sábado, mayo 22, 2021

REFLEXIÓN 689. MINISTERIO FINAL EN JERUSALÉN, PASCUA 31DC/ Instrucciones En Cuanto A La Segunda Venida De Cristo (MATEO 24).

Mateo 24. Instrucciones en cuanto a la segunda venida de Cristo. (1-2) Cristo predice la destrucción del templo, (3-28) las terribles calamidades que sobrevendrían antes, (29-35) y las señales de su segunda venida. (36-41) Como no se sabe el día de su venida, (42-51) debemos velar como buenos siervos, esperando la venida de nuestro Señor.

1 CUANDO Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto?  De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? 4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.

6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8 Y todo esto será principio de dolores.

9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. 10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. 19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;

21 Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. 24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. 25 Ya os lo he dicho antes. 26 Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. 27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. 28 Porque dondequiera que estuviera el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. 37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. 44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? 46 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. 48 Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir49 y comenzara a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, 50 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, 51 y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 24).

1. Jesús salió. [Señales antes del fin, Mat. 24: 1-51 = Mar. 13: 1-37 = Luc. 21: 5-38.  Comentario principal: Mateo] Es probable que esto hubiera ocurrido en las últimas horas de la tarde del día martes. Jesús había pasado el día enseñando en los atrios del templo, y había sido acosado repetidas veces por diferentes grupos de dirigentes judíos.  Finalmente, en su último discurso público (cap. 23), había delineado con términos inconfundibles el carácter hipócrita de estos "guías ciegos" (vers. 16) y luego se había ido de los atrios del templo para nunca más volver.  Mateo registra los acontecimientos de este día en los cap. 21: 23 al 23: 39.  El discurso privado para algunos de los discípulos presentado en la ladera del monte de los Olivos ocupa los cap. 24-25.  Marcos y Lucas presentan relatos paralelos hasta el cap. 24: 42.

Al salir del templo, Jesús y por lo menos cuatro de sus discípulos descendieron juntos al valle del Cedrón.  Luego ascendieron por la ladera del monte de los Olivos que se eleva a algo más de 120 m por encima del nivel del valle.  Puesto que la cumbre del monte está a unos 90 m por encima del nivel de la zona del templo, de allí se ven claramente el templo y la ciudad casi entera.  Ver com. cap. 21: 1; la ilustración frente a la p. 481.

Sus discípulos. Marcos (cap. 13: 3) los identifica como Pedro y Andrés, Santiago y Juan, los cuatro que habían sido llamados a dejar sus redes junto al mar de Galilea menos de dos años antes (ver com.  Luc. 5: 1-11).

Para mostrarle. Sólo Marcos cita las palabras de los discípulos: "Maestro, mira qué piedras, y qué edificios" (cap. 13: 1).  El templo era el orgullo y el gozo de todo corazón judío. Josefo compara las murallas de piedra blanca del templo con la hermosura de una montaña cubierta de nieve (Guerra v. 5. 6), y da las fabulosas dimensiones de algunas de las piedras empleadas en su construcción: 45 por 5 por 6 codos (es decir, unos 20 por 2 por 2,5 m).  

El templo se había estado construyendo por casi cincuenta años (Juan 2: 20), y la edificación de todo el predio, incluso los atrios y los edificios auxiliares, no se completó sino hasta el año 63 d. C., apenas siete años antes de que fuera totalmente destruido por los ejércitos de Tito.

2. De cierto. Ver com. cap. 5:18. Piedra sobre piedra. Con referencia al enorme tamaño de algunas de las piedras, ver com. vers. 1. Esta predicción se cumplió en forma literal cuando cayó Jerusalén en el año 70 d. C. (ver com. vers. 1).

Derribada. Josefo (Guerra vi. 4: 5-8) describe vívidamente la destrucción del templo y los esfuerzos hechos por Tito para salvarlo.  La excelente construcción del edificio prometía que duraría por tiempo indefinido.  Se consideraba que la ciudad de Jerusalén era prácticamente inexpugnable, pero Jesús predijo que sería violentamente destruida.

3. Estando él sentado. Es posible que Jesús hubiera ido al monte a pasar la noche en vez de regresar a Betania como lo había hecho los dos días anteriores (ver com. cap. 21: 17).

Los discípulos. Ver com. vers. 1.

Aparte. Era difícil que los discípulos captaran la importancia de las declaraciones de Jesús en cuanto a la destrucción del templo, especialmente en relación con acontecimientos recientes, tales como la entrada triunfal y la segunda limpieza del templo, que parecían indicarles que el reino mesiánico estaba a punto de establecerse.  Sin duda, se llegaron a Jesús en forma privada porque se habría considerado como traición el hablar de estas cosas en público.

Dinos, ¿cuándo? Acariciaban íntimamente la esperanza de que en cualquier momento Jesús habría de proclamarse rey y que sería aclamado por la nación como el Mesías.  En vista de esta esperanza, ¿cuándo ocurriría la desolación del templo?

Estas cosas. Es decir, la desolación a la cual Jesús se había referido en el cap. 23: 38 y que había presentado con mayor claridad en el cap. 24: 2.

Señal. Ver com. vers. 30.

Venida. Gr. parousía, "presencia" o "venida".  Aparece con frecuencia en los papiros para referirse a la visita de un emperador o de un rey. También aparece en los vers. 27, 37, 39, pero en ningún otro pasaje de los Evangelios, aunque es común en las epístolas.  En algunos casos, se emplea para referirse a la "presencia" como lo contrario de "ausencia", como ocurre en Fil. 2: 12; pero, con más frecuencia, se emplea para referirse a la venida de Cristo, como ocurre en 2 Tes. 2: 1, o de hombres, como en 1 Cor. 16: 17.  En el NT aparece como término específico, para referirse a la segunda venida de Cristo.  No hay nada en el término parousía que denote una venida secreta.

Pareciera que los discípulos entendían que Jesús se había de ir por un tiempo, después del cual volvería con poder y gloria para tomar su reino.  Sin duda, Jesús ya había dado más instrucciones al respecto que las que se registran en los Evangelios (CS 28).  La creencia popular sostenía que cuando viniera el Mesías, desaparecería por un tiempo, y que cuando reapareciera nadie sabría de dónde había venido.  Sin embargo, esta es la primera presentación extensa de la segunda venida que se registra en la narración evangélica, aunque ya se había insinuado la segunda venida en las parábolas de las diez minas (Luc. 19: 12-15) y la de los labradores malvados (Mat. 21: 33-41; cf. cap. 16: 27).  En el t. IV, pp. 28-32 se presenta un resumen de la forma en que se habrían cumplido las profecías del AT acerca del Mesías y del reino mesiánico si Israel hubiera sido fiel.  Con referencia a los errores fundamentales de los teólogos judíos en la interpretación de estas profecías del AT, ver DTG 22.

En la mente de los discípulos, "estas cosas" -la destrucción del templo y la segunda venida de Jesús en ocasión del fin del mundo- estaban estrechamente entrelazadas.  Suponían que estos acontecimientos ocurrirían en forma simultánea, o al menos en rápida sucesión.  En el día de la ascensión, cuando le preguntaron: "Señor ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" Jesús respondió: "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad" (Hech. 1: 6-7).  

No comprendían aún que la nación judía rechazaría a Jesús, y que a su vez sería rechazada como pueblo escogido de Dios (ver t. IV, pp. 34-36).  En ese momento, el conocer los acontecimientos futuros les hubiera resultado demasiado difícil.  En verdad, los discípulos se habían mostrado incapaces de comprender la instrucción que Jesús les había dado en repetidas oportunidades por espacio de casi un año acerca de su inminente sufrimiento y muerte (ver com.  Mat. 16: 21; 20: 17-19).  Casi no pudieron soportar la predicción de estos acontecimientos (ver Luc. 24: 11, 17-25; DTG 584, 717).

Fin del siglo. O "fin del mundo" (BJ).  Con referencia al significado de la palabra griega aiÇn, ver com. cap. 13: 39.  En la literatura apocalíptica judía aparecen comúnmente expresiones similares para referirse al fin del presente orden de cosas y al comienzo de la era mesiánica.  En el t. IV pp. 28-32, se esboza la forma en que podría haberse logrado esta transición en armonía con el plan original de Dios para Israel.  Al formular su pregunta, los discípulos tenían en cuenta los mensajes mesiánicos de los profetas del AT.  Sin embargo, ellos, al igual que muchos otros judíos, no comprendían que las promesas hechas por Dios a Israel sólo podían cumplirse si se daban las condiciones necesarias (ver t. IV, pp. 32-34; com. Jer. 18: 6-10).

Jesús combinó en su respuesta a la pregunta de los discípulos, la descripción de acontecimientos relacionados con el fin de la nación judía como pueblo escogido de Dios y el fin del mundo.  No siempre puede trazarse con nitidez la línea demarcatoria entre los dos.

Una parte importante de lo que Jesús dijo acerca del futuro se aplicaba específicamente a acontecimientos que pronto habrían de acaecer en relación con la nación judía, la ciudad de Jerusalén y el templo.  Sin embargo, el discurso también fue dado para beneficio de los que vivirían en medio de las últimas escenas de la historia de este mundo.  Cabe señalar que en DTG 581-587 las señales enumeradas en los vers. 4-14 se aplican en primer lugar a la caída de Jerusalén, y sólo algunas de ellas a nuestros tiempos, mientras que los acontecimientos descritos en los vers. 21-30 se aplican casi exclusivamente a acontecimientos que preceden a la segunda venida de Jesús.  Ver com. cap. 10: 1.

4. Os engañe. La razón principal por la cual debían cuidarse era para que no fueran engañados o descarriados.  De una manera u otra Jesús repitió esta advertencia en muchas ocasiones (vers. 4-6, 11, 23-26, 36, 42- 46).

5. En mi nombre. Es decir, intentarían hacerse pasar por el Mesías.  La advertencia del vers. 5 se aplica en primer lugar a la caída de Jerusalén y a la nación judía, la cual era muy susceptible a esta forma de engaño.  En tiempos de los apóstoles se presentaron muchos falsos mesías (ver Josefo, Guerra vi. 5. 4).  Más tarde (vers. 27), "en lenguaje inequívoco, nuestro Señor habla de su segunda venida" (DTG 584).

6. Rumores. Del Gr. ako', "informe".  Los discípulos no debían sorprenderse cuando estallaran guerras, antes del año 70 d. C. Habría guerras antes de la caída de Jerusalén, pero éstas no anunciarían el pronto regreso de Jesús (DTG 582-583).

El fín. En este discurso nuestro Señor anticipa tanto el fin de la nación judía como el fin del mundo.  Los rabinos declararían que las señales de los vers. 6-8 eran "indicios del advenimiento del Mesías" e "indicios de su liberación [nacional] de la servidumbre", pero Jesús indicó que esas cosas eran "señales de su destrucción [nacional]" (DTG 582-583; cf.  DMJ 101-102).  Y así como las guerras y los rumores de guerras de tiempos apostólicos presagiaban el fin de la nación judía, así también las luchas y las guerras internacionales presagian el fin del mundo (PR 394; 2JT 352).

7. Se levantará nación contra nación. Los autores judíos y romanos describen el período que va del año 31 hasta el año 70 d. C. como un lapso de grandes calamidades.  Estas palabras de Cristo se cumplieron literalmente 486 en los acontecimientos anteriores a la caída de Jerusalén en el año 70 d. C. (DTG 582-583).  Las predicciones referentes a "pestes, y hambres, y terremotos" (vers. 7) también deben aplicarse, de primera instancia, al mismo período.  Sin embargo, Jesús advirtió a los  primeros cristianos que estas cosas sólo habían de ser "principio de dolores" (vers. 8) y no una señal de que el mundo se acabaría inmediatamente (ver com. vers. 3).

Pestes. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra.

Hambres. En Hech. 11: 28 se hace alusión a una gran hambre en Judea en torno del año 44 d. C. Durante el reinado de Claudio, entre los años 41 y 54 d. C. hubo cuatro grandes hambres.

Terremotos. Hubo una serie de fuertes terremotos entre el año 31 y el año 70.  Los peores ocurrieron en Creta (46 ó 47), Roma (51), Frigia (60) y Campania (63).  Tácito (Anales xvi. 10-13) también menciona fuertes huracanes y tormentas en el año 65.

8. Principio. Ver com. vers. 6-7.

Dolores. Gr. Çdín, "dolor de parto".  La misma palabra se traduce como "dolores a la mujer encinta" (1 Tes. 5: 3); formas verbales de la misma raíz aparecen en Gál. 4: 19, 27; Apoc. 12: 2.  En forma metafórico, la palabra se emplea para referirse a dolores menos específicos (Hech. 2: 24).

Los judíos empleaban un término (Heb. jeblo shel mashíaj; arameo jebleh dimeshíaj, que se traduce literalmente "dolor de parto del Mesías", que siempre aparece en el singular) para describir, no los sufrimientos del  Mesías mismo, sino las calamidades en medio de las cuales surgiría la era mesiánica.  Esta expresión aparece por primera vez en una declaración del rabino Eliezer, en torno al año 90 d. C. (Midrash Mekhiltha 59a, com.  Exo. 16: 29).  Es posible que esta frase ya se usara en tiempos de Cristo.  Si así fuera, cuando Jesús empleó el término, habría hecho recordar a quienes le escuchaban las calamidades predichas.  Diversos escritos pseudoepigráficos apocalípticos describen las condiciones que precederían al fin del siglo: 2 Esdras 5: 1-12; 6: 18-25; 15: 16; Apocalipsis de Baruc 27; 48: 31-37; 70: 2-10; Libro de los jubileos 23: 16-25; Libro de Enoc 99: 4-7; 100: 1-6.

9. Os entregarán. Ver com. cap. 5: 10-12; 10: 17-24.  Esteban (Hech. 7: 59-60), Pedro y Juan (Hech. 4: 3-7, 21), y Pedro y Jacobo (Hech. 12: 1- 4) estuvieron entre los primeros cristianos que sufrieron a manos de las autoridades.  Pablo compareció ante Félix, Festo, Agripa y César (Hech. 24-28; cf.  Mar. 13: 9-12).  En Mat. 24: 21-22 Cristo habla en primer lugar de las persecuciones que sobrevendrían después de la caída de Jerusalén en el año 70 d. C.

Por causa de mi nombre. Esto quiere decir, "porque sois cristianos" (ver com. cap. 5: 11).

10. Tropezarán. Ver com. cap. 5: 29.  Muchos apostatarían; los creyentes perderían su primer amor (Apoc. 2: 4).  Con referencia a la apostasía de los primeros siglos de la era cristiana, ver com. 2 Tes. 2: 3-4.

Unos a otros se aborrecerán. Ver com. cap. 10: 21-22.

11. Muchos falsos profetas. Cf. vers. 4. La historia registra que numerosos falsos profetas aparecieron en los años que precedieron a la caída de Jerusalén ante los ejércitos romanos.  Respecto a los falsos profetas de los últimos días, ver com. vers. 24-27; cf.  DTG 582, 584.  Y en cuanto a una advertencia anterior en contra de los mismos, ver com. cap. 7: 15-20.  En el cap. 24: 24-26. Cristo parece referirse más bien a la obra de los falsos profetas justamente antes de su segunda venida.

12. Por haberse multiplicado la maldad. Esta profecía de Jesús se cumplió en las décadas anteriores a la caída de Jerusalén del año 70 d. C. (DTG  587; cf. 27-28).  Esta profecía volverá a cumplirse en los últimos días (2 Tim. 3: 1-5; cf. 5T 136, 741).

Amor. Esta virtud cristiana se describe en 1 Cor. 13; ver com.  Mat. 5: 43-44.  Con referencia a esta predicción, en lo que atañe a la iglesia cristiana, ver com.  Apoc. 2: 4.  Muchos encontrarían más fácil seguir al mundo que mantenerse leales y firmes.

13. El que persevere. Es decir, el que soporte las diversas tentaciones que conducen a la apostasía, tales como los engaños de los falsos profetas (vers. 11) y la atracción de la iniquidad (vers. 12).

Fin. Gr. télos.  En los vers. 6, 13-14, la palabra traducida como "fin" es télos, pero en el vers. 3 es suntéleia.  No queda claro si Jesús estaba hablando de los límites de la resistencia paciente (cf. 1 Cor. 10: 13; Heb. 12: 4) o del fin del mundo (ver com.  Mat. 24: 3, 6).

14. Evangelio. Gr. euaggélion (ver com.  Mar. 1: 1)

Del reino. Ver com. cap. 3: 2; 4: 17; 5: 3.

Mundo. Gr. oikoumén', "el mundo habitado" (ver com.  Luc. 2: 1), en contraste con aiÇn, el mundo visto desde el punto de vista del tiempo (ver com.  Mat. 13: 39; 24: 3).  Treinta años después de que Cristo pronunció estas palabras, Pablo afirmó que el Evangelio había sido predicado a todo el mundo (Col. 1: 23; cf.  Rom. 1: 8; 10: 18; Col.  1: 5-6; 8T 26), confirmando así el cumplimiento literal de esta predicción en sus días (DTG  587).  Sin embargo, la declaración de Pablo sólo era verdad en un sentido limitado. (Ver los mapas de los viajes misioneros de Pablo en el t. VI.) El cumplimiento global de esta predicción de nuestro Señor está aún por realizarse (HAp 91).

El glorioso progreso del Evangelio en todo el mundo durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX alegra el corazón de todo cristiano fervoroso y concienzudo, y lo induce a creer que el cumplimiento final de la promesa del cap. 24: 14 pronto ha de realizarse.  Se suele decir que la era de las misiones cristianas modernas comenzó con la obra de Guillermo Carey en el año 1793.  El período transcurrido desde su histórica misión a la India ha presenciado las mayores victorias de la fe cristiana desde los días de los apóstoles.

En estrecha relación con el progreso de las misiones ha estado la traducción y circulación de las Escrituras.  Durante los primeros 18 siglos de la era cristiana, la Biblia sólo se tradujo a 71 idiomas mientras que durante el siglo XIX el número de idiomas al cual se había traducido alcanzó a 567.  Hasta 1985 las Escrituras se habían traducido, parcial o totalmente, a 1.829 idiomas.  En este momento tan sólo unos pocos pueblos en el mundo no tienen acceso al menos a alguna parte de las Escrituras en su propio idioma.

El fin. Ver com. vers. 3, 6, 13.

15. Lugar santo. Es decir, los sagrados recintos del templo, incluyendo los atrios interiores, de los cuales estaban excluidos los gentiles, bajo pena de muerte (Hech. 6: 13; 21: 28).

La abominación desoladora. Ver com.  Dan. 9: 27; 11: 31; 12: 11. Las palabras griegas de este texto son similares a las que se emplean en Daniel, en la versión de los LXX (cf. 1 Mac. 1: 54).  Entre los judíos, con frecuencia se denominaba "abominación" a un ídolo o a algún otro símbolo pagano (1 Rey 11: 5, 7; 2 Rey. 23: 13; etc.), o también a alguna cosa que resultaba ofensiva desde el punto de vista religioso (Exo. 8: 26; cf.  Gén. 43: 32; 46: 34; etc.). El pasaje paralelo de Lucas dice: "Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado" (cap. 21: 20).  El acontecimiento predicho aquí es, evidentemente, la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por los romanos en el año 70 d. C., cuando se instalaron los símbolos de la Roma pagana dentro del predio del templo.  Cuando se suprimió la rebelión judía de Barcoquebas en el año 135 d. C., los romanos erigieron un templo a Júpiter Capitolino en el sitio del antiguo templo judío, y se les prohibió a los judíos, so pena de muerte, entrar en la ciudad de Jerusalén.

El profeta Daniel. Esta referencia a Daniel demuestra que Jesús creía que Daniel era un personaje histórico, que había sido profeta y que había escrito el libro de Daniel.  Debido a que la profecía de Daniel señalaba tan claramente el momento cuando el Mesías había de aparecer, los rabinos, en siglos posteriores, pronunciaron una maldición sobre quienes intentaran computar ese tiempo (CS 428; Talmud Sanhedrin 97b).

Entienda. Quienes afirman que el libro de Daniel es un libro sellado y que no puede entenderse, harían bien en tomar en cuenta esta clara declaración de Cristo en el sentido contrario.  A medida que se acercaban los acontecimientos predichos, era esencial que el pueblo de Dios supiera de qué había hablado el profeta.  Estos sucesos estaban a menos de 40 años, dentro del límite de la vida de muchos de los de esa generación.  Del mismo modo, a medida que se acercan los acontecimientos relacionados con el fin del mundo (ver com. vers. 3), los cristianos deberían ser diligentes en su intento de comprender lo que se ha escrito para su admonición (ver Amós 3: 7; Rom. 15: 4; 1 Cor. 10: 11).

16. Huyan a los montes. Así como lo había hecho el pueblo hebreo a través de los siglos al ser invadido por extranjeros (Juec. 6: 2; 1 Sam. 13: 6; Heb. 11: 38).

Josefo dice (Guerra vi. 9. 3) que más de un millón de personas perecieron durante el sitio y después del mismo, y que unas 97.000 más fueron llevadas cautivas.

Sin embargo, durante un respiro temporario, cuando los romanos inesperadamente levantaron el sitio de Jerusalén, todos los cristianos huyeron, y se dice que ninguno de ellos perdió la vida.  Se refugiaron en Pella, ciudad ubicada en los cerros al este del río Jordán, a unos 30 km al sur del mar de Galilea.

Según informa Josefo (Guerra vi. 9. 1), Tito, comandante de los ejércitos romanos, confesó que ni sus ejércitos ni sus máquinas de guerra podrían haber abierto una brecha en los muros de Jerusalén si Dios mismo no lo hubiera querido.  La tenaz defensa de la ciudad enfureció de tal modo a los soldados romanos que, cuando finalmente pudieron entrar en la ciudad, su afán de vengarse no tuvo límites.

17. En la azotea. Por lo general, las casas tenían el techo plano, y esas azoteas eran usadas con diferentes propósitos.  Allí se secaban frutas, se descansaba, se meditaba y se oraba (Hech. 10: 9).  Las diversas actividades realizadas en las azoteas se describen en Jos. 2: 6; 1 Sam. 9: 25-26;  2 Rey 23: 12.  Algunos piensan que la expresión "el que esté en la azotea" se refiere en primer lugar a los que vivían en las ciudades.

No descienda. El tiempo apremiaba.  Postergar la huida significaría un gran peligro.  Como lo demostraron los hechos, este consejo fue apropiado, pues los ejércitos romanos pronto volvieron.  El respiro temporario (ver com. vers. 16) fue la última oportunidad que tendrían los cristianos para escapar.  Ver pp. 75-76.

18. En el campo. Probablemente sea una referencia a los que vivían en las aldeas de la campiña. "El campo" es una expresión comúnmente empleada en la Biblia para referirse a la campiña, en contraste con las ciudades y las aldeas (Deut. 28: 16; cf. Gén. 37: 15; Exo. 9: 25).

19. ¡Ay! Los rigores y las privaciones de la huida serían prácticamente intolerables para las mujeres que tuvieran niños pequeños.

20. Orad. Los cristianos de Jerusalén y de Judea no podían determinar el momento cuando se retiraría el ejército romano, pero podían orar a Dios para que mitigase el sufrimiento y los peligros propios de la huida a las montañas.

No sea en invierno. En la temporada fría y lluviosa del invierno, resultaría sumamente difícil viajar; sería problemático hallar alojamiento y comida, y sería difícil no caer enfermo. Además, durante la estación lluviosa, iba a ser difícil cruzar el río Jordán.

Día de reposo. Cuarenta años después de la resurrección de Jesús, el sábado sería tan sagrado como lo había sido cuando Jesús habló estas palabras en la ladera del monte de los Olivos.  El Señor no insinuó ningún cambio en la santidad del día, como muchos cristianos suponen ahora que ocurrió en el día de la resurrección.

El tumulto, la excitación, el temor, y el viaje de huida no serían apropiados para el día de sábado.  Los cristianos habían de orar para que pudieran guardar el sábado como día de descanso, así como Dios deseaba que se lo guardara.  Cristo no abolió el sábado cuando fue clavado en la cruz.  Ese día no ha perdido nada de la santidad que en un principio Dios le concedió (ver com.  Gén. 2: 1-3).

21. Entonces. Es decir, después de la destrucción de Jerusalén y la derrota de la nación judía.  Entre el fin de la nación judía y el fin del mundo habrían de pasar "largos siglos de tinieblas, siglos que para su iglesia estarían marcados con sangre, lágrimas y agonía" (DTG 584).  Comenzando con el vers. 21, las señales predichas tienen que ver principalmente con el fin del mundo (DTG 583-584).

Gran tribulación. La primera persecución de la iglesia se debió a los dirigentes judíos (Hech. 4: 1-3; 7: 59-60; 8: 1-4; etc.). Algo más tarde, los gentiles también persiguieron a los cristianos (Hech. 16: 19-24; 19: 29; 1 Cor. 15: 32), y durante casi tres siglos la iglesia sufrió en forma intermitente a manos de la Roma pagana. 

En el año 538 comenzó el período de los 1.260 años de la supremacía papal y la persecución papal (cf.  Nota Adicional de Daniel 7).

22. No fuesen. Si Dios no intervenía, la persecución acabaría por destruir a todos los "escogidos".

Sería salvo. Es decir, quedaría con vida.

23. Entonces. Después de la "gran tribulación" de los vers. 21-22.  La advertencia de los vers. 23-28 se aplica especialmente a los últimos días de la historia del mundo, y fue dada como "una señal del segundo advenimiento" (DTG 585).  Se había dado una advertencia similar en los vers. 4-5, pero allí era principalmente una señal de la destrucción de Jerusalén (DTG 584) y se cumplió antes de la caída de aquella ciudad en el año 70 d. C. Pero la misma advertencia, repetida en los vers. 23-28, fue dada para "los que viven en esta época del mundo", pues "con lenguaje inequívoco, nuestro Señor habla de su segunda venida y anuncia los peligros que han de preceder a su advenimiento al mundo" (DTG 582,584).

Os dijere. En este versículo Jesús se dirige a los discípulos como si ellos hubieran sido representantes de los creyentes que habrían de vivir en los últimos tiempos de este mundo.

Cristo. Este es el equivalente griego del Heb. mashíaj, "Mesías" (ver com. cap. 1: 1).

No lo creáis. Ver com. vers. 4-5.

24. Falsos Cristos. Ver com. vers. 5

Falsos profetas. Ver com. vers. 11, donde se habla de falsos profetas antes de la caída de Jerusalén.  En este contexto, un falso profeta es el representante de un falso mesías.  Cf. com. cap. 7: 15-23, donde se presentan consejos más detallados con referencia a tales profetas.

Grandes señales. Ver p. 198; com.  Luc. 2: 12. Los falsos profetas realizan "señales" como prueba de su autoridad, y la gente considera que hacen "prodigios" (ver p. 198; com. Mat. 12:38-39). En Apoc. 13:13-14; 16:13-14; 19:20, hay referencias más específicas a algunas de las "señales" importantes realizadas por estos profetas de los últimos tiempos. Sin embargo, estos falsos milagros carecen del poder de Dios. Las dos palabras, "señales" y "prodigios" aparecen con frecuencia juntas en el NT (Juan 4:48; Hech. 2:22; 4:30; 2 Cor. 12:12; Heb. 2:4).

Si fuere posible. Este pasaje indica que estas señales casi lograrían convencer a los "escogidos".  Esos fieles han obedecido el consejo del Testigo Verdadero que amonesta a los laodicenses; han ungido sus ojos "con colirio" (ver com.  Apoc. 3: 18) y por lo tanto pueden distinguir entre lo falso y lo verdadero.  

La lógica de la oración sugiere que es imposible que Satanás engañe a los que aman y sirven a Dios con sinceridad. La "obra maestra" del engaño de Satanás se comenta en CS 617, 681-682.  

Un amor genuino por la verdad y la diligencia en obedecer todas las instrucciones que Dios ha dado para estos últimos días, será la única protección posible contra los engaños del enemigo, los espíritus seductores, y las doctrinas de demonios (Ev 452; 3JT 275-276; TM 475; ver com. 2 Tes. 2: 9-12).

Escogidos. Gr. eklektós, "escogido", " elegido".

25. Os lo he dicho antes. La advertencia en contra de los engaños de los últimos días fue dada para que los cristianos pudieran comprender claramente los peligros a los cuales deberían enfrentarse, estuvieran sobre aviso con respecto a estos peligros, reconocieran a los falsos cristos y a los falsos profetas como tales, y evitaran ser engañados (Juan 13: 19; 14: 29; 16: 4). El hecho de que la Inspiración haya delineado claramente estas cosas es la razón más poderosa por la cual "los escogidos" deberían ser diligentes en su estudio de todo lo que Dios ha revelado en cuanto a los engaños de los últimos días.

26. El desierto. Quizá sea una referencia a aquellas regiones poco pobladas, en contraste con "los aposentos" de las ciudades (ver DTG 584; com. vers. 18).

No salgáis. Esta amonestación es paralela a la que aparece al final del versículo: "no lo creáis". Si bien un cristiano no debe ser ignorante de lo que pasa a su alrededor, tampoco debe dejar que su curiosidad lo lleve a dar la impresión de que se interesa en lo que dicen los falsos profetas y falsos cristos, o que simpatiza con ellos.  Hacer esto equivale a colocarse en terreno peligroso exponiéndose a la posibilidad de caer en el engaño.

Los aposentos. "En lo interior de las casas" (BJ, ed. 1966).  Cf.  Juan 7: 27.  Los cristianos no necesitarían hacer largos peregrinajes para encontrar a Cristo -a los desiertos o a cualquier otra parte-, ni tampoco habría nada misterioso en cuanto a su venida como para que tuvieran que entrar en "aposentos" secretos para investigar los rumores de que Cristo estaba allí.  Gracias a las claras instrucciones dadas por Jesús, sabrían que todos estos rumores eran falsos.

27. Como el relámpago. No habrá nada secreto ni misterioso en cuanto al retorno de Jesús. A nadie habrá que decirle que ha regresado a la tierra porque todos lo verán (Apoc. 1: 7). La descripción hecha en este pasaje no deja la posibilidad de que haya un rapto secreto, ni una venida mística, ni de que se cumplan otras falsas teorías elaboradas por personas piadosas, pero con más celo que ciencia, que creen tener el don de profecía.  

La gente ha de ver a Jesús "viniendo sobre las nubes del cielo" (Mat. 24: 30; cf. cap. 16: 27; 26: 64; Mar. 8: 38; 14: 62; Hech. 1: 11; Apoc. 1: 7). La segunda venida de Jesús será un acontecimiento inconfundible.  Todos sabrán que está ocurriendo, sin que haya que decírselo.

Del oriente. Si bien aquí la figura hace resaltar la visibilidad universal de la venida de Jesús, es interesante notar el comentario de Elena de White en el sentido de que Cristo vendrá desde el "este" (CS 698).

Hijo del Hombre. Ver com.  Mat. 1: 1; Mar. 2: 10.

28. El cuerpo muerto. Es probable que la enigmática declaración del vers. 28 haya sido un proverbio o un dicho popular.  Cuando se veía una bandada de "buitres" (así traduce acertadamente la  BJ; ver com.  Luc. 17: 37) que se cernía sobre algún objeto o se congregaba en algún punto, bien se podía sospechar que allí había algún cuerpo muerto; de otro modo, los buitres van solos buscando alimento. 

En otras palabras, estas aves sólo se juntan cuando hay razón de hacerlo.  Diversos comentaristas han sugerido que este proverbio significa que la multiplicación de las señales es una evidencia de que algo decisivo está por ocurrir. 

Otros han pensado que, dentro del contexto de Mat. 24, este proverbio puede ser una advertencia a los cristianos de que no salgan a ver a los falsos cristos o a escuchar a los falsos profetas (vers. 25-26).  Deben creer que Jesús viene sólo cuando lo vean venir en las nubes de los cielos (ver com. vers. 27; cf. Job 39: 30; Prov. 30: 17).

29. Inmediatamente después. Marcos dice: "En aquellos días, después de aquella tribulación" (cap. 13: 24).  Mateo y Marcos se refieren aquí al período de los 1.260 días (años) de persecución  papal que terminaron en el año 1798 (ver com.  Mat. 24: 21).  Hacia el final de este período el sol se oscureció.  Las señales del vers. 29 ocurren en un tiempo muy cercano al de "la tribulación de aquellos días" (ver CS  351; com.  Dan. 7: 25). 

La tribulación. Ver com. vers. 21.

El sol. El 19 de mayo de 1780 el sol se oscureció durante casi todo el día en una gran sección de América del Norte.  El así llamado "día oscuro" fue la primera de las señales en los cielos ordenada por Dios para indicar la inminencia del regreso de nuestro Señor.

La luna. En la noche del mismo día, el 19 de mayo de 1780, la luz de la luna estuvo velada, así como lo había estado la luz del sol durante las horas del día.

https://elaguila3008.blogspot.com/2018/05/reflexion-94-una-de-las-senales-del.html

Las estrellas. Esta señal se cumplió, por lo menos en parte, el 13 de noviembre de 1833, cuando ocurrió lo que sin duda puede considerarse como la mayor lluvia de meteoros de toda la historia.  Los fenómenos celestiales del 19 de mayo de 1780 y del 13 de noviembre de 1833 cumplieron con precisión las predicciones de Jesús porque ocurrieron en el momento predicho (ver lo dicho antes).  Ningún otro fenómeno del pasado cumple satisfactoriamente con todas las especificaciones de esta profecía. ,

https://elaguila3008.blogspot.com/2019/11/27-la-caida-de-las-estrellas-una.html

Las potencias de los cielos. Es decir, el sol, la luna y las estrellas.  Esta conmoción de las "potencias de los cielos" no se refiere a los fenómenos descritos en la primera parte del versículo, sino a un tiempo aún futuro, cuando los cuerpos celestes "se desquiciarán de su asiento... se conmoverán a la voz de Dios". 

Esto ocurrirá cuando la voz de Dios sacuda también la tierra (PE 41), al comienzo de la séptima plaga (Apoc. 16: 17-20; CS 694-695; PE 341 285; cf.  Isa. 34:4; Apoc. 6:14).

30. La Señal. Gr. s'meíon, "señal", "evidencia", "prenda" (ver p. 198; com.  Luc. 2:12).  La "señal" que distinguirá el retorno de Cristo de los engaños de los falsos cristos será la nube de gloria con la cual volverá a esta tierra (PE 15, 35; CS 697).

Hijo del Hombre. Ver com.  Dan. 7: 13; Mat. 1: 1; Mar. 2:10; Nota Adicional de Juan 1. Esta expresión aparece también en la literatura apocalíptica judía.  Por ejemplo, el libro de Enoc (cap. 62: 5) habla del momento "cuando vean aquel Hijo del Hombre sentado en el trono de su gloria" (cf.  Mat. 16: 27; 25: 31).

Tribus. Las diversas naciones y pueblos de la tierra (cf.  Apoc. 14:6; 17:15; etc.). La razón de este lamento aparece en Apoc. 6:15-17 (cf.  Isa. 2:19-21; Ose. 10:8; Luc. 23:30).

Las nubes del cielo. Cf.  Hech. 1:9-11; 1 Tes. 4:16-17; Apoc. 1:7.

Con poder y gran gloria. Cf. cap. 16:27; 25:31; ver com. cap. 24:27.

31. Enviará sus ángeles. Es apropiado que los ángeles, que han socorrido a quienes han llegado a ser "herederos de la salvación" (Heb. 1: 14), participen en los acontecimientos de ese glorioso día.  Entonces, por primera vez, los hijos de Dios tendrán el privilegio de ver cara a cara a esos seres santos que los han guardado a lo largo de su peregrinación terrenal.

Trompeta. Cuando Jesús venga, la trompeta de Dios llamará de sus tumbas a todos los que han dormido en Jesús (1 Tes. 4: 16; cf. 1 Cor. 15: 52).

Sus escogidos. Ver com. vers. 24.  Estos son los que Dios ha escogido para formar su reino porque ellos le han escogido a él.  "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe" (Mal. 3: 17).  Los que han dormido en Jesús se levantarán para unirse con los santos vivos y juntos se encontrarán con su Señor en los aires (1 Tes. 4:16-17; cf.  Juan 11: 24-26).

Los cuatro vientos. Es decir, de todas las direcciones (cf.  Dan. 7:2; 8: 8; 11: 4; Apoc. 7: l). Es interesante notar que en una de las Dieciocho Bendiciones de la liturgia de la sinagoga, hay una plégaria para que Dios reúna junto a sí a los esparcidos entre las naciones y junte "a nuestros dispersos desde los extremos de la tierra".

Un extremo del cielo. El "cielo" al cual se hace referencia aquí no es la morada de Dios y de los ángeles, sino la atmósfera que rodea la tierra (ver com.  Gén. 1: 8).  

En consecuencia, esta expresión describe a toda la tierra, puesto que la tierra está bajo los cielos atmosféricos.  Aparecen expresiones similares en Deut. 4: 19, 32; 30: 4; Neh. 1: 9; Jer. 49: 36; Col. 1: 23; etc.

32. De la higuera. Los brotes de la higuera eran señal segura de que se aproximaba la temporada más cálida.  Comparar esto con la parábola de la higuera estéril (com.  Luc. 13:6-9) y la maldición de la higuera (Mar. 11:12-14, 20-26).

Parábola. Ver pp. 193-194.  Esta breve parábola es en realidad una ilustración tomada de la naturaleza.  Era especialmente significativa para los habitantes de Palestina, donde abundaban las higueras.

33. Cuando veáis. Se hace resaltar aquí el reconocimiento personal de las señales y la comprensión de su importancia.  Los cristianos deben distinguir entre las "grandes señales" y los "prodigios" de los falsos profetas (ver com. vers. 24), y las verdaderas señales mencionadas por Jesús.  Deben distinguir entre aquellas cosas que Jesús predijo que señalarían el "principio de dolores" (vers. 8) cuando el fin aún no sería (vers. 6), y las señales que indicarían que el regreso de Jesús "está cerca, a las puertas" (vers. 33).

Todas estas cosas. En "estas cosas" no se incluye la "señal" del Hijo del hombre del vers. 30, porque cuando ésta sea visible Jesús ya está viniendo sobre las nubes, y no estará más a las puertas.  Las palabras "estas cosas" se refieren más bien a las señales del vers. 29, pero también incluyen otros acontecimientos, otras señales que Jesús dijo que debían ocurrir antes del fin.  La lista completa de estas señales aparece en Mar. 13 y Luc. 21.

Está cerca. La venida de Cristo está cercana, pero más específicamente, "Él está cerca" (BJ). A las puertas. El próximo paso será trasponer el umbral.

34. De cierto. Ver com. cap. 5: 18.

Esta generación. Por lo general, se ha pensado que las palabras "esta generación" del cap. 23: 36 se refieren a la generación de los apóstoles (ver com. cap. 23: 36). Jesús empleó, en repetidas ocasiones, la expresión "esta generación" para designar a la gente de ese período (cap. 11: 16; cf. cap. 12: 39, 41-42, 45; 16: 4;  17: 17; etc.; ver com. cap. 11: 16).  

Es evidente que las predicciones que Cristo pronunció respecto a la caída de Jerusalén, que ocurrió en el año 70 d. C., se cumplieron literalmente durante la vida de muchos de los que vivían entonces.

Sin embargo, las palabras "esta generación" del vers. 34 se encuentran dentro del contexto de los vers. 27-51, donde se habla esencialmente de la venida del Hijo del hombre al final del mundo (DTG 586).

Cristo afirmó que las señales mencionadas en estos versículos y en Lucas -señales en los cielos y en la tierra (Luc. 21: 25)- ocurrirían tan cerca del día de su venida que la generación que viera las últimas señales no moriría antes de ver que se cumplieran todas estas cosas, es decir, que verían no sólo las señales, sino también la venida de Cristo y el fin del mundo.

No era el propósito de Cristo dar a conocer a sus seguidores la fecha exacta de su retorno.  Las señales predichas testificarían de que su venida estaba cerca, pero "del día y la hora nadie sabe" (Mat. 24: 36).

El tomar la frase "esta generación" como base para computar un período al final del cual Jesús deberá venir, viola tanto la letra como el espíritu de las instrucciones del Maestro (ver com. vers. 36, 42).

El Cielo Y La Tierra. Esta expresión bíblica bastante común se refiere a los cielos atmosféricos y al globo terrestre (ver com. Gén. 1: 8; cf. 2 Ped. 3: 5, 7, 10, 12-13; etc.).

Pasarán. Esto no significa que el planeta tierra dejará de existir, sino más bien que los cielos atmosféricos y la superficie de la tierra sufrirán cambios fundamentales.  En Isa. 34:4; 2 Ped. 3:7-13 se describe el proceso mediante el cual se efectuarán estos cambios.

Mis palabras. Ver com. cap. 5: 18.  

Aun la política de los más encumbrados personajes de la tierra puede cambiar, pero los principios divinos quedan firmes para siempre, porque Dios no cambia (Mal. 3: 6). En este pasaje Jesús hace resaltar la certeza de lo que ha revelado respecto del futuro, especialmente con referencia a su venida y al fin del mundo (com.  Mat. 24: 3).

36. Del día y la hora. Se entiende que se refiere aquí al día de su venida y del fin del mundo (ver com. vers. 3). Quienes se sientan tentados a calcular precisamente cuántos años pueden faltar hasta la venida de Cristo, harían bien en considerar el consejo que se presenta aquí como también el de Hech. 1: 7.  Es el privilegio y el deber de los cristianos permanecer alerta, observar las señales del retorno de Jesús, y saber cuándo se acerca su venida (ver com. vers. 33).

Ni aun los ángeles. La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la añadidura de la frase "ni el Hijo" (BJ).  En Mar. 13: 32 la evidencia textual establece la inclusión de esta frase.  Se ha entendido que esto significa que, como hombre, cuando estuvo en la tierra, Jesús limitó en forma voluntaria su conocimiento y su poder para estar en armonía con las capacidades de los seres humanos, a fin de que su propia vida perfecta fuera un ejemplo de cómo deberíamos vivir y que su ministerio pudiera ser un modelo al cual pudiéramos seguir, ayudados por la misma conducción y la misma ayuda de Dios que tuvo él (ver com.  Luc. 2: 52).

Sólo mi Padre. Ver com. Hech. 1: 7.

37. Los días de Noé. A pesar de la advertencia pregonada por Noé y el testimonio de la construcción del arca, los hombres siguieron con su trabajo habitual y sus placeres acostumbrados, sin considerar en absoluto los acontecimientos que estaban por ocurrir. Jesús dijo que esta misma despreocupación caracterizaría a quienes vivieran en los días que precederían a su segunda venida. Sus actividades también serían esencialmente malas como las de los antediluvianos (DTG 586). La descripción de las condiciones existentes en el mundo antediluviano aparece en Gén. 6: 5-13; cf. 2 Ped. 2: 5-6.

38. Casándose. Ver com. vers. 37. La Biblia describe claramente la iniquidad prevaleciente en los días de Noé (Gén. 6: 5, 11-13).  Se predicen las mismas condiciones para los últimos días (2 Tim. 3: 1-5). Sin embargo, en este capítulo de Mateo, nuestro Señor destaca el hecho adicional de que el diluvio sorprendió a los antediluvianos mientras estaban ocupados en sus actividades habituales (vers. 36-43).  Lo mismo ocurrirá en ocasión del segundo advenimiento (CS 386-387, 545).

39. No entendieron. Literalmente, "no supieron" o mejor, "no se dieron cuenta" (BJ). 

Por espacio de 120 años Noé había advertido a los antediluvianos que vendría el diluvio.  Habían tenido amplia oportunidad de saber o de entender, pero habían preferido no creer.  Se encerraron en la oscuridad de la incredulidad (ver com. Ose. 4: 6).

Se los llevó. Cf. Gén. 7: 11-12, 17-22.

40. En el campo. Es probable que se aluda aquí a los agricultores.  Ver com. vers. 18.

Será tomado. Gr. paralambánÇ, "tomar o recibir ara sí mismo".  En los papiros se emplea este vocablo para referirse a recibir cosas que le pertenecen a uno.  Se lo emplea también (cap. 17: 1) para expresar que Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan para ascender con él al monte de la transfiguración.  En Col. 4: 17 se lo emplea para referirse a un ministro cristiano que recibe la comisión evangélica. En Juan 14: 3, se emplea paralambánÇ para decir que Jesús recibió a los discípulos que le aguardaban.  Por contraste, la frase "se los llevó" en Mat. 24: 39 es del verbo aírÇ, "llevarse", "quitar".  En el vers. 40, el "uno" es tomado por los ángeles que son enviados para juntar a los escogidos (vers. 31).

HAY QUIENES EMPLEAN los vers. 39-41 para fundamentar la doctrina del llamado "rapto secreto", según la cual los santos serán arrebatados en forma secreta de esta tierra antes de la segunda venida de Cristo.  Sin embargo, esta enseñanza no puede encontrarse ni aquí ni en ningún otro pasaje bíblico. 

La venida que se describe en Mat. 24 es siempre, sin excepción, una venida literal y visible de Cristo (vers. 3, 27, 30, 39, 42, 44, 46, 48, 50).  En esta ocasión "todas las tribus de la tierra... verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo" (vers. 30).  Todo lo que tiene que ver con venidas secretas, Cristo lo atribuyó a los falsos cristos (vers. 24-26).  Ver com. vers. 27.

El contexto permite entender claramente lo que significan estas dos formas verbales: "ser tomado" y "ser dejado".  Los que son dejados son los siervos malos, quienes, en vez de seguir con sus actividades habituales después de un supuesto rapto secreto, son castigados duramente y relegados a la suerte que les toca junto con los hipócritas (vers. 48-51).

Será dejado. Gr. afi'mi, "dejar", "despachar", "despedir".  Según el griego, los justos son "recibidos" mientras que los impíos son "despachados".

LA SEGUNDA VENIDA DE JESÚS Y EL RAPTO SECRETO

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SERIE EL RAPTO + CON ESTEBAN BOHR/AUDIO/PROFECÍAS

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41. Molino. La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto múlos, "molino" y  no mulÇn, "casa del molino".  Es probable que en este pasaje se haga alusión a un molino de mano en el cual trabajaban dos mujeres.  Estos molinos consistían en dos piedras planas, de las cuales una giraba sobre la otra.

42. Velad, pues. La nota tónica de este capítulo está dada por esta advertencia: "Velad". Para ilustrar la importancia de estar atento, Jesús pronunció seis parábolas: la del portero (Mar. 13: 34-37) que aquí aparece condensada en un versículo (Mat. 24: 42)-, la del padre de familia (vers. 43-44), la de los siervos fieles y los siervos malos (vers. 45-5 1), la de las diez vírgenes (cap. 25: 1-13), la de los talentos (vers. 14-30), y la de las ovejas y los cabritos (vers. 31-46).

Los cristianos no deben aguardar el retorno de su Señor sin hacer nada.  Mientras esperan y velan, deben ocuparse en obedecer a la verdad y en trabajar fervorosamente en favor de otros.  Tienen el privilegio de no sólo "esperar la venida del día de Dios, sino apresurarla" (DTG 587).

A qué hora. Ver com. vers. 36.  La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto "en qué día" (BJ).

43. El padre de familia. Gr. oikodespót's, "dueño de casa" (ver com. cap. 21:33).

A qué hora. El griego dice "en cuál vigilia".  Los romanos dividían la noche en cuatro "vigilias", sistema de cómputo adoptado también por los judíos.  Ver p. 52; com. cap. 14:25.

El ladrón. Pablo (1 Tes. 5: 2) y Juan (Apoc. 3: 3) también emplean la figura del ladrón al referirse a la segunda venida de Jesús.

44. También vosotros estad preparados. Esta es la tercera de las advertencias de este discurso: "Mirad" (vers. 4), "velad" (vers. 42) y "estad preparados" (vers. 44).  

Mientras atendemos nuestras actividades diarias, "la crisis se está acercando gradual y furtivamente" (DTG 590).  El que sinceramente aguarda la venida de Jesús estará ya preparado cuando quiera aparezca su Señor.

Que no pensáis. Es una necedad intentar fijar la hora, el día o el año de la venida de Cristo (ver com. vers. 36).  Si hubiera sido necesario o deseable que el cristiano supiera el momento de la segunda venida, Dios se lo habría revelado.  Pero hay suficiente información revelada a fin de que pueda saber cuándo está próximo este acontecimiento.  Sabiendo que está cercano, se le pide que vele y que esté preparado.

45. Siervo fiel y prudente. Esta es la segunda de seis ilustraciones dadas para mostrar la importancia de velar y estar preparado.

Sobre su casa. Esta parábola se aplica especialmente a los dirigentes religiosos y espirituales de "la familia de la fe" (Gál. 6: 10; cf.  Efe. 2: 19), cuyo deber es suplir las necesidades de sus miembros, y quienes, por precepto y, por ejemplo, deben dar testimonio de su creencia en la pronta venida de Cristo.

Alimento a tiempo. El pastor tiene el deber de alimentar "la grey de Dios" (1 Ped. 5: 2) y de darle ejemplo (vers. 3) de vigilancia y preparación.  Dios pedirá que se le rinda cuenta de su grey, y le corresponde a cada pastor cumplir fielmente con la responsabilidad que se le ha encomendado (Eze. 34: 2- 10).

46. Bienaventurado. "Dichoso" (BJ) o "feliz" (ver com. cap. 5:3).

47. De cierto. Ver com. cap. 5: 18.

Todos sus bienes. Es decir, le confiará mayores responsabilidades (ver com. cap. 25: 21).  Comparar con el caso de José en la casa de Potifar (Gén. 39: 3-6).

48. Dijere en su corazón. El "siervo malo" quizá no admita abiertamente que cree que su señor se  ha demorado, pero su modo de vida lo traiciona.  No actúa como si creyera que su señor está a punto de volver.

Tarda en venir. Este siervo no es uno de los burladores que niegan la realidad del retorno de Cristo (2 Ped. 3: 4).  Pretende creer.  En verdad, ha aceptado la responsabilidad de brindar el alimento espiritual a los miembros de la "familia de la fe" a fin de ayudarlos a que se preparen para el retorno de su Señor (ver com.  Mat. 24: 45).  Pero a sus palabras les falta convicción.  No tiene fervor.  Su vida y su obra proclaman que no cree de veras que su Señor vendrá pronto.  En momentos de crisis no se pone "entre los muertos y los vivos" (Núm. 16: 48).  No insta "a tiempo y fuera de tiempo", ni "redarguye, reprende, exhorta" (2Tim. 4: 2); más bien adapta su mensaje a los que tienen "comezón de oír" (vers. 3).  Olvida que "el mensaje de la segunda venida de Cristo tiene por objeto arrancar a los hombres de su interés absorbente en las cosas mundanas" (PVGM 180).

49. Golpear a sus consiervos. Comparar esto con la acerba acusación de Ezequiel a los pastores que se ocupaban mayormente de alimentarse a sí mismos, que eran crueles con sus ovejas y que esparcían el rebaño (Eze. 34: 2-10).

50. No espera. Ver com. vers. 44.

51. Lo castigará duramente. El griego emplea un verbo que significa literalmente "cortar en dos".  Evidencias ajenas a la Biblia indican que ésta era una forma terrible y vergonzosa de morir.  En vez de decapitar a la persona se la hacía pedazos a golpes de espada.  Muchos creen que aquí y en Luc. 12: 46 se trata de una figura de dicción y no de una muerte a golpes de espada.

Con los hipócritas. Ver com. cap. 6: 2. Estará junto con los hipócritas porque ha vivido y actuado como hipócrita.

Crujir de dientes. Ver com. cap. 8: 12. (5CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-51 DTG 581-591

"EN EL MONTE DE LAS OLIVAS"

(Este capítulo 69. Está basado en San Mateo Capitulo 24; San Marcos Capitulo 13; San Lucas 21:5-38).

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-69-en-el-monte-de-las.html

Ministerio Hno. Pio


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