HACE
ALREDEDOR DE (20) SIGLOS que los apóstoles descansan de sus labores;
pero la historia de sus fatigas y sacrificios por la causa de Cristo se
encuentra todavía entre los más preciosos tesoros de la iglesia. Dicha
historia, escrita bajo la dirección del Espíritu Santo, fue registrada a fin de
que por ella los seguidores de Cristo de todas las épocas fuesen inducidos a
empeñarse con mayor celo y fervor en la causa del Salvador.
Los discípulos
cumplieron la comisión que Cristo les dio. A medida que esos mensajeros de la
cruz salían a proclamar el Evangelio, se manifestaba tal revelación de la
gloria de Dios como nunca antes habían visto los mortales. Por medio de la
cooperación del Espíritu divino, los apóstoles realizaron una obra que conmovió
al mundo. El Evangelio fue llevado a toda nación en una sola generación.
Gloriosos fueron los
resaltados que acompañaron al ministerio de los apóstoles escogidos por Cristo.
Al principio, algunos de ellos eran hombres sin letras, pero su consagración a
la causa de su Maestro era absoluta y bajo su instrucción consiguieron una
preparación para la gran obra que les fue encomendada. La gracia y la verdad
reinaban en sus corazones, inspiraban sus motivos y dirigían sus acciones. Sus
vidas estaban escondidas con Cristo en Dios, el yo se perdía de vista,
sumergido en las profundidades del amor infinito.
LOS
DISCÍPULOS
eran hombres que sabían hablar y orar sinceramente, hombres que podían
apoderarse de la fuerza del Poderoso de Israel. ¡Cuán cerca estaban de Dios, y
cuán estrechamente ligaban su honor personal a su trono! Jehová era 475 su Dios. Su honor era el honor de
ellos. La verdad de Dios era la suya. Cualquier ataque al Evangelio hería
profundamente sus almas, y con todo el poder de su ser luchaban por la causa de
Cristo. Podían predicar la palabra de vida, porque habían recibido la unción
celestial. Esperaban mucho y por lo tanto intentaban mucho. Cristo se revelaba
a ellos y le miraban como su guía. Su entendimiento de la verdad y su poder
para afrontar la oposición estaban en proporción con su conformidad a la
voluntad de Dios. Jesucristo, sabiduría y poder de Dios, era el tema de todo
discurso. Su nombre -el único dado a los hombres debajo del cielo para que
puedan ser salvos- era exaltado por ellos. A medida que proclamaban un Salvador
todopoderoso, resucitado, sus palabras conmovían los corazones y hombres y
mujeres eran ganados para el Evangelio. Multitudes que habían vilipendiado el
nombre del Salvador y despreciado su poder, ahora se confesaban discípulos del
Crucificado.
LOS
APÓSTOLES
no cumplían su misión por su propio poder, sino con el del Dios Viviente. Su
tarea no era fácil. Las primeras labores de la iglesia cristiana se realizaron
bajo opresión y amarga aflicción. Los discípulos encontraban constantemente
privaciones, calumnias y persecuciones en su trabajo; pero no consideraban sus
propias vidas como caras; antes se regocijaban porque eran llamados a sufrir
por Cristo. La irresolución, la indecisión, y la debilidad de propósito no hallaban
cabida en sus esfuerzos. Estaban dispuestos a gastar y ser gastados. El sentido
de la responsabilidad que descansaba sobre ellos, purificaba y enriquecía sus
vidas; y la gracia del cielo se revelaba en las conquistas que lograron para
Cristo. Con el poder de la omnipotencia, Dios obraba por intermedio de ellos
para hacer triunfar el Evangelio.
LOS APÓSTOLES edificaron la iglesia de Dios sobre el fundamento que Cristo mismo había puesto. Frecuentemente se usa en las Escrituras la figura de la construcción de un templo para ilustrar la edificación de la iglesia.
Zacarías señaló a 476 Cristo como el Pimpollo que debía edificar el templo del Señor.
Habla de los gentiles como colaboradores en la obra: "Y los que están
lejos vendrán y edificarán en el templo de Jehová;" e Isaías declara:
"Los hijos de los extranjeros edificarán tus muros." (Zac. 6:12,15;
Isa. 60:10.)
Escribiendo acerca de
la edificación de dicho templo, Pedro dice: "Al cual allegándoos, piedra
viva, reprobada cierto de los hombres, empero elegida de Dios, preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por
Jesucristo." (1 Ped. 2:4,5.)
LOS
APÓSTOLES TRABAJARON EN LA CANTERA DEL MUNDO JUDÍO Y GENTIL, extrayendo
piedras que habían de colocar sobre el fundamento. En su carta a los creyentes
de Éfeso, Pablo les dice: "Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos,
sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios; edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo
para ser un templo santo en el Señor: en el cual vosotros también sois
juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu." (Efe. 2:19-22.)
Y
ESCRIBIÓ A LOS CORINTIOS: "Conforme a la gracia de Dios que me ha
sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima:
empero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este
fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de
cada uno será manifestada; porque el día la declarará; porque por el fuego será
manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba." (1
Cor. 3:10-13.)
LOS APÓSTOLES edificaron sobre un fundamento seguro, la Roca de
los siglos. Sobre ese fundamento colocaron las piedras que extrajeron del
mundo.
LOS
EDIFICADORES
no hicieron su obra sin afrontar obstáculos. Se hizo sumamente difícil a 477 causa de la oposición de los
enemigos de Cristo. Tuvieron que luchar contra el fanatismo, el prejuicio y el
odio de los que edificaban sobre un fundamento falso. Muchos de los que
trabajaban como calificadores de la iglesia podían compararse con los que
construían las murallas en los días de Nehemías, de quienes se escribió:
"Los que edificaban en el muro, y los que llevaban cargas y los que
cargaban, con la una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada."
(Neh. 4:17.)
REYES
Y GOBERNANTES, SACERDOTES Y MAGISTRADOS, procuraron destruir
el templo de Dios. Pero frente al encarcelamiento, tortura y muerte, hombres
fieles llevaron la obra adelante; y la estructura creció hermosa y simétrica. A
veces los trabajadores estaban casi cegados por la neblina de superstición que
se levantaba en su derredor. Por momentos se encontraban casi abrumados por la
violencia de sus opositores. Pero con fe firme y valor inquebrantable
prosiguieron con la obra. Uno tras otro, los primeros edificadores cayeron a
mano del enemigo. Esteban fue apedreado; Santiago, muerto por la espada; Pablo,
decapitado; Pedro, crucificado; Juan, desterrado. A pesar de ello la iglesia
crecía. Nuevos obreros tomaban el lugar de los que caían, y piedra tras piedra
se colocaba en el edificio. Así, lentamente se levantaba el templo de la
iglesia de Dios.
SIGLOS
DE FIERA PERSECUCIÓN siguieron al establecimiento de la iglesia cristiana, pero nunca
faltaron hombres que consideraban la edificación del templo más preciosa que su
propia vida. De los tales se escribió: "Otros experimentaron vituperios y
azotes; y a más de esto prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados,
tentados, muertos a cuchillo, anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles
de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo
no era digno; perdidos Por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por
las cavernas de la tierra." (Heb. 11:36-38.)
EL ENEMIGO de la justicia
no escatimaba ningún esfuerzo para detener la obra encomendada a los
edificadores del Señor. 478
PERO
DIOS
"no se dejó a sí mismo sin testimonio." (Hech. 14:17.) Se levantaron
obreros capaces de defender la fe dada una vez a los santos. La historia
registra la fortaleza y heroísmo de esos hombres. A la semejanza de los
apóstoles, muchos de ellos cayeron en sus puestos, pero la construcción del
templo siguió avanzando constantemente. Los obreros fueron muertos, pero la obra
prosiguió. Los valdenses, Juan Wiclef, Huss y Jerónimo, Martín Lutero y Zwinglio,
Cranmer, Latimer y Knox, los hugonotes, Juan y Carlos Wesley, y una hueste de
otros, colocaron sobre el fundamento materiales que durarán por toda la
eternidad.
Y
EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, los que se esforzaron tan noblemente por promover la
circulación de la Palabra de Dios, y los que por su servicio en países paganos prepararon
el camino para la proclamación del último gran mensaje, ellos también ayudaron
a levantar la estructura.
DURANTE
LOS AÑOS TRANSCURRIDOS DESDE LOS DÍAS DE LOS APÓSTOLES, la edificación
del templo de Dios nunca cesó. Podemos mirar hacia atrás a través de los
siglos, y ver las piedras vivas de las cuales está compuesto, fulgurando como
luces en medio de las tinieblas del error y la superstición. Durante toda la
eternidad esas preciosas joyas brillarán con creciente resplandor, testificando
del poder de la verdad de Dios. La centelleante luz de esas piedras pulidas
revela el fuerte contraste entre la luz y las tinieblas, entre el oro de la
verdad y la escoria del error.
PABLO
Y LOS OTROS APÓSTOLES, y todos los justos que han vivido desde
entonces, contribuyeron con su parte en la construcción del templo. Pero su
estructura todavía no está competa. Los que vivimos en este tiempo tenemos una
obra que hacer, una parte que realizar. Sobre el fundamento tenemos que colocar
material que resista la prueba del fuego, -oro, plata, piedras Preciosas,
"labradas a manera de las de un palacio." (Sal. 144:12.)
A
LOS QUE ASÍ EDIFICAN PARA DIOS, Pablo les habla palabras de ánimo y
amonestación: "Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa. Si la obra de 479 alguno
fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, más así como por
fuego." (1 Cor. 3:14,15.) Los cristianos que presentan fielmente la
palabra de vida, guiando a hombres y mujeres al camino de la santidad y la paz,
colocan sobre el fundamento material que será probado, y en el reino de Dios serán
honrados como sabios constructores.
DE
LOS APÓSTOLES ESTÁ ESCRITO: "Ellos, saliendo, predicaron en todas
partes obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que
se seguían." (Mar. 16:20.)
ASÍ COMO CRISTO ENVIÓ A SUS DISCÍPULOS, ENVÍA HOY A LOS MIEMBROS
DE SU IGLESIA. El mismo poder que los apóstoles tuvieron es
para ellos. Si desean hacer de Dios su fuerza, él obrará con ellos, y no
trabajarán en vano. Comprendan que la
obra en la cual están empeñados es una sobre la cual el Señor ha puesto su
sello. Dios dijo a Jeremías: "No digas, soy niño; porque a todo lo que te
enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré. No temas delante de ellos,
porque contigo soy para librarte." Luego el Señor extendió su mano y tocó
la boca de su siervo, diciendo: "He aquí he puesto mis palabras en tu
boca." (Jer. 1:7-9.) Y nos envía a seguir anunciando las palabras que nos
ha dado, sintiendo su toque santo sobre nuestros labios.
CRISTO DIO A LA IGLESIA UN ENCARGO SAGRADO. Cada
miembro debe ser un medio por el cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros
de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que el Salvador
desee tanto como tener agentes que quieran representar al mundo su Espíritu y
su carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del
amor del Salvador por medio de seres humanos. Todo el cielo está esperando a
los hombres y a las mujeres por medio de los cuales pueda Dios revelar el poder
del cristianismo.
LA IGLESIA ES LA AGENCIA DE DIOS para la
proclamación de la verdad, facultada por él para hacer una obra especial; y si
le es leal y obediente a todos sus mandamientos, habitará en ella la excelencia
de la gracia divina. Si manifiesta verdadera fidelidad, 480 si honra al Señor Dios de Israel, no habrá poder capaz de
resistirle.
EL
CELO POR DIOS Y SU CAUSA indujo a los discípulos a ser testigos del Evangelio
con gran poder.
¿No Debería Semejante Celo Encender En Nuestros Corazones La
Determinación De Contar La Historia Del Amor Redentor, Del Cristo Crucificado?
ES EL PRIVILEGIO DE CADA CRISTIANO, No Sólo Esperar,
Sino Apresurar La Venida Del Salvador.
SI
LA IGLESIA estuviese
dispuesta a vestirse con la justicia de Cristo, apartándose de toda obediencia
al mundo, se presentaría ante ella el amanecer de un brillante y glorioso día,
La promesa que Dios le hizo permanecerá firme para siempre. La hará una gloria
eterna, un regocijo para muchas generaciones.
LA VERDAD, pasando por alto a los que la
desprecian y rechazan, triunfará.
AUNQUE A VECES ha parecido sufrir retrasos, su
progreso nunca ha sido detenido. Cuando el mensaje de Dios lucha con oposición,
él le presta fuerza adicional, para que pueda ejercer mayor influencia. Dotado
de energía divina, podrá abrirse camino a través de las barreras más fuertes, y
triunfar sobre todo obstáculo.
¿QUÉ
SOSTUVO AL HIJO DE DIOS EN SU VIDA DE PRUEBAS Y SACRIFICIOS? Vio los
resultados del trabajo de su alma y fue saciado. Mirando hacia la eternidad,
contempló la felicidad de los que por su humillación obtuvieron el perdón y la
vida eterna. Su oído captó la aclamación de los redimidos. Oyó a los rescatados
cantar el himno de Moisés y del Cordero.
PODEMOS
TENER UNA VISIÓN DEL FUTURO, De La
Bienaventuranza En El Cielo.
EN
LA BIBLIA SE REVELAN VISIONES DE LA GLORIA FUTURA, escenas bosquejadas
por la mano de Dios, las cuales son muy estimadas por su iglesia.
POR
LA FE podemos estar en el umbral de la ciudad eterna, y oír la bondadosa
bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo, considerándose honrados
al sufrir por su causa.
CUANDO
SE EXPRESEN LAS PALABRAS: "Venid, benditos de mi Padre"
pondrán sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: "El Cordero que
fue inmolado es 481 digno de tomar
el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.... Al
que está sentado en el trono, y al Cordero sea la bendición y la honrad y la
gloria, y el poder, para siempre jamás." (Mat. 25:34; Apoc. 5:12,13.)
ALLÍ
LOS REDIMIDOS darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se
unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida
que se mide con la de Dios.
EL
CONFLICTO TERMINÓ. La tribulación y la lucha están en el pasado.
HIMNOS
DE VICTORIA
llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es
el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante.
"DESPUÉS DE ESTAS COSAS
MIRÉ, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas
gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y
clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre
el trono, y al Cordero." (Apoc. 7:9,10.)
"ESTOS
SON Los Que Han Venido De Grande Tribulación, y han lavado sus
ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante
del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado
en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y
el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún calor. Porque el Cordero que está en
medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios
limpiará toda lágrima de los ojos de ellos." "Y la muerte no será
más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son
pasadas." (Apoc. 7:14-17; 21:4.)
Los Hechos
De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
No hay comentarios:
Publicar un comentario