Mateo 10. Instrucción Sobre Métodos De Evangelización. Vers. (1-4) Cristo envía a sus doce apóstoles y los
capacita para hacer milagros; (5-15) les da su comisión y les enseña; (16-39)
los previene contra las persecuciones, (40-42) y promete una gran bendición
para aquellos que los reciban.
1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, 4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.
5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. 9 No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. 11 Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. 12 Y al entrar en la casa, saludadla. 13 Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. 14 Y si alguno no os recibiera, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. 15 De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. 17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; 18 y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. 20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. 21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. 22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. 24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?
26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.
28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
40 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. 42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. (Mateo 10).
1. Llamando. El relato del envío de los doce comienza en el cap. 9: 36 (ver allí el
comentario). La instrucción que se da aquí, en esencia, tiene dos partes:
consejos que se aplicaban específicamente al viaje misionero que se realizaría
en seguida (cap. 10: 5-15), y consejos de una naturaleza más general,
aplicables a todos los que hayan de ser enviados al servicio de Cristo y de su
reino (vers. 16- 42; DTG 318- 319). Ver
com. cap. 24: 3.
Sus doce discípulos. Esta es la primera vez que Mateo menciona a los doce, ya sea por separado o
como grupo. Las palabras "sus doce
discípulos" indican claramente que Mateo reconoce que el grupo de los doce
ya existía como una entidad oficialmente reconocida antes de que llegara el
momento del tercer viaje por Galilea.
Debería notarse que Mateo no dice que los doce fueron designados como
apóstoles en esta ocasión, sino sencillamente que Jesús los llamó antes de
enviarlos a predicar y a sanar.
Autoridad. Gr. exousía, "autoridad", "potestad" (ver com. Luc. 1: 35).
Los doce recibieron autoridad tanto para realizar milagros, como se dice aquí, como para predicar el Evangelio del reino (Mat. 10: 7). Al parecer, antes de este momento los discípulos sólo habían ayudado a Jesús y no habían realizado milagros ni habían enseñado públicamente (ver DTG 315). Enfermedad. Ver com. cap. 4: 23.
2. Los nombres. Con referencia a los nombres de los apóstoles, ver com. Mar. 3: 16-19.
Apóstoles. Literalmente, "enviados". Con referencia a la designación de los doce como "apóstoles"
ver com. Mar. 3: 13-19.
3. Lebeo, por sobrenombre Tadeo. La evidencia textual (cf. p. 147) favorece el texto
sencillo: "Tadeo". También se
lo menciona como "Lebeo llamado Tadeo", o "Tadeo llamado
Lebeo" (ver com. Mar. 3: 18).
4. El cananista. Aquí "cananista" se refiere al grupo político de los celotes y
nada dice acerca del lugar de donde era oriundo Simón (ver com. Mar. 3: 18).
5. Estos doce. Los doce, que hasta este momento habían ayudado a Jesús en su ministerio
(DTG 315), ahora habían de ser enviados a trabajar solos. Habían sido oficialmente designados como
discípulos durante el verano (junio-agosto) del año 29 d. C. (ver com. cap. 5:
1), quizá no más de seis meses antes (ver com. cap. 9: 36). Pedro, Andrés, Jacobo y Juan probablemente
habían sido llamados a ser discípulos permanentes a fines de la primavera del
año 29 (ver com. Luc. 5: 1). Tres de éstos -todos menos Jacobo- así como
Felipe y Bartolomé, habían sido discípulos ocasionales de Jesús desde fines del
año 27 d. C. (ver com. Juan 1: 35-
45). Todos habían estado con Jesús en su
segundo viaje por Galilea, probablemente durante fines del verano o principios
del otoño del año 29 d. C. (ver com.
Mat. 9: 35; Luc. 8: 1), y así habían podido observar los métodos de
Cristo, escuchado sus enseñanzas y aprovechado las instrucciones que de vez en
cuando había dado en privado a sus discípulos.
Cuando los doce fueron enviados solos, salieron de dos en dos (ver Mar.
6: 7; com. cap. 3: 14), hermano con hermano, y amigo con amigo (DTG 316).
Por camino de gentiles. Un "camino de gentiles" era aquel que conducía a una comunidad en
la que predominaban los gentiles. Por ejemplo, los doce no habrían de visitar
ninguna de las ciudades de la Decápolis, que estaba poblada mayormente de
gentiles. Es probable que esta
restricción se debiera al deseo de Jesús de trabajar por los judíos y de no
hacer nada que innecesariamente les creara prejuicios contra él. Además, los discípulos mismos no estaban
preparados para trabajar por sus vecinos gentiles, y el prejuicio que
compartían con todos los judíos en contra de los gentiles sin duda habría
frustrado, aunque involuntariamente, los esfuerzos realizados en favor de esos
gentiles. Cuando casi un año después,
Jesús envió a los setenta, no les impuso la misma prohibición; al contrario,
comenzaron sus trabajos entre los samaritanos (DTG 452). Para este tiempo la situación había cambiado.
Jesús mismo había sido rechazado por el pueblo de Galilea y había trabajado en
favor de samaritanos y gentiles, y por lo tanto instruyó a sus discípulos para
que hicieran lo mismo (Mat. 28: 19-20; Hech. 1: 8).
Ciudad de samaritanos. Con referencia a los samaritanos, ver pp. 20, 47. En el pozo de Jacob, Jesús había tomado la
iniciativa al extender a los samaritanos de Sicar la invitación para que
creyeran en él como el Mesías (Juan 4: 4- 42).
Sin embargo, hasta esta fecha, no se registra ningún otro ministerio de
Jesús entre los samaritanos.
Una
última restricción referente al territorio adonde los doce debían ir fue que
sólo visitaran aquellas ciudades y aldeas donde Cristo mismo ya había estado
(DTG 317-318).
6. Las ovejas perdidas. Con frecuencia en el AT se emplea la figura de las ovejas para referirse a
Israel, y sus dirigentes son llamados pastores (Eze. 34: 2-16; etc.). En Jer.
50: 6 Dios habla de su pueblo como de "ovejas perdidas". Isaías habla de quienes se han descarriado en
el pecado como de "ovejas" descarriadas y apartadas por sus propios
caminos (Isa. 53: 6). Jesús se presentó a sí mismo como Pastor y dijo que los
que oían su voz eran ovejas de su rebaño (Juan 10: 1-16).
"A
la verdad era necesario que se . . . hablase primero la palabra de Dios" a
los judíos. Tan sólo cuando ellos la
rechazaron Cristo y los apóstoles se volvieron a los gentiles (Hech. 13:46; 18:
6; 28: 28). Cristo destacó este hecho
fundamental ante los dirigentes judíos durante el transcurso de su último día
de enseñanza en el templo, mediante la parábola de los labradores malvados
(Mat. 21: 41, 43).
7. Predicad. Gr. k'rússÇ, "proclamar", "anunciar" (con referencia al contenido de su predicación, ver DTG 318-319). Reino de los cielos. Ver com. cap. 4:17.
8. Sanad enfermos. Cristo enumera los diversos tipos de milagros que con frecuencia los
discípulos le habían visto realizar.
Ellos debían hacer todo lo que él había hecho; los demonios y hasta la
muerte misma debían estarles sujetos.
De gracia recibisteis. Simón el Mago procuró comprar el poder divino (Hech. 8: 18-24), pero
aprendió que los dones de Dios no pueden comprarse con dinero. Todos los que lo deseen, pueden tomar
gratuitamente del agua de la vida (Apoc. 22: 17). Los discípulos no debían lucrar con la
predicación del Evangelio, pero al mismo tiempo debían recordar que el
"obrero es digno de su alimento" (ver com. Mat. 10: 10).
9. No os proveáis. Gr. ktáomai, "procurarse", "proveerse de",
"adquirir para uno". Debían
salir con fe, confiados de que sus necesidades serían satisfechos. De este modo, sus preparativos serían
sencillos, y no habría nada que los distrajera de la tarea que les había sido
asignada. Mientras viajaban, podrían
aceptar la hospitalidad que se les extendía (vers. 10-13), pero no debían
esperar ni aceptar regalos que excedieran sus necesidades inmediatas. Es decir, no debían obtener ganancias con su
ministerio.
Cintos. Gr.
zÇn', "cinto" o "faja", con que se cerraba o se ataba el
manto (himátion) exterior en torno al cuerpo (ver com. cap. 5: 40). Era común entre los antiguos llevar el dinero
en ese cinto o faja.
10. Alforja. Gr. p'ra, "alforja" o "mochila" o "saco de
cuero", empleado muchas veces por los viajeros para llevar sus provisiones
o su ropa.
Túnica. Gr.
jitÇn, "túnica", vestimenta llevada por hombres y mujeres como ropa
interior (ver com. cap. 5: 40). Los
discípulos sólo habían de llevar la ropa que tenían puesta. Debían vestirse como los labradores comunes
entre los cuales habían de trabajar y habían de ser uno con ellos. De este modo sus esfuerzos serían más
eficaces.
Calzado. Literalmente
"sandalias" (BJ). El calzado
que solía usarse entonces era una suela de cuero atada al pie con correas. Según Mar. 6: 9 se ordena a los discípulos
que llevaran sandalias para el viaje. Lo
que parecería indicarse aquí es que no debían llevar dos pares (cf. Luc. 10: 4).
Bordón. En
el pasaje paralelo de Mar. 6: 8, se instruye a los discípulos a que no lleven
más que "bordón". Quizá Mateo
deseaba hacer resaltar el hecho de que no debían proveerse de ninguna cosa
adicional para el viaje (ver com. vers. 9), y quería decir con esto que el
discípulo que no tuviera ya bordón o bastón, no debía considerar que era
necesario procurarse uno.
Obrero. o
"labrador". Los discípulos
eran los obreros por quienes debían rogar al Señor de la mies que mandara al
campo para cosechar (cap. 9: 38).
Alimento. Gr. trof' "alimento", "sustento" (BJ). Ver com. cap. 3: 4. En su relato de las instrucciones a los
setenta, Lucas (cap. 10: 7) emplea la palabra misthós, "salario". Comparar esto con lo que dijo Pablo acerca
del sostén del obrero evangélico (1 Tim. 5: 18).
11. Quien en ella sea digno. Es decir, las personas que fueran estimadas y
respetadas por sus conciudadanos. Morar
con personas dignas tendría varias ventajas; ante todo, inspiraría confianza en
los otros lugareños.
Posad allí. Las instrucciones dadas a los setenta les prohibían específicamente ir
"de casa en casa" (Luc. 10: 7).
Es decir, no debían aceptar la hospitalidad de varias casas mientras
estuvieran en determinada aldea o pueblo (DTG 317-318), pues eso estorbaría su
trabajo. El mudarse "de casa en casa"
podría hacer pensar a la gente que los primeros dueños de casa no habían
recibido con simpatía a los mensajeros ni al mensaje que predicaban, y ya no
querían tener más relaciones con ellos.
Por el contrario, el posar en un solo lugar sería muestra de estabilidad
y seriedad.
12. Y al entrar. Debían saludar al entrar en la casa.
Si bien esta instrucción se aplicaba de un modo especial a la casa en la
cual los discípulos posarían, comprendía también a todos los hogares que los
discípulos visitarían en el transcurso de su trabajo misionero. Los doce habían de trabajar de casa en casa,
y por el momento no debían tratar de realizar un ministerio público en las
sinagogas.
Saludadla. Algunas versiones griegas añaden el contenido del saludo: "Paz a esta
casa".
13. Si la casa. Es decir, si la familia se mostraba dispuesta a recibir a los discípulos,
manifestaría su hospitalidad y así sería digna.
Vuestra paz. La bendición pronunciada al cruzar el umbral (ver com. vers. 12) debía ser
confirmada por la presencia de los discípulos en el hogar y la bienvenida que
allí recibieran; 366 de otra forma, la casa de ningún modo se beneficiaría con
las palabras ya pronunciadas.
14. Sacudid el polvo. Dondequiera los discípulos encontraran una recepción poco amistosa, no
debían perder tiempo sino que debían apresurarse a ir en busca de los que
quisieran recibirlos con alegría.
Sacudirse el polvo de los pies al salir de una casa o de un pueblo no
era una acción ruda o descortés, sitio una solemne protesta. Al sacudiese el polvo de los pies los
discípulos tan sólo decían que la gente de ese lugar debía aceptar la
responsabilidad por la decisión que había tomado.
15. De cierto. Ver com. cap. 5: 18.
Día del juicio. Ver com. cap. 3: 12.
Más tolerable. Sodoma y Gomorra no habían tenido la oportunidad de gustar del ministerio personal de Cristo, como había ocurrido con las ciudades de Galilea y de Judea. Los hombres deben rendir cuentas ante Dios por toda la luz de la verdad que han recibido, porque ésa será la base por la que han de ser juzgados (Sal. 87: 4, 6; Sant. 4: 17; ver com. Juan 15: 22, 24).
Sodoma. Con
referencia a los pecados y al castigo de Sodoma y Gomorra, ver com. Gén.
18: 17-23; 19: 1-27. Sodoma y su
castigo se convirtieron en símbolos de perversidad y del juicio divino (Isa. 1:
9; Eze. 16: 48-50). Cristo así lo
presentó en varias ocasiones (Mat. 11: 23-24; Luc. 10: 12; 17: 29-30), y así
aparece en otros pasajes del NT (Rom. 9: 29; 2 Ped. 2: 6; Jud. 7; Apoc. 11: 8).
16. He aquí. Después de concluir la exhortación dirigida a los doce sobre los puntos que
se aplicaban específicamente a la misión que tenían por delante (vers. 5-15)
Jesús trata de problemas de una naturaleza más general y de instrucciones
aplicables a los obreros cristianos hasta el fin del tiempo (vers. 16-42; DTG
318-319).
Como a ovejas. Ver com. vers. 6. Quienes trabajan por Cristo deben manifestar ciertos
rasgos característicos de las ovejas, sobre todo la suavidad en su trato con
otros. Comparar esto con la expresión
"sencillos como palomas"
Prudentes como serpientes. Quienes predican el Evangelio deben estar alerta y
actuar con rapidez cuando se presenta la oportunidad, reconociendo los peligros
y las dificultades que puedan presentarse debido a su plan de acción. Deben ser prudentes en su conducta y en su
enfoque de las situaciones difíciles.
Deben discernir a través de la astucia de los impíos, sin practicar
ellos mismos esos ardides. Por supuesto,
hay algunos rasgos característicos de las serpientes que no deben imitar, ni
tampoco imitar todas las características de las ovejas. Deben ser tan cautelosos como las serpientes,
pero no imitar su astucia.
Sencillos. Gr. akéraios, literalmente "sin mezcla"; por lo tanto,
"puro", "inocente" o "sencillo". Si bien deben ser cuidadoso como las serpientes,
el obrero cristiano debe estar tan libre de dolo o astucia como una paloma.
17. Guardaos. Gr. proséjÇ, "prestar
atención". Cristo presenta aquí un
ejemplo concreto de la cautela que debería caracterizar el trabajo del
misionero cristiano: debe guardarse de los hombres, específicamente de quienes
no dejan que sus pensamientos sean guiados por el Espíritu Santo, porque los
tales responden en menor o mayor grado, a las insinuaciones de Satanás.
Concilios. Es decir, los juzgados locales o pequeños sanedrines, que posiblemente
tenían 23 miembros (ver com. cap. 5: 22).
Estos pequeños juzgados se encontraban en varias ciudades judías pero no
en Jerusalén donde se reunía el gran sanedrín.
Azotarán. El diácono, o jazzan, era por lo general el que azotaba (ver p. 58). La ley de Moisés disponía el castigo con
azotes (Deut. 25: 1-3). La pena máxima
era de cuarenta azotes. Se acostumbraba
dar sólo 39 azotes pues no dar el último azote insinuaba misericordia. Pablo recibió este castigo cinco veces (2
Cor. 11: 24).
18. Gobernadores y reyes. Durante los primeros años del cristianismo, gobernadores tales como Pilato,
Félix, Festo y Galión juzgaron a misioneros cristianos acusados de ser
anarquistas o perturbadores. Herodes
Antipas, Herodes Agripa I, Nerón y Domiciano fueron algunos de los reyes y
emperadores ante quienes los cristianos debieron comparecer.
Por causa de mí. La promesa del vers. 19 sólo se aplica cuando los cristianos son acusados
por causa de su fe y por sus actividades misioneras, y no cuando han
participado en actividades indebidas (ver 1 Ped. 2: 19-20).
A ellos. Muchos "gobernadores y reyes", como también funcionarios menores, no habrían tenido la oportunidad de escuchar la verdad y de observar el efecto de sus principios en la vida de los acusados si no se hubieran visto obligados a hacerlo debido a su posición oficial.
19. No os preocupéis. Gr. merimnáÇ, "preocuparse", "afanarse" (ver com. Luc. 10: 41).
Cristo no disculpa aquí el descuido y la despreocupación de parte de los
creyentes cristianos en lo que concierne al estudio de las Escrituras, porque
el cristiano debe estar siempre preparado "para presentar defensa ... ante
todo el que ... demande razón" de la fe que profesa (1 Ped. 3: 15). Hemos de servir fielmente a Dios día tras día,
sin preocuparnos por el día de mañana (Mat. 6: 34). Hemos de confiar en Dios quien nos dará la
gracia necesaria para hacer frente a los problemas que surjan, pero al mismo
tiempo hemos de estudiar con todo esmero la voluntad revelada por Dios a fin de
estar preparados para afrontar cualquier situación que se presente.
20. No sois vosotros los que habláis. Los misioneros cristianos nunca deberían olvidar
que hablan como representantes o embajadores de Cristo (2 Cor. 5: 19-20), y
nunca han de presentar sus propias teorías como si fueran verdad. Si así lo hicieran, bien podría
clasificárselos como falsos profetas (ver com.
Mat. 7: 15).
En vosotros. Es decir, por medio de vosotros.
21. El hermano. En el griego no aparece el artículo definido, por lo cual debería
traducirse como "un hermano", entendiéndose "cualquier
hermano". Hasta donde sea posible,
los cristianos deberían vivir "en paz con todos los hombres" (Rom.
12: 18) y deberían realizar sinceros y perseverantes esfuerzos, no sólo por
vivir en paz con los miembros de su familia, sino ganarlos para Cristo si fuera
posible (1 Cor. 7: 13-16).
22. Aborrecidos de todos. Con frecuencia, aquellos cuyas vidas testifican del poder de Cristo y de la
verdad del Evangelio son objeto de odio, pero deben cuidarse de no pagar con la
misma moneda. Todos los que viven
piadosamente, pueden esperar persecución Juan 16: 33; 2 Tim. 3: 12) pues los
impíos se resienten ante la tácita condenación de sus malas prácticas debido a
la vida piadosa de los representantes de Cristo (1 Juan 3: 12). Aquellos cuyas vidas no armonizan con los
principios que saben que son correctos suelen evitar relacionarse con las
personas correctas.
Por causa de mi nombre. Ver com. vers. 18.
El que persevere hasta el fin. Es evidente que el que abandona una carrera antes
de alcanzar la meta, nunca puede esperar recibir el premio. Es necesario comenzar la carrera y también
permanecer, en ella si se la ha de ganar.
No basta comenzar la carrera cristiana, debemos permanecer en ella
"hasta el día de Jesucristo" (Fil.1: 6). Debemos afirmar el rostro (Luc. 9: 51) para
finalizar la carrera que Dios nos ha señalado, así como lo hizo Jesús,
"autor y consumador de la fe" (Heb. 12: 2).
23. Os persigan. Ver com. cap. 5: 10-12.
Huid. En
ciertas circunstancias, huir demuestra cobardía; otras veces indica prudencia
(cf. com. vers. 16). Lo que determina si
es cobardía o prudencia es el resultado final para el reino de los cielos, no
la conveniencia personal ni lo que la gente pueda pensar. Cuando el trabajo en algún lugar no da
resultados, los embajadores del reino bien pueden ir prestamente a otro sitio
con la esperanza de que allí encontrarán a alguien que esté dispuesto a escuchar.
El
sufrir persecución como un medio de ganar méritos para ir al cielo no tiene
valor en sí. En su propio ministerio,
Cristo demostró repetidas veces el principio que aquí expuso a los doce, y
presentó ilustraciones que muestran las circunstancias en que debe aplicarse
ese principio. Cuando fue rechazado por
el sanedrín después de haber sanado el paralítico en Betesda, se fue a Galilea
(ver com. cap. 4: 12) y en ocasiones posteriores se fue de Nazaret a Capernaúm
(ver com. Luc. 4: 30-31), de Galilea a
Fenicia (ver com. Mat. 15: 21), de
Magdala a Cesarea de Filipo (cap. 16: 1-13), y de Judea a Efraín (Juan 11:
53-54). Cuando los cristianos de
Jerusalén fueron perseguidos después del apedreamiento de Esteban, se
esparcieron en todas direcciones, "anunciando el evangelio" (Hech. 8:
1-4).
Ciudades de Israel. El término Israel, como era usado en tiempos de Cristo, no parece haberse
empleado en un sentido geográfico o político, sino más bien con referencia al
pueblo de Israel (Mat. 8: 10; Luc. 2: 34; Juan 3: 10; Hech. 2: 22; etc.).
Antes que venga el Hijo del Hombre. Quizá Jesús se dirija aquí en términos generales a
todos los cristianos, indicando que habría lugares donde trabajar y gente lista
para recibir el mensaje hasta que sea "predicado este evangelio del reino
en todo el mundo" (Mat. 24: 14; EC 464).
24. El discípulo. Lo que Jesús dijo en esta ocasión bien podría haber sido un proverbio común en ese tiempo. Aparece en otros idiomas además del arameo.
Maestro. Gr.
didáskalos, "el que enseña", "maestro". La misma palabra griega aparece en la primera
parte del vers. 25.
25. Padre de familia. Gr. oikodespót's, "dueño de la casa" (BJ). Ver com.
Luc. 2: 29. Siguiendo el
pensamiento de Mat. 10: 24, el "padre de familia" es Cristo.
Beelzebú. Este era el nombre dado al príncipe de los demonios (Mat. 12: 24-27; Mar.
3: 22-23; Luc. 11: 15-19). La evidencia
textual establece la forma Beelzebóul.
Algunos MSS dicen: Beelzebóub. Se
desconoce el significado exacto de la palabra.
Es posible que el nombre Beelzebú derive del Heb. ba'al zebul, que
podría significar "señor de la gran casa" o "señor de la casa
celestial". Podría también derivar
del Heb. ba'al zebub, "señor de las moscas", dios de Ecrón (ver com.
2 Rey. 1: 2). Se ha sugerido que los
judíos pudieron haber cambiado el nombre Beelzebub a Beelzebul (un juego de
palabras basado en los vocablos ba'al zibbul, "señor del estiércol")
para mostrar su desprecio por el dios pagano.
En Ras Samra se encontraron tablillas que datan de 1400 a. C. y que
hablan de "Zebul, príncipe de la tierra". De este modo, podría entenderse que Beelzebú
significa "Baal es príncipe".
27. En tinieblas. Es probable que se refiera aquí al grupito de los discípulos, círculo
relativamente pequeño dentro del cual Jesús habló.
Decidlo en la luz. Quizá esto indica que los discípulos debían propagar ampliamente las
lecciones de verdad que habían aprendido en privado.
Al oído. Idea
paralela a "en tinieblas", de la primera parte del versículo.
Desde las azoteas. Figura de la amplia divulgación que debían dar al Evangelio, similar a
decir "en la luz". Los
discípulos no habían de comprar la paz por medio del silencio ni de
transigencias.
28. Matan. Los que "matan el cuerpo" son, evidentemente, los perseguidores
que se mencionan en los vers. 18-25, 36.
Sólo Dios "puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno". Dentro del contexto del juicio final, cabe
señalar lo que dice Heb. 10: 31: "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios
vivo!" En cuanto a persecuciones, ver com. cap. 5: 10-12.
Alma. Gr.
psuj', "aliento", "vida", "alma". La palabra psuj' (plural psujái) aparece 102
veces en el NT griego. La traducción más
común de la RVR es "alma" (48 veces; Mat. 11: 29; 12: 18; etc.). Le
sigue "vida" o "vivir" (38 veces; Mat. 6: 25; 16: 25;
etc.). En siete casos se refiere a la identidad personal y la RVR traduce
"personas" (Hech. 7: 14; 1 Ped. 3: 20; etc.). Seis veces tiene que
ver con las emociones y se traduce como "corazón" (Efe. 6: 6) o
"ánimos" (Hech. 14: 2). Una
vez se traduce como "muerte" (Mat. 2: 20) y dos veces no hay una
traducción literal de la palabra (Rom. 2: 9; 11: 3). En el vocablo psujé no hay nada que insinúe
ni siquiera remotamente una entidad consciente que pueda sobrevivir a la muerte
del cuerpo o que sea inmortal. La Biblia
nunca emplea el término psujé para referirse a un ser consciente capaz de
existir aparte del cuerpo. La Biblia no
habla de almas vivas y conscientes que sobrevivan al cuerpo. Con referencia a la palabra hebrea néfesh,
equivalente a la palabra griega psujé, ver com. 1 Rey. 17: 21; Sal. 16: 10. Lo
que se dice de una palabra se aplica a la otra.
Infierno. Gr. géenna (ver com. cap. 5: 22).
https://elaguila3008.blogspot.com/2016/12/lo-que-dijo-jesus-sobre-el-infierno.html
29. Pajarillos. Gr. strouthíon, diminutivo de stróuthos.
Se traduce generalmente "gorrión", y por extensión, cualquier
pájaro pequeño. Estos pajarillos, de
ínfimo valor comercial, eran vendidos como avecillas canoras o como alimento.
Un cuarto. Gr. assárion, diminutivo griego del sustantivo latino as, moneda romana de
cobre. El assárion valía 1/16 de un
denario (ver p. 51). Equivaldría a 1/16
del salario diario de un obrero en los días de Cristo.
Cae a tierra. En el pasaje paralelo de Lucas se dice que "ni uno de ellos está
olvidado delante de Dios" (cap. 12: 6).
Sin vuestro Padre. Es decir, sin que Dios se dé cuenta de ello. Si el Padre celestial tiene en cuenta las
lastimaduras o la muerte de un pajarillo, cuánto más ha de significar para él
el dolor o la muerte de uno de sus hijos o hijas.
30. Aun vuestros cabellos. No se sabe de nadie que se haya interesado tanto en
sí mismo como para contar los cabellos de su cabeza. El Creador nos conoce mucho más íntimamente
de lo que nosotros mismos nos conocemos.
32. Me confiese. Literalmente "confiese en mí", debido al sentido de unidad con
Cristo. Cuando permanecemos en él y él
en nosotros, nuestra confesión de fe en él llevará mucho fruto (Juan 15: 1-8).
Jesús rogó por esta íntima comunión antes de entrar en el huerto de Getsemaní
(Juan 17: 23). Los que testifican de
Cristo entre los hombres son aquellos en favor de quienes Jesús puede dar 369
testimonio ante el Padre. Jesús es ahora nuestro Testigo, nuestro Embajador
ante el Padre, así como nosotros hemos de ser sus testigos y embajadores ante
los hombres.
34. No penséis. Aquí Cristo intenta disipar la opinión errada que, evidentemente, tenían
algunos discípulos de que el mensaje que habían de predicar produciría armonía
como único resultado. No debían
sorprenderse si, en el transcurso de su trabajo de casa en casa (ver com. vers.
11-13), surgían diferencias como resultado de su ministerio.
Para traer paz. Cristo es el Príncipe de paz. Él es quien ha traído la paz del cielo a la tierra y la ha impartido a los hombres (ver com. Juan 14: 27).
Sin embargo, cuando una persona hace la paz con Dios (Rom. 5: 1), con
frecuencia el mundo la considera enemiga (1 Juan. 3: 12-13). Cristo vino a poner a los pecadores en paz
con Dios, pero al hacerlo inevitablemente causó la discordia entre ellos y los
que se negaron a recibir la oferta de paz (ver com. Mat. 10: 22).
El cristiano nunca debería buscar la paz que se logra mediante
componendas con el mal, ni debería conformarse con esa paz. Para el verdadero cristiano, no se trata de
un asunto de paz a cualquier costo.
35. Nuera. Gr. númf', "novia", "joven casada",
"nuera". Todavía hoy es
relativamente común, en algunos países del Cercano Oriente, que el matrimonio
joven viva en casa de los padres del novio, y que la novia esté sujeta a la
madre del esposo. De este modo, ahora
tanto como entonces, esta relación entre suegra y nuera se prestaba para
dificultades. En el caso de que una
creyera en Cristo y la otra se opusiera a esa creencia, los problemas podrían
ser serios.
36. Los enemigos. Cuando una persona acepta a Cristo, muchas veces sus amigos más íntimos se
convierten en sus enemigos más acérrimos e implacables. Esto no sólo ocurre en tierras paganas, sino
también en países cristianos y entre cristianos nominales que practican las formas
de religión pero saben poco o nada acerca del poder que la religión tiene para
transformar la vida (ver 2 Tim. 3: 5).
37. Ama a padre o madre. Jesús sancionó lo que ordena el quinto mandamiento y reprochó cualquier intento de escapar a las obligaciones legítimas de los hijos para con sus padres (ver com. Mat. 5: 17-19; Mar. 7: 9-13).
Sin embargo, el amor a los padres
nunca debe impedir la obediencia a Dios en todo, si hay un conflicto entre
ambos. El amor a Dios y su servicio
deben ser la regla suprema de la vida, "el primero y grande
mandamiento" (ver com. Mat. 22:
36-37); pero la segunda tabla del Decálogo, donde está el quinto mandamiento,
es "semejante" a la primera en naturaleza e importancia (ver com.
cap. 22: 39).
No es digno de mí. Es decir, no es digno de ser llamado cristiano. Ninguna obligación humana es pretexto válido
para dejar de tomar la cruz de la lealtad, la obediencia y el servicio a Cristo
(vers. 38).
38. No toma su cruz. Entre los romanos, la muerte por crucifixión estaba reservada para los
esclavos y para los culpables de los más horrendos crímenes. Por lo tanto, podría decirse que los que eran
sentenciados a morir así eran detestados, odiados y execrados por la sociedad. El que era condenado a morir crucificado
generalmente llevaba su cruz hasta el lugar de la ejecución. El tomar la cruz de Cristo y seguirle
significa sufrir sin queja ni pesar la desaprobación de amigos y parientes, y
soportar con paciencia y humildad el reproche de los hombres. Significa sobrellevar la "espada"
de la persecución (vers. 34-37) empuñada por aquellos de quienes se podría
haber esperado paz. Cristo reiteró este
principio en diversas ocasiones (Mat. 16: 24; Mar. 8: 34; Luc. 9: 23; 14: 27). Aquel que es llamado a llevar su cruz a fin
de seguir a Cristo, tiene el supremo privilegio de compartir con él sus
sufrimientos. Nadie puede tener mayor
honor (DTG 195-197).
Sigue en pos de mí. Es decir, por el camino del discipulado y del sufrimiento.
39. El que halla. Es decir, el que se propone gozar de aquellas cosas que, desde el punto de
vista humano, son esenciales para la felicidad y el contentamiento a fin de
disfrutar de ellas. El hijo pródigo
pensó que al abandonar su hogar hallaría verdadera vida (Luc. 15: 12-13), pero
cuando, por amarga experiencia y solemne reflexión pudo ver la vida en su
verdadera perspectiva, se levantó y volvió a su padre (Luc. 15: 17-20). Los que piensan que han de "hallar"
la vida afanándose para obtener las cosas que este mundo ofrece, están
trabajando "por la comida que perece" (ver com. Juan 6: 27).
El principio registrado aquí fue repetido por Cristo en más de una
ocasión (Mat. 16: 25; Mar. 8: 35; Luc. 9: 24; 17: 33; Juan 12: 25).
Vida. Gr. psujé (ver com. vers. 28). La perderá. El que extiende la mano para asir las cosas sin valor de esta vida, por lo general 370 encuentra que se desvanecen como burbujas en la mano de un niño. El que pierde. Es decir, el que está dispuesto a prescindir del placer y de las recompensas que este mundo ofrece, y elige "antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado" (Heb. 11: 25). El tal sabe distinguir los verdaderos valores. Así como Pablo, se siente dispuesto a perder todo lo que esta vida ofrece a cambio de la ventaja suprema de conocer a Jesucristo y de compartir con él sus sufrimientos (Fil. 3: 8, 10).
Por causa de mí. Ver com. vers. 18. La hallará. Sólo cuando un grano de trigo es enterrado y muere, puede dar lugar a nueva vida (ver com. Juan 12: 24-25). Sólo cuando el yo es enterrado en el surco de la necesidad del mundo, el hombre puede descubrir el verdadero propósito de su existencia.
40. A vosotros recibe. Los cristianos son embajadores del reino de los cielos. Todo lo que digan o hagan es considerado por
los habitantes de esta tierra como una expresión de los ideales del reino de
los cielos. La forma en que el mundo los
trata -por ser embajadores de Cristo- es considerada por el Salvador como si
ese trato le hubiera sido dado a él mismo.
41. Recibe a un profeta. Es decir, recibe al profeta en su hogar y lo trata como a profeta.
Por cuanto es profeta. La viuda de Sarepta sin duda recibió a Elías como profeta, porque era
profeta. De otro modo es probable que le
hubiera negado la hospitalidad que él le pedía (1 Rey. 17: 9-16). Lo mismo ocurrió en el caso de la sunamita
que recibió a Eliseo en su casa (2 Rey. 4: 8-10).
Recompensa de profeta. Es probable que se refiera esto a una recompensa digna de ser concedida por un profeta o a un profeta. La viuda de Sarepta recibió amplia provisión de alimento en medio de la sequía, y le fue restaurada la vida a su hijo (1 Rey. 17: 16, 23). Del mismo modo, la sunamita recibió una gran recompensa pues Dios le concedió un hijo y cuando éste murió, lo recibió de nuevo con vida (2 Rey. 4: 16-17, 34-37).
42. Estos pequeñitos. No necesariamente los de corta edad, sino quizá también personas de poca o
ninguna importancia.
Un vaso de agua fría. Quizá se emplea este acto como ilustración del servicio mínimo que podría brindársela a una persona. Era un servicio insignificante, pero muchas veces un servicio importantísimo y muy necesario en las tierras bíblicas, donde casi siempre escaseaba el agua. Por cuanto es discípulo. El griego dice literalmente "en nombre de un discípulo". En Mar. 9: 41 se explica que dar "un vaso de agua en mi nombre [en el de Cristo]" es darlo "porque sois de Cristo". (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-42. Los
Apóstoles eran miembros de la familia de Jesús y le habían acompañado
mientras viajaba pie por Galilea. Habían compartido con él los trabajos y
penurias que le habían tocado. Habían escuchado sus discursos, habían andado y
hablado con el Hijo de Dios, y de su instrucción diaria habían aprendido a
trabajar para la elevación de la humanidad. Mientras Jesús ministraba a las
vastas muchedumbres que se congregaban en derredor de él, sus discípulos le
acompañaban, ávidos de hacer cuanto les pidiera y de aliviar su labor. Ayudaban
a ordenar a la gente, traían a los afligidos al Salvador y procuraban la
comodidad de todos. Estaban alerta para discernir a los oyentes interesados,
les explicaban las Escrituras y de diversas maneras trabajaban para su
beneficio espiritual. Enseñaban lo que habían aprendido de Jesús y obtenían
cada día una rica experiencia. Pero necesitaban también aprender a trabajar
solos. Les faltaba todavía mucha instrucción, gran paciencia y ternura. Ahora,
mientras él estaba personalmente con ellos para señalarles sus errores,
aconsejarlos y corregirlos, el Salvador los mandó como representantes suyos. DTG 315-325
“LOS
PRIMEROS EVANGELISTAS” (Éste
capítulo 37. Está basado en San Mateo Capitulo 10; San Marcos 6:7-11; San Lucas
9:1-6).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-37-los-primeros.html
1 CH 531
2-4 Ed 81
5-6 CS 375
5-8 CH 531
6 DTG 317; 2T 75
7-8 CH 33, 497, 541; CM 356; DTG 316; MC, 99;
PVGM 200; 8T 165; 3TS 267
8 CMC 301; DTG 465; Ed 76; FE 457; 1JT 390; 2JT
327, 530; MB 121; MJ 224; MM 334; PE 227; PP 568; PVGM 191, 367; 3T 546; 7T
125; TM 101; 5TS 164
11-14 3T 450
11-15 4T 234
13 DTG 318
14-15 DTG 318; 2T 488
15 3T 380; 4T 191
16 CH 541; DTG 319; Ev 169, 410; 3JT 398; HAp
18; MB 292; OE 339; 9T 215
16-19 FE 538
17 4T 234
17-18 2JT 164
17-19 DTG 320
18 FE 217
18-19 CS 166; 2JT 411
18-20 CS 120
19 COES 44; TM 392
20 CC 63
22 3JT 398; 4T 124
22-23 CH 527
23 CS 208, 246; DTG 322, 500; EC 464; 3JT 393,
398; MM 303; OE 426
24 DTG 322
25 1JT 219
25-40 2T 496
26 PP 780
27 DTG 322
28 CS 166; HAp 70, 460
28-29 DTG 322-323 371
29 MeM 301;2T 72; 4T 288; Te 37
29-30 CRA 189; FE 147; 1JT 176; 3TS 372
30 CV 206; NB 253; 4T 289
31 CH 424; 3JT 267;4T 327
31-34 DTG 323
32 DTG 654; 1JT 102; MeM 332; 4T 555
32-33 CS 537
33 CS 166; 1JT 102, 159, 340
34 CS 50, 136; HAp 69; 4T 261
37 CMC 57; 1JT 86; PVGM 176
37-38 DTG 324
38 MJ 204
40 DTG 324
40-42 2JT 573; PR 96
42 DTG 325; 2JT 73; 3JT 100; MeM 11; 6T 103
Ministerio Hno. Pio
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