sábado, abril 17, 2021

REFLEXIÓN 646. REPRENSIÓN DEL PECADO Y EXHORTACIÓN DE LA INJUSTICIA: Condenación Del Ayuno Hecho Con Hipocresía (ZACARÍAS 7).

ZACARÍAS 7. Condenación Del Ayuno Hecho Con Hipocresía (1-14): La delegación de Bet-el. Los cautivos preguntan en cuanto a la abstinencia y el ayuno (1-3). El ayuno no sincero condenado por el profeta (4-7). Definición de la religión verdadera (8-10). La rebelión voluntaria y sus resultados. El pecado, causa de su cautiverio. (11-14).

“El verdadero ayuno que debe recomendarse a todos. Es la abstinencia de todo alimento estimulante, y el uso adecuado de los alimentos sanos y sencillos, que Dios ha provisto en abundancia”.

1 ACONTECIÓ que en el año cuarto del rey Darío vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quisleu, 2 cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová, 

3 y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años?

4 Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: 5 Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? 7 ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

8 Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: 9 Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; 10 no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. 

11 Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; 12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

13 Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos; 14 sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable. (Zacarías 7).

1. Aconteció. Los vers. 1-3 cuentan de una delegación procedente de Bet-el (ver com. vers. 2) que preguntaba si se debía continuar con el ayuno que conmemoraba la desolación de Jerusalén. Año cuarto. La fecha que aquí se da puede calcularse aproximadamente como el 7 de diciembre de 518 a. C. (ver t. III, p. 102), unos dos años después de que se dieron las visiones anteriores (cap. 1: 1, 7). Puesto que unos dos años después quedó terminado el templo (Esd. 6: 15), sin dada había avanzado mucho la obra de reedificación. Los sacerdotes ya estaban "en la casa de Jehová" (Zac. 7: 3). Debido a esa perspectiva optimista surgió, naturalmente, la pregunta de si aún debía observarse un ayuno instituido en circunstancias dolorosas. Darío. Darío I (ver t. III, pp. 72-74).

2. Sarezer. Nombre babilonio que corresponde con el acadio Shar-utsur, hijo y asesino de Senaquerib (2 Rey. 19: 37). El hombre extranjero sugiere que Sarezer nació en el exilio. 

Sus hombres. Tal vez los acompañantes de los delegados. A implorar. Del Heb. jalah, que en la forma que aquí aparece significa "ablandar", "aplacar", "implorar". La BJ traduce: "Ablandar el rostro de Yahveh".

3. Sacerdotes. Intérpretes de la ley (cf. Hag. 2: 11).

 En la casa. Ver com. vers. 1. Profetas. Sin duda Hageo y Zacarías, y quizá otros.

¿Lloraremos? Este ayuno (Vers. 5) conmemoraba la destrucción de Jerusalén a manos de Nabucodonosor en el 5.° mes de 586 a. C. (2 Rey 25:8-9; Jer. 52:12-14). Ver com. 8:19. 

¿Haremos abstinencia? De alimentos y diversiones.

4. Palabra de Jehová. La respuesta se presenta en varias partes, cada una de las cuales comienza con esta fórmula característica (vers. 8; cap. 8: 1).

5. Todo el pueblo. La respuesta interesaba a todos, y no sólo a los de Bet-el. 

Séptimo mes. Según la tradición, este ayuno conmemoraba el asesinato de Gedalías (2 Rey. 25: 22-26).

Setenta años. Desde 586 a. C., año de la destrucción de Jerusalén (2 Rey. 25: 1-4), hasta ese momento (ver com. Zac. 7: 1), habían pasado unos 70 años (ver t. III, pp. 102-103). Esto es, computando el año de otoño a otoño de 587/586 a 518/1517 resultaban 70 años, usando el cómputo inclusivo (ver t. III, p. 102).

Para mí. Esos ayunos eran un invento humano y no respondían a ninguna orden divina. Evidentemente no eran motivados por un verdadero arrepentimiento de los pecados que habían causado la destrucción de la ciudad y del país.

6. Para vosotros mismos. Sin tener en cuenta a Dios (cf. 1 Cor. 11: 17-22).

7. ¿No son éstas las palabras? "Los profetas primeros" los habían amonestado repetidas veces para que no confiaran únicamente en la observancia de ceremonias externas (1 Sam. 15: 22; Prov. 21: 3; etc.).

Tranquila. El contraste entre la prosperidad anterior de los israelitas y su decadencia era un triste recordativo de lo que habían perdido por la desobediencia.

La Sefela. El Neguev y la Sefela eran dos de las tres partes de Judea. La tercera era la región de "las montañas" alrededor de Jerusalén (ver com. Juec. 1: 9).

9. Juzgad conforme a la verdad. El profeta enumera varios aspectos de rectitud moral que con frecuencia se habían exigido (Exo. 23: 6-8; Isa. 32: 7; Jer. 22: 3; Miq. 2: 1-2).

10. No oprimáis. Cf. Exo. 22: 22-24; Deut, 10: 18-19; Jer. 7: 5-6; Isa. 58: 5-7.

11. Volvieron la espalda. Como un buey que esquiva el yugo que está por serle colocado (ver Neh. 9: 29; Ose. 4: 16).

Taparon sus oídos. Eran del todo indiferentes a la voluntad de Dios.

12. Diamante. Heb. shamir, piedra durísima, quizá esmeril (ver com. Eze. 3: 9). Un corazón duro como un diamante o como una piedra no recibe impresiones. Las exhortaciones más vigorosas no produjeron una respuesta. La acción fue deliberada, un acto de la voluntad: Ellos "pusieron su corazón como diamante".

Ley. Heb. torah, "instrucción", "enseñanza" (ver com. Prov. 3: 1).

13. Clamó. Esto es, el Señor. Podrían haberse evitado los severos castigos que sobrevinieron al pueblo. Cuando fue evidente que sería necesaria la disciplina del exilio para que se efectuara una reforma moral, fueron desoídos los clamores que pedían que desapareciera el castigo (ver PR 217; Isa. 65: 12-14; 66: 4).

14. Los esparcí. La desobediencia y la apostasía resultaron en el cautiverio babilónico. Ellos no conocían. Cf. Deut. 28: 33, 49; Jer. 16: 13. Desolada. Ver Jer. 9: 9-16. 

Tierra deseable. Ver Deut. 8: 7-10; Sal. 106: 24; Jer. 3: 19; Eze. 20: 6. (4CBA).

COMENTARIOS DE (EGW).

Para ciertas cosas, el ayuno y la oración son recomendados y apropiados. En la mano de Dios son un medio de limpiar el corazón y de fomentar la buena disposición. Obtenemos respuesta a nuestras oraciones porque humillamos nuestras almas delante de Dios.—Carta 73, 1896. 

De ahora en adelante hasta el fin del tiempo, los hijos de Dios debieran ser más fervientes y más despiertos, y no confiar en su propia sabiduría, sino en la sabiduría de su Caudillo. Ellos debieran dedicar días especiales al ayuno y la oración. No es necesario que se abstengan de alimento, pero debieran comer con moderación alimentos sencillos. Review and Herald. 11/02/1904. 

Todos los ayunos del mundo no asumirán el lugar de la sencilla confianza en la Palabra de Dios. “Pedid—dice—y recibiréis”... No se os pide que ayunéis cuarenta días. El Señor ayunó por vosotros en esta forma en el desierto de la tentación. No habría virtud en un ayuno tal; pero hay virtud en la sangre de Cristo.—Carta 206, 1908. 

El espíritu del ayuno y la oración verdaderos es el espíritu que entrega la mente, el corazón y la voluntad a Dios. Manuscrito 28, 1900. CRA 222-223

8-14. Si refrenamos las expresiones de incredulidad, y mediante palabras de esperanza y acciones rápidas, fortalecemos nuestra propia fe y la fe de otros, nuestra visión será más clara. La atmósfera pura del cie­lo rodeará nuestras almas.

Sed fuertes y hablad palabras de esperanza. Abrid paso en medio de los obstáculos. Estáis en un matri­monio espiritual con Jesucristo. La Palabra es vuestra seguridad. Acercaos a vuestro Salvador con la plena confianza de una fe viviente, uniendo vuestras manos con las de él. Id donde él os guíe. Haced todo lo que lo dice. Él os enseñará tan voluntariamente como enseña a cualquier otra persona. 6TI 460

9-10. No debían repetirse los pecados que habían caracterizado a los israelitas antes del cautiverio. El Señor exhortó a los 520 que estaban reedificando: "Juzgad juicio verdadero, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano: no agraviéis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano." "Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz."(Zac. 7: 9 , 10;8: 16.).

Ricas eran las recompensas, tanto temporales como espirituales, que se prometían a quienes pusieran en práctica estos principios de justicia. El Señor declaró: "Habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el resto de este pueblo posea todo esto. Y será que como fuisteis maldición entre las gentes, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré, y seréis bendición."(Zac . 8: 12, 13. )

Mediante el cautiverio babilónico los israelitas quedaron eficazmente curados del culto a las imágenes talladas. Después de su regreso, dedicaron mucha atención a la instrucción religiosa y al estudio de lo que había sido escrito en el libro de la ley y en los profetas concerniente al culto del Dios verdadero. La reconstrucción del templo les permitió seguir con todos los servicios rituales del santuario. Bajo la dirección de Zorobabel, Esdras y Nehemías, se comprometieron repetidas veces a cumplir todos los mandamientos y estatutos de Jehová. Los tiempos de prosperidad que siguieron evidenciaron ampliamente cuán dispuesto estaba Dios a aceptarlos y perdonarlos; y sin embargo, con miopía fatal, se desviaron vez tras vez de su glorioso destino, y guardaron egoístamente para sí lo que habría impartido sanidad y vida espiritual a incontables multitudes. PR 519, 520

Ministerio Hno. Pio

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