lunes, agosto 02, 2021

REFLEXIÓN 789. MINISTERIO EN JERUSALÉN: Defensa Y Muerte De Esteban (HECHOS 7).

Hechos 7. Defensa Y Muerte De Esteban. Vers. (1) Se le permite a Esteban responder contra la acusación de blasfemia, (2-19) y demuestra que Abrahán adoró a Dios correctamente, y cómo Dios escogió a los patriarcas (20-36) antes de que naciera Moisés y de que el tabernáculo y el templo fueran construidos; (37-43) que Moisés testificó de Cristo, (44-50) y que todas las ceremonias externas fueron ordenadas de acuerdo con el modelo celestial, para existir sólo por un poco de tiempo. (51-53) Reprenden su rebelión y el haber dado muerte a Cristo, el justo, de quien los profetas predijeron que vendría al mundo. (54-60) Esteban, que es apedreado, encomienda su espíritu a Jesús, y ora por sus enemigos.

1 EL SUMO sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así?

2 Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, 3 y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. 4 Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. 5 Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. 6 Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años.

7 Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. 8 Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.

9 Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, 10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.

13 Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a Faraón el linaje de José. 14 Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.

15 Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él, y también nuestros padres; 16 los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que a precio de dinero compró Abraham de los Hijos de Hamor en Siquem. 17 Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,

18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. 19 Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen.

20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. 21 Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo.

22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.

23 Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los Hijos de Israel. 24 Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. 25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. 26 Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? 27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? 29 Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos.

30 Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31 Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: 32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 33 Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 34 Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.

35 A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.

37 Este Moisés es el que dijo a los Hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis. 38 Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; 39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, 40 cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 41 Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron. 42 Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43 Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, Y la estrella de vuestro dios Renfán, Figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia.

44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto. 45 El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 

46 Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. 47 Mas Salomón le edificó casa; 48 si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 49 El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? 50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?

51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; 53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.

54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.

57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. (Hechos 7).

1. ¿Es esto así? La pregunta del sumo sacerdote sirvió para interrumpir la admiración con que los presentes contemplaban el rostro de Esteban; pero era una manera normal para comenzar un juicio, y es análoga a la pregunta que se le hizo a Jesús (Mat. 26:62). Con ella se le pedía al acusado que admitiera o negara su culpabilidad. 

La defensa de Esteban se presenta a continuación.

2. Él dijo. La respuesta de Esteban fue una declaración de fe y también un reproche para sus acusadores. Ver la primera Nota Adicional al final de este capítulo.

Varones hermanos y padres. El discurso de Esteban está lleno de dignidad, pero tiene un tono más familiar que el de Pedro (cf. cap. 4:8). El acusado se dirige a los dirigentes judíos como a hermanos, pero muestra respeto por los ancianos. Pablo utilizó las mismas palabras cuando se dirigió a la multitud desde las gradas de la fortaleza (cap. 22:1).

Dios de la gloria. Es decir, el Dios manifestado a Israel en la gloria de la columna de fuego y de nube, y la gloria visible sobre el arca (Exo. 13:21-22; 40:34-35). La gloria de Dios es su carácter (ver com. Exo. 34:6), gloria que se reveló en forma impresionante en la vida y obras de Jesucristo (ver com. Isa. 40:5; Juan 1:14; cf. Sant. 2:1). La frase "Dios de la gloria" constituye un sabio comienzo para el discurso de Esteban. Refuta la acusación de blasfemia, y prepara el camino para un nuevo concepto de Dios, a quien los judíos afirmaban adorar.

Apareció. Esto muestra que Dios se manifestó antes de que existiera el templo. En el libro de Génesis se enumeran cinco manifestaciones divinas dadas a Abrahán, además de las que se relacionaron con las exhortaciones para que dejara su familia y saliera de su tierra (cap. 12:1-3; 15:7): la promesa (cap. 12:7), el pacto (cap. 13:14-17), la ratificación del pacto (cap. 15), el pacto de la circuncisión (cap. 17:10) y la renovación del pacto en Mamre (cap. 18:1).

Mesopotamia. Es decir, la región entre el Tigris y el Eufrates (cf. com. Gén. 24:10). Esteban parece limitar Mesopotamia a la zona sur, junto al golfo Pérsico. La ciudad de donde Abrahán era oriundo es llamada "Ur de los caldeos" (Gén. 11:31; cf. Hech. 7:4), de la cual se dice que estaba "al otro lado del río" (Jos. 24:2-3), es decir, más allá del Éufrates. La ciudad de Ur se ha identificado y excavado (ver com. Gén. 11:28).

Harán. Ver com. Gén. 11:31. Esteban parece distinguir entre Harán y Mesopotamia, aunque esta ciudad estaba en la parte noroeste de lo que, en términos generales, se llama Mesopotamia.

3. Sal de tu tierra. Esteban cita Gén. 12:1, pero omite la frase "de la casa de tu padre", probablemente porque aplica este pasaje a la salida de Abrahán junto con la familia de su padre desde Ur, en tanto que Génesis lo refiere al momento cuando Abrahán dejó a sus parientes en Harán.

4. La tierra de los caldeos. Corresponde aproximadamente con Babilonia (ver com. Gén. 10:22).

Muerto su padre. Ver com. Gén. 11:26 donde se presenta la relación entre esta declaración y Gén. 11:26,32; 12:1. Taré murió a la edad de 205 años; Abrahán tenía entonces 75 años.

Dios le trasladó. Es decir, Dios dirigió su migración; "Dios le hizo emigrar" (BJ).

5. No le dio herencia. Como la posesión de un sepulcro difícilmente puede llamarse herencia, el hecho de que Abrahán comprara la cueva de Macpela para enterrar a sus muertos (Gén. 23) confirma este hecho en vez de contradecirlo. Si hubiera heredado la tierra no habría necesitado comprar una tumba. Abrahán utilizó las tierras de pastoreo, mayormente incultas, de la zona central y sur de Canaán para sus grandes rebaños; pero estas tierras no eran exclusivamente suyas, y de ningún modo podían llamarse "herencia".

Pero le prometió. Cf. Gén. 12:7; 13:15-16.

No tenía hijo. Abrahán tenía 75 años cuando salió de Harán (Gén. 12:4), y 100 años cuando nació Isaac (Gén. 21:5).

6. Le dijo Dios. Estas palabras son, en esencia, las que aparecen en Gén. 15:13-14, (LXX).

En tierra ajena. Según la cronología adoptada por este Comentario, se refiere tanto a Canaán como a Egipto (ver com. Gén. 15:13).

Cuatrocientos años. Ver com. Gén. 15:13; Exo. 12:40; t. I, p. 203-205.

7. Saldrán. Dentro de la libertad natural de una narración, Esteban combina la promesa para Abrahán con una versión aproximada de la promesa dada a Moisés (Exo. 3:12).

8. El pacto de la circuncisión. Es decir, el pacto del cual la circuncisión era la señal (ver com. Gén. 17:10-14).

Engendró a Isaac. El nacimiento de Isaac fue una evidencia visible de que Dios cumpliría su pacto con Abrahán. Al circuncidar a Isaac, Abrahán siguió cumpliendo sus responsabilidades del mismo pacto.

Patriarcas. Con referencia a este término, ver com. cap. 2:29. Aquí la palabra se aplica a los doce hijos de Jacob, cada uno de los cuales fue fundador de una familia.

9. Movidos por envidia. Dice el relato que los hermanos de José "le aborrecían" (Gén. 37:4-5) y "le tenían envidia" (vers. 11). Este fue el primer argumento en el tema de Esteban, de que los mensajeros de Dios siempre habían sufrido la oposición de aquellos que en determinado tiempo habían sido los representantes de la nación hebrea.

Vendieron a José para Egipto. José fue vendido a unos mercaderes madianitas y a ismaelitas que se dirigían a Egipto (Gén. 37:25,28), y allí lo vendieron como esclavo; por lo tanto no tienen validez las objeciones contra esta forma con que se expresa Esteban. José mismo dijo a sus hermanos que ellos lo habían "vendido acá" (Gén. 45:5), a Egipto.

Dios estaba con él. Esto refleja el relato de Gén. 39:2,21,23. La presencia de Dios no está'e limitada a ningún lugar, pues el Señor estaba con José aun en el Egipto pagano. El recuerdo de este hecho debe haber sido consolador para Esteban durante su juicio.

10. Libró. Gr. exairéÇ, que en su voz media significa "rescatar", "libertar", "escoger para sí". José no fue liberado de Egipto sino de sus aflicciones en Egipto. Lo mismo ocurre cuando Dios libera a su pueblo: le da fuerza para triunfar sobre sus pruebas y aflicciones.

Gobernador. Cf. Gén. 41:38-45.

11. No hallaban alimentos. La palabra que se traduce "alimentos" es la que suele emplearse para describir el forraje del ganado (Gén. 24:25,32, LXX). Pero el hambre abarcó más que la comida de los animales, por lo cual es apropiado considerar que se hace referencia a alimentos para animales y para personas.

12. Trigo. Gr. sitíon, diminutivo de sítos, "trigo". Sitíon se emplea en el plural, como aquí, para referirse al alimento hecho de cereales.

Nuestros padres. Es decir, los diez hijos de Jacob enviados en la primera ocasión a Egipto (Gén. 42:1-3). Esteban hace aquí algo más que desarrollar una secuencia histórica, pues está procurando mostrar que los mismos que afligieron a José, más tarde dependieron de la abundancia que vino como fruto de su sabiduría. Así también los judíos de los días de Esteban debían buscar su alimento espiritual en Jesús, a quien habían afligido.

13. En la segunda. Cf. Gén. 45:1-4.

El linaje de José. Gr. génos, "raza", 'linaje". José no había procurado ocultar su origen hebreo (Gén. 41:12), pero cuando ocurrió esta crisis fue de conocimiento general, y le fue manifestada al mismo Faraón (Gén. 45:16).

14. Su parentela. Gr. suggéneia, "parentela", "familiares", palabra que también aparece en el vers. 3 y en Luc. 1:61.

Setenta y cinco personas. Ver com. Gén. 46:26-27. Hay varias tradiciones judías en cuanto al número de personas que fueron a Egipto (Talmud, Baba Bathra 123a, 123b).

15. Descendió Jacob. Aquí comienzan los 215 años de la permanencia de los hebreos en Egipto (ver com. Gén. 15:13; Exo. 12:40; t. I, pp. 201-202), fuera de la tierra prometida. Murió él. Algunos comentadores han dicho que se habla aquí de la muerte de José, pero el texto griego no permite esta interpretación.

16. Fueron trasladados. Excepto el entierro de los huesos de José en Siquem (Gén. 50:25; Exo. 13:19; Jos. 24:32), no hay ningún registro bíblico de que se hubiera llevado los cuerpos de los patriarcas a Canaán. Josefo dice: "Sus cuerpos fueron llevados algún tiempo después por sus descendientes y los hijos de éstos a Hebrón, donde fueron enterrados" (Antigüedades ii. 8. 2). Una antigua tradición judía sostiene que los cuerpos de los patriarcas fueron sacados de Egipto durante el éxodo.

Compró Abraham. La compra de la cueva de Macpela, al este de Mamre, junto a Hebrón, es la única transacción de este tipo registrada en el relato de Abrahán (ver com. Gén. 23:3-20). Aquí fueron sepultados Abrahán, Sara, Isaac, Rebeca y Lea; sin embargo, Abrahán se había establecido primeramente en Siquem cuando llegó a Canaán, y había construido allí un altar (Gén. 12:6-7). Posiblemente compró terreno para que sirviera como sepultura, pero no hay ningún registro de la compra.

La compra del campo en Siquem es la única transacción comercial registrada en el relato de Jacob en la cual aparecen los hijos de Hamor como vendedores (Gén. 33:19). Allí se erigió un altar (Gén. 33:20) y allí se enterraron los huesos de José; pero no hay registro alguno de que allí hubieran enterrado a sus hermanos ("nuestros padres", Hech. 7:15). Jerónimo, autor cristiano del siglo IV, afirma (Epístola 108.13) que en sus tiempos se identificaban las tumbas de los 12 patriarcas. Esto corresponde con una tradición samaritana conservada por muchos siglos. Posiblemente también coincida con alguna información conocida por Esteban, pero que no conocemos hoy.

En Siquem. Aquí se hace referencia a la Siquem del AT (ver com. Gén. 12:6).

17. El tiempo de la promesa. Es decir, el tiempo de su cumplimiento en el éxodo de los israelitas de Egipto (ver com. Gén. 15:13-14; Exo. 12:40; ver t. 1, pp. 198-204). Los padres murieron "sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos" (Heb. 11:13).

Creció y se multiplicó. Ver com. Exo. 1:7; 12:37.

18. Se levantó en Egipto otro rey. No era otro del mismo linaje, sino un rey muy diferente (ver com. Exo. 1:8), que en forma definida tenía otra actitud hacia los hebreos.

No conocía. Es decir, no había conocido; lo cual puede significar que el nuevo monarca desconocía los grandes servicios prestados por José a Egipto, o que quería desconocerlos (compárese con el uso de "conocer" en Mat. 7:23; 25:12).

19. Astucia. Ver com. Exo. 1:10.

Maltrató. Josefo (Antigüedades ii. 9.1) dice que los egipcios obligaron a los israelitas a hacer canales y diques en la zona del Nilo.

A fin de que. Mejor "obligándolos a exponer a sus niños". Se alude aquí a lo que hizo Faraón con los odiados hebreos (ver com. Exo. 1:22).

20. En aquel mismo tiempo. Es decir, cuando se estaba exponiendo al peligro a los niños para que murieran.

Agradable a Dios. Ver com. Exo. 2:2. Josefo (Id. ii. 9.6) dice que la hermosura del niño Moisés era tal que los que lo veían lo miraban de nuevo para admirarlo.

21. Siendo expuesto. Jocabed, madre de Moisés, cumplió con la orden del rey, pero al mismo tiempo ejecutó su propio plan (ver com. Exo. 2:3).

Recogió. El verbo griego significa literalmente "levantar"; en sentido figurado, significa "escoger", y así es usado en Fil. 1:22. Su sentido en este pasaje queda claro por la frase que sigue.

Hijo suyo. Ver com. Exo. 2:5,10. Josefo (Antigüedades ii. 9.7) afirma que según la tradición judía el faraón que entonces reinaba no tenía hijo, y Moisés fue elegido para ser el heredero.

22. Fue enseñado. También podría traducirse "educado" o "instruido". El AT no lo dice específicamente, pero lo sugiere al describir la relación de Moisés con la casa de Faraón.

La sabiduría de los egipcios. Ver com. Exo. 2:11; 1 Rey. 4:30. Hay muchas leyendas en cuanto a los primeros cuarenta años de la vida de Moisés. Filón presenta detalles de los cursos que estudió Moisés (Vida de Moisés i. 5), pero la Biblia nada dice sobre este tema.

Poderoso en sus palabras. Esto se aplica en primer lugar a la manera como hablaba Moisés mientras era un gran magistrado en la corte egipcia, y no contraría su declaración posterior: "soy tardo en el habla y torpe de lengua" (ver com. Exo. 4:10), la cual hizo después de sus cuarenta años en Madián. También puede entenderse como un resumen de la obra del gran líder.

Y obras. Aunque no hay registro bíblico de los hechos de Moisés de sus primeros cuarenta años, sería extraño que uno que después demostró tener tantos dones no los hubiera manifestado ya en su juventud (ver com. Exo. 2:11). Josefo (Antigüedaes ii. 10) narra su campaña victoriosa contra los etíopes.

23. Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años. El AT no da ninguna información precisa en cuanto a la edad que tenía en esta ocasión. Se indica que Moisés tenía 80 años cuando fue enviado al Faraón (Exo. 7:7) y 120 cuando murió (Deut. 34:7). La antigua tradición judía divide la vida de Moisés en tres períodos de cuarenta años cada uno (Midrash Rabbah com. Gén. 50:22). Esteban emplea una división similar: (1) 40 años en Egipto, (2) 40 años como pastor en el desierto, (3) 40 años mientras condujo a su pueblo desde Egipto hasta las fronteras de Canaán.

Visitar. Gr. episképtomai, "mirar", con el sentido de preocuparse por el bienestar de una persona, "vigilar" (cf. Exo. 4:31; Luc. 7:16; Sant. 1:27). Moisés estaba empeñado en ayudar a sus compatriotas (ver com. Exo. 2:11).

24. Era maltratado. Con golpes (cf. Exo. 2:11).

Hiriendo al egipcio. Lo mató (ver com. Exo. 2:12).

Vengó al oprimido. Literalmente "defendió al que era atormentado". Inició así la obra que debería haber dejado al Señor.

25. Pero él pensaba. Dio por sentado que los hebreos entenderían lo que había hecho y por qué lo había hecho; pero pronto se desilusionó. Lo que se dice en este versículo no aparece en forma explícita en el AT, pero el Espíritu Santo pudo habérselo revelado a Esteban. Es posible que Esteban estuviera sugiriendo una comparación entre Moisés y Jesús, ambos rechazados por la gente a quien habían procurado ayudar.

Por mano suya. Parece que a Moisés le había sido revelado que él habría de librar a Israel; pero creía erróneamente que la obra se haría con los mismos medios que comúnmente empleaban los egipcios para hacer respetar su autoridad.

No lo habían entendido así. Esta declaración sencilla pero expresiva destaca la dureza de corazón del pueblo escogido. Con demasiada frecuencia el pueblo de Dios no comprende y no está listo para aceptar los actos de liberación de Dios (compárese con la actitud de los judíos para con Cristo, Juan 1:11).

26. De ellos. Los que reñían eran dos hebreos (Exo. 2:13).

Los ponía en paz. Es decir, trataba de conseguir que se reconciliaran.

Varones, hermanos sois. El sentido de fraternidad que acababa de surgir en Moisés era tan poderoso, que no podía tolerar cosa alguna que no fuera unidad fraterna entre los hebreos que sufrían juntos.

27. ¿Quién te ha puesto por gobernante? Como se señala en el vers. 35, Esteban pone de relieve este primer desafío a la autoridad de Moisés para mostrar que los mensajeros de Dios, enviados para el bien de la nación, habían sido rechazados en toda la historia de Israel. El repudio contra Jesús fue la culminación de esos rechazos.

28. ¿Quieres tú? Ver com. Exo. 2:14.

29. Moisés huyó. En el breve bosquejo presentado por Esteban se pasa por alto el hecho de que Faraón se enteró de lo ocurrido y procuró apresar a Moisés. Josefo dice que Moisés tuvo que huir por causa de los celos de los egipcios, quienes temían que encabezara una revuelta (Antigüedades ii. 11.1).

Madián. Gr. Madiám; Heb. midyan. Ver com. Exo. 2:15-16. Engendró dos Hijos. Gersón y Eliezer. Su madre fue Séfora, hija de Jetro (ver com. Exo. 4:20; 18:2-4).

30. Cuarenta años. Sumando los 40 años del vers. 23, se llega a los 80 que tenía Moisés cuando fue llamado para liberar a Israel (ver com. Exo. 7:7).

Un ángel. La referencia que hace Esteban al episodio de Moisés junto a la zarza ardiente, fue indirectamente una respuesta a la acusación de que había hablado contra Moisés, pues le atribuye el debido honor por haber tenido una experiencia personal con Dios. Con referencia a la identificación de ese ángel con el Señor, ver com. Exo. 3:2.

Llama de fuego. Ver com. Exo. 3:2. Una zarza. Gr. bátos, "espino", "zarza". Es imposible identificar con precisión esta planta.

31. Se maravilló. Cf. Exo. 3:3. Voz del Señor. Ver com. Exo. 3:2.

32. Dios de Abraham. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la omisión de las palabras "el Dios de" antes de Isaac y de Jacob. Si Esteban, como lo indica la tradición, fue (ver com. cap. 6:5) uno de los setenta, sin duda había oído a Jesús citar estas palabras como testimonio contra la incredulidad de los saduceos en cuanto a la resurrección (Mat. 22:32). Si algunos de esos mismos saduceos estuvieron en el concilio, habrían recordado esa referencia cuando Esteban se dirigía a ellos. Esas palabras majestuosas habrían traído a su memoria la promesa de la resurrección y cómo ésta quedó comprobada con la resurrección de Jesús.

33. Quita el calzado de tus pies. En Exo. 3 esta orden lógicamente precede al momento cuando Dios se da a conocer a Moisés, quien difícilmente habría necesitado recibir instrucciones una vez que hubiera reconocido la presencia de Dios. El hecho de que Esteban usara este episodio hacía destacar su verdadero respeto por los lugares santos, y mostraba que la presencia de Dios no se limitaba a los recintos del templo de Jerusalén (ver com. Exo. 3:5).

34. He visto. Este versículo es un resumen de Exo. 3:7-8,10.

Te enviaré. Esteban quizá empleó este versículo para sugerir a sus oyentes la manera en que Cristo, como Moisés, había sido enviado en respuesta a la oración para aliviar la aflicción y librar a su pueblo (ver com. vers. 35).

35. A este Moisés. Esta frase expresa con énfasis que Moisés fue honrado por Dios, pues a él se le apareció.

A quien habían rechazado. Se destaca de nuevo que Moisés fue rechazado por el pueblo hebreo, aunque tenía tan buen testimonio como mensajero de Dios. Tal vez Esteban insinuaba que sus oyentes habían actuado del mismo modo al rechazar a Jesucristo.

Libertador. Gr. lutrÇt's, "libertador", "redentor". Esta palabra sólo aparece aquí en el NT, pero en la LXX se usa como traducción del término hebreo go'el (ver com. Sal. 19:14; cf. com. Rut 2:20). Aunque tiene el sentido básico de "libertador", en el uso bíblico conlleva el significado más amplio asociado a la idea hebrea del pariente redentor. Moisés libertó, y por lo tanto redimió a su pueblo de Egipto; pero Cristo libera o redime a su pueblo del pecado y de la muerte.

Por mano. Esta frase hace notar que la obra de Moisés fue hecha en cooperación con los poderes celestiales. En cuanto a la identidad del ángel ver com. Exo. 3:2; cf. com. Hech. 7:30.

36. Los sacó. Moisés pudo hacerlo, pues disponía del poder de Dios (ver com. Exo. 3:12). Prodigios y señales. Ver com. cap. 2:19,22; 6:8; cf. t. V, p. 198.

Mar Rojo. Este es el nombre que le daban los griegos al mar que los hebreos llamaban mar de las Cañas (ver com. Exo. 10:19). No se sabe exactamente por qué recibía esos dos nombres. 

Cuarenta años. Cf. Núm. 14:33; Deut. 29:5.

37. Profeta. Esteban, lo mismo que Pedro (ver com. cap. 3:22), se refiere a la profecía de Deut. 18:15-18, y como Pedro, entiende que esa profecía se ha cumplido en Jesús. Ahora decide confrontar al sanedrín con este profeta -Jesús- a quien ellos habían crucificado.

A él oiréis. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras, pero establece su inclusión en Hech. 3:22 donde se cita el mismo pasaje del AT.

38. La congregación. Gr. ekkl'sía, "asamblea", "congregación" (ver com. Mat. 18:17).

En el desierto. Esteban se está refiriendo a la asamblea de la nación hebrea en el monte Sinaí antes de que se le diera la ley (Exo. 19).

Con el ángel. Como en el vers. 35, el ángel es el Señor mismo, así como en el vers. 31 la voz que habló fue "la voz del Señor".

Palabras de vida. Gr. lógia z^nta, "dichos vivientes". En griego, lógion es diminutivo de lógos, "palabra", y se emplea para referirse a lo que dice una persona, sobre todo lo que dice un dios, es decir, un oráculo. En la LXX se aplica esta palabra a los "dichos" de Dios (Núm. 24:4,16), y Filón (ver t. V. p. 93) la aplica al Decálogo. La RVR siempre traduce "palabra" o "palabras" (Rom. 3:2; Heb. 5:12; 1 Ped. 4:11). Aquí se emplea esta frase para describir la ley recibida por Moisés y transmitida a generaciones sucesivas. Estos oráculos son considerados "vivos", es decir, que permanecen de generación en generación (cf. Heb. 4:12; 1 Ped. 1:23).

39. No quisieron obedecer. Esta rebelión de los Hijos de Israel ocurrió un mes después de su liberación en el mar Rojo y antes de que llegaran al Sinaí (Exo. 16:2-3). Mientras Moisés estuvo en el monte, el descontento de ellos los llevó a la apostasía (Exo. 32:1), tal como lo dice Esteban en los versículos siguientes; y, por deducción, presenta un paralelo entre el proceder de los israelitas para con Moisés y el de los judíos para con Jesús. La gente de ambas épocas desobedeció al que era su redentor. En cuanto a la obediencia, ver com. Hech. 5:32.

En sus corazones. No regresaron a Egipto físicamente, sino anhelaban intensamente disfrutar de los alimentos que habían comido en el país de su cautiverio (ver com. Exo. 16:3; cf. com. Núm. 11:4-6). esposa de Lot también miró atrás hacia Sodoma, y murió (Gén. 19:26). El Señor desaprueba al que pone su mano en el arado, y luego mira atrás (Luc. 9:62).

Se volvieron. Esteban se refiere a las vicisitudes registradas en Exo. 16:2-3; 32:1-6; pero hubo muchas otras similares (Exo. 17:1-3; Núm. 11:1-5; 14:1-4; etc.).

40. Haznos dioses. Ver com. Exo. 32:1. Esteban muestra cómo la falta de fe de los israelitas en la dirección de Moisés los llevó a una de las peores formas de pecado: la idolatría.

41. Hicieron un becerro. Ver com. Exo. 32:4-5. Los hebreos probablemente habían visto a los egipcios adorar al toro Mnevis en Heliópolis, o al buey Apis en Menfis, y deseaban tener una imagen similar para representar al gran Dios del universo.

Idolo. Los hebreos proclamaron que el becerro de oro era un dios (Exo. 32:4), pero Esteban lo llama con toda corrección un "ídolo".

Las obras de sus manos. La adoración de un ídolo no sólo es la negación de Dios, sino, lo que es aún peor, coloca a un objeto hecho por el hombre en el lugar del Señor. El idólatra le da la espalda a su Hacedor, y en vez de inclinarse ante él, se inclina ante lo que él mismo ha hecho. Cf. Ose. 6:6.

Se regocijaron. Mejor "se regocijaban"; es decir, continuaban en la idolatría y en las orgías que la acompañaban. El verbo describe la alegría de un festín, como en Luc. 15:23-24,29 (cf. com. Exo. 32:5-6). Moisés no oyó gritos de guerra, sino "voz de cantar" (Exo. 32:18).

42. Y Dios se apartó. Israel se había apartado de Moisés, representante de Dios, y ahora Dios se apartó de ellos (cf. Jos. 24:20).

Dios abandona a los seres humanos sólo cuando éstos llegan a una condición espiritual terrible (ver com. Ose. 4:17; 5:6). Pablo describe esta catastrófica situación en Rom. 1:24,26,28.

Que rindiesen culto. Gr. latréuÇ, "servir"; en el NT se usa con referencia al servicio religioso, o sea "rendir culto".

Ejército del cielo. Ver com.  Deut. 4:19; Sof. 1:5. A Israel se le había advertido que tal culto era una forma de idolatría (Deut. 4:19; 17:3). Pero tanto los historiadores (2 Rey. 17:16; 23:5; 2 Crón. 33:3,5) como los profetas (Jer. 8:2; 19:13; Sof. 1:5) registran que la advertencia fue dada en vano. Este culto de los astros se conoce como sabeísmo. 

El libro de los profetas. Es decir, los profetas del AT (ver com. Luc. 24:44). 

Los judíos generalmente consideraban que los escritos de los doce profetas menores formaban un solo libro. Siguiendo la costumbre de la época, Esteban no identifica al autor de lo que cita.

¿Acaso me ofrecisteis? Con ligeras modificaciones, la cita corresponde con Amós 5:25-26 (LXX). Desde el punto de vista histórico debe responderse con una afirmación, pues en el desierto se ofrecieron sacrificios a Dios; pero espiritualmente la respuesta es negativa, porque muchos de los israelitas, a pesar de ofrecer sacrificios a Dios, estaban también adorando dioses falsos y el Señor rechazó su culto compartido.

43. Antes bien. Mejor "y". Con ligeras variaciones, este versículo es una cita de Amós 5:26 (LXX), que difiere bastante del texto masorético hebreo. Este pasaje relaciona el culto inaceptable de Israel con su devoción a los ídolos. Mientras Israel iba por el desierto sólo debería haber llevado el tabernáculo del Señor, pero muy a menudo también llevó el tabernáculo de una imagen pagana.

Moloc. Un dios a quien se ofrecían sacrificios humanos. Ver com. Lev. 18:21; 20:2; Jer. 7:31. En estos textos se prohíbe totalmente el culto a Moloc, pero la prohibición había sido en vano (2 Rey. 16:2-3; 23:10; Jer. 7:31; 32:35; Eze. 23:37; etc.).

Renfán. En los MSS griegos la grafía de este nombre varía mucho. En Amós 5:26 (LXX), de donde se toma esta cita, se lee raifán, palabra que parece haber sido considerada como equivalente del hebreo kiyyun (o kewan), que quizá sea uno de los nombres babilónicos de Saturno. De todos modos es claro que Amós, a quien cita Esteban, condena el culto a los astros. Por lo tanto, Esteban tiene toda la razón al condenar a los antiguos judíos como idólatras.

Más allá de Babilonia. En Amós 5:27, de donde está tomado este versículo, tanto el hebreo como la LXX dicen "Damasco". Hasta los tiempos de Amós, Siria, representada por Damasco, había sido un serio enemigo tanto de Israel como de Judá. El cautiverio babilónico aún no había tenido lugar, pero Esteban mirando hacia atrás, ve que Babilonia sobresale como el enemigo máximo de los judíos, y sin duda por esa razón dijo Babilonia y no Damasco. En los vers. 37-43 Esteban ha destacado las apostasías de los hebreos, quienes se apartaron de Dios al apartarse de Moisés, y en sus días se rebelaron contra Dios al oponerse a Jesús.

44. El tabernáculo del testimonio. Ver com. Exo. 25:8; Núm. 9:15.

Cuando dijo. Mejor "como mandó el que dijo a Moisés" (BJ). Ver com. Exo. 25:8-9.

Conforme al modelo. Ver com. Exo. 25:9. La argumentación de Esteban equivale a decir que el santuario celestial es lo más importante y central, y por eso destaca la naturaleza pasajera del tabernáculo terrenal como la sede central de la adoración a Dios.

45. Recibido a su vez. Recibieron el tabernáculo de sus padres. La generación siguiente a la del éxodo fue la que llevó el tabernáculo a Canaán, porque todos los que salieron de Egipto, excepto Caleb y Josué, murieron en el desierto.

Josué. Gr. I'sóus, "Jesús", equivalente al Heb. yehoshua'(ver com. Mat. 1:1). Una clara referencia a Josué, quien introdujo en Canaán a los israelitas y el tabernáculo.

Gentiles. Es decir "naciones", o "paganos", refiriéndose específicamente a los cananeos.

A los cuales Dios arrojó. Ver com. Deut. 9:3; Sal. 44:2.

Los días de David. Esta frase puede tener dos aplicaciones: (1) que la población cananea autóctono de Palestina no fue totalmente conquistada hasta los días de David, (2) que el tabernáculo fue el centro del culto israelita inclusive durante el reinado de David. El templo reemplazó al tabernáculo después del reinado de este rey.

46. Halló gracia. David, favorecido por Dios, quiso construir el templo; pero Dios no se lo permitió (ver com. 2 Sam. 7:1-17; 1 Crón. 22:6-10).

Proveer tabernáculo. El griego dice "encontrar un tabernáculo". Esta expresión parece ser un poco extraña dentro del contexto. Es una cita de Sal. 132:5 (LXX). La palabra griega que se traduce "tabernáculo" es sk'nÇma, que quizá pueda traducirse mejor como "morada" (BJ), puesto que el tabernáculo (sk'n') había existido desde los tiempos de Moisés, y David deseaba construir un templo permanente.

Dios de Jacob. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto: "casa de Jacob". Sal. 132:5 (LXX), de donde Esteban cita este pasaje, dice "Dios de Jacob".

47. Salomón le edificó casa. Ver com. 1 Rey. 6:1. 

48. Si bien. "Aunque" (BJ). Se señala un contraste. con los versículos anteriores que hablan del tabernáculo y del templo como lugares donde Dios se encuentra con los hombres, y los vers. 48-49 que destacan el hecho de que Dios no mora en edificios hechos por el hombre.

El Altísimo. En cuanto a esta manera de llamar a Dios, ver com. Gén. 14:18. 

No habita. En el griego dice que Dios no habita en "cosas fabricadas por mano". Se sobrentiende la palabra "templos" (RVR) o "casas" (BJ). Ver com. Heb. 9:11,24. A los judíos no tendría por qué habérseles recordado la omnipresencia de Dios, pues se les había instruido bien en cuanto a este aspecto de la naturaleza divina (ver com. 1 Rey 8:27; Sal. 139:7-13); pero se habían concentrado tanto en la verdad de que el Señor había prometido favorecer al templo con su presencia, que limitaban al Altísimo a este edificio. Y lo que era peor, habían llegado a reverenciar más el edificio que a Aquel para quien había sido construido. Esto los incapacitó para reconocer y recibir a Dios "manifestado en carne" (1 Tim. 3:16) cuando se encarnó y vivió entre ellos.

Pablo, que había escuchado la defensa de Esteban, empleó un argumento similar al hablar a los filósofos de Atenas (Hech. 17:24-25).

Dice el profeta. La cita es de Isaías, el profeta evangélico (cap. 66:1-2), quien vio a Dios en su templo celestial (cap. 6:1-7).

49. El cielo es mi trono. Esteban cita la LXX casi textualmente. Ver com. Isa. 66:1-2. Isaías destaca que el Altísimo no puede reducirse a los límites humanos, pero anhela vivir con los quebrantados y humildes de corazón (cap. 57:15). Estas palabras fueron un reproche para los judíos que las escuchaban. Su culto estaba centralizado en el templo terrenal, y por lo tanto estaban lejos de ser humildes de corazón. Esteban los exhorta a aceptar al Ser divino que había caminado entre ellos con tanta humildad, y les había mostrado el hermoso carácter del Padre celestial. Muchos de los sacerdotes ya habían aceptado el Evangelio (Hech. 6:7); otros lo harían después. Estos conversos que habían dejado el antiguo sistema simbólico, estaban construyendo un templo espiritual en el corazón de los hombres.

51. ¡Duros de cerviz! Este repentino cambio de tono en el discurso de Esteban debe atribuirse, sin duda, a la ira creciente del sanedrín y el resentimiento causado por las palabras del mártir (cf. HAp 82; Mat. 26:65). Parece que Esteban, al comprender que se acerca su fin, y que ningún argumento adicional podrá cambiar la situación, pronuncia una dura reprimenda. Los adjetivos que usó ya habían sido aplicados a los israelitas de antaño: "duros de cerviz" (Exo. 33:3,5; 34:9), e "incircuncisos de corazón"(Lev. 26:41). En Ezequiel 44:7 se aplica esta frase a los "extranjeros". Además de decirles que su veneración del templo era excesiva e inútil, Esteban los compara con los gentiles. No podría haberse lanzado un peor insulto contra esa gente furiosa.

Resistís siempre al Espíritu Santo. Este fue un resumen histórico exacto, porque desde los días de Moisés -a quien sus padres habían desobedecido- hasta los días de Jesucristo -a quien habían crucificado-, los israelitas habían resistido al Espíritu Santo. La palabra griega que se traduce "resistir" (antipíptÇ), implica una resistencia activa e intensa.

52. ¿A cuál de los profetas? Este es un eco de las palabras de Jesús mismo (Mat. 5:12; Luc. 11:47; 13:34). En cuanto a la historia de la persecución de los profetas, ver com. Mat. 5:12; 23:37 (cf. 1 Tes. 2:15; com. 2 Crón. 36:16).

Justo. Este excelso título se aplica a Jesús en Hech. 3:14; 22:14. En la literatura judía este nombre se había aplicado al Mesías esperado (Enoc 38:2) sugerido quizá por Isa. 11:4-5. La esposa de Pilato empleó esta palabra para referirse a Jesús (Mat. 27:19). 

La iglesia primitiva parece haber aceptado este título. Un ejemplo de su aplicación puede verse en 1 Juan 2:1 donde Jesús es llamado "justo". Cristo, que había sido condenado como malhechor, se destacaba entre todos los hombres como "el justo". Y como él, Esteban había recibido esta misma justicia, y se destacaba en contraste con los que, movidos por su impía furia, estaban a punto de matarlo.

Habéis sido. Mejor "habéis llegado a ser".

Entregadores y matadores. Esteban viendo en el rostro de sus perseguidores la suerte que pronto le tocaría, les recuerda lo que habían hecho con Jesús.

53. Por disposición de ángeles. Es decir "mediante ángeles" o tal como Dios dio instrucciones a los ángeles para que la dieran. Fue Cristo, el Hijo de Dios, quien dio la ley en el monte Sinaí (ver com. Exo. 20:2). Él era también el Ángel del pacto (ver com. Exo. 23:20). Pero con el Señor hubo una hueste de ángeles en el monte Sinaí (cf. com. Deut. 33:2; Sal. 68:17; Gál. 3:19; Heb. 2:2). En Deut. 33:2, al describirse el momento cuando Dios dio la ley, se dice que "vino de entre diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha". La LXX traduce: "a su derecha ángeles con él". Josefo (Antigüedades xv. 5.3) presenta la misma idea.

No la guardasteis. Esta afirmación es un agudo contraste con la anterior: "recibisteis la ley". Tuvo que haber sido un rudo golpe para los que escuchaban: no habían guardado ni la letra ni tampoco el espíritu de la ley. La ley, dada por ángeles, podría haber sido la gloria de Israel; pero su perversión estaba precipitando su vergüenza y destrucción.

54. Se enfurecían en sus corazones. Ver com. cap. 5:33. "Sus corazones se consumían de rabia" (BJ). Esta no es la misma emoción del cap. 2:37; no produjo arrepentimiento, sino ira y furia.

Crujían los dientes contra él. Esta expresión aparece en más de una ocasión en el NT (Mat. 8:12; 13:42; etc.); pero aquí es una manifestación literal de ira. Los judíos habían permitido que su enojo fuera más allá de los límites de su dominio propio. Mudos de ira, querían hacerlo pedazos así como las bestias feroces desgarran su presa con los dientes.

55. Pero Esteban. Nótese el contraste entre Esteban y sus furiosos enemigos.

Lleno. Esto no indica una repentina inspiración, sino continua. Esteban había estado en las mismas condiciones tanto al principio (cap. 6:5) como al final: estaba "lleno del Espíritu Santo".

Puestos los ojos. Ver com. cap. 1:10.

En el cielo. Esteban vio "los cielos abiertos" (Hech. 7:56; cf. com. Isa. 6:1). Ninguno de los presentes vio la gloria de los cielos abiertos; por lo tanto, esta afirmación de Esteban de que veía esa gloria agravaba, según ellos, su culpabilidad. Pero sólo los profetas pueden decirnos si lo que ven lo contemplan con el ojo interior espiritual, o mediante una aguda penetración del sentido físico (cf. Mat. 3:16; 2 Cor. 12:2-6).

Vio la gloria de Dios. Cf. com. Gén. 3:24; Exo. 13:21; Juan 1:14; Hech. 7:2. 

El discurso de Esteban comenzó con una referencia al "Dios de la gloria", y concluyó describiendo una visión de gloria divina que brillaba en su mente. ¡Cuán absorto debe haber estado contemplando esa gloria! Olvidó los peligros de muerte de ese momento, y se entregó enteramente a la visión celestial.

Estaba. Mejor "que estaba en pie a la diestra de Dios" (BJ). Por lo general, se dice que Cristo está sentado a la diestra de Dios.

La diestra de Dios. Ver com. Mat. 26:64. La visión del Padre y del Hijo fortaleció a su fiel y sufriente siervo.

56. Hijo del Hombre. Además de los Evangelios, este título sólo aparece aquí y en Apoc. 1:13; 14:14. Esteban pudo haber oído de labios de Jesús o de los apóstoles, pues presentó su discurso antes de que se hubiera escrito algún Evangelio. Es probable que los miembros del sanedrín recordaran que Jesús mismo había empleado este título cuando fue juzgado ante ellos (Mat. 26:64). Entonces habían catalogado como blasfemia esa declaración de Jesús. En cuanto a este título, ver com. Mar. 2:10; cf. t.V. pp. 894-895.

57. Dando grandes voces. Gritaron para silenciar a Esteban, y no escucharlo ni reconocer su falta en la presencia de la gloria de Dios.

Se taparon los oídos. Consideraron que las palabras de Esteban eran blasfemas, y no quisieron escuchar más. De esta manera demostraron que merecían lo que se estaba diciendo de ellos en el vers. 51. Los blasfemos eran ellos, no Esteban.

Arremetieron a una contra él. Satanás había conseguido que hubiera en el sanedrín el tipo de unidad requerido por la ley (Deut. 13:9-10) cuando había que ejecutar a una persona. No fue necesario esperar que se diera un veredicto oficial. Su deseo y su decisión fueron unánimes. Con referencia a los aspectos judiciales de este procedimiento, cf. com. Mat. 26:59.

58. Echándole fuera. Según Lev. 24:14, el que iba a ser apedreado tenía que ser llevado fuera del campamento, lo que en los días de Esteban equivalía a ser llevado fuera de los muros de Jerusalén.

Le apedrearon. Mejor "le apedreaban". El tiempo del verbo griego sugiere que mientras el mártir oraba (vers. 59-60), seguían apedreándole. Según la ley mosaica, la muerte por apedreamiento era el castigo por la blasfemia (Lev. 24:14-16; ver com. Juan 8:7); se ciñeron a esta ley, pero bajo el gobierno romano no tenían autoridad para aplicar la pena de muerte, sobre todo si Esteban era ciudadano romano (ver com. Hech. 6:5). Sin embargo, era posible sobornar a los funcionarios romanos para que guardaran silencio (HAp 80,83).  

Pilato, que aún era procurador (ver. t. V, pp. 68-69), bien pudo haber estado ausente de la ciudad en ese momento; pero difícilmente habría querido impedir el atropello contra Esteban después de su episodio humillante en el juicio de Jesús. El hecho de que los miembros del sanedrín no cumplieran la ley romana ni tampoco sus propios reglamentos legales (ver la segunda Nota Adicional de Mat. 26), sugiere que la furia del momento pudo haber dominado a la turba, sin pensar que la muerte de Esteban tenía que ajustarse a una determinada ley.

Pusieron sus ropas. La ley mosaica exigía que el acusador lanzara la primera piedra contra el acusado (Deut. 17:7; cf. com. Juan 8:7). Los mantos anchos y holgados que llevaban habrían impedido la libre acción de los brazos de los verdugos, y por lo tanto se los quitaron (cf. Hech. 22:20).

Un joven. Gr. neanías, "joven". Esta palabra se usaba para referirse a hombres que estaban entre los 20 y los 40 años; por lo tanto, este vocablo no ayuda para determinar la cronología de la vida de Pablo (cf. com. File. 9). Con referencia a una posible fecha para el martirio de Esteban ver p. 102.

Saulo. En cuanto al significado de este nombre, ver com. 1 Sam. 9:2. En la segunda Nota Adicional de este capítulo se presenta la vida de Saulo antes de este episodio, su presencia en el martirio de Esteban y su siguiente cambio de nombre.

59. Invocaba. El texto no dice explícitamente quién era invocado, pero la oración de Esteban indica claramente que se dirigía al Señor Jesús, a quien acababa de ver a la diestra de Dios (vers. 56).

Recibe mi espíritu. Ver com. Mat. 27:50; Luc. 8:55; Hech. 7:60. Nótese que Lucas registra una oración similar de Jesús cuando estaba a punto de morir (Luc. 23:46).

60. Puesto de rodillas. Se postró para adorar e implorar a Aquel a quien había visto a la diestra de Dios, aunque es indudable que el apedreamiento lo obligó a tomar esta posición.

No les tomes en cuenta. Poco era lo que Esteban podía hacer en relación con los pecados pasados de sus perseguidores, pero tenía el derecho de pedir perdón por este pecado. Este ruego por ellos revela cuán plenamente estaba imbuido del espíritu perdonador que había caracterizado a su Maestro (cf. Luc. 23:34).

Durmió. Ver com. Mar. 5:39; Juan 11:11. La conducta de Esteban en toda su defensa fue muy diferente de la de sus acusadores. Ellos estaban llenos de furia y odio, pero él conservó una tranquilidad como la de Cristo en el pretorio. Lucas concluye su registro del ministerio de este mártir, conservando esa sagrada atmósfera con la última palabra: "durmió". Ha concluido la batalla; la victoria ha sido ganada; el fiel guerrero de Dios abandona el tumulto, y silenciosamente duerme hasta el día de la resurrección.

 Los capítulos siguientes demuestran que su muerte no fue en vano.

NOTAS ADICIONALES DEL CAPÍTULO 7

Nota 1. El discurso de Esteban presenta algunas dificultades en cuanto a su propósito, su contenido y algunos datos históricos. Al estudiar estos problemas, debería tenerse en cuenta lo siguiente: (1) El discurso se presenta no como Lucas podría haber recordado su contenido y entender su significado 30 años más tarde cuando escribió el libro de Hechos, sino probablemente como le fue contado por uno o más de los que lo oyeron, quizá por Pablo o algunos de los sacerdotes convertidos (cap. 6:7). Por supuesto, en ese proceso no debe descartarse la obra inspiradora del Espíritu Santo. 

(2) El discurso nunca concluyó, pues los que lo oían arremetieron con furia contra Esteban, lo llevaron fuera de la ciudad, y lo apedrearon hasta matarlo. (3) El discurso de Esteban fue histórico, como habían sido antes los de Pedro (cap. 2; 3) y luego los de Pablo (cap. 13; 22; 26), y en este sentido la disertación de Esteban registra poco del pensamiento teológico de su autor. Los conceptos teológicos que Esteban había llegado a formar deben verse en lo que se deduce del esbozo histórico que presentó y en las acusaciones de sus enemigos. 

(4) Su discurso fue sin duda una continuación del mensaje evangelístico presentado por los siete después de su ordenación (cap. 6: 7-10) y de la presentación evangélica que Esteban había hecho en las sinagogas de los helenistas (ver com. vers. 9). Por lo tanto, su defensa daba por sentados muchos puntos que hoy no conocemos y que serían de ayuda para analizar y evaluar esa defensa. 

(5) Algunos de los problemas históricos y exegéticos que surgen de su discurso -que Abrahán no partiera de Harán hasta después de la muerte Taré (cap. 7:4), las 75 personas que descendieron a Egipto con Jacob (vers. 14), la parcela que Abrahán compró en Siquem (vers. 16), el entierro de Jacob en esa parcela (vers. 15-16), la cita de Amós 5:26-27, en la cual Esteban dice "Babilonia" en vez de "Damasco" y los nombres de las deidades paganas que se mencionan (Hech. 7:43)-, pueden deberse en parte o totalmente a que no tenemos hoy toda la información que Esteban pudo haber conocido.  

DEL DISCURSO PUEDEN INFERIRSE TRES OBJETIVOS RELATIVAMENTE CLAROS:

1. Ganar la aprobación, o por lo menos disminuir la desaprobación, del sanedrín, mostrando que él conocía la historia hebrea, y presentar los fundamentos de su ortodoxia.

2. Mostrar históricamente cómo Dios había procurado guiar a los hebreos, y cómo con tanta persistencia ellos habían rechazado esa conducción dada mediante Moisés, los profetas y el Mesías, quien había sido predicho con muchísima anticipación.

3. Mostrar la naturaleza y el significado del culto que Dios había ordenado para los patriarcas y para su pueblo escogido, como debía reconocerse en relación con la obra que Cristo acababa de comenzar a la diestra de Dios. Quizá deba considerarse que este era el objetivo más importante, aunque es el que aparece menos claramente expresado. 

En relación con él deben señalarse cuatro hechos:  

a). Cuando los diáconos, de los cuales Esteban surge como el principal evangelista, comenzaron su ministerio público, "muchos de los sacerdotes obedecían a la fe" (6:7). Este pudo haber sido el resultado de algún énfasis específico en la predicación del Evangelio presentado por Esteban y los otros diáconos. 

b). A Esteban se le había hecho la grave acusación de que enseñaba lo que era contrario "a este lugar santo", es decir, el templo, la "ley" y las "costumbres" (6:13-14).

c). Esteban hizo hincapié en el llamamiento de Abrahán y el cuidado providencia de Dios para con Jacob y sus descendientes (cap. 7:2-17), en la liberación de los hebreos de Egipto bajo la conducción de Moisés (vers. 18-36), en el testimonio de Moisés en cuanto a un profeta futuro para la congregación en el desierto (vers. 37-38), en el culto falso y los sacrificios desprovistos de consagración de los hebreos (vers. 39-43), en la construcción del tabernáculo del desierto según el modelo mostrado a Moisés (vers. 44-45), en el templo de Salomón (vers. 46-47), y en el hecho de que Dios de ningún modo necesita templos hechos por manos humanas (vers. 48-50). Este énfasis en el culto podría sugerir que Esteban se proponía llegar al tema del ministerio de Cristo en los cielos.

d). En el caso de Esteban se puede percibir una relación con la profecía de las 70 semanas (Dan. 9:24-27), la cual comenzó en el año 457 a. C., en cuya última semana se quitaría la vida al Mesías "mas no por sí", y el sistema simbólico de sacrificios terrenales terminaría como un medio eficaz de intercesión, con lo cual también terminaría el sacerdocio terrenal. Este Comentario adopta la posición de que la crucifixión ocurrió en el año 31 d.C. (ver t. V, pp. 242-258), "a la mitad de la semana". Por lo tanto, la última de las 70 semanas proféticas debía terminar en el año 34 d. C. De este modo puede considerarse que el ministerio de Esteban simboliza dramáticamente el llamamiento de Dios a su pueblo escogido durante la última semana profético, antes de que se presentara el Evangelio a los gentiles. Por esto parece razonable ubicar el martirio de Esteban en el año 34 d. C., puesto que su muerte puede entenderse como el último acto del rechazo del Evangelio de parte de los judíos como nación.

Cuando el discurso de Esteban se proyecta sobre este telón de fondo, se percibe como un episodio dramático y vital en un período crítico de la historia de la iglesia primitiva.

Nota 2. El joven Saulo, presentado en este relato (cap. 7:58), juega un papel tan importante en el escenario del NT, que merece nuestra mejor atención desde que se menciona su nombre por primera vez. Son escasos los detalles biográficos directos, pero las referencias indirectas permiten reconstruir con cierta seguridad los primeros años de su carrera.

Las Escrituras no dicen nada acerca de sus padres, excepto una mención pasajera a su madre (Gál. 1:15) y de referencias generales sus antepasados hebreos (Hech. 24:14; Gál. 1:14; 2 Tim. 1:3). Según Hech. 23:16 no era hijo único, pues allí aparece "el hijo de la hermana de Pablo". Es posible que su familia lo consideró un apóstata cuando se convirtió al cristianismo y rompió toda relación con él (Fil. 3:8), y que este hecho le hiciera penoso hablar de los suyos, aunque por Rom. 16:7 podría entenderse que algunos de sus parientes eran cristianos.

Una tradición del siglo II, registrada por primera vez por Jerónimo, afirma que los padres de Saulo vivieron originalmente en Giscala de Galilea. Dice también que alrededor del año 4 a. C. fueron llevados como esclavos a Tarso, principal ciudad de Cilicia en el Asia Menor, donde finalmente obtuvieron su libertad, prosperaron y se hicieron ciudadanos romanos. Más tarde les nació allí un hijo, Saulo.

La vida de Saulo comenzó en Tarso (Hech. 22:3), donde al octavo día fue circuncidado (Fil. 3:5) y, según la costumbre, recibió su nombre (ver com. Luc. 1:59). Puesto que era de la tribu de Benjamín (Rom. 11:1; Fil. 3:5), pudo haber recibido el nombre de Saulo en honor del primer rey de Israel, también de esa tribu.

Desde su nacimiento tuvo ciertos privilegios envidiables. Era ciudadano romano de nacimiento (Hech. 22:28). En el siglo I d. C. la ciudadanía romana era muy codiciable, y es probable que la familia de Saulo fuera de cierta alcurnia y de una riqueza más que común. El poseedor de tal ciudadanía tenía amplia razón para enorgullecerse, y naturalmente sentiría afecto por el Imperio Romano. Además, Santo era leal a su propia y distinguida ciudad; era ciudadano de Tarso (cap. 21:39). Esto significa que no sólo residía allí, sino que poseía derechos de ciudadano. Es probable que tuviera este privilegio por servicios prestados por su familia a la ciudad. 

Pero por encima de estos privilegios sociales, Saulo valoraba su herencia racial y religiosa. Se gloriaba describiéndose como "hebreo de hebreos" (Fil. 3:5; cf. 2 Cor. 11:22), y era celoso de las tradiciones de sus antepasados. Este orgullo era plenamente compatible con el que sentía por su ciudadanía, tanto romana como de Tarso, porque hasta el año 70 d. C., cuando Vespasiano abolió los derechos legales de los judíos, ellos podían conservar su nacionalidad peculiar, aun dentro del ambiente de la Roma pagana. A esta satisfacción de trasfondo religioso, Saulo añadía un orgullo especial por ser fariseo. Vivía como fariseo, "conforme a la más rigurosa secta" de la religión judía (Hech. 26:5; cf. cap. 23:6; Fil. 3:5). Algunos comentadores sugieren que este fariseísmo fue heredado de su padre; pero es igualmente posible que se hiciera fariseo por causa de su educación bajo la tutela de Gamaliel (cf. com. Hech. 5:34).

Cuando era aún joven, quizá a los 12 años, Saulo fue enviado a Jerusalén (cap. 26:4) para ser educado por el famoso Gamaliel I (cap. 22:3; ver com. cap. 5:34). Fue instruido "estrictamente conforme a la ley", "creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas", llegando a ser "celoso de Dios", y "mucho más celoso de las tradiciones de" sus "padres" (Hech. 22:3; 24:14; Gál. 1:14). Parece que llegó a ser un partidario más fanático de su secta que su mismo maestro (cf. com. Hech. 5:34).

De este modo puso el fundamento para su futura y enérgica cruzada contra la iglesia cristiana (cap. 8:1,3; 22:4-5; 26:9-12). Con este trasfondo y dentro de estos antecedentes, Saulo se introduce en el relato del libro de Hechos (cap. 7: 58). Como miembro celoso de la secta más estricta del judaísmo, presenta su apoyo y da asentimiento con su presencia a la muerte de Esteban, quien parece condenar al judaísmo.

Su presencia sugiere que Saulo había seguido viviendo en Jerusalén; por lo tanto, estaría bien enterado del ministerio y de la muerte de Cristo, y del posterior testimonio apostólico cada vez más poderoso. Pero puesto que menciona sólo su encuentro sobrenatural con Jesús en el camino a Damasco (Hech. 22:7-8; 26:14-15; 1 Cor. 15:8), es poco probable que alguna vez lo hubiera visto personalmente.  Con todo, Saulo estaba bien preparado para ser perseguidor de los cristianos, y no hay nada de extraño en que hubiera participado en la muerte del primer mártir.

Se ha debatido mucho en cuanto al cambio de nombre que ocurre a la mitad del libro de Hechos.  Se habla de "Saulo, que también es Pablo" (cap. 13:9). ¿Por qué habría de presentarse aquí un segundo nombre cuando se ha empleado el nombre "Saulo" 18 veces (cap. 7:58 a 13:9)? Desde los días de Jerónimo el nuevo nombre se ha relacionado con el de Sergio Paulo, procónsul de Chipre. Se ha sugerido que Saulo tomó el nombre de Pablo en esa ocasión en honor a la conversión del procónsul al cristianismo. Tal explicación parece poco probable, porque hay razones de peso para suponer que Saulo tuvo desde su infancia más de un nombre.

Saulo nació en un mundo políglota; en una población heterogéneo que hablaba una multitud de idiomas diferentes, pero cada grupo tenía su lengua vernácula. Por encima de todo, estaba el griego, lengua franca del mundo civilizado (ver t. V, p. 104), y el latín, idioma oficial del Imperio Romano. Por esto muchas personas hablaban griego y latín, además de su lengua vernácula. Por esta razón muchos tenían más de un nombre o quizá diferentes formas del mismo nombre, según el idioma o la sociedad en que se lo usara.

En otros casos tenían nombres sin relación lingüística entre sí; es decir, no eran traducciones de un idioma a otro.

En el caso de Saulo, puede haber pasado lo siguiente: cuando fue circuncidado recibió un nombre judío, Saulo, pero como vivía en una comunidad gentil se le dio también un nombre latino relativamente común: Paulus. 

Pueden señalarse muchos casos de personas que tuvieron dos nombres: Beltsasar-Daniel, Ester-Hadasa, Juan Marcos (ver Hech. 1:23; 13: 1; Col. 4:11).

Lucas muestra que sabía que el apóstol tenía dos nombres: Saulo y Pablo. Antes de Hech. 13:9 lo describe dentro de un ambiente mayormente hebreo, y por lo tanto ha usado su nombre hebreo, Saulo. Posteriormente (cap. 13:9), Lucas lo ve frente a frente con un funcionario romano, quien naturalmente le habría preguntado su nombre, su procedencia, etc. Un ciudadano romano no habría respondido: "Soy Saulo, fariseo de Jerusalén", sino "Soy Pablo, ciudadano romano de Tarso".

Por lo tanto, el uso del segundo nombre del protagonista del relato de Lucas es sumamente apropiado dentro de las circunstancias, y casi no necesita ninguna otra explicación. De aquí en adelante, Lucas emplea el nombre gentil, excepto en tres referencias al Saulo de tiempos pasados (cap. 22:7, 13; 26:14), lo que muestra con cuánta precisión Lucas registró los discursos de Pablo.

Esto es muy apropiado, porque el ministerio del apóstol en la segunda mitad del libro de Hechos fue casi enteramente en medio de los gentiles. De esa manera el nombre de Pablo está entretejido con su misión para los gentiles. Esto está corroborado por el uso casi invariable del nombre de Pablo en sus epístolas (Rom. 1:1; 1Cor. 1:12; 2 Cor. 10:1; Gál. 5:2; Col. 4:18; etc.).

Otra Interpretación merece ser considerada. La palabra latina paulus, cuyo equivalente griego es páuros significa "pequeño" o "chico", y se ha interpretado como una descripción de la estatura de Saulo. Esta idea tiene el apoyo del libro apócrifo de Hechos de Pablo y Tecla, que data aproximadamente de 160-180 d. C., y aunque no es digno de confianza quizá refleje una tradición genuina referente a la apariencia personal del gran apóstol. El pasaje en cuestión dice que Pablo era: "Un hombre pequeño de estatura, calvo, estevado, fornido, cejijunto, de nariz bastante larga, lleno de gracia, pues algunas veces parecía ser un hombre y otras veces tenía el rostro de un ángel". Sin embargo, debe reconocerse que esta explicación requiere que se acepte que Pablo recibió ese nombre cuando era grande, una vez que se destacaron sus características físicas.

Sea cual fuere el origen del segundo nombre del apóstol, era un nombre romano muy apropiado para su propósito final de llevar el Evangelio a la capital imperial (cf. com. Hech. 19:21; Rom. 1:15). Además, cuando Lucas presenta el tema central de su libro -el ministerio de Pablo para los gentiles-, usa siempre el nombre romano del apóstol.

Ver en las pp. 100-105 una cronología sugerente de la vida de Saulo, llamado con más frecuencia, Pablo. (6CBA).

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/cronologia-de-los-hechos-y-de-las.html

COMENTARIOS DE EGW

1-60 HAp 81-84; SR 264-267. 

EL PRIMER MÁRTIR CRISTIANO.

https://elaguila3008.blogspot.com/2012/07/capitulo-10-el-primer-martir-cristiano.html

Ministerio Hno. Pio  


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