jueves, abril 22, 2021

REFLEXIÓN 651. LA DESTRUCCIÓN DEL ENEMIGO Y LA LIBERACIÓN DE ISRAEL (SEGUNDA PROFECÍA) Las Naciones Enemigas Derrotadas Y Se Derrama El Espíritu De Gracia Y De Súplica (ZACARÍAS 12).

Zacarías 12. LA SEGUNDA PROFECÍA. A). Las Naciones Enemigas Derrotadas: Jerusalén, copa que hará temblar, y piedra pesada para sus adversarios. La victoriosa restauración de Judá. (1-9). B). Se derrama el espíritu de gracia y de súplica. El arrepentimiento de Jerusalén. (10-14).

Todos al final, se arrepentirán. Porque la única realidad y verdad es Dios. “Hoy es el día de salvación” Pero los que rechazan a Jesús, desde los días de Jesús hasta ese día de su venida. Se arrepentirán al verlo venir; Pero será muy tarde. Apoc. 1:7.  

1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: 2 He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén.

3 Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. 4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera. 5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.

6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén. 7 Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

8 En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. 9 Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.

10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. 11 En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido. 12 Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; 13 Los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; 14 los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí. (Zacarías 12).

1. Profecía. Los cap. 12-14 constituyen la segunda "profecía" (ver com. cap. 9: 1). 

Este mensaje profético puede ser titulado: "El triunfo del programa de Dios".

2. Copa que hará temblar. Compárese con una figura similar en Isa. 51: 17; Jer. 25: 15-18; 51: 57; Hab. 2: 16. El sitio. Ver la p. 32 y com. cap. 14: 2.

3. Piedra pesada. Jerusalén sería como una roca demasiado pesada para ser levantada y, sin duda, con bordes ásperos y dentados.

Serán despedazados. Heb. Ñarat, verbo que sólo aparece aquí y en Lev. 21: 5, donde describe las "incisiones" (BJ) hechas voluntariamente, y que estaban prohibidas a los israelitas. La construcción hebrea es enfática y significa: "ciertamente serán cortados". La protección especial de Dios descansaría sobre su pueblo.  Los que trataran de herirlo, se herirían a sí mismos.

4. Heriré. Estas palabras deben haber sido especialmente consoladoras para Zorobabel y sus colaboradores en un tiempo cuando el futuro parecía oscuro y el enemigo procuraba detener la obra de Dios (Hag. 2: 22; ver la p. 32).

6. Capitanes. Heb.  'alluf.  Un leve cambio en los puntos vocálicos (t. I, p. 29) da la variante 'alef, que puede traducirse "millares" (1 Sam., 20: 19), o "clanes" (RSV), "jefes de familia" (BJ). Ver com.  Miq. 5: 2. Alentados por las evidencias del poder protector de Dios, los clanes de Judá ensancharían sus fronteras y ocuparían todo el territorio que Dios les había asignado (ver pp. 31-32).

7. No se engrandezca. Como resultado de la exaltación de las zonas rurales, la gloria de los territorios de la Judá campesina igualaría la de la ciudad capital, Jerusalén misma.

8. Como David. Estas promesas de recibir poder vencedor se cumplirían en el remanente de Judá.  Se esperaba que después de su regreso del cautiverio los hebreos cooperaran plenamente con los propósitos del cielo. Una nación que se apoya en Dios es invencible.  Cada individuo también puede recurrir a esas promesas en sus luchas contra la tentación y en sus victorias para el Señor (ver DTG 215- 216).

En cuanto a la aplicación de esta profecía para la iglesia cristiana, ver pp. 37-38; HAp 39-40.

https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html

9. Procuraré destruir. Seguridad adicional de victoria sobre toda oposición enemiga,

10. Gracia. Heb. jen, palabra con dos matices básicos de significado: (1) "cualidades que hacen que uno sea agradable", "encanto" (Prov. 11: 16; 22: 1); "favor", se encuentra con frecuencia en la expresión "hallar gracia" (Gén. 18: 3; 19: 19; 32: 5; etc.). Jen deriva de la raíz janan, que significa "ser bondadoso".

Oración. Heb. tajanuni , de la raíz janan. La palabra traducida "gracia" (ver com. "gracia") también deriva de esta raíz. Tajanu significa "petición de un favor".

La predicción acerca del derramamiento de un "espíritu de gracia y de oración" ha sido entendida de diversas formas. La expresión "espíritu de gracia" podría interpretarse con el significado de un espíritu que busca un favor. Si éste es el significado, entonces la segunda expresión, "[espíritu] de oración", está básicamente yuxtapuesta a la primera, y la frase podría expresarse así: "Un espíritu que busca un favor", es decir, "un espíritu que pide un favor". Así entendido, el profeta aquí prevé un amplio reavivamiento espiritual causado por una nueva comprensión de la gravedad del pecado y caracterizado por una ferviente búsqueda de la justicia de Cristo. Contemplando al Mesías "traspasado", viendo en él el cumplimiento de todos los símbolos del AT, percibiendo como nunca antes el maravilloso amor de Dios en la dádiva de su Hijo, los hombres lamentarían profundamente los defectos pasados de su carácter.

El lamento como quien "llora por hijo unigénito" también podría ser dolor por la muerte del Mesías, un dolor como el que habría experimentado una nación preparada para recibir al Mesías. Zacarías presenta aquí el futuro de Israel como pudo haber sido. El propósito de Dios era que toda la tierra estuviera preparada para el primer advenimiento de Cristo (ver PR 519-520). ¡Cuán diferente habría sido la historia de la nación Judía y de Jerusalén si el pueblo hubiera aceptado el don de Dios concedido en su amado Hijo! (Ver DTG 528-530.) Si hubiese venido a una nación preparada para recibirle, y si él hubiese sido "traspasado" súbitamente, ¡cuán profundo habría sido el dolor de ellos! La intensidad de su dolor se habría incrementado al comprender que sus pecados le habían ocasionado la muerte.

Sin embargo, estas palabras hallarán todavía otro cumplimiento. En Mat. 24: 30, parece que hay una alusión a Zac. 12: 10: "Entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria"; y también en Apoc. 1: 7: "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él". La palabra que se traduce "lamentación" en Apoc. 1: 7, es la misma que se traduce "lamentarán" en Mat. 24: 30, y es la que se emplea en la LXX en Zac. 12: 10. 

El lamento que aquí se presenta describe el caso de los que rechazaron a Cristo en su primer advenimiento. Cuando lo vean con toda su gloria en su segundo advenimiento, comprenderán plenamente toda la importancia de lo que hicieron (ver DTG 533). Sin duda "los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo" (CS 694) de otros siglos también están incluidos en la predicción que aquí se hace (ver PE 179).

Traspasaron. Heb. daqar, palabra que se usa frecuentemente con el significado de traspasar con un arma (Núm. 25: 8; Juec. 9: 54; 1 Sam. 31: 4; 1 Crón. 10: 4). Juan hace notar que este pasaje se cumplió cuando uno de los soldados romanos traspasó el costado de Cristo (Juan 19: 37).

11. Hadad-rimón. Palabra compuesta con los dos nombres de un Dios semítico: Hadad y Rimón. No es claro el significado del término. Algunos creen que Hadad-rimón era un lugar en el valle cerca de Meguido, y que la referencia es a la muerte de Josías, quien recibió heridas mortales cuando atacó a Necao, rey de Egipto, en el valle de Meguido.  La muerte del rey produjo un duelo especial (2 Crón. 35: 20-25). Se han hecho varios esfuerzos para identificar el lugar, pero han sido en vano. Otros creen que "el llanto de Hadadrimón" se refiere a algún rito pagano. El hecho de que este nombre esté compuesto por los dos de una deidad pagana -Hadad y Rimón-, puede apoyar este último punto de vista.

12. Cada linaje aparte. La enumeración de diversas familias en los vers. 12 y 13, que termina con la expresión "todos los otros linajes" (vers. 14), presenta el cuadro de un lamento general. "La casa de David" representa la familia real. Natán era hijo de David (1 Crón. 3: 5). Quizá se lo mencione aquí específicamente porque Zorobabel era descendiente de David a través de Natán (Luc. 3: 27, 31). Los levitas representan a los dirigentes espirituales. Acerca de la familia de Simei, ver Núm. 3: 17-18, 21. (4CBA).

COMENTARIOS DE EGW

8. Si os aferráis al yo y rehusáis entregar la voluntad a Dios, elegís la muerte. Dondequiera que esté el pecado, Dios es para él un fuego devorador.  Si elegís el pecado y rehusáis 56 separaros de él, la presencia de Dios que consume el pecado también os consumirá a vosotros.

Requiere sacrificio entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno.  No desea Dios que se anule nuestra voluntad, porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere.  Debernos entregar nuestra voluntad a él para que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y tan unida en simpatía con el Ser divino que él pueda derramar, por nuestro medio los raudales de su amor y su poder.  Por amarga y dolorosa que parezca esta entrega al corazón voluntarioso y extraviado, aun así nos dice: "Mejor te es".

Hasta que Jacob no cayó desvalido y sin fuerzas sobre el pecho del Ángel del pacto, no conoció la victoria de la fe vencedora ni recibió el título de príncipe con Dios.  Sólo cuando "cojeaba de su cadera" se detuvieron las huestes armadas de Esaú, y el Faraón, heredero soberbio de un linaje real, se inclinó para pedir su bendición.  Así el autor de nuestra salvación se hizo ""perfecto... por ¡medio de los padecimientos". y los hijos de fe "sacaron fuerzas de debilidad" y "pusieron en fuga ejércitos extranjeros".  Así "los cojos arrebatarán presa", el débil "será como David" y "la casa de David como... el ángel de Jehová". * Génesis 32:31; Hebreos 2:10 (VM); 11:34; Isaías 33:23; Zacarías 12:8. DMJ 56.

¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? 

Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas a las más alejadas partes del mundo habitado.  Mientras los discípulos proclamaban el mensaje de la gracia redentora, los corazones se entregaban al poder de su mensaje.  La iglesia veía afluir a ella conversos de todas direcciones.  Los apóstatas se reconvertían.  Los pecadores se unían con los creyentes en busca de la perla de gran precio.  Algunos de los que habían sido los más enconados oponentes del Evangelio, llegaron a ser sus campeones. Se cumplió la profecía: "El que entre ellos fuere flaco, . . . será como David: y la casa 40 de David . . . como el ángel de Jehová." (Zac. 12: 8). Cada cristiano veía en su hermano una revelación del amor y la benevolencia divinos.  Un solo interés prevalecía, un solo objeto de emulación hacía olvidar todos los demás.  La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino. HAp 39

Todo aquel que ama la causa de la verdad debiera orar por el derramamiento del Espíritu. Y en cuanto esté en nuestro poder, debemos suprimir todo lo que impida que obre.  El Espíritu no podrá nunca ser derramado mientras los miembros de la iglesia alberguen divergencias y amarguras los unos hacia los otros.  La envidia, los celos, las malas sospechas y las maledicencias son de Satanás, y cierran eficazmente el camino para que el Espíritu Santo no obre.  No hay en este mundo nada que sea tan caro para Dios como su iglesia.  No hay nada que él custodie con cuidado más celoso.  No hay nada que ofenda tanto a Dios como un acto que perjudique la influencia de aquellos que le sirven.  El llamará a cuenta a todos aquellos que ayuden a Satanás en su obra de criticar y desalentar.

Los que están destituidos de simpatía, ternura y amor, no pueden hacer la obra de Cristo.  Antes que pueda cumplirse la profecía de que el débil será "como David," y la casa de David "como el ángel de Jehová" (Zac. 12: 8), los hijos de Dios deben poner a un lado todo pensamiento de sospecha con respecto a sus hermanos.  Los corazones deben latir al unísono.  Deben manifestarse mucho más abundantemente la benevolencia cristiana y el amor fraternal.  

Repercuten en mis oídos las palabras: "Uníos, uníos." La verdad solemne y sagrada para este tiempo debe unificar al pueblo de Dios.  Debe morir el deseo de preeminencia.  Un tema de emulación debe absorber todos los demás: "¿Quién se asemejará más a Cristo en su carácter? ¿Quién se esconderá más completamente en Jesús?" "En esto es glorificado mi Padre dice Cristo en que llevéis mucho fruto." (Juan 15: 8). 2JT 381

3JT 210, PVGM 106; 5T 81

10. La Entrada triunfal de Cristo en Jerusalén era una débil representación de su venida en las nubes del cielo con poder y gloria, entre el triunfo de los ángeles y el regocijo de los santos. Entonces se cumplirán las palabras de Cristo a los sacerdotes y fariseos: "Desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.'*(Mateo 23:39). En visión profética se le mostró a Zacarías ese día de triunfo final; y él contempló también la condenación de aquellos que rechazaron a Cristo en su primer advenimiento: "Mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre primogénito."*(Zacarías 12:10).

Cristo previó esta escena cuando contempló la ciudad y lloró sobre ella. En la ruina temporal de Jerusalén, vio la destrucción final de aquel pueblo culpable de derramar la sangre del Hijo de Dios. Los discípulos veían el odio de los judíos por Cristo, pero no veían adónde los conduciría. No comprendían todavía la verdadera condición de Israel, ni la retribución que iba a caer sobre Jerusalén. Cristo se lo reveló mediante una significativa lección objetiva. La última súplica a Jerusalén había sido hecha en vano. Los sacerdotes y gobernantes habían oído la antigua voz profética repercutir en la multitud en respuesta a la pregunta: "¿Quién es éste?" pero no la aceptaban como voz inspirada. Con ira y asombro, trataron de acallar a la gente. Había funcionarios romanos en la muchedumbre, y ante éstos denunciaron sus enemigos a Jesús como el cabecilla de una rebelión. Le acusaron de querer apoderarse del templo y reinar como rey en Jerusalén.

Pero la serena voz de Jesús acalló por un momento la muchedumbre clamorosa al declarar que no había venido para establecer un reino temporal; pronto iba a ascender a su Padre, 534 y sus acusadores no le verían más hasta que volviese en gloria. Entonces, pero demasiado tarde para salvarse, le reconocerían. Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús con tristeza y singular poder. DTG 533,534

Ministerio Hno. Pio


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