MATEO 13:1-52. El Sermón Junto Al Mar: Parábolas Del Reino. (1-17) La parábola del sembrador y la semilla; (18-23) su explicación. (24-30) Las parábolas de la cizaña, (31-32) de la semilla de mostaza, (33-43) de la levadura, (44) del tesoro escondido, (45-46) de la perla (47-52) y de la red que es echada en el mar.
1 AQUEL día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9 El que tiene oídos para oír, oiga.
10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. 16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: 19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
31 Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; 32 el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; 35 para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.
36 Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, 46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; 48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
51 Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. 52 Él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. (Mateo 13).
LAS PARÁBOLAS Y SU INTERPRETACIÓN. La palabra
"parábola" deriva del Gr. parabol': :uxtaposición",
"comparación", "ilustración", "parábola",
"proverbio"; de un verbo que significa "poner una cosa al lado
de otra [para comparar]", "situar al lado de". El vocablo Gr. pa'rabol' y su equivalente
hebreo (t. III, p. 957) tienen un significado más amplio que la palabra
"parábola"; sin embargo, las parábolas que se presentan como tales en
este Comentario son las que con propiedad caven dentro de los límites más
estrictos de la palabra 194 parábola. De
acuerdo con la definición expuesta, la parábola es una narración cuyo principal
propósito es enseñar una verdad; pero literariamente hablando es una alegoría o
sucesión de metáforas. Muchas de las
parábolas de Cristo fueron tan breves que pueden considerarse como metáforas o
proverbios.
Una parábola es en
los Evangelios una narración "colocada al lado de" cierta verdad
espiritual con el fin de hacer una "comparación". Las parábolas de nuestro Señor se basaban,
por lo general, en hechos comunes de la vida diaria familiar de sus oyentes, y
con frecuencia se trataba de hechos específicos que acababan de ocurrir (ver
DTG 462) o de algo que los oyentes podían ver en ese momento (PVGM 16; cf. DMJ
34-35). La narración era simple y breve,
y por lo general su conclusión era tan obvia que no admitía confusiones (Mat.
21: 40-41); y se colocaba paralelamente la verdad espiritual con el propósito
de ilustrar a ésta. La parábola se
convertía así en un puente por el cual los oyentes podían ser conducidos hacia
la comprensión y apreciación de esa verdad.
La narración comenzaba al nivel de los oyentes, y Jesús dirigía los
pensamientos hacia donde él quería valiéndose de un miedo agradable y
familiar. Era una ventana a través de la
cual el alma podía contemplar perspectivas de una verdad celestial.
Por medio de
parábolas Jesús (1) despertaba el interés, la atención y las preguntas; (2)
enseñaba verdades desagradables sin despertar prejuicios; (3) eludía a los
espías que lo perseguían implacablemente; (4) creaba en la mente de sus oyentes
impresiones duraderas que se renovarían e intensificarían cuando vieran
nuevamente las escenas presentadas en la parábola o pensaran en ellas; (5)
convertía la naturaleza en un instrumento para conocer a Dios. Las parábolas revelaban la verdad a los que
querían recibirla, y, a veces, la ocultaba a otros.
Al estudiar las
parábolas de Jesús es importantísimo seguir principios correctos de
interpretación. Esos principios pueden
resumirse brevemente así:
1. Una parábola es
un espejo por el cual se puede ver la verdad; pero no es la verdad misma.
2. El contexto en
que se presenta una parábola -lugar, circunstancias, personas a las que se
dirigió la parábola y el problema que se trataba- debe tomarse en cuenta y
convertirse en la clave para su interpretación.
3. La introducción y
conclusión de Cristo a la parábola aclaran generalmente su propósito
fundamental.
4. Cada parábola
ilustra un aspecto básico de una verdad espiritual (ver la lista de los
principios que ilustran las diversas parábolas de nuestro Señor, pp.
195-197). Los detalles de una parábola
sólo son significativos cuando contribuyen a aclarar ese punto especial de
verdad.
5. Antes de que se
pueda entender el significado espiritual de la parábola, es necesario tener una
clara perspectiva de la situación descrita en la parábola: costumbres
orientales y modalidades de pensamiento y expresión. Las parábolas son cuadros verbales vívidos
que deben verse para que puedan ser entendidos.
6. Es un hecho
fundamental que una parábola tiene el propósito de ilustrar la verdad, y
generalmente una verdad particular; por lo tanto, no se debe basar ninguna
doctrina en los detalles incidentales de una parábola.
7. La parábola se
debe interpretar, sea en conjunto o sea en parte, teniendo en cuenta la verdad
que tiene el propósito de enseñar, tal como se presenta en lenguaje literal en
el contexto inmediato y en otras partes de las Escrituras.
La siguiente lista
de parábolas se ha preparado teniendo en cuenta la definición presentada en la
p. 193. Están agrupadas por temas, de
acuerdo con la verdad principal que Cristo quiso ilustrar con cada una de
ellas. La referencia bíblica principal
195 de cada parábola señala dónde aparece la mayor explicación de la parábola
en este Comentario. Las referencias
paralelas que se dan en "Principios ilustrados" indican otra u otras
parábolas que enseñan la misma verdad o verdades relacionadas con dicha parábola;
y las referencias que aparecen al final de cada grupo de parábolas indican otra
u otras parábolas que contienen lecciones secundarias apropiadas para el grupo
respectivo. El "Número en la
Armonía" (pp. 186-191), dirige a otras fuentes de información relacionadas
con las parábolas. La columna
"Principios ilustrados" proporciona, además, un breve análisis de la
enseñanza o enseñanzas básicas de cada parábola. En las pp. 206-211 se presenta el orden
cronológico de las parábolas.
1. Aquel día. [El sermón junto al mar, Mat. 13: 1-53 = Mar. 4: 1-34 = Luc. 8: 4-18. Comentario principal: Mateo. Ver mapa p. 209;
diagrama p. 221; con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Este
Comentario entiende que "Aquel día" es el mismo día cuando ocurrieron
los incidentes registrados en el cap. 12: 22-50 (ver com. cap. 12: 22) y que
los acontecimientos registrados en el cap. 8: 18- 27 sucedieron al final de ese
mismo día (ver Mar. 4: 35; com. Mat. 8:
18). Aunque no hay pruebas de que este día fuese más agitado que los otros días
de Jesús, el registro bastante completo que hay de él le ha ganado la
designación de "el día del ajetreo". Fue uno de esos días cuando
Jesús apenas tuvo tiempo para comer o descansar (DTG 300).
Salió Jesús de la casa. Esto implica que los hechos registrados en el cap. 12: 22-50, que había ocurrido más temprano el mismo día, habían sucedido en alguna casa, quizá la de Pedro en Capernaúm (ver com. Mar. 1: 29), cerca del límite norte de la llanura de Genesaret o posiblemente en alguna casa de Magdala cerca del extremo sur de esa llanura (DTG 372). Se sentó. Los rabinos acostumbraban sentarse cuando enseñaban (ver p. 59; com. Luc. 4: 20).
Junto al mar. Quizá esto ocurrió en algún punto de la orilla del mar de Galilea entre
Capernaúm y Magdala, donde la llanura de Genesaret llega hasta el lago (PVGM
16).
2. Mucha gente. Con referencia a las multitudes que se agolpaban en torno de Jesús durante
el período del segundo viaje por Galilea, hacia fines del año 29 d. C., ver
com. cap. 8: 1, 18; 12: 15. En esta
ocasión la gente ocupó toda la playa y lo obligó a sentarse en una barca en el
lago.
La barca. Aparentemente, cuando Jesús salió de la casa (vers. 1) fue a la orilla del
mar con la intención de subir a la barca y cruzar el lago en seguida (PVGM 16).
Pero lo detuvieron los urgentes pedidos de los enfermos y la necesidad del
pueblo de escuchar palabras de vida (PVGM 16; cf. cap. 9: 36).
Playa. Gr.
aigialós, "playa" o "ribera".
3. Habló muchas cosas. Antes de este momento, ocasionalmente Cristo había emplea do algunas breves
ilustraciones que podrían haberse denominado parábolas (cap. 7: 24-27; etc.);
aquí por primera vez (DTG 300; PVGM 10) hizo de las parábolas el principal
medio para transmitir la verdad. Quizá el Sermón del Monte no fue pronunciado
sino unas pocas semanas antes (ver com. cap. 5: 1). También es probable que lo
que se relata en este capítulo ocurrió hacia fines del año 29 d. C., y en la
llanura de Genesaret, la región más productiva de toda Galilea (ver com. Luc.
5: 1), los agricultores estaban sembrando el trigo de invierno (PVGM 16; ver t.
II, p. 112).
En
cuanto al resumen de este día tan lleno de actividades, ver com. Mat. 12: 22; 13: 1.
En
esta ocasión, Jesús pronunció al menos diez parábolas. A las ocho que se
registran en Mateo, Marcos añade las de la lámpara (cap. 4: 21-23) y de la
semilla que crece en secreto (vers. 26-29). Las diferentes parábolas que Mateo
presenta aquí tienen que ver con diferentes aspectos del reino de los
cielos. Ninguna de ellas muestra un
panorama total, sino que en su conjunto presentan diversos aspectos de ese
reino.
El sembrador. [Parábola del sembrador, Mat. 13: 3-9, 18-23 = Mar. 4: 3-20 = Luc. 8:
5-15. Comentario principal: Mateo. Con referencia a las parábolas, ver pp.
193-197.] Mientras Cristo hablaba (PVGM 16) se podía ver a los agricultores que
echaban la semilla en el fértil suelo de la pequeña llanura de Genesaret, que
se extiende desde las azules aguas del mar de Galilea hasta los cerros. Si bien esta parábola se conoce como la del
sembrador, sería más apropiado llamarla la parábola de los diferentes suelos, o
del sembrador de la semilla y de los diferentes suelos. Su característica
principal no es ni el sembrador ni la semilla, los cuales aparecen también en
la parábola de la cizaña (vers. 24-30), sino más bien los cuatro tipos
diferentes de suelo en el cual cayó la semilla. Esta parábola hace resaltar la
recepción que le dio cada uno de los cuatro tipos de suelo a la semilla y el
efecto que esto produjo en el crecimiento de la semilla (PVGM 24). La habilidad
del sembrador y la calidad de la semilla son las mismas en relación con cada
uno de los cuatro tipos de suelo. Ver
com. vers. 8.
La
verdad específica representada por la semilla de esta parábola es la naturaleza
de la misión de Cristo en la tierra como el Mesías. En mayor o menor grado la
verdadera naturaleza del reino de Cristo era un misterio 393 (vers. 11), porque
el orgullo había oscurecido la comprensión de las Escrituras del AT. Por lo general, los judíos esperaban que el
Mesías vendría como un poderoso conquistador para ocupar el trono de David y
subyugar a todas las naciones ante ellos (ver DTG 22; com. Luc. 4: 19).
Pero en la parábola del sembrador, Jesús expuso la verdadera naturaleza
de su misión; el hecho de que había venido no para poner a los paganos bajo la
dominación judía, sino para subyugar los corazones de las "ovejas perdidas
de la casa de Israel" (Mat. 15: 24).
En el Sermón del Monte ya había expuesto esta verdad con más solemnidad
(ver com. cap. 5: 2).
Salió. En
el antiguo Cercano Oriente, los agricultores solían vivir juntos en
aldeas. Cada día, al amanecer, salían a
atender sus campos para volver al atardecer.
Así también Cristo, el Sembrador de la verdad, salió del Padre celestial
para venir a este mundo, el "campo" (vers. 38), a fin de que pudiera
"dar testimonio a la verdad" (Juan 18: 37; cf. cap. 10: 10).
4. Junto al camino. No junto al camino que llevaba de la aldea a los campos, sino algún
caminito menor entre los sembrados. Puesto que la superficie del camino era
dura, la semilla no penetraba y no podía germinar. Los oyentes representados
por el suelo junto al camino son los oyentes superficiales en quienes las
verdades del Evangelio no tienen efecto. Según lo expresa un proverbio chino,
"lo que les entra por el oído oriental les sale inmediatamente por el oído
occidental". No perciben su propia necesidad de recibir el Evangelio. No prestan atención; no comprenden (vers.
19). Al parecer, la verdad no tiene para ellos sentido.
Las aves. Esas eran las aves que comúnmente aparecen en los campos cuando se ara o se
siembra. Según Mateo, las aves
representan al "malo" (vers. 19); según Marcos, representan a Satanás
(cap. 4: 15); y según Lucas, representan al diablo (cap. 8: 12).
5. Pedregales. Al parecer, esto no se refiere aun terreno cubierto de piedra suelta, sino
más bien a rocas muy próximas a la superficie, cubiertas apenas por un poco de
tierra. Salvo unos pocos lugares favorecidos, este tipo de pedregales limitaba
en buena medida el valor y la utilidad de las tierras para la agricultura en la
zona montañosa de Palestina.
La
semilla del Evangelio que cae en los corazones de los oyentes representados por
los pedregales encuentra suficiente tierra para germinar, pero ésta tiene poca
profundidad, y en el mejor de los casos el efecto del Evangelio es
superficial. El Evangelio conmueve las
emociones de estas personas, y reaccionan ante él con rapidez, pero la
impresión que deja se pasa junto con las inconstantes emociones que la
causaron. La piedra del egoísmo (PVGM 97) impide que el Evangelio efectúe una
reforma en la vida. cualquier esfuerzo para servir a Cristo es estorbado hasta
tal punto por el propósito primordial de proceder con egoísmo en la vida (PVGM
50), que el Evangelio casi no tiene influencia. Los oidores representados por
el terreno pedregoso tienden a seguir sus propias inclinaciones. Las
convicciones que puedan tener se basan más en gustos que en principios. Sin
duda, la verdad les ha resultado atrayente; admiten que es buena, pero son
egoístas. Aceptan lo que en el momento
les parece bueno, pero no toman en cuenta el precio del discipulado. No aplican
los principios del Evangelio a sus propias vidas ni permiten que el Evangelio
reforme su manera de pensar y de actuar. No están dispuestos a aceptar el hecho
de que sus hábitos deben cambiar.
No había mucha tierra. La piedra que se encontraba muy próxima a la superficie del suelo absorbía
el calor y apresuraba así la evaporación.
Brotó pronto. El calor adicional que despedía la piedra causaba una rápida germinación;
sin embargo, al faltarle profundidad, la tierra no podía retener la humedad y
dársela a las raíces que la necesitaban.
6. Se quemó. La germinación fue rápida, pero también lo fue el marchitamiento. La única esperanza de los oidores representados
por la tierra pedregosa es la de nacer de nuevo (PVGM 29). La influencia
superficial del Evangelio sobre ellos no los lleva a confesar el pecado y a
abandonarlo (ver com. vers. 5). Su reacción ante el Evangelio no da por
resaltado ni la conversión ni el perdón.
7. Espinos. Gr. ákantha, "espina" o "zarza".
Esta palabra también se usa para designar
cualquier planta espinosa, por ejemplo, el cardo. Lucas dice que los espinos de
la vida cristiana son "los afanes y las riquezas y los placeres de la
vida" (Luc. 8: 14; cf. Mat. 13: 22).
En
este tipo de suelo, las tiernas plantas no se marcharon con tanta rapidez como
lo había hecho en el terreno pedregoso. Del mismo modo, la vida cristiana de
los oidores 394 representados por el terreno espinoso progresa más que la de
los que son representados por la tierra pedregosa. Parecen tener un buen
comienzo y experimentar el perdón y la conversión. Pero pronto se cansan "de hacer
bien" (Gál. 6: 9) y no van "adelante a la perfección" (Heb. 6:
1). Absortos en los placeres de este
mundo y dedicados a ellos, dejan de eliminar de su vida las tendencias y los
rasgos de carácter que responden a la tentación. Son como el que había sido liberado de la
posesión demoníaca para luego ser poseído por siete espíritus malos (ver com. Mat. 12: 43-45). Muchas de las cosas que atraen a los oyentes
representados por el terreno lleno de espinos y que absorben su atención pueden
no ser dañinas en sí mismas. Pero tales
personas llegan a estar tan atraídas por este mundo, que no tienen tiempo para
prepararse para el mundo venidero.
Los espinos crecieron. Los espinos impedían que el trigo madurara debidamente (Luc. 8: 14). Del
mismo modo el afán por los intereses seculares impide que los frutos del
Espíritu (Gál. 5: 22-23) lleguen a la madurez. La religión queda relegada a la
posición subordinada de ser sólo un interés entre muchos. Porque no se la
cultiva, se marchita y finalmente muere. A los oidores representados por la
tierra llena de espinos les falta una transformación moral (PVGM 30). Para
ellos la conversión es el todo de la religión; no se dan cuenta de que la vida
cristiana significa mayormente el proceso del crecimiento cristiano, mediante
el cual las tendencias y características malas son reemplazadas por la vida
perfecta de Jesucristo (Ver com. Gál. 2: 20).
8. Buena tierra. Esto no significa que el corazón del hombre sea naturalmente bueno antes de
que las semillas de la verdad divina lo hayan hecho bueno, porque "Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad" (Fil 2: 13). En la naturaleza del hombre "no mora el
bien" (Rom. 7: 18). El terreno es bueno sencillamente porque cede ante la
reja del arado de la verdad, porque responde a la influencia enternecedora del
Espíritu Santo.
Dio fruto. Ver com. cap. 7: 16-20. Esto se refiere al fruto del carácter (ver com.
Gál. 5: 22-23). El fruto del Espíritu manifestado en la vida es evidencia de
una saludable experiencia cristiana. En los corazones de los oyentes
representados por el terreno junto al camino, la verdad no halló respuesta. En
los oidores representados por la tierra pedregosa, la verdad no produjo sino un
impulso pasajero. En el caso de los oidores representados por el suelo lleno de
espinas, ocasionó una respuesta que comenzó bien pero que se marchitó en
presencia de los cuidados mundanales. Pero en el corazón de los oidores
representados por la buena tierra, la respuesta a la verdad es permanente y
efectiva. El resultado es una vida
transformada según el modelo de la vida perfecta de Jesucristo. El cristiano de éxito no depende de las
circunstancias que lo rodean, sino que persevera hasta el fin (Mat. 24: 13).
A ciento. Ver com. Gén. 26: 12. Este sería un rendimiento realmente fuera de
lo común. En años recientes, en los EE.
UU., la siembra promedio de trigo fue de 83,53 k por hectárea y la cosecha
promedio fue de 2.088 k por hectárea, lo que daría un rendimiento de 25 veces
lo sembrado. En la misma época, en
Israel, la cosecha promedio fue de 1.210 k por hectárea, lo que significa que
si se sembró allí como en los EE. UU., el rendimiento no fue sitio de 14,5
veces lo sembrado. Un rendimiento de cien veces tanto sería milagroso. Marcos invierte el orden y comienza por el
rendimiento menor; Lucas omite la mención de los rendimientos menores.
9. Oídos para oír. Ver com. cap. 11: 15; 13: 13-18.
10. Acercándose los discípulos. Al parecer, y en armonía con su forma habitual de
presentar los dichos de Jesús, Mateo aparentemente une aquí la parábola misma
con la explicación dada en privado a los discípulos, la cual sin duda fue
presentada en algún momento posterior, a fin de conservar el orden de los
temas. Marcos dice específicamente que
la explicación fue dada cuando Jesús estuvo solo con los doce y con algunos
otros discípulos (cap. 4: 10).
Por parábolas. Ver com. vers. 3.
11. Os es dado. El barbecho de los discípulos había sido abierto por el arado del Espíritu
Santo (ver com. Ose. 10: 12), y los
discípulos recibieron la semilla con gozo.
Sólo los que hagan la voluntad divina pueden esperar conocer la doctrina
(Juan 7: 17). La percepción de la verdad no depende tanto de la agudeza
intelectual como de la sinceridad del deseo.
Misterios. Es decir, las cosas que están ocultas a los que no tienen sincero interés
por conocer la verdad. No son misterios
en el 395 sentido que no puedan entenderse o que deliberadamente les son
abiertos a algunos y ocultados a otros. El Evangelio es "locura" para
algunos (1 Cor. 1: 23) por que "el hombre natural", sin haber
recibido la influencia del Espíritu Santo, no tiene la capacidad necesaria para
recibir "las cosas que son del Espíritu de Dios" (1 Cor. 2: 14). La
razón por la cual no puede conocerlas es simplemente que "se han de
discernir espiritualmente" y que él mismo no tiene el discernimiento
necesario para comprender su significado. La percepción espiritual sólo se
obtiene por medio de la obra del Espíritu Santo (Juan 16: 13; cf. Mat. 16: 17).
No les es dado. Ver com. vers. 12. Según Marcos, el misterio del reino no es para "los
que están fuera" (cap. 4: 11), es decir, los que están fuera del círculo
de los seguidores de Cristo. No tiene sentido revelar la verdad a los que
preferirían no tenerla (ver com. Mar. 7: 6). Sólo quienes tienen "hambre y
sed de justicia" pueden esperar satisfacerse (ver com. cap. 5:6).
12. Cualquiera que tiene. Es decir, cualquiera que sinceramente desea la verdad (ver com. Mat. 13:
11; cf. Mar. 4: 24). La tierra debe estar preparada, por lo menos en parte,
para recibir con provecho la semilla. Los que han puesto en práctica la verdad
que les ha sido revelada, recibirán más verdad. Los que tienen el espíritu
receptivo, lograrán muchísimo más beneficio de cualquier presentación de la
verdad que las personas inteligentísimas que no quieren recibir las cosas
espirituales. Los maravillosos dones del cielo son para los que los desean
ardientemente (DTG 767).
Lo que tiene. Mejor, "lo que piensa tener" (Luc 8: 18). El que no se esfuerza
por aumentar la poca capacidad que pueda tener para percibir la verdad, perderá
aun esa pequeña facultad.
13. Por eso les hablo. Ver com. vers. 3. El propósito de Cristo no era el de ocultar la verdad a
aquellos cuya percepción espiritual era pobre (PVGM 76), sino más bien penetrar
en su mente y en su corazón embotados con la esperanza de crear la facultad de
recibir más verdad (Luc. 8: 16). Cristo vino a este mundo "para dar
testimonio a la verdad", no para ocultarla (Juan 18: 37). La razón por la
cual algunos no han producido frutos no se debe al sembrador ni a la semilla,
sino al terreno (ver com. Mar. 13: 3).
Viendo no ven. Ver com. Vers. 15. Aunque estas personas parecen ver, y piensan que ven, en
realidad no ven nada. Porque dicen "vemos" y en verdad son ciegos, su
"pecado permanece" (Juan 9: 41). Son voluntariamente ciegos (ver com.
Ose. 4: 6). Su percepción, al igual que la de los oidores representados por el
terreno junto al camino, es superficial (ver com. Mat. 13: 4-5). La vista
natural no está acompañada por el correspondiente discernimiento espiritual.
Ni entienden. Los fariseos comprendían el significado de las parábolas de Cristo, pero
fingían no entender (PVGM 17). Rechazaban las palabras más claras de Cristo
porque no querían recibirlas, y por lo tanto su culpa era mayor que la de los
otros. Deliberadamente habían cegado los ojos del alma y se habían encerrado en
tinieblas (ver com. cap. 12: 31)
14. Se cumple. Literalmente el verbo significa llenar, como se llena una copa.
La
profecía de Isaías.
Esta
cita de Isa. 6: 9-10, tal como aparece en el texto griego (Mat. 13: 14-15), es
idéntica al texto de la LXX. Ver com. Isa. 6: 9-10.
15. El corazón de este pueblo. Es decir, su mente, su entendimiento.
Se ha engrosado. Con referencia al endurecimiento del corazón ver. com. Exo. 4: 21.
Los
oídos oyen pesadamente.
Esta
es una traducción literal del griego. Es como si hubieran estado dormidos y
fuera imposible despertarlos.
Para que no. Al igual que en Isa. 6: 10, estas palabras son pronunciadas en forma
irónica. No era la voluntad de Dios que alguna persona se encontrara en esta
condición o que cualquiera dejara de comprender y se convirtiera. La condición
de los dirigentes judíos era el resultado natural de su propia conducta y de su
modo de vivir. tal como se indica en esta parábola, era también la obra de
Satanás (ver com. Mat. 13: 4).
La
gente de quien hablaba Isaías era la misma que Jesús representó por el terreno
junto al camino. En verdad, es Satanás el que ha cegado "el entendimiento
de los incrédulos" (2 Cor. 4: 4). No es la luz del cielo la que ciega a
los hombres, sino la oscuridad (1 Juan 2: 11). Por lo general, la vista que ha
estado por largo tiempo en tinieblas no puede funcionar debidamente en la luz;
los ojos que están acostumbrados a la oscuridad tienden a evitar la luz.
16. Bienaventurados. Es decir, "dichosos" (BJ) o "felices" (ver com. cap. 5:
3). por el 396 contrario, quienes tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen, no
son felices. La verdadera felicidad sólo se alcanza cuando los ojos del alma
ven la luz de la verdad. Los que no tienen discernimiento espiritual no pueden
nunca ser verdaderamente felices.
17. De cierto os digo. Ver com. cap. 5: 18.
Desearon ver. Habían deseado ver el Mesías y su reino. Esta fue la esperanza acariciada
por todos los santos de la antigüedad (1 Ped. 1: 10-11), los cuales habían
muerto en la fe "sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos
y creyéndolo" (Heb. 11: 13).
18. Oíd, pues. El comentario principal de los vers. 18-23 aparece en relación con los
vers. 3-9. La explicación de la parábola
del sembrador, de la semilla y de los diferentes terrenos, dada aquí por Cristo
(vers. 18-23), probablemente en algún momento posterior (ver com. vers. 10),
debería tomarse como modelo de los principios que rigen la interpretación de
todas las parábolas (ver p. 194).
21. Luego. Gr. euthús, "en seguida", "al momento" (vers. 20).
Tropieza. Gr. skandalízÇ (ver com. cap. 5: 29).
23. Entiende. Marcos dice "reciben" (cap. 4: 20), y Lucas usa la palabra
"retienen" (cap. 8: 15).
24. Otra parábola. [Parábola del trigo y la cizaña, Mat. 13: 24-30. Con referencia al uso de parábolas, ver pp.
193-197.] La parábola del trigo y de la cizaña, que sólo aparece en Mateo,
destaca que no todos los que profesan aceptar los principios del reino de los
cielos son en verdad lo que a primera vista aparecen ser. Quienes son discípulos de Cristo no deben
sorprenderse de encontrar en el "reino del cielo", es decir en el
reino de la gracia divina en esta tierra (ver com. cap. 3: 2; 4: 17), a algunos
cuyas vidas no han sido transformadas por el Evangelio. Cristo quería hacer saber
que él no había plantado tales personas y que sus vidas no eran el producto de
la semilla del Evangelio. Su presencia en la iglesia se debe a que "un
enemigo" los ha sembrado con el doble propósito de poner en peligro el
"trigo" (ver com. cap. 13: 29) y de deshonrar y arruinar al dueño del
campo. Por otra parte, la parábola también promete que en el juicio final cada
uno recibirá su debida recompensa y Dios destruirá por completo el mal.
Reino de los cielos. Ver com. cap. 3: 2; 4: 17; 5: 3.
Sembró buena semilla. Así como en la parábola anterior, Jesús mismo es el sembrador de la verdad
divina. La semilla que vicio a sembrar
es "buena semilla". No debe
culpársele porque más tarde se descubrió que estaban creciendo cizañas en el
campo. La parábola anterior trataba
mayormente de la recepción de la semilla de la verdad, pero ésta se refiere a
su desarrollo y el fin de cada uno.
En su campo. Este campo es el mundo (vers. 38). Es verdad que en el mundo hoy hay tanto
trigo como cizaña, es decir, gente buena y gente mala. Pero eso es de
esperarse. Aquí Cristo se refiere de especial manera a su iglesia, el campo de
Dios (PVGM 49). Debiera notarse que esta parábola se refiere mayormente al
reino de Dios en la tierra, al reino de la gracia que existe ahora.
25. Mientras dormían los hombres. El enemigo no puede ser visto por los ojos
mortales. Sólo se ve el resultado de su trabajo así como sólo puede verse el
resultado de la obra del Espíritu Santo (ver com. Juan 3: 8).
Su enemigo. Es decir, "el diablo" (vers. 39), o sea Satanás, nuestro
adversario (ver com. Zac. 3: 1). Todo lo bueno que hay en el mundo viene de
Dios; todo lo malo es, al final de cuentas, producto de la mala semilla
sembrada por el diablo en el corazón de los hombres.
Sembró. Litetalmente
"sembró encima" (BJ). Es
decir, sembró la cizaña sobre el trigo que había sido sembrado. Es probable que en Palestina, en tiempos de
Jesús, esta siembra de malezas hubiera sido una forma de vengarse de alguien.
Cizaña. Gr.
zizánion, "cizaña" o "joyo", gramínea que suele crecer en
los sembrados de trigo y de centeno. La cizaña (Lolium temulentum) alcanza unos
60 cm de alto y sólo cuando maduran sus granos de color oscuro puede
distinguirse fácilmente de los cereales. Sus semillas son venenosas y al ser
ingeridas pueden causar vértigos y convulsiones. En algunos casos el
envenenamiento por cizaña ha producido la muerte. En la parábola, las cizañas
representan a "los hijos del malo" (vers. 38), porque tienen el
carácter parecido al de su padre. Esta representación gráfica se presta en
forma muy adecuada para ilustrar la verdad espiritual que Cristo deseaba
enseñar.
26. Dio fruto. Ver com. vers. 25. Cf. cap. 7: 20: "por sus frutos los
conoceréis".
27. Los siervos. Cristo no explicó quiénes eran los siervos de la parábola, y eso podría 397
indicar que su identidad no afecta en nada la verdad que enseña la parábola. La
presencia de ellos es tan sólo incidental para la narración (ver p. 194).
Padre de familia. Gr. oikodespót's, es decir, el "señor de la casa" (ver com. Luc.
2: 29) o "dueño de casa". Se
dice que el Hijo del Hombre había sembrado la buena semilla (Mat. 13: 37). Esta identificación vincula íntimamente la
parábola de la cizaña con la del sembrador, la semilla y los diferentes
terrenos (ver com. vers. 3).
¿De dónde? Ver com. vers. 25.
28. Un enemigo. Ver com. vers. 25.
29. No sea que al arrancar. El carácter de las dos clases de personas
representadas por el trigo y la cizaña no estaba aún maduro, y habría sido
desastroso intentar hacer lo que proponían los siervos. Evidentemente no era posible todavía arrancar
la cizaña sin perjudicar al trigo e impedir que madurar una parte de las
plantas. Del mismo modo, Cristo permitió
que Judas tuviera los mismos privilegios y las mismas oportunidades como los
que gozaron los otros discípulos. Si no
lo hubiera hecho así, los otros, que no conocían el verdadero carácter del
traidor, podrían haber puesto en duda la sabiduría del Maestro (ver DTG 260;
com. vers. 24). Hasta el mismo fin de su
ministerio, Cristo nunca reprendió abiertamente a Judas, porque los discípulos,
quienes sentían por él respeto y admiración, se habrían sentido inclinados a
simpatizar con él (DTG 515). Además,
Judas habría considerado que tal reprensión hubiera justificado que él se
vengara.
30. Crecer juntamente. Ver com. vers. 24. Ambas clases de
personas estarán, juntas en la iglesia hasta el mismo fin. El trabajo de juntar las cizañas Y de
quemarlas ha de ser realizado por los ángeles en ocasión de la cosecha al fin
del mundo (vers. 39-42), y no por los "siervos" antes de ese tiempo
(vers. 28-30). A través de los siglos, y
aún hoy, muchos celosos y procesos cristianos han creído que era su deber
juntar y quemar, o perseguir de algún modo, a todos los que ellos consideraban
como herejes. Cristo no ha encomendado a
sus representantes en la tierra esta tarea.
Esto no quiere decir que la iglesia no debe tomar ninguna medida con
aquellas personas cuya vida y enseñanzas muestran ya el fruto del mal. Pero la naturaleza de tales medidas se
describe claramente en las Escrituras (ver com.
Mat. 18: 15-20; cf. Rom.16: 17; Tito 3: 10-11), y nadie tiene el derecho
de excederse de los límites prescritos ni de intentar realizar ahora lo que
Dios ha dicho que él mismo hará al final de este mundo.
Corresponde
hacer notar que, si bien esta parábola hace alusión al daño que se le haría al
trigo al arrancar las cizañas antes de la cosecha, no dice nada del daño que la
presencia de la cizaña significaría para el trigo. Al parecer, esta parábola se refiere más que nada a la erradicación
final del mal y no se ocupa de la influencia de los malos sobre los buenos.
La siega. "La siega es el fin del siglo" (vers. 39). Según PVGM 50, la
cosecha comienza cuando acaba el tiempo de gracia (ver com. cap. 3: 12).
Los segadores. Es decir, los ángeles (vers. 39). Es
significativo que los siervos (vers. 27) no son los segadores.
Primero la cizaña. Podría esperarse que se diera la orden de juntar el trigo antes de juntar
la cizaña. Se ha sugerido que la orden
de quemar primero la cizaña indicaría que si bien había mucha cizaña, había
mucho más trigo. También podría
interpretarse que se hace alusión aquí al hecho de que al fin del siglo los
impíos recibirán su merecido antes de que la tierra sea renovada y se
constituya en el hogar de los santos (2 Ped. 3: 7-13; Apoc. 20: 9-10, 14-15;
21: 1).
Atadla en manojos. Como ya se ha señalado, la siega del mundo comienza con el fin del tiempo
de gracia (PVGM 50). Cuando llegue ese
momento, la ira de Dios será derramada sobre los impenitentes del mundo (Apoc.
15: 1) y las siete últimas plagas que caerán entonces completarán el proceso de
atar la cizaña en manojos pata que pueda ser quemada.
Para quemarla. Cada semilla produce una cosecha según su especie. No queda más remedio que quemar la cizaña
para que las semillas del mal no vuelvan a brotar y otra vez sumerjan al mundo
en aflicción y conflicto. Es importante
notar que en esta parábola, la cizaña sigue siendo cizaña y acaba en el fuego.
No habrá para los malos un segundo tiempo de gracia.
31. Otra parábola. [La semilla de mostaza, Mat. 13: 31-32 = Mar. 4: 30-32. Comentario principal: Mateo. Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.]
La parábola de la semilla de mostaza que presenta Lucas es casi idéntica a las
que se registran en Mat. 13: 31-32 y Mar. 4: 30-32, aunque es más breve y
aparece 398dentro del marco del ministerio en Perea, aproximadamente un año más
tarde, ocasión en la cual Cristo repitió buena parte de lo que ya había
enseñado (DTG 452).
Reino de los cielos. Ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 3;
Luc. 4: 19.
Grano de mostaza. Es probable que la semilla en cuestión sea la Sinapis nigra, "mostaza
negra". Según Plinio el Viejo (siglo I d. C.), la mostaza crecía
fácilmente, casi sin cultivar (Historia natural 19. 170). También menciona que
las semillas se empleaban como condimento y las hojas como alimento (Id. 19.
171). Hipócrates describe el uso medicinal de la mostaza, y también otros
autores de la antigüedad, como por ejemplo, el mismo Plinio (Id. 20: 236-240) y
Dioscórides (De materia medica, ii. 154). Si bien la "mostaza" no
aparece en el AT, en la literatura rabínica se habla de ella repetidas veces.
Representaba para la mente judía algo diminuto (Mishnah Niddah 5. 2).
Su campo. Aunque Satanás, el enemigo, pretendía que este mundo era suyo, seguía
siendo el "campo" de Dios.
Esta designación se aplica especialmente a la iglesia, a la cual quizá
se hace referencia aquí (PVGM 49).
32. La más pequeña de todas las semillas. El grano de mostaza no sólo era símbolo de pequeñez
(ver com. vers. 31), sino que era mucho menor que los granos de trigo, centeno
o cebada que se sembraban habitualmente en Palestina. Pero la planta, cuando había crecido, era
mayor que otras plantas. Los dirigentes judíos despreciaban a la multitud
abigarrada que escuchaba con intenso deseo a Jesús; especialmente tenían en
menos a los pocos e iletrados campesinos y pescadores quienes, como discípulos
de Jesús, estaban sentados con él.
Llegaron a la conclusión de que Jesús no podía ser el Mesías que el
"reino" que proclamaba, compuesto de ese insignificante grupo de
seguidores, nunca llegaría a nada. Jesús no podría haber escogido ninguna
representación mejor de la forma en que veían los impíos su reino, que la
ilustración de la insignificante semilla de mostaza.
Se hace árbol. La Sinapsis nigra, o mostaza negra, que crece hoy en Palestina, suele tener
algo más de un metro de alto, pero en algunos casos las plantas llegan a tener
cerca de cuatro metros de alto y los pájaros suelen posarse en sus ramas para
comer las semillas. Aquí la figura de un
"árbol" representa el triunfo del mensaje evangélico en todo el
mundo. Cristo afirmó que el reino y sus
súbditos podían parecer algo insignificante en ese momento, pero que eso
cambiaría. El crecimiento del grano de
mostaza también representa el crecimiento del reino de la gracia dentro del
corazón de cada seguidor de Jesús (PVGM 55).
33. El reino de los cielos. [La levadura, Mat. 13: 33 = Luc. 13: 20-21. Comentario: Mateo. Con referencia a
parábolas, ver pp. 193-197.]
Ver
com. cap. 3: 2; 4: 17. En esta parábola
el reino de los cielos es representado por la levadura. Así como una parábola de la semilla de
mostaza representaba el amplio crecimiento del reino, es decir el aumento del
número de sus súbditos, la parábola de la levadura representa el crecimiento en
profundidad y calidad de cada súbdito del reino. Desde el punto de vista humano, eran poco
promisorios los iletrados campesinos y pescadores que en esa ocasión eran casi
los únicos seguidores del humilde Galileo.
Pero quien los consideraba así no contaba con el poder transformador y
elevador del Evangelio.
Levadura. Así como la levadura se difunde en toda la masa donde se la coloca, así
también las enseñanzas de Cristo penetrarían en la vida de aquellos que las
recibieran y fueran transformados por ellas.
Según
el pensamiento rabínico, la levadura, en relación con la pascua, representaba
el Tirar. Antes de esa fiesta, la gente
debía quitar de su casa todo rastro de levadura porque simbolizaba el pecado
(ver com. Lev. 23: 6). Cristo se refirió a la levadura en ese
sentido cuando habló de "la levadura de los fariseos y de los
saduceos" (Mat. 16: 6, 12; cf. 1 Cor. 5: 6-8). Pero en la parábola presentada en esta
ocasión, la levadura no puede representar al pecado, porque finalmente toda la
masa quedó leudada sin duda Cristo no pudo haber dicho que su reino había de
quedar totalmente saturado de maldad.
Eso arruinaría el "pan".
Además, no es lógico suponer que un mismo símbolo debe siempre
representar un mismo elemento. Por ejemplo,
tanto Satanás (1 Ped. 5: 8) como Cristo (Apoc. 5: 5) aparecen representados por
un león. Ver com. Mat. 12: 33.
Una mujer. En esta parábola, la mujer es tan sólo la persona que hace el pan. Su presencia es necesaria para completar el
relato, pero no se le debe atribuir ningún simbolismo especial (ver p. 194).
Medidas. Gr.
sáton, una medida de capacidad 399igual a poco más de 13 lt (ver p. 52). Las tres medidas equivaldrían a unos 32,5
lt., cantidad que permitiría hacer un buen número de panes. Pero aquí la cantidad de harina no tiene
importancia para el mensaje de la parábola.
34. Todo esto. Es decir, las verdades del reino, especialmente las que aquí presentó en
parábolas ver com. vers. 10-16, 36).
35. Para que se cumpliese. Ver com. cap.1: 22.
Abriré. Esta
cita es de Sal. 78: 2.
Cosas escondidas. Pablo habla del "misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos
eternos, pero que ha sido manifestado" por medio de la predicación de
Jesucristo (Rom. 16: 25-26). En otro
pasaje dice que este misterio es "Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria" Col. 1: 26-27). Había
estado oculto no por que Dios no quisiera manifestarlo o no estuviera preparado
para revelarlo, sino porque los hombres no estaban preparados para recibirlo.
Fundación. Gr. katabol', la acción de "echar hacia abajo" o "poner
[establecer]".
36. Entonces. Así como había hecho con la parábola del sembrador, de la semilla y de los
diferentes terrenos, Mateo registra la interpretación que Jesús dio de la
parábola de la cizaña, dejando en claro que la explicación fue dada en algún
momento posterior y no en presencia de
la multitud (ver com. vers. 10). Jesús no interrumpió su sermón junto al mar
para volver a casa y explicar la parábola a sus discípulos.
Despedida la gente. También podría traducirse "dejando a la multitud".
La casa. Quizá
la casa de Pedro en Capernaúm (ver com. Mar. 1: 29).
37. Respondiendo él. El comentario acerca de la explicación de la parábola de la cizaña aparece
en relación con los vers. 24-30.
El Hijo del Hombre. Ver com. Mar. 2: 10.
38. Malo. Siguiendo la cronología adoptada por este comentario, fue aproximadamente
un año más tarde cuando Jesús acusó abiertamente a los dirigentes judíos de ser
hijos de su "padre el diablo" (Juan 8: 41, 44).
39. Siglo. Gr. aiÇn, "siglo", "edad". Las diversas traducciones de
este vocablo sugieren que su sentido es múltiple. La palabra aparece en el NT
griego 101 veces (si se cuentan como una vez los casos donde aparece la frase
"siglos de los siglos"), de las cuales la RVR traduce 60 veces como
"siglo" (Mat. 12: 32; 13: 22 Efe. 2: 7; Col. 1: 26; etc.). La palabra
aiÇn tiene uso idiomático que se refiere a un largo período de tiempo, y la RVR
la traduce 18 veces como "siempre" (Luc. 1: 55; Juan 6: 51; etc.) y 9
veces como "jamás" o "nunca" (Mat. 21: 19; Mar. 3: 29; Juan
4: 14; etc.). Cinco veces la traduce como alguna forma del adjetivo
"eterno" o el adverbio "eternamente" (Juan 11: 26; Efe. 3:
11; Jud. 13; etc.). Cinco veces aiÇn se traduce más con un sentido espacial que
temporal ("mundo", Mat. 28: 20; "universo", Heb. 1: 2),
pero la idea básica es la de un período de tiempo.
En
aiÇn la idea de mundo es desde el punto de vista del tiempo, mientras que en
kósmos es el mundo desde el punto de vista del espacio (Mat. 4: 8; 5: 14;
etc.). El NT suele hablar del "fin del siglo"(aiÇn) y no del
"fin del mundo" (kósmos) cuando se refiere a los acontecimientos
finales de la historia del mundo (ver com. Mat. 4: 8).
Los segadores son los ángeles. Ver Mat. 24: 31; 1 Tes. 4: 16-17.
42. Horno de fuego. Cf. vers. 50. Esta expresión se
refiere a los fuegos del día final, llamados también juegos de la Géenna o del
infierno de fuego (ver com. cap. 5: 22).
El lloro y el crujir. Descripción gráfica del remordimiento de los impíos cuando se den cuenta de
que sus malos caminos les han provocado la aniquilación eterna.
43. Resplandecerán. Gr. eklámpÇ, palabra que da la idea de una luz que irrumpe con repentino
brillo, como si el sol saliera desde atrás de una oscura nube. Se hace notar claramente el contraste entre las
tinieblas que rodean a los impíos y el gozo que experimentan los salvados.
Oídos para oír. Ver com. cap. 11: 15.
44. Reino de los cielos. [El tesoro escondido, Mat. 13:44.
Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] Ver com. cap. 3: 2; 4: 17;
5: 3
Tesoro escondido. Esta parábola, registrada sólo por Mateo, ilustra el valor de la salvación
prometida por el Evangelio juntamente con el esfuerzo que debe realizar el que
desea conseguirla. Debido a los frecuentes desasosiegos políticos y la
incertidumbre económica de los tiempos antiguos, era común que los hombres
enterraran sus objetos de valor, donde permanecían, algunas veces aún después
de muerto su dueño. Los que adquirirían
la tierra no sabían en cuanto al tesoro enterrado, y si no eran herederos, al
encontrarlo no tenían derecho a él. En este 400 caso, es evidente que el dueño
de la propiedad nada sabía del tesoro escondido, de otro modo, lo hubiera
sacado antes de vender el terreno. Según
la ley de Moisés, el que encontraba lo que otro había perdido debía devolverlo
(ver com. Lev. 6: 3- 4). Pero en este caso, parecería que el dueño
original había muerto tiempo antes, y no se le podía devolver el tesoro. Por esto el que lo encontró tenía derecho de
guardarse el tesoro como cualquier otra persona, y legalmente era dueño del
tesoro el propietario del campo (ver com.
Mat. 6: 19- 20).
Lo esconde de nuevo. El que había encontrado el tesoro lo puso de nuevo donde había estado oculto a fin de protegerlo y para asegurarse de que el procedimiento para conseguirlo fuera legal. Debiera notarse que Cristo no necesariamente encomia la acción del que halló el tesoro, pero tampoco lo condena. Si surgiera cualquier pregunta con respecto a la corrección del proceder de este hombre, debiera recordarse que el carácter del que encontró el tesoro nada tiene que ver con la lección que Cristo deseaba presentar en la parábola, es decir, el valor del tesoro celestial y el esfuerzo que debía realizarse para conseguirlo (ver p. 194). Campo. Se puede interpretar que el "campo" representa "las Sagradas Escrituras" (PVGM 76).
45. El reino de los cielos. [La perla de gran precio, Mat. 13: 45-46. Con
referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] Ver com. cap. 3: 2; 4: 17; 5: 3.
Un mercader. Gr. émporos. Se refiere a un mayorista, a uno que va de aquí para allá a
fin de comprar mercaderías, en contraste con el káp'los, "revendedor"
o "pequeño comerciante". La parábola del
tesoro escondido ilustra el caso de los que encuentran la verdad sin haber
pensado en buscarla, mientras que la parábola de la perla de gran precio
representa a los que ansiosamente han deseado hallar la verdad (PVGM 87). Puede suponerse que el
mercader era conocedor de perlas y que se proponía comerciar sólo con las más
finas. Así como ese mercader, hay muchas
personas que se dan cuenta de que les falta algo y buscan anhelantes la
satisfacción de sus inquietudes espirituales,
Busca buenas perlas. El mercader representa en primer lugar a los hombres que buscan un
Salvador, pero también representa a Cristo que busca a los hombres (PVGM
90). Nada hay de mayor valor que Cristo
y nada debiera buscarse con mayor diligencia.
Por otra parte, a la vista del cielo nada hay de mayor valor que el afecto
y la piedad de los seres creados de todo el universo. Aun cuando el hombre había caído en el pecado
era de tanto valor a la vista del cielo, que Dios dio a su Hijo para buscarlo y
restaurarlo al favor divino, y junto con este regalo le proporcionó los
ilimitados recursos de la Omnipotencia.
46.Preciosa. Era de gran precio por su inmenso valor.
En armonía con la interpretación primaria de esta parábola, la
"perla de gran precio" no es otro sino, Jesucristo, "señalado
entre diez mil" (Cant. 5:10). El
tamaño, la forma, y el brillo de la perla le dan valor. La perfección de carácter y la plenitud del
amor divino de Jesús constituyen su preciosura.
El mercader de perlas debe haber experimentado una satisfacción enorme
al Poseer esa perla inigualable. El que
halla en Cristo la respuesta a todos los anhelos de su corazón, que encuentra
más perfectamente en él el camino de la vida, que encuentra en él la meta de la
existencia, ha encontrado el máximo tesoro que la vida puede otorgarle.
Vendió todo. Aunque la salvación no puede comprarse (con dinero, pero se compra de alguna forma, con la
dedicación, al ideal divino. Fil. 2:12), cuesta todo lo que una persona posee. Así como lo hizo Pablo, quien
verdaderamente halla a Cristo, estimará "todas las cosas como
pérdida" para ganar a Cristo (Fil. 3: 8) Al conocer a Cristo se llena un
vacío en la vida que ninguna otra cosa puede llenar. Conocerle es vida eterna (Juan 17: 3).
La compró. El mercader estuvo dispuesto a dar todo lo que tenía para adquirir la perla
preciosa. La paz con Dios cuesta todo lo
que el hombre tiene, pero vale infinitamente más. Algunos deben pagar el precio del yo del
orgullo y la ambición, o el precio de lo malos hábitos. El hombre compra la salvación por el precio
de cosas que en sí carece de valor, o aun son nocivas. Por lo tanto nada pierde en esta transacción.
47. Reino de los cielos. [La red, Mat. 13:47-50. Con referencia al uso de parábolas, ver pp.
193-197.] Ver com. cap. 3: 2; 4: 17; 5: 3.
Una red. Gr.
sag'n', una red, o "red barredera", que se arrastra, en contraste con
amfíbl'stron, una red que se arroja (cap. 4: 18). La "red barredera"
(sag'n') era una red larga en la cual se ponían pesas; se la llevaba mar
adentro y se arrastraba en forma de semicírculo hacia la costa. Esta "red barredera" representa el
esfuerzo de los pescadores de 401 hombres por ganar a otros para Cristo (ver
com. Luc. 5: 10).
El mar. Este
tipo de red sólo puede emplearse en un lugar de aguas profundas. El mar es algo incidental para la
interpretación de la parábola (ver p. 194).
Toda clase. La red del Evangelio recoge a todo tipo de gente: hombres y mujeres que
actúan por distintos motivos, y que tienen actitudes y personalidades
diferentes. Jesús no hacía "acepción de personas" (Hech. 10:34), sino
que recibía a todos los que venían a él.
Se relacionaba con publicanos y pecadores para poder ganarlos más
fácilmente para su reino (ver com. Mar.
2:16-17). Estaba dispuesto a que lo
conocieran como "amigo de publicanos y de pecadores" (ver com. Mat. 11: 19), si de esa manera podía lograr
que la gente llegara a apreciar su divina amistad.
48. La sacan a la orilla. Ver com. vers. 47.
Recogen lo bueno. El proceso de separar lo bueno de lo malo se realiza después de que la red
ha recogido todo lo que en ella se podía pescar. Puesto que en la iglesia habría malos y
buenos, algunos podrían pensar que sus pecados no importaban, pero con esta
parábola, Cristo quiso enseñar que el carácter de la persona es lo que
determina su destino. (PVGM 93-94). Para
medir el carácter, Dios toma en cuenta si la persona ha vivido en armonía con
toda la luz que ha recibido, si ha cooperado, según se lo han permitido su
conocimiento y su capacidad, con los instrumentos divinos para perfeccionar un
carácter a semejanza del perfecto ejemplo de Jesús (ver com. Ecl. 12: 13-14; Miq. 6: 8; Mat. 7: 21-27).
Lo malo. Gr.
saprós, palabra que aplicada al pescado quiere decir "podrido" o
"pútrido", y por lo tanto inadecuado para el consumo. La parábola de
la red hace resaltar la separación final entre lo bueno y lo malo, separación
que se basa en el carácter de cada uno.
49. Fin del siglo. Ver com. vers. 39.
Los ángeles. C f. vers. 4 1.
Apartarán a los malos. Ver com. vers. 48; cf. cap. 25: 32-33.
50. Horno de fuego. Ver com. vers. 42.
El lloro y el crujir. Ver com. vers. 42.
51. Todas estas cosas. Es decir, las verdades representadas por las parábolas presentadas en esta ocasión (cf. vers. 34). Sí, Señor. La evidencia textual (cf. p. 147) establece la omisión de la palabra "Señor" (así está en la BJ).
52. Todo escriba. [Cosas nuevas y viejas, Mat. 13: 52.
Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] Los escribas no eran
amanuenses, sino maestros autorizados de la ley (ver p. 57). Aquí Cristo no se refiere a los escribas o
maestros profesionales de su tiempo, sino a los que se habían "hecho
discípulo[s] del Reino de los Cielos" (BJ) y eran "doctos" y
podían enseñar o ser "apóstoles" (ver com. Mar. 3:14).
En este pasaje "todo escriba" se refiere a toda persona que participa
en la actividad de abrir los tesoros de la Palabra de Dios a otros. Cristo no se refiere a la capacidad de los
doce de entender "todas estas cosas" (Mat. 13: 51), sino a su
capacidad para transmitírselas a otros.
Docto. Literalmente,
"que ha sido hecho discípulo".
Este es el que ha recibido una instrucción cabal en lo que un discípulo
debía saber y comprender. Los escribas profesionales del tiempo de Cristo
sabían la letra de la ley de Moisés, pero nada sabían de su espíritu. Cristo expuso esta distinción en el Sermón
del Monte, especialmente en el cap. 5: 17-48 (ver com. cap. 5: 17, 20-21). El cristianismo ha sido construido sobre
"el fundamento de los apóstoles y profetas" (Efe. 2: 20), lo que
incluye todo lo revelado a los profetas de antaño y todo lo que Cristo reveló
personalmente a sus discípulos (Heb. 1: 12).
Reino de los cielos. Ver com. cap. 3: 2; 4: 17; 5: 2.
Padre de familia. Gr. oikodespót's, es decir, "señor de la casa" o "dueño de
casa" (ver com. Luc. 2:29). Aquí se hace alusión al hecho de que los
discípulos poseen los "tesoros" del Evangelio. Se les ha confiado estas cosas y Dios espera que
saquen lo que se necesita en el momento oportuno. En cierto sentido, cada maestro cristiano es
el "padre de familia" de la parábola (PVGM 131).
De su tesoro. Es decir, del lugar donde guarda el tesoro (ver com. cap. 2: 11).
Cosas nuevas y cosas viejas. Al hablar de cosas viejas, Cristo se refería a la
voluntad de Dios que había sido revelada en tiempos pasados "a los padres
por los profetas" (Heb. 1: 1; ver com.
Deut. 31: 9; Prov. 3: l). Lo
nuevo se refiere a las enseñanzas de Jesús (ver Heb. 1: 2; com. Mar. 2: 22; 7: 1- 13).
Es
importante señalar que ni en esta ocasión ni en ningún otro momento Jesús
despreció el valor del AT ni siquiera sugirió que en el futuro tendría menos
vigencia (ver com. Mat. 5: 17-18; Luc. 24:
27, 44; Juan 5: 39). El 402AT no fue
invalidado por el NT, sino amplificado y recibió nueva vida. Los dos Testamentos fueron inspirados por
Cristo y ambos están repletos de verdad para el que la busca con sinceridad. El AT revela al Cristo que había de venir; el
NT revela al Cristo ya venido. El AT y
el NT no se excluyen mutuamente ni se oponen el uno al otro, como el
archienemigo de ambos ha hecho creer a algunos cristianos; los dos se
complementan (PVGM 98-99). 5CBA
COMENTARIOS DE EGW
LA SIEMBRA DE LA VERDAD. “La Parábola Del Sembrador
Y La Semilla” (Este capítulo está basado en Mateo 13:1-9, 18-23; Marcos
4:1-20; Lucas 8:4-15).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/02-la-siembra-de-la-verdad-palabras-de.html
"POR QUÉ EXISTE EL MAL" La Parábola Del Trigo Y La Cizaña
(Texto Base: San Mateo 13:24-30; 37-43).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/04-por-que-existe-el-mal-palabras-de.html
"PEQUEÑOS COMIENZOS, GRANDES RESULTADOS" Parábola
De La Semilla De La Mostaza (Textos Clave: Mateo 13:31,32; Marcos 4:30-32; Lucas 13:18,19).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/05-pequenos-comienzos-grandes.html
“UN PODER QUE TRANSFORMA Y ELEVA” Parábola De La
Levadura (PALABRAS DE VIDA DEL GRAN MAESTRO) EGW (Éste
Capítulo Está Basado En San Mateo 13:33; San Lucas 13:20,21).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/07-un-poder-que-transforma-y-eleva.html
EN LA ENSEÑANZA DE CRISTO mediante
parábolas, se nota el mismo principio que el que lo impulsó en su misión al
mundo. A fin de que llegáramos a conocer
su divino carácter y su vida, Cristo tomó nuestra naturaleza y vivió entre nosotros.
La Divinidad se reveló en la humanidad; la gloria invisible en la
visible forma humana. Los hombres podían aprender de lo desconocido
mediante lo conocido; las cosas celestiales eran reveladas por medio de las
terrenales; Dios se manifestó en la
semejanza de los hombres. Tal ocurría en
las enseñanzas de Cristo: lo desconocido era ilustrado por lo conocido; las
verdades divinas, por las cosas terrenas con las cuales la gente se hallaba más
familiarizada.
La Escritura dice: "Todo esto habló Jesús por parábolas;... para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo."* Mateo 13:34,35. Las cosas naturales eran el vehículo de las espirituales; las cosas de la naturaleza y la experiencia de la vida de sus oyentes eran relacionadas con las verdades de la Palabra escrita. Guiando así del reino natural al espiritual, las parábolas de Cristo son eslabones en la cadena de la verdad que une al hombre con Dios, la tierra con el cielo PVGM 8
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/01-la-ensenanza-mas-eficaz-palabras-de.html
08. "EL MAYOR TESORO" (PALABRAS DE VIDA
DEL GRAN MAESTRO). (Éste Capítulo Está Basado En
San Mateo 13:44).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/08-el-mayor-tesoro-palabras-de-vida-del.html
09. " LA PERLA DE GRAN PRECIO" (PALABRAS
DE VIDA DEL GRAN MAESTRO)
(Éste Capítulo Está Basado En San Mateo 13:45,46).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/09-la-perla-de-gran-precio-palabras-de.html
10. “LA RED Y LA PESCA” (PALABRAS DE VIDA DEL GRAN
MAESTRO) EGW
(Este Capítulo Está Basado En San
Mateo 13:47-50).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/10-la-red-y-la-pesca-palabras-de-vida.html
11. " DÓNDE HALLAR LA VERDAD" (PALABRAS
DE VIDA DEL GRAN MAESTRO) EGW
(Éste Capítulo Está Basado En San
Mateo 13:51,52).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/10/11-donde-hallar-la-verdad-palabras-de.html
Ministerio Hno. Pio
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