El
Sábado fue santificado en ocasión de la
creación. Tal cual fue ordenado para el hombre, tuvo su origen cuando "las estrellas todas del alba
alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." La paz reinaba
sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo. "Vió Dios todo lo que había hecho, y
he aquí que era bueno en gran manera;'* (Job 38:7; Génisis 1:31). Y reposó
en el gozo de su obra terminada. Por haber reposado en sábado, "bendijo Dios el día séptimo y
santificólo," es decir, que lo puso aparte para un uso santo. Lo dio a
Adán como día de descanso. Era un monumento recordativo de la obra de la
creación, y así una señal del poder de Dios y de su amor. Las Escrituras dicen:
"Hizo memorables sus
maravillas." "Las cosas
invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la
creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas."*
(Génesis 2:3; Salmos 111:4; Romanos 1:20). Todas las cosas fueron creadas
por el Hijo de Dios. "En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios.... Todas las cosas por él
fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho."* (Juan
1:1-3).
Y PUESTO QUE EL SÁBADO ES UN MONUMENTO RECORDATIVO DE LA OBRA DE LA CREACIÓN, es una señal del amor y del poder de Cristo. El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el Creador. En el canto de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír todavía esa voz que habló con Adán en el Edén al frescor del día.
Y mientras
contemplamos su poder en la naturaleza, hallamos consuelo, porque la palabra
que creó todas las cosas es la que infunde vida al alma. El "que mandó que
de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo." * (2 Corintios 4:6).
Fue este pensamiento el que
provocó este canto del salmista: 249 "Por
cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me
gozo. ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos."*
(Salmos 92:4,5). Y el Espíritu Santo declara por medio del profeta Isaías: "¿A qué pues haréis semejante a Dios, o a qué imagen le
compondréis? . . . ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el
principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? Él está
asentado sobre el globo de la tierra, cuyos moradores son como langostas, él
extiende los cielos como una cortina, tiéndelos como una tienda para morar....
¿A qué pues me haréis semejante, o seré asimilado? dice el Santo. Levantad en
alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas; él saca por cuenta su
ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de
su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel:
mi camino es escondido de Jehová, y de mí Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido,
no has oído que el Dios del siglo es Jehová, el cual crió los términos de la
tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio.... El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas." "No
temas que yo soy contigo, no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo:
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
"Mirad a mí, y sed salvos,
todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más." Tal es el mensaje que fue escrito en la naturaleza y que
el sábado está destinado a rememorar. Cuando el Señor ordenó a Israel que
santificase sus sábados, dijo: "Sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy
Jehová vuestro Dios." (Isaías 40:18-29; 41:10; 45:22; Ezequiel 20:20).
EL SÁBADO FUE INCORPORADO EN LA LEY DADA DESDE EL SINAÍ; pero no fue entonces cuando se dio a conocer por primera
vez como día de reposo. El pueblo de Israel había tenido conocimiento de él
antes de llegar al Sinaí. Mientras iba peregrinando hasta allí, guardó el
sábado. Cuando algunos lo profanaron, el Señor los reprendió diciendo: "¿Hasta cuándo no querréis guardar mis
mandamientos y mis leyes?" (Éxodo 16:28).
El sábado no
era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer
al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación
imperecedera. 250
ACERCA DE AQUELLA LEY DE LA CUAL EL CUARTO MANDAMIENTO FORMA
PARTE, Cristo declara: "Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde
perecerá de la ley." Así que mientras duren los cielos y la tierra, el
sábado continuará siendo una señal del poder del Creador. Cuando el Edén vuelva
a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será honrado por todos
los que moren debajo del sol. "De
sábado en sábado," los habitantes de la tierra renovada y glorificada,
subirán "a adorar delante de mí,
dijo Jehová." (Mateo 5:18;
Isaías 6:23). Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan
plenamente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban.
Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había
de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el
verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben
ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo.
Cuando fue dado a Israel el mandato: "Acordarte
has del día del reposo, para santificarlo," el Señor también les dijo:
"habéis de serme varones
santos" *(Éxodo 20:8; 22:31).
ÚNICAMENTE EN ESA
FORMA podía el sábado distinguir a los
israelitas como adoradores de Dios. Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de
apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su significado
para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los
hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del
poder de Cristo. Los dirigentes judíos cumplían la voluntad de Satanás rodeando
de requisitos pesados el día de reposo de Dios.
EN LOS DÍAS DE CRISTO, EL SÁBADO HABÍA QUEDADO
TAN PERVERTIDO, que su observancia
reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el
carácter del amante Padre celestial. Los rabinos representaban virtualmente a
Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible para los hombres.
Inducían a la gente a considerar a Dios como un tirano, y a pensar que la
observancia del sábado, que él les exigía, hacía a los hombres duros y crueles.
Era obra de Cristo disipar estos conceptos falsos. Aunque los rabinos le
perseguían con una hostilidad implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a
sus requerimientos, 251 sino que seguía adelante, observando el sábado según la
ley de Dios.
CIERTO SÁBADO,
MIENTRAS EL SALVADOR Y SUS DISCÍPULOS volvían
del lugar de culto, pasaron por un sembrado que estaba madurando. Jesús había
continuado su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba por los campos, los
discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los granos, después de restregarlos
en las manos. En cualquier otro día,
este acto no habría provocado comentario, porque el que pasaba por un sembrado,
un huerto, o una viña, tenía plena libertad para recoger lo que deseara comer.*
(Véase Deuteronomio 23:24,25). Pero el hacer esto en sábado era tenido por
un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al
restregarlo en las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había
en ello un doble delito. Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús
diciendo: "He aquí tus discípulos
hacen lo que no es lícito hacer en sábado."
CUANDO SE LE ACUSÓ DE VIOLAR EL SÁBADO EN BETESDA, Jesús se defendió afirmando su condición de Hijo de Dios y
declarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus
discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos
verificados en sábado por quienes estaban en el servicio de Dios. Los maestros
judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de
Cristo implicaba una reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. "¿Ni aun esto habéis leído --dijo,--
qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; cómo entró en
la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió,. . . los cuales no
era lícito comer, sino a solos los sacerdotes?" "También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el
hombre por causa del sábado." "¿No
habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el
sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está
aquí." "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.' (Lucas 6:3,4;
Marcos 2:27,28; Mateo 12:5,6).
Si estaba bien que David
satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para un uso
santo, entonces estaba bien que los discípulos supliesen su necesidad
recogiendo granos en las horas sagradas del sábado. Además, los sacerdotes 252
del templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En
asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los
sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían los ritos que
señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en armonía con el
objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al
hacer la obra de Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en
sábado lo que era necesario para el cumplimiento de esta obra. Cristo quería
enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes
que cualquier otra cosa.
EL OBJETO DE LA OBRA DE DIOS en este mundo es la redención del hombre; por lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó luego su argumento declarándose "Señor del sábado," es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley.
Este
Juez infinito absuelve a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos
que se les acusaba de estar violando. Jesús no dejó pasar el asunto con la
administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró que su ceguera había
interpretado mal el objeto del sábado. Dijo:
"Si supieseis qué es: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenaríais
a los inocentes."* (Mateo 12:7).
SUS MUCHOS RITOS FORMALISTAS no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y
amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios. Cristo
volvió a reiterar la verdad de que en sí mismos los sacrificios no tienen
valor. Eran un medio, y no un fin. Su objeto consistía en señalar el Salvador a
los hombres, y ponerlos así en armonía con Dios. Lo que Dios aprecia es el
servicio de amor. Faltando éste, el mero ceremonial le es una ofensa. Así
sucede con el sábado. Estaba destinado a poner a los hombres en comunión con
Dios; pero cuando la mente quedaba absorbida por ritos cansadores, el objeto
del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una burla.
OTRO SÁBADO, al
entrar Jesús en una sinagoga, vio allí a un hombre que tenía una mano
paralizada. Los fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El
Salvador sabía muy bien que al efectuar una curación en sábado, sería 253
considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las
exigencias tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: "¿Es
lícito hacer bien en sábado, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla?"
Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando
había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar de salvar una vida, era
matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno. "Mas ellos callaban. Y mirándolos alrededor
con enojo, condoliéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende
tu mano. Y la extendió, y su mano fue restituida sana.'* (Marcos 3:4,5). Cuando le preguntaron: "¿Es lícito curar en sábado?" Jesús
contestó " ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere
ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más
vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.'*
(Mateo 12:10-12).
LOS ESPÍAS no
se atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud, por temor a meterse
en dificultades. Sabían que él había dicho la verdad. Más bien que violar sus
tradiciones, estaban dispuestos a dejar sufrir a un hombre, mientras que
aliviarían a un animal por causa de la pérdida que sufriría el dueño si lo
descuidaban. Así manifestaban mayor cuidado por un animal que por el hombre,
que fue hecho a la imagen de Dios. Esto ilustra el resultado de todas las
religiones falsas. Tienen su origen en el deseo del hombre de exaltarse por
encima de Dios, pero llegan a degradar al hombre por debajo del nivel de los
brutos. Toda religión que combate la soberanía de Dios, defrauda al hombre de
la gloria que le fue concedida en la creación, y que ha de serle devuelta en
Cristo. Toda religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar los menesteres,
sufrimientos y derechos de los hombres. El Evangelio concede alto valor a la
humanidad como adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar
con ternura las necesidades y desgracias del hombre. El Señor dice: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más
que el oro de Ofir al hombre."* (Isaías 13:12).
CUANDO JESÚS PREGUNTÓ A LOS FARISEOS SI ERA LÍCITO HACER
BIEN O MAL EN SÁBADO, salvar la vida o matar,
les hizo confrontar sus propios malos deseos. Con acerbo odio ellos deseaban
matarle mientras él estaba salvando vidas e impartiendo felicidad a 254
muchedumbres. ¿Era
mejor matar en sábado, según se proponían ellos hacer, que sanar a los
afligidos como lo había hecho él? ¿Era más justo tener homicidio en el
corazón en el día santo, que tener hacia todos un amor que se expresara en
hechos de misericordia? Al sanar
al hombre que tenía una mano seca, Jesús condenó la costumbre de los judíos, y
dejó al cuarto mandamiento tal cual Dios lo había dado. "Lícito es en los sábados hacer bien," declaró. Poniendo
a un lado las restricciones sin sentido de los judíos, honró el sábado,
mientras que los que se quejaban contra él deshonraban el día santo de Dios.
LOS QUE SOSTIENEN
QUE CRISTO ABOLIÓ LA LEY, enseñan que violó el sábado y justificó a sus
discípulos en lo mismo. Así están asumiendo la misma actitud que los cavilosos
judíos. En esto contradicen el testimonio de Cristo mismo, quien declaró: "Yo
también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor."
(Juan 15:10). Ni el Salvador ni sus discípulos violaron la ley del sábado.
Cristo fue el representante vivo de la ley. En su vida no se halló ninguna
violación de sus santos preceptos. Frente a una nación de testigos que buscaban
ocasión de condenarle, pudo decir sin que se le contradijera: "¿Quién de
vosotros me convence de pecado?'* (Juan 8:46 VM.).
EL SALVADOR NO HABÍA VENIDO PARA PONER A UN LADO LO QUE LOS
PATRIARCAS Y PROFETAS HABÍAN DICHO; porque él mismo había hablado mediante esos
hombres representativos. Todas las verdades de la Palabra de Dios provenían de
él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engastes falsos. Su
preciosa luz había sido empleada para servir al error. Dios deseaba que fuesen
sacadas de su marco de error, y puestas en el de la verdad. Esta obra podía ser
hecha únicamente por una mano divina. Por su relación con el error, la verdad
había estado sirviendo la causa del enemigo de Dios y del hombre. Cristo había
venido para colocarla donde glorificase a Dios y obrase la salvación de la
humanidad. "El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por
causa del sábado," dijo Jesús. Las instituciones que Dios estableció son
para beneficio de la humanidad. "Todas las cosas son por vuestra causa." "Sea Pablo,
sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo
presente, sea lo 255 por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo
de Dios." (2 Corintios 4:15 V. de N.Y. ; 1 Corintios 3:22,23).
LA LEY
DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS, de la cual el sábado
forma parte, fue dada por Dios a su pueblo como una bendición. "Mandónos Jehová --dijo Moisés-- que
ejecutásemos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, porque
nos vaya bien todos los días, y para que nos dé vida, como hoy.'* (Deuteronomio
6:24). Y mediante el salmista se dio este mensaje a Israel: "Servid a Jehová con alegría: venid
ante su acatamiento con regocijo. Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo,
y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Entrad por sus puertas con reconocimiento, por sus atrios con alabanza." (Salmos
100:2-4).
Y ACERCA DE TODOS LOS QUE GUARDAN "EL SÁBADO DE
PROFANARLO," el Señor declara: "Yo los llevaré al monte de mi santidad, y los recrearé en mi casa
de oración."* (Isaías 56:6,7). "El Hijo del hombre es Señor aun
del sábado." Estas palabras rebosan instrucción y consuelo. Por haber sido
hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque "todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es
hecho, fue hecho."* (Juan 1:3). Y como lo hizo todo, creó también el
sábado. Por él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la
creación.
NOS PRESENTA
A CRISTO COMO SANTIFICADOR TANTO COMO CREADOR. Declara que el que creó todas
las cosas en el cielo y en la tierra, y mediante quien todas las cosas existen,
es cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con Dios.
Porque, hablando de Israel, dijo: "Díles también mis sábados, que fuesen
por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los
santifico," (Ezequiel 20:12). Es decir, que los hace santos. Entonces el
sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos. Es dado a todos aquellos
a quienes Cristo hace santos. Como señal de su poder santificador, el sábado es
dado a todos los que por medio de Cristo llegan a formar parte del Israel de
Dios.
Y EL SEÑOR DICE: "Si retrajeres del sábado tu pie, de
hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo,
glorioso de Jehová;. . . entonces te deleitarás en Jehová." (Isaías
58:13,14).
· A todos los que reciban el sábado como señal del poder
creador y redentor de Cristo, les resultará una delicia. Viendo a Cristo en él,
se deleitan en él.
· El sábado les indica
las obras de la creación como evidencia de su gran poder redentor.
· Al par que 256 recuerda la perdida paz del Edén, habla de la paz restaurada por el Salvador. Y todo lo que encierra la naturaleza, repite su invitación: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar."* (Mateo 11:28). DTG/EGW
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