martes, agosto 03, 2021

REFLEXIÓN 791. MINISTERIO EN PALESTINA Y SIRIA: Ministerio Posterior: Felipe y El Etíope… (HECHOS 8:26-40).

Hechos 8:26-40. Ministerio posterior de Felipe. El ángel del Señor envía a Felipe a enseñar y a bautizar al eunuco etíope.

26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.

27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.

29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. 30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.

32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.

34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. (Hechos 8).

26. Un ángel. Lucas señala repetidas veces el ministerio de los ángeles (cf. Luc. 1:38 y Hech. 10:7; Luc. 2:9 y Hech. 12:7; Luc. 24:4 y Hech. 1:10; 10:30). Es posible que este llamamiento sobrenatural fuera mediante una visión (compárese con el caso de Cornelio, Hech. 10:3). 

Gaza. Esta es la transliteración griega del hebreo 'azzah, de una raíz que significa "ser fuerte". Gaza era una ciudad de la frontera sur de los antiguos cananeos (Gén. 10:19). Fue ocupada primeramente por los aveos y después por los caftoreos (Deut. 2:23). Josué no pudo subyugarla (Jos. 10:41; 11:22). Judá la ocupó por un corto tiempo (Juec. 1:18), pero pronto la perdió y quedó en poder de los Filisteos (Jos. 13:3; Juec. 3:3), y éstos la convirtieron en la más austral de sus cinco grandes ciudades.

Fue el escenario de la humillación y muerte de Sansón (Juec. 16), y continuó en poder de los filisteos en tiempos de Samuel y aun después (1 Sam. 6:17). La atacaron Salomón (1 Rey. 4:21, 24) y más tarde Ezequías (2 Rey.18:8). Resistió a Alejandro Magno durante cinco meses, pero finalmente fue conquistada y se convirtió en un importante centro militar durante las luchas entre los Tolomeos y los Seléucidas, y en las guerras de los Macabeos (1 Mac. 11:61).

Gaza fue destruida alrededor del año 96 a. C., y sus habitantes fueron masacrados por Alejandro Janeo (Josefo, Antigüedades xiii. 13.3); pero fue reconstruida por Gabinio, general y gobernador de Siria (Id. xiv. 5.3), aunque se dice que la ciudad restaurada estaba más cerca del mar que la antigua. Había más de un camino desde Jerusalén a Gaza, a unos 80 km al suroeste. La ruta del norte pasaba cerca de Lida, después corría paralelamente a la costa hacia el sur, pasando por Azoto, hasta Gaza. La otra ruta corría hacia el sur hasta cerca de Hebrón, y después hacia el oeste por el desierto hasta la ciudad de Gaza. Esta segunda es la ruta más probable para este relato.

Desierto. El griego dice "éste es desierto". No queda claro si el ángel incluyó en sus instrucciones este detalle acerca del desierto, o si se trata de una explicación añadida por Lucas. En el griego, el "desierto" podría ser tanto el camino como la ciudad; pero lo más probable es que se refiera al camino, pues Gaza era una ciudad, y el ángel le había dicho que fuera "por el camino... a Gaza", y no a la ciudad.

Felipe debía ir con fe sencilla por el camino menos frecuentado, menos promisorio, de Jerusalén a Gaza, y sin saber que en el camino se encontraría con un viajero cuya conversión llegaría a ser tan memorable.

27. Se levantó y fue. Su inmediata obediencia revela que no tenía duda alguna en cuanto a la autenticidad del mensaje que había recibido.

Etíope. Etiopía, llamada Cus (Heb. kush) en el AT (Gén. 2:13; Est. 1:1; etc.), se refiere a la región al sur de la primera catarata del Nilo. También se denominó Nubia a este país que hoy se conoce como Sudán. No equivale a la Etiopía de hoy. En su parte norte estaba el gran reino de Meroé, en el valle del alto Nilo, que fue gobernado por reinas durante un largo período. Es muy probable que el eunuco procediera de este reino. La relación de esta nación con el pueblo judío presenta muchos puntos interesantes.

Según la Carta de Aristeas 13, durante el reinado del faraón llamado Samético (quizá Samético II, 594-588 a. C.), un ejército de judíos fue enviado a Egipto para ayudar en una campaña militar contra Etiopía. Indudablemente las influencias judías se habían dejado sentir en esa región durante siglos. Esto puede reflejarse en el valiente proceder del eunuco etíope Ebed-melec en tiempos de Jeremías (cap. 38:7-13; 39:15-18). Aún antes se dice en el Salmo 68:31, que Etiopía (kush) extendería sus manos hacia Dios.

Eunuco. Ver com. Est. 1:10, 2:3; Mat. 19:12. Funcionario. Gr. dunást's, "hombre poderoso", "príncipe"; "alto funcionario" (BJ). La ley excluía específicamente a los eunucos del santuario de Dios (ver com. Deut. 23:1), pero es indudable que en la práctica se los aceptaba. En Isaías se registra la promesa de que se admitiría en el pueblo de Dios a los eunucos que guardaran el sábado (cap. 56:4).

Ni jerarquía, ni raza, ni defectos físicos impiden la aceptación en la familia de nuestro Padre celestial (Gál. 3:28-29; Col. 3:10-11).

Candace. Parece que este era un título dinástico, como Faraón, o Tolomeo en Egipto, o César entre los romanos, y no el nombre de una determinada reina. Este nombre aparece en Estrabón, Geografia xvii. 1.54, y Dión Casio, Historia liv. 5.4-6. Según Eusebio (c. 325 d. C.), en sus días Etiopía aún estaba bajo el gobierno de una reina (Historia eclesiástica ii. 1.13).

Tesoros. Gr. gáza, "tesoro real", "tesorería", palabra de origen persa usada por los autores clásicos a partir de unos 300 años a. C. Los traductores de la LXX la emplearon en Esd. 5:17; 6:1; 7:21; Isa. 39:2. En el NT sólo aparece aquí en su forma simple, y en una forma compuesta en relación con la tesorería del templo (Luc. 21:1). Felipe encontró a un hombre que administraba el tesoro real; pero el evangelista ayudó a este tesorero a encontrar un tesoro aun mayor, así como el hombre de la parábola de Mat. 13:44 halló un gran tesoro cuando lo buscó con toda diligencia.

Para adorar. Parece que este eunuco era un prosélito judío (ver t. V, p. 64) que había ido a Jerusalén para adorar en el templo. Prosélitos y judíos viajaban a Jerusalén con este propósito, como puede verse por la enumeración de los que estaban presentes en la celebración de Pentecostés (Hech. 2:10). De acuerdo con Juan 12:20, unos griegos también fueron a las fiestas celebradas en Jerusalén. El eunuco había ido a Jerusalén buscando una bendición, pero antes de regresar a su casa recibiría una bendición que sobrepasaría todas sus expectativas. Ver t. IV, pp. 29-32.

28. Volvía. Regresaba de Jerusalén a Etiopía, después de haber visitado a Jerusalén para adorar en el templo.

Leyendo. Parece que leía en voz alta (vers. 30), como era la práctica habitual en el antiguo Cercano Oriente. El etíope posiblemente acababa de comprar el rollo de Isaías en Jerusalén. Si así fue, las maravillosas expresiones del profeta evangélico deben haberle parecido nuevas y deleitosas. Según los vers. 32 y 33 es evidente que leía en el capítulo 53 de Isaías, versión de los LXX.

29. El Espíritu dijo. Cf. com. vers. 26. El Espíritu habla y le da al evangelista instrucciones explícitas, ya sea por medio de una impresión interior o de una voz audible.

Júntate. Este funcionario real sin duda era acompañado por una gran comitiva, y era natural que uno que viajaba solo por un camino desierto se uniera a su caravana.

30. Acudiendo Felipe. Mejor "Felipe corrió hasta él" (BJ). Reaccionó inmediatamente en respuesta a la orden del Espíritu. Los cristianos deberían imitar esta rápida respuesta. Quienes lo hagan, encontrarán más gente preparada para escuchar una conversación sincera, centrada en Cristo, de lo que comúnmente esperarían hallar.

¿Entiendes? Felipe inicia la conversación muy hábilmente; comenzó en donde encontró al hombre, y adaptó su presentación a los intereses del etíope. Esto proporciona un ejemplo para cada obrero cristiano. La pregunta de Felipe se refería al significado, no a las palabras. En el griego la forma interrogativa sugiere que esperaba una respuesta negativa. Es posible que el eunuco hubiera oído algunas exposiciones judaicas de este pasaje; pero probablemente no tenía ninguna noción de que estas palabras se referían a Jesucristo. Pero Felipe conocía su significado, y fue impulsado por el Espíritu para que explicara al eunuco el sentido que tenían.

31. ¿Cómo podré? La pregunta insinúa que no podía comprender porque no era versado en la interpretación de las Escrituras.

Enseñare. Gr. hod'géÇ, "guiar por el camino", "conducir". Jesús empleó la misma palabra para referirse a la conducción del Espíritu Santo (Juan 16:13). El eunuco regresaba a Etiopía, en donde estaría separado de quienes hasta aquí lo habían guiado en Jerusalén; sentía que necesitaba recibir instrucciones adecuadas acerca de este pasaje difícil. Su pregunta sugiere que leía este pasaje por primera vez, o que al leerlo de nuevo el Espíritu lo estaba grabando en él con renovado énfasis.

Rogó. Esta palabra indica un pedido ferviente e indica que el eunuco estaba deseoso de recibir más instrucciones. Nótese con cuánta naturalidad se cumple la orden del Espíritu (vers. 29). Felipe se acerca, y el eunuco invita al evangelista a subir a su carro e ir con él.

32. El pasaje. Gr. perioj', "contenido", que le, equivale al hebreo parashah o haftarah, o sea el "pasaje" escogido para la lectura pública en la sinagoga (ver t. V, p. 59). Esta palabra la usaban comúnmente los griegos, y Cicerón la incorporó en su forma griega en una carta escrita en latín, dándole el sentido que le daban los judíos (Cartas a Ático xiii. 25). El pasaje citado es Isaías 53:7-8; es idéntico al griego de la LXX, no al hebreo.

Como oveja. En cuanto a este pasaje, ver coro.  Isa. 53:7-8; debe recordarse que esta cita no es una traducción del texto hebreo sino del texto griego de la LXX.

33. En su humillación. En el griego dice literalmente: "en su humillación su juicio fue quitado", lo cual puede interpretarse de diversas formas: o que su condenación fue quitada, es decir, que por cuanto se humilló, después fue exaltado, o que en su humillación se le negó la justicia, lo que indudablemente ocurrió durante su juicio.

El hebreo de Isa. 53:8 dice: "Por opresión y por juicio fue quitado", esto es: fue víctima de un asesinato, judicial.

Su generación. A esta frase se le han dado diversas interpretaciones. (1) ¿Quién declarará el número de los que compartieron la vida de él y en cierto modo surgieron de él? Es decir, ¿quién puede contar sus discípulos fieles? (2) ¿Quién de su generación fue suficientemente sabio para tomarlo en cuenta? (3) ¿Quién declarará la maldad de la generación torcida y perversa en la cual vivió? Cf. com. Isa. 53:8.

Fue quitada... su vida. El texto hebreo de Isa. 53:8 sugiere que el Salvador fue llevado en forma apresurada a una muerte violenta. La LXX expresa la misma idea, y no hace referencia alguna a que Jesús hubiera partido de la tierra en la ascensión.

34. Te ruego. El breve encuentro del eunuco con Felipe, siervo de Dios, debe haberle impresionado muy favorablemente, porque inmediatamente mostró confianza en la capacidad de Felipe para responder sus preguntas. En esta forma se le presentó a Felipe la oportunidad que buscaba. El cristiano con frecuencia se sorprenderá de la manera como surgen oportunidades cuando está preparado y dispuesto a utilizarlas.

¿De quién? El eunuco era suficientemente perspicaz para hacer la pregunta más importante acerca de lo que leía. ¿A quién se referían las palabras de Isaías? 

La pregunta no había sido respondida claramente en sus días, y aún se sigue discutiendo (ver com. Isa. 41:8; 42:1; 52:13; 53:1). Felipe no tenía ninguna duda en cuanto al tema, y nosotros tampoco debiéramos tenerla. La pregunta proporcionó a Felipe el texto básico para presentar al etíope un sermón acerca de Jesús.

35. Abriendo su boca. Siempre que aparece esta frase en el NT, significa que está a punto de pronunciarse un discurso y no unas pocas palabras (cf. Mat. 5:2; 13:35; Hech. 10:34). 

Esta escritura. Felipe comenzó su discurso por el pasaje que el eunuco estaba leyendo. En ese momento no había un mejor punto para comenzar. Debe empezarse con aquellos pasajes que interesan a los oyentes.

Le anunció el evangelio de Jesús. Es posible que el eunuco hubiera oído en Jerusalén de la enseñanza de Jesús. La obra de los discípulos había captado la atención de toda la ciudad (cap. 2:41; 4:33; 5:12-14; 6:7-8); pero en muchas de las discusiones que había oído sin duda se había clasificado a Jesús como impostor, y es poco probable que hubiera entendido Isa. 53 a la luz de la predicación de los apóstoles. Sin embargo, esta profecía es una de las presentaciones más claras del AT en cuanto a la muerte de Jesucristo como sacrificio y sustituto del pecador, como la única manera de salvarse de los efectos del pecado: la condenación que trae consigo y el poder destructivo que lo acompaña. Lo que sucede a continuación muestra que la enseñanza de Felipe abarcaba no sólo la aplicación de la profecía a Jesucristo, sino también instrucciones en cuanto a lo que significaba unirse al compañerismo con los discípulos de Cristo.

El NT establece claramente que tales instrucciones eran impartidas antes de que el candidato fuera sumergido en las aguas bautismales.

Predicar a Jesús es la obra de todo predicador evangélico y también de todo cristiano, ya sea mediante la palabra o por fiel testimonio de la vida diaria. No importa cuál sea el tema del sermón que se presente, su centro siempre debe ser Jesucristo.

36. Yendo por el camino. Felipe y el eunuco tuvieron que haber viajado juntos cierto tiempo, porque el instructor no sólo presentó los puntos básicos de la salvación en Cristo Jesús de acuerdo a la luz de Isa. 53, sino que prolongó la instrucción hasta tal punto que el eunuco comprendió el significado del bautismo, y deseó recibirlo.

Cierta agua. La región del camino a Gaza es árida, y no es fácil encontrar agua. Según el mapa de Medeba (probablemente del siglo VI), el eunuco etíope fue bautizado cerca de Bet-sur, al noroeste de Hebrón. Otros piensan que lo fue en algún manantial del Wadi el-Hesi, entre Eleuterópolis y Gaza.

¿Qué Impide? Es ejemplar el anhelo del eunuco por completar su preparación para ser miembro en la iglesia del Señor que acababa de hallar. La iniciativa fue suya. Felipe no necesitó animarlo a que lo hiciera. Había aprendido del Salvador y recibido el perdón de sus pecados. Había sido instruido en cuanto al Nombre y al Camino (cf. Hech. 4:12; Juan 14:6). ¿Qué razones podían darse para negarle el rito del bautismo?

37. Si crees. La crítica textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la omisión de este versículo. Es posible que fuera una explicación marginal, tomada de una antigua confesión bautismal que se incorporó al texto.  Sin embargo, debe notarse que la verdad expresada en el vers. 37 aparece en diversas formas en otros pasajes bíblicos (cf. Juan 3:16; Hech. 2:38; 16:30-31).

38. Mandó. La comitiva se detuvo. Sus miembros tuvieron que haber contemplado con interés el bautismo; es posible que algunos de ellos formaran el núcleo de la primera congregación cristiana de Etiopía. La tradición afirma que el eunuco proclamó el Evangelio entre sus compatriotas.

Descendieron ambos al agua. Si sólo apareciera esta frase, no se podría saber si Felipe y el etíope "descendieron" hasta la orilla, o si entraron en el agua. Pero la duda se despeja en el vers. 39.

39. Subieron del agua. El texto griego dice que subieron de dentro del agua. Si no hubieran descendido [entrado] ambos en el agua, no podrían haber salido de dentro de ella.

Aquí sin duda se presenta un bautismo por inmersión. Ver com. Mat. 3:6; Mar. 16:16; Rom. 6:3-6. Esta es una clara ilustración del método de bautismo que utilizaba la iglesia primitiva, aunque fuera en una situación inesperada, y desprovista de toda ceremonia.

El Espíritu. El Espíritu había iniciado el encuentro de Felipe con el eunuco, y después de que hubo alcanzado un resultado positivo, el Espíritu presentó otra vez a Felipe nuevas posibilidades de servicio.

Arrebató. Gr. harpázÇ, "arrebatar" "llevarse por la fuerza". El mismo verbo se emplea en forma similar en 1 Tes. 4:17; Apoc. 12:5. Los sentimientos podrían haber llevado naturalmente al evangelista a quedarse para completar su tarea con el eunuco e instruirlo completamente; pero Felipe fue apartado de su compañero de viaje por medio de un poder sobrenatural (cf. 1Rey. 18:12; 2 Rey. 2:16; Eze. 3:12,14).

Y siguió. Mejor "porque siguió". Así se explica por qué el eunuco no vio más a Felipe; y también sugiere que el eunuco aceptó la desaparición de Felipe como un acto sobrenatural, y por lo tanto no dedicó tiempo buscando inútilmente a quien le había enseñado y bautizado, sino que siguió su camino, continuando el viaje que se había interrumpido.

Gozoso. Esta expresión parece ser típica de Lucas (cf. Luc. 15:5; 19:6). El eunuco creyó que Felipe estaba en las manos de Dios, y no se preocupó por él sino prosiguió su viaje regocijándose en la nueva luz que había recibido. Eusebio dice que el eunuco regresó a su tierra natal y allí predicó "el conocimiento del Dios del universo y la vida de nuestro Salvador que da vida a los hombres", y de este modo cumplió las palabras de Sal. 68:31: "Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios" (Historia eclesiástica ii.1.13). Si bien muchas veces se dice que el eunuco fue el primer misionero al país que conocemos como Etiopía, debe recordarse que este funcionario de Candace era de lo que hoy se llama Sudán (ver com. Hech. 8:27). Parece que el Evangelio entró en Etiopía alrededor del siglo IV.

40. Se encontró en Azoto. El texto griego no sugiere que lo hayan buscado, sino que de pronto "apareció" en Azoto, la cual correspondía con la Asdod del AT (1 Sam. 5:1-7). Era una de las cinco principales ciudades de los filisteos, a unos 5 km del mar, a mitad de camino entre Gaza y Jope. Azoto, como Gaza, sufrió asedios sucesivos: por los asirios (Isa. 20:1); por los egipcios (Herodoto, Los nueve libros de la historia ii. 159; ver com. Jer. 47:1), y por los Macabeos (1 Mac. 5:68; 10:84). Fue reconstruida en el año 55 a. C. por el general romano Gabinio. Felipe no permaneció allí, sino que "pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades" (ver com. Hech. 8:4).

Anunciaba. El notable episodio de Felipe con el eunuco no interrumpió las otras actividades del diácono como predicador del Evangelio.

En todas las ciudades. Es probable que su ruta pasara por Lida y Jope, y los efectos de sus labores sin duda pudieron verse en las florecientes comunidades cristianas que más tarde se establecieron en ambas ciudades (cap. 9:32,36).

Cesarea. Cesarea estaba junto al camino de Tiro a Egipto, y alcanzó en tiempos de los romanos gran importancia histórica. Originalmente la ciudad se llamó Torre de Estrato, y era sólo un lugar donde se sacaban las barcas a tierra. Herodes el Grande la construyó en 12 años, dotándola de un puerto tan grande como el de El Pireo, cerca de Atenas, y la llamó Cesarea en honor de Augusto César. Después que Arquelao fue depuesto, se convirtió en residencia oficial del gobernador romano (6-41 y 44-66 d. C.) y capital de Palestina (Hech. 23:23-24). Tácito llama a Cesarea "metrópoli de Judea" (Historias ii. 78).

Su población era mayormente pagana, pero también vivían allí muchos judíos, lo que la hacía un centro promisorio para la obra misionera.  Cesarea fue una ciudad importante en la historia de la iglesia, pues en los capítulos siguientes de Hechos se la menciona 15 veces. Se puede deducir (cap. 21: 8) que Felipe hizo de esta ciudad el centro de su obra evangelística. Más tarde vivió allí Orígenes de Alejandría (c. 184-254 d. C.), y Eusebio (c. 260-340 d. C.), historiador de la iglesia primitiva, fue su obispo.  

Hoy quedan sólo ruinas de lo que fue una gran ciudad. Desde 1959 se han realizado en Cesarea importantes excavaciones arqueológicas que han dejado ver la magnitud y la magnificencia de la antigua ciudad (National Geographic, febrero, 1987, pp. 261-279). 6CBA

COMENTARIOS DE EGW

26-40. HAp 88-91. EL EVANGELIO EN SAMARIA.

https://elaguila3008.blogspot.com/2012/07/capitulo-11-el-evangelio-en-samaria.html

Ministerio Hno. Pio 


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