Mateo 22.
Conflicto Con Los Escribas Y Fariseos. (1-8) La parábola de las bodas del hijo del rey; (9-11)
el llamado a los gentiles (12-14) y el castigo para el que no tenía el vestido
de bodas. (15-22) Debe pagarse el impuesto a César. (23-33) Cristo refuta a los
saduceos en cuanto a la resurrección. (34-40) Responde a un intérprete de la
ley sobre cuál es el mandamiento más importante. (41-46) Demuestra a los
fariseos su Ignorancia en cuanto al Mesías.
1 RESPONDIENDO Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: 2 El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; 3 y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. 4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. 5 Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; 6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron.
7 Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. 8 Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; más los que fueron convidados no eran dignos.
9 Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. 10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
11 Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. 12 Y le dijo: Amigo, ¿Cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. 13 Entonces el rey dijo a los que servían: atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.
15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.
17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? 18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? 21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 22 Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.
23 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. 25 Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer.
28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? 29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. 30 Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.
31 Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
41 Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, 42 diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. 43 Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: 44 Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha. Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 45 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? 46 Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más. (Mateo 22).
1. Les volvió a hablar. [La parábola de la fiesta de bodas, Mat. 22: 1-14. Con referencia a las
parábolas, ver pp. 193-197] Cf. com.
Luc. 14: 16-24.
LAS PARÁBOLAS Y SU INTERPRETACIÓN. La palabra "parábola" deriva del Gr. parabol': uxtaposición", "comparación", "ilustración", "parábola", "proverbio"; de un verbo que significa "poner una cosa al lado de otra [para comparar]", "situar al lado de".
El vocablo Gr. pa'rabol' y su equivalente
hebreo (t. III, p. 957) tienen un significado más amplio que la palabra
"parábola"; sin embargo, las parábolas que se presentan como tales en
este Comentario son las que con propiedad caven dentro de los límites más
estrictos de la palabra 194 parábola. De acuerdo con la definición expuesta, la
parábola es una narración cuyo principal propósito es enseñar una verdad; pero
literariamente hablando es una alegoría o sucesión de metáforas. Muchas de las parábolas de Cristo fueron tan
breves que pueden considerarse como metáforas o proverbios.
Una parábola es en los Evangelios
una narración "colocada al lado de" cierta verdad espiritual con el
fin de hacer una "comparación".
Las parábolas de nuestro Señor se basaban, por lo general, en hechos
comunes de la vida diaria familiar de sus oyentes, y con frecuencia se trataba
de hechos específicos que acababan de ocurrir (ver DTG 462) o de algo que los
oyentes podían ver en ese momento (PVGM 16; cf. DMJ 34-35). La narración era simple y breve, y por lo
general su conclusión era tan obvia que no admitía confusiones (Mat. 21:
40-41); y se colocaba paralelamente la verdad espiritual con el propósito de
ilustrar a ésta. La parábola se
convertía así en un puente por el cual los oyentes podían ser conducidos hacia
la comprensión y apreciación de esa verdad.
La narración comenzaba al nivel de los oyentes, y Jesús dirigía los
pensamientos hacia donde él quería valiéndose de un miedo agradable y
familiar. Era una ventana a través de la
cual el alma podía contemplar perspectivas de una verdad celestial.
Por medio de parábolas
Jesús (1) despertaba el interés, la atención y las preguntas; (2) enseñaba
verdades desagradables sin despertar prejuicios; (3) eludía a los espías que lo
perseguían implacablemente; (4) creaba en la mente de sus oyentes impresiones
duraderas que se renovarían e intensificarían cuando vieran nuevamente las
escenas presentadas en la parábola o pensaran en ellas; (5) convertía la
naturaleza en un instrumento para conocer a Dios. Las parábolas revelaban la verdad a los que querían
recibirla, y, a veces, la ocultaba a otros.
Al estudiar las parábolas de Jesús es importantísimo seguir
principios correctos de interpretación.
Esos principios pueden resumirse brevemente así:
1. Una parábola es un
espejo por el cual se puede ver la verdad; pero no es la verdad misma.
2. El contexto en que se
presenta una parábola -lugar, circunstancias, personas a las que se dirigió la
parábola y el problema que se trataba- debe tomarse en cuenta y convertirse en
la clave para su interpretación.
3. La introducción y
conclusión de Cristo a la parábola aclaran generalmente su propósito
fundamental.
4. Cada parábola ilustra un
aspecto básico de una verdad espiritual (ver la lista de los principios que
ilustran las diversas parábolas de nuestro Señor, pp. 195-197). Los detalles de una parábola sólo son
significativos cuando contribuyen a aclarar ese punto especial de verdad.
5. Antes de que se pueda
entender el significado espiritual de la parábola, es necesario tener una clara
perspectiva de la situación descrita en la parábola: costumbres orientales y
modalidades de pensamiento y expresión.
Las parábolas son cuadros verbales vívidos que deben verse para que
puedan ser entendidos.
6. Es un hecho fundamental
que una parábola tiene el propósito de ilustrar la verdad, y generalmente una
verdad particular; por lo tanto, no se debe basar ninguna doctrina en los
detalles incidentales de una parábola.
7. La parábola se debe
interpretar, sea en conjunto o sea en parte, teniendo en cuenta la verdad que
tiene el propósito de enseñar, tal como se presenta en lenguaje literal en el
contexto inmediato y en otras partes de las Escrituras.
La siguiente lista de
parábolas se ha preparado teniendo en cuenta la definición presentada en la p.
193. Están agrupadas por temas, de
acuerdo con la verdad principal que Cristo quiso ilustrar con cada una de
ellas. La referencia bíblica principal 195 de cada parábola señala dónde aparece la mayor explicación de la
parábola en este Comentario. Las
referencias paralelas que se dan en "Principios ilustrados" indican
otra u otras parábolas que enseñan la misma verdad o verdades relacionadas con
dicha parábola; y las referencias que aparecen al final de cada grupo de
parábolas indican otra u otras parábolas que contienen lecciones secundarias
apropiadas para el grupo respectivo. El
"Número en la Armonía" (pp. 186-191), dirige a otras fuentes de
información relacionadas con las parábolas.
La columna "Principios ilustrados" proporciona, además, un
breve análisis de la enseñanza o enseñanzas básicas de cada parábola. En las pp. 206-211 se presenta el orden
cronológico de las parábolas.
Con
referencia a las circunstancias que llevaron a Jesús a pronunciar esta
parábola, ver com. Mat. 21: 12, 23, 28,
33. El cap. 22 es, sin duda, una continuación del cap. 21, por lo tanto, se
refiere a acontecimientos ocurridos el día martes antes de la crucifixión.
La
parábola de la fiesta de bodas tiene muchos elementos en común con la parábola
de la gran cena (Luc. 14: 16-24). Algunos
eruditos han llegado a la conclusión de que estos parecidos señalan que se
originaron en un mismo relato. Esta conclusión niega que Cristo pudiera haber
relatado la misma narración en diferentes ocasiones, y que hubiera variado sus
detalles a fin de adaptarse a la verdad que deseaba enseñar en cada una de esas
oportunidades.
Las
siguientes diferencias parecen indicar
claramente que se trata de dos parábolas diferentes: (1) La parábola de la gran
cena fue dada en casa de un fariseo; la de la fiesta de bodas, en los atrios
del templo. (2) El primer banquete fue dado por una persona cualquiera; el
segundo, por un rey. (3) El primer banquete parece haber sido meramente una
ocasión social; el segundo, fue ofrecido como fiesta de bodas en honor del hijo
del rey. (4) En el primero, se destacan los débiles pretextos presentados por
los que rechazaron la invitación; en el segundo, se subraya la preparación que
debían haber hecho los invitados. (5) En el primer caso, se dan excusas para no
asistir; en el segundo, no se las da. (6) En el primer caso, los mensajeros
fueron tratados con indiferencia; en el segundo, algunos fueron afrentados y
muertos. (7) En el primer caso, la única pena que se les impuso a los que no
aceptaron la invitación fue la exclusión de la fiesta; en el segundo, quienes
rehusaron la invitación fueron destruidos.
La
expresión "les volvió a hablar" insinúa que esta parábola fue
presentada en la misma ocasión cuando lo fueron las otras parábolas registradas
en el cap. 21, según lo indica el contexto de Mat. 2 l. Esta expresión no sería
apropiada si la parábola perteneciera al contexto en el cual se presentó la
parábola de la gran cena en Luc. 14.
2. El reino de los cielos. Ver com.
Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 3; Luc. 4: 19.
Un rey. En
este caso, Dios Padre.
Fiesta de bodas. Gr. gámoi. Así como en nuestro
idioma, se emplea la forma plural para referirse a la fiesta de
"bodas". Los placeres de una
fiesta eran entre los judíos un símbolo
común de los privilegios y de los goces
del reino mesiánico (ver com. Mat. 8:
11; Luc. 14: 15). En el antiguo Cercano Oriente una fiesta tal
podía durar varios días (ver Juec. 14: 17; com.
Est. 1: 4-5; Juan 2: 1).
Su hijo. Es decir, Cristo (ver com. cap. 25: 1).
Con
referencia a Cristo como Hijo de Dios, ver com.
Luc. 1:35; con referencia a Cristo como Hijo del Hombre, ver com. Mat.
1: 1; Mar. 2: 10. Ver la Nota Adicional de Juan 1.
3. Envió a sus siervos. Notar que los invitados ya habían recibido la invitación a las bodas.
Aún se acostumbra en algunos lugares del Cercano Oriente honrar
a los invitados mandándoles un mensajero personal para recordarles de
una invitación que ya han aceptado (ver com.
Luc. 14: 17).
A llamar. La primera invitación a la fiesta
había sido dada a los judíos por los profetas de tiempos del AT (ver
com. Mat. 21: 34; Luc. 14: 16). El llamado de la parábola, que para los
judíos no era la primera invitación, fue dado por Juan el Bautista y por Jesús
y sus discípulos (ver com. Luc. 14: 17;
PVGM 249-251).
A los convidados. Es decir, los judíos. En la frase griega dice: mandó "a llamar a los llamados". Bodas. Ver com. vers. 2.
No quisieron venir. Esta negativa representa el rechazo del Evangelio por parte de los judíos,
especialmente por sus dirigentes (ver com. cap. 21: 38; PVGM 249). Posteriormente,
Jesús expresó la misma idea con las
palabras "no quisiste" (cap. 23: 37).
En esta ocasión, los dirigentes de Israel no sólo se estaban negando a
entrar ellos mismos, sino que estaban
procurando impedir por todos los
medios posibles que otros
entraran (ver. com. cap. 23: 13).
4. Volvió a enviar. En el relato, el rey está ansioso de que sus invitados acudan a su fiesta. A pesar de su amargo chasco y de su gran humillación,
está dispuesto a perdonar la rudeza de sus invitados y a perdonar sus
insultos. El hecho de que un poco más
tarde enviara soldados para destruir a "aquellos homicidas" (vers.
7), indica que bien podría haber obligado a los invitados a asistir a la fiesta
si así lo hubiera deseado. Dios podría
obligar a los hombres a aceptar la
invitación evangélica, pero no lo hace.
Cada persona puede aceptarla o rechazarla, según su elección.
Otros siervos. Según PVGM 250, esta segunda invitación de la parábola fue presentada a los
judíos por los discípulos, después de que
Jesús fue crucificado y hubo
ascendido al cielo. Los discípulos habían de trabajar primeramente "en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra"
(Hech. 1: 8).
Comida. Gr.
áriston, palabra que se emplea para designar tanto el desayuno como el almuerzo
(ver com. Luc. 14: 12). Aquí, sin duda, se
refiere al almuerzo. Según Josefo (Vida
de Flavio Josefo 54), los judíos acostumbraban a comer el áriston, al menos en
día sábado, a la hora sexta, o sea, al mediodía.
Está dispuesto. Es decir, "el reino de los cielos se ha acercado" (ver. com. cap. 3: 2). Aquí Jesús se refería al reino de la gracia
divina, inaugurado en ocasión de su primera venida (ver. com. cap. 4: 17; 5:
3).
5. Sin hacer caso. Ni siquiera presentaron excusas (ver com.
Luc. 14: 18).
Negocios. Gr. emporía, "comercio", "negocio", o
"mercadería", de émporos, "comerciante"
6. Otros. Es mejor traducir "el resto", "los demás" (BJ). Es decir, los que no se habían conformado
sólo con no prestar atención a la invitación.
Tomando a los siervos. Según PVGM 250, esto se refiere, en primera
instancia, a las persecuciones de los primeros cristianos (Hech. 8: 1-4).
Los mataron. Cuando los judíos persiguieron a la iglesia cristiana primitiva, Esteban
fue el primer mártir (Hech. 6: 9-15; 7: 54-60).
Santiago, el primero de los doce que fue muerto, también resultó víctima
de la enemistad de los dirigentes de los judíos (Hech. 12: 1-3).
7. Enviando. Es común que la narración hebrea siga un orden temático y no estrictamente cronológico (ver p. 268; com. Gén. 25: 19; Exo. 16: 33; etc.). Ejércitos. La palabra griega empleada aquí puede también designar a pequeños grupos de soldados. Quemó su ciudad. Probablemente sea ésta una alusión a la destrucción de la ciudad de Jerusalén efectuada por las legiones romanas en el año 70 d. C. (com. Mat. 24:15; Luc. 21:20; p. 78).
8. Las bodas... están preparadas. Algunos han encontrado problemático el hecho de que la fiesta de bodas estuviera
esperando hasta que el rey eliminara a sus enemigos (vers. 7). Por otra parte, las fiestas de boda del
antiguo Cercano Oriente solían durar varios días (ver com. vers. 2), y puesto
que no habían llegado los invitados a participar en la fiesta del rey, las
bodas bien podían estar
"preparadas", aunque ya hubiera pasado el momento de comenzar
la fiesta. Por otra parte, cabe señalar
que no es preciso encontrar una explicación para cada aspecto de la parábola;
lo que importa es la lección general que ella enseña.
Los que fueron convidados. Ver com. vers. 3.
No eran dignos. Es decir, no eran aceptos ante Dios (ver cap. 10: 11, 13).
9. Id, pues. Esta, la tercera invitación de la parábola, representa, sin duda, el
llamamiento de misericordia para los gentiles.
10. Juntamente malos y buenos. La sala de fiesta representa la iglesia en la
tierra, pues en el cielo no puede haber "malos y buenos".
11. Entró el rey. En la parábola de la gran cena (Luc. 14: 16-24) no hay nada que se parezca
al pasaje de Mat. 22: 11- 14.
Para ver a los convidados. El rey entró para ver si todo iba bien y
especialmente para observar quiénes eran los invitados que sus siervos habían
reunido por los caminos. En cierto modo,
la inspección de los invitados representa un proceso de juicio, la
determinación de quiénes podrían permanecer.
Según PVGM 251-252, representa la obra del juicio investigador (ver
com. Apoc. 14: 6-7).
Vestido de boda. Un salón de fiesta lleno de invitados debidamente ataviados constituiría un honor para el rey y para la fiesta. Uno que estuviera vestido en forma inapropiada deshonraría al anfitrión e introduciría una nota discordante en las festividades. El vestido de bodas, que simboliza la justicia de Cristo (PVGM 252), es obsequio del rey. El rechazarlo equivale a rechazar lo único que podrá convertirnos en hijos e hijas de Dios. Al igual que los invitados de la parábola, no tenemos nosotros ninguna ropa apropiada para vestir. Seremos aceptables a la vista del gran Dios sólo si estamos vestidos de la perfecta justicia de Cristo en virtud de sus méritos. Estas son las vestiduras blancas que aconseja a los cristianos que compren (Apoc. 3: 18; cf. cap. 19: 8).
El
que no tenía vestido de bodas representa a los falsos cristianos que piensan
que su justicia es suficiente (PVGM
256). Al parecer, este invitado
se interesaba sólo en el privilegio de participar del banquete del rey. No valoraba verdaderamente el privilegio que
le había sido concedido. No le importaba
el honor del rey ni la importancia del acontecimiento. Olvidaba que la fiesta
se hacía en honor del hijo del rey y, por lo tanto, en honor del rey mismo. No
importa cuán bien se hubiera vestido, había rehusado recibir lo único que lo
calificaba para sentarse a la mesa del rey y gozar de la fiesta y del banquete
que acompañaban la celebración de las bodas.
12. Amigo. El rey se acercó al invitado con todo tacto y le dio amplia oportunidad de
explicar su proceder. Sin duda, el rey habría
estado dispuesto a perdonarlo si la carencia del vestido de bodas no se debía a
su propia falta, sino a que, sin darse cuenta, los siervos del palacio no le
hubieran dado el vestido.
Enmudeció. Gr. fimóÇ, "amordazar", "imponer
silencio". Evidentemente, el
invitado mismo era culpable. De otro
modo, al punto se habría defendido. Su
errorhabía sido intencional; había rehusado aceptar el vestido que se le había
dado, quizá por haber considerado que el
que llevaba puesto era superior al que
se le ofrecía, quizá por considerar que no era necesario incomodarse.
13. Echadle. Los seres humanos quedan excluidos del reino de los cielos debido a sus
propias elecciones erradas. Esto fue lo
que ocurrió en el caso de las cinco vírgenes fatuas (ver com. cap. 25: 11-
12). El que fue echado pudo entrar en el
salón de fiesta sólo en virtud de la invitación real; pero sólo él era
responsable de que fuera expulsado. Nadie
puede salvarse a sí mismo, pero sí puede condenarse a sí mismo. Por el contrario, Dios puede "salvar
perfectamente" (Heb. 7: 25, BJ), pero no condena en forma arbitraria a
nadie, ni les niega la entrada en el reino.
Las tinieblas de afuera. Cf. cap. 8: 12; 25: 30. Estas son
las tinieblas del olvido eterno, de la separación eterna de Dios, de la
aniquilación. En la parábola, las
tinieblas se tornan más densas al contrastar con las brillantes luces del salón
de la fiesta de bodas.
Allí. Es
decir, en "las tinieblas de afuera".
Crujir de dientes. Ver com. cap. 8: 12.
14. Muchos son llamados. Cristo había expresado esta verdad en otras ocasiones (Luc. 13: 23-
24). Se extiende la invitación
evangélica a todos los que estén dispuestos a aceptarla: "El que quiera,
tome del agua de la vida gratuitamente" (Apoc. 22: 17). Todo aquel que tiene sed de las aguas de
salvación puede aceptar la invitación: "Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba" (Juan 7: 37). En el Sermón
del Monte Jesús prometió que todos los que tuvieran sed y hambre de justicia
serían saciados (Mat. 5: 6).
Pocos escogidos. Esta verdad no se basa en ningún punto específico de la parábola misma,
sino es una conclusión general que se relaciona con ella. En la parábola sólo se insinúa que los
invitados que se negaron a asistir a la fiesta fueron "muchos". Jesús
sencillamente está afirmando aquí el hecho fundamental de que, en comparación,
pocos estuvieron dispuestos a aceptar la generosa invitación y a entrar en el
salón de la fiesta. Del mismo modo,
Jesús dio claramente en el Sermón del Monte que sólo eran pocos los que
hallaban el camino a la salvación, mientras que eran muchos los que entraban por el camino ancho
que lleva a la perdición eterna (cap. 7: 13- 14).
15. Los fariseos. [La cuestión del tributo, Mat. 22:
15-22 = Mar. 12: 13-7 = Luc. 20: 20-26.
Comentario principal: Mateo.]
Consultaron. Por segunda vez en el mismo día (ver com. cap. 21: 23), el martes antes de
la crucifixión.
Sorprenderle. Gr. pagidéuÇ, "entrampar", "tomar por sorpresa",
"enredar". Una expresión que indica
gráficamente lo que deseaban hacer los dirigentes judíos.
16. Los discípulos. Es probable que los "discípulos" de los fariseos fueran hombres
más jóvenes, a quienes los dirigentes esperaban que Cristo no reconocería. Los
fariseos bien podían temer que, si ellos mismos se acercaban a Jesús para
hacerle alguna pregunta, al punto él sospecharía que se trataba de algún
complot, porque seguramente ya conocía a la mayoría de esos dirigentes. Pero es probable que los extraños que se le
acercaron, tuvieran el aspecto de jóvenes honrados que sinceramente buscaban
una respuesta a lo que era, entre los judíos de ese tiempo, un problema muy
difícil de resolver (ver com. vers. 17).
Lucas dice que estos discípulos de los fariseos eran "espías"
(ver com. Luc. 20: 20). Durante tres años, los espías enviados por el
sanedrín habían seguido a Jesús a casi todos los lugares donde iba (ver
com. Mat. 19: 3; Luc. 11: 54).
Herodianos. Los herodianos formaban un partido político judío que apoyaba a Herodes
Antipas (ver p. 56). Los fariseos eran
nacionalistas fervientes, y se oponían tanto a Herodes como al César, mientras
que los herodianos colaboraban con el gobierno romano. Aunque acérrimos enemigos en cuestiones
políticas, estaban unidos contra Jesús, así como lo habían estado contra Juan
el Bautista. En esta ocasión, los
herodianos serían testigos de la respuesta de Jesús, y prestamente lo acusarían
si mostraba la más mínima insinuación de deslealtad al gobierno.
Sabemos. La
integridad que aparentaban era en verdad un intento de engaño. Esperaban que sus halagos sirvieran para
tomar por sorpresa a Jesús.
No te cuidas de nadie. Con esto insinuaban que estaban convencidos de que Jesús era justo e
imparcial (cf. Hech. 10: 34).
17. Qué te parece. Esos espías deseaban que Jesús se pusiera completamente de un lado o del
otro. Si aprobaba el pago de tributos a
Roma, lo presentarían como una evidencia de que estaba en contra de la ley de
Dios, la cual, según los fariseos, prohibía el pago de impuestos a un poder
extranjero. Así perdería la aceptación
popular como Mesías. Pero si prohibía el
pago de tributos, lo presentarían ante las autoridades romanas como traidor o
revolucionario. De cualquier modo, los
fariseos esperaban salir ganando. Pero
Jesús los chasqueó negándose a ponerse del lado de cualquiera de las dos partes
del dilema. No se trataba de un asunto
al cual se pudiera dar una respuesta totalmente en favor de un lado o del
otro. Había que tomar en cuenta las
obligaciones pertinentes a los dos.
¿Es lícito? Preguntaban si estaba en armonía con los preceptos de la ley judía. Los fariseos sostenían que no era lícito; los
herodianos, que lo era. La pregunta
realmente tenía que ver con el problema de que un individuo fuera a la vez buen
judío y también sumiso a la autoridad romana.
Tributo. Gr.
kénsos, "impuesto", "tributo". Es probable que el tributo al cual se hace
referencia aquí fuera el impuesto de empadronamiento o capitación que se exigía
en todos los territorios que estaban directamente bajo la jurisdicción romana. El pago del tributo era particularmente duro
para los judíos, no porque fuera una suma elevada, sino porque era símbolo de
sumisión a un poder extranjero y amargo recuerdo de las libertades que habían
perdido. En cierto modo, la pregunta que
le hicieron a Jesús tenía implicaciones políticas y atañía al problema de
someterse a Roma o luchar por la independencia.
18. La malicia. Marcos habla de "hipocresía" (cap. 12: 15) y Lucas de
"astucia" (20: 23). Las tres
palabras son aptas para describir los motivos de los cuales había surgido la
pregunta.
Me tentáis. Es decir, "me ponéis a prueba" (ver com. cap. 6: 13). Jesús
informó a quienes deseaban engañarlo que había comprendido perfectamente cuál
era la trampa que con tanta habilidad le habían tendido.
Hipócritas. Ver com. cap. 6: 2.
19. Moneda. Gr. nómisma, literalmente, "lo que es sancionado por ley". Así también hoy hablamos de billetes de
"curso legal". Los romanos
exigían que se pagaran los tributos romanos en moneda romana. A los gobiernos locales les estaba permitido
acuñar monedas de cobre, pero Roma se reservaba el derecho de acuñar monedas de
plata.
Denario. Ver
com. cap. 20:2.
20. Imagen. Gr. eikÇn "imagen", "figura", "efigie", de
donde provienen la palabra "ícono" y sus derivados. A diferencia de las monedas romanas que
llevaban la imagen del emperador, las monedas judías tenían dibujos de
palmeras, olivos, etc., que para los judíos estaban más en armonía con el
segundo mandamiento.
Inscripción. Gr. epigraf', "inscripción" o "título".
21. Dad. Literalmente
"devolved". La moneda del
tributo (vers. 19) que circulaba en ese tiempo llevaba la imagen del César, y
por lo tanto había sido acuñada por su autoridad. El hecho de que los judíos tuvieran esas
monedas y las usaran como moneda legal era en sí mismo una evidencia de que
reconocían, aunque de mala gana, la autoridad y la jurisdicción del César. Por lo tanto, éste tenía derecho de recibir
lo que le pertenecía.
Lo que es de César. En este pasaje Jesús presentó el principio fundamental que determina la
relación del cristiano con el Estado. No debe desatender los justos
requerimientos del Estado, porque existe "lo que es de César".
Lo que es de Dios. La autoridad de Dios es suprema; por lo tanto, la lealtad máxima del
cristiano debe ser para con Dios. El
cristiano coopera con las "autoridades superiores "porque" por
Dios han sido establecidas" (Rom. 13: 1). Por lo tanto, el pago del
tributo a César no puede ser contrario a la ley de Dios, como lo pretendían los
fariseos (ver com. Mat. 22: 17). Pero hay ciertas cosas en las cuales el
César, es decir los gobiernos terrenales, no tienen derecho de interferir (ver
com. Hech. 5: 29). La jurisdicción de
Dios es absoluta y universal; la del César, subordinada y limitada.
22. Se maravillaron. Los fariseos habían esperado que Jesús les daría una respuesta afirmativa o
negativa a la pregunta que le habían formulado, y ni siquiera habían considerado
la posibilidad de que les diera una alternativa al dilema que le habían
propuesto. Se vieron obligados a admitir
que, a pesar de sus planes tan cuidadosamente trazados, no podían contender con
Jesús.
23. Aquel día. [La pregunta sobre la resurrección, Mat. 22: 23-33 = Mar. 12: 18-27 = Luc.
20: 27-38. Comentario principal: Mateo.]
Es decir, el martes, día en el cual habían ocurrido los acontecimientos ya
registrados en este capítulo (ver com. cap. 21: 23; 22: 1, 15), antes de la
crucifixión.
Saduceos. Ver pp. 54-55. Aunque afirmaban creer en las Escrituras, en realidad la filosofía de los saduceos era
materialista y escéptica. Creían en Dios
como Creador, pero negaban que en forma alguna se interesara en los asuntos
humanos. Negaban la existencia de los
ángeles, la resurrección, la vida de ultratumba y la obra del Espíritu Santo en
la vida de los seres humanos (Hech. 23: 8). Los saduceos se consideraban intelectualmente
superiores a sus prójimos y se burlaban del estricto legalismo y de las
tradiciones que tanto importaban a los fariseos.
Al
acercarse a Jesús en esta ocasión, los saduceos tenían el propósito de ponerlo
en aprietos con una pregunta que siempre había servido para confundir a los
fariseos, los cuales creían en la resurrección.
Esperaban que Jesús no sería más capaz de responderles que los fariseos.
No hay resurrección. Cf. Hech. 23: 8.
24. Moisés dijo. Los saduceos citaron en esencia la ley del levirato (ver com. Deut. 25: 56). Según ésta, si una mujer
quedaba viuda sin tener hijos, el hermano de su extinto marido debía casarse
con ella. El primer hijo del nuevo
matrimonio debía considerarse como hijo de su primer marido, a fin de perpetuar
su nombre y de heredar su propiedad.
25. Siete. En el pensamiento hebreo, este número solía usarse para expresar la idea de
algo completo.
28. ¿De cuál? Esta pregunta no tenía implicaciones políticas como las había tenido la
pregunta acerca del pago del tributo a César (ver com. vers. 17). Estaba dentro de la esfera de la teología
especulativa. Sin embargo, si Cristo no
daba una respuesta satisfactoria,
rebajaría la elevada estima en que el
pueblo lo tenía (cf. cap. 21: 46).
29. Erráis. Gr. planáÇ (ver com. cap. 18:
12). Los saduceos demostraron que los
educados pueden ser tan ignorantes y estar tan sumidos en el error como los
indoctos. Los saduceos, a pesar de ser
sabios según su propia filosofía, tenían una información incompleta acerca de
este tema, y no habían tomado en cuenta por lo menos un factor vital: "el
poder de Dios". Sin entrar en
discusiones, Jesús indicó que, si bien la doctrina de la resurrección no estaba
tan claramente explicada en el AT como algunos habrían querido que estuviera,
habría resurrección.
Ignorando las Escrituras. Se dice que los saduceos se enorgullecían de ser más estudiosos de las
Escrituras que los fariseos, pero aquí Jesús afirma que, a pesar de su
pretendido conocimiento de la Palabra de Dios, eran profundamente
ignorantes. Los conceptos teológicos
emanados de una especulación basada en informaciones incompletas descarrían por
completo a los que emplean este método antojadizo para llegar a la
verdad. Los cristianos de hoy debieran
tener cuidado de no errar, "ignorando las Escrituras".
Poder de Dios. Gr. dúnamis (ver com. Luc. 1:
35). Los saduceos habían olvidado que un
Dios suficientemente poderoso como para resucitar de entre los muertos, tendría
también la sabiduría y el poder de implantar un nuevo orden social perfecto, en
una tierra nueva, perfecta. Además,
todos los que sean salvos estarán felices con ese glorioso orden, aunque no
puedan comprender plenamente en esta vida lo que el futuro les depara (cf. 1
Cor. 2: 9).
30. Ni se casarán. Es evidente que no habrá necesidad de matrimonio porque prevalecerá un
orden de vida totalmente diferente.
Como los ángeles. Los ángeles son seres creados y no procreados. "La doctrina de que nacerán niños en la
tierra nueva no es parte de 'la palabra profética más segura' " (MM 99).
31. ¿No habéis leído? Notar la reprensión implícita en estas palabras (ver com. 21: 42).
32. El Dios de Abraham. ¿Qué honor podría haber en ser un Dios de muertos? Abrahán, Isaac y Jacob
estaban muertos cuando se le apareció Dios a Moisés en la zarza ardiente. ¿Por
qué se iba a identificar Dios como Dios de los patriarcas a menos que fuera
como una anticipación a la resurrección?
Con la misma esperanza, por la fe, Abrahán "esperaba la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb. 11:
10). Se ha sugerido que Jesús citó el
Pentateuco (Exo. 3: 6, 16) porque los saduceos sólo aceptaban como inspirados
los libros de Moisés.
33. Se admiraba. Ver com. cap. 7: 28.
Su doctrina. Es decir, "su enseñanza".
34. Los fariseos, oyendo. [El gran mandamiento, Mat. 22:34-40 = Mar. 12:28-34 = Luc. 20:39-40. Comentario principal: Marcos.] Con referencia a las circunstancias en las cuales se formuló la pregunta acerca del gran mandamiento, ver com. Mat. 21:23, 28, 33; 22: 1, 15, 23; Mar. 12: 28.
Había hecho callar a los saduceos. Literalmente, "había amordazado a los
saduceos" (ver com. vers. 12).
Aunque los fariseos pueden haberse alegrado de que sus inveterados
enemigos teológicos habían sido "amordazados", no querían aceptar que
Jesús hubiera ganado esa victoria.
Puesto que no habían abandonado aún la esperanza de entrampar a Jesús,
los fariseos llamaron a uno de los suyos para que hiciera un último intento de
llevar a Jesús a decir alguna cosa que pudiera interpretarse como contraria a
la ley (ver com. 5:17).
Se juntaron a una. Ver com. vers. 15.
35. Intérprete de la ley. Es decir, uno versado en las leyes civiles y religiosas del judaísmo (ver p. 57). Este "intérprete" era uno de los
fariseos (vers. 34), al igual que la mayoría de los otros escribas.
Por tentarle. O para "ponerle a prueba" (BJ).
Los fariseos que propusieron la pregunta estaban "tentando" a Jesús,
al paso que el que le hizo la pregunta probablemente lo estuviera
"poniendo a prueba". No
importa cuáles hubieran sido los motivos que llevaron a proponer la pregunta,
el intérprete de la ley parece haber sido honrado y sincero (ver com. Mar. 12: 28, 32- 34). Evidentemente, no tenía animosidad personal
contra Jesús.
36. El gran mandamiento. Aunque esta pregunta tenía que ver con principios fundamentales, es
probable que se hubiera formulado con el afán rabínico de poner todos los
mandamientos de la ley en orden de importancia.
En el caso de que las exigencias de dos mandatos parecieran estar en
conflicto, el que se suponía mayor tenía precedencia, y la persona quedaba
liberada de la responsabilidad de violar el mandato menor (ver com. cap. 5:
19). Aquí el adjetivo "gran"
significa, en realidad, "el más grande". Los fariseos exaltaban los primeros cuatro
preceptos del Decálogo como de mayor importancia que los últimos seis; por
ende, fracasaban en los asuntos de la religión práctica.
37. Amarás al Señor. Jesús cita aquí de Deut. 6: 5 (ver com.
Luc. 10: 27). Antes de que,
mediante el poder y la gracia de Cristo, una persona pueda comenzar a observar
los preceptos de la ley divina, debe tener amor en el corazón (cf. Rom. 8: 3-4).
La
obediencia a Dios que no nace del amor es tan imposible como inútil. Donde existe el amor para Dios, la persona
automáticamente pondrá su vida en armonía con la voluntad divina como está
expresada en sus mandamientos (ver com.
Juan 14: 15; 15: 10).
Todo tu corazón. Al enumerar aquí estas tres dimensiones del ser humano, Cristo estaba
enseñando que si el amor de Dios verdaderamente existe, saturará todos los
aspectos del ser y de la vida.
39. Semejante. La semejanza radica en que los dos mandamientos se basan en el gran principio
del amor, y que los dos demandan la atención concertada y la cooperación de
todas las partes del ser.
Amarás a tu prójimo. Ver com. Mat. 5: 43; 19: 19; Luc.
10: 27-29. Jesús aquí cita de Lev. 19:18 donde "tu prójimo" es un
compatriota israelita. Pero Jesús amplió
la definición de "prójimo" para incluir a todos los que necesitaban
ayuda (Luc. 10: 29-37). La ley de amor a
Dios y a los hombres no era de ningún modo nueva. Si bien Miqueas casi llegó a unir las ideas
de Deut. 6: 4- 5 y de Lev. 19: 18 al expresar cuál era el deber del hombre (ver
com. Miq. 6:8), fue Jesús quien
realmente unificó estas dos ideas que constituyen la base de la ética
cristiana.
Como a ti mismo. La tendencia natural del hombre es la de ponerse a sí mismo en primer lugar,
no importa cuáles sean sus obligaciones para con Dios y sus prójimos. Para ser totalmente abnegado en el trato con
los prójimos, se debe amar en primer lugar a Dios en forma suprema. Este es el fundamento de toda conducta
correcta.
40. La ley y los profetas. Esta frase se emplea comúnmente para designar a
todo el AT (ver com. Luc. 24: 44). En otras palabras, Jesús afirma aquí que el
AT no es ni más ni menos que la exposición de los dos grandes principios aquí
enunciados: amor a Dios y amor al hombre.
Con referencia a la reacción del intérprete de la ley frente a la
declaración de Jesús, ver com. Mar. 12:
32.
41. Estando juntos los fariseos. [¿De quién es hijo el Cristo?, Mat. 22: 41-46 =
Mar. 12: 35-37 = Luc. 20: 41-44.
Comentario principal: Mateo.] Al parecer, en este momento se había
reunido una gran delegación de sacerdotes para escuchar lo que Jesús podría
decir (ver com. cap. 21: 23, 28, 33; 22: 1, 15, 23, 34). Marcos señala que Jesús todavía estaba
enseñando en el templo (cap. 12: 35).
Les preguntó. Habían fracasado los tres intentos (ver com. vers. 15, 23, 34) de conseguir
que Jesús se incriminara. Ahora Jesús
formula una pregunta a los que estaban deseosos de acusarlo.
42. Del Cristo. Es decir, del "ungido", del "Mesías" (ver com. cap. 1:
1). Jesús no empleó 473 a palabra "Cristo" como nombre personal, sino
como título. Los judíos aceptaban que habría un Mesías o Cristo, pero negaban
que Jesús fuera ese Mesías.
De David. Ver com. cap. 1: 1.
43. ¿Pues cómo? Jesús presenta a sus críticos una aparente paradoja que ellos no pueden
resolver, un dilema para el cual no tenían mejor respuesta que la que habían
tenido cuando en una ocasión anterior Jesús les había formulado una pregunta
difícil (cap. 21: 25, 27).
En el Espíritu. Es decir, "por inspiración".
Marcos dice "por el Espíritu Santo" (cap. 12: 36).
44. A mi Señor. Jesús cita aquí del libro de Salmos (ver Luc. 20: 42; com. Sal. 110: 1; cf. Hech. 2: 34; Heb. 1: 13).
45. ¿Cómo es su hijo? Si David reconoce al Mesías como "Señor", insinuando así que el
Mesías es mayor que David mismo, ¿cómo puede el Mesías también ser hijo de
David, y por lo tanto menor que David? La
única respuesta posible a la pregunta de Jesús era que Aquel que había de venir
como Mesías había existido antes de su encarnación. Como "Señor" de David, el Mesías no
era otro sino el Hijo de Dios; como "hijo" de David, el Mesías era el
Hijo del hombre (ver com. cap. 1: 1).
Evidentemente, los dirigentes judíos no estaban preparados para
responder a esta pregunta por causa de sus conceptos erróneos acerca del Mesías
(ver com. Luc. 4: 19). Ellos no podían contestar legítimamente la
pregunta sin admitir que Jesús de Nazaret era el Mesías, el Hijo de Dios. Por lo tanto, al formular esta pregunta,
Jesús puso a los fariseos y escribas frente a frente con la esencia medular de
su misión en la tierra. Si le hubiesen
dado una respuesta sincera e inteligente, sin duda hubieran sido inducidos a
reconocer el mesianismo de Jesús.
46. Nadie le podía. Los dirigentes judíos descubrieron que no tenía sentido hacerle más
preguntas a Jesús, porque cada vez que le presentaban un dilema, Jesús
demostraba que eran ignorantes de las Escrituras e incompetentes para ser los
dirigentes espirituales del pueblo. Al
menos en un caso más, Jesús presentó a los judíos una pregunta que los puso en
aprietos (cf. cap. 21: 23-27). Cada vez
que procuraban confundir a Jesús, ellos salían perdiendo. (5CBA).
COMENTARIO DE EGW
1-14. CS 481; PVGM 249-260. ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO (PALABRAS DE VIDA DEL GRAN MAESTRO) EGW
(Éste Capítulo Está Basado En San
Mateo 22:1-14.
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/ante-el-tribunal-supremo.html
15-46. DTG 553-561. "CONTROVERSIAS" (Este capítulo 66. Está basado en San Mateo 22:15-46; San Marcos 12:13-40; San Lucas 20:20-47).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-66-controversias.html
36- 40. PR 242. Al insistir en el valor de la piedad práctica, el profeta estaba tan sólo repitiendo el consejo dado a Israel siglos antes. Por medio de Moisés, mientras estaban los israelitas a punto de entrar en la tierra prometida, el Señor les había dicho: "Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que hayas bien?"(Deut. 10: 12, 13.).
De Siglo En Siglo estos consejos
fueron repetidos por los siervos de Jehová a los que estaban en peligro de caer
en hábitos de formalismo, y de olvidarse de practicar la misericordia. Cuando
Cristo mismo, durante su ministerio terrenal, fue interrogado así por un doctor
de la ley: "Maestro, ¿cuál es el 242 mandamiento grande en la ley?"
le contestó: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu
alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el
segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mat. 22: 36-40.)
Estas claras expresiones de los
profetas y del Maestro mismo deben ser recibidas como voz del Cielo para toda
alma. No debemos desperdiciar oportunidad alguna de cumplir actos de
misericordia, de tierna prevención y cortesía cristiana en favor de los
cargados y oprimidos. Si nos es imposible hacer más, podemos dirigir palabras
de aliento y esperanza a los que no conocen a Dios y a quienes podemos alcanzar
con más facilidad mediante la simpatía y el amor.
Ricas y abundantes son las
promesas hechas a los que se mantienen alerta para ver las oportunidades de
infundir gozo y bendición en la vida ajena. "Y si derramares tu alma al
hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu
oscuridad será como el medio día; y Jehová te pastoreará siempre, y en las
sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego,
y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan."(Isa. 58: 10, 11.) EGW
Ministerio
Hno. Pio
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