MARCOS 5.
La
Segunda Gira Misionera. Vers. (1-12)
Cristo sana a un hombre poseído por una legión de demonios, (13-20) que entran
en una manada de puercos y éstos se ahogan en el mar, y el sanado de posesión, testifica
de la bondad de Dios. (21-24) Jairo pide ayuda a Jesús. (25-34) Cristo cura a
una mujer con flujo de sangre (35-43) y resucita a la hija de Jairo.
1 VINIERON al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, más las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. 14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. 17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. 22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer. (Marcos 5).
1. Al otro lado. [Los endemoniados de Gadara, Mar. 5:1-20 = Mt. 8:28 a 9:1 = Luc. 8:26-39. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; diagrama p. 221; acerca
de los milagros, pp. 198-203] De los tres relatos de este milagro, el de Marcos
es el más gráfico y el de Mateo el más breve. El "otro lado" del mar
de Galilea se refiere a la orilla oriental, en la región de Decápolis (ver p.
48; com. Mat. 4: 25). El día anterior había presentado un sermón que
principalmente consistió en parábolas (Mat. 13), en algún lugar a la orilla del
mar de Galilea, junto a la planicie de Genesaret (ver com. Mat. 13: 1). El
ancho del lago en este punto era de unos 11 km. Fue durante la travesía cuando
Jesús calmó la tormenta (ver com. Mat. 8: 18). Esta vez su propósito al cruzar
a la orilla oriental, que era menos densamente poblada, era disfrutar de una
breve tregua de las multitudes que lo asediaban, hasta el punto de que con
frecuencia no tenía tiempo para comer o dormir (Mar. 3: 20).
Gadarenos. La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la variante "gerasenos" (BJ), aunque en algunos MSS se lee "gergesenos" y "gadarenos".
En Mat. 8: 28, la evidencia textual se inclina por
"gadarenos", pero hay MSS que dicen "gergesenos" y
"gerasenos". En Luc. 8: 26, la evidencia textual sugiere
"gerasenos" (BJ), pero hay MSS que dicen "gergesenos" y
"gadarenos". Son evidentes los esfuerzos de los copistas y de los
recopiladores para armonizar los nombres de los tres relatos.
Aunque
en el presente no disponemos de pruebas concluyentes, por lo general se piensa
que el encuentro de Cristo con los endemoniados gadarenos (o gerasenos o
gergesenos) ocurrió a poca distancia de lo que es ahora la aldea de Kursí, que
se identifica con la antigua Gergesa. Gadara era una ciudad a unos 20 km al sur
de este lugar, aproximadamente a 10 km del extremo sur del mar de Galilea. En
un tiempo fue la capital de Decápolis (ver com. Mat. 4: 25; Mar. 5: 20). En
este tiempo quizá era la ciudad principal del distrito, y tal vez daba su
nombre al mismo. La ciudad de Gerasa, a unos 56 km al sureste del mar de
Galilea, difícilmente podría ser el lugar al que se hace referencia en el
relato de este milagro. No es imposible que hubiera una aldea del mismo nombre
cerca de Gergesa, o que tanto Gerasa como Gergesa se refieran a la misma aldea,
que ahora se llama Kursi.
2. Salió él de la barca. A corta distancia al sur de la aldea de Kursi (ver com. vers. 1) hay un
empinado risco que desciende abruptamente a una angosta playa (ver com. vers.
13). Jesús y los discípulos bien pueden haber desembarcado al sur de ese risco,
donde la playa se ensancha y las colinas no llegan hasta el lago.
Sepulcros. Las colinas de piedra caliza en torno de Kursí tienen abundantes cavernas y
cámaras cavadas en la roca relativamente blanda. Cámaras como éstas se usaban
comúnmente como sepulcros en la antigua Palestina.
Un hombre. Mateo menciona a dos hombres (cap. 8:28). Sin embargo, indudablemente uno
se destacaba por su ferocidad. Mateo también habla de dos ciegos en Jericó
(cap. 20:30), donde Marcos (cap. 10:46) y Lucas (cap. 18:35) se refieren sólo
a uno, quizá por una razón similar. Es digno de notarse que Mateo,
indudablemente testigo presencial en ambos sucesos, mencione dos hombres en
cada caso. Acerca de las diferencias que
hay en la narración de un mismo caso en varios Evangelios, ver la segunda Nota
Adicional de Mateo 3. Cf. com. Mar.
10:46; Luc. 5:2; 7:3; la Nota Adicional de Luc. 7.
Un espíritu inmundo. Acerca de la naturaleza de la posesión demoníaca, ver la Nota Adicional del
cap. 1.
3. Sepulcros. Ver com. vers. 2. De acuerdo con la ley levítica, un cadáver era inmundo
(ver com. Lev. 21:2), y de esa impureza
participaba el lugar de la sepultura. Es obvio que estas consideraciones no
eran tenidas en cuenta por los endemoniados.
Nadie podía atarle. La afirmación de Mateo de que "nadie podía pasar por aquel
camino" (cap. 8:28) implica que la guarida de estos hombres endemoniados
no estaba lejos de un camino, quizá el que pasaba por la orilla oriental del
lago (cf. DTG 304).
Cadenas. Gr.
hálusis, "cadena" o "atadura", con frecuencia se usa
específicamente para indicar esposas o grillos.
4. Grillos. Gr. péde, "grillos para los pies", proviene de una palabra que
significa "pie" o "empeine". Se trataba de anillos de hierro que se les
ponía en las piernas a los presos.
5. Hiriéndose. En su furia, con frecuencia
se lesionaba el cuerpo, que quizá estaba cubierto de cicatrices y llagas.
6. Cuando vio... a Jesús. El, y su compañero pueden haber estado en las estribaciones más bajas de la
montaña que descendía abruptamente al mar, y así pueden haber observado las
barcas que se aproximaban.
Corrió. Quizá
con la intención de atacar a Jesús y a los que lo acompañaban, sin duda dando
salvajes alaridos mientras descendía a la playa.
Se arrodilló ante él. Cuando los endemoniados llegaron donde estaba Jesús, los discípulos habían
huido aterrorizados, y el Salvador estaba solo con los dos posesos del demonio
(DTG 304). De alguna manera parecían percibir borrosamente que se trataba de un
Amigo y no de un enemigo (DTG 304-305), y se postraron ante los pies de Jesús.
La misma presencia de Cristo, con frecuencia, parecía impresionar profundamente
aun a sus peores enemigos (ver Mat. 21:12-13; Juan 2:15).
7. ¿Qué tienes conmigo? El desafío a la autoridad de Jesús (cf. cap. 1:27; com. cap. 2:10)
significaba en realidad: ¿Qué derecho tienes a entremeterte conmigo?" (ver
com. Juan 2:4).
Hijo. Ver
com. Luc. 1:35; Juan 1:1-3.
Dios Altísimo. Ver Hech. 16:17; com. Gén. 14:18,
22. Parecería que los malos espíritus estaban hablando directamente a Cristo
mediante uno de los endemoniados de Gadara, pues Jesús se dirigió al
"espíritu inmundo" y no al hombre mismo (Mar. 5:8). Por ende, el reconocimiento de Jesús como
el "Hijo del Dios Altísimo" muestra el conocimiento que tenían los
espíritus, y no los endemoniados.
Te conjuro. Gr. horkízo, "conjurar". Las palabras del relato de Lucas son
menos gráficas: "Te ruego" (Luc. 8:28).
Atormentes. Gr. basanízo, que originalmente significaba "probar [metales] con la
piedra de toque". En el NT se usa basanízo en el sentido de infligir dolor
o tortura.
8. Le decía. Mientras Jesús estaba en el mismo proceso de ordenar al espíritu que
saliera del hombre, osadamente el espíritu interrumpió y lo desafió.
9. ¿Cómo te llamas? No es clara la razón por la cual Cristo preguntó el nombre del espíritu que
poseía al hombre, o más bien del portavoz de la legión de espíritus. Se ha
sugerido que era para beneficio de los discípulos, a fin de que pudieran
apreciar más plenamente la magnitud del milagro, y comprendieran mejor la
naturaleza y el poder de las fuerzas contra las cuales tenían que luchar.
Legión. Una
división del ejército romano que, cuando estaba completa, contaba
aproximadamente con 6.000 infantes y 700 jinetes, o un total de unos 6.700
hombres. Sin embargo, por lo general - como sucede con los ejércitos modernos-
la legión no se mantenía con todos sus efectivos. Aunque el uso que hizo el
demonio del nombre "legión" puede ser tomado literalmente, no hay
forma de determinar el número preciso. Se entiende mejor la palabra en el
sentido general de que había muchos demonios (Luc. 8: 30).
10. Le rogaba mucho. El desafiante demonio ahora se comportó como un suplicante que pedía
misericordia a Jesús. Quizá temía por su vida (ver com. cap. 1:24).
Fuera de aquella región. En cambio, Lucas dice: "ir al abismo" (cap. 8:31). La palabra griega traducida "abismo" es ábussos, "abismo", "profundidad", "lugar inaccesible", "lugar de los muertos" (ver com. Apoc. 20:1). En Gén. 1:2 y 7:11 (LXX), ábussos corresponde al Heb. tehom, traducida en la RVR como "abismo".
En Job 28:14 (LXX) corresponde a "mar", y también se ha traducido como "abismo" en la RVR. En Rom. 10:7, "abismo" ábussos se usa para describir el lugar de "los muertos", o sea la tumba. En Apoc. 9:2, 11; 11:7; 17: 8; 20:1, 3, ábussos se ha traducido en la RVR como "abismo" (En todos estos pasajes, se lee "Abismo" en la BJ. El uso de la mayúscula aparentemente le da la categoría de un nombre propio.) Usado como adjetivo en el griego clásico, este vocablo significa "insondable", "ilimitado", "sin fondo".
11. Cerca del monte. Es decir, en la ladera, a alguna distancia de donde estaban en la playa
Cristo y los endemoniados (Mat. 8:30). Por toda esa región, sin duda, los
porqueros siempre estaban alerta debido a los posesos del demonio, y por eso
los vieron cuando corrían hacia Cristo, oyeron sus sobrenaturales alaridos y
fueron testigos de la gloriosa transformación que se produjo en el aspecto de
ellos.
Cerdos. Aunque
algunos judíos criaban cerdos para comerciar con ellos, no se puede comprobar
que los dueños de este hato eran judíos. Sin embargo, seguramente estaban
absortos en su ocupación y en su negocio, indiferentes a las cosas espirituales.
12. Le rogaron todos los demonios. Ver com. vers. 10.
Envíanos. El propósito de Satanás era hacer que la gente de esta región se volviera
contra el Salvador pensando que él era responsable por la destrucción de su
propiedad. El resultado inmediato parecía justificar los malos propósitos del
diablo. Pero el ministerio de los hombres transformados, que antes habían sido
conocidos por todo el distrito como endemoniados, junto con la noticia del hato
de cerdos que pereció en el mar, que confirmaba el relato acerca de los
endemoniados, sirvieron como quizá ninguna otra cosa podría haberlo hecho para
que la gente de esa región se inclinara en favor de Jesús (ver com. vers.
19-20).
13. Les dio permiso. Comparar con el caso de Job (Job 1:12; 2:6). El diablo instigó todo el
daño que sufrió Job, y Dios sencillamente lo consintió, y, sin embargo, encauzó
todo para el beneficio y el estímulo de los creyentes a través de los siglos.
Por un despeñadero. A corta distancia al sur de la actual aldea de Kurs§, que se piensa que es
la antigua Gergesa (ver com. vers. 1), hay un empinado farallón, donde las
montañas descienden casi hasta el borde del agua, el único lugar en toda la
costa donde esto es así. El declive es tan empinado que podría ser llamado un
acantilado, aunque no es del tipo que sobresale. Al pie de este precipicio la
playa es tan angosta, que no era posible que los cerdos hubieran podido
detenerse en su carrera hacia abajo.
14. En los campos. Al dirigirse a la aldea de Gergesa, quizá a corta distancia al norte del
precipicio (ver com. vers. 13), podía esperarse que los porqueros contaran lo
que había sucedido a todos los que encontraran.
15. Sentado. Evidentemente sosegado, tranquilo y descansando; un manifiesto contraste
con la excitación que lo dominaba cuando llegó hasta Jesús poco antes.
Vestido. En
armonía con lo que puede observarse, a saber, que por lo general Dios no
realiza milagros cuando el resultado puede lograrse por medios más naturales, y
que generalmente no hace lo que puede ser logrado por el esfuerzo humano, no es
probable que la ropa con que ahora se cubrían esos hombres les hubiera sido
dada milagrosamente. Es más probable que los discípulos voluntariamente
compartieron su ropa con esos hombres o fueron invitados a hacerlo por Jesús.
En su juicio cabal. En los casos de posesión demoníaca registrados en el NT, quedaba
trastornada la mente de las personas afectadas (ver la Nota Adicional de Mar.
1).
Tuvieron miedo. Por un tiempo, el recuerdo de la pérdida de los cerdos dominó el
pensamiento de la mayoría de las personas de esa región. Sin duda, se
preguntaban cuál sería el resultado de la próxima demostración de poder
sobrenatural, y, evidentemente, temían sufrir pérdidas materiales mayores.
16. Los que lo habían visto. Quizá tanto los porqueros, que ya habían narrado su
versión del hecho (vers. 14), como los discípulos. Estos últimos también
contaban el caso del apaciguamiento de la tormenta del lago la noche anterior,
pero sus palabras caían en oídos sordos (DTG 305).
17. Que se fuera. Esta elección dependió de consideraciones materiales. Preferían renunciar a
cualquier bendición posible, tal como la curación de los endemoniados, para no
sufrir más pérdida de propiedades. De acuerdo con el consejo que él mismo había
dado a los doce cuando los envió a predicar y a sanar (Mat. 10:14, 23), Jesús
no protestó sino que se marchó. Muchos hoy día siguen el patético ejemplo de
la gente de Gadara, temerosos de que la presencia del Salvador haga cambiar sus
planes.
Contornos. Gr. hórion, "territorio", "región",
"vecindad".
18. Al entrar. Al entrar Jesús en la barca, el hombre sanado le estaba suplicando que le
permitiese ir con él.
El que había estado endemoniado. El breve lapso que pasaron los dos hombres con
Jesús debe haber sido para ellos la mayor emoción de su vida. Cuando vieron que
estaba entrando en la barca, listo para partir, comprendieron que iban a quedar
separados de Aquel que les había restaurado la salud mental y la paz del alma.
Quizá, por el momento, temieron que su ausencia pudiera significar el retorno
del demonio, lo que sin duda temían más que la muerte misma. De todos modos,
querían permanecer con Jesús.
19. No se lo permitió. Jesús hizo lo que era mejor para todos. Los endemoniados sanados
necesitaban proclamar lo que Jesús había hecho por ellos, y los habitantes de
Decápolis necesitaban el ministerio de esos hombres. Además, existía la
probabilidad de que ellos, siendo gentiles (ver com. Mat. 4:25; cf. DTG 306),
pudieran convertirse en un estorbo para la obra de Jesús en Galilea.
A los tuyos. Es decir, a los parientes de él.
Cuéntales. La razón que con tanta frecuencia indujo a Jesús a amonestar a los que
habían sido objeto de sus milagros de que no difundieran el informe de lo que
había sido hecho en beneficio de ellos (ver com. cap. 1:44-45), no se aplicaba
a la situación en Decápolis. Quizá había menos escribas y fariseos en Decápolis
que pudieran propagar un informe falso de las actividades de Jesús. Además,
Jesús no tenía el plan de permanecer en la región, y no habría un levantamiento
popular en su favor que pudiera tender a estorbar su obra. También un milagro
semejante a éste probablemente no crearía en ese lugar falsas esperanzas acerca
del Mesías (ver com. Mat. 3:2; 4:17; 5:2).
20. Publicar. Gr. k'rússÇ, "anunciar", "proclamar", "pregonar".
Grandes cosas habían sucedido en la breve hora en que Jesús permaneció con
estos dos hombres. Tenían un relato inspirador que referir, y en el intervalo,
antes de que la gente saliera de la ciudad, sin duda Jesús los instruyó en las
verdades fundamentales del relato evangélico. Mientras proclamaban su mensaje
por toda la región de Decápolis, lo que decían era confirmado por el informe de
los porqueros que debe haber sido divulgado con la velocidad del relámpago por
todas las proximidades de Gergesa (ver com. vers. 1). Por doquiera la gente
debe haber escuchado con ávido interés, cuando ellos, para cuyo beneficio se
había hecho el milagro, se presentaban con el relato evangélico. Su reputación
anterior de locos también debe haber sido ampliamente conocida (Mat. 8:28).
Decápolis. Ver p. 48. Las diversas ciudades de Decápolis habían sido helenizadas desde
el tiempo de Alejandro Magno, pero fueron subyugadas por los judíos en los días
de los Macabeos. Luego fueron liberadas del dominio judío por el general romano
Pompeyo, quien distribuyó la tierra entre los veteranos de su ejército.
Todos se maravillaban. A medida que los dos hombres, que ya estaban bajo el dominio del Espíritu
de Dios, contaban su experiencia, por doquiera la gente los escuchaba con sorpresa
y asombro. Los resultados de su ministerio debieran animar en gran manera a los
que quizá crean que su capacidad y preparación no son suficientes para dar un
testimonio eficaz por Cristo. Los que sinceramente aman a Cristo, y cuyas vidas
han sido transformadas por el poder del Señor, sencillamente necesitan narrar a
otros "cuán grandes cosas el Señor ha hecho con" ellos (vers. 19), y
los hombres serán ganados para Cristo.
Esto
probablemente aconteció a fines del otoño (octubre-noviembre) del año 29 d. C.
(ver com. Luc. 8:1). Cuando Jesús volvió a Decápolis unos nueve o diez meses
más tarde (ver com. Mat. 15:32), miles acudieron para verlo y oírlo (cf. DTG
307-308). Los que salieron para escuchar a Jesús en esta última ocasión eran
casi todos gentiles.
21. Pasando otra vez. [La mujer inválida; la hija de Jairo, Mar. 5:21-43 = Mat. 9:18-26 = Luc. 8:40-56. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.1 La curación de la mujer inválida y la resurrección de la hija de Jairo ocurrieron poco después de la curación de los dos endemoniados (ver com. Mat. 8:18; 12:22; 13:1). El cruce del lago al que aquí se hace referencia fue desde las proximidades de Gergesa, en la orilla oriental (ver com. Mar. 5:1), hasta Capernaúm, aproximadamente una distancia de 9 ó 10 km en dirección noroeste.
Se reunió... una gran multitud. Así como sucedía doquiera Jesús iba durante este
período de su ministerio (cap. 3:7, 20, 32; 4:1).
Junto al mar. Parece que una multitud comenzó a reunirse en la orilla cuando se dio
cuenta de que Jesús se aproximaba en una de las barcas. Por un tiempo permaneció
cerca de donde había desembarcado, enseñando y sanando como era su costumbre
cuando la gente se reunía en torno de él. Después, junto con algunos de sus
discípulos, Jesús fue al hogar de Leví Mateo para asistir a la fiesta que allí
se daba en su honor (ver com. cap. 2:15-17). Allí fue donde Jairo encontró a
Jesús (ver Mat. 9:10, 14, 18; DTG 310).
22. Uno de los principales. El principal de una sinagoga era el que estaba a
cargo del culto público (ver p. 58). No se sabe con certeza si Marcos quiere
decir que Jairo era uno de los varios principales de esta sinagoga en
particular, o uno de una clase conocida por ese nombre: uno para cada sinagoga.
Jairo. Probablemente
se deriva del Heb. Ya'ir, el jair del AT (Núm. 32:41).
Se postró a sus pies. Como si hubiera estado ante un príncipe o alguien de gran autoridad (ver
com. Est. 3:2; cf. com. Mat. 2:11; 8:2). Si de esa manera podía salvar a su
única hija, este orgulloso rabino estaba dispuesto a humillarse aun ante,
Jesús, despreciado y odiado por la mayoría de los de la clase de Jairo.
23. Mi hija. De los tres Evangelios que registran este caso, sólo Marcos da la edad
exacta de la niña (vers. 42), y por eso se usa aquí (vers. 23) en el texto
griego la forma del diminutivo, thugátrion, "hijita" (VM) para referirse
a la muchacha.
Está agonizando. La enfermedad, que no es identificada por ninguno de los escritores de los
Evangelios, estaba en su etapa fanal. A menos que Jesús interviniera, la muerte
sería inevitable.
Pon las manos. El toque personal de Jesús parece haber sido una señal de su interés
personal en cada doliente (ver com. cap. 1:31).
Vivirá. El
padre no dudaba de que Jesús tenía poder para devolverle la salud a su hijita.
No cabe duda de que había veintenas, o aun centenares de personas en Capernaúm
y los alrededores, cuyas vidas daban testimonio del poder de Jesús. Entre ellos
estaba el hijo del noble (Juan 4:46-54) y el siervo del centurión (Luc. 7:1-10).
24. Le apretaban. Gr. sunthlíbÇ, "apretujar", "oprimir". En su relato
paralelo, Lucas usa una forma verbal más gráfica: el verbo sumpnígÇ,
"ahogar" o "sofocar". En camino a la casa de Jairo, Jesús
estaba rodeado por una multitud tan densa que su marcha era literalmente
"sofocada". Apenas podía moverse.
25. Una mujer. En cuanto al escenario de este milagro, ver com. vers. 21. Este es uno de
los comparativamente pocos milagros registrados por los tres escritores de los
Evangelios sinópticos. El relato de Marcos es más vívido que el de Mateo o el
de Lucas, y tiene una cantidad de detalles gráficos que omiten los otros
evangelistas.
26. Le iba peor. Con el transcurso del tiempo resultaba más evidente para la mujer el
carácter crónico de su enfermedad, y además sus recursos se habían terminado en
un inútil intento de curarse. Sin duda, todo esto hacía que ella se desanimase
más y más.
27. De Jesús. La evidencia textual (cf. p. 147) se inclina por el texto de la RVR; sin embargo, hay MSS que dicen "habiendo oído lo que se decía de Jesús" (BJ).
Como podría esperarse, las noticias se habían difundido rápidamente (ver
com. Mar. 1:28; Luc. 7:17-18; 4:14).
Entre la multitud. Quizá la mujer, desde hacía un tiempo, había hecho planes para llegar hasta
Jesús, pero esto le resultó imposible en ese entonces debido a que el Maestro
se ausentó de Capernaúm durante el segundo viaje por Galilea. Cuando supo que
Jesús había vuelto a Capernaúm, se apresuró a ir a la orilla del lago, donde él
estaba enseñando y sanando (ver com. vers. 21). Pero lo buscó en vano.
Finalmente, sabiendo que él estaba en el hogar de Mateo (ver com. vers. 21),
fue hasta allí con la esperanza de encontrarlo, pero otra vez llegó demasiado
tarde (DTG 311). En esta oportunidad, debido a que Jesús avanzaba muy
lentamente en dirección de la casa de Jairo, finalmente lo alcanzó.
Por
la pérdida de sangre a causa de su enfermedad, debe haber estado físicamente
muy débil, además de estar desanimada por los muchos vanos intentos de que los
médicos la curaran. También resultaba embarazoso la naturaleza de la enfermedad
misma, junto con la impureza ritual que implicaba. Podría ser que hubiera
vacilado en presentar verbalmente su pedido a Jesús, especialmente en la
presencia de tantos extraños, para que él no le preguntara en cuanto a la
naturaleza de su mal, lo que parece que Jesús había hecho en algunos casos (cf.
cap. 10:51).
Tocó su manto. Según Lucas, tocó "el borde" del manto de Jesús (cap. 8: 44).
Muchos que tan sólo tocaron "el borde" del manto de Jesús
"quedaron sanos" (Mat. 14:36; cf. Hech. 5:15; 19:12).
28. Si tocare. El toque que proporcionó curación a la mujer habría sido considerado por los rabinos como una causa de impureza ritual para Cristo.
Salva. Es decir, "curada" (BJ, 1966) de su enfermedad.
29. Sintió. Literalmente, "supo". Advirtió la corriente de poder (ver com.
vers. 30) que fluyó de Cristo y entró en ella cuando tocó su vestido. Sabía que
ese poder había entrado en su débil cuerpo y la había curado.
Azote. Gr. mástix, "látigo", "azote" o "plaga". Las enfermedades incurables eran comúnmente consideradas como castigos divinos por los pecados de la vida (ver com. Mar. 1:40; Juan 9:2).
30. Conociendo. Gr. epiginÇskÇ, "saber plenamente", por lo tanto,
"reconocer", o "percibir". (La traducción de la BJ es,
"dándose cuenta".) Jesús estaba consciente de lo que había sucedido
en el momento en que la mujer tocó su vestido. El relato no afirma si Jesús
sabía de antemano que esa mujer lo tocaría. La voluntad del Padre respondió a
la muda plegaria de la mujer mediante Cristo. Debiera recordarse que todos los
milagros del Maestro "fueron realizados por el poder de Dios mediante el
ministerio de los ángeles" (DTG 117).
Poder. Gr. dúnamis, "poder", "fuerza" (BJ). Ver com. Mar. 2:10; Luc. l: 35. Con frecuencia dúnamis se traduce como "milagro", como en Mar. 6: 2, 5; 9: 39.
Términos usados en el NT para referirse a milagros.
LA NATURALEZA Y EL PROPÓSITO DE LOS MILAGROS. (Los escritores de los Evangelios se refieren a los milagros de nuestro Señor en varios términos. Los más comunes son dúnamis, "poder", y s'meíon, "señal". El primero se usa cuando se desea caracterizar el milagro como una manifestación del poder divino; el segundo, como una confirmación visible de la autoridad divina de Jesús. Cuando el escritor desea destacar la reacción de la gente, usa téras, "maravilla", thaumásion, "cosa admirable", éndoxon, "cosa gloriosa", o parádoxon, "cosa extraña". Téras era la palabra común para una "maravilla" hecha por un mago, y por eso los escritores del Nuevo Testamento siempre la acompañan con una de las palabras que indican un milagro genuino como un acto de Dios. Jesús comúnmente hablaba de sus milagros como érga, "obras".
He aquí dos definiciones de milagro: "Acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas. Cualquier suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa" (Diccionario de la Real Academia). "En sentido estricto, intervención extraordinaria de la Providencia en el orden natural de las cosas, y puede definirse: suceso ocurrido fuera del orden y de las leyes naturales (supra, contra o praeter naturam) cuya causa excede el poder de toda naturaleza creada" (Martín Alonso, Enciclopedia del idioma).
La palabra milagro deriva del latín miraculum: "un objeto de admiración", "cosa maravillosa", "cosa extraña", "cosa admirable", "algo asombroso"; de mirari: "maravillarse".
Por lo tanto, nuestra palabra "milagro" designa específicamente cualquier suceso que resulta inexplicable debido a las limitaciones del conocimiento humano y a nuestra comprensión. No hay milagros para Dios, pues su conocimiento y su comprensión son infinitos. La apariencia milagrosa de ciertos fenómenos naturales no radica tanto en los hechos mismos como en el efecto que producen en la mente de los seres limitados que los contemplan. El suceso es objetivo, pero su apariencia milagrosa es subjetiva.
A medida que aumentan el conocimiento y la comprensión de los hombres, algunos sucesos que antes parecían milagrosos pueden dejar de serlo. Por ejemplo, cuando se inventó la imprenta, se la consideró como algo milagroso y se la atribuyó al diablo. Los hombres de ese tiempo y con esos conceptos, ¿qué habrían pensado de la televisión? Sin embargo, los milagros de nuestro Señor significaron la acción de un poder completamente desconocido para el hombre y produjeron resultados que aún hoy día no se pueden explicar dependiendo del conocimiento humano.
A pesar de todo, lo que parece ser una violación de una ley de la naturaleza, tal como la comprendemos, podría ser sencillamente la acción de una ley de naturaleza superior y desconocida que modifica o contrarresta una ley inferior y conocida. Por ejemplo, la gravedad atrae todas las cosas hacia la tierra; pero una ley superior de la naturaleza contrarresta la ley de la gravedad cuando un ser viviente levanta esas mismas cosas, cuando el sol eleva hacia la atmósfera toneladas de agua para formar las nubes, o cuando la acción de la capilaridad hace subir la savia desde las raíces de un abeto gigantesco (como las sequoais de California) hasta sus ramas más altas. O cuando una ley puede ser modificada por otra, como en el caso de las fuerzas centrífuga y centrípeta, que se equilibran para mantener un planeta en su órbita. Las fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con la expresa voluntad de Dios, y por esto es difícil pensar o demostrar que los milagros sean una violación de la ley natural. Sería más correcto considerarlos como variaciones de la acción de una ley natural tal como la conocen y entienden los hombres. Dios nunca procede en contra de sí mismo. 199
Un milagro de curación no es mayor que el milagro de una vida transformada. En realidad, una vida tal es el mayor de todos los milagros. Y Dios sencillamente actúa en cada uno de ellos en forma que no podemos comprender plenamente, para nuestro bien en esta vida y en la venidera. Hay una ley espiritual que determina que "la paga del pecado es muerte"; pero hay otra ley superior que enseña que "la dádiva de Dios es vida eterna" (Rom. 6: 23; 7: 21 a 8: 4). Ver DTG 373-374.
Para poder comprender el propósito por el cual se produjeron los milagros de Jesús y las condiciones bajo las cuales pudieron ser hechos, es necesario verlos en su verdadera perspectiva, tal como se relacionan con el ministerio de Jesús en la tierra.
¿POR QUE JESÚS HIZO MILAGROS? Cada milagro de nuestro Señor tuvo un propósito definido. Nunca ejerció su poder divino para satisfacer la curiosidad ociosa o para demostrar que tenía la facultad de proceder así (DTG 678), o para beneficiarse a sí mismo (DTG 677). "Sus obras admirables fueron todas hechas para beneficio de otros" (DTG 95; cf. 373), y contribuyeron material y espiritualmente al bienestar de ellos. De esa manera procuraba que los hombres estuvieran seguros del amor, la simpatía y la protección de su Padre celestial. La evidencia de la obra de Cristo en favor de los hombres, demostrada en formas extraordinarias los guiaría a una mejor comprensión y a un aprecio más profundo de la forma en que él suple las necesidades de ellos día tras día en los sucesos más comunes de la vida (DTG 334-335; ver también p. 117).
Los milagros de nuestro Señor también ilustraban verdades espirituales. El paralítico de Capernaúm primero fue curado de su parálisis espiritual (Mat. 2: 9-11). El ciego de Siloé disfrutó de la restauración de su vista natural y de la espiritual (Juan 9:5-7, 35-38). El pan que se dio a los 5.000 tenía el propósito de conducirlos al Pan de vida que descendió del cielo (Juan 6: 26-35). La resurrección de Lázaro demostró el poder de Cristo para impartir vida a todos los que creen en él (Juan 11: 23-26; cf. 5: 26-29) y su poder para infundir nueva vida en los que están espiritualmente muertos. "Cada milagro era de un carácter destinado a conducir a la gente al árbol de la vida, cuyas hojas son para la sanidad de las naciones" (DTG 334).
Los milagros de nuestro Señor testificaban, por sobre todo, de su misión divina como el Salvador de la humanidad y daban validez a la verdad de su mensaje. Jesús se refirió una y otra vez a sus obras asombrosas como una evidencia de su autoridad divina y de su mesianismo (Mat. 11: 20-23; Juan 5: 36; 10: 25, 32, 37-38; 14: 10-11); y por eso los de sincero corazón reconocían la divinidad que obraba en Cristo y mediante él (Mat. 13: 54; Luc. 9: 43; 19: 37; 24: 19; Juan 3: 2; 6: 14; 9: 16, 33).
Los milagros de Cristo no sólo contribuyeron en una forma general para la comprensión de esos propósitos, sino que cada uno -por lo menos los registrados en los Evangelios- parece haber sido significativo en sí mismo y por sí mismo (ver com. Luc. 2:49). Por eso, un estudio de los milagros de nuestro Señor debiera incluir una investigación de sus resultados, y, por lo tanto, del propósito que los produjo y qué indujo a los evangelistas a registrarlos (ver la columna "Propósito Y [o] resultado(s)", pp. 200-203).
¿En qué circunstancias hizo Jesús milagros? "Cristo no realizó nunca un milagro que no fuese para suplir una necesidad verdadera" (DTG 334). Dios no recibe honra cuando se acude a él para que haga lo que los hombres pueden hacer por sí mismos. El propósito final de un milagro sólo se puede comprender cuando los hombres reconocen que sus necesidades superan a su sabiduría. No hay duda de que primero debe haber un profundo sentido de necesidad. Luego debe creerse que Dios puede proporcionar la ayuda que se necesita tan desesperadamente y que él la proporcionará, También debe existir un ferviente deseo y un intenso anhelo de que Dios 200 supla esa necesidad. Debe haber una disposición del corazón y de la mente de avanzar por fe, en armonía con todo lo que Dios pueda pedir. Finalmente tiene que sentirse la disposición de ordenar la vida desde ese momento en armonía con los principios del reino de los cielos y de dar testimonio del amor de Dios y de su poder).
¿Quién ha tocado mis vestidos? Posteriormente, quizá como resultado de este caso,
muchos tocaron "el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban
sanos" (cap. 6:56).
31. Aprieta. Gr. sunthlíbÇ (ver com. vers. 24).
32. Miraba. Jesús parece no haber identificado inmediatamente a la mujer, quizá para
darle la oportunidad de hablar primero. Podrían darse varias razones para que
Jesús no permitiera que la mujer se fuese quedamente, sin ser advertida: (1)
Como en el caso de la fe del centurión (ver com. Luc. 7:9), Jesús quería que
la fe de la mujer fuera un ejemplo que otros pudieran seguir. (2) Deseaba que
ella se fuera llevándose el gozo perdurable de saber que había sido advertida
personalmente por Jesús y reconocida por él. (3) Deseaba eliminar de la mente
de ella cualquier pensamiento supersticioso de que la curación se había
efectuado como resultado de un mero toque (ver com. Mar. 5:34). (4) Para
beneficio de ella deseaba que reconociera la bendición que había recibido. Ser
sanada de su dolencia pero sin ser "salva" de la enfermedad del
pecado sería tan sólo un beneficio transitorio.
33. Temiendo. Quizá pensaba que sus temores anteriores habían sido bien fundados.
34. Tu fe. Jesús quería que la mujer entendiera que era la fe la que había curado su
atormentado cuerpo y no el toque subrepticio. Que la gente lo considerara con
respeto supersticioso desvirtuaría la verdadera causa por la cual Jesús
realizaba sus milagros (ver com. cap. 1: 38). Una afirmación pública de Cristo
de que era la fe la que sanaba sería eficaz para impedir el rumor de que la
curación se había efectuado mediante alguna magia. No importa cuán imperfecta
pudiera haber sido la fe de la mujer, con todo, era genuina: una fe que estaba
en proporción con su limitado conocimiento y su limitada comprensión de la
voluntad de Dios y de sus caminos.
Ve en paz. Ver com. Jer. 6:14. La mujer debía irse en "paz" física y con
"paz" en su alma (ver com. Mar. 2:5, 10), con el gozo de ser
aceptada por Dios, como lo testificaba el hecho de que hubiera recobrado la
salud.
Queda sana. Es decir, "continúa en buena salud". No debe suponerse que la
curación ocurrió en este momento como han supuesto algunos y no previamente,
pues la mujer ya sabía que estaba sanada (vers. 29) y Jesús ya había sentido el
poder que salió de él (30).
35. Mientras él aún hablaba. Aquí retoma Marcos la narración de la resurrección
de la hija de Jairo, interrumpida por el relato de la mujer enferma (vers.
25-34). En cuanto al marco del relato, ver com. vers. 21.
Tu hija ha muerto. Si la hija de Jairo ya hubiese estado muerta, como podría inferirse por
Mat. 9:18, no hubiera sido necesario que unos mensajeros se lo comunicaran
(ver com. Mat. 9:18). Es indudable que Marcos quiere decir que la triste
noticia fue comunicada a Jairo en presencia de la multitud (ver com. Mar. 5:24).
36. Oyó. La evidencia textual (cf. p. 147) favorece el texto "alcanzó a oír". Las palabras dichas a Jairo en voz baja, llegaron hasta "el oído de Jesús" (DTG 310).
No temas. Donde hay temor, hay poca fe. La fe expulsa al temor. La fe de Jairo había
sido suficientemente fuerte como para que no le fuera difícil creer que Jesús
podía sanar a su hija (ver com. vers. 23). Ahora se vio instado a poner en
acción una fe todavía mayor: fe en que aún podría ser vencido el poder de la
muerte. Cuando el temor sea una obsesión en nuestra alma y se mofe de nuestra
débil fe, hagamos como Jesús le ordenó a Jairo: creamos "solamente",
pues "al que cree todo le es posible" (cap. 9:23).
37. No permitió que le siguiese nadie. Ver com. Mat. 19:14. Además de los tres discípulos
aquí mencionados, los padres de la niña acompañaron a Jesús a la habitación
donde ella yacía (Mar. 5:40). El bullicio de los que lloraban (ver com. vers.
38-39) y la burda incredulidad de la turba descreída que se había reunido en la
casa (vers. 40) hacían que fuese completamente inapropiado la presencia de los
que lloraban y de los incrédulos para la solemne majestad del poder divino que
estaba por manifestarse mediante Aquel que tenía "vida en sí mismo"
(Juan 5:26; cf. cap. 1:4).
Pedro, Jacobo, y Juan. Literalmente, "el Pedro y Jacobo y Juan". El uso del artículo
definido en griego muestra que los tres discípulos son tratados aquí como una
unidad. Este es el primer caso en el cual estos tres fueron elegidos de entre
los doce para compartir con Jesús algunas de las experiencias más íntimas de su
vida en la tierra (ver com. Mat. 17:1). Tal vez en este caso la habitación era
demasiado pequeña para que pudieran estar allí los doce.
38. Alboroto. Mat. 9:23 menciona específicamente "a los que tocaban flautas"
(Gr. aul't's, "flautista"). Aún hoy día, en el Medio Oriente, están
presentes en los funerales, donde dejan oír sus lúgubres notas. Entonces, tanto
como hoy, eran consideradas esenciales sus quejumbrosas melodías. El famoso
rabí Judá destacaba el deber de un israelita con estas palabras: "Aun el
más pobre en Israel [para el funeral de su esposa] debe contar con dos flautas
[flautistas] y una plañidera" (Mishnah Kethuboth 4. 4).
Lamentaban. Esto se refiere al monótono lamento de las plañideras contratadas, que eran
numerosas si la familia era rica, como debe haber sido en este caso.
39. Alborotáis. Gr. thorubéÇ, "hacer ruido", "alborotar",
"provocar confusión", o "llorar ruidosamente". En Hech. 17:5 thorubéo se ha traducido "alborotaron".
Duerme. No
se podría encontrar una comparación más apropiada para la muerte que la del
sueño, que con tanta frecuencia significa liberación del cansancio, el
esfuerzo, los desengaños y el dolor. Así como los ojos de un niño cansado se
cierran por el sueño nocturno, así también los ojos de aquellos que aman a Dios
y que avizoran con confianza el día cuando la voz del Señor los despertará a la
vida inmortal, están cerrados en el sueño pacífico e imperturbable de la muerte
(ver 1 Cor. 15:51-55; 1 Tes. 4: 16-17). La consoladora expresión por la cual
el "sueño" equivale a la "muerte" parece haber sido la
forma favorita de Cristo para referirse a ese estado (ver com. Juan 11:11-15).
La muerte es un sueño, pero es un sueño profundo del cual sólo el gran Dador de
la vida puede despertarnos, porque sólo él tiene las llaves del sepulcro (Apoc.
1:18; cf. Juan 3:16; Rom. 6:23).
40. Se burlaban. Gr. katageláÇ, "mofarse". Era mucho más que simplemente reírse.
No es de admirarse que Jesús los hiciera salir de la habitación antes de
despertar a la niña del sueño de la muerte.
Los que estaban con él. Es decir, Pedro, Jacobo y Juan (ver com. vers. 37).
41. Talita cumi. Estas palabras son arameas, y quizá sean exactamente las mismas que pronunció
Jesús en esta ocasión. Su uso aquí testifica que Jesús hablaba en arameo.
Comparar con otras expresiones arameas que empleó él, tales como:
"Efata" (cap. 7:34) y "Eloi, ¿lama sabactani?" (cap. 15:34).
42. Luego. "Al instante" (BJ). Ver com. cap. 1:10. La niña se levantó. Este es el único caso de una resurrección registrada en los tres Evangelios sinópticos. La resurrección del joven de la ciudad de Naín sólo es registrada por Lucas (cap. 7:11-15), y la de Lázaro sólo está en el Evangelio según Juan (cap. 11:1-45). En estos tres casos la restauración fue inmediata y completa. Doce años. Detalle que sólo consigna Marcos.
Se espantaron grandemente. Literalmente, "se asombraron inmediatamente con gran asombro". Esta forma de expresarse refleja un modismo hebreo (y arameo) usado para intensificar el impacto de una forma verbal.
Aquí significa
sencillamente: "Se asombraron (o maravillaron) grandemente". La BJ
traduce: "Quedaron fuera de sí, llenos de estupor".
43. Les mandó mucho. Es decir, les dio órdenes estrictas (cf. cap. 1:43). No es del todo claro
por qué Jesús ordenó a los padres que se callaran. Sin embargo, la orden estaba
en armonía con los repetidos esfuerzos de Cristo, en esta etapa de su
ministerio, por evitar la publicidad indebida (ver com. Mar. 1:43-44; cf. Mat.
8:4; 9:30).
Se le diese de comer. Una compasiva muestra del atento cuidado manifestado por Jesús. Esta orden
también implica que la niña había estado sufriendo de una enfermedad que agotó
su vigor físico. Tal vez no había podido comer durante varios días. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-20. CS 568-569. ¿QUIÉNES SON LOS ÁNGELES?
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/quienes-son-los-angeles.html
DTG 304-309. …LOS ENDEMONIADOS
GADARENOS.
(Basado en San Mateo 8:23-34; San Marcos
4:35-41; 5:1-20; San Lucas 8:22-39).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-35-calla-enmudece.html
SOBRE LA POSESIÓN
DE MALOS ESPÍRITUS
Para algunas personas resulta muy difícil aceptar
que los malos espíritus, o demonios, puedan posesionarse de los seres humanos.
Por eso atribuyen los fenómenos de lo que la Biblia llama posesión demoníaca a
causas naturales, especialmente a diversas enfermedades físicas y nerviosas,
tales como epilepsia y locura. Otros, que aceptan como reales las 563
afirmaciones de los Evangelios acerca de la posesión demoníaca, no siempre han
tomado en cuenta la naturaleza y la relación de las enfermedades físicas y
nerviosas acompañantes. En esta nota se procurará explicar el problema en lo
que concierne tanto al dominio satánico de las vidas de todos los impíos en
general, como al sentido más restringido de posesión demoníaca, con sus
manifestaciones somáticas y psíquicas acompañantes.
https://saludespiritual0.blogspot.com/2021/05/sobre-la-posesion-demoniaca.html
21-43 DTG 310-314. "EL TOQUE DE LA
FE" JAIRO – LA MUJER CON FLUJO.
(Basado en San Mateo 9:18-26; San Marcos 5:21-43; San Lucas 8:40-56).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-36-el-toque-de-la-fe_23.html
Ministerio Hno. Pio
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