de Dios para que nuestro propósito sea efectivo (Rom. 7:
18-20; Fil. 2: 12-13; Heb. 13: 20-21). Estas palabras "vuélvete a tu
Dios" son la grandiosa y sublime exhortación del Evangelio para todos los
seres humanos de todos los tiempos (Hech. 2: 37-38; 3: 19; 5: 31; 17: 30).
Misericordia. Heb. jésed (ver la Nota Adicional al Sal. 36, t.
III, p. 727). Esta exhortación para que hubiera amor fraternal y equidad, era
uno de los puntos que destacaban los profetas (Jer. 22: 3; Miq. 6: 8).
Confía. Si Israel hacía esto, reposaría confiado y no
tendría temor de sus enemigos (Isa. 30: 15; 32: 17). Debemos confiar en Dios
porque necesitamos de él en medio de los peligros que nos rodean, pues
únicamente él es la Fuente de vigor y suficiencia. Por lo tanto, confiar en
Dios significa que nuestra confianza en él representa expectativa y esperanza;
que confiamos en él para buscar ayuda; que recurrimos a él en busca de
liberación (Sal. 27: 14; 40: 1-3).
7. Mercader. En los vers. 7-11 se añade una descripción de la apostasía
del reino del norte, insinuada por la primera parte de este capítulo. La
apostasía de Israel presenta un notable contraste con el fervor de Jacob para
alcanzar la bendición divina, la sinceridad de su arrepentimiento, las
evidencias de su conversión y su permanente confianza en Dios. Esta triste
condición de la nación, sin duda impulsó a Oseas para que repitiera el relato
de la decadencia espiritual de Efraín.
Peso falso. Efraín no estaba en el elevado plano espiritual del
patriarca que luchó con Dios y prevaleció, sino era un mercachifle materialista
y explotador, inclinado al fraude y a la opresión. En vez de la misericordia y
la justicia que Dios requería, los israelitas se habían rebajado a la codicia,
el fraude, el afán de lucro, el empleo de pesas falsas (cf. Lev. 19: 36; Deut.
25: 13-16).
8. Ciertamente. Heb. 'ak: "únicamente",
"seguramente", "verdaderamente" (ver com. Sal. 62: 1). Esto
podría tomarse como una respuesta defensiva ante la exhortación divina,
respuesta que diría: "Sólo me he enriquecido; no he hecho nada malo; por
lo tanto, no se puede encontrar iniquidad en mí". O podría considerarse
como una respuesta de suficiencia propia ante la ferviente exhortación del
profeta a confiar en Dios (Ose. 12: 6), lo que querría decir: "Ciertamente,
me he enriquecido por mis propios esfuerzos y no por la ayuda divina".
He enriquecido. Efraín se jacta de sus riquezas, a pesar de que las
había adquirido mediante el fraude y la violencia. Y al mismo tiempo sostenía
que con esto no había cometido ninguna transgresión, de manera que no merecía
condenación ni castigo. La prosperidad del reino del norte durante los reinados
de Joás y Jeroboam II (2 Rey. 14:11-16, 23-28) pudo haber causado en Israel
una indebida confianza propia y un extraño olvido de Dios, lo que hizo que
estuviera ciego a su verdadera condición espiritual (com. Ose. 2:8). La
prosperidad no es un alimento conveniente para el alma y es un peligro
constante en nuestra lucha por alcanzar la vida eterna.
Nadie hallará iniquidad. Este alarde de inocencia de Efraín anticipaba el
proceder farisaico de los judíos de los días de Cristo. Decididamente se
justificaban ante los hombres, pero Dios los tenía por hipócritas (cf. Luc. 16:
13-15; 18: 9-14).
9. Pero yo. Gramaticalmente este versículo consiste de dos
oraciones separadas que son afirmaciones independientes. La primera dice:
"Yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto".
Te haré morar. Se han sugerido las siguientes interpretaciones de
la segunda oración: (1) Que es una advertencia divina de que así como los
judíos una vez estuvieron en servidumbre en Egipto, el Señor los pondría otra
vez en una tierra de esclavitud: Asiria. (2) Que es una promesa de que así como
Dios sacó a su pueblo de Egipto e hizo que los israelitas moraran en tiendas en
el desierto mientras estaban en camino a la tierra prometida, así lo haría otra
vez. Podría haber aquí una amenaza de que Dios arrojaría a su pueblo de su
tierra placentera y lo colocaría en una condición similar al desierto debido a
su orgullo e ingratitud. Sin embargo, a pesar del castigo con que se lo
amenazaba, se extendía a Israel la promesa y la perspectiva de la dirección y
el cuidado del Señor, y una maravillosa protección similar a lo que sucedió en
los comienzos de la historia de Israel, cuya memoria todavía se mantenía viva
mediante la fiesta de los tabernáculos. Durante los siete días de esa fiesta el
pueblo vivía en cabañas en conmemoración de las tiendas en que había vivido en
el desierto después de ser liberado de Egipto (Lev. 23: 33-36, 39-43). La
fiesta de los tabernáculos no sólo era una ocasión de agradecimiento anual por
las bendiciones con que Dios había coronado el año, sino que sus cabañas
simbolizaban que no tenemos aquí "ciudad permanente"(Heb. 11: 9-10;
13: 14).
10. Profecía. "Visiones" (BJ). Heb. jazon (ver com. 1
Sam. 3: 1).
Parábolas. "Semejanzas" (VM). Hay comparaciones,
semejanzas, parábolas, símbolos, que muestran lo invisible por medio de lo
visible. Con frecuencia los profetas utilizaron comparaciones para transmitir a
la gente la intención divina. Presentaron figuras como la viña (Isa. 5), la
imagen (Dan. 2), las bestias (Dan. 7), el adobe y la plancha de hierro (Eze.
4), etc. Esta frase es traducida en forma significativa en la LXX: "Y por
medio de los profetas yo fui representado". Los símiles o comparaciones
hacen que los mensajes de los profetas impresionen más, que sean más fáciles de
entender y más fáciles de recordar. Dios honra aquí a sus verdaderos profetas,
al mostrar que sólo por medio de ellos revela su voluntad (Amós 3: 7).
11. Galaad. Algunos entienden que Galaad y Gilgal representan
aquí las dos partes del reino del norte: Galaad la zona oriental; Gilgal, la
occidental. El profeta se había referido antes a la grave impiedad de los
habitantes de Galaad (ver com. cap. 6: 8).
Iniquidad. Oseas formula la pregunta tan sólo para responderla
enfáticamente. "¿Es Galaad iniquidad?" "Ciertamente".
Ciertamente. Heb. 'ak (ver
com. vers. 8; Sal. 62: 1; Ose. 12: 8).
Vanidad. La iniquidad lleva a la vanidad y a la inutilidad.
Uno de los castigos del pecado es la degeneración moral y física que termina en
la muerte eterna.
Gilgal. Ver com. cap. 4: 15. Los habitantes de Gilgal, al
oeste, no eran mejores que los de Galaad, al este del Jordán; esto demuestra
que todo el reino estaba entregado al culto de ídolos (cf. Amós 4: 4; 5: 5).
Montones. Heb. gal, "montón de piedras", como lo que
juntaban los agricultores de los terrenos arados y dejaban como inútiles, para
ser quitadas de allí. Los altares idólatras tanto de Galaad (que significa
"majano [o montón] del testimonio"; ver com. Gén. 31: 47) como de
Gilgal debían convertirse en montones de piedras. Lo que les sucedería a los
altares no sólo presagiaba su destrucción sino la desolación del país. La misma
abundancia de esas ruinas de altares en los surcos del campo manifiesta un
cuadro visible y prominente de la crasa idolatría del pueblo.
12. Jacob huyó. La huida de Jacob al hogar de Labán y el servicio
que allí prestó (vers. 12), son comparados con lo que le sucedió a Israel en
Egipto (vers. 13). Algunos sostienen que los vers. 12-13 presentan la doble
esclavitud de Israel. La primera, la que soportó su antepasado Jacob; la
segunda, la que sufrieron las doce tribus en Egipto. Podría ser también que la
angustia y aflicción de Jacob se presenten como un contraste con el
ensalzamiento de su posteridad. El propósito de este contraste sería el de
impresionar al pueblo de Dios con la bondad divina para con él al rescatarlo de
su servidumbre, e inspirarle gratitud para Dios y para que reconociera con
gratitud y humildad la misericordia celestial.
13. Profeta. Moisés es el profeta al cual aquí se alude (Exo. 3:
4-12; Sal. 77: 20; Isa. 63: 11-14). Así como el Israel de la antigüedad fue
protegido por el profeta Moisés, así también el pueblo de Dios de hoy día se
protegerá prestando atención a los mensajeros dados por Dios y poniendo sus
vidas en armonía con el consejo que se le ha impartido (cf. 2 Ped. 1: 19).
14. Ha provocado a Dios con amarguras. "Le ha irritado amargamente" (BJ). Debido
a la perfidia y a su falta de consagración, Efraín provocó la acerba ira del
Señor. La culpa y el castigo de Efraín no se quitarían. Ver com. Juec. 2: 20; 2
Rey. 13: 30.
Sangre. Efraín había derramado sangre en abundancia (cap.
4: 2; 5: 2).
Oprobio. La deshonra que Efraín trajo a Dios con su idolatría e iniquidad, recaería sobre él. Los que se rebelan contra Dios y hacen que su nombre sea vituperado, deben esperar la retribución divina (cf. 1 Sam. 2: 30). 4CBA
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