lunes, agosto 16, 2021

REFLEXIÓN 805. EL VIAJE A JERUSALÉN: Informe A La Iglesia/ ARRESTO DE PABLO (HECHOS 21).

Hechos 21. EL VIAJE A JERUSALÉN: INFORME A LOS APÓSTOLES/ARRESTO DE PABLO. Vers. (1-8) Pablo insiste, a toda costa, en ir a Jerusalén. (9-16) Las cuatro profetisas hijas de Felipe. (17) Pablo llega a Jerusalén. (18-26). Informe A La Iglesia. (27-30) Alboroto, y Pablo, es hecho preso y está en gran Peligro; (31-40) pero el tribuno o capitán lo rescata y le permitirá hablar a la multitud.

1 DESPUÉS de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y zarpamos. 3 Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí.

4 Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. 5 Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos. 6 Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos se volvieron a sus casas. 7 Y nosotros completamos la navegación, saliendo de Tiro y arribando a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.

8 Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.

9 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.

10 Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11 quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. 12 Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén.

13 Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón?  Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, más aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. 14 Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

15 Después de esos días, hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén. 16 Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos. 17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo.

18 Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; 19 a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. 20 Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley.

21 Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus Hijos, ni observen las costumbres. 22 ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido.

23 Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. 

24 Tómalos contigo, purifícate con ellos, Y Paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley.

25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. 26 Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos.

27 Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, 

28 dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar.

29 Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, de Éfeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. 30 Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas.

31 Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. 32 Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.

33 Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. 34 Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza.

35 Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; 36 porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera! 37 Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo?  Y él dijo: ¿Sabes griego?

38 ¿No eres tú aquel egipcio que levantó a sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?

39 Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. 40 Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo: (Hechos 21).

1. Después de separarnos de ellos. El verbo griego contiene la idea de una separación dolorosa, y la frase podría traducirse "una vez arrancados de ellos" (BC).

Rumbo directo. Evidentemente con viento y marea favorables.

Cos. Islita cerca de la costa del Asia Menor, a la entrada del archipiélago griego (ver, mapa p. 364). En la antigüedad hubo en esta isla un templo dedicado a Esculapio y también una escuela de medicina. Además, era famosa por su vino, y más tarde, por su producción de seda y por sus tejidos. Al día siguiente. Lucas, evidentemente interesado en los viajes marítimos, es cuidadoso en llevar el registro de los días que necesitaban para hacer el viaje (cf. cap. 20:6-7,15).

Rodas. Isla célebre situada en el ángulo suroeste de la costa del Asia Menor (ver mapa p. 364), que adquirió fama durante las guerras del Peloponeso. Debe su nombre a la gran cantidad de rosas que crecían en la isla. Su madera, útil para construcciones navales, permitió que sus ciudadanos tuvieran una gran flota naval.

Su posición geográfica en una encrucijada marítima le daba una gran importancia comercial y militar.  Tenía un gran templo dedicado al sol, y en su moneda estaba grabada la cabeza de Apolo, el dios sol. En su puerto se levantaba una enorme estatua de Apolo, de metal, de más de 30 m de altura, llamada el Coloso de Rodas.

Esta estatua, considerada como una de las siete maravillas del mundo, fue construida por Cares alrededor del año 280 a. C., y derriba por un terremoto en el año 224 a. C. Así quedó durante unos 900 años. En el siglo VII, los conquistadores sarracenos la vendieron a un judío, de quien se dice que usó unos 900 camellos para llevársela en pedazos.

Pátara. Aunque algunos manuscritos añaden "y Mira", la evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por la omisión de estas palabras. Pátara, ciudad situada en la costa de la provincia de Licia, era célebre por el culto a Apolo.

Estaba cerca de la boca del río Janto, y era el puerto de la ciudad del mismo nombre. Pablo y sus compañeros hicieron aquí el transbordo a otro navío que iba con rumbo a Fenicia. Mira se menciona como un puerto en el cual Pablo hizo escala en su viaje a Roma (Hech. 27:5).

2. Fenicia. Región marítima al norte de Palestina. Tiro y Sidón eran sus ciudades principales.

3. Chipre. Ver com. cap. 13:4-6. Siria. Antiguo territorio que estaba al norte de Palestina, al oeste del río Eufrates.  Lucas incluye a Tiro, de Fenicia, en lo que se denominaba la gran Siria. Tiro. Un muy antiguo puerto marítimo de Fenicia, a unos cinco días de navegación desde Pátara. Tiro era una ciudad sólidamente fortificada en los días de Josué Jos. 19:29). Fue famosa en relación con la edificación del templo de Salomón (1 Rey. 7:13-45; 2 Crón. 2:11-16). La ciudad fue sitiada por los asirios y por los babilonios, y fue conquistada más tarde por Alejandro Magno.

4. Hallados los discípulos. El verbo griego sugiere la idea de buscar hasta hallar. Es difícil que se refiera a discípulos que estaban allí por casualidad. Esto significa que había un conjunto de cristianos tirios. Por lo tanto, es la primera mención específica de que hubiera una iglesia en Tiro, aunque probablemente existía desde muchos años atrás (cap. 11:19; 15:3).

Siete días. Pablo deseaba estar en Jerusalén para el Pentecostés (cap. 20:16); pero tenía suficiente tiempo y, sin duda por pedido de la iglesia de Tiro, se quedó allí una semana.

Decían. Estas amonestaciones proféticas tal vez fueron presentadas en sábado, o en otras reuniones de la iglesia de Tiro, y evidentemente las pronunciaron hombres que poseían los dones del Espíritu (Gál. 6:1; cf. pp. 28, 41-42). Por el Espíritu. "Iluminados por el Espíritu" (BJ); "movidos del Espíritu" (BC, NC). No puede significar el espíritu "humano" sino el Espíritu Santo de Dios, personaje tan destacado en el libro de los Hechos (cap. 2:2-4; 5:3; 8:39; 10:44-45; 13:2; 15:28; 16:6-7).

Que no subiese. Evidentemente no debe entenderse como una prohibición del Espíritu Santo de que continuara su viaje hacia Jerusalén, como cuando se le impidió entrar en Asia y Bitinia (cap. 16:6-7), porque de ser así Pablo hubiera obedecido la directa prohibición del Espíritu Santo. Debe verse como una advertencia semejante a la que  forma más definida le dio Agabo Cesarea un poco más tarde (cap. 21:10-11).

5. Cumplidos aquellos días. O "completados". Se refiere a los "siete días" del vers. 4. El verbo griego que se traduce "cumplidos" y "preparado" en 2 Tim. 3:17, tiene el significado primario de prepararse, alistarse, equipar (por ejemplo, un navío). Por esto algunos deducen que se necesitó una semana para reacondicionar el buque en Tiro. Sin embargo, en una frase que se refiere a tiempo, como aquí, es mejor traducirla "completar", 'terminar". Salimos. "Habiendo partido, seguimos nuestro camino".

 Acompañándonos todos. Toda la iglesia de Tiro, incluyendo las esposas y los niños, acompañaron a Pablo y a sus compañeros desde la ciudad hasta la playa (ver com. cap. 15:3; 20:38). Puestos de rodillas . . . oramos. Ver com. cap. 20:36.

6. Abrazándonos. Literalmente "nos despedimos unos de otros" (BC, BJ). 

A sus casas. Gn, eis ta ídia "a lo suyo", o sea, "a sus respectivas casas" (ver com. Juan 1:11).

7. Navegación. Gr. plóos, "viaje". Se refiere al viaje desde Tiro o al viaje desde Macedonia.  Pablo y sus compañeros aparentemente efectuaron el resto de su viaje por tierra, desde Tolemaida hasta Jerusalén.

Tolemaida. Era el nombre que los gobernantes griegos y romanos daban a la antigua ciudad conocida como Aco (Juec. 1:31). Los cruzados más tarde la llamaron San Juan de Acre, o sólo Acre. En los tiempos del AT era una ciudad importante, pero fue superada cuando Herodes el Grande construyó Cesarea.

Los hermanos. En Tolemaida también había una iglesia. Esta localidad está situada en la ruta que une las ciudades de la costa. Por lo tanto los creyentes dispersados durante la persecución que siguió a la muerte de Esteban, sin duda visitaron la ciudad y ganaron conversos (cap. 11:19).

Pablo y los que con él estábamos. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la omisión de esta frase.

A Cesarea. Ver com. cap. 10:1. Se deduce que el viaje fue por tierra (ver com. vers. 7). En aquel tiempo había ya una carretera excelente entre Tolemaida y Cesarea. En cuanto a la aparente preferencia de Pablo de viajar por tierra, cf. cap. 20:13.

Felipe el evangelista. Felipe fue uno de los primeros "servidores de las mesas", o diáconos, y en la lista de diáconos su nombre aparece después del de Esteban (6:5). Para Felipe esta obra se había fusionado con la de "evangelista", o quizá sólo se ocupaba de este último ministerio (cap. 8:5-13, 26-40). 

Este título no debe considerarse como una descripción general de su obra, resultado directo de haber recibido ese don particular del Espíritu Santo (Efe. 4:11; ver com. Hech. 13:1). La importancia de este don se destaca en la exhortación de Pablo a Timoteo para que hiciera "obra de evangelista" (2 Tim. 4:5) y avivara "el fuego del don de Dios que" estaba en él (2 Tim. 1:6).

Sin duda las labores de Felipe como evangelista lo llevaron más allá de los límites de Cesarea, ciudad donde lo encontramos antes (Hech. 8:40). Pudo muy bien haber predicado por todos los lugares de las costas de Palestina y Fenicia, junto con otros que fueron esparcidos durante la persecución que siguió a la muerte de Esteban (11:19). Esta es probablemente la primera vez que Lucas y Felipe se encontraron, y también la primera vez que Felipe y Pablo estuvieron juntos.

Uno de los siete. Aún se consideraba a los siete del cap. 6 como grupo especial. Ya sea que Lucas hubiera querido referirse a la organización de estos servidores de la iglesia, o que sencillamente los recordaba, el hecho es que desde entonces en el cristianismo se ha mantenido el diaconado.

Posamos con él. Evidentemente la residencia de Felipe estaba en Cesarea. Lucas, el historiador de la iglesia primitiva, sin duda aprovechó al máximo esta oportunidad para conseguir de Felipe y su familia una valiosa información concerniente al estado de la iglesia.

9. Cuatro hijas. Esas jóvenes poseían el don de profecía (ver com.  Hech. 13:1; cf. 1Cor. 14:1, 3 -4; Efe. 2:20; 4:11). El verbo "profetizar" significa "proclamar", "ser vocero"; aquí, hablar en nombre de Dios, ver com. Gén. 20:7; Mat. 11:9. Un profeta puede de predecir o no el futuro.

La Biblia presenta una cantidad de casos en los cuales se confió a mujeres este don, el más deseable de los dones del Espíritu (1 Cor. 14:1). María, la hermana de Moisés, era profetisa (Exo. 15:20) como Débora, con cuya alentadora ayuda Barac derrotó a los cananeos (Juec. 4:4).

La esposa de Isaías era profetisa (Isa. 8: 3), y también Huida, que ayudó al sacerdote Hilcías en las reformas de Josías, rey de Judá (2 Rey. 22:14; 2 Crón. 34:22). Ana la profetisa saludó a su Señor cuando era bebé (Luc. 2: 36-38).

También se mencionan falsas profetisas (Neh. 6:14; Apoc. 2:20). Joel predijo el derramamiento del don de profecía en los últimos días sobre las "siervas" (Joel 2:28-29).

10. Algunos días. O "más días", lo cual indica una permanencia más prolongada que la que se había propuesto al principio.

Judea. En el sentido limitado del término, el antiguo territorio de Judá, no la provincia romana de Judea, que incluía a Cesarea. Agabo. Sin duda es el mismo que había profetizado el hambre (cf. cap. 11: 28). La coincidencia de este nombre poco común y su extraordinario don, difícilmente permiten suponer que se trate de dos personas diferentes.

11. Cinto. Banda o faja de lino, lana o cuero, que se colocaba alrededor de la cintura para juntar los amplios pliegues del vestido de la época, especialmente si se iba a trabajar o a caminar. Era suficientemente ancho para hacerle bolsillos donde llevar dinero, tablillas y punzón para escribir, etc.

Atándose. Una profecía que se ilustró con ademanes, método que por indicación divina usaron Isaías (Isa. 20), jeremías (Jer. 13:1-11; 18:1-10; 19:1-3; 27:2-3; 28) y Ezequiel (Eze. 4:1-13; 5:1-4).

Espíritu Santo. Los miembros de la iglesia apostólica eran conscientes de la presencia directa, personal y dinámica del Espíritu Santo en el pensar, decir y hacer de ellos. 

Esa presencia era tan real entonces como la de Jesús lo había sido para sus discípulos. Cf. Juan 16:7; Hech. 2:2-4; 5:3; 13:2.

Los judíos. Todo esto se cumplió (vers. 33; cap. 24).

Gentiles. Cuando se cumpliera la profecía de Agabo, Pablo sería entregado a los romanos que ejercían gobierno civil y militar en Palestina. Pablo permaneció tranquilo ante la advertencia; no se acobardó ante el peligro.

12. Rogamos. Mejor "rogábamos", es decir rogamos repetidas veces".

Nosotros y los de aquel lugar. Pablo y sus acompañantes, incluyendo a Lucas y también a la iglesia de Cesarea, escucharon la profecía, la cual, sin duda, fue presentada públicamente, tal vez en una reunión sabática.

13. ¿Qué hacéis? "Quebrantándome el corazón" no significa tanto quebrantar el espíritu de Pablo debido a la tristeza, como debilitar su propósito de cumplir su misión en Jerusalén.

Estoy dispuesto. En griego el pronombre "yo" es enfático. Indica la inflexible determinación de Pablo de hacer lo que consideraba correcto y pensaba que valía la pena el costo del sufrimiento (cf. Hech. 20:24; Luc. 9:51).

A morir. Se expresa el verdadero espíritu del mártir.

Por el nombre. Cf. Fil. 3:7-8. El apóstol y sus compañeros hicieron proezas en el nombre de Jesús. Cf. Hech. 4:12; 5:41; ver com. cap. 3:16.

14. Hágase la voluntad. La iglesia comprendió que no serviría de nada ninguna súplica, pues Pablo estaba decidido a ir a Jerusalén. La voluntad divina se hizo clara en la resolución de Pablo: seguir viaje a Jerusalén a pesar de los peligros que lo amenazaban. El hacer la voluntad de Dios proporciona paz interior, aunque pueda resultar en sufrimiento y disturbio externo (cf. Luc. 22:42).

15. Subimos. En el griego dice "subíamos"; es decir, "estábamos subiendo", continuando el viaje a Jerusalén.

16. Trayendo consigo a uno llamado Mnasón. Mejor "llevándonos a Mnasón". "Nos llevaron a casa de cierto Mnasón" (BJ). Este discípulo de quien no se sabe nada más, había salido de Chipre y formado su hogar en Jerusalén, o en una aldea en el camino a Jerusalén. El nombre era común entre los griegos, y puede haber sido uno de los primeros conversos helenísticos.

Nos hospedaríamos. Este versículo muestra que algunos de los creyentes de Cesarea acompañaron a Pablo y a sus amigos durante todo el camino a Jerusalén (unos 103 km.) para presentar al apóstol a Mnasón, amigo de ellos, un discípulo a quien Pablo nunca había visto, y que sería su anfitrión.

Esta no era la primera visita de Pablo a Jerusalén; no era desconocido para la iglesia de allí, y no necesitaba que lo presentaran a un desconocido para tener donde alojarse en Jerusalén.

Esta aparente discrepancia en el relato, debe entenderse y armonizarse teniendo en cuenta factores geográficos y las costumbres sociales de aquellos tiempos.

El trayecto de casi 103 km. desde Cesarea hasta Jerusalén era demasiado largo para un día de viaje; pero podía cubrirse en dos o tres días.

Las demostraciones de hospitalidad no hacían necesario que los creyentes de Cesarea acompañaran a Pablo y a su grupo hasta Jerusalén sólo para presentarlo a un amigo que lo iba a hospedar. Es más probable que lo acompañaron durante un día de viaje hasta la casa de su amigo Mnasón, en una población que estaba en el camino, donde Pablo y sus compañeros se hospedaron una noche.

El problema de la ubicación de la casa de Mnasón es antiguo. El Códice de Beza (siglo V o VI) lo resuelve ampliando el texto: "Y éstos [los discípulos de Cesarea ] nos trajeron hasta aquellos con quienes habíamos de alojarnos; y cuando llegamos a cierta aldea nos alojamos con Mnasón de Chipre, un antiguo discípulo.  Y cuando partimos de allí, llegamos a Jerusalén".

Si bien ésta es una secuencia lógica, la evidencia textual establece (cf. p. 10) el siguiente texto: "Nos acompañaron también algunos de los discípulos de Cesarea, llevándonos hasta cierto Mnasón de Chipre, antiguo discípulo, con el cual habíamos de alojarnos. Habiendo llegado nosotros a Jerusalén . . ." En el vers. 17 se narra el final del viaje y la recepción de parte de los hermanos de Jerusalén.

17. Nos recibieron con gozo. Los miembros de la iglesia de Jerusalén, a quienes Pablo había conocido en sus visitas anteriores, se alegraron mucho de darle la bienvenida.

18. Jacobo, y . . . todos los ancianos. Tan pronto como le fue posible Pablo llamó a Jacobo, indudablemente el anciano que presidía, y a los otros dirigentes de la iglesia de Jerusalén. Estos podrían haber sido los apóstoles que aún residían allí y no los ancianos elegidos por la iglesia local (cf. cap. 14:23). Pero en el cap. 15:2,4,6, específicamente se mencionan tanto ancianos como apóstoles. Este Jacobo, sin duda "el hermano del Señor", había presidido el concilio de Jerusalén (ver com. Hech. 12:17; cf. Hech. 15:13; Gál. 1:19).

19. Les contó una por una. Mejor "relataba" una por una. Cf. Hech. 15:3; Prov. 15:30. El informe de Pablo ponía al corriente a los ancianos de las vicisitudes del apóstol desde su última visita a Jerusalén que se registra en Hech. 18:22, e incluía una referencia a las ofrendas que el apóstol traía de los cristianos de origen gentil para los cristianos necesitados de Palestina, que eran de origen judío.

20. Glorificaron. Mejor "glorificaban" (BC, BJ, NC). Parece que lo hicieron cuando Pablo terminó, por medio de una expresión general de agradecimiento. Como es correcto, no se menciona ninguna alabanza para Pablo. Cuántos millares de judíos. Literalmente "cuántas miríadas". Esto da una idea del notable progreso que el Evangelio había hecho entre los judíos. Pero esta cantidad puede incluir no sólo a los judíos conversos que vivían en Jerusalén, porque miles de judíos, como Pablo, podrían haber venido para el Pentecostés. Con referencia a "multitudes" de creyentes o "gran número" de ellos, ver cap. 6:1,7; 9:31; 11:21,24; 14:1; 17:4.

Celosos por la ley. Los cristianos de origen judío no habían aceptado las decisiones del concilio de Jerusalén como lo habían hecho los de origen gentil; no se habían liberado de las ceremonias de la religión judía (ver com. cap. 15:19-21). Aún seguían practicando, en una forma u otra, el ritual del AT, y sin duda también respetaban muchas de las leyes tradicionales de los fariseos. En cuanto a los fariseos, ver t. V, pp. 53-54, 57. Pablo se describe a sí mismo como habiendo vivido "conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión" (cap. 26:5). De esta clase evidentemente provenían la mayoría de los conversos primitivos aunque, a diferencia de Pablo, continuaban siendo legalistas.

21. Se les ha informado. Los oponentes judaizantes de Pablo no sólo habían sido "celosos de la ley", sino que indudablemente también lo habían sido en difundir informes exagerados y perjudiciales en cuanto a las enseñanzas teológicas de Pablo. No es de sorprenderse que el apóstol amoneste tan seriamente en contra de juzgarse unos a otros en cuanto al cumplimiento de ceremonias religiosas. (Rom. 14:1-10; Col. 2:16). El mismo sufrió mucho por causa de los celosos críticos legalistas. Afirmaban que eran cristianos, pero se habían autoerigido como Jueces porque no habían experimentado el Evangelio de Cristo y les faltaba fe. Cumplir sin fe con las obras de la religión es pecado (Rom. 14:23).

Que enseñas . . . a apostatar de Moisés. Literalmente "que enseñas la apostasía de Moisés" (BC). Este fue el cargo que circuló contra Pablo; ante los judíos, celosos de su religión, no podía presentarse una acusación más grave que ésta. Esto despertó un resentimiento basado en el patriotismo, el partidarismo y la tradición histórica, en las relaciones sociales y en la ley pública, así como en los más profundos sentimientos religiosos.

El mismo hecho de que estas multitudes de judíos (vers. 20) hubieran aceptado a Jesús como el Mesías, quien restauraría todas las cosas, evidentemente hizo que estuvieran más dispuestos a mantener los requisitos y ritos del judaísmo, y que temieran y repudiaran a Pablo más intensamente como apóstata de su raza y de su religión.

Que no circunciden. Una acusación específica para apoyar la generalización anterior. Según este cargo, Pablo no sólo quebrantaba una tradición, sino la señal del pacto de los judíos, comprendida en la misma ley.

Ni observen las costumbres. Cf. com. cap. 6:14. Se acusa a Pablo de haber atacado las detalladas observancias comprendidas en la ley y las prácticas tradicionales que, como algo inevitable, se habían ido acumulando. Eran acusaciones graves que la multitud creía que eran ciertas.

En lo que se refiere a la enseñanza de Pablo relacionada con los judíos y a su conducta personal en lo pertinente a la religión, estas acusaciones fueron fácilmente refutadas (cap. 22:3; 23:1,6; 24:11-16; 25:10-11; 26:4-7,22); pero la refutación fue infructuosa pues produjo violencia debido a los prejuicios.

La actitud de Pablo de mantener los requerimientos judaicos ceremoniales era la misma del concilio de Jerusalén (cap. 15), a saber: permitir que los cristianos de origen judío continuaran practicando los ritos que les exigiera su conciencia; pero insistía en que los conversos gentiles debían quedar libres de esos ritos. Las prácticas legalistas en ninguna forma ayudarían en su salvación al hombre que había sido justificado por la fe (Rom. 2:24-29; Gál. 4:1-11; 5:1-6; Col. 2:16-22).

Su regla de adaptación personal (1 Cor. 9:19-23) lo condujo a continuar viviendo como judío, particularmente entre los judíos. Concedió a los judíos de la iglesia cristiana la libertad de continuar sus prácticas ceremoniales hasta que vieran su ineficacia a la luz del Evangelio de la fe (Rom. 14:1-10; 1 Cor. 7:17-24).

Pablo había hecho un voto de nazareo (Hech. 18:18) y circuncidado a Timoteo (16:3). No había, por lo tanto, ninguna base para el cargo de que enseñaba a los cristianos de origen judío que no circuncidaran a sus hijos. Esta acusación era una calumnia de sus enemigos.

No hay duda de que su enseñanza del Evangelio finalmente haría que los judíos cristianos también renunciaran a los ritos y ceremonias como algo que había perdido su significado. La enseñanza de Cristo era el fundamento de la del apóstol.

Nuestro Señor instruyó a sus seguidores que su justicia debía ser "mayor" que la de los escribas y fariseos (Mat. 5:20). El condenó la práctica ex terna de la religión como un fin en sí misma (Mat. 6:1-7); también insistió en que Dios debe ser adorado "en espíritu y en verdad" (Juan 4:23).

Pablo condenó una religión que ordena: "no manejes, ni gustes, ni aun toques", como algo producido y puesto en práctica por los hombres (Col. 2:20-22), así como reglas y escrúpulos concernientes a cosas que no tenían un significado realmente moral y espiritual (Rom. 14:1-10; Gál. 4:9-11; Heb. 9:9-10), las cuales habían dejado de tener validez por causa de la vida y el sacrificio de Cristo (Col. 2:8-17).

Los sacrificios y la circuncisión habían sido instituidos por orden divina. Pero esos sacrificios perdieron su significado cuando Aquel a quien señalaban murió, y se convirtió en el que lleva los pecados de los hombres. También habían perdido su significado el templo como el lugar de las ofrendas, y los sacerdotes como oferentes (Dan. 9:24-27; Mat. 27:51; Heb. 8:13; 9:11-15).

La circuncisión era una señal en la carne de la relación del pacto entre una nación o pueblo y su Dios (Rom. 4:11). La circuncisión se aplicaba individualmente, pero no exigía fe de parte del niñito que la recibía, pues sólo era una señal nacional o tribal.  Por eso perdió su significado cuando el culto y los servicios religiosos dedicados a Dios dejaron de ser algo peculiar de una tribu o nación (Gál. 3:28-29; Col. 3:11) y se convirtieron en la aceptación individual de Jesucristo el Salvador por medio de la fe (Rom. 3:22-24; Gál. 3:26-27; Efe. 2:8).

Por otra parte, con la revelación en Cristo del nuevo pacto de salvación, o sea la revelación del camino de la fe (Jer. 31:31-34; 2 Cor. 3:6-9; Heb. 8: 6-13), la circuncisión -la señal del viejo pacto- ya carecía de significado. El judío que quisiera continuar "en conocer a Jehová" (Ose. 6:3) por la fe, inevitablemente debía considerar que la circuncisión había perdido todo significado en la vida espiritual.

Por esa razón Pablo enseñó que "la circuncisión nada es" en lo que se refiere a la relación del hombre con Dios (1 Cor. 7:19; cf. Rom. 3:31; 8:4; 1 Juan 2:3). 

Frente al Evangelio de Cristo la circuncisión (y en este respecto cualquier rito en sí mismo) no tiene razón de ser (Gál. 5:6; 6:12-17). judíos y gentiles son uno en Cristo (Gál. 3:16, 27-29; Col. 2:9-14), quien derribó la "pared intermedia de separación" que los apartaba (Efe. 2:11-17). Todos deben ser salvados sólo por Cristo, "por gracia . . . por medio de la fe" (Efe. 2:4-10; cf. Rom. 3:26-30). 

Pablo no dijo a los judíos que no practicaran la circuncisión; pero si el cristiano de origen judío, con fe y discernimiento espiritual, preguntara: "¿Por qué debo circuncidar a mi hijo, siendo un hombre de fe, salvado por Cristo por medio de la gracia?", la respuesta tendría que ser; 'Por ninguna razón en Cristo, sino sólo por causa de tus hermanos que aún no quieren comprender". Tal fue la creencia y la práctica de Pablo. Puede decirse entonces que las acusaciones de los judaizantes contra Pablo eran falsas, pero que sus temores en cuanto al futuro de todos los ritos judíos, eran justificados.

22. La multitud. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto: "Ciertamente oirán que has venido", eliminando las demás palabras. El contexto no parece sugerir ninguna reunión, ni de la iglesia, ni de la multitud.

Oirán. La noticia de la llegada de Pablo se esparciría no necesariamente por medio de una reunión de los santos, sino mediante los comentarios transmitidos por los numerosos creyentes de origen judío (cf. vers. 20).

23. Haz, pues, esto. Los dirigentes de Jerusalén creyeron que el consejo que le estaban dando era el mejor. No hubo la intención de comprometer a Pablo poniéndolo en dificultades, sino más bien de neutralizar el prejuicio que había contra él, pues parece que pensaban que Pablo era responsable en una u otra forma por los prejuicios que existían (HAp 323). Pero deberían haber reconocido que Dios había obrado poderosamente por medio del apóstol, y haberse esforzado por contrarrestar la oposición contra él.

Cuatro hombres. Estos cuatro hombres evidentemente eran miembros de la comunidad cristiana de origen judío; otra ilustración de la influencia que las ceremonias judías aún ejercían sobre los conversos en Judea. Los cuatro hermanos judíos ya estaban cumpliendo sus votos, pero en tales circunstancias se permitía que otro se uniera a ellos, especialmente si pagaba los gastos de los que ya estaban cumpliendo sus votos.

24. Purifícate con ellos. Según lo entendemos hoy, esta parte del consejo, una vez cumplida, sería una tácita admisión de Pablo que necesitaba una purificación ante Dios. Esto parecería ser un obstáculo para él, no una ayuda para ganar la aceptación de los judíos. Significaría que entraba en la abstinencia del nazareato y tendría que raparse la cabeza al terminar el voto (ver com. cap. 18:18).

Paga sus gastos. Pablo debía hacerse cargo de los gastos de los que estaban cumpliendo sus votos. Eso incluía el costo del rapado ceremonial por el cual el peluquero levita cobraba una suma, y el costo de los sacrificios que, según Núm. 6:9-21, era dos palomas o palominos, un cordero, una corderita, un carnero, un canastillo de panes sin levadura, la ofrenda de flor de harina y sus libaciones. 

Rasuren la cabeza. Al terminar el voto la cabeza era rasurada, y cuando se presentaban las ofrendas el cabello se quemaba en el fuego encendido debajo del carnero del sacrificio de paz.

Todos comprenderán. Esta participación de Pablo en las ceremonias de los votos debía convencer a los judíos de que Pablo no era un "apóstata" de Moisés (ver com. vers. 21) y que las cosas dichas contra él eran falsas.

Guardando la ley. La "ley", o Torah, era el centro del pensamiento, la vida y la religión de los judíos. La Torah, o enseñanza, comprendía toda la instrucción dada en los escritos de Moisés. Se decía que Pablo se había opuesto a la ley, y entonces los dirigentes de Jerusalén pensaron que la única forma en que podría ganar la aprobación de los judíos sería mostrándoles que era fiel a la ley

25. En cuanto a los gentiles. Jacobo, el hermano del Señor, quien fue vocero de los ancianos al sugerirle a Pablo que se purificara, era quien había presidido el concilio de Jerusalén (cap. 15:13). Le aseguró a Pablo que no habría problema ahora en cuanto a la libertad de los gentiles, que éstos no necesitaban seguir las observancias judías, y le recordó a Pablo los términos de la decisión del concilio (ver com. vers. 20).

26. Pablo tomó consigo a aquellos hombres. Pablo pensó que estaba procediendo con sabiduría al ser judío entre los judíos (1 Cor. 9:19-23); pero, en realidad, aquí fue inconsecuente porque participó no para mostrar su propia creencia sino para satisfacer a otros que eran "celosos por la ley" (Hech. 21:20). Cf. HAp 324-326.

Anunciar el cumplimiento. O para decirle a los sacerdotes que oficiaban en el templo cuándo se cumplirían los votos.  Se necesitaban siete días para el cumplimiento del período de los cuatro hombres (vers. 27). Según Josefo (Guerra ii. 15.1), el período total para tales votos era de 30 días; sólo faltaban siete para terminar.

27. Judíos de Asia. La predicación del Evangelio hecha por Pablo en Éfeso y en sus alrededores, había mortificado a los judíos (cf. cap. 19:22-23). Algunos de éstos que habían llegado a Jerusalén para la fiesta, reconocieron a Pablo en el templo, y alborotaron al pueblo contra él. Se apoderaron del apóstol, a pesar de que era evidente que estaba en proceso de purificación, mientras esperaba tranquilamente que terminaran los siete días del cumplimiento del voto (cap. 24:18).

Alborotaron. O "comenzaron a alborotar".

Toda la multitud. No los millares de judíos que habían creído (vers. 20), sino las multitudes que llenaban los recintos del templo a medida que se aproximaba el día de Pentecostés.

28. Dando voces. Se levantó un clamor como si Pablo hubiera sido culpable de algún grave crimen o desorden.

Contra el pueblo, la ley y este lugar. La misma acusación que se había presentado contra Esteban (cap. 6:13-14) y sin duda contra Pablo en muchas ocasiones anteriores (cf. cap. 13:45; 14:2; 17:5-6; 18:6, 12-15; 19:9). Saulo, quien una vez había presentado acusaciones contra Esteban y consentido en su muerte (cap. 26:10; HAp 81,84-95), es ahora Pablo, y se enfrenta valerosamente a una acusación parecida y bajo la amenaza de una muerte similar.

Ha metido a griegos. Se pensó que había metido a gentiles incircuncisos dentro del recinto sagrado, dentro de la pared que dividía el atrio de los gentiles de la zona donde sólo se les permitía entrar a los judíos (Josefo, Antigüedades xv. 11.5). En esa pared había inscripciones en griego y en hebreo que advertían a los que no eran, judíos que no pasaran (ver ilustración frente a p. 449; t. V, pp. 68-69).

29. Trófimo, de Efeso. Era un Compañero de Pablo, que había viajado con él desde Macedonia (cap. 20:4). Algunos de los judíos acusadores probablemente habían conocido a Trófimo en su ciudad natal, y lo veían ahora con Pablo en Jerusalén; pero no hay razón para creer que Pablo lo hubiera metido dentro del templo en los lugares prohibidos para los gentiles. Su libertad en el Evangelio nunca lo indujo a ignorar los escrúpulos de otros (Rom. 14:3-10; 1 Cor. 9:19-23; 10:27-31), ni su valor degeneró en temeridad.  La acusación contra él era falsa.

30. La ciudad se conmovió. Lucas explica que el tumulto que se produjo fue de grandes proporciones cuando corrió como relámpago la noticia de que el templo había sido profanado, y que los judíos actuaron de acuerdo con lo que consideraban como una genuina provocación. Esto sucedió alrededor del año 58. Unos ocho años más tarde comenzaría la sublevación contra Roma. La ciudad ya estaba en plena efervescencia.

Le arrastraron. O "lo arrastraban". Los que se apoderaron de Pablo inmediatamente lo sacaron de la zona sagrada que suponían que había profanado.

Cerraron las puertas. Los levitas porteros cerraron inmediatamente las puertas para impedir otra profanación y para prevenir otro tumulto dentro del templo, como había sucedido antes.

31. Matarle. Los hombres que se habían apoderado de Pablo intentaron matarlo, así como habían dado muerte a Esteban (cap. 7:54-60). Mientras tanto lo golpearon (cap. 21:32).

Avisó. Gr. anébê fásis "subió noticia". Fásis es un término técnico para referirse al informe de un crimen. La noticia "subió" porque el tribuno estaría en la Torre Antonia.

Tribuno. Gr. jilíarJos, "el jefe de mil hombres", término que correspondía al tribuno militar romano, comandante de una cohorte.

Compañía. Gr. spéira, "cohorte" (ver com. cap. 10:1). Esta guarnición romana, considerada entonces suficiente por su armamento y su disciplina estricta para reprimir aun a los turbulentos judíos, estaba acantonada en la torre construida sobre una roca en la parte noroeste del lugar donde se encontraba el templo.

Esta torre había sido construida por Herodes el Grande, y denominada Antonia en honor de Marco Antonio, un miembro del triunvirato, notorio por su enamoramiento de Cleopatra y su derrota en la batalla de Accio.

La fortaleza Antonia tenía una torrecilla en cada esquina y dos tramos de escalera que conducían a las galerías del lado norte y oeste del templo. La guarnición estaba en estado de alerta, especialmente en época de Pentecostés, cuando en la ciudad había miles de extranjeros. 

Alborotada. Aunque el tumulto aún no se había convertido en motín, se estaba extendiendo a toda la ciudad y fácilmente podría adquirir grandes proporciones.

32. Soldados y centuriones. El tribuno desplegó ante la alborotada multitud varios centenares de soldados dirigidos por un centurión, algo parecido a un sargento comandando cada pelotón. 

Dejaron de golpear a Pablo. O "al instante dejaron de golpear a Pablo". Ver com. vers. 31. La presencia de los soldados romanos intimidó a los judíos que habían capturado a Pablo. El incidente no valía una sublevación, y así lo entendieron los exaltados judíos.

33. Prendió. O "lo arrestó", "lo tomó preso". La idea no había sido de librar a Pablo, sino saber cuál era el problema y prevenir que su protagonista fuera muerto antes de que el asunto pudiera ser investigado en la debida forma. Pero esta intervención, como en Corinto (cap. 18:14-17), salvó a Pablo.

Atar. De acuerdo con la práctica romana, sin duda fue sujetado con una cadena en cada brazo, y los soldados que lo llevaban tomaron las dos puntas (cf. cap. 12:4,6). Y Pablo, atado, fue llevado delante del tribuno Lisias (cf. cap. 23:26; 24:7,22) para una indagación preliminar.

Preguntó. Mejor "comenzó a inquirir", comentó a investigar judicialmente".

34. Unos gritaban. Tal confusión de pareceres y acusaciones es algo propio de una turba alborotada, como ya había sucedido en Éfeso (cap. 19:32).

Fortaleza. Gr. parembolé, "campamento fortificado", "empalizada", es decir, un campamento (Heb. 13:11,13; Apoc. 20:9), o "el ejército acampado" (Heb. 11:34). Esta transición de significados -de campamentos militares a "fortaleza"- es similar a la que hay entre las palabras latinas castrum: "campo", y castellum, "lugar fortificado", "castillo". Pablo estaba prisionero, pero por lo menos seguro en el refugio de la fortaleza. El rescate fue oportuno.

35. Las gradas. Los soldados lo llevaron hasta una de las escalinatas que conducían desde el templo hasta la fortaleza Antonia (ver com. vers. 31).

Llevado. . . por los soldados. La guardia tuvo que levantar a Pablo para salvarlo de las manos de los enfurecidos judíos, que evidentemente ahora estaban dispuestos a matarlo.

Violencia de la multitud. La agitación de la multitud y el anhelo de los cabecillas de dar muerte a Pablo, se intensificaron al ver que su víctima se escapaba de sus manos.

36. ¡Muera!. Así expresaba la multitud su propósito con Pablo y su esperanza de que los soldados lo mataran. Los dirigentes judíos de una generación anterior habían pedido en la misma forma la muerte de Jesús (Luc. 23:18; Juan 19:15).

37. ¿Se me permite decirte algo? Pablo deseaba que Lisias, el capitán principal o tribuno, supiera quién era él, y sin duda quería hacerle saber que era ciudadano romano (cf. vers. 39; cap. 22:26).

¿Sabes griego? El tribuna pensó que Pablo sólo podía hablar en hebreo (arameo), y quedó sorprendido al escucharlo hablar en griego. El pueblo más tarde quedó aparentemente sorprendido al escucharlo hablar en su propio idioma, el arameo (cap. 22:2). Pablo hablaba el koiné, el idioma griego común o popular que se escuchaba en toda el área del Mediterráneo. El NT fue escrito en koiné (ver t. V, pp. 104-106).

38. Aquel egipcio. Esta pregunta tal como está en griego, pide una respuesta positiva: "sí". El hombre que se menciona, de mala fama para las autoridades romanas, era un egipcio de origen judío, un supuesto profeta que, poco después de que Félix llegara a ser procurador, había conducido a 30.000 hombres (si la cifra tradicional es correcta) al monte de los Olivos para que vieran cómo caían las murallas de Jerusalén a fin de que ellos pudieran entrar triunfalmente en ella (Josefo, Antigüedades xx. 8.6; Guerra ii. 13.5). Los soldados de Félix lo habían derrotado, infligiéndole grandes pérdidas; pero el caudillo escapó.

Cuatro mil. Este número debe reemplazar a los 30.000 de Josefo, o entenderse que se refiere al número de los que escaparon, y se reunieron de nuevo con su jefe.

Sicarios. Gr. sikários, literalmente "hombre del puñal", es decir, asesino. Compárese con el latín sicarius. Los vicarios eran miembros de una organización judía extremista, los asesinos entre los zelotes (t. V, p. 56), quienes, mediante ataques por sorpresa, diezmaban pequeñas guarniciones romanas donde podían, y asesinaban a los judíos que se negaban a apoyarlos (Josefo, Guerra ii. 13.3).

También cometían muchos asesinatos a plena luz del día entre las multitudes que celebraban alguna festividad. En el último asedio de Jerusalén agravaron mucho los horrores de aquella terrible situación por sus atroces y sangrientos hechos.

39. Judío de Tarso. Ver com. cap. 9:11. Ver en la p. 96 un comentario sobre Pablo como ciudadano romano.

Ciudad no insignificante. O "no despreciable". Una jactancia legítima tanto desde el punto de vista cultural como comercial. Se han encontrado monedas de Tarso que tienen esta leyenda: metrópolis autónomos, "ciudad autónoma".

Hablar al pueblo. Sin duda Pablo aún tenía la esperanza de que los judíos entendieran cuáles eran sus verdaderas actitudes y actividades, más por causa del Evangelio y de la iglesia que por él mismo.

40. Se lo permitió. Gr. epitrépó, "permitir", "conceder", "dar permiso". Esta palabra se usa en los papiros en este sentido.

En las gradas. Así estaría más arriba que la multitud y relativamente a salvo en caso de que reaccionaran desfavorablemente, lo cual hicieron (cap. 22:22-25).

Hizo señal con la mano. Un ademán con el fin de imponer silencio a la turba, para dar a entender que él deseaba hablar.

En lengua hebrea. O sea en arameo, literalmente "dialecto hebreo". Pablo presenta ahora una breve defensa, de la cual puede depender su libertad para predicar el Evangelio y también su propia vida. Qué tranquilo se halla en contraste con la alborotada muchedumbre! Ver t. I, p. 34. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-5. HAp 317

8, 10-16. HAp 318

17-18. HAp 320

19-20. HAp 322

20-25. HAp 323

26-28. HAp 325

29-32. HAp 326

33-40. HAp 327

1-40. HAp 317-327. ÚLTIMO VIAJE DE PABLO A JERUSALÉN.

Basado en Hechos 20:4-21:1-16. (312-319)

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/08/capitulo-37-ultimo-viaje-de-pablo.html

LA PRISIÓN DE PABLO. Basado en Hechos 21:17-23:1-35. (320-334)

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/08/capitulo-38-la-prision-de-pablo.html

Ministerio Hno. Pio

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