lunes, abril 05, 2021

REFLEXIÓN 631. LA RESPUESTA DE HABACUC (HABACUC 3).

Habacuc 3. Intercesión para que Dios actúe y tenga misericordia (1-2). Una visión de castigo y liberación. Habacuc en su oración tiembla ante la majestad de Dios (3-16). Afirmación de la fe de Habacuc en Dios (17-19).

En los vers. 3-16 se presenta un cuadro sublime de la venida del Señor para juzgar y para liberar a su pueblo. Se presenta el cuadro en el marco de la liberación del Israel literal, pero también se describe la venida de Cristo para comenzar el reino de justicia.

Versículos 17-19. Se presentan los funestos efectos de la invasión babilonia, la destrucción de "la higuera" y del "olivo", tan apreciados en Palestina, junto con "las vides" igualmente necesarias, los cereales y el ganado. Así será también nuevamente durante las escenas finales de la historia de la tierra, cuando ella sea así también desolada (ver DTG 97; CS 687-688). Aunque faltara todo lo básico. Aun en esas circunstancias. El fiel; encontraría paz y gratitud...

1 ORACIÓN del profeta Habacuc, sobre Sigionot. 2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.  Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. 

3 Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah. Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. 4 Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y ahí estaba escondido su poder. 5 Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. 6 Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron.  Sus caminos son eternos. 7 He visto las tiendas de Cusán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián temblaron.

8 ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar Cuando montaste en tus caballos, y en tus carros de victoria? 9 Se descubrió enteramente tu arco; Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah Hendiste la tierra con ríos. 10 Te vieron y tuvieron temor los montes; Pasó la inundación de las aguas; El abismo dio su voz, A lo alto alzó sus manos. 11 El sol y la luna se pararon en su lugar; A la luz de tus saetas anduvieron, Y al resplandor de tu fulgente lanza. 12 Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las naciones. 13 Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido.  Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah

14 Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, Que como tempestad acometieron para dispersarme, Cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente. 15 Caminaste en el mar con tus caballos, Sobre la mole de las grandes aguas. 16 Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. (Habacuc 3).

1. Oración. Tal como se usa aquí, esa palabra se aplica a sin salmo, un himno o un canto de consagración (ver los sobrescritos de los Sal. 17; 90; 102).

Sigionot. Se piensa que eran cantos vehementes con cambios frecuentes y emotivos, expresados mediante rápidas alteraciones en el ritmo. La estructura de la oración de Habacuc puede haber reflejado esta clase de poesía.  Ver t. III, 633-634.

2. Temí. El profeta comienza su "oración" expresando su temor por la ira divina venidera y pide a Dios que se acuerde de la "misericordia". Reconoce la sabiduría con que Dios trata a los hombres, sabiduría que antes puso en duda (ver com. cap. 1: 2, 13; 2: 1), y reconoce humildemente su propio error.

Aviva. El profeta sabe que así como Dios castiga a su propio pueblo por su apostasía, también castigará con seguridad a los enemigos de su pueblo. Además, se da cuenta que al final Israel será redimido y toda la tierra "será llena del conocimiento de la gloria de Jehová" (cap. 2: 14). Por lo tanto, fervientemente le ruega a Dios que esa buena "obra" de restauración sea "reavivada" o "reanimada". Aunque castigado en espíritu, no es menos ferviente en anhelar el éxito de los planes de Dios para Israel (pp. 28-32) de lo que fue al principio (ver com. cap. 1: 2).

En medio. Habacuc implora que el propósito redentor de Dios se manifieste "en medio de los tiempos", no cuando expiren completamente. En otras palabras, el profeta anhela el cumplimiento de las promesas de Dios de la redención final.

Acuérdate de la misericordia. Bien sabe el profeta que la principal esperanza del hombre reside en la misericordia del cielo y no en la bondad humana.

3. Dios vendrá. En los vers. 3-16 se presenta un cuadro sublime de la venida del Señor para juzgar y para liberar a su pueblo. Se presenta el cuadro en el marco de la liberación del Israel literal, pero también se describe la venida de Cristo para comenzar el reino de justicia (ver CS 345.

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/heraldos-de-una-nueva-era.html

En cuanto a los principios de interpretación, ver pp. 38-40).

https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html

Con una vívida figura, Habacuc describe el efecto de esa venida sobre la naturaleza y sobre los impíos. Para ilustrar esos sucesos finales de la historia (ver com. vers. 11), Habacuc usa algunos ejemplos de la forma en que Dios trató a su pueblo en el pasado.

Temán. Un distrito que pertenecía a una de las divisiones tribales de Edom, o el nombre para todo Edom (ver com. Jer. 49: 7). Cf. Isa. 63: 1-4.

Parán. El profeta aquí alude a los majestuosos acontecimientos relacionados con la entrega de la ley en el Sinaí (ver com. Deut. 33: 2), usándolos como ilustraciones de los sucesos del día del juicio. Así como Dios vino rodeado de esplendor para repetir su ley a su pueblo, así también aparecerá en gloria para la salvación de su pueblo y el castigo de los impíos. Ver com. Gén. 21: 21. Selah. Palabra tal vez usada para indicar algún cambio de melodía o de énfasis (ver t. III, p. 635).

4. Escondido su poder. Cuando aparezca el Salvador, las heridas del Calvario, las pruebas de su humillación, aparecerán como su máximo honor; allí estará su gloria; allí estará "escondido su poder" (ver CS 732; com. vers.3).

5. Mortandad. Ahora presenta Habacuc el efecto de la presencia divina. Caerá "mortandad" sobre los impíos; en otras palabras, serán destruidos. Carbones encendidos. Heb. réshef, "llama", aquí tal vez sea un símbolo de "una plaga"; "la fiebre" (BJ).

6. Montes. Precisamente los símbolos de estabilidad (Gén. 49: 26; Deut. 33: 15) serán "desmenuzados" en ocasión de este gran acontecimiento. En contraste con los aparentemente "montes eternos" (BJ) y los "collados antiguos", los "caminos" de Dios son verdaderamente eternos e inmutables (Núm. 23: 19; Mal. 3: 6).

7. Cusán. Algunos consideran que equivale a Cus, otro nombre de la antigua Etiopía (ver. com. Gén. 10:6). La LXX dice: "Las tiendas de los etíopes". Sin embargo, otros creen que Cusán es una tribu vecina de Madián.

Madián. Ver com. Gén. 25: 2. Las "tiendas" y los "pabellones" (BJ) podrían ser símbolos de los moradores de Cusán y de Madián.

8. ¿Te airaste? Para hacer resaltar el poder divino sobre toda la creación, Habacuc pregunta retóricamente si Dios estuvo airado con la naturaleza inanimada cuando manifestó su poder. Montaste. Simbólicamente se presenta a Dios como si viniera con una gran hueste de carros y caballos, por así decirlo, para defender a su pueblo y aplastar a sus enemigos (cf. Sal. 68: 17).

9. Se descubrió enteramente. Es decir, se preparó para la acción. El profeta describe a Jehová como a un guerrero (cf. Exo. 15: 3) que se prepara para usar su arco.

Los juramentos a las tribus. Es oscuro el hebreo de este pasaje, lo que ha resultado en marcadas diferencias de traducción en las versiones. La LXX dice: "Ciertamente, tú doblaste tu arco a los cetros, dice el Señor". La BJ reza: "Tú desnudas tu arco, sacias su cuerda de saetas". Se lee en la VM: "Jurados son los castigos de tu promesa".

10. Tuvieron temor. Literalmente, "se retorcieron de dolor". Lenguaje figurado que indica un terremoto (cf.  Exo. 19: 18; Sal. 114: 6-7; ver com. Sal. 114: 4).

Abismo. Heb. tehom (ver com. Gén. 1: 2).

Manos. Quizá un sinónimo poético de olas.

11. El sol y la luna. Aquí el profeta emplea la historia de cuando el sol y la luna se detuvieron en los días de Josué (Jos. 10: 11-14; PP 43), como una ilustración de la venida del Señor (ver com. Hab. 3: 3).

12. Hollaste. Cf. Juec. 5: 4. 

Trillaste las naciones. O "Pisoteas a las naciones" (BJ). Cf. Isa. 63: 1-4; Joel 3: 13; Apoc. 14: 14-16.

13. Saliste. El propósito de la venida del Señor es para salvar a su pueblo, su "ungido" (Sal. 20: 5-6; 28: 8-9). Hasta la roca. Expresión que indica que "la casa del impío" será completamente destruida.

14. Guerreros. Heb. paraz, palabra algo oscura. "Nobles" (BJ). Tempestad. Cf.  Isa. 41: 16; Jer. 13: 24. Dispersarme. Probablemente así se identifica el profeta con su pueblo.

15. En el mar. Quizá sea una alusión al éxodo (Exo.15: 1-19), como símbolo de que Dios liberaría después a su pueblo (ver com. Hab. 3: 3, 11). En el tiempo del éxodo, Dios sacó a su pueblo de Egipto caminando figuradamente por "grandes aguas" (Sal. 77: 19-20).

16. Mis entrañas. Es decir, toda mi naturaleza.

17. La higuera. En este versículo se presentan los funestos efectos de la invasión babilonia, la destrucción de "la higuera" y del "olivo", tan apreciados en Palestina, junto con "las vides" igualmente necesarias, los cereales y el ganado.

 Así será también nuevamente durante las escenas finales de la historia de la tierra, cuando ella sea así también desolada (ver DTG 97; CS 687-688).

18. Me alegraré. Aunque son terribles los acontecimientos que presagia este capítulo, termina con la nota consoladora y reconfortante de gozo y esperanza de la salvación "en  Jehová". El profeta se infunde confianza a sí mismo de que finalmente todo quedará bien debido a la fidelidad de su Dios (cf. Sal. 13: 56; 31: 19-20; Miq. 7: 7). Una vez resuelto el problema (ver la p. 1070), el profeta gozosamente somete su voluntad a la voluntad de Dios.

19. Pies como de ciervas. Entre los ásperos despeñaderos y las sendas traicioneras de las montañas, las patas de las ciervas eran rápidas y seguras (ver 2 Sam. 22:34; Sal. 18:32-33).

En mis alturas. El pueblo de Dios triunfará sobre toda oposición y morará seguro en las alturas de la salvación (Deut. 32: 13; 33: 29; Isa. 58: 13-14; Amós 4: 13). Todas las preguntas del profeta son respondidas por la fe en Dios, y Habacuc descansa satisfecho de que finalmente el derecho y la justicia triunfarán para siempre.

Me hace andar.  Aquí, como Moisés, Habacuc se identifica con su pueblo (Exo. 32:30-32).  Así lo hicieron Jeremías (cap. 14:19-21) y Daniel (cap. 9:3-19). El éxito de Israel (Isa. 58:14) es su propio éxito.

Jefe de los cantores. Quizá el director de música del templo. Es muy probable que el salmo de Habacuc tuviera el propósito de ser usado en el culto público, tal vez con acompañamiento de "instrumentos de cuerdas". (4CBA)

COMENTARIOS DE (EGW).

Vers. 3. Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. 

Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar "en región y sombra de muerte," le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es "la resurrección y la vida" para hacer "volver a su propio desterrado."

La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido. Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consumación de sus esperanzas.

Enoc, que se contó entre la séptima generación descendiente de los que moraran en el Edén y que por tres siglos anduvo con Dios en la tierra, pudo contemplar desde lejos la venida del Libertador. "He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos." (S. Judas 14, 15, V.M.)

El patriarca Job, en la lobreguez de su aflicción, exclamaba con confianza inquebrantable: "Pues yo sé que mi Redentor vive, y que en lo venidero ha de levantarse sobre la tierra; . . . aun desde mi carne he de ver a Dios; a quien yo tengo de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño." (Job 19: 25-27, V.M.)

La venida de Cristo que ha de inaugurar el reino de la justicia, ha inspirado los más sublimes y conmovedores acentos 345 de los escritores sagrados.

LOS POETAS Y LOS PROFETAS de la Biblia hablaron de ella con ardientes palabras de fuego celestial. 

El salmista cantó el poder y la majestad del Rey de Israel: "¡Desde Sión, perfección de la hermosura, ha resplandecido Dios! Vendrá nuestro Dios, y no guardará silencio.... Convocará a los altos cielos, y a la tierra, para juzgar a su pueblo.' "Alégrense los cielos, y gócese la tierra . . . delante de Jehová; porque viene, sí, porque viene a juzgar la tierra. ¡Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad!" (Salmos 50: 2-4; 96: 11-13, V.M.).

El profeta Isaías dice: "¡Despertad, y cantad, vosotros que moráis en el polvo! porque como el rocío de hierbas es tu rocío, y la tierra echará fuera los muertos." "¡Vivirán tus muertos; los cadáveres de mi pueblo se levantarán!" "¡Tragado ha a la muerte para siempre; y Jehová el Señor enjugará las lágrimas de sobre todas las caras, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra! porque Jehová así lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: ¡He aquí, éste es nuestro Dios; le hemos esperado, y él nos salvará! ¡éste es Jehová, le hemos esperado; estaremos alegres, y nos regocijaremos en su salvación!" (Isaías 26:19; 25: 8, 9, V.M.)

Habacuc también, arrobado en santa visión, vio la venida de Cristo. "¡Viene Dios desde Temán, y el Santo desde el monte Parán: su gloria cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza! También su resplandor es como el fuego." "¡Se para y mide la tierra! ¡echa una mirada, y hace estremecer a las naciones! se esparcen también como polvo las montañas sempiternas, se hunden los collados eternos; ¡suyos son los senderos de la eternidad!" "Para que cabalgues sobre tus caballos, sobre tus carros de salvación." "¡Te ven las montañas, y se retuercen en angustia: . . . el abismo da su voz y levanta en alto sus manos! ¡El sol y la luna se paran en sus moradas! a la luz de sus flechas pasan adelante, al brillo de su relumbrante lanza." "Sales para la salvación de tu pueblo, para la salvación de tu ungido." (Habacuc 3: 3 - 13, V.M.) 346

Cuando el Señor estuvo a punto de separarse de sus discípulos, los consoló en su aflicción asegurándoles que volvería: "¡No se turbe vuestro corazón! . . . En la casa de mi Padre muchas moradas hay; . . . voy a prepararos el lugar. Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo." "Cuando el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y delante de él serán juntadas todas las naciones." (Juan 14: 1-3; Mateo 25: 31, 32, V.M.)

Los ángeles que estuvieron en el Monte de los Olivos después de la ascensión de Cristo, repitieron a los discípulos la promesa de volver que él les hiciera: "Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros arriba al cielo, así vendrá del mismo modo que le habéis visto ir al cielo."

Y el apóstol Pablo, hablando por inspiración, asegura: "El Señor mismo descenderá del cielo con mandato soberano, con la voz del arcángel y con trompeta de Dios."

El profeta de Patmos dice: "¡He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá!" (Hechos 1: 11; 1 Tesalonicenses 4: 16; Apocalipsis 1: 7, V.M.)

En Torno de su Venida se agrupan las glorias de "la restauración de todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la antigüedad."

Entonces será quebrantado el poder del mal que tanto tiempo duró; "¡el reino del mundo" vendrá "a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará para siempre jamás!" "¡Será manifestada la gloria de Jehová, y la verá toda carne juntamente!" "Jehová hará crecer justicia y alabanza en presencia de todas las naciones." El "será corona de gloria y diadema de hermosura para el resto de su pueblo." (Hechos 3: 21; Apocalipsis 11: 15; Isaías 40: 5; 61:11; 28: 5, V.M.)

Entonces el reino de paz del Mesías esperado por tan largo tiempo, será establecido por toda la tierra. "Jehová ha consolado a Sión, ha consolado todas sus desolaciones; y ha convertido su desierto en un Edén, y su soledad en jardín de Jehová." "La gloria del Líbano le será dada, la hermosura del 347 Carmelo y de Sarón." 

"Ya no serás llamada Azuba [Dejada], y tu tierra en adelante no será llamada Asolamiento; sino que serás llamada Héfzi-ba [mi deleite en ella], y tu tierra, Beúla [Casada]." "De la manera que el novio se regocija sobre la novia, así tu Dios se regocijará sobre ti (Isaías 51: 3; 35: 2; 62: 4, 5, V.M.)

La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, "el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo" era la "esperanza bienaventurada."

 Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que había de verificarse cuando viniese el Señor. Entonces los que hubiesen muerto en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. "Y así -dijo- estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras." (1 Tes. 4:16-18, V.M.) 

En la isla peñascosa de Patmos, el discípulo amado oyó la promesa: "Ciertamente, vengo en breve." Y su anhelante respuesta expresa la oración que la iglesia exhaló durante toda su peregrinación: "¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22: 20).

Desde la cárcel, la hoguera y el patíbulo, donde los santos y los mártires dieron testimonio de la verdad, llega hasta nosotros a través de los siglos la expresión de su fe y esperanza. Estando "seguros de la resurrección personal de Cristo, y, por consiguiente, de la suya propia, a la venida de Aquel -como dice uno de estos cristianos,- ellos despreciaban la muerte y la superaban. "Daniel T. Taylor, The Reign of Christ on Earth; or, The Voice of the Church in all ages, pág. 33.

Estaban dispuestos a bajar a la tumba, a fin de que pudiesen "resucitar libertados." Esperaban al "Señor que debía venir del cielo entre las nubes con la gloria de su Padre," "trayendo para los justos el reino eterno."

 Los valdenses acariciaban la misma fe. Wiclef aguardaba la aparición del Redentor como la esperanza de la iglesia. (Id., págs. 54, 129 - 134.)

Lutero declaró: "Estoy verdaderamente convencido de que el día del juicio no tardará más de trescientos años. Dios no quiere ni puede sufrir por más tiempo a este mundo malvado." "Se acerca el gran día en que el reino de las abominaciones será derrocado." -Id., págs. 158, 134.

"Este viejo mundo no está lejos de su fin," decía Melanchton.

Calvino invita a los cristianos a "desear sin vacilar y con ardor el día de la venida de Cristo como el más propicio de todos los acontecimientos," y declara que "toda la familia de los fieles no perderá de vista ese día." "Debemos tener hambre de Cristo -dice- debemos buscarle, contemplarle hasta la aurora de aquel gran día en que nuestro Señor manifestará la gloria de su reino en su plenitud." -Ibid.

"¿No llevó acaso nuestro Señor Jesús nuestra carne al cielo? -dice Knox, el reformador escocés,- ¿y no ha de regresar por ventura? Sabemos que volverá, y esto con prontitud."

Ridley y Látimer, que dieron su vida por la verdad, esperaban con fe la venida del Señor. Ridley escribió: "El mundo llega sin duda a su fin. Así lo creo y por eso lo digo. Clamemos del fondo de nuestros corazones a nuestro Salvador, Cristo, con Juan el siervo de Dios: Ven, Señor Jesús, ven." -Id., pág. 151, 145. 

"El pensar en la venida del Señor -decía Baxter- es dulce en extremo para mí y me llena de alegría." "Es obra de fe y un rasgo característico de sus santos desear con ansia su advenimiento y vivir con tan bendita esperanza." "Si la muerte es el último enemigo que ha de ser destruído en la resurrección podemos representarnos con cuánto ardor los creyentes esperarán y orarán por la segunda venida de Cristo, cuando esta completa y definitiva victoria será alcanzada." "Ese es el día 349 que todos los creyentes deberían desear con ansia por ser el día en que habrá de quedar consumada toda la obra de su redención, cumplidos todos los deseos y esfuerzos de sus almas." "¡Apresura, oh Señor, ese día bendito!" -Ricardo Baxter, Works, tomo 17 págs. 555; 500; 182, 183.

Tal fue la esperanza de la iglesia apostólica,

de la "iglesia del desierto,"

y de los reformadores. CS

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Vers. 17-18. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación...

En aquel día, multitudes enteras invocarán la protección de la misericordia divina que por tanto tiempo despreciaran. "He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán." (Amós 8: 11, 1 2.)

El pueblo de Dios no quedará libre de padecimientos; pero aunque perseguido y acongojado y aunque sufra privaciones y falta de alimento, no será abandonado para perecer. El Dios que cuidó de Elías no abandonará a ninguno de sus abnegados hijos. El que cuenta los cabellos de sus cabezas, cuidará de ellos y los atenderá en tiempos de hambruna. Mientras los malvados estén muriéndose de hambre y pestilencia, los ángeles protegerán a los justos y suplirán sus necesidades. Escrito está del que "camina en justicia" que "se le dará pan y sus aguas serán ciertas." "Cuando los pobres y los menesterosos buscan agua y no la hay, y la lengua se les seca de sed, yo, Jehová, les escucharé; yo, el Dios de Israel, no los abandonará." (Isaías 33: 16; 41: 17, V.M.)

"Mas aunque la higuera no floreciere, y no hubiere fruto en la vid; aunque faltare el producto del olivo, y los campos nada dieren de comer; aunque las ovejas fueren destruídas del 688  aprisco, y no hubiere vacas en los pesebres; sin embargo" los que teman a Jehová se regocijarán en él y se alegrarán en el Dios de su salvación. (Habacuc 3:17, 18, V.M.)

"Jehová es tu guardador: Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal: él guardará tu alma." "Y él te librará del lazo del cazador: de la peste destruidora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro: escudo y adarga es su verdad. No tendrás temor de espanto nocturno, ni de saeta que vuele de día; ni de pestilencia que ande en oscuridad, ni de mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra: mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás, y verás la recompensa de los impíos. Porque tú has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada." (Salmos 121: 5-7;  91: 3-10.)

Sin embargo, por lo que ven los hombres, parecería que los hijos de Dios tuviesen que sellar pronto su destino con su sangre, como lo hicieron los mártires que los precedieron. Ellos mismos empiezan a temer que el Señor los deje perecer en las manos homicidas de sus enemigos. Es un tiempo de terrible agonía. De día y de noche claman a Dios para que los libre. Los malos triunfan y se oye este grito de burla: "¿Dónde está ahora vuestra fe? ¿Por qué no os libra Dios de nuestras manos si sois verdaderamente su pueblo?" Pero mientras esos fieles cristianos aguardan, recuerdan que cuando Jesús estaba muriendo en la cruz del Calvario los sacerdotes y príncipes gritaban en tono de mofa: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él." (S. Mateo 27: 42.) Como Jacob, todos luchan con Dios. Sus semblantes expresan la agonía de sus almas. Están pálidos, pero no dejan de orar con fervor. CS

EN EL DESIERTO, cuando todos los medios de sustento se habían agotado, Dios envió a su pueblo maná del cielo, y esto en una provisión suficiente y constante. Dicha provisión había de enseñarles que mientras confiasen en Dios y anduviesen en sus caminos, él no los abandonaría. El Salvador puso ahora en práctica la lección que había enseñado a Israel. La palabra de Dios había dado socorro a la hueste hebrea, y la misma palabra se lo daría también a Jesús. Esperó el tiempo en que Dios había de traerle alivio. Se hallaba en el desierto en obediencia a Dios, y no iba a obtener alimentos siguiendo las sugestiones de Satanás. En presencia del universo, atestiguó que es menor calamidad sufrir lo que venga, que apartarse en un ápice de la voluntad de Dios. "No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios." Muchas veces el que sigue a Cristo se ve colocado en donde no puede servir a Dios y llevar adelante sus empresas mundanales. Tal vez le parezca que la obediencia a algún claro requerimiento de Dios le privará de sus medios de sostén. Satanás quisiera hacerle creer que debe sacrificar las convicciones de su conciencia. Pero lo único en que podemos confiar en este mundo es la Palabra de Dios. 97 "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33).

Aun en esta vida, no puede beneficiarnos el apartarnos de la voluntad de nuestro Padre celestial. Cuando aprendamos a conocer el poder de su palabra no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener alimento o salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será: ¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa?  Conociéndolas, obedeceremos la primera y confiaremos en la segunda. En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que sean leales a Dios se verán privados de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a violar su ley en obediencia a las potencias terrenales, se les prohibirá comprar o vender. Finalmente será decretado que se les dé muerte.  (Véase Apocalipsis 13:11-17; y La Nota 1. del Apéndice).

Pero al obediente se le hace la promesa: "Habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas." (Isaías 33:16). Los hijos de Dios vivirán por esta promesa. Serán alimentados cuando la tierra esté asolada por el hambre. "No serán avergonzados en el mal tiempo; y en los días de hambre serán hartos.' (Salmos 37:19). El profeta Habacuc previó este tiempo de angustia, y sus palabras expresan la fe de la iglesia: "Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salud."(Habacuc 3:17,18). DTG 97

Pero Dios está guiando estas almas a una confianza más perfecta en su Padre celestial. Su ojo está sobre ellos cada momento, y si ellos elevan a él su clamor con fe, si apoyan en él sus almas en las perplejidades, el Señor los sacará como oro purificado. El Señor Jesús ha dicho: “No te desampararé, ni te dejaré”. Hebreos 13:5. Dios puede permitir que sobrevenga una serie de circunstancias que los mueva a huir a la Fortaleza y por la fe se extiendan hacia el trono de Dios a través [399] de densas nubes de oscuridad; pues su presencia también se oculta en ellas. Pero él siempre está listo para librar a todos los que en él confían. La victoria obtenida de esa manera será más completa, el triunfo más seguro; porque la persona probada, abatida por la pena y afligida, podrá decir: “He aquí, aunque me matare, en él esperaré; empero defenderé delante de él mis caminos”. Job 13:15. “Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salud”. Habacuc 3:17, 18. EC

* HABACUC no fue el único por medio de quien se dio un mensaje de brillante esperanza y de triunfo futuro, así como de castigo presente. Durante el reinado de Josías, la palabra del Señor fue comunicada a Sofonías, para especificar claramente los resultados de la continua apostasía, y llamar la atención de la verdadera iglesia a las gloriosas perspectivas que la esperaban. Sus profecías de los juicios a punto de caer sobre Judá se aplican con igual fuerza a los juicios que han de caer sobre un mundo impenitente en ocasión del segundo advenimiento de Cristo: "Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso; voz amarga del día de Jehová; gritará allí el valiente. "Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara, sobre las ciudades fuertes, y sobre las altas torres." (Sof. 1: 14-16.) 288

"Atribularé los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová: y la sangre de ellos será derramada como polvo.... Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová; pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo: porque ciertamente consumación apresurada hará con todos los moradores de la tierra." (Vers. 17, 18.) "Congregaos y meditad, gente no amable, antes que pára el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros. "Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, que pusisteis en obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre: quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová." (Sof. 2: 1-3.)

"He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré la coja, y recogeré la descarriada; y pondrélos por alabanza y por renombre en todo país de confusión. En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os daré por renombre y por alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando tornaré vuestros cautivos delante de vuestros ojos, dice Jehová." (Sof. 3: 19, 20.) "Canta, oh hija de Sión: da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalem. Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos: Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás mal. "En aquel tiempo se dirá a Jerusalem: No temas: Sión, no se debiliten tus manos. Jehová en medio de ti, poderoso, él salvará, gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar." (Vers. 14-17). PR 287

Ministerio Hno. Pio

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