viernes, abril 30, 2021

REFLEXIÓN 661. NACIMIENTO, INFANCIA Y NIÑEZ DE JESÚS (MATEO 2).

Mateo 2. La Niñez De Jesús. Vers. (1-10). Los sabios del oriente son guiados a Cristo por una estrella. (11-13). Lo adoran y le ofrecen sus regalos. (14-15). José huye a Egipto con Jesús y María. (16-19). Herodes mata a los niños. (20-22). y muere. (23). José regresa con María y Jesús, y habita en Nazaret, Galilea.

1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?  Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: 6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.

7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 

9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.  10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. 13 Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.

14 Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, 15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo. 

16 Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. 17 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: 18 Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque perecieron.

 19 Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. 21 Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. 22 Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea,

23 y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno. (Mateo 2).

1. Cuando Jesús nació.- [Visita de los magos, Mat. 2: 1-12. Ver mapa p. 205 y diagramas p. 217.] Mateo menciona en forma muy abreviada el hecho del nacimiento de Jesús (cap. 1: 25), y omite los diversos detalles relacionados con ese acontecimiento que se registran en Luc. 1: 26 a 2: 40. Puesto que Mateo destaca a Jesús como el Mesías de las profecías del AT, demuestra que Jesús en realidad cumplió todas esas profecías (ver com. cap. 1: 22). Al parecer, menciona a modo de introducción los detalles relacionados con la infancia de Jesús que habían sido temas de profecía y que señalaban el reinado del Mesías (cap. 1: 1, 6, 17, 23; 2: 2, 6, 15, 17-18, 23).  Por otra parte, Lucas, escribiendo más bien para los gentiles (ver com. cap. 1: 3), hace resaltar que Jesús, el Hijo de Dios (vers. 32, 35, 76), creció y vivió como hombre entre los hombres para que llegara a ser el Salvador de toda la humanidad (cap. 2: 10, 14, 31-32).

Este Comentario ubica el nacimiento de Jesús aproximadamente en la última parte del año 5 a. C. (ver p. 231; diagramas p. 217).

Belén.- Heb. "casa de pan".  Su nombre anterior, Efrata (Gén. 48: 7; Miq. 5: 2), significa "fertilidad" (ver com. Gén. 35: 19). La región de Belén, con sus cerros y valles cubiertos de vides, higueras, olivares y campos de cereales, era probablemente la parte más productiva de Judea.  Esta zona estaba llena de recuerdos históricos para el pueblo judío de tiempos de Cristo, así como lo está hoy para los cristianos.  En esta región Rut había espigado en los campos de Booz (Rut 2-4), y allí David había apacentado los rebaños de su padre (1 Sam. 16: 1, 11; 17: 15).  Allí también Samuel ungió a David como rey (1 Sam. 16: 13). Si se desea más información acerca de Belén, ver com. Gén. 35: 19; Rut 3: 3; 4: 1. Ver el mapa frente a la p. 353.

De Judea.- Se denomina así para distinguirla de Belén de Galilea, aldea situada a unos 11 km al noroeste de Nazaret (Jos. 19: 15).

Herodes.- Es decir, Herodes el Grande (ver pp. 42-44).

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/04/la-historia-de-israel-entre-malaquias.html

Magos.- Gr. mágoi, plural del Gr. mágos, palabra empleada para designar a las diversas clases cultas. Si bien la palabra "mago" viene de esa raíz, los mágoi (plural) no eran magos como hoy se entiende la palabra. Eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los "magos" que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por ser personas rectas e íntegras (DTG 41-43).

Al estudiar las Escrituras hebreas, encontraron allí una exposición más clara de la verdad.  En especial, las profecías mesiánicas del AT les llamaron la atención.  Entre ellas habían encontrado las palabras Balaam: "Saldrá ESTRELLA de Jacob" (Núm. 24: 17). Quizá también conocían y comprendían la profecía de Daniel con su tiempo preciso (Dan. 9: 25-26), y llegaron a la conclusión de que la venida del Mesías se acercaba (ver pp. 62-63).

La noche del nacimiento de Cristo apareció en el cielo una luz misteriosa, que se convirtió en una estrella brillante que persistió en el cielo occidental (DTG 41-42).  Impresionados por su brillo, los sabios, una vez más, recurrieron a los rollos sagrados.  Mientras procuraban comprender el significado de los sagrados escritos, "en sueños recibieron la indicación de ir en busca del Príncipe recién nacido" (DTG 42). Como Abrahán, no sabían al principio adónde debían ir, sino que siguieron a medida que la estrella los guiaba por su camino.

La tradición de que fueron tres los magos surgió por el hecho de que los obsequios mencionados son tres (Mat. 2: 11); pero carece de base bíblica. Una leyenda interesante pero sin valor, les asigna los nombres de Gaspar, Baltasar y Melchor.  La idea sin fundamento de que eran reyes viene de Isa. 60: 3 (cf. Apoc. 21: 24).

En las pp. 61-65 se comenta la extensión de la influencia judía en el mundo romano de tiempos de Jesús.

Del oriente.- Los judíos consideraban que las regiones del norte de Arabia, de Siria y de Mesopotamia constituían parte del "oriente".  Por eso Harán se encontraba en "tierra de los orientales" (Gén. 29: 1, 4). El rey de Moab hizo venir a Balaam "de Aram [es decir, Siria]... de los montes del oriente" (Núm. 23: 7; ver com. cap. 22: 5). Isaías, al hablar de Ciro, lo denomina el "justo" del "oriente" (cap. 41: 2) y también "ave" del "oriente" (cap. 46: 11).

Algunos han pensado que los magos eran oriundos de la patria de Balaam -quien fue vidente y quizá también mágos (cf. DTG 41-42) situada entre el valle de Sajur entre Alepo y Carquemis, a poca distancia del Eufrates (ver com. Núm. 22: 5; PP 467-469). Si así fuera, el viaje a Belén habría sido de unos 650 km, y hubiera llevado por lo menos unas dos o tres semanas de marcha ininterrumpida, si usaban cabalgaduras; y quizá un mes, si iban a pie.  El hecho de que sin duda viajaban de noche a fin de no perder de vista la estrella (DTG 41-42), pudo haber sido motivo de que hayan tardado aún más tiempo. Por otra parte, pudieron haber partido desde algún punto más lejano en el este, por lo cual el tiempo empleado en el trayecto pudo haber sido todavía mayor.

Jerusalén.- Finalmente, su largo viaje los llevó hasta la ciudad de Jerusalén. Posiblemente esperaban encontrar allí, en el centro religioso de la nación judía, al que había nacido como rey. El hecho de que los magos fueran encaminados a Jerusalén y no a Belén, indica el propósito divino de que su visita fuera el medio de llamar la atención de los dirigentes judíos al nacimiento del Mesías (DTG 43; cf. vers. 3-6). Al conocer la misión de los magos, se despertaron la atención y el interés del pueblo y se sintieron inclinados a estudiar las profecías.

Los caudillos de la nación se ofendieron porque los magos eran gentiles, y se negaban a creer que Dios pasaría por alto a los hebreos para comunicarse con paganos (ver DTG 43). Por su parte, Herodes se enfureció debido a la aparente indiferencia de los sacerdotes y los escribas (vers. 3-4), y se figuró que la visita de los magos se relacionaba de algún modo con un complot para quitarle la vida (DTG 42-45).

2. Rey de los judíos, que ha nacido.- La pregunta indica que los magos no eran judíos, pues de haberlo sido, habrían dicho "nuestro rey". Al parecer, por lo general se reconocía que el rey salvador que esperaban las naciones vecinas habría de surgir en Judea (ver com. vers. 1). Al entrar en Jerusalén, los magos se dirigieron primero al templo, sobre el cual la estrella había desaparecido, pero en sus recintos sagrados, sólo hallaron ignorancia, sorpresa, temor y desdén (DTG 41-43).

Su estrella.- No fue esta estrella una conjunción de planetas como lo han sugerido algunos, ni tampoco una nova, como otros han pensado. La "estrella" que apareció en la noche del nacimiento de Cristo era un "distante grupo de resplandecientes ángeles" (DTG 42; vers. 7). Los magos fueron inducidos a interpretar ese extraño fenómeno como el cumplimiento de la profecía de Balaam referente a la "ESTRELLA de Jacob" (Núm. 24: 17; cf. DTG 41-42).

El oriente.- Gr. anatol', que literalmente significa "surgimiento". La palabra que en el vers. 1 se traduce como "oriente" aparece en el griego en plural, sin artículo. En este versículo está en singular y tiene el artículo definido, por lo cual algunos han opinado que en el vers. 2 Mateo no se refiere al este como la dirección en la cual se vio la estrella en el cielo, ni designa el lugar de donde vinieron los magos, sino que emplea la palabra anatol' con su sentido literal, "salida".  De este modo se traduciría, "su estrella hemos visto en [su] salida o nacimiento", es decir, habían visto surgir la estrella. Esta es la parte del relato que más interesó a Herodes (vers. 7).  La otra interpretación, "su estrella hemos visto en el país de oriente" también es posible.

3. Se turbó.- La larga lista de atrocidades cometidas por Herodes, en especial los asesinatos de diversos miembros de su familia de quienes sospechaba que estaban tramando su muerte para usurparle el trono, da un testimonio elocuente de lo que pudo haber sentido en su alma cuando oyó que Aquel que había de ser rey de los judíos había nacido (ver pp. 62-65).  La aparente reticencia de los sacerdotes, que no parecían querer divulgar la información concerniente a las profecías mesiánicas, las cuales sin duda habían sido mencionadas por los magos, indujo a Herodes a que sospechara que los sacerdotes, en convivencia con los magos, estaban tramando un complot para destronarlo, quizá provocando un tumulto popular (DTG 43). Además, es probable que Herodes mismo supiera de la expectativa popular de que un príncipe había de nacer en Judea y habría de gobernar el mundo. No sólo eso; al parecer se consideraba a sí mismo como Mesías y tenía anhelos secretos de gobernar el mundo (ver José Klausner, The Messianic Idea in Israel, p. 374).

Toda Jerusalén.- No es de extrañarse que toda la ciudad se turbara también, porque sus residentes conocían demasiado bien las atrocidades de las cuales era capaz Herodes. Temeroso de una revuelta popular, bien podría haber decretado la muerte de centenares o de miles de personas.

4. Los principales sacerdotes.- Quizá el sumo sacerdote oficiante y todos los sacerdotes que ocuparon ese puesto, los cuales habían sido nombrados por Herodes, pero luego depuestos por él mismo.  Durante su reinado de unos 33 años, Herodes nombró nueve sumos sacerdotes para el sagrado oficio, que originalmente debía ser hereditario y vitalicio (Exo. 28: 1; 40: 12-15; Lev. 21: 16-23; Núm. 16: 40; 17; 18: 1-8; Deut. 10: 6).  Simón hijo de Boeto posiblemente era el sumo sacerdote en este tiempo (Josefo, Antigüedades xv. 9. 3), o Matías o Joazar, yerno e hijo de Boeto, respectivamente, quienes siguieron a Simón en rápida sucesión (Ibíd., xvii. 4.2; 6.4; 13.1). Otros han sugerido que los "principales sacerdotes" eran los jefes de los 24 turnos (ver com. Luc. 1: 5). Parece que el grupo que Herodes convocó era el de los sabios de la nación, de quienes era más probable que obtuviera la información que deseaba.

Escribas.- Muchas veces son designados como "intérpretes de la ley" (Mat. 22: 35) o "doctores de la ley" (Luc. 5: 17), o sea "maestros de la ley". Eran los sabios cuyo deber era estudiar, conservar, copiar, interpretar y explicar la ley y los escritos sagrados (ver p. 57; com. Mar. 1: 22).

Preguntó.- "Trataba de averiguar" (BJ). El griego emplea el pretérito imperfecto, lo cual indica que "indagaba", es decir, insistía repetidas veces en su pregunta.  Al parecer, los sacerdotes eludían el dar una respuesta directa, y Herodes tuvo que sacarles la información casi a la fuerza.  Quizá los sabios se refirieron a su estudio de las Escrituras hebreas.  De ser así, Herodes bien podría haber supuesto que los doctores de la ley sabían más de lo que aparentaban saber.  De ningún modo eran tan ignorantes como pretendían ser, ni de las profecías mismas, ni de los acontecimientos recientes que indicaban su cumplimiento.  Sin duda, estaban enterados de la visión de Zacarías (Luc. 1: 22), del informe de los pastores (ver com. Luc. 2: 17), y de la profecía de Simeón (Luc. 2: 27-28, 34-35).  Pero el orgullo y la envidia habían cerrado su entendimiento a la luz, porque era evidente que Dios los había pasado por alto al comunicarse con los incultos pastores y los incircuncisos paganos, como ellos lo creían. Tildaron esos informes de fanatismo indigno de atención (DTG 43-45).

Dónde había de nacer el Cristo.- Aquí Herodes procura saber el lugar del nacimiento de Cristo, como posteriormente quiso saber de parte de los magos el tiempo de su nacimiento (vers. 7).

5. Está escrito.- La cita (vers. 6) dada por los principales sacerdotes y escribas no concuerda enteramente con el texto hebreo de Miq. 5: 2 ni con la LXX.  Parecería ser una paráfrasis, posiblemente de un tárgum o quizá un pasaje, tal como lo recordaban en el momento.  Por Juan 7: 42 se ve claramente que el significado de Miq. 5: 2 era generalmente conocido, aun entre el pueblo.

6. Príncipes.- El texto hebreo de Miq. 5: 2 dice "miles", palabra que también puede traducirse como "familias", es decir, se hace referencia aquí a las principales subdivisiones familiares de una tribu (ver com. Exo. 12: 37; Miq. 5: 2).

Apacentará.- Gr. poimáinÇ, "pastorear". Isaías había predicho que el Mesías habría de apacentar "como pastor" su rebaño (Isa. 40: 11). Jesús dijo de sí mismo que era el "buen pastor" (Juan 10: 11, 14).  Pablo lo llamó "gran pastor de las ovejas" (Heb. 13: 20); Pedro lo denominó "Príncipe de los pastores" (1 Ped. 5: 4), y Juan lo describe como "el Cordero" que "los pastoreará" (Apoc. 7: 17).

7. Diligentemente.- Mejor, "precisamente".  Herodes exigía una respuesta específica.  No se habla aquí de la diligencia de Herodes para obtener la información, sino de la precisión de la información que buscaba.

El tiempo.- Herodes ya había sabido mediante los principales sacerdotes y escribas dónde había de nacer el Cristo (vers. 4-6); ahora trata de saber de los magos cuándo había ocurrido el nacimiento.

8. Enviándolos.- Herodes ocultó cuidadosamente sus pensamientos detrás de una apariencia de interés y aparente simpatía.  Esperaba que los magos correspondieran a su aparente bondad.  La visita de ellos a Belén no suscitaría ninguna sospecha, y le permitiría llevar a cabo su perverso plan sin que el pueblo supiera lo que hacía.  Los principales sacerdotes y escribas pueden haber sospechado cuáles eran las intenciones de Herodes porque conocían su actitud para con los que habían pretendido arrebatarle el trono.

Con diligencia.- Es decir, "con precisión" (ver com. vers. 7).  Los magos habían de buscar hasta encontrar al Mesías y verificar su hallazgo.

9. Iba delante de ellos.- Partiendo de Jerusalén al atardecer, tal como habían viajado de noche (ver com. vers. 1), la fe de los magos se renovó cuando vieron reaparecer la estrella.

11. La casa.- Para este tiempo Jesús tenía por lo menos 40 días, quizá más (ver com. Luc. 2: 22). Postrándose.- Una manera común en el Cercano Oriente de expresar el máximo respeto y reverencia a los hombres, a los ídolos o a Dios (Est. 8: 3; Job 1: 20; Isa. 46: 6; Dan. 3: 7; etc.).

Lo adoraron.- A pesar de sus chascos anteriores, los magos se dieron cuenta de que este niño era Aquel por el cual habían viajado desde tan lejos. 

Tesoros.- La palabra griega th'saurós puede significar el lugar donde se guarda el tesoro, ya sea el almacén o un cofre, o el tesoro que allí se guarda (ver Mat. 6: 20; 13: 52; Col. 2: 3).

Presentes.- En los países del Cercano Oriente, nunca se visitaba a un príncipe ni a ningún alto funcionario sin obsequiarle algo como un acto de homenaje. Comparar esto con los regalos dados a José en Egipto (Gén. 43: 11), a Samuel (1 Sam. 9: 7-8), a Salomón (1 Rey. 10: 2), y las ofrendas dadas a Dios (Sal. 96: 8).

Incienso.- Una resina de color blanco o amarillo pálido que se obtiene haciendo incisiones en la corteza de ciertos árboles del género Boswellia.  Tiene un gusto amargo, pero es fragante cuando se la quema.  Era uno de los ingredientes del sagrado incienso del santuario (Exo. 30: 8, 34).  Solía importarse de Arabia (Isa. 60: 6; Jer. 6: 20).

Mirra.- Otra resina aromática muy cotizada en tiempos antiguos; tenía un gusto amargo y, ligeramente acre.  Quizá se obtenía de un pequeño árbol, el Balsamodendron myrrha o Commiflora myrrha, oriundo de Arabia y del Africa oriental.  Era uno de los ingredientes que se empleaba en la fabricación del aceite sagrado (Exo. 30: 23-25) y para hacer perfume (Est. 2: 12; Sal. 45: 8; Prov. 7: 17). También se lo empleaba como calmante mezclado con vino (Mar. 15: 23) y para embalsamar (Juan 19: 39).

13. Sueños.- [Huida a Egipto, Mat. 2: 13-18. Ver mapa p. 205; diagrama p. 217.] Así también se había aparecido el ángel a José por primera vez (cap. 1: 20).

Huye a Egipto.- Egipto era entonces una provincia romana, y por lo tanto estaba más allá de la jurisdicción de Herodes. La frontera tradicional de Egipto, el así llamado río de Egipto, el Wadi el-Arish, a unos 150 km al suroeste de Belén. Muchos judíos vivían en Egipto en esta época, y José no se encontraría totalmente entre extraños.  Había sinagogas en las ciudades, y en un tiempo aun existió un templo judío.  La tradición dice que José y María huyeron en busca de refugio a Heliópolis (On, cf. Gén. 41: 45, 50; 46: 20).

14. De noche.- Sin duda José obedeció sin demora, quizá partiendo esa misma noche o tan pronto como pudieron hacerse los preparativos para el viaje.  Los presentes de los magos proporcionaron los medios necesarios para hacer el viaje (DTG 46-47).

15. La muerte de Herodes.- Herodes murió poco después de haber hecho matar a los inocentes de Belén (DTG 47), en el año 4 a. C. (ver pp. 43-46), de una enfermedad terrible y dolorosa.

Para que se cumpliese.- La cita que se da aquí es del texto hebreo de Ose. 11: 1. La LXX reza: "De Egipto llamé a sus hijos".  En el contexto original de Oseas, las palabras de esta profecía se refieren a la liberación de los hijos de Israel de Egipto. Cuando instaba a Faraón a dejarlos ir, Moisés dijo: "Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito" (Exo. 4:22). Con referencia a la aplicación que hace Mateo de las palabras de Ose. 11: 1 a Cristo, ver com. Deut. 18: 15.

16. Se vio burlado.- Los magos lo habían engañado.  Herodes comprendió que habían sido más listos que él y que se le habían burlado.  Lo tomó como un insulto y, sin duda, como otra prueba de que se trataba de un siniestro plan en contra de él.

Mandó matar a todos los niños.- Quizá sólo mandó matar a los varones. Quienes ponen en tela de juicio la precisión del relato bíblico notan que Josefo, en su larga lista de atrocidades cometidas por Herodes, no menciona la matanza de las criaturas de Belén.  Por otra parte, se ha estimado que en una aldea cuya población probablemente no pasaba de 2.000 habitantes, incluyendo sus aledaños, no habría habido más de unos 50 a 60 niños de la edad indicada, y que sólo la mitad de ellos serían varones.  Algunos calculan que el número fue algo mayor.  Josefo podría haber considerado que este suceso era relativamente insignificante en comparación con la larga lista de crímenes más terribles de Herodes que él menciona.  Un hecho de este tipo concuerda bien con lo que se sabe del carácter empedernido de Herodes.  

Esta matanza fue uno de los últimos actos de su vida (DTG 47).  Además, si Josefo mencionara esta impía acción, tendría que dar cuenta de los motivos que la causaron, como lo hace con lujo de detalles en el caso de otros acontecimientos que registra.  Esto podría aplicar un análisis de las pretensiones mesiánicas de Jesús de Nazaret, tema que, como judío, quizá deseaba evitar.  Como estaba escribiendo una apología del judaísmo para los romanos, y en especial para el emperador Vespasiano, querría evitar la mención de cualquier cosa contraria a Roma (ver pp. 76-77, 95).

Menores de dos años.- Según el antiguo cómputo del Medio Oriente, que aún persiste en algunas regiones, se dice que un niño tiene un año durante su primer año de calendario, es decir, desde que nace, hasta que llega el siguiente día de año nuevo.  Entonces tiene dos años a partir de ese día de año nuevo, aunque ninguno de esos años sea completo.  

Si acaso los judíos del tiempo de Jesús computaban así la edad, según los años del calendario, no hay por qué suponer que Jesús había nacido dos años antes de que Herodes muriera, ni que Herodes fijara el período de dos años más allá del límite del tiempo indicado por los magos a fin de asegurarse la muerte del niño (Mat. 2: 7). 

Un niño que hubiera nacido en cualquier momento del año 5/4 a. C. tendría dos años en el año 4/3 a. C., año cuando murió Herodes.  Con referencia al momento probable del nacimiento de Jesús, ver pp. 231-233.

17. Entonces se cumplió.- Ver Jer. 31: 15.  Con referencia a la aplicación original de esta profecía, ver com. Jer, 31: 15; con referencia a la aplicación mesiánica, ver com. Deut. 18: 15.

18. Ramá.- Hay notables divergencias en cuanto a la ubicación de Ramá.  En el AT se mencionan varias aldeas llamadas Ramá.  Es probable que aquí corresponda con Ramallah, en la parte sur del territorio de Efraín, situada a unos 13 km al norte de Jerusalén (ver Nota Adicional de 1 Sam. 1).  Esta aldea estaba cerca de la frontera entre las tribus de Efraín y Benjamín, nieto e hijo, respectivamente, de Raquel.

Raquel que llora.- Las palabras de Jeremías que aquí se citan se referían originalmente a las amargas vicisitudes de los cautivos hebreos llevados a Babilonia en el año 586 a. C. (ver com. Jer. 31: 15).  La muerte de Raquel, ocurrida después del nacimiento de Benjamín, en algún lugar cercano (Gén. 35: 18-20), hace que esta figura sea muy apropiada.  Ella llamó a su hijo Benoní, "hijo de mi tristeza" (Gén. 35: 18). Movido por la inspiración, Mateo aplica las palabras de Jeremías a la matanza de los niños de Belén (ver com. Deut. 18: 15).

19. Después de muerto Herodes.- [Regreso a Nazaret, Mat. 2: 19-23 = Luc. 2: 39-40. Comentario principal: Mateo y Lucas; ver mapa p. 205; diagramas pp. 218, 224.] Ver pp. 43-44.

20. Tierra de Israel.- Término general que se emplea para designar a toda Palestina.

Han muerto.- Algunos piensan que el plural se refiere a Herodes y a su hijo y heredero, Antípater (muerto poco antes del fallecimiento de Herodes); otros consideran que en él se incluyen los soldados que participaron en la matanza de los niños de Belén.

22. Arquelao.- En su testamento, Herodes dividió su reino en cuatro partes, de las cuales dos eran para Arquelao, una para Antipas y la restante para Felipe (ver pp. 65-67).

Arquelao fue el peor de los hijos de Herodes.  Su tiranía e incompetencia provocaron que los judíos y los samaritanos pidiesen a Roma que lo depusieran, lo que fue concedido en el año 6 d. C., el noveno año de su reinado.  Augusto lo deportó a las Galias (Francia), donde murió.

En sueños.- Este es el tercer sueño que se registra que Dios dio a José (ver 1: 20, 2: 13, 19).

Se fue.- "Se retiró" (BJ). Posiblemente José y María, habiendo comprendido las profecías acerca del Mesías como el Hijo de David habían pensado residir en Belén.

Galilea.- Esta palabra es una transliteración del Heb, galil o gelilah que significa "circuito" o "distrito".  Su población era una mezcla de judíos y gentiles, y eran menos evidentes a los prejuicios religiosos de una población predominantemente judía, como la de Judea.  No había ciudades grandes. La gente vivía mayormente en zonas rurales y en aldeas y se ocupaba en las tareas comunes de la vida.  Sus habitantes eran despreciados por los de la provincia más culta de Judea (Juan 7: 52 cf. Mat. 26: 69; Juan 1: 46).

 Por lo que se dice en Lucas (cap. 2: 39), podría parecer que José y María volvieron a Galilea inmediatamente después de haber presentado a Jesús en el templo.  Sin embargo Mateo deja bien en claro que la permanencia en Egipto ocurrió entre esos dos acontecimientos (ver com. Luc. 2: 39).  No hay razón válida para creer que los dos relatos se contradicen.  Ver mapa frente a la p. 353.

23. Nazaret.- Aldehuela a unos 140 km norte de Jerusalén, aproximadamente a mitad de camino (unos 24 km) entre el extremo sur del mar de Galilea y el Mediterráneo, de las cercanías de donde hoy se encuentra ciudad de Nazaret.  Es probable que la antigua aldea estuviera en la ladera occidental que se levanta de una depresión rodeada de cerros.  

La depresión tiene forma de pera mide más o menos un kilómetro y medio de ancho.  La punta de la pera señala hacia el sur y allí comienza un sinuoso y angosto valle que termina en la llanura de Esdraelón.  La aldea estaba situada a unos 474 m sobre la llanura. Se encontraba en el territorio que antiguamente fue asignado a la tribu de Zabulón. Ver ilustración frente a la p. 480.

Algunos han llegado a la conclusión de que el nombre Nazaret proviene de una raíz que significa "proteger" o "guardar", y le dan el sentido de "torre de vigía", lo que encuadraría muy bien con su ubicación en lo alto de los cerros de Galilea. Otros consideran que el hombre tiene por raíz una palabra que significa "rama" o "brote", lo cual correspondería con el denso follaje que se encuentra en los cerros de esa región. Tanto la forma exacta del nombre original como su significado, son aciertos.

Esta es la primera mención bíblica de Nazaret, lo que implicaría que no existía o que carecía de importancia en tiempos anteriores. Josefo no incluye a Nazaret en una lista de unas doscientas aldeas y pueblos de Galilea. Era una aldea proverbial por su impiedad, aun entre la gente de Galilea (ver com. Luc. 1: 26).

Desde la cima del cerro que está detrás del pueblo, el panorama es magnífico en todas direcciones. A unos 27 km al oeste están las azules aguas del Mediterráneo. Hacia el sur está la amplia y fértil llanura de Esdraelón, más allá de la cual se levantan las montañas de Samaria. A unos 8 km hacia el este se eleva el monte Tabor, y a la distancia, más allá de la depresión del Jordán, se encuentra la meseta de Galaad. Hacia el norte se ven el Líbano y el Antilíbano, y el majestuoso nevado del monte Hermón.

Los profetas.- El que no se encuentre en el AT ninguna profecía específica que se asemeje a la que aquí se menciona, ha llevado a los críticos de la Biblia a señalar que esta afirmación es errónea, y por lo tanto prueba que Mateo no fue inspirado. Sin embargo, debe notarse que en ocasiones anteriores, cuando Mateo cita una profecía específica, habla de "el profeta" (cap. 1: 22; 2: 5, 15, 17). El que emplee aquí la forma plural, "profetas", claramente indica que se refiere, no a una declaración profética específica en particular, sino a varias, que si se toman en conjunto llevan a la conclusión que aquí se expresa (ver com. Esd. 9: 11; Neh. 1: 8). También es posible que Mateo esté citando escritos inspirados que no llegaron a ser parte del canon bíblico.

Nazareno.- Algunos han sugerido que esta palabra es derivada del término Heb. nazir, nazareo", es decir "separado", y que originalmente la declaración de Mateo rezaba: "Será llamado nazareo" (ver com. Núm. 6: 2). Pero esta etimología es muy poco probable. Además, es evidente que Jesús no fue nazareo (Mat. 11: 19; Luc. 7: 33-34; cf. Núm. 6: 24). Es más probable que la raíz sea natsar, de donde nétser, "brote", "renuevo".

En Isa. 11: 1 la palabra nétser se traduce como "vara" en el contexto de una profecía claramente mesiánica.  La palabra hebrea más comúnmente empleada para "rama" en el contexto de una profecía mesiánica es tsemaj (Jer. 23: 5; 33: 15; Zac. 3: 8; 6: 12). Por lo tanto, es posible que sea correcta la etimología de la palabra Nazaret de nétser, "renuevo", "brote", y que las profecías de Jesús como "renuevo" o "vara" bien pudieran aplicarse al hecho de que se crió en la ciudad de Nazaret (ver com. Deut. 18: 15).

Otros han considerado que la declaración de Mateo acerca de Cristo como nazareno tiene que ver con el reproche que sufrieron, en primer lugar, la aldea de Nazaret, y después, Cristo y sus seguidores. En Juan 1: 46 (cf. cap. 7: 52) se ve claramente el sentimiento popular para con Nazaret. El Mesías sería "despreciado y desechado entre los hombres" (Isa. 53: 3; cf. Sal. 22: 6-8). Jesús habría de aparecer no como un rey homenajeado, sino como un varón humilde entre los hombres. Ni siquiera había de conocérselo como betlemita, para que gozara del honor de ser ciudadano de la ciudad de David. Tanto esta solución como la anterior parecerían armonizar con las Escrituras. (5CBA)

COMENTARIOS DE EGW

1-23"Su Estrella Hemos Visto" (Mateo 2). "Y COMO fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea en días del rey Herodes, he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalem, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle." Los magos del Oriente eran filósofos. Pertenecían a la clase numerosa e influyente, que incluía hombres de noble alcurnia y poseía gran parte de las riquezas y del saber de su nación. Entre ellos había muchos que explotaban la credulidad del pueblo. Otros eran hombres rectos que estudiaban las manifestaciones de la Providencia en la naturaleza, y eran honrados por su integridad y sabiduría. De este carácter eran los magos que vinieron a Jesús. La luz de Dios está siempre resplandeciendo aun en medio de las tinieblas del paganismo. Mientras estos magos estudiaban los cielos tachonados de estrellas, y trataban de escudriñar el oculto misterio de sus brillantes derroteros, contemplaban la gloria del Creador. Buscando un conocimiento más claro, se dirigieron a las Escrituras hebreas.

 En su propia tierra, se conservaban escritos proféticos que predecían la llegada de un maestro divino. Balaam era uno de esos magos, aunque fuera en un tiempo profeta de Dios; por el Espíritu Santo había predicho la prosperidad de Israel y la aparición del Mesías; y sus profecías se habían transmitido por la tradición de siglo en siglo. Pero en el Antiguo Testamento, el advenimiento del Salvador se revelaba más claramente. Con gozo supieron los magos que su venida se acercaba, y que todo el mundo iba a quedar lleno del conocimiento de la gloria de Jehová. Los magos habían visto una luz misteriosa en los cielos la noche en que la gloria de Dios inundó las colinas de Belén. Al desvanecerse la luz, apareció una estrella luminosa que permaneció en los cielos. No era una estrella fija ni un planeta, 42 y el fenómeno excitó el mayor interés. Esa estrella era un distante grupo de resplandecientes ángeles, pero los sabios lo ignoraban. Sin embargo, tenían la impresión de que la estrella era de especial importancia para ellos. Consultaron a los sacerdotes y filósofos, y examinaron los rollos de los antiguos anales. La profecía de Balaam declaraba: "Saldrá estrella de Jacob, y levantaráse cetro de Israel.' (Números 24:17).

¿Podría haber sido enviada esta extraña estrella como precursora del Prometido? Los magos habían recibido con gratitud la luz de la verdad enviada por el cielo; ahora esa luz se derramaba sobre ellos en rayos más brillantes. En sueños, recibieron la indicación de ir en busca del Príncipe recién nacido. Así como por la fe Abrahán salió al llamamiento de Dios, "sin saber dónde iba;" (Hebreos 11:8). así como por la fe Israel siguió la columna de nube hasta la tierra prometida, estos gentiles salieron para hallar al Salvador prometido. 

En el Oriente abundaban las cosas preciosas, y los magos no salieron con las manos vacías. Era costumbre ofrecer presentes como acto de homenaje a los príncipes u otros personajes encumbrados, y los magos llevaron los más ricos dones de su tierra como ofrenda a Aquel en quien todas las familias de la tierra iban a ser bendecidas. Era necesario viajar de noche a fin de poder ver la estrella; pero los viajeros pasaban el tiempo repitiendo sus dichos tradicionales y oráculos proféticos relativos a Aquel a quien buscaban. En cada descanso, escudriñaban las profecías; y se afirmaba en ellos la convicción de que eran guiados divinamente. 

Mientras tenían la estrella por delante como señal externa, tenían también la evidencia interna del Espíritu Santo que estaba impresionando sus corazones, y les inspiraba esperanza. El viaje, aunque largo, fue para ellos muy feliz. Cuando llegaron a la tierra de Israel, y mientras bajaban del monte de las Olivas, teniendo a Jerusalén a la vista, he aquí que la estrella que los había guiado durante todo el camino se detuvo sobre el templo, y después de un momento desapareció de su vista. Con avidez aceleraron el paso, esperando con toda confianza que el nacimiento del Mesías sería el motivo de toda conversación. Pero preguntaron en vano al respecto. 

Entrando en la ciudad santa, se dirigieron hacia el templo. Para su 43 gran asombro, no encontraron allí nadie que pareciese saber nada del recién nacido Rey. Sus preguntas no provocaban expresiones de gozo, sino más bien de sorpresa y temor, y hasta de desprecio. Los sacerdotes repetían tradiciones, Hacían alarde de su religión y de su piedad personal, mientras denunciaban a los griegos y romanos como paganos, y más pecadores que los demás. Los magos no eran idólatras, y a la vista de Dios ocupaban una posición mucho más elevada que aquellos que profesaban adorarle; y sin embargo, los judíos los consideraban paganos. Aun entre aquellos que fueron designados guardianes de los Santos Oráculos, sus ávidas preguntas no despertaron simpatía. La noticia de la llegada de los magos cundió rápidamente por toda Jerusalén. Su extraña misión creó agitación entre el pueblo, agitación que penetró hasta en el palacio del rey Herodes. 

El astuto idumeo quedó perturbado por la insinuación de que pudiese tener un rival. Innumerables crímenes habían manchado el camino de su ascensión al trono. Por ser de sangre extranjera, era odiado por el pueblo sobre el cual reinaba. Su única seguridad estribaba en el favor de Roma. Pero este nuevo príncipe tenía un derecho superior. Había nacido para el reino. Herodes temió que los sacerdotes estuviesen maquinando con los extranjeros para excitar un tumulto popular que lo destronase. Sin embargo, ocultó su desconfianza, resuelto a hacer abortar sus planes por una astucia superior. Reuniendo a los príncipes de los sacerdotes y escribas, los interrogó acerca de lo que enseñaban sus libros sagrados con respecto al lugar en que había de nacer el Mesías. Esta investigación del que usurpara el trono, hecha a petición de unos extranjeros, hirió el orgullo de los maestros judíos. 

La indiferencia con que se refirieron a los rollos de la profecía airó al celoso tirano. Pensó que estaban tratando de ocultarle su conocimiento del asunto. Con una autoridad que no se atrevían a despreciar, les ordenó que escudriñasen atentamente y le declarasen el lugar donde debía nacer el Rey que esperaban. "Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea; porque así está escrito por el profeta: 44 "Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel." (Mateo 2:5,6).

Herodes invitó entonces a los magos a entrevistarse privadamente con él. Dentro de su corazón, rugía una tempestad de ira y temor, pero conservaba un exterior sereno, y recibió cortésmente a los extranjeros. Indagó acerca del tiempo en que les había aparecido la estrella, y simuló saludar con gozo la indicación del nacimiento de Cristo. Dijo a sus visitantes: "Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallareis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore." Y así diciendo, los despidió para que fuesen a Belén. Los sacerdotes y ancianos de Jerusalén no eran tan ignorantes acerca del nacimiento de Cristo como aparentaban. 

El informe de la visita de los ángeles a los pastores había sido llevado a Jerusalén, pero los rabinos lo habían considerado indigno de su atención. Ellos podrían haber encontrado a Jesús, y haber estado listos para conducir a los magos al lugar donde naciera; pero en vez de ello, los sabios vinieron a llamarles la atención al nacimiento del Mesías. "¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? -dijeron;- porque su estrella hemos visto en el orientes y venimos a adorarle." Entonces el orgullo y la envidia cerraron la puerta a la luz. Si los informes traídos por los pastores y los magos habían de ser aceptados, eso colocaba a los sacerdotes y rabinos en una posición poco envidiable, pues desmentía su pretensión de ser exponentes de la verdad de Dios. 

Esos sabios maestros no querían rebajarse a recibir instrucciones de aquellos a quienes llamaban paganos. No podía ser, razonaban, que Dios los hubiera pasado por alto para comunicarse con pastores ignorantes y gentiles incircuncisos. Resolvieron demostrar su desprecio por los informes que agitaban al rey Herodes y a toda Jerusalén. Ni aun quisieron ir a Belén para ver si esas cosas eran así. E indujeron al pueblo a considerar el interés en Jesús como una excitación fanática. Así empezaron a rechazar a Cristo los sacerdotes y rabinos. Desde entonces, su orgullo y terquedad fueron en aumento hasta transformarse en odio arraigado contra el Salvador. Mientras Dios estaba 45 abriendo la puerta a los gentiles, los dirigentes judíos se la estaban cerrando a sí mismos. Los magos salieron solos de Jerusalén. Las sombras de la noche iban cayendo cuando pasaron por las puertas, pero para gran gozo suyo volvieron a ver la estrella, y ella los encaminó hacia Belén. 

Ellos no habían recibido ninguna indicación del humilde estado de Jesús, como la que había sido dada a los pastores. Después del largo viaje, se quedaron desilusionados por la indiferencia de los dirigentes judíos, y habían salido de Jerusalén con menos confianza que cuando entraron en la ciudad. En Belén, no encontraron ninguna guardia real para proteger al recién nacido Rey. No le asistía ninguno de los hombres honrados por el mundo. Jesús se hallaba acostado en un pesebre. Sus padres, campesinos sin educación, eran sus únicos guardianes. ¿Podía ser aquel niño el personaje de quien se había escrito que había de "levantar las tribus de Jacob" y restaurar "los asolamientos de Israel;" que sería "luz de las gentes," y "salud hasta lo postrero de la tierra"? (Isaías 49:6).

"Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron." Bajo el humilde disfraz de Jesús, reconocieron la presencia de la divinidad. Le dieron sus corazones como a su Salvador, y entonces sacaron sus presentes, "oro e incienso y mirra." ¡Qué fe la suya! Podría haberse dicho de los magos del Oriente, como se dijo más tarde del centurión romano: "Ni aun en Israel he hallado fe tanta." (Mateo 8:10).

Los magos no habían comprendido el designio de Herodes hacia Jesús. Cuando el objeto de su viaje fue logrado, se prepararon para volver a Jerusalén, y se proponían darle cuenta de su éxito. Pero en un sueño recibieron una orden divina de no comunicarse más con él. Evitando pasar por Jerusalén, emprendieron el viaje de regreso a su país por otro camino. Igualmente José recibió advertencia de huir a Egipto con María y el niño. Y el ángel dijo: "Estáte allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarle." José obedeció sin dilación, emprendiendo viaje de noche para mayor seguridad.

Mediante los magos, Dios había llamado la atención de la nación judía al nacimiento de su Hijo. Sus investigaciones en Jerusalén, el interés popular que excitaron, y aun los celos de 46 Herodes, cosas que atrajeron la atención de los sacerdotes y rabinos, dirigieron los espíritus a las profecías concernientes al Mesías, y al gran acontecimiento que acababa de suceder. Satanás estaba resuelto a privar al mundo de la luz divina, y empleó su mayor astucia para destruir al Salvador. 

Pero Aquel que nunca dormita ni duerme, velaba sobre su amado Hijo. Aquel que había hecho descender maná del cielo para Israel, y había alimentado a Elías en tiempo de hambre, proveyó en una tierra pagana un refugio para María y el niño Jesús. Y mediante los regalos de los magos de un país pagano, el Señor suministró los medios para el viaje a Egipto y la estada en esa tierra extraña. Los magos habían estado entre los primeros en dar la bienvenida al Redentor. Su presente fue el primero depositado a sus pies. Y mediante este presente, ¡qué privilegio de servir tuvieron! Dios se deleita en honrar la ofrenda del corazón que ama, dándole la mayor eficacia en su servicio. Si hemos dado nuestro corazón a Jesús, le traeremos también nuestros donativos. Nuestro oro y plata, nuestras posesiones terrenales más preciosas, nuestros dones mentales y espirituales más elevados, serán dedicados libremente a Aquel que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros. 

Herodes esperaba impacientemente en Jerusalén el regreso de los magos. A medida que transcurría el tiempo y ellos no aparecían, se despertaron sus sospechas. La poca voluntad de los rabinos para señalar el lugar del nacimiento del Mesías parecía indicar que se habían dado cuenta de su designio, y que los magos le evitaban a propósito. Este pensamiento le enfurecía. La astucia había fracasado, pero le quedaba el recurso de la fuerza. Iba a hacer un escarmiento en este niño rey. Aquellos altivos judíos verían lo que podían esperar de sus tentativas de poner un monarca en el trono.

Envió inmediatamente soldados a Belén con órdenes de matar a todos los niños menores de dos años. Los tranquilos hogares de la ciudad de David presenciaron aquellas escenas de horror que seis siglos antes habían sido presentadas al profeta. "Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido: Raquel que llora sus hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron." 47 

Los judíos habían traído esta calamidad sobre sí mismos. Si hubiesen andado con fidelidad y humildad delante de Dios, de alguna manera señalada él habría hecho inofensiva para ellos la ira del rey. Pero se habían separado de Dios por sus pecados, y habían rechazado al Espíritu Santo que era su único escudo. No habían estudiado las Escrituras con el deseo de conformarse a la voluntad de Dios. Habían buscado profecías que pudiesen interpretarse de manera que los exaltaran y demostraran que Dios despreciaba a todas las demás naciones. Se jactaban orgullosamente de que el Mesías había de venir como Rey, para vencer a sus enemigos y hollar a los paganos en su ira. Así habían excitado el odio de sus gobernantes, y por su falsa presentación de la misión de Cristo, Satanás se había propuesto lograr la destrucción del Salvador; pero en vez de ello, esto se volvió sobre sus cabezas. 

Este acto de crueldad fue uno de los últimos que ensombrecieron el reinado de Herodes. Poco después de la matanza de los inocentes, cayó bajo esa mano que nadie puede apartar. Sufrió una muerte horrible. José, que estaba todavía en Egipto, recibió entonces de un ángel de Dios la orden de volver a la tierra de Israel. Considerando a Jesús como heredero del trono de David, José deseaba establecerse en Belén; pero al saber que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre, temió que los designios del padre contra Cristo fuesen llevados a cabo por el hijo. De todos los hijos de Herodes, Arquelao era el que más se le asemejaba en carácter. Ya su advenimiento al gobierno había sido señalado por un tumulto en Jerusalén y la matanza de miles de judíos por los guardias romanos. 

Otra vez fue José dirigido a un lugar de seguridad. Volvió a Nazaret, donde antes habitara, y allí durante casi treinta años habitó Jesús, "para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno." Galilea se hallaba bajo el dominio de un hijo de Herodes, pero tenía mayor proporción de habitantes extranjeros que Judea. Por eso había menos interés en los asuntos relacionados especialmente con los judíos, y los derechos reales de Jesús propenderían mucho menos a excitar los celos de los gobernantes. Tal fue la recepción del Salvador cuando vino a la tierra. 48 Parecía no haber lugar de descanso o de seguridad para el niño Redentor. Dios no podía confiar su amado Hijo a los hombres, ni aun mientras llevaba a cabo su obra a favor de la salvación de ellos. Comisionó a los ángeles para que acompañasen a Jesús y le protegieran hasta que cumpliese su misión en la tierra y muriera a manos de aquellos a quienes había venido a salvar. DTG 41-48

1. HAd 434

1-2. DTG 24, 41, 198

1-10. CS 361

2. DTG 44

3-4. DTG 43

5-8. DTG 43

6. PR 514

9-11. DTG 45

11. CM 49; HAd 438; 3JT 144

12-14. DTG 45

16-18. DTG 46

18. DTG 24

19-23. DTG 47

Ministerio Hno. Pio


No hay comentarios.:

Publicar un comentario