sábado, marzo 13, 2021

REFLEXIÓN 603. MENSAJES PROFÉTICOS PARA ISRAEL (AMOS 4).

Amos 4. El castigo es inevitable, porque Israel no se arrepiente. Vers. (1-3) Se reprueba a Israel por su opresión, (4-5) por su idolatría, (6-13) y por su falta de voluntad para corregirse.

1 Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos. 2 Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador; 3 y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice Jehová.

4 Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. 5 Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor.

6 Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. 7 También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. 8 Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová.

9 Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová. 10 Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

11 Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. 12 Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. 13 Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre. (Amos 4).

1. Oíd. Ver com. cap. 3:1. En cuanto a la nota clave de este segundo mensaje, ver com. cap. 4:12.

Vacas. Es discutible si con "vacas" el profeta se refiere específicamente a las voluptuosas mujeres de Samaria, o si emplea el término para representar el carácter afeminado de los hombres (ver com. Ose. 10: 5). Sin embargo, como el género masculino y el femenino aparecen en los verbos y pronombres hebreos de los vers. 1-3, esto sugiere que Amós está reprochando el amor a la disipación de los principales hombres y mujeres de la capital de Israel.

Basán. Basán está en la parte noreste de Palestina, al este del río Jordán (ver el mapa de la p. 976). La región era famosa por sus ricos pastos y grandes rebaños (Deut. 32: 14; Sal. 22: 12; Eze. 39: 18). La significativa figura de comparación que aquí se emplea es la que podría esperarse que usara Amós, un pastor (ver com. Amós 1: 1).

Monte de Samaria. El monte de Semer sobre el cual estaba construida Samaria (ver com. 1 Rey. 16: 24).

Oprimís a los pobres. Puede aludirse aquí a la violencia y al fraude que esas mujeres despilfarradoras imponían a sus esposos, por así decirlo, para conseguir recursos para su disipación y libertinaje. Un ejemplo de esto es Acab y su esposa Jezabel (1 Rey. 21: 1-16).

Vuestros señores. Es decir, sus esposos (ver Gén. 18: 12; 1 Ped. 3: 5-6). Si "vacas" se refiere al carácter afeminado de los hombres, "señores" se referiría a los caudillos. Con las palabras "traed y beberénos", esas impías mujeres invitaban a sus esposos a que les consiguieran los recursos para su libertinaje y para que se les unieran en sus orgías.

2. Su santidad. Dios jura aquí por su propia santidad que vengará la impiedad de Israel. Dios, por su naturaleza, no puede tolerar para siempre la iniquidad (Isa. 6: 3, 5).

Os llevarán. Probablemente el enemigo, el instrumento del castigo de Dios. Las palabras "ganchos" y "anzuelos" indican que los israelitas serían completamente impotentes ante sus enemigos, de modo que serían capturados y destruidos como el pez es atrapado con anzuelos (ver Jer. 16: 16; Hab. 1: 14-15, 17). Para el pez es doloroso ser apresado con anzuelo, y lo es doblemente cuando el pez se resiste.

3. Por las brechas. Así como el ganado pasa rápidamente por los portillos de un cerco, así los israelitas saldrían desamparados y desesperados como animales durante la caída de Samaria. Saldrían por el camino más corto, ya fuera en un esfuerzo por escapar por la brecha más cercana o siendo llevados en cautiverio.

Palacio. Heb. harmon, cuyo significado no se conoce. Esta última cláusula se lee así en la LXX: "Y seréis arrojados en la montaña Remman, dijo el Señor". La BJ traduce: "Y seréis arrojadas al Hermón, oráculo de Yahveh" (BJ). "Traducción conjetural" (nota respectiva). Es difícil saber exactamente lo que significa este pasaje, con excepción de que parece indicar un destino para su cautiverio.

4. Id a Bet-el. Amós insta ahora a Israel con ironía para que demuestre su celo por la idolatría aumentando así su culpabilidad (ver 1 Rey. 18: 25-27). Se menciona especialmente a Bet-el porque era la sede principal de su idolatría (ver com., Amós 3: 14). 

Gilgal. Ver com. Ose. 4:15.

De mañana. "Cada mañana" (VM). Los israelitas estaban entregados a la idolatría; pero evidentemente eran cuidadosos de que continuara, a lo menos, una apariencia del culto regular levítico. Amós está hablando irónicamente, quizá no del sacrificio diario (Núm. 28:3-4), sino de las ofrendas que daban los israelitas individualmente, que no debían ofrecerse cada día. 

Los que desvergonzadamente violan los más elementales deberes morales, con frecuencia manifiestan, al mismo tiempo, un gran celo religioso y son muy fieles en el culto externo. Sin embargo, el celo religioso no es en sí una evidencia de verdadera piedad. Esa práctica y forma religiosa externa con frecuencia pretende compensar la falta de verdadera rectitud interior apaciguando así la conciencia. De acuerdo con la profecía, este pecado de los días de Amós caracterizará los días que precederán a la segunda venida de Cristo (2 Tim. 3: 1,5). Pecar y después arrepentirse con ritos y ceremonias religiosas es más fácil que crucificar la carne y separarse del pecado. Sin embargo, esto adormece a los transgresores llevándolos a una complacencia peligrosa.

Cada tres días. Amós pide al pueblo con irónica exageración que traiga sus diezmos cada tres días. Si los israelitas ofrecían sacrificios "cada mañana" (VM) y daban sus diezmos cada tres días, y con todo no experimentaban un cambio de corazón y no manifestaban verdadero arrepentimiento, nada más se lograría que un incremento de la apostasía que los apartaría del Señor.

5. Ofreced. Literalmente, "elevad [sacrificios] en humo". Con pan leudado. La ley disponía que no se usara levadura en ninguna ofrenda de harina consumida por el fuego (Lev. 6:17; 7:12; ver com. Lev. 2:11; 23:6). Cuando se ofrecían tortas de pan leudado en alguna ocasión, no debían ser colocadas sobre el altar para ser quemadas, sino que una debía ser para el sacerdote oficiante y el resto debía comerse en la comida ceremonial (Lev. 7:13-14). El profeta ordena otra vez en forma irónica que el pueblo, en su celo ilegal, no sólo queme en el altar lo que estaba leudado, sino que para demostrar su generosidad, también queme lo que debería apartarse para otros lisos.

Proclamad, publicad. Ver com. cap. 3: 9. El mensaje del profeta continúa con un tono de ironía. Sin duda la gente de los días de Amós, como los fariseos del tiempo de Cristo (ver Mat. 6: 2), ostentosamente declaraban a los demás que estaban por ofrecer lo que consideraban que era tina ofrenda voluntaria, no una ofrenda obligatoria.

Así lo queréis. Es decir, os agrada hacer las cosas de esa manera. Israel se aferró a la falsa idea de que la religión consistía en las formas externas de culto, olvidándose de que "obedecer es mejor que los sacrificios" (1 Sam. 15:22). 

6. Diente limpio. Literalmente, "limpieza o blancura" de dientes. Esta expresión indica hambre y es paralela en su significado con las palabras que siguen: "falta de pan". 

La gente había sido advertida de que habría hambre como resultado de la apostasía (ver Lev. 26: 14-20; Deut. 28: 47-48); sin embargo, los israelitas no se conmovieron por esas advertencias.

Mas. Nótese las cinco veces en que aparece esta conjunción (o sus equivalentes "con todo" y "pero") en el cap. 4 (vers. 6, 8-11). Dios había permitido que hubiera hambre, sequía, plagas, pestilencia y desastres, pero Israel "con todo" rehusaba volverse al verdadero Dios. Cuando los mensajes de Dios resultan insuficientes son seguidos por episodios de castigo. Sin embargo, esas aflicciones no habían dado buenos resultados, y por eso en estos versículos se oye cinco veces el triste estribillo: "Mas no os volvisteis a mí, dice Jehová" (vers. 6, 8-11).

7. Tres meses. El hecho de que no lloviera durante tres meses antes del momento culminante de la cosecha, significaría una catástrofe total.

Hice llover. A fin de que la sequía no fuese atribuida a las ciegas leyes de la naturaleza sino a Dios, llovió en unos lugares, pero en otros, no. Una parte. Es decir, de tierra.

8. Dos o tres ciudades. Debido a la falta de lluvia hubo una gran escasez de agua, lo que hizo necesario que recorrieran grandes distancias para conseguirla.

 No os volvisteis. Ver com. vers. 6.

9. Viento solano. "Tizón" (BJ). Véase Deut. 28: 22; 1 Rey. 8: 37; Hag. 2: 17. Podría tratarse de una plaga que afectaba las plantas o del caluroso viento oriental (Isa. 27: 8; Eze. 17: 10; ver com. Jer. 4: 11).

Oruga. Se cree que era una plaga que hacía que el grano palideciera, se pusiera amarillo, y no fructificara.

Langosta. Algunos aceptan que sea alguna clase de langosta (ver com. Joel 1: 4); pero otros creen que se trata de algún gusano.

Nunca os volvisteis. Ver com. vers. 6.

10. Como en Egipto. Es decir, de acuerdo con la forma en que fue herido el país del Nilo (Exo. 9: 8-11; Isa. 10: 24, 26; Eze. 32: 15).

Vuestros jóvenes. Quizá se aluda aquí a las graves pérdidas que sufrieron los israelitas en sus guerras con los sirios (2 Rey. 6: 24-25; 8: 7-12; 13: 7, 22).

El hedor de vuestros campamentos. Posiblemente sea una referencia a la pestilencia causada por los cadáveres insepultos. Esta oración aparece de la siguiente forma en la LXX: "Y en mi ira contra vosotros puse fuego a vuestros campamentos".

No os volvisteis. Ver com. vers. 6.

11. Os trastorné. Heb. hafak, palabra que se usa para describir la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gén. 19: 24-25; Deut. 29: 23; Jer. 20: 16). La comparación de la suerte de Israel con la de Sodoma y Gomorra señala la magnitud de su pecado y su castigo resultante (ver Isa. 1: 9-10).

Como tizón. Expresión proverbial que significa un difícil escape con pérdidas, puesto que el "tizón" que es arrebatado del fuego se ha quemado en parte (Zac. 3: 2; 1 Cor. 3: 15; Jud. 23).

No os volvisteis. Ver com. vers. 6.

12. Por tanto. La severidad del castigo podía despertar alguna esperanza de que el pueblo se arrepintiera. Dios usa todos los medios posibles para salvarnos antes de que proceda a tomar medidas extremas. Si no se reconocen los beneficios, él envía castigos. Estos no tienen el propósito de destruir sino de abrir los ojos de los transgresores, de modo que los hombres puedan ver a Dios, y se arrepientan. Los juicios de Dios son, pues, señales tanto de su gracia como pruebas de su ira.

Prepárate para venir al encuentro. El mensaje del profeta en realidad era: "Prepárate para hacer frente a los juicios venideros del Señor". Los que prestaran atención a la exhortación y se arrepintieran, serían perdonados y tendrían la seguridad de la protección de Dios en el día del temido castigo. La LXX traduce: "Prepárate para invocar a tu Dios, oh Israel". Dios nunca pide a los hombres que se preparen para encontrarse con él sin que él disponga de la misericordia necesaria para los que así se preparan.

Este versículo presenta la nota dominante del segundo mensaje de Amós (ver com. vers. 1). Dios advierte a Israel de que, por así decirlo, está por hacer que la nación comparezca ante la justicia. Los israelitas harían bien en preparar su defensa, si es que podían hacerlo.

13. El que forma. Para dar fuerza a su advertencia del castigo, el profeta destaca el poder y la omnisciencia de Dios.

Su pensamiento. Es decir, el pensamiento del hombre, no el de Dios. El Altísimo declara en su omnisciencia el pensamiento del hombre antes de que éste lo exprese en palabras. A veces Dios hace esto mediante la conciencia; otras veces, mediante sus profetas inspirados para que revelen los motivos secretos de los hombres y el verdadero estado de su corazón (Jer. 17: 9- 10).

Pasa sobre. El poder y la majestad de Dios se representan aquí en forma y acción humanas. El Creador rige todas las cosas y tiene a los más encumbrados bajo su perfecto dominio (ver Deut. 32: 13; 33: 29; Miq. 1: 3). Los profetas reconocen a Dios como al Ser en cuyo servicio actúan las llamadas leyes naturales.

Dios de los ejércitos. Debido al hecho fundamental de que Dios rige todas las cosas, los escritores del AT con frecuencia hablan de él como de "Jehová de los ejércitos" (ver com. Jer. 7: 3). Amós tuvo de manera particular este concepto de su Creador. Por esto emplea con frecuencia el título de "Dios de los ejércitos" (Amós 3: 13; 5: 14-16, 27; 6: 8, 14; 9: 5). Amós pensó en forma adecuada y grandiosa que Dios estaba sobre todos, no sólo como el Dios de Israel sino como el Señor y Gobernante de todo el universo. (4CBA)

COMENTARIOS (EGW).

“Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová”. 4:11.

* SATANÁS EL ACUSADOR. Induce a los hombres al escepticismo, haciéndoles perder la confianza en Dios y separarse de su amor; los induce a violar su ley, luego los reclama como cautivos suyos y disputa el derecho de Cristo a arrebatárselos. Sabe que aquellos que buscan a Dios fervientemente para alcanzar perdón y paz, los obtendrán; por lo tanto les recuerda sus pecados para desanimarlos. Constantemente busca ocasión de acusar a aquellos que procuran obedecer a Dios. Trata de hacer aparecer como corrompido aun su servicio mejor y más aceptable. Mediante incontables designios muy sutiles y crueles, intenta obtener su condenación.

El hombre no puede por sí mismo hacer frente a estas acusaciones.  Con sus ropas manchadas de pecado, confiesa su culpabilidad delante de Dios.

Pero Jesús, nuestro Abogado, 174 presenta una súplica eficaz en favor de todos los que mediante el arrepentimiento y la fe le han confiado la guarda de sus almas. Intercede por su causa y vence a su acusador con los poderosos argumentos del Calvario. Su perfecta obediencia a la ley de Dios, aun hasta la muerte de cruz, le ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, y él solicita a su Padre misericordia y reconciliación para el hombre culpable. Al acusador de sus hijos declara: "¡Jehová te reprenda, oh Satanás! Estos son la compra de mi sangre, tizones arrancados del fuego." Y los que confían en él con fe reciben la consoladora promesa: "Mira que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala." (Zac. 3: 4.)

Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. Cristo no dejará que una sola alma que con arrepentimiento y fe haya pedido su protección, caiga bajo el poder del enemigo.  Su Palabra declara: "¿O forzará alguien mi fortaleza?  Haga conmigo paz, sí, haga paz conmigo." (Isa. 27: 5.) La promesa hecha a Josué es hecha a todos: "Si guardares mi ordenanza, . . . entre estos que aquí están te daré plaza." (Zac. 3: 7.) Los ángeles de Dios irán a cada lado de ellos, aun en este mundo, y ellos estarán al fin entre los ángeles que rodean el trono de Dios.

El hecho de que los hijos reconocidos de Dios están representados como de pie delante del Señor con ropas inmundas, debe inducir a todos los que profesan su nombre a sentir humildad y a escudriñar profundamente su corazón. Los que están de veras purificando su alma y obedeciendo la verdad, tendrán una muy humilde opinión de sí mismos.  Cuanto más de cerca vean el carácter sin mancha de Cristo, mayor será su deseo de ser transformados a su imagen, y menos pureza y santidad verán en sí mismos. Pero, aunque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No 175 podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros.  Cristo solo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos que no están basados en nuestros méritos, sino en los suyos.

Sin embargo, no debemos conformarnos con una vida pecaminosa.  Debiera despertar a los cristianos e inducirles a un celo y fervor mayores para vencer el mal, el pensar que todo defecto del carácter, todo punto en el cual ellos no alcanzan la norma divina, es una puerta abierta por la cual Satanás puede entrar a tentarlos y destruirlos; y además, que todo fracaso y defecto de su parte da ocasión al tentador y a sus agentes para echar oprobio sobre Cristo.  Debemos dedicar toda energía del alma a la obra de vencer, y acudir a Jesús a fin de recibir fuerza para hacer lo que no podemos hacer nosotros mismos. 2JT/EGW

Vers. 12. “Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel”.

LA EXPERIENCIA DE JUAN EL BAUTISTA. Juan el Bautista, en su vida en el desierto, fue enseñado de Dios.  Él estudiaba las revelaciones de Dios en la naturaleza.  Bajo la dirección del Espíritu divino, estudiaba los rollos de los profetas.  De día y de noche, Cristo era su estudio, su meditación, hasta que su mente, su corazón y su alma quedaron llenos de la gloriosa visión.

El miraba al Rey en su hermosura, y perdía de vista al yo.  Contemplaba la majestad de la santidad, y se reconocía ineficiente e indigno.  Debía declarar el mensaje de Dios.  Había de subsistir en el poder y justicia de Dios.  Estaba listo para ir como mensajero del cielo, sin temor de lo humano, porque había considerado lo divino.  Podía estar sin miedo en presencia de los monarcas terrenos, porque con temblor se había postrado ante el Rey de reyes. 56

Sin Argumentos elaborados ni sutiles teorías, declaró Juan su mensaje.  Sorprendente y severa, aunque llena de esperanza, se oía su voz en el desierto: "Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado."*Mat. 3:2. Conmovió al pueblo con nuevo y extraño poder.  Toda la nación fue sacudida.  Multitudes acudieron al desierto.

Ignorantes campesinos y pescadores de la comarca circundante; soldados romanos de los cuarteles de Herodes; capitanes con la espada al costado, listos para apagar cuanto supiese a rebelión; avarientos cobradores de impuestos venidos desde sus casillas de peaje; y sacerdotes del Sanedrín adornados con filacterias, -todos escuchaban como hechizados; y todos, aun el fariseo y el saduceo, el frío y empedernido burlador, se iban, acallado el escarnio, y el corazón compenetrado del sentimiento de sus pecados.  Herodes en su palacio oyó el mensaje, y el orgulloso y empedernido gobernador tembló ante el llamado al arrepentimiento.

En este tiempo, justamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes de los cielos, se ha de hacer una obra como la de Juan el Bautista.  Dios llama a hombres que preparen un pueblo para que subsista en el gran día del Señor.  El mensaje que precedió al ministerio público de Cristo fue: Arrepentíos, publicanos y pecadores; arrepentíos, fariseos y saduceos; "arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado." En nuestro carácter de pueblo que cree en la inminente venida de Cristo, tenemos un mensaje que dar: "Aparéjate para venir al encuentro a tu Dios."*Amos 4:12. 3JT/EGW

LOS CASTIGOS PREDICHOS quedaron suspendidos por un tiempo, y durante el largo reinado de Jeroboam II los ejércitos de Israel obtuvieron señaladas victorias; pero ese tiempo de prosperidad aparente no cambió el corazón de los impenitentes, así que fue finalmente decretado: "Jeroboam morirá a cuchillo, e Israel pasará de su tierra en cautiverio." ( Amós 7: 11.)

Tanto habían progresado en la impenitencia el rey y el pueblo que la intrepidez de esa declaración no tuvo efecto en ellos. Amasías, uno de los que acaudillaban a los sacerdotes idólatras de Betel, agitado por las claras palabras pronunciadas por el profeta contra la nación y su rey, dijo a Amós: "Vidente, vete, y huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza 215 allí: y no profetices más en Beth-el, porque es santuario del rey, y cabecera del reino." (Vers. 12, 13.) A esto respondió firmemente el profeta: "Por tanto, así ha dicho Jehová: . . . Israel será traspasado de su tierra." (Vers. 17.)

Las palabras pronunciadas contra las tribus apóstatas se cumplieron literalmente; pero la destrucción del reino se produjo gradualmente. Al castigar, el Señor tuvo misericordia; y al principio, cuando "vino Phul rey de Asiria a la tierra," Manahem, entonces rey de Israel, no fue llevado cautivo, sino que se le permitió permanecer en el trono como vasallo de Asiria. "Dio Manahem a Phul mil talentos de plata porque le ayudara a confirmarse en el reino. E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los poderosos y opulentos: de cada uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria." (2 Rey. 15: 19, 20.) Habiendo humillado las diez tribus, los asirios volvieron por un tiempo a su tierra.

Lejos de arrepentirse del mal que había ocasionado ruina en su reino, Manahem continuó en "los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel." Pekaía y Peka, sus sucesores, también hicieron "lo malo en ojos de Jehová." (2 Rey. 15: 18, 24, 28.) "En los días de Peka," quien reinó veinte años, Tiglath-pileser, rey de Asiria, invadió a Israel, y se llevó una multitud de cautivos de entre las tribus que vivían en Galilea y al oriente del Jordán. "Los Rubenitas y Gaditas y . . . la media tribu de Manasés," juntamente con otros de los habitantes de "Galaad, y Galilea, y toda la tierra de Nephtalí" (1 Crón. 5: 26; 2 Rey. 15: 29) fueron dispersados entre los paganos, en tierras muy distantes de Palestina.

El reino septentrional no se recobró nunca de este golpe terrible. Un residuo débil hizo subsistir la forma de gobierno, pero éste ya no tenía poder. Un solo gobernante, Oseas, iba a seguir a Peka. 

Pronto el reino iba a ser destruído para siempre. Pero en aquel tiempo de tristeza y angustia Dios manifestó misericordia, y dio al pueblo otra oportunidad de apartarse de 216 la idolatría.

En el tercer año del reinado de Oseas, el buen rey Ezequías comenzó a reinar en Judá, y con toda celeridad instituyó reformas importantes en el servicio del templo de Jerusalén. Hizo arreglos para que se celebrara la Pascua, y a esta fiesta fueron invitadas no sólo las tribus de Judá y Benjamín, sobre las cuales Ezequías había sido ungido rey, sino también todas las tribus del norte. Se dio una proclamación "por todo Israel, desde Beer-seba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalem: porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito.

"Fueron pues correos con letras de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá," con esta apremiante invitación: "Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y él se volverá a las reliquias que os han quedado de la mano de los reyes de Asiria. . . . No endurezcáis pues ahora vuestra cerviz como vuestros padres: dad la mano a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y la ira de su furor se apartará de vosotros. Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra: porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no volverá de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él." (2 Crón. 30: 5-9.)

"De ciudad en ciudad por la tierra de Ephraim y Manasés, hasta Zabulón," proclamaron el mensaje los correos enviados por Ezequías. Israel debiera haber reconocido en esta invitación un llamamiento a arrepentirse y a volverse a Dios. Pero el residuo de las diez tribus que moraba todavía en el territorio del una vez floreciente reino del norte, trató a los mensajeros reales de Judá con indiferencia y hasta con desprecio. "Se reían y burlaban de ellos." Hubo sin embargo algunos que respondieron gustosamente. "Algunos hombres de Aser, de Manasés, y de Zabulón, se humillaron y vinieron a Jerusalem, . . . para celebrar la solemnidad de los ázimos." (2 Crón. 30: 10-13.) 217

Como dos años más tarde, Samaria fue cercada por las huestes de Asiria bajo Salmanasar; y en el sitio que siguió, multitudes perecieron miserablemente de hambre y enfermedad así como por la espada. Cayeron la ciudad y la nación y el quebrantado remanente de las diez tribus fue llevado cautivo y disperso por las provincias del reino asirio.

La destrucción acaecida al reino del norte fue un castigo directo del Cielo. Los asirios fueron tan sólo los instrumentos que Dios usó para ejecutar su propósito. Por medio de Isaías, quien empezó a profetizar poco antes de la caída de Samaria, el Señor se refirió a las huestes asirias como "vara y bastón de mi furor: en su mano he puesto mi ira." (Isa. 10: 5.)

Muy grave había sido el pecado de los hijos de Israel "contra Jehová su Dios," e hicieron "cosas muy malas." "Mas ellos no obedecieron, antes . . . desecharon sus estatutos, y su pacto que él había concertado con sus padres, y sus testimonios que él había protestado contra ellos." Debido a que habían dejado "todos los mandamientos de Jehová su Dios, e hiciéronse vaciadizos dos becerros, y también bosques, y adoraron a todo el ejército del cielo, y sirvieron a Baal," y se habían negado constantemente a arrepentirse, el Señor "afligiólos, y entrególos en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia," en armonía con las claras advertencias que les había enviado por "todos los profetas sus siervos."

"E Israel fue transportado de su tierra a Asiria," "por cuanto no habían atendido la voz de Jehová su Dios, antes habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había mandado." (2 Rey. 17: 7, 11, 14 -16, 20, 23; 18: 12.)

En los terribles castigos que cayeron sobre las diez tribus, el Señor tenía un propósito sabio y misericordioso. Lo que ya no podía lograr por medio de ellas en la tierra de sus padres, procuraría hacerlo esparciéndolas entre los paganos. Su plan para salvar a todos los que quisieran obtener perdón mediante el Salvador de la familia humana, debía cumplirse todavía; y en 218 las aflicciones impuestas a Israel, estaba preparando el terreno para que su gloria se revelase a las naciones de la tierra. No todos los que fueron llevados cautivos eran impenitentes. Había entre ellos algunos que habían permanecido fieles a Dios, y otros que se habían humillado delante de él. Mediante éstos, los "hijos del Dios viviente" (Ose. 1:10), iba a comunicar a multitudes del reino asirio un conocimiento de los atributos de su carácter y de la beneficencia de su ley. PR/EGW 

* CONOCIMIENTO PERSONAL DE CRISTO. "Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda" (Prov. 30:5-6).

No estamos cumpliendo la voluntad de Dios cuando conjeturamos acerca de cosas que él ha escogido ocultamos. La pregunta que debe estudiarse es esta: "¿Cuál es la verdad, la verdad para este tiempo, que ha de atesorarse, amarse, honrarse y obedecerse?" Los devotos de la ciencia han fracasado y se han desilusionado en sus esfuerzos por descubrir a Dios. Lo que necesitan preguntarse presentemente es: "¿Cuál es la verdad que nos capacitará para ganarnos la salvación de nuestras almas?" Cristo reveló a Dios a sus discípulos de una manera tal que realizó una obra especial en sus corazones, como la que él nos ha estado instando que le permitamos hacer en los corazones nuestros. Hay muchos quienes, al espaciarse demasiado en las teorías, han perdido de vista el poder viviente del ejemplo de nuestro Salvador. Lo han perdido de vista a él como obrero humilde y abnegado. Lo que ellos necesitan es contemplar a Jesús. Nos hace falta a diario la revelación refrescante de su presencia. Es menester que sigamos más de cerca su ejemplo de abnegación y sacrificio. 

Estamos en necesidad de la experiencia que Pablo tuvo cuando escribió: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la (332) carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). El conocimiento de Dios y de Jesucristo expresado en el carácter constituye una exaltación por encima de todo lo que sea de más estima en la tierra o en el cielo. Es la educación más elevada de todas. Es la llave que abre los portales de la ciudad celestial. Es el propósito de Dios que todos los que están vesti­dos de Cristo posean este conocimiento. Tengo un mensaje que darles a nuestros ministros, médicos, maestros y todos los demás que están em­peñados en cualquier línea de servicio para el Maestro. El Señor os manda ascender aún más, y alcan­zar una norma de mayor consagración. Debéis lograr una experiencia mucho más profunda que la que ni siquiera habéis pensado tener. 

Muchos que ya son miembros de la gran familia de Dios saben muy poco de lo que significa contemplar su gloria y ser transformados de gloria en gloria (2 Corintios 3:18). Muchos de vosotros tenéis apenas una percepción de media luz de la excelencia de Cristo, y vuestras almas sé estremecen de gozo. Anheláis tener un sentido más amplio y profundo del amor del Salvador. Estáis desconformes. Pero no desesperéis. Dad a Jesús lo mejor de vuestros corazones y vuestros afec­tos más consagrados. Atesorad cada rayo de luz. Apreciad todos los deseos del alma por Dios. Cultivad los pensamientos espirituales y la comunión santa. Apenas habéis visto los primeros rayos del amane­cer de su gloria. Al adelantar en el conocimiento del Señor, sabréis que "como el alba está dispuesta su salida" (Oseas 6:3). "Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios 4:18). Habiéndonos arrepentido de nuestros pecados, confesándolos y recibiendo el perdón, hemos de seguir aprendiendo de Cristo hasta que lleguemos al pleno mediodía de una fe evangélica perfecta. 8TI/EGW 

Vers. 13. Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre.

* La Creación De La Tierra. La ciencia no puede explicar la creación. ¿Qué ciencia puede explicar el misterio de la vida? "Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía."(Hebreos 11:3.). "Yo: que formo la luz y crío las tinieblas, ... yo Jehová que hago todo esto, ... yo hice la tierra, y crié sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé." "En llamándolos yo, parecieron juntamente." (Isaías 45: 6-12; 48:13.) En la creación de la tierra, nada debió Dios a la materia preexistente.  "Él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió." (Salmo 33:9.) Todas las cosas, materiales o espirituales, surgieron ante el Señor Jehová cuando él habló, y fueron creadas para su propio designio.  Los cielos y todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, surgieron a la existencia por el aliento de su boca.

En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal.  Cuando Dios hubo hecho al hombre 323 a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida.  Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente.  Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción.  El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley.  El hombre fue hecho alma viviente.  Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades. Nuestra substancia no le era oculta cuando fuimos hechos en el misterio; sus ojos vieron nuestra substancia por imperfecta que fuera, y en su libro todos nuestros miembros estaban anotados, aun cuando ninguno de ellos existiera todavía. Sobre todos los órdenes inferiores de los seres, Dios dispuso que el hombre, corona de su creación, expresara el pensamiento divino y revelara la gloria de Dios.  Pero no por ello tiene el hombre que enaltecerse como Dios.

"Cantad alegres a Dios.... Servid a Jehová con alegría; venid ante su acatamiento con regocijo.Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con reconocimiento, por sus atrios con alabanza: alabadle, bendecid su nombre." "Ensalzad a Jehová nuestro Dios, y encorvaos al monte de su santidad; porque Jehová nuestro Dios es santo." (Salmos 100:1-4; 99:9.) Continuamente Dios sostiene y emplea como ministros suyos las cosas que hizo.  Obra por medio de las leyes de la 324 naturaleza, que le sirven de instrumento, pero no actúan automáticamente.  La naturaleza atestigua la presencia inteligente y la intervención activa de un Ser que obra en todo según su voluntad.

"Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. Por generación y generación es tu verdad: tú afirmaste la tierra, y persevera. Por tu ordenación perseveran hasta hoy las cosas creadas; porque todas ellas te sirven." "Todo lo que quiso Jehová, ha hecho en los cielos y en la tierra, en las mares y en todos los abismos." "Él mandó y fueron criadas. Y las hizo ser para siempre por los siglos; púsoles ley que no será quebrantada." (Salmos 119:89-91; 135:6; 48:5, 6.) No es por medio de una fuerza inherente como año tras año la tierra suministra sus dones y sigue su marcha alrededor del sol.  La mano del Infinito obra perpetuamente para guiar el planeta.  El poder de Dios, en constante ejercicio, hace que la tierra conserve su posición en su rotación.  Es Dios quien dispone que el sol salga y se levante en los cielos.  Es Dios quien abre las ventanas de los cielos y da la lluvia.

"El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza." "A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos." (Salmo 147:16; Jeremías 10:13.) Por el poder de Dios medra la vegetación, despunta la hoja, se abre la flor, cuaja y se desarrolla la fruta. El mecanismo del cuerpo humano no puede ser comprendido 325 por completo; presenta misterios que confunden a los más inteligentes.  No es por efecto de un mecanismo que, una vez puesto en movimiento, prosigue su acción, como late el pulso y una respiración sigue a la otra.  En Dios vivimos, nos movemos y somos.  El corazón que palpita, el pulso que late, cada nervio y músculo del organismo vivo se mantienen en orden y actividad por el poder de un Dios siempre presente.

La Biblia nos muestra a Dios en su alto y santo puesto, no en estado de inacción, no en el silencio y la soledad, sino rodeado de millares de millares y millones de millones de seres santos, siempre a la espera de sus órdenes.  Por medio de estos mensajeros permanece Dios en comunicación activa con todas las partes de su dominio.  Por medio de su Espíritu está presente en todas partes.  Mediante su Espíritu y sus ángeles atiende y cuida a los hijos de los hombres. Por encima de las confusiones de la tierra Dios está en su trono; todas las cosas están abiertas a su divina mirada; y desde su grande y serena eternidad ordena lo que su providencia considera mejor. "El hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos." "Fíate de Jehová de todo tu corazón,... reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas." "El ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia; para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en el hambre."

"¡Cuán ilustre, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas." "Bienaventurado aquel en cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza es en Jehová su Dios." 326 "De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra." Tú amas "justicia y juicio." Tú eres "esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos confines de la mar. Tú, el que afirma los montes con su potencia, ceñido de valentía: el que amansa el estruendo de los mares... y el alboroto de las gentes.... Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde,.. Tú coronas el año de tus bienes; Y tus nubes destilan grosura." "Sostiene Jehová a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su contada en su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendición a todo viviente." (Jeremías 10:23; Proverbios 3:5, 6; Salmos 33:18, 19; 36:7; 146:5; 119:64; 33:5; 65:5-8, 11; 145:14-16.) MC/EGW

Ministerio Hno. Pio

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