viernes, abril 23, 2021

REFLEXIÓN 652. LA DESTRUCCIÓN DEL ENEMIGO Y LA LIBERACIÓN DE ISRAEL (SEGUNDA PROFECÍA) “La Purificación Espiritual De Jerusalén” “El Buen Pastor Es Herido” (ZACARÍAS 13).

ZACARÍAS 13. Presenta dos temas puntuales: Vers. (1-6). La purificación espiritual de Jerusalén: Un manantial para purificar a Jerusalén, y de la idolatría y los falsos profetas. Vers. (7-9). El Buen Pastor es herido. La muerte de Cristo, es la razón de la prueba y purificación. Y finalmente la salvación o perdición de una tercera parte de los habitantes de la tierra.

* Vers. 1. Referencia especial al día del Mesías ya mencionado (cap. 12: 10. La venida del Redentor llamaría de un modo especial la atención de los hombres a las medidas que Dios ha dispuesto en cuanto al pecado. Siempre había existido un manantial abierto. Los hombres siempre habían podido obtener el perdón del pecado mediante la fe en un Salvador venidero. Pero habían despreciado en máximo grado lo que se había provisto para su salvación. Ahora debía extenderse una nueva invitación.

En los vers. 2-5 se predice que la tierra sería purificada de ídolos y falsos profetas. La forma en que serían aborrecidos los falsos profetas se ilustra gráficamente invocando una ley similar al antiguo código aplicable a los hijos apóstatas (Deut. 13: 6- 10; cf. Deut. 18: 20). Israel había sufrido de tan modo especial la plaga de los falsos profetas (Jer. 23: 9-40; Eze. 13: 1-23). En el nuevo orden que Dios se proponía establecer después del primer advenimiento del Mesías, tenía especial importancia que fueran eliminados todos los falsos maestros religiosos y que se silenciaran sus enseñanzas engañosas.

Los Falsos Profetas y los Maestros religiosos falsos han sido desde antiguo una calamidad para la iglesia de Dios, y continuarán siéndolo hasta el fin del tiempo (Mat. 24: 24; 2 Tes. 2: 9-10; Apoc. 13: 13-14). 

EL ÚNICO REMEDIO contra sus enseñanzas engañosas es que la mente esté bien fortalecida con las verdades de la Biblia (ver com. Eze. 22: 25).

Los versículos 5-7. Es una clara profecía acerca de Cristo (Mat. 26: 31).

Zacarías anticipa las condiciones que habrían existido y los acontecimientos que habrían ocurrido, si Israel hubiera cooperado con los planes y propósitos del cielo (ver p. 32). Un gran número, aunque no todos, habrían aceptado al Mesías. Su muerte habría sido seguida por tiempos de gran angustia, un tiempo cuando serían separados los que no estuvieron dispuestos a aceptar al Mesías, y un tiempo de purificación (vers. 9).

*El Señor presenta en éste capítulo. La gran lucha que ha existido desde siempre. Entre el verdadero Dios y los ídolos. Entre Los profetas y maestros de Dios, y los falsos profetas y maestros. Entre los que aceptan a Cristo como su Señor y Salvador, y los que lo rechazan. De esa forma en forma simbólica se ve la separación                 “La Tercera Parte” que son cortados, purificados y probados.

Toda la humanidad, está en ésta gran lucha. ¡Y cada uno decide! Pero a nadie se le deja sin luz. El deber de cada ser racional es buscar entender los propósitos divinos para su vida; y obedecer. No olvidemos que tenemos un enemigo que quiere apartarnos de nuestro glorioso destino. El de Morar con Dios por siempre. Pero no estamos solos en esta lucha. Tenemos al Espíritu Santo y a los santos Ángeles, que luchan en nuestro favor. Y también tenemos la palabra de Dios, La oración y la fe. Por eso, somos más que vencedores. Amen.

1 En Aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. 2 Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. 3 Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizara. 4 Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaran; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir. 5 Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud.

 6 Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos. 7 Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos. 

8 Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; más la tercera quedará en ella. 9 Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios. (Zacarías 13).

1. En aquel tiempo. Referencia especial al día del Mesías ya mencionado (12:10.      La venida del Redentor llamaría de un modo especial la atención de los hombres a las medidas que Dios ha dispuesto en cuanto al pecado. Siempre había existido un manantial abierto. Los hombres siempre habían podido obtener el perdón del pecado mediante la fe en un Salvador venidero. Pero habían despreciado en máximo grado lo que se había provisto para su salvación. Ahora debía extenderse una nueva invitación.

2. Quitaré. En los vers. 2-5 se predice que la tierra sería purificada de ídolos y falsos profetas. La forma en que serían aborrecidos los falsos profetas se ilustra gráficamente invocando una ley similar al antiguo código aplicable a los hijos apóstatas (Deut. 13: 6- 10; cf. Deut. 18: 20). Israel había sufrido de tan modo especial la plaga de los falsos profetas (Jer. 23: 9-40; Eze. 13: 1-23). En el nuevo orden que Dios se proponía establecer después del primer advenimiento del Mesías, tenía especial importancia que fueran eliminados todos los falsos maestros religiosos y que se silenciaran sus enseñanzas engañosas.

Los falsos profetas y los maestros religiosos falsos han sido desde antiguo una calamidad para la iglesia de Dios, y continuarán siéndolo hasta el fin del tiempo (Mat. 24: 24; 2 Tes. 2: 9-10; Apoc. 13: 13-14). El único remedio contra sus enseñanzas engañosas es que la mente esté bien fortalecida con las verdades de la Biblia (ver com. Eze. 22: 25).

6. En tus manos. Literalmente, "entre tus manos" (BJ). Algunos interpretan que esta frase significa "espalda", comparándola con la expresión "entre las espaldas" (2 Rey. 9:24). 

El dardo que hirió a Joram "entre los hombros" (BJ) le salió por el corazón. Sin embargo, la palabra allí es "brazos" (Heb. zero'im) y no "manos" (Heb. yadim), y no podemos estar seguros de que las dos expresiones sean idénticas en su significado. 

La pregunta acerca de esas heridas parece estar dirigida, según el contexto, al falso profeta convertido (Zac. 13:5-6). Algunos intérpretes han aplicado este texto a Cristo, como una predicción del flagelamiento y las heridas que le infligieron los que debían haber sido sus amigos (Mat. 27:26; Mar. 14:65; 15:15; Luc. 22:63; Juan 19:1, 17-18). Pero esto tiene que hacerse mediante una aplicación secundaria, o haciendo una separación después de Zac. 13:5 y relacionando el vers. 6 con el vers. 7, que es una clara profecía acerca de Cristo (Mat. 26:31).

7. Hiere al pastor. Jesús se aplicó a sí mismo estas palabras (Mat. 26: 31). Las ovejas estaban esparcidas cuando sus discípulos huyeron antes de que fuera llevado para ser juzgado y incierto (Mat. 26: 56; Juan 16: 32).

Haré volver mi mano. Esta frase puede entenderse para bien, como en Isa. 1: 25, o para mal, como en Amós 1: 8. En el primer caso, es una seguridad de consuelo y protección para sus "pequeñitos"; en el segundo, una predicción de que habría dificultades y angustias que se extenderían aun sobre los débiles y humildes de la grey.

8. Serán cortadas. Zacarías anticipa las condiciones que habrían existido y los acontecimientos que habrían ocurrido si Israel hubiera cooperado con los planes y propósitos del cielo (ver p. 32). Un gran número, aunque no todos, habrían aceptado al Mesías. Su muerte habría sido seguida por tiempos de gran angustia, un tiempo cuando serían separados los que no estuvieron dispuestos a aceptar al Mesías, y un tiempo de purificación (vers. 9) para los que fueran sus seguidores. La proporción que aquí se da (dos tercios separados y un tercio que permanecería) no necesita ser tomada en un sentido absoluto, aunque sin duda entonces, como también después, la mayoría rechazaría la salvación ofrecida por Dios (Mat. 22: 14).

9. Pueblo mío. Dios establecería de nuevo su pacto con el remanente purificado. Cf. Eze. 37: 23; Ose. 2: 23. (4CBA).

COMENTARIOS DE EGW.

1. Cristo vino como el gran Médico, para sanar las heridas que el pecado había hecho en la familia humana, y su Espíritu, obrando por medio de sus siervos, imparte a los enfermos del pecado, a los dolientes seres humanos, un intenso poder curativo, eficaz para el cuerpo y el alma. "En aquel tiempo -dice la Escritura- habrá manantial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalén, para el pecado y la inmundicia." (Zac. 13: 1.) Las aguas de este manantial sanarán las debilidades físicas y espirituales.

Desde este manantial fluye el caudaloso río que vio Ezequiel en visión.  "Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán a la llanura, y entrarán en la mar: y entradas en la mar, recibirán sanidad las aguas.  Y será que toda alma viviente que nadare por donde quiera que entraren estos dos arroyos, vivirá. . . . Y junto al arroyo, en su ribera de una parte y de otra, crecerá todo árbol de comer: su hoja nunca caerá, ni faltará su fruto: a sus meses madurará, porque sus aguas salen del santuario: y su fruto será para comer, y su hoja para medicina." (Eze. 47 : 8-12.)

Dios quiere que nuestros sanatorios sean, en virtud de su poder, un río tal de vida y curación. Nuestros sanatorios han de revelar al mundo la benevolencia del cielo; y aunque no se discierna en el edificio la presencia visible de Cristo, los obreros pueden aferrarse a la promesa: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Mat. 28: 20). 2JT 485

Una Vez Establecidos En Canaán, los israelitas se acostumbraron a celebrar con demostraciones de gran regocijo el flujo del agua de la roca en el desierto.  En la época de Cristo esta celebración se había convertido en una ceremonia muy impresionante.  Se realizaba en ocasión de la fiesta de las cabañas, cuando el pueblo de todo el país se congregaba en Jerusalén.  Durante los siete días de la fiesta los sacerdotes salían cada día acompañados de música y del coro de los levitas, a sacar en un recipiente de oro agua de la fuente de Siloé.  Iban seguidos por grandes multitudes de adoradores, de los cuales tantos como podían acercarse al agua bebían de ella, mientras se elevaban los acordes llenos de júbilo: "Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salud." (Isa. 12: 3.) Luego el agua sacada por los sacerdotes era conducida al templo en medio de la algazara de las trompetas y de los cantos solemnes: "Nuestros pies estuvieron en tus puertas, oh Jerusalem." (Sal. 122: 2.) El agua se derramaba sobre el altar del holocausto, mientras que repercutían los cantos de alabanza y las multitudes se unían en coros triunfales acompañados por instrumentos de música y trompetas de tono profundo.

El Salvador utilizó este servicio simbólico para dirigir la atención del pueblo a las bendiciones que él había venido a traerles.  "En el postrer día grande de la fiesta" se oyó su voz en tono que resonó por todos los ámbitos del templo, diciendo: "Si alguno tiene Sed, venga a mí y beba.  El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre." "Y esto -dice Juan- dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él." (Juan 7: 37-39) El agua refrescante que brota en tierra seca y estéril, hace florecer el desierto y fluye para dar vida a los que perecen, es un emblema de la gracia divina que sólo Cristo puede conceder, y que, como agua viva, purifica, refrigera y fortalece el alma. Aquel en 438 quien mora Cristo tiene dentro de sí una fuente eterna de gracia y fortaleza. Jesús alegra la vida y alumbra el sendero de todos aquellos que le buscan de todo corazón.  Su amor, recibido en el corazón, se manifestará en buenas obras para la vida eterna.  Y no sólo bendice al alma de la cual brota, sino que la corriente viva fluirá en palabras y acciones justas, para refrescar a los sedientos que la rodean.

Cristo empleó la misma figura en su conversación con la mujer de Samaria al lado del pozo de Jacob: "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." (Juan 4: 14.) Cristo combina los dos símbolos.  El es la roca y es el agua viva.

Las mismas figuras, bellas y expresivas, se conservan en toda la Biblia.  Muchos siglos antes que viniera Cristo, Moisés le señaló como la roca de la salvación de Israel (Deut. 32: 15); el salmista cantó sus loores, y le llamó "roca mía y redentor mío," "la roca de mi fortaleza," "peña más alta que yo," "mi roca y mi fortaleza," "roca de mi corazón y mi porción," la "roca de mi confianza." En los cánticos de David su gracia es presentada como "aguas de reposo" en "delicados pastos," hacia los cuales el Pastor divino guía su rebaño.  Y también dice: "Tú los abrevarás del torrente de tus delicias.  Porque contigo está el manantial de la vida." Y el sabio declara: "Arroyo revertiente" es "la fuente de la sabiduría." Para jeremías, Cristo es la "fuente de agua viva;" para Zacarías un "manantial abierto. . .para el pecado y la inmundicia." (Sal. 19: 14; 62: 7; 61: 2; 71: 3; 73: 26; 94: 22; 23: 2; 36: 8, 9; Prov. 18: 4; Jer. 2: 13; Zac. 13: 1.)

Isaías lo describe como "la Roca de la eternidad," como "sombra de gran peñasco en tierra calurosa." Y al anotar la preciosa promesa evoca el recuerdo del arroyo vivo que fluía para Israel: "Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay; secóse de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé." "Porque yo derramaré 439 aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida." "Porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad." Se extiende la invitación "a todos los sedientos: Venid a las aguas." Y esta invitación se repite en las últimas páginas de la santa Palabra.  El río del agua de vida, "resplandeciente como cristal," emana del trono de Dios y del Cordero; y la misericordioso invitación repercute a través de los siglos: "El que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde." (Isa. 26: 4, V.M.; 32: 2; 41: 17; 44: 3; 35: 6; 55: 1; Apoc. 22: 17). PP 438

Moisés fue un tipo o figura de Cristo, El mismo había declarado a Israel: "Profeta de en medio de ti de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis." (Deut. 18: 15.) 513 Dios tuvo a bien disciplinar a Moisés en la escuela de la aflicción y la pobreza, antes de que estuviera preparado para conducir las huestes de Israel hacia la Canaán terrenal.  El Israel de Dios, que viaja hacia la Canaán celestial, tiene un Capitán que no necesitó enseñanzas humanas que le prepararan para su misión de conductor divino; no obstante fue perfeccionado por el sufrimiento; "porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados." (Heb. 2: 10, 18.) Nuestro Redentor no manifestó las imperfecciones ni las debilidades humanas; pero murió a fin de obtener nuestro derecho a entrar en la tierra prometida.

"Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo, para testificar lo que se había de decir; mas Cristo como hijo, sobre su casa; la cual casa somos nosotros, si hasta el cabo retuviéramos firme la confianza y la gloria de la esperanza." (Heb. 3: 5, 6). PR 513

Muchos que nunca han sido puestos a prueba, parecen ser excelentes cristianos; sus vidas parecen per­fectas, pero Dios ve rasgos de carácter que deben ser revelados para que los puedan percibir y corregir. Simeón profetizó bajo la inspiración del Espíritu Santo, y le dijo a María refiriéndose a Jesús: "He aquí, éste está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones" (Luc. 2:34-35). En la providencia de Dios, somos colocados en diferentes ocupaciones para ejercitar cualidades de la mente calculadas para desarrollar nuestro carácter bajo muchas circunstancias. "Cual­quiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Sant. 2:10). Los profesos cristianos de Dios pueden vivir vidas correctas en lo que se refiere a las apariencias exter­nas; pero cuando un cambio de circunstancias los coloca en situaciones enteramente diferentes, apare­cen rasgos de carácter fuertes, los cuales se mantendrían escondidos si hubiesen continuado en el mis­mo ambiente. Se me mostró que ustedes tienen rasgos egoístas contra los cuales necesitan mantener estricta vigilan­cia. Estarán en peligro de considerar su prosperidad y su conveniencia, sin preocuparse de la prosperi­dad de otros. No poseen un espíritu de abnegación que se parezca al gran Ejemplo. Es necesario que cultiven la benevolencia lo cual los colocará en mayor armonía con el espíritu de Cristo en su benevo­lencia desinteresada. Definitivamente necesitan más compasión humana. Esta es una cualidad de nuestras naturalezas que Dios nos ha concedido para hacernos amables y bon­dadosos con los que se (60) ponen en contacto con nosotros. La encontramos en hombres y mujeres cu­yos corazones no están en armonía con Cristo, y es verdaderamente triste cuando a sus profesos segui­dores les falta esta gran característica del cristianismo. 4T 59, 60

Si mirándonos en el espejo nos ve­mos condenados, no continuemos con nuestra transgresión, sino que volvámonos y lavemos nuestras vestiduras del carácter en la sangre del Cordero para que puedan ser sin mancha. Digamos, como Da­vid: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18). Aquellos a quienes Dios ha con­fiado tiempo y recursos para que puedan ser una bendición para la humanidad, pero que han despilfa­rrado esos dones innecesariamente, gastándolos (626) en ellos y en sus hijos, deberán rendir una terri­ble cuenta en el mostrador de Dios. "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen mal­dad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama" (Mal. 4:l). El mundo incrédulo pronto tendrá algo en que pensar además del vestido y la apariencia. Cuando la desgracia y la incertidumbre separen sus mentes de esas cosas no tendrán nada a qué volverse. No son prisioneros de la esperanza y, en consecuencia, no se vuelven a la Fortaleza. Sus corazones se detendrán presa del temor y la aflicción. No han hecho de Dios su refugio y no será su consuelo. Se reirá de su calamidad y se burlará cuando venga su temor. 4TI 625,626

ELEVAD LA NORMA. Dios pide que su pueblo eleve la norma.  La iglesia debe manifestar su celo por Dios al tratar con aquellos que, mientras profesan gran fe, han estado poniendo a Cristo en abierta vergüenza.  Han puesto en peligro la verdad.  Han sido centinelas infieles Han acarreado reproche y deshonor sobre la causa de Dios.  Ha llegado el tiempo de realizar esfuerzos fervientes y poderosos para desembarazar a la iglesia 458 del limo y de la suciedad que está empañando su pureza.

LA IGLESIA DE CRISTO está llamada a ser santa, poderosa, un nombre y una alabanza en toda la tierra.  Ha sido abierta una fuente para Judá y para Jerusalén, para lavar toda la inmundicia y el pecado.  El pueblo de Dios, a quien le ha sido encomendada la sagrada verdad, está dominado por una pasmosa apostasía.  Su fe, su servicio, sus obras, deben ser comparados con lo que podrían haber sido si su forma de actuar se hubiera dirigido constantemente hacia adelante y hacia arriba, de acuerdo con la gracia y la santa verdad que recibió.

Los miembros individuales de la iglesia cristiana serán pesados en esta balanza del santuario; y si su carácter moral y su estado espiritual no corresponden a los beneficios y las bendiciones conferidos a ellos  serán hallados faltos.  Si no aparece el fruto, Dios no es glorificado.

"Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido". Parece que al que se ha apartado de Dios le estuviera oculto el conocimiento de su estado. ¿Ha sido quitado de su lugar el candelero?  Exhorto a todos los que descansan despreocupadamente en su actual estado de muerte espiritual, a despertarse y levantarse de los muertos, y Cristo les dará luz, Muchos descansan tan contentos como si la nube de día y la columna de fuego de noche los protegiera y los guiara.  Muchos profesan conocer a Dios, y sin embargo lo niegan en sus obras.  Consideran que pertenecen al pueblo peculiar y escogido de Dios, que tiene un mensaje especial y solemne que ha sido confiado a su cuidado para santificar sus vidas y para ser dado al mundo, y sin embargo el poder de la verdad escasamente se siente o se manifiesta en nuestro medio en un trabajo celoso para Dios. ¡Cuántas 459 son nuestras tinieblas, y no lo sabemos!  La luz no ha disminuído, pero nosotros no andamos en sus rayos. TM 458,459.

6. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados.

"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la 184 contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido." (Isa. 53: 1-8.)

Aun la forma de su muerte había sido prefigurada.  Como la serpiente de metal había sido levantada en el desierto, así iba a ser levantado el Redentor venidero, para que "todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3: 16.). "Y le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fuí herido en casa de mis amigos." (Zac. 13: 6 )

"Dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento." (Isa. 53: 9, 10.)

Pero el que iba a sufrir la muerte a manos de hombres impíos, se levantaría de nuevo como un vencedor del pecado y del sepulcro. Bajo la inspiración del Todopoderoso, el dulce cantor de Israel había dado testimonio de las glorias de la mañana de la resurrección. "También mi carne ­proclamó alegremente­ reposará segura. Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción." (Sal. 16: 9,10.)

Pablo mostró cuán estrechamente había ligado Dios el servicio de los sacrificios con las profecías relativas a Aquel que iba a ser llevado como cordero al matadero.  El Mesías iba a dar su vida como "expiación por el pecado." Mirando hacia adelante a través de los siglos las escenas de la expiación del Salvador, el profeta Isaías había testificado que el Cordero de Dios "derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores." (Isa. 53: 7, 10, 12.)

El Salvador profetizado había de venir, no como un rey temporal, para librar a la nación judía de opresores terrenales, sino como hombre entre los hombres, para vivir una vida de pobreza y humildad, y para ser al fin despreciado, rechazado y muerto.  El Salvador predicho en las Escrituras del Antiguo 185 Testamento había de ofrecerse a sí mismo como sacrificio en favor de la especie caída, cumpliendo así todos los requerimientos de la ley quebrantada. En él los sacrificios típicos iban a encontrar la realidad prefigurada, y su muerte de cruz iba a darle significado a toda la economía judía. HAp 184

Cristo había vivido sin riquezas ni honores ni pompas mundanas. Su abnegación y humildad contrastaban señaladamente con el orgullo y el egoísmo de los sacerdotes y ancianos. La inmaculada pureza de Jesús reprobaba de continuo los pecados de ellos. Le despreciaban por su humildad, pureza y santidad. Pero los que le despreciaron en la tierra han de verle un día en la grandeza del cielo, en la insuperable gloria de su Padre.

En el patio del tribunal, estuvo rodeado de enemigos sedientos del su sangre; pero aquellos empedernidos que, vociferaban: "Su sangre sea sobre nosotros. y sobre nuestros hijos," le contemplarán honrado como Rey, escoltado en su regreso por todas las huestes angélicas que con cánticos de victoria, atribuirán majestad y poderío al que fue muerto, y sin embargo, vive aún como, poderoso vencedor.

El pobre, débil y mísero hombre escupió en el rostro del Rey de gloria, y, las turbas respondieron con una brutal. gritería de triunfo al degradante insulto. Con crueles bofetadas desfiguraron aquel rostro que henchía los cielos de admiración. Pero quienes le maltrataron volverán a contemplar aquel rostro brillante como el sol meridiano e intentarán huir delante de su mirada. En vez de la brutal gritería de triunfo, se lamentarán acerca de él.

Jesús mostrará sus manos señaladas por los estigmas de 179 su crucifixión, Siempre perdurarán los rastros de esa crueldad. Cada estigma de los clavos hablará de la maravillosa redención del hombre y del subidísimo precio que costó. Quienes le traspasaron  con la lanza verán la herida y deplorarán con profunda angustia la parte que tomaron en desfigurar su cuerpo.

Sus asesinos se sintieron muy molestados por la inscripción: "Rey de los judíos," colocada en la cruz sobre la cabeza del Salvador; pero ha de llegar el día en que estarán obligados a verle en toda su gloria y regio poderío. Contemplarán la inscripción: "Rey de reyes y Señor de señores" escrita con vívidos caracteres en su túnica y en su muslo. Al verle pendiente de la cruz, clamaron en son de mofa los príncipes de los sacerdotes "El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos." Pero cuando vuelva le verán con regio poder y autoridad, y no pedirán pruebas de si es Rey de Israel, sino  que, abrumados por el influjo de su majestad y excelsa gloria no tendrán más remedio que reconocer: "Bendito el que viene en nombré del Señor." PE 178, 179

7. En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que 447 nunca nos falta. Él no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice: No temas; yo estoy contigo. Yo soy "el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos." (Apocalipsis 1:18). He soportado vuestras tristezas, experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tentaciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares demasiado hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No penséis que estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y vivid. "Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti." (Isaías 54:10).

Por mucho que un pastor pueda amar a sus ovejas, Jesús ama aún más a sus hijos e hijas. No es solamente nuestro pastor; es nuestro "Padre eterno." Y él dice: "Y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre." ¡Qué declaración! Es el Hijo unigénito, el que está en el seno del Padre, a quien Dios ha declarado ser "el hombre compañero mío;' (Zacarías 13:7), y presenta la comunión que hay entre él y el Padre como figura de la que existe entre él y sus hijos en la tierra. Jesús nos ama porque somos el don de su Padre y la recompensa de su trabajo. Él nos ama como a hijos suyos.

Lector, él te ama a ti. El Cielo mismo no puede otorgar nada mayor, nada mejor; por tanto, confía. Jesús pensó en todas las almas de la tierra, que estaban engañadas por los falsos pastores. Aquellas a quienes él anhelaba reunir como ovejas de su prado estaban esparcidas entre lobos, y dijo: "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor." "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar." Es decir, mi Padre os ama tanto, que me ama aún más porque doy mi vida para redimiros. Al hacerme vuestro substituto y fiador, mediante la entrega de mi vida, 448 tomando vuestras obligaciones, vuestras transgresiones, se encarece el amor de mi Padre hacia mí. "Pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar." Mientras, como miembro de la familia humana, era mortal, como Dios, era la fuente de la vida para el mundo. Hubiera podido resistir el avance de la muerte y rehusar ponerse bajo su dominio; pero voluntariamente puso su vida para sacar a luz la vida y la inmortalidad. Cargó con el pecado del mundo, soportó su maldición, entregó su vida en sacrificio, para que los hombres no muriesen eternamente. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.... Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros."* (Isaías 53:4-6). DTG 446-448

Al llegar al huerto, los discípulos buscaron ansiosamente el lugar donde solía retraerse, para que su Maestro pudiese descansar. Cada paso le costaba un penoso esfuerzo. Dejaba oír gemidos como si le agobiase una terrible carga. Dos 637 veces le sostuvieron sus compañeros, pues sin ellos habría caído al suelo. Cerca de la entrada del huerto, Jesús dejó a todos sus discípulos, menos tres, rogándoles que orasen por sí mismos y por él. Acompañado de Pedro, Santiago y Juan, entró en los lugares más retirados. Estos tres discípulos eran los compañeros más íntimos de Cristo. Habían contemplado su gloria en el monte de la transfiguración; habían visto a Moisés y Elías conversar con él; habían oído la voz del cielo; y ahora en su grande lucha Cristo deseaba su presencia inmediata. Con frecuencia habían pasado la noche con él en este retiro. En esas ocasiones, después de unos momentos de vigilia y oración, se dormían apaciblemente a corta distancia de su Maestro, hasta que los despertaba por la mañana para salir de nuevo a trabajar. Pero ahora deseaba que ellos pasasen la noche con él en oración. Sin embargo, no podía sufrir que aun ellos presenciasen la agonía que iba a soportar. "Quedaos aquí --dijo,-- y velad conmigo." Fue a corta distancia de ellos -no tan lejos que no pudiesen verle y oírle-- y cayó postrado en el suelo. Sentía que el pecado le estaba separando de su Padre. La sima era tan ancha, negra y profunda que su espíritu se estremecía ante ella. No debía ejercer su poder divino para escapar de esa agonía. Como hombre, debía sufrir las consecuencias del pecado del hombre. Como hombre, debía soportar la ira de Dios contra la transgresión. Cristo asumía ahora una actitud diferente de la que jamás asumiera antes. Sus sufrimientos pueden describirse mejor en las palabras del profeta: "Levántate, oh espada, sobre el pastor, y sobre el hombre campanero mío, dice Jehová de los ejércitos"*(Zac. 13:7).

Como substituto y garante del hombre pecaminoso, Cristo estaba sufriendo bajo la justicia divina. Veía lo que significaba la justicia. Hasta entonces había obrado como intercesor por otros; ahora anhelaba tener un intercesor para sí. Sintiendo quebrantada su unidad con el Padre, temía que su naturaleza humana no pudiese soportar el venidero conflicto con las potestades de las tinieblas. En el desierto de la tentación, había estado en juego el destino de la raza humana. 638 Cristo había vencido entonces. Ahora el tentador había acudido a la última y terrible lucha, para la cual se había estado preparando durante los tres años del ministerio de Cristo. DTG 636-638

Acerca del Salvador que tanto iba a sufrir, Jehová mismo declaró por Zacarías: "Levántate, oh espada, sobre el Pastor, y sobre el Hombre compañero mío." (Zac. 13: 7). Como substituto y garante del hombre pecaminoso, Cristo iba a sufrir bajo la justicia divina. Había de comprender lo que significaba la justicia. Había de saber lo que representa para los pecadores estar sin intercesor delante de Dios. PR 510

9. Vivid en el resplandor del amor del Salvador. Entonces vuestra influencia beneficiará al mundo. Permi­tid al espíritu de Cristo que se apodere de vosotros. Esté siempre en vuestros labios la ley de la bondad. La indulgencia y el altruismo caracterizan las palabras y las acciones de quienes nacieron de nuevo pa­ra vivir una vida nueva en Cristo Jesús.

"Ninguno de nosotros vive para sí". El carácter de todos se manifestará. Las miradas, el tono de la voz, las acciones, todas estas cosas contribuyen con su influencia a hacer feliz o desafortunado el círculo doméstico. Modelan el temperamento y el carácter de los hijos; inspiran confianza y amor, o tienden a (52) destruir estas virtudes. Todos mejoran o empeoran, son hechos felices o miserables por estas influencias. Debemos hacer conocer a nuestras familias la Palabra practicada en la vida. Debemos hacer todo lo posible para purificar, iluminar, consolar y alentar a nuestros familiares. 7TI

"Dios los ha dotado con el poder del razonamiento, y desea que comprendan y obedezcan las leyes que tienen que ver con la salud del ser. No sean imprudentes, no trabajen de más. Tomen tiempo para des­cansar. Dios desea que se mantengan firmes en su lugar, haciendo su parte para salvar a los hombres y mujeres de ser arrastrados por las fuertes corrientes del mal. Y él quiere que se mantengan con la arma­dura puesta hasta cuando dé la orden de ponerla de lado. No falta mucho para que reciban su recom­pensa". 7TI 274

Ministerio Hno. Pio


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