Mateo 16:1-12. Nuevos Conflictos Con Los Fariseos. (1-4) Los fariseos piden una señal (milagro). (5-12)
Jesús previene a sus discípulos en cuanto a la levadura de los fariseos y los
saduceos.
1 VINIERON los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. 2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. 3 Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! 4 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.
5 Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. 6 Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. 8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
9 ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? 10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? 11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? 12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. (Mateo 16).
1. Fariseos. [La demanda de una señal, Mat. 16: 1-12 = Mar. 8: 11-21. Comentario principal: Mateo. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221.] Por lo
menos hubo dos ocasiones cuando Jesús se refirió a la exigencia de una
señal. La primera vez fue en relación
con el sermón junto al mar, el cual, según la cronología adoptada por este
Comentario, posiblemente ocurrió hacia fines del año 29 d. C. (ver com. cap.
12: 22, 38-39). Esta segunda ocasión
podría haber ocurrido unos nueve meses más tarde, quizá a mediados del año 30
d. C. Con referencia a los sucesos que precedieron a esta segunda ocasión
cuando se presentó la demanda de una señal, ver com. cap. 15: 21,32.
Y los saduceos. Aquí, por primera vez, se encuentra el registro de que los saduceos se
unieran con los fariseos para intentar hacer callar a Jesús. Pocas semanas antes, Jesús se había ido de
Galilea para alejarse de quienes siempre andaban criticándolo (ver com. cap.
15: 21). Ahora, cuando apenas había
regresado a Galilea, renovaron sus ataques contra Cristo.
Para tentarle. Gr. peirázÇ, "tentar", "poner a prueba" (ver com. cap.
4: 1). Ya que una vez habían puesto a
Jesús frente a esta misma pregunta, sin duda podían imaginarse cuál sería su
respuesta (ver com. cap. 12: 38). Cristo
se negaría a dar una señal; y ellos, sin duda, se proponían presentar esta
negativa como una evidencia de que las pretensiones mesiánicas de Cristo eran
falsas. Estaban poniéndolo a prueba, así
como lo había hecho Satanás en el desierto (ver com. cap. 4: 7), no con el
sincero deseo de que algo pudiera convencerlos, sino más bien con la esperanza
de que Jesús no lo haría y les diera así la oportunidad de acusarlo y negar sus
afirmaciones. Evidentemente, Jesús tenía
el poder de obrar milagros, pero siempre se negó a realizarlos ante tales circunstancias
(ver com. cap. 4: 3-11), pues sus milagros respondían siempre a auténticas
necesidades (DTG 334).
Señal O Milagro. Ver p. 198.
LA NATURALEZA Y EL
PROPÓSITO DE LOS MILAGROS. Los escritores de los Evangelios se
refieren a los milagros de nuestro Señor en varios términos. Los más comunes son dúnamis,
"poder", y s'meíon, "señal". El primero se usa cuando se desea
caracterizar el milagro como una manifestación del poder divino; el segundo,
como una confirmación visible de la autoridad divina de Jesús. Cuando el escritor desea destacar la reacción
de la gente, usa téras, "maravilla", thaumásion, "cosa
admirable", éndoxon, "cosa gloriosa", o parádoxon, "cosa
extraña". Téras era la palabra
común para una "maravilla" hecha por un mago, y por eso los
escritores del Nuevo Testamento siempre la acompañan con una de las palabras
que indican un milagro genuino como un acto de Dios. Jesús comúnmente hablaba
de sus milagros como érga, "obras".
He aquí dos definiciones de milagro:
"Acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas
humanas. Cualquier suceso o cosa rara,
extraordinaria y maravillosa" (Diccionario de la Real Academia). "En sentido estricto, intervención extraordinaria
de la Providencia en el orden natural de las cosas, y puede definirse: suceso
ocurrido fuera del orden y de las leyes naturales (supra, contra o praeter
naturam) cuya causa excede el poder de toda naturaleza creada" (Martín
Alonso, Enciclopedia del idioma).
La palabra milagro deriva del latín
miraculum: "un objeto de admiración", "cosa maravillosa",
"cosa extraña", "cosa admirable", "algo
asombroso"; de mirari: "maravillarse".
Por lo tanto, nuestra palabra
"milagro" designa específicamente cualquier suceso que resulta
inexplicable debido a las limitaciones del conocimiento humano y a nuestra
comprensión. No hay milagros para Dios,
pues su conocimiento y su comprensión son infinitos. La apariencia milagrosa de ciertos fenómenos
naturales no radica tanto en los hechos mismos como en el efecto que producen
en la mente de los seres limitados que los contemplan. El suceso es objetivo, pero su apariencia
milagrosa es subjetiva.
A medida que aumentan el
conocimiento y la comprensión de los hombres, algunos sucesos que antes
parecían milagrosos pueden dejar de serlo.
Por ejemplo, cuando se inventó la imprenta, se la consideró como algo
milagroso y se la atribuyó al diablo.
Los hombres de ese tiempo y con esos conceptos, ¿qué habrían pensado de
la televisión? Sin embargo, los milagros
de nuestro Señor significaron la acción de un poder completamente desconocido
para el hombre y produjeron resultados que aún hoy día no se pueden explicar
dependiendo del conocimiento humano.
A pesar de todo, lo que parece ser
una violación de una ley de la naturaleza, tal como la comprendemos, podría ser
sencillamente la acción de una ley de naturaleza superior y desconocida que
modifica o contrarresta una ley inferior y conocida. Por ejemplo, la gravedad atrae todas las
cosas hacia la tierra; pero una ley superior de la naturaleza contrarresta la
ley de la gravedad cuando un ser viviente levanta esas mismas cosas, cuando el
sol eleva hacia la atmósfera toneladas de agua para formar las nubes, o cuando
la acción de la capilaridad hace subir la savia desde las raíces de un abeto
gigantesco (como las sequoais de California) hasta sus ramas más altas. O
cuando una ley puede ser modificada por otra, como en el caso de las fuerzas
centrífuga y centrípeta, que se equilibran para mantener un planeta en su
órbita. Las fuerzas de la naturaleza
actúan de acuerdo con la expresa voluntad de Dios, y por esto es difícil pensar
o demostrar que los milagros sean una violación de la ley natural. Sería más correcto considerarlos como
variaciones de la acción de una ley natural tal como la conocen y entienden los
hombres. Dios nunca procede en contra de
sí mismo.
Del cielo. Ver com. cap. 12: 38-39. Hasta este
momento, Jesús había realizado toda clase de milagros, entre ellos,
demostraciones de poder sobre la enfermedad, los demonios, la muerte y las
fuerzas de la naturaleza. Cada milagro
había sido la respuesta divina a una necesidad genuina (DTG 334).
El hecho de que todos los milagros de Jesús redundaran en una bendición para la humanidad, en verdad era la mejor evidencia del poder divino mediante el cual Jesús realizaba todos sus milagros.
Pero los fariseos y saduceos querían una "señal del cielo" y negaban que los muchos milagros realizados por Jesús fueran una evidencia satisfactoria del origen divino de su misión. Al parecer, buscaban una señal que fuera enteramente ajena al ámbito humano, como un trueno fuera de tiempo (ver com. 1 Sam. 12: 17), o fuego que descendiera del cielo (ver com. 2 Rey. 1: 10), o que el sol se detuviera (ver com. Jos. 10: 12).
Estaban listos a afirmar que si Jesús no hacía alguna de estas cosas, no era ni siquiera tan grande como los profetas Samuel y Elías de la antigüedad.
Aunque
probablemente habían oído que un ángel había anunciado el nacimiento de Jesús a
los pastores de Belén (Luc. 2: 8-14), que los magos habían sido guiados a Jerusalén
por una estrella (Mat. 2: 1-6), y que una paloma había descendido sobre Jesús y
se había oído una voz desde el cielo en ocasión de su bautismo (cap. 3: 16-17)
-todos ellos milagros que bien podían llamarse señales del cielo-, se negaban a
reconocer estas evidencias directas de que Jesús era el Hijo de Dios (ver com.
cap. 13: 13-16). No tenían conocimiento porque preferían rechazar la luz (ver
com. Ose. 4: 6).
2. Cuando anochece. La evidencia textual sugiere (cf. p. 147) la omisión de este trozo desde
estas palabras hasta el final del vers. 3. 417 En Luc. 12: 54-56 se presenta
una idea similar con palabras diferentes.
Parecería que esta fue una ilustración empleada por Jesús en repetidas
ocasiones. Aquí, en Mateo, cuadra
perfectamente con el contexto.
Buen tiempo. Jesús se refiere aquí al clima. El viento que traía nubes del Mediterráneo
hacia el oeste de Palestina, comúnmente originaba lluvia, mientras que el
viento del desierto de Arabia hacia el sudeste significaba tiempo caluroso y
seco.
3. Tiene arreboles. Literalmente, "está rojo" o "tiene color de fuego".
Cielo nublado. Gr. stugnázÇ, "tener apariencia triste" (Mar. 10: 22) o "estar oscuro", quizá con apariencia de amenaza de tormenta. ¡Hipócritas! La evidencia textual establece la omisión de esta palabra. Sin embargo, no cabe duda de que los fariseos y saduceos eran hipócritas (cf. cap. 23: 13-29; etc.; DTG 376).
Sabéis distinguir. Gr. diakrínÇ, "discernir", "distinguir".
Las señales de los tiempos. Ver vers. 2; p. 198. La actitud de los fariseos y de los saduceos
era en sí misma una señal de los tiempos, una evidencia de la
"tempestad" que existía entre los judíos respecto a su opinión acerca
del Mesías.
4. Mala y adúltera. Era mala porque no tenía percepción moral y espiritual. Era adúltera porque era desleal a Dios (ver
com. cap. 12: 39).
No le será dada. Los que acusaban a Jesús necesitaban una regeneración espiritual
interior, no alguna evidencia externa (DTG 372). Las mismas palabras que Jesús
hablaba eran una señal impresionante, si tan sólo ellos se disponían a
prestarles atención.
Profeta Jonás. Cristo consideró que el poder de la predicación de Jonás para convertir era
una "señal" para los ninivitas, así como su propia predicación era
una señal para la gente de sus tiempos (DTG 372). En segundo lugar, hizo notar el factor tiempo
-tres días y tres noches- en el caso de Jonás (ver. pp. 239-242).
Se fue. Ver
com. cap. 10: 14, 23; 15: 21. Jesús se negó a continuar discutiendo con esos hipócritas. Era inútil hacerlo, pues ellos no se convencerían, ni tampoco
aprenderían alguna cosa los que escuchaban la discusión. Si se seguía la polémica, la gente se
confundiría y los fariseos y saduceos se afirmarían en su posición de
deliberada incredulidad e impostura.
5. Al otro lado. Se dirigían a Betsaida Julias (ver com.
Mat. 11: 21 ; Mar. 6: 31 ; 8: 22), a unos 12 km de Magdala. El relato, tal como se registra en Mar. 8:
13-22, parecería indicar que la conversación entre Jesús y los discípulos
ocurrió en la barca cuando iban cruzando el lago. Mateo dice claramente que fue después que
llegaron "al otro lado" (cf.
DTG 374).
Se habían olvidado. Al salir precipitadamente de Magdala, debido a la controversia con los
fariseos y los saduceos, se habían olvidado del pan. Betsaida Julias se encontraba en territorio
habitado por gentiles, y era normal que un judío se aprovisionara antes de
llegar a tal lugar a fin de no tener que comprar alimentos de quienes no fueran
judíos.
6. La levadura de los fariseos. Ver com. cap. 13: 33. Aquí la levadura se refiere específicamente a
la doctrina de los fariseos y de los saduceos (cap. 16: 12), es decir, a sus
principios y sus enseñanzas. Así como la levadura leuda toda la masa, así también los
principios que una persona adopta saturan su vida. La
comparación es apropiada, no importa si los principios son buenos o malos. El espíritu, la enseñanza y el carácter de
los dirigentes religiosos, revelados en su hipocresía, su orgullo, su
ostentación y su formalismo, inevitablemente afectarían la vida de quienes los
estimaran y cumplieran con sus instrucciones.
En este caso específico Jesús se refería al espíritu de los fariseos y
saduceos (cf. Mar. 8: 15), que los había
llevado a pedir una señal. Más tarde
comparó la hipocresía de ellos con la levadura (Luc. 12: 1).
7. Pensaban dentro de sí. Esta frase también puede traducirse "hablaban entre sí".
No trajimos pan. Ver com. vers. 6. Según Mar. 8: 14, habían llevado consigo un pan, pero eso
no era suficiente para todos. Según
Elena de White, comprendieron mal la advertencia de Jesús y creyeron que no
debían comprar pan de uno que fuera fariseo o saduceo (DTG 375). ¡Cuán lentos eran
los discípulos en razonar de causa a efecto y en captar las verdades
espirituales que Cristo procuraba impartirles!
8. Entendiéndolo Jesús. Jesús no necesitaba oír lo que decían sus discípulos para saber lo que
estaban pensando (ver com. Mar. 2: 8).
Hombres de poca fe. Ver com. Mat. 8: 26; cf. Mat. 6: 30; Heb. 11: 6. Es necesario tener fe para poder percibir las verdades espirituales.
En parte, la dificultad de los discípulos se debía a que no
comprendían el verdadero carácter de los fariseos y de los saduceos (DTG 363,
375). 418 Todavía aceptaban la simulada piedad de estos dirigentes
religiosos como auténtica religiosidad,
sin comprender que era sólo una máscara y que los fariseos y saduceos eran
hipócritas.
9. ¿No entendéis aún? Jesús estaba chasqueado frente a la lentitud de ellos en comprender la verdad espiritual (ver com. Mar. 6: 37). Sólo unas pocas horas antes, había proporcionado alimento a cuatro mil hombres, y unas pocas semanas antes, a cinco mil. ¿Por qué habían de pensar que Jesús estaba preocupado por la falta del pan material? Cinco mil. Ver com. Mar. 6: 30-44.
10. Cuatro mil. Ver com. cap. 15: 32-39. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
"LA
VERDADERA SEÑAL" (Basado en San Mateo 15:29-39;
16:1-12; San Marcos 7:31-37; 8:1-21).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-44-la-verdadera-senal.html
1 DTG 372
3 8T 28
3-4 DTG 373
5 DTG 375
6 DTG 375
Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario