lunes, noviembre 22, 2021

REFLEXIÓN 921. EL "REPOSO" QUE QUEDA PARA EL PUEBLO DE DIOS: Solo Mediante La Fe En Cristo Se Puede Entrar (HEBREOS 4).

*La solución de este dilema (De Entrar en el reposo) se presenta en Heb. 4:4-8. La respuesta es que la inmutabilidad del propósito de Dios no ha sido afectada por la anulación de su promesa a Israel; y la conclusión se presenta en el vers. 6: "por lo tanto... falta que algunos entren en él", y en el vers. 9: "por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios". La explicación del dilema demuestra lo que ya se ha presentado en los vers. 1-3: que Dios ha "anunciado" a los cristianos la "promesa de entrar en su reposo", al cual se hace referencia como la "buena nueva" (vers. 2), así como anteriormente lo hizo con el Israel literal, y que los creyentes cristianos están entrando sin duda en el verdadero "reposo" espiritual de Dios.

Los vers. 11-16 equivalen a una aplicación práctica del principio establecido en el tema presentado en los cap. 3:7 a 4:10 que "queda un reposo para el pueblo de Dios" (vers. 9). Esta aplicación práctica a la vida cristiana consta de una triple exhortación: (1) a trabajar para entrar en el "reposo" de Dios, cap. 4:11; (2) a retener "nuestra profesión", vers. 14; y (3) a acercarnos "confiadamente al trono de la gracia", vers. 16. El que haga caso de esta admonición disfrutará del "reposo" del alma que Dios quiere que experimente en esta vida cada cristiano sincero.

*A primera vista parece que los vers. 12 y 13 no tuvieran relación directa con el tema de los cap. 3 y 4; sin embargo, como lo indica la conjunción causal "porque", hay una estrecha y lógica relación. Los vers. 12 y 13 explican cómo evitar el caer en desobediencia (vers. 11) y cómo cesar de las "obras" propias (vers. 10), y presentan el medio que Dios ha proporcionado para capacitar a sus hijos a fin de que entren en su "reposo".

*En el vers. 16 se presenta la conclusión práctica de todo el desarrollo del pensamiento presentado en los cap. 3 y 4. El "reposo" de la gracia de Dios queda para el pueblo de Dios (vers. 9), "acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia".

POR TANTO ENTRAMOS EN EL "REPOSO" DE DIOS cuando consideramos a Jesús (cap. 3:1) y escuchamos su voz (cap. 3:7,15; 4:7), cuando depositamos nuestra fe en él (cap. 4:2-3), cuando desistimos de nuestros propios esfuerzos para ganar la salvación (vers. 10), cuando retenemos nuestra profesión (vers. 14) y cuando nos acercamos al trono de la gracia (vers. 16).

Los que quieran participar de esta experiencia deben librarse de un "corazón malo de incredulidad" (cap. 3:12), deben dejar de endurecer su corazón (cap. 3:8,15; 4:7), y deben esforzarse por entrar en el "reposo" de Dios (cap. 4:11). 

Los que entren en el "reposo" de Dios retendrán su "profesión" (vers. 14). Se acercarán "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (vers. 16).

*La epístola a los Hebreos está dirigida a quienes observaban el sábado y gozaban de sus bendiciones. Este texto contiene una invitación a los cristianos hebreos de darle al reposo sabático semanal una amplitud mayor, a saber, reconocerlo como un símbolo claro del reposo eterno que Dios promete. Esta misma invitación es para los cristianos observadores del sábado en el siglo XX.

Hebreos 4.

EL "REPOSO" QUE QUEDA PARA EL PUEBLO DE DIOS:

Una exhortación a entrar en el "reposo" de Dios mediante la fe en Cristo, 4:1-16.

1. PRUEBA de que permanece la promesa del "reposo", 4: 1-11.

*El reposo de los cristianos se obtiene por medio de la fe.

2. UNA ADMONICIÓN A Encontrar Ese "Reposo" En Cristo, 4:12-16:

Vers. (12-13) El poder de la Palabra de Dios. (14-15) Por medio de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, el Hijo de Dios, sujeto a nuestras debilidades, pero sin pecado, (16) podemos y debemos allegarnos confiadamente al trono de la gracia.

1 TEMAMOS, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:

Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. 4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.

6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones.

8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4).

1. Temamos, pues. Esta misma advertencia resuena en 1 Cor. 10:1-12. Los cristianos, olvidando su propio y grave peligro, pueden sentirse inclinados a mirar en forma crítica la torpeza de aquellos hebreos que no pudieron entrar en Canaán, y también a generaciones posteriores que han fracasado en entrar en el "reposo" espiritual que Dios preparó para Israel como nación (ver com. Heb. 3:11). A partir del cap. 4:1 el autor procede a aplicar la lección derivada de la historia de Israel en el desierto a la iglesia cristiana en los tiempos apostólicos. En principio, los cristianos de hoy corren un peligro semejante y tienen necesidad de recibir la misma admonición a la fidelidad.

Permaneciendo aún la promesa. La promesa de entrar en el "reposo" de Dios no había sido retirada debido a los repetidos errores de Israel. La validez de la promesa permanece y se repite a cada generación.

Su reposo. Ver com. cap. 3:11.

Vosotros. Específicamente los cristianos de origen judío, a quienes se dirigía la epístola; pero lo mismo es seguramente cierto con todos los cristianos.

No haberlo alcanzado. Es decir, fracasar como le sucediera al antiguo Israel que no entró en el "reposo" prometido por Dios.

2. Buena nueva. La frase podría traducirse: "Hemos sido evangelizados como ellos también [lo fueron]". En los tiempos del AT el Evangelio era "predicado" mediante símbolos y ceremonias, con ritos y sacrificios, pero era el mismo Evangelio que poco antes había sido proclamado por Cristo (ver com. Heb. 1:1-2).

No les aprovechó. Si los oyentes al "oír la palabra" no la reciben con fe, no pueden beneficiarse (ver com. Mat. 7:24-27). La efectividad del mensaje personal que dio Cristo también fue limitada por la escasa receptividad de sus oyentes. De Nazaret se dijo: "No hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mat. 13:58).

 La forma en que actúa este principio está claramente ilustrada en la parábola del sembrador (ver com. Mat. 13:3).

Fe. Ver com. cap. 3:12; 11:1.

3. Los que hemos creído. O nosotros los cristianos, especialmente los judíos convertidos que estaban en la iglesia apostólica.

Entramos. O "estamos entrando". La invitación aún es válida. Además, algunos están aceptando la invitación y entran por fe en el "reposo" de Dios.

El reposo. Es decir, el mismo "reposo" al cual ya se ha hecho referencia en cap. 3:11,18; 4:1 (ver com. cap. 3:11). 

El "reposo" en el cual entran los cristianos-que incluye a los judíos convertidos- es el mismo "reposo" espiritual al que Dios había invitado a los israelitas a que entraran: el "reposo" del alma que se produce con la entrega plena a Cristo y con la integración de la vida al propósito eterno de Dios (cf. Isa. 30:15; Jer. 6:16; Mat. 11:29).

De la manera que dijo. El autor acaba de afirmar que los creyentes cristianos están entrando uno por uno en el mismo "reposo" espiritual en el cual tuvo Dios el propósito que entraran los israelitas de antaño, pero del cual se hallaban ahora excluidos como nación. Y comenzando desde este punto presenta hasta el vers. 8 la evidencia sobre la cual basa su conclusión, una conclusión ofensiva para los judíos inconversos y quizá un enigma para muchos, y acaso para la mayoría de los judíos convertidos. 

En el vers. 9 concluye esta sucesión de razonamientos reafirmando la validez de su premisa principal, a saber: que la admisión al "reposo" de Dios es ahora por medio de la fe cristiana como antes lo fue por medio del judaísmo.

El Plan Del Tema De Los Vers. 3-8 Puede Resumirse Así:

1. Dios había jurado que el Israel literal no entraría en su "reposo".

2. A pesar de todo, las "obras" de Dios -aquí su propósito para la humanidad- estaban "acabadas desde la fundación del mundo". En el principio Dios había determinado que los hombres entraran en su "reposo"'; por consiguiente, el juramento de Dios que excluía al antiguo Israel del "reposo" prometido podría parecer, a primera vista, una contradicción a su propósito original. ¿El juramento significa que Dios ha anulado su designio original? ¿O persiste él en un propósito hasta que lo logra?

3. Para probar que Dios alcanza sus propósitos, el autor se refiere (vers. 4) a las "obras"' de la creación. Dios comenzó a crear este mundo; completó sus "obras" de creación, y descansó el séptimo día, lo cual testifica que hubo una creación completa. Nótense las palabras "acabados" y "acabó" en Gén. 2:1-3 y el énfasis que se pone en que se trata de algo completo.

4. Se repite el juramento de Dios de que el antiguo Israel no entraría en su "reposo" (Heb. 4:5) y se establece un paralelo con el pensamiento del vers. 4, de que Dios termina lo que comienza a hacer (vers. 4), tal como lo ilustran las obras terminadas de la creación.

5. Una creación terminada, como lo testifica el descanso de Dios en el séptimo día de la semana de la creación, es una evidencia de la inmutabilidad de los propósitos divinos. Esta es la premisa mayor de Pablo. Su premisa menor es el hecho de que Dios tenía el propósito de que su pueblo escogido entrara en su "reposo", pero que "aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia". Esto lo hace concluir que "falta que algunos entren en él" (vers. 6).

6. Como una nueva evidencia de la validez de su conclusión, el autor se refiere de nuevo en el vers. 7 a las palabras del Sal. 95 para mostrar que el fracaso de generaciones anteriores no había alterado el propósito original de Dios, ni tampoco había anulado la invitación original. Compárese esto con las repetidas invitaciones al gran banquete (ver Luc. 14:16-24).

7. En el vers. 8 extrae la conclusión adicional de la observación del vers. 7: que la mención que hace Dios de "otro día" en el tiempo de David, demuestra que aunque Josué sí le había dado a Israel "reposo" en la tierra literal de Canaán (ver com. cap. 3:11), indudablemente no lo había introducido en el "reposo" espiritual que Dios quería que disfrutara.

8. De acuerdo con el desarrollo del tema presentado en los vers. 3-8, el autor concluye que es seguro que "queda un reposo para el pueblo de Dios" (vers. 9).

Ira. Ver com. cap. 3: 11.

Reposo. Ver com. cap. 3:11.

Aunque. La relación entre las dos declaraciones unidas por esta conjunción se puede traducir libremente así: "A pesar del hecho de que sus planes para este mundo fueron establecidos al comienzo del tiempo, Dios anuló su promesa solemne de 'reposo' para Israel en la tierra prometida". Se da por sentado que Dios no cambia y que llevará a cabo sus planes hasta su plenitud (ver t. IV, p. 36; Mal. 3:6). La inmutabilidad de Dios y la anulación de su promesa a Israel parecen, a primera vista, contradecirse. Lo uno -lo dice el autor implícitamente- parece incompatible con lo otro.

La solución de este dilema se presenta en Heb. 4:4-8. La respuesta es que la inmutabilidad del propósito de Dios no ha sido afectada por la anulación de su promesa a Israel; y la conclusión se presenta en el vers. 6: "por lo tanto... falta que algunos entren en él", y en el vers. 9: "por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios". La explicación del dilema demuestra lo que ya se ha presentado en los vers. 1-3: que Dios ha "anunciado" a los cristianos la "promesa de entrar en su reposo", al cual se hace referencia como la "buena nueva" (vers. 2), así como anteriormente lo hizo con el Israel literal, y que los creyentes cristianos están entrando sin duda en el verdadero "reposo" espiritual de Dios.

Obras. No es una referencia a las "obras" del mundo natural, sino al propósito y al plan de Dios para el hombre que llegó a existir en la creación. En otras palabras, aquí se conciben las "obras" de la creación como que incluyen el propósito de Dios en la creación de esta tierra y su plan para lograr ese propósito. En realidad, las "obras" materiales de la creación dependían, sin duda alguna, del propósito infinito al cual debían contribuir En el vers. 4 se hace referencia especialmente a las "obras" materiales de la semana de la creación.

Acabadas. Gr. gínomai, "llegar a ser". Las obras "vinieron a existir"; fueron "completadas" o "acabadas" en ese tiempo y, por lo tanto, no estaban sujetas a una alteración futura. El mundo material, como salió de las manos del Creador, era un producto perfecto y completo (Gén. 1:31); y las leyes físicas y biológicas que gobiernan el mundo material también "estaban acabadas", es decir, no sujetas a modificaciones o cambios periódicos. Por ejemplo, la gravedad aún actúa como al principio; y la ley de la genética, por la cual cada planta y cada animal se reproduce según su género (ver com. Gén. 1:12), nunca ha sido revocada o enmendada.

La fuerza del argumento de Heb. 4:3-4 es que el propósito original de Dios fue, como parte integral de la semana de la creación, que esta tierra fuera el "reposo" o la "morada" (ver com. cap. 3:11) de una raza de seres justos y felices. La entrada del pecado en el mundo no anuló ese misericordioso propósito, pues el plan de salvación proporcionó un medio por el cual aún podía alcanzarse el plan original a pesar del pecado. Por esta razón, el hecho de que la "buena nueva" (vers. 2) no "aprovechó" al Israel antiguo (vers. 2), y como resultado Dios tuvo que anular la promesa que le había hecho, no podía alterar su decisión fundamental de que "algunos entren en él" (vers. 6).

Fundación del mundo. Osea la creación.

4. En cierto lugar. Una cita de Gén. 2:2.

Séptimo día. Ver com. Gén. 2:1-3.

Reposó. Gr. katapáu, "cesar", "descansar". Este verbo y el sustantivo afín katápausis denotan cesación de trabajo u otra actividad y el estado o condición de inactividad que se produce (ver com. cap. 3:11). La palabra hebrea equivalente, shabath, que se traduce "reposó" en Gén. 2:2, el pasaje que aquí se cita (ver el comentario respectivo), literalmente significa "cesar" de trabajo o de actividad.

Por lo tanto, katapáu y shabath incluyen tanto cesación de actividad previa como el estado de inactividad que sigue a dicha cesación. Ambos aspectos de ese significado fueron reales en el "reposo" de Dios en ese primer día sábado. Cesó de crear y después continuó en un estado de inactividad en lo que respecta a nuevos actos de creación. las "obras" de la creación estuvieron completas en todo respecto, y en aquel primer día sábado -que el Señor estableció como un recordativo de la creación- Dios comenzó su "reposo" de la creación de la tierra. En lo que respecta a nuestro mundo, Dios nunca ha reiniciado la obra de crear de la cual cesó entonces, y tampoco ha anulado o modificado las leyes que estableció para gobernar el mundo natural. El autor de Hebreos enfoca la atención sobre la creación -incluso del mundo natural, de las leyes que lo gobiernan, del hombre, y del propósito de Dios para él y para el mundo- como un acto completo no sujeto a revisiones posteriores. El énfasis que se hace aquí es en la cesación de Dios de una actividad creadora posterior.

El sábado de la semana de la creación fue también el primer día completo de la vida de Adán.  Sus experiencias en ese día fueron un anticipo del "reposo" eterno que le estaba reservado si permanecía leal a Dios. 

Nuestra observancia del séptimo día de la semana como día de reposo, testifica de nuestra fe en el Dios verdadero como el Creador de todas las cosas, y es una expresión visible de esa fe. 

También testifica de nuestro deseo de vivir en armonía con su gran propósito eterno para este mundo implícito en la creación de esta tierra y del hombre para que viviera en ella- y del propósito divino para nosotros como individuos. 

Ver com. Exo. 20:8; Eze. 20:12,20; Isa. 58:13.

Así como permanece inmutable el propósito original de Dios para este mundo -su "reposo"-, de la misma manera permanece inmutable el día de reposo o séptimo día, el día de "reposo" que él estableció como un recordativo de la creación para que no olvidáramos su propósito al crear este mundo. Por eso la observancia del reposo del séptimo día testifica no sólo de la fe en Dios como Creador de todas las cosas, sino también de la fe en su poder para transformar la vida y hacer idóneos a los seres humanos para que entren en ese "reposo" eterno que originalmente fue para los habitantes de esta tierra. De modo que el sábado da testimonio tanto del poder creador como del poder santificador de Dios, y su observancia es un reconocimiento de fe en su poder para crear y volver a crear, o santificar la vida de los seres humanos.

Todas sus obras. En Gén. 2:2 se hace referencia a las "obras" creadas en el mundo natural como se describen en el capítulo anterior.

El séptimo día. Ver com. Gén. 2:1-3.

5. Otra vez. Se repite por tercera vez esta cita (cf. cap. 3:11; 4:3). Todo este tema (cap. 3:7 a 4:10) gira alrededor de que Dios retiró su invitación a entrar en su "reposo". 

Esta cita de Sal. 95:11 se yuxtapone en Heb. 4:4 a la de Gén. 2:2 para poder explicar el significado de la referencia en los vers. 3 y 4 al "reposo" de Dios en el séptimo día de la semana de la creación. El autor introduce la referencia a que las "obras" de Dios han sido "acabadas" (ver com. vers. 3) y al hecho de que el Señor "reposó" (vers. 4.), para probar que el retiro de su promesa al antiguo Israel no fue algo absoluto. En otras palabras, la promesa no fue retirada completamente de todos los seres humanos sino sólo de los que "no entraron por causa de desobediencia" (vers. 6).

Aquí. Es decir, en Sal. 95:11.

Reposo. Ver com. cap. 3:11; cf. com. cap. 4:4.

6. Por lo tanto, puesto que. En el vers. 6 se presenta la conclusión a que se llega en el tema de los vers, 3-5.

Falta. Gr. apoléipo, en voz pasiva "ser dejado", "quedar"; "queda" (NC). La promesa de entrar en el "reposo" de Dios todavía es válida aunque fuera retirada al antiguo Israel.

Que algunos entren. A pesar de la obstinación de los "que no pudieron entrar a causa de incredulidad" (cap. 3:19), finalmente tendrá éxito el plan original de Dios para esta tierra de ser habitada por una raza de seres justos y felices. Pero los que lo hagan, deben entrar por fe en el "reposo" espiritual de Dios, el reposo del alma liberada del pecado y de sus propios esfuerzos para salvarse. Aquí se hace referencia al "reposo" del alma (ver com. cap. 3:11).

En él. Es decir, en el "reposo" del alma.

Aquellos a quienes. Ver com. vers. 2.

Primero se les anunció. O sea la primera proclamación de la invitación evangélica mencionada en el vers. 2.

No entraron. La generación de israelitas que salieron de Egipto "no entraron" en la tierra de la promesa, y los que entraron en la Canaán literal nunca entraron, como nación, en el "reposo" espiritual que Dios tenía para ellos.

 (Ver com. cap. 3:11; t. IV, pp. 32-36).

Por causa de desobediencia. Ver com. cap. 3: 19.

7. Otra vez. En los vers. 7 y 8 el autor añade otro punto para probar su argumento de que permanece un "reposo" para el pueblo de Dios.

Determina. Dios es el que lo "determina" hablando a Israel por medio de David.

Un día. Dios determinó el reinado de David como otro tiempo apropiado para que Israel entrara en su "reposo" (ver t. IV, p. 33). En el texto griego es evidente que "hoy" (semeron)se refiere a "un día". "Vuelve a señalar un día, 'hoy' " (BJ); "de nuevo determina un día, 'hoy' " (BC).

Después de tanto tiempo. No es parte de la cita de Sal. 95:7-8. Entre la época de Josué y la de David transcurrió "tanto tiempo", más de tres siglos.

Por medio de David. O en uno de sus salmos: el 95 (ver com. Heb. 3:7-8). 

Cf. Rom. 11:2.

Como se dijo. Mejor "como se ha dicho antes" (BA); es decir, en un pasaje anterior (cap. 3:7,15).

Hoy. Ver com. cap. 3:7. La promesa de Dios de que entrarían en su "reposo" espiritual, originalmente extendida a los israelitas cuando salieron de Egipto, permanecía aún válida siglos después de que fuera hecha. Aunque a partir de entonces había sido siempre descuidada o rechazada por sucesivas generaciones, aún era válida en los días de David. Además, la invitación de Dios para los israelitas en los días de David, prueba (cap. 4:8) que Josué no había introducido a Israel en el "reposo" espiritual que Dios tenía para ellos como nación (ver com. cap. 3:7).

El "día" de salvación ha sido un día largo. Comenzó cuando Adán cayó, y terminará con la conclusión del tiempo de gracia para la humanidad. Los pecadores le han dado a Dios abundante motivo para que termine el "día" de la gracia (cf. PP 80; DTG 28); pero él es "misericordioso y piadoso... y grande en misericordia" (Exo. 34:6). No quiere "que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2Ped. 3:9).

8. Porque si. Por lo afirmado en el vers. 7 acerca de la renovación de la invitación para entrar en el "reposo" de Dios en el tiempo de David, se llega a la conclusión de que Josué no había dado "reposo" a Israel. Si hubiesen entrado en el "reposo" espiritual que Dios les brindaba como nación en los días de Josué, Dios no les hubiera repetido su invitación en los días de David más de tres siglos más tarde.

Les hubiera dado el reposo. Josué le dio "reposo" literal a Israel o lo introdujo en Canaán, lo comandó en una conquista de éxito y en su establecimiento en una gran parte del territorio del país (ver t. II, pp. 44-46); pero no lo condujo al "reposo" espiritual que Dios le tenía reservado porque no estuvieron dispuestos a entrar (ver com. 3:11).

Hablaría. Una referencia a Sal. 95:7-11.

Después. Después de los días de Josué, en los días de David.

Otro día. El "día" de David, lo que es evidente por el vers. 7 (ver el comentario respectivo). En los días de David y Salomón Israel poseía toda la tierra de Canaán, lo cual es una evidencia de que el "reposo" que aquí se menciona no era la ocupación de Canaán sino la gloriosa misión que Dios quería que desempeñara la nación hebrea.

 (Ver t. IV, pp. 28-32).

9. Por tanto, queda. Ver com. vers. 6. En el vers. 9 se presenta la conclusión a la cual se aludió en el vers. 6, la cual se dedujo de una serie de razonamientos que comienzan en el vers. 3 con el fin de probar la premisa de los vers. 1 y 3. Esos razonamientos pueden resumirse así:

1. El "reposo" de Dios como originalmente le fue prometido al antiguo Israel, incluía: (a) un establecimiento permanente en la tierra de Canaán, (b) una transformación de carácter que haría de la nación un adecuado representante de los principios del reino de Dios, y (c) haría de ellos el agente escogido de Dios para la salvación del mundo (ver t. IV, pp. 28-32; com. cap. 3:11).

2. La generación a la cual originalmente fue hecha la promesa del "reposo", fracasó; no entró en Canaán debido a "incredulidad" (ver com. cap. 3:19) y "desobediencia" (4:6).

3. Josué presidió a la siguiente generación en la entrada a la tierra que se les había prometido (ver com. cap. 3:11), pero como eran espiritualmente duros de cerviz no pudo hacerlos entrar en el "reposo" espiritual que Dios quería que disfrutaran.

 (Ver com. cap. 4:7-8).

4. La misma promesa fue repetida en los días de David (vers. 7). Esto demuestra que Israel aún no había entrado en el "reposo" espiritual, y también que su fracaso en los días de Moisés y de Josué no había invalidado la promesa original.

5. Es seguro el cumplimiento final de los propósitos de Dios a pesar del fracaso de sucesivas generaciones. (Ver com. vers. 3 y 4).

6. El autor suplica fervientemente al pueblo de Dios de los días apostólicos que entre "en aquel reposo" (vers. 11,16). Es una comprobación más de que continuaba la validez de la invitación y de que el pueblo de Dios no había entrado en conjunto en ese "reposo" ni aun en los tiempos apostólicos.

7. En conclusión, continúa la validez de la promesa de entrar en el "reposo" espiritual de Dios (vers. 6 y 9), y los cristianos deben procurar "entrar en aquel reposo" (vers. 11).

Debe notarse que el "reposo" que queda en los tiempos del cristianismo es el mismo "reposo" espiritual prometido originalmente a Israel (ver com. vers. 3). Es evidente que si "queda" es porque antes existió.

Reposo. Gr. sabbatismós, "descanso de sábado", "reposo sabático". Esta es la única vez que aparece esta palabra en la Biblia. No aparece en los escritos extrabíblicos sino en una obra de Plutarco (Moralia, 166A) y en escritos de los siglos II y III. Por esto algunos han pensado que el autor de Hebreos pudo haber acuñado la palabra. Sin embargo, el sentido no es discutido. La derivación de Sabbatismós es clara.

En el AT se emplea 70 veces el verbo shabath, "cesar" o "reposar". De esas veces, 7 tienen que ver con reposar el día sábado; las restantes 63 se refieren a otras formas de cesar o reposar Como ejemplos de este segundo uso, pueden citarse: Gén. 8:22; Jos. 5:12; Neh. 6:3; Lam. 5:14; Isa. 14:4; 24:8; 33:8.

El sustantivo shabbath, derivado del verbo shabath, significa "reposo" o "día de reposo", y aparece en el AT 101 veces. Generalmente designa el día de reposo semanal, el séptimo de la semana, o sea sábado. De tener un sentido general, "reposo", pasó a tener un sentido específico, "sábado". También se emplea la palabra shabbath para referirse a la semana, un período de siete días que concluye con el sábado. En algunos casos, se usa shabbath como designación del año sabático, el año cuando la tierra debía descansar (Lev. 25:6; 26:34,43; 2Crón. 36:21).

Un derivado de shabbath, la palabra shabbathon, se usa 10 veces, generalmente en la construcción shabbath shabbathon, a veces traducida como "sábado de reposo" en la RVA. Designa por lo general a las "fiestas sabáticas": el día de la expiación (Lev. 16:31; 23:32); la fiesta de las trompetas (Lev. 23:24); al primero y último día de la fiesta de los tabernáculos (Lev. 23:39). También se aplica al año sabático (Lev 25:45) y al día de reposo semanal (Exo. 16:23; 31:15; 35:2). La LXX, en idioma griego, emplea la palabra sábbaton para designar al sábado, día de reposo semanal. 

También se usa sábbaton en el NT, aunque a veces tiene la forma plural sábbata con sentido singular (ver com. Mat. 28:1 y Col. 2:16). Siempre se refiere al día sábado o a la semana, período de siete días que culmina con el sábado.

El verbo griego sabbatíz, "sabatizar", si se quiere, o mejor, "guardar el sábado"; deriva de sábbaton. No aparece en el NT. Se usa siete veces en la LXX como traducción de shabath, "cesar", "descansar". 

Una vez se refiere a reposar el sábado semanal (Exo. 16:30); una vez a reposar el día de la expiación (Lev. 23:32); cinco veces se relaciona con el reposo de la tierra durante el año sabático (Lev. 26:34-35; 2Crón. 36:21).

La palabra sabbatismós, "descanso sabático", deriva de sabbatíz. Es evidente su derivación del original hebreo shabath, "cesar". Pero su derivación más cercana es de sábbaton, "sábado", por lo cual refleja mejor el contenido de esa palabra que el del original hebreo shabath. Por esto, el sentido de sabbatismós es claro: "descanso de sábado" o "reposo sabático".

Hasta aquí, el autor de Hebreos ha usado el verbo katapáuo y el sustantivo katápausis para referirse al descanso al cual deben aspirar sus lectores (cap. 4:1, 3-4, 5, 8). Este es el reposo de Dios, al cual los israelitas bajo Josué no entraron, pero que todavía está abierto a los que creen. Katapáuo y katápausis se usan en el AT como traducción de shabath, "cesar". Son palabras ricas en sentido. Pero en el vers. 9, se usa una nueva palabra: sabbatismós, "reposo sabático", que aunque sinónima de la primera, tiene un contenido más amplio que el de katápausis.

Sabbatismós, que se refiere específicamente al descanso "sabático", sugiere un reposo especial, no sólo la cesación de las actividades. Este reposo que Dios promete a los fieles tiene, como el día sábado, ribetes de bendición (Gén. 2:2-3; Isa. 58:13-14), de redención (Deut. 5:15) y de santificación (Eze. 20:20). El descanso que ofrece Dios es el que cada semana miran por la fe los que observan el día de reposo ordenado por Dios. Este texto sugiere la importancia cósmica del día sábado, como símbolo del reposo eterno que Dios quiere que tengan los suyos.

Corresponde notar que en el vers. 3, el autor insta a que "entremos" al descanso, como si no hiciera falta esperar a la eternidad para gozar del reposo que Dios ofrece.

El reposo simbolizado por el "reposo sabático" es el reposo de la gracia (ver Material Suplementario de EGW, com. Heb. 4:9; cf. CS 295). Ese es el "verdadero reposo de la fe" (DMJ 9).

ENTRAMOS EN EL "REPOSO" DE DIOS cuando consideramos a Jesús (cap. 3:1) y escuchamos su voz (cap. 3:7,15; 4:7), cuando depositamos nuestra fe en él (cap. 4:2-3), cuando desistimos de nuestros propios esfuerzos para ganar la salvación (vers. 10), cuando retenemos nuestra profesión (vers. 14) y cuando nos acercamos al trono de la gracia (vers. 16).

Los que quieran participar de esta experiencia deben librarse de un "corazón malo de incredulidad" (cap. 3:12), deben dejar de endurecer su corazón (cap. 3:8,15; 4:7), y deben esforzarse por entrar en el "reposo" de Dios (cap. 4:11). Los que entren en el "reposo" de Dios retendrán su "profesión" (vers. 14). Se acercarán "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (vers. 16).

Algunos han pensado que en este pasaje Pablo indica que los cristianos deben dejar de guardar el sábado semanal, propio de los judíos, y pensar, en cambio, en entrar en el reposo cósmico y espiritual de Dios. Esta interpretación carece de base. El pasaje simplemente emplea una figura, la del reposo de sábado, con todas sus bendiciones y símbolos, para ilustrar la idea del reposo de Dios.

La epístola a los Hebreos está dirigida a quienes observaban el sábado y gozaban de sus bendiciones. Este texto contiene una invitación a los cristianos hebreos de darle al reposo sabático semanal una amplitud mayor, a saber, reconocerlo como un símbolo claro del reposo eterno que Dios promete. Esta misma invitación es para los cristianos observadores del sábado en el siglo XX.

Pueblo de Dios. Es decir, los cristianos que ahora son el pueblo escogido de Dios como lo fue antiguamente el pueblo de Israel (Exo. 19:5-6; 1 Ped. 2:9-10; ver t. IV, pp. 37-38).

10. El que ha entrado. Mejor "quien entró; es decir, cualquiera del "pueblo de Dios" (vers. 9). La sintaxis griega aclara que algunos ya entraron en el "reposo" de Dios.

Reposo. Gr. katápausis (ver com. cap. 3:11), que es diferente de sabbatismós (vers. 9); sin embargo, el contexto demuestra que ambos vocablos se refieren a lo mismo (ver com. vers. 9). Es evidente que el "reposo" que queda (vers. 9) es el mismo "reposo" del vers. 10, en el cual entra el creyente cristiano.

La conjunción causal "porque" del vers. 10 une dos oraciones o elementos análogos, hace que el vers. 10 dependa del vers. 9 y también la conclusión a la cual se llega.

También. Es decir, además de Dios o en la misma manera.

Ha reposado. Gr. katapaú, el mismo verbo que se traduce como "reposó" en el vers. 4 y "dado el reposo" en el vers. 8 (ver com. cap. 3:11). Aunque la traducción "ha cesado" (VM) oscurece la relación entre esta afirmación y otros casos en que aparecen katapaú y katápau, y katápausis en los cap. 3 y 4, sin embargo corresponde con más propiedad con el pensamiento del vers. 10 porque destaca la idea de cesación de "obras" más que de continuar en un estado de "reposo" después de esa cesación.

Sus obras. Al entrar en el "reposo" de Dios -que significa confianza en la gracia salvadora de Jesucristo-, el cristiano necesariamente ya ha "cesado" de tratar de alcanzar la justicia por sus propias obras. El autor también puede tener en cuenta el "reposo" cristiano de las "obras" del pecado, obras que impidieron que entraran en la tierra prometida los israelitas que fueron liberados de Egipto, y que más tarde le cerraron el paso a otras generaciones para que no entraran en el "reposo" espiritual de Dios (ver com. cap. 3:8-9; 4:8).

11. Procuremos. "Seamos celosos", "hagamos todo esfuerzo". Para entrar en el "reposo" de Dios es necesario hacer esfuerzos diligentes, determinados.

Pues. Los vers. 11-16 equivalen a una aplicación práctica del principio establecido en el tema presentado en los cap. 3:7 a 4:10 que "queda un reposo para el pueblo de Dios" (vers. 9). Esta aplicación práctica a la vida cristiana consta de una triple exhortación: (1) a trabajar para entrar en el "reposo" de Dios, cap. 4:11; (2) a retener "nuestra profesión", vers. 14; y (3) a acercarnos "confiadamente al trono de la gracia", vers. 16. El que haga caso de esta admonición disfrutará del "reposo" del alma que Dios quiere que experimente en esta vida cada cristiano sincero.

Reposo. Gr. katápausis (ver com. cap. 3:11).

Para que ninguno. El que se esfuerza de todo corazón para "entrar en aquel reposo", evita el abismo de incredulidad en que cayó el antiguo Israel.

Caiga. Lo opuesto a entrar. Si los antiguos israelitas "cayeron en el desierto" (3:17), quiere decir que habían salido de Egipto con el propósito de entrar en la tierra prometida. Cuando un hombre no alcanza el "reposo" de Dios, se deduce que una vez tuvo el propósito de entrar en él. Los cristianos tibios de hoy día son los que caen ahora "en semejante ejemplo de desobediencia". En la parábola del sembrador hay claras advertencias acerca de esta dificultad (ver com. Mat. 13: 5-7).

Semejante ejemplo. Es decir, el ejemplo de elección del antiguo Israel y su destino: primero en Cades-barnea y posteriormente cuando se estableció en la tierra prometida.

Desobediencia. Ver com. cap. 3:19.

12. Porque. A primera vista parece que los vers. 12 y 13 no tuvieran relación directa con el tema de los cap. 3 y 4; sin embargo, como lo indica la conjunción causal "porque", hay una estrecha y lógica relación. Los vers. 12 y 13 explican cómo evitar el caer en desobediencia (vers. 11) y cómo cesar de las "obras" propias (vers. 10), y presentan el medio que Dios ha proporcionado para capacitar a sus hijos a fin de que entren en su "reposo".

Palabra. Gr. logos (ver com. Juan 1:1). La "palabra" a la cual se hace referencia es la misma que fue "anunciada" tanto al antiguo Israel como a los cristianos, y fue oída por ambos (Heb. 4:2), especialmente en cuanto a la invitación para entrar en el "reposo" de Dios. Como es claro en el vers. 2, esta "palabra" se hace equivaler con el mensaje de la "buena nueva"; y en sentido más genérico, la "palabra" del vers. 12 podría pensarse que incluye todos los escritos del Canon Sagrado, pues toda la Biblia es la "Palabra" de Dios y presenta la "buena nueva" de Jesucristo.

Viva. Se necesita una fuerza viviente y activa para crear en el hombre un corazón nuevo y renovar un espíritu recto dentro de él (cf. Sal. 51:10). La "palabra" de Dios es viva, imparte vida. Así sucedió en la obra de la creación (Sal. 33:6,9) y así sucede en la nueva creación de la imagen de Dios en el alma del hombre. Cristo, la Palabra encarnada (o "Verbo"), también tiene vida en sí mismo (Juan 1:4,12; 5:26). La "palabra de Dios" es la fuerza que da poder en y para la conversión. El cristiano renace "por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1Ped. 1:23).

Eficaz. Gr. energes "efectiva", "activa", "poderosa" (cf. com. 1 Cor. 12:6). La palabra "energía" deriva de energes. En la "palabra" de Dios hay poder para transformar a pecadores en santos.

Más cortante. En el resto del vers. 12 se explica por qué es tan cortante esa espada. La "palabra" de Dios es viva, eficaz y cortante: puede cumplir plenamente su obra en beneficio de la humanidad (ver Isa. 46:10; 55:10-11).

Espada de dos filos. Ver Efe. 6:17; com. Apoc. 1:16.

Penetra hasta partir. Mejor "penetra hasta la división del alma y del espíritu" (BA, BC, NC); "penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu" (BJ).

El alma y el espíritu. Gr. psuje, "alma", "vida" (ver com. Mat. 10:28) y pnéuma, "espíritu", "aliento" (ver com. Luc. 8:55). Esta expresión y "las coyunturas y los tuétanos" se usan en sentido figurado. La división entre "el alma y el espíritu" y "las coyunturas y los tuétanos" describe hasta dónde penetra la "palabra" de Dios. El valor de esta figura de lenguaje radica en que "vida" y "aliento" son, por lo menos para los propósitos prácticos, inseparables.

Las coyunturas y los tuétanos. Es de presumir que en la figura de lenguaje también sean prácticamente inseparables.

Discierne. Gr. kritikós, "capaz de discernir", "capaz de juzgar", "capaz de discriminar"; es decir, que posee la facultad de discernimiento o discriminación. 

La palabra "crítica" deriva de kritikós. Mediante una respuesta favorable a la impresión hecha en la conciencia por la "palabra" de Dios, el sincero cristiano evita caer en "desobediencia", abandona sus propias "obras" y entra en el "reposo" de Dios (vers. 6, 10-11; cf. cap. 3:10,12).

Los pensamientos y las intenciones. O "pensamientos y motivos"; "sentimientos y pensamientos" (BJ, BC). Como una espada cortante que separa "coyunturas" y "tuétanos", los claros principios de la "palabra de Dios" disciernen entre buenos y malos pensamientos, entre motivos correctos e incorrectos.

Corazón. Es decir, la mente.

13. Cosa creada. Sin duda se trata del hombre del vers. 12, cuyos pensamientos y motivos han sido juzgados por la "palabra" de Dios. Los hombres pueden juzgar teniendo en cuenta únicamente las palabras de otro y sus hechos; pero la "palabra" de Dios penetra mucho más allá de las palabras y acciones humanas; llega hasta el lugar donde se originan y juzga teniendo en cuenta lo que ocurre en la mente. "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Sam. 16:7).

No sea manifiesta en su presencia. O quede "oculta delante de él". Nadie puede ocultarle a Dios sus pensamientos y motivos. No importa cómo intente hacerlo, es imposible huir de Dios (cf. Sal. 139:7-10).

Todas las cosas. Es decir, los pensamientos y motivos de cada hombre.

Desnudas y abiertas. O "descubiertas y expuestas". Nada puede ocultarse de la presencia de Dios.

Aquel a quien tenemos que dar cuenta. La comprensión de que debe dar cuenta de las palabras y los hechos ante un Juez que todo lo discierne, puede hacer sensato al pecador más endurecido. 

Este conocimiento debería impulsar a quien se llama cristiano a prestar la más completa atención a sus pensamientos y motivos. Cf. Rom. 14:10-12; 2Cor. 5:10.

14. Por tanto. Es decir, en vista de que "la palabra de Dios" discierne la naturaleza de los pensamientos y motivos de un hombre y que nada concerniente a nosotros está oculto de Dios (vers. 12-13), y más particularmente porque tenemos un "sumo sacerdote" compasivo y que simpatiza con nosotros, y que sufrió los mismos problemas que tenemos que enfrentar (cap. 2:17; 4:15).

Sumo sacerdote. Ver com. cap. 2:17. Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote es el tema de Hebreos (ver p. 404). 

Después de presentarse a Cristo en esa función (cap. 3:1), los cap. 3 y 4 desarrollan el concepto de nuestra necesidad de su ministerio en los atrios celestiales y de la experiencia del "reposo" del alma que se alcanza cuando nos apropiamos de ese ministerio. Los cap. 5-10 tratan diversos aspectos del ministerio de Cristo a nuestro favor. El sistema cristiano de salvación por la fe tiene su centro en la persona de Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote.

Traspasó. Literalmente "que ha pasado a través"; "penetró" (BJ, NC). Significa sin duda alguna que pasó a través del cielo atmosférico y el estelar. 

Ver Hech. 1:9; cf. com. Gen.: 8.

Jesús. Ver com. Mat. 1:1 .

Hijo de Dios. Ver com. Luc. 1:35; Juan 1:14; 3:16.

Retengamos. Gr. kratéo, "aferrarse", "conservar", como si se tratara de la propia vida.

Cristo es digno de toda nuestra fe y nuestra confianza, y no debemos permitir que nada se interponga entre nosotros y él (ver com. Rom. 8:38-39). 

Ver com. Mat. 24:13; Heb. 10:35-36.

Nuestra profesión. Ver com. cap. 3:1.

15. Compadecerse. Gr. sumpathéo, "simpatizar", literalmente "sufrir o padecer junto con". Cristo simpatiza completamente con el cristiano sincero que tiene que enfrentarse a menudo con problemas y dificultades, porque él sufrió en su propia naturaleza humana -pero sin pecar- las debilidades que son inherentes al género humano. Uno de los propósitos de la encarnación fue que la Deidad se acercara tanto a la humanidad, que pudiera experimentar las mismas debilidades y problemas de los cuales participamos nosotros. Cuando Cristo lo hizo, quedó capacitado para llegar a ser nuestro Sumo Sacerdote y representarnos ante el Padre.

Debilidades. La forma negativa en que se expresa esta declaración la destaca aún más de lo que hubiera hecho una declaración afirmativa.

En todo. O en toda clase de tentaciones. En cuanto a algunas de las formas en que fue tentado Jesús, ver com. Mat. 4:1-11, cf. DTG 638-644. En una forma misteriosa que no podemos comprender, nuestro Señor soportó todo el peso de cada tentación imaginable que "el príncipe de este mundo" (Juan 12:31) pudo poner sobre él, pero sin que en el menor grado, ni aun con un pensamiento, cediera ante cualquiera de ellas (ver Juan 14:30). Satanás no encontró en Jesús nada que obedeciera a sus astutas tentaciones (ver DTG 98; com. Heb. 2:18).

Según nuestra semejanza. En todos los respectos -excepto en el pecado- se hizo uno con nosotros (ver t. V, pp. 895-896; com. Fil. 2:6-8).

Sin pecado. Aquí radica el insondable misterio de la perfecta vida de nuestro Salvador. La naturaleza humana fue conducida por primera vez a la victoria sobre su tendencia natural al pecado, y a causa de la victoria de Cristo sobre el pecado nosotros también podemos triunfar sobre él (ver com. Rom. 8:1-4). En él podemos ser "más que vencedores" (Rom. 8:37), pues Dios "nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15:57) tanto sobre el pecado como sobre su paga o consecuencia: la muerte (ver com. Gál. 2:20).

16. Acerquémonos, pues. En el vers. 16 se presenta la conclusión práctica de todo el desarrollo del pensamiento presentado en los cap. 3 y 4. El "reposo" de la gracia de Dios queda para el pueblo de Dios (vers. 9), "acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia".

Confiadamente. Gr. parresía, que se traduce como "confianza" en cap. 3:6 (ver el comentario respectivo; cf. cap. 10:35). Nos acercamos con confianza no porque Dios tenga una deuda con nosotros, sino porque él ofrece gratuitamente su gracia a todos los que la buscan.

Trono de la gracia. Esto es, un trono que se caracteriza por la calidad de la gracia que ofrece (ver com. Rom. 3:24; 1 Cor. 1:3). El cristiano tiene la máxima oportunidad del libre acceso "al trono de la gracia" de un Padre amante, en vez de hacer vanos y difíciles intentos para ganar la salvación por medio de un riguroso cumplimiento del sistema legal del judaísmo o de cualquier otro sistema de justificación por las obras.

Obtener misericordia. O un seguro perdón de los pecados (ver com. Juan 1:9). Delante del trono del juicio todos hallarán una estricta justicia no atemperada por la misericordia. La única esperanza del pecador es la misericordia de Dios que se ofrece mientras dure el tiempo de gracia.

Gracia. Gr. járis (ver com. Juan 1:14; Rom. 1:7; 3:24; 1 Cor. 1:3).

Para el oportuno socorro. Osea en el tiempo de la tentación. Necesitamos la gracia para soportar las penas y los sufrimientos, y también para vencer la tentación. El que cultiva el hábito de presentarse cada día ante el "trono de la gracia" para recibir una nueva y fresca porción de la misericordia y de la gracia de Dios, entra en el "reposo" del alma que Dios proporciona a todo creyente fiel. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

3. PP 107. En cuanto se refiere a este mundo, la obra de la creación de Dios está terminada, pues fueron "acabadas las obras desde el principio del mundo." (Heb. 4:3). Pero su energía sigue ejerciendo su influencia para sustentar los objetos de su creación. Una palpitación no sigue a la otra, y un hálito al otro, porque el mecanismo que una vez se puso en marcha continúe accionando por su propia energía inherente; sino que todo hálito, toda palpitación del corazón es una evidencia del completo cuidado que tiene de todo lo creado Aquel en quien "vivimos, y nos movemos, y somos." (Hech. 17:28). No es en virtud de alguna fuerza inherente que año tras año la tierra produce sus abundantes cosechas y que continúa su movimiento alrededor del sol.

La mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los cielos. "El saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud." (Isa. 40:26). En virtud de su poder la vegetación florece, aparecen las hojas y las flores se abren. Es él quien "hace a los montes producir hierba," 108 por su poder los valles se fertilizan. Todas las bestias de los bosques piden a Dios su alimento, y toda criatura viviente, desde el diminuto insecto hasta el hombre, dependen diariamente de su divina providencia. Según las hermosas palabras del salmista: "Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, hártanse de bien."Su Palabra controla los elementos, él cubre los cielos de nubes y prepara la lluvia para la tierra. "El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza." "A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos." (Sal. 147:8, 16; 104:27, 28; Jer. 10:13.)

7. PVGM 223. NUNCA PODREMOS, SER SALVADOS EN LA INDOLENCIA Y LA INACTIVIDAD. Una persona verdaderamente convertida no puede vivir una vida inútil y estéril. No es posible que vayamos al garete y lleguemos al cielo. Ningún holgazán puede entrar allí. Si no nos esforzamos para obtener la entrada en el reino, si procuramos fervientemente aprender lo que constituyen las leyes de ese reino, no estamos preparados para tener una parte en él. Los que rehúsan cooperar con Dios en la tierra, no cooperarían con él en el cielo. No sería seguro llevarlos al cielo.

Hay Más Esperanza Para Los Publicanos Y Pecadores, Que Para Los Que Conocen La Palabra De Dios Pero Rehúsan Obedecerla. El que se ve a sí mismo como pecador, sin ningún manto que cubra su pecado, que sabe que está corrompiendo su alma, su cuerpo y su espíritu ante Dios, se alarma para no quedar eternamente separado del reino de los cielos.  Comprende su condición enfermiza, y busca salud del gran Médico que dijo: "Al que a mí viene, no le echo fuera". Juan 6:37. A esas almas las puede usar el Señor como obreros en su viña.

EL HIJO QUE DURANTE UN TIEMPO REHUSÓ OBEDECER LA ORDEN DE SU PADRE no fue condenado por Cristo, ni tampoco alabado.  Las personas representadas por el primer hijo, que rehusó obedecer, no merecen alabanza por tal actitud.  Su franqueza no debe ser considerada como una virtud.  Santificada por la verdad y la santidad, ella los haría intrépidos testigos de Cristo; pero usada como lo es por el pecador, es insultante y desafiante, y se aproxima a la blasfemia.

El hecho de que un hombre no sea hipócrita, no amengua en absoluto su condición de pecador. Cuando las exhortaciones del Espíritu Santo llegan al corazón, nuestra única seguridad reside en responder a ellas sin demora. Cuando llega el llamamiento: "Ve hoy a trabajar en mi viña", no rechacéis la invitación. 

"Si oyerais su voz hoy, no endurezcáis vuestros corazones". Hebreos 4:7.

ES PELIGROSO DEMORAR LA OBEDIENCIA. Quizá no oigamos otra vez la invitación. 224 Y nadie se lisonjee pensando que los pecados acariciados por un tiempo pueden ser fácilmente abandonados en alguna ocasión futura. Esto no es así. Cada pecado acariciado debilita el carácter y fortalece el hábito; y el resultado es una depravación física, mental y moral. Podéis arrepentiros del mal que habéis hecho, y encaminar vuestros pies por senderos rectos; pero el amoldamiento de vuestra mente y vuestra familiaridad con el mal, os harán difícil distinguir entre lo correcto y lo erróneo.  Mediante los malos hábitos que hayáis formado, Satanás os asaltará repetidas veces.

9-10. DTG 177. Jesús dijo: "Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro." Todos los días son de Dios y apropiados para realizar sus planes en favor de la familia humana. Si la interpretación que los judíos daban a la ley era correcta, entonces era culpable Jehová cuya obra ha vivificado y sostenido toda cosa viviente desde que echó los fundamentos de la tierra. Entonces el que declaró buena su obra, e instituyó el sábado para conmemorar su terminación, debía hacer alto en su labor y detener los incesantes procesos del universo.

¿Debía Dios Prohibir Al Sol Que Realizase Su Oficio En 177 Sábado, Suspender Sus Agradables Rayos Para Que No Calentasen La Tierra Ni Nutriesen La Vegetación? ¿Debía El Sistema De Los Mundos Detenerse Durante El Día Santo? ¿Debía Ordenar A Los Arroyos Que Dejasen De Regar Los Campos Y Los Bosques, Y Pedir A Las Olas Del Mar Que Detuviesen Su Incesante Flujo Y Reflujo? ¿Debían El Trigo Y La Cebada Dejar De Crecer, Y El Racimo Suspender Su Maduración Purpúrea? ¿Debían Los Árboles Y Las Flores Dejar De Crecer O Abrirse En Sábado?

En tal caso, el hombre echaría de menos los frutos de la tierra y las bendiciones que hacen deseable la vida. La naturaleza debía continuar su curso invariable. Dios no podía detener su mano por un momento, o el hombre desmayaría y moriría.

Y el hombre también tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día.

EL SANTO DÍA DE REPOSO DE DIOS FUE HECHO PARA EL HOMBRE, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día.

Lo que se demanda a Dios en sábado es aún más que en los otros días. Sus hijos dejan entonces su ocupación corriente, y dedican su tiempo a la meditación y el culto. Le piden más favores el sábado que los demás días. Requieren su atención especial. Anhelan sus bendiciones más selectas. Dios no espera que haya transcurrido el sábado para otorgar lo que le han pedido.

La obra del cielo no cesa nunca, y los hombres no debieran nunca descansar de hacer bien.

El Sábado, No Está Destinado A Ser Un Período De Inactividad Inútil.

La Ley Prohíbe El Trabajo Secular En El Día De Reposo Del Señor;

Debe Cesar El Trabajo Con El Cual Nos Ganamos La Vida;

Ninguna Labor Que Tenga Por Fin El Placer Mundanal O El Provecho Es Lícito En Ese Día;

Pero Como Dios Abandonó Su Trabajo De Creación Y Descansó El Sábado Y Lo Bendijo, El Hombre Ha De Dejar Las Ocupaciones De Su Vida Diaria, Y Consagrar Esas Horas Sagradas Al Descanso Sano, Al Culto Y A Las Obras Santas.

LA OBRA QUE HACÍA CRISTO AL SANAR A LOS ENFERMOS ESTABA EN PERFECTA ARMONÍA CON LA LEY. Honraba el sábado. Jesús aseveró tener derechos iguales a los de Dios mientras 178 hacía una obra igualmente sagrada, del mismo carácter que aquella en la cual se ocupaba el Padre en el cielo. Pero esto airó aún más a los fariseos. No sólo había violado la ley, a juicio de ellos, sino que al llamar a Dios "mi Padre," se había declarado igual a Dios. Toda la nación judía llamaba a Dios su Padre, y por lo tanto no se habrían enfurecido si Cristo hubiese dicho tener esa misma relación con Dios. Pero le acusaron de blasfemia, con lo cual demostraron entender que él hacía este aserto en su sentido más elevado.

11. 2JT 306. El escéptico y el incrédulo rechazan la Palabra de Dios por que no pueden sondear todos sus misterios; y no todos los que 306 profesan creer la Biblia están seguros contra esa tentación. Dice el apóstol: "Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo." (Heb. 3:12.) Los intelectos que se han acostumbrado a criticar, dudar y cavilar porque no pueden sondear los propósitos de Dios caerán "en semejante ejemplo de desobediencia." (Heb. 4:11.) Es correcto estudiar detenidamente la enseñanza de la Biblia y escudriñar las cosas profundas de Dios hasta donde se revelan en las Escrituras. Si bien "las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios," "las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre." (Deut. 29:29.)

Pero la obra de Satanás consiste en pervertir las facultades investigadoras de la mente. Se mezcla cierto orgullo con la consideración de la verdad bíblica de manera que los hombres se sienten derrotados e impacientes si no pueden explicar toda porción de la Escritura a su satisfacción. Es demasiado humillante para ellos reconocer que no entienden las palabras inspiradas. No están dispuestos a aguardar pacientemente hasta que Dios vea propio revelarles la verdad. Piensan que su sabiduría humana, sin ayuda alguna, es suficiente para permitirles comprender la Escritura; y al fracasar en ello, niegan virtualmente su autoridad.

Es cierto que muchas teorías y doctrinas popularmente creídas como enseñanza de la Biblia, no tienen fundamento en la Escritura, y son a la verdad contrarias a todo el tenor de la inspiración. Estas cosas han sido causa de duda y perplejidad para muchas mentes. Sin embargo, no son imputables a la Palabra de Dios, sino a la perversión que el hombre le ha hecho sufrir. Pero las dificultades que hay en la Biblia no arrojan sombra sobre la sabiduría de Dios; no causarán la ruina de nadie que no habría sido destruido aun cuando no existiesen dificultades tales. Aun cuando no hubiese en la Biblia misterios que poner en duda, la propia falta de discernimiento espiritual de esas mentes les habría hecho hallar causa de tropiezo en los más claros asertos de Dios. 307

12-13. 2JT 38. Cuando los miembros individuales de la iglesia obren como verdaderos seguidores del manso y humilde Salvador, entonces será menos común encubrir y excusar el pecado. Todos se esforzarán por obrar como en la presencia de Dios. Comprenderán que su ojo que todo lo ve, está siempre sobre ellos, y que él discierne el pensamiento más secreto. El carácter, los motivos, los deseos y propósitos, son tan claros como la luz del sol para los ojos del Omnipotente. Pero pocos tienen esto presente. La inmensa mayoría no comprende cuán terrible cuenta tendrán que dar en el tribunal de Dios todos los transgresores de su ley.

¿Podéis conformaros con un nivel bajo vosotros los que habéis profesado recibir tan grande luz? ¡Oh, cuán ferviente y constantemente debemos procurar la presencia divina, y comprender las solemnes verdades de que el fin de todas la cosas se acerca y de que el Juez de toda la tierra está a la puerta! ¿Cómo podéis despreciar sus justos y santos requerimientos? ¿Cómo podéis transgredir ante la misma faz de Jehová? ¿Cómo podéis albergar pensamientos profanos y bajas pasiones en plena vista de los ángeles puros y del Redentor que se dio a sí mismo por vosotros para redimiros de toda iniquidad y purificaros como pueblo peculiar, celoso de buenas obras? Mientras contempléis este asunto a la luz que resplandece de la cruz de Cristo, ¿no os parecerá el pecado demasiado mezquino y peligroso para participar en él cuando estáis en los mismos umbrales del mundo eterno? 39

14-16. DTG 138. CUANDO LOS JUDÍOS SELLARON SU DECISIÓN DE RECHAZAR A CRISTO ENTREGÁNDOLE A LA MUERTE, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador.

AL DAR MUERTE A CRISTO, LOS JUDÍOS DESTRUYERON VIRTUALMENTE SU TEMPLO. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.

"EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ." A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer, y se 138 regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. "Despojando los principados y las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo." (Colosenses 2:15).

EN VIRTUD DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN, PASÓ A SER "MINISTRO DEL SANTUARIO, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.' (Hebreos 8:2). Los hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construido por arquitecto humano. "He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio." (Zacarías 6:12,13).

EL CEREMONIAL DE LOS SACRIFICIOS QUE HABÍA SEÑALADO A CRISTO PASÓ: pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo.

CESÓ EL SACERDOCIO TERRENAL, PERO MIRAMOS A JESÚS, MEDIADOR DEL NUEVO PACTO, y "a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel." "Aún no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.... Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, . . . por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.' (Hebreos 12:24; 9:8-12). "Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.' (Hebreos 7:25).

AUNQUE EL MINISTERIO HABÍA DE SER TRASLADADO DEL TEMPLO TERRENAL AL CELESTIAL, aunque el santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.' (Mateo 28:20). Aunque delega su poder a ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su iglesia. "Por tanto, teniendo un gran Pontífice,. . . Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos 139 un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4:14-16).

15-16. CS 395. Lo que los discípulos habían anunciado en nombre de su 395 Señor, era exacto en todo sentido, y los acontecimientos predichos estaban realizándose en ese mismo momento. "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios," había sido el mensaje de ellos. Transcurrido "el tiempo" -las sesenta y nueve semanas del capítulo noveno de Daniel, que debían extenderse hasta el Mesías, "el Ungido"- Cristo había recibido la unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el "reino de Dios" que habían declarado estar próximo, fue establecido por la muerte de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les había enseñado a creer. No era tampoco el reino venidero e inmortal que se establecerá cuando "el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del Altísimo;" ese reino eterno en que "todos los dominios le servirán y le obedecerán a él." (Daniel 7: 27, V.M.) La expresión "reino de Dios," tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. El reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epístola a los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede "compadecerse de nuestras flaquezas," el apóstol dice: "Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia." (Hebreos 4:16.) El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino. En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, "el reino de los cielos," para designar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres.

Asimismo el trono de la gloria representa el reino de la gloria y es a este reino al que se refería el Salvador en las palabras: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y serán reunidas delante de él todas las gentes." (Mateo 25: 31, 32.) Este reino está aún por venir. No quedará establecido sino en el segundo advenimiento de Cristo. 396

Ministerio Hno. Pio 


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