INTRODUCCIÓN
1. Título. El libro toma su nombre del profeta cuyo mensaje
presenta. Miqueas (Heb. Mikah) es una
forma abreviada de Mikayah, que significa: "¿Quién se asemeja a
Yahweh?" Tanto en hebreo, como en castellano, el libro ocupa el sexto
lugar en el orden de los profetas menores. En la LXX está en el tercer lugar,
después de Amós y Oseas, quizá por su tamaño.
2. Paternidad literaria. Se dice que Miqueas es "de Moreset" porque
quizá provenía de la aldea de Moreset-gat, que se cree que estaba en la parte
sur de Judá, hacia Filistea. No debe ser confundido con Micaías, hijo de Imla,
que profetizó en los días de Acab (1 Rey. 22: 8-28). Nada se sabe del profeta
excepto lo que revela el propio libro. El hecho de que no se mencione el nombre
de su padre podría sugerir que era hombre de origen humilde. Sin duda era de
Judea, lo que se puede deducir porque sólo menciona los reyes de Judá (cap. 1:
1). Aunque menor, fue contemporáneo de
Isaías y Óseas, quienes empezaron su ministerio durante el reinado de Uzías, el
predecesor de Jotam (Isa. 1: 1; Ose. 1: 1). Según la tradición, murió pacíficamente en el lugar donde nació, durante
la primera parte del reinado de Ezequías, antes de la caída de Samaria.
El lenguaje de Miqueas es poético,
rítmico y mesurado. Su estilo podría
indicar un origen campesino, pues es vigoroso, sencillo y franco. El profeta se distingue por su empleo frecuente
de figuras de lenguaje y de juegos de palabras. Es osado, severo e intransigente al tratar con el pecado; y sin embargo,
es tierno de corazón, triste de espíritu, amable y compasivo.
*Esa es la diferencia entre los académicos
y los autodidactas de hoy. Los primeros, están atiborrados de citas, referencias
de otras mentes. mientras que el segundo tiene su propio cita y referencia. Su propia
reflexión y conclusión. Tiene una opinión más clara y directa sobre cualquier
tema… de la fuente al objetivo.
3. Marco histórico. Igual que Isaías, Miqueas llevó a cabo su
ministerio profético en el período crítico de la última mitad del siglo Vlll a.
C., cuando Asiria era el poder mundial dominante. En su propio
país, cuando empezó su ministerio profético, Jotam rey de Judá "hizo lo recto ante los ojos de
Jehová", aunque "el pueblo sacrificaba aún, y quemaba perfumes en los
lugares altos" (2 Rey. 15: 34-35). Acaz, hijo de Jotam y su sucesor, se
entregó del todo a la idolatría hasta pasar a "sus hijos por fuego,
conforme a las abominaciones de las naciones" (2 Crón. 28: 3). No vaciló en cambiar de lugar el altar de
bronce de los holocaustos y quitó las fuentes e hizo colocar dentro del recinto
sagrado del templo un altar idolátrico cuyo original había visto en Damasco (2
Rey. 16: 10-12, 14-17). Estas y otras iniquidades cometidas contra el culto
verdadero del Señor quizá hicieron de Acaz el rey más idólatra que jamás reinó
en Judá. Durante
el tiempo de esta decadencia espiritual entre los habitantes de Jerusalén y
Judá, Miqueas cumplió con su misión profética. El contenido de su libro presenta las condiciones morales y religiosas
que imperaban entre el pueblo durante los reinados mencionados.
Esta idolatría se agravó por la
transigencia de muchos que observaban exteriormente las formas tradicionales
del culto del Señor a la vez que proseguían con el culto y las prácticas de
idolatría. Los sacerdotes de Jehová
habían apostatado. Consintieron en que
el paganismo mantuviera su popularidad entre el pueblo, y en vez de defender a
los pobres contra la ambición de los ricos, ellos mismos estaban dominados por
un espíritu codicioso. Había muchos
profetas falsos que, mediante adulaciones, buscaban el favor del pueblo
asegurándole que le esperaban mejores condiciones al paso que se burlaban de
los amenazantes castigos que los profetas verdaderos de Jehová predecían, como
resultado de las transgresiones cada vez mayores de la nación. Además, esos
falsos profetas hicieron que el pueblo se sumiera en un sueño espiritual
mortífero calmando sus temores con la doctrina engañosa de que, siendo los descendientes
de Abrahán, el pueblo especial de Dios, con seguridad el Señor jamás los
abandonaría.
Los nobles y los encumbrados se
habían entregado a una vida de disipación. En su ardiente deseo de disfrutar de
comodidades, llegaron a ser inescrupulosos y crueles en su trato con los
campesinos. Su avaricia expoliaba a los pobres mediante excesivas exigencias y
los privaba de sus derechos legales.
Como felizmente a veces sucede,
que un mal gobernante es seguido por un hijo que llega a ser un buen gobernante,
Ezequías, sucesor de Acaz, era tan consagrado a Dios como lo había sido su
padre a los ídolos. "En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni
después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá" (2
Rey. 18: 5). Resueltamente se puso a la tarea de contrarrestar la apostasía de
su padre, a reformar las condiciones morales y espirituales de Judá, a abolir
la idolatría, y a hacer que su pueblo volviera al verdadero culto del Señor. En
esto fue apoyado por Miqueas. Empezó a dar fruto la lucha enconada que el varón
de Moreset-gat experimentó durante la mayor parte de su vida para plantar la
semilla de la verdad en el suelo casi estéril del corazón de su pueblo. El
reinado de Ezequías se caracterizó por una obra de reforma.
4. Tema. Predominan dos temas principales: (1) la condenación
de los pecados del pueblo y el castigo resultante en el cautiverio, y (2) la
liberación de Israel y la gloria y el gozo del reino mesiánico. Por todo el
libro de Miqueas alternan las advertencias y las promesas, el castigo y la
misericordia.
Las profecías de Miqueas y de
Isaías tienen mucho en común. Siendo que los dos profetas eran contemporáneos,
y por lo tanto tenían que tratar con las mismas condiciones y asuntos, podemos
entender con facilidad por qué sus palabras y mensajes son frecuentemente tan
semejantes.
Aunque en las primeras palabras de
su libro Miqueas nos dice "lo que vio sobre Samaria y Jerusalén", su
profecía trata más de Judá que de Israel. A pesar de que las diez tribus se habían separado de Judá y de
Jerusalén, que era el centro del culto de Jehová, aquéllas seguían siendo el
pueblo de Dios y el Señor procuraba que nuevamente le fueran leales.
5. Bosquejo.
I. Culpabilidad Nacional Y Corrupción, 1:1 a 3:12.
A. Introducción, 1:1-4.
B. Castigo sobre Israel y Judá, 1:5-16.
C. Amenazas sobre príncipes y
falsos profetas, 2:1 a 3: 1.
D. La destrucción de Sión y del
templo, 3:12.
II. La Era Mesiánica Y Sus Bendiciones, 4:1 A 5:15.
A. Gloria del monte de la casa de
Jehová, 4:1-5.
B. Restauración y reavivamiento de
Israel, 4:6-10.
C. Victoria de Sión sobre sus
enemigos, 4:11-13.
D. Nacimiento y poder del Mesías,
5:1-4.
E. Victoria sobre los adversarios,
5:5-9.
F. La abolición de la idolatría,
5:10-15.
III. Castigo Del Pecado Y Esperanza En El
Arrepentimiento, 6:1 A 7: 20.
A. Controversia con Dios por causa
de la ingratitud, 6:1-5.
B. Obediencia antes que
sacrificios, 6:6-8.
C. Reprensión divina y castigo
anunciado, 6:9-16.
D. Arrepentimiento de Israel y
confesión de fe, 7:1-13.
E. Oración en procura de
restauración, y seguridad ofrecida por Dios, 7:14-17.
F. Se alaban la misericordia y
fidelidad de Dios, 7:18-20. (4CBA) MHP
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