*La solución de este
dilema (De Entrar en el reposo) se presenta en Heb. 4:4-8. La respuesta es que
la inmutabilidad del propósito de Dios no ha sido afectada por la anulación de
su promesa a Israel; y la conclusión se presenta en el vers. 6: "por lo
tanto... falta que algunos entren en él", y en el vers. 9: "por
tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios". La explicación del dilema
demuestra lo que ya se ha presentado en los vers. 1-3: que Dios ha
"anunciado" a los cristianos la "promesa de entrar en su
reposo", al cual se hace referencia como la "buena nueva" (vers.
2), así como anteriormente lo hizo con el Israel literal, y que los creyentes
cristianos están entrando sin duda en el verdadero "reposo"
espiritual de Dios.
Los vers. 11-16 equivalen a una
aplicación práctica del principio establecido en el tema presentado en los cap.
3:
*A primera vista parece que los
vers. 12 y 13 no tuvieran relación directa con el tema de los cap. 3 y 4; sin
embargo, como lo indica la conjunción causal "porque", hay una
estrecha y lógica relación. Los vers. 12 y 13 explican cómo evitar el caer en
desobediencia (vers. 11) y cómo cesar de las "obras" propias (vers.
10), y presentan el medio que Dios ha proporcionado para capacitar a sus hijos
a fin de que entren en su "reposo".
*En el vers. 16 se presenta la
conclusión práctica de todo el desarrollo del pensamiento presentado en los
cap. 3 y 4. El "reposo" de la gracia de Dios queda para el pueblo de
Dios (vers. 9), "acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia".
POR TANTO ENTRAMOS EN EL "REPOSO" DE DIOS
cuando consideramos a Jesús (cap. 3:1) y escuchamos su voz (cap. 3:7,15; 4:7),
cuando depositamos nuestra fe en él (cap. 4:2-3), cuando desistimos de nuestros
propios esfuerzos para ganar la salvación (vers. 10), cuando retenemos nuestra
profesión (vers. 14) y cuando nos acercamos al trono de la gracia (vers. 16).
Los que quieran participar de esta experiencia deben librarse de un "corazón malo de incredulidad" (cap. 3:12), deben dejar de endurecer su corazón (cap. 3:8,15; 4:7), y deben esforzarse por entrar en el "reposo" de Dios (cap. 4:11).
Los que
entren en el "reposo" de Dios retendrán su "profesión"
(vers. 14). Se acercarán
"confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro" (vers. 16).
*La epístola a los Hebreos está dirigida a quienes observaban el sábado y
gozaban de sus bendiciones. Este texto contiene una invitación a los cristianos
hebreos de darle al reposo sabático semanal una amplitud mayor, a saber,
reconocerlo como un símbolo claro del reposo eterno que Dios promete. Esta
misma invitación es para los cristianos observadores del sábado en el siglo XX.
Hebreos 4.
EL "REPOSO" QUE QUEDA
PARA EL PUEBLO DE DIOS:
Una exhortación a
entrar en el "reposo" de Dios mediante la fe en Cristo, 4:1-16.
1. PRUEBA de que
permanece la promesa del "reposo", 4: 1-11.
*El reposo de los
cristianos se obtiene por medio de la fe.
2. UNA ADMONICIÓN A
Encontrar Ese "Reposo" En Cristo, 4:12-16:
Vers. (12-13) El poder de la Palabra de Dios. (14-15) Por medio de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, el Hijo de Dios, sujeto a nuestras debilidades, pero sin pecado, (16) podemos y debemos allegarnos confiadamente al trono de la gracia.
1 TEMAMOS, pues, no sea que
permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca
no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena
nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada
de fe en los que la oyeron.
3 Pero los que hemos creído
entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira, No
entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la
fundación del mundo. 4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y
reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No
entrarán en mi reposo.
6 Por lo tanto, puesto que falta
que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena
nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un
día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones.
8 Porque si Josué les hubiera
dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo
para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha
reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en
aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
12 Porque la palabra de Dios es
viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Y no hay cosa creada que no sea
manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
14 Por tanto, teniendo un gran
sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro. (Hebreos 4).
1. Temamos, pues. Esta misma advertencia resuena en
1 Cor. 10:1-12. Los cristianos, olvidando su propio y grave peligro, pueden
sentirse inclinados a mirar en forma crítica la torpeza de aquellos hebreos que
no pudieron entrar en Canaán, y también a generaciones posteriores que han
fracasado en entrar en el "reposo" espiritual que Dios preparó para
Israel como nación (ver com. Heb. 3:11). A partir del cap. 4:1 el autor procede
a aplicar la lección derivada de la historia de Israel en el desierto a la
iglesia cristiana en los tiempos apostólicos. En principio, los cristianos de
hoy corren un peligro semejante y tienen necesidad de recibir la misma
admonición a la fidelidad.
Permaneciendo aún la promesa. La promesa de entrar en el
"reposo" de Dios no había sido retirada debido a los repetidos
errores de Israel. La validez de la promesa permanece y se repite a cada
generación.
Su reposo. Ver com. cap. 3:11.
Vosotros. Específicamente los cristianos de origen judío, a
quienes se dirigía la epístola; pero lo mismo es seguramente cierto con todos
los cristianos.
No haberlo alcanzado. Es decir, fracasar como le
sucediera al antiguo Israel que no entró en el "reposo" prometido por
Dios.
2. Buena nueva. La frase podría traducirse:
"Hemos sido evangelizados como ellos también [lo fueron]". En los
tiempos del AT el Evangelio era "predicado" mediante símbolos y
ceremonias, con ritos y sacrificios, pero era el mismo Evangelio que poco antes
había sido proclamado por Cristo (ver com. Heb. 1:1-2).
No les aprovechó. Si los oyentes al "oír la palabra" no la reciben con fe, no pueden beneficiarse (ver com. Mat. 7:24-27). La efectividad del mensaje personal que dio Cristo también fue limitada por la escasa receptividad de sus oyentes. De Nazaret se dijo: "No hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mat. 13:58).
La forma en que actúa este principio está claramente ilustrada en
la parábola del sembrador (ver com. Mat. 13:3).
Fe. Ver com. cap. 3:12; 11:1.
3. Los que hemos creído. O nosotros los cristianos,
especialmente los judíos convertidos que estaban en la iglesia apostólica.
Entramos. O "estamos entrando". La invitación aún
es válida. Además, algunos están aceptando la invitación y entran por fe en el
"reposo" de Dios.
El reposo. Es decir, el mismo "reposo" al cual ya se ha hecho referencia en cap. 3:11,18; 4:1 (ver com. cap. 3:11).
El "reposo" en el cual entran los cristianos-que
incluye a los judíos convertidos- es el mismo "reposo" espiritual al
que Dios había invitado a los israelitas a que entraran: el "reposo"
del alma que se produce con la entrega plena a Cristo y con la integración de
la vida al propósito eterno de Dios (cf. Isa. 30:15; Jer. 6:16; Mat. 11:29).
De la manera que dijo. El autor acaba de afirmar que los creyentes cristianos están entrando uno por uno en el mismo "reposo" espiritual en el cual tuvo Dios el propósito que entraran los israelitas de antaño, pero del cual se hallaban ahora excluidos como nación. Y comenzando desde este punto presenta hasta el vers. 8 la evidencia sobre la cual basa su conclusión, una conclusión ofensiva para los judíos inconversos y quizá un enigma para muchos, y acaso para la mayoría de los judíos convertidos.
En el
vers. 9 concluye esta sucesión de razonamientos reafirmando la validez de su
premisa principal, a saber: que la admisión al "reposo" de Dios es
ahora por medio de la fe cristiana como antes lo fue por medio del judaísmo.
El Plan Del Tema De Los Vers. 3-8 Puede Resumirse Así:
1. Dios había
jurado que el Israel literal no entraría en su "reposo".
3. Para probar que
Dios alcanza sus propósitos, el autor se refiere (vers. 4) a las
"obras"' de la creación. Dios comenzó a crear este mundo; completó
sus "obras" de creación, y descansó el séptimo día, lo cual testifica
que hubo una creación completa. Nótense las palabras "acabados" y
"acabó" en Gén. 2:1-3 y el énfasis que se pone en que se trata de
algo completo.
4. Se repite el
juramento de Dios de que el antiguo Israel no entraría en su "reposo"
(Heb. 4:5) y se establece un paralelo con el pensamiento del vers. 4, de que
Dios termina lo que comienza a hacer (vers. 4), tal como lo ilustran las obras
terminadas de la creación.
5. Una creación
terminada, como lo testifica el descanso de Dios en el séptimo día de la semana
de la creación, es una evidencia de la inmutabilidad de los propósitos divinos.
Esta es la premisa mayor de Pablo. Su premisa menor es el hecho de que Dios
tenía el propósito de que su pueblo escogido entrara en su "reposo",
pero que "aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no
entraron por causa de desobediencia". Esto lo hace concluir que
"falta que algunos entren en él" (vers. 6).
6. Como una nueva
evidencia de la validez de su conclusión, el autor se refiere de nuevo en el
vers.
7. En el vers. 8
extrae la conclusión adicional de la observación del vers. 7: que la mención
que hace Dios de "otro día" en el tiempo de David, demuestra que
aunque Josué sí le había dado a Israel "reposo" en la tierra literal
de Canaán (ver com. cap. 3:11), indudablemente no lo había introducido en el
"reposo" espiritual que Dios quería que disfrutara.
8. De acuerdo con
el desarrollo del tema presentado en los vers. 3-8, el autor concluye que es
seguro que "queda un reposo para el pueblo de Dios" (vers. 9).
Ira. Ver com. cap. 3: 11.
Reposo. Ver com. cap. 3:11.
Aunque. La relación entre las dos declaraciones unidas por
esta conjunción se puede traducir libremente así: "A pesar del hecho de que
sus planes para este mundo fueron establecidos al comienzo del tiempo, Dios
anuló su promesa solemne de 'reposo' para Israel en la tierra prometida". Se
da por sentado que Dios no cambia y que llevará a cabo sus planes hasta su plenitud
(ver t. IV, p. 36; Mal. 3:6). La inmutabilidad de Dios y la anulación de su
promesa a Israel parecen, a primera vista, contradecirse. Lo uno -lo dice el
autor implícitamente- parece incompatible con lo otro.
La solución de este
dilema se presenta en Heb. 4:4-8. La respuesta es que la inmutabilidad del
propósito de Dios no ha sido afectada por la anulación de su promesa a Israel;
y la conclusión se presenta en el vers. 6: "por lo tanto... falta que
algunos entren en él", y en el vers. 9: "por tanto, queda un reposo
para el pueblo de Dios". La explicación del dilema demuestra lo que ya se
ha presentado en los vers. 1-3: que Dios ha "anunciado" a los
cristianos la "promesa de entrar en su reposo", al cual se hace
referencia como la "buena nueva" (vers. 2), así como anteriormente lo
hizo con el Israel literal, y que los creyentes cristianos están entrando sin
duda en el verdadero "reposo" espiritual de Dios.
Obras. No es una referencia a las "obras" del
mundo natural, sino al propósito y al plan de Dios para el hombre que llegó a
existir en la creación. En otras palabras, aquí se conciben las
"obras" de la creación como que incluyen el propósito de Dios en la
creación de esta tierra y su plan para lograr ese propósito. En realidad, las
"obras" materiales de la creación dependían, sin duda alguna, del
propósito infinito al cual debían contribuir En el vers. 4 se hace referencia
especialmente a las "obras" materiales de la semana de la creación.
Acabadas. Gr. gínomai, "llegar a ser". Las obras
"vinieron a existir"; fueron "completadas" o
"acabadas" en ese tiempo y, por lo tanto, no estaban sujetas a una
alteración futura. El mundo material, como salió de las manos del Creador, era
un producto perfecto y completo (Gén. 1:31); y las leyes físicas y biológicas
que gobiernan el mundo material también "estaban acabadas", es decir,
no sujetas a modificaciones o cambios periódicos. Por ejemplo, la gravedad aún
actúa como al principio; y la ley de la genética, por la cual cada planta y
cada animal se reproduce según su género (ver com. Gén. 1:12), nunca ha sido
revocada o enmendada.
La fuerza del argumento de Heb.
4:3-4 es que el propósito original de Dios fue, como parte integral de la
semana de la creación, que esta tierra fuera el "reposo" o la
"morada" (ver com. cap. 3:11) de una raza de seres justos y felices. La
entrada del pecado en el mundo no anuló ese misericordioso propósito, pues el
plan de salvación proporcionó un medio por el cual aún podía alcanzarse el plan
original a pesar del pecado. Por esta razón, el hecho de que la "buena
nueva" (vers. 2) no "aprovechó" al Israel antiguo (vers. 2), y
como resultado Dios tuvo que anular la promesa que le había hecho, no podía
alterar su decisión fundamental de que "algunos entren en él" (vers.
6).
Fundación del mundo. Osea la creación.
4. En cierto
lugar. Una cita de Gén. 2:2.
Séptimo día. Ver com. Gén.
2:1-3.
Reposó. Gr. katapáu,
"cesar", "descansar". Este verbo y el sustantivo afín
katápausis denotan cesación de trabajo u otra actividad y el estado o condición
de inactividad que se produce (ver com. cap. 3:11). La palabra hebrea
equivalente, shabath, que se traduce "reposó" en Gén. 2:2, el pasaje
que aquí se cita (ver el comentario respectivo), literalmente significa
"cesar" de trabajo o de actividad.
Por lo tanto, katapáu y shabath incluyen tanto
cesación de actividad previa como el estado de inactividad que sigue a dicha
cesación. Ambos aspectos de ese significado fueron reales en el
"reposo" de Dios en ese primer día sábado. Cesó de crear y después
continuó en un estado de inactividad en lo que respecta a nuevos actos de
creación. las "obras" de la creación estuvieron completas en todo
respecto, y en aquel primer día sábado -que el Señor estableció como un
recordativo de la creación- Dios comenzó su "reposo" de la creación de la tierra. En lo que
respecta a nuestro mundo, Dios nunca ha reiniciado la obra de crear de la cual
cesó entonces, y tampoco ha anulado o modificado las leyes que estableció para
gobernar el mundo natural. El autor de Hebreos enfoca la atención sobre la creación
-incluso del mundo natural, de las leyes que lo gobiernan, del hombre, y del
propósito de Dios para él y para el mundo- como un acto completo no sujeto a
revisiones posteriores. El énfasis que se hace aquí es en la cesación de Dios
de una actividad creadora posterior.
El sábado de la semana de la creación fue también el primer día completo de la vida de Adán. Sus experiencias en ese día fueron un anticipo del "reposo" eterno que le estaba reservado si permanecía leal a Dios.
Nuestra observancia del séptimo día de la semana como día de reposo, testifica de nuestra fe en el Dios verdadero como el Creador de todas las cosas, y es una expresión visible de esa fe.
También testifica de nuestro deseo de vivir en armonía con su gran propósito eterno para este mundo implícito en la creación de esta tierra y del hombre para que viviera en ella- y del propósito divino para nosotros como individuos.
Ver com. Exo. 20:8; Eze. 20:12,20; Isa. 58:13.
Así como permanece inmutable el propósito original de
Dios para este mundo -su "reposo"-, de la misma manera permanece
inmutable el día de reposo o séptimo día, el día de "reposo" que él
estableció como un recordativo de la creación para que no olvidáramos su propósito
al crear este mundo. Por eso la observancia del reposo del séptimo día
testifica no sólo de la fe en Dios como Creador de todas las cosas, sino
también de la fe en su poder para transformar la vida y hacer idóneos a los
seres humanos para que entren en ese "reposo" eterno que
originalmente fue para los habitantes de esta tierra. De modo que el sábado da
testimonio tanto del poder creador como del poder santificador de Dios, y su
observancia es un reconocimiento de fe en su poder para crear y volver a crear,
o santificar la vida de los seres humanos.
Todas sus
obras. En Gén. 2:2 se hace referencia a las "obras" creadas en el mundo
natural como se describen en el capítulo anterior.
El séptimo
día. Ver com. Gén. 2:1-3.
5. Otra vez. Se repite por tercera vez esta cita (cf. cap. 3:11;
4:3). Todo este tema (cap. 3:
Esta cita de Sal. 95:11 se yuxtapone en Heb. 4:
Aquí. Es decir, en Sal. 95:11.
Reposo. Ver com. cap. 3:11; cf. com. cap. 4:4.
6. Por lo tanto, puesto que. En el vers. 6 se presenta la
conclusión a que se llega en el tema de los vers, 3-5.
Falta. Gr. apoléipo, en voz pasiva "ser dejado",
"quedar"; "queda" (NC). La promesa de entrar en el
"reposo" de Dios todavía es válida aunque fuera retirada al antiguo
Israel.
Que algunos entren. A pesar de la obstinación de los
"que no pudieron entrar a causa de incredulidad" (cap. 3:19),
finalmente tendrá éxito el plan original de Dios para esta tierra de ser
habitada por una raza de seres justos y felices. Pero los que lo hagan, deben
entrar por fe en el "reposo" espiritual de Dios, el reposo del alma
liberada del pecado y de sus propios esfuerzos para salvarse. Aquí se hace
referencia al "reposo" del alma (ver com. cap. 3:11).
En él. Es decir, en el "reposo" del alma.
Aquellos a quienes. Ver com. vers. 2.
Primero se les anunció. O sea la primera proclamación de
la invitación evangélica mencionada en el vers. 2.
No entraron. La generación de israelitas que salieron de Egipto "no entraron" en la tierra de la promesa, y los que entraron en la Canaán literal nunca entraron, como nación, en el "reposo" espiritual que Dios tenía para ellos.
(Ver com. cap. 3:11; t. IV, pp. 32-36).
Por causa de desobediencia. Ver com. cap. 3: 19.
7. Otra vez. En los vers. 7 y 8 el autor añade otro punto para
probar su argumento de que permanece un "reposo" para el pueblo de
Dios.
Determina. Dios es el que lo "determina" hablando a
Israel por medio de David.
Un día. Dios determinó el reinado de David como otro tiempo
apropiado para que Israel entrara en su "reposo" (ver t. IV, p. 33). En
el texto griego es evidente que "hoy" (semeron)se refiere a "un
día". "Vuelve a señalar un día, 'hoy' " (BJ); "de nuevo
determina un día, 'hoy' " (BC).
Después de tanto tiempo. No es parte de la cita de Sal.
95:7-8. Entre la época de Josué y la de David transcurrió "tanto
tiempo", más de tres siglos.
Por medio de David. O en uno de sus salmos: el 95 (ver com. Heb. 3:7-8).
Cf. Rom. 11:2.
Como se dijo. Mejor "como se ha dicho antes" (BA); es
decir, en un pasaje anterior (cap. 3:7,15).
Hoy. Ver com. cap. 3:7. La promesa de Dios de que
entrarían en su "reposo" espiritual, originalmente extendida a los
israelitas cuando salieron de Egipto, permanecía aún válida siglos después de
que fuera hecha. Aunque a partir de entonces había sido siempre descuidada o
rechazada por sucesivas generaciones, aún era válida en los días de David. Además,
la invitación de Dios para los israelitas en los días de David, prueba (cap.
4:8) que Josué no había introducido a Israel en el "reposo"
espiritual que Dios tenía para ellos como nación (ver com. cap. 3:7).
El "día" de salvación
ha sido un día largo. Comenzó cuando Adán cayó, y terminará con la conclusión
del tiempo de gracia para la humanidad. Los pecadores le han dado a Dios
abundante motivo para que termine el "día" de la gracia (cf. PP 80;
DTG 28); pero él es "misericordioso y piadoso... y grande en
misericordia" (Exo. 34:6). No quiere "que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento" (2Ped. 3:9).
8. Porque si. Por lo afirmado en el vers. 7 acerca de la
renovación de la invitación para entrar en el "reposo" de Dios en el
tiempo de David, se llega a la conclusión de que Josué no había dado
"reposo" a Israel. Si hubiesen entrado en el "reposo" espiritual
que Dios les brindaba como nación en los días de Josué, Dios no les hubiera
repetido su invitación en los días de David más de tres siglos más tarde.
Les hubiera dado el reposo. Josué le dio "reposo"
literal a Israel o lo introdujo en Canaán, lo comandó en una conquista de éxito
y en su establecimiento en una gran parte del territorio del país (ver t. II,
pp. 44-46); pero no lo condujo al "reposo" espiritual que Dios le
tenía reservado porque no estuvieron dispuestos a entrar (ver com. 3:11).
Hablaría. Una referencia a Sal. 95:7-11.
Después. Después de los días de Josué, en los días de David.
Otro día. El "día" de David, lo que es evidente por el vers. 7 (ver el comentario respectivo). En los días de David y Salomón Israel poseía toda la tierra de Canaán, lo cual es una evidencia de que el "reposo" que aquí se menciona no era la ocupación de Canaán sino la gloriosa misión que Dios quería que desempeñara la nación hebrea.
(Ver t. IV,
pp. 28-32).
9. Por tanto, queda. Ver
com. vers. 6. En el vers. 9 se presenta la conclusión a la cual se aludió en el
vers. 6, la cual se dedujo de una serie de razonamientos que comienzan en el
vers. 3 con el fin de probar la premisa de los vers. 1 y 3. Esos razonamientos
pueden resumirse así:
1. El
"reposo" de Dios como originalmente le fue prometido al antiguo
Israel, incluía: (a) un establecimiento permanente en la tierra de Canaán, (b)
una transformación de carácter que haría de la nación un adecuado representante
de los principios del reino de Dios, y (c) haría de ellos el agente escogido de
Dios para la salvación del mundo (ver t. IV, pp. 28-32; com. cap. 3:11).
2. La generación a
la cual originalmente fue hecha la promesa del "reposo", fracasó; no
entró en Canaán debido a "incredulidad" (ver com. cap. 3:19) y "desobediencia"
(4:6).
3. Josué presidió a la siguiente generación en la entrada a la tierra que se les había prometido (ver com. cap. 3:11), pero como eran espiritualmente duros de cerviz no pudo hacerlos entrar en el "reposo" espiritual que Dios quería que disfrutaran.
(Ver com. cap. 4:7-8).
4. La misma promesa
fue repetida en los días de David (vers. 7). Esto demuestra que Israel aún no
había entrado en el "reposo" espiritual, y también que su fracaso en
los días de Moisés y de Josué no había invalidado la promesa original.
5. Es seguro el cumplimiento final de los propósitos de Dios a pesar del fracaso de sucesivas generaciones. (Ver com. vers. 3 y 4).
6. El autor suplica
fervientemente al pueblo de Dios de los días apostólicos que entre "en
aquel reposo" (vers. 11,16). Es una comprobación más de que continuaba la
validez de la invitación y de que el pueblo de Dios no había entrado en
conjunto en ese "reposo" ni aun en los tiempos apostólicos.
7. En conclusión,
continúa la validez de la promesa de entrar en el "reposo" espiritual
de Dios (vers. 6 y 9), y los cristianos deben procurar "entrar en aquel
reposo" (vers. 11).
Debe notarse que el
"reposo" que queda en los tiempos del cristianismo es el mismo
"reposo" espiritual prometido originalmente a Israel (ver com. vers.
3). Es evidente que si "queda" es porque antes existió.
Reposo. Gr. sabbatismós,
"descanso de sábado", "reposo sabático". Esta es la única vez que aparece esta palabra en la
Biblia. No aparece en los escritos extrabíblicos sino en una obra de Plutarco
(Moralia, 166A) y en escritos de los siglos II y III. Por esto algunos han
pensado que el autor de Hebreos pudo haber acuñado la palabra. Sin embargo, el
sentido no es discutido. La derivación de Sabbatismós es clara.
En el AT se emplea 70 veces el
verbo shabath, "cesar" o "reposar". De esas veces, 7 tienen
que ver con reposar el día sábado; las restantes 63 se refieren a otras formas
de cesar o reposar Como ejemplos de este segundo uso, pueden citarse: Gén.
8:22; Jos. 5:12; Neh. 6:3; Lam. 5:14; Isa. 14:4; 24:8; 33:8.
El sustantivo shabbath, derivado
del verbo shabath, significa "reposo" o "día de reposo", y
aparece en el AT 101 veces. Generalmente designa el día de reposo semanal, el
séptimo de la semana, o sea sábado. De tener un sentido general,
"reposo", pasó a tener un sentido específico, "sábado". También
se emplea la palabra shabbath para referirse a la semana, un período de siete
días que concluye con el sábado. En algunos casos, se usa shabbath como
designación del año sabático, el año cuando la tierra debía descansar (Lev.
25:6; 26:34,43; 2Crón. 36:21).
Un derivado de shabbath, la palabra shabbathon, se usa 10 veces, generalmente en la construcción shabbath shabbathon, a veces traducida como "sábado de reposo" en la RVA. Designa por lo general a las "fiestas sabáticas": el día de la expiación (Lev. 16:31; 23:32); la fiesta de las trompetas (Lev. 23:24); al primero y último día de la fiesta de los tabernáculos (Lev. 23:39). También se aplica al año sabático (Lev 25:45) y al día de reposo semanal (Exo. 16:23; 31:15; 35:2). La LXX, en idioma griego, emplea la palabra sábbaton para designar al sábado, día de reposo semanal.
También se usa sábbaton en el NT, aunque a veces tiene
la forma plural sábbata con sentido singular (ver com. Mat. 28:1 y Col. 2:16). Siempre
se refiere al día sábado o a la semana, período de siete días que culmina con
el sábado.
El verbo griego sabbatíz, "sabatizar", si se quiere, o mejor, "guardar el sábado"; deriva de sábbaton. No aparece en el NT. Se usa siete veces en la LXX como traducción de shabath, "cesar", "descansar".
Una vez se
refiere a reposar el sábado semanal (Exo. 16:30); una vez a reposar el día de
la expiación (Lev. 23:32); cinco veces se relaciona con el reposo de la tierra
durante el año sabático (Lev. 26:34-35; 2Crón. 36:21).
La palabra sabbatismós, "descanso sabático",
deriva de sabbatíz. Es evidente su derivación del original hebreo shabath,
"cesar". Pero su derivación más cercana es de sábbaton,
"sábado", por lo cual refleja mejor el contenido de esa palabra que el
del original hebreo shabath. Por esto, el sentido de sabbatismós es claro:
"descanso de sábado" o "reposo sabático".
Hasta aquí, el autor de Hebreos
ha usado el verbo katapáuo y el sustantivo katápausis para referirse al descanso
al cual deben aspirar sus lectores (cap. 4:1, 3-4, 5, 8). Este es el reposo de
Dios, al cual los israelitas bajo Josué no entraron, pero que todavía está
abierto a los que creen. Katapáuo y
katápausis se usan en el AT como traducción de shabath, "cesar". Son
palabras ricas en sentido. Pero en el vers. 9, se usa una nueva palabra:
sabbatismós, "reposo sabático", que aunque sinónima de la primera,
tiene un contenido más amplio que el de katápausis.
Sabbatismós, que se refiere específicamente al descanso "sabático", sugiere un
reposo especial, no sólo la cesación de las actividades. Este reposo que Dios
promete a los fieles tiene, como el día sábado, ribetes de bendición (Gén.
2:2-3; Isa. 58:13-14), de redención (Deut. 5:15) y de santificación (Eze.
20:20). El descanso que ofrece Dios es el que cada semana miran por la fe los
que observan el día de reposo ordenado por Dios. Este texto sugiere la
importancia cósmica del día sábado, como símbolo del reposo eterno que Dios
quiere que tengan los suyos.
Corresponde notar que en el vers.
3, el autor insta a que "entremos" al descanso, como si no hiciera
falta esperar a la eternidad para gozar del reposo que Dios ofrece.
El reposo simbolizado por el
"reposo sabático" es el reposo de la gracia (ver Material
Suplementario de EGW, com. Heb. 4:9; cf. CS 295). Ese es el "verdadero
reposo de la fe" (DMJ 9).
ENTRAMOS EN EL "REPOSO" DE DIOS cuando
consideramos a Jesús (cap. 3:1) y escuchamos su voz (cap. 3:7,15; 4:7), cuando
depositamos nuestra fe en él (cap. 4:2-3), cuando desistimos de nuestros
propios esfuerzos para ganar la salvación (vers. 10), cuando retenemos nuestra
profesión (vers. 14) y cuando nos acercamos al trono de la gracia (vers. 16).
Los que quieran participar de
esta experiencia deben librarse de un "corazón malo de incredulidad"
(cap. 3:12), deben dejar de endurecer su corazón (cap. 3:8,15; 4:7), y deben
esforzarse por entrar en el "reposo" de Dios (cap. 4:11). Los que
entren en el "reposo" de Dios retendrán su "profesión"
(vers. 14). Se acercarán
"confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro" (vers. 16).
Algunos han pensado
que en este pasaje Pablo indica que los cristianos deben dejar de guardar el
sábado semanal, propio de los judíos, y pensar, en cambio, en entrar en el
reposo cósmico y espiritual de Dios. Esta interpretación carece de base. El
pasaje simplemente emplea una figura, la del reposo de sábado, con todas sus
bendiciones y símbolos, para ilustrar la idea del reposo de Dios.
La epístola a los Hebreos está
dirigida a quienes observaban el sábado y gozaban de sus bendiciones. Este
texto contiene una invitación a los cristianos hebreos de darle al reposo
sabático semanal una amplitud mayor, a saber, reconocerlo como un símbolo claro
del reposo eterno que Dios promete. Esta misma invitación es para los
cristianos observadores del sábado en el siglo XX.
Pueblo de Dios. Es decir, los cristianos que
ahora son el pueblo escogido de Dios como lo fue antiguamente el pueblo de Israel
(Exo. 19:5-6; 1 Ped. 2:9-10; ver t. IV, pp. 37-38).
10. El que ha
entrado. Mejor "quien entró; es decir, cualquiera del "pueblo de
Dios" (vers. 9). La sintaxis griega aclara que algunos ya entraron en el
"reposo" de Dios.
Reposo. Gr. katápausis
(ver com. cap. 3:11), que es diferente de sabbatismós (vers. 9); sin embargo,
el contexto demuestra que ambos vocablos se refieren a lo mismo (ver com. vers.
9). Es evidente que el "reposo" que queda (vers. 9) es el mismo
"reposo" del vers. 10, en el cual entra el creyente cristiano.
La conjunción causal "porque" del vers. 10
une dos oraciones o elementos análogos, hace que el vers. 10 dependa del vers.
9 y también la conclusión a la cual se llega.
También. Es decir, además de Dios o en la misma manera.
Ha reposado. Gr. katapaú,
el mismo verbo que se traduce como "reposó" en el vers. 4 y
"dado el reposo" en el vers. 8 (ver com. cap. 3:11). Aunque la
traducción "ha cesado" (VM) oscurece la relación entre esta
afirmación y otros casos en que aparecen katapaú y katápau, y katápausis en los
cap. 3 y 4, sin embargo corresponde con más propiedad con el pensamiento del
vers. 10 porque destaca la idea de cesación de "obras" más que de
continuar en un estado de "reposo" después de esa cesación.
Sus obras. Al entrar en
el "reposo" de Dios -que significa confianza en la gracia salvadora
de Jesucristo-, el cristiano necesariamente ya ha "cesado" de tratar
de alcanzar la justicia por sus propias obras. El autor también puede tener en
cuenta el "reposo" cristiano de las "obras" del pecado,
obras que impidieron que entraran en la tierra prometida los israelitas que
fueron liberados de Egipto, y que más tarde le cerraron el paso a otras
generaciones para que no entraran en el "reposo" espiritual de Dios
(ver com. cap. 3:8-9; 4:8).
11. Procuremos. "Seamos celosos",
"hagamos todo esfuerzo". Para entrar en el "reposo" de Dios
es necesario hacer esfuerzos diligentes, determinados.
Pues. Los vers. 11-16 equivalen a una aplicación práctica
del principio establecido en el tema presentado en los cap. 3:
Reposo. Gr. katápausis (ver com. cap. 3:11).
Para que ninguno. El que se esfuerza de todo
corazón para "entrar en aquel reposo", evita el abismo de
incredulidad en que cayó el antiguo Israel.
Caiga. Lo opuesto a entrar. Si los antiguos israelitas
"cayeron en el desierto" (3:17), quiere decir que habían salido
de Egipto con el propósito de entrar en la tierra prometida. Cuando un hombre no alcanza el
"reposo" de Dios, se deduce que una vez tuvo el propósito de entrar
en él. Los cristianos tibios de hoy día son los que caen ahora "en semejante
ejemplo de desobediencia". En la parábola del sembrador hay claras
advertencias acerca de esta dificultad (ver com. Mat. 13: 5-7).
Semejante ejemplo. Es decir, el ejemplo de elección
del antiguo Israel y su destino: primero en Cades-barnea y posteriormente
cuando se estableció en la tierra prometida.
Desobediencia. Ver com. cap. 3:19.
12. Porque. A primera vista parece que los vers. 12 y 13 no
tuvieran relación directa con el tema de los cap. 3 y 4; sin embargo, como lo
indica la conjunción causal "porque", hay una estrecha y lógica
relación. Los vers. 12 y 13 explican cómo evitar el caer en desobediencia
(vers. 11) y cómo cesar de las "obras" propias (vers. 10), y
presentan el medio que Dios ha proporcionado para capacitar a sus hijos a fin
de que entren en su "reposo".
Palabra. Gr. logos (ver com. Juan 1:1). La
"palabra" a la cual se hace referencia es la misma que fue
"anunciada" tanto al antiguo Israel como a los cristianos, y fue oída
por ambos (Heb. 4:2), especialmente en cuanto a la invitación para entrar en el
"reposo" de Dios. Como es claro en el vers. 2, esta
"palabra" se hace equivaler con el mensaje de la "buena
nueva"; y en sentido más genérico, la "palabra" del vers. 12
podría pensarse que incluye todos los escritos del Canon Sagrado, pues toda la
Biblia es la "Palabra" de Dios y presenta la "buena nueva"
de Jesucristo.
Viva. Se necesita una fuerza viviente y activa para crear
en el hombre un corazón nuevo y renovar un espíritu recto dentro de él (cf.
Sal. 51:10). La "palabra" de Dios es viva, imparte vida. Así sucedió
en la obra de la creación (Sal. 33:6,9) y así sucede en la nueva creación de la
imagen de Dios en el alma del hombre. Cristo, la Palabra encarnada (o
"Verbo"), también tiene vida en sí mismo (Juan 1:4,12; 5:26). La
"palabra de Dios" es la fuerza que da poder en y para la conversión. El
cristiano renace "por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre" (1Ped. 1:23).
Eficaz. Gr. energes "efectiva",
"activa", "poderosa" (cf. com. 1 Cor. 12:6). La palabra
"energía" deriva de energes. En la "palabra" de Dios hay
poder para transformar a pecadores en santos.
Más cortante. En el resto del vers. 12 se explica por qué es tan
cortante esa espada. La "palabra" de Dios es viva, eficaz y cortante:
puede cumplir plenamente su obra en beneficio de la humanidad (ver Isa. 46:10;
55:10-11).
Espada de dos filos. Ver Efe. 6:17; com. Apoc. 1:16.
Penetra hasta partir. Mejor "penetra hasta la
división del alma y del espíritu" (BA, BC, NC); "penetra hasta las
fronteras entre el alma y el espíritu" (BJ).
El alma y el espíritu. Gr. psuje, "alma",
"vida" (ver com. Mat. 10:28) y pnéuma, "espíritu",
"aliento" (ver com. Luc. 8:55). Esta expresión y "las coyunturas
y los tuétanos" se usan en sentido figurado. La división entre "el alma
y el espíritu" y "las coyunturas y los tuétanos" describe hasta
dónde penetra la "palabra" de Dios. El valor de esta figura de
lenguaje radica en que "vida" y "aliento" son, por lo menos
para los propósitos prácticos, inseparables.
Las coyunturas y los tuétanos. Es de presumir que en la figura
de lenguaje también sean prácticamente inseparables.
Discierne. Gr. kritikós, "capaz de discernir", "capaz de juzgar", "capaz de discriminar"; es decir, que posee la facultad de discernimiento o discriminación.
La palabra
"crítica" deriva de kritikós. Mediante una respuesta favorable a la
impresión hecha en la conciencia por la "palabra" de Dios, el sincero
cristiano evita caer en "desobediencia", abandona sus propias
"obras" y entra en el "reposo" de Dios (vers. 6, 10-11; cf.
cap. 3:10,12).
Los pensamientos y las intenciones. O
"pensamientos y motivos"; "sentimientos y pensamientos"
(BJ, BC). Como una espada cortante que separa "coyunturas" y
"tuétanos", los claros principios de la "palabra de Dios"
disciernen entre buenos y malos pensamientos, entre motivos correctos e
incorrectos.
Corazón. Es decir, la mente.
13. Cosa creada. Sin duda se trata del hombre del
vers. 12, cuyos pensamientos y motivos han sido juzgados por la "palabra"
de Dios. Los hombres pueden juzgar teniendo en cuenta únicamente las palabras
de otro y sus hechos; pero la "palabra" de Dios penetra mucho más allá
de las palabras y acciones humanas; llega hasta el lugar donde se originan y
juzga teniendo en cuenta lo que ocurre en la mente. "El hombre mira lo que
está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Sam. 16:7).
No sea manifiesta en su presencia. O quede
"oculta delante de él". Nadie puede ocultarle a Dios sus pensamientos
y motivos. No importa cómo intente hacerlo, es imposible huir de Dios (cf. Sal.
139:7-10).
Todas las cosas. Es decir, los pensamientos y
motivos de cada hombre.
Desnudas y abiertas. O "descubiertas y
expuestas". Nada puede ocultarse de la presencia de Dios.
Aquel a quien tenemos que dar cuenta. La comprensión de que debe dar cuenta de las palabras y los hechos ante un Juez que todo lo discierne, puede hacer sensato al pecador más endurecido.
Este conocimiento
debería impulsar a quien se llama cristiano a prestar la más completa atención
a sus pensamientos y motivos. Cf. Rom. 14:10-12; 2Cor. 5:10.
14. Por tanto. Es decir, en vista de que "la palabra de
Dios" discierne la naturaleza de los pensamientos y motivos de un hombre y
que nada concerniente a nosotros está oculto de Dios (vers. 12-13), y más
particularmente porque tenemos un "sumo sacerdote" compasivo y que
simpatiza con nosotros, y que sufrió los mismos problemas que tenemos que
enfrentar (cap. 2:17; 4:15).
Sumo sacerdote. Ver com. cap. 2:17. Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote es el tema de Hebreos (ver p. 404).
Después de
presentarse a Cristo en esa función (cap. 3:1), los cap. 3 y 4 desarrollan el
concepto de nuestra necesidad de su ministerio en los atrios celestiales y de
la experiencia del "reposo" del alma que se alcanza cuando nos
apropiamos de ese ministerio. Los cap. 5-10 tratan diversos aspectos del
ministerio de Cristo a nuestro favor. El sistema cristiano de salvación por la
fe tiene su centro en la persona de Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote.
Traspasó. Literalmente "que ha pasado a través"; "penetró" (BJ, NC). Significa sin duda alguna que pasó a través del cielo atmosférico y el estelar.
Ver Hech. 1:9; cf. com. Gen.: 8.
Jesús. Ver com. Mat. 1:1 .
Hijo de Dios. Ver com. Luc. 1:35; Juan 1:14; 3:16.
Retengamos. Gr. kratéo, "aferrarse", "conservar",
como si se tratara de la propia vida.
Cristo es digno de toda nuestra fe y nuestra confianza, y no debemos permitir que nada se interponga entre nosotros y él (ver com. Rom. 8:38-39).
Ver com. Mat. 24:13; Heb. 10:35-36.
Nuestra profesión. Ver com. cap. 3:1.
15. Compadecerse. Gr. sumpathéo,
"simpatizar", literalmente "sufrir o padecer junto con". Cristo
simpatiza completamente con el cristiano sincero que tiene que enfrentarse a
menudo con problemas y dificultades, porque él sufrió en su propia naturaleza
humana -pero sin pecar- las debilidades que son inherentes al género humano. Uno
de los propósitos de la encarnación fue que la Deidad se acercara tanto a la
humanidad, que pudiera experimentar las mismas debilidades y problemas de los
cuales participamos nosotros. Cuando Cristo lo hizo, quedó capacitado para
llegar a ser nuestro Sumo Sacerdote y representarnos ante el Padre.
Debilidades. La forma negativa en que se expresa esta
declaración la destaca aún más de lo que hubiera hecho una declaración
afirmativa.
En todo. O en toda clase de tentaciones. En cuanto a algunas
de las formas en que fue tentado Jesús, ver com. Mat. 4:1-11, cf. DTG 638-644. En
una forma misteriosa que no podemos comprender, nuestro Señor soportó todo el
peso de cada tentación imaginable que "el príncipe de este mundo"
(Juan 12:31) pudo poner sobre él, pero sin que en el menor grado, ni aun con un
pensamiento, cediera ante cualquiera de ellas (ver Juan 14:30). Satanás no
encontró en Jesús nada que obedeciera a sus astutas tentaciones (ver DTG 98;
com. Heb. 2:18).
Según nuestra semejanza. En todos los respectos -excepto
en el pecado- se hizo uno con nosotros (ver t. V, pp. 895-896; com. Fil. 2:6-8).
Sin pecado. Aquí radica el insondable misterio de la perfecta
vida de nuestro Salvador. La naturaleza humana fue conducida por primera vez a
la victoria sobre su tendencia natural al pecado, y a causa de la victoria de
Cristo sobre el pecado nosotros también podemos triunfar sobre él (ver
com. Rom. 8:1-4). En él podemos ser
"más que vencedores" (Rom. 8:37), pues Dios "nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15:57) tanto sobre el
pecado como sobre su paga o consecuencia: la muerte (ver com. Gál. 2:20).
16. Acerquémonos, pues. En el vers. 16 se presenta la conclusión práctica de todo el desarrollo del pensamiento
presentado en los cap. 3 y 4. El "reposo" de la gracia de Dios queda
para el pueblo de Dios (vers. 9), "acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia".
Confiadamente. Gr. parresía, que se traduce como
"confianza" en cap. 3:6 (ver el comentario respectivo; cf. cap.
10:35). Nos acercamos con confianza no porque Dios tenga una deuda con
nosotros, sino porque él ofrece gratuitamente su gracia a todos los que la
buscan.
Trono de la gracia. Esto es, un trono que se
caracteriza por la calidad de la gracia que ofrece (ver com. Rom. 3:24; 1 Cor.
1:3). El cristiano tiene la máxima oportunidad del libre acceso "al trono
de la gracia" de un Padre amante, en vez de hacer vanos y difíciles
intentos para ganar la salvación por medio de un riguroso cumplimiento del
sistema legal del judaísmo o de cualquier otro sistema de justificación por las
obras.
Obtener misericordia. O un seguro perdón de los pecados
(ver com. Juan 1:9). Delante del trono del juicio todos hallarán una estricta
justicia no atemperada por la misericordia. La única esperanza del pecador es
la misericordia de Dios que se ofrece mientras dure el tiempo de gracia.
Gracia. Gr. járis (ver com. Juan 1:14; Rom. 1:7; 3:24; 1
Cor. 1:3).
Para el oportuno socorro. Osea en el tiempo de la
tentación. Necesitamos la gracia para soportar las penas y los sufrimientos, y
también para vencer la tentación. El que cultiva el hábito de presentarse cada
día ante el "trono de la gracia" para recibir una nueva y fresca
porción de la misericordia y de la gracia de Dios, entra en el
"reposo" del alma que Dios proporciona a todo creyente fiel. (7CBA).
COMENTARIOS DE EGW
3. PP 107. En cuanto se
refiere a este mundo, la obra de la creación de Dios está terminada, pues
fueron "acabadas las obras desde el principio del mundo." (Heb. 4:3).
Pero su energía sigue ejerciendo su influencia para sustentar los objetos de su
creación. Una palpitación no sigue a la otra, y un hálito al otro, porque el mecanismo
que una vez se puso en marcha continúe accionando por su propia energía
inherente; sino que todo hálito, toda palpitación del corazón es una evidencia
del completo cuidado que tiene de todo lo creado Aquel en quien "vivimos,
y nos movemos, y somos." (Hech. 17:28). No es en virtud de alguna fuerza
inherente que año tras año la tierra produce sus abundantes cosechas y que
continúa su movimiento alrededor del sol.
La mano de Dios dirige los
planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los
cielos. "El saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres;
ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud."
(Isa. 40:26). En virtud de su poder la vegetación florece, aparecen las hojas y
las flores se abren. Es él quien "hace a los montes producir hierba,"
108 por su poder los valles se fertilizan. Todas las bestias de los bosques
piden a Dios su alimento, y toda criatura viviente, desde el diminuto insecto
hasta el hombre, dependen diariamente de su divina providencia. Según las
hermosas palabras del salmista: "Todos ellos esperan en ti, para que les
des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, hártanse de
bien."Su Palabra controla los elementos, él cubre los cielos de nubes y
prepara la lluvia para la tierra. "El da la nieve como lana, derrama la
escarcha como ceniza." "A su voz se da muchedumbre de aguas en el
cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos
con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos." (Sal. 147:8, 16;
104:27, 28; Jer. 10:13.)
7. PVGM
223. NUNCA PODREMOS, SER SALVADOS EN LA INDOLENCIA Y LA INACTIVIDAD. Una
persona verdaderamente convertida no puede vivir una vida inútil y
estéril. No es posible que vayamos al garete y lleguemos al cielo. Ningún
holgazán puede entrar allí. Si no nos esforzamos para obtener la entrada
en el reino, si procuramos fervientemente aprender lo que constituyen las leyes
de ese reino, no estamos preparados para tener una parte en él. Los que
rehúsan cooperar con Dios en la tierra, no cooperarían con él en el
cielo. No sería seguro llevarlos al cielo.
Hay Más
Esperanza Para Los Publicanos Y Pecadores, Que Para Los Que Conocen La Palabra
De Dios Pero Rehúsan Obedecerla. El que se ve a sí mismo
como pecador, sin ningún manto que cubra su pecado, que sabe que está
corrompiendo su alma, su cuerpo y su espíritu ante Dios, se alarma para no
quedar eternamente separado del reino de los cielos. Comprende su
condición enfermiza, y busca salud del gran Médico que dijo: "Al que a mí
viene, no le echo fuera". Juan 6:37. A esas almas las puede usar el Señor
como obreros en su viña.
EL HIJO QUE DURANTE UN TIEMPO REHUSÓ OBEDECER LA
ORDEN DE SU PADRE no fue condenado por Cristo, ni tampoco
alabado. Las personas representadas por el primer hijo, que rehusó
obedecer, no merecen alabanza por tal actitud. Su franqueza no debe
ser considerada como una virtud. Santificada por la verdad y la
santidad, ella los haría intrépidos testigos de Cristo; pero usada como lo es
por el pecador, es insultante y desafiante, y se aproxima a la blasfemia.
El hecho de que un hombre no sea hipócrita, no amengua en absoluto su condición de pecador. Cuando las exhortaciones del Espíritu Santo llegan al corazón, nuestra única seguridad reside en responder a ellas sin demora. Cuando llega el llamamiento: "Ve hoy a trabajar en mi viña", no rechacéis la invitación.
"Si oyerais su voz hoy, no endurezcáis vuestros corazones". Hebreos 4:7.
ES PELIGROSO
DEMORAR LA OBEDIENCIA. Quizá no
oigamos otra vez la invitación. 224 Y nadie se lisonjee pensando que los
pecados acariciados por un tiempo pueden ser fácilmente abandonados en alguna
ocasión futura. Esto no es así. Cada pecado acariciado debilita el carácter y
fortalece el hábito; y el resultado es una depravación física, mental y
moral. Podéis arrepentiros del mal que habéis hecho, y encaminar
vuestros pies por senderos rectos; pero el amoldamiento de vuestra mente y
vuestra familiaridad con el mal, os harán difícil distinguir entre lo correcto
y lo erróneo. Mediante los malos hábitos que hayáis formado, Satanás
os asaltará repetidas veces.
9-10. DTG 177. Jesús dijo: "Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro." Todos los días
son de Dios y apropiados para realizar sus planes en favor de la familia
humana. Si la interpretación que los judíos daban a la ley era correcta,
entonces era culpable Jehová cuya obra ha vivificado y sostenido toda cosa
viviente desde que echó los fundamentos de la tierra. Entonces el que declaró
buena su obra, e instituyó el sábado para conmemorar su terminación, debía
hacer alto en su labor y detener los incesantes procesos del universo.
¿Debía Dios Prohibir Al Sol Que Realizase Su Oficio
En 177 Sábado, Suspender
Sus Agradables Rayos Para Que No Calentasen La Tierra Ni Nutriesen La
Vegetación? ¿Debía El Sistema De Los Mundos Detenerse Durante El Día Santo?
¿Debía Ordenar A Los Arroyos Que Dejasen De Regar Los Campos Y Los Bosques, Y
Pedir A Las Olas Del Mar Que Detuviesen Su Incesante Flujo Y Reflujo? ¿Debían
El Trigo Y La Cebada Dejar De Crecer, Y El Racimo Suspender Su Maduración
Purpúrea? ¿Debían Los Árboles Y Las Flores Dejar De Crecer O Abrirse En Sábado?
En tal caso, el hombre echaría
de menos los frutos de la tierra y las bendiciones que hacen deseable la vida. La naturaleza debía continuar su curso
invariable. Dios no podía detener su mano por un momento, o el hombre
desmayaría y moriría.
Y el hombre también tiene una
obra que cumplir en sábado: atender
las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos.
No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día.
EL SANTO DÍA DE REPOSO DE DIOS FUE HECHO PARA EL HOMBRE, y las obras de
misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus
criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier
otro día.
Lo que se demanda a Dios en sábado es aún más que en los otros días. Sus hijos dejan
entonces su ocupación corriente, y dedican su tiempo a la meditación y el
culto. Le piden más favores el sábado que los demás días. Requieren su atención
especial. Anhelan sus bendiciones más selectas. Dios no espera que haya
transcurrido el sábado para otorgar lo que le han pedido.
La obra del cielo no cesa nunca, y los hombres no debieran nunca
descansar de hacer bien.
El Sábado, No Está Destinado A Ser Un Período De Inactividad Inútil.
La Ley Prohíbe El
Trabajo Secular En El Día De Reposo Del Señor;
Debe Cesar El
Trabajo Con El Cual Nos Ganamos La Vida;
Ninguna Labor Que Tenga Por Fin El Placer Mundanal O El Provecho Es
Lícito En Ese Día;
Pero Como Dios
Abandonó Su Trabajo De Creación Y Descansó El Sábado Y Lo Bendijo, El Hombre Ha
De Dejar Las Ocupaciones De Su Vida Diaria, Y Consagrar Esas Horas Sagradas Al
Descanso Sano, Al Culto Y A Las Obras Santas.
LA OBRA QUE HACÍA
CRISTO AL SANAR A LOS ENFERMOS ESTABA EN PERFECTA ARMONÍA CON LA LEY. Honraba el
sábado. Jesús aseveró tener derechos iguales a los de Dios mientras 178 hacía
una obra igualmente sagrada, del mismo carácter que aquella en la cual se
ocupaba el Padre en el cielo. Pero esto airó aún más a los fariseos. No sólo
había violado la ley, a juicio de ellos, sino que al llamar a Dios "mi
Padre," se había declarado igual a Dios. Toda la nación judía llamaba a
Dios su Padre, y por lo tanto no se habrían enfurecido si Cristo hubiese dicho
tener esa misma relación con Dios. Pero le acusaron de blasfemia, con lo cual
demostraron entender que él hacía este aserto en su sentido más elevado.
11. 2JT 306. El escéptico y
el incrédulo rechazan la Palabra de Dios por que no pueden sondear todos sus
misterios; y no todos los que 306
profesan creer la Biblia están seguros contra esa tentación. Dice el apóstol: "Mirad,
hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo." (Heb. 3:12.) Los intelectos que se han
acostumbrado a criticar, dudar y cavilar porque no pueden sondear los
propósitos de Dios caerán "en semejante ejemplo de desobediencia."
(Heb. 4:11.) Es correcto estudiar detenidamente la enseñanza de la Biblia y
escudriñar las cosas profundas de Dios hasta donde se revelan en las
Escrituras. Si bien "las cosas
secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios," "las reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos por siempre." (Deut. 29:29.)
Pero la obra de Satanás consiste
en pervertir las facultades investigadoras de la mente. Se mezcla cierto
orgullo con la consideración de la verdad bíblica de manera que los hombres se
sienten derrotados e impacientes si no pueden explicar toda porción de la
Escritura a su satisfacción. Es demasiado humillante para ellos reconocer que
no entienden las palabras inspiradas. No están dispuestos a aguardar
pacientemente hasta que Dios vea propio revelarles la verdad. Piensan que su
sabiduría humana, sin ayuda alguna, es suficiente para permitirles comprender
la Escritura; y al fracasar en ello, niegan virtualmente su autoridad.
Es cierto que muchas teorías y
doctrinas popularmente creídas como enseñanza de la Biblia, no tienen
fundamento en la Escritura, y son a la verdad contrarias a todo el tenor de la
inspiración. Estas cosas han sido causa de duda y perplejidad para muchas
mentes. Sin embargo, no son imputables a la Palabra de Dios, sino a la
perversión que el hombre le ha hecho sufrir. Pero las dificultades que hay en
la Biblia no arrojan sombra sobre la sabiduría de Dios; no causarán la ruina de
nadie que no habría sido destruido aun cuando no existiesen dificultades tales.
Aun cuando no hubiese en la Biblia misterios que poner en duda, la propia falta
de discernimiento espiritual de esas mentes les habría hecho hallar causa de
tropiezo en los más claros asertos de Dios. 307
12-13. 2JT 38. Cuando los
miembros individuales de la iglesia obren como verdaderos seguidores del manso
y humilde Salvador, entonces será menos común encubrir y excusar el pecado. Todos
se esforzarán por obrar como en la presencia de Dios. Comprenderán que su ojo
que todo lo ve, está siempre sobre ellos, y que él discierne el pensamiento más
secreto. El carácter, los motivos, los deseos y propósitos, son tan claros como
la luz del sol para los ojos del Omnipotente. Pero pocos tienen esto presente.
La inmensa mayoría no comprende cuán terrible cuenta tendrán que dar en el
tribunal de Dios todos los transgresores de su ley.
¿Podéis conformaros con un nivel
bajo vosotros los que habéis profesado recibir tan grande luz? ¡Oh, cuán
ferviente y constantemente debemos procurar la presencia divina, y comprender
las solemnes verdades de que el fin de todas la cosas se acerca y de que el
Juez de toda la tierra está a la puerta! ¿Cómo podéis despreciar sus justos y
santos requerimientos? ¿Cómo podéis transgredir ante la misma faz de Jehová?
¿Cómo podéis albergar pensamientos profanos y bajas pasiones en plena vista de
los ángeles puros y del Redentor que se dio a sí mismo por vosotros para redimiros
de toda iniquidad y purificaros como pueblo peculiar, celoso de buenas obras?
Mientras contempléis este asunto a la luz que resplandece de la cruz de Cristo,
¿no os parecerá el pecado demasiado mezquino y peligroso para participar en él
cuando estáis en los mismos umbrales del mundo eterno? 39
14-16. DTG 138. CUANDO LOS JUDÍOS
SELLARON SU DECISIÓN DE RECHAZAR A CRISTO ENTREGÁNDOLE A LA MUERTE, rechazaron todo lo
que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado
desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios
rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado.
Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador.
AL DAR MUERTE A
CRISTO, LOS JUDÍOS DESTRUYERON VIRTUALMENTE SU TEMPLO. Cuando Cristo fue
crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo,
indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de
los sacrificios rituales había terminado para siempre.
"EN TRES DÍAS LO
LEVANTARÉ." A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas
parecieron prevalecer, y se 138 regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro
abierto de José, Jesús salió vencedor. "Despojando los principados y las
potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí
mismo." (Colosenses 2:15).
EN VIRTUD DE SU
MUERTE Y RESURRECCIÓN, PASÓ A SER "MINISTRO DEL SANTUARIO, y de aquel verdadero
tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.' (Hebreos 8:2). Los hombres
habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el
santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construido por
arquitecto humano. "He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . .
él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará
en su trono, y será sacerdote en su solio." (Zacarías 6:12,13).
EL CEREMONIAL DE LOS
SACRIFICIOS QUE HABÍA SEÑALADO A CRISTO PASÓ: pero los ojos de los hombres fueron
dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo.
CESÓ EL SACERDOCIO
TERRENAL, PERO MIRAMOS A JESÚS, MEDIADOR DEL NUEVO PACTO, y "a
la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel." "Aún no estaba
descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo
estuviese en pie.... Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes
que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de
manos, . . . por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo
obtenido eterna redención.' (Hebreos 12:24; 9:8-12). "Por
lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos.' (Hebreos 7:25).
AUNQUE EL
MINISTERIO HABÍA DE SER TRASLADADO DEL TEMPLO TERRENAL AL CELESTIAL, aunque el santuario y
nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los
discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en
su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador.
Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu
el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple
la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.' (Mateo 28:20). Aunque delega su poder a
ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su
iglesia. "Por tanto, teniendo un gran Pontífice,. . . Jesús el
Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos 139 un Pontífice
que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de
la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno
socorro." (Hebreos 4:14-16).
15-16. CS 395. Lo que los
discípulos habían anunciado en nombre de su 395 Señor, era exacto en todo
sentido, y los acontecimientos predichos estaban realizándose en ese mismo
momento. "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de
Dios," había sido el mensaje de ellos. Transcurrido "el tiempo"
-las sesenta y nueve semanas del capítulo noveno de Daniel, que debían
extenderse hasta el Mesías, "el Ungido"- Cristo había recibido la
unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el
"reino de Dios" que habían declarado estar próximo, fue establecido
por la muerte de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les
había enseñado a creer. No era tampoco el reino venidero e inmortal que se
establecerá cuando "el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por
debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del
Altísimo;" ese reino eterno en que "todos los dominios le servirán y
le obedecerán a él." (Daniel 7: 27, V.M.) La expresión "reino de Dios,"
tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de
la gloria. El reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epístola a
los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede
"compadecerse de nuestras flaquezas," el apóstol dice:
"Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia." (Hebreos 4:16.) El trono de la gracia
representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la
existencia de un reino. En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión,
"el reino de los cielos," para designar la obra de la gracia divina
en los corazones de los hombres.
Asimismo el trono de la gloria
representa el reino de la gloria y es a este reino al que se refería el
Salvador en las palabras: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y
todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su
gloria; y serán reunidas delante de él todas las gentes." (Mateo 25: 31,
32.) Este reino está aún por venir. No quedará establecido sino en el segundo
advenimiento de Cristo. 396
Ministerio Hno. Pio
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