Basado en 1 Pedro
EN
EL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES se hace poca mención
de la última parte del ministerio del apóstol Pedro. Durante los años de
intensa actividad que siguieron al derramamiento del Espíritu Santo en el día
de Pentecostés, Pedro estaba entre los que se esforzaban incansablemente para
alcanzar a los judíos que acudían a Jerusalén a adorar en el tiempo de las
fiestas anuales.
A
MEDIDA
que el número de los creyentes se multiplicaba en Jerusalén y en otros lugares
visitados por los mensajeros de la cruz, los talentos que poseía Pedro
demostraron ser de incalculable valor para la iglesia primitiva. La influencia
de su testimonio concerniente a Jesús de Nazaret se difundía ampliamente. Sobre
él descansaba una doble responsabilidad. Testificaba positivamente acerca del
Mesías ante los incrédulos, trabajando fervientemente a favor de su conversión;
y al mismo tiempo realizaba un trabajo especial en favor de los creyentes,
fortaleciéndoles en la fe de Cristo.
DESPUÉS
QUE PEDRO
fue inducido a negarse a sí mismo y a depender en absoluto del poder divino,
recibió su llamamiento a trabajar como subpastor. Cristo había dicho a Pedro,
antes que le negara: "Y tú una vez vuelto (convertido, V. T. A.), confirma
a tus hermanos." (Luc. 22: 32.) Estas palabras indicaban la obra extensa y
eficaz que este apóstol debía hacer en lo futuro en favor de aquellos que
aceptaban la fe. Su experiencia personal con el pecado, el sufrimiento y el
arrepentimiento, lo habían preparado para esa obra. Mientras no reconoció sus
debilidades, no pudo conocer la necesidad que tenían los creyentes 411 de depender de Cristo. En medio de
la tormenta de la tentación había llegado a comprender que el hombre solamente
puede caminar seguro cuando pierde toda confianza en sí mismo y la deposita en
el Salvador.
EN
LA ÚLTIMA REUNIÓN DE CRISTO CON SUS DISCÍPULOS JUNTO AL MAR, Pedro, después
de ser probado por la pregunta "¿Me amas?" (Juan 21:15-17), repetida
tres veces, fue restituído a su lugar entre los doce. Le fue señalada su obra:
debía apacentar las ovejas del Señor. Ahora, convertido y aceptado, no
solamente debía tratar de salvar a los que estaban fuera del redil, sino ser
pastor de las ovejas.
CRISTO MENCIONÓ A PEDRO SOLAMENTE UNA CONDICIÓN DE SERVICIO: "¿Me amas? Esa es la calificación indispensable. Aunque Pedro poseyera todas las otras, sin el amor de Cristo no podía ser un fiel pastor del rebaño de Dios.
El
conocimiento, la benevolencia, la elocuencia, el fervor, son esenciales en la
buena obra; pero sin el amor de Cristo en el corazón, la obra del ministro
cristiano es un fracaso.
El amor
de Cristo no es una emoción intermitente, sino un principio viviente, el cual
se manifestará como poder permanente en el corazón. Si el carácter Y el
comportamiento del pastor es una ejemplificación de la 'verdad que defiende, el
Señor pondrá el sello de su aprobación sobre su obra. El pastor y las ovejas
llegarán a ser uno, unidos por su común esperanza en Cristo.
LA MANERA EN QUE EL SALVADOR TRATÓ CON PEDRO tenía
una lección para él y sus hermanos. Aunque Pedro había negado a su Señor, el
amor que Jesús tenía hacia él nunca vaciló. Y al aceptar el apóstol la responsabilidad
de ministrar la palabra a otros, debía reprender al transgresor con paciencia,
simpatía y amor perdonador. Recordando su propia debilidad y fracaso, debía
tratar a las ovejas y corderos encomendados a su cuidado con tanta ternura como
Cristo le había tratado a él.
Los Seres Humanos, Ellos Mismos
Entregados Al Mal, Tienden A Tratar Duramente A Los Tentados Y A Los Que
Yerran. No Pueden 412 Leer El Corazón; No Conocen Sus Conflictos Y Sus Penas. Tienen
Necesidad De Aprender A Dar La Reprensión Que Encierra Amor, El Golpe Que Hiere
Para Curar Y La Amonestación Que Comunica Esperanza.
DURANTE
SU MINISTERIO, PEDRO veló fielmente sobre el rebaño encomendado a
su cuidado, y así demostró que era digno de la carga y responsabilidad que el Salvador
había puesto sobre él. Siempre exaltaba a Jesús de Nazaret como la esperanza de
Israel, y el Salvador de la humanidad. Imponía a su propia vida la disciplina
del Obrero maestro. Por todos los medios a su alcance procuraba educar a los
creyentes para el servicio activo. Su piadoso ejemplo y su incansable actividad
inspiraban a muchos jóvenes promisorios a entregarse totalmente a la obra del
ministerio. A medida que el tiempo transcurría, la influencia del apóstol como
educador y dirigente aumentaba; y aun cuando nunca abandonó sus cartas
relacionadas con su trabajo especial por judíos, dio su testimonio también en
muchos países y fortaleció la fe de multitudes en el Evangelio.
EN
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SU MINISTERIO, PEDRO fue inspirado a
escribir a los creyentes "esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia,
en Asia y en Bitinia." Sus cartas fueron el medio de despertar el ánimo y
fortalecer la fe de los que soportaban pruebas y aflicciones, y de estimular a
las buenas obras a los que, atravesando por diversas tentaciones, estaban en
peligro de perder su confianza en Dios.
ESTAS
CARTAS DEMUESTRAN haber sido escritas por uno en quien abundaban tanto los
sufrimientos de Cristo como su consolación; por uno cuyo ser entero había sido
transformado por la gracia de Dios y cuya esperanza en la vida eterna era
segura e inconmovible. En el mismo comienzo de su primera carta el anciano
siervo de Dios rendía a su Señor un tributo de alabanza y agradecimiento. "Bendito
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo -exclamó,- que según su grande
misericordia nos ha regenerado en esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, y que no puede 413 contaminarse, ni marchitarse,
reservada en los cielos para nosotros que somos guardados en virtud de Dios por
fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada en el
postrimero tiempo".
Con
Esta Esperanza De Una Herencia Segura En La Tierra Nueva, se
regocijaban los cristianos primitivos aun en tiempos de severa aflicción. "En
lo cual os . . . alegráis -escribió
Pedro,- estando al presente un poco de tiempo afligidos en diversas
tentaciones, si es necesario, para que la prueba de vuestra fe, mucho más
preciosa que el oro, el cual perece, bien que sea probado con fuego, sea
hallada en alabanza, gloria y honra, cuando Jesucristo fue manifestado: al
cual, no habiendo visto, le amáis; en el cual creyendo, aunque al presente no
le veáis, os alegráis con gozo inefable y glorificado; obteniendo el fin de
vuestra fe, que es la salud de vuestras almas."
LAS PALABRAS DEL APÓSTOL fueron
escritas para instrucción de los creyentes de todas las épocas y tienen un
significado especial para los que viven en el tiempo cuando "el fin de
todas las cosas se acerca." Toda alma que desea mantenerse en la fe,
"firme hasta el fin" (Heb- 3:14) necesita sus exhortaciones y
reprensiones y sus palabras de fe y ánimo.
EL APÓSTOL PROCURÓ ENSEÑAR A LOS CREYENTES cuán
importante es impedir a la mente divagar en asuntos prohibidos o a gastar
energías en cosas triviales. Los que no quieren ser víctimas de las trampas de
Satanás deben guardar bien las avenidas del alma; Deben Evitar El Leer,
Mirar U Oír Lo Que Puede Sugerir Pensamientos Impuros. No debe permitirse
que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de
nuestras almas. El corazón debe ser fielmente vigilado, o males de afuera
despertarán males de adentro, y el alma vagará en tinieblas.
"POR LO CUAL
-ESCRIBIÓ PEDRO-, teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con templanza,
esperad perfectamente en la gracia que os es presentada cuando Jesucristo os es
manifestado: . . . no conformándoos con los deseos que antes tenías estando en
vuestra ignorancia; sino como aquel 414 que os
ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo".
"CONVERSAD
EN TEMOR
todo el tiempo de vuestra peregrinación: sabiendo que habéis sido rescatados de
vuestra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo, como de
un cordero sin mancha y sin contaminación: ya ordenado de antes de la fundación
del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos por amor de vosotros,
que por él creéis a Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado
gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios."
Si la plata y el oro fuesen suficientes
para conseguir la salvación de los hombres, cuán fácilmente podría ser
efectuada por Aquel que dice: "Mía es la plata, y mío el oro." (Hag.
2:8) Pero el transgresor puede ser redimido solamente por la sangre preciosa
del Hijo de Dios.
EL
PLAN DE SALVACIÓN ESTÁ BASADO EN EL SACRIFICIO. El apóstol Pablo
escribió: "Porque ya sabéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por
amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros por su pobreza
fueseis enriquecidos." (2 Cor. 8:9.) Cristo se dio a sí mismo para poder
redimiros de toda iniquidad. Y ofrece como bendición suprema de la salvación
"la dádiva de Dios" que "es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro." (Rom. 6:23)
"HABIENDO PURIFICADO vuestras almas
en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin
fingimiento -continúa Pedro,- amaos unos a otros entrañablemente de corazón
puro.
"LA PALABRA DE DIOS -LA VERDAD- es el
medio por el cual Dios manifiesta su Espíritu y su poder. La obediencia a ella
produce fruto de la calidad requerida; "amor no fingido de los
hermanos." (V.M.) Este amor es de origen celestial y conduce a móviles
elevados y acciones abnegadas. Cuando la verdad llega a ser un principio
permanente en nuestra vida, el alma renace, "no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece 415 para siempre."
ESTE
NUEVO NACIMIENTO es el resultado de haber recibido a Cristo como la Palabra
de Dios. Cuando las verdades divinas son impresas sobre el corazón por el
Espíritu Santo, se despiertan nuevos sentimientos, y las energías hasta
entonces latentes son despertadas para cooperar con Dios.
ASÍ
SUCEDÍA CON PEDRO Y SUS CONDISCÍPULOS. Cristo es el revelador
de la verdad al mundo. Por él, la simiente incorruptible- la Palabra de Dios-
fue sembrada en el corazón de los hombres. Pero muchas de las más preciosas
lecciones del gran Maestro fueron habladas a quienes no las entendían. Cuando,
después de su ascensión, el Espíritu Santo trajo sus enseñanzas a la memoria de
los discípulos, se despertaron sus sentidos dormidos. El significado de esas
verdades iluminó sus mentes como una nueva revelación, y la verdad, pura y sin
adulteración, se hizo lugar. Entonces la maravillosa experiencia de la vida de
Cristo llegó a ser suya. La Palabra dio testimonio por medio de ellos, los
hombres de su elección, y proclamaron la importante verdad: "Y aquel Verbo
[Palabra] fue hecho carne, y habitó entre nosotros . . . lleno de gracia y de
verdad." "Porque de su plenitud tomamos todos y gracia por
gracia." (Juan 1:14-16.)
EL
APÓSTOL Exhortó A Los Creyentes A Estudiar Las Escrituras, para que por
medio de un adecuado entendimiento de ellas pudiesen realizar una segura obra
para la eternidad. Pedro comprobó que en la experiencia de cada persona que
finalmente obtiene la victoria, existen momentos de perplejidad y prueba; pero
sabía también que la comprensión de las Escrituras podía capacitar al tentado,
trayendo a la mente promesas que podían confortar el corazón y reforzar la fe
en el Poderoso.
"Toda
carne es como la hierba -declaró,- y toda la gloria del hombre como la flor de
la hierba: secóse la hierba, y la flor se cayó; mas la palabra del Señor
permanece perpetuamente. Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido
anunciada. Dejando pues toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y
envidias, y todas las detracciones, desead, como 416 niños recién nacidos, la leche espiritual, sin engaño, para que
por ella crezcáis en salud: si empero habéis gustado que el Señor es
benigno."
MUCHOS
DE LOS CREYENTES A Quienes Pedro Dirigió Sus Cartas Vivían En Medio De Paganos, y su
permanencia en la verdad dependía mucho de que permaneciesen fieles a la alta
vocación de su profesión. El apóstol les manifestó claramente sus privilegios
como seguidores de Cristo Jesús. "Mas vosotros sois linaje escojido
-escribió,- real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis
las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable:
vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de
Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia, mas ahora
habéis alcanzado misericordia.
"AMADOS, yo os ruego
como a extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales que
batallan contra el alma, teniendo vuestra conversación honesta entre los
Gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores,
glorifiquen a Dios en el día de la visitación."
EL APÓSTOL DELINEÓ claramente cual debía ser la actitud de los creyentes hacia las
autoridades civiles: "Sed pues sujeto a toda ordenación humana por
respeto a Dios: ya sea al rey, como a superior; ya a los gobernadores, como de
él enviados para venganza de los malhechores, y para loor de los que hacen
bien. Porque ésta es la voluntad de Dios que haciendo bien, hagáis callar la
ignorancia de los hombres vanos: como libres, y no como teniendo la libertad
por cobertura de malicia, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad la
fraternidad. Temed a Dios. Honrad al rey."
A Los Que Eran Siervos Les Amonestó: "Sed
sujetos con todo temor a vuestros amos; no solamente a los buenos y humanos,
sino también a los rigurosos. Porque esto es agradable -explicaba el apóstol,-
alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo
injustamente. Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo
sufrís? 417 mas si haciendo bien
sois afligidos, y lo sufrís, esto es ciertamente agradable delante de Dios. Porque
para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: el cual no hizo
pecado; ni fue hallado engaño en su boca: quien cuando le maldecían, no
retornaba maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que
juzga justamente: el cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia:
por la herida del cual habéis sido sanados. Porque vosotros erais como ovejas
descarriadas; mas ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas."
EL APÓSTOL EXHORTÓ A LAS MUJERES CREYENTES a ser virtuosas en su
conversación y modestas en su vestuario y conducta. "El
adorno de las cuales -aconsejó- no sea exterior con encrespamiento del cabello,
y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el interno del corazón que
está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo
cual es de grande estima delante de Dios."
LA LECCIÓN Se Aplica A Los Creyentes De Todas Las Épocas. "Así
que, por sus frutos los conoceréis." (Mat. 7:20.) El adorno interior de un
espíritu manso y pacífico es inestimable. En la vida del verdadero cristiano el
adorno exterior estará siempre en armonía con la paz y santidad interiores. "Si
alguno quiere venir en pos de mi -dijo Cristo,- niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame." (Mat. 16:24.) La abnegación y el sacrificio caracterizarán
la vida del cristiano. Una evidencia de que el gusto se convirtió, se verá en
el vestuario de todo aquel que anda en el camino allanado para los redimidos
del Señor.
Es correcto amar lo bello y
desearlo; pero Dios desea que primero amemos y busquemos las bellezas superiores,
que son imperecederas. Ningún adorno exterior puede ser comparado en valor o
belleza con aquel "espíritu agradable y pacífico," el "lino
finísimo, blanco y limpio" (Apoc. 19:14) que todos los santos de la tierra
usarán. Estas ropas los harán hermosos 418 y deseables aquí, y en el futuro
serán su distintivo de admisión en el palacio del Rey. Su promesa es: "Y
andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos." (Apoc. 3:4.)
MIRANDO HACIA ADELANTE CON VISIÓN PROFÉTICA a los tiempos
peligrosos en los cuales estaba por entrar la iglesia de Dios,
el apóstol recomendó a los creyentes afrontar con firmeza las pruebas y
sufrimientos. "Carísimos -escribió,- no os maravilléis cuando sois
examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra prueba."
LAS PRUEBAS constituyen
parte de la educación en la escuela de Cristo, para purificar a los hijos de Dios
de las escorias terrenales.
Porque Dios está
dirigiendo a sus hijos, se presentan las experiencias angustiosas. Las pruebas
y los obstáculos constituyen métodos elegidos por él como disciplina y
condiciones para el éxito. Aquel que lee el corazón de los hombres conoce sus
debilidades mejor que ellos mismos. Ve que algunos tienen cualidades, que,
dirigidas correctamente, pueden ser usadas para el adelantamiento de su obra. En
su providencia, conduce esas almas en medio de diferentes condiciones y
variadas circunstancias, para que puedan descubrir los defectos que ellos
mismos no reconocían. Les da oportunidad de vencer esos defectos y prepararse
para servir a Dios. A menudo permite que ardan los fuegos de la aflicción para
purificarlos.
EL CUIDADO DE DIOS POR SU HERENCIA ES CONSTANTE. No
tolera que venga aflicción alguna sobre sus hijos, a no ser aquellas que son
esenciales para su bienestar presente y eterno. Purificará a su iglesia, como
Cristo purificó el templo durante su ministerio terrenal. Todo lo que el Señor
trae sobre su pueblo en forma de prueba y aflicción es para que puedan adquirir
una piedad más profunda y mayor fortaleza para llevar adelante los triunfos de
la cruz.
TIEMPO HUBO EN LA EXPERIENCIA DE PEDRO cuando no estaba
dispuesto a ver la cruz en la obra de Cristo. Cuando
el Salvador hizo saber a sus discípulos sus inminentes sufrimientos y muerte,
Pedro exclamó: "Señor, ten compasión de ti: en 419 ninguna manera esto te acontezca." (Mat. 16:22.) La
compasión hacia sí mismo, que no le permitía seguir a Cristo en el sufrimiento,
sugirió su protesta. Fue para este discípulo una lección amarga, que aprendió
lentamente, el saber que el camino de Cristo en la tierra pasaba por la agonía
y la humillación. Pero en el calor del horno de las pruebas tuvo que aprender
una lección.
Ahora,
cuando su cuerpo una vez activo estaba agobiado por el peso de los años y el
trabajo, podía escribir: "Carísimos, no os maravilléis cuando sois
examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa
peregrina os aconteciese; antes bien gozaos de que sois participantes de las
aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria os gocéis
en triunfo."
AL
DIRIGIRSE A LOS ANCIANOS DE IGLESIA recordándoles sus responsabilidades
como subpastores del rebaño de Cristo, el apóstol escribió: "Apacentad la grey de Dios que está
entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;
no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto; y no como teniendo señorío
sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey. Y cuando
apareciera el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible
de gloria."
Los que ocupan la
posición de subpastores deben ejercer una diligente vigilancia sobre la grey
del Señor. No debe ser una vigilancia dictatorial, sino una que tienda a animar,
fortalecer y levantar.
MINISTRAR SIGNIFICA MÁS QUE SERMONEAR; representa
un trabajo ferviente y personal. La iglesia sobre la tierra está compuesta de
hombres y mujeres propensos a errar, los cuales necesitan paciencia y cuidadoso
esfuerzo para ser preparados y disciplinados para trabajar con aceptación en
esta vida y para que en la vida futura sean coronados de gloria e inmortalidad.
Se necesitan pastores -pastores fieles- que no lisonjeen al pueblo de Dios ni
lo traten duramente, sino que lo alimenten con el pan de vida; hombres que
sientan diariamente en sus vidas el poder transformador del Espíritu Santo, 420 y que abriguen un fuerte y
desinteresado amor hacia aquellos por los cuales trabajan.
LOS
SUBPASTORES
deben realizar una obra que requiere mucho tacto, siendo que han sido llamados
a combatir en la iglesia la desunión, el rencor, la envidia y los celos, y
necesitan trabajar con el espíritu de Cristo para poner las cosas en orden. Deben
darse fieles amonestaciones, el pecado debe ser reprendido, lo torcido
enderezado, no solamente por la obra del ministro desde el púlpito, sino
también por medio de la obra personal. El
corazón descarriado podrá desaprobar el mensaje, juzgando
incorrectamente y criticando al siervo de Dios. Recuerde éste entonces que
"la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica,
modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no
fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen
paz." (Sant. 3:17,18.)
LA OBRA DEL MINISTRO DEL EVANGELIO ES "declarar
a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en
Dios." (Efe. 3:9.) Si alguno que emprenda esta obra escoge la parte que
menos sacrificio propio requiera y se contenta solamente con predicar, dejando
a algún otro el ministerio personal, su labor no será aceptable para Dios. Por
falta de una obra personal eficaz y consagrada están pereciendo almas por las
cuales Cristo murió. Y se ha equivocado en su vocación aquel que, entrando en
el ministerio, no siente disposición para realizar la obra personal que demanda
el cuidado de la grey.
El
espíritu del verdadero pastor es el de la abnegación. Se olvida de sí mismo para
realizar las obras de Dios. Por la predicación de la Palabra y por la obra
personal en los hogares, se entera de sus necesidades, sus tristezas y sus
pruebas; y cooperando con el gran Sustentador, compartirá sus aflicciones,
consolará sus penas, aliviará sus almas hambrientas y ganará sus corazones para
Dios. En esta obra el ministro es asistido por los ángeles del cielo, y él
mismo es instruido e iluminado en la verdad que lo hará sabio para la
salvación. 421
EN
RELACIÓN CON SU INSTRUCCIÓN Para Los Que Tienen Puestos De Responsabilidad
En La Iglesia, el apóstol señala algunos principios generales que deben
ser seguidos por todo el que es miembro de ella. Los miembros jóvenes del
rebaño son instados a seguir el ejemplo de sus mayores en la práctica de la
humildad cristiana: "Igualmente, mancebos, sed sujetos a los ancianos; y todos sumisos
unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes. Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios, para que
él os ensalce cuando fuere tiempo; echando toda vuestra solicitud en él, porque
él tiene cuidado de vosotros. Sed templados, y velad; porque vuestro adversario
el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore: al cual
resistid firmes en la fe."
PEDRO
ESCRIBIÓ eso a los creyentes en un tiempo de pruebas especiales para la
iglesia.
Muchos eran participantes de los sufrimientos de Cristo y pronto la iglesia
habría de pasar por un período de terrible persecución. En el plazo de unos
pocos años muchos de los que se habían ocupado como maestros y dirigentes de la
iglesia habrían de sacrificar sus vidas por el Evangelio. Pronto lobos crueles
penetrarían, no perdonando el rebaño. Pero ninguna de esas cosas debía
desalentar a aquellos cuyas esperanzas se cifraban en Cristo. Con palabras de
aliento Pedro dirigió las mentes de los creyentes de las pruebas presentes y
escenas futuras de sufrimiento a "una herencia incorruptible, y que no
puede contaminarse, ni marchitarse." "El Dios de toda gracia -oró
fervientemente Pedro,- que nos ha llamado a su gloria eterna por Jesucristo,
después que hubiereis un poco de tiempo padecido, él mismo os perfeccione,
confirme, corrobore y establezca., A él sea gloria e imperio para siempre. Amén."
422
Los Hechos
De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
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